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Características de los docentes en Colombia

Por: Ángel Pérez Martínez

Algunos maestros y directivos docentes discuten si requerimos doctores trabajando como docentes en las aulas escolares, o si el país requiere más bien un magisterio con nivel de maestría y una fuerte valoración.

Por fortuna hoy en el mundo se reconoce la profesión docente como una de las más importantes de la sociedad, dado su impacto en la calidad de la educación, en el crecimiento económico, en la formación para el desarrollo de la convivencia y la ciudadanía, y en factores que han tomado relevancia, como el manejo de las emociones y la felicidad de los niños y jóvenes en el aula y en las instituciones escolares. Sin olvidar los efectos positivos que puede lograr un colegio con buenos maestros en un entorno pobre y conflictivo.

El Banco de la República ha publicado un estudio sobre quiénes son los docentes en Colombia, en donde se realiza una descripción detallada de los docentes del sector oficial en el país, a partir de la información sobre las plantas de personal docente del Ministerio de Educación Nacional y de los resultados en las pruebas SABER 11.

Dicho estudio, que recomiendo a los docentes, sindicatos y a quienes trabajan en educación, suministra información relevante sobre la organización y composición del sector educativo en la que el MEN y el Congreso Nacional se deberían apoyar para debatir la propuesta educativa en el Plan Nacional de Desarrollo 2018 – 2022.

A continuación, destaco algunos puntos relevantes de esta investigación:

En Colombia en 2017 había 318.655 docentes oficiales, de estos, 299.017 se desempeñaban en cargos docentes y 19.638 en cargos directivos; adicionalmente, 261.297 maestros (82%) tenían nombramiento en propiedad y el resto (57.358) nombramientos provisionales. De acuerdo con la matrícula oficial del mismo año, calculada en 7.849.066 estudiantes según DANE, tendríamos un promedio nacional de 26,2 estudiantes por docente. Vale aclarar que, como aún no alcanzamos un gasto educativo que atienda costos de calidad, para el pago de salarios y prestaciones de estos docentes se destina el 86% de los recursos del Sistema General de Participaciones (SGP), razón por la que la mayoría de las entidades territoriales no cuentan con recursos para funcionamiento y mantenimiento de los colegios, dotaciones, aulas especializadas, inclusión y otras variables que afectan dicha calidad.

Los docentes oficiales tienen una edad promedio de 47,4 años y en su mayoría son mujeres (64,9%); sin embargo, por niveles, se destaca que el 75,7% de los docentes en primaria son mujeres, mientras que en secundaría están más repartidos: las mujeres representan el 52%. Esta característica se asocia con el hecho de que la mayoría de los docentes de secundaria (58,3%) se rigen por el nuevo Estatuto Docente, decreto 1278 de 2002, y en primaria sólo lo hace el 48,2%.

Para contrastar, los profesores de los países de la OCDE tienen una media de edad de 43 años, Inglaterra y Bélgica tienen los profesores más jóvenes, con una media de edad de 39 años, mientras que Italia tiene los docentes con la media de edad más alta, 49 años (TALIS 2013). Así mismo, de los 34 países que participaron en la encuesta TALIS del 2013 se encontró que el 67% de los encuestados son mujeres y en 22 países ellas representaron más del 75% de total de los docentes.

Es de resaltar, por otra parte, que el país empieza a contar con un magisterio oficial muy bien formado: el 91,9% de los docentes tienen título profesional y 9% son normalistas y técnicos o tecnólogos; el 41,1% tiene títulos de posgrado, cifra bastante significativa. Ahora bien, se encuentran diferencias en la formación de los maestros cuando se analizan los niveles educativos donde ellos enseñan: el 100% de los docentes de secundaria tienen como mínimo un título profesional (incluidas las carreras pedagógicas), esta proporción en primaria sólo llega a 83,8%. Así mismo, el 42,2% de docentes en secundaria tienen formación de posgrados y sólo el 37,4% de los docentes de primaria tienen este título. En este punto se destaca que la formación de los maestros en Colombia ya empieza a ser similar a la de los países de la OCDE, máxime que dado los estímulos salariales que produjo el decreto 1278 de 2002, a mayor formación en postgrados, mayor salario, por lo que los docentes buscan con afán tener como mínimo un título a nivel de maestría.

El hecho de que los docentes en Colombia sean profesionales, gocen de estabilidad laboral y cuenten con experiencia, además de mayor formación a nivel de posgrado, debería conllevar a un mayor impacto en la calidad de la educación, no sólo medida en términos de las pruebas SABER, sino en la vida real en cuanto a ciudadanía, participación democrática y convivencia. Sin embargo, de manera especial con respecto a la formación de postgrados es aún muy pronto para evaluar sus resultados, dado que este proceso empezó de manera masiva hace menos de 10 años. Por ejemplo, Bogotá inició el proceso de financiar los estudios de posgrado de más de 6.000 docentes en el año 2012, y muchos de ellos están aún en proceso de graduación.

Este último punto empieza a ser controversial, algunos maestros y directivos docentes discuten si requerimos maestros con formación doctoral para trabajar como docentes en las aulas escolares, o si el país requiere más bien un magisterio con nivel de maestría, donde, además, se valore en términos salariales la formación puntual en el sitio de trabajo que ayude a mejorar sus prácticas educativas, manejo de aula, procesos de innovación y otros desarrollos pedagógicos. Así mismo, se discute sobre el tipo de maestrías que requieren los profesores, si la formación posgradual la debe determinar la oferta de las facultades de educación y las secretarías de educación, o la demanda que hacen los docentes de acuerdo con sus intereses y trabajo en el aula. Interesante, ¿verdad? En el próximo artículo continuaré el análisis de este muy buen documento del Banco de la República.

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/caracteristicas-de-los-docentes-en-colombia-por-angel-perez-martinez/266997

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Las amenazas a los profes y la perpetuación de la violencia en Colombia

Por Ángel Pérez Martínez 

A través de un audio que grabó una valiente profesora de lenguaje de un colegio oficial, nos enteramos de cómo se conmina a la docente Deyanira Ballestas a que salga del municipio de San Pablo (Bolívar), si no quiere aparecer muerta. Amenaza que terminó con el desplazamiento forzado de la profesora.

Los violentos, allí donde no existen razones ni argumentos humanos, amenazan y atentan contra los docentes de la educación básica y media oficial para callarlos y evitar que formen a sus alumnos con un sentido crítico y enfrenten con su conocimiento y proyectos pedagógicos entornos violento e ilegales. Al final de esto se trata —así el país no lo quiera ver—, a estos grupos no les interesa que los estudiantes desarrollen opiniones críticas frente a temas muy complejo como los cultivos ilícitos y producción de drogas, corrupción, inequidades sociales, destrucción del medio ambiente y los desmanes del poder. Por eso amenzan a profes.

Cuando los docentes son amanazados y/o desplazados vienen traslados o miedos que inciden en el desarrollo normal del aula de clase. Con ello quienes ejercen poder a través de la violencia logran acercar a los jóvenes a sus ejércitos del mal, perpetuando condiciones inhumanas como el subdesarrollo y la pobrezac. Es esto lo que sucede en el sur del departamento de Bolívar, y otros lugares de Colombia, en donde la violencia no permite discusiones éticas sobre lo que conviene o no conviene a las personas y al desarrollo social y económico del territorio.

En este sentido, la violencia contra los docentes es un fenómeno social muy grave. No sólo ocurre en los territorios donde de manera tradicional se mantienen acciones armadas y la consecuente condición de vida en medio de la zozobra y el miedo, también ocurre en las grandes ciudades, sin que la política pública, la justicia y los medios valoren en su real dimensión el daño que implica para los niños y adolescentes, así como para el desarrollo de la profesión docente.

Los datos que entrega la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) son para preocuparse: entre los años 1977 y 2015 asesinaron más de 1.000 docentes y más de 10.000 fueron amenazados. Como se expuso en un especial de El Espectador: “Fecode tiene registros de años en los que fueron asesinados más de 50 profesores en Colombia. Por ejemplo, en 1988 fueron asesinados 60; en el 2000, 74, en 2001, 60, y en 2017 se presentaron 6 casos de asesinatos este año van 4 los reportes de esa organización indican que los departamentos que más asesinatos revelan son Antioquia, con 350 docentes; Caquetá más de 200, Córdoba, con 110, y Caldas, con 70. Esta cifra no representa el total de los profesores asesinados, ya que la base de datos que tiene Fecode solamente registra los delitos en contra de docentes sindicalizados”.

Ahora bien, como se expuso anteriormente, en Bogotá y en las grandes ciudades también amenazan y atentan contra los docentes. Basta recordar que en el año 2007 un joven estudiante de 16 años ingresó a la Oficina del rector José Jaime Rojas y lo asesinó, en el entonces Colegio Distrital Naciones Unidas. Miguel Ángel Pardo, presidente de la Asociación Distrital de Educadores, me informó que, durante los dos últimos años, 317 docentes de colegios distritales han recibido amenazas contra sus vidas y cerca del 10% de ellos han sido valorados con alto riesgo por parte de la Unidad Nacional de Protección.

Sin embargo, vale la pena aclarar que en las grandes ciudades los riesgos para los docentes no son los mismos que en las zonas de alta violencia en el país.  En Bogotá, en el Concejo se sostuvo que según datos de la Secretaria de Educación de Bogotá las principales causas de amenazas o agresiones de los profesores son:

  1. Estudiantes que reclaman por haber sido presuntamente mal evaluados.
  2. Pérdida de asignaturas.
  3. Problemas de convivencia o de disciplina de estudiantes.
  4. Denuncias de consumo o porte de alucinógenos.
  5. Intervención en enfrentamientos entre pandillas donde hay estudiantes.
  6. Atracos en entornos escolares.

Los lectores se podrán imaginar qué piensa y siente un docente que asiste a una aula escolar cohibido frente a un grupo de adolescentes, donde no se puede usar el conocimiento de manera crítica, donde predomina el miedo y no las razones o los argumentos; allí no existe la búsqueda de la verdad, tampoco autoridad y liderazgo por parte del profe. También podemos preguntarnos, ¿cómo cambiar culturas violentas e ilegales si no es a través, precisamente, de la educación?

A manera de conclusión, las amenazas y atentados contra los docentes de la educación oficial en las zonas donde perdura la violencia y la pobreza impiden la libertad de catedra, y debilitan la autonomía académica de los docentes y de las instituciones escolares. Con ello se perpetúan en algunos territorios, quizás sin darnos cuenta, valores y principios que en nada se relacionan con el propósito fundamental de la educación: ayudar a formar buenos seres humanos y ciudadanos con un sentido crítico frente a su proyecto de vida y al de su entorno más cercano. Sólo así podemos cambiar.

Nadie con algún sentido humano puede aceptar la atrocidad de amenazar o matar a un docente o un líder social, ellos son personas que tienen el valor, en sus regiones, sus ciudades y su aula de clase, de enfrentar gran parte de los males de Colombia.

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/amenazas-a-profesores-y-la-violencia-en-colombia-por-angel-perez/260114

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La alegría de volver al colegio

Por: Ángel Pérez Martínez

Este es un acontecimiento extraordinario, al cual damos poco valor como Sociedad, más del 20% del total de los colombianos estarán en las aulas escolares en el 2018, somos aún un país joven.

Con seguridad la mayoría de los estudiantes volverán con alegría a sus instituciones escolares, su identidad con el colegio es tal que se refieren a él como “mi colegio”, o “mi profesor” y “mis compañeros”; la institución escolar es su otra casa, su otra familia, una parte de su vida.

Triste reconocer que parte de esa alegría, para algunos niños y jóvenes, será una oportunidad de escapar al hacinamiento en el cual viven; para otros una oportunidad de reforzar la alimentación o de transportarse en una ruta escolar, que parte de un sitio próximo a su casa (de donde casi nunca salen) a otro sitio de la ciudad o del área rural; así mismo, si el colegio cuenta con los espacios y las dotaciones adecuadas al proyecto pedagógico, ellos podrán jugar, practicar deportes e ir a la biblioteca y hasta conectarse a la Internet (piensen en los más de 2 millones de estudiantes del sector rural). También, puede ser una oportunidad para escapar de padres autoritarios, ser escuchados en igualdad de condiciones y hablar hasta de lo inimaginable en igualdad de condiciones con su profesor y con sus compañeros.

 De igual manera los intereses de los padres de familia pueden ser diferenciados, para la mayoría debe ser motivo de alegría el hecho que su hijo asista a un buen colegio; reconocer que él hace parte de un proceso, con una intencionalidad educativa y un plan para lograrlo, en el que el niño o el joven aprende, comparte su desarrollo con otros y la institución promueve habilidades para que el estudiante conviva y se integra a la sociedad, más allá de su entorno familiar; estos padres saben que tienen que ser solidarios con los profesores, hablar con ellos de manera permanente, y sobre todo, ayudar y colaborar en su proceso de formación. No puede haber calidad de la educación preescolar, básica y media, con padres irresponsables y que no se involucran en el proceso educativo de sus hijos.

Por lo anterior, es muy grave que el interés de algunos padres de familia sea cómo deshacerse de sus hijos, matricularlos y mandarlos al colegio, hasta ahí llega su responsabilidad, el resto lo debe hacer el colegio y los docentes. ¿Qué y cómo aprenden? ¿Cuáles son las debilidades y las necesidades de apoyo físico, emocional y de aprendizaje del estudiante?, eso no importa, este tipo de padres de familia, normalmente, los más pobres y con menos educación, por necesidad o por desconocimiento no privilegian la educación de sus hijos.

Los colegios y los docentes deben planear la participación y las formas de integrar a los padres de familia al proceso educativo, antes del comienzo del año escolar. Una docente de un colegio oficial del municipio de Santa Rosa, cerca de Cartagena, me comentó que cerca del 50% de los padres de familia de su curso no tenía ningún interés en participar en las actividades que ella con cuidado y dedicación preparaba, sin embargo, ella, año tras año, persiste, algún día lo logrará. Se requieren esfuerzos de las dos partes, no siempre los horarios del colegio coinciden con los horarios laborales, y como siempre, los obreros y los empleados de menor rango dependen de permisos, que se niegan, sin olvidar a quienes trabajan en la informalidad, ellos deben proteger sus sitios de trabajo. Hoy es posible innovar con la participación de los padres de familia, aún con aquellos de menos ingresos, a través del uso de las redes, los teléfonos celulares y el WhatsApp, entre otros. Además, siempre una nota personal a un padre de familia tendrá un efecto positivo, si se realiza con cuidado y con carácter pedagógico, no importa si el estudiante conoce su contenido.

También los maestros deben conocer a fondo a sus estudiantes, la lucha contra la deserción y la repetición de años escolares arranca en el primer mes de clases, no en el último mes de escolaridad. Un problema de la educación, de manera especial con los niños y jóvenes más pobres, es la estandarización, con quienes menos rinden o tienen problemas de atraso se requiere trabajo personalizado y apoyos especiales. Los sistemas educativos y los colegios de mejor calidad son aquellos que se concentran en los estudiantes que tienen problemas de aprendizaje.

Nada más importante para un colegio que los niños que ingresan por primera vez: los estudiantes de preescolar y aquellos que llegan por traslado intencionado y porque están obligados a asistir a un nuevo colegio por desplazamiento de sus familias por diversa índole. Insisto, el colegio y los docentes deben conocer a fondo las condiciones en las que viven sus estudiantes, el tipo de familia y entorno donde permanece el niño, el grado de escolaridad de los padres o de quienes los cuidan, así como tipos de trabajo y condiciones socioeconómicas. Este conocimiento de los estudiantes permitirá a futuro acciones más precisas y puntuales en favor de los escolares.

Por último, cerca de 440.00 docentes y 32.000 directivos docentes (según DANE, 2016) estarán trabajando con los estudiantes durante el año 2018, ellos son profesionales, la mayoría mujeres (más del 60%) y el 30% con posgrados en educación, ellos merecen nuestro reconocimiento y apoyo, si los dejamos solos la repetición, la deserción y el fracaso escolar estarán a la vuelta de la esquina. Buen año 2018 para la educación en Colombia.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/la-alegria-de-volver-al-colegio-por-angel-perez/254465

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En educación, los derechos de los niños no son prevalentes

Por: Ángel Pérez Martínez

Los rectores, coordinadores y directores rurales de las instituciones educativas oficiales a través de la Federación Nacional de Directivos Docentes de Colombia, FENDIDOC, se han pronunciado por la inexcusable demora en las transferencias que el Ministerio de Educación Nacional, MEN, debe realizar a los colegios por concepto de gratuidad.

Empieza el mes de mayo, pasaron tres meses desde el inicio del año lectivo y no hay plata para atender los requerimientos mínimos de los colegios oficiales. Además, existen entidades territoriales que por negligencia o falta de recursos, aún no han contratado la alimentación de los niños y de los adolescentes; tampoco el transporte escolar o la conectividad a la red Internet de los colegios oficiales.

Sin olvidar, casos más aberrantes, adultos que se ponen de acuerdo para cerrar los colegios, unos por desgreño administrativo y otros porque protestan, los derechos de los niños no importan, no son prevalentes. Las normas internacionales que acogen los derechos de los niños, entre ellos a la educación; la Constitución y la ley 1098 de 2006 son virtuosos enunciados de lo que debería ser. En realidad, los adultos y los funcionarios de los gobiernos hacemos pocos esfuerzos, para cumplir o avanzar en mejorar la calidad de estos derechos.

A quién importa que más de 8 millones de estudiantes que asisten a los colegios oficiales, en su mayoría, encuentran en ellos carencias básicas que afectan sus condiciones de aprendizaje y su dignidad como seres humanos, sin olvidar a la población en edad escolar que no asiste a la educación inicial, básica y media.

Nunca será fácil para los directivos y los docentes de las instituciones educativas oficiales llegar a trabajar a sedes donde siempre falta algo, y no hay forma de solucionarlo porque los rectores no cuentan con los recursos y las herramientas administrativas para resolver problemas básicos. Imaginemos un colegio que no tiene recursos financieros para reparar 2 o 3 baterias de los baños, donde asisten a diario más de mil estudiantes o para comprar o reparar un equipo de aire acondicionado, en un lugar donde la temperatura pasa de 30 grados, si es que existen los aires acondicionados.

Los colegios oficiales para gestionar la solución a sus problemas más elementales dependen de las decisiones de alcaldes y gobernadores o de secretarios de educación, que no conocen y no valoran cuánta dificultad causa, por ejemplo, que falte uno o más docentes en un colegio durante una semana o más; los rectores ya se acostumbraron a que remplazar un docente incapacitado puede llevar meses. ¿Cuántos niños no tendrán clase hoy por falta de un maestro?

En Colombia la financiación del sistema educativo oficial se realiza con recursos nacionales (más del 80%), que se transfieren a las entidades territoriales para pagar las plantas de docentes, personal administrativo y de apoyo de los colegios oficiales. Solo cuando sobran recursos para el pago de personal se puede invertir en construcciones escolares, dotaciones y en proyectos para mejorar la calidad. Anoto, que los distritos, los municipios más ricos y algunos departamentos ayudan a financiar con recursos propios estos últimos ítems.

Los únicos recursos que van de manera directa a los colegios oficiales son los que se denominan de gratuidad, cifra exigua que no alcanza a representar el 25% de un punto ($540.000 millones) del total de los recursos del Sistema General de Participaciones para educación ($21,7 billones).

El Gobierno de Santos estableció la gratuidad en la educación oficial que consistió en remplazar con recursos públicos lo que en promedio pagaban los padres de familia. Por este concepto, en el año 2018 el MEN girará de manera directa a los colegios ubicados en áreas urbanas, en promedio cerca de $73.000 por estudiante año y $88.000 por estudiante de colegios ubicados en áreas rurales.

Lo anterior, significa que un colegio con mil estudiantes recibe en promedio $73 millones al año. Con estos recursos los rectores deben pagar: el mantenimiento básico de la infraestructura de los colegios y de los equipos; la sistematización de los boletines para estudiantes; el material didáctico para uso de maestros y alumnos; los gastos de grado de los estudiantes de once; la agenda y el carné de los estudiantes; los programas para computadores; papelería y demás implementos de oficina; marcadores; elementos de laboratorios y de otras aulas especiales, entre otros.

A la fecha no han girado los recursos de gratuidad. Los rectores en estas condiciones se dedican a lograr con dificultad que los docentes trabajen, que lo niños no usen las áreas dañadas o los equipos que no sirven. Además, ellos desvirtúan sus funciones, su gran reto consiste en conseguir recursos extras con las secretarías de educación, fundaciones y hasta con los padres de familia a pesar de que las normas lo prohíben. Son rectores que en cambio de estar dedicados a fortalecer el liderazgo pedagógico y a gestionar temas de convivencia, clima escolar y procesos educativos para avanzar, están dedicados a pedir. En Colombia algunos rectores son considerados muy buenos por su capacidad de solicitar y de conseguir plata extra para los colegios, antes que, por los resultados educativos de los estudiantes, a este tipo de gestión los obligan gobiernos y sociedad, ¿quién los apoya?

El país no ha logrado asegurar los recursos para el normal funcionamiento de los colegios oficiales, la mayoría de ellos no cumplen las mínimas condiciones de seguridad y parámetros para el ejercicio educativo. Existen cientos de niños de preescolar a los cuales les cuelgan los piecitos porque no tienen una banca adecuada o maestros que no pueden trabajar en grupo por hacinamiento o porque no tienen el mobiliario que facilite este propósito. El maestro se quejará al rector, aunque sabe que no resolverá nada, el rector se quejará al secretario de educación y esta necesidad concluirá en el MEN. El presidente de FENDIDOC anunció que este año el MEN, de manera arbitraria, recortó en un 18% los recursos de gratuidad, el ajuste fiscal se hace con los niños.

Fuente del Artículo:

https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/en-educacion-derechos-de-ninos-no-son-prevalentes-angel-perez/258012

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Educación para cuidar el planeta: de los buses diésel a la bicicleta

Por: Ángel Pérez Martínez

Cuando reclamamos una educación pertinente y que enseñe a pensar de manera crítica estamos afirmando que requerimos generar en los seres humanos conocimiento y desarrollo que lleven a que nuestras reflexiones y toma de decisiones se basen en esencia en la protección de la vida humana y del medio ambiente.

Hoy existe evidencia de que los vehículos a motor basados en derivados del petróleo contaminan y matan. La respuesta no podría ser otra: los gobiernos y la sociedad tienen la responsabilidad de premiar, incentivar y hasta obligar a que productores y usuarios de los vehículos empiecen a utilizar energías limpias. En el caso de Bogotá y de otras ciudades cuando se discute ¿cómo serán las características de los buses de transporte público en los próximos 10 años?, para los ciudadanos debería ser inaceptable que se propusiera seguir usando diésel. Causa desazón que este tema solo parece interesar a algunos políticos, académicos y especialistas en transporte; requerimos involucrar a todos los ciudadanos en estas discusiones.

La sociedad debe entender que el uso de los vehículos a motor supone altos costos en términos de salud, medio ambiente y tiempo de desplazamiento, costos que alguien debe pagar. En la propuesta de construir ciudades que utilicen energías limpias sobresale el uso de la bicicleta como una decisión de transporte inteligente que cuida la vida y la tierra. El uso de la bicicleta conlleva un ahorro para la sociedad.

Luego un reto de los sistemas educativos, pertinentes al entorno y al desarrollo del territorio, debería ser que la sociedad reflexione y reconozca los beneficios que tiene para la calidad de vida de los seres humanos el uso de energías limpias, además, saludables, como la bici.

Un primer paso es aprender a admirar, a reconocer y a poner de ejemplo a quienes se bajan del carro y se montan en una bicicleta. Esta es una decisión vital que toman seres humanos reflexivos para cuidar la vida y luchar contra el cambio climático. Existe amplia evidencia para afirmar que la bicicleta es silenciosa, no contamina, ayuda a la salud, predispone al trabajo y a la solidaridad y es un medio de transporte barato.

Sin embargo, en la sociedad colombiana el estatus del automóvil prima; basta mirar qué ocurre en los parqueaderos de los centros comerciales, de conjuntos residenciales y de las empresas. A la bicicleta se le arruma, el carro se cuida. El espacio en las vías es generoso para el automóvil, el carro pita y todos nos tenemos que hacernos a un lado. Sin olvidar los pueblos enteros en Colombia donde la moto manda, sin ningún tipo de orden y control; allí no hay otro medio de transporte público, el uso de la bicicleta es limitado y se restringe a los más pobres.

La Secretaría de Salud de México sostiene que “estudios científicos específicos sobre el uso de la bicicleta han demostrado beneficios para la salud. Por ejemplo, se ha encontrado que andar en bici mejora el estado físico, la salud respiratoria y del corazón. Entre los adultos mayores, el ciclismo parece reducir el riesgo de caídas al mejorar el balance y la función de las piernas. Además, en lugares como los Países Bajos, se estima que el ciclismo evita alrededor de 6,500 muertes cada año y aumenta medio año la esperanza de vida, con las ganancias para la economía que eso representa”

Dados los indudables beneficios de la bicicleta, la escuela, la familia, la sociedad y el Estado estamos frente a la pregunta: ¿cómo lograr que los ciudadanos de manera reflexiva usen la bicicleta como medio de transporte y en caso de que no la usen respeten y protejan a quienes toman tan extraordinaria decisión, además de apoyar la reconstrucción de las ciudades y caminos para su uso? ¡No rotundo al trasporte público que contamine!.

Tranquilos, no todo es malo, me enorgullece comentar los logros de Bogotá en el uso de la bicicleta. Según la Secretaría de Movilidad estamos cercanos a los 500 kilómetros de ciclo rutas, por donde transitan ciclistas con seguridad y protegidos de motos, carros, buses y camiones. Emociona ver a miles de personas transitando en bicicleta, la alcaldía sostiene que el 8 por ciento y que en 15 años habrá más ciudadanos en biciceta que en carro. Soy usuario de la bici y reconozco que cada vez más en los cruces y otros sitios de la Ciudad, quienes conducen vehículos a motor empiezan a respetar a quienes utilizamos este medio de transporte. Además, la Secretaría de Educación de Bogotá destaca entre sus logros que: “cada día más de 6.000 estudiantes de sistema educativo oficial van al colegio en bicicleta”.

Por último, el ciclista merece toda clase de consideraciones, pero de manera especial que se reconozca su vulnerabilidad frente a toda clase de vehículos y motos, así como de los pillos. A futuro la legislación debe considerar que atacar o maltratar a un ciclista es un gran atento contra la sociedad. Según RCN, en 2017 se robaron más de 3.300 bicicletas en Bogotá, este año ya van más de 1.000, ¡no hay derecho!

Los buses, camiones y vehículos con motores diésel también matan a los ciclistas, sin atropellarlos.  Invito a seguir en la lucha, a caminar un poco más, a usar la bici y a bajarnos del carro particular, hasta donde eso sea posible y la seguridad lo permita. Al final, la bici ganará.

Fuente del Artículo:

https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/educacion-para-cuidar-el-planeta-por-angel-perez/257599

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Con educación todo se puede

Por Angel Pérez Martínez.

Con educación todo se puede surge de Mockus, hoy candidato al Senado por el Partido Verde, un colombiano insigne, comprometido y conocedor como pocos del sistema educativo. Desde su juventud, a principios de los años 80 del siglo pasado, Mockus participó con el grupo de profesor Carlo Federici y con el profesor Abel Rodríguez Céspedes, quien era presidente de Fecode, en el desarrollo del Movimiento Pedagógico. En los años 80 los principales intelectuales y académicos se interesaron por el desarrollo de la educación nacional. Mockus contribuyó desde entonces a la discusión sobre cómo mejorar la calidad de la educación, el rol del maestro para avanzar en los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como en  la necesidad de que los docentes promuevan reformas pedagógicas y curriculares para trabajar con los estudiantes de la educación oficial.

 Mockus también fue rector de la Universidad Nacional y alcalde de Bogotá, donde planteó y promovió el desarrollo de la Cultura ciudadana, como un espacio donde educación, ciudadanía, convivencia y respeto por la ley van de la mano.

Mockus sostiene que con educación todo se puede, reconociendo a la vez que es necesario fortalecer la educación básica y superior: “soy consciente de las necesidades y la pertinencia de la universidad pública en Colombia. Existen un rol social que la universidad pública cumple que no puede reducirse a las “lógicas del mercado”. Es urgente fortalecer la universidad pública con recursos directos”. Además, “Hay mucho por avanzar en educación y en la pertinencia del sistema formal educativo. No solo fortalecimiento de la educación de calidad en el sistema formal, en sus diferentes niveles, sino también, educación en las calles. Todos aprendiendo de todos. Promoveré las reformas legislativas y el debate necesario para poner la educación en el centro del desarrollo de Colombia”.

Con seguridad, Mockus, antes de invitar a votar por él, preferiría que los colombianos votaran para elegir a los congresistas de manera razonada y critica, con información suficiente sobre los partidos, sus candidatos y sus propuestas legislativas para promover acciones de gobierno o para cambiar la ley. Si lo anterior ocurriera, sin duda alguna encontrarán en las regiones y a nivel nacional candidatos comprometidos con los niños, los adolescentes y los jóvenes y de manera especial con la necesidad de mejorar la educación. Con seguridad en una revisión cuidadosa aparecerán otros candidatos comprometidos con la educación, en cada una de las diferentes listas de quienes aspiran al congreso. Por ejemplo, en la lista del partido verde aparecen propuestas también para apoyar el desarrollo del sistema educativo de los candidatos Antonio Sanguino, Yesid Castañeda, Angélica Lozano y Jorge Guevara. En Nariño el ex maestro Raúl Delgado, aspirante a la Cámara por ese departamento, ha dedicado al sector educativo toda su vida.

Necesitamos un Congreso Nacional donde se comprenda que el objetivo de lograr consolidar el desarrollo del sector educativo de Colombia demanda retos de tal magnitud que se requiere un gran acuerdo nacional para promover acciones de mediano plazo (por lo menos 20 años) que permitan al país garantizar recursos adicionales, por cerca de 2 puntos del PIB, y el logro de políticas pública y de gestión de los gobiernos nacional y territorial en educación para los cuales hoy existe consenso casi universal.

Ese nuevo Congreso también debería reconocer que la educación debería concitar uno de los mayores intereses de la política en Colombia, dado el impacto que esta tiene en la calidad de vida de la población, en el desarrollo de la sociedad y en su aporte a la solución de los problemas estructurales antes anotado. En principio, según DANE, 16,2 millones de personas están en edad escolar, entre 4 y 22 años, de los cuales asisten 12,5 millones al sistema educativo, desde prescolar hasta la educación superior.

 El Congreso y el próximo gobierno reciben un sector educativo donde los académicos, expertos y organizaciones que lo componen reconocen y coinciden en gran medida en cuál es el camino a seguir; el problema de fondo es la falta de compromiso político. Por ello no puedo estar más de acuerdo con el pedagogo y educador Julián de Zubiría, quien retomando una experiencia de Ecuador en las elecciones del 2002, propuso en una columna publicada en la revista Semana y en un trino: “A tener presente en las próximas elecciones: Si tu candidato no sabe cómo cambiar la educación, cambia de candidato. No hay que olvidar que un pueblo poco educado y culto, es fácil de manipular.

Fuente de artículo: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/con-educacion-todo-se-puede-por-angel-perez/256049

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¿Cómo continuarán estudiando los 700.000 bachilleres del 2017?

Por: Ángel Pérez Martínez

La discusión del programa Ser Pilo Paga, SPP, ha sido muy importante para el país, porque puso en evidencia hechos como la desfinanciación de las universidades públicas, lo costoso que es destinar recursos para educación de buena calidad, la inequidad de los recursos que la nación transfiere a las universidades regionales y la necesidad de ampliar la cobertura en educación superior (cobertura del 51%), dado que SPP no crea nuevos cupos.

Miles de bachilleres del calendario A recibieron, la semana pasada, los resultados que ellos lograron en las pruebas SABER 11. ¿Cuántas expectativas y sueños para la mayoría de estos muchachos y sus familias no podrán cumplirse por falta de oportunidades?

De acuerdo con las cifras que pública el ICFES las prueba SABER 11 de 2017 la realizaron 738.782 personas (648.282 en calendario A y 90.500 en calendario B), de los cuales cerca de 690.000 eran estudiantes del grado 11°, el resto son jóvenes que presentan Pre Saber o validan el bachillerato.

 De acuerdo con los antecedentes de la matrícula en educación superior, el 40% de los 690.000 estudiantes del grado once (274.620) no tendrán posibilidad alguna de continuar sus estudios en el año 2018. Para calcular este dato utilizo la tasa de absorción que mide (en porcentaje) los estudiantes matriculados en grado 11 de determinado año y quienes continúan en el año siguiente en educación superior. La última tasa de absorción publicada por el Ministerio de Educación Nacional, MEN, año 2016, encontró que de los 484.664 estudiantes matriculados en grado 11 en el  2015, sólo 184.013 aparecían matriculados en la educación superior en 2016, con una tasa nacional de absorción inmediata del 38%, de acuerdo con el cruce que realiza el MEN de matrículas del Sistema de Matrícula Estudiantil de Educación Básica y Media (SIMAT) y el Sistema Nacional de Información de Educación Superior (SNIES).

La tasa de absorción de la educación superior, incluye SENA, se ha incrementado en los últimos años, por ello calculo una tasa de absorción para 2018 cercana al 40%. Luego se puede afirmar que para el 60% (414.000) de los bachilleres de 2017, que provienen de familias más pobres o de regiones con escaso desarrollo, sus expectativas y las de su familia de continuar el proceso educativo en forma inmediata no es posible. Algunos de ellos podrán ingresar años después a la educación superior nocturna, a programas de fines de semana o a distancia, donde la calidad de la educación y el desarrollo de competencias para los jóvenes no serán iguales, a la que tienen los afortunados compañeros de generación que continuarán en la ruta educativa.

Recordemos que el proceso educativo va descartando y sacando adolescentes del sistema, por ejemplo, en bachillerato más del 30% de los adolescentes que empiezan no terminan este nivel educativo. Según una investigación de profesores de la Universidad de los Andes, por cada 100 estudiantes que empiezan secundaria en el grado sexto, a undécimo grado llegan el 67 % de las mujeres y el 60 % de los hombres, condición que cambia por estratos, “el 70 % de los estudiantes en estrato 2, 3 o más llegan a undécimo grado, solo el 56 % de los estudiantes en estrato 1 logran dicha meta”.

En secundaria el estudio de la Universidad de los Andes señalo que “aproximadamente el 76 % de los estudiantes que en grado sexto se encontraban en Bogotá van a llegar a grado undécimo. Mientras tanto, menos del 60 % de los estudiantes observados en la región del Llano, el Pacífico y el Caribe van a ser observados en undécimo”.

A nivel regional, tanto en bachillerato como en la educación superior, el sistema también discrimina. Según el Plan Distrital de Desarrollo, 2016-2020, Bogotá mejor Para Todos, la tasa de absorción para la educación superior en el Distrito Capital fue de 48,5% en 2014; “la matrícula de grado 11 en 2013 fue de 93.204 estudiantes, de los cuales ingresaron el siguiente año a educación superior 45.244, lo que representó para ese año 47.960 jóvenes por fuera del sistema. Con diferencias por localidades, Sumapaz y Ciudad Bolívar donde viven estudiantes estrato 1 y 2 arrojan tasas de absorción inmediata equivalentes al 24% y 36%”.

Otra opción que tendrán los jóvenes bachilleres del 2017 será buscar trabajo en el 2018 y empezar a soñar con una mejor oportunidad. Sin embargo, los cerca de 400.000 bachilleres, sin posibilidades de continuar estudiando, tendrán que enfrentar la informalidad, bajos salarios y competir con otros jóvenes, sin ninguna formación especial o específica, en un mercado de trabajo donde según el el DANE, la tasa de desempleo juvenil (14 a 28 años) fue de 16,1%, en el trimestre julio – septiembre de 2017 (hombres 12,1% y mujeres 21,6%).

A la Sociedad y al gobierno parece no preocuparles este problema estructural de los más jóvenes; nadie protesta, ni lo menciona. Sigamos esperando que algún día, en tiempos de paz, estos sean los problemas relevantes que se discutan entre quienes aspiren a dirigir el país. Entretanto, los profesores de la educación oficial seguirán luchando en el 2018 con los jóvenes para tratar de mantener en ellos la ilusión de educarse, para que no deserten y realicen esfuerzos de mejora, junto con sus familias. Dura tarea cuando no hay futuro.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/como-estudiaran-los-bachilleres-de-2017-por-angel-perez/253016

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