Page 5 of 6
1 3 4 5 6

Pobreza, educación y tecnología

Por: Elisabeth de Puig

Una pregunta difícil es la de saber cómo se desarrollarán las competencias de los alumnos de familias que “no saben de letras” o tienen una educación mínima, y que no podrán recurrir a tutores durante las horas de docencia virtual de las cuales no sabemos cuánto tiempo durarán.

Las nuevas autoridades educativas han tenido que afrentar rápidamente algo así como la cuadratura del círculo, o mejor dicho, la resolución de un problema sin soluciones satisfactorias para todos los involucrados.

El optimismo que ha generado en ciertos sectores el anuncio de la virtualización de la educación para el año escolar entrante, que permitiría cerrar la brecha digital existente en nuestro país, no logra esconder el miedo que sacude a otros frente a las modalidades reales de aplicación de un regreso a clase virtual en la situación actual.

Si bien existe la férrea voluntad política de lograr un cambio y la imperativa necesidad de buscar soluciones al inicio del año escolar, al igual que se está haciendo en los demás paises afectados por la pandemia, no deja de preocupar la aplicación de estas medidas en los hechos y sus implicaciones en la República Dominicana, donde las brechas social y educativa son ampliamente marcadas.

En las clases acomodadas, los hijos e hijas son inscritos en colegios privados que ya han experimentado la enseñanza virtual durante la cuarentena. Estas familias manejan computadoras, tabletas, IPads y Smart phones.

Según datos de la CEPAL, el 61% de los niños y niñas de estas familias tienen computadoras de escritorio, 57% computadoras portátiles y 56% tablets. Además, los hogares están equipados de Wifi y ofrecen suficiente espacio para que los alumnos y alumnas puedan aislarse comodamente para trabajar.

La encuesta Enhogar 2018 señala la relación positiva que hay entre el mayor nivel académico alcanzado por el jefe o jefa de hogar y el acceso a las TICs; sin embargo, son muchos los padres y madres que no tienen tiempo ni formación pedagógica para apoyar a sus hijos e hijas.

Para esos fines ya se están promoviendo ofertas de tutores a domicilio que proponen trabajar junto a los niños, para que estos puedan seguir las clases durante las horas que los padres estén fuera de casa trabajando, evitar conflictos intra familiares, asegurar la disciplina y lograr que los niños estudien realmente en línea frente a una pantalla.

Los problemas de la escolaridad virtual se plantean de otra manera y con diversos grados de intensidad en los sectores vulnerables, donde las nuevas tablets que entregarán a los niños escolarizados se afrentarán a varios obstáculos, entre ellos el hacinamiento, el ruido intenso y continuo, los ladronzuelos y las plagas.

Cuando más de 5 personas duermen en una pieza de 15m2, lo que suele ser a menudo la realidad que viven nuestros niños, niñas, adolescentes y sus familias, los espacios de vida no están bien delimitados y de la misma manera que la cafetera puede facilmente voltearse sobre un cuaderno podría hacerlo sobre la tablet.

Por otro lado, no hay escapatoria al ruido intenso y continuo del vecindario y esta maravilla de la tecnología se volverá rápidamente objeto de deseo, tanto del vecino como del hermano tecato que vendería su padre o su madre para comprar “piedra”.

Sin contar que muchas de estas familias conviven a menudo con roedores cuyos estragos, además de la leptopirosis, pueden sorprender a muchos, como se puede apreciar en este testimonio.

D…10 años Villas Agrícolas

(Llorando) No quiero ir a la escuela. Le tengo miedo a la maestra. Se va a quillar. Pero no es mi culpa… son los ratones. Comieron mi mochila y mi cuaderno de sociales se puso feo. No tiene borde. Va a decir que es un descuido.

Cuando mi papá estaba vivo y se emborrachaba mucho, se quedó dormido en el piso con comida y los ratones le mordieron los dedos. Mi mama le dijo de todo, pero hubo que llevarlo al hospital…

Una pregunta difícil es la de saber cómo se desarrollarán las competencias de los alumnos de familias que “no saben de letras” o tienen una educación mínima, y que no podrán recurrir a tutores durante las horas de docencia virtual de las cuales no sabemos cuánto tiempo durarán.

Con este sistema, impuesto por las circunstancias, nuestros niños y niñas estarán desprovistos de protección contra la violencia intrafamiliar muchas veces detectada por las psicólogas y trabajadores sociales de las escuelas y contra la violencia barrial, cuando los padres salgan a trabajar.   

Otra preocupación enunciada por diversos sectores es la de saber si habrá tiempo hasta el inicio de la docencia, el 2 de noviembre, para mejorar las infraestructuras digitales deficientes y las restricciones existentes a la conectividad en sectores rurales y urbanos marginados, tomando en cuenta que en los hogares de más bajos ingresos el 89% de los niños entre 5 y 12 años no están conectados al internet, según el informe especial de la CEPAL “Universalizar el acceso a las tecnologías digitales para enfrentar los efectos del COVID-19”.

Como lo confirma la CEPAL, según las condiciones socio económicas de las familias, las edades y el lugar de residencia, las diferencias entre las posibilidades que se ofrecen a nuestros alumnos y alumnas son muy amplias y deberán ser tomadas en cuenta con correctivos.

¿Qué hacer para que el año escolar 2020/21 no sea un año perdido para un amplio sector de la población en edad de ser escolarizada? ¿Qué hacer dentro del marco anunciado por el Ministerio de Educación para que por causa de pandemia no se refuerce aun más el sistema vigente de una educación a varias velocidades?

Algunas vías de solución podrían estar en la hibridación de sistemas, en el uso de estrategias innovadoras combinadas con estrategias más tradicionales como la utilización de la radio y la enseñanza a pequeños grupos. De lo que se trata es de no perder el lazo con los alumnos y alumnas, evitar la deserción escolar y el trabajo infantil, así como darles seguimiento a las familias cuyos niños y niñas están desprotegidos.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/pobreza-educacion-y-tecnologia-8856308.html

Comparte este contenido:

Manipulación de la pobreza

Por: Elisabeth de Puig

Hace mucho tiempo que la institucionalidad democrática de la República Dominicana se encuentra estancada. En ocasiones damos un paso adelante y luego dos pasos hacia atrás. A pesar de los sacrificios del pueblo y de su lucha, esta democracia inconclusa se ha venido diluyendo con el correr de los años.

Al navegar más de medio siglo en estas aguas hemos perdido nuestra capacidad de asombro y nos hemos acostumbrado -por decirlo así- a vivir en una sociedad clientelista, populista, corrupta, inestable y desigual.

En la era de la información (o era digital), nuestros gobernantes y políticos hacen gárgaras de bellas palabras que nos venden periódicamente sueños e ilusiones. Estas son reproducidas sin filtros y amplificadas por los medios tradicionales de comunicación social, las bocinas y las redes sociales.

En una democracia imperfecta, donde las desigualdades merman el libre albedrio de la mayoría de la población, puede considerarse que solo una parte de los ciudadanos y ciudadanas está verdaderamente libre y apta para desenredar la madeja de la propaganda gubernamental electoral o, en sentido general, de la publicidad muchas veces engañosa.

Me ha llamado poderosamente la atención, desde el momento que llegué a la República Dominicana, la manipulación de la pobreza y su uso como pretexto para vanagloriarse políticamente de supuestas dádivas, trátese de la construcción de ranchitos, regalos a parturientas de parte del Estado, candidatos o instituciones que, en el fondo, son meras restituciones de derechos u obligaciones estatales realizadas con el dinero del contribuyente.

Me choca también la competencia en materia de promoción que se realiza a raíz del Coronavirus, para informar o demostrar que tal o cual partido político o candidato es más solidario con el pueblo en función del número de kits de salud o de cajas de comidas con raciones alimenticias que le ofrece a los más pobres.

Acostumbrados como estamos a la manipulación de la pobreza en nuestra cotidianidad, vemos como normal el despliegue en los medios de comunicación, sin análisis ni cuestionamiento ético, de un vídeo que presenta a un niño de 12 años -Rainier Lara- que vive en una comunidad deprimida de Yamasá y que fabrica aviones y helicópteros con material reciclado. 

El “story telling” que nos presenta el vídeo está bien montado: el niño solo necesita de un “buen samaritano” para poder lograr sus metas y lo encontró en la persona del candidato a la presidencia de la República por el partido de gobierno, que de paso derramará sus beneficios sobre la comunidad ofreciendo un hogar digno a su familia.

De la pobreza extrema donde está sumergida la familia del niño Rainer, como en un cuento de hadas, éste se ve catapultado literalmente a la cabina de pilotaje de aviones y helicópteros, en un mundo que no cuestiona la miseria ajena pero que la utiliza para sus fines.

En otra publicación, el mismo candidato o sus consejeros y publicistas, reiteran el uso electoral de un niño mostrando su foto ordeñando una vaca, es decir, trabajando.

¿No se habrá enterado el aspirante a la primera magistratura que el trabajo infantil está prohibido internacionalmente?

¿Sabrá que República Dominicana ratificó los convenios internacionales del trabajo 138 y 182 sobre trabajo infantil?            

¿Que nuestro país ratificó también, desde 1991, la Convención sobre los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989?

A lo mejor el candidato desconoce lo que establece el artículo 56 de la Constitución de la República, ni que la Estrategia Nacional de Desarrollo declaró de alto interés nacional la erradicación del trabajo infantil. ¿Quién sabe?   

En todo caso, las imágenes a las que hago referencia, difundidas a través de la prensa y las redes sociales, han generado muy pocos cuestionamientos a pesar de la manipulación burda del uso de la imagen del niño.

En Francia, un candidato de las características y comportamiento de éste sería fácilmente calificado como un típico candidato “bling-bling”, de esos que hacen alarde de su riqueza y navegan sobre una pobreza que manipulan gracias a la fortuna que manejan.

El pretendiente presidencial representa a un partido que ha tenido el control del gobierno durante casi 20 años, sin haber realizado los cambios estructurales indispensables para superar una pobreza cruda como la que desnudan las imágenes de nuestros conciudadanos en tiempo de Coronavirus.

Las imágenes de personas agobiadas por sus necesidades, que se lanzan a las calles a pesar de la pandemia y la cuarentena, dicen más sobre las condiciones reales en que vive el pueblo dominicano que muchas de las estadísticas que nos presentan una economía en franco desarrollo.

Ante tal situación, la obligación de los candidatos -de todos los candidatos- es presentar a los electores los programas y propuestas que han elaborados junto a las organizaciones políticas que los postulan, orientados a superar las limitaciones actuales  de la sociedad dominicana.

Es lo menos que se les puede pedir. Además, claro está, de exigirles que respeten los derechos -los de los niños y los de los adultos- cumpliendo con lo estipulado en la Constitución de la República y los convenios internacionales ratificados por nuestro país, así como en la legislación nacional.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8821853-manipulacion-de-la-pobreza/

Imagen: Marcel Gnauk en Pixabay

Comparte este contenido:

Las ONGs y la nueva cotidianidad

Por: Elisabeth de Puig

Tomando como punto de partida que tendremos que vivir mucho tiempo con la Covid-19 como lo afirma la OMS, hay que evaluar lo realizado y reinventarse para prepararse a afrentar la nueva cotidianidad con valentía e ideas nuevas.

La pandemia ha venido desbaratando muchos sueños y tendrá para numerosas ONGs consecuencias imprevisibles, e incluso, incalculables. Las ONGs son entidades de la sociedad civil que, por lo general, están vinculadas a proyectos sociales, culturales, de desarrollo, u otros, destinados a generar cambios en determinados espacios, comunidades, regiones o países.

Las ONGs suelen financiarse a través de donaciones privadas de individuos o empresas,aportes de instituciones internacionales o de los gobiernos nacionales y locales, o por medio de la generación propia de ingresos.

Con la merma de las economías nacionales y global las fuentes de financiamiento han disminuido y en un primer tiempo los recursos han sido reorientados hacia la emergencia inmediata.

Producto de esta situación, las decisiones que algunas instituciones se han visto obligadas a tomar a causa de la Covid-19 arrastran con ellas la suerte de cientos y miles de personas beneficiarias de sus servicios.

Tomaré como ejemplo la Fundación Abriendo Camino, ONG comprometida desde el año 2002 y que trabaja en el sector de Villas Agrícolas.

Con un crecimiento sostenido y los oídos puestos en las necesidades de la comunidad, su misión es de ofrecer alternativas de protección y educación integral para que niños, jóvenes y familias de sectores urbanos vulnerables, desarrollen su potencial y disfruten de una vida digna.

Con sus varios programas innovadores de educación, protección, formación para el empleo, desarrollo de liderazgo juvenil, educación ambiental y participación, ha logrado ocupar un sitial reconocido en la vida de miles de jóvenes y sus familias.

Hoy, los sueños de nuevos proyectos para el sector y su extensión a otros barrios de la zona norte se han visto brutalmente parados: la estructura física de la Fundación está como un cascarón vacío que ha perdido su esencia y su finalidad que es la de brindar servicios.

De día, estos se ofrecían a una población infantil y a sus familias, y de noche, a jóvenes con una amplia oferta de cursos técnicos profesionales.

Durante los meses de abril, mayo, junio, julio y lo que va de agosto el país ha vivido en constante evolución. Entre los escenarios pensados al inicio de la crisis sanitaria no se tomó en cuenta el comportamiento que realmente asumiría la curva de la pandemia luego de la apertura de la economía apoyada por el empresariado y por los partidos mayoritarios por razones electorales.

Durante estos meses de cuarentena y toques de queda muchas instituciones han tratado de navegar entre el cierre impuesto y la necesidad de estar presente y ser solidarias.

La primera etapa fue la de distribuir alimentos y kits de higiene; algunas iniciaron actividades de enseñanza virtual y la realización de animaciones lúdicas de la misma forma, lo que ha permitido visualizar las virtudes y las inmensas limitaciones de estas herramientas en sectores vulnerables.

Tomando como punto de partida que tendremos que vivir mucho tiempo con la Covid-19 como lo afirma la OMS, hay que evaluar lo realizado y reinventarse para prepararse a afrentar la nueva cotidianidad con valentía e ideas nuevas.

Se tratará, para algunas organizaciones, de redefinir sus poblaciones meta en función de los estragos de la pandemia y de las prioridades, sabiendo de antemano que los grupos serán reducidos, los riesgos presentes y los financiamientos más escasos.

Para las ONGs cuyos servicios van dirigidos, entre otros, al reforzamiento de capacidades educativas y a la protección de niños, niñas y adolescentes de comunidades vulnerables cuyas necesidades no pueden seguir desatendidas más tiempo, los pasos deberían ir en el sentido de trabajar la alfabetización con pequeños grupos de niños, niñas y adolescentes desescolarizados antes de la pandemia.

Al mismo tiempo, correspondería retomar la nivelación escolar para aquellos niños y niñas que por su bajo nivel académico y su situación precaria se han desvinculado de las escuelas durante la pandemia por falta de acceso a la virtualidad.

Convendría también acompañar las amilias y los niños que van a seguir una modalidad virtual y formar los facilitadores en educación virtual.

La juventud debería ser integrada a acciones a favor de su comunidad, movilizándola bajo estrictos protocolos para reforzar las medidas de higiene en las familias.

Igualmente, habría que fortalecer las medidas de protección contra la violencia intrafamiliar, el abuso y el trabajo infantil.

Para todo ello es importante apoyarse en los comunitarios de buena voluntad y abrir consultas psicológicas.

Con este tipo de iniciativas micro las ONGs del sector educativo pueden contribuir a mitigar, a su escala, las nuevas brechas sociales y educativas que se están ensanchando en el seno de nuestra población más vulnerable como resultado del Coronavirus.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/las-ongs-y-la-nueva-cotidianidad-8850581.html

Comparte este contenido:

Se nos mueren las abuelitas

Por: Elisabeth De Puig 

8 de cada 10 muertes relacionadas con el covid-19 notificadas en los Estados Unidos ocurrieron entre adultos de 65 años de edad o más y en República Dominicana el promedio de edad de los fallecidos es de 66 años.

En Europa, como en otros países, muchos abuelos se han desesperado porque no les dejaban ver a sus nietos. Según los sectores y clases sociales, la cuarentena y las situaciones que se han producido en las relaciones entre abuelos y nietos han sido diferentes. En las clases medias y altas de nuestro país, donde las abuelas generalmente no viven con sus hijos, el distanciamiento social y el toque de queda han cambiado la forma de relacionarse con los nietos, así como los beneficios para ambos partes de esta relación cercana.

En las sociedades contemporáneas se espera que padre y madre sean personas adultas capaces de asumir el cuidado, la protección y la educación de los hijos. Dentro de este marco las abuelas cumplen papeles complementarios en las relaciones con sus nietos. Les proporcionan un amor pleno, puro e incondicional que deja huellas imborrables en el alma. Con paciencia y ternura trasmiten valores, y hacen sentir a los niños una pertenencia al grupo familiar que les da seguridad y autoestima

Abuelita

En República Dominicana la jefatura de hogar recae, de acuerdo a datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, en un 35.3% sobre la mujer. Dentro de este grupo hay situaciones menos visibilizadas, como son: la ausencia de ambos padres, sea por separación o divorcio, migración, muerte de uno de los cónyuges o padres vivos que abandonan el hogar. 

En estos casos son las abuelas las que siguen en pie de lucha y asumen el rol de madres sustitutas, llevando el peso de varias generaciones a cuestas. Son, en su mayoría, abuelas de sectores vulnerables; las hay en toda la geografía nacional, con creces en las áreas de mayor migración. Gracias a su sacrificio, las madres emigran para buscar el sostén económico de las familias.

Las abuelas son mujeres luchadoras, sometidas a muchas tensiones y envejecidas antes de tiempo.Hablo de estas abuelitas de cabellos grises, porque abuelas las hay de todas las edades en una sociedad donde las niñas paren en la adolescencia. En muchos casos,las funciones maternas asumidas por las abuelas están relacionadas con experiencias familiares y personales: muchas fueron madres solteras que asumieron el cuidado de sus hijos sin la participación del padre.

Sus aportes tienen un fuerte impacto social y su rol está enraizado en los orígenes indígenas y africanos del pueblo dominicano que hacen de la familia una familia matrifocal, y de la figura materna un eje fundamental de la sociedad.

Abuelita

De repente las abuelitas de nuestros barrios se están muriendo; las que vemos a las salidas de las escuelas peleando con sus tumultuosos nietos, buscando un lavado o un planchado para completar las remesas, a veces desfasadas con la tecnología y la movida rápida de la juventud.

Mujeres con muchas necesidades de salud no resueltas, a menudo desgastadas, que no saben mucho de lo que es la prevención, que hablan de “vientos” y otras enfermedades y se sanan con botellas más que con medicamentos demasiado costosos.

Estas figuras de nuestros barrios han sido las primeras víctimas de la covid-19 y de la falta de responsabilidad de un importante sector de la población. Es así que en Villas Agrícolas se nos van las abuelitas, memorias del sector con sus vivencias, sus historias, su ternura.

Las calles, los callejones y las parteatrás están en luto: para dar solo algunos ejemplos, los callejones de los Chismosos, 21, Obrero, Caliente así como Villa Linda, y la calle Félix Evaristo Mejía han pagado su cuota al coronavirus y están de luto.

Abuelita

Oliva Aguaro de Félix, “Mamacita”; Carolina Guzmán, “Mama Caro”; Flor María Brea, doña Chela; Estherbina Heredia, doña Mabela; Carmen Dolores Germán Rosario, doña Carmen; Rosa Gilda Canela; María Altagracia Polonia Rodríguez; Juana Figueroa Pola, doña Maisita; Guillermina Feliz de la Rosa, doña Mimina, y Corina Linares, madres, abuelas, bisabuelas, hermanas, tías, vecinas, todas personas afanosas, solidarias, valiosas y pilares de la comunidad. Ellas quedarán para siempre como parte intrínseca de las estampas de Villas Agrícolas, de su historia y de su cultura barrial.

Es tarea de todosestimular el reconocimiento social de las abuelas, dando relevancia a estas mujeres que extienden el rol de madres a períodos de sus vidas en que deberían estar disfrutando logros personales postergados y merecer atenciones especiales.

Fuente e imagen: https://acento.com.do/opinion/se-nos-mueren-las-abuelitas-8843385.html

 

Comparte este contenido:

¡El cambio va!

Por: Elisabeth De Puig

 

En este momento hay que prestar una atención particular a nuestros niños, niñas y adolescentes en situaciones de riesgo. Es el papel de las escuelas, de las Ongs, de las juntas de vecinos, que apenas  se lograba en la normalidad.  Ahora, estas frágiles barreras han sido en parte desmanteladas.

 

El cambio va, no hay dudas. Se siente en el aire, en los ánimos, en la prensa, en las redes. El “se van” se está haciendo realidad. Sin embargo, la persistencia del coronavirus y los amigos desaparecidos aguan la fiesta.

Más que aires festivos, se sienten las preocupaciones por la complejidad y la gravedad del momento en el cual nos encontramos y por la responsabilidad en el futuro de nuestro país de cada uno de los ciudadanos que conformamos la República Dominicana.

Ahora se trata de hacer coincidir los sueños de un adecentamiento de la vida política, de una economía más equitativa, de una educación inclusiva, de salud para todos y todas justo en el momento que la pandemia de la Covid-19 va a alterarpor su triple impacto en la salud, la educación y la generación de ingresos las “hojas de ruta” de los países comprometidos con alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Dentro de este marco, la educación dominicana en la cual se han invertido tantas luchas, esperanzas y fondos públicos sin que se hayan aun cosechado los frutos de estos esfuerzos, se perfila como una de las principales víctimas de la crisis sanitaria y de la crisis económica que la acompaña.

Para el inicio del año escolar 2020/21 pasa forzosamente a un segundo plano el clamor de la sociedad a favor de una educación pública de calidad basada en competencias, la capacitación del magisterio, y otros reclamos que parecían impostergables.

La pandemia exige soluciones inmediatas y pospone el cambio real planteado por el recién designado ministro de Educación Roberto Fulcar, quien propugna por una educación de calidad basada en un sistema de enseñanza horizontal que promueva el análisis, el razonamiento y la creatividad en ruptura con la educación tradicional dominicana que se ha caracterizado por un estilo pedagógico autoritario, vertical.

En el sistema educativo del “cambio” todos los actores poseen iguales derechos, se fomenta la participación para la formación de ciudadanos que aporten al desarrollo socio económico, cívico y democrático individual y colectivo.

Sin embargo, en la emergencia actual la comunidad educativa trabaja con incertidumbres, planificaciones móviles, segmentaciones, aperturas diferenciadas según los sectores.

No se sabe, con las opiniones que circulan, si se pospondrá el regreso a clase para enero con los riegos de deserción y marginalización de los más vulnerables, o si se trabajará à la carte según las escuelas y zonas afectadas del país.

En este caso, se deben esquivar los escollos de modelos híbridos entre los sectores público y privado; entre docencia presencial o semi presencial, de presencia alternada y virtual; entre quienes tienen acceso o no a las TICs; ritmos que, además, no toman en cuenta las obligaciones laborales de padres que salen a trabajar diariamente.

¿Cómo ser más inclusivos, cuando la educación en tiempo de pandemia refuerza las desigualdades, la deserción escolar, las brechas sociales y digitales, al igual que el trabajo infantil?

En Villas Agrícolas, los directores de escuelas públicas trabajan sobre la hipótesis de clases con la presencia de veinte alumnos por aula, que asistirían dos días la primera semana y tres días la semana siguiente y sobre la base de dos tandas diarias.

Sin embargo, la Sociedad Dominicana de Pediatría (SDP) sugirió que los grupos deberían ser de hasta quince alumnos, sometidos a vigilancia constante, cuidando el distanciamiento y la higiene, con una “estructura muy cuidadosa” para la supervisión del estudiantado.

Sabemos de antemano que muchos de estos lineamientos son casi imposibles de poner en práctica en un sinnúmero de sectores donde hay menos agua que nunca, donde las familias no tienen recursos suficientes para dotar a sus hijos de mascarillas eficaces y donde no se puede garantizar la ausencia de contactos físicos.

No podemos olvidar que nuestros niños y niñas son turbulentos, habrán estado semi enjaulados durante meses, habrán estado sometidos sin escapatoria a la violencia intrafamiliar que caracteriza nuestros sectores marginados y al miedo de una pandemia que “pica cerca”.

¿En un esquema de vuelta a la escuela alternada, cómo hacerle frente a la idiosincrasia de nuestros niños y niñas obviando el contacto físico que nos caracteriza como pueblo?

¿Cómo atender nuestros chiquitines con sus necesidades afectivas, miedos y hambre de cariño y protección, tomando en cuenta el miedo legítimo de los docentes?

Si en años anteriores faltaban cupos en varios sectores de la zona norte de Santo Domingo se hace evidente que la situación actual no favorece la inscripción de todos los estudiantes.

Los padres y alumnos del liceo Manuel Aurelio Tavárez Justo informaron que en el liceo las autoridades educativas les dijeron que el Distrito Escolar sólo aprobó cupos para 80 estudiantes de nuevo ingreso, lo que ha dejado a la mayoría de los niños y niñas de la vecina Escuela España sin inscripción.

En este momento hay que prestar una atención particular a nuestros niños, niñas y adolescentes en situaciones de riesgo. Es el papel de las escuelas, de las Ongs, de las juntas de vecinos, que apenas se lograba en la normalidad. Ahora, estas frágiles barreras han sido en parte desmanteladas.

Les daré como ejemplo el de Carina, de 11 años, y de su hermanito Jean, de 9, quienes viven en situación de extrema pobreza. Estaban escolarizados por la mañana en una escuela de la Zurza y en la tarde acudían a la Fundacion Abriendo Camino. Solo les quedaban los sábados y domingos para trabajar vendiendo guineos y maíz asado para llevar el peso a su casa.

Hoy en día, para ellos como para muchos otros no hay educación virtual. Venden mascarillas desde la mañana hasta tarde en la noche. Andan cada uno por su lado, en zonas aldeañas al Mercado de la Duarte, sin ningún tipo de protección “porque las mascarillas son caras”.

Pasan el día entero en la calle en medio del molote, donde piden para su comida para no gastar el producto de su venta. Como ellos hay cientos de niños, niñas y adolescentes tirados a la calle por las circunstancias, a pesar de los riesgos de contagio y de abusos.

En este contexto, queda claro que no hay decisiones que puedan resolver todos los problemas y satisfacer todas las necesidades. El cambio va pero en difíciles circunstancias.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/el-cambio-va-8841123.html

Comparte este contenido:

Brechas

Por: Elisabeth de Puig

En tiempo de pandemia crece la brecha entre quienes estudian en escuelas privadas de calidad y los de las escuelas públicas.

Son muchos los cambios sociales que se han producido como consecuencia del Covid-19. Uno de ellos es, sin lugar a dudas, para bien o para mal, el aumento de la presencia de Internet en nuestras vidas.

La tecnología digital está cambiando el mundo provocando la toma de conciencia de la brecha entre aquellos que tienen acceso a ella y los que no pueden integrarse según datos del informe de UNICEF The State of the World’s Children 2017: Children in a Digital World”.

A la brecha social se han añadido brechas adicionales: la brecha digital, que hemos constatado en toda su crudeza durante el confinamiento de las familias; la brecha económica que ahora, sencillamente, ha dejado sin ingresos a muchos, y la brecha educativa al quedarse niños, niñas y adolescentes descolgados de sus colegios.

Según datos de Unicef, el Covid-19 obligó al 95% de los niños y niñas de América Latina y el Caribe a suspender su asistencia a las aulas. Desde la primaria, hasta la universidad, las clases virtuales llegaron de manera forzada. Este fenómeno amplifica las oportunidades de los niños de entornos más favorecidos, mientras reduce las de los más desfavorecidos.

Centros educativos privados han desarrollado sus propias plataformas, muchas de ellas con bastante éxito; no obstante, al pasar el tiempo han dejado ver sus debilidades.

Al principio del confinamiento estos nuevos métodos han jugado un papel muy importante.La inclusión de la educación digital supone una mejora educativa por su novedad, que aumenta la motivación de los estudiantes.

Sin embargo, una vez pasada la novedad, ha sido comprobado por especialistas de la innovación educativa con medios digitales en varios países y por los mismos padres que la mejora disminuye.

Esta implementación ha permitido salvar el año escolar para muchos alumnos capaces de trabajar por sí mismos, pero paulatinamente se ha vuelto una carga pesada para los padres de los más chiquitos que han tenido que dedicar dos y más horas al día a las clases digitales y que a la hora de reincorporarse al trabajo virtualmente o presencialmente tienen dificultades para seguir asistiendo sus hijos e hijas por horas.

En nuestro sistema de enseñanza pública deficiente y atrasado tecnológicamente, el Ministerio de Educación ha habilitado un sistema virtual de enseñanza. En la mayoría de los casos los profesores envían las clases por WhatsApp o interactúan con sus alumnos a través de aplicaciones como zoom, sin la debida preparación ni las exigencias académicas necesarias, con padres sin preparación adecuada, dejando irremediablemente de lado un sector de la población infantil que no tiene acceso a estas herramientas, lo que pone a estos estudiantes en desventaja.

El abandono de un sector de la población infantil por las autoridades educativas confirma la idea que la defensa de los derechos de la niñez no ha sido todavía bien asimilada por las mismas instituciones públicas que deben velar por su cumplimiento. En esta pandemia los más vulnerables, los hijos de migrantes, los discapacitados han sido olvidados por el sistema escolar o de ayuda alimenticia.

Al concluir el año escolar de forma no presencial el confinamiento dejará grandes lagunas entre muchos alumnos y alumnas, que se acumularán con el déficit crónico en lectoescritura y matemática que arrastra la educación dominicana.

En tiempo de pandemia crece la brecha entre quienes estudian en escuelas privadas de calidad y los de las escuelas públicas. Crece la brecha en la enseñanza pública entre quienes están conectados y los que no en los barrios marginados, lo mismo que entre las zonas rurales y las urbanas.

Crece la vulnerabilidad del sistema educativo en general y de la revolución educativa enarbolada por el presidente Medina. Crece el temor a la desaparición de la tanda extendida para poder acomodar los alumnos a la nueva normalidad;se dice que se mantendrán las comidas, que se volverá al sistema de tandas matutinas y vespertinas para el año escolar 2020/2021.Crece el temor que el 4% para la educación quede relegado en las mazmorras de la historia con la crisis económica que se avecina.

¿Cómo prepararse para la reintegración de niños y niñas que habrán olvidado parte de las rutinas adquiridas y de los contenidos aprendidos?

¿Cómo evitar las deserciones masivas y reenganchar nuestros alumnos y alumnas al sistema luego de varios meses de vaganciaen escuelas que tienen menos espacios que nunca?

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/brechas-8834629.html

Comparte este contenido:

Black live matter

Por: Elisabeth de Puig

Tal como el coronavirus salió del control de las naciones más avanzadas del planeta la muerte del afroamericano George Floyd ha desatado un estallido de una magnitud insospechada.

De repente, los Estados Unidos parecen hundirse en la violencia extrema; violencia, que al igual que el racismo, ha sido de cierta manera consustancial a su existencia como nación.

Incendios, linchamientos, armas automáticas exhibidas en la calle, declaraciones criminales de dirigentes políticos e histeria racista salieron a relucir en estos últimos días, mientras se manifestaban ampliamente -de manera reconfortante- personas de todos los orígenes y grupos étnicos dispuestos a luchar de manera pacífica en contra de este mismo racismo.

Martin Luther King Jr. decía, en el famoso discurso que pronunció en Washington en 1963, que un siglo después de la declaración de la abolición de la esclavitud los descendientes de esclavos no habían podido acceder a una vida plena.

Señalaba que le habían entregado a la comunidad afroamericana un cheque sin fondos que, un siglo después, esta todavía no había podido cobrar.

A este propósito, es bueno recordar que cuando los norteamericanos realizaron su primer censo en 1790 se consideraba que el negro libre y el negro esclavo representaban las “tres quintas partes de un hombre”. 

Los Estados Unidos de hoy no son los del año 1776, fecha de la Declaración de Independencia que retoma toda una serie de valores y principios provenientes de sus orígenes anglosajones y protestantes, los cuales fueron a su vez incluidos en la constitución norteamericana pocos años después.

Aquella era una declaración de principios democráticos, pero sin resultados garantizados, que no le impedía al nuevo país independiente ser una nación esclavista.

“Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”, reza textualmente la Declaración.

El racismo norteamericano adoptó formas institucionales particulares: esclavitud, códigos de negros, así como prácticas sociales diversas.

Ya en el siglo XX, el movimiento por los derechos civiles (al igual que la Revolución de Independencia y la Guerra Civil), atentó contra un arraigado sistema ideológico de creencias y prácticas que implicaba al Gobierno Federal.

La ideología racista pasó a ser esencial en las estructuras económicas, políticas y sociales del Estado, así como en los comportamientos de las empresas y de las instituciones privadas de todo tipo, como parte de un sistema orientado a preservar y perpetuar los privilegios y el poder de la élite blanca dominante.

En su biografía “Becoming”, Michelle Obama cuenta la odisea de una niña de un barrio popular del South Side de Chicago, tataranieta de esclavos, que se transforma en la primera primera dama negra de los Estados Unidos, que tuvo -como ella lo cuenta- su corona de espinas.

Es muy palpable en su libro el peso transgeneracional que representa todavía para una afroamericana del siglo XXI, ser descendiente de esclavos.

En Estados Unidos, el negro debe luchar constantemente en contra de las dificultades provocadas por el estatus de inferioridad en que ha sido colocado.

A la vez, como todos los habitantes de su país, quiere fundir su identidad a la de la mayoría blanca en medio de la cual vive y gozar sobre un pie de igualdad del mismo estatuto que considera como su derecho.

Los acontecimientos que todavía se están desarrollando representan la resistencia de los afroamericanos contra la brutalidad sistémica de la policía y debe entenderse como parte de la corrosiva crisis de desigualdad agravada por la pandemia de coronavirus y el estrés permanente al cual está sometida esta comunidad.

Es evidente que, en un contexto como éste, las expresiones salidas de tono de las figuras más representativas del “hegemonismo blanco” estadounidense no ayudan a apaciguar los ánimos. Lejos de ello, los exacerban.

Hay que anotar también que, más allá del hondo significado de las protestas en los propios Estados Unidos, el brutal asesinato por asfixia de George Lloyd ha convocado actos multitudinarios a favor de la igualdad en las más diversas ciudades del mundo.

En nuestro país, que también sufrió la esclavitud, el negro siempre es el otro; mejor dicho, el haitiano, aquí somos “indios” o “morenos”, “descendientes de españoles”. Sin embargo, hay mucha estigmatización hacia las personas “de color”.

La violencia policial va generalmente dirigida a este segmento de la población, en muchas escuelas no se acepta el “pelo crespo”. Se prefiere el desrizado. En el ambiente laboral las limitaciones son reales.

Estamos presos en medio de una red de comportamientos socioculturales que ha sido el producto de un proceso de creación consciente, deliberado y continuo. Rechazamos el negro de manera mucho más subliminal que en los Estados Unidos, sin verdadero odio pero de manera perniciosa.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8827354-black-live-matter/
Imagen: https://cadenaser.com/ser/imagenes/2020/06/07/radio_bilbao/1591533678_121192_1591533818_miniatura_normal.jpg
Comparte este contenido:
Page 5 of 6
1 3 4 5 6