Día del estudiante universitario en Venezuela En tiempos de revolución educativa

Por Arlene Vergaras

En Venezuela el 21 de noviembre de cada año se celebra el día del estudiante universitario en conmemoración a la lucha de los estudiantes universitarios de la Central de Venezuela que el 21 de noviembre de 1957 se activaron en huelga que se hizo extensiva a otras universidades en contra del régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez.

Esta lucha de poder de los estudiantes universitarios, motivó que la  Seguridad Nacional tomó la Universidad Central, apresó a numerosos estudiantes y cerró los centros de Educación Superior, lo que produjo un revuelo social que se convirtió en uno de los desencadenantes que concluyeron con la huida del dictador Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero de 1958.

Venezuela tiene mucho que celebrar en el día del estudiante universitario, donde se destaca los logros en revolución educativa. Hagamos historia antes de 1999, cursar estudios universitarios era un privilegio, pues el Estado no estaba obligado a garantizarlo en igualdad de oportunidades y condiciones. Con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, 1999) establece en el Artículo 103.

Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. La educación es obligatoria en todos sus niveles, desde la maternal hasta el nivel medio diversificado. La impartida en las instituciones del Estado es gratuita hasta el pregrado universitario. A tal fin, el Estado realizará una inversión prioritaria, de conformidad con las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas (…)

En consecuencia con la llegada del Comandante Hugo Chávez viene a saldar una gran deuda social con los excluidos de la IV República, con los que no tenían la posibilidad de cursar estudios universitario porque era un privilegio quienes tenían y podían cursar estudios en el Sistema de Educación Superior cómo así se le denominaba hasta el 2009 con la promulgación de la Ley Orgánica de Educación (LOE), que define la estructura del Sistema Educativo Bolivariano en dos grandes Subsistema: Educación Básica y Educación Universitario.

La Misión Sucre, permitió la democratización de la educación universitaria con la municipalización que llevó la universidad a cada territorio del Estado, en el Municipio y en la Parroquia, se crearon las Aldeas Universitarias, permitiendo la inclusión y garantizando el derecho a la educación para todos y todas. Se crea la Universidad Bolivariana de Venezuela, y se hace una gran inversión social en materia educativa. Con la llegada de la Revolución Bolivariana se crean más de 30 universidades (valor aproximado), que viene a revertir una realidad que se impone con las políticas de inclusión educativa, educación universitaria deje ser un negocio para convertirse en un derecho para todos y todas, el Estado viene haciendo un gran esfuerzo en materia educativa para garantizar la educación con estándares de calidad pues este es el norte político que se perfila en materia de transformación educativa.

La Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales “Ezequiel Zamora”, en sus cuatro (4) Vicerrectorados es pionera en materia de inclusión educativa a través de la Municipalización, llegue a todos sus estudiantes y profesores nuestro reconocimiento por la voluntad política de creer en un proyecto que se constituyó en la Misión Educativa con amplio alcance.

Hoy celebramos que al considerar la educación un derecho humano que el Estado garantiza en igualdad de oportunidades y condiciones que todos los bachilleres en Venezuela tienen el privilegio de continuar su proceso formativo en el Subsistema Educación Universitario y hacerse profesionales en las diferentes carreras o Programas Formación de Grado que se ofrecen en las universidades e institutos de educación universitario.

Celebramos los indicadores de inclusión educativa que permiten señalar que ocupamos el 2do. Lugar en Latinoamérica y 5to. Lugar en el mundo con mayor matrícula universitaria, logros reconocidos por la UNESCO en el 2014. Lo que hace posible que en el 2016  tengamos un promedio de 3 millones de estudiantes universitarios.

Llegue a cada uno de los estudiantes del sector universitario nuestras palabras de felicitaciones para que continúen avanzando en el proceso de desarrollo de Patria Venezuela, hoy estudiantes, mañana los profesionales que requieren el país y todos al servicio de la sociedad donde prevalezca el valor humano en la dimensión más amplia del ser, donde se aseguren los derechos fundamentales consagrados en las leyes y demás normas que rigen las políticas del Estado venezolano.

Estudiantes nuestras palabras de estímulos para continuar avanzando en el proceso de transformación educativa y hacer de irreversible el Socialismo Bolivariano.

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El Saber Pedagógico

Una Reconstrucción Social de la Praxis Educativa. II parte

Autora: Arlene Vergaras

Hoy día, en los escenarios educativos, se observa con más preocupación las acciones que el docente realiza para cumplir su labor profesional. De ahí, que la construcción del saber pedagógico se considera una responsabilidad de los intelectuales colectivos de la educación, y ello se logra no solo por la vía de la reconceptualización de las prácticas pedagógicas, también se alcanza a través de la crítica severa a las formas de existencia instrumental de la pedagogía. En este sentido, el saber pedagógico y la praxis educativa, desde la diversidad, son elementos muy significativos en la vida del educador.

Por consiguiente,se debe analizar el alcance conceptual y el ámbito del saber pedagógico, entendido desde la complejidad de situaciones escolares y en correspondencia con los planteamientos epistémicos de diferentes autores. Es importante resaltar que este nuevo término comienza a fortalecerse en los escenarios educativos, un hilo conductor que se despliega del saber docente y se conjuga con la multiplicidad de factores que subyacen en el proceso de formación continua. Se experimentan procesos reflexivos y de análisis de la praxis educativa así como la confrontación de la teoría en la práctica. Antes de entrar en las especificidades del alcance del saber pedagógico. Reflexionar sobre el saber, implica detenerse y pensar en su alcance etimológico, pues éste va mucho más allá que el poseer un conocimiento. Se puede tener sabiduría de algo que no se conoce; esto explica el cómo las madres sin haber recibido instrucción específica cómo ser mamás, cumplen con la misión encomendada por la naturaleza.

Al respecto, Tardif (2004), afirma que “saber”, es siempre el saber de alguien que trabaja en algo concreto, con la intención de lograr un objetivo. No obstante, en lo tocante al estudio pedagógico, éste no puede ser entendido o desligado de los conocimientos y las teorías del campo de estudio educativo. Con referencia a lo anterior,  Quevedo (2006), plantea las siguientes consideraciones: El concepto de saber es muy complejo, esta cualidad se enmarca en contexto de aplicabilidad, por ello existen tantos tipos de saberes como diferencias específicas sean construidas desde los contextos donde se utiliza, por consiguiente, existen tantas definiciones del saber. En el ámbito de estudio de la educación se denomina: saber pedagógico.

En el campo educativo, es donde se construye el saber pedagógico, un saber específico, personal e individual; reconstruido desde la cotidianidad de la praxis, articulado a las estrategias didácticas coherentes con la realidad educativa, en un momento específico de la historia, así como a las características delineadas en los contextos donde se desarrolla el acto pedagógico. Reflexionar sobre el saber, es definir que el saber es “un conocimiento profundo sobre algo”, cuya diferencia se enmarca en lo pedagógico. El saber pedagógico es un saber específico. Comprender el ámbito de alcance, implica determinar la complejidad del proceso que se da por la vinculación de los actores que estructuran el proceso educativo, desde los diferentes escenarios educativos formales e informales. En ellos se genera el accionar cotidiano, que define lo pedagógico y el acto pedagógico.

En este orden de ideas, el término: saber pedagógico, según Zuluaga (2003, p. 15), “…no es el nombre de ninguna teoría que reemplace a la pedagogía, la educación, la didáctica, la ciencia de la educación, el currículo”. Desde esta perspectiva, el autor antes citado  pretende que  cada docente se ubique en el conocimiento como si estuviera en un espacio abierto, donde interactúa y se orienta; en ese proceso dinámico, se interioriza un saber específico que no solo es inherente a una disciplina. El saber pedagógico, como proceso, está en constante transformación, mientras que las disciplinas son estáticas. Las teorías o concepciones epistémicos, al concebirse, se mantiene, permanecen según los planteamientos de cualquier autor.

Afirma Ibarra (2004), que emplea el término: saber pedagógico, para no asumir la pedagogía como un saber preexistente, formalizado, ante toda mirada histórica. Este término conlleva avanzar con sentido crítico más allá de las concepciones epistémicos, centrando la acción y reflexión docente desde los espacios  educativos donde se desarrolla la praxis. Desde esta perspectiva, se concibe el saber pedagógico, como un proceso dinámico que se gesta desde escenarios múltiples no siendo una disciplina específica. El saber se produce en diferentes circunstancias generadas en la cotidianidad de la praxis educativa, y desde ahí, el docente construye y reconstruye el saber pedagógico propio. Éste, le permite reorientar la acción docente desde otra óptica didáctica con sentido, consolidándose en un saber hacer especializado.

El saber pedagógico, como herramienta didáctica particular, que se contextualiza en un escenario o ambiente de aprendizaje socializador,  conlleva al docente a mirar con detenimiento, a observar. Así, es consciente de su praxis, cómo desarrolla las estrategias metodológicas, cómo las implementa, para mediar procesos de enseñanza y aprendizaje en correspondencia con la naturaleza de sus estudiantes y, en particular, con la realidad educativa donde se desarrolla el acto educativo: en el ámbito de la escuela o en otros escenarios de aprendizaje.

En este sentido, Ibarra (Ob. cit.), plantea que el saber pedagógico no es una metodología de análisis sino una forma de entender el conocimiento, la ciencia y el concepto; es un espacio del saber donde las conceptualizaciones, metodologías,  teorías, conceptos sobre enseñanza, formación, aprendizaje e instrucción, adquieren sentido.

Desde esta perspectiva, el saber pedagógico se va definiendo desde los diversos escenarios donde se gestan importantes procesos de reflexión y análisis de la praxis. En ese momento, estar frente de una nueva forma de desarrollar la praxis educativa, se potencia un nuevo hacer, un motivador que impulsa el desarrollo de estrategias validadas en la práctica. Ahí nace, se gesta, se origina la forma de una nueva creación. Donde se promueven estrategias didácticas motivadoras, que mantienen el interés de experimentar nuevas formas de acción pedagógica, cuya consecuencia inmediata se traduce en un saber hacer particular. Esta disposición, permite el desarrollo profesional del docente donde se moldean las habilidades y destrezas didácticas que se operacionalizan en el hacer docente, nuevas forma de enseñar y educar, lo cual va mucho más allá de lo que plantean las disciplinas del campo de la pedagogía y la didáctica.

Es importante indicar que posiciones epistémicas permiten al docente disponer de un marco referencial curricular regulador de la forma de conducir el proceso educativo. Desde estas concepciones curriculares, en el ámbito institucional, el docente asume compromisos laborales y profesionales, conduciéndolo a ensayar y desarrollar nuevas estrategias de aprendizaje, con el criterio de probar y validar qué tan efectivas son, pudiendo medir el nivel de impacto educativo en sus estudiantes, como su efectividad y alcance en función del propósito educativo que se ha planteado.

Con referencia a lo anterior, Zuluoaga y otros (2005), en la obra La Pedagogía y la Educación. Pensar de otro modo. Interpretan el saber pedagógico desde el punto de vista de otros autores. Refiere que toda disciplina es un saber que está presente en la ciencia de la educación, en la pedagogía; que afecta a la escuela, pues en ese lugar de encierro para la normalización, cuando la pedagogía sea considerada como una disciplina, un saber; estamos presente ante un saber pedagógico, cuya misión epistémica es determinar teorías, procedimientos y estrategias.

Sin embargo, uno de los esbozos radicales del autor es definir que la pedagogía es saber cuando es ciencia. Cuando la pedagogía se humaniza, cuando se establece y explica en teorías, cuando norma, vigila y plantea objetivos racionales se convierte en un saber y ciencia. El autor precitado, piensa que existen dos pedagogías: una que quiere producir el sujeto y otra que quiere transformar el sujeto; por ello estamos presentes ante una bipolaridad de la educación.

El saber pedagógico según lo planteado por Goethe (citado por Zuloaga y otros, Ob. cit.),  refiere claramente que “él no quería definir una pedagogía, no quería producir un saber específico, ni establecer objetivos que demostraran su existencia  de un objeto del cual muchos pudieran hablar y reconocer como válido y universal” (p.78).

Según lo citado por los autores antes referido,  la pedagogía era una cultura abierta, personal, una experiencia que se construye entre el hombre, su ser y el de la naturaleza. El autor reconoce que la pedagogía busca conducir al hombre, ya sea por medio de una institución, otro hombre o por medio de un saber.  Interpretando lo antes dicho, es importante destacar que si bien es cierto que la pedagogía se considera un saber disciplinar, por ser ella la disciplina científica de la educación, la cual norma y regula en parte el acto pedagógico, no se asume como punto de referencia o complementaria en el saber pedagógico, pues es parte fundamental en el hacer docente.

Por consiguiente, el saber pedagógico no aparece como una sabiduría, sino como experiencia, y el sujeto que lleva a cabo esa experiencia no es el hombre o individuo sino las fuerzas de la naturaleza. El autor pretende crear a un sujeto capaz de recrear su representación del saber cónsona con la naturaleza del contexto donde se desarrolla la praxis educativa. Donde hay consciencia, hay un saber. Éste, debe ser reconocido, instalado y reconvertido, cuando el propio sujeto lo asume como una forma de verdad y pauta de conducta.

Interpretando el pensamiento de Nietzche, (citado por Zuluaga y otros 2005),  sobrevolar al campo de la pedagogía en la construcción del saber pedagógico, en su enfoque ontoepistemológicos refiere: desviar la mirada hacia nosotros mismos, es hacernos consciente del proceso interno que nos lleva a buscar, a dar respuesta a las expectativas que emergen en el campo de la pedagogía, es revisar si realmente los ideales del Estado y de la ciencia de la educación son los nuestros, si nos identificamos con ellos o por el contrario, si somos capaces de asumir una pedagogía particular, la cual argumentamos sobre bases epistémicas que sustentan esos planteamientos, puesto que cada docente debe tener un fin, un ideal.

Hay que reconocer la posibilidad del docente en el proceso de formación permanente, al percibirse éste con mirada introspectiva y en esa constante búsqueda del yo interno, sobreponerse a las imposiciones externas, búsqueda que lo mueve hacia el camino de la liberación. En ese proceso, cada individuo mantiene valores e ideales, los fines que persigue, lo que lo hace moverse con sentido pedagógico en otras direcciones, con el fin de establecer un estilo personal correspondiente con la realidad educativa, valorando la experiencia socioeducativa, apropiándose de un saber pedagógico específico, perdurable, basado conocimientos previos.

Desde los enfoques teóricos de diferentes autores que a continuación se especifican: Quevedo (2006), hace una clara delimitación del saber teórico y del saber institucionalizado. El saber teórico, como su nombre lo indica, proviene de las concepciones epistémicas. Define y norma cómo debe ser la praxis docente, justifica y fundamenta el acto pedagógico cuando proyecta la misión y visión  de la pedagogía. Basado en el saber teórico, el docente estructura, con actitud crítica, su labor y el modo como realizar lo prescrito.

La autora precitada hace referencia al saber institucionalizado, que lo denomina saber práctico. Es la fuerza que impulsa la intencionalidad del docente a experimentar formas de enseñar y promover los procesos de aprendizajes, a partir de un desarrollo reflexivo y crítico de qué enseñar, interpretado con enfoque multidireccional que valora el enfoque globalizado. De allí, el saber pedagógico se conjuga con el saber teórico y el saber práctico, y en ambos casos, generan y estructuran el acto pedagógico.  La diferencia que regula el acto pedagógico está en la habilidad del docente de emprender el hacer cotidiano desde la  autorreflexión, de manera sistemática e intencional el complejo proceso de educar y enseñar. El saber teórico se enriquece desde la práctica docente, ella es fuente invalorable que gesta el saber pedagógico.

En lo concerniente al saber pedagógico, Tardif (2004), ofrece una clasificación que delinea así: Saberes disciplinarios, son los producidos por las ciencias de la educación. Los saberes pedagógicos y la práctica docente incorporan nuevos saberes sociales definidos y seleccionados por la academia universitaria, en respaldo del proceso de formación docente. Estos saberes se imponen a través de las teorías, son los que se transmiten o se socializan en los procesos de formación docente. Los saberes de las disciplinas surgen de la tradición cultural, de los grupos sociales productores de saberes.

En el mismo orden de ideas, los saberes curriculares son los normados y establecidos en las orientaciones curriculares, metodologías, programas; definen objetivos, contenidos, métodos y procedimientos que se cumplen y aplican en  la institución escolar, son los que regulan el trabajo cotidiano al pautar o normar el estilo curricular que conduce el acto pedagógico.

Por último Tardif (Ob. cit.), delimita un saber experiencial, supeditado al trabajo cotidiano, al ejercicio de la práctica docente, materializado en saber hacer, validado en el contexto de aprendizaje de los estudiantes y de las teorías pedagógicas. Por ello, los saberes son elementos constitutivos integrales de la práctica docente. Es  una dimensión de la profesión docente, que respalda y reconoce que el acto pedagógico es un elemento complementario, articulado al saber docente, el cual facilita transformar la praxis escolar a través de la trilogía: saberes disciplinarios, saberes curriculares y saberes experienciales.

El docente debe equilibrar estos tres saberes, asumiendo el saber pedagógico como un saber práctico que le permite concienciar el acto educativo, reconstructor del saber pedagógico que da acceso a enseñar en vez de informar. De esta manera, evaluando cada una de sus acciones, así como el contexto globalizado donde se gesta un saber pedagógico como resultado de un proceso dinámico e interactivo.

Al respecto, García (2005), puntualiza que el saber experiencial o práctico, es el  que se construye día a día, en el transcurso del ejercicio de la  función docente  y en la práctica de su profesión. Saber que los docentes desarrollan en saberes específicos, basados en el trabajo cotidiano y el conocimiento de su medio; así, se convierten en el fundamento básico de la práctica diaria del docente, que están presentes diversidad de saberes: sociales, disciplinares, curriculares, pedagógicos entre otros. Éstos, se reconocen como saberes profesionales.

A partir de los referentes teóricos citados, es preciso admitir que el saber pedagógico va mucho más allá de ser un saber práctico. Se asume como un proceso trascendental, activado por el análisis crítico de la labor docente concretada desde la diversidad de escenarios educativos. El acto pedagógico es un proceso globalizado donde se conjuga un saber hacer, interpretado a través de una visión crítica, autoreflexiva,  que permite al docente cambiar la praxis mediante la reconstrucción del saber pedagógico, transformándolo en un saber hacer especializado, consensuado, armónico, dinámico y creativo; el cual se ajusta y reajusta en función a la realidad de los  escenarios educativo donde se sistematiza la labor docente.

Fuente: Segmento teórico del libro El Saber Pedagógico. Una reconstrucción social de la praxis educativa. Autora Arlene Vergaras.  Caracas – Venezuela 2015

Fuente de la imagen:www.google.co.ve

Referencias:

García, M.  (2005).El Saber Docente: Una Construcción Intersubjetiva para Pensar la Práctica Pedagógica.Revista Electrónica de Investigación del Instituto Pedagógico. Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Venezuela.

Ibarra, R.  (2004). Saber Pedagógico y Saber Disciplinar. Seminario Internacional “Modelo de Formación Docente”. Universidad Pedagógica Nacional. Colombia.

Quevedo, M. (2006). Saber Pedagógico y Saber Disciplinar. Un Camino en Reconstrucción. Ponencia Publicada Disponible en www.face.ubiobio.cl/webfle/media/143/descargas/doc/ponencia%20Saber%20Pedagogico%20Marcela%20Quevedo.do

 

Tardiff, M. (2004). Los Saberes del Docente y su Desarrollo Profesional. España. Editorial  Narcea.

Zuluaga, G. (2003). Una Lectura de la Práctica Pedagógica. Colección Pedagogía e Historia. Editorial Magisterio. Colombia.

arlenevergarasm@gmail.com

Barinas – Venezuela

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El Saber Pedagógico

Una Reconstrucción Social de la Praxis Educativa. I parte

Autora: Arlene Vergaras

arlenevergarasm@gmail.com

Barinas – Venezuela

En este contexto se define el ámbito teórico que fundamenta el abordaje de la investigación en el área temática de la reconstrucción del saber pedagógico, desde la praxis educativa actual. El despliegue del mismo permite articular al confrontar la teoría y la práctica; al contextualizar el saber pedagógico desde la experiencia socio educativa de las docentes, en este caso, en el escenario del Centro de Educación Inicial Bolivariano “Bolívar Niño”, del municipio Bolívar del estado Barinas.

En la historicidad de la profesión docente, se ha demostrado que ésta se genera en el registro de los modos en que se concretiza la labor de enseñar. Foucault  referido por Tezanos (2007), opina que el umbral de positividad determina y delimita el proceso de producción de saber, es decir la historia de la profesión se articula en el desarrollo y en la constitución del saber pedagógico, que a su vez, emerge y se articula en las prácticas discursivas de los docentes  que dan identidad al oficio de enseñar. Estas prácticas discursivas  generar sentido y significación a la profesión docente, recuperan los modos como los maestros han expresado y expresan sus representaciones del acto de enseñar, en diferentes escenarios y épocas de la historia de la profesión docente.

En el marco de estas consideraciones, es desde la profesión del docente donde se puede analizar el saber pedagógico como ese entramado que se articula y se operacionaliza en la práctica,  es decir, en el hacer docente desde la cotidianidad de la labor que se acciona por la intención pedagógica que se va definiendo, el saber hacer cada día más especializado, y en esa actividad desde la complejidad del proceso educativo el docente se relaciona con la disciplina pedagógica a través de su praxis, donde la brecha entre teoría y práctica se hace más evidente en el intento de ir venir dando lugar al principio de la recursividad adecuando la teoría a los diferentes escenarios educativos, en correspondencia con el propósito, según las características del contexto donde subyace el acto pedagógico.

Al respecto, Ugas (2003), define el acto pedagógico como la práctica diferenciada en el proceso social que contiene especificidades que lo diferencia y lo delimita, según el propósito, objetivos y fines de la educación que se desarrolla en correspondencia con las particularidades del contexto socio-histórico, en el cual tiene lugar. Es un elemento múltiple que en la cotidianidad se expresa como una síntesis integrativa de un modo de pensar y de actuar, una actividad concreta que involucra acciones intelectivas conducentes a la sistematicidad de un proceso particular concreto como es la escolaridad. Según el autor precitado, esta práctica diferenciada amerita de un esfuerzo del pensamiento para captar sus determinaciones, componentes y relaciones interdependientes tales como el nudo teoría – práctica y práctica – teoría, así como el acto de enseñar y el acto de aprender que se concreta en una unidad educativa compleja.

Esta relación implica, que más allá de los conocimientos teóricos, que el profesional de la docencia ha adquirido, está la habilidad de reflexionar sobre la capacidad de accionar su praxis a partir de la realidad educativa donde la acción pedagógica se sintetiza; por ello, la adecuación de los contenidos comienza a tener forma, lo que es una consecuencia de las interpretaciones de la teoría y la implementación de estrategias pedagógicas válidas, en premisas educativas a que tiene lugar y se imponen en la praxis de cada docente.

Las teorías pedagógicas son referentes que orientan y dan direccionalidad a la práctica pedagógica, no pretenden ser una receta que norme, prescriba o regule el acto de enseñar. Por el contrario la importancia y el reconocimiento del saber pedagógico cada protagonista educativo, asume su praxis como el arte de educar que se va reconstruyendo y genera nuevas teorías pedagógicas contextualizada, propias de cada esencia y realidad donde se desarrolla el acto pedagógico.

En efecto, el saber pedagógico se conjuga en un saber práctico reflexivo; donde el análisis, la comprensión y la interpretación del hecho educativo permiten al docente reconstruir el saber pedagógico a través de la apropiación de un saber más definido, el cual se va reelaborando a partir de los saberes previos contextualizados, desde una mirada reflexiva y en retrospección al saber pedagógico, a partir del proceso de enseñanza, del cómo se desarrolla el arte de educar.

Al hacer referencia sobre el repensar la praxis, en la reconstrucción del saber, permite delimitar las acciones pedagógicas, por lo que es pertinente incluir en sus concepciones lo presente, en el momento histórico socio cultural de la postmodernidad, como la inclusión de las TIC como una herramienta básica en la construcción de saberes. El Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE, 2007),  inserta el eje integrador las TIC en los espacios y procesos educativos, se pretende contribuir al desarrollo de potencialidades para su uso con la intención de formar al aprendiz como ser social, solidario y productivo de la ciencia y la tecnología en función del bienestar de su comunidad.

Considerando la referencia anterior,  el sistema educativo va emergiendo en un proceso constante en la redefinición de las concepciones pedagógicas y en el proceso de reconstrucción del saber pedagógico, el docente se va apropiando de un nuevo saber en el intento de adecuar su praxis en la incorporación de nuevas herramientas didácticas como son las TIC, lo que le irá permitiendo al docente asumir nuevos retos y vislumbrar otras formas de acción para administrar el acto de enseñar y aprender en correspondencia con la demanda de los avances de la ciencia y la tecnología al servicio de la educación.

Este pensar conduce, según Ugas (Ob. cit.), a que una sociedad denominada virtual, clónica y fractal de redes, en la que se navega con los conceptos como ciudad de trabajo, vida y escuela; estará completamente re-significada con otros tipos de pensamientos, modos de ser, sensibilidad y otros requerimientos intelectuales para su comprensión.  Al preguntarnos en lo particular ¿hay que re-pensar la enseñanza?, si uno se imagina cómo será la forma de  actuar, en el medio donde nos encontramos,  los ciudadanos que acceden, usan y manejan equipos de comunicación como soportes de circulación y consumo de saberes. Es por ello, que la sociedad educadora hay que mirarla desde estos ámbitos y más aún desde los espacios educativos donde se construyen dichos saberes.

Dada la complejidad del acto pedagógico, el saber, por su naturaleza, no debe estandarizarse, puesto que es único y por su esencia toma particularidades en esencia con la realidad educativa, así se va delineando el saber docente y por consiguiente se impone o materializa en la praxis cotidiana. Es así, que la relevancia de este proceso conlleva a cuestionar, con sentido reflexivo y crítico, el acto pedagógico a fin de maximizar el proceso de enseñanza con particularidades que distan mucho de las teorías institucionalizadas, Hoy más que nunca necesitamos cambiar, porque el proceso nos lleva a internalizar que la educación es dinámica y basta reconocerla y asumirla como el acto de educar en contextos complejos.

El autor antes referido señala que la práctica diferenciada es la que se despliega desde la diversidad de escenarios educativos, estén estos enmarcados en la: familia, escuela, barrio, comunidad, ciudad, región y país. Es propicio destacar que esa diferenciación de la praxis educativa se entiende como el intento de manejar situaciones de enseñanza y aprendizaje desde la heterogeneidad, al concebir el acto de educar como un proceso particular y único lo cual se corresponde con el momento histórico y social en el cual subyace un contenido educativo particular. En diferentes épocas de la historia, la educación, en su praxis ha ido tomando un carácter conceptual en correspondencia con la fundamentación filosófica, política  y pedagógica; el cual se corresponde con la evolución del sistema educativo.

Por lo anterior, se infiere que el saber pedagógico debe ser concebido como una reconstrucción del proceso social. Es necesario hacer una crítica radical sobre la importancia que tiene la educación en la reconstrucción del acto pedagógico, para que ésta deje de ser un metarrelato. Según Bonta (2008),  el saber lleva implícito una síntesis de estudio y experiencia que siempre se manifiesta en la acción. El saber no es potencialidad o disponibilidad, se actualiza y se reconstruye en situaciones concretas. En la práctica, se valida el saber hacer que conlleva a saber el cómo y el por qué del acto pedagógico. El docente va reconstruyendo a través de su experiencia su saber pedagógico articulando la teoría, al  ir reflexionando sobre el hacer diario-docente, es decir internaliza lo realizado y se plantea retos y desafíos que le permitan acceder a otras formas de acción que aborden el acto pedagógico con una nueva visión, ensayando un nuevo saber, reconstruido en el intento de dar lo mejor de sí, cuando asume con compromiso la práctica docente desde la diversidad educativa.

Fuente: Segmento teórico del libro El Saber Pedagógico. Una reconstrucción social de la praxis educativa. Autora Arlene Vergaras.  Caracas – Venezuela 2015

Referencias

Bonta, M. (2008). La Construcción del Saber Pedagógico. Sus Principales Dimensiones. La Formación Docente en Debate. Academia Nacional de Educación. Disponible en www.educ.ar.

Ministerio del Poder Popular para la Educación (2007). Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano. Venezuela. Fundación Imprenta del Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

Tezanos, A. (2007). Formación de Profesores: Una Reflexión y una Propuesta. Revista: Pensamiento Educativo. Volumen 41 Nº 2. Argentina.

Ugas, F. (2003). Del Acto Pedagógico al Acontecimiento Educativo. Ediciones Taller Permanente de Estudios Epistémicos. Venezuela

 

 

 

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Educación de calidad, retos y desafios en el año escolar

Por: Arlene Vergara

El derecho a la educación con inclusión y calidad marca la orientación de las políticas en esta materia. La Consulta Nacional por la Calidad Educativa 2014, dejó como resultados diez banderas o retos que tienen sus cimientos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en la Ley Orgánica de Educación (2009) y en el Plan de la Patria (2013). La autoevaluación escolar por la calidad educativa tiene su enfoque teórico en el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE, 2015), en las Orientaciones Generales para la autoevaluación de las Instituciones Educativas se fundamenta en la bandera número 9, que consiste en desarrollar un sistema de evaluación de esa calidad educativa.

El propósito de la autoevaluación es mejorar la calidad. Por ello se genera en el ámbito nacional el proceso de autoevaluación en cada una de las instituciones de los niveles y modalidades del sistema educativo venezolano, sobre la base de la participación de los actores sociales. Así, el MPPE (Ob. cit.), plantea:

Crear un sistema de evaluación de la calidad educativa, que permita hacer seguimiento (orientación, acompañamiento, sistematización, investigación, organización y evaluación permanente) de estos logros, con el propósito de garantizar los fines de la educación bajo los principios, criterios y procedimientos que respondan a la Refundación de la República, establecida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (p. 2).

Desde esta perspectiva, se promueve la participación protagónica de todos los actores sociales intérpretes del proceso, con miras a revisar, como corresponsables, la operatividad de los fines de la educación; vale decir cómo estos fines se están concretando en la práctica educativa cotidiana. Así, la escuela como unidad orgánica se revisa y en colectivo perfila el accionar para evaluar la congruencia de las políticas educativas.

¿Cómo estas se desarrollan y cómo garantizan el seguimiento y control como competencias del Estado Docente? Se trata de revisar, ¿qué estamos haciendo? para cumplir con los fines de la educación. Es concienciar ¿qué hemos dejado de hacer? E importante es, como colectivo, determinar y asumir el reto de los cambios para transformar la realidad educativa propia del proceso diagnóstico contextualizado, de cada institución educativa.

Con la finalidad de dar direccionalidad al proceso se valoran los principios de contextualización y participación protagónica. Así, como proceso implícito la construcción colectiva del conocimiento entre los actores sociales como grupos homogéneos y heterogéneos que interactúan en contextos reales como intelectuales orgánicos, en la búsqueda de valorar la gestión escolar en cada indicador de los procesos: (1). Pedagógicos Curriculares. (2). Organizativos Comunitarios y (3). Gestión Administrativa.

Estos procesos tienen un conjunto de indicadores de autoevaluación construidos y organizados por los equipos de la dirigencia nacional del sistema educativo venezolano, en mesas de trabajo, con la participación de los Jefes y Jefas de las Divisiones de Supervisión y Académica de cada Zona Educativa; así como los Coordinadores Regionales del Sistema Nacional de Investigación y Formación del Magisterio (SNIFPM). MPPE (2015). Jornada Nacional de Autoevaluación Escolar y Congreso Pedagógico Estadal. Higuerote, estado Miranda, abril de 2015.

La autoevaluación más allá de determinar un diagnóstico institucional, conlleva la sistematización de este proceso que se desarrolla en los planteles educativos. De esta manera, se asume como una investigación grupal e institucional, enmarcada en la participación protagónica y corresponsables de todos los actores sociales; en la construcción colectiva del conocimiento que reconoce el potencial de cada participante como el intelectual colectivo, promovido a través de la pedagogía crítica y de la investigación acción participativa y transformadora.

En este proceso de cambios en el cual todos y todas estamos empeñados, con el mayor compromiso lo hemos asumido desde la corresponsabilidad del Estado y de la sociedad organizada. A fin de garantizar el derecho a la educación en igualdad de oportunidad y con calidad para todos y todas.

Con la firme convicción y conscientes de las contradicciones educativas estamos reimpulsando la política de formación docente desde los escenarios propios de la escuela, desde el accionar cotidiano desaprendemos y nos apropiamos de conocimientos consecuentes de la construcción social de la escuela como institución por excelencia para reconstruir teorías y recuperar la pedagogía como ciencia.

La UNESCO (2015), refiere en la Conferencia General en el Foro Mundial de Educación para Todos, Incheon (República de Corea), se compromete a fomentar como objetivo general una educación “basada en los principios fundamentales de acceso, equidad y calidad, en la perspectiva del aprendizaje a lo largo de toda la vida”. En referencia a esta premisa educativa la cual fue tema central y de interés en el discurso de los representantes de varios países.

Venezuela desde el 1999 ha logrado avanzar en materia educativa garantizando la educación como un derecho humano y de carácter obligatorio desde maternal. Se crearon las misiones educativas para saldar la gran deuda social de los y las excluidos del sistema educativo. Hoy por hoy tenemos la mayor matricula escolar reconocida por los organismos internacionales por ocupar el 2do. Lugar en Latinoamérica, por lo que se considera la inclusión un indicador de calidad.

Desde esta perspectiva, el compromiso es de todos y todas por una educación de calidad y garantizar así este derecho.

publicado originalmente en: http://www.aporrea.org/educacion/a208589.html

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