La dimensión política de la psicología social

Por: Carlos R. Martinez

Toda sociedad para sostenerse en el tiempo establece un orden social con el propósito de asegurar unidad, armonía y los dispositivos de control para asegurarlo. Estos dispositivos se establecen ya que es inevitable que en algún momento surjan conflictos sociales ante la resistencia a ese orden. Otro aspecto es el momento fundación de ese orden, que se lo muestra como un momento épico que facilita la distinción de los adherentes y opositores, simbolizados en el par amigos y enemigos. En ese sentido, se forman fuerzas de seguridad y jurídicas que aborden, vigilen o repriman los movimientos productores de antagonismos y eviten toda manifestación que organice el conflicto social, y las fuerzas culturales que legitimen el disciplinamiento.

Es central hacer foco en que la tensión entre orden social y conflicto ha sido una de las preocupaciones de la praxis y pensamiento moderno. En ese sentido, la producción de ese orden, está relacionado con la producción del sentido que deviene en subjetividades, que me referiré más adelante.

En 1972 Pichón Rivière hacía dos afirmaciones que expresan el carácter político de nuestra disciplina. La primera que la lucha que se da en el campo de la cultura es ideológica; la segunda, que esa lucha se da en la forma de abordaje de la relación entre estructura económica y vida psíquica. En la medida en que la psicología social aborde y describa una teoría general de los procesos psicosociales de la sociedad, facilitará problematizar los dilemas, e incorporar categorías y miradas desde nuestra perspectiva.

La relación entre política y psicología social

Nuestra disciplina hace foco en el abordaje de grupos, organizaciones, comunidades, espacios políticos, en especial si pensamos que el sujeto satisface sus necesidades de forma grupal y social, acciones esencialmente políticas. Desde esta perspectiva, pensar a los sujetos en situación, demanda la necesidad de dar cuenta de lo político, para lo cual necesitamos comprender cómo los estados, los gobiernos, y los grupos económicos influyen en la subjetividad social e individual.

En los grupos se habla de política, poder e ideología, no siempre explícitamente. En ese sentido, si podemos establecer lecturas e hipótesis, nuestras intervenciones serán más precisas y transformadoras. Dicho esto, es necesario reconocer que siempre hay una posición política en nosotros: el valor que le demos a la calidad de la educación, la salud, el trabajo, la distribución de la riqueza, las relaciones de género, los bienes comunes, el sufrimiento de los sujetos, expresa el interés que le otorgamos a los resultados de las acciones políticas a nivel global, regional y en donde vivimos.

Trabajamos desde nuestra disciplina para que lo instituido cambie o se consoliden las condiciones concretas de existencia sostenidas por dispositivos de dominación. O se resuena emocional y racionalmente con el deseo que la vida sea más humana, o se naturaliza y comparten los valores que alimentan la exclusión. En ese sentido, el compromiso y los valores de cada agente de cambio se expresan en la forma de diagnosticar e intervenir.

La ideología política dominante que expresa al poder real influye en los profesionales. Abordar la política desde nuestra disciplina, permite establecer hipótesis sobre esa influencia en los diagnósticos y las formas de diseñar y ejecutar la propia intervención. Tenemos la necesidad de abordar los mitos, la naturalización, las construcciones de sentido, las identificaciones, el ejercicio y las relaciones de poder, el aprendizaje social, como forma de dilucidar qué subyace en lo que se dice.

Hay una interrelación entre política y las formas de producción subjetiva. Respecto a la política hay por lo menos cuatro formas de cómo es formulada: 1.- Cuando se la define como un “arte” (Maquiavelo), sería algo solo para elegidos. 2.- Como una ciencia, sería exclusiva para intelectuales, lo cual evidencia el carácter clasista de la formulación. 3.- Como un conjunto de acciones y omisiones sobre los recursos y la vida de las personas. 4.- Acciones que cambian la realidad en dirección a las utopías del pueblo. La síntesis de las últimas dos formulaciones, permite que todos puedan opinar y definir iniciativas para transformar decisiones que perjudican o benefician a las personas, grupos y comunidades.

Para abordar la subjetividad colectiva es necesario definir en qué contexto histórico estamos pensando la interrelación entre psicología social y política. En el ámbito mundial saber que se ha pasado de la hegemonía occidental de EEUU, a un mundo de hegemonías compartidas, China, Rusia, India y la constitución del BRICS como una nueva realidad geopolítica que pone en cuestión e instituye nuevas realidades políticas, económicas y culturales. Esto implica un quiebre entre la etapa de la denominada globalización y el regreso a los estados-nación. Ocurre en un momento de crisis civilizatoria del mundo occidental capitalista que, por lo general, está negada. No es fácil pensar la posibilidad de destrucción del orden cultural, político y económico donde vivimos, que se asocia a la propia existencia de quienes lo piensan.

Hay un instituido naturalizado, en países dependientes como el nuestro, a través del cual todos los países deben aceptar la forma de gobierno democrático presidencialista o parlamentario occidental, en el marco de una economía capitalista regida por organismos económicos internacionales y emplear políticas educativas, sanitarias y de cuidado del medio ambiente y de seguridad afines a organismos como la OMS, Unesco, ONU, o la Cepal. El poder global establece excepciones respecto de las formas gobierno cuando son regímenes monárquicos o dictaduras que en términos generales adhieren y defienden las políticas globales de este instituido.

La ideología occidental dominante universaliza lo particular, naturaliza las condiciones de producción e intercambio internacional y simplifica lo histórico. Este paradigma occidental no incluye a las culturas, los valores, las tradiciones, las particularidades, o formas de organización política diferentes, la intención es igualar todo. ¿Cuál es la razón? en el primer párrafo de este texto señalo que toda sociedad para sostenerse en el tiempo establece un orden social con el propósito de asegurar unidad y los dispositivos de control para asegurarlo. A partir del desarrollo de una economía global se busca establecer un orden social en todos los países del planeta.

Como ejemplo, hace 35 años que se utiliza el precio de una hamburguesa, la Big Mac, como la medida de referencia para establecer si la moneda de cada país está o no sobrevalorada en relación con otras. El argumento es que de esa manera se puede estimar si el tipo de cambio es “justo” al medirlo en varios países. Este dispositivo de medición internacional está al servicio de la construcción de sentido: si la hamburguesa esta “carísima” o “regalada” no solo expresa el tipo de cambio: también es el emergente de la dependencia económica, la puja distributiva por los salarios y, en especial el poder que tienen los grupos internacionales sobre las políticas económicas que se están utilizando en cada país.

¿Por qué se utiliza como medida internacional una simple hamburguesa? en primer término, porque el Big Mac no tiene nada de simple. Es un símbolo, como Papá Noel o Coca Cola. El filósofo boliviano Rafael Bautista, experto en descolonización, afirma que el “…consumo nos produce como individuos neoliberales, cuando tomo una coca o una hamburguesa ingresa el contenido simbólico de lo que consumimos. Se consumen los valores, las creencias y la forma de vida. Se naturaliza con el placer de la acción y el placer de acceder a algo que otros no acceden”. Cuando la estadística se convierte en noticia pasa a ser de interés planetario no solo por el resultado, también por el objeto usado para medirlo. Si se hubiera usado un racimo de uvas o semillas de quinoa, no sería una noticia atractiva.

Pensamos, discutimos, nos angustiamos o entusiasmamos a partir de información que recibimos por parte de los medios, las redes, los líderes de opinión, y los gobiernos, mediatizadores del poder real. Una construcción simbólica ordenadora de los dispositivos clasistas sostenedora de un orden instituido. La apropiación de los recursos económicos por décadas en el mundo se logró básicamente a partir de la expoliación de los recursos naturales, la fuga de capitales y las deudas con los organismos internacionales. Metodología que permitió concentrar la riqueza del planeta en pocas manos.

Junto con la desocupación o precarización laboral otro aspecto crítico de la crisis global es la depredación de los bienes comunes, los tres elementos básicos para el desarrollo de la vida: el agua, el suelo y el aire, que todos los habitantes tenemos el derecho a acceder a ellos de forma igualitaria, segura y sustentable. En la Argentina los emergentes de esta depredación, son la destrucción de los hielos continentales y bosques, aumento de los territorios de cultivo de soja, que desplazan a los pueblos originarios e impiden su desarrollo y subsistencia, el uso del fracking, las fumigaciones, destrucción de la fauna ictícola, expresión de la imposición del mal llamado desarrollo económico, que oculta que no es posible un desarrollo ilimitado. En ese sentido, los pueblos se han organizado en defensa de los bienes comunes, al rechazar como forma de vida el no cuidado del planeta, que es nuestra casa común.

En el contexto de la pandemia en el mundo, ver a los estados que planificaron y asistieron a las poblaciones para que accedan a comida y el dinero imprescindible para evitar la explosión social, no deja de ser el emergente global del sostenimiento del orden capitalista. Esta reacción social, de producirse, significaría que millones de personas se empoderen en la defensa de sus derechos. Un analizador es la contracara: la violencia estatal (exclusión, pobreza, marginación) que ahora pasa a ser siniestra.

Lo antepuesto es imprescindible abordarlo para comprender las causas que originan violencia simbólica y concreta. Negar que los sucesos políticos y sociales no le es propio a la psicología social, no deja de ser una posición ideológica.

Investigación sobre comportamiento político.

En el año 1968 Pichon-Rivière, en su escuela, comienza un trabajo con los alumnos que denomina “Trabajo de campo sobre comportamiento político[1]” Durante seis clases, algo así como un seminario dentro de la formación de primer año, va construyendo una hipótesis con los alumnos, para posteriormente armar un cuestionario con el cual entrevistar a los alumnos de los otros años, constituyéndose en el primer trabajo de campo en la escuela

Este trabajo de investigación me lleva me lleva a pensar la necesidad de construir un método para abordar y analizar la articulación entre relaciones sociales y la política. Permitiéndonos develar las interacciones, vínculos y discursos que expresan la defensa de intereses de clase, por pertenencia o adhesión. Sin duda, como disciplina cada vez surge con más fuerza la necesidad de tomar postura ante estas realidades como forma de no intervenir ingenuamente o al servicio de lo instituido.

Ubicar al sujeto en el centro de los procesos productivos no deja de ser una práctica política e ideológica, una acción instituyente en una escena naturalizada. Un campo de abordaje significativamente amplio que estudia e interviene sobre las subjetividades que emergen en las conductas políticas. La particularidad de enfoque estará determinada por la influencia del investigador-operador respecto de la mirada occidental, liberal, o de Nuestra América; cómo estas miradas e ideologías influyen en la percepción de la realidad. La interacción entre los procesos políticos y psicosociales, la repetición de la historia y los ritos para sostenerla en el tiempo. Esclarecer la influencia de los dispositivos políticos sobre los procesos subjetivos permitirá comprender o establecer hipótesis relacionadas con las propuestas que la política presenta respecto de que los sujetos accedan a derechos o libertades, especialmente individuales, dispositivos al servicio de impedir proyectos emancipatorios y/o insurgentes que son esencialmente colectivos.

No podemos pensar lo político sin incluir la caracterización del conflicto que produce. Es necesario establecer hipótesis para construir un método de investigación cualitativa que incluya el análisis de los modelos políticos imperantes sobre la construcción y determinación de la subjetividad colectiva y la tensión constante que se pone en juego en nuestro país sobre qué tipo de modelo económico debe aplicarse para superar el empobrecimiento social y educacional que solo puede encontrarse en países que han pasado por guerras.

Mitos, naturalizaciones y demonizaciones.

Analizar las ideologías que circulan los grupos con los que trabajamos es necesario para comprender el acontecer grupal, en especial con lo que está oculto en el relato de los participantes. Es habitual que se pongan en juego luchas por la construcción del sentido o directamente se inventan formulaciones sin ninguna consistencia con la finalidad de condicionar una forma de pensar y analizar las situaciones cotidianas. Una de las formas de establecer hipótesis respecto de abordar la interrelación de ideología y política es indagar en los mitos, las naturalizaciones y las demonizaciones que, por repetidas, pasan a tener un criterio de verdad indiscutible.

Por ejemplo, los enunciados referidos al: ADN de los argentinos.Una generalización que trata de explicar las conductas desde un supuesto ADN común, negando la existencia de clases sociales, perspectivas éticas, generacionales, de género, y características geográficas que determinan rasgos culturales específicos. El mito del crecimiento ilimitadoPropuesta economicista que propone la producción infinita de objetos innecesarios Negando la necesaria armonía del hombre con su ambiente, ignorando los fenómenos naturales, ocultando lo que sucederá en términos de la finitud del planeta. Medir la pobreza, ocultar la riqueza.Poner en escena el análisis de loshábitos de vida y consumo, sus pasiones, tiempo libre, de los pobres. Paradójicamente quienes lo proponen son quienes se han beneficiado históricamente de la renta y acumulación. Preguntarse cómo llegaron a esa posición, cómo influyen en las decisiones políticas de los gobiernos, por qué se muestran como exitosos por sus méritos, ocultando su origen de clase, modelando un relato que tiene como objetivo ocultar la desigualdad y presentarla como una situación democrática. El sector agropecuario es el motor de la economía.Este mito es el resultado de la insistencia informativa y los eventos y exposiciones del sector que trasmiten una sensación de potencia política y económica, cuando en realidad ese sector aporta algo así como el 18% del PBI, los salarios son los más bajos en relación a la rentabilidad del sector, con la mayor tasa de informalidad laboral.

Analizar la institución democracia. En 1927 Freud afirmaba: “…una cultura que deja insatisfechos a un número tan grande de sus miembros y los empuja a la revuelta no tiene perspectivas de conservarse de manera duradera ni lo merece”[2] Hoy ese malestar ese malestar deviene en resistencia al intento de construir las denominadas “democracias modernas” afines al liberalismo económico y que, en el caso de los países dependientes, deben ser tuteladas para evitar “catástrofes económicas”, “caldo de cultivo para los populismos despóticos” (léase prácticas autónomas y desobedientes a lo instituido). Esta línea discursiva da por establecido que solo son democracias los gobiernos afines a las políticas impulsadas por los países centrales occidentales, relativizándose otras que no sostienen los mismos fines. En algunos casos se enuncia la posibilidad de poder hacer “correcciones” de formas no democráticas.

Parafraseando a Antonio Gramsci cuando señalaba que la realidad está definida con palabras y quien controla las palabras controla la realidad, desde nuestra disciplina necesitamos encontrar los ámbitos donde se ponen en juego estos dispositivos.

A principio de 2003 comenzó la guerra de Irak, con la consiguiente invasión y ocupación del país, para luego llamar a elecciones “democráticas”. Más allá del juicio de valor de esta apreciación, es significativa una mención que Slavoj Zizek hace en un artículo[3] de mayo de ese año, un par de meses posteriores al comienzo de la invasión, refiriéndose a funcionarios que opinan y toman decisiones sobre el tema Irak. Una fuente le manifiesta: “por supuesto estamos a favor de la democracia y los derechos humanos, pero deberíamos reconsiderarlos.” ¿A qué se refiere?, pregunta Zizek. – A que un gobierno tutelado cree las condiciones para después invocar a la democracia liberal.

Otro ejemplo más reciente fue en Bolivia: en el año 2019 se efectuó un golpe militar con el argumento de elecciones fraudulentas. La OEA con la complicidad de países hostiles al gobierno boliviano difundieron un informe preliminar informando supuestas irregularidades. Posteriormente, la Universidad de Michigan, la CELAG e investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts se pronunciaron en contra del informe de la OEA y dieron por válidos los resultados. Pero ya era tarde, el presidente había sido derrocado.

En todos los casos estos sucesos están acompañados por discursos aparentemente ejemplificadores, que no dejan de ser formas de naturalización, a la espera de que la justicia y/o los militares se pongan de lado de los ciudadanos “más sensatos”. Posiciones de minorías sociales que dicen defender la democracia y argumentan la necesidad de frenar prácticas hegemónicas de gobiernos que por lo general llevan adelante políticas que perjudican a sectores económicos concentrados, distribuyen recursos y restauran derechos. Para sostenerlo en el tiempo, sus prácticas seguramente no se expresan con buenos modales con quienes se resisten a perder privilegios. En esa instancia es cuando señalan que las instituciones se convirtieron en prolongaciones del poder del gobierno, y que existe un “retroceso democrático” que está siendo cuestionado, casualmente, por quienes no pueden seguir beneficiándose de las riquezas y el esfuerzo de los pueblos.

A modo de cierre.

Cada sujeto tiene a su alcance posibilidades para que algo de lo instituido cambie, en especial si trabaja colectivamente. Todos los que transitamos la disciplina de la psicología social, estamos ante por lo menos tres opciones: poner nuestro oficio al servicio del cambio social planificado, diría Pichon, hacer de nuestra disciplina una técnica, o estar al servicio de quienes quieren evitar el cambio social.

La sola decisión del interés de determinado campo de investigación-acción es una decisión política e ideológica. En algunos casos los colegas no abordan determinados hechos por ausencia de conocimientos de la historia, la economía, la teoría del conflicto entre otras disciplinas. Esto no significa ser especialistas, pero sí dar cuenta de que, en la epistemología convergente- El “hombre en situación” se construye haciendo, indagando, investigando, estudiando.  Sosteniendo la formulación praxis – teoría – praxis.

Pensemos una escena en un teatro: en el centro un grupo de personas sentadas aborda un tema específico. Surgen dudas, diferencias, hay situaciones que tienden a dilematizarse. Se observan que intentan buscar respuestas y parecería que le faltan elementos para lograrlo. Sigue la escena. Se escuchan sonidos incomprensibles intermitentemente y se distinguen en los fondos del escenario movimientos, sombras, a las que no pueden dar un sentido. De eso se trata abordar la interrelación entre psicología social y política: dar sentido a lo que no está tomado en cuenta, lo inexplicable por ausencia de abordaje y conceptualización. Desnaturalizar y problematizar son una parte central de nuestros abordajes.

Cierro con una reflexión de Paulo Freire: “Es necesario desenmascarar la ideología de cierto discurso neoliberal, a veces llamado modernizador, que hablando del tiempo histórico actual trata de convencernos de que así es la vida. Los más capaces organizan el mundo, producen; los menos capaces, sobreviven…[4]


[1] Pichón Rivière, E. Clases inéditas “Comportamiento político” Octubre del 1968

[2] Sigmund Freud, El porvenir de una ilusión. 1927

[3] Cuánta democracia es demasiada. Publicado en el periódico These Time. Mayo de 2003

[4] Freire P. Cartas a quien pretende enseñar. Siglo Veintiuno editores 2014

Carlos R. Martínez

  • Director de Confluencia Psicosocial – Intervención, Formación e Investigación en el campo de las Organizaciones y la Psicología Social.
  • Autor de “Psicología Social en las Organizaciones” Lugar Editorial 2010 y “La Praxis de la Psicología   Social” Lugar Editorial 2023 de próxima aparición.
  • Director de la Especialización en Intervención Organizacional y equipos de trabajo.
  • Fundador de la Universidad de los Trabajadores.
  • Psicólogo Social. Técnico Superior en Psicología Social.

Fuente de la información e imagen:  https://contrahegemoniaweb.com.ar

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