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Educación de niños con discapacidad en pandemia por COVID-19: un cambio violento para el necesario cuidado de la salud y el aprendizaje

 Dr.  Alejandro Moreno Lozano

Instituto de Estudios Superiores de Progreso de Obregón Hidalgo/SEPH/UPN-H

El contexto pandémico causado por la cepa vírica de coronavirus, denominado COVID-19, ha impactado a toda la raza humana en la faz de la tierra. De ellos, los más vulnerables han resentido sus efectos en distintas esferas. Recibir educación en las nuevas condiciones de crisis sanitaria a partir del brote en Wuhan, en la provincia de Hubei en China; el 31 de diciembre de 2019, hizo necesario como nunca antes en la historia de la humanidad, la necesidad de emplear las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)  para hacer posible el acto educativo que antes se impartía de manera presencial en el aula y que por ese brote de alcance mundial pudo recibirse en los hogares de cada uno de los estudiantes que tenía acceso a un equipo de cómputo, celular inteligente y conexión a la internet.

Lejos de lo que podría pensarse, el empleo de las TIC, no consiguió disminuir la fisura históricamente construida en perjuicio de las personas que incorporan alguna condición de discapacidad en su cuerpo, (a nivel de lo físico y/o intelectual), sino que acrecentó su impacto negativo en tanto que sus capacidades no fueron suficientes para reclamar lo necesario para conectarse a las clases en línea y continuar con su aprendizaje. Este hecho constituye lo que se ha denominado: formas de discriminación negativa, que siguen cánones minuciosos de concreción colectiva bajo lógicas de operaciones veladas o llanamente excluyentes (Kars, 2000).

La educación de los niños con alguna discapacidad o Trastorno Generalizado del Desarrollo (TEA), dependiendo de su característica específica requieren de múltiples apoyos tecnológicos como:

 Tecnologías del habla, sistemas multimedia interactivos, comunicación avanzadas, sistemas con soporte, señalizadores y pulsadores, teclado especial, teclado ergonómico, teclado de conceptos, teclado Braille, ratón de bola, ratón especial, ratón barrido, ratón boca, ratón por infrarrojo, pizarras electrónicas, bastones digitales, navegadores adaptados, pantallas táctiles, brazos o soportes articulados, comunicadores adosados a sillas de ruedas, micro robots, grúas adaptadas, chips para parapléjicos, dedo robot para ciegos, control ambiental, realidad aumentada, acceso a internet gratuito y apps dependiendo de sus necesidades (Gódinez, 2020, pág. 61).

La dificultad primordial en esta población vulnerable es que por su condición de discapacidad requieren más para acceder a los aprendizajes. Más apoyos significa mayor inversión que algunos padres de familia no tienen y que significa un gasto mayor en relación con el que es utilizado por el promedio de estudiantes en condiciones físicas e intelectuales regulares.

Los recursos imprescindibles para la comunicación con el profesor es el equipo y conexión a internet, que en las regiones geográficamente de difícil acceso, la señal de telefonía móvil es escasa o inexistente, lo que fortalece la idea de que la distancia geográfica es distancia social, que acrecienta la exclusión educativa en un sector vulnerable de la población mexicana.

En la educación, la exclusión educativa, se opone al de inclusión educativa, en cada extremo, existe un sector integrado y otro excluido (Jiménez, 2008). El fenómeno anómalo de la exclusión, puede pasar inadvertido para los profesores, directivos y padres de familia, porque una de las características de la exclusión es su dificultad para “Plantearse como un fenómeno de naturaleza estructural altamente complejo, multiforme, y de profundas raíces socioeconómicas, culturales e históricas” (Rivas, 2006, pág. 4) y de manera importante en la pandemia se incluye también las tecnológicas por su importancia en la educación de los niños con discapacidad, discapacidad múltiple o Trastornos Generalizados en el Desarrollo.

Dos fuerzas son las que amplifican la segregación que lastima profundamente a las personas que lo padecen y que se ubican en las siguientes esferas a) el estigma como un mecanismo fundamentalmente irracional que marca negativamente a los estudiantes y b) el prejuicio que se instalan obsesivamente en el área de “Las actitudes de exclusión y desprecio sistemático hacia grupos determinados; y que tiene como consecuencia la disminución o anulación de los derechos fundamentales de quienes los componen” (Rodríguez, 2011, pág. 49).

A pesar de que el Derecho fundamental de todas las personas con independencia de sus características, filiaciones y preferencias, sea la de recibir una educación y que esta sea de calidad, se vio anulado en el contexto de pandemia por las siguientes razones: falta de dispositivos para conectarse, falta de conexión a internet, falta de tiempo de los padres de familia para atender a sus hijos y falta de una preparación adecuada de los padres para atenderlos educativamente. Los supuestos parecen en apariencia contradecir los resultados del Censo de Población y Vivienda 2020 que arrojan que para la población encuestada por vía teléfono que estudia en México cuenta con los siguientes dispositivos: el 65.7% con un teléfono inteligente, el 18.2%, con una computadora portátil, El 7.2 % con una computadora de escritorio, el 5.3 con una televisión digital y el 3.6 con una tableta electrónica (INEGI, 2022). Sin embargo, la apreciación atenta deja al descubierto que, al ser un instrumento aplicada por teléfono, deja fuera a los que no lo tienen para ser elegibles siquiera para la encuesta.

La agravante se cimenta en que, al prescindir de un teléfono, luego entonces, tampoco se cuenta con una computadora, portátil o de escritorio o tableta electrónica; y como veremos más adelante, la población con discapacidad regularmente está alejada involuntariamente de los dispositivos llamados inteligentes con los que debieran acceder a la educación a distancia desde su hogar.

Las condiciones contextuales a las que son sometidas las personas con alguna discapacidad o Trastorno del Espectro Autista (TEA) influyen en su contra para dejarlos fuera del bien educativo en distintos niveles, que van desde el abandono completo del acompañamiento educativo por sus padres, hermanos o tutores, hasta un seguimiento esporádico o intermitente de los mismos.

Bibliografía

Gódinez, W. (2020). Reflexiones sobre el derecho a la educación de las niñas, niños y adolescentes con discapacidad en tiempos de COVID en México. Opiniones técnicas sobre temas de relevancia nacional, 57-80.

INEGI. (2 de Nov de 2022). Censo2020. Obtenido de INEGI: https://censo2020.mx/home.html

Jiménez, M. (2008 de 2008). SCIELO. Recuperado el 15 de Septiembre de 2016, de SCIELO: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-07052008000100010

Kars, S. (2000). La exclusión. Bordeando sus fronteras. España : Gedisa.

Rivas, P. (2006). EDUCERE. Recuperado el 16 de Enero de 2017, de EDUCERE: http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316- 49102006000200021&lng=es&nrm=iso>.

Rodríguez, J. (2011). Democracia, Educación y no Discriminación . México : Cal y Arena.

Fuente de la información: https://revistaaula.com

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Lo que no nos importa

Por: Vásquez Araya Carolina

Acostumbrarse a vivir en un mundo incierto es una forma de supervivencia. 

Uno de los efectos más puntuales de los avances tecnológicos en comunicaciones, ha sido la manera como se nos manipula desde las instancias mediáticas, con el objetivo de crear en nuestro entorno una aséptica distancia emocional respecto de acciones agresivas de los Estados. Esta especie de concierto bien afinado, dirigido a grandes audiencias, pone un especial énfasis en dar carácter de inevitabilidad a la tragedia de comunidades humanas completamente indefensas, como aquellas encerradas en un entorno bélico o quienes migran para salvar su vida. Esta táctica induce al espectador a asumir esa realidad, plasmada en imágenes, como si esta perteneciera a un mundo remoto y ajeno.

Con una habilidad maquiavélica, el torrente informativo -y, sobre todo, desinformativo- va creando un universo paralelo, en donde la concentración de la riqueza y de poder en manos de entidades inalcanzables se asume como un logro y no como una aberración del sistema que nos rige. En esa misma tónica, el retroceso en cuestión de derechos civiles y protección de los sectores más vulnerables -mujeres, niñez, adultos mayores, pueblos originarios, personas en condiciones de discapacidad- se consolida por medio de medidas arbitrarias y abiertamente discriminatorias.

En una década ya avanzada del nuevo siglo, destaca la manera ofensiva y abiertamente patriarcal como se mantiene el cerco contra el derecho de las mujeres de administrar su vida reproductiva de acuerdo con su propio criterio, o el silencio en torno a las prácticas misóginas de Estados que las condenan a un estatus de indignidad y marginación. Para normalizar este trato echan mano a leyes contrarias a los acuerdos y convenciones internacionales de carácter obligatorio, como aquellos dirigidos a proteger los derechos humanos y combatir la discriminación. Algo similar sucede en relación a la niñez, a la cual se la continúa tratando como a un subproducto y no como a un sector de primerísima importancia.

El efecto de la manipulación mediática se traduce también en una abstracción de la realidad de los otros. Es decir, una perfecta anestesia para la conciencia cuando el golpe lo recibe otro pueblo, en una latitud aparentemente lejana. Ese devenir del “no nos importa” no solo incide en una mayor vulnerabilidad hacia acciones similares que nos afecten, sino en una pérdida de contacto con ese concepto de Humanidad, al cual sin embargo solemos recurrir cuando somos quienes recibimos los golpes.

El sistema imperante en nuestro hemisferio -neoliberal, capitalista, orientado a la concentración de la riqueza en pocas manos y a la pérdida de derechos individuales- tiene como característica específica la imposición de un modo de vida capaz de impedir o entorpecer toda acción colectiva, manteniendo a la ciudadanía enfocada en la supervivencia gracias a la incertidumbre con relación a su trabajo, a sus derechos, a sus posibilidades de progreso. El interés primordial de quienes poseen el control de la información y los medios para divulgarla, por ende, está centrado en el silencio y el conformismo, lo cual representa la base misma del sistema y garantiza su solidez. Eso les permite un espacio privilegiado para continuar con sus planes de expansión económico-corporativa, incidencia en la política global gracias a una hábil manipulación financiera y, desde esa plataforma, la decisión unilateral sobre las vidas ajenas.

El mundo es ancho y ajeno, según Ciro Alegría. Pero resultó más ajeno que ancho.

Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com

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Ignacio Calderón: «Se dice que hay que normalizar la discapacidad, y no. Ha sido la normalidad la que ha hecho la discapacidad»

Ignacio Calderón no necesita demasiada presentación en los círculos de la investigación sobre inclusión. Es docente e investigador en la Universidad de Málaga y desde hace algún tiempo ya, todo un referente en estos temas. Entre otras muchas cosas, codirige un proyecto de investigación, Narrativas emergentes sobre la escuela inclusiva desde el Modelo Social de la Discapacidad. Resistencia, resiliencia y cambio social, en el que intentan recoger las voces de quienes son obviadas y obviados por casi todo el mundo, niñas y niños con discapacidad y sus familias. También algunas y algunos profesionales. Dentro de este proyecto, acaban de dar un paso más y estrenan una película documental que es simple y difícil de explicar en pocas líneas. Hablamos con él de algunas de las cuestiones que aparecen reflejadas en la cinta que será estrenada en Madrid, con la presencia de Pilar Alegría, ministra de Educación y FP.

¿De dónde sale el documental?

Cuando comenzamos con el proyecto de investigación, 2018, ya teníamos en mente que queríamos buscar las narrativas que está haciendo la gente pero que son silenciadas porque no trascienden a las escuelas ni tienen altavoz en los medios. Teníamos mucho deseo de conocer las narrativas de la gente común y corriente. Y queríamos construirlas; saber cómo piensa y vive la gente, sus formas de entender la vida y la escuela. Por otra parte, pensábamos que la forma en que contáramos los hallazgos tenía que ser acorde con lo que habíamos encontrado; y para que llegase a la gente no podía hacerse solo con publicaciones académicas. Cuando hablo de gente común hablo también de los profesionales, que no beben tanto de las revistas académicas por mucho prestigio que tengan.

El documental trata de volver a los lenguajes más inmediatos y comunes que tenemos y de contar a través de las imágenes y las historias qué es lo que habíamos encontrado en los últimos años. Esto lo proyectamos desde el principio y durante la pandemia pensamos cómo lo íbamos a hacer, a construir y a partir de ahí se ha generado el documental que va mucho más allá de lo que se ve.

¿Cuéntanos que podremos ver?

El documental tiene una historia, un nudo, la historia de Rubén y su vida, el trayecto de una familia que ha sido excluida. Y después hay otras muchas historias, algunas que con familiares y otras son comunes entre estas mismas familias, que van profundizando en esto de la lucha de la escuela para todos y para todas.

Se trata de una pieza que tiene en sí otras que apena aparecen y que vamos a tratar de publicar con el tiempo. Son las historias particulares de esas familias. Con las que Cecilia (Barriga, la directora de la cinta) se ha ido entreteniendo, con las que ha hablado… Es un documental que pretende ser herramienta de trabajo, no solo pieza artística. Todo el trabajo audiovisual generado pretende ser herramienta de trabajo.

Hay una línea que no hemos publicado en la web que se titula Hilando vidas. La idea es una forma de entender que hemos desarrollado en el proyecto: no puede ser que una madre de hace 20 años hable con una madre reciente y diga: “Tu experiencia en la escuela es exactamente igual que la mía”. No ha cambiado nada. Estamos intentando poner en común esas historias para crear un suelo desde el que volver a impulsarse. Es como el día de la marmota, siempre estamos en el mismo lugar no avanzamos. Que por supuesto no estamos exactamente en el mismo lugar, pero hay en realidad muy poco avance. Y tratamos de hilar vidas, algo que demuestra el documental, esa forma de entrelazarse las vidas. La historia de Raúl y su madre, esa historia lo es de una persona adulta, Raúl, que de alguna manera enseñan a las más jóvenes, mientras que Concha, su madre, también nos enseña a todas y todos. De modo que las historias de las personas más experimentadas también nos enseñan qué se puede hacer. Estamos volviendo a crear un suelo un poco estable. Las familias y los profesionales están siempre ante la inseguridad y la incertidumbre de lo que pasará. Estamos construyendo historia.

Fotograma del documental

Hablando de profesionales, el documental está centrado en las familias y las chicas y chicos. A parte de ti, el profesional no tiene cabida prácticamente o en absoluto. No sé si está previsto que tenga hueco en otro momento…

Está previsto continuar. De hecho, estuvimos grabando durante el trabajo en la Axarquía con el CEIP LA Parra. Tanto Teresa Rejón como yo, que estamos codirigiendo el proyecto de investigación, queríamos que entrara todo. Pero hemos querido respetar mucho la mirada de Cecilia, la directora, que tenía que ver el sentido narrativo. El entrar en lo técnico, en lo que tiene que ver más con códigos y lenguajes profesionales, rompía. Cecilia nos decía que eso era otro documental. Son dos partes que no tiene sentido juntar aquí. De hecho, al final del documental, en los créditos, van apareciendo imágenes e lo que se va haciendo. Pero el docu se ha centrado en lo que es menos escuchado probablemente.

La educación inclusiva entra justamente ahí. No es sobre discapacidad, no es sobre inmigración, es sobre todo

Hay muchísimos detalles desde luego. Pensando en Concha y Raúl, hay un momento en el que ella recuerda las luchas de las feministas en los primeros años de la democracia. Es interesante cómo hila estas luchas que vienen a ser las mismas.

Sí, y otros momentos en los que otras madres vuelven a decir y a hilar el feminismos y otras luchas sociales y este que estamos haciendo y se quejan de cómo puede ser que estemos separardas y no pensando la interconexión entre luchas; lo que, académicamente, se llama la interseccionalidad. Cuando hablamos de clases sociales es una forma de opresión que tiene que ver con la opresión del patriarcado y con la opresión del  capacitismo. El tratar de tejer puentes entre las luchas es una forma de reinterpretar de qué se trata esto de la educación inclusiva. La educación inclusiva entra justamente ahí. No es sobre discapacidad, no es sobre inmigración, es sobre todo. Lo que pasa es que tendemos a pensar que es solo sobre una cosa.

Hay un par de momentos… una reunión de madres en un parque en Madrid en el que hablan del sobreesfuerzo: o eres madre coraje o menos mal que estás ahí para cuidar de tu crío. Y otro, hacia el final, en el que un padre dice que toda esta situación con su hijo con discapacidad le está sirviendo para repensar su masculinidad en una sociedad muy patriarcal.

En el nuevo workshop que tenemos estos días en Madrid, una de las líneas de trabajo será sobre cómo podemos pensar las categorías que han estado operando en nuestra mente. Nosotros entendemos lo que nos pasa a nosotros pero, ¿y lo que están viviendo otras personas? El reencontrarse como hombre, por ejemplo, es una forma de trascender la lógica sobre lo que creemos que es hacer educación inclusiva. Es revisar lo que hasta ese momento no ha sido revisado.

Para mí, la lección magistral del documental es que un grupo de familias que no son profesionales, están haciendo educación inclusiva en la vida cotidiana y la explican de una manera tan natural que, para mí, es tremendamente revolucionario y rompedor. Es muy simple, muy sencillo frente a quienes dicen que es muy complejo, que no estoy preparado. Esos padres no estaban preparados, se están preparando. Es un proceso en el que nos embarcamos y que nunca se agota.

Raúl conversa en el documental con su trabajadora social

Pensando en esto, hay un momento en el que Concha explica que la cajera del supermercado del pueblo pone orden porque Raúl lleva otro ritmo y genera una cola. Esto de hacer educación inclusiva más allá de la escuela, que remite a que educa la tribu…

El caso tan paradigmático de Raúl, Concha y su familia es que por una parte rompe con algunas lógicas de que al llegar a una determinada edad no hay nada que hacer, es mentira. Lo que demuestra Raúl es lo contrario. Además, rompe con la lógica de qué es la escuela. Muestran el valor de la educación social más allá de la escuela y lo hacen de una manera tan magistral que te muestra una lógica que entronca con lo que entendemos por educación inclusiva pero que no es lo habitual. Seguimos pensando que es la educación especial para ese niño que tiene tal síndrome o para aquella niña que no sé qué. Lo que plantea esta familia es que no, que el problema está en los que no tienen paciencia en la cola. Entonces ¿quién se tiene que educar en la escuela? Es la escuela y quienes estamos alrededor de esa persona que es la que está siendo oprimida. Pero lo mismo que en la cola del supermercado ocurre en la escuela en donde no se ha respetado ese tirmo para aprender, ni esos intereses ni esa forma de comportarse. Por eso la escuela tiene que reeducarse, porque lo que tú no toleras, tienes que cambiarlo.

Como ese padre que dice que se está reconstruyendo. Es que se trata de eso. Muchas veces nos enredamos en pensar que el problema son los medios, y no digo que no sean parte del problema, pero que convirtamos en parte del problema a los medios es un error. Porque el gran problema es que la propia Concha detecta en sí misma a lo largo del desarrollo de Raúl, en su relación con él ciertas cosas. Se da cuenta, incluso siendo ella ya mayor y Raúl adulto que hay muchas cosas que no estaba entendiendo bien y tiene que reformularlas. Eso nunca se agota, nunca termina. Por eso la educación inclusiva se entiende como un proceso. Pero eso no significa que podamos seguir dilatando las cosas en el tiempo como si no pasara nada porque sí que pasa, muchos niños y niñas están sufriendo en la escuela. Y eso tiene que cambiar.

La educación inclusiva es un proceso, pero no podemos seguir dilatando las cosas en el tiempo como si no pasara nada porque sí que pasa, muchos niños y niñas están sufriendo en la escuela

En el documental dices que la escuela debe de dejar de mirar al sistema productivo.

En el ldocumental, Marta, una madre, plantea que todo esto no es como otras condiciones que tenemos en la vida. La diversidad funcional es algo que nos atraviesa. Nacemos sin saber cuidarnos y vamos a pasar buena parte de nuestra vida siendo improductivos. Eso sí, esto no es algo en favor de una persona sino de la humanidad. Por eso, cuando hablamos de educación inclusiva hablamos de derechos humanos. Necesitamos la educación como el alimentarnos. Y no somos la misma persona que ayer, siempre somos alguien diferente y dentro de unos años nos moveremos de manera muy diferente a como lo hacemos ahora. Y eso no debería quitarte a ti ni a nadie, un ápice como persona ni a tu dignidad.

La educación insluvia, cuando hace frente a las relaciones de producción en la escuela, a pensar la escuela como un brazo del sistema productivo, lo que hace es proteger a la humanidad de los desvaríos, de lo indeseable de ese tipo de relacones. Porque la relación educativa no es la relación mercantil. Y cuando estas se confunden, convertimos lo que hemos llamado educación en otra cosa.

Parece de cajón…

Sí, claro, pero no todo el mundo se ha dado cuenta de que la escuela tiene que ver con el sistema productivo, de que suspenden y aprueban quienes, en buena medida, van a suspender o aprobar en el sistema de trabajo. Todo esto que tiene profunda relación con tus condiciones de infancia, de dónde vienes, de quién vienes, en qué condiciones vives… lo vemos de cajón quienes le hemos dedicado tiempo, pero no es algo tan evidente. Pero hay que desvelarlo.

El documental muestra algo que para muchos es evidente: la profundidad humana que hay en cualquiera de nosotros

Este es punto clave del documental, este desvelar. Me parece interesante desvelar a los chavales, lo primero. Ver cómo se relacionan entre sí, y con otras personas. Te dan la medida de quiénes son y cómo hacen…

Creo que uno de los mayores potenciales del documental es ver a personas en situaciones cotidianas que pueden ayudarte a verte a ti mismo en esa situación. Desenterrando lo que hemos enterrado, ¿me explico? Porque no nos imaginamos relacionándonos con estas personas. El documental muestra algo que para muchos es evidente: la profundidad humana que hay en cualquiera de nosotros.

El guionista de La casa de papel que aparece al final, lo dice muy bien. Él dice que cuando se construye un guión se muestran emociones que tenemos todos. Cuando muestras el interior de las personas se ve que somos lo mismo: cómo nos reflejamos en otras personas. El documental invita a entrar ahí.

El documental recoge una comida enter varias de las familias protagonistas. Uno de los puntos fuertes de la cinta.

Diría que uno de los puntos fuertes, discúlpame las palabras porque tal vez son patosas, es la normalización de chicas y chicos y de sus vivencias y de las propias familias, para personas como yo que no tenemos cerca personas con discapacidad… Y, de repente, este cotidiano.

¿Sabes lo que pasa? Lo que se produce es una desnaturalización de lo que hemos entendido como lo normal. Testé el documental el curso pasado, con mi alumnado de la facultad. Estaba expectante y me daba miedo cómo lo fueran a ver. Les pregunté y lo que, en realidad, más les habia gustado era una escena que era la que más me preocupaba porque es larga, lenta, la de la casa de campo (en la escena, el grupo central de protagonistas pasa un día en una casa de campo, hay una comida en grupo y muchas horas de conversaciones). Eso lo que muestra es la vida. El alumnado me decía que lo que les gustaba era cómo se relacionan ellos. Porque ese día de campo podía ser su día de campo. Cuando me dijeron eso pensé: “Bien, parece que sí funciona” (risas).

El sistema quiere que seas desgraciado, que lo asumas, que asumas que tu hijo no puede aprender en la escuela, que no tiene cabida, que a tu hija le espera una residencia

Sí, son vivencias que tiene el común de los mortales y no se nos pasa por la cabeza que esas madres coraje tengan vidas convencionales, que coman con sus amigos y se puedan reír. Que acabes cansado de jugar… esas cosas.

Estas personas hacen trizas ese relato, la narrativa de la desgracia. Se lo cargan. Justamente ese relato de la desgracia es el que el sistema quiere, que seas desgraciado, que lo asumas, que asumas que tu hijo no puede aprender en la escuela, que no tiene cabida, que a tu hija le espera una residencia… y eso desde que nacen. Romper con esa narrativa genera contranarrativas, como las de estas personas, que no son héroes de nada, que no quieren ese papel que, además, forma parte del relato capitalista y capacitista, que tienes que ser un superhéroe, tienes que ganarte lo que quieras y ser un Amancio Ortega y, si no lo eres, es que no eres buena madre o tu hijo no vale lo suficiente.

La escuela tiene este relato muy, muy intereiorizado. Y lo tiene que cambiar. Y esto se cambia con narrativas como esta, grandes, que muestran una nueva cultura, de cómo ver nuestras relaciones. Y con otras narrativas que son más prácticas, que pretenden ir a lo concreto: cómo hacemos, por ejemplo, una evaluación psicopedagógica que no haga lo que le hicieron a Rubén. O cómo hacemos que nuestra escuela construya algo diferente a lo de ahora que deja fuera a Lucía. ¿Cómo podemos hacerlo? Nos hemos metido en el barro de hacer propuestas muy práticas.

Floren Cabello, es profesor titular de comunicación en la UMA, decía que este documental tiene que ser recursivo. Esto quiere decir que no es solo un producto, sino que es algo que nutre otros procesos. A lo largo del camino ha habido grandes hitos. Por ejemplo, lo que has visto cuando visitan el Ministerio. Es un momentazo. Eso, en vivo y en directo, fue excepcional.

Chicas y chicos visitaron a la ministra Pilar Alegría para entergarle una guía que hicieron para una escuela inclusiva

En esa parte, hay dos momentos potentes, justo cuando vais a entrar y una chica se pone tan nerviosa y llora y, después, cuando Zulaica habla con la ministra y llora al contar su historia…

Esa que llora es mi hija. Mis hijos han estado metidos dentro del grupo desde el principio… No estamos hablando de algo ajeno, hablamos de qué es lo que cambiamos nosotros, qué podemos hacer para transformar la visión de la escuela, no es algo que hagan otros, sino que hacemos.

El momento con Zulaica es increíble. Y el día anterior también. Con ese grupo de estudiantes nos estuvimos reuniendo más de un año. No se conocía entre sí, es absolutamente diverso. En él nunca nadie tuvo que hablar de su condición. Zulaica, por ejemplo, nunca tuvo que decir que es gitana, pero cuando se plantea lo del ir al Ministerio ella dice que quiere hablar de ello. Alberto, otro chico, nunca habló durante las reuniones de que tenía una enfermedad, pero la víspera de ver a la ministra dijo que quería hablar de que no se puede estar enfermo en la escuela. Es un paso adelante que hacen niñas y niños y dicen: “Estoy en un momento en el que voy a romper el silencio”. Es una maravilla.

Hay que hablar de las opresiones, lo que llamamos barreras, que no están en la persona, sino en la categoría

En ningún momento del documental se habla de la etiqueta de nadie y, en cierto modo, esta pierde la importancia…

Es que eso es una maravilla. Es descategorizar. Muchas veces pensamos que es necesario categorizar para poder intervenir. Es lo que piensa la escuela, o categorizamos o no podemos acertar con la respuesta. Y el documental muestra justo lo contrario: descategorizar no te impedirá hablar de las opresiones que hay. Hay que hablar de las opresiones, lo que llamamos barreras, que no están en la persona, sino en la categoría.

Creo que es interesante cómo muestra la vida cotidiana, como un decir “no hay otra cosa”.

No es la normalización sino el cuestionamiento de la normalidad, desnaturaliza, más bien, desnormaliza. Muchas veces se dice que hay que normalizar la discapacidad, y no. Ha sido la normalidad la que ha hecho la discapacidad. Es lo mismo que hacer todo el rato la distinción entre autóctono y extranjero, ¿no? Y se dice “ya parece un de los nuestros”, y no debería ser eso.

La última pregunta ¿Qué recorrido queréis que tenga el documental? Como mero producto audiovisual.

Tenemos habilitada en la web del documental la posibilidad de solicitar pases a quien lo pida y los preparamos. Y ya tenemos bastantes solicitudes. Esperamos que vaya a muchos lugares. Sabemos que en América Latina tiene mucho interés por el documental y por todo el movimiento que está generando. Nos lo han pedido ya para hacer un paso en el Parlamento de Argentina, también en universidades, ayundamientos… queremos que se convierta en una herramienta de desnaturalización de ciertas desigualdades y de volver a pensar que la escuela es lo que creamos, no algo inmóvil. Pensamos que puede llegar a muchos sitios: a cualquier asociacion de padres y madres, a cualquier claustro…

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Josep María Alaña: «En mi época no existía el concepto de escuela inclusiva. La escuela era para ‘los normales»

Por: Lucía García López

Entrevistamos a Josep María Alaña, biólogo, profesor jubilado y defensor de los derechos de las personas con acondroplasia, tras la publicación de su último libro ‘Profe y Enano. El orgullo de la diferencia’.

Josep María Alaña creció en una época en la que nacer con acondroplasia (más conocida como ‘enanismo’) era considerado un ‘castigo de dios’. A pesar de los obstáculos que encontró, su voluntad, así como la autonomía y libertad que su familia siempre le aportó, le convirtieron en el primer profesor enano de España. Licenciado en Biología y Pedagogía, durante veinte años enseñó Ciencias Naturales en Secundaria y después trabajó en la Generalitat hasta jubilarse. Firme defensor de la escuela pública y de la educación inclusiva, ahora lucha por mejorar la situación de jóvenes en situación de exclusión social, como los Menores Extranjeros No Acompañados, así como por reivindicar mayores derechos para las personas que padecen su enfermedad. ‘Profe y enano. El orgullo de la diferencia’ es su último libro, publicado por la editorial Octaedro, en el que narra su vida personal, laboral y política y en el que defiende la importancia de “ser lo que uno es y no dejar nunca de serlo”.

Josep María Alaña

Pregunta: ¿Cómo explicaría el significado de la expresión ‘el orgullo de la diferencia’? 

Respuesta: Es el empoderamiento de nuestra condición frente a los demás. Fueron los gays, quienes nos enseñaron el camino con el orgullo. Significa estar orgulloso de ser lo que eres y no dejar de serlo, una forma de estar en paz contigo y con los demás…

P: Usted creció con total autonomía y libertad a pesar de las limitaciones que la acondroplasia podían causarle. ¿Cómo de importante cree que es aportar esa autonomía a las personas que tienen algún tipo de diversidad funcional?

R: Mis padres me dieron siempre libertad y autonomía y a la vez la responsabilidad de mis actos. Nunca me facilitaron nada que yo no pudiese hacer o intentar.

P: En su etapa escolar echó en falta en numerosas ocasiones una ayuda o adaptación que le hiciera más fácil el aprendizaje. Dice que incluso lo que más le importaba de esa época era la ‘supervivencia’. ¿Cómo cree que ha evolucionado la escuela en este sentido?

R: En mi época no existía el pensamiento ni el concepto de la escuela inclusiva, la escuela era para ‘los normales’. Los otros no cabían, no había nada adaptado, se tenía el concepto del ‘subnormal’, el discapacitado, el castigo de Dios…

P: ¿Por qué decidió ser profesor?

R: Hay varias razones. Una es que era una profesión que podía hacer, ya que en aquel momento y, ahora también, se basa en la comunicación, en hablar bien, en que te guste el discurso. Y en eso, aunque medía 127 cm, era bueno. Además, me gusta la educación como fuerza de cambio y yo en 1973 en pleno franquismo creía y creo que la educación siempre nos liberará. Por eso decidí ser profesor.

Josep María alaña Profe y enano
Josep María Alaña (Fotografía de Francesc Melcion)

P: Afirma que, como docente, para usted lo más importante es la persona y que para enseñar es necesaria una gran dosis de empatía. ¿Cuánto tiene que ver esta concepción con su propia experiencia personal?

R: Es cierto. Para enseñar hay que amar a los otros, a tus alumnos; hay que tener vocación y ser consciente de que lo importante son ellos, no la materia. Si ellos no están bien, no van a entender nada y, además, no todos van al mismo paso. Evidentemente todas las personas que nos dedicamos a la docencia lo hacemos porque tuvimos algún profesor que nos enamoró, que nos cautivó, que nos abrió una nueva puerta para entender el mundo. Yo tuve la suerte de tener en quinto de carrera a una persona como Ramón Margalef.

P: ¿Qué ha sido para usted lo más gratificante y lo más difícil de su labor docente?

R: Cuando encuentras exalumnos y ves que se acuerdan de ti, de tus consejos, y ves que en la vida se están defendiendo. Lo más difícil: la pobreza, ver la injusticia y desigualdad de chicos y chicas que no pueden estudiar porque en su casa no tenían recursos suficientes, el cómo la escuela también distribuye las clases sociales. Entre las cosas gratificantes también está que hoy todavía las mejores notas de selectividad las obtienen chicas y chicos de los institutos públicos en Catalunya. Por eso defiendo siempre a la escuela pública.

P: ¿Cree que todavía existen en los centros escolares muchas limitaciones para las personas con discapacidad?

R: Sí. Aunque hoy las nuevas tecnologías y los recursos ayudan a personas con serias dificultades a poder continuar con sus estudios, los centros en sí cuentan con muy pocas adaptaciones y sensibilidades para ofrecer un concepto integral de educación inclusiva, sobre todo en Bachillerato y en los Ciclos Formativos. Por eso son fundamentales los trabajos de orientación profesional y vocacional en etapas tempranas partiendo de las diversidades funcionales que tengan los estudiantes.

«Cuando todo lo que hay que memorizar está en Google, entonces en la escuela hay que ir a socializar y a negociar, a aprender a aprender, a perder y a ganar, a trabajar por competencias«

P: ¿Qué debería cambiar del sistema educativo para que realmente hubiera una educación igualitaria e integradora?

R: Mirar, ver y copiar modelos del norte de Europa, retardar al máximo la entrada de los niños a la escuela, no antes de los 6 años, hacer una política familiar que posibilite tener hijos en condiciones, que los padres y madres puedan estar con sus hijos en los primeros años… Como decía Decroly, Montessori y tantos, trabajar la cooperación, fomentar la imaginación, los centros de interés. Cuando todo lo que hay que memorizar está en Google, entonces en la escuela hay que ir a socializar y a negociar, a aprender a aprender, a perder y a ganar, a trabajar por competencias.

P: En la opinión pública apenas hay referentes con discapacidad como la suya o los que hay son, a menudo, satirizados. ¿Cree que es beneficioso para los jóvenes que padezcan algún tipo de discapacidad contar con este tipo de referentes?

R: Sí, pero ya hay muchas personas con diversidades funcional que están en la universidad o en ciclos formativos. Hoy hay un cambio en la perspectiva de la inclusividad, ya que hasta permite la existencia de funcionarios públicos con diversidad funcional. El problema está en los padres, que dejen a sus hijos de 18 años salir del pueblo e ir a estudiar solos a la gran ciudad y ser autónomos. Esta es la palabra clave: autónomo para decidir tu vida.

P: Ha trabajado durante toda su vida para mejorar las condiciones y las oportunidades de las personas con su enfermedad. ¿Cuáles son las principales necesidades que deben cubrir?

R: Como todo colectivo reducido, nosotros somos unas 3.500 personas con una displasia esquelética o con enanismo en España, y si reunimos todas las displasias esqueléticas, podemos llegar a unos 14.000. Se necesita un censo oficial, un centro de referencia estatal de seguimiento de nuestra enfermedad en todas las etapas de la vida, que todos los centros de salud sepan cómo tratar a una persona acondroplásica. Necesitamos tener los certificados de discapacidad al día, que todos los servicios públicos estén adaptados a todas las tallas (en este momento hay edificios públicos en los que los mostradores son inalcanzables, que los cajeros automáticos también se adapten, los timbres …) Todas estas cosas se deben normalizar: las sillas, pupitres de las escuelas, armarios, etc. El Estado debería entender que las personas que miden menos de 140 cm también son ciudadanos, pagan sus impuestos y merecen ser tratados como tales.

P: También ha dedicado parte de su jubilación a ayudar educativa y socialmente a menores extranjeros con pocos recursos. ¿Crees que este tipo de jóvenes también sufren una ‘exclusión educativa’ por sus condiciones sociales y económicas?

R: Yo estudié en la universidad pública, que era económica en aquel tiempo, unas 4.000 pesetas de matrícula cada año y me lo podía pagar en verano con trabajos que hacía. Lo que era caro era que estuviera todo el año estudiando sin trabajar, porque en mi casa podían costear mi manutención. Y eso era gracias a los impuestos de la mayoría de trabajadores que no podían permitirse el lujo de tener un hijo de 16 años sin trabajar si en la familia eran 4, 5, 6 hijos. A eso yo le llamo ‘devolver la deuda’. Yo he colaborado y colaboro en proyectos de ayuda de emigrantes subsaharianos, ayudándoles a encontrar perfiles profesionales, formación… Porque creo que es una deuda que tengo con la sociedad que me ayudó y ahora me toca a mí. En el fondo es una deuda kantiana: se tiene que hacer y punto.

P: ¿Qué tres valores crees que son los más importantes para educar en diversidad? 

R: Aceptar la igualdad desde la diferencia individual y llegar donde podamos. El otro también me puede enseñar y yo aprender de él, ponerte la gafas del cariño, y no tener ningún prejuicio a la piel, al género, a la religión, a la ideología… Un día un chico subsahariano me explicó que “era el tercer hijo de la tercera mujer de su padre…” Aquí lo dejo… No somos perfectos pero eso no impide intentar que seamos buenas personas con nosotros mismos y con los demás.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/josep-maria-alana/

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Libro(PDF): Cartografías de la discapacidad: una aproximación pluriversal

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Una de las primeras intenciones del proceso creativo de este libro es la de encontrar(se)nos. Creemos que cartografiar implica reconocer que estamos, somos y crecemos en distintos espacios, temporalidades y dimensiones, con las particularidades que ahí se construyen, con la conciencia de que nos habitan y creamos multiplicidades. La dinámica de encuentros que logramos vivir, habilitó momentos de diálogos y escrituras inesperadas, tan impredecibles como el momento de pandemia que aún estamos atravesando como humanidad. Un libro es un encuentro. Este libro es la creación de esas alternativas que los espacios académicos no nos ofrecen, porque no existen (o son escasos), no fueron pensadas, no son rentables, no nos hacen competir. Este es un libro para hermanar, acuerpar, llorar, esperanzar y seguir. Es un libro para continuar tejiendo otras cartografías, otros territorios libres de todas las violencias. Siéntanse abrazadas por todas nosotras. De la Introducción.

Autor:  Lelia Schewe. Alexander Yarza de los Ríos. [Editor y editora]

Carmen Callejo. Aníbal González. Yamila Irupé Nuñez. Diana Vite Hernández. Elizabeth Ortega Roldán. Ana D. Tamayo Marín. Mariela Rodríguez Arango. Ximena A. Cardona Ortíz. Paola Balanta-Cobo. Cintia Schwamberger. Fábio Junio da Silva Santos. Cristina Pereyra. Nilva Rosa Palacio Peralta. David Babi. [Autoras y autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO. Universidad de Antioquia.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina. Colombia

ISBN: 978-987-813-205-1

Idioma: Español

Descarga: Cartografías de la discapacidad: una aproximación pluriversal

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2514&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1650

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La educación inclusiva: un proceso complicado pero necesario

Por: Paulette Delgado

Durante junio, mes del orgullo, se habla mucho de la importancia de la inclusión y la diversidad. ¿Cómo están las escuelas en este rubro? ¿Qué tan inclusivas son las escuelas? ¿La educación inclusiva es realmente inclusiva?

Cuando se habla de educación inclusiva no se trata sólo de incorporar estudiantes diversos a las instituciones, sino también de la importancia de readaptar las escuelas, los planes de estudio y todo lo que sea necesario para que todos los estudiantes tengan acceso a un proceso educativo realmente inclusivo. El tema de la inclusión no es nuevo, pero sí es una temática que se escucha más en el mes de junio por ser el mes del orgullo. También se habla mucho de este tema cuando se trata de incluir a estudiantes que tienen algún tipo de discapacidad, sin embargo, la inclusión es mucho más que eso. Es ver por las necesidades educativas de cada estudiante, considerando sus condiciones sociales, interculturales, de salud, personales, etcétera. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de educación inclusiva?

La UNESCO define la educación inclusiva como “un proceso para responder a la diversidad de todos los estudiantes, garantizando su presencia, participación y logros; atendiendo especialmente a quienes, por diferentes razones, están excluidos o en riesgo de ser marginados, por lo que es necesario definir políticas y programas educativos, con el fin de que la educación sea para todos”. En el 2017, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) junto a los ministros de educación de América Latina y el Caribe (ALC) se comprometieron a desarrollar políticas inclusivas para “mejorar la calidad y la pertinencia de la educación”. Para cumplir con esto, las escuelas de cada país no deben tener mecanismos de selección ni discriminación de ningún tipo, y deben adaptarse para incluir a los diversos estudiantes y sus necesidades. “La educación inclusiva se fundamental en principios como la equidad, la igualdad de oportunidades, el acceso sin distinciones ni privilegios y la atención a las necesidades educativas como elementos centrales del desarrollo; por tanto, se imparte gratuitamente y se definen acciones para garantizar el derecho de todos los ciudadanos, sin distinción ni privilegio, a los primeros niveles de educación”.

La ONU incorporó a la educación inclusiva como su cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible y realizó un estudio sobre cómo los países de ALC se están esforzando para hacer la educación más inclusiva. En la región, de los 19 países estudiados, la mayor parte no comparte información de cómo y qué hacen para alcanzar estos objetivos. De la proporción de las escuelas primaria con infraestructura para estudiantes con discapacidad, por ejemplo, sólo cinco tienen información al respecto. De estos pocos países, menos de la mitad tienen la infraestructura que se necesita para ofrecer una educación adecuada a estos estudiantes. Aún más grave es que se desconoce la proporción de docentes que tienen la formación requerida para trabajar con estudiantes que tienen algún tipo de discapacidad.

La mayoría de las escuelas educan a los estudiantes en cuatro diferentes entornos: 1) ser educado en un salón de clases regular con el apoyo de un asistente de maestro, 2) ser educado en un salón de clases regular con un maestro de apoyo adicional. 3) ser educado en una clase especial dentro de una escuela ordinaria y 4) ser educado en una escuela especial segregada. Para medir la eficiencia de cada uno de estos entornos se requiere involucrar a los docentes, familias e infantes con dificultades de aprendizaje, de conducta, con alguna discapacidad, entre otros. Cada uno debe dar su punto de vista sobre la educación inclusiva, dar a conocer cuáles son sus metas, si están satisfechos con el sistema educativo actual, si les gustaría intentar otras metodologías, qué quieren lograr a corto y largo plazo, y cómo sienten que toma la comunidad la educación inclusiva.

Otro punto importante por considerar en la educación inclusiva es crear un entorno de aprendizaje seguro ya que, según el informe de la UNESCO titulado “Políticas de educación inclusiva: estudios sobre políticas educativas en América Latina”, más de uno de cada cinco estudiantes reportan haber sufrido algún tipo de bullying. En Perú, 48 % de las niñas y 47 % de los niños reportaron haberlo experimentado en algún punto; en Chile las niñas en un 14 % y los niños en un 16 %, pero lograr crear un entorno seguro y realmente inclusivo demanda tiempo, ya que se necesita que cambie la actitud de cada uno de los integrantes de una comunidad educativa.

Además, se debe capacitar a los docentes sobre prácticas inclusivas y no discriminatorias. En este informe se menciona que “la educación inclusiva atiende las necesidades educativas en un ambiente de calidez para los estudiantes, docentes y familias; además, busca lograr en todos los estudiantes su presencia, participación y éxito académico en los diferentes niveles educativos y según los contextos de estudio”. Los diferentes países incluidos en el estudio se han concentrado principalmente en los estudiantes, dejado la formación docente de lado. Muchos de los docentes no aprendieron sobre educación inclusiva durante su formación, por eso es importante capacitarlos al respecto y mantenerlos actualizados.

Según el reporte, estos programas deben incluir “las normativas locales e internacionales; el nuevo enfoque de la educación inclusiva, desde su epistemología, fundamentos y las diferentes condiciones que pueden presentar los estudiantes en el marco de una a educación inclusiva; los principios de intervención temprana; los modelos para hacer inclusión, enfocados a la gestión de los docentes y directivos; la implementación de metodologías innovadoras e inclusivas, como comunidades educativas, grupos interactivos, aula invertida, aprendizaje basado en proyectos y/o problemas, tertulias literarias o la definición de metodologías en las cuales el docente haya tenido mucho éxito; metodologías de evaluación de aprendizajes adaptadas, entre otras líneas de actualización”. Debe llevarse a cabo un trabajo de atención y motivación a los docentes ya que ellos están en el centro de todo, si no cuentan con una buena formación o no tienen las herramientas para saber cómo formar a estudiantes con distintas necesidades, la educación inclusiva nunca será posible.

¿La educación inclusiva es realmente inclusiva?

Como es el mes del orgullo, es necesario mencionar a las infancias y juventudes LGBTQ+ ya que, según un informe de la organización Stonewall, muchos de ellos sufren de bullying y acoso. Tan sólo el año pasado, en Hungría se aprobó una ley que prohíbe la enseñanza de contenido LGBTQ+ en las escuelas, lo cual puede generar aún más discriminación contra esta comunidad.

Muchas familias están a favor de prohibir este tipo de enseñanza ya que consideran que no es “apropiada para la edad”, pero según investigaciones de Stonewall del 2018 la educación inclusiva no puede esperar. Las actitudes anti-LGBTQ+ y discriminatorias se ven desde temprana edad, si las escuelas buscaran desarrollar en los estudiantes actitudes inclusivas desde una edad temprana, disminuirían los casos de acoso más adelante.

Otra encuesta realizada por GLSEN en el 2017 en Estados Unidos, reportó que sólo a uno de cada cinco estudiantes LGBTQ+ se les enseñó sobre representaciones positivas de personas que pertenecen a esta comunidad en las clases de historia. Un 64.8 % de los estudiantes dijeron que no tenían acceso a información sobre esta minoría en la biblioteca de sus escuelas ni a través de las computadoras de las instituciones, ni en lecturas asignadas. Por eso es importante comprender cómo es realmente la educación inclusiva y los beneficios que tiene para todas las personas.

La educación inclusiva busca enseñar sobre el respeto y la aceptación de personas de todo tipo, ya sea diferentes etnias, género, orientación sexual, fe, (dis)capacidades, etcétera. Se trata de asegurar que todas las personas  tengan acceso a un ambiente escolar seguro y donde puedan ser felices. Para ello, es vital tener políticas educativas, programas, planes de estudio, entre otros, que reflejen la diversidad total del mundo en el que los estudiantes viven, debido a que al integrarse en la sociedad en su adultez, convivirán con una gran diversidad de personas en distintos aspectos y momentos de sus vidas. Si desde la infancia, contamos con este tipo de información, la vida adulta será mucho más llevadera, empática y armoniosa.

Según un artículo publicado para la revista Education Sciences, las familias argumentan que las políticas públicas de inclusión total les negará el derecho a elegir lo que consideran el entorno educativo más apropiado para sus hijos. Además, muchos creen que las escuelas no cuentan con el personal preparado para brindar a sus hijos la mejor educación. Por su parte, los docentes indican que, para poder trabajar con  estudiantes LGBTQ+, con discapacidades, dificultades de aprendizaje o de comportamiento, necesitan una mayor preparación. Los docentes  necesitan más apoyo y, en varios casos, incluso ayudantes, y recursos apropiados para el aula. Sin un sistema de apoyo garantizado y que se actualice constantemente, los educadores seguirán viendo la educación inclusiva como algo negativo o que hay que evitar, en lugar de ser vista como una propuesta a su favor y que podría beneficiar a toda la comunidad educativa.

Educación inclusiva, educación especial y la lucha por brindar la mejor educación para todas las personas

Debido a que muchos docentes  e instituciones educativas no cuentan con las herramientas necesarias para poder brindar apoyo a todos los estudiantes, se habla de las escuelas especiales como una modalidad paralela a la educación regular. La realidad es que el sistema educativo aún tiene un largo camino que recorrer para realmente ser inclusivo y aún así muchos estudiantes  no tienen otra opción más que asistir a una institución tradicional. Muchas veces los docentes de estas escuelas no están capacitados para brindar la atención requerida, ni saben cuáles son las estrategias más idóneas para facilitarles una enseñanza más acorde.

En Latinoamérica, según el informe de la UNESCO que se mencionó al inicio, varios países no cuentan con “un equipo multidisciplinario requerido, como lo son: psicólogos, docentes especialistas en educación especial, psicopedagogos, trabajadores sociales, entre otros, que puedan brindar el abordaje que los niños con necesidades educativas especiales necesitan”. La educación especial separa a los estudiantes con discapacidades o desafíos de aprendizaje de la educación general, mientras que en la inclusiva todos conviven dentro del mismo entorno. La primera tiene un enfoque individual y busca brindar a cada niño los recursos que necesitan para progresar, la segunda, en teoría, debería brindar apoyo adicional para apoyar a que cada alumno se adapte al plan de estudios regular, aceptando los diferentes patrones de aprendizaje de cada alumno y adaptándose a sus necesidades individuales.

La educación inclusiva es menos costosa que las aulas separadas y tiene mejores efectos positivos, inclusive para la Universidad de Princeton, los “modelos de instrucción empleados y el entorno del aula parecían tener un mayor impacto en el éxito académico y social de los estudiantes”. Por otro lado, las escuelas especiales tienen personal especializado con la experiencia para instruir a los estudiantes utilizando las mejores prácticas. Los estudiantes pueden obtener mejores calificaciones y socialización al juntarse con gente con las mismas diferencias neurológicas o mismas discapacidades que ellos.

El problema es que no existen escuelas especiales accesibles para todas las personas o en todas las ciudades. En el caso de Australia, se estima que el 10 % de los escolares de entre 5 y 8 años tienen alguna discapacidad y la mayoría de estos, el 89 %, asiste a escuelas ordinarias. Por ley, todo niño tiene derecho a la educación y aunque tenga alguna discapacidad, debe tener acceso a la educación gratuita, por eso los sistemas educativos deberían pensar en todos sus estudiantes, cómo incluirlos y ayudarlos a tener éxito.

En Australia existe La Coalición Australiana para la Educación Inclusiva donde organizaciones y defensores de la discapacidad han desarrollado un plan de diez años para que exista educación inclusiva en todo el país. Para esta coalición, se debe empezar por eliminar las escuelas especiales no dejando que se matriculen estudiantes nuevos, especialmente a primero de primaria para que no haya nuevas generaciones en el futuro.

Un punto importante que mencionan en su plan es que los jóvenes con discapacidades ayuden a diseñar enfoques de enseñanza en escuelas ordinarias y recibir un pago por su asesoramiento. Ya que tener una educación inclusiva requiere de la participación de todos, debería de incluirse la opinión también de minorías, alumnos neurodivergentes, entre otros, para poder satisfacer sus necesidades. Además, se necesita un acuerdo sobre lo que significa «educación inclusiva» para los maestros, alumnos, padres de familia, administradores y la comunidad para dar capacitaciones y fondos.

La educación inclusiva es un servicio para todos los estudiantes, sin discriminación alguna. A medida que la sociedad se vuelve cada vez más diversa, todos los estudiantes tendrán que interactuar con personas de grupos étnicos diferentes, de diversas nacionalidades, con alguna discapacidad, que sean neurodivergentes, que tengan otro tipo de fe, u orientación sexual, entre otros. Es por eso que integrar en la escuela temas de diversidad e inclusión desde temprana edad, contribuirá a formar personas mejor preparadas para navegar diversas interacciones en el futuro.

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Educación y discapacidad: lucha y resistencia contra la exclusión

Por: ERICK JUÁREZ PINEDA

«Lamentablemente, en la educación especial existe un paulatino pero constante desmantelamiento de servicios enfocados a esta población…»

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis, 2019), dos de cada 10 personas con discapacidad no saben leer ni escribir, apenas 40 de cada 100 terminan la primaria y sólo siete de cada 100 tienen estudios de educación superior.

El ejercicio del derecho a la educación especial enfrenta retos aún más grandes que la educación regular. La lucha por su defensa, visibilización e inclusión real en las políticas y acciones públicas se tornan cada día más complicadas, pues aunque en las leyes se ha reconocido su importancia y necesidad, en la práctica no sucede así.

Las exigencias de aquellas personas que requieren acciones y materiales específicos –ya sea por alguna discapacidad física o intelectual o, incluso, por ser sobresalientes–, aún no pueden ser cubiertas por nuestro sistema educativo.

Estas carencias se han venido revelando de manera más constante gracias a la pandemia y el modelo de educación a distancia, pues las desigualdades generadas y la poca sensibilidad de las autoridades educativas nos han llevado a un momento muy crítico.

Lamentablemente, en la educación especial existe un paulatino pero constante desmantelamiento de servicios enfocados a esta población, una enorme falta de expertos y docentes que atiendan sus necesidades en las escuelas y la insuficiencia de materiales e infraestructura escolar. Ello se agrava cuando hay nula voluntad política y administrativa para resarcir estas desigualdades y una franca invisibilización de sus resistencias y exigencias.

Además, resulta más preocupante cuando se sabe que 99 por ciento de las personas con discapacidad que asisten a la escuela en México lo hacen en una institución pública y el fortalecimiento de sus trayectorias y la construcción de entornos educativos incluyentes, parece no ser prioridad para la Secretaría de Educación Pública (SEP) (Hermidia, 2022).

La reforma educativa de 2018 trajo falsas esperanzas. Por un lado, se reconoce en la Constitución y la Ley General de Educación que la educación especial es fundamental en la búsqueda de la justicia y la equidad; sin embargo, parece letra muerta, pues las acciones emanadas desde las instancias gubernamentales caen en la omisión o la mala ejecución de las políticas públicas, lo que genera una doble victimización y la continuidad de modelos excluyentes y poco empáticos.

Esto también se ve reflejado en la reciente discusión y construcción de los nuevos planes y programas de estudio, donde no se tomaron en cuenta los amplios sectores organizados de personas con discapacidad ni hubo apertura a propuestas independientes de gran valor pedagógico.

Recientemente, el colectivo Educación Especial Hoy advirtió que, aunque la política de inclusión educativa ha transformado la percepción que se tiene del alumnado con discapacidad, lamentablemente casi todas las acciones de la SEP se han centrado en el magisterio, a cuyos miembros se les sigue utilizado para lavarse las manos y deslindarse de sus responsabilidades reduciendo la inclusión a un asunto de vocación y échaleganismo magisterial (2020).

Los retos políticos, administrativos y educativos parecen interminables. Sólo la organización colectiva e independiente puede mejorar el rumbo. No dejemos a nadie atrás.

 

Fuente de la información: https://profelandia.com

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