Ignacio Calderón no necesita demasiada presentación en los círculos de la investigación sobre inclusión. Es docente e investigador en la Universidad de Málaga y desde hace algún tiempo ya, todo un referente en estos temas. Entre otras muchas cosas, codirige un proyecto de investigación, Narrativas emergentes sobre la escuela inclusiva desde el Modelo Social de la Discapacidad. Resistencia, resiliencia y cambio social, en el que intentan recoger las voces de quienes son obviadas y obviados por casi todo el mundo, niñas y niños con discapacidad y sus familias. También algunas y algunos profesionales. Dentro de este proyecto, acaban de dar un paso más y estrenan una película documental que es simple y difícil de explicar en pocas líneas. Hablamos con él de algunas de las cuestiones que aparecen reflejadas en la cinta que será estrenada en Madrid, con la presencia de Pilar Alegría, ministra de Educación y FP.
¿De dónde sale el documental?
Cuando comenzamos con el proyecto de investigación, 2018, ya teníamos en mente que queríamos buscar las narrativas que está haciendo la gente pero que son silenciadas porque no trascienden a las escuelas ni tienen altavoz en los medios. Teníamos mucho deseo de conocer las narrativas de la gente común y corriente. Y queríamos construirlas; saber cómo piensa y vive la gente, sus formas de entender la vida y la escuela. Por otra parte, pensábamos que la forma en que contáramos los hallazgos tenía que ser acorde con lo que habíamos encontrado; y para que llegase a la gente no podía hacerse solo con publicaciones académicas. Cuando hablo de gente común hablo también de los profesionales, que no beben tanto de las revistas académicas por mucho prestigio que tengan.
El documental trata de volver a los lenguajes más inmediatos y comunes que tenemos y de contar a través de las imágenes y las historias qué es lo que habíamos encontrado en los últimos años. Esto lo proyectamos desde el principio y durante la pandemia pensamos cómo lo íbamos a hacer, a construir y a partir de ahí se ha generado el documental que va mucho más allá de lo que se ve.
¿Cuéntanos que podremos ver?
El documental tiene una historia, un nudo, la historia de Rubén y su vida, el trayecto de una familia que ha sido excluida. Y después hay otras muchas historias, algunas que con familiares y otras son comunes entre estas mismas familias, que van profundizando en esto de la lucha de la escuela para todos y para todas.
Se trata de una pieza que tiene en sí otras que apena aparecen y que vamos a tratar de publicar con el tiempo. Son las historias particulares de esas familias. Con las que Cecilia (Barriga, la directora de la cinta) se ha ido entreteniendo, con las que ha hablado… Es un documental que pretende ser herramienta de trabajo, no solo pieza artística. Todo el trabajo audiovisual generado pretende ser herramienta de trabajo.
Hay una línea que no hemos publicado en la web que se titula Hilando vidas. La idea es una forma de entender que hemos desarrollado en el proyecto: no puede ser que una madre de hace 20 años hable con una madre reciente y diga: “Tu experiencia en la escuela es exactamente igual que la mía”. No ha cambiado nada. Estamos intentando poner en común esas historias para crear un suelo desde el que volver a impulsarse. Es como el día de la marmota, siempre estamos en el mismo lugar no avanzamos. Que por supuesto no estamos exactamente en el mismo lugar, pero hay en realidad muy poco avance. Y tratamos de hilar vidas, algo que demuestra el documental, esa forma de entrelazarse las vidas. La historia de Raúl y su madre, esa historia lo es de una persona adulta, Raúl, que de alguna manera enseñan a las más jóvenes, mientras que Concha, su madre, también nos enseña a todas y todos. De modo que las historias de las personas más experimentadas también nos enseñan qué se puede hacer. Estamos volviendo a crear un suelo un poco estable. Las familias y los profesionales están siempre ante la inseguridad y la incertidumbre de lo que pasará. Estamos construyendo historia.
Hablando de profesionales, el documental está centrado en las familias y las chicas y chicos. A parte de ti, el profesional no tiene cabida prácticamente o en absoluto. No sé si está previsto que tenga hueco en otro momento…
Está previsto continuar. De hecho, estuvimos grabando durante el trabajo en la Axarquía con el CEIP LA Parra. Tanto Teresa Rejón como yo, que estamos codirigiendo el proyecto de investigación, queríamos que entrara todo. Pero hemos querido respetar mucho la mirada de Cecilia, la directora, que tenía que ver el sentido narrativo. El entrar en lo técnico, en lo que tiene que ver más con códigos y lenguajes profesionales, rompía. Cecilia nos decía que eso era otro documental. Son dos partes que no tiene sentido juntar aquí. De hecho, al final del documental, en los créditos, van apareciendo imágenes e lo que se va haciendo. Pero el docu se ha centrado en lo que es menos escuchado probablemente.
La educación inclusiva entra justamente ahí. No es sobre discapacidad, no es sobre inmigración, es sobre todo
Hay muchísimos detalles desde luego. Pensando en Concha y Raúl, hay un momento en el que ella recuerda las luchas de las feministas en los primeros años de la democracia. Es interesante cómo hila estas luchas que vienen a ser las mismas.
Sí, y otros momentos en los que otras madres vuelven a decir y a hilar el feminismos y otras luchas sociales y este que estamos haciendo y se quejan de cómo puede ser que estemos separardas y no pensando la interconexión entre luchas; lo que, académicamente, se llama la interseccionalidad. Cuando hablamos de clases sociales es una forma de opresión que tiene que ver con la opresión del patriarcado y con la opresión del capacitismo. El tratar de tejer puentes entre las luchas es una forma de reinterpretar de qué se trata esto de la educación inclusiva. La educación inclusiva entra justamente ahí. No es sobre discapacidad, no es sobre inmigración, es sobre todo. Lo que pasa es que tendemos a pensar que es solo sobre una cosa.
Hay un par de momentos… una reunión de madres en un parque en Madrid en el que hablan del sobreesfuerzo: o eres madre coraje o menos mal que estás ahí para cuidar de tu crío. Y otro, hacia el final, en el que un padre dice que toda esta situación con su hijo con discapacidad le está sirviendo para repensar su masculinidad en una sociedad muy patriarcal.
En el nuevo workshop que tenemos estos días en Madrid, una de las líneas de trabajo será sobre cómo podemos pensar las categorías que han estado operando en nuestra mente. Nosotros entendemos lo que nos pasa a nosotros pero, ¿y lo que están viviendo otras personas? El reencontrarse como hombre, por ejemplo, es una forma de trascender la lógica sobre lo que creemos que es hacer educación inclusiva. Es revisar lo que hasta ese momento no ha sido revisado.
Para mí, la lección magistral del documental es que un grupo de familias que no son profesionales, están haciendo educación inclusiva en la vida cotidiana y la explican de una manera tan natural que, para mí, es tremendamente revolucionario y rompedor. Es muy simple, muy sencillo frente a quienes dicen que es muy complejo, que no estoy preparado. Esos padres no estaban preparados, se están preparando. Es un proceso en el que nos embarcamos y que nunca se agota.
Pensando en esto, hay un momento en el que Concha explica que la cajera del supermercado del pueblo pone orden porque Raúl lleva otro ritmo y genera una cola. Esto de hacer educación inclusiva más allá de la escuela, que remite a que educa la tribu…
El caso tan paradigmático de Raúl, Concha y su familia es que por una parte rompe con algunas lógicas de que al llegar a una determinada edad no hay nada que hacer, es mentira. Lo que demuestra Raúl es lo contrario. Además, rompe con la lógica de qué es la escuela. Muestran el valor de la educación social más allá de la escuela y lo hacen de una manera tan magistral que te muestra una lógica que entronca con lo que entendemos por educación inclusiva pero que no es lo habitual. Seguimos pensando que es la educación especial para ese niño que tiene tal síndrome o para aquella niña que no sé qué. Lo que plantea esta familia es que no, que el problema está en los que no tienen paciencia en la cola. Entonces ¿quién se tiene que educar en la escuela? Es la escuela y quienes estamos alrededor de esa persona que es la que está siendo oprimida. Pero lo mismo que en la cola del supermercado ocurre en la escuela en donde no se ha respetado ese tirmo para aprender, ni esos intereses ni esa forma de comportarse. Por eso la escuela tiene que reeducarse, porque lo que tú no toleras, tienes que cambiarlo.
Como ese padre que dice que se está reconstruyendo. Es que se trata de eso. Muchas veces nos enredamos en pensar que el problema son los medios, y no digo que no sean parte del problema, pero que convirtamos en parte del problema a los medios es un error. Porque el gran problema es que la propia Concha detecta en sí misma a lo largo del desarrollo de Raúl, en su relación con él ciertas cosas. Se da cuenta, incluso siendo ella ya mayor y Raúl adulto que hay muchas cosas que no estaba entendiendo bien y tiene que reformularlas. Eso nunca se agota, nunca termina. Por eso la educación inclusiva se entiende como un proceso. Pero eso no significa que podamos seguir dilatando las cosas en el tiempo como si no pasara nada porque sí que pasa, muchos niños y niñas están sufriendo en la escuela. Y eso tiene que cambiar.
La educación inclusiva es un proceso, pero no podemos seguir dilatando las cosas en el tiempo como si no pasara nada porque sí que pasa, muchos niños y niñas están sufriendo en la escuela
En el documental dices que la escuela debe de dejar de mirar al sistema productivo.
En el ldocumental, Marta, una madre, plantea que todo esto no es como otras condiciones que tenemos en la vida. La diversidad funcional es algo que nos atraviesa. Nacemos sin saber cuidarnos y vamos a pasar buena parte de nuestra vida siendo improductivos. Eso sí, esto no es algo en favor de una persona sino de la humanidad. Por eso, cuando hablamos de educación inclusiva hablamos de derechos humanos. Necesitamos la educación como el alimentarnos. Y no somos la misma persona que ayer, siempre somos alguien diferente y dentro de unos años nos moveremos de manera muy diferente a como lo hacemos ahora. Y eso no debería quitarte a ti ni a nadie, un ápice como persona ni a tu dignidad.
La educación insluvia, cuando hace frente a las relaciones de producción en la escuela, a pensar la escuela como un brazo del sistema productivo, lo que hace es proteger a la humanidad de los desvaríos, de lo indeseable de ese tipo de relacones. Porque la relación educativa no es la relación mercantil. Y cuando estas se confunden, convertimos lo que hemos llamado educación en otra cosa.
Parece de cajón…
Sí, claro, pero no todo el mundo se ha dado cuenta de que la escuela tiene que ver con el sistema productivo, de que suspenden y aprueban quienes, en buena medida, van a suspender o aprobar en el sistema de trabajo. Todo esto que tiene profunda relación con tus condiciones de infancia, de dónde vienes, de quién vienes, en qué condiciones vives… lo vemos de cajón quienes le hemos dedicado tiempo, pero no es algo tan evidente. Pero hay que desvelarlo.
El documental muestra algo que para muchos es evidente: la profundidad humana que hay en cualquiera de nosotros
Este es punto clave del documental, este desvelar. Me parece interesante desvelar a los chavales, lo primero. Ver cómo se relacionan entre sí, y con otras personas. Te dan la medida de quiénes son y cómo hacen…
Creo que uno de los mayores potenciales del documental es ver a personas en situaciones cotidianas que pueden ayudarte a verte a ti mismo en esa situación. Desenterrando lo que hemos enterrado, ¿me explico? Porque no nos imaginamos relacionándonos con estas personas. El documental muestra algo que para muchos es evidente: la profundidad humana que hay en cualquiera de nosotros.
El guionista de La casa de papel que aparece al final, lo dice muy bien. Él dice que cuando se construye un guión se muestran emociones que tenemos todos. Cuando muestras el interior de las personas se ve que somos lo mismo: cómo nos reflejamos en otras personas. El documental invita a entrar ahí.
Diría que uno de los puntos fuertes, discúlpame las palabras porque tal vez son patosas, es la normalización de chicas y chicos y de sus vivencias y de las propias familias, para personas como yo que no tenemos cerca personas con discapacidad… Y, de repente, este cotidiano.
¿Sabes lo que pasa? Lo que se produce es una desnaturalización de lo que hemos entendido como lo normal. Testé el documental el curso pasado, con mi alumnado de la facultad. Estaba expectante y me daba miedo cómo lo fueran a ver. Les pregunté y lo que, en realidad, más les habia gustado era una escena que era la que más me preocupaba porque es larga, lenta, la de la casa de campo (en la escena, el grupo central de protagonistas pasa un día en una casa de campo, hay una comida en grupo y muchas horas de conversaciones). Eso lo que muestra es la vida. El alumnado me decía que lo que les gustaba era cómo se relacionan ellos. Porque ese día de campo podía ser su día de campo. Cuando me dijeron eso pensé: “Bien, parece que sí funciona” (risas).
El sistema quiere que seas desgraciado, que lo asumas, que asumas que tu hijo no puede aprender en la escuela, que no tiene cabida, que a tu hija le espera una residencia
Sí, son vivencias que tiene el común de los mortales y no se nos pasa por la cabeza que esas madres coraje tengan vidas convencionales, que coman con sus amigos y se puedan reír. Que acabes cansado de jugar… esas cosas.
Estas personas hacen trizas ese relato, la narrativa de la desgracia. Se lo cargan. Justamente ese relato de la desgracia es el que el sistema quiere, que seas desgraciado, que lo asumas, que asumas que tu hijo no puede aprender en la escuela, que no tiene cabida, que a tu hija le espera una residencia… y eso desde que nacen. Romper con esa narrativa genera contranarrativas, como las de estas personas, que no son héroes de nada, que no quieren ese papel que, además, forma parte del relato capitalista y capacitista, que tienes que ser un superhéroe, tienes que ganarte lo que quieras y ser un Amancio Ortega y, si no lo eres, es que no eres buena madre o tu hijo no vale lo suficiente.
La escuela tiene este relato muy, muy intereiorizado. Y lo tiene que cambiar. Y esto se cambia con narrativas como esta, grandes, que muestran una nueva cultura, de cómo ver nuestras relaciones. Y con otras narrativas que son más prácticas, que pretenden ir a lo concreto: cómo hacemos, por ejemplo, una evaluación psicopedagógica que no haga lo que le hicieron a Rubén. O cómo hacemos que nuestra escuela construya algo diferente a lo de ahora que deja fuera a Lucía. ¿Cómo podemos hacerlo? Nos hemos metido en el barro de hacer propuestas muy práticas.
Floren Cabello, es profesor titular de comunicación en la UMA, decía que este documental tiene que ser recursivo. Esto quiere decir que no es solo un producto, sino que es algo que nutre otros procesos. A lo largo del camino ha habido grandes hitos. Por ejemplo, lo que has visto cuando visitan el Ministerio. Es un momentazo. Eso, en vivo y en directo, fue excepcional.
En esa parte, hay dos momentos potentes, justo cuando vais a entrar y una chica se pone tan nerviosa y llora y, después, cuando Zulaica habla con la ministra y llora al contar su historia…
Esa que llora es mi hija. Mis hijos han estado metidos dentro del grupo desde el principio… No estamos hablando de algo ajeno, hablamos de qué es lo que cambiamos nosotros, qué podemos hacer para transformar la visión de la escuela, no es algo que hagan otros, sino que hacemos.
El momento con Zulaica es increíble. Y el día anterior también. Con ese grupo de estudiantes nos estuvimos reuniendo más de un año. No se conocía entre sí, es absolutamente diverso. En él nunca nadie tuvo que hablar de su condición. Zulaica, por ejemplo, nunca tuvo que decir que es gitana, pero cuando se plantea lo del ir al Ministerio ella dice que quiere hablar de ello. Alberto, otro chico, nunca habló durante las reuniones de que tenía una enfermedad, pero la víspera de ver a la ministra dijo que quería hablar de que no se puede estar enfermo en la escuela. Es un paso adelante que hacen niñas y niños y dicen: “Estoy en un momento en el que voy a romper el silencio”. Es una maravilla.
Hay que hablar de las opresiones, lo que llamamos barreras, que no están en la persona, sino en la categoría
En ningún momento del documental se habla de la etiqueta de nadie y, en cierto modo, esta pierde la importancia…
Es que eso es una maravilla. Es descategorizar. Muchas veces pensamos que es necesario categorizar para poder intervenir. Es lo que piensa la escuela, o categorizamos o no podemos acertar con la respuesta. Y el documental muestra justo lo contrario: descategorizar no te impedirá hablar de las opresiones que hay. Hay que hablar de las opresiones, lo que llamamos barreras, que no están en la persona, sino en la categoría.
Creo que es interesante cómo muestra la vida cotidiana, como un decir “no hay otra cosa”.
No es la normalización sino el cuestionamiento de la normalidad, desnaturaliza, más bien, desnormaliza. Muchas veces se dice que hay que normalizar la discapacidad, y no. Ha sido la normalidad la que ha hecho la discapacidad. Es lo mismo que hacer todo el rato la distinción entre autóctono y extranjero, ¿no? Y se dice “ya parece un de los nuestros”, y no debería ser eso.
La última pregunta ¿Qué recorrido queréis que tenga el documental? Como mero producto audiovisual.
Tenemos habilitada en la web del documental la posibilidad de solicitar pases a quien lo pida y los preparamos. Y ya tenemos bastantes solicitudes. Esperamos que vaya a muchos lugares. Sabemos que en América Latina tiene mucho interés por el documental y por todo el movimiento que está generando. Nos lo han pedido ya para hacer un paso en el Parlamento de Argentina, también en universidades, ayundamientos… queremos que se convierta en una herramienta de desnaturalización de ciertas desigualdades y de volver a pensar que la escuela es lo que creamos, no algo inmóvil. Pensamos que puede llegar a muchos sitios: a cualquier asociacion de padres y madres, a cualquier claustro…
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