El coronavirus colapsa y destruye el sistema educativo en América Latina
Tras más de un año y medio de estar cerradas las escuelas a causa del coronavirus, y aunque ya se dio la orden de abrirlas desde en agosto en México y en otros países de Latinoamérica, lo cierto es que todavía no se han activado las clases presenciales.
Ante esta desoladora emergencia sanitaria la educación pública es la más afectada pues en la mayoría de los países (el 60% de su territorio especialmente el medio rural), se han quedado en el limbo al carecer los medios adecuados para recibir la señal de Internet. Entonces, no les ha quedado más remedio a los docentes que improvisar otras estrategias como la televisión educativa para salvar el año escolar. La tragedia para los alumnos no puede ser más desgarradora porque ya de por si el nivel educativo antes de la pandemia era deplorable pero ahora es calamitoso. Al entrar en pánico al dispararse las cifras de muertos e ingresados en los hospitales se clausuraron las escuelas a cal y canto. Una decisión política que trajo como consecuencia que muchas fueran saqueadas o vandalizadas. Las autoridades se equivocaron pues nunca se debieron cerrar los centros escolares ya que como se ha demostrado es el sitio más idóneo si se toman correctamente las medidas de seguridad sanitarias con todo el rigor. Se ha condenado a los niños y los jóvenes a la educación en línea vía zoom como única herramienta de comunicación y supuesta panacea para afrontar esta grave emergencia. Brasil, uno de los epicentros de la pandemia, ha reabierto las escuelas desde marzo 2021 con tan solo el 35% de ocupación máxima en las aulas. El 40% de los estudiantes de las escuelas públicas urbanas de Brasil no tiene computador o tableta en su casa, en las áreas rurales sube al 65%. La reapertura de los centros escolares se ha visto afectada por las demandas ante los tribunales de los sindicatos de los profesores que se niegan a regresar a clases presenciales. El estado de excepción o el confinamiento impide la libre circulación de los ciudadanos y lo peor de todo es que se violó el derecho universal de los niños y las niñas a la educación.
Además, los alumnos se han quedado huérfanos porque las escuelas no eran solo un lugar donde recibían clases sino también sus hogares pues allí desarrollaban parte de su vida social; se reunían con sus amigos y se interrelacionaban con sus maestros y tutores. Además de asistir a distintas actividades extraescolares, en bibliotecas, campos de deportes. los comedores que les brindaban al menos una comida diaria y miles que residían parcial o totalmente como internos. Las escuelas cumplen un papel de protección y monitoreo que va más allá de los propósitos académicos. Cuando eres un niño o un adolescente lo que quieres es relacionarte con tus amigos. Así que no pueden estar encerrados en medio del agobio y el hacinamiento en sus casas junto a sus padres porque están desarrollando autonomía. Ahora sobreprotegidos parece difícil que vayan a emanciparse a los 18 años. Y encima son tantos los problemas afectivos que deben soportar gritos, agresiones y violencia. Se calcula que en un 55% se han elevado las agresiones físicas, 48%, las psicológicas, un 20% en abusos sexuales y violaciones a niños y niñas. Cerca de la mitad de los niños, las niñas y adolescentes (91 millones) viven en la pobreza en América Latina. Un fenómeno que ha afectado la salud mental de millones de personas que sufren depresión, angustia, falta de autoestima, estrés, ansiedad. Las conductas suicidas han aumentado en un 30% y, por ejemplo, según la Secretaría de Educación de México, en el 2020 el número de suicidios y adolescentes de ambos sexos alcanzó la cifra record de 1.150 víctimas.
Durante el confinamiento ha sido tal la demanda de Internet que en muchas regiones los servidores colapsaron. O sencillamente no existía conexión. Y en el colmo las familias no tenían datos móviles por falta de presupuesto porque “si hay para internet, no hay para comida” En un hogar con tres o cuatro hijos han tenido que compartir un computador o un teléfono celular para recibir sus clases en línea -los más afortunados-. Ha sido imposible tomar sus cursos al mismo tiempo y conectarse con sus profesores aparte de que se perdía la señal de Wi Fi. Millones de hogares más pobres y marginales no pueden conectarse a Internet y deben conformarse con atender las clases por televisión que muchas veces está ocupado en las telenovelas o los partidos de futbol. Desde luego que el aprendizaje en línea ha sido catastrófico. En un intento por mitigar la emergencia escuelas y colegios se organizaron grupos de WhatsApp para al menos recibir las tareas y que se mantuvieran los alumnos activos. Pero la perdida total de tiempo y el aburrimiento de estar encerrados provocó que millones de niños, niñas y jóvenes desertaran de las clases en línea. En México la cifra supera 6 millones, en Colombia unos 300.000, en Perú 340.000, en Brasil 7 millones. Por falta de recursos se calcula que 40% de los alumnos abandonarán las universidades privadas. El sistema educativo no estaba preparado para esta crisis sanitaria y menos para impartir las clases de manera virtual o hibrida. Entonces, ¿de qué vale estudiar a los más humildes si nunca alcanzarán el nivel de educación superior y universitario? El derecho a la educación pública es también parte de la lucha de clases porque es la única salida de los más desfavorecidos para subir en la escala social. Superarse por méritos propios para salir de la pobreza. pero sin recursos económicos o una beca para pagar una matrícula universitaria esto parece utópico. Solo una élite de privilegiados ha mantenido sus ingresos e incluso los han aumentado. Blindando el nivel educacional sus hijos en escuelas o universidades privadas donde generalmente son aprobados no por su capacidad técnica o intelectual sino por su pertenencia a familias de alta alcurnia.
Quienes carezcan de patrimonio económico solo heredarán marginalidad y pobreza; lo que significa estar condenados a ser el recambio de sus padres en los trabajos más precarios y peor remunerados. La verdad es que según las estadísticas de la CEPAL en América Latina hay ya 210 millones de pobres (22 millones de personas más que el año 2019) Centroamérica y el Caribe es la región más depauperada con 30 millones de personas sumidas en la indigencia. La tasa de vacunación contra el COVID no sobrepasa el 20 % de la población y el nivel educacional es uno de los más bajos del Tercer Mundo. En el Salvador, Honduras, Guatemala o Belice, Haití, República Dominicana apenas el 20% de los alumnos de las escuelas públicas tienen acceso a la educación virtual y su retraso es más que ostensible.
En las favelas y suburbios de las grandes ciudades se concentra el lumpen proletariado que sobrevive en medio de la exclusión y la miseria. El COVID 19 ha afectado mayormente a los países pobres y vulnerables. Muchos niños, niñas y los jóvenes o adolescentes de los estratos más bajos se vieron obligados a ayudar a sus padres en sus trabajos informales (en América Latina hay 140 millones de personas laborando en condiciones de informalidad lo que representa el 50% del empleo real) El hambre y la marginalidad hizo que infinidad de jóvenes y adolescentes se enrolaran en las pandillas delincuenciales o los carteles del narcotráfico donde al menos reciben una paga por sus servicios (muy superior al salario mínimo) Poco a poco se van iniciado en el sicariato, los secuestros, los asaltos, la prostitución, el tráfico de armas o el narcomenudeo. no están escolarizados, no hay bibliotecas, ni centros culturales o campos deportivos solo cantinas, antros y burdeles ¿Cómo evadirse de un ambiente tan ruin y opresivo? Solo consumiendo sustancias psicotrópicas o alcoholizándose. Porque las mafias más dominantes, adaptables y violentas del mundo se han aprovechado de la situación de quiebra total para reforzar su accionar en los cordones de miseria.
Hoy las carreras más solicitadas y las más promocionadas por las universidades públicas y privadas son las profesiones relacionadas con el ámbito digital: marketing digital, cuentas digitales, community manager, social media manager, programadores de informática, administración de empresas, corredores de valores, gerentes de sociedades offshore, brokers, inversionistas, comisionistas, comercial delivery, ejecutivos de venta on line, turismo on line, ejecutivo expertos de blockchain, criptomonedas y Bitcoin, cibernética, Uber technologies, la inteligencia artificial, técnicos en desarrollo de software o hardware, telemática, robótica, programadores de videojuegos, creadores de Apps, es decir, especialistas en el modelo de desarrollo calcado al de Silicon Valley con sus grandes parques tecnológicos. Multimillonarios exitosos como Billy Gates, Jobs o Bezos son el espejo para los emprendedores y marcan el camino a seguir. Nuestros estados tan serviles se han entregado las trasnacionales y nuestra dependencia tecnológica es total y absoluta con respecto a EE. UU, Europa, China o el Japón que son los que poseen las patentes (en EE.UU las patentes con mayor valor son las que registraron las organizaciones y compañías electrónicas, comunicaciones, servicios y equipos de Internet, Google, Facebook, YouTube, Apple e IBM) El concepto de innovación y competitividad entre universidades, centros de investigación y empresas de la tecnología de la información van a regir el mundo globalizado. Porque el sistema productivo y los planes de negocios no pueden parar de crecer. Las leyes del capitalismo son muy claras: solo los más preparados e “inteligentes” o, mejor dicho, los que alcancen a costearse sus estudios de educación superior -a la que solo accede el 5 % de la población -serán los elegidos para asumir las riendas del poder y seguirán dominando el ámbito político, económico, empresarial e industrial.
Millones de latinoamericanos han sido golpeados brutalmente por la crisis económica desatada por la pandemia. El desempleo afecta un 15% más que en 2019 rozando los 30 millones de personas que en su inmensa mayoría, no reciben subvenciones de los gobiernos para mitigar la tremenda catástrofe. Las ayudas sociales son irrisorias y han tenido que reinventarse en trabajos por cuenta propia. En América Latina: más de 28 millones de personas entrarán en situación de pobreza este año por el COVID-19. Con un 30% Argentina es el país con las mayores tasas de desempleo juvenil en el Cono Sur. Mientras el nivel de empobrecimiento de la población ha subido hasta el 43%. Y es que oficialmente el confinamiento todavía se mantiene en muchos países porque la incidencia del COVID-19 es muy alta. Los maestros se niegan a volver a clases presenciales puesto que la vacunación de los menores de doce años es casi nula. Temerosos de contagiarse prefieren seguir sometidos a la educación virtual. Evidentemente para las nuevas generaciones como consecuencia de estar confinados meses y meses el impacto emocional y psicológico será tremendo y dejará unas taras que no van a borrarse de la noche a la mañana. Nos esperan unos cambios sociales impresionantes. En Colombia entre abril y junio del 2021 se produjo un paro nacional reprimido por las fuerzas del orden del gobierno del derechista de Duque y que dejó extraoficialmente más de 78 muertos, 2.500 heridos y 180 desaparecidos.
El gobierno mexicano consciente de la urgencia en reactivar el sistema educativo obligó a abrir las escuelas en el mes de agosto después de un año y medio de ausencia. 16 millones de alumnos regresaron a las aulas, es decir, el 48%. la pregunta es ¿por qué no cerraron los cuarteles, ni los casinos, los centros comerciales, los restaurantes, ni los antros o los prostíbulos? La educación es una actividad estratégica esencial tan importante como la industria o la salud. Como bien lo reconoció el presidente López Obrador “Tenemos que correr riesgos. Imagínense si no salimos porque nos puede pasar algo, ¿nos vamos a quedar todo el tiempo ahí encerrados?” los pequeños ya necesitan regresar, ya vemos problemas fuertes de violencia intrafamiliar, de estrés, de obesidad y de adicción a los aparatos electrónicos” Las redes sociales son manipuladoras y tóxicas. Que se regrese a la escuela o la universidad para comunicarse y socializar” Pero ya es tarde. Ahora tenemos un sistema escolar colapsado y los niños han perdido el hábito del estudio, de la lectura, no se concentran y son incapaces de leer o escribir correctamente. Los niños que antes jugaban en los parques al final de la jornada escolar ahora se han vuelto seres pasivos pegados a los artilugios electrónicos. Una epidemia de miopía golpea a los menores de edad a raíz de la larga exposición a las pantallas digitales y el poco tiempo que pasan al aire libre.
Lo cierto es que se ha perdido un año y medio lo que significa casi dos cursos lectivos. El retraso ya es imposible de recuperar en un corto espacio de tiempo y solo queda confiar en la buena voluntad de los alumnos para que disciplinadamente estudien sus lecciones en sus hogares. Pero todos sabemos que los jóvenes están más interesados en conectarse a las redes sociales o a dedicarse a jugar con la PlayStation o la Nintendo (75 millones de mexicanos se consideran videojugadores y el país ocupa el puesto número 12 a nivel mundial) El control de los dispositivos electrónicos deben asumirlo los padres de familia, pero como han perdido la autoridad apenas si se atreven a reprender a sus hijos. Las consecuencias son muy nocivas pues los niños están completamente enviciados y si se les prohíbe sus juguetes favoritos llegan incluso a agredir a sus padres y en algunos casos hasta matarlos. Este va a ser uno de los mayores dramas sociales del recién comenzado siglo XXI: la guerra de cuarta generación por el dominio de las mentes. El Big Data procesa, analiza e interpreta con su algoritmo grandes volúmenes de datos que generar los usuarios de Internet y que controlan nuestras vidas con el incesante bombardeo propagandístico que dicta cuales son nuestros deseos y preferencias. Una alienante manipulación que podríamos calificar de “fascismo cibernético”.
Las multinacionales de la industria digital y sus poderosísimas maquinarias mediáticas son las principales interesadas en promocionar la venta de computadores, teléfonos inteligentes, tabletas, etc. que por arte de magia transformarán a los alumnos en unos genios. El consumismo es de tal envergadura que a pesar de la crisis económica el iPhone 12 es el más vendido, aunque su precio sea de 700 dólares. El número de teléfonos celulares en América Latina supera los 450 millones de unidades. ¿Un profesor reemplazado por un androide que dicta los cursos a través de un computador o un teléfono celular? Se están criando niños solitarios y antisociales y de carácter autistas que se niegan a relacionarse con los demás y que se pasan horas y horas enchufadas a las pantallas. Sin contar que los altos niveles de radiaciones electromagnéticas de radiofrecuencia que a lo largo de la vida puede dañar las neuronas y destruir las células cerebrales hasta provocar cáncer o alzheimer.
Lo cierto es que los grandes triunfadores de la pandemia han sido las multinacionales de la tecnología digital y la industria del entretenimiento que han incrementado sus ganancias en un 30%. Las que más han subido son las ventas de los productos on line, pornografía on line, a los burdeles on line, los casinos on line, o las casas de apuestas de fútbol como Caliente, Codere, bet 365, Betway, 1XBET, y hasta la lotería de los EE.UU Mega Millons con un premio mayor de 345 millones de dólares y que es una de las más populares en México. Hay que buscar emociones fuertes y evadirse de la cruel realidad con unos servicios que se activan mediante una tarjeta de crédito (perteneciente a los cabezas de hogar pero que sustraen sus hijos) y que solo en Colombia recaudaron unas ganancias en el 2020 de 102.137 millones de pesos.
Se está criando una juventud de ludópatas y tahúres ilusionados por obtener dinero fácil y hacer realidad todas sus fantasías. La publicidad que se emite a través de Internet y las redes sociales no se detiene ni un minuto y sigue escupiendo sus magníficas ofertas que nos cautivan. En nombre de la libertad de expresión están esclavizando especialmente a los niños y niñas que son los más indefensos y manipulables. En Tijuana a los adolescentes durante el confinamiento y para mantenerlos ocupados se les aplicó la receta de PlayStation, chelas (cervezas) y mota (marihuana)
La tecnofilia crea unas adicciones tan perversas que los pacientes más graves necesitarían un tratamiento de choque parecido al de los heroinómanos para desengancharlos. Hace pocas semanas China prohibió que los menores de edad estén más de tres horas semanales en los videojuegos. Unas restricciones que afectan drásticamente a la enorme industria del juego en el país. El Partido Comunista Chino se han dado cuenta que las nuevas generaciones están gravemente afectados en su salud física y mental por el continuo uso de artilugios digitales. ¿Cómo romper esas cadenas invisibles que los atan al ciberespacio? Los niños-autómatas han desarrollado síntomas de neurosis, inclinaciones suicidas o se han suicidado. Han perdido la capacidad de memorizar y concentrarse, han perdido las habilidades sociales, escolares y académicas de aprendizaje. No están motivados con los medios digitales que se resume en buscar la tarea que se les ha encomendado en las páginas web de Internet y sencillamente cortar y pegar y enviársela al profesor para que las califique.
El caso más aberrante quizás sea el del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia que bajo el pretexto de brindar conexión a Internet gratis a los colegios públicos situados las zonas rurales más apartadas y desfavorecidas del país pagó por adelantado 70.000.000 de pesos las empresas COMCEL y UTCP. De una licitación de 1.07 billones de pesos que tan solo se ha ejecutado el 1%. Incomprensiblemente incumplieron los contratos y el presupuesto se perdió en el pozo sin fondo de la corrupción. El proyecto de “un país digital” naufragó por completo.
La comunicación entre alumnos y profesores se hace a través del cordón umbilical del zoom confiados en que el aprendizaje sea óptimo y se alcance las más altas cotas del conocimiento académico. Se pensó que la tecnología punta iba a suplir todas las funciones de las aulas convencionales pero el comportamiento de los alumnos deja mucho que desear porque sencillamente están más preocupados en jugar con la PlayStation, ver películas en streaming (especialmente los de guerra, violencia y terror), chatear con sus amigos por el WhatsApp. Allí son felices y se niegan a desconectarse de esos paraísos artificiales. Como no existe la disciplina ni el espíritu autodidacta ningún niño va a leer voluntariamente un libro si no se le obliga. La cultura de masas es más entretenimiento o diversión que conocimiento.
La Secretaría de Educación Pública de México ordenó que ningún alumno que se haya conectado a las clases virtuales en el curso 2020 2021, ya sea de forma intermitente o permanente, podrá ser reprobado: todos deberán tener una calificación mínima de 6. De inmediato, los muchachos y sus padres lo celebraron por todo lo alto y prepararon las respectivas fiestas de graduación donde tradicionalmente deben lucir las togas y birretes como símbolo haber alcanzado las más altas cumbres del saber. Una farsa que solo sirve para elevar aún mas los niveles de ignorancia y analfabetismo. Esta pandemia ha desnudado las falencias educativas en América Latina y el tremendo abismo que separa a ricos y pobres. En Ecuador solo el 37% de la población tiene la conexión de Internet para las clases virtuales. Los maestros mandan las tareas por WhatsApp a los alumnos y deben esperar hasta que ya entrada la tarde sus padres llegan a su casa y les prestan el teléfono celular.
Según el informe PISA- en México los estudiantes no comprenden lo que leen y en un 70% tiene dificultades para redactar un folio y sus faltas de ortografía son lamentables. La OCDE les ha calificado con un promedio bajo en lectura, matemáticas y ciencias (solo 1% obtuvo un nivel de competencias superior) A partir del año 2020 la Secretaría de Educación suspendió las pruebas de campo (con medios analógicos) en las escuelas públicas y privadas para no hacer más visible el fracaso de su sistema educacional. Es preferible ocultar estos resultados tan vergonzosos de los que nadie quiere hacerse responsable. ¿Algún alumno está dispuesto a hacer las pruebas presenciales sin soportes digitales y en formato convencional? Parece que muy pocos se atrevan pues lo más seguro es que obtendrían unas pésimas calificaciones. ¿Si la educación es el pilar del desarrollo y el progreso de la sociedad cuál será el futuro que nos espera? En un estudio de la OCDE y la UNESCO México se posicionó en el puesto 103 de 108 países en el que tan solo se leen 3 libros al año por persona (el libro más leído es la Biblia) Pero las encuestas que se han hecho últimamente sostienen que el 40% de la población jamás ha leído un libro en su vida.
La reconstrucción post pandemia se alargará durante toda la década del 2020-2030. Por lo tanto, con un horizonte tan sombrío el subdesarrollo se cronifica eternizando la dependencia de los países del Primer Mundo. Lo que se traduce en una mayor exclusión social ampliando el abismo entre ricos y pobres. América Latina se consagra como la región más desigual del mundo. La recesión va a ser antológica así que no hay más remedio que endeudarse o empeñarse y pagar a crédito a los bancos o las entidades financieras para obtener liquidez. ¿Cuándo se van a recobrar los niveles de crecimiento que se venían observando a finales del 2019? A sabiendas que la inmunidad colectiva se adquiere con el 80% de la población vacunada todavía falta como mínimo 2 años para disfrutar de una relativa normalidad (condicionado al surgimiento de nuevas mutaciones) La catástrofe educacional causada por el coronavirus no se ha medido en toda su dimensión pues los políticos, burócratas y tecnócratas parecen estar más preocupados por demostrar que las cifras macroeconómicas y el crecimiento del PIB son muy favorables para este año 2021.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Fuente de la Información: https://rebelion.org/el-coronavirus-colapsa-y-destruye-el-sistema-educativo-en-america-latina/