Por: Lusmery Yamileth Alvarado
“Nadie sabe cuánto sabe, hasta qué tiene que enseñar lo que sabe” Ezequiel Ander – Egg
Vivimos en un mundo de fantasías donde no envejecemos, proyectando los momentos y expresiones faciales más perfectas que podemos encontrar, sin darnos cuenta que el verdadero sentimiento de felicidad de la vida se encuentra alojada en lo más profundo de nuestros corazones, donde la imperfección crea momentos perfectos e inolvidables.
Esta proyección a la que me refiero la generan las redes sociales, el mundo donde nunca envejecemos, pero los sentimientos y la realidad es otra, debemos ser responsable en la presente época sobre el cómo empleamos o usamos las redes sociales en nuestra cotidianidad, como creamos comunidades de aprendizajes donde formamos al hombre nuevo que dé respuesta a las necesidades de esta época, como nuestros hijos interactúan y con quien al otro lado de la pantalla, que formación estamos dando y recibiendo, se trata de la corresponsabilidad en la distancia, un valor necesariamente importante de practicar.
En este contexto, donde los avances tecnológicos suceden a la velocidad de la luz, como docentes debemos innovar en las estrategias de enseñanza y aprendizaje, encontrar la manera de generar esa simbiosis necesaria entre lo que aprendo y lo que enseño, o lo que aprendo y lo que comparto, buscando siempre el equilibrio y la consolidación del proceso que nos permita como afirmó José Martí “educar para la vida”; por ello, debemos trazarnos como desafío “elevar la calidad educativa”, profundizar en la educación fundamentada en valores como la ética y la corresponsabilidad, pero, ¿cómo conseguir triunfar en ese desafío, teniendo presente lo profundo de la red?, esa es la gran interrogante que debemos forjar en nuestro día a día.
Ser docente en la época actual es un poco efímero y complejo de definir, pero es muy necesario que internalicemos las funciones que como docente debemos ejercer: docencia, investigación y extensión, sin embargo, enfocándonos en la docencia esta época demanda de que dejemos de ser dadores de clases y realcemos la dimensión actitudinal que nos permita generar la integración del ser, el saber ser y el hacer dentro de una sociedad que a diario define sus características de coexistencia.
En este momento, me atrevo a develar la importancia del fortalecimiento de las competencias del ser docente en esta época, no de otra, como consecuencia de la reflexión crítica y la formación continua de nuestra práctica, por tanto, es importante promover el diálogo interno del docente con el mismo, de modo de reconocer y reconocerse en un entorno, con un grupos de personas con diferentes caracteres y diferentes estímulos, donde dejemos de vernos como modelo y nos podamos convertir en integrantes de esa comunidad de aprendizaje, donde el fin único es la formación bidireccional, todos tenemos algo que enseñar y algo que aprender.
Por ello, como docentes, debemos cuestionar nuestras competencias y trabajar fuertemente a diario por transformar y fortalecer las que se requieran, así como erradicar las que nos están estancando hacia un precipicio donde nada nuevo puede existir, estando claro que no todo lo nuevo es bueno ni todo lo viejo es malo.
Haciendo una parada temporal en este tema por demás importante, debemos realizar un balance entre lo que hemos hecho y lo que nos falta por hacer, debemos trazarnos estrategias de aprendizaje y actuación dentro de la red que nos permita avanzar en la construcción de un mundo académico mejor, que nos permita establecer la línea de vida necesaria en el proceso de enseñanza y aprendizaje, aprovechando las bondades de las redes sociales y permeando hacía el fortalecimiento de los saberes y haceres necesarios para la formación del hombre nuevo que requiere la Patria.