Yo voto por el que diga

Por: Ángel Pérez Martínez

También, el “yo voto por quien diga otro” es muy común en el país, donde la democracia está restringida por el clientelismo y los negocios en la política. Existe evidencia donde se ha demostrado cómo contratistas, empresarios y políticos se reúnen de manera previa y definen quién será el gobernador o alcalde de turno. Los resultados, después de elecciones muestran, que el pueblo acató la orden de votar por quienes ellos dijeron.

El problema de fondo en Colombia es que estas formas de participar en la política, son parte de una cultura asociada a lo fácil, al sueño dorado de ganar una lotería, un chance o que suceda algo extraordinario “un buen de trabajo” y seamos ricos mañana.

Desde que llegaron los españoles no hemos dejado de buscar el dorado, la guaca que está enterrada, donde el único problema que tenemos es encontrar el camino para hallarla, aunque seguimos muriendo de pobreza económica y de otros tipos de pobreza. La cultura de lo fácil es un estímulo para no luchar, para no trabajar con esfuerzo en el objetivo social de crear, producir y aumentar la riqueza. En esta visión de vida la riqueza está ahí sólo hay que ser hábil para apropiársela.

Me pregunto si esta pobre visión de la vida, de la mayoría de colombianos, no es la que permite que sigamos rezando y pidiendo a Dios que él nos ayude a ganar la lotería y en caso contrario que se nos aparezca a la vuelta de la esquina un tesoro en forma de narcotráfico, lavado, corrupción o sobre explotación a otros.

La riqueza fácil lleva implícito que el progreso de la vida personal y social se sustenta sobre tres pilares:

  1. El éxito humano se logra sólo a través de la posesión de bienes materiales (el señor dinero).
  2. El egoísmo, solo importo yo,
  3. Una cultura donde el progreso y el desarrollo humano se alcanza sin mediar el trabajo, el esfuerzo y la lucha personal por avanzar. Una cultura donde no existe una condición de progreso colectivo, en la que se avance paso a paso, de manera solidaria y equitativa, con mi aporte.

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Este escenario de desarrollo de la vida fácil tiene incidencia directa en la escasa valoración que otorgamos a la política, hasta aceptar que otro defina por quién voto. Un estudio realizado por la Universidad Sergio Arboleda para la Registraduría Nacional sostiene que Colombia es el país con la mayor abstención de América Latina. Por ejemplo, en el plebiscito de la paz sólo votaron el 37,4% del total de los colombianos habilitados, significa que aceptamos que el 19% decide el destino del país.   

Un país cuya cultura de lo fácil y del todo vale no requiere un gran sistema educativo. Tampoco, necesita tener una democracia participativa y transparente, y menos, un sistema político que promueva en los ciudadanos que piensen y actúen con total libertad desde los interese del país y los retos de la sociedad.

Un sistema educativo debe ser crítico de este estado de cosas, desde la educación básica y media hasta la educación superior, en las aulas adolescentes y jóvenes deberían razonar, discutir y tomar posiciones irreverentes frente a la aceptación de “yo voto por el que diga otro” y todo lo que se esconde detrás de esta afirmación: seres humanos que no son responsables de sus propias vidas, admitir que la política es ilegítima y que no importa, no pasa nada. El país requiere jóvenes con liderazgo, autónomos, con capacidades de defender y proteger su escenario político, que razonen. Esto es calidad de la educación.

Insisto en la necesidad de preparar a los jóvenes para ser poder o para colaborar con otros, los mejores, para que ellos sean poder y actúen en la política, entendida ésta como un escenario que permite la definición y solución de los principales problemas nacionales o locales, que inciden de manera directa en mi bienestar y en mi calidad de vida, así como en la vida de los seres que amo.

Recomiendo, a los maestros el bello texto de Kant donde él dio respuesta a la pregunta de qué es la Ilustración: “La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella, sin la tutela de otro. La pereza y la cobardía son causa de que una tan gran parte de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo …; también lo son que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores. Para esta ilustración no se requiere más que una cosa, libertad; y la más inocente entre todas las que llevan ese nombre, a saber: libertad de hacer uso público de su razón íntegramente”.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/yo-voto-por-el-que-diga-por-angel-perez/248016

Imagen: http://pedagogiascontemporaneasytipos.blogspot.com/p/pedagogia-critica.html

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Ángel Pérez Martínez

Columnista Online