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Chile: Comunidad de Historia Mapuche se pronuncia frente a los crímenes del gobierno de Piñera

Compartimos el comunicado de la Comunidad de Historia Mapuche sobre los últimos crímenes cometidos por el ejército chileno en el Wallmapu, donde desde el pasado 12 de octubre se recrudeció la militarización por el estado de excepción que declaró el presidente Sebastián Piñera.

Nuevamente nuestro Wallmapu se tiñe de sangre mapuche. Esta vez Yordan Llempi Machacan, un joven de 23 años, pierde la vida en su hogar a causa de un tiroteo efectuado por efectivos militares del Estado Chileno. Mientras, en el hospital de Temuko se encuentra en grave situación Iván Porma Leviqueo, al que se suman otros/as heridos/as a balas, entre estas una niña de 9 años.


Por más que los testimonios que circulan en las redes grafican y demuestran su condición de víctimas indefensas, los comunicados oficiales del gobierno insisten en decir que hubo enfrentamientos. Dicho discurso gubernamental simplemente busca confundir a una sociedad bombardeada de propaganda que adrede mezcla imágenes y situaciones que buscan hacer real la figura del narcoterrorismo que, en ninguna parte de Chile, salvo en Wallmapu, requiere para su contención de un estado de excepción.

En ese contexto, distintos liderazgos y territorios del país mapuche han vinculado este estado de excepción con otros momentos de la historia, donde los militares como agentes del Estado chileno llevaron a cabo genocidios de la población para dar continuidad a los proyectos económicos y geopolíticos de las oligarquías en el poder. La invasión y expoliación del Wallmapu (fines del siglo XIX), así como la instauración de un colonialismo de asentamiento que se vio reforzado por el golpe de 1973, su contrarreforma agraria y reorganización estratégica del capitalismo chileno, han reproducido el despojo y el racismo, sacrificando a los pueblos para beneficio de la misma etnoclase aferrada al poder y que ya vimos cómo fue impugnada por el levantamiento popular de octubre de 2019.

En el contexto actual, la opinión de los wallmapuche ha hecho ver el enfrentamiento que propicia el gobierno y que se busca legitimar por medio de una consulta online denominada “consulta araucanía.” Esta burda maniobra vulnera los derechos colectivos mapuche reconocidos a nivel nacional e internacional (Convenio 169 OIT, Declaración ONU derechos pueblos indígenas). Dicha consulta es parte de una estrategia que tiende, por un lado, a seguir manteniendo el modelo neoliberal de acumulación para los grupos económicos capitalistas y los encadenamientos productivos extractivistas que este genera; y, por otro, se propone crear una situación que le otorgue dividendos políticos al gobierno en la coyuntura electoral en el tiempo que les queda, además de la total indolencia al posponer el cuarto retiro que requieren las precarias economías, por tanto sin vergüenza alguna señalan querer terminar sus días gobernando con los militares y agentes contrainsurgentes en las calles y en los campos.

Esta forma brutal de terminar su nefasta administración busca políticamente asegurar la continuidad del orden opresor existente, desmovilizando a la población, criminalizando la protesta, adoptando un terrorismo de Estado hacia los movimientos y territorios que luchan.

Pretenden limpiar la imagen corrupta e inmoral que tienen en la figura del imputado presidente, de los mandos de las fuerzas armadas y la policía, una serie de procesos judiciales por la apropiación individual ilícita de fondos reservados y de negocios en paraísos fiscales que procuran destrabar los resguardos sobre zonas protegidas para inversiones y ganancias privadas.

La implementación de estados de excepción y de figuras ligadas al narcoterrorismo son también operaciones políticas- comunicacionales que desvían la atención sobre la podredumbre a la que llevaron la situación, sepultando la política y los derechos colectivos, por una militarización y jergas geopolíticas (“la macrozona sur”) que hacen de las fuerzas armadas instituciones deliberantes, totalmente parciales y brazo armado de las élites económicas de Chile.

El camino de los pueblos hacia su descolonización, autodeterminación y autonomías se legitima y une sus cauces al de todos/as aquellos/as que buscan liberarse de las opresiones del capital, el patriarcado y la pobreza.

Si bien los detentores del poder buscan contener y mantener a raya a las inexorables fuerzas históricas de cambio, la opción de la fuerza y violencia estatal no es sustentable en el tiempo. El conflicto del sistema y sus crisis periódicas, como los estallidos, buscarán otros espacios y momentos que continuarán agudizando las contradicciones de arrastre y las presentes. La unidad de los movimientos y territorios en Chile y el Wallmapu es lo que se debe salvaguardar como legado del levantamiento social de octubre, pues esto es lo que buscan entorpecer este y los otros gobiernos con la «doctrina de schock» y la propaganda de miedo y terror alimentada con mentiras.

Recordar que –como quedó demostrado en la represión generalizada contra el levantamiento de octubre 2019 – lo que se haga hoy contra nosotros, se hará mañana contra los demás pueblos en Chile.

Hoy la lucha mapuche y sus distintas causas se han legitimado. Los diferentes territorios y liderazgos deben aprovechar las flaquezas del enemigo histórico, sumar más aliados y converger sus estrategias en un tiempo y espacio que permita consolidar sus capacidades y aspiraciones de autogobierno y control territorial, con la esperanza de que también aquellas instancias institucionales que algunos sectores intentan disputar ayude a impedir que quienes son minorías poderosas vuelvan a trabar nuestros procesos legalizando la violencia colonial en contra nuestra y la de quienes ven en la autodeterminación de los pueblos su fin estratégico.

No a la trucha “consulta araucanía” que legitimará la violencia contra los pueblos y territorios Verdad y Justicia para las víctimas de las fuerzas armadas aliadas del gobierno

Que renuncien los inmorales, corruptos, mentirosos y violentistas que están en el poder Libertad a los presos políticos mapuche y de la revuelta

Con Yordan Llempi Machacan en la memoria…!!

¡¡Por territorio, justicia y autodeterminación…!!

Comunidad de Historia Mapuche

Ngulumapu, 05 noviembre küyen 2021

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org

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En 2021, un récord de 19 mil niños migrantes cruzaron la selva del Darién

Unicef denunció un «máximo histórico» y llamó a considerar a esta «grave crisis humanitaria»

El llamado Tapón del Darién, zona selvática de 266 kilómetros donde conviven animales salvajes, ríos caudalosos y grupos criminales, se convirtió en corredor para los migrantes irregulares que intentan llegar a tierra estadounidense.

Cerca de 19 mil niños atravesaron en lo que va del 2021 la peligrosa selva del Darién, ubicada entre Colombia y Panamá, para llegar a Estados Unidos, una cifra que marcó un «máximo histórico» de menores migrantes según advirtió el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). La mitad del total son menores de cinco años, y este pico histórico es cerca de tres veces más que la cifra registrada durante los cinco años anteriores juntos.

La «afluencia tan creciente» de niños migrantes por el Darién «debería ser tratada urgentemente como una grave crisis humanitaria por toda la región, más allá de Panamá», denunció Laurent Duvillier, jefe regional de comunicación de Unicef para América latina y el Caribe, e instó a los gobiernos a garantizar la protección de los niños durante su viaje y a coordinar una respuesta humanitaria.

Unicef también advirtió sobre un aumento de los niños que cruzan solos el Darién. En 2020 ocho niños no habían sido acompañados, en 2021 fueron 153. «La mayoría no viajan solos, viajan acompañados de sus papás, pero en el trayecto de la jungla pasan muchas cosas, a veces los padres se quedan atrás, la mamá se queda herida o se ven separados al momento de cruzar un río», aseguró Duvillier.

El llamado Tapón del Darién, zona selvática de 266 kilómetros donde la espesa vegetación impide a veces ver el sol, hay animales salvajes (incluso serpientes venenosas), ríos caudalosos y grupos criminales, se convirtió en corredor para los migrantes irregulares que intentan llegar a Estados Unidos.

«Cada niño que cruza el Darién a pie es un sobreviviente», afirmó la directora de Unicef para América Latina y el Caribe, Jean Gough, al detallar que «en lo profundo de la selva, el robo, la violación y la trata de personas son tan peligrosos como los animales salvajes, los insectos y la absoluta falta de agua potable».

Según los datos de Unicef, en este 2021 al menos cinco niños fueron hallados muertos en la selva. Y entre enero y septiembre pasados el ente de la ONU registró 29 denuncias de abuso sexual de niñas adolescentes durante el viaje.

Unicef señaló que se prevé que el número de niños y familias migrantes que cruzan la selva siga aumentando en las próximas semanas y meses, ante lo cual «está ampliando su respuesta humanitaria para abordar las necesidades urgentes» de esa población.

«Unicef insta a los gobiernos a garantizar la protección de los niños en movimiento a lo largo de su viaje y a coordinar la implementación de una respuesta humanitaria más sólida en todos los países involucrados», dijo el organismo de Naciones Unidas. Se debe, además, «promover la integración de las familias migrantes en las comunidades de acogida y se deben abordar las causas fundamentales que las llevan a migrar».

Entre enero y septiembre pasados, 91.300 migrantes en tránsito llegaron a Panamá tras atravesar la jungla, una cifra que triplica el récord de 2016, según datos del Servicio Nacional de Migración (SNM) panameño citados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en un informe difundido el viernes pasado.

La mayoría eran haitianos (56.600), muchos de ellos acompañados por menores, seguidos de cubanos (12.800), venezolanos (1.500), además de nacionales de países de Asia y África, entre ellos Bangladesh, Senegal, Ghana, Uzbekistán, India y Nepal, dijo la OIM. En los primeros nueve meses de 2021 los menores representaron el 20 por ciento de esa población en movilidad, cuando hace cuatro años era apenas el dos por ciento.

Hacia países del norte del continente americano como Estados Unidos, Canadá o México están viajando familias enteras de haitianos con hijos nacidos en Chile o Brasil, países en lo que se habían radicado años atrás, e incluso con bebés nacidos durante la travesía.

Fuente original:  Desde Abajo

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México: «Su verdadera intención es cerrar las normales rurales»: estudiantes de Mactumactzá a AMLO

Quien se había comprometido a fortalecer las normales rurales hoy muestra que sus verdaderas intenciones es cerrarlas», aseguraron normalistas de Mactumactzá, Chiapas, luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunciara el retiro de recursos para los internados y comedores en las escuelas normales.

La propuesta de AMLO para acabar con los «cacicazgos» en las normales rurales es la entrega directa de los recursos a través de una beca para los estudiantes, lo que terminaría «con la escencia del normalismo rural» que desde hace 100 años lo ha caracterizado, aseguraron los estudiantes.

«Nosotros tenemos otros datos, pues la miseria de ración que se tiene en cada normal no alcanza ni siquiera para una comida», respondieron los normalistas a la propuesta de AMLO, quien acusó que al interior de las escuelas los comités estudiantiles «son los que mandan» en la administración del dinero que envía el gobierno federal.

«No es correcto de que haya ese tipo de cacicazgos al interior de las escuelas con mal manejo de recursos, eso ya no debe de existir», dijo el mandatario en su conferencia matutina del 3 de agosto.

Los normalistas de Mactumactzá aseguraron que se trata de «la misma estrategia con la que le arrebataron el internado y cerraron a ‘El Mexe’», de la normal rural «Luis Villarreal», en Hidalgo, en la que en 2003 el gobierno implementó becas de alimentación y hospedaje estudiantil y un año después perdió su internado y comedor.

«En el 2004 saldría la última convocatoria de la normal rural «Luis Villareal», con una matrícula baja y además con clases fuera de la normal, y al siguiente año, en 2005, no salió matrícula y ese presupuesto que se había creado desapareció concretando los planes del gobierno con el cierre de la normal», explicaron los normalistas.

Frente al «nuevo ataque» del gobierno contra las normales rurales, los estudiantes de Mactumactzá aseguraron que defenderán sus escuelas «con lucha y sangre».

 

Fuente de la información e imagen: desinformemonos.org
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La pregunta zapatista

Por: Dení Freie

Barcelona, Estado Español. Yo quería ser combatiente zapatista. Estaba segura y por eso comencé a prepararme y a visitar las comunidades zapatistas. Una noche, lo recuerdo perfectamente, estábamos sentadas alrededor de una mesa adentro de una casita de madera. La única luz que había provenía del fuego donde se estaba calentado el café y la cena. Esa luz era tenue y nos hacía parecer como fantasmas, como sombras, como siluetas apenas dibujadas.

Les volví a preguntar, qué hago para ser zapatista, yo también quiero luchar por la democracia y la justicia, y ellos, ellas, volvieron a quedarse callados. Después de un silencio, una de las siluetas habló. Nosotros no queremos que se conviertan en zapatistas, o bueno, tal vez sí. Pero antes que eso, lo más importante es qué quieres hacer tú, qué es lo que quieres hacer en la vida, y a partir de allí, luchar por la democracia y la justicia.

Esa pregunta como respuesta lo cambió todo para mí en ese momento. De pronto comencé a pensar en el futuro y a cuestionarme profundamente qué quería hacer con mi vida. ¿Quedarme en las comunidades para siempre o sólo un tiempo? ¿Cuánto tiempo? ¿Estudiar, ir a la universidad o cultivar el campo? ¿Viajar, casarme, tener hijos? ¿Ser esposa, madre, ama de casa, estudiante, profesora, investigadora, activista, poetisa, escritora, periodista? Se abrieron muchas posibilidades, muchos caminos, y en cada uno de ellos se podía luchar por la democracia y la justicia.

Han pasado muchos años desde aquella noche. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) evolucionó increíblemente, pasó de ser una organización clandestina armada a una organización social pública (“del fuego a la palabra”). En varios comunicados del EZLN se ha convocado a la sociedad civil a luchar, a resistir, a no claudicar, desde su propio contexto, en su propia realidad social.

El año pasado comenzó a fraguarse un nuevo proyecto del EZ: viajar por el mundo para conocer en su territorio a las personas y colectivos que luchan y resisten y que, en mayor o menor medida, han tenido contacto con las comunidades zapatistas. Comenzaron a organizarse. El 30 de abril de este 2021, siete zapatistas zarparon en barco rumbo a Europa, el primer territorio para visitar. El 20 de junio llegaron a Galicia, España. Varias personas y colectivos les estaban esperando, fue un momento no sólo emotivo sino también histórico. Días más tarde, el 8 de julio, llegaron a Barcelona, donde vivo actualmente.

Allí estaban, frente a mí, en la Plaça Catalunya, siete zapatistas, el Escuadrón 421, Marijose, Darío, Bernal, Yuli, Ximena, Carolina y Lupita, con su mirada me decían, cuánto tiempo ha pasado, luego nos cuentas cómo te ha ido en la vida, por ahora te vamos a dejar otra pregunta, no sólo para ti, sino también para toda la gente con la que vamos a hablar: ¿qué es lo que están haciendo para luchar, para resistir, para no claudicar? No es una pregunta para evaluar, sino más bien para aprender, para saber cómo podemos luchar en conjunto.

Después de Barcelona, el escuadrón 421 se dirigió a Francia. En París se encontrarán con otro grupo de zapatistas que están viajando en avión rumbo a estas tierras. Después, en grupos, se repartirán por todo el territorio europeo para realizar encuentros con diversos colectivos y organizaciones que les han invitado para hablar, para escucharse, para conocerse.

Yo voy a estar aquí esperando cuando regresen a Barcelona para encontrarnos; mientras tanto, me quedo con la pregunta que me dejaron. Hay muchas cosas que responder, pero, sobre todo, muchos desafíos para solventar: ¿Qué hacemos y cómo nos organizamos ante este mundo que se deshace en pedazos, que agoniza lentamente delante de nosotros?

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org

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¿Quedarse en casa?

Por: Stavros Stavrides

“Quédese en casa, manténgase a salvo” ha sido un lema utilizado por muchos gobiernos para garantizar que las medidas tomadas para limitar la pandemia sean aceptadas por las poblaciones urbanas que quedan a merced del miedo y la desesperanza. Sin embargo, esto no fue solo una medida de control y protección. Lo que realmente ha surgido durante los días de la pandemia es una destrucción permanente de lo común, entendido como el ámbito de la corresponsabilidad y el compartir en y de la ciudad. Y este proceso de destrucción incluye dos partes complementarias: la redefinición del espacio público y la redefinición del espacio doméstico. Las políticas de bloqueo se han dirigido directamente a restringir los usos del espacio público en nombre de evitar el contacto con posibles portadores del virus. Los encuentros con otras personas se demonizaban si no se consideraban actos ilegales y signos de “comportamiento irresponsable”. Aunque la mayoría de las personas a menudo se ven obligadas a tocar a otras personas en autobuses y trenes subterráneos abarrotados, se anunció que cruzar caminos en público es una condición arriesgada y peligrosa. Se alienta que prevalezcan la sospecha y el miedo, supuestamente como una forma de promover la protección individual. En muchos casos se desarrolla una vigilancia exteriormente militarizada del espacio público, siendo el ejemplo más profundo la vigilancia de la población por parte del Estado chino. Según la actual mutación de la retórica neoliberal, la «mano invisible del mercado» (considerada como el mecanismo para asegurar el «desarrollo» y la prosperidad), es menos confiable que el «puño de hierro del Estado» (considerado como el mecanismo para asegurar la satisfacción de lo considerado como la necesidad más crucial, la seguridad). El espacio público, así, se convierte en el lienzo de la obediencia, más que en el escenario de la pluralidad.

Por otro lado, la casa se convierte en el único lugar en el que los habitantes de la ciudad deben desarrollar sus vivencias sociales y reproducir su existencia social, obligados como están a quedarse en casa. Como sabemos, en muchas sociedades el hogar es mucho más que el contenedor de la vida individualizada, de la privacidad individual. Las familias (nucleares o extensas), así como los diferentes grupos de convivencia, son a menudo en tales sociedades nodos de redes de ayuda y apoyo mutuo, aunque también pueden generar antagonismo. Obligar a las personas a quedarse en casa significa también convertir las potencialidades de colaboración que se hacen posibles a través de estas redes en amenazas inminentes de incomodidad y enfrentamiento. Sin la experiencia de la vida pública mediada por intercambios vecinales y encuentros urbanos, el hogar se convierte en prisión. Y aquellos que se ven obligados a tolerarse mutuamente en todos y cada uno de los momentos del día, reaccionan de maneras que promueven, hasta un grado paroxístico, asimetrías de poder y antagonismos.

No es casualidad que los casos de violencia intrafamiliar se hayan multiplicado en este contexto. Tener que trabajar en casa (teletrabajo), dar clases o estudiar en casa (teleeducación), entretenerse en casa (tele-cine, tele-ejercicio, etc.) e incluso consultar a médicos de la misma forma (tele (consejos, telepsicoanálisis, etc.), significa tener que hacer frente a prioridades contrastantes dentro de un espacio limitado y en el contexto de diversas necesidades relacionadas con la edad, el género, la educación, la salud, etc. se reduce así a la producción de micro-mundos completamente separados y listos para explotar.

Por supuesto, también hay quienes no tienen una casa donde quedarse. Los que viven en la calle y, a menudo, participan en redes extremadamente complejas de supervivencia cotidiana en y a través de las transacciones callejeras. Y en muchas partes del mundo son un gran porcentaje de la población. Para ellos, la campaña “quédese en casa” simplemente significa mantenerse fuera de la vista. Desaparecer. Abandonar la ciudad. «Realmente no nos importa si sobrevives», parecen decir las élites gobernantes a esas personas. Aparte de su evidente cinismo, este enfoque destruye una peculiaridad doméstica, una apropiación hogareña del espacio público que es una de las corrientes más cruciales de la vida en la ciudad.

Recuperar el espacio público frente a medidas injustas y altamente discriminatorias significa, en efecto, recuperar las plazas y calles como espacios en los que las personas pueden desarrollar las reglas de uso común e inclusivo. Sin embargo, «mantenerse a salvo» significa garantizar la protección higiénica para todos, así como la protección de las políticas que apuntan explícitamente a promover el poder y las ganancias de unos pocos al tiempo que limitan los derechos de la mayoría. Para recuperar la ciudad y el derecho a la ciudad necesitamos recuperar, al mismo tiempo, las potencialidades de la convivencia doméstica. Walter Benjamin, mientras observa la vida en mitad de la guerra en Nápoles, ha señalado: “… la casa es mucho menos el refugio al que se refugia la gente que el depósito inagotable de donde sale la inundación”. ¿No es esta quizás una forma de imaginar un espacio urbano común después de una pandemia? Una especie de espacio producido, desarrollado y soñado como ámbito y medio de una sociedad basada en el cuidado mutuo, la igualdad y la libertad.

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org/

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¿Quién tiene derecho a defenderse: el verdugo o su víctima?

Por: María Landi

A quienes conocemos y apoyamos la causa palestina nos resulta casi tan intolerable como las vidas perdidas en cada nuevo ataque israelí la forma en que los medios hegemónicos ‘informan’ sobre lo que está pasando. El economista y político griego Yanis Varoufakis lo expresó así hoy: «Imaginen que los reportes sobre los disturbios en Soweto contra el Apartheid no mencionaran nunca el Apartheid, sino que se concentraran únicamente en la violencia de los jóvenes o en la pérdida de vidas y bienes causada por los militantes negros. Esto es lo que nos encontramos hoy en los informes de los medios de comunicación occidentales sobre Palestina. Cuando la verdad es sustituida por el silencio, dijo una vez un disidente, el silencio es una mentira. Y cuando esta mentira se refiere a la limpieza étnica de una población nativa y a la instalación de un estado de apartheid, quienes perpetúan la mentira a sabiendas son partícipes del crimen.»

Mientras leo las cifras crecientes de muertes en Gaza (más de 100, incluyendo 22 niñas/os), es imposible no recordar la brutal masacre cometida allí por Israel en julio-agosto de 2014: 2200 personas asesinadas en 20 días, 550 de ellas niñas y niños, decenas de miles heridas y mutiladas. Es imposible, también, olvidar que cuando hace tres años la población de Gaza decidió protestar pacíficamente contra el bloqueo en la llamada Gran Marcha del Retorno, fue también masacrada por francotiradores apostados en la valla que encierra a Gaza. El saldo de esas protestas semanales pacíficas fue igualmente sangriento: centenares perdieron la vida y decenas de miles recibieron heridas irreversibles; los soldados israelíes usaron balas especiales que pulverizan los huesos, y cientos de jóvenes fueron amputados.

Y sin embargo los medios continúan condenando la violencia de Hamas. En el mejor de los casos se habla de un “conflicto”, y la comunidad internacional llama a “ambas partes” a cesar las hostilidades. Como si se tratara de dos países vecinos que se disputan un territorio. No se dice que de un lado hay una potencia militar y nuclear (la cuarta del mundo) que recibe millones en ayuda estadounidense y del otro un pueblo oprimido que no tiene ejército ni tanques ni aviones de guerra, y que resiste como puede el robo cotidiano de su tierra y su agua, el asesinato y encarcelamiento de sus jóvenes y una vida entera carente de todos los derechos fundamentales.

Pero esa falsa asimetría desaparece del discurso cuando se afirma que “Israel tiene derecho a defenderse”. ¿Acaso el pueblo palestino no tiene derecho a defenderse? ¿Realmente el victimario tiene derecho a defenderse de su víctima? Digámoslo claramente: según el Derecho Internacional Humanitario que rige para Palestina, una potencia ocupante no tiene derecho a defenderse del pueblo que mantiene bajo ocupaciónPor el contrario: Israel como potencia ocupante tiene el deber de velar por la seguridad de la población y el territorio que ocupa.

El lenguaje del ‘conflicto’ y del ‘enfrentamiento’ que iguala al ocupante y al ocupado, al colonizador y al colonizado, oculta que el origen de la cuestión palestina-israelí es un proyecto colonial de asentamiento –el sionismo− surgido en Europa a fines del siglo XIX que se propuso conquistar la tierra de Palestina, expulsar a su población árabe nativa y sustituirla por personas judías provenientes de todo el mundo. Tras un proceso masivo de inmigración judía europea, facilitado por el Mandato Británico en las primeras décadas del siglo XX y acelerado por el nazismo, el Estado de Israel fue creado en 1948 sobre las ruinas de 500 localidades palestinas destruidas tras una violenta campaña de limpieza étnica (Nakba o ‘catástrofe’ en árabe) que asesinó a unas 30.000 personas, expulsó a otras 800.000 y las convirtió en refugiadas a las que hasta hoy no se les permite regresar (ni a sus descendientes) porque son una amenaza demográfica para el Estado judío.

El falso mito fundacional sionista que prometía “una tierra sin gente para un pueblo sin tierra”, ignorando y despreciando ─como todo proyecto colonial─ a la población nativa, significa en la práctica apoderarse del máximo de tierra con el mínimo de árabes. De esa población excedente hay que deshacerse, ya sea por métodos violentos (como ahora en Gaza) o perversamente sofisticados, como el complejo sistema de ocupación y colonización en Cisjordania y Jerusalén, o las más de 50 leyes que discriminan a la población árabe dentro de Israel. El objetivo es que todos se vayan. Porque más allá de la retórica para consumo occidental sobre “los dos Estados”, en el proyecto sionista no hubo nunca lugar para la población palestina.

Ese sistema de dominación fue por fin calificado este año de apartheid por la principal organización internacional de derechos humanos, Human Rights Watch, y por la más importante de Israel, B’Tselem. Superando la falsa separación entre el Israel ‘democrático’ y los territorios que ocupa y coloniza, se afirma inequívocamente que «En toda la región entre el Mar Mediterráneo y el río Jordán, el régimen israelí implementa leyes, prácticas y violencia estatal con un diseño destinado a cimentar la supremacía de un grupo: el judío, sobre otro: el palestino

Pero de esto no hablan los medios occidentales. Para ellos la noticia empieza siempre con la primera víctima israelí o el primer cohete disparado desde Gaza, sin antecedentes ni contexto. Mientras no lanzan cohetes, los medios ignoran la lenta agonía que es la vida cotidiana para los dos millones de personas encerradas en esa gran cárcel israelí que es la Franja de Gaza, bloqueada por aire, tierra y mar desde hace 14 años. No es noticia que el agua esté contaminada, la energía eléctrica limitada a unas horas diarias, los hospitales desabastecidos, la economía destruida, el desempleo generalizado y las perspectivas de futuro reducidas a escombros igual que las viviendas con cada periódico bombardeo israelí. Como escribió un joven de Gaza: «Aquí estamos sangrando en silencio, todo el tiempo. Independientemente de esta o aquella guerra. (…) tenemos que elegir entre una muerte rápida en tiempos de guerra o una muerte silenciosa bajo el bloqueo».

Del mismo modo, los medios occidentales ignoraron la escalada de ataques y provocaciones de colonos y tropas israelíes que la población palestina de Jerusalén Este venía sufriendo desde el comienzo del Ramadán. Ignoraron las marchas de judíos extremistas por las calles de la Ciudad Vieja gritando consignas racistas como “muerte a los árabes” y prometiendo quemar sus casas y aldeas. Ignoraron las vallas colocadas por la policía israelí en la explanada de la Puerta de Damasco, la principal entrada a la Ciudad Vieja (y centro neurálgico de la vida social y económica palestina) para impedir las reuniones festivas que tienen lugar allí al caer el sol cuando se rompe el ayuno.

Ignoraron también la inminente expulsión de familias palestinas del barrio Sheikh Jarrah por parte de organizaciones de colonos judíos que pretenden quedarse con sus viviendas. No fue noticia que tras décadas defendiendo sus hogares en una lucha desigual, Sheikh Jarrah se convirtiera en símbolo de resistencia a la limpieza étnica y la judaización violenta que Israel lleva a cabo en Jerusalén. Ni fue noticia la brutal represión de la policía y los ataques de colonos armados contra la gente de Sheikh Jarrah y de muchas localidades palestinas de Israel (pues la de Cisjordania no tiene permitido entrar a Jerusalén) que llegó para solidarizarse.

Tampoco fue noticia la violencia arrogante con que las fuerzas israelíes armadas a guerra irrumpieron en la Explanada de las Mezquitas durante las oraciones del viernes y el sábado; ni siquiera cuando el lunes invadieron la mezquita de Al Aqsa (el lugar más sagrado para el pueblo palestino) armados a guerra, disparando, gaseando e hiriendo a más de 400 fieles y convirtiendo la mezquita en un campo de batalla. Quizás no hubo portadas ni titulares porque las víctimas eran musulmanas, los victimarios judíos y el templo destrozado no era una sinagoga ni una iglesia. Pero las imágenes del ataque dieron la vuelta al mundo en tiempo real y causaron indignación en las redes sociales. Y también llegaron a Gaza.

Los medios tampoco informaron que Hamas dio un ultimátum a Israel exigiéndole que antes de las 6 de la tarde retirara sus tropas de Al-Aqsa y de Sheikh Jarrah. El ultimátum fue ignorado, y los primeros cohetes fueron lanzados desde Gaza. Esta vez no buscaban llamar la atención sobre el bloqueo intolerable que sufren sus habitantes, sino decirle a Israel que no puede atacar Jerusalén durante semanas y esperar que la resistencia no responda.

Como expresaron Ibrahim y Afaf, jóvenes de Gaza: «No es sólo una conexión religiosa. El pueblo palestino ve a Jerusalén como una parte inseparable de su identidad nacional y de su historia. En los últimos días, cientos de palestinos de Gaza han salido a la calle a manifestar su rabia por lo que está ocurriendo en Jerusalén y en Sheikh Jarrah.» «Es un sentimiento. Y es que, al fin y al cabo, los palestinos estamos dispersos por todo el mundo. (…) Pero cuando se trata de Jerusalén, todos somos uno. En una realidad de total segregación entre las distintas comunidades palestinas, esta ciudad es el último fragmento de nuestra unidad. Eso es lo que alimentó la ira en Gaza hacia lo que está sucediendo en Sheikh Jarrah, la Puerta de Damasco y la Mezquita de Al-Aqsa

A lo largo de la Historia ningún pueblo oprimido dejó de resistir. La violencia continúa porque la Nakba −de la que se cumplen 73 años este mes− continúa todos los días sobre la tierra de Palestina. «Los viejos morirán y los jóvenes olvidarán» afirmó Ben Gurión. Pero ese pueblo tiene memoria y se niega a desaparecer; aun en el exilio o en los campos de refugiados, las familias conservan las llaves de las casas que les robaron y las pasan a las nuevas generaciones; y estas aprenden desde la cuna que Palestina es su patria y que “existir es resistir”.

Fuente: desinformemonos.

Ilustraciones: Latuff

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Mujeres qom defienden su derecho a una vida digna en el norte de Argentina

Mujeres Qom del Impenetrable Chaqueño se organizan desde hace muchos años para defender su derecho a una vida digna y el respeto a las mujeres originarias. Están avanzando en la lucha, están organizadas y hacen un llamado a ser escuchadas, a que se reconozca su organización llamada Onoleq Laxariq Onoxanxaicpi.

Esta lucha surge de un proceso de largos años de caminata por la senda de reconocerse mujeres hacedoras de vida, sostenedoras de familias, quienes tienen derechos. Años de sometimiento fuera y dentro de la comunidad, peleando por que su voz sea escuchada y tomada en cuenta en las decisiones. Años peleando por igualdad de condiciones y que se cumpla lo decidió en asamblea, años que las llevaron a alejarse y construir algo que intenta ser nuevo para todas, basándose en el respeto, la horizontalidad y la asamblea.

Hace unos días salieron a la ruta para llevar adelante un reclamo que viene de hace años. Desarrollo Social de la provincia del Chaco les debe el pago de todo el 2020 de un Convenio con su Cooperativa de artesanía tradicional, y el Instituto de Vivienda de la provincia hace cuatro años que debía avanzar con las reformas y ampliaciones de viviendas a las que se había comprometido.

Las mujeres qom piden respeto y que se cumpla la palabra empeñada, así como ser escuchadas. Salen a luchar y llaman a que se difunda su palabra.

Comparten esta carta dirigida a la Vice Gobernadora de Chaco:

Fuente e imagen: desinformemonos.org

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