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Los avances de Vietnam en educación

Por: ÁNGEL PÉREZ MARTÍNEZ

Los resultados de los jóvenes de 15 años de Vietnam en las pruebas de PISA contradicen varios de los supuestos que tenemos en Colombia sobre cómo mejorar la calidad de la educación básica y media.

Los puntajes de los estudiantes de 15 años de Vietnam en las pruebas PISA del 2012, cuando se presentaron por primera vez, y del 2015, fueron sorprendentes para ellos, como país, y para el mundo.

Vietnam es un país más pobre que Colombia, con un PIB per cápita menor, cuya inversión en educación por estudiante es baja cuando se compara con los países de la Ocde, con el 34% de su población en edad escolar por fuera del sistema educativo y en ascenso económico, su crecimiento económico es superior a los 7 puntos en los últimos 10 años.

En primer lugar, una breve comparación económica de Colombia y Vietnam. Utilizando el PIB a precios corrientes, el Banco Mundial calcula que la economía colombiana se encuentra en el puesto número 41 (US$282.463 millones) entre 181 países mientras que la economía vietnamita ocupa el puesto 46 (US$202.616 millones). El PIB per cápita de Vietnam es más bajo, la población de Vietnam es de 92,7 millones, para 2016, frente a los 48,6 millones de Colombia. En dólares Vietnam tuvo un gasto público de 53.020 millones (2013), mientras que el gasto público de Colombia fue de 86.837 millones (para el año 2015). El per cápita del gasto público es de US$1.802 (2015) en el caso colombiano y de US$584 (2013) en el vietnamita; el gasto público representa cerca del 29% del PIB para ambos países.

En competitividad Vietnam se ubica mejor, pues está en el puesto 55, mientras que Colombia se encuentra en el 66. En el ranking de innovación Vietnam nuevamente supera a Colombia (puestos 63 y 59, respectivamente). La tasa de desempleo es muy diferente para cada país siendo de 9,2% para Colombia y 2,1% para Vietnam. Así mismo, el gasto educativo de Colombia, para el año 2015, fue de US$13.092 millones, lo que representa el 15% del PIB, mientras que en Vietnam fue de US$9.651 millones, lo que equivale al 19% del PIB. El gasto público per cápita en educación es de US$272 para Colombia y US$108 para Vietnam.

Así mismo, una breve comparación entre los resultados que obtuvieron los adolescentes de 15 años de Colombia y Vietnam, frente al promedio de los países de la Ocde, permite sobresaltar los resultados de los jóvenes de Vietnam en las pruebas de PISA, año 2015.

En ciencias, los jóvenes de 15 años en Colombia obtienen 416 puntos (Vietnam 525 puntos), mientras que el promedio de los países de la Ocde es de 493 puntos; en Colombia los hombres de 15 años se desempeñan mejor que las mujeres con una diferencia estadísticamente significativa de 10 puntos (Vietnam 3 puntos a favor de las mujeres, diferencia no estadísticamente significativa), en los países de la Ocde la diferencia es de 3,5 puntos en favor de los hombres.

En matemáticas los adolescentes de Colombia obtienen 390 puntos (Vietnam 495), frente al promedio de los países de la Ocde que fue de 490 puntos. Los hombres en Colombia se desempeñaron mejor que las mujeres con una diferencia estadísticamente significativa de 11 puntos (Vietnam 3 puntos a favor de las mujeres), mientras que el promedio de los países de las Ocde fue de 8 puntos más para los hombres.

En lectura los adolescentes de Colombia obtienen 425 puntos (Vietnam 487), mientras que el promedio de los países de la Ocde fue de 493 puntos. Las mujeres en Colombia se desempeñaron mejor que los hombres con una diferencia estadísticamente significativa de 16 puntos (Vietnam 3 puntos a favor de las mujeres) y en la Ocde, en promedio los hombres obtuvieron 8 puntos más que las mujeres.

¿Qué ha hecho Vietnam de manera especial para obtener estos resultados? Andreas Schleicher, Director de educación y conocimiento en la Ocde sostiene que hay tres factores clave que contribuyeron a estos logros: i) un gobierno comprometido, donde el Ministerio de Educación tiene un plan de largo plazo para la educación, al que realiza seguimiento permanente y evalúa; ii) un plan de estudios que abarca poco y profundiza mucho, lo cual obliga a los profesores a estar centrados en dicho plan (Schleicher destaca que en las aulas vietnamitas hay docentes con un impresionante nivel de rigor y quienes siempre desafían a los estudiantes con preguntas difíciles), y iii) una fuerte inversión en profesorado, el gasto público que Vietnam hoy destina educación representa más del 20% del total de su presupuesto, en proporción, es más grande que el de cualquier país miembro de la Ocde. Vietnam es pobre, pero prioriza su gasto en educación.

Por último, y quizás la variable más importante para explicar este éxito educativo se relaciona con la disminución de la relación docente-alumno en educación primaria: previo al año 2002 Vietnam tenía una relación más alta que la de Colombia (38,6 contra 30,6, en 1981). Ambos países tienen una tendencia a la baja, pero la de Vietnam, especialmente a partir de 1993, es más fuerte. En 2002 tuvieron la misma relación (alrededor de 26,5). Para 2015 la relación de Vietnam fue 19,2 mientras que la de Colombia fue 23,7, según datos del Banco Mundial.

A manera de conclusión Vietnam ha demostrado que se puede ser pobre y tener calidad en el sistema educativo. Además, el caso de Vietnam evidencia que crecimiento y desarrollo de la educación pueden ir de la mano.

Fuente del Artículo:

http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/los-avances-de-vietnam-en-educacion-por-angel-perez/252811

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La educación de niños y adolescentes debe ser obligatoria

Por: Ángel Pérez Martínez

El país está en mora de hacer cumplir la Constitución y las normas que establecen la obligatoriedad de la educación desde los 5 hasta los 15 años de edad. En Colombia más de un millón y medio de niños y adolescentes no asisten a la escuela y no pasa nada.

Basta viajar por las carreteras nacionales o recorrer las ciudades y pueblos de Colombia, para encontrar miles de niños y adolescentes que, en horas escolares, venden productos en las calles, piden limosnas, consumen drogas, y algunos, ya son una amenaza para la sociedad.

También es una vergüenza para el país conocer, de acuerdo con el DANE, que al finalizar el año 2016 la tasa de trabajo infantil (entre 5 y 17 años de edad) en el país fue 7,8%, es decir 867.000 niños y adolescentes estaban trabajando; más grave, 358.000 tenían entre 5 y 14 años de edad. En las áreas urbanas la tasa de trabajo infantil era de 5,7% y en el sector rural 13,6%. Por género 10,2% para los hombres y 5,1% mujeres.

Así mismo, el Ministerio de Educación Nacional, MEN, sostuvo en la rendición de cuentas del año 2016, que la tasa de deserción escolar para la educación básica y media fue de 3,74%, la más baja en los últimos 10 años, lo cual no oculta el hecho que 374.536 estudiantes abandonaron el sistema escolar antes de finalizar el año escolar

Además, los datos del DANE sobre educación formal señalan que el total de la matrícula en el sector oficial disminuyó en 1.044.399 estudiantes entre 2010 y 2016, es decir que decreció un 9,5 por ciento. Este punto es muy importante porque se demuestra que existe la oferta pública para atender por lo menos un millón de los niños y adolescentes que están por fuera del sistema educativo, además entre el 2010 y el 2016 se adicionó en más de 10.000 docentes la planta de maestros financiada con recursos nacionales.

En total, durante el año 2016, cerca de un millón y medio de niños y adolescentes entre 5 y 16 años de edad no asistieron a la educación básica y media. Estos datos van en contravía de la Constitución Nacional que estableció, en el artículo 67: “el Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica”. Aclaro, si la exigencia es hasta los 15 años, en ese momento los muchachos deben estar matriculados en el grado decimo, cuando ellos tienen una trayectoria normal por el sistema educativo: entrar a los 5 años al grado de transición y no repetir año escolar o desertar y volver.

Además, la Ley 1753 de 2015, por la cual se expidió el Plan Nacional de Desarrollo, del actual Gobierno, determinó en el artículo 55 la obligatoriedad de la educación media, para lo cual el Estado debe adelantar las acciones tendientes a asegurar la cobertura con gradualidad hasta el grado once (11) en todos los establecimientos educativos. Sin embargo, fue desafortunado que dicho artículo extendiera la exigencia de obligar a los adolescentes a estudiar los grados 10 y 11, hasta el año 2025 en las zonas urbanas y 2030 para las zonas rurales.

A pesar de las normas citadas que tienen origen constitucional, en el año 2016 para cerca de 1.500.000 niños y adolescentes la sociedad y el gobierno no se comprometieron a fondo en garantizar y exigir para ellos el cumplimiento del derecho a la educación, esta situación sigue igual en el 2017. Tampoco hubo investigaciones o sanciones para padres de familia o acudientes irresponsables (la educación oficial es gratuita e incluye otros bienes y servicios por los que no se cobra) que cohonestan para que sus hijos no asistan o ayudan a la explotación económica de los niños y adolescentes.

Hoy conocemos que las trampas de la pobreza y la repetición de ciclos de vida, nada ejemplares, al interior de algunas familias o de grupos sociales se transmiten y se reproducen de manera más fácil, cuando desde la primera infancia, la niñez y la adolescencia no se accede a oportunidades de desarrollo fundamentales para la vida, como una adecuada nutrición, servicios de salud y una educación básica y media de buena calidad.

El Gobierno y las autoridades educativas están en la obligación, con la ayuda de los docentes y los colegios, de promover y fortalecer acciones para incentivar la matrícula de todos los niños y adolescentes entre 5 y 16 años, esto conviene al conjunto de la sociedad. Insisto, la educación debería ser un punto de encuentro, de inclusión social y de oportunidades no sólo para el trabajo, también para la vida, el arte y la convivencia ciudadana.

El Estado, los gobiernos, la justicia, los medios de comunicación y en general la sociedad están en mora de empezar a reprochar y a sancionar a los adultos que obstaculicen bajo cualquier forma o excusa el acceso a la educación de los niños y adolescentes, ellos deben gozar de toda clase de protecciones y cuidados. Nadie se beneficia de semejante cantidad de niños y adolescentes por fuera del sistema educativo, sin futuro alguno. No todo es culpa de la pobreza o la guerra, puede existir desidia personal o familiar en algunos casos.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/educacion-debe-ser-obligatoria-angel-perez/249686

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La educación de niños y adolescentes debe ser obligatoria

Por: Ángel Pérez Martínez

 El país está en mora de hacer cumplir la Constitución y las normas que establecen la obligatoriedad de la educación desde los 5 hasta los 15 años de edad. En Colombia más de un millón y medio de niños y adolescentes no asisten a la escuela y no pasa nada.

Basta viajar por las carreteras nacionales o recorrer las ciudades y pueblos de Colombia, para encontrar miles de niños y adolescentes que, en horas escolares, venden productos en las calles, piden limosnas, consumen drogas, y algunos, ya son una amenaza para la sociedad.

También es una vergüenza para el país conocer, de acuerdo con el DANE, que al finalizar el año 2016 la tasa de trabajo infantil (entre 5 y 17 años de edad) en el país fue 7,8%, es decir 867.000 niños y adolescentes estaban trabajando; más grave, 358.000 tenían entre 5 y 14 años de edad. En las áreas urbanas la tasa de trabajo infantil era de 5,7% y en el sector rural 13,6%. Por género 10,2% para los hombres y 5,1% mujeres.

Así mismo, el Ministerio de Educación Nacional, MEN, sostuvo en la rendición de cuentas del año 2016, que la tasa de deserción escolar para la educación básica y media fue de 3,74%, la más baja en los últimos 10 años, lo cual no oculta el hecho que 374.536 estudiantes abandonaron el sistema escolar antes de finalizar el año escolar.

En total, durante el año 2016, cerca de un millón y medio de niños y adolescentes entre 5 y 16 años de edad no asistieron a la educación básica y media. Estos datos van en contravía de la Constitución Nacional que estableció, en el artículo 67: “el Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación básica”. Aclaro, si la exigencia es hasta los 15 años, en ese momento los muchachos deben estar matriculados en el grado decimo, cuando ellos tienen una trayectoria normal por el sistema educativo: entrar a los 5 años al grado de transición y no repetir año escolar o desertar y volver.

A pesar de las normas citadas que tienen origen constitucional, en el año 2016 para cerca de 1.500.000 niños y adolescentes la sociedad y el gobierno no se comprometieron a fondo en garantizar y exigir para ellos el cumplimiento del derecho a la educación, esta situación sigue igual en el 2017. Tampoco hubo investigaciones o sanciones para padres de familia o acudientes irresponsables (la educación oficial es gratuita e incluye otros bienes y servicios por los que no se cobra) que cohonestan para que sus hijos no asistan o ayudan a la explotación económica de los niños y adolescentes.

Hoy conocemos que las trampas de la pobreza y la repetición de ciclos de vida, nada ejemplares, al interior de algunas familias o de grupos sociales se transmiten y se reproducen de manera más fácil, cuando desde la primera infancia, la niñez y la adolescencia no se accede a oportunidades de desarrollo fundamentales para la vida, como una adecuada nutrición, servicios de salud y una educación básica y media de buena calidad.

El Gobierno y las autoridades educativas están en la obligación, con la ayuda de los docentes y los colegios, de promover y fortalecer acciones para incentivar la matrícula de todos los niños y adolescentes entre 5 y 16 años, esto conviene al conjunto de la sociedad. Insisto, la educación debería ser un punto de encuentro, de inclusión social y de oportunidades no sólo para el trabajo, también para la vida, el arte y la convivencia ciudadana.

El Estado, los gobiernos, la justicia, los medios de comunicación y en general la sociedad están en mora de empezar a reprochar y a sancionar a los adultos que obstaculicen bajo cualquier forma o excusa el acceso a la educación de los niños y adolescentes, ellos deben gozar de toda clase de protecciones y cuidados. Nadie se beneficia de semejante cantidad de niños y adolescentes por fuera del sistema educativo, sin futuro alguno. No todo es culpa de la pobreza o la guerra, puede existir desidia personal o familiar en algunos casos.

Fuente noticia: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/educacion-debe-ser-obligatoria-angel-perez/249686

Fuente imagen: http://toronto.hispanocity.com/sites/default/files/media/p1910e91ocnii1fmv139b1pn31ntv4.jpg

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Ministros y secretarios de educación deben tener formación en gestión educativa

Por: Ángel Pérez Martínez

Los gobiernos nacionales y territoriales no pueden seguir improvisando con quienes dirigen el sector educativo. Para empezar el Congreso Nacional está en mora de fijar mediante norma requisitos y condiciones para ser ministro o secretario de educación de entidad territorial certificada.

No se entiende cómo en Colombia, cualquier profesional sin formación específica o experiencia puede ser ministro o secretario de educación, en un sector que incide en la vida de la mayoría de los colombianos. De manera directa más del 50% de la población del país están vinculado con el sector educativo: estudiantes, padres de familia, docentes, funcionarios y proveedores de productos y servicios de las instituciones escolares.

26 años después de expedida la constitución del 91 y las leyes que en los años noventa reglamentaron su desarrollo (ley 30 de 1992 y ley 115 de 1994, entre otras), el país en el año 2017 enfrenta nuevos desafíos, que en ese momento no eran relevantes. Por ejemplo, en el caso de la educación, el país duplicó la matrícula y los recursos del sector.

Además, la educación pasó de tener un problema, el acceso, a por lo menos tres problemas: acceso, permanencia y calidad. Estos conforman un concepto más integral del derecho a la educación. Ya no se trata sólo de ofrecer o conseguir un cupo escolar, también es necesario considerar las políticas que respondan a cómo alcanzar que los estudiantes permanezcan hasta la educación superior (bienestar, felicidad del estudiante y valoración social de la educación) y la calidad de la educación.

Quien dirija el Ministerio de Educación Nacional, MEN, debe considerar que está al frente de una entidad que determina cómo gastar el 15.5% del presupuesto nacional y que las decisiones de política educativa tienen incidencia directa en la vida de la población en edad escolar (5 a 21 años) 14.581.926 de niños, adolescentes y jóvenes para el año 2016 (DANE) y de otros sectores de la población.

También, quien oriente el MEN ayuda a incidir de alguna forma en la matrícula, permanencia y calidad de la educación. En total en el año 2016 el país matriculó 12.442.052 estudiantes desde el preescolar hasta la educación superior. 10.047.618 estudiantes en educación preescolar, básica y media, de ellos 8.086.9871 en el sector oficial y 1.960.631 en el sector privado, el MEN tiene responsabilidad directa sobre el 80,5% del total de la matrícula en estos niveles educativos.  Así mismo, la matrícula para la educación superior fue de 2.394.434 estudiantes, 1.194.697 en instituciones de educación superior oficiales y 1.199.737 estudiantes en privadas.

El ministro y los secretarios de educación tienen la responsabilidad, con otros sectores (políticas multisectoriales), de pensar y actuar para vincular al sistema educativo a los más de 2 millones de niños y jóvenes (5 a 21 años) que no asisten a una institución educativa; no es una tarea fácil, allí están quienes habitan en el sector rural y los más pobres del sector urbano.

De otra parte, el Ministerio de Educación ha certificado 95 entidades territoriales (32 departamentos, 5 distritos y 58 municipios). Entidades que dirigen los secretarios de educación, quienes son responsables de administrar y operar la educación preescolar, básica y media. Ellos gastan 20.5 billones de pesos anuales que provienen del sistema general de participaciones, SGP, y más de 3 billones de recursos propios en el pago de nóminas y otros gastos que garantizan el funcionamiento del sistema educativo oficial.

Las entidades certificadas, a través de los secretarios de educación son responsables del funcionamiento de los colegios y de las plantas de personal (seleccionan, nombran, encargan, trasladan y retiran) y de la nómina de los 314.947 docentes oficiales, más los 26.858 administrativos de los colegios oficiales financiados con el SGP.

Otra responsabilidad de ministros y secretarios, quizás la más importante, es que ellos están obligados a tener, además de una gestión de excelencia, un liderazgo participativo y trasformador con quienes trabajan en el sector educativo, para lograrlo se requiere conocimiento y experiencia. Por ejemplo, un docente está muy poco dispuesto a escuchar a alguien que no conoce o improvisa un discurso sobre la educación, sin ningún criterio. Lo normal en Colombia es que los ministros y secretaros de educación tarden un año y más conociendo el sector, para luego empezar a tomar decisiones más o menos informadas.

He mencionado las grandísimas responsabilidades de ministros y secretarios de educación, sin proponer una sola función relacionada con los proyectos educativos institucionales, los planes de estudios, el currículo, los proyectos pedagógicos, la formación de docentes y las facultades de educación.

En el año 2015 estudiaban 186.765 estudiantes programas de educación y se graduaron de pregrado 36.174. En los últimos 5 años Bogotá, el MEN y otras secretarías de educación han financiado más de 10.000 maestrías en educación, esta tendencia se mantendrá en los próximos años, los docentes para ascender ahora requieren de maestría. Por lo anterior, ahora es posible proponer que los ministros y los secretarios de educación deberían tener, por ley, formación en educación a nivel de maestría y experiencia relacionado con el sector educativo, de por lo menos 5 años. Para no continuar con la improvisación en la gestión del sector educativo.

El próximo presidente de los colombianos debería reconocer que directivos, investigadores, docentes y el personal administrativo de la educación superior, media, básica y prescolar demandan un mínimo respeto de los gobiernos nacionales y territoriales en la designación de quienes dirijan el sector educativo, para hechos tan elementales como el simple dialogo entre actores, que hoy no existe. En educación no se conversa, se manda mediante normas o lineamientos y se pretende que todos obedezcan.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/ministros-y-secretarios-de-educacion-por-angel-perez/249155

Imagen: http://gestioneducativaupaep.blogspot.com/

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Educación y reconciliación nacional.

La educación no tendría sentido si su objetivo no fuera la vida, la convivencia, la libertad, la mejora del conocimiento, el progreso y la necesidad de luchar por preservar los derechos que hoy disfrutamos, gracias a las luchas de nuestros antepasados.

Por: Ángel Perez Martinez.

Para el próximo 30 de agosto, un grupo de instituciones y personas del sector educativo están promoviendo la celebración de una jornada nacional por la reconciliación y el perdón en los establecimientos educativos.

Celebro y acompaño esta iniciativa porque el sector educativo por su tamaño y su misión tiene responsabilidades morales, éticas y sociales que van más allá de la educación. Por ello es loable que pedagogos como Julián de Zubiria; las secretarías de educación de Bogotá, Cali y Barranquilla, entre otras; organizaciones como Todos por la Educación y la Asociacion de Establecimientos Educativos Privados, ADESPRIP; cerca de 5.000 colegios oficiales y privados;  universidades como la del Rosario, la Pedagógica; y las agremiaciones estudiantiles estén vinculadas con la jornada nacional por la reconciliación y el perdón.

La reconciliación nacional y el perdón alrededor de la paz debería estar en la agenda de los dirigentes empresariales, políticos, gubernamentales, académicos y sindicales. Los hechos demuestran lo contrario, los acuerdos de la Habana ampliaron divisiones y heridas con respecto al proceso de paz, aún entre sectores de la población que nunca estuvieron en la guerra. las diferencias con respecto al proceso de paz pueden ser de franca enemistad, entre amigos, compañeros de trabajo y familiares. Lo anterior es un reflejo de lo que ocurrió en el plebiscito donde la votación fue mitad a favor y mitad en contra.

Las últimas encuestas políticas muestran que el país está cansado de la polarización en torno a la paz, que sus dirigentes de uno y otro lado sufren el desgaste, la opinión desfavorable del presidente Santos es del 73% y la Uribe del 58%, con un incremento sustancial de este último, de no cambiar esta tendencia, en 2 o 3 meses estarán iguales. En el marco de las pasiones y odios que generó el proceso de paz, la evidencia indica que las FARC se desarmaron, cumplen con lo firmado y ahora no son un obstáculo para eliminar cultivos ilícitos en aquellos territorios donde ejercían influencia.

Por ejemplo, sobre evidencia de beneficios del proceso de paz, Zubiría sostiene en revista Semana que el Hospital Militar atendió en 2011 a 424 militares y a 388 en 2012. Para el año 2016 recibió 36 heridos y en lo corrido del año, apenas van tres. También, el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, CERAC señala que en el año 2007 hubo en Colombia 1795 muertos (civiles, fuerzas armadas y guerrilleros) por acciones en eventos de conflicto con participación de las FARC, para el año 2016 se registraron 6 muertos y ninguno en lo corrido en el año 2017. Recordemos que la vida es el primer derecho humano, sin ella no existen los otros. En palabras de Antanas Mockus: “Cuando una sociedad aprende a respetar la vida, aprende a respetar los otros derechos”.   

La paz, la reconciliación y el perdón van de la mano

La reconciliación según Karen Brounéus implica reconocer que entre las partes hay un sentimiento mutuo de sufrimiento generado en el pasado que aleja y produce enemistad. Las acciones de reconciliación tienen como objetivo cambiar aquello que nos separa por actitudes, conductas y emociones constructivas, propias de la razón humana y de la necesidad de fortalecer la convivencia social y política.

La reconciliación en sí misma es un acto de paz y de posibilidad de unidad humana en favor de la vida, la amistad y la convivencia. La reconciliación debe llegar a permitir compartir con el otro, así el otro piense diferente, no es mi enemigo y puedo llegar a participar en acciones que nos convienen. La reconciliación no requiere perdón total, pero hay algo de perdón. La reconciliación en torno a la paz debería ser ejemplo para frenar otras formas de reproducción de la violencia y para favorecer un tejido social más proclive a la búsqueda de acuerdos.

La paz es un bien humano, nadie puede ser dueño o apropiarse de la paz. la experiencia de Colombia muestra que la paz es compleja y difícil de alcanzar, hay que luchar por la paz. La reconciliación en pequeños actos con la familia, con los compañeros de trabajo y los amigos, así como los eventos y movilizaciones públicas en favor de la reconciliación nacional son formas de lucha por la paz civilizadas, propias de la inteligencia y del amor humano.

La educación no tendría sentido si su objetivo no fuera la vida, la convivencia, la libertad, la mejora del conocimiento, el progreso y la necesidad de luchar por preservar los derechos que hoy disfrutamos, gracias a las luchas de nuestros antepasados. A la vez, tenemos la responsabilidad de dejar a las nuevas generaciones mejores derechos, por ejemplo, garantizar, a corto plazo, el derecho a la vida a los niños y a quienes nazcan en Colombia, en los próximos años.  

Por último, este 30 de agosto de 2017, como sostiene Zubiría: “démosle la bienvenida al papa con la celebración de una Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón en todos los colegios y universidades del país. Una jornada que le enseñe a Colombia a contagiarse de paz, confianza, fe, esperanza y alegría: la posibilidad de despedirnos definitivamente de la guerra”. Invito a las secretarias de educación a las instituciones escolares, a las universidades y a los más de 500.000 docentes, para que junto con los estudiantes se preparé y se celebré en un ambiente académico y festivo la Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/educacion-y-reconciliacion-nacional-angel-perez-martinez/248535

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Yo voto por el que diga

Por: Ángel Pérez Martínez

También, el “yo voto por quien diga otro” es muy común en el país, donde la democracia está restringida por el clientelismo y los negocios en la política. Existe evidencia donde se ha demostrado cómo contratistas, empresarios y políticos se reúnen de manera previa y definen quién será el gobernador o alcalde de turno. Los resultados, después de elecciones muestran, que el pueblo acató la orden de votar por quienes ellos dijeron.

El problema de fondo en Colombia es que estas formas de participar en la política, son parte de una cultura asociada a lo fácil, al sueño dorado de ganar una lotería, un chance o que suceda algo extraordinario “un buen de trabajo” y seamos ricos mañana.

Desde que llegaron los españoles no hemos dejado de buscar el dorado, la guaca que está enterrada, donde el único problema que tenemos es encontrar el camino para hallarla, aunque seguimos muriendo de pobreza económica y de otros tipos de pobreza. La cultura de lo fácil es un estímulo para no luchar, para no trabajar con esfuerzo en el objetivo social de crear, producir y aumentar la riqueza. En esta visión de vida la riqueza está ahí sólo hay que ser hábil para apropiársela.

Me pregunto si esta pobre visión de la vida, de la mayoría de colombianos, no es la que permite que sigamos rezando y pidiendo a Dios que él nos ayude a ganar la lotería y en caso contrario que se nos aparezca a la vuelta de la esquina un tesoro en forma de narcotráfico, lavado, corrupción o sobre explotación a otros.

La riqueza fácil lleva implícito que el progreso de la vida personal y social se sustenta sobre tres pilares:

  1. El éxito humano se logra sólo a través de la posesión de bienes materiales (el señor dinero).
  2. El egoísmo, solo importo yo,
  3. Una cultura donde el progreso y el desarrollo humano se alcanza sin mediar el trabajo, el esfuerzo y la lucha personal por avanzar. Una cultura donde no existe una condición de progreso colectivo, en la que se avance paso a paso, de manera solidaria y equitativa, con mi aporte.

Recomendado: Rectores de colegios Oficiales dedicados a temas administrativos y no a la Educación

Este escenario de desarrollo de la vida fácil tiene incidencia directa en la escasa valoración que otorgamos a la política, hasta aceptar que otro defina por quién voto. Un estudio realizado por la Universidad Sergio Arboleda para la Registraduría Nacional sostiene que Colombia es el país con la mayor abstención de América Latina. Por ejemplo, en el plebiscito de la paz sólo votaron el 37,4% del total de los colombianos habilitados, significa que aceptamos que el 19% decide el destino del país.   

Un país cuya cultura de lo fácil y del todo vale no requiere un gran sistema educativo. Tampoco, necesita tener una democracia participativa y transparente, y menos, un sistema político que promueva en los ciudadanos que piensen y actúen con total libertad desde los interese del país y los retos de la sociedad.

Un sistema educativo debe ser crítico de este estado de cosas, desde la educación básica y media hasta la educación superior, en las aulas adolescentes y jóvenes deberían razonar, discutir y tomar posiciones irreverentes frente a la aceptación de “yo voto por el que diga otro” y todo lo que se esconde detrás de esta afirmación: seres humanos que no son responsables de sus propias vidas, admitir que la política es ilegítima y que no importa, no pasa nada. El país requiere jóvenes con liderazgo, autónomos, con capacidades de defender y proteger su escenario político, que razonen. Esto es calidad de la educación.

Insisto en la necesidad de preparar a los jóvenes para ser poder o para colaborar con otros, los mejores, para que ellos sean poder y actúen en la política, entendida ésta como un escenario que permite la definición y solución de los principales problemas nacionales o locales, que inciden de manera directa en mi bienestar y en mi calidad de vida, así como en la vida de los seres que amo.

Recomiendo, a los maestros el bello texto de Kant donde él dio respuesta a la pregunta de qué es la Ilustración: “La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella, sin la tutela de otro. La pereza y la cobardía son causa de que una tan gran parte de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo …; también lo son que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores. Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad; y la más inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber: libertad de hacer uso público de su razón íntegramente”.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/yo-voto-por-el-que-diga-por-angel-perez/248016

Imagen: http://pedagogiascontemporaneasytipos.blogspot.com/p/pedagogia-critica.html

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El tiempo de aprendizaje de los estudiantes en Colombia

Por:Ángel Pérez Martínez

Preguntas claves en la política educativa de un país: ¿Cuánto tiempo deben permanecer los niños y adolescentes en las instituciones escolares? ¿Cuánto tiempo deben trabajar fuera de la institución escolar en actividades de aprendizaje con intención educativa?

Las anteriores preguntas tienen relación directa con: la calidad de la educación; las condiciones de aprendizaje, la felicidad y el bienestar de los estudiantes; la jornada laboral de los docentes y los salarios y; las condiciones de las familias, nivel educativo y trabajo de los padres o responsables de los estudiantes, así como el tipo de apoyo al proceso educativo que ellos brinden a sus hijos.

La jornada escolar que cumplen los niños y adolescentes en la institución escolar y las denominadas tareas que se realizan en casa de manera planeada se constituyen en el tiempo diario dedicado al aprendizaje escolar. Este aprendizaje se caracteriza porque hace parte de una escuela o colegio que cuenta con un proyecto educativo institucional, un currículo que lo desarrolla y las acciones pedagógicas en el aula y de acompañamiento de los maestros. También se considera que el tiempo que se dedica dentro de la institución escolar a descanso, recreo o alimentación hace parte del tiempo de aprendizaje.

La Ocde señala que países como China (en 4 provincias:Beijing, Shanghái, Jiangsu, y Guangdong), Qatar, Tailandia, Túnez y los Emiratos Árabes Unidos, los estudiantes pasan al menos 54 horas por semana aprendiendo en y fuera de la escuela. En países como Finlandia, Alemania, Suecia, Suiza y Uruguay, los estudiantes pasan menos de 40 horas estudiando. En Colombia los estudiantes están cerca de 46 horas a la semana estudiando, 26 en las instituciones escolares y 20 fuera de la escuela (OCDE, Pisa In Focus #73).

En Colombia, la Ley 115 de 1994, Artículo 85, estableció una sola jornada escolar en los establecimientos educativos, diurna. sólo cuando las necesidades del servicio educativo lo requieran, los colegios podrán ofrecer jornada nocturna. La jornada nocturna se destina a la educación de adultos. Este artículo no se cumple en la educación oficial de Colombia, según el Ministerio de Educación sólo 512.184 estudiantes asisten en jornada única (6,99% de la matrícula oficial). En el sector privado más del 90% de la Matrícula (1.960.631 alumnos matriculados en 2016) asiste en jornada única.

También la Ley fijo que el calendario académico tendría 40 semanas en el año, como mínimo. El decreto 1850 de 2002, artículo 1º, estableció para los colegios oficiales 5 horas diarias en primaria y 6 en secundaria, dedicadas a la prestación directa del servicio público educativo. 1000 horas anuales en primaria y 1200 en secundaria, lo cual no es cierto porque supone 40 semanas perfectas, sin festivos y sin ningún contratiempo o celebraciones como el día del educador o declaraciones territoriales de días cívicos u otros.

 

En Bogotá con un grupo de rectores encontramos que normalmente en la educación oficial se trabajaba menos de 180 días al año y los colegios privados estaban por encima de esta cifra, cerca de 185 días. Es decir, en Colombia los niños de primaria en colegios oficiales asisten 900 horas año y en secundaria 1080, mientras que los colegios privados alcanzan 1.450 horas año en promedio (40 horas a la semana).

Uno de los objetivos de la jornada única en Colombia es ampliar el tiempo escolar de los estudiantes, para acercar el tiempo de aprendizaje al que ofrecen a sus alumnos los colegios privados. El Ministerio de Educación Nacional sostiene que la “desigualdad empieza con el número de horas de clase que reciben nuestros estudiantes. Sin Jornada Única un estudiante a los 15 años tiene dos años menos de horas efectivas de clase que un estudiante con Jornada Única”.

El problema es que más tiempo de aprendizaje no significa mayor calidad y mejores resultados educativos. Los países de la OCDE donde los estudiantes dedican más tiempo al estudio no tienen mejores logros educativos que los pares, con menor intensidad horaria de aprendizaje.

Además, las tareas y los trabajos extra escuela para los niños y adolescentes cada vez tienen más oposición, de hecho Francia Y Bélgica tienen prohibidas las tareas y en países como Chile se discute su utilidad; en Finlandia no están prohibidas, pero los maestros no se apoyan en ellas, en varios países (Inglaterra y España, entre otros) existe grupos anti tareas. La Ocde, también, encontró que cuando los estudiantes pasan más tiempo estudiando ciencias después de la escuela, los puntajes promedio de la ciencia son más bajos.

Por lo anterior, insisto que ampliar el tiempo de aprendizaje a través de la Jornada única es importante para la calidad de la educación y la permanencia, si se aumenta el tiempo escolar en los colegios oficiales en cultura, arte, deporte, recreación y, quizás, en un segundo idioma.

Al sistema educativo le debe interesar las condiciones de aprendizaje de los estudiantes, la permanencia, la felicidad y el apoyo a quienes tienen problemas especiales. La OCDE muestra que los estudiantes con un fuerte sentido de pertenencia en la escuela tienen un mejor desempeño y están más satisfechos con su vida; también, las percepciones de los estudiantes sobre el apoyo que les brindan los profesores están asociadas con una mayor satisfacción con la vida y; los estudiantes que trabajan en una aula disciplinada tienen un mayor sentido de pertenencia y mayor satisfacción con la vida. La intimidación es más frecuente en las escuelas con escaso clima disciplinario.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/tiempo-de-aprendizaje-de-estudiantes-en-colombia-angel-perez/247833

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