Por: Alba Bartolome/www.magisnet.com
Cristian Olivé, profesor de Lengua y Literatura, presenta su segundo libro en el que analiza el poder transformador de la Educación y la necesidad de romper los esquemas.
Cuando le pregunto a Cristian cómo se imagina la sociedad futura, me responde que le gustaría que fuese “una sociedad sin miedo, orgullosa de lo que tiene y de lo que es”. Menciona también que sueña con una sociedad “respetuosa y tolerante con lo que le rodea” y, sobre todo, “entusiasta, que aprenda por placer”.
El afán por transformar la sociedad a través de la Educación es lo que ha llevado a este profesor de Lengua y Literatura de un Instituto de Barcelona a escribir su segundo libro, Una Educación rebelde, que, según asegura, “no solo está dirigido a profesores, sino a todo aquel que esté interesado en Educación, en cambiar las cosas y romper los esquemas”.
Elige el término “rebelde” para hacer referencia a este nuevo concepto de enseñanza que “está pendiente de lo que el alumno necesita, de fomentar su creatividad y de formar personas entusiastas y reflexivas”. Considera que la única forma de cambiar el sistema educativo y la sociedad actual es a través de “un aprendizaje activo, que centre su atención en los jóvenes, les de voz y les haga cuestionarse su día a día, lo que les rodea”.
Fiel defensor de una Educación cercana, que “mire a la cara” y que permita “compartir experiencias”, Olivé considera primordial que la relación profesor-alumno se base en el respeto y la confianza porque, desde su experiencia personal, “al final los profesores más cercanos son los que recuerdas toda la vida”.
Tratar a los alumnos “con superioridad” por el simple hecho de ser adulto puede “afectar gravemente al ego del docente”. Hay que pensar en la escuela “no como un lugar, sino como un refugio”, en el que los alumnos aprenden de los profesores y, “desde que decidimos bajarnos del pedestal, viceversa”.
En su nuevo libro, Cristian asegura que “hay que pensar para poder opinar y para poder opinar es necesario conocer las distintas verdades”. Con el fin de formar alumnos “críticos y libres”, Olivé lleva al aula temas sociales de actualidad, como la igualdad de género o la diversidad sexual. Piensa que es importante implementar estos temas “de manera natural, en cualquier momento”, no dedicar solo una sesión especial a tratarlos.
Olivé, que gracias a las redes sociales se ha convertido en una especie de “gurú” de la Educación, comparte ideas con el resto de profesores sobre cómo tratar estos temas. El año pasado con motivo del Día Internacional de la Mujer, propuso a sus alumnos analizar las pancartas utilizadas en las manifestaciones del 8M para trabajar algunos aspectos relacionados con la Literatura. Los lemas feministas, que eran “pura poesía”, permitieron a los alumnos identificar distintas metáforas, comparaciones, ironías y demás recursos literarios.
“La Educación no tiene que caminar alejada de la sociedad, tiene que evolucionar a la vez, por lo que tratar temas sociales y actuales es imprescindible”, dice Cristian asegurando que cualquier profesor, independientemente de su edad, puede proponer actividades que le permitan conocer un poco más a sus alumnos.
Si algo tiene claro es que “en Educación toca posicionarse” y él lo hace “a favor de una Educación que trate los temas sociales de relevancia, como la lucha por la igualdad de género, la diversidad sexual, el medio ambiente y la forma en la que construimos nuestras relaciones sociales”. Contenidos que ciertos sectores tachan de “intrusivos” y “delicados” y asocian a prácticas de “adoctrinamiento”.
“No creo que lo sea. Simplemente estamos dialogando con los alumnos y exponiéndoles a la realidad para que tengan un pensamiento crítico. No hay por qué ofrecer tu opinión personal”, dice Olivé.
Aunque Cristian trabaja en un centro concertado, con una visión de la Educación “muy afín” a la suya y que tiene como bandera la declaración de los derechos humanos, considera que “la apuesta sincera debe ser por la Educación pública”.
Cuando le pregunto si cree que la nueva ley educativa trata de preservar los derechos de la enseñanza pública dice que “se intenta, pero que aún queda un largo camino para conseguirlo”. Después de leerse a conciencia la nueva ley educativa, que elimina la demanda social que permite abrir nuevos centros concertados o aumentar las plazas y no permite pedir cuotas a las familias por ofrecer enseñanzas que son de carácter gratuito, puede decir que no le desagrada del todo, pero que “sigue protegiendo a la Concertadareligiosa” que, desde su punto de vista, “vive de una herencia caducada”.
La nueva reforma incluye la religión católica como materia en los niveles educativos que corresponde, siendo de oferta obligatoria para los centros y voluntaria para los alumnos.
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