El mundo se está envejeciendo, esto significa, que las épocas en que había más personas jóvenes que personas adultas quedarán en la historia y desaparecerán, y por eso debemos actuar con la población joven actual de manera prioritaria
Es común afirmar que el trabajo dirigido a atender las necesidades de la población joven es importante pues ellos constituyen el futuro del país y son la respuesta que debemos asegurar para alcanzar un mundo mejor. Sin embargo, está afirmación de trabajar por los jóvenes está cobrando y cobrará mucha más importancia durante los próximos cinco años por motivos que no son menores.
El primero y principal, es la ventana de bono demográfico que atraviesa el país y en la que estaremos hasta el 2020. El mundo se está envejeciendo, esto significa, que las épocas en que había más personas jóvenes que personas adultas quedarán en la historia y desaparecerán, y por eso debemos actuar con la población joven actual de manera prioritaria.
Este fenómeno ya ha ocurrido en muchos países del mundo y ahora está comenzando a ocurrir en Colombia. Una de las repercusiones más importantes, es que la suposición de que el trabajo de las personas en edad productiva permitirá mantener el esquema de protección social de una generación a otra, no va cumplirse como previsto en los nuevos tiempos. En unos años, seremos muchas más las personas que estaremos finalizando nuestra etapa productiva o ya estaremos por fuera de la edad laboral, respecto a quienes aún continuan en ella. Seremos muchos más los que dependamos de nuestros ahorros o de la protección del Estado para tener ingresos, probablemente por muchos más años dado que la expectativa de vida es cada vez mayor.
El panorama es preocupante si tenemos en cuenta los niveles actuales de desempleo y de informalidad del país. En la actualidad el 93% de los ocupados cuentan con cobertura de salud, pero solo el 49% cotiza para una pensión, sumado a que la proporción de personas en la informalidad en las 23 principales de Colombia es del 47%. La mayoría de quienes están en la informalidad no alcanzarían a pensionarse, así comenzaran a cotizar desde ahora.
Del total de personas en edad de trabajar en Colombia, el 32% corresponde a personas jóvenes. Sin embargo, uno de cada dos desempleados es menor de 24 años. Por esto, hoy es más importante que nunca acelerar las acciones de promoción de empleo joven. Con esto no solo ampliamos la base productiva del país, ofrecemos oportunidades dignas para las nuevas generaciones, ayudamos a cumplir proyectos de vida, y también mitigamos a mediano y largo plazo los efectos del fenómeno de bono demográfico en un contexto de desempleo y de alta informalidad.
Una de las principales líneas de acción de la Fundación es el tema de empleo, en especial, la promoción de empleo para personas cuyas poblaciones suelen tener, en ciertos contextos, mayores dificultades para vincularse de manera estable a empleos formales.
Por lo mismo, vemos de manera positiva la ley de primer empleo y actualmente, el proyecto de ley de empleo joven que en días pasados fue aprobado de forma unánime en la Comisión Séptima. Ambas iniciativas son buenos ejemplos de los esfuerzos que se están realizando en esta materia y que son claves en la actual coyuntura. Uno de los ejes de la ley ProJóven por ejemplo, es el de solucionar la situación de más de 565 mil jóvenes que tienen grandes dificultades para vincularse formalmente al mercado laboral por no tener libreta militar.
Esperemos que estos esfuerzos se profundicen y se traduzcan en más jóvenes trabajando en condiciones dignas, mejorando sus niveles de calidad de vida, y los de sus familias, realizándose como personas tanto hoy como en el futuro. El país lo necesita.
*Este artículo fue elaborado en colaboración con el equipo técnico de profesionales de la Fundación Corona.