Propiciar un enfoque pedagógico apropiado
Por José Yorg, el cooperario.
«¿Por qué los campesinos tenemos que pedir permiso para reunimos como cristianos y los que no son campesinos no lo necesitan?…
¿Por qué nos persiguen cuando queremos organizamos, como agricultores y como cristianos para defender nuestros derechos?
¿Por qué se nos trata con amenazas, citaciones, como si cometiéramos algún delito al reunimos?…» Extraídos del texto “Movimientos Campesinos en el Paraguay” Ramón Fogel.
No es la primera vez que reprochamos el enfoque tradicional de educación cooperativa escolar y universitaria, diríamos más, encorsetado a la tradición europeizante, a la línea pedagógica liberal sarmientina, claudicando a los aportes Latinoamericanos de educación campesina como la experimentada en Paraguay por la Ligas agrarias cristianas.
Seguramente nos espera grandes batallares para lograr un serio debate con los/as colegas para construir un cooperativismo educacional popular, emancipatorio y transformador.
Mientras tanto, nos propusimos darnos a la tarea al respecto, con la intencionalidad de propiciar reflexiones metodológicas, teóricas, históricas y epistemológicas, que converjan en un enfoque pedagógico apropiado.
Es oportuno profundizar en la amplitud de prácticas y experiencias históricas y las memorias narrativas con sus respectivas conceptualizaciones que se reconocen por tener una mirada reprochadora popular.
Desde luego que no estamos planteando que el problema del divorcio entre el noble cooperativismo y el pueblo popular es sólo semántico o formal, sino fundamentalmente procedimental, cultural y teórico, histórico y político.
Ese desencuentro se da, por una parte, por la cultura de la desconfianza que caracteriza al campesino y al aborigen hacia el docente citadino. Estos sectores marginados históricamente, han sido engañados y vilipendiados de mil formas y maneras por acción agresiva u omisión de ayuda efectiva por los diversos gobiernos.
Pero por otra parte, los/as docentes formadas en instituciones oficiales bajo el influjo de pedagogía liberal, tradicional, carecen de métodos y herramientas conceptuales y procedimentales adecuados y flexibles para aprovechar las experiencias y culturas, saberes de los campesinos y aborígenes e iniciar innovadoramente desde allí programas y contenidos cooperativos adecuados a ese ambiente y necesidad.
El cooperativismo, que por cierto se reconoce con raigambre popular, obrerista, nacido como reacción ante los atropellos sufridos en la época de la llamada Revolución industrial, no puede ni debe dejar de insistir en su investigación pedagógica para hallar la mejor fórmula de llegada y encuentro con el campesinado y los aborígenes.
El problema acuciante en Latinoamérica se presenta en la tenencia y propiedad de las tierras, es el ámbito de una disputa cruenta que se manifiesta en los desalojos violentos a los campesinos y aborígenes, sin importar su posesión ancestral.
Precisamente, en estos tiempos tumultuosos de época de cambios, en Paraguay se acaba de promulgar una reforma al Código penal incrementando hasta 10 años de cárcel para aquellos que osen invadir tierras mal habidas, éstas son aquellas que el dictador Stroessner concedió a sus cómplices: Tierras destinadas a la Reforma agraria.
Escuelitas Campesinas de las Ligas Agrarias Cristinas.
En este apartado seguiremos a Sintya Carolina Valdez-Ayala en su artículo publicado con el título de “Escuelitas Campesinas de las Ligas Agrarias Cristinas. Conciencia social y autoeducación”, del Centro de Estudios Rurales Interdisciplinarios-CERI-
La autora citada afirma que “Entre los hallazgos se puede mencionar que el programa educativo de las Ligas Agrarias Cristianas se orientó a adultos inicialmente y luego a adultos y a niños. Se comenzó el proceso formando a los Pytyvõhára o educadores, ya que el trabajo con los profesores de la educación oficial tenía todos los sesgos de la escuela tradicional, es decir, ya estaban muy condicionados, de modo que en la primera fase se abordó la alfabetización de adultos y la formación de educadores”
Expresiones que confirman nuestra posición.
Estas expresiones confirman nuestra posición en cuanto a la formación de los/as docentes, encontrándonos nosotros mismos en esa formación que confrontó en nuestras experiencias en escuelas rurales de la provincia de Formosa en zonas de cultivo de algodón, ambiente sujeto a los tiempos de la labor productiva, por lo que nos adecuamos e intentamos impartir en el proceso enseñanza-aprendizaje lineamientos de la pedagogía de Paulo Freire, sin embargo, resultaron improcedentes, más allá de ser un método maravilloso, pero descolgado de la realidad campesina.
El encuentro-muchas veces narrado-con la Supervisora Escolar Lina Frederich de Acuña aportó la precisa motivación y orientación hacia el cooperativismo escolar a tenor de que los hijos de los labriegos saben cultivar y cosechar los productos pero desconocen la virtud de la organización cooperativa en la representación y defensa del precio de sus esfuerzos, así como el abaratamiento de las compras en conjunto de herramientas y otros elementos necesarios, mercaderías y enseres por medio de la gestión empresarial cooperativa.
De lo que se trata es entonces de traducir esa relación productiva y cultural con los contenidos y método de la educación cooperativa necesaria y adecuada a los educandos campesinos, como dice el amigo Darío Castillo Sandoval, “por aquí es el camino”.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!