África/Senegal/Noviembre 2020/elpais.com
Esta es la historia ilustrada de los niños mendigos en Senegal. Privados de sus derechos más básicos, sobreviven gracias a su creatividad
1 El libro ‘Petit bout de bois’ (Pequeño trozo de madera) recoge el argumento de un espectáculo de teatro escrito e interpretado por Patricia Gomis, e ilustrado por DAUD. Son las historias de pequeños talibés, niños en situación de calle, privados de sus derechos más básicos, que sobreviven gracias a su creatividad. Porque, a pesar de todo, no pierden la esperanza de ver sus sueños hechos realidad. Reproducimos algunos fragmentos del libro editado en francés por Lansman Editeur.
2 «Los pequeños mendigos de la esquina de mi calle viven en casas donde cuelgan botes de tomate por todas partes. Los usan para mendigar. En ellos ponen sobras de comida, monedas, azúcar… Lo que la gente les dé. Pequeños talibés, así se les llaman. O incluso niños de la calle. Siempre con su bote de tomate debajo del brazo».
3 «Cuando era pequeña, pensaba que ellos habían nacido en los botes de tomate. Yo quería ser como ellos, como esos niños de los botes de tomate. Sin familia. Sin padre. Sin madre. Sin casa. ¡Y siendo libre! Durmiendo donde quiera, en las calles, en las aceras, en coches abandonados, en casas abandonadas, en las estaciones, en garajes, en las escaleras, en las aceras. ¡Estar sucia y que nadie me diga que me lave!».
4 «Yo quería ser como los niños ‘botes de tomate’ para pasar el tiempo en las calles desde la mañana hasta la noche. Pero mi madre decía: ‘Un niño debe descansar, dormir bien para crecer bien…’ Quería ser un niño ‘bote de tomate’ para hacer lo que yo quisiera, dónde y cómo quisiera. Pedir dinero de la mañana a la noche y tener muchas monedas en los bolsillos rotos. Pero mi madre me dijo: ‘El dinero no es para los niños, un niño no debe pedir dinero. Las calles no son para los niños’. 5 Un día vi a una mujer en un coche muy grande y se detuvo en el semáforo. Llevaba unas grandes gafas. Inmediatamente, los niños con botes de tomate corrieron a pegarse a la ventana del auto, como moscas que se abalanzan sobre un mango maduro que cae de un árbol. En el coche había niños con grandes piruletas. Las chupaban mientras miraban a los ‘botes de tomate’ a través del cristal. Y ellos les miraban de vuelta con ojos muy abiertos que decían: ‘Nosotros también queremos piruletas’. 6 En la esquina de mi calle había una casa en construcción, abandonada, sin puerta, sin ventanas, sin techo y sin baños. Un día, un hombre vino a instalarse allí con niños ‘botes de tomate’: Mamadou, Mor, Moussa, Daouda, Demba, Pathé, Alassane, Amadou, Alioune, Fallou, Fodé, Thierno, Tidiane, Tapha, Omar, Ousmane, Ousseynou, Sidy, Seydou, Saliou, Lamine, Elimane, Boubacar, Bala, Bassirou y 007. A nosotros, los niños del barrio, nos gustaba mirarlos por la ventana que no tenía ventana. Yo quería descubrir cómo los niños crecían en los botes de tomate. Un día, el 21 de marzo, llegó una señora con un niño, Ndongo. Tenía cinco años.
Su padre, no lo conocemos; su madre, ella… Perdió la cabeza. Quiero que le enseñes el Corán. No es como su madre, tiene cabeza, aprende muy rápido, pero es terco. Si no obedece, golpéalo. Y el ‘morabito’ respondió: ‘¿Él es terco? Déjalo ahí. Si le agrada a Dios, le meteré algo en la cabeza. El pequeño Ndongo, con sus grandes ojos, no entendía lo que le acababa de pasar. Tampoco por qué estaban todos los niños a su alrededor mirándolo con sus botes de tomate bajo el brazo.
Ese día entendí que los niños talibés, los niños de la calle, no nacen en ellos. Es su familia quien los lleva a una daara, la escuela coránica, y los confía al hombre al que los niños llaman ‘marabout’ o maestro.
7 Los talibés de la esquina de mi calle van todos los jueves al mar a lavarse. El pequeño Modou nunca deja la camiseta azulgrana que le regaló un turista. Sueña con convertirse en un gran futbolista. Con los calcetines enrollados en forma de bola en lugar de una pelota, Modou es capaz de regatear hasta el último de sus compañeros para marcar un gol. Demba transforma su bote, siempre vacío, en un instrumento porque le encanta la música. Los días que hay bautismos o funerales son una fiesta para ellos porque sus botes de tomate se desbordan con las sobras de las comidas que comparten. 8 Todas las mañanas, de camino a la escuela, me cruzaba con uno de los pequeños talibés de mi barrio. Ese día, di unos pasos con aquel al que llamaban 007. – Oye, ¿no has olvidado tu bote? ¿Dónde están tus padres? ¿Tienes familia? ¿Por qué te llaman 007?
– Mi nombre es Souleymane, los otros talibés me llaman 007 porque esta es mi séptima daara. Cada vez que me escapo de una, mi tío me envía a otra. Mi padre se fue a España en un cayuco. Desde ese momento, mi tío ha ocupado su lugar en la casa. Si tuviera alas volaría a casa, recogería a mi madre y nos iríamos muy, muy lejos. El ‘morabito’ solo piensa en dinero, tenemos que traerle monedas por la mañana y por la noche. Si no tienes el dinero, te encadena uno o dos días y, a veces, te golpea con un cable eléctrico hasta que tu espalda se ennegrece de sangre.
9 Hoy, las daaras están creciendo en cada rincón. Con talibés que vienen del norte, del sur, centro e incluso de países vecinos, muchas veces acompañados de falsos ‘morabitos’. Los talibés mendigos son tan numerosos como las hormigas. Parece que solo en Senegal hay 30.000. En los periódicos, hemos leído en los últimos años: «Nueve niños talibés son quemados en su daraa en la medina». «Un talibé golpeado hasta la muerte por su marabú».
Y también: «Una veintena de niños talibés de seis a 14 años han sido encontrados encadenados con hierros en los pies, como en el templo de la esclavitud». Sin mencionar los abusos.
10 Estamos tan acostumbrados a verlos que ya no los vemos. Se han convertido en los fantasmas de nuestras calles. Memorizan oraciones que nos hacen desenvainar monedas. Modou, Souleymane o Ndongo se aferra a tus pies y te ruegan que le des una moneda, porque tal vez esta noche será golpeado sin pausa. Le damos dinero para tener todas esas promesas de riqueza y paraíso. El talibé te tiende la mano para pedirte una moneda, pero en sus ojos puedes ver que te está pidiendo una pequeña mirada, un poco de atención, una sonrisa, una ayuda o únicamente un poquito de amor.
11 Patricia Gomis Mamby Karowar es una actriz y comediante comprometida, que eligió hacer teatro para el público infantil y juvenil. Forma parte de los fundadores y creadores de Côté Jardin, la primera compañía de clown nacida en Senegal. Es directora artística de Pôle Culturel Djaramà, un centro artístico para niños y jóvenes en Senegal que creó conjuntamente con su marido. Ha co-escrito diferentes espectáculos como ‘¡Avanti!’, con Gérard Corbion, de la Compañía Casquette, Jeannine Gretler de la Compañia Orange Sanguine y Pierre Richards; ‘Moi, monsieur, moi’, con Márcia de Castro. ‘Petits bouts de bois’ es su primer texto (escrito en noviembre de 2018).
Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/11/18/album/1605736030_976988.html#foto_gal_11