Burundi: Jóvenes liderados por el ejemplo en Burundi

Por Sarah Pilchick con Eliane Luthi

“Unidos podemos hacer que nuestro país avance. Divididos, no conseguiremos nada”.

RUMONGE, Burundi, 13 de mayo de 2016 – Aparentemente, la ciudad de Rumonge es como cualquier otra pintoresca ciudad portuaria. Situada a las orillas del Lago Tanganica, es conocida sobre todo por la pesca y el comercio. Pero como en muchas ciudades de Burundi, existe otra historia emergente.

El país ha presenciado ciclos de violencia étnica y política desde su independencia, con una reciente crisis política que estalló en 2015, sólo 10 años después de que terminara la anterior. Las constantes migraciones unidas a los conflictos cíclicos también han llevado a tensiones entre los primeros refugiados y las comunidades de acogida, lo que supone una amenaza para la cohesión comunitaria. Siendo como es un núcleo económico modesto, Rumonge ha visto llegar a una cifra importante de repatriados que se han instalado en la ciudad.

Imagen del UNICEF
© UNICEF Burundi/2016/Nijimbere
Alfred, de 24 años, es un educador de personas de su misma edad en Rumonge, Burundi. Un programa de consolidación de la paz respaldado por UNICEF trabaja con 60 educadores jóvenes y adolescentes como Alfred para desarrollar un cambio positivo en el país.

Alfred, de 24 años, parece como cualquier otro joven adulto que vive en Rumonge. Pero al igual que ocurre con la propia ciudad, en él hay más de lo que se observa a simple vista. Alfred es un educador de personas de su misma edad, lo que significa que habla a otros jóvenes adultos de su comunidad sobre temas que les afectan.

“Me di cuenta de que en la comunidad la gente no tenía una buena relación con sus vecinos. Había tensiones entre los diferentes grupos y se veían entre ellos como enemigos. Antes la solidaridad no existía”.

Como parte del programa de consolidación de la paz a cargo de UNICEF y de sus asociados, Alfred trabaja para suavizar algunas de esas tensiones. Un pilar fundamental de la estrategia se centra en los jóvenes y adolescentes, especialmente en desarrollar su liderazgo y conocimiento de la consolidación de la paz con el fin de fortalecer su capacidad de recuperación frente a la violencia. Junto con su asociado, el Arzobispado de la Iglesia anglicana de Burundi, UNICEF financia a 60 educadores como Alfred para que fomenten con personas de su misma edad un cambio positivo en varias partes de Burundi.

“Observo que ha habido un gran cambio,” dice Alfred. “Después de haber trabajado de educador, sé que puedo convivir con mis vecinos y ellos conmigo”.

Eugénie, de 24 años, otra compañera educadora del pueblo vecino de Mutambara, está totalmente de acuerdo. Además de ser educadora de personas coetáneas suyas, está a cargo del coro de la iglesia cuyos miembros son casi todos jóvenes.

“El programa de educación a coetáneos contribuye seguramente a cambios de comportamiento. Me siento feliz de ser una de esas personas que quiere hacer de mi pueblo un lugar mejor para todos”.

No basta con hablar

Aparte de fomentar el diálogo a través de modelos de conducta positivos, el planteamiento hace que los jóvenes trabajen juntos en proyectos como modo de salvar las diferencias.

Imagen del UNICEF
© UNICEF Burundi/2016/Nijimbere
Los vecinos se dan cita a la puerta de la tienda de un joven empresario de Rushubi, en la Bujumbura rural. El programa de consolidación de la paz de UNICEF reúne a jóvenes de tendencias políticas y grupos étnicos dispares a pesar de sus diferencias.

En asociación con Ayuda de la Iglesia Noruega, el programa de consolidación de la paz de UNICEF ofrece formar el espíritu emprendedor de comunidades vulnerables que se enfrentan a la politización y migración. La iniciativa brinda a los jóvenes de Burundi la oportunidad de alcanzar estabilidad y de ser autosuficientes al proporcionarles formación en ahorro y préstamos, gestión empresarial para pequeñas empresas y microempresas, y desarrollo de planes de negocio.

Tener un negocio en Burundi es toda una hazaña. En este país, considerado sistemáticamente como uno de los más pobres del mundo, antes incluso de que el conflicto actual empezase, cuatro de cada cinco habitantes ganaban menos de 1,25 dólares al día. Más de la mitad de las casi 11,2 millones de personas de Burundi son menores de 18 años, con diversas circunstancias empeoradas por la escasez de trabajo. El desempleo es el principal problema y pone a los jóvenes en peligro de ser explotados o incluso, en un contexto como el actual, manipulados políticamente.

“Este programa es una valiosa herramienta para los jóvenes ya que, considerando la falta de trabajo en el sector público y en el privado, ayuda a generar ingresos”, dijo Etienne Niyongabo, funcionario de educación con UNICEF Burundi, quien facilitó la formación en seguimiento y evaluación así como en técnicas para la consolidación de la paz. “Sin trabajo, los jóvenes ociosos son más vulnerables a los abusos y la manipulación, lo que puede acarrear serias consecuencias en sus vidas y en la cohesión comunitaria”.

“La idea era integrar las competencias de consolidación de la paz dentro de un programa, siendo el espíritu emprendedor una de las propuestas para transformar las relaciones ya que los participantes interactúan y trabajan para conseguir un objetivo común”, añadió Solomon Gasana, especialista de Consolidación de la Paz con UNICEF Burundi. “Empezamos con el desarrollo personal (cómo conocerse unos a otros y a sí mismos, sus debilidades y fortalezas) y luego nos extendimos un poco hacia la educación cívica. Hablamos de la paz y de la solidaridad en las comunidades, de su consolidación y de su participación”.

Consolidar la paz

La oportunidad de tender puentes con los actuales y anteriores adversarios es uno de los mayores atractivos del programa.

En una provincia más alejada de la Bujumbura rural, Ernest llama al orden en una reunión de su asociación. Con la autoridad de un hombre de negocios con décadas de experiencia, nadie diría al oír hablar a Ernest que sólo tiene 23 años y que su negocio cuenta únicamente con tres meses de antigüedad.

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Ernest y Cyriaque, socios de negocios, dirigen la reunión de su asociación. El programa de consolidación de la paz ofrece formación en espíritu empresarial en las comunidades vulnerables como Rushubi que se enfrentan con la politización y la migración.

Tanto Rushubi como otras colinas de la Bujumbura rural, justo a las afueras de la capital de Burundi afectada por la violencia, son zonas enormemente politizadas porque la crisis actual ha subrayado las tensiones entre las diferentes afiliaciones políticas.

Tras alcanzar el conocimiento de valores humanos, como la solidaridad y la creación de comunidades, los participantes tienen la oportunidad de ponerlo en práctica trabajando con otros miembros de la comunidad y poniendo en marcha sus propios negocios, basándose en el lugar donde viven y en la similitud de sus ideas empresariales.

Los grupos mantienen reuniones de forma regular y también compran acciones de unos y otros negocios, de manera que el grupo puede ofrecer créditos en caso necesario.

Ernest era peluquero pero ahora, con su vecino, es copropietario de un estudio de grabación. “Lo que más me atrae es la perspectiva de que podamos reunirnos con los otros… porque antes de 2015 la cohesión en el vecindario no era buena a causa de nuestras ideas políticas diferentes”, dijo.

Los participantes hablaron de la conveniencia de aprender a mantener la paz en sus vecindarios, querer a sus vecinos, y resolver los conflictos pacíficamente, citando el mutuo respeto como uno de los temas más valiosos que estudiaban.

Unos pocos participantes mencionaron que en Burundi los políticos a veces utilizan a los jóvenes del país para perseguir sus objetivos, y que con estas divisiones políticas es muy fácil arruinar cualquier sentimiento de comunidad. El programa reunió a jóvenes de todas creencias políticas y distintos grupos étnicos a pesar de sus diferencias.

“Ahora que estamos juntos, formamos parte de la consolidación de la paz en nuestra comunidad”, dijo Ernest. “Esto va a ayudarnos a conseguir juntos nuestros objetivos; ahora somos amigos. En esta comunidad, cuando las personas mayores ven que nos llevamos bien, se dan cuenta de que es posible estar unidos a pesar de nuestras diferencias”.

En el contexto actual de gran división política, es decisivo estar unidos para prevenir un mayor deterioro de la situación.

“Si se crean más formaciones como esta, los jóvenes de Burundi pueden llegar a ser una familia”, concluyó Ernest. “Unidos podemos hacer que nuestro país avance. Divididos, no conseguiremos nada”.

Imagen tomada de: http://edujesuit.org/wp-content/uploads/2016/04/fotoGuillaume.jpg

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