www.diariocorreo.pe/17-04-2016/ Por: Maria Claudia Medina
Textos y tecnología destacan para este año escolar. Los materiales educativos se adecúan a cada nivel en 19 lenguas originarias para llegar a más de 5 millones de niños en todo el país.
Cada libro, tarjeta o cubo que puede encontrarse en un salón de clases tiene una función didáctica que cumplir, y depende de cada profesor aprovechar estos elementos al máximo según cada edad y realidad. En ese sentido, Cecilia Ramírez Gamarra, directora de Educación Básica Regular del Ministerio de Educación, explica que estos materiales son recursos que pueden mejorar el aprendizaje, pero no son la solución a todo. “Es un conjunto de cosas que se tienen que dar y depende del profesor enfocar dónde están los aprendizajes y cómo hacer para llevar al niño o adolescente en esa dirección”, señala.
MODO DE USO. Son muchos los docentes que tienen a su cargo varios grados a la vez, y pensando en ellos existen materiales multigrado, con los cuales pueden monitorear varios niveles. La renovación de cada uno de estos materiales varía. “Los cuadernos de trabajo sí se entregan todos los años, pero los textos cada tres años y el material concreto, dependiendo del uso que se le ha dado, cada cuatro o cinco años”, precisa Ramírez.
Conforme se integran nuevos contenidos, los textos y separatas también cambian. Es el caso de la educación turística, que ya cuenta con material pedagógico de entrega periódica en todas las escuelas del país. A diferencia de otros años, esta vez se ha decidido implementar más bibliotecas desde inicial hasta secundaria.
MULTICULTURALIDAD. Este año se han distribuido también materiales educativos en 19 lenguas originarias para más de 20 mil escuelas de Educación Intercultural Bilingüe (EIB). Entre ellos se encuentran cuadernos de trabajo y textos de lectura de inicial y primaria, así como diccionarios, láminas y tarjetas pedagógicas para el aprendizaje de esta segunda lengua por parte de niños y maestros.
Algunas de estas lenguas son el quechua, aimara, awajún, asháninka, shawi, shipibo-konibo, yanesha, entre otros. Estos textos recogen realidades de diferentes regiones y no tienen que ver solamente con lo urbano o lo rural. “En los cuadernos de trabajo hay un esfuerzo de muchos años para traducirlos a las comunidades que no tienen por lengua materna el castellano”, comenta la funcionaria.
Quienes aún tienen inconvenientes con sus materiales son los niños con alguna discapacidad, ya que no todos los colegios cuentan con un kit básico para las discapacidades más comunes.