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El futuro híbrido del capitalismo entre el teletrabajo y el fin de la oficina… o del trabajo

Por: Eduardo Camín*

 

No podemos entender nuestra época si no tenemos una idea clara de lo que constituye el argumento de su vida colectiva. Es cierto que cada tiempo tiene sus creencias, frecuentemente desconocidas: sus pretensiones profundas, no siempre manifiestas, sus grandes temas, sus palabras preferidas y reveladoras. Todos esos rasgos componen lo que podríamos llamar las características de una época, que expresan ciertas ideas. Y es, justamente una de esas “viejas ideas actuales” a la cual nos referiremos: la noción del teletrabajo.

Algunos textos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) ya manejaban la idea del teletrabajo, la que comenzó a suscitar interés con la crisis del petróleo en el decenio de 1970. Al dispararse el precio del petróleo, se encarecieron los costos del desplazamiento diario entre el domicilio y el lugar de trabajo además de plantearse otras dificultades.El teletrabajo también nos puede enfermar | Bioguia

El problema del aprovisionamiento futuro de petróleo suscitaba una creciente preocupación y se temía que su precio nunca bajaría. En este contexto, se consideró que el teletrabajo podía ser la solución: las personas trabajarían a domicilio o en un telecentro cerca de su domicilio a fin de evitar los gastos elevados de combustible para el transporte hasta el lugar de trabajo y reducir los gastos de calefacción y climatización de los locales de oficina.

La crisis del petróleo se resolvió rápidamente, pero se siguió mostrando interés por el teletrabajo, que empezó a promoverse como un medio de lograr otros objetivos deseables para las empresas y los trabajadores, como mejorar el equilibrio entre la vida privada y la vida profesional, mejorar la moral de los trabajadores y aumentar la productividad.

El progreso continuo de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), que facilitan el trabajo, distribuido a menudo en zonas geográficas remotas (inclusive entre fronteras) fue un factor decisivo en la expansión del teletrabajo.

Por lo tanto, el trabajo a domicilio es una realidad antigua, anterior incluso a la emergencia de la organización fabril dentro del capitalismo. Pero su incidencia en las últimas tres décadas muestra que es un escenario productivo renovado, que se reafirma en sectores hasta hace años esquivos y, también, en áreas noveles para la economía globalizada.

Qué son las "oficinas secretas" y cómo son una alternativa al teletrabajo en crisis como la del coronavirus - BBC News MundoComo muestra de este desarrollo podemos citar los estudios comparativos desarrollados por la OIT durante la década pasada, que dieron como resultado el Convenio 177 Sobre Trabajo a Domicilio, en el año 1996. Según esa normativa, la persona denominada como trabajador a domicilio está en condiciones de designar un sitio productivo, que puede ser su domicilio u otros locales que escoja, siempre distintos a los lugares en donde se halla el empleador.

Además, se admite que el propósito del vínculo laboral es la realización de un producto o, también, la prestación de un servicio, siempre conforme a las especificidades que imponga el empleador, pero con independencia de quien proporcione los equipos de trabajo. Con la única salvedad, si bien ambigua en su expresión, de serlo siempre y cuando la persona no sea autónoma ni independiente económicamente, según lo consideren la legislación nacional o las decisiones judiciales.

¿Cómo se vislumbra la próxima normalidad?

Mientras un mundo cansado de la pandemia comienza a volver a los lugares de trabajo, hay quienes basados en las nuevas/viejas rutinas auguran el final de la oficina física tal como la conocemos. Incluso antes del Covid-19, muchas empresas estaban explorando la posibilidad de transformar sus carteras de oficinas, o incluso habían iniciado esta transformación.

No cabe duda de que trabajar exclusivamente desde casa ha abierto a muchos los ojos sobre la posibilidad de desarrollar su actividad laboral con éxito desde cualquier lugar. La realidad es que esta tendencia hacia una modalidad de trabajo más flexible, ahora se está acelerando como consecuencia de la pandemia. Sin embargo, las experiencias y las dinámicas características de las oficinas físicas siguen teniendo demanda, mientras los empresarios diseñan estrategias para dar soporte a una plantilla más dispersa.COVID-19: ¿Cómo gestionar el protocolo para regresar a la oficina? – Grupo Datco

Posiblemente, a corto plazo, la experiencia del trabajo en la oficina incluirá procedimientos y protocolos más estrictos para proteger la salud y seguridad de los trabajadores. En ocasiones, estas medidas de seguridad pueden limitar la sensación de colaboración y conexión social que suelen generar las oficinas.

Al incluir los desarrollos modernos de esta modalidad de trabajo a distancia, se especifica que el producto puede llegar a ser un servicio que estará configurado por el interés del empleador, sin que ello afecte al hecho de quién es el propietario de los equipos que se utilizan en el desarrollo de la tarea.

Este es un elemento de contundente ruptura con los regímenes de interpretación anteriores sobre esta forma modernizada de trabajo a domicilio, ya que en ellos no se contemplaba la idea de un servicio como resultado de la tarea, y mucho menos que los medios dispuestos para su realización pudieran ser propiedad del trabajador. Ambas condiciones generalmente eran impuestas como elementos determinantes de la situación de autonomía, y no de dependencia, en el vínculo contractual.

Sin embargo, esas especificaciones integradas a la nueva normativa internacional también admiten entre sus límites el hecho de que tales manifestaciones puedan considerarse de un modo autónomo en el vínculo contractual, con la correspondiente pérdida de garantías protectorias de las relaciones de dependencia.

La pregunta es, entonces, quién determina si existe una u otra situación contractual; la respuesta está en la propia normativa, según la cual se admite la predominancia de los regímenes nacionales que contemplen ese particular y, si no, en la propia jurisprudencia que atienda contiendas sobre uno u otra planteadas a partir de la relación de trabajo.

Un futuro «híbrido»

Trabajo Remoto o Teletrabajo: Ventajas y desventajas.La oficina física seguirá siendo, un componente esencial del lugar de trabajo híbrido, puesto que actuará como el centro neurálgico que conecta a unas plantillas más dispersas con sus empresas.

En el futuro, nuestro trabajo y nuestros lugares de trabajo sintetizarán lo mejor de lo que puede ser el teletrabajo y lo que debería ser el trabajo en oficina. Como el teletrabajo tiene más que ver con la organización del trabajo que con una modalidad de empleo o una nueva categoría profesional —aunque es posible que las facilite—, pocos países llevan a cabo una recopilación sistemática de estadísticas oficiales para hacer un seguimiento y medición.

Debido a las múltiples modalidades de trabajo y empleos a las que se aplica el término, identificar y determinar la prevalencia del teletrabajo es una tarea difícil que se puede comparar con medir una banda elástica, ya que su longitud depende totalmente de cuánto se estire.

También se ha señalado la dificultad de sacar conclusiones de las diferentes fuentes gubernamentales de datos sobre el trabajo realizado a domicilio: Quizás la mayor enseñanza que hemos extraído de la experiencia de teletrabajo durante la pandemia sea que los trabajadores realmente desean elegir cuándo, dónde e incluso cómo trabajan, y disfrutan de ese poder de elegir.

Esta preferencia por la libertad de elección ya estaba adquiriendo fuerza mucho antes de la llegada del Covid-19. El hecho que tengan capacidad para elegir no significa que los empleados vayan a pedir teletrabajar todo el tiempo. Encuestas recientes indican que la mayoría de los trabajadores quieren trabajar en la oficina como mínimo dos o tres días a la semana.

La oficina continúa siendo un lugar de trabajo deseado porque ayuda a los empleados a lograr un mayor nivel de colaboración e innovación con sus compañeros. Los días reservados para tareas que no precisan interacción con los compañeros en la oficina pueden dedicarse al teletrabajo, lo que permite una mejor conciliación de la vida laboral y personal de los trabajadores.

Unos espacios físicos bien situados, con un diseño muy cuidado y habilitados para el uso de la tecnología —junto con la capacidad de elegir cuándo y cómo usarlos— reportarán -dicen expertos- excelentes resultados en materia de productividad y compromiso tanto a los empleados como a los empresarios.Gestión de turnos de trabajo: Teletrabajo vs. reapertura de la oficina - Factorial

Las oficinas físicas que hacen un uso avanzado de la tecnología serán más necesarias que nunca para adaptarse a los nuevos ritmos de una fuerza laboral híbrida. Es probable que el espacio de oficinas se reinvente para crear experiencias mejoradas en las que los participantes presenciales y a distancia se comuniquen y colaboren de una forma más eficaz.

Conforme evolucionen rápidamente para responder a esta nueva demanda, los lugares de trabajo físicos serán un centro neurálgico que trabajará juntamente con nodos a distancia (los hogares de los trabajadores, oficinas remotas, sucursales, etc.) para orquestar un esfuerzo híbrido que contribuya de la forma más eficaz a la consecución de objetivos culturales y de negocio.

Mas allá de la oficinas… el trabajo

La experiencia colectiva con el Covid-19 ha abierto un nuevo mundo de posibilidades en el lugar de trabajo y ha cambiado notablemente la relación entre los trabajadores y su lugar de trabajo. Sin embargo, así como las ciudades han resistido guerras, crisis económicas e incluso pandemias, también lo podrán hacer las oficinas. En muchos sentidos, las personas buscan en las oficinas lo mismo que quieren encontrar en las ciudades: interacción humana y experiencias diversas.

Solo el tiempo dirá si la experiencia del Covid-19 alterará fundamentalmente la forma en que los trabajadores y las empresas se reúnen y las ciudades y las sociedades evolucionan. No sabemos si descubrimientos futuros —como vacunas, fármacos antivirales o nuevas formas de protección— desacelerarán o acelerarán las fuerzas que han definido los últimos meses de nuestras vidas laborales.

Hay un pequeño detalle que ensombrece este idilio. Sólo este año se espera que van a desaparecer, de forma neta, 3,4 millones de empleos en todo el mundo. Por lo tanto, las dudas prevalecen y muchos expertos de diversos ámbitos están en alerta ante la falta de capacidad de reinvención del mercado laboral.

El mundo empresarial —lleno de oficinas— se prepara para una avalancha de insolvencias en lo que queda de año como consecuencia del impacto de la crisis del coronavirus. La agencia de calificación crediticia Moody’s, por su parte, ya adelantó a principios del semestre que un alto porcentaje de empresas a las que analiza de forma habitual corren el riesgo de sufrir una caída de rating en un plazo máximo de 18 meses y alertó del posible repunte de las insolvencias, así como del fuerte incremento de la deuda de las empresas.

Con este panorama sobre la mesa, la aseguradora de crédito advierte que «la profundidad y duración de esta recesión vendrán determinadas por la capacidad de las distintas economías para gestionar las regulaciones sanitarias, evitar los confinamientos y desarrollarse en un contexto de distanciamiento social»

Pero las buenas oficinas del futuro harán lo mismo que hacen las buenas oficinas hoy en día: serán el centro neurálgico de los elementos y las experiencias humanas que la tecnología no puede proporcionar: relaciones, trabajo en equipo, química y cultura.

*Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente e imagen: https://www.surysur.net/el-futuro-hibrido-del-capitalismo-entre-el-teletrabajo-y-el-fin-de-la-oficina-o-del-trabajo/
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Covid-19 interrumpe la educación de más del 70% de los jóvenes

Por: Eduardo Camin

 

Desde el comienzo de la pandemia, más del 70 por ciento de los jóvenes que estudian o compaginan sus estudios con trabajo se vieron afectados adversamente por el cierre de escuelas, universidades y centros de formación, revela un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Los efectos desproporcionados de la pandemia en los jóvenes han exacerbado la desigualdad y podrían mermar la capacidad productiva de toda una generación, señala el informe Los jóvenes y la panademia de la Covid 19: efectos en los empleos, a la educación, los derechos y el bienestar mental .Estos son los sectores más golpeados por el desempleo en la ...

De sus resultados se desprende que el 65% de los jóvenes considera que su actividad educativa se ha visto afectada adversamente desde el comienzo de la pandemia, como consecuencia del período de transición de la enseñanza presencial en las aulas a la enseñanza en línea o a distancia durante la fase de confinamiento.
Pese a sus esfuerzos por proseguir sus estudios y su formación, la mitad de esos jóvenes opina que la conclusión de sus estudios se verá retrasada, y el 9% señala que podría tener que abandonarlos definitivamente.

La situación ha sido aún peor para los jóvenes que viven en los países de ingresos más bajos, en los que existen mayores deficiencias en materia de acceso a Internet y disponibilidad de equipos, y en ocasiones, de espacio en el hogar.

Ello pone de relieve la enorme «brecha digital» entre regiones; mientras que el 65% de los jóvenes de los países de altos ingresos pudieron asistir a clases impartidas por videoconferencia, la proporción de jóvenes que pudo proseguir sus estudios en línea en los países de bajos ingresos fue únicamente del 18%.

«La pandemia tiene una repercusión muy adversa en los jóvenes. No sólo merma su empleo y futuro profesional, sino que menoscaba en gran medida su educación y formación, y, por ende, su bienestar mental. No podemos permitir que eso suceda», señala Guy Ryder, Director General de la OIT.

Preocupados por su futuro

Oxfam: La pandemia multiplica pobres en A. Latina, pero también ...Según el citado informe, el 38% de los jóvenes manifiesta inquietud por su futuro profesional, y se prevé que la crisis dificulte el desarrollo del mercado laboral y prolongue el período de transición de los jóvenes desde que terminan sus estudios hasta que logran su primer empleo.

Algunos jóvenes ya se han visto afectados, habida cuenta de que uno de cada seis de ellos ha tenido que dejar de trabajar desde que comenzó la pandemia. Por lo general, los trabajadores más jóvenes trabajan en sectores muy afectados por la pandemia, en particular los relacionados con la atención al cliente, la prestación de servicios y las ventas, de ahí que sean más vulnerables frente a los efectos económicos de la pandemia.

El 42% de los jóvenes que han mantenido su empleo han visto reducidos sus ingresos. Ello ha repercutido en su bienestar mental. La citada encuesta pone de manifiesto que el 50% de los jóvenes es susceptible de padecer episodios de ansiedad o depresión, y que el 17% probablemente los padezcan.

Pese a la compleja coyuntura actual, los jóvenes utilizan su vigor para movilizarse y hacer que se escuche su voz en la lucha contra la crisis. Según la encuesta, uno de cada cuatro jóvenes realizó algún tipo de trabajo voluntario durante la pandemia.La pobreza que generará la crisis puede cobrarse más vidas que la ...

Es fundamental que se escuche la voz de los jóvenes para dar una respuesta más inclusiva a la crisis de la Covid 19. Según se recoge en el informe, la participación de los jóvenes en la toma de decisiones en consonancia con sus necesidades y proyectos aumenta la eficacia de las políticas y los programas y les brinda la oportunidad de contribuir a su aplicación.

También se aboga por la adopción de medidas políticas a gran escala de forma acuciante para evitar que la crisis menoscabe el futuro profesional de toda una generación de jóvenes a largo plazo, como la reintegración en el mercado laboral de los jóvenes que hayan perdido su empleo o que hayan tenido que reducir la cantidad de horas de trabajo, así como el acceso de los jóvenes a prestaciones de desempleo y a programas que permitan mejorar su bienestar mental, en particular apoyo psicosocial o realización de actividades deportivas.

La Generación del Confinamiento

Salud mental del adolescenteLa respuesta de los gobiernos en todo el mundo a la propagación rápida y sin precedentes de la pandemia de la Covid-19 ha conducido a una ralentización económica mundial. La pandemia ha perturbado todos los aspectos de nuestras vidas. Incluso antes del inicio de la crisis, la integración social y económica de los jóvenes era un reto continuo.

En la actualidad, a menos que se tomen medidas urgentes, es probable que los jóvenes sufran impactos graves y duraderos a causa de la pandemia. Los efectos en los jóvenes, los empleos y las empresas probablemente sean de larga duración, así como más notorios entre las poblaciones más vulnerables, incluidos los jóvenes.

La historia nos ha mostrado que una crisis como la pandemia de la Covid-19 puede tener consecuencias graves y prolongadas para las poblaciones más jóvenes, a las que se está empezando a denominar la “generación del confinamiento” .

La pandemia está teniendo graves repercusiones en los trabajadores jóvenes, al acabar con sus empleos y socavar sus perspectivas profesionales. Uno de cada seis jóvenes (el 17 por ciento) que estaban trabajando antes del inicio de la pandemia dejaron de hacerlo totalmente, en especial los trabajadores de menor edad, de entre 18 y 24 años, y los trabajadores ocupados en la prestación de apoyo administrativo, los servicios, las ventas y la artesanía y oficios conexos

Las horas de trabajo de los jóvenes empleados disminuyeron casi una cuarta parte (a saber, un promedio de dos horas al día) y dos de cada cinco jóvenes (el 42 por ciento) indicaron una reducción de sus ingresos. Los jóvenes que viven en países de ingresos más bajos son los más expuestos a las reducciones de las horas de trabajo y a la contracción de los ingresos consiguiente.Clínica Ciudad del Mar

La ocupación se consideró el principal determinante de la manera en que la crisis ha afectado de manera diferente a las mujeres y los hombres jóvenes. Las primeras indicaron mayores pérdidas de productividad en comparación con sus homólogos masculinos. La abrupta interrupción del aprendizaje y del trabajo, exacerbada por la crisis de salud, ha deteriorado el bienestar mental de los jóvenes. El estudio revela que el 17 por ciento de los jóvenes probablemente sufran ansiedad y depresión.

El bienestar mental es menor entre las mujeres jóvenes y los jóvenes de entre 18 y 24 años. Los jóvenes cuya educación o trabajo se había interrumpido o había cesado totalmente tenían casi dos veces más probabilidades de sufrir probablemente ansiedad o depresión que los que continuaron trabajando o aquellos cuya educación siguió su curso. Esto pone en evidencia los vínculos existentes entre el bienestar mental, el éxito educativo y la integración en el mercado de trabajo.

La educación en el paradigma neoliberal

A través de la experiencia sabemos que ningún fenómeno surge sin causa. Hoy la prerrogativa de todos nuestros males está enfocada en la Covid-19. Por lo tanto, todos los informes se han analizado a partir de esta premisa, soslayando lo esencial; que estamos inmersos en un sistema basado en la explotación del trabajo asalariado a partir de la propiedad privada de los medios de producción.

La desigualdad y la pobreza deben ser analizadas en el marco del orden mundial que las produce. La globalización neoliberal, consolidada desde la posguerra y transformada en un tsunami, junto a la expansión de las tecnologías de la información, se ha convertido en el régimen económico hegemónico. Por lo tanto, sus consecuencias sociales merecen un examen profundo que abarque la propia lógica capitalista.

Un planeta absolutamente globalizado, en el cual los capitales se evidencian dominadores casi absolutos de la escena político-social, con su consiguiente influencia ideológico-cultural. La idea respecto a que no existe nada más allá del modelo de democracia de mercado se pretende totalmente válida; se presenta con fuerza avasalladora.

De esto se desprende la actual ideología dominante, centrada en un individualismo cada vez más acrecentado, atravesado por una irrefrenable tendencia consumista, despreocupación por asuntos sociales y una ética del triunfo personal.

Las nuevas generaciones, criadas en forma creciente en ese caldo de cultivo cultural, bombardeadas de continuo con las nuevas tecnologías de información y comunicación que fomentan la salida personal por sobre todas las cosas, junto a una cierta forma de hedonismo y un conformismo político, son las abanderadas de esa ideología.La educación en tiempos de pandemia : : El Litoral - Noticias ...

Su cosmovisión está modelada en la idea del Estado burocrático, forzosamente deficiente, en la entronización de la iniciativa privada y del más desvergonzado individualismo egocéntrico, todo ello mediado siempre por las nuevas tecnologías de la información. Estas recetas de entronización absoluta del libre mercado se complementan necesariamente con el achicamiento -desmantelamiento de los Estados nacionales.

Todas las empresas públicas son privatizadas, la inversión social educación y salud (considerada “gasto” social) se reduce a porcentajes ínfimos y la prédica constante hace del Estado un “paquidermo inservible, corrupto, disfuncional”. Esa ideología, estas prácticas concretas de ajuste estructural, las vemos recorriendo todo el mundo, produciendo similares efectos en todas partes, e independientemente de la Covid 19.

El cambio de los fenómenos en el tiempo sigue una sola dirección; del pasado al presente y al futuro. El tiempo no corre para atrás: sólo en los cuentos y novelas fantásticas es posible crear la “maquina del tiempo” que nos lleva al pasado. En modo alguno se puede decir que “todo tiempo pasado fue mejor”, pero no caben dudas que el momento actual abre interrogantes preocupantes sobre la posibilidad de cambios sociales.

El llamado neoliberalismo, más que una fórmula económica, parece un programa civilizatorio. De ahí la trascendencia de plantearse alternativas al modelo dominante. A pesar de vivir en un mundo inundado de desarrollos tecnológicos y culturales espectaculares, la lucha por la subsistencia sigue anclada en una lógica embrutecedora que reduce al sujeto a su expresión más primitiva, una pieza insignificante, sin conciencia, apenas pura energía (física o intelectual), extraída para alimentar la maquinaria global.

En el capitalismo la lógica de las necesidades queda subordinada constantemente a la lógica del beneficio. A pesar de los intentos de loUno de cada tres universitarios no encuentra trabajo cuatro años ...s actuales “gurús” del mundo capitalista de presentarlo como un capitalismo “nuevo” “moderno”, que aprendió de sus errores, en realidad el capitalismo hoy globalizado ha envejecido y camina hacia su muerte.

La paradoja actual es que muchos de los que hoy sufren el desempleo o el subempleo recibieron una sólida educación.

Fuente e imagen:  http://estrategia.la/2020/08/21/covid-19-interrumpe-la-educacion-de-mas-del-70-de-los-jovenes/

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¿Qué festejamos? Trabajo infantil, derechos humanos esenciales o hitos de la deshonra

Por: Eduardo Camín

Desde la fundación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919, la erradicación del trabajo infantil ha constituido uno de sus principales objetivos. Cien años después y por primera vez en la historia de la organización, todos sus estados miembros han ratificado una convención sobre las peores formas de trabajo infantil.

Albert Thomas, primer Director de la Organización, afirmó entonces que el trabajo infantil “representa la explotación de la infancia y es el reflejo del mal… lo más insoportable para el corazón humano. La protección de los niños constituye siempre el punto de partida para llevar a cabo una labor eficaz en materia de legislación social”.

Cien años después y por primera vez en la historia de la OIT, todos sus estados miembros han ratificado una convención internacional del trabajo, el Convenio número 182 sobre las peores formas de trabajo infantil, que logró la ratificación universal después de la confirmación por parte del Reino de Tonga, un pequeño país de Oceanía integrado dentro de la Polinesia y constituido como una monarquía parlamentaria.

En efecto, el pasado 4 de agosto de 2020 la embajadora del Reino de Tonga, Titilupe Fanetupouvava’u Tuivakano, depositó formalmente los instrumentos de ratificación ante el Director General de la OIT, Guy Ryder.

Este convenio es el que ha logrado la ratificación más rápida en la historia de la Organización, desde su aprobación en la Conferencia Internacional del Trabajo que tuvo lugar hace 21 años. Es uno de ocho convenios fundamentales de la OIT, que abarcan la abolición del trabajo infantil, la erradicación del trabajo forzoso, la abolición de la discriminación en el trabajo y los derechos de libertad sindical y negociación colectiva.

Dichos principios también figuran en la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo (1998). “La ratificación universal del Convenio 182 constituye un hito histórico y permitirá que todos los niños gocen a partir de ahora de protección jurídica frente a las peores formas de trabajo infantil”, afirmó Guy Ryder, Director General de la OIT.

“Ello pone de manifiesto un compromiso a escala mundial para erradicar de nuestra sociedad las peores formas de trabajo infantil, incluidas la esclavitud, la explotación sexual y la utilización de niños en conflictos armados u otros trabajos ilícitos o peligrosos susceptibles de menoscabar la salud, la moral o el bienestar psicológico de los niños”, añadió.

Qué festejamos? Trabajo infantil, derechos humanos esenciales o ...

Sharan Burrow, Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional (CSI), acogió con beneplácito la ratificación que «pone de relieve de forma eficaz y oportuna la importancia de las normas de la OIT y la necesidad de encontrar soluciones multilaterales frente a los problemas mundiales.”

Roberto Suárez Santos, Secretario General de la Organización Internacional de Empleadores (OIE) afirmo que “La ratificación universal del Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil marca un hito histórico”. Kailash Satyarthi, Premio Nobel de la Paz, reaccionó señalando: “Sueño con un mundo seguro para todos los niños, en el que la infancia sea segura …y todos los niños gocen de la libertad de ser niños”.

La OIT estima que hay 152 millones de niños que realizan trabajo infantil, 73 millones de los cuales llevan a cabo trabajos peligrosos. El 70% de todo el trabajo infantil tiene lugar en el sector agrícola y obedece principalmente a situaciones de pobreza y a las dificultades de los padres para encontrar un empleo decente.

Es cierto que la incidencia del trabajo infantil, incluidas sus peores formas, disminuyó en casi un 40% de 2000 a 2016, a raíz del aumento del índice de ratificación de los Convenios números 182 y 138 (sobre la edad mínima para trabajar) y la adaptación de legislaciones y políticas eficaces en los países. Pero el ritmo de los avances ha sido cada vez menor en los últimos años, en particular en relación con el grupo de menor edad (de 5 a 11 años) en determinadas zonas geográficas.

Trabajo infantil: lo bueno y lo malo | openDemocracy

Mientras tanto, los expertos, advierten que como consecuencia de la pandemia de la Covid-19, existe un riesgo real de que se produzca un retroceso con respecto a los avances logrados, y de que el trabajo infantil aumente por primera vez en 20 años, a menos que se adopten urgentemente medidas adecuadas.

Ese objetivo histórico se ha alcanzado pocos meses antes de que comience el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil en 2021 , cuya celebración liderará la OIT en colaboración con sus 250 asociados y 21 países pioneros para coordinar, innovar y acelerar los progresos encaminados a poner fin al trabajo infantil, el trabajo forzoso, la trata de personas y la esclavitud moderna.

Recordaremos que en la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015, se aboga por “poner fin a todas las formas de trabajo infantil para 2025”.

La letra pequeña de un bochorno

A lo largo de la historia, los convenios y tratados internacionales han sido un instrumento idóneo para resolver problemas que trascienden las fronteras, con el objetivo de unificar criterios jurídicos para la solución de estos. Una de las problemáticas comunes a todos los estados es la vulneración de los derechos de los niños.

Esta se da con mayor intensidad en aquellos lugares donde la situación socioeconómica es deficiente, constituyéndose escenarios propicios para que se dé tal vulneración.

Situaciones como el intercambio cultural, la búsqueda de nuevas oportunidades de estudio y de trabajo, la legalización de estatus migratorios, los matrimonios celebrados entre parejas de distintas nacionalidades han llevado a que las personas, mediante actos indebidos o en forma deliberada coloquen a los niños en condiciones de peligro y de vulnerabilidad.

Millones de niños podrían ser víctimas del trabajo infantil

Actualmente decenas de millones de niños y niñas trabajan en condiciones aborrecibles que les despojan de su infancia, poniendo en peligro su salud y, en algunos casos, incluso su vida. Ninguno de estos niños ha tenido alguna vez la mínima oportunidad de saber lo que puede dar de sí mismo.

Si el avance ha sido lento o en apariencia inexistente, se debe a que la cuestión del trabajo infantil es sumamente compleja y no se puede eliminar de un plumazo ya que está inextricablemente unida a la pobreza. En realidad, la mayoría de los países cuenta con leyes que prohíben o ponen severas restricciones al empleo de niños.

En gran medida, esas leyes se inspiran en las normas adoptadas por la (OIT). Aun así, el trabajo infantil sigue existiendo a gran escala, a veces en condiciones infrahumanas, especialmente en el mundo en “mal-desarrollo”. Llos niños trabajan porque su supervivencia y la de sus familias dependen de ello. En muchos casos, adultos sin escrúpulos sacan provecho de su vulnerabilidad.

Día Mundial contra el Trabajo Infantil

El trabajo infantil también puede obedecer a la deficiencia y precariedad de los sistemas nacionales de educación. Además, está profundamente arraigado en las tradiciones y actitudes sociales y culturales.

Por todos esos motivos, e incluso tras ser declarado ilegal, el trabajo infantil se sigue tolerando, se acepta como si fuera natural y en gran parte es invisible. A menudo está rodeado de un muro de silencio, indiferencia y apatía.

¿Por qué otros empleadores contratan a niños?

Las explicaciones más habituales son el menor costo y las denominadas habilidades irreemplazables («dedos ágiles») que poseen los niños, a diferencia de los adultos. La viabilidad de empresas enteras depende del trabajo infantil o, por lo menos, así lo sostienen inescrupulosos personajes.

Este tipo de argumento, a su vez, fomenta el temor de que el proceso de globalización y la creciente competencia en los mercados mundiales respecto a algunos productos sólo servirán para acrecentar y agravar el fenómeno del trabajo infantil.

Según el mismo argumento, la globalización expone a los niños que trabajan a riesgos de explotación aun mayores a medida que los empleadores luchen por un puesto competitivo en los mercados mundiales. ¿Hasta qué punto son válidos estos argumentos?

Los datos de la realidad y los estudios fidedignos demuestran que el trabajo infantil no es indispensable para el desarrollo y la supervivencia de ninguna rama de actividad económica. Estudios realizados en algunas ramas de actividad que emplean gran cantidad de niños han sembrado numerosas dudas sobre el argumento de los «dedos ágiles».

Casi todas las actividades en estas empresas las llevaban a cabo niños y también adultos. Incluso en el sector de las alfombras, donde se hacen los nudos a mano, y se afirma que el trabajo infantil es indispensable, se observó que los niños no tenían más pericia que los adultos y que algunas de las alfombras más delicadas habían sido tejidas por adultos.

En un estudio sobre las fábricas de alfombras y las joyerías de la India también se ha demostrado que cuando se desglosa el precio final que el cliente paga por las alfombras o joyas exportadas, el ahorro en los costos de mano de obra que pueda resultar del empleo de niños es mínimo. Los productores podrían absorber el costo adicional de contratar únicamente a adultos o transferirlo al consumidor sin que la viabilidad de sus empresas se viera amenazada.

Si el argumento de los «dedos ágiles» no es válido para sectores que han dependido tradicionalmente en gran medida del trabajo infantil, como en el caso del tejido de alfombras, ¿qué argumento económico se puede esgrimir para justificar el trabajo infantil en cualquier otra rama de actividad? Ninguno.

El principal motivo por el que se contratan niños no tiene relación alguna con la eficiencia económica. Simplemente, es más fácil manejar a niños que a los adultos, porque, si bien es cierto que no están calificados, tampoco conocen sus derechos, no dan tantos problemas, se quejan menos y son más dóciles y, en última instancia, se puede prescindir de ellos sin más.

Para algunos empleadores, constituyen una reserva de mano de obra ocasional que contratan y despiden a su antojo. Si la actividad que desempeñan es ilegal, es improbable que los niños y sus padres no se quejen a las autoridades por miedo a perder esos magros ingresos que traen a casa.

DDHH.- El trabajo infantil, un factor importante en las cadenas de ...

Además, algunos empleadores consideran realmente que les hacen un favor a los niños que emplean, al ofrecerles trabajo y remuneración. Así pues, en algunos casos declarar ilegal el trabajo infantil puede surtir el efecto contrario y privar al niño que trabaja de la protección que le proporciona la legislación laboral de los adultos. Las simples prohibiciones del trabajo infantil por sí sola no bastan: sólo dan resultado si van acompañadas de medidas de otra índole.

El capitalismo, en su fase neoliberal, demostró ser un sistema basado en el incremento sin límites de la desigualdad y la marginación, que beneficia exclusivamente a las grandes empresas trasnacionales y las élites locales a ellas asociadas. El combate frontal contra el neoliberalismo es la tarea impostergable, porque mientras más avance más desintegradas quedarán nuestras naciones. Lo demás es pura distracción.

*Periodista uruguayo, acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente: http://estrategia.la/2020/08/09/que-festejamos-trabajo-infantil-derechos-humanos-esenciales-o-hitos-de-la-deshonra/

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Salud mental, la eterna “locura” del capitalismo

Por Eduardo Camín

 

Para informar la gestión de Covid-19, es vital comprender el efecto socioeconómico de las políticas utilizadas para gestionar la pandemia, que inevitablemente tendrá graves efectos sobre la salud mental al aumentar el desempleo, la inseguridad económica y la pobreza.

A fin de proteger el bienestar de los trabajadores durante este periodo de crisis y cambios, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó una nueva guía dirigida a los empleados, empleadores y gerentes denominada Gestionar los riegos psicosociales relacionados con el trabajo durante la pandemia de COVID-19.

La guía abarca diez ámbitos de acción, durante el confinamiento y al regreso al lugar de trabajo. Contiene orientación sobre la manera de organizar el espacio físico en el lugar de trabajo, incluyendo la disposición y los puntos de exposición a los agentes peligrosos; la forma de evaluar el volumen y la distribución del trabajo en el contexto específico de la COVID-19.

Indica cómo abordar la violencia y el acoso; y de qué manera un liderazgo firme y eficaz puede tener un impacto positivo sobre los empleados. Además, explica a los trabajadores cómo protegerse a sí mismos del despido injusto en situaciones en las que se rehúsan a trabajar por miedo a que su salud o su vida puedan estar en peligro.

Manal Azzi, especialista principal sobre Seguridad y Salud en el Trabajo, señalaba que “Con un número tan alto de trabajadores que sufren las consecuencias psicológicas de la pandemia, la salud mental no puede seguir siendo un tabú. (…) “Enfrentados a este impresionante nivel de incertidumbre, los trabajadores pueden experimentar cambios de humor, baja motivación, fatiga, ansiedad, agotamiento y hasta ideas suicidas.

«También pueden producirse una serie de reacciones físicas, como problemas de digestión, alteración del apetito y del peso, reacciones dermatológicas, cansancio, enfermedades cardiovasculares, trastornos musculo-esqueléticos, dolores de cabeza y otras molestias y dolores. Además, puede llevar a aumentar el uso de tabaco, alcohol o drogas como una manera enfrentar el estrés», añadía.

Pasar por esta pandemia es difícil. Muchos de nosotros no han vivido nunca esta situación. No contamos con normas, experiencia o modelos a seguir. Es por esto por lo que disponer de unas directrices y hablar de salud mental en el lugar de trabajo es vital para romper el tabú.

Patologías de una vieja/nueva “normalidad”

El teletrabajo se ha convertido en parte de la nueva normalidad. Ha sometido a los trabajadores a nuevas tensiones, ya que se encuentran aislados o tratando de conciliar las responsabilidades profesionales y familiares, o perciben que las fronteras entre la vida profesional y personal no son nítidas cuando trabajan a distancia. El fenómeno ha sido tan repentino y masivo que ninguna norma de teletrabajo ofrece una protección adecuada para este nuevo espacio de trabajo.

Los trabajadores que están en la primera línea, como los de la salud y los de servicios de urgencias, pero también aquellos involucrados en la producción de bienes esenciales, la entrega a domicilio y el transporte, o los que se ocupan de garantizar la seguridad de la población, también enfrentan muchas situaciones estresantes a causa de la pandemia.

En estos últimos meses, han tenido que soportar un aumento de la carga de trabajo, jornadas laborales más largas, poco tiempo descanso y el temor constante de infectarse en el trabajo y transmitir el virus a los familiares o amigos.

Además, muchos temen perder su empleo. Despidos masivos están afectando todos los sectores de la economía. El desempleo está en los niveles más altos desde la Gran Depresión, no es de extrañar que todos sintamos inseguridad respecto al futuro. Si no son evaluados y gestionados de manera apropiada, estos riesgos psicológicos pueden desencadenar o agudizar la ansiedad y transformarse en problemas de salud mental reales.

A medida que la pandemia sigue presente en nuestras vidas, los expertos hablan, y hacen hincapié cada vez con más frecuencia, en la pandemia de la Salud Mental que generará el confinamiento y esta crisis de salud pública. Los efectos psicológicos, sociales y neurocientíficos del Covid-19 están siendo explorados en las diferentes partes del mundo.

Aún antes que el término Covid 19 entrará en nuestro vocabulario, el agotamiento, el estrés y la ansiedad eran problemas críticos en el lugar de trabajo. Obviamente, con la pandemia las cosas han empeorado mucho. Durante los últimos meses, numerosos trabajadores se han sentido impotentes ante los cambios profundos que han experimentado.

La salud mental, pandemia del capitalismo

Dado que la situación de aislamiento social obligatorio por el Covid-19 pone sobre la mesa la salud mental, sus patologías y cómo abordarlas, seria necesario aportar al debate desde una perspectiva clasista que contemple integralmente estas problemáticas.

¿Cómo se percibe a la salud mental? Es cierto que la mayoría de los trastornos y/o desórdenes mentales no son fácilmente notables, visibles. No poseen los síntomas físicos claros y universales de las enfermedades conocidas como tales, como la tos o la fiebre de una gripe, o marcadores bioquímicos certeros, como los virus.

Si las personas con estos padecimientos no hablan, o su entorno social no toma nota de la situación – que sí presenta indicadores y síntomas propios- , el problema es ignorado y, por lo tanto no es tratado en conjunto con un profesional, a tiempo.

Esto se ve acompañado por la construcción de prejuicios alrededor de las patologías mentales, que van desde el miedo hasta el negacionismo. Prejuicios que se construyen y refuerzan cuando desde ninguna institución, se brinda información científica y clara sobre la problemática, y que se profundizan junto con el problema mismo cuando no se accede a atención psicológica gratuita.

Muchas veces, esta situación se condensa en un círculo vicioso cuando la patología produce exclusión social, y es acompañada por la desesperanza, el miedo, y puede llevar a la autoagresión, y hasta al suicidio. Según la Organización Mundial de la Salud, cada 40 segundos, una persona se quita la vida.

Los aparatos ideológicos del sistema construyen un ideal de deseo exigente e insaciable, mientras que, a través de los años, sobre todo con la avanzada del neoliberalismo, se redujo el nivel de vida de les trabajadores y se condenó a la juventud a la precarización laboral. El consumo de psicofármacos, la inestabilidad mental, la ansiedad, la depresión, la intolerancia al duelo, la frustración y el estrés laboral son consecuencia de todo esto.

Esto no es casualidad ni culpa de un virus: en todo caso, el virus es el capitalismo voraz, deshumanizante, que durante todas sus crisis intentó salir de ellas pasando por encima de las clases mas desprotegidas, reduciendo la calidad de vida de los de abajo, la estabilidad socioeconómica, y por ende, la estabilidad mental de las personas.

Existe un mandato de felicidad construido en el seno del capitalismo neoliberal, potenciado por el posmodernismo adaptado, en el que la felicidad se consigue sólo desde la individualidad. Un mandato de felicidad irrealizable, fantasioso, y meritócrata, que puede responder a los ideales burgueses (tener casa, hijos, auto y perro), o a una fantasía posmoderna de felicidad por fuera de la sociedad (vivir solo en la montaña y cultivar su comida).

La obligación de productividad, los horarios laborales que se distorsionan, y por supuesto, el desempleo, particularmente en este contexto. La salud mental de les trabajadores no tiene absolutamente ninguna importancia para los patrones.

Esta sociedad capitalista deshumanizó, enajenó e hizo desaparecer la diferencia entre tiempo de trabajo y espacio de ocio, relaciones sociales y vida privada, creatividad y productividad, las necesidades humanas y la seguridad propia, al servicio de la valorización del capital, en perjuicio del bienestar de las personas.

Los movimientos sociales chilenos, acuñaron en sus paredes, una de esas frases que ilustra bien la situación: “No es depresión, es capitalismo”. Esto no significa que las patologías como tales no existan, y que el sufrimiento que generan no sea real. Romper con los mitos negacionistas implica aceptar que el problema existe, y ver cómo se debe analizar desde una perspectiva clasista.

Por lo tanto, las problemáticas de salud mental no son ajenas al sistema, por el contrario, son propias de él, son sistémicas. Vivimos en un sistema excluyente, por consiguiente las medidas de atención y contención de estas patologías son también excluyentes: El acceso a atención psicológica, tratamientos adecuados, incluso las internaciones, se estratifican como en todo el sistema de salud en general.

Estos problemas aquejan especialmente a los sectores populares, a la juventud, a los trabajadores. Por tanto, deben ser abordados como tal, sin negacionismos ni infantilismos. Tiene que ser una preocupación de toda la sociedad y no sólo de quienes la padecen y de les trabajadores de la salud.

El sistema capitalista es un sistema deshumanizador, que reprime y expulsa a los individuos que no le son útiles; que carga sus mecanismos desde el poder, que intenta perpetuarse a través de una maquinaria social que se alimenta de contradicciones.

Desgraciadamente miles de personas se suicidan cada año, y otras tantas sufren de enfermedades mentales que están relacionadas no sólo con la estructura económica del capitalismo sino también con su propia esencia represiva.

Queda mucho camino por recorrer. Se necesita un abordaje clasista de la salud mental, que permita una mirada integral sobre la problemática. El capitalismo genera padecimiento y niega las posibilidades de tratarlos adecuadamente. Será necesario lograr una sociedad más justa, donde la salud y el bienestar sean verdaderamente derechos universales.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/08/03/salud-mental-la-eterna-locura-del-capitalismo/

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La insolidaridad, el principal virus del Mercado Común Europeo

Por: Eduardo Camín

 

El 2020 está siendo un año oscuro para la Unión Europea (UE), en parte a raíz de la llegada del Covid-19 a suelo comunitario, y también con el resurgimiento de antiguos resentimientos supuestamente ya enterrados, en un contexto político donde crece el euroescepticismo, consumado en el famoso Brexit por el Reino Unido, uno de los estados mas poderosos.

La realidad sigue estando marcada por un descontento generalizado, bajo el manto del inquietante resurgir del fascismo, que ponen en jaque el futuro del proyecto europeo. Estamos presenciando lo que podría ser la crisis más grave experimentada por la UE desde el desastre financiero del año 2008, donde vuelve a evidenciarse la fractura norte-sur.El coronavirus pone a prueba a las instituciones europeas | El ...

Por otra parte, como así lo anticipa –entre otros– el Fondo Monetario Internacional (FMI), los países de la UE sufrirán este año una profunda recesión a causa de la Covid 19: ¡no vaya a ser que sea por causa del capitalismo!

Durante la primera semana de marzo, los casos de Covid-19 incrementaron alarmantemente por toda Europa y los países adoptaron una estrategia de respuesta totalmente unilateral, implantando medidas sin ningún tipo de coordinación.

Mientras que en Italia pedían mascarillas y respiradores, en Alemania, Francia y República Checa vetaban la exportación de material sanitario incluso a los miembros del club, lo cual sería entendible dada la situación si no fuera porque por aquel entonces Italia ya contaba con 4.000 casos mientras que estos tres países juntos sumaban tan solo 870.

Gracias a las presiones de Bruselas, esta prohibición se corrigió. Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, quién apuesta sin complejos por la unidad y la solidaridad como estrategia para enfrentar la crisis, no dudó en afirmar que “demasiados optaron por un ‘todo para mí’ en un primer momento”.

Sin embargo, pasado el primer estado de la crisis, los gobiernos se muestran incapaces de adoptar una estrategia común y coordinada de salida de la crisis, como evidencia, los fracasos en las fallidas cumbres europeas, con la reunión de los ministros de Economía y Finanzas del Eurogrupo.

Bajo el fuego cruzado de la insolidaridad de los países ricos del norte amenazan el proyecto político europeo y descargan sobre el Banco Central Europeo (BCE) la tarea de preservar la economía y la eurozona.

Austria acusa al sur de ser "sistemas quebrados" mientras Holanda ...Las visiones de Alemania, Países Bajos y Austria sólo respaldan las medidas económicas que necesitan sus países, pero no las que requiere el conjunto de la UE para superar de forma equilibrada la grave crisis socioeconómica actual.

La política de austeridad impuesta desde Berlín ahogó la economía europea durante una década, dividió a la UE, agravó la desigualdad y la precariedad y alimentó la ultraderecha. Ahora una respuesta europea inadecuada puede disparar el descontento social y desestabilizar gravemente la UE.

El confinamiento ha causado una rápida caída del producto interior bruto (PIB) y una pérdida de ingresos en millones de familias en la UE, pese a los planes nacionales de ayuda.

La OCDE señala que los indicadores económicos registraron una abrupta caída en el primer trimestre y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) avisa que la perdida masiva de horas de trabajo en este segundo trimestre equivaldrá a 15 millones de empleos a jornada completa.

Transcurridos apenas el primer semestre del año, la UE no solo ha visto cómo uno de sus miembros más poderosos abandonaba el barco, sino cómo sus estados miembros hacían frente a la pandemia global a duras penas, con un sistema sanitario que, hacia agua por todas partes, además de que un nuevo conato de crisis migratoria en el Egeo supuso otro golpe, evidenciando la ineficacia e insostenibilidad del Sistema Europeo Común de Asilo (SECA).

A primera vista se puede pensar que no existe una correlación entre la criticada respuesta de Bruselas a la actual crisis sanitaria y el evidente colapso de la migración. Sin embargo, comparten mucho más de lo que parece, pues ambos son síntomas del virus real: la insolidaridad.

La política de asilo y migración siempre ha sido objeto de discusión y es el perfecto reflejo de la crisis de gobernanza que evidencia la incapacidad y la lentitud en la toma de decisiones en las instituciones europeas intergubernamentales.

Al fin y al cabo, son estas las que bloquean las propuestas de reforma en materia de asilo impulsadas por la Comisión, reproduciéndose esta misma dinámica en la respuesta al Covid-19. Mientras las instituciones supranacionales intentan tomar medidas en pro de la supervivencia de la Unión, los mandatarios siguen atascados en posiciones individualistas.

El fundamental problema del proyecto europeo sigue siendo la persistencia de tendencias nacionalistas, obteniendo como resultado un rompecabezas donde cada Estado vela por sus propios intereses, fracasando una y otra vez, el ideal de identidad europea que tanto se intenta fomentar desde las instituciones.

Crisis de (des) confianza

Alemania, Países Bajos y Austria respaldaron suspender las normas de déficit y deuda del pacto de estabilidad porque sus masivos planes nacionales iban a violar esas reglas.

Del mismo modo, estos países aspiran a beneficiarse del Fondo de 100.000 millones de euros para financiar las suspensiones temporales de empleo propuesto por la Comisión Europea y de la línea de crédito de 200.000 millones del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para sostener a las empresas mediante créditos baratos. No obstante, esas medidas son insuficientes para salir de la crisis.

En efecto el Comisario Breton estima que hay que movilizar 1,6 mil millones de euros para reactivar la economía de la UE, lo que implicará “planes nacionales equivalentes al 10% del PIB”, con la consiguiente necesidad de emisiones de deuda pública. Por ello, urge consensuar un sistema europeo que garantice una financiación barata de esa deuda y que no hunda a los estados con cargas insostenibles.

El economista Thomas Piketty señala que “el endeudamiento público sin recurso a eurobonos es una bomba de relojería”, que expondrá a los países a una crisis de confianza en el futuro sobre su sostenibilidad.

Cumbre del coronavirus: Holanda exige a España e Italia reformas ...Alemania, Países Bajos y Austria rechazan cualquier emisión común de deuda para financiar la salida europea de la crisis, porque creen que eso encarecería el coste de sus emisiones nacionales. De momento, Alemania tiene previsto emitir 156.000 millones de nueva deuda para paliar los efectos inmediatos de la crisis, sin contar la financiación futura del posterior plan de reactivación.

La otra opción de una financiación común a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad queda bloqueada en la práctica por la insistencia, en especial de Países Bajos y Austria, de exigir condiciones para autorizar esos créditos, algo inaceptable para los demás países del sur europeo tras la experiencia de los draconianos planes de rescate.
Norte- Sur los puntos cardinales de la discordia

Aunque desde Bruselas se han apoyado diferentes medidas para favorecer la recuperación económica, los estados del sur, más azotados por la pandemia, han expresado su sentimiento de abandono por el resto del club europeo al presenciar la falta de contundencia en la respuesta de la Unión.

Resulta ilustrativo el crispado Consejo Europeo celebrado el pasado 26 de marzo, donde se hizo evidente la brecha norte-sur. Por un lado, el primer ministro italiano Giuseppe Conte y el presidente del gobierno español Pedro Sánchez, con el apoyo de Emmanuel Macron (Francia) y Antonio Santos da Costa (Portugal), apuestan por un plan Marshall europeo que incluiría la mutualización de la deuda, los famosos Coronabonos.

Mientras, Alemania, Países Bajos, Austria y Finlandia se muestran reticentes a la creación de un instrumento para compartir los costes macroeconómicos. Los apestados de Europa - elEconomista.es

La pandemia ha resucitado los estereotipos sobre la división entre los “despilfarradores” del sur y los “ insensibles” norteños, y, en este contexto, resultan esclarecedoras las primeras declaraciones del ministro de finanzas holandés preguntándose por qué otros gobiernos no disponen de colchón fiscal para enfrentar la crisis financiera.

Asimismo pidió que la UE lleve a cabo una investigación al respecto, comentarios que por otra parte el primer ministro portugués Costa no tardó en calificar como “repugnantes, de miras estrechas y una amenaza para el futuro de la UE”.

Alemania, Países Bajos y Austria confían en poder recuperarse más rápido que España, Italia y Francia, donde los servicios y el turismo, los sectores más dañados por la crisis, tienen mucho mayor peso en el PIB. Los tres países soslayan que la mayoría de sus exportaciones van a otros países de la UE (Alemania 59%, Holanda 74% y Austria 71%) y que sin una recuperación global europea resultará más difícil la recuperación individual.

La falta de solidaridad contrasta con el hecho de que Alemania y Países Bajos son los dos países que mas se han beneficiado de la introducción del Euro, mientras que Italia, Francia y España han sufrido un elevado coste económico, según el estudio elaborado por el think tan’ alemán Centro de Política Europea.

España e Italia bloquean por insuficiente el plan de choque ...El informe indica que Alemania se ha beneficiado de una prosperidad acumulada gracias a la introducción del euro de 1,89 billones de 1999 al 2017 y Holanda de otros 346.000 millones, lo que equivale a 23.000 euros por cada alemán y 21.000 por cada holandés.

Por el contrario, Italia ha sufrido una perdida de prosperidad a causa de la introducción del euro de 4, 32 billones en el mismo periodo, Francia de 3,59 billones y España de 224.000 millones, lo que equivale a 73.600 euros por cada italiano, 56.000 por cada francés y 5.000 por cada español.

En medio de la crisis generada por la Covid-19, Europa debe hacer frente al ‘match ball’ del gobierno de Boris Johnson, al cual se le agota la prorroga del periodo de transición tras el Brexit, más allá del próximo 31 de diciembre y que le va dando largas al asunto. De todas formas, en algún momento habrá un acuerdo, aunque sea de mínimos en esta parodia europeísta, pero las heridas seguirán abiertas entre los puntos cardinales de la discordia.

La globalización entre mascarillas

Se vive una transición delicada e incierta en la cuna del capitalismo globalizador, en crisis aguda, a una forma social aún más bestial, feroz, cruel y despiadada del mismo sistema mundial capitalista, en la cual se han fracturado las barreras sociales que encarrilaban e institucionalizaban los poderes destructores del capital.  Esta es la realidad, en plena contradicción con las loables necesidades de cumplir los objetivos y el egoísmo que los ampara.

Las contradicciones se mantienen, no solo con el advenimiento y desarrollo del capitalismo, sino que permuta las causas que la generaron en el pasado, preserva algunas y crea nuevas maneras de vivir y sufrir la pobreza.Alemania-Holanda vs España-Italia: cinco claves para entender la ...

Esta contradicción sigue intacta, pero hay quienes creen que los males del capitalismo pueden superarse mediante la promoción de la libre competencia, la apertura de sus mercados y la colección de tratados comerciales. Desafortunadamente para sus sueños de gloria ocurre que el capitalismo tiende a la concentración y centralización del capital.

No hay que llamarse a engaños, la UE sigue inmersa en un capitalismo que genera caos y desintegra las sociedades para reordenarlas bajo su mando despótico. Es decir, destruye y construye al mismo tiempo. Separa vínculos para volver a reunir, bajo su dominación y control.  Por lo tanto, el capitalismo no es sólo una variable del caos y desorden. También es orden, un orden cada día más opresivo y depredador.

El contrato social de la globalización entre mascarillas se hunde en las turbias aguas del desencanto, de las promesas sin mañana, porque afuera llueve con furia y todo lo inunda bajo la insidiosa presencia de un virus.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/07/20/la-insolidaridad-el-principal-virus-del-mercado-comun-europeo/

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El capitalismo acomoda sus peones ante la crisis sistémica y del trabajo

Por: Eduardo Camin

 

A pesar de las medidas extraordinarias adoptadas en todo el mundo, con frecuencia de una forma que no tiene precedentes, la crisis de la Covid-19 ha repercutido de forma muy adversa en los mercados laborales y obligará a los encargados de la formulación de políticas a afrontar retos políticos de gran alcance.

Un reciente Informe el Observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sostiene que los resultados que se logren en el mercado laboral en el resto de 2020, y en años sucesivos, dependerán de las decisiones que adopten, así como de la evolución de la pandemia en el futuro, y podrían repercutir en el mundo del trabajo a largo plazo.Organización Internacional del Trabajo

No todos los países deberán afrontar la misma situación. La gravedad de las dificultades que deban subsanar y los instrumentos y recursos que puedan utilizar al respecto variarán sustancialmente. No obstante, la mayoría de los países tendrán que hacer frente a una serie de dificultades fundamentales, como la armonización de las intervenciones políticas en los planos sanitario, económico y social, a fin de lograr resultados satisfactorios sostenibles para los mercados laborales.

Desde el comienzo de la pandemia ha sido necesario prioriza medidas de contención y erradicación de la propagación del virus y, pese a que ello ha redundado en costos económicos y sociales sustanciales, constituye una condición previa necesaria para impulsar una recuperación sostenible.

Por otro lado, se pide cada vez más a los encargados de la formulación de políticas que establezcan claramente un calendario para la reapertura de los lugares de trabajo y los protocolos sanitarios que deben observarse a tal efecto, y que determinen si se seguirá brindando apoyo a las empresas y a los trabajadores que no pueden retomar su actividad habitual.

La adopción de ese tipo de decisiones es compleja, habida cuenta de los costos que conllevan para los sectores público y privado la prolongación de las restricciones, la inquietud asociada a intervenciones prematuras susceptibles de propiciar una segunda fase de la pandemia y la presión cada vez mayor de la opinión pública.

Por otro lado, la aplicación y el mantenimiento de las intervenciones políticas a la escala necesaria, habida cuenta de que los recursos son cada vez más insuficientes.

El reconocimiento general de la obligación de adoptar «todas las medidas necesarias» para mantener la actividad económica, el empleo, la actividad empresarial y los ingresos a lo largo de la pandemia ha llevado a los gobiernos a fijar objetivos fiscales y monetarios de antemano.

Muchos países tendrán que afrontar un elevado nivel de deuda externa y aplicar medidas políticas monetarias muy restrictivas, aun si la pandemia remitiera en los próximos meses.

Pero los efectos adversos en los mercados de trabajo y la compleja coyuntura económica a escala mundial que se prevé a largo plazo subrayan la necesidad de seguir aplicando políticas que fomenten la recuperación, si bien ello tendrá lugar en condiciones fiscales y monetarias sin precedentes.

Una consolidación fiscal anticipada, como la que siguió a la crisis financiera de 2008-2009, podría conllevar el riesgo de desestabilización de los mercados laborales, ya menoscabados por la covid 19.

La pandemia ha puesto de manifiesto amplias deficiencias y desigualdades en el mundo del trabajo, y las ha acentuado. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores del sector informal, que se encontraban en una situación muy desfavorable antes de que comenzara la crisis, han padecido algunas de sus peores consecuencias.

Por otro lado, ha aumentado la concienciación pública sobre la labor, a menudo compleja e infravalorada, de determinados grupos, en particular los trabajadores de los sectores sanitario y de atención social y los servicios de limpieza, así como los trabajadores domésticos, cuya labor ha sido y sigue siendo primordial para superar la pandemia.

Obviamnte, si no se hace hincapié de forma explícita en la mejora de la situación de los grupos más desfavorecidos y vulnerables, los procesos de recuperación podrían agravar las actuales situaciones de injusticia.

Además, la OIT exhortó al mantenimiento de la solidaridad y del apoyo internacionales, en particular con respecto a los países emergentes y en desarrollo, ya que la respuesta general a la crisis mundial de la Covid-19 se ha caracterizado por una cooperación internacional deficiente: la gran cantidad de recursos utilizados por los países de ingresos elevados para hacer frente a la pandemia no ha estado al alcance de otros países.

Ello ha incidido ampliamente en la capacidad de los países en desarrollo y emergentes para proteger a sus ciudadanos y afrontar la pandemia, lo que a su vez condicionará la evolución de la situación en todos los países en el futuro.

La retórica sobre la necesidad de aplicar medidas de respuesta a escala mundial frente a la crisis de la Covid 19 debe sustituirse por acciones específicas que permitan brindar asistencia a los países que gocen de menor espacio fiscal, en particular mediante la adopción de medidas multilaterales encaminadas a facilitar la financiación y el pago de deuda.

Los debates estériles, una absurdidad dialéctica

La OIT se compromete a promover las cooperativas y la economía ...Es obvio que la preocupación de la OIT, por advertir sobre las consecuencias nefastas de una determinada realidad no es nuevo. Pero son lo que son, recomendaciones. En realidad el debate se sitúa en otro escenario, entre los partidarios del capitalismo que atribuyen la crisis a la mala gestión de banqueros, gobiernos, empresas, o el Covid 19 el cual piensan superar, a cualquier costo y por el otro los opuestos al capitalismo, que vinculan la crisis a su existencia misma.

El sistema capitalista es caótico, y en su seno conlleva una crisis tras otra, que a su vez sólo aparece a los ojos comunes en el instante en que la gran burguesía empieza a hallar dificultades de rentabilidad y por consecuencia se ahonda la contracara natural de la inmensa riqueza que se genera en el sistema, que en el fondo no es otra que las hambrunas, miserias, precariedad y violencia desquiciante.

El mencionado funeral del capitalismo no puede ser otra cosa que el fin de una época, puesto que lo fracasado no es un orden de desarrollo económico o social sino el fin del desarrollo de un orden conocido. Por ello, toda respuesta o sugerencia a la situación por venir al interior del sistema adquiere caracteres absurdos. Encubrir la crisis, y hacerla ver como un episodio externo al sistema es un éxito de los economistas de la burguesía.

Entre sus defensores hay quienes piensan que es la última de las crisis cíclicas del moderno sistema de explotación, que acabará venciéndola y que incluso lo fortalecerá, no obstante, su extrema gravedad, como en 1929, con una refundación del capitalismo para salvarlo de su sepultura.

Otros sostienen que es la crisis integral y final de ese sistema y que el único modo de salir de ella es establecer el modo de producción, no capitalista de desarrollo. Una visión optimista de quienes piensan que este hundimiento del sistema , este fracaso sistémico, acabará con el capitalismo como por arte de magia: se haría pedazos no tanto por una presión subversiva o revolucionaria sino como resultado de la fractura de su propio organismo.

La crisis del capitalismo es integral por abarcar las crisis financiera, la real cíclica, la energética, la del sector alimentario, la ecológica, la de la agresiva política exterior imperialista, la ideológica, la moral, de gobernabilidad, la del consumismo desenfrenado, la de su conomía política, que mezcla neoliberalismo y recetas de Keynes, antes desechadas. Desde que estas crisis se hicieron una sola, querer examinarlas por separado es el más grave error.

El sistema está diseñado para la acumulación de capital, no para la satisfacción de las necesidades de quienes trabajan. La ganancia es el único motor de la actividad económica, por ello al burgués con virus o sin él, le es indiferente invertir en medicinas, drogas o tráfico de seres humanos; es un negocio como cualquier otro.

El proceso de competencia va ahogando a millones de empresas, concentrando y centralizando la producción para aprovechar economías a escala. Esa es la única forma de fructificar los recursos técnicos para aumentar los beneficios, abaratar los salarios e incrementar la tasa de ganancia.

La realidad nos muestra que a medida que se desarrolla el sistema, agudiza todas sus contradicciones y se muestra más reaccionario y salvaje.

El empleo, especie en vías de extinción en el mundo de las promesas

Antes de la pandemia, la comunidad internacional ya se había comprometido a realizar transformaciones de gran alcance en los procesos de desarrollo a escala mundial. Y también en el mundo del trabajo, a través de la adopción de la Agenda 2030 de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible y la Declaración del Centenario de la OIT sobre el futuro del trabajo, respectivamente.

Mientras tanto, la realidad, nos enseña que los trabajadores son echados a la calle por millones, las empresas quiebran por miles, la inflación se dispara y hace imposible la subsistencia. La burguesía con sus órganos propagandísticos se dedica a explicitar subidas y bajadas de la bolsa de valores, lo que muestra la imbecilidad y mistificación ilimitada de ese «análisis».

Tras la superación de la pandemia, en el mundo habrá un mayor nivel de desempleo, desigualdad, pobreza, deuda y frustración política. Ante ello, no queda más que develar la gravedad de la crisis, porqué nos afecta profundamente, entender que no existen salidas capitalistas a la misma.

Y que tampoco hay retorno a la socialdemocracia populista, para salvar un sistema que hace aguas en las crisis ecológicas, energéticas, éticas, alimenticia, cultural, que juntas se arrullan en el cuadro sistémico de la crisis.

Pero por más que le pese a los organismos internacionales plenos de buenas intenciones, no es ni será la burguesía -clase social portadora de la acción de valorización del capital- la que, en su dinámica de acumulación y reproducción de riquezas, favorezca la apertura y creación de espacios.

Por el contrario, frente a las demandas de las clases más oprimidas siempre se ha respondido con violencia y represión. La paradoja es que sin horizonte revolucionario, ¿quien detiene la marcha del capitalismo?.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/07/15/el-capitalismo-acomoda-sus-peones-ante-la-crisis-sistemica-y-del-trabajo/

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El futuro del trabajo, entre el “nada que ver con lo habitual” a la “nueva normalidad”

Por: Eduardo Camín

 

Millones de personas del mundo han estado trabajando a distancia debido a la pandemia de la Covid-19. ¿Podría ser este “nada que ver con lo habitual” el futuro del trabajo? Al menos así se lo plantea Susan Hayter, Consejera Técnica Superior de la Organización Internacional del Trabajo sobre el futuro del trabajo.

Desde que surgió el teletrabajo en los años 70 en Estados Unidos hasta la actualidad, la atención sobre esta fórmula de organización del trabajo ha mostrado elementos positivos para promoverlo, por las ventajas que conlleva para el trabajador –entre otras, la conciliación de su vida laboral, familiar y personal–, para la empresa –el aumento de la productividad– y para la sociedad –favorece la descentralización de actividades, junto a otras ventajas–.Noticias | El futuro del trabajo: ¿cuáles son los cambios que se ...

Al mismo tiempo se hacen evidentes elementos negativos que causan recelos, respecto de las consecuencias sociales y laborales del teletrabajo, en relación, por un lado, con el aislamiento del teletrabajador, su mínimo desarrollo profesional, o la desprotección de sus derechos laborales. Por otro lado, en relación con los obstáculos para el control y supervisión de los teletrabajadores por parte de la empresa, y los costes de formación que la empresa debe asumir

Recordaremos que antes de la pandemia, ya había un debate en curso sobre las consecuencias de las tecnologías en el futuro del trabajo. El mensaje de la Declaración del Centenario adoptada en junio 2019 ha sido claro en este sentido; el futuro del trabajo no está predeterminado; perfilarlo depende de nosotros.

Ese futuro se adelantó a lo previsto, pues muchos países, empresas y trabajadores tuvieron que pasarse al teletrabajo a fin de contener la propagación de la Covid-19, cambiando drásticamente la forma habitual de trabajar. Las reuniones virtuales remotas son ahora frecuentes, y la actividad económica en una serie de plataformas digitales ha aumentado.
A medida que van levantándose las restricciones, una pregunta que todo el mundo se plantea es si el “nada que ver con lo habitual” se convertirá en la “nueva normalidad”.

Mientras muchas empresas comienzan a proyectar ahora la alternativa del teletrabajo, las precursoras del teletrabajo se plantean si deben continuar o expandir estas formas de trabajo alternativo. La oficina virtual aporta ventajas a empresas y trabajadores, pero también inconvenientes que sólo pueden ser resueltos con nuevas orientaciones en la gestión.

El teletrabajo no es únicamente una solución, es un derecho | MendoVozUnas pocas grandes empresas de las economías desarrolladas ya han señalado que lo que fuera un proyecto piloto imprevisto y prolongado – el trabajo a distancia, desde el domicilio y el teletrabajo – pasará a ser la forma estándar de organizar el trabajo. Los empleados no necesitan desplazarse hasta el trabajo, a menos que opten por hacerlo.

Puede que esto sea motivo de celebración para la gente y para el planeta. Sin embargo, la idea de un punto final para “la oficina” es decididamente – como mínimo – pretenciosa. La OIT estima que en los países de ingreso alto el 27 por ciento de los trabajadores podría trabajar de modo remoto desde el domicilio.

Trabajan en el tipo de trabajo que lo permite y tienen acceso a la tecnología y a la infraestructura de las telecomunicaciones que lo hacen posible. Pero esto no significa que efectivamente lo harán.
Ventajas e inconvenientes.

El giro hacia el trabajo remoto provocado por la pandemia permitió a muchas empresas seguir funcionando sin poner en peligro inmediato la salud y seguridad de sus empleados. Confirmó lo que algunos estudios ya habían adelantado, que en un marco de circunstancias adecuado –un despacho doméstico habilitado, acceso a herramientas de colaboración, y una rutina de trabajo predecible– el trabajo a distancia puede ser igual de productivo.

Quienes pudieron asumir la transición al teletrabajo durante la crisis sanitaria tuvieron la posibilidad de sentarse a la mesa cada día con la familia. Así, el trabajo pasó inmediatamente a estar centrado en las personas; pero a la vez, hubo que combinarlo con la enseñanza escolar desde casa y al cuidado infantil y de los ancianos.Teletrabajo: 3 desafíos que tiene Latinoamérica | TyN Magazine

Sí, estas personas han visto desdibujarse los límites entre el tiempo laboral y el tiempo para los propios asuntos, y ello ha aumentado el estrés y ha planteado un sin numero de riesgos para la salud mental. Para muchas personas, el giro hacia el trabajo remoto intensificó la sensación de aislamiento, de pérdida de identidad y de determinación.

Independientemente de la ropa que nos pongamos para entrar en ellas, las salas virtuales no pueden sustituir el valor social del trabajo y la dignidad y el sentido de pertenencia que nos proporciona.

Ante la inminencia de una crisis económica y del aumento de las tasas de desempleo, sin precedentes, surge la ocasión de celebrar consultas sobre la mejor forma de aprovechar las adaptaciones necesarias para ahorrar en los costos, mejorar la productividad y preservar puestos de trabajo. Ello podría suponer semanas laborales más reducidas o fórmulas de repartición del trabajo, para evitar suspensiones en tiempos difíciles.

Al mismo tiempo, la experiencia reciente de teletrabajo ha revelado profundas fisuras. Quienes están en la franja de ingresos altos tal vez elijan entre seguir trabajando a distancia en el futuro, pero los del otro extremo no tendrán elección, tendrán que desplazarse y es más probable que les falte tiempo.

Históricamente, las crisis económicas, las pandemias y las guerras han agudizado la desigualdad. La cuestión es si esta vez se tratará de un movimiento tectónico que provoque un aumento de la inestabilidad política y social, o una crisis que nos motive para consolidar los cimientos de sociedades justas y los principios de solidaridad y toma de decisiones democrática que impulse a las sociedades, a los mercados de trabajo y a los lugares de trabajo en la dirección de la igualdad.

Entre el “nada que ver con la realidad” … “a la nueva normalidad”

El futuro del trabajo pospandemiaAl analizar el alcance de algunas prácticas sociales que, en múltiples aspectos de la vida, parecen haber cambiado sin retorno posible, nos lleva a preguntarnos, si se trata de una herramienta provisoria o de un cambio definitivo. El uso de la tecnología, que en algunos casos puede maximizar rendimientos, en otros puede ir en detrimento de los vínculos sociales en el ámbito laboral y, sobre todo, de los derechos de los trabajadores en general.

Sin dudas, que el trabajo a distancia es visto como una forma eficaz de hacer frente al aislamiento social que estamos viviendo. Muchos, son los que se preguntan sinceramente, por qué no continuar con esta modalidad cuando pase la pandemia.
Después de todo, con las nuevas tecnologías no siempre es necesaria la presencia física en el lugar de trabajo. Además, los trabajadores pueden realizar su trabajo desde la comodidad de su casa, ahorrando tiempo y dinero para movilizarse, descongestionando el transporte público y ayudando al medio ambiente. Parece ideal ¿o no?

La realización de trabajo a domicilio, o a distancia, no es una modalidad tan nueva como parece. En efecto, hay un interesante antecedente histórico del trabajo a distancia, que data de la Inglaterra preindustrial. Entonces se lo llamó “industria a domicilio” y consistía básicamente en la elaboración artesanal de prendas de vestir.Robotización con MACH4 - Apotheka en 2020 | Farmacia, Automatizacion

Más allá de las grandes diferencias entre épocas y de las relaciones sociales involucradas, el caso analizado en la Europa prerrevolución industrial nos muestra que, su resultado fue mayor explotación para los trabajadores, precisamente por las condiciones que le fueron impuestas para desarrollarlo. La forma en la que se presentaba era relativamente similar a la actual: trabajar desde la comodidad del hogar.

Pero queremos hacer hincapié en algunas cuestiones del teletrabajo que podemos considerar disruptivos del marco en que habitualmente nos reconocemos como trabajadores.

¿Qué hacer entonces ante el teletrabajo?

Las condiciones materiales del teletrabajo tal como lo conocemos hoy, representan una amenaza potencial a la autopercepción de cada trabajador como integrante de un colectivo mayor en el cual se construye la conciencia colectiva y se constituyen las organizaciones de los trabajadores.

Se trata de aquel espacio en que los trabajadores luchan por derechos que exceden el plano individual de su situación particular (aunque la engloba) para alcanzar un estatus genérico que garantiza sus condiciones laborales en tanto integrante de la clase obrera estableciendo límites mínimos e irrenunciables de protección.

Alexro🌎🇨🇴🇦🇷 on Twitter: "Trabajo esclavo. #Teletrabajo ...Uno de los cambios más tempranamente advertidos es la modificación de la duración de la jornada laboral. El trabajador está disponible todo el tiempo. Las demandas de su empleador no se circunscriben con límites claros al tiempo en que el trabajador se encuentra produciendo, y el límite entre la vida laboral y personal se desdibuja.

La limitación de la jornada laboral es un logro por el cual el movimiento obrero ha pagado un costo muy alto luego de años de lucha, y, sobre todo, con la sangre de muchísimos trabajadores, que dieron su vida para conquistar la jornada de ocho horas y el descanso dominical. La amnesia de algunos no nos puede hacer obviar algo tan importante.

La dimensión colectiva a la que hacemos referencia nos alerta sobre otro aspecto disruptivo: el teletrabajo facilita el individualismo en detrimento de los aspectos colectivos del quehacer de los trabajadores.

Y en esta noción se desliza sutilmente el discurso tradicional del neoliberalismo en el cual pretende mostrarse como los defensores del individuo en contra de las políticas masificadoras de la izquierda, pero en realidad no se basa en la exaltación de las virtudes personales y de la libertad, sino en la destrucción de la organización de las redes sociales.

Por eso, y para contextualizar temporalmente el tema del teletrabajo, el problema no se plantea claramente en el presente de aislamiento obligatorio, sino a futuro. En el presente, el teletrabajo es una herramienta muy valiosa que permite que, en medio de una pandemia sin precedentes, muchos trabajadores ya sean en los ámbitos públicos o privados puedan seguir desarrollando sus actividades con relativa normalidad.

Pero es necesario advertir la amenaza potencial que esta modalidad laboral puede implicar en términos de flexibilización laboral, encubierta por el halo del avance tecnológico, estrategia de simulación no ajena al neoliberalismo. Las nuevas condiciones que puede implicar la generalización del teletrabajo llevan a enfatizar los aspectos colectivos del trabajo y a insistir en la necesidad de una reflexión crítica sobre las relaciones sociales que le dan marco.De la destrucción del trabajo, el teletrabajo y el paro masivo ...

No se trata de ser “luditas” de tiempos modernos, pero hay que debatir ampliamente entre todos los actores sociales involucrados, las repercusiones que pueden tener en el conjunto de la sociedad los cambios tecnológicos que están ocurriendo.

Es importante contrapesar el poder de los grandes grupos económicos que hace tiempo buscan implementar una reforma laboral en contra de los intereses de los trabajadores, y hay que ser conscientes que estos cambios imprevistos pueden ser plenamente funcionales a sus intereses.

Este no es un debate puramente teórico e intelectual, sino que hay grandes intereses económicos en juego. El capital -con o sin pandemia- intentará una vez mas maximizar sus ganancias, en detrimento de los mas débiles.

Fuente e imagen: http://estrategia.la/2020/07/03/el-futuro-del-trabajo-entre-el-nada-que-ver-con-lo-habitual-a-la-nueva-normalidad/

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