Reseñas/África/Marruecos/16 Julio 2020/elpais.com
Un proyecto busca empoderar y dar opciones a mujeres viudas, separadas, divorciadas y madres solteras discriminadas incluso por el Código de Familia en Marruecos
Zineb tenía tan solo seis años cuando su padre la envió a vivir con otra familia. Pensando que se iba de vacaciones a algún lugar desconocido, pronto descubrió que la habían enviado a una casa para lavar los platos, limpiar y cuidar de los hijos de los dueños. Las condiciones de trabajo eran extremadamente duras para ella y fue continuamente maltratada. Durante años, Zineb trató de huir, pero cuando su padre la encontraba, era enviada de vuelta al mismo lugar, a trabajar. Todo esfuerzo por cambiar su situación era inútil.
Un día Zineb dijo “basta” y decidió escaparse. Se movió de un lugar a otro en busca de un trabajo que le garantizara algo de dinero. En 2014 dio a luz a su primera hija y se convirtió en madre soltera, algo nada fácil en Marruecos, un país donde mujeres en su situación están completamente desprotegidas. Su suerte comenzó a cambiar cuando una organización le recomendó dirigirse a un centro de capacitación para aprender nuevas habilidades que le permitieran ser financieramente independiente y mantener a su niña.
El centro se llama Amal y, como explica su relaciones públicas, Abla Terrab Maskri, el proyecto que tienen en marcha busca “empoderar a las mujeres” a través de la cocina en una ciudad como Marrakech, donde se encuentra una floreciente industria turística y muchos puestos de trabajo en este sector.
Las alumnas de Amal, vestidas con batas blancas de chef, delantales naranjas y hijabs de color negro, trabajan sin cesar durante todo el día en la cocina aprendiendo el oficio. La organización capacita a cerca de 35 alumnas por curso. Allí aprenden a preparar platos marroquíes como el cuscús y el tajine, así como clásicos de la cocina internacional como la pizza y la pasta. El proyecto se ha hecho conocido por su buen hacer y su excelente cocina. De hecho, su restaurante es popular en Marrakech y cuenta con una situación privilegiada en TripAdvisor.
Un grupo de estudiantes cocina en la escuela. AMAL
Terrab Maskri dice que el programa ofrece formación “a las mujeres que se encuentran en una situación vulnerable, como divorciadas, viudas, huérfanas o madres solteras”. Para muchas de ellas esta es la primera educación formal que reciben, como es el caso de Aicha, otra de las integrantes del proyecto. Ella no tuvo la posibilidad de estudiar porque su padre le obligó a dejar la escuela cuando todavía era muy joven para ayudar a su madre en el hogar.
Amal busca empoderar a las mujeres a través de la cocina en Marrakech, donde hay una floreciente industria turística
Durante su infancia, Aicha ni siquiera tenía permitido salir de casa demasiado a menudo. La mayoría de sus hermanos mayores se casaron e independizaron, dejándola encargada de cuidar de los progenitores. Su madre murió de cáncer y su padre falleció el mismo mes de un accidente de coche. Aicha fue enviada a vivir entre familiares, yendo de casa en casa de tías, tíos y primos, sin experiencia ni control sobre su vida.
Como explica Stephanie Willman Bordat, socia fundadora de la organización Mobilizing for Rights Associates, una ONG del norte de África, las marroquíes con las que trabaja en el proyecto, viudas, separadas, madres solteras y divorciadas, “están discriminadas en el marco legal, especialmente el Código de Familia y el Código Penal”.
Un desafío principal para ellas es el factor económico. Las divorciadas en particular, y también sus hijos, quedan muy vulnerables a la pobreza después del divorcio, porque la exesposa no recibe pensión alimenticia ni comparte los activos adquiridos durante el matrimonio, como por ejemplo, la vivienda. “Las órdenes de manutención de los hijos generalmente son bajas e, incluso, cuando se otorgan, las mujeres tienen dificultades para que el tribunal ejecute estas órdenes, porque no pueden encontrar al padre, o este se niega a pagar”, dice Willman.
Al mismo tiempo, las mujeres tienen un poder de decisión limitado sobre sus hijos, como su escolaridad, dónde vivir u otros actos legales porque el padre sigue siendo el tutor legal de los niños, y está a cargo de la toma de decisiones y los asuntos financieros. La madre que se vuelve a casar o quiere mudarse a otro lugar en Marruecos corre el riesgo de perder la custodia.
Willman explica que las viudas también son vulnerables desde el punto de vista financiero debido a las cuotas de herencia desiguales que reciben, y que muchas veces los otros miembros de la familia encuentran formas, aprovechando su analfabetismo, por ejemplo, para no otorgarle su parte.
En el caso de las solteras, se ven privadas de cualquier relación íntima, ya que mantener sexo fuera del matrimonio es ilegal según el Código Penal. Esto significa que estas mujeres no pueden aprovechar la nueva Ley 103-13 sobre violencia machista. “Aunque esa norma penaliza todas las formas de violencia contra ellas, el hecho de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio sean ilegales significa que las que son maltratadas por parte de una pareja íntima con la que no están casadas no pueden presentar una queja porque serían arrestadas”, añade Willman.
Detrás del proyecto de Amal se encuentra Nora Fitzgerald, una estadounidense nacida y criada en Marruecos que comenzó un proyecto de repostería en 2012 con dos marroquíes a las que quería ayudar a crear un medio de vida para que pudieran mantenerse a sí mismas y a sus hijos. «Lo que comenzó como una idea esperanzadora con unas pocas mujeres horneando y vendiendo pasteles ahora se ha convertido en una organización estructurada con dos centros de capacitación», se enorgullece la fundadora.
Terrab Maskri, la relaciones públicas del proyecto, dice que no dejan de recibir solicitudes y que elegir a las candidatas es una tarea difícil. A la hora de seleccionar, buscan que las futuras estudiantes tengan entre 18 y 35 años, unos niveles bajos de ingresos y muchas ganas de aprender.
Durante el programa de capacitación, que dura seis meses, las mujeres aprenden todos los aspectos de la industria de los restaurantes, como cocinar, limpiar, servir y algunas pinceladas de francés e inglés para comunicarse con los clientes. Una vez terminado el curso, hacen dos semanas de prácticas para obtener experiencia en el mundo real, y esto les conduce muchas veces a una oferta de trabajo. De lo contrario, la organización ayuda a las recién graduadas a encontrar un empleo.
Según explica Terrab Maskri, “el entrenamiento es gratuito” porque que las estudiantes “ya se han enfrentado a demasiada exclusión”. Las participantes reciben una paga a lo largo del periodo de formación y aquellas que tienen hijos cuentan con un subsidio adicional por niño para ayudar con su cuidado cuando están fuera de casa. Las alumnas reciben también una tarjeta de autobús local que les permite cuatro viajes gratuitos cada día.
Terrab Maskri se enorgullece de que Amal “es una organización autosuficiente”. Inicialmente, el proyecto fue financiado por donaciones privadas de familiares y amigos, además de llevar a cabo algunas campañas de recaudación en Internet. El cambio principal llegó de la mano de los fondos de sus socios de la Fundación Drosos, una ONG radicada en Zúrich, permitiéndoles establecerse profesionalmente.
En la actualidad los ingresos de Amal se obtienen de las clases de cocina para invitados, su servicio de catering y el restaurante, ganancias que les permite pagar el alquiler, gastos diarios y de electricidad, pagas a las alumnas y al personal. Ahora, Zineb se graduó y tiene un trabajo estable en la cocina de un riad. Muchas otras mujeres graduadas están siguiendo sus pasos.
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/03/planeta_futuro/1593782908_403776.html