Un agente de la Guardia Nacional abrió fuego contra estudiantes de la Universidad de Guanajuato (UG) y provocó la muerte del joven Ángel Yael Ignacio Rangel, por lo que la Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato (Prodheg) abrió una queja por oficio. Por el ataque también resultó herida la estudiante Alejandra Carrillo Franco.
La agresión sucedió la tarde del miércoles en las inmediaciones de la UG en Copal, Irapuato, cuando un elemento de la Guardia Nacional disparó contra la camioneta en la que viajaban tres estudiantes, reportaron medios locales.
De acuerdo con el municipio de Irapuato, el ataque ocurrió cuando el piloto del vehículo no quiso detenerse en un retén federal en la comunidad conocida por tener flujo constante de estudiantes.
«Nosotros los estudiantes de la Universidad de Guanajuato no vamos a guardar silencio. Ángel era nuestro compañero, fue asesinado. ¡Justicia para nuestros compañeros! ¡Quienes deben protegernos nos asesina”, señaló la comunidad estudiantil de la UG tras el ataque.
Por su parte, la Universidad publicó un comunicado en el que condena la violencia contra sus estudiantes e informa que participará en el esclarecimiento de los hechos.
“Repudiamos la violencia que nuevamente pone de luto a nuestra comunidad universitaria y nos sumamos al legítimo reclamo social de vivir en un ambiente de paz, al tiempo que exigimos el pronto esclarecimiento de los hechos”, publicó la UG.
Compartimos el libro «Una historia oral de la infamia: Los ataques contra los normalistas de Ayotzinapa», de John Gibler, un relato construido a partir de testimonios sobre la desaparición de los 43 normalistas de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, perpetrada el la madrugada del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
Ayotzinapa: historia de lo imposible
I.
Como todos los segundos días de octubre, los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa (Guerrero), así como otros miles de todo el territorio nacional, se disponían a marchar al DF como modo de traer a la memoria popular la mayor represión al movimiento estudiantil en la historia de México: la masacre de Tlatelolco (1968). Como tantas otras veces, días antes de la cita, un grupo de estudiantes, mayormente de primer año, se dirige a las ciudades de Huitzuco e Iguala (a menos de dos horas de Ayotzinapa) en busca de los buses en los que hacer el viaje. Como tantas otras veces, los habían conseguido y ya se dirigían, a eso de las ocho y media de la noche del 26 de septiembre de 2014, de regreso a la escuela. Pero una serie de emboscadas, persecuciones y represiones, brutales, dentro de Iguala, lo impidió a balazos. La cacería duró toda la noche. El saldo fue de 6 asesinados, más de 40 heridos y 43 estudiantes desaparecidos; en un hecho que si no permanece aún más oscuro e impermeable –como sucede la mayor parte de los casos en esta epidemia de violencia y asesinatos que asola a México– se debe en gran medida a Una historia oral de la infamia.
Representantes del Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), escoltados por elementos de la Guardia Nacional, irrumpieron en las instalaciones de la Radio Universidad de Guerrero (Radio UAGro) «con el fin de desmantelarla» el pasado 23 de febrero, denunció el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan.
«No sólo fue un amedrentamiento de los funcionarios federales, sino una acción de fuerza al irrumpir en las instalaciones de radio Uagro con personal de la Guardia nacional que violentaron la autonomía universitaria», señaló Tlachinollan en un comunicado.
De acuerdo con Ifetel, la entrada a la radio universitaria fue para comprobar si cuenta con la concesión o autorización vigente de la institución, sin embargo, Tlachinollan aseguró que se trató de un atentado contra la autonomía de la universidad y la libertad de expresión.
«Es una provocación que propicia la confrontación con la población universitaria y la sociedad en su conjunto, criminalizando el derecho a informar», añadió el centro de derechos humanos.
Tlachinollan recordó que Radio UAGro es un espacio de comunicación que cubre «los sectores sociales más desamparados» y promueve la diversidad de opiniones, así como que es un baluarte en la defensa de los derechos humanos de las víctimas de la violencia y de los abusos del poder.
A continuación el comunicado completo:
Después de 40 años de ser la voz de los ciudadanos y ciudadanas que luchan por sus derechos, este miércoles 23 de febrero representantes del Instituto Federal de Telecomunicaciones, escoltados por la Guardia Nacional, entraron a las instalaciones de Radio Universidad, con el fin de desmantelarla.
De acuerdo con información oficial proporcionada por el Ifetel se trató de una visita ordinaria, para comprobar si cuenta con la concesión o autorización vigente emitida por esta institución. No sólo fue un amedrentamiento de los funcionarios federales, sino una acción de fuerza al irrumpir en las instalaciones de radio Uagro con personal de la Guardia nacional que violentaron la autonomía universitaria.
Como Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan reprobamos esta acción policiaca que atenta contra la autonomía universitaria y contra la libertad de expresión. Es una provocación que propicia la confrontación con la población universitaria y la sociedad en su conjunto, criminalizando el derecho a informar.
Radio universidad se ha transformado en un espacio de comunicación que da voz a los sectores sociales más desamparados, que promueve la diversidad de opiniones y es un baluarte en la defensa de los derechos humanos de las víctimas de la violencia y de los abusos del poder.
Nos solidarizamos con radio universidad y hacemos causa común para salvaguardar este espacio de comunicación, ganado a pulso por hombres y mujeres que fueron reprimidos, encarcelados, desaparecidos y asesinados por defender los derechos del pueblo y ejercer la libre manifestación de sus ideas. La voz del pueblo y de los universitarios no será silenciada.
Juchitán, Oaxaca. Irma Pineda Santiago es poeta y profesora binnizá y Kaimen Pabe es maestra náhuatl de primaria. Ambas son defensoras de sus lenguas y, para ellas, conservarlas no significa crear más universidades, como la reciente “Universidad de las Lenguas Indígenas de México, ULIM”, impulsada por el gobierno federal, porque consideran que la defensa de las lenguas debe ser el fortalecimiento de las instituciones que ya existen, con acciones como renovar o impulsar los planes de estudios de las escuelas Normales, Pedagógicas e Interculturales del país.
Desde la Montaña de Guerrero, la maestra Kaimen Pabe impulsa esfuerzos valiosos para conservar la lengua en las niñas y niños. Ella creó una lotería en lengua Náhuatl basándose en los elementos de su entorno y que comúnmente sus estudiantes conocen y conviven, y ha funcionado.
Irma Pineda, con la creación de literatura indígena y desde las aulas con estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional en Ixtepec, Oaxaca, enfatiza que de nada sirve centralizar las lenguas indígenas en una universidad, cuando los interesados vienen de comunidades alejadas o bien están en zonas con mala o nula señal de internet y celular.
“Es otro elefante blanco más”, recalcó la poeta juchiteca al señalar que si bien es cierto que en la Ciudad de México se hablan 50 de las 68 lenguas indígenas del país, eso no garantiza una conservación ni revalorización, porque no todos los hablantes de una lengua indígena están involucrados en el tema de la educación.
La representante de los pueblos indígenas ante la ONU precisó que desde hace dos años, cuando se impulsó la creación de la Universidad de las Lenguas Indígenas, dejó claro que sería más de lo mismo y que se trataría de una repetición del centralismo.
“No le veo sentido”, dijo la escritora juchiteca al recalcar que, de acuerdo con las materias curriculares de la Universidad de las Lenguas Indígenas, el programa es similar al que se imparte en las escuelas normales y pedagógicas.
“Se gastó para una nueva infraestructura, quién sabe cuántos miles de pesos invirtieron, y sólo para levantarse el cuello y decir que ya defienden las lenguas indígenas. Eso no es defender, lo que sería ideal es fortalecer las infraestructuras ya existentes”, señaló Pineda.
Por su parte, Kaimen Pabe precisa que el problema real está en las escuelas de los niños hablantes de su lengua materna, quienes son atendidos por docentes que en algunas ocasiones son monolingües en español o hablan otra lengua distinta a la de ellos. Por tal razón coincide en que es necesario fortalecer los espacios educativos que tienden a formar a los futuros docentes y que estarán justamente en estos espacios comunitarios, como la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).
Como profesora bilingüe que ha impartido clases en escuelas recónditas de Guerrero, Pabe critica también el actuar de la Dirección General de Educación Indígena a nivel nacional, pues asegura que sus acciones son como como “letra muerta” al no garantizar el derecho de los niños y jóvenes a recibir una educación en sus lenguas maternas.
Por último, recalcaron que son en las escuelas normales, especialmente las rurales, donde surge el semillero de futuros docentes, quienes llegarán a las aulas y la mayor parte a las comunidades indígenas, por lo que urge fortalecerlas para que sus estudiantes sean los portavoces de las lenguas indígenas.
En agosto del 2021, los 12 pueblos originarios de la alcaldía de Milpa Alta aprobaron por unanimidad la creación y establecimiento de las Univeridad de las Lenguas Indígenas de México (ULIM). De acuerdo con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, cuando inicie operaciones no sólo se reflejará en el conocimiento, sino que también preservará las lenguas indígenas. Sin embargo, hasta el momento las autoridades no han informado la fecha de apertura.
Los padres y madres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa condenaron la represión que más de 800 policías ejercieron contra los estudiantes que intentaron tomar la caseta de Palo Blanco, en la Autopista del Sol, para exigir la aparición con vida de sus compañeros el pasado 4 de febrero.
Los normalistas de Ayotzinapa pretendían tomar la caseta para protestar por la falta de avances en el caso de los 43 desaparecidos, pero al lugar llegaron más de 800 policías que los encapsularon y lanzaron gases lacrimógenos. De la represión, dos normalistas resultaron heridos y cinco fueron detenidos y liberados horas después.
Los padres criticaron que la represión y la violencia contra los estudiantes evidenció cómo «se privilegia el uso de la fuerza del Estado contra los que se movilizan por verdad y justicia, pero se deja que los grupos de la delincuencia organizada ejerzan un autogobierno e impongan sus reglas en varios territorios del estado de Guerrero, donde nada hace para contener el saldo de violencia y muerte que dejan a su paso».
«Era totalmente innecesario emprender acciones de encapsulamiento y choque contra los estudiantes dado que estos ya se retiraban a su escuela evitando entrar en confrontación con las fuerzas policiales, pero en una acción injustificada e innecesaria, la Policía del Estado inició acciones de hostilidad y represión contra los jóvenes», agregaron.
Por ello, exigieron un alto a la represión contra la Normal Rural de Ayotzinapa y contra las madres y padres de los 43 y el movimiento social, y que se investiguen a los policías «que incurrieron en uso excesivo de la fuerza».
A continuación el comunicado completo:
Ayotzinapa, Guerrero a 04 de febrero del año 2022.– El día de hoy estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa pretendían tomar la caseta de Palo Blanco con el objeto de manifestarse exigiendo la presentación con vida de los 43 estudiantes y denunciando la falta de avances en las investigaciones, sin embargo, más de 800 policías los encapsularon coartando su derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión.
Por esta razón y para no confrontar a las fuerzas del orden, los estudiantes optaron por retirarse a su escuela, pero un mando de la Policía Estatal de manera innecesaria ordenó impedir el avance de los últimos autobuses, razón por cual los jóvenes intentaron abrir paso para que los vehículos avanzaran, pero fueron rechazados violentamente con gases lacrimógenas que lanzó la Policía Estatal.
El saldo es de 5 estudiantes detenidos y dos heridos que se encuentran recibiendo atención médica en un hospital de Tixtla, Guerrero. Los detenidos habrían sido liberados horas más tarde.
Era totalmente innecesario emprender acciones de encapsulamiento y choque contra los estudiantes dado que estos ya se retiraban a su escuela evitando entrar en confrontación con las fuerzas policiales, pero en una acción injustificada e innecesaria, la Policía del Estado inició acciones de hostilidad y represión contra los jóvenes lo que implica un uso desproporcionado de la fuerza que viola los estándares internacionales de derechos humanos.
Las madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos condenamos enérgicamente la represión contra los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. Es evidente que este gobierno ha mostrado su verdadera vocación represora. No existen diferencias entre el régimen represivo de gobiernos priistas y perredistas con el actual. Se evidencia una continuidad en la práctica represiva contra los movimientos sociales y principalmente contra los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. La normal se ha convertido, como en el viejo régimen, en el principal enemigo de este gobierno.
La defensa de una caseta de peaje es defendida a ultranza sin importar que ello implique limitar los derechos de los estudiantes a exigir la presentación con vida de sus 43 compañeros y justicia por los jóvenes asesinados. Se privilegia el uso de la fuerza del estado contra los que se movilizan por verdad y justicia, pero se deja que los grupos de la delincuencia organizada ejerzan un autogobierno e impongan sus reglas en varios territorios del estado de Guerrero, donde nada hace para contener el saldo de violencia y muerte que dejan a su paso.
Por todo lo anterior, exigimos, alto a la represión contra la Normal Rural de Ayotzinapa, contra las madres y padres de los 43 y el movimiento social y que se investiguen a los policías que incurrieron en uso excesivo de la fuerza.
Atentamente.
¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Las organizaciones Derechos de los Pueblos Indígenas Internacional (IPRI, por sus siglas en inglés) y Front Line Defenders manifestaron su preocupación por «el clima de impunidad y la falta de condiciones de seguridad» para las comunidades tsotsiles y tseltales de los municipios de Aldama, Ocosingo, Chalchihuitán, Chenalhó, Chilón y Pantelhó, en Chiapas, violentadas por grupos armados y paramilitares.
De acuerdo con testimonios recopilados por el IPRI, quienes integran los grupos armados «son presuntamente hijos de paramilitares que fueron entrenados por el Ejército mexicano en la década de los noventa y que reproducen prácticas de intimidación con el objetivo de controlar el territorio e inhibir la organización comunitaria».
Las organizaciones señalaron que en los primeros días del 2022 se han registrado ataques armados contra las comunidades tstosiles de Aldama, que han dejado por lo menos un muerto y un herido, así como la entrada de encapuchados con armas a la comunidad autónoma zapatista de Nuevo San Gregorio, en el municipio Lucio Cabañas, Ocosingo.
Frente a la violencia contra las comunidades indígenas de Chiapas y la impunidad, el IPRI y Front Line Defenders llamaron a las autoridades federales y estatales a esclarecer los ataques, a conducir una investigación que identifique a los responsables y a asegurarse de que las comunidades defensoras puedan vivir en un ambiente seguro para defender y ejercer sus derechos humanos colectivos e individuales.
A continuación el comunicado completo:
The Indigenous Peoples Rights International (Derechos de los Pueblos Indígenas Internacional, IPRI) y Front Line Defenders expresamos nuestra profunda preocupación ante una nueva ola de violencia en contra de comunidades indígenas tsotsiles y tseltales en el estado de Chiapas. Durante los primeros días del año 2022, organizaciones locales han informado a las firmantes de esta carta sobre constantes agresiones por parte de grupos armados en los municipios de Aldama, Ocosingo, Chalchihuitán, Chenalhó, Chilón, Pantelhó y otros, en el estado de Chiapas.
Las comunidades afectadas han reportado que la impunidad que prevalece tras este tipo de agresiones favorece un ambiente de inseguridad y desplazamientos forzados. IPRI ha documentado testimonios directos que indican que quienes integran estos grupos armados son presuntamente hijos de paramilitares que fueron entrenados por el Ejército mexicano en la década de los noventa y que reproducen prácticas de intimidación con el objetivo de controlar el territorio e inhibir la organización comunitaria y el ejercicio de los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
Front Line Defenders e IPRI destacamos que el caso del asesinato del defensor de los derechos indígenas Simón Pedro Pérez López, perpetrado el 5 de julio de 2021 en la cabecera municipal de Simojovel, permanece impune al no haber avances importantes en las investigaciones, lo que ha permitido que nuevos hechos de violencia sigan afectando el tejido social y la seguridad de las comunidades organizadas. Simón Pedro Pérez López era integrante de la Organización Sociedad Civil Las Abejas de Acteal.
Las organizaciones firmantes hemos recibido información sobre varias agresiones por parte de grupos armados en contra de la población civil de las comunidades indígenas de Chivit, Stzelejpotobtik, Yeton, Xuxchen, Tabac, Juxton, Coco’, Stselej Potov y la Cabecera Municipal de Aldama, en el estado de Chiapas, tan sólo en los días que van del 5 de enero al presente. El mismo día 5 de enero, habitantes del municipio de Aldama alertaron a las autoridades del gobierno de Chiapas sobre detonaciones de explosivos en su territorio.
El 9 de enero de 2022 continuaron los disparos en diversos puntos del municipio de Aldama. En el poblado Xuxch, las detonaciones alcanzaron al indígena tsotsil Javier Hernández de la Torre cuando se dirigía a su cafetal en compañía de su familia. Javier Hernández de la Torre es integrante de las bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y actualmente se recupera en un hospital de una herida de proyectil que le atravesó la cabeza.
El 10 de enero de 2022, el joven indígena Lorenzo Gómez Ruíz fue alcanzado por un proyectil en la comunidad de Stzelejpotobtik y murió horas después mientras recibía atención médica en el hospital de San Cristóbal de las Casas. El mismo día, aproximadamente a la 1 de la tarde, un grupo de alrededor de 15 personas encapuchadas y armadas ingresó a la comunidad autónoma 16 de Febrero, ubicada en el municipio de Ocosingo. Las personas armadas golpearon a un menor de edad y forzaron a la señora Hilaria Hernández Gómez a salir de su casa con su hijo de 3 años de edad, en brazos. Aunque más tarde se localizó con vida a la señora Hernández y a sus tres hijos, organizaciones locales reportan que el grupo armado continúa posicionado dentro de las tierras de la comunidad.
Las comunidades indígenas del estado de Chiapas que fueron agredidas en estos hechos defienden de manera pacífica sus derechos colectivos al territorio, a la autonomía y a la libre determinación. Estos derechos se defienden de manera colectiva, a través de aquellas prácticas que integran la libre determinación. Las agresiones armadas en contra de estas comunidades defensoras son una forma de lastimar el tejido comunitario y al sujeto colectivo comprometido con la salvaguarda de sus derechos.
Las organizaciones firmantes rechazamos los altos niveles de violencia que se registran contra las comunidades defensoras de los derechos indígenas en el estado de Chiapas, especialmente en los municipios de Aldama, Ocosingo, Chalchihuitán, Chenalhó, Chilón y Pantelhó, y reiteramos nuestra preocupación ante el clima de impunidad y la falta de condiciones de seguridad adecuadas para estas formas comunitarias de defensa de derechos humanos en el estado de Chiapas.
Llamamos a las autoridades federales y estatales a esclarecer los nuevos hechos de violencia, a conducir una investigación con debida diligencia para llevar a los responsables ante la ley de forma expedita y a asegurarse de que las comunidades defensoras puedan vivir en un ambiente seguro para defender y ejercer sus derechos humanos colectivos e individuales.
Una de las características más difundidas sobre la cultura mexicana es su relación con la muerte. A la muerte en México se le hace fiesta, se le festeja, se le dibuja y colorea. Se le hacen canciones y poemas. Se dice que al mexicano no le da miedo la muerte, que la busca y juguetea, se le nombra sin temor de que aparezca y como fiel amiga se le espera.
Este hecho, sin embargo, se ha circunscrito a las celebraciones de noviembre donde más allá de hablar sobre el hecho, se festeja el ‘regreso’ de quienes murieron. En este sentido, en algunos países se ha buscado abordar la muerte como parte del currículo escolar, como una medida para que podamos ver el mundo no sólo desde la perspectiva de la vida.
La búsqueda de que, tanto estudiantes como educadores(as), aborden este tema ha llevado a la construcción de una pedagogía de la muerte y una didáctica de la muerte, bajo la lógica de que perecer no puede ser un tema tabú, sino que sirve para formar a personas con una visión más amplia y ayuda a entender que la vida y la ausencia de ella van de la mano.
En El labertinto de la Soledad, Octavio Paz afirma: “El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte, acaba por negar a la vida”. Para varias tradiciones y culturas, la vida está vinculada a la muerte, no son opuestos, son parte de un mismo camino.
Xavier Villaurrutia, en Nostalgia de la muerte, pone de relieve que la muerte nos ronda durante la vida. Nos llega de repente, nos acompaña y como un fiel testigo mira lo que hacemos o dejamos de hacer. Cuando vivimos, al mismo tiempo la muerte está atenta a nosotros y es por ella que seguimos existiendo:
¡Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar a lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muero existo.
Para el Mtro. Alberto Segrera Tapia, académico del Departamento de Reflexión Interdisciplinaria de la IBERO, “no hay vida sin muerte ni muerte sin vida. Si nos priváramos de la formación en torno a la muerte estaríamos abordando la formación de la vida abrupta y contraproducentemente incompleta, lo cual repercutiría en vivir de forma desarmónica y, muy probablemente, equivocada”.
Y agrega que la “manera en la que decidimos vivir está fuertemente impulsada por la forma en la que concebimos a la muerte. El proceso de concientización sobre la muerte nos lleva a valorar aún más nuestra vida y a sentirnos invitados, aún más, a elegir un significado existencial y a entregarnos a él mediante la concreción de un proyecto acorde con el sentido elegido”.
Pedagogía de la muerte, un tema incomprendido
De acuerdo con el texto Algunas bases de la Pedagogía de la muerte, de Agustín de la Herrán Gascón y Pablo Rodríguez Herrero, ambos del Departamento de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Madrid, se debe educar no sólo desde la óptica de la vida, sino también desde la conciencia de muerte y de finitud. “Los hechos humanos se construirían de mejor manera, si se observan los fenómenos con los dos ojos (vida y muerte)”.
Los investigadores refieren que la pedagogía de la muerte es la disciplina aplicada al estudio de la inclusión de la muerte en la educación y la enseñanza, así como de la educación y la enseñanza que incluyen a la muerte, y todo lo relacionado con ellas; mientras que la didáctica de la muerte tiene como objeto de estudio la enseñanza para la formación que incluye la muerte.
Sin embargo, al explorar el desarrollo de la pedagogía de la muerte, sólo en algunos países como España se han puesto en marcha algunas propuestas para incluirla en escuelas, aunque hay resistencias por la falta de una tradición pedagógica, el concepto de muerte enfocado a lo ‘negativo’, un contexto social que apuesta por la vida y la acumulación, a nivel educativo se atiende siempre lo urgente y no aquellos temas que impliquen tiempo, entre otras.
Y ponen énfasis en un factor central: la muerte es un tema radical. “Los temas radicales, como la muerte, tienen una serie de características. Por ejemplo, no se incluyen en el discurso de los organismos internacionales de educación, de las reformas educativas, de las leyes orgánicas, ni tampoco forman parte de la ciencia normal. Por eso no se ven”.
Ambos autores señalan que las razones por las que la muerte no se ha incluido en la educación se sintetiza en que “su educatividad no se ha comprendido”. En este sentido, algunos pilares didácticos de la conciencia de muerte son: la mortalidad, el sentido de la vida y de la muerte, la omnipresencia de la muerte, la necesidad de la muerte y la presencia de quienes murieron.
La educación, dicen los pedagogos españoles, consiste en transitar eficazmente del egocentrismo —personal o colectivo— a la conciencia. “Sólo podrá decirse que lo habrán logrado, si viven más conscientemente”. Al incluir la muerte en la educación, concluyen, podría educarse mejor para la vida.
El proyecto Pedagogía de la muerte, auspiciado en su momento por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad de España, agrega que “la muerte cruza contenidos disciplinares y transversales del currículo, y su presencia natural enriquece la educación porque añade conciencia a los aprendizajes”.
Por ello, las y los docentes, que son quienes mayor relación tienen con el estudiantado, “deben saber cómo poder acompañar educativamente a un alumno o grupo de alumnos que ha experimentado un fallecimiento significativo”. Es decir, la pedagogía de la muerte no sólo aborda desde lo teórico, sino también da soporte cuando llegan los decesos.
Uno de los primeros documentos que podríamos señalar como pedagógicos sobre la muerte son los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús, orden a la que está confiada la Universidad Iberoamericana y otras siete instituciones de educación superior en el país, integradas todas en el Sistema Universitario Jesuita. De acuerdo con la Dra. Sara Gabriela Baz, académica del Departamento de Arte, el añejo texto facilitó el entendimiento sobre las preparaciones para el bien morir y poner en práctica el desapego, además de entender que el “sepulcro es una escuela”.
La muerte como eje formativo
En Pedagogía de la muerte mediante aprendizaje servicio, texto en el que además de los autores antes mencionados también participa Mar Cortina Selva, enfatiza que la pedagogía “puede y debe liderar la normalización educativa y social de la muerte» como posible constructo desde el cual se promueve una sociedad más humana, solidaria, culta y madura.
Bajo esta óptica, la Dra. Luz María Moreno Medrano, directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, afirma que el tema de la muerte es fundamental para lograr la formación humanista que nuestra institución ofrece a sus estudiantes.
“Es la oportunidad de cuestionar el rol que ha jugado el ser humano en el planeta y el antropocentrismo en el que hemos estado instalados en la historia de la humanidad. Hablar de la muerte nos invita a cuestionar nuestros límites y a actuar de manera más humilde, responsable y colaborativa al saber que estamos de paso por un tiempo corto, en el mundo”.
La Dra. Hilda Patiño Domínguez, directora del Departamento de Educación de la IBERO CDMX, expresa que a partir de la muerte, puede tener sentido nuestra propia vida, ya que si fuéramos inmortales, si no hubiera un final, se frenarían las expectativas, la búsqueda de progresar y desarrollarnos, es decir, no existiría de fondo un para qué.
“En la formación educativa, el tema de la muerte es relevante para hacernos más conscientes de nuestra propia contingencia, finitud y vulnerabilidad. Esto nos hace más sensibles al sufrimiento ajeno, más empáticos con el dolor. Y nos invita a darle un significado a nuestra vida. El tema de la muerte es relevante en la medida en que nos invita a vivir una vida más plena y más auténtica, una vida que deje huella favorable en los demás”.
Cuestionadas sobre lo paradójico que resulta vivir en un país donde se ‘convive con la muerte’ y no se aborde abiertamente en la formación educativa, las especialistas en educación apuntan que la muerte llega a los centros educativos a partir de actos socioculturales como los días de Todos los Santos y de Fieles Difuntos o cuando ocurren procesos de duelo generalizados.
“La muerte se vive en las escuelas en las ofrendas y altares dedicados a nuestros muertos, como reminiscencia de una tradición prehispánica. En esos días de flores de cempasúchil, papel picado, pan de muerto, calaveritas, pensamos en la muerte casi como un juego, y la muerte se aborda como una tradición cultural, pero no como un motivo de reflexión filosófica. Hay que hacernos conscientes del valor de la vida a través de la reflexión sobre la muerte”, señala la Dra. Patiño Domínguez.
Mientras que, desde la perspectiva de la Dra. Moreno Medrano, la experiencia de la muerte llega de manera inevitable a los procesos educativos de nuestro estudiantado, aunque no esté explícito en la currícula. “Lo que tenemos que aprender a hacer como colectivos docentes es acompañar los procesos de duelo de manera solidaria y abierta para que no se conviertan en procesos solitarios que pueden derivar en sentimientos de desolación: hay que darnos el tiempo y el espacio para acompañarnos, para dolernos y condolernos”.
En ese sentido, el Mtro. Alberto Segrera recomienda que la forma de abordar la muerte en los centros educativos debe ser natural y fluida; además de respetuosa, incluyente y neutral, es decir, reconocer que cada persona concibe su propia “vivencia de la muerte”, a partir de su propia existencia, experiencia y convicciones.
Conviene invitar al o la estudiante a identificar qué tanto estamos viviendo, de tal manera que cuando la muerte nos alcance podamos voltear e identificar qué de lo que ya vivimos nos produce satisfacciones más profundas. Debemos hacernos preguntas sobre nuestra existencia, lo que queremos trascender y si estamos satisfechos y orgullosos de lo que hemos hecho. “La respuesta que nos proporcionemos a estas preguntas nos sirven de orientación para seguir entregándonos a ello con pasión y convicción en esta vida”, dice.
Muerte, un fenómeno que nos hermana
En Lasintermitencias de la muerte, José Saramago explora cómo sería un mundo sin fallecimientos. En su libro, el escritor portugués pone en ‘huelga’ a la muerte, pero no detiene el proceso natural de la vida. La falta de muertos genera un caos social y entonces se vuelve evidente que la muerte es necesaria y permite a la vida continuar.
A decir de la Dra. Luz María Moreno, especialista en el desarrollo de habilidades de liderazgo pedagógico, al abordar la muerte ponemos en perspectiva la vida, sobre todo la parte colaborativa para construir la Casa Común. “Sin embargo, en un país como el nuestro en que las muertes son causadas por un sistema de violencia y deshumanización, hablar de la muerte también implica hacer análisis profundos de los sistemas de injusticia y opresión en los que vivimos”.
De esta forma, al revisar el concepto de muerte dentro de las escuelas, se ganaría en sensibilidad, empatía y compasión, comenta la Dra. Hilda Patiño, especialista en formación humanista integral. “La muerte es un fenómeno que nos hermana a todos, y que nos invita a aprovechar mejor el tiempo que nos toque vivir”.
Agrega que la pandemia hizo más presente a la muerte, en medio de una sociedad industrializada y consumista que no está preparada para aceptar la finitud de la vida, lo que complica los procesos de duelo cuando ocurre una pérdida importante, lo que es normal, pues somos seres en relación con los demás, construimos lazos afectivos y de apego.
“Eso está bien, pero también hay que reflexionar sobre el sentido de lo efímero, la conciencia de la temporalidad para trabajar nuestros apegos y plantearnos de qué manera nos gustaría trascender en los otros y para los otros. Después de todo, educar es dejar un legado”.
Abunda que debemos aprovechar las tradiciones alrededor del Día de Muertos para tocar el tema de la muerte desde lo filosófico y lo existencial, particularmente a partir de la secundaria y durante la educación media superior, pues prepararnos para llegar al final de nuestros días, implica revalorar lo que hoy hacemos.
“Prepararnos para la muerte de nuestros seres queridos y la propia muerte permitiría darle a la vida un sentido y un significado más profundo. El tema de la muerte podría abordarse especialmente en las materias de lenguaje y comunicación y de ciencias sociales, y en la educación socioemocional, sin duda”.
Respecto a cómo integrar el tema de la muerte a los planes de estudio o la posibilidad de abordarlos en alguna materia, la doctora Moreno Medrano señala que debe ser parte de las actitudes de apertura, y relaciones abiertas y sensibles que se pueden construir con el estudiantado, “para cuando nos cruce la experiencia del duelo, podamos estar acompañados en una comunidad segura y de cuidados”.
Recuerda que en la IBERO el aprendizaje sobre los procesos de muerte, desde una mirada disciplinar, está presente de distintas formas en varios planes de estudio en la Universidad: desde el estudio de las fosas clandestinas (Derechos humanos) hasta los procesos de tanatología (Psicología) y el acompañamiento a través de la Clínica del Bienestar, ante las pérdidas que hemos experimentado como comunidad en el último año.
Alberto Segrera Tapia, maestro en Desarrollo Humano, agrega que en la IBERO, por ejemplo, la muerte se aborda como parte sustantiva de la vida universitaria, ya que se invita a las y los estudiantes a “reflexionar en torno a lo que nos constituye como seres humanos, así como a lo que deseamos hacer con nuestra vida por nosotros mismos y con y para los demás”.
Aunque la pedagogía de la muerte tiene varias décadas siendo motivo de atención, su aplicación pasa primero por desmitificar el concepto, quitarle lo negativo y atrevernos a hablar de él como se habla de la vida. La vida y la muerte van de la mano, mirar con las dos ópticas da apertura al entendimiento. Al final, como dice la canción de Lila Downs:
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