YOUTH (La giovinezza)
Año: 2015
Dirección: Paolo Sorrentino
Guión: Paolo Sorrentino
Protagonizan: Michael Caine, Harvey Keitel, Rachel Weisz.
Coproducción Italia-Suiza-Francia-Reino Unido; Indigo Film / Medusa Film / C-Films / Bis Films / Pathé / Number 9 Films
En Youth, Paolo Sorrentino nos relata la historia de un director de orquesta ya retirado (Michael Caine en el papel de Fred Ballinger) quien acude a un hotel en los Alpes Suizos cada año en temporada de vacaciones a relajarse en compañía de su hija (Rachel Weisz en el papel de Lena Ballinger) quien además es su manager.
A lo largo de la película, se conduce al expectador en una reflexión desde varias perspectivas sobre el papel multidimensional del ser humano, tan diverso como cambiante en las distintas epocas de su evolución biológica y social. Sorrentino lo logra a través de un Ballinger envuelto en largas reflexiones intimistas enmarcadas en paisajes paradisíacos, en las cuales desnuda sus recuerdos junto a su amigo de la juventud Mick Boyle (interpretado por Harvey Keitel), cineasta que busca, junto a su equipo, un lugar de sociego para reescribir el guión de su próxima película.
Aunque tiene casi 40 años frecuentando el mismo hotel durante las vacaciones de verano, es evidente que esta no es una visita más. Esta ocasión coinciden una serie de circunstancias que le imprimen al retiro una impronta de viaje reflexivo sobre el ser, el hacer y el ejercicio profesional del director, con una visión muy clara de la música, la cual permanece incólume pese a tentaciones nada convencionales como la invitación de la Reina Elizabeth II (Inglaterra) a dirigir un concierto orquestral en la celebración de su cumpleaños.
Youth nos dibuja a dos personas entrando a la tercera edad, que no cejan de buscarse a sí mismas, desde sus recuerdos, sus amores compartidos, sus frustraciones y sus angustias. Pero también nos muestra a dos profesionales de las artes con firmes propósitos de seguir siendo, en si mismos, representantes de un sello e impronta únicos a los cuales se resisten a renunciar. Sorrentino nos entrega, de un modo paralelo, la evidencia de reflexiones similares a la que experimenta Ballinger cuando, por contraste nos va contando otras historias en paralelo: la de una pareja silente que también frecuenta el hotel, la de un Maradona obeso venido a menos acompañado de una rubia voluptuosa, la de una miss universo que desafía toda comprensión de lo efímero de la juventud, y la de Lena, la propia hija de director, enfrentándose a una sorpresiva petición de divorcio.
A lo largo de la película, el ambiente es sostenido por una melodía que compuesta por Ballinger que simboliza, además de un logro como compositor, el hogar y el modo en el cual Ballinger, el director, entiende la interrelación de instrumentos musicales que ocurre no sólo en la partitura, sino también en su mente, enfrentada a la soledad de la vejez. Esta pieza musical que fue escrita, en su momento, para la madre de Lena, como una ofrenda de dilecto amor, entra en escena desde su intimidad personal, más allá de la representación en recuerdos vividos del director, como un instrumento pedagógico, gracias a su ejecución por parte de un pequeño que, pese a su corta edad, está empeñado en ser un virtuoso violinista.
Allí, en pleno contraste del nacimiento y el ocaso de una vocación musica, y en una muestra de comprensión del quehacer pedagógico de la música, Ballinger revela al pequeño la esencia del ser como ejecutor de esa energía maravillosa que encierra cada instrumento musical y su ejecución.
Reseña elaborada por Maria Angela Petrizzo @petrizzo