En una época caracterizada por avances científicos y tecnológicos vertiginosos, las neurociencias emergen como un componente esencial en el ámbito educativo. Sin embargo, a pesar de la evidencia que respalda la efectividad de estrategias educativas propuestas por la neurociencia, las cuales comparten similitudes con enfoques tradicionales basados en la empatía y la paciencia, se observa una resistencia notoria por parte de un número de profesionales. Varias razones confluyen en esta negativa.
Por un lado, la educación y la política están interconectadas, y las ideologías gubernamentales pueden influir en el sistema educativo, como así también las creencias particulares de cada profesional. Otro motivo puede ser el hecho de que esta reforma no genera beneficios económicos para grandes lobbies y requiere una inversión estatal significativa. A pesar de ello, existen numerosas pruebas y estudios científicos que avalan la necesidad de reformar ciertos métodos pedagógicos, desde la relación profesorado-alumnado, hasta las prácticas disciplinarias.
No obstante, persisten en las aulas prácticas obsoletas como la ridiculización, el castigo colectivo y el exceso de deberes, y la resistencia a cambiar esto se justifica acusando de sobreprotección y exceso de sensibilidad a quienes se oponen, aunque esté demostrado que estas acciones provocan o potencian efectos emocionales negativos, desde agresividad hasta depresión, lo cual en ocasiones, conduce a la prescripción innecesaria de medicamentos, beneficiando a la industria farmacéutica.
Imponer la autoridad con hostilidad no se debe a la «sensibilidad» de las nuevas generaciones, sino a la incapacidad de abordar las propias carencias emocionales de las generaciones anteriores. Esto demuestra una falta de flexibilidad y humildad para adoptar metodologías innovadoras, lo cual es lamentable en adultos responsables de la educación de las generaciones futuras. En lugar de hostigar, hay que educar.
https://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/sistema-educativo-cambio-educacion-carta-lectora-barbara-balbo-figueroa-93792336