Mediante el juego, los estudiantes son capaces de entender y adquirir el valor de la responsabilidad. Estos son adecuados para trabajarla desde la escuela.
Cuidar lo que se tiene, poner atención a lo que se hace o terminar una tarea son distintas formas de fomentan la responsabilidad. Esta capacidad se integra en la personalidad a medida que el estudiante crece y requiere paciencia por parte del docente y de los tutores. Los siguientes juegos ayudan a fomentar el valor de la responsabilidad a la vez que divierten al alumnado de todas las edades.
El cieguito
El cieguito fomentan la responsabilidad
En un espacio amplio y llano se forman dos equipos con el mismo número de integrantes, que se sitúan detrás de una línea de salida. El juego consiste en que uno de los menores guíe a otro, que está con los ojos vendados, a través de un circuito. El primero le dará órdenes como: “da dos pasos hacia la derecha”, “agáchate”… hasta llegar a un punto u objeto cualquiera. De esta manera, se fomenta el cuidado de la otra persona y, además, se desarrollan habilidades perceptivas-motoras.
El juego del huevo
Juego del huevo fomentan la responsabilidad
Después de pintar un huevo como se desee, el docente o los tutores realizan una pequeña firma en el alimento para que no se pueda sustituir. El objetivo es conseguir que el alumno cuide de él durante una semana entera. Deberá evitar que se rompa y llevarlo consigo siempre que sea posible. Estar pendiente de algo tan frágil desarrollará en el alumnado el sentido de la responsabilidad.
Juego del reciclaje
Reciclar fomentan la responsabilidad
Cuidar es otra forma de ser responsable. Si hablamos del medioambiente, los estudiantes deberían aprender a respetar y a no contaminar el entorno. Un juego adecuado para ello se basa en formar equipos, recoger la mayor cantidad de residuos que encuentren en el patio y depositarla en el contenedor adecuado. Gana el que más materiales recoja en un período de tiempo establecido.
Mi primer huerto
Mi primer huerto fomentan la responsabilidad
Plantar la semilla, regar la planta, ver cómo crece, cortar las hojas que están secas… Son pequeñas acciones que no suponen gran esfuerzo pero que inculcan, poco a poco, el valor del compromiso en los estudiantes. Asimismo, es una buena táctica para que conozcan el proceso de maduración de una fruta o una verdura y cuiden el medioambiente.
Juego de los pases
Solo se necesita un balón para realizar este juego que hace responsables de sus actos a los participantes. Una vez formados dos equipos con la misma cantidad de personas, los estudiantes tendrán que pasarse la pelota entre los del mismo equipo diez veces, evitando que la intercepte alguno del otro. Se trata de lanzarla correctamente para no perjudicar al compañero, ya que si el otro equipo recupera el balón, empieza la cuenta hacia los diez pases de nuevo.
La educadora Trinidad Lara reflexiona acerca de cómo debería ser el rol de los docentes para conseguir un sistema educativo en el que ‘menos es más’ y en el que apostar por la bondad y la comunicación, dejando a un lado la rapidez que caracteriza el sistema educativo.
Cómo alumbrar generaciones sin que antes hayamos hecho brillar nuestra propia luz es una idea que martillea mi cabeza. Urgen docentes encaminados a tender una mano a sus estudiantes hacia su descubrimiento que nada tiene que ver con alcanzar profesiones prestigiosas ni adineradas, sino con dedicar sus vidas al constante conocimiento personal. Maestros que acompañen a los estudiantes a descubrir sus talentos desde la integridad, y no desde los valores plastificados a los que se honra. Se requiere un profesorado comprometido, consciente, paciente, comprensivo y afectuoso.
Formar a este tipo de docentes es el núcleo primordial de nuestro corazón educativo. ¿Acaso podemos enseñar lo que no somos? Hasta que esto no suceda, nuestra profesión, en vez de desprender honorabilidad y respeto profundo, no gozará de la relevancia social que verdaderamente tiene. Siento reiteradamente que en esta profesión de extraordinaria belleza y trascendencia el rol del educador está desvirtuado e infravalorado por factores sociales, políticos y económicos que asfixian la luminosidad que debería desprender.
Los docentes del ‘a ver qué pasa si’
Hasta que el papel del educador no consista en arrancar las vendas del miedo y luchar contra la ceguera interna para lograr la verdadera comprensión de uno mismo, seguiremos sembrando derrumbe y sinsentido dentro y fuera de las aulas. Porque cualquier profesional antes habrá sido educando. El verdadero reto es formar educadores que hagan brotar en los estudiantes unas alas de libertad que les permitan sobrevolar el mundo con perspectiva. Realmente, los profesores enseñamos aquello que nosotros mismos hacemos para autoeducarnos. El pretexto de que dicho cambio es inviable reside en el acorazamiento sociopolítico. Excusarse resulta del todo inútil. Cada uno puede emprender acciones significativas en su labor diaria en pro de una educación emocional y filosófica. Convirtámonos en docentes del ‘a ver qué pasa si’.
Educar en la interioridad y la bondad
El núcleo de debate en educación minimalista emerge de la naturaleza humana, que es lo común a todos. Generación tras generación, a pesar de los vertiginosos cambios sociales, si educáramos en la interioridad los jóvenes no serían autómatas adaptándose a las banalidades fugaces del momento histórico, sino que serían los verdaderos artífices de su propia realidad. Por lo que la piedra filosofal de las administraciones pasa necesariamente por poner de manifiesto todo lo que nos hace humanos, garantizando el derecho a la educación minimalista y los medios necesarios, otorgando libertad de enfoques o modos de llevarse a cabo.
Estos cimientos humanistas representan el eje educativo en torno al cual tejer el sentido de la vida. Y el sentido de la vida no es otro que el amor. Olvidando que el amor pasa por la bondad, hemos incorporado como normalidad la insensibilidad al dolor ajeno en muchos ámbitos. Es improbable ser mal profesor siendo buena persona. La amabilidad nos engrandece como sociedad. Todos albergamos el deseo de ser reconocidos y amados. Es un acto de generosidad para con los demás. Les miramos con mayúsculas. La amabilidad es un impulso que requiere de coraje para poder tejer sociedades pacíficas. Siendo tan esencialmente humano, hemos desnaturalizado los lazos compasivos que nos hacen erigirnos y hacer frente a todas las circunstancias que la vida trae consigo tarde o temprano.
Para ser bondadoso, una vez más, hemos de conocernos. Juzgar resulta un acto violento cuando es el resultado de proyecciones cobardes de nuestros egos no aceptados. Nuestro desconocimiento nos precipita a comunicarnos de manera violenta o pasiva. Ser amable es ser valiente. Despojarse del traje de víctimas y enfundarnos en la elegancia de la toma de uno mismo, nos acerca a la amabilidad. Los amables se responsabilizan de su actitud y saben que, pese a las circunstancias externas, la última decisión en el bienestar propio les pertenece. Si fuésemos capaces de comprender esto en toda su extensión para poder transmitirlo en entornos educativos, nos acompañaríamos desde la empatía y el cariño. Educar en la asertividad es, por lo tanto, educar en el amor.
La comunicación: elemento clave para una buena educación
Los educadores tenemos la responsabilidad y el privilegio de dejar una impronta con quienes nos comunicamos digna de ser recordada. Esa influencia nace de lo que somos, no solo de lo que sabemos. Por mucho que sepamos, si se genera una fractura en la conexión emocional habremos perdido la batalla. El lenguaje y el modo en el que lo empleamos representan el nexo con los demás. El discurso educativo precisa de gusto y mimo. La sutileza con la que envolvemos nuestras palabras otorga veracidad al discurso. Reforzaremos de autenticidad el acto comunicativo cuando lo arropemos con una fluidez dialéctica que no nazca de la prisa. Una elocuencia nacida de una sólida asociación de ideas, y no del conocimiento ajetreado y superficial.
Para consolidar esta relación de admiración contamos con el don de la palabra, que representa para los educadores la llave de la actitud dialógica y del encuentro pleno. No hay educación sin comunicación, ni comunicación sin emoción pues son los impulsos corporales los que nos llevan a la acción. La palabra, y en especial cómo la empleamos, constituye el átomo de todo proceso comunicativo. Son la razón y la emoción lo que nos constituye como humanos. Apegarnos a razonamientos apartando las emociones deja del todo mutilado nuestro sistema educativo. Si educar es comunicar, no debemos monopolizar las aulas con soliloquios dogmáticos. Hablamos mucho y escuchamos poco. Existe pues un desequilibrio en la bidireccionalidad del abordaje comunicativo. Escuchar representa un acto de amor. No es hacer, no es decir, es estar para que el otro pueda ser.
Una pedagogía que no esté determinada por los avatares sociales
La humanidad se encuentra vapuleada por la volatilidad e instantaneidad. El síndrome del ahorro de tiempo nos aboca a velocidades que atragantan el vivir. Esta tendencia confronta con la esencia educativa que, a mi entender, radica en contribuir al desarrollo de identidades consistentes que respiren la cadencia natural de cualquier proceso profundo. En consecuencia, uno de los retos de la educación en el siglo XXI pasa por conjugar los procesos sólidos y lentos de aprendizaje con la intrepidez cambiante de múltiples factores socioculturales. La amenaza radica en que el conocimiento, instantáneo y superficial, es trasladado al aula. Se precisa, más que nunca, una pedagogía resistente a la mutabilidad de los avatares sociales.
La lentitud, el silencio y la soledad como bálsamos para desintoxicarnos de la avalancha de estímulos, resultan cruciales. Proporcionan el escenario indispensable para que el pensamiento crítico haga su aparición como herramienta básica de autocuidado en medio de una sociedad exhausta.
Necesitamos un profesorado que, junto con las familias, apunten al ‘menos pero mejor’. Avanzar hacia un minimalismo educativo que brinde espacios diáfanos en las mentes y los corazones en los que sembrar sentido común y deseo de aprender. ‘Menos es más’, también en educación. Menos y más despacio, como dogma central de una educación más coherente con las necesidades de un ser humano sano. En el éxtasis de la rapidez, cualquier demora que implique pensar, debatir o crear incomoda a la comunidad educativa, espolvoreando una sensación de pérdida del tiempo. No estamos contrarrestando el desenfreno externo, ni en las aulas, ni en los hogares. Simplemente zozobramos en un vendaval que nos impide proyectar una perspectiva nueva, pausada y propia. Solo educadores que avancen con una cadencia que nos permita sentir las pisadas del camino, posibilitarán que su labor deje huella.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/educacion-minimalista/
El evento tendrá lugar como parte de la feria ISE 2022 el próximo 11 de mayo a las 12:30 en la FIRA de Barcelona y se centrará en las tecnologías audiovisuales para la educación de hoy y mañana.
Organizado por AVIXA en el marco del Integrated Systems Europe (ISE) 2022 (FIRA de Barcelona, 10-13 de mayo) y dirigido a profesionales de universidades, escuelas formativas y colegios privados españoles, la II edición del ‘AV Experience Zone’ tiene como objetivo acercar a los clientes finales de España hacia la industria audiovisual profesional (AV) y las empresas de integración.
“La sesión de educación del AV Experience Zone será una ocasión única para que los profesionales del sector se acerquen a la industria audiovisual y vean las posibilidades que la tecnología AV les ofrece para sus centros, así como para que conozcan el valor de las empresas de integración para abordar los proyectos AV en los centros educativos”, afirma Yoav Slimobich, project manager de AVIXA en España y Portugal.
El evento se desarrollará el 11 de mayo a las 12:30 horas y contará con diferentes expertos del ámbito educativo como David Riu, director del Departamento de Empresa y Tecnología de La Salle Campus Barcelona (Universitat Ramon Llull); Javier Palazón, director de EDUCACIÓN 3.0; Eduardo Salayandía, CEO de West Telco y especialista en nuevas tecnologías; así como representantes de seis empresas españolas de integración audiovisual (Sono, Ditec, Tower TBA, Trison, ICAP Global y Unitecnic).
Programación
La sesión de educación se abrirá con un discurso de apertura de David Riu (Universitat Ramon Llull), quién abordará los retos tecnológicos a los que se enfrenta el actual modelo educativo.
A continuación, Javier Palazón, director de EDUCACIÓN 3.0, conducirá un diálogo con representantes y docentes de centros educativos sobre el reciente estudio realizado por Promethean (compañía desarrolladora de soluciones interactivas para la educación), en el que han participado cerca de un millar de encuestados entre directores, administrativos, profesores y personal de apoyo de diferentes tipos de centros educativos. La charla girará en torno al estado de la tecnología en la educación en España.
Seguidamente, se dará paso a Eduardo Salayandía (West Telco) que profundizará, junto con otros expertos, en cómo se percibe la tecnología en el aula y la integración de la misma en los planes de estudios.
Sector empresas
Las seis empresas españolas de integración audiovisual (Sono, Ditec, Tower TBA, Trison, ICAP Global y Unitecnic) presentes en la jornada hablarán sobre la importancia del integrador audiovisual en el sector educativo como facilitador y partner en la transformación y digitalización de las aulas.
Asimismo, participarán en otro bloque dedicado a las soluciones y nuevas tendencias tecnológicas en las aulas, donde se abordarán temáticas como el papel de la Inteligencia Artificial, la realidad virtual y la realidad aumentada en el sector educativo, así como la integración de las comunicaciones unificadas en la enseñanza.
El programa del ‘AV Experience Zone’ es gratuito, aunque las plazas son limitadas, y se realizará enteramente en español. Es necesario registrarse a través de este link.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/av-experience-zone/
Este concepto formulado por la psicóloga Carol Dweck sostiene que las personas que trabajan este tipo de mentalidad están abiertas a nuevos retos y aprenden de manera resiliente de los errores. Cristina Basilio, asesora de crianza y especialista en educación emocional, nos habla sobre ello.
Si preguntas a personas de tu entorno cuáles son sus talentos o qué se les da bien, es probable que muchas te digan que no son buenas en nada. Quizá piensen que no han tenido la suerte de Gabriel García Márquez o de los miembros del grupo ‘The Beatles’, que nacieron con un talento especial que les ha permitido llegar a lo más alto.
Pues bien, quizá te sorprenderá saber que el estudio Decca Records rechazó fichar a ‘The Beatles’ por considerar que no tenían futuro en el mundo del espectáculo y que la editorial Losada se negó a publicar la primera novela del premio Nobel Gabriel García Márquez.
Como ellos, son muchos los casos de personas con talento que fueron rechazadas por expertos en la materia. Pero, ¿qué hizo que a pesar de ello persistieran? La respuesta es su mentalidad de crecimiento. Tenían un interés y sabían que con tiempo y esfuerzo sus habilidades podrían mejorar. ¿Qué hubiera pasado si, por el contrario, hubieran creído que el rechazo de los expertos significaba que no habían nacido con ese talento especial para hacer aquello que tanto deseaban? Pues que muy probablemente su mentalidad fija nos hubiera impedido disfrutar de sus obras.
Mentalidad fija y de crecimiento: dos formas de afrontar la realidad
Se podría decir que existen dos tipos de mentalidades: fija y de crecimiento. Si bien todo el mundo tiene elementos de las dos, hay personas que funcionan más habitualmente en una que en otra, y esto define la forma en la que se comportan ante los retos y los fracasos. Estos tipos de mentalidad fueron definidos por la psicóloga Carol Dweck.
Las personas con mentalidad fija tienden a pensar que las cualidades personales como la inteligencia y el talento son innatas y no pueden cambiarse. En cambio, las personas con mentalidad de crecimiento piensan que, si bien nacemos con unas capacidades determinadas, todo el mundo tiene la capacidad de aprender y de desarrollar dichas capacidades por medio de la dedicación y la práctica.
Pero, ¿qué consecuencias tiene creer que tus habilidades son fijas o creer que se pueden desarrollar? Las personas con mentalidad fija toman lo que les ocurre, ya sean éxitos o fracasos, como una medida directa de su competencia y de su valía. Para ellos todo es blanco o negro: si tienen éxito, se consideran buenos y, si fracasan, se consideran malos. Por eso, estas personas suelen sentir la necesidad de estar validándose a sí mismos continuamente. Como consecuencia, suelen abandonar las tareas y no perseverar, lo que reduce sus probabilidades de éxito en el futuro.
Por el contrario, creer que las cualidades pueden desarrollarse puede estimular la motivación y la pasión por aprender. Esto hace que las personas con mentalidad de crecimiento estén abiertas a enfrentarse a nuevos retos y que crezcan ante las dificultades. Y es que la gente con mentalidad de crecimiento sabe que el aprendizaje lleva su proceso, que de los fracasos se sacan grandes lecciones y que el potencial necesita tiempo para florecer.
Consejos para cultivar la mentalidad de crecimiento en los menores
La sociedad en la que vivimos tiende a fomentar la mentalidad fija. Los padres, sin quererlo y con la mejor intención, emiten juicios y comentarios que en realidad envían un mensaje contrario al que pretenden y que limitan las ganas de aprender.
Del mismo modo, la cultura escolar tiende a etiquetar a los niños y a clasificarlos en función de sus notas, lo que favorece la idea de que las capacidades son fijas.
En realidad, si miras a un bebé te darás cuenta de que todos nacen con ganas de aprender, pero una educación en base a una mentalidad fija puede acabar con ellas.
Por eso, la misión de la comunidad educativa debe ser desarrollar el potencial de los niños. A continuación, destaco seis consejos para cultivar la mentalidad de crecimiento en los niños:
Explicar en qué consisten los dos tipos de mentalidades y cómo se enfrentan a las diferentes situaciones.
Mostrar que ni los fracasos ni los éxitos de una persona definen su valía o sus capacidades. Es evidente que el fracaso puede ser una experiencia dolorosa hasta para las personas con mentalidad de crecimiento, pero la diferencia es que estos saben que sus fracasos no les definen.
Enseñar a aprender de los errores. Cuando cometan un error o hayan tenido una experiencia desagradable, puedes probar a hacerles reflexionar sobre lo que aprendieron y sobre cómo pueden utilizar dicha experiencia como base para crecer.
Trata de elogiar por el esfuerzo y no por la habilidad, la rapidez o la perfección. Se ha demostrado que cuando elogias a alguien por su inteligencia o su talento tienden a rechazar realizar tareas más retadoras por si éstas fueran a poner en duda su capacidad. Esto no ocurre cuando el elogio es por el esfuerzo.
Evitar las etiquetas tanto positivas como negativas. Cuando te ponen una etiqueta positiva, tienes miedo de perderla, y cuando te ponen una mala, tienes miedo de merecerla.
No culpar a otros o a la mala suerte de los fracasos. En su lugar, realiza comentarios constructivos, trata de averiguar lo que no comprenden y dales las herramientas que necesitan para aprender y mejorar.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/mentalidad-de-crecimiento/
Fortalece el vínculo entre adultos y menores o desarrolla la inteligencia emocional. Estos son algunos de los beneficios del hábito lector entre los niños según Mercedes Bermejo, psicóloga y directora de la colección ‘Senticuentos’ y ‘Crecicuentos’ en la editorial Sentir.
El instinto de leer no nos viene dado por naturaleza, como pueden ser el de comer o dormir. Por ello, cualquier tipo de aprendizaje en la infancia va a venir influenciado por la actitud de la familia, especialmente en la lectura, donde el modelaje es fundamental, es decir, los niños imitan a sus padres.
Los psicólogos infantiles recomendamos desde el primer año de vida poner en contacto a los más pequeños con la fantasía, las historias, ilustraciones, y como no, con los cuentos.
Los beneficios de la lectura entre los pequeños
La lectura aporta diferentes beneficios que, por ejemplo, nunca proporcionará la tecnología. Son los siguientes:
Fortalece el vínculo entre adultos y menores. Los primeros siete años del niño la lectura debe ser acompañada. De este modo, el menor cuenta con el apoyo, compañía y afecto de los adultos para afianzar este hábito.
Mejora el rendimiento intelectual del pequeño. En aspectos como la memoria, la imaginación, el lenguaje, el razonamiento abstracto…
Desarrolla la inteligencia emocional. Con ella se fomenta la capacidad de empatizar con otros, así como la autoconciencia, la motivación y la capacidad de autorregulación.
Promueve la autoestima y su autoconcepto. A través de los cuentos, el niño imagina diversas situaciones donde desarrolla su autoconocimiento.
Amplía el conocimiento del niño. Tanto del mundo que le rodea como de su mundo interior. El menor imagina los futuros posibles y entrena para la vida, pero desde lo simbólico.
Familiariza al menor con la lectura, de cara al futuro.
Elementos esenciales de la literatura infantil
Es importante que el cuento esté adaptado a la etapa evolutiva del pequeño, que sea atractivo, interactivo y promueva el desarrollo intelectual y emocional del menor. Muchos son los estudios centrados en la revisión de la literatura infantil, de los que destaco algunas conclusiones:
La gran mayoría de autores de cuentos publicados no pertenecen al ámbito de la psicología y la pedagogía. Cabe destacar que la formación académica y profesional del autor es un requisito muy favorable para diseñar y desarrollar cuentos que cumplan una función pedagógica, más allá del simple entretenimiento.
En muchos cuentos, no se tiene en cuenta la etapa evolutiva de los niños. Este es un aspecto esencial para que el niño interiorice lo tratado en el relato. Elementos que garanticen al pequeño disponer del tiempo necesario para trabajar de forma dinámica, animada e interactiva; hecho que puede originar reflexiones a las que el niño no podría llegar a través de la simple escucha o lectura del cuento.
Ausencia de guías pedagógicas. Otra cosa que falta en la mayoría de los libros infantiles son las guías pedagógicas las cuales permiten orientar a familias o tutores a abordar el tema que su hijo necesita trabajar o considerar con una orientación más pedagógica.
Función de los cuentos
Los cuentos tienen una doble función: para el disfrute de la literatura, pero también como instrumento de intervención terapéutica. Por ello, recomiendo publicaciones adaptadas a las diferentes etapas de desarrollo emocional e intelectual donde a través de las historias el lector es protagonista, junto a un personaje, de los relatos en los que se explican diversas situaciones. Esto permite a los más pequeños comprender e, incluso, prevenir diferentes cuestiones que pueden surgir en su día a día.
En definitiva, resulta esencial transmitir el entusiasmo hacia la lectura, ofreciendo libros de calidad. Esto permitirá al menor dejar volar su imaginación y acompañar a los personajes a través de multitud de aventuras.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/beneficios-de-la-lectura/
Entre las novedades que incluye la nueva ley educativa que entrará en vigor el próximo curso se encuentra la obligación de un tiempo diario de lectura en el aula. Jesús Hernán, director de Legiland, subraya en este artículo la importancia de fomentar el hábito lector.
La nueva ley educativa (LOMLOE) estará vigente a partir del curso 2022/2023. Algunos de los elementos clave sobre los que se vertebra son: los derechos de la infancia, la defensa de la igualdad de género, la personalización del aprendizaje, el desarrollo sostenible o la inmersión al mundo digital; pero, ¿Qué dice sobre algo tan esencial como el fomento de la lectura?
En este sentido, la nueva ley apenas propone cambios significativos respecto a las anteriores. La principal novedad es la obligación de un tiempo diario de lectura en el aula. Esto es algo que la LOE y la LOMCE ya contemplaban para Primaria, pero no para Secundaria. Parece una buena medida y, desde luego, un reto para los educadores, que tendrán que cambiar algunos hábitos para dejarle espacio de calidad a la lectura.
La ley reconoce que el fomento del hábito y del gusto por la lectura impacta directamente y de manera positiva en la mejora de la comprensión lectora, la capacidad de expresarse, la gestión de la información, el pensamiento crítico y el aprendizaje de nuevos conocimientos. Sin embargo, delega en las Administraciones educativas la concreción y promoción de los planes de fomento de la lectura y presupone, no queda claro cómo, la colaboración de las familias y del voluntariado, así como el intercambio de buenas prácticas.
En referencia a las bibliotecas escolares, la LOMLOE no introduce apenas novedades. Habla de la obligación de los centros de disponer de una biblioteca, pero no entra en detalle sobre su funcionamiento, recursos o características. Tampoco menciona quién debe gestionar la biblioteca y no exige personal cualificado para ello. En ese sentido, no parece que la triste realidad de las bibliotecas escolares vaya a cambiar demasiado.
El hábito lector: clave para el éxito escolar
Un estudio realizado por la OCDE a partir de las pruebas PISA 2000, demuestra que disfrutar de la lectura es más importante para el éxito escolar que el estatus socioeconómico de la familia. Otra investigación británica dirigida por el profesor Mark Taylor, que siguió a casi 20 mil personas desde la adolescencia hasta la edad adulta, revela que la lectura por placer es el primer predictor de éxito profesional. Sin embargo, el último estudio PISA 2018 sitúa a España con 477 puntos, significativamente por debajo de la media de la OCDE (487) y de la Unión Europea (489). Visto esto, es comprensible que las leyes educativas sigan poniendo el foco en fomentar el gusto y el hábito lector, huyendo del concepto de lecturas obligatorias.
La pregunta que muchos docentes y equipos directivos se hacen es: ¿cómo llevar a la práctica la nueva normativa? Si a la poca concreción de la misma sumamos la compleja realidad del día a día en un centro educativo y que el fomento lector no siempre es una prioridad, la solución se antoja una quimera.
Áreas para desarrollar el hábito lector
Un plan de trabajo que tenga como propósito fomentar el gusto por la lectura y desarrollar el hábito lector debe tener en cuenta, al menos, cuatro áreas:
El catálogo: poner al alcance del alumnado un amplio, variado y atractivo surtido de lecturas de todo tipo. Esto, con la fragilidad de las bibliotecas escolares es cada vez más difícil y requiere de un gran compromiso y mucho tiempo por parte de educadores e, incluso, de las familias.
La autonomía: situar al lector en el centro del plan lector y fomentar su autonomía y construcción de un criterio propio.
La mediación: todo el profesorado -no solo los de lenguas- debe ser capaz de acompañar, orientar y mediar al alumnado desde la diversidad.
El clima: hay que proponer dinámicas y actividades transversales relacionadas con la lectura que se orienten a crear un clima y una cultura lectora en el centro.
El hábito lector es algo que se construye en el día a día y al que es necesario darle su espacio y tiempo. Para que un plan lector funcione debe contar con tiempo, confianza y el compromiso del equipo directivo y de todas las áreas, como también remarca la LOMLOE. Dada la complejidad de la misión, cada vez más centros disponen de una plataforma digital específica para vertebrar el plan lector que les ayuda optimizar el tiempo, gestionar el trabajo, dinamizar las lecturas y medir los resultados.
En resumen, la LOMLOE sigue apostando para que desde los centros educativos se fomente el gusto por la lectura y se desarrollen hábitos lectores que perduren y así producir un impacto positivo en el plano académico, personal y profesional del alumnado. Para ello, se obliga a destinar un tiempo diario a la lectura y se pide la implicación y compromiso de todas las áreas. La nueva Ley educativa sigue reconociendo y refuerza la importancia del fomento lector, esperemos que dé sus frutos en el mundo real en los próximos años.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/lomloe-fomento-lector/
Aumenta la autoestima, ayuda a socializar y mejora la concentración: estos son algunos de los beneficios de practicar teatro desde edades tempranas. Nos lo cuenta Pablo Garin, bloguero especializado en teatro.
Desde que nacemos, los seres humanos estamos en un constante proceso de cambio y aprendizaje. Pero es en la primera etapa de la vida, al empezar a socializar en la escuela, cuando comenzamos a construir nuestra propia personalidad, tal como viene indicando la Organización Panamericana de la Salud (Paho) desde el año 2011, a través de su Manual de Vigilancia para el Desarrollo Infantil.
Mediante este documento, la Paho también destaca la importancia de la influencia de las actividades lúdicas a fin de impulsar la resiliencia de cada niño, es decir, su capacidad de afrontar adversidades de forma positiva. Y, en este sentido, el teatro es una de esas actividades beneficiosas. De hecho, esta reconocida organización sugiere que los niños deben convivir en entornos donde puedan desarrollar todo su potencial, ya sea con juegos, humor o ambientes orientados a elevar su autoestima e incrementar su creatividad, una tarea capaz de conseguirse poniendo en práctica las instrucciones descritas en un simple ejemplo de guión teatral corto.
Tomando esto en cuenta, podemos comprender con más claridad las ideas dadas por Teresa Blanch, Antonio Moras y Anna Gasol en su libro ‘100 juegos de teatro en la Educación Infantil’. Dichos autores explican que en la etapa de tres a cinco años de edad cuando los infantes empiezan a asistir al aula, inician un proceso de relaciones totalmente nuevo, tratando con otros niños e incluso adultos fuera de su núcleo familiar, lo cual se puede reforzar y acelerar mediante la expresión teatral en clases.
Freud, Brecht o Walter Benjamin: grandes influencias del teatro infantil
No fue hasta la llegada del siglo XX cuando la idea de promover el teatro en las escuelas cobró valor. Anteriormente la dramatización estaba limitada, en su mayoría, a la escenificación por parte de personas adultas. Pero los aportes de distintos autores en pleno auge del teatro pedagógico durante la era pasada, como los del afamado neurólogo Sigmund Freud, con su teoría del psicoanálisis, ‘Personajes psicopáticos en el escenario’ o ‘El creador literario y el fantaseo’, pasaron a convertirse en un marco de referencia para analizar la manera en la que se debía realizar la puesta en escena.
Por supuesto, también influyeron otros autores como Bertolt Brecht o el poeta William Blake, entre otros reconocidos exponentes que también se dedicaron a realizar obras para un público infantil. Aunque si a alguien se le debe uno de los más grandes avances del teatro pedagógico infantil, es al filósofo berlinés, Walter Benjamin, quien le abrió el telón a la educación de las artes escénicas a los niños durante el siglo XX, bajo la idea de guiarlos mientras se sumergen en su propia imaginación interpretando diversos personajes o cumpliendo distintos roles, en lugar de, simplemente, adiestrarlos.
Gracias a todos ellos, hoy tenemos una visión más clara de la verdadera importancia del teatro para niños, pues sabemos que les ayuda a expresarse mejor mediante gestos y palabras, interpretar distintos roles o recrear situaciones de la vida real o simplemente fantásticas.
Los beneficios del teatro en edades tempranas
Según Blanch, Moras y Gasol, con la práctica de las artes escénicas los pequeños pueden aprender a escuchar a los demás, pero también a sí mismos, lo cual, junto a otros factores como los que destacamos a continuación:
Desarrolla la creatividad de los niños. La educación teatral en la escuela fomenta la capacidad de los niños para imaginar, desarrollando así su creatividad mediante la realización de actividades lúdicas, y despertando distintas sensaciones que antes desconocían.
Ayuda a aumentar su autoestima
Incrementa su capacidad para expresarse. El mundo de la dramaturgia, como parte de la formación infantil en las aulas de clases, contribuye a que los propios niños conozcan nuevos mecanismos para expresar sus ideas y sentimientos ya sea por medio de las palabras o de los gestos.
Los motiva a socializar. Otro de los beneficios del teatro infantil es que les permite a los niños compartir con otros infantes de su edad y entablar relaciones de afecto, amistades y solidaridad, haciéndoles perder el miedo de socializar.
Les enseña a trabajar en equipo. Blanch Moras y Gasol sostienen que al participar ‘en la aventura del grupo’, los menores pueden reforzar sus cualidades para trabajar en equipo, infundiendo en ellos respeto por el esfuerzo de los demás.
Inculca disciplina. Participar en una obra teatral requiere constancia, dedicación y atención. Por lo tanto, en el proceso los niños aprenden a ser mucho más disciplinados.
Les ayuda a conocer su entorno. Interpretar distintos personajes de la vida cotidiana, animales, objetos u otros, obliga a los pequeños a observar el entorno en el que viven y conocerlo mejor.
Los impulsa a asumir riesgos y afrontar distintas situaciones. Una vez que se involucren en las artes escénicas, se abra el telón y se acostumbren a desenvolverse frente a muchas personas, los niños estarán dispuestos a asumir cualquier riesgo o afrontar situaciones en la vida real.
Transmite valores. Si hay algo que abunda en las piezas teatrales infantiles, son los valores. Además, con cada obra los niños, además de divertirse, aprenden una moraleja, lo cual los ayuda a diferenciar entre el bien y el mal, aquello que es correcto o incorrecto.
Mejora su concentración y desarrolla el hábito de la lectura. Aprender un diálogo aumenta la concentración, pero al verlo desde una perspectiva de entretenimiento, a modo de juego, los niños centrarán su interés y, sin darse cuenta, estarán alimentando el hábito de la lectura.
Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/el-teatro-pedagogica/
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