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Entrevista a María Eugenia Londoño, referente sindical de Colombia

Por Luca Guillén, de la redacción de NODAL

El 28 de abril de 2020, el pueblo colombiano realizó un paro nacional con movilizaciones en las distintas regiones del país. Las demandas fueron para expresar el descontento social frente a un proyecto legislativo que envió el Gobierno de Iván Duque para realizar una reforma tributaria. Las consignas en las marchas también incluían el pedido del fin de las persecuciones y asesinatos a líderes y lideresas sociales, al igual que a firmantes de la paz. Las marchas continuaron más allá del 28 y sufrieron una fuerte represión. Para conocer cómo se viven las marchas en el país, NODAL conversó con María Eugenia Londoño quien es Secretaria de Género, Inclusión e Igualdad de la Federación Colombiana de Educadores, FECODE. Londoño afirma que el pueblo colombiano está dispuesto a seguir manifestándose en las calles “arriesgando su vida ante el latente contagio del Covid por los derechos, por la paz, la democracia y la justicia social”.

¿Qué repercusiones tuvo el paro nacional del 28 de marzo y cuáles fueron las principales demandas?

El paro acontecido el día 28 de abril dejó ver en las calles las multitudinarias marchas que expresaron de diversas y creativas formas la indignación de un pueblo cansado ante la arremetida de la ultra derecha guerrerista enquistada en el poder contra la clase trabajadora. Esta clase es la única víctima de las medidas impuestas en el marco de una dictadura civil de corte fascista que de manera indiferente respondió únicamente con represión en las calles a las justas demandas que lo motivaron.

De la forma más despreciable, Iván Duque ignoró una vez más al pueblo colombiano e invisibilizó los reclamos empleando sus matrices mediáticas por cuenta de los medios de comunicación prepagos que dejaron en el lente, únicamente, aparentes desmanes causados por los marchantes cuando estos responden en gran medida a las infiltraciones de agentes del Estado y que, en otros casos, expresan el profundo dolor de un país indolente en el que se siembran cuerpos y se cosecha resistencia

¿De qué se trata la reforma tributaria que envío el presidente Duque al Congreso?

La disfrazada reforma tributaria de Duque es, una vez más, la respuesta coherente de los intereses de clase representado por el presidente “figurilla” en la que se aboga por la protección del gran empresariado, el sector financiero y los pocos sectores de mayor concentración de riqueza en nuestro país. Esta pretende tapar el hueco fiscal que abundó su anterior reforma tributaria, en la que como movimientos sociales y organizaciones denunciamos en su momento, e insistimos que la carga tributaria caería en los hombros de la clase trabajadora y que sería necesaria otra reforma al menos en dos años para tapar tal hueco. Y tristemente, hoy nuevamente la historia nos ha dado la razón. Con la nueva reforma las billonarias excepciones tributarias a los sectores amigos del presidente van a ser solventadas por la clase proletaria en nuestro país, pauperizando cada vez más sus condiciones de vida, aumentando la miseria, el desempleo, la pobreza y la desigualdad

¿Cómo reaccionó el gobierno ante el paro y las movilizaciones?

Es claro que Duque gobierna para los sectores privilegiados de nuestro país y que su respuesta invisibiliza las demandas de una amplia mayoría popular. Su arrogancia, indolencia, falta de tacto, de empatía y hasta de astucia, solo le permitió hacer frente a los medios de comunicación con las más displicentes respuestas. Solo justificó la represión y el asesinato. Denotó los aparentes desmanes que, para él, parecen ser más lesivos que una corrupción valuada en más de 50 billones de pesos anuales según los mismos datos oficiales. Ante tal respuesta, el sentir popular seguirá organizándose, saliendo a las calles y arriesgando su vida ante el latente contagio del Covid por los derechos, por la paz, la democracia y la justicia social. ¡Viva el paro nacional, combativo, beligerante, revolucionario y consiente!

María Eugenia Londoño, referente de la Federación Colombiana de Educadores: “Duque gobierna para los sectores privilegiados e invisibiliza las demandas de una mayoría popular”

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Entrevista a Slavoj Zizek : La pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros

Entrevista al filósofo esloveno Slavoj Zizek, realizada por Tomasz Kurianowicz, para el diario Berlin Beitung.

«Sí, los chinos son realmente buenos. ¡Pero eso tampoco tiene por qué significar nada! También hay un país de orientación occidental que lo está haciendo casi tan bien como China. Hablo de Taiwán. Australia y Nueva Zelanda también lo están haciendo muy bien. Lo que quiero decir: los clichés culturales no ayudan con el análisis …» 
Slavoj Žižek (* 1949) es uno de los filósofos más famosos e influyentes del mundo. El esloveno se dio a conocer a través de sus escritos sobre Jacques Lacan y el psicoanálisis y su trabajo crítico sobre la sociedad y el capitalismo, que le gusta procesar a través de la lente de la cultura pop, a menudo refiriéndose a Hegel, Marx y Lacan. Žižek es profesor del Instituto de Filosofía de la Universidad de Ljubljana y director del Instituto Birkbeck de Humanidades de la Universidad de Londres. Hablamos con el filósofo por Skype sobre su libro Pandemia!:Covid-19 sacude al mundo  , que salió en Alemania en noviembre.
Sr. Zizek, ¿dónde está ahora?
Estoy en casa en mi apartamento en Ljubljana. Actualmente tenemos hasta 50 muertes por Covid-19 por día en Eslovenia. Si lo relaciona con el tamaño de mi país, tenemos una de las peores tasas de mortalidad del mundo.
¿Cómo estás personalmente?
Estoy en un estado depresivo. Todo este aislamiento continuará hasta la primavera. Además, la resistencia irracional de mucha gente me deja sin palabras. ¿No hubo protestas también en Alemania? La mitad de la población de Croacia dijo que no quería vacunarse. ¿Cómo está en Alemania?
La mayoría quiere vacunarse. Creo que alrededor del 40 por ciento son escépticos.
Bueno, los vacunados estarán protegidos de los no vacunados.
¿Va a vacunarse lo antes posible?
De inmediato, sí. ¿Por qué no? Me pondré la vacuna rápidamente. Tengo 71 años, tengo diabetes y presión arterial relativamente alta. Cumplo todos los puntos de la lista que te hacen vulnerable.
¿Cómo te han ido los últimos seis meses? ¿Pasas todo el tiempo en Liubliana, en Eslovenia?
Si. El país está bloqueado. En agosto fue un poco más relajado cuando fui a la costa eslovena por unos días. Pero ni siquiera estaba cerca del mar. Me quedé en el apartamento. Aún así: pensé que empeoraría de forma aislada, pero en realidad está bien.
¿Por qué?
Me es fácil trabajar. Puedo hacer todo en la computadora portátil. No les creo a estas personas que ahora dicen que el aislamiento social es tan terrible. Uno de mis amigos estadounidenses escribió: «En este momento sólo hay aislamiento físico. El precio es que estamos totalmente sobrecargados socialmente». ¡Así es! Estamos más conectados socialmente de lo que hemos estado durante mucho tiempo. Estamos controlados por el estado. Las autoridades examinan hacia dónde vamos, qué estamos haciendo. El estado pregunta cómo estamos, si tenemos un resfriado. ¡Y piensa en todos los cambios digitales! Nunca he usado el teléfono o la computadora tanto como lo hago hoy. Sigo revisando mi correo electrónico. Realmente odio eso. De hecho, me gusta estar solo. Pero es mucho más fácil llegar a nosotros a través de la oficina en casa, incluso en privado. Nunca antes me había sentido tan conectado.
¿Crees que existen diferencias culturales en la forma en que se propaga el virus? Se dice que los franceses se saludan con besos y por tanto transmiten el virus más rápido. ¿Cómo es en los países eslavos? Polonia, República Checa y Eslovenia son actualmente las peores del mundo.
Todo es paradójico. Al principio, los checos y los polacos fueron los campeones mundiales en la lucha contra el virus. No sé qué pasó en el verano, así que todo eso cambió. Al principio, Francia también fue muy eficiente. Entonces los números explotaron. Ahora Alemania tiene problemas. Tengo mucho cuidado de citar las características culturales como razones del crecimiento de infecciones. Al principio, mis amigos de izquierda me dijeron que los estados postsocialistas estaban luchando mejor contra el virus y mostraban más solidaridad entre sí que los países neoliberales clásicos occidentales. Sin embargo, este ya no es el caso en la actualidad. Honestamente: realmente no puedo explicar el proceso de infección.
Por el momento, se podría decir que China está haciendo un muy buen trabajo. Apenas hay infecciones. Después de todo, es un país socialista con fuertes mecanismos de control.
Sí, los chinos son realmente buenos. ¡Pero eso tampoco tiene por qué significar nada! También hay un país de orientación occidental que lo está haciendo casi tan bien como China. Hablo de Taiwán. Australia y Nueva Zelanda también lo están haciendo muy bien. Lo que quiero decir: los clichés culturales no ayudan con el análisis. En Alemania, la situación empeora día a día. Hay muchas más muertes, aunque Alemania es una sociedad disciplinada. ¿Y qué hacen los líderes? En lugar de admitir la complejidad de la situación, constantemente se nombra a los culpables. Primero, fueron los jóvenes fiesteros. Luego fueron los dueños de los restaurantes. Ahora son las oficinas y los lugares de trabajo. Lo frustrante es lo poco que sabemos todavía sobre el virus.
¿Qué opinas? ¿Cómo irán las cosas en los próximos meses? En tu libro ¡Pandemia! Pinta un cuadro sombrío.
Hablé con mis amigos latinoamericanos que intentaban hacer una lectura psicológica de la pandemia. Usted señaló con razón que el primer encierro aún fue agradable. Muchos lo vieron como una especie de vacaciones. Querían pasar tiempo con los niños, relajarse un poco, cerrar la cabeza. Incluso el experto estadounidense Dr. Fauci asumió que el virus podría ser derrotado en el verano. El primer encierro fue un trauma agradable.
¿Y ahora?
La mayoría de los economistas en los que confío me dicen que las condiciones económicas serán espantosas en la primavera de 2021. La gente sospecha eso. Muchos abogan por una luz de bloqueo. ¿Pero el verano de 2020 no demostró que no funcionó? ¡La luz de bloqueo es una ilusión! Deberíamos deshacernos de la idea de que este término medio funciona. Lo único que funciona es un bloqueo estricto, y solo si la cantidad de personas infectadas aún es manejable. Australia muestra cómo se hace. Admiro ese país. Hubo brotes muy pequeños en Melbourne. Luego, la ciudad fue sometida a un duro bloqueo durante un mes. La economía funciona ahora tan bien como antes. Vietnam también lo está haciendo bien. Otra historia de éxito. El bloqueo temprano y duro no solo funciona, sino que también es la mejor solución económicamente.
El verano de 2020 fue también el verano de las protestas. ¿Cómo lo viviste?
Las protestas de Black Lives Matter tuvieron lugar principalmente en los Estados Unidos. Temía que los manifestantes quisieran deshacerse de Kant y Hegel. Kant hizo algunas declaraciones que hoy en día se calificarían de racistas. Un amigo estadounidense que participó en las manifestaciones me dijo que la izquierda está feliz de poder finalmente participar nuevamente en una lucha de la vieja escuela, en la que está claro quién es el enemigo: la policía, el racismo, etc. Por un momento, podía olvidarse de Covid-19 y fingir que la normalidad estaba funcionando nuevamente. Había una lujuria perversa involucrada.
¿Se preguntó por qué los manifestantes de izquierda no se tomaron el virus en serio?
¡Es lo mismo hoy! Es extraño que las cifras sean mucho peores que en primavera y que la gente todavía no se tome la situación en serio. Ellos se van de compras. Las calles están llenas. Es una especie de estrategia de negación. Extraño un pánico saludable. Creo que la gente está desesperada. Registran que una época está llegando a su fin. La tercera ola será una ola de enfermedad mental. Eso aumentará dramáticamente. Esto ya se puede observar en el estado psicológico de niños y adolescentes. Están socialmente aislados y deprimidos. Nadie les da una perspectiva clara. Seguro, la vacuna está por llegar. Pero como dijo el sociólogo Bruno Latour: Esta pandemia es solo una pequeña muestra de la crisis real que vendrá después: otros virus, catástrofes globales y, sobre todo, calentamiento global.
¿Todavía se puede esperar?
Se puede esperar, ¡pero de forma paradójica! Abogo por el coraje de la desesperanza. Si queremos tener esperanza, debemos aceptar que nuestra antigua vida ha terminado. Deberíamos inventar una nueva normalidad. Nuestra relación básica con la realidad ha cambiado: cómo vemos el mundo, cómo interactuamos con él. Nuestra relación con la realidad se ha desmoronado radicalmente. Cuanto antes lo admitamos, mejor.
¿Qué opinas del filósofo italiano Giorgio Agamben? Escribes sobre él en tu libro. Agamben cree que no deberíamos dejarnos intimidar por el virus.
Así es. Está en contra de las salvaguardias. Agamben escribió recientemente un texto titulado «Cuando la casa está en llamas». Admite que la casa está en llamas, pero al mismo tiempo dice: «Solo podemos observar la catástrofe. Si intentamos cambiarla, solo la empeoraremos». Dice que deberíamos vivir como la gente de la Edad Media, seguir viviendo como si no hubiera peligro. Eso significa reunirse con amigos, tomar un café por la tarde, fingir que todo está bien. Incluso cuando sabemos que se acabó. Agamben dice: «Esta es la única forma digna de morir».
¿Qué piensas?
No lo creo. Si piensas así, como izquierdista, rápidamente te acercas a Trump. Los derechistas salen a la calle y dicen que llevar una máscara es como llevar un bozal. Eso me parece interesante. Por eso digo que una grieta ha atravesado nuestra conciencia. Agamben quiere que ignoremos la grieta y vivamos como antes. Eso significaría que la pandemia se propagaría y enfermaría a más personas. No creo que sea como dice Agamben: que la gente moriría, pero la sociedad en su conjunto conservaría su dignidad social. Preferiría que la sociedad cayera en una barbarie despreciable. Solo hay que fijarse en Estados Unidos: ¿cuántas personas compran armas de fuego actualmente? 20 millones aproximadamente. Habría más brutalidad y malestar. Caeríamos en una especie de barbarie, estado medieval si seguimos a Agamben e ignoramos el virus. ¿Sabes quién discute como Agamben?
¿Quién?
Jared Kushner, yerno de Trump. ¿Sabes lo que dijo? Fue hermoso, en un sentido cínico. Él dijo: Trump obtuvo Covid de los médicos y se lo devolvió a la gente.
Agamben también critica el uso de máscaras. Dice: «El tirano no tiene rostro».
Se refiere al filósofo Emmanuel Levinas, quien reconoce la infinitud del yo en el rostro. Al oscurecer el rostro, esto ahora sería imposible. Porque no se ve el abismo de enfrente, el absoluto. Creo que eso es falso. Hablo ahora como freudiano. En psicoanálisis, el rostro es completamente irrelevante. La conversación cara a cara es siempre solo la etapa preliminar del análisis. En psicoanálisis, no debe haber contacto visual. Freud dejó en claro que esta es la única forma de iluminar el abismo real del «yo». Yo diría: está bien, hay máscaras. Pero la máscara definitiva es la cara misma. Nuestro rostro miente. Los ojos pueden decir la verdad. Pero no la cara. Todavía puedes ver los ojos, a pesar de la máscara.
¿No puede entender a los oponentes de las medidas en absoluto?
Hay una cosa buena: la vida cotidiana nos está convirtiendo actualmente en filósofos, aunque sean filósofos estúpidos. Creo que es genial que haya gente, gente promedio perfectamente normal, que ahora protesta contra el uso de máscaras y comparan las máscaras con bozales y ellos mismos con perros. Después de todo, están pensando, quizás por primera vez en sus vidas, en la dignidad y la humanidad. Uno solo puede pensar que eso es genial. La pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros. Muchos médicos y enfermeras arriesgan sus vidas salvando las vidas de otros. Creo que estos son ejemplos de pura belleza. Los médicos arriesgan su vida sin pedir aplausos. Para citar a Kant, «puedes, porque deberás». Simplemente lo hacen. Por eso digo que nuestra dignidad no se ve amenazada por las medidas de protección y las máscaras. Al contrario: estas medidas son una prueba de nuestra humanidad.
¿Eres optimista?
¿Acerca del futuro?
Sí, en su libro espera un «comunismo de desastre» que sería el antídoto para el capitalismo de desastre. Usted escribe: el estado no solo debe tomar un papel mucho más activo y organizar la producción de artículos esenciales como máscaras, kits de prueba y respiradores, confiscar hoteles y otros centros turísticos, garantizar las condiciones de vida de quienes se han quedado recientemente desempleados, y así en. Debería hacer todo esto abandonando los mecanismos del mercado.
O empeorará o mejorará mucho. Eso depende totalmente de nosotros. Covid-19 no va a desaparecer simplemente. Tendremos que actuar de una manera nueva, a pesar de las vacunas. Pero mi mayor preocupación es otra cosa. ¿Has notado la temperatura en Siberia? En julio se midieron allí temperaturas superiores a los 35 grados. Realmente deberíamos tener miedo de eso.
Fuente:  https: bloghemia
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Entrevista a Marioantonio Rosa: “La poesía, como única ambición que necesito, es una libertad”

Por Wilkins Román Samot/ Rebelión

Marioantonio Rosa (San Juan, Puerto Rico, 1965-) es poeta, editor, crítico literario, periodista y docente e investigador adscrito a la Universidad de Puerto Rico. Oriundo de Puerto Rico, es egresado de la Universidad de Puerto Rico en Pedagogía. Rosa obtuvo su grado de maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Guadalajara, Jalisco, México. Es autor de, entre otros trabajos Misivas para los tiempos de Paz (Isla Negra Editores 1997), Tristezas de la Erótica (Isla Negra Editores 2004), Duelo a la Transparencia (Editorial Instituto de Cultura Puertorriqueña 2006) y Kilómetro Sur (Palabra Pórtico Editores 2013). Parte de su trabajo creativo ha sido publicado en Luvina (Universidad de Guadalajara), Tierra Baldía (Universidad Nacional Autónoma de México), Exégesis (Universidad de Puerto Rico), Claridad (Puerto Rico), El Post-Antillano (Puerto Rico)y Poetas del Mundo, Voces para la Educación (Sindicato de Maestros del Estado de México). Rosa ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirlas con vosotros.

1.1 Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace algún tiempo publicó Tristezas de la erótica (Isla Negra Editores 2004).¿De qué trató o tratas en dicho poemario? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

1.2 Marioantonio Rosa (MR, en adelante) – La existencia, sobre todo. Vivido y en memoria, lo escrito en ese poemario. Tristezas de la erótica plantea, en poesía, lo que sucede cuando ese cuerpo en comunión contigo, ya no está, y se ha marchado. Desde el paroxismo que nos ilustra el hambre y la medida del amor, hasta la lenta lumbre que queda hundida en las sábanas vacías, la memoria…y la idea de escribir versos.

2.1 WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo a Tristezas de la erótica y vuestro trabajo creativo-poético previo y posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño-caribeño y su memoria personal o no de/ con lo caribeño o no dentro de Puerto Rico y el Caribe?

2.2 MR – Antes de Tristezas de la erótica, existió Misivas para los tiempos de paz, también con la siempre queridísima Isla Negra editores. Poemas extensos inspirados en un libro que desde muy joven caminó conmigo: La estación violenta de Octavio Paz. También habría un atisbo de Los Cantos de Ezra Pound, un poco Lord Byron, algo presente de Lorca Y S.T. Coleridge, en fin, un viaje. En Misivas para los tiempos de paz, hay reafirmación puertorriqueña, caribeña y latinoamericana que es la esencia que me define como ser humano y poeta. He escrito versos patrióticos, sí, varios y muchos. Abundo en la teoría del abandono de nuestras raíces, y lo que nos define como esencia, a cambio de apostar por tambaleantes diatribas del progreso económico y de abrazarnos a un país que, ni nos incumbe y en nada nos dialoga como caribeños en sangre y espíritu. Bajo resumen, me confieso puertorriqueño, caribeño y latinoamericano, sobre cualquier cambio, a toda prueba y en infinito, si acaso el infinito nos comprueba un toque humano.

3.1 WRS – Si comparas vuestro crecimiento y madurez como persona, poeta, artista, editor y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

3.2 MR – Pregunta profunda, esta. Creo que en el andar del poeta, que, es un caminar a la buena manera de Antonio Machado y su ‘’converso con el hombre que va conmigo’’ es decir ese ininterrumpido diálogo interior entre el silencio, la lectura, el proceso de las imágenes, el desprendimiento, el buen uso de la soledad, y la palabra; aquí ese hombre elemental se robustece, madura, se impone a sus propias fórmulas previas en la creación. La existencia es un árbol innumerable de cortezas, y semillas. O sea, digo, los temas perduran y nos persiguen: alma, espíritu, cuerpo, miedo, patria en derrumbe, la mentira del voto, y la necesidad de libertad. Mi estimadísimo, somos esclavos. La poesía, como única ambición que necesito, es una libertad. Creo que he madurado, que se distancian unas materias de otras, pero que el lanzamiento al vacío a la hora de enfrentarme al poema y de cómo irán las imágenes en el poema, continúan siendo un principio.

4.1 WRS – Marioantonio, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo a su quehacer poético y vuestro trabajo de docente-investigador?

4.2 MR – Vengo de una generación de escritores y creadores, de la cual aprendo. Un marco de referencia absoluto en diversidad y temas, otras presencias, buenas divergencias, estilos, discursos, protestas. Inclusiva, la generación o cauce de generaciones por las cuales he cruzado; antes, la muralla tenía la palabra; era el rito del canon, de la atalaya de marfil que se desangraba perfilando luces. Ahora la mesa siempre tiene un sitio, donde nos sentamos, y hablamos. Visualizo un trabajo compartido, en constante proceso de discurso, y en brecha luminosa.

5.1 WRS – Ha logrado mantener una línea de creación enfocada en una poesía ausente de “los aceites que dictan las caducas modas literarias” en Puerto Rico. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

5.2 MR – ¿Será atrevido exclamar que he sobrevivido a la crítica? Soy muy tímido al momento de trazar visualizaciones exteriores a mi obra. Se me hace muy difícil-por el mismo rigor que exige la poesía, como un orden contra el ‘’mayor orden de las mayorías”-poder ubicarme en un tiempo, espacio, discurso, traslación, o continuidad en un camino cada vez en desafío, escribir es libertad, y la libertad nos desnuda al desafío.

6.1 WRS – Sé que vos es de San Juan, Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? O, más bien, un escritor, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

6.2 MR – No soy capitalino, eso vino después bajo ciudadanía de estudios. Al tiempo fue Guadalajara, Juan Rulfo, Arreola, Efraín Bartolomé, Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, y más aún, el Caribe. Mi pueblo es Naguabo; ahí mi escuela Rafael Rocca con su centenario árbol y repleta de tardes tranquilas entre la biblioteca, buenos amigos, una primera novia y el ajedrez. En esa escuela mis primeros escritos, en la revista Ondas, y el honor de escribir el poema de la clase graduanda. Soy escritor puertorriqueño, echando de menos el abrazo de esa Latinoamérica y esa Cuba que el coloniaje nos niega. Y sí, fui universitario mexicano, más hice periodismo en México, y también mi primer saltillo mediático en Radio Universidad de Guadalajara con “Páginas de Puerto Rico y el Caribe”. Recuerdo aun la primera grabación: La Confederación Antillana.

7.1 WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo y su formación en Puerto Rico?

7.2 MR – Mucho. Es todo personal en mi obra. Siempre pasa algo donde nuestra identidad irresoluta saca el rostro. Hay un espejo que se rompe y muestra otro. Hay una soledad crucificada por la ceguera de un pueblo sin verdaderos líderes y el circo del voto. La existencia, también es otro hemisferio que camino descalzo y sin clima.

8.1 WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo a su experiencia de vida como estudiante antes y después de su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor en Puerto Rico hoy?

8.2 MR – La moneda lleva una sola cara, supongo: la poesía en su libertad y como aprendizaje. Mi meta ha sido en la universidad y después, mantenerme en ese ‘’aprendiz de poesía’’ La lectura de contemporáneos que no siguen charoleos mediáticos, o de creerse alpinistas en su propio ego. El poeta, bien ha dicho Miguel Hernández “es viento del pueblo” Su voz recae en su patria, que le necesita. Punto. Me encantan los poetas o escritores enteramente libres, directos al hombre y sus circunstancias. Gusto del escándalo de un gran poema, no de lo enano del desorden o la soberbia. En eso y para eso, yace toda mi integración en la energía ordenadora que me impone la poesía.

9.1 WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo y a la temática poética del mismo? ¿Cómo ha variado?

9.2 MR – Siempre-creo, y con el margen de error alto-ha habido un diálogo limpio y receptivo con mis lectores. La reacción ha sido caminante con el abrazo al desconocido que, de momento camina conmigo y los mensajes que intento transmitir. No tengo queja. La vida me ha saludado en ese aspecto a manera de estímulo y con felicidad. Lo que pasa es que, de nuevo-vale repetirlo- la poesía no es aspirar, es caminar, evolucionar, aprender a entrar desnudo al oráculo, que es la palabra. Confieso que fracaso a diario, pero la lucha me deslumbra, y creo que mis lectores así lo sienten.

10.1 WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes pendientes?

10.2 MR – Actualmente, comparto un espacio con la queridísima poeta y productora radial Rosa Vanessa Otero en su programa ‘’Alapoesia” que transmite Radio Universidad de Puerto Rico todos los miércoles a las 3 PM y donde reseño las nuevas publicaciones del país, también trabajo entrevistas con ella y sus invitados. Tengo dos libros producidos, y uno en construcción: “La era del cielo”, que espero publicar el año próximo. Lo otro es editar que siempre hay mucho trabajo, hay pujanza en nuestros autores y quieren presentar sus propuestas a la patria. Editar, es un oficio entre la imaginación, la inteligencia y el silencio, y a su vez, una forma de nacimiento: sabes, que la causa no está perdida.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

https://rebelion.org/la-poesia-como-unica-ambicion-que-necesito-es-una-libertad/
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Entrevista a Matthew Huber: «La crisis climática es una lucha de clases»

Por: Astrid Zimmermann, Alexander Brentler 

¿Salvar el clima con menos crecimiento? El geógrafo Matt T. Huber cree que esta forma de combatir la crisis ambiental está equivocada. Los debates en torno al consumo consciente no llevan a ningún lado: solo la democratización de la economía puede salvarnos del colapso ecológico.

Nuevas crisis, nuevos problemas, nuevos actores, nuevas relaciones de poder: la cuestión climática muta constantemente, y lo cambia todo. Necesitamos, entonces, innovar en los conceptos que se toman para entenderla. Al menos ese es el consenso. Pero Matt T. Huber argumenta que eso no es cierto. Para realmente hacer frente a la crisis climática, debemos poner la mira en la reactivación de una vieja reivindicación marxista: la democratización radical de la producción.

Matthew Huber es geógrafo e investiga en la Universidad de Syracuse (Nueva York) sobre las conexiones entre el clima, la energía y el capitalismo. Actualmente está escribiendo un libro que entiende la crisis climática como un conflicto de clases (cuyo título provisional es Climate Change as Class War: Building Socialism on a Warming Planet) que será editado por Verso Books.

Alexander Brentler y Astrid Zimmermann, de Jacobin Alemania, hablaron con él sobre las razones por las que la lucha de clases y la lucha climática deben ir juntas, por qué los llamamientos al decrecimiento son engañosos y cómo podríamos pensar una alternativa socialista.

AZ / AB

Existe una narrativa muy persistente en el discurso sobre el medioambiente, según la cual la crisis climática es una responsabilidad compartida. La posición que tú planteas es que se trata, de hecho, de un conflicto de clases y que, por tanto, debemos tratarlo como tal. De ahí, afirmas que tenemos que situar la política medioambiental en el punto de la producción. Tal vez podría explicar un poco más lo que quieres decir exactamente con esto y hablar de las implicaciones para la estrategia política.

MH

Actualmente estoy terminando la redacción de un libro sobre la clase y la política climática. En un principio, solo quería volver a los fundamentos de una política de clase marxista y, a medida que he ido profundizando, me he dado cuenta de que este enfoque en las relaciones de producción es, en cierto modo, intrínsecamente ecológico. Es así porque la forma en que producimos nuestra existencia como sociedad es una cuestión ecológica. Cuando empiezas a pensar en el problema ambiental de esa manera, lo primero que te das cuenta es que la clase capitalista es la clase que posee y controla los medios de producción. Por lo tanto, también empiezas a pensar en su responsabilidad en la crisis climática. Está muy arraigado en el discurso ambiental dominante la idea de contabilizar las emisiones y el carbono en términos de consumo. Se trata de que, por ejemplo, si tomas un vuelo, esas emisiones son tuyas y eres responsable de ellas.

Pero en ese análisis están ausentes las personas que controlan esas industrias y se benefician de ellas. Así que incluso los análisis más progresistas, como aquel de Oxfam, llaman a este fenómeno «desigualdad de carbono». Aun si nos centráramos en los más ricos y en su huella de carbono, y demostráramos que el 10% más rico del planeta es responsable de más del 50% de las emisiones, seguiríamos examinando apenas los hábitos de consumo de los ricos y su estilo de vida (que, por supuesto, suelen ser atroces y repugnantes).

Lo que no nos preguntamos es: a) ¿Quién mantiene el consumo de los ricos? Si los ricos vuelan, hay una industria aérea que se beneficia de ello. Pero también, b) ¿Qué hacen esos ricos para generar el dinero que les permite consumir como lo hacen? Quizá trabajen en un banco. ¿Qué hace ese banco? ¿Cuál es el impacto del banco en el clima? ¿No es más importante que cualquier estilo de vida o elección de consumo en la que participe una persona rica? Tal vez la persona rica trabaje para una multinacional química. ¿No debe esa actividad estar en el centro de nuestra preocupación, de responsabilidad política? ¿Y no deberíamos centrarnos más en lo que ocurre en el lado de la producción de todo esto? Porque las emisiones, a fin de cuentas, son una red relacional de actores que hicieron posible esa emisión. Así que cuando conduces tu coche, no eres solo tú; son las compañías de automóviles, las compañías petroleras, las compañías de neumáticos las que se han beneficiado del suministro de esa mercancía.

Para mí, no es muy útil la forma en que moralizamos sobre el consumo. La gente, en su mayoría, solo satisface sus necesidades. Claro, mucha gente puede tener un sentido de las necesidades realmente desordenado en el que, en mi país, sienten la necesidad de conducir algo como una 4×4. Pero eso no es nada comparado con la forma de actuar de los capitalistas, donde su necesidad es ganar dinero y seguir haciéndolo. Esa es, para mí, la patología que está en el centro de la crisis climática: la gente que gana dinero, la gente que se beneficia del sistema, y particularmente las formas de producción más intensivas en carbono. Esto incluye no solo la producción de combustibles fósiles, sino también muchas otras formas de producción intensivas en carbono, como el cemento, el acero, los productos químicos y, sobre todo, la electricidad.

Pero centrarse en la producción también nos lleva a pensar de otra manera sobre el papel de la clase trabajadora en todo esto. También en este caso hay que volver a los fundamentos. ¿Qué es la clase obrera en el marco marxista? Es una clase de personas que están separadas de los medios de producción. De nuevo, en un sentido ecológico, eso solo significa que es una clase de personas que son incapaces de sobrevivir a partir de cualquier relación directa con la producción –sobre todo, la propia tierra–, por lo que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo en el mercado por un salario. Así que, para la clase trabajadora, la cuestión ecológica es una cuestión de supervivencia: ¿Cómo nos ganamos la vida en esta cosa llamada mercado? ¿Y cómo obtenemos una cantidad de dinero suficiente para sobrevivir en esta increíblemente insegura economía capitalista neoliberal?

En un nivel fundamental, la definición de Marx del proletario es una persona que está separada de la tierra, separada de las condiciones ecológicas de la vida misma. Si empezamos a pensar la cuestión ambiental a partir de una política de la clase trabajadora, en última instancia, debería tratarse de dos cosas. En primer lugar, obviamente dar a la clase trabajadora más seguridad material sobre las necesidades básicas de la vida: alimentos, energía, atención sanitaria y más. En segundo lugar, también deberíamos pensar en dar a esta clase trabajadora que ha sido separada de los sistemas ecológicos un poder democrático popular sobre nuestra relación social con el medio ambiente. Porque ese es el problema fundamental: no tenemos ningún poder sobre lo que está ocurriendo con nuestras relaciones metabólicas con la naturaleza. Somos impotentes. Por eso nos sentimos tan mal respecto al cambio climático. Simplemente sigue ocurriendo y no hay nada que podamos hacer al respecto. El objetivo fundamental, por tanto, debería ser ganar poder democrático sobre la producción para que podamos empezar a dar forma a nuestra relación con la naturaleza y detener esta crisis, que se está saliendo de control.

AZ / AB

También ha señalado que si bien hay un renacimiento del marxismo medioambiental en las últimas décadas, esa corriente tiende a situar la crisis ecológica fuera de la producción y que es esta concepción la que nos aleja de entender la política climática como política de clase. Irónicamente, esta variedad de marxismo se hizo popular en un momento en el que el neoliberalismo triunfaba a nivel mundial, en que nuestra sociedad se reestructuraba bajo parámetros decididamente de clase. ¿De dónde viene esta disonancia?

MH

Me gusta citar a Warren Buffett, una de las personas más ricas de Estados Unidos, que dijo en 2006: «Sí, por supuesto que tenemos una guerra de clases y es mi clase la que la está ganando». Eso básicamente resume tres décadas de inmensa consolidación del poder de la clase capitalista sobre la clase trabajadora, un proceso que se ha producido desde los años 70. Así que lo dijo muy bien: había mucho entusiasmo y energía en torno a los llamados nuevos movimientos sociales, y por una buena razón. Realmente estaban planteando poderosas críticas a la sociedad en líneas medioambientales, feministas y antirracistas.

En el ámbito medioambiental, Ted Benton, por ejemplo, decía: «Estas luchas no son como las que se dan en el punto de producción. Eso es lo que les importaba a los viejos obreros de las fábricas. Pero ahora somos ecologistas y nos preocupa esta reproducción más amplia de la vida fuera de la fábrica». Hasta cierto punto, eso es cierto, porque a un nivel fundamental, los sistemas ecológicos son en los que se basa la producción capitalista. Marx lo demostró cuando los llamó «regalos gratuitos de la naturaleza» para la producción capitalista. Si quieres cortar un árbol, tienes que depender de todos estos sistemas hidrológicos y microbios del suelo y todo lo demás fuera de la forma de la mercancía que son parte integral de esas mercancías que se producen. Así que esos «regalos gratuitos de la naturaleza», esos sistemas ecológicos, son cruciales para la producción, y están siendo destruidos sistemáticamente por el capitalismo.

Pero al teorizar constantemente la ecología como algo externo a la producción se pierde de vista algo importante. Si queremos saber quién es el responsable de la destrucción de estos sistemas externos, bueno, una vez más, tienes que mirar a la gente que controla el punto de producción, la gente que se está beneficiando de la producción. Si empiezas a pensar de esa manera, empiezas a recordar que también hay un montón de trabajadores en ese punto de producción que tienen poder estructural e influencia en virtud de su trabajo, porque pueden negarse a trabajar o ir a huelga, presionando así a las élites.

AZ / AB

Respecto a ese punto sobre el poder estructural, hubo un artículo ayer en el Washington Post de un grupo de investigadores que realizaron un análisis empírico de los movimientos de protesta del siglo XX y XXI. La única variable crucial para el éxito fue la participación de la clase trabajadora industrial. ¿Supongo que eso no le sorprende?

MH

Sí, lo he visto. No me sorprende. Eso también es un problema, porque gran parte de la clase trabajadora industrial está vacía, al menos, en los países que son más responsables históricamente del cambio climático. Así que es necesario volver a tener una solidaridad internacional entre los trabajadores, porque si miras lo que Marx llamó «la morada oculta» de la producción, gran parte de ella ya no está en el norte global. Gran parte está en China, obviamente, pero también en muchos otros países del sudeste asiático y en América Latina.

La crisis climática es consecuencia de nuestros métodos de producción. Últimamente me ha interesado mucho entender que el núcleo de la crisis climática puede resolverse a través del sistema eléctrico. La gente lo llama la estrategia de electrificar todo, limpiar la electricidad, pero luego electrificar partes de la economía que no son eléctricas. He estado pensando mucho en cómo los trabajadores del sector de la energía eléctrica y del sector de los servicios públicos tienen una inmensa influencia y presencia allí mismo, en el punto de producción del propio sistema que, si podemos transformar, catalizará –con suerte– una transformación más amplia de todo el sistema energético. Y, lo que es aún más significativo, en Estados Unidos (y me imagino que en la mayoría de los países) la empresa de electricidad ya es una de las más sindicalizadas de la economía. Así que existe una base de poder estructural e institucional con la que el movimiento climático debe comprometerse más.

AZ / AB

Cuando imaginamos esta transición a la energía limpia o a la energía verde, también queda claro que hay ciertos sectores en los que la pérdida de empleos va a ser un problema. En este momento, desafortunadamente, es principalmente la derecha la que está formulando la política climática como una cuestión de clase, siempre que hacen campaña para asegurar puestos de trabajo en industrias dañinas para el medio ambiente. La perspectiva más prometedora de la izquierda para cortar esta aparente contradicción entre la política climática y la seguridad laboral, es un Green New Deal con garantía de empleo. ¿Cómo comunicamos esto de forma convincente a una clase trabajadora industrial que ha tenido la experiencia de quedar al margen de los grandes cambios estructurales? A veces hay un escepticismo comprensible hacia esta oferta, porque casi parece que es demasiado buena para ser verdad: todo el mundo consigue un trabajo en el sector de la energía verde, bien remunerado, sindicalizado y será un trabajo gratificante.

MH

Me parece que al hablar de una «transición», la gente piensa que lo tenemos todo resuelto. Como si fuera una mera transición. Pero tienes razón, es un reto difícil en general. El problema es que en Estados Unidos, al menos, la expansión de las energías renovables, que es significativa, incluso se dispara. Todo el mundo habla de lo baratas que son ahora y todo el mundo está muy entusiasmado, pero, por desgracia, está siendo impulsada por el pequeño capital. Pequeño capital renovable que está descentralizado y a pequeña escala. Ya sabes, todo el mundo sueña con esta economía de energía renovable descentralizada mientras que en realidad está sucediendo, pero está siendo impulsada por esta clase pequeño burguesa de pequeños capitalistas renovables. Estas industrias no están sindicalizadas. Son casi totalmente antisindicales y los trabajos en este sector no están especialmente bien pagados.

Creo que si queremos ganarnos a los sindicatos tendremos que intentar atraer más inversiones dirigidas por el sector público, un programa público de construcción de energía verde con una garantía de empleo, pero también con una garantía de que estos proyectos públicos van a contratar a trabajadores sindicalizados y emplear a trabajadores sindicalizados para la construcción de este sistema de energía limpia. Porque si nos limitamos a dejar que el mercado lo haga, en primer lugar, no nos decarbonizaremos a la velocidad o la escala que necesitamos, pero en segundo lugar, seguirá sin ser algo bueno para los sindicatos. De hecho, la gente de las centrales eléctricas argumenta que estos desarrollos de energía renovable están destruyendo sus puestos de trabajo.

Desgraciadamente, creo que demasiados ecologistas tienen esta especie de sentimiento sobre los paneles solares y los parques eólicos, como si fueran intrínsecamente naturales y buenos. La gente no está pensando lo suficiente en las relaciones sociales de producción de quién va a controlar estos recursos de energía renovable, cómo se va a determinar la inversión. ¿Podemos tomar el control público de esa inversión de forma que podamos atraer a los sindicatos y ampliarlos? Si lo hacemos, entonces se empieza a construir una base más amplia para ese tipo de programa energético. Pero por el momento se está haciendo de esta manera salvaje, con altos niveles de volatilidad en el mercado, dependiendo de los subsidios públicos y de los créditos fiscales para el desarrollo de las energías renovables. Así que no hay mucho entusiasmo en la base social en torno a este tipo de desarrollo descentralizado y desordenado. De hecho, hay mucha resistencia a ella en las zonas rurales.

AZ / AB

Otra cosa que me preguntaba, cuando mencionaba los sistemas de energía limpia y la producción de estos sistemas de energía limpia, es cómo se relaciona esto con la cuestión de la extracción de recursos. Es obvio que dependerá de la extracción de ciertos recursos naturales y que la mayoría de ellos se encuentran en el Sur Global. Los países que son muy ricos en estos recursos rara vez se benefician de ellos y, en su mayoría, solo se convierten en objeto de relaciones comerciales muy explotadoras con el norte. E intentar recuperar sus recursos, como ocurrió (o al menos se intentó) en Bolivia, ha resultado sumamente difícil. Entonces, ¿cómo afectaría esta transición el orden mundial?

MH

Absolutamente. Estoy seguro de que has oído hablar de mi compañera de los Socialistas Democráticos de América, Thea Riofrancos, que ha trabajado mucho en la extracción de litio en Chile. Ella tiene algunas ideas realmente interesantes sobre la solidaridad internacional a lo largo de las cadenas de suministro. De nuevo, probablemente sea molesto para algunas personas, pero cada vez que empiezo a pensar en la crisis climática, empiezo a pensar en formas muy básicas, casi aburridas y obvias, de la vieja escuela del pensamiento socialista marxista. Y eso te lleva a algunas conclusiones. Obviamente, el programa socialista de la vieja escuela consistía en que los trabajadores del mundo se unieran. Se trataba de la solidaridad internacional. Creo que la solidaridad de los trabajadores es crucial, porque hay trabajadores a lo largo de estas cadenas de suministro que son, digamos, explotados de forma desigual.

Es muy fácil que algunos trabajadores del norte tengan mejores condiciones a costa de la extracción de materias primas superexplotadas en el Sur Global. Por otra parte, la clase capitalista tiene mucha solidaridad internacional. Y por eso es capaz de encontrar estas áreas donde hay recursos minerales y simplemente extraerlos con enormes rentas y beneficios, dejando los residuos y la destrucción para las comunidades. Es un problema del poder capitalista, que tiene demasiado y lo utiliza para superexplotar a estas comunidades rurales marginadas del Sur Global.

Estas comunidades están siendo desplazadas, pero también hay trabajadores en esas minas, trabajadores en el punto de producción. A veces ni siquiera son locales, sino que son traídos de otras partes del mundo. Pero esos trabajadores tienen poder, y tenemos que empezar a pensar en cómo organizamos no solo a los trabajadores de la fábrica de paneles solares, sino también a los trabajadores de la mina que está extrayendo el litio u otros materiales. Mientras la clase obrera sea derrotada globalmente, no va a tener ese tipo de contrapoder que necesitamos para hacer frente al poder incontrolado del capital en todo el mundo. Así que, por desgracia, todo esto nos lleva al difícil imperativo de organizar el poder de la clase trabajadora.

AZ / AB

Tienes un artículo en el que se presenta una alternativa a las llamadas perspectivas de decrecimiento. Esta cuestión del extractivismo aparece constantemente cuando hablamos de crecimiento o decrecimiento. Si nos quedamos en el contexto de América Latina, en Ecuador parece que el tema del extractivismo realmente es lo que está fracturando a la izquierda. Por un lado, bajo el gobierno de Correa, grandes franjas de la población han salido de la pobreza. Se fomentó un gran crecimiento porque se industrializó el país y se ampliaron las infraestructuras. Pero, por otro lado, todo esto hizo necesario el aumento de la extracción de recursos con todas las consecuencias negativas que esto tiene para las comunidades del lugar. ¿Dirías que éste es tal vez un ejemplo en el que la preocupación por el medio ambiente, por un lado, y el crecimiento económico, por otro, están enfrentados?

MH

De nuevo, creo que Thea podría responder la pregunta mucho mejor que yo. Otra cosa desafortunada de la situación allá es que están exportando mucho de sus materias primas a China, que es lo que les está dando dinero que luego puede fluir hacia la infraestructura. Estoy más alineado con la perspectiva de que la izquierda necesita comprender cómo construir poder. Necesitamos ejercer el poder si vamos a ser capaces de construir una economía política alternativa. Así que simpatizo bastante con los proyectos de la Marea Rosa, estos proyectos hicieron poder y lo han mantenido.

Lamentablemente, en muchos casos, ese poder estaba sustentado en la extracción de petróleo, gas, minerales, etc. Y cuando hay extracción, a menudo hay comunidades que son desplazadas o envenenadas. Para mí, la cuestión es si la izquierda puede empezar a construir instituciones capaces de integrar mejor a las comunidades locales en sistemas democráticos que puedan realmente dar forma a cómo se produce la extracción, que incluso tengan la capacidad de decir: «En realidad, no, no vamos a tener la extracción aquí porque esto es demasiado importante para nosotros como comunidad».

En el capitalismo, obviamente, estas comunidades no tienen voz. El capitalismo no es una democracia. Las empresas hacen todo este lavado de cara verde donde tratan de decir que la comunidad está participando en los proyectos. Pero eso no es una verdadera configuración democrática de la producción, que es lo que quieren los socialistas. Me gustaría pensar que si la izquierda en América Latina hubiera sido capaz de aprovechar el poder que había construido y ampliarlo de esa manera, tal vez podrían haber creado estructuras de extracción que no fueran tan destructivas y antidemocráticas, estructuras que sí tuvieran en cuenta las preocupaciones de las comunidades locales. En última instancia, cualquier socialista va a querer que la producción sea siempre democrática para integrar al mayor número posible de personas en las decisiones sobre cómo se desarrolla. Tal vez incluso se podrían ponderar más las voces democráticas cuando se encuentran en las comunidades afectadas por la extracción, probablemente deberían tener más voz sobre estos procesos que las personas que se encuentran en las ciudades. Deberíamos encontrar formas de crear instituciones democráticas que puedan dar forma a la producción de manera que tenga más sentido para la comunidad, que es realmente donde se produce.

AZ / AB

¿Se podría decir que no es lo mismo la defensa del decrecimiento que estar en contra del desarrollo per se? Me parece que a veces, en estos debates, cuando la gente intenta defender su posición, básicamente dicen que no se trata en absoluto de recortar el PIB y hacer que todo el mundo viva mal, sino que afirman que solo quieren reducir las industrias que son perjudiciales y limitar el uso de la energía en el Norte. Hasta dirían que en realidad quieren fomentar el crecimiento en el Sur Global. ¿Es sólo una confusión semántica, o son proyectos políticos muy diferentes el decrecimiento y el tipo de modernismo socialista que usted propone?

MH

Lo primero que puedo decir es que una cosa que me frustra del decrecimiento es que a menudo dicen cosas como: «Bueno, en realidad lo que queremos es reducir el consumo del Norte Global y aumentarlo para el Sur Global». Pero para mí, el conflicto de clases no es territorial en ese sentido. No es como si en el Norte Global a todo el mundo le fuese muy bien y los únicos explotados estuviesen en el Sur Global. Hay una increíble desigualdad dentro del Norte Global. Así que, de nuevo, si empiezas a pensar en la situación global como un conflicto entre el capital y la clase trabajadora, o incluso lo que Mike Davis llamó el proletariado informal, que es mucho más numeroso que la clase trabajadora proletaria tradicional (por no hablar de las clases campesinas y los pueblos indígenas y todos estos grupos subalternos), hay mucha gente a la que no le va bien.

En mi país, algo así como el 70% de los estadounidenses casi no tienen dinero en el banco, la gente está muriendo por falta de insulina, por falta de atención sanitaria básica, y millones de personas están pasando hambre a raíz de esta pandemia. En la estela del neoliberalismo, las masas tienen tantas dificultades económicas que no tiene sentido decir, «sí, simplemente vamos a reducir el consumo en el Norte Global». Bueno, ¿y qué pasa con toda esa gente que no puede comer en el Norte Global? Ese es uno de mis grandes problemas con el decrecimiento.

Como has dicho, a veces es solo semántica. Yo veo la cuestión así: ¿Vas a ganar apoyo predicando vivir con menos? Si tu bandera es decrecimiento, en medio de una época de austeridad ya devastadora, ¿cómo vas a construir el tipo de entusiasmo popular masivo para tu programa?

Cuando les planteas estas cuestiones, siempre dicen:  «No, pero queremos todas estas cosas buenas, como una semana laboral más corta. Queremos tener más tiempo». Hay cosas que sí quieren aumentar, en realidad, con las que estoy de acuerdo. Jason Hickel habla de desmercantilizar los servicios básicos y de la expansión del sector público de los bienes básicos, y estoy de acuerdo con eso. Pero todo eso es una expansión de la actividad económica. Es ofrecer más a la clase trabajadora, pero lo que invoca toda la idea del decrecimiento es que inicialmente vas a pensar menos.

También creo que cae en la trampa del propio PIB, que mide las sociedades en su conjunto. Cuando el PIB aumenta, eso debe significar que toda la sociedad va bien. Pero el agregado no capta la increíble desigualdad dentro de una nación o una sociedad. Y aunque a algunas personas les va fantásticamente bien en nuestra sociedad, a la gran mayoría no. No es más o menos, es menos para unos pocos y más para muchos. Tenemos que volver a ese tipo de análisis de clase que dice, no, es la pequeñísima minoría de capitalistas la que necesita decrecer. Necesitan menos, necesitan mucho menos. Tenemos que gravarlos más, tenemos que erosionar su poder sobre la riqueza y tenemos que crear más para las masas que están sufriendo.

AZ / AB

¿Crees que la situación de clase del movimiento ambientalista también tiene que ver con no prestar atención a la producción y a los detalles tecnológicos específicos? ¿Estamos perdiendo el conocimiento práctico de la clase trabajadora en la transición energética por no poner el foco en una política de clase trabajadora?

MH

Sí, es un punto muy importante. Puede que no funcione, pero me ha entusiasmado la idea de intentar poner el foco en los sindicatos en el sector eléctrico, ya que van a ser muy importantes en esta transición de descarbonización.

Muchos de esos trabajadores se clasificarían más como clase profesional porque tienen títulos, son ingenieros. Tienen un enorme conocimiento del punto de producción. Algunos de los sindicatos también representan a los trabajadores más manuales, los trabajadores de mantenimiento que hacen el trabajo más duro en esos sistemas de servicios públicos, como los trabajadores de línea, que es realmente un trabajo muy peligroso. Pero hay un conocimiento increíble allí. Y eso, de nuevo, se remonta a un viejo tropo socialista marxista de que, ya sabes, son los trabajadores los que mejor conocen el sistema. Ellos son los que lo mantienen en funcionamiento. Son los que lo mantienen, y si algún día pudieran realmente dirigirlo, sería mejor.

Pero para la clase profesional, que tradicionalmente se define como la gente que hace trabajo mental o de conocimiento en la llamada «economía del conocimiento», la producción es más bien un objeto de conocimiento y estudio. Y sus conclusiones suelen ser: «Bueno, mira toda la destrucción que conlleva esto, mira lo malo que es», en lugar de estar presente y querer transformar ese sistema. No pretenden entender cómo todas nuestras vidas dependen realmente del funcionamiento de esos sistemas, y que en realidad tenemos que pensar en transformarlos en lugar de descartarlos.

AZ / AB

Cuando hablamos del clima, muchas veces se discute como si fuera una cuestión de conocimiento. O aceptas este conocimiento o lo niegas; tienes este conocimiento y entiendes lo que es el cambio climático y esto ya por sí te va a politizar. Pero hemos visto que eso no es cierto. ¿Cómo salimos de esta situación? ¿Cómo nos movilizamos por una política climática de izquierdas?

MH

Obviamente, creo que la ciencia es importante. Cuando se defiende un tipo de modernismo socialista como el que yo defiendo, se debería tomar un momento y decir: «¿No es asombroso que nuestra especie entienda estos sistemas como el clima; que sepamos que estamos en esta crisis hasta el punto en que lo estamos? ¿Que conozcamos las formas en que estos gases interactúan con la atmósfera de manera que están provocando estos efectos?». Así que la ciencia en sí misma es realmente sorprendente.

Pero, como dicen, cuando se hace política sobre si se cree o no en la ciencia, se aleja a mucha gente que podría no entender la ciencia o no querer entender los complejos procesos bio y geoquímicos. Y también conduce a un gran problema entre los creyentes liberales de la ciencia, que es que miran por encima del hombro y son bastante soberbios con las masas. Eso es simplemente contraproducente.

También existe esta teoría liberal del cambio que asume que si las masas entendieran la ciencia, entonces la acción seguiría naturalmente. Este modo de análisis parece sugerir que lo peor que hace la industria de los combustibles fósiles es difundir la negación del clima, cuando lo que hacen es controlar materialmente nuestro sistema energético.

Creo, y muchos otros lo han dicho, que el movimiento climático gira en torno al Green New Deal, encontrando una mejor articulación de estas políticas. Si hacemos que la política climática se centre en mejorar las cuestiones materiales de tu vida, no tenemos que explicarte el efecto invernadero, no tenemos que convencerte de la urgencia científica. Solo tenemos que decir que esto es algo que te va a dar trabajo, que va a desmercantilizar tu electricidad y que va a ir en contra de esa empresa de servicios públicos que odias y que te está estafando y subiendo los precios. Si construimos el movimiento en torno a mejoras materiales directas, visibles y fáciles de entender, crearemos una base de apoyo popular porque eso es lo que sabemos que funciona políticamente. Sabemos que cuando se implementan programas que son universales y beneficiosos para las masas, se vuelven inmensamente populares.

Pero tenemos que reconocer que no podemos limitarnos a darle cosas a la clase trabajadora y así comprar su apoyo para ganar una transición de descarbonización. Creo que también tenemos que pensar en cómo ganar a la clase trabajadora para una visión más amplia de la crisis climática como algo real que tenemos que tomar en serio; algo que debe unirnos como especie, pero también como países y partidos políticos, para resolver. Y si vamos a hacerlo, creo que debemos revivir la idea de la producción y la inversión democrática: que la forma en que producimos las cosas que necesitamos debe ser algo en lo que la sociedad tenga voz y control. Tenemos que establecer ese vínculo y mostrar cómo esa democracia es ecológica. La gente debería sentir que forma parte de un proyecto democrático más amplio para resolver realmente esa crisis mediante la democratización de nuestros recursos productivos. Eso también debería formar parte de estas políticas. Que no se trate solo de darte cosas, sino de convertirte en un agente de transformación de todo el sistema. Y como la clase trabajadora es la gran mayoría de cualquier sociedad capitalista, tiene que ser el núcleo de cualquier visión democrática de la política climática.

Astrid Zimmermann es editora de Jacobin Alemania.

Alexander Brentler es colaborador de Jacobin Alemania.

Fuente: https://jacobinlat.com/2021/04/22/la-crisis-climatica-es-una-lucha-de-clases/

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Entrevista a Ferran Puig Vilar: “Desde la Ilustración, hemos creído que siempre más es mejor, que todo está en la razón”

Por: Juan Bordera 

La gota que desborda el vaso. La última vez que el hacha golpea el árbol antes de caer. El último barril rentable de extraer en un pozo de petróleo. Hay tantos ejemplos de Tipping points (TP) como se quieran buscar. Son puntos de vuelco, de no retorno, y están de moda. Aunque menos de lo que debieran.

Múltiples informes llevan tiempo indicando que había que prestar atención a los que afectan a subsistemas climáticos como el Amazonas, el hielo de Groenlandia o el permafrost. Hace ya más de 20 años empezaron a provocar debates. Desde entonces, se han escrito miles de páginas describiendo sus interrelaciones, alertando del desastre venidero. Como en este paper en Nature de figuras clave en la ciencia climática, o este artículo de National Geographic. Sin embargo, y pese a la gravedad del asunto, el silencio mediático sigue siendo atronador. Incluso aún se oyen algunos berridos negacionistas en prime time.

En nuestro país, creo que no ha habido un trabajo de divulgación más valiente, desinteresado y completo, que el que lleva haciendo durante más de una década –por amor al arte y sobre todo al Ártico– el ingeniero y periodista Ferran Puig Vilar, que ahora está publicando información sobre el estado de esos puntos clave en su prestigioso blog, que fue reconocido con un premio entregado por la actual ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

¿Qué es un tipping point climático? 

Es un punto de vuelco, de inflexión en el equilibrio de un elemento o subsistema significativo (permafrost, Amazonas, corriente termohalina, Groenlandia) cuyo rebasamiento lo desestabiliza y genera un cambio de fase, llevando al sistema a un nuevo estado que puede –o no– ser de equilibrio. Hay 15 especificados y 9 de ellos están en fase de degradación o ya sobrepasados. Entre ellos se interrelacionan provocando cascadas de efectos.

¿Cuál es el estado de esos TP y cómo se relacionan?

Groenlandia está asumido que se va a fundir por completo. Ya no nieva tanto como se está deshelando. La Antártida occidental, con toda probabilidad, también. Entre esos dos, el nivel del mar ya subiría 10 metros. Pero, claro, si sólo fuera eso. Resulta que al verter el deshielo grandes cantidades de agua dulce  –por ejemplo en las costas de Groenlandia– esto afecta a las corrientes por factores de salinidad, densidad y temperatura. La corriente termohalina, ya ralentizándose mucho, incluso podría llegar a detenerse, acentuando los inviernos fríos en el norte. Además, como todo está conectado, la corriente termohalina influye también en el Pacífico, en los fenómenos de El Niño-Super Niño amplificándolos y haciéndolos más frecuentes. Estos eventos tienen asociados sequías –y por tanto megaincendios– en el Amazonas. Eso aumenta la deforestación acercando al propio Amazonas a su punto de no retorno, en el que se irá convirtiendo en sabana. Todo ello aumenta las emisiones de carbono, con lo cual el ciclo de realimentaciones se autorrefuerza.

Y aún nos quedaría hablar, entre otros, del enorme problema del permafrost –esa bomba de relojería–. Hasta ahora se decía que sus emisiones no eran netas por el efecto limitado de fertilización del carbono –tan cacareado por la industria de los combustibles–. Eso ya ha cambiado. Hay un modelo reciente, desarrollado por gente de mucho prestigio como Jørgen Randers –uno de los firmantes del crucial informe a los límites del crecimiento de 1972 que tanto acertó–. Su modelo muestra que el permafrost se fundiría aunque mañana cesaran las emisiones. Es decir, muy probablemente, tipping point superado.

¿Podríamos decir que son como los órganos de un cuerpo, es decir, si falla el hígado, el riñón, el resto de órganos, obviamente van a sufrir? 

Está bien visto, efectivamente. Se influyen mutuamente y dependen unos de otros. Y siguiendo con esa metáfora, ahora tenemos que dejar de ser los patógenos que degradan esos subsistemas u órganos de la Tierra y ser más bien glóbulos blancos, el sistema inmunitario. Regenerarlos, en la medida de lo posible. Dejar de degradar y comenzar a reparar. Y esperar que no sea demasiado tarde para evitar la cascada sistémica que supondría haber rebasado el punto de no retorno global, que nos llevaría a la Tierra Invernadero anticipada por algunos de los mejores científicos vivos que tenemos.

¿Hay relación directa entre la degradación de los TP y el aumento de los fenómenos extremos tipo Filomenas, DANAs, etc.? 

Si vas buscando la causa encuentras obviamente el aumento del CO2 y el aumento de la temperatura en todos esos fenómenos, es una causa indirecta. Las Filomenas se dan con más frecuencia por una debilidad de la corriente en chorro o Jet Stream que pierde su adherencia al polo norte y esto provoca que se desestabilice el patrón de temperaturas y fenómenos habituales también más al sur.

Peor de lo esperado. Así ha definido una tendencia: que las previsiones científicas suelen pecar de conservadoras y son revisadas habitualmente a peor. Como ha ocurrido en el caso de los TP, que se pensaba que no se verían comprometidos hasta llegar a los 5º, luego a los 3º, a los 1’5º… ¿Por qué ocurre esto?

Están los factores inevitables, la ciencia no solo es un método, es un proceso, y a veces hay tanto debate, que se obvia el problema hasta que no haya una conclusión más consensuada. Por eso las opiniones más extremas no suelen considerarse. Empujar el conocimiento científico hacia adelante tiene riesgos; por ejemplo, si la ciencia fuese más atrevida, el negacionismo organizado aprovecharía para seguir retrasando el avance. Todo esto ayuda a que se den otros factores de autocensura que podrían ser más evitables. Y que ocurren también porque a según qué posiciones, muy contrarias a la “lógica” del sistema, no les renovarían los fondos de investigación si dicen cosas demasiado catastrofistas o revolucionarias. Es complicado, ellos mismos se preguntan si están fallándonos comunicativamente al resto.
El sexto informe del IPCC es en 2021. Con semejante panorama ¿qué esperas?

De momento tenían que sacarlo en abril y lo han alargado hasta junio. Tienen un marrón. Los sucesivos informes han ido empeorando las previsiones gradualmente, pero ahora los cambios son muy sustantivos. La diferencia será más grande y más difícil de justificar. Hasta ahora los Acuerdos de París y demás se han basado en el informe de 2013, así que la actualización es importante.

Entremos en el tema de la biodiversidad y su relación con las pandemias, ¿esto evidencia que no es un problema simplemente de “emisiones” sino de un sistema que presiona excesivamente a los ecosistemas que lo sostienen? 

Sí, hablar de “biodiversidad” es el eufemismo para hablar del extraordinario ritmo de extinción de especies. La invasión del espacio natural por parte de la especie humana no puede tener otra consecuencia que la invasión de algunos aspectos no deseados –patógenos, pandemias, mosquitos transmisores, especies invasoras– del mundo natural en los hábitats de la especie humana.

Hay valores que cuando uno los observa se estremece: En los últimos 50 años según el “Living Planet Report” de 2020 hemos liquidado nada menos que el 68% de todos los individuos vertebrados del mundo: mamíferos, pájaros, peces, anfibios y reptiles. Una masacre gigantesca en solo en 50 años. Y esta heroicidad del progreso mal entendido sí se podría detener mañana. Tenemos que reaprender nuestra relación con la Tierra, salir del dualismo y el mecanicismo.

Y esto evidencia que ni la geoingeniería ni los proyectos de secuestro y captura de carbono (BEECS) son soluciones. Acaso, quizá, ojalá, para una parte del problema, pero el problema es más amplio y cultural.

Sí, y no hemos hablado de los océanos, que también tienen su tipping point. Cada vez más acidificados, llenos de microplásticos que acaban en nuestros estómagos. Hay que ir entendiendo que la tecnología, y la producción tal y como las entendemos, lejos de ser la solución, son el problema. Desde la Ilustración, nos hemos ido creyendo que siempre más es mejor, que todo está en la razón. Y eso no es cierto. Quizá habría que recuperar lo que el romanticismo reabrió y cerró a la vez, un romanticismo 2.0 cuya óptica no sea sólo la del hombre occidental. Se me ocurren por ejemplo, las ideas de la filósofa Marina Garcés.

La geoingeniería espero que se evite, sería el último estertor, la última arrogancia: creer que se puede dominar el conjunto del planeta. Es una ilusión de control. La cantidad de peligros, efectos no deseados que tienen es tal –estoy pensando en los sistemas de gestión de la radiación solar–, que mejor ni intentarlo. No estoy en contra de que se estudie, pero las soluciones no van por ahí.

En cuanto al secuestro de carbono, habría que retirar tanto –volver a entre 300 y 350 partes por millón de CO2– para estabilizar el clima, que de momento es una quimera absoluta, pretender enterrar mágicamente nuestros residuos es nuestra forma de esconder el problema debajo de la alfombra. Y de momento, los acuerdos de París y demás, se basan en esto. No tiene sentido.

Y además está el problema energético. Wil Steffen, uno de los científicos más eminentes que tenemos, firmó y promovió un manifiesto que dice que el colapso es ahora mismo el resultado más probable para nuestra civilización.

Sí, algunos consideramos que estamos en esa fase –puede ya que de primeras etapas de colapso– en la cual los problemas no se pueden solucionar como se han solucionado hasta ahora, añadiendo complejidad. Si la energía neta no crece, la complejidad existente irá disminuyendo, queramos o no. Las organizaciones internacionales, que se supone saben de todo esto, están tan atadas al sistema actual, que tienen el “desarrollo” en su ADN. Entienden el “desarrollo” como crecimiento. Cambiar este chip es imprescindible, pero complicado.

¿Y qué propondría? 

Pues mi opción es ir generando comunidades adaptadas, resilientes, en los intersticios del sistema, al problema que se avecina. Al mismo tiempo que no se niega la posibilidad de la transformación política y sistémica –que no parece fácil– ni tampoco seguir dando la batalla cultural –que ya no llega a tiempo-. Todas las vías suman.

Lo que debería hacer el poder político es asegurar la supervivencia de todos, no la riqueza de algunos. Aunque, eso sí, el miedo tiene mucho peligro. Hay que estar atento al uso del miedo como herramienta de control.

Teresa Ribera, la actual ministra de Transición ecológica, fue la que le entregó el premio a la labor divulgativa de su blog ¿Qué le pediría? ¿Activar ya la Asamblea climática para tratar de acelerar el lento proceso del cambio político?

Yo no querría estar en su piel. Todo esto que hemos hablado, ella lo sabe. Es importante tener en el gobierno a alguien que, al menos, lo sepa. Tengo aprecio por ella. Le diría que, pese a que hace lo que puede, y que enfrente tiene verdaderos mastodontes –organizaciones, multinacionales, lobbies– y que su margen de actuación es limitado, apriete y dé juego.

Las asambleas, no sólo la climática, también una energética, debidamente asesorada por expertos valientes, como por ejemplo, Antonio Turiel, nos ayudarían a prepararnos mejor para lo que ha de venir.

Bueno, hasta ahora no ha habido apenas acción, precisamente, quizá, por un exceso de tibieza, de moderación. Lo que sabemos es que no infundir miedo no funciona. Mira por ejemplo la ley de cambio climático, no son más que patadas hacia los lados en el espacio, externalizando el problema hacia otros países, y patadas hacia adelante en el tiempo, cargando adicionalmente sobre los años venideros. Parece que se hace algo pero no resuelven climáticamente nada significativo. Lo que debería hacer el poder político es asegurar la supervivencia de todos, no la riqueza de algunos. Aunque, eso sí, el miedo tiene mucho peligro. Hay que estar atento al uso del miedo como herramienta de control.

Pese a todo lo antes descrito, Timothy Lenton, uno de los grandes divulgadores de esta materia, está hablando ahora de TP positivos, refiriéndose a los parámetros sociales de difusión y avances tecnológicos que pueden ayudar a acelerar la reacción a tiempo al menos de salvar lo máximo que podamos. ¿Qué opina? 

Que es como cuando un editor le dice al que escribe, “oye, tienes que acabar bien”. El libro no puede acabar mal, un punto de esperanza. Todo el mundo es libre de opinar. Puede producirse, entre las asambleas climáticas, quién sabe. Ahora la gente cada vez es más consciente. Antes te tomaban por loco. Ya no se niega que el clima va a mucho peor, si acaso se aparta, para poder seguir con la inercia, pero podría darse un punto de vuelco positivo. Concienciarse sobre estos temas genera muchos momentos dolorosos, pero también genera mucha felicidad, es profundamente transformador saber que estás activo, y en el lado correcto de la historia.

Fuente e imagen: https://ctxt.es/es/20210401/Politica/35626/Ferran-Puig-Vilar-entrevista-tipping-points-cambio-climatico-permafrost-biodiversidad-Juan-Bordera.htm

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Entrevista a Rafael Díaz-Salazar: Pensar la emancipación hoy

Por: Salvador López Arnal/ El Viejo Topo 

Rafael Díaz-Salazar es profesor de Sociología y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense. Entre todas sus obras cabe mencionar: El proyecto de Gramsci, ¿Todavía la clase obrera?La izquierda y el cristianismoDesigualdades internacionales y España laica. Centramos nuestra conversación en su reciente edición del libro de Francisco Fernández Buey: Sobre izquierda alternativa y cristianismo emancipador (Madrid, Trotta, 2021).

Mi enhorabuena por la edición de este nuevo libro de Francisco Fernández Buey. ¿Nos explicas sucintamente su contenido?

Es un conjunto de ensayos y largas entrevistas en los que expone su pensamiento emancipador centrado en dos cuestiones que él relaciona: la izquierda alternativa y un tipo de cristianismo heterodoxo. Consideraba que lo más prioritario era realizar un trabajo prepolítico y, por esta razón, esa izquierda necesitaba enraizarse en un conjunto de culturas de liberación, entre las que incluía el cristianismo liberador y la acción de millones de personas que en todo el mundo desarrollan luchas sociales inspirándose en él.

Nuestro autor se dedicó a la filosofía de la ciencia y a la filosofía moral y política. Era ateo y tuvo un fuerte compromiso comunista, pero ello no le impedía interesarse por las aportaciones provenientes del mundo cristiano emancipador. Pensaba que era necesario ir más allá de las teorías sobre la religión de Marx y de Freud e incorporar el pensamiento de Albert Einstein sobre la religiosidad.

Formalmente el libro se estructura en tres partes: cristianismo emancipador, cristianos comprometidos en la emancipación de los empobrecidos (Bartolomé de Las Casas, Simone Weil y José María Valverde) y construcción de una izquierda alternativa. Desde esta última parte hay que comprender las dos primeras.

Considero que esta obra constituye una valiosa aportación para pensar la emancipación, hoy. También contiene luminosas pistas para saber construirla.

En tu Introducción, titulada ”Un intelectual gramsciano abierto al cristianismo emancipador”, hablas de empirismo herético. ¿Qué tipo de empirismo es ese?

Procede del título de un libro de Pasolini. Él lo utiliza para afirmar que hay que dar prioridad a las prácticas emancipadoras y desde ellas ser críticos con las ortodoxias de cualquier ideología u organización.

¿De dónde proviene y cómo se ha desarrollado tu interés por la obra de Francisco Fernández Buey?

Desde que en 1979 conocí sus Ensayos sobre Gramsci, he ido leyendo todos sus libros y la mayoría de sus artículos. Lo conocí personalmente en los primeros años de la década de los ochenta. Nos relacionamos desde que empecé a escribir El proyecto de Gramsci hasta su muerte. Considero que su forma de ser y estar en el mundo era tan interesante como su obra. Admiro su talante moral, su profundidad intelectual, su compromiso político con “los de abajo” y su gran bondad.

Te pregunto por el título del libro: ¿cómo debemos entender aquí el concepto “izquierda alternativa”?

Una izquierda roja, verde y violeta superadora de las corrientes surgidas de la II y la III Internacional. Un nuevo encuentro entre lo mejor que queda del anarquismo, del comunismo y del socialismo con las nuevas aportaciones provenientes del ecologismo, el feminismo, el pacifismo y el cristianismo emancipador.

¿Y cómo debemos entender el concepto de “cristianismo emancipador”?

Debemos retrotaernos al libro de Engels, La guerra campesina en Alemania y a tres obras de Ernst Bloch: El principio EsperanzaAteísmo en el cristianismo y  Thomas Müntzer, teólogo de la revolución. Ellos desarrollaron una dimensión de la teoría marxista: la religión como forma de protesta contra la miseria real. Fernández Buey constata el resurgir de lo que Bloch llamaba el “hilo rojo” de cierta tradición judía y cristiana. Considera que ese hilo rojo religioso y otros hilos rojos laicos están trenzando procesos liberadores en todo el mundo. El cristianismo emancipador está traduciendo la fraternidad evangélica y el comunismo de bienes de los primeros cristianos, reconocido por Rosa Luxemburg y por el primer Kautsky, en luchas sociales contra la causas del empobrecimiento. Se ha establecido un vínculo entre religiosidad de liberación y cambio social desde una perspectiva anticapitalista. Michael Löwy, un marxista trotskista y el principal intelectual del ecosocialismo, ha dedicado decenios a analizar este tipo de religiosidad revolucionaria. En Cristianismo de liberación. Perspectivas marxistas y ecosocialistas, publicado por El Viejo Topo, podemos encontrar un análisis profundo de este tipo de cristianismo que tanto le interesaba a Fernández Buey, tal como se constata en el libro objeto de esta entrevista.

Una de las tres citas de Paco Fernández Buey con las que abres el libro dice así: “Algunos tuvimos que entender el otro cristianismo para seguir siendo comunistas”. ¿A qué otro cristianismo hace aquí referencia? ¿No resulta extraño en un pensador ateo como fue él?

Al cristianismo emancipador. No es extraño para quien practicaba el empirismo herético. Ateísmos como cristianismos, marxismos y comunismos hay muchos y no todos son iguales. Su ateísmo era peculiar, muy cercano al de Bloch y en las antípodas del ateísmo imperante en la URSS y en diversas corrientes del marxismo cientificista que rechazaba radicalmente. Era, utilizando el subtítulo de La ilusión del método, un “ateísmo bien temperado”. La cita sintetiza la correlación histórica que establece entre el surgimiento de ambas tradiciones de emancipación, su degeneración, su fracaso y la posibilidad de volver a avivar las brasas liberadoras del cristianismo y del comunismo originarios.

En la introducción citas un texto del libro de Bloch, acabas de hablar de él, Ateísmo en el cristianismo. Es esta: “Pensar es sobrepasar. Lo mejor de la religión es que produce herejes. Solo un ateo puede ser un buen cristiano”. Afirmas que nuestro maestro y amigo se sitúa en esa corriente marxista. ¿Qué corriente es esa? ¿Qué la singulariza?

Conviene recordar la frase con la que termina Bloch este párrafo: “Sólo un buen cristiano puede ser un buen ateo”. Fernández Buey, dentro de las diversas corrientes plurales y antagónicas en las que se dividió y sigue dividido el marxismo, es gramsciano. Gramsci fue otro empirista herético. Por eso, su obra fue perseguida y prohibida en la URSS, en otros países comunistas del Este de Europa y en Cuba. Manuel Sacristán mostró que había hecho una lectura no del todo correcta de la obra de Marx. Gramsci fue un hereje.

Esta digresión es necesaria para responder a la pregunta. Tanto Fernández Buey como Sacristán descubrieron que hay aspectos profundos de la vida humana sobre los que el marxismo ni decía, ni tenía nada que decir. Era un vacío sin significado. Bloch fue el primero que captó esta realidad y, por ello, sin dejar de ser ateo y marxista, sondeó e indagó en ciertas corrientes “rojas” del judaísmo y del cristianismo. ¿En busca de qué?. De las fuentes de la esperanza. Hoy hablamos de pesimismo con esperanza o de esperanza sin optimismo. Fernández Buey enlaza con este tipo de marxismo de Bloch complementario con el de Gramsci. Uno de los aspectos más interesantes del pensamiento de Fernández de Buey y de Sacristán es que nos obligan a hablar de los marxismos, a descubrir su pluralismo, pero también sus antagonismos.

Tengo entendido que ahora en Cuba Gramsci no está censurado. De hecho, hay muchos intelectuales cubanos interesados en su obra. ¿Es así?

Ahora sí. Gramsci es la principal referencia para los comunistas cubanos más inteligentes y para académicos marxistas. No ha sido así durante la mayor parte del tiempo que transcurre entre le triunfo de la Revolución y la desaparición de la URSS. Los dirigentes y cuadros del PCC, así como los profesores y universitarios cubanos, se formaron con los manuales de pensamiento marxista-leninista publicados en la URSS. Me consta, porque he estado con ellos en diversos encuentros y seminarios, que los sectores más lúcidos del PCC saben que el pensamiento de Gramsci es el que más les puede orientar.

La segunda sección del libro lleva por título: “Sobre cristianos comprometidos con la liberación de los empobrecidos: Bartolomé de Las Casas, Simone Weil y José María Valverde”. ¿Qué le atrajo especialmente de la figura del primero?

Joaquim Sempere afirmó en el monográfico de mientras tanto dedicado a Francisco Fernández Buey que su obra sobre Las Casas, titulada La gran perturbación. Discurso del indio metropolitano es “el libro más ambicioso y sólido de los que publicó”. Me alegra que El Viejo Topo lo vaya a reeditar. Llama la atención que un pensador marxista dedicara tantos años al estudio de la obra y la vida de aquel fraile dominico. Una prueba más del sentido que le daba a ser un “comunista laico”. De Las Casas le atraía su activismo en defensa de los indios americanos, su denuncia de la explotación que llevaban a cabo los españoles, su capacidad de ser un “indio metropolitano”; es decir, su valentía para defender desde aquí a los de allí, dando prioridad a sus derechos frente a los intereses del Imperio español. También valoraba mucho su pensamiento, su capacidad dialéctica, el ser un “intelectual orgánico” al servicio de aquellas poblaciones esclavizadas. Es sumamente valiosa la comparación que hace entre su obra y la de destacados filósofos ilustrados como Voltaire, Diderot, Rousseau que no fueron capaces de afrontar como un asunto central la situación en que vivían las personas en las llamadas colonias. Como bien dice, “el gran siglo de las Luces es el siglo de la esclavitud”. Estos filósofos no tuvieron “luces” para ver la miseria más allá de sus fronteras, ni para denunciarla. Ilustrados, pero ciegos ante la humanidad sufriente. No así, Las Casas. Por eso, cuando Fernández Buey inicia sus obras sobre el choque cultural y las migraciones, sobre la barbarie de los nuestros en estos tiempos, vuelve sus ojos a Bartolomé de Las Casas y encuentra en él un fundamento para pensar la interculturalidad y la conciencia de una única e igual humanidad. También lo conecta con el nuevo indigenismo latinoamericano.

¿Qué destacarías de su aproximación a Simone Weil?

En una de las extensas entrevistas incluidas en el libro afirma, refiriéndose a Gramsci y a Weil, que “de todos los personajes del siglo XX que he leído con pasión, son los que más me han impresionado”. Ella era todo lo que él deseaba ser, salvo en una cuestión. Weil vinculaba el interés por la ciencia, el compromiso directo con los trabajadores explotados, la vocación filosófica, el librepensamiento radical, el hacer como la mejor forma de decir, el libertarismo y el internacionalismo. Fernández Buey le dio muchísima importancia a las reflexiones de Weil sobre la desgracia y la desdicha humana. Estas son fruto de su experiencia como obrera en una fábrica, decisión por la que tuvo que abandonar su trabajo como profesora de Filosofía. A través del contacto directo con los obreros dentro y fuera de la fábrica descubrió una condición más extrema que la de la explotación. Por eso, Fernández Buey utilizaba tanto el término “los de abajo”, inspirándose en ella. Simone Weil se convirtió siendo adulta a Cristo y tuvo una vida mística y revolucionaria a la vez. Nunca se bautizó. Fue una cristiana sin Iglesia. En ese proceso, no la imitó, pero tuvo interés por su vida mística, del mismo modo que Manuel Sacristán por la de Weil y la de Juan de la Cruz y Julio Anguita por la de Teresa de Ávila.

La diferencia  a la que aludes es entonces la vida mística de Weil. ¿Es eso?

Sí. Fernández Buey apreciaba esa mística por su conexión con su vida de revolucionaria, pero él no tuvo ninguna aproximación personal a la mística. Manuel Sacristán, por lo que explico en la Introducción y por la correspondencia con Josep María Castellet citada allí, sí estuvo más cercano a esa vida durante una etapa de su existencia. Llegó a escribir sobre Teología de la mística en Laye.

¿Y qué representó José María Valverde en su trayectoria?

En uno de los textos lo declara “compañero del alma”. Después de Sacristán, fue su mejor maestro. Con él hizo la tesis doctoral. Le descubrió dimensiones del pensamiento que no son marxistas, pero que son muy valiosas. En este sentido, creo que le ayudó a no encerrarse en un único ideario. Fernández Buey es considerado como un intelectual marxista y gramsciano. Ahora bien, en modo alguno es solo eso. La mayoría de sus libros no versan sobre el marxismo. Basta con leer su Poliética para constatar la variedad de autores que fueron decisivos para él. Bastantes no son marxistas. Llegó un momento en que Valverde se hizo comunista desde su cristianismo en tiempos en que quedaban pocas personas de esta “subespecie”, como decía Fernández Buey. Este hecho les vinculó todavía más de lo que estaban. Uno de los capítulos más interesantes del libro es un texto inédito en el que, dialogando con Valverde, aborda el tema de cómo hacerse prójimos con los lejanos, la parte de la humanidad sufriente que no habita en Occidente.

La mayoría de sus libros no versan sobre el marxismo, dices. Sin embargo, son muchos los que directa o indirectamente están escritos desde esa perspectiva. Desde el Lenin hasta Por una universidad democrática, pasando por Leyendo a Gamsci, Marx (sin ismos), Utopía e ilusiones naturales o Ni tribunos. ¿No lo ves así?

Él decía que era un “comunista libertario y ecologista”.  Es evidente que la obra de Marx y la de Gramsci constituyen el centro de la mayor parte de su pensamiento. Lo único que he querido destacar y darle relevancia es que él cultivó otro tipo de obras y autores que no son marxistas. En Utopías e ilusiones naturales, la mayor parte de los autores que analiza no tienen nada que ver con Marx. Lo mismo podemos decir de sus libros sobre Las Casas o Einstein, sus ensayos sobre Simone Weil, sus libros sobre la barbarie, gran parte de los autores analizados en Poliética, la Guía para la globalización alternativa, etc. Fernández Buey fue sustancialmente marxiano y gramsciano, pero no sólo eso. También bebió de otras fuentes.

Citas en tu introducción unas palabras de Juan Goytisolo: “una cosa es la actualidad efímera y otra muy distinta la modernidad atemporal de las obras destinadas a perdurar”. ¿Las aplicas a la obra de Fernández Buey?

Sí. Por eso, es tan importante seguir editando sus escritos. Es un maestro esencial para el presente y el futuro. Es necesario que sean conocidos por los jóvenes.

En varios de los capítulos Fernández Buey habla de la ‘corriente laica del comunismo’. ¿Qué caracterizaría a esa corriente laica comunista?

Tiene que ver con su concepción de “izquierda no ideológica”; es decir, no determinada, ni encerrada en una cosmovisión del mundo que impida reconocer los propios límites y abrirse a diversas culturas distintas de la propia.

Él tiene una idea de la laicidad como diálogo entre diversas tradiciones emancipadoras. En la introducción presento la categoría de “laicismo hacia dentro” de cada visión del mundo, filosofía, ideología, cultura, moral y  religión. Es una forma de reconocer las carencias existentes dentro de ellas y buscar el diálogo con otras con el deseo de un aprendizaje mutuo para el quehacer común de la emancipación.

Otro capítulo del libro se titula “La influencia del pensamiento marxista en los militantes cristianos durante la dictadura franquista”. ¿Cuál fue la influencia del pensamiento cristiano emancipador en su concepción del marxismo?

Contribuyó a reforzar su idea de comunismo laico y su concepción del marxismo como praxeología racional alejada de ideologismos abstractos. También le influyó en su búsqueda de la esperanza, en una nueva atención a la utopía y en la incorporación de “las razones del corazón” a su “racionalismo bien temperado”. Valoraba mucho a los cristianos de base por su acercamiento directo a los más empobrecidos, sus prácticas internacionalistas y su presencia en el “ecologismos de los pobres”.

¿Y qué es eso de la praxeología racional?

En los debates y críticas que Fernández Buey y Sacristán desarrollaron con diversos marxismos, ellos siempre destacaron que concebían el pensamiento de Marx como una praxeología racional; es decir, como la búsqueda de dar el máximo de consistencia teórica (económica, política, científica, histórica) a la praxis comunista. Rechazaron los marxismos cosmovisionales, ontológicos, estructuralistas, cientificistas. Fernández Buey criticó con mucha fuerza a Althusser, a Gustavo Bueno, a Della Volpe, a Colletti; entre otros. Esa idea del marxismo como praxeología racional es una clave fundamental para entender que para ambos el ser comunista era lo esencial y el ser marxista algo secundario.

En el capítulo “Ciencia y religión”, Paco sostiene que conviene conservar el “saber sapiencial” de las religiones no solo por razones histórico-culturales, sino por una razón más decisiva y actual: “las ciencias, lo que llamamos ciencias humanas o ciencias sociales no han avanzado lo suficiente como para que se pueda afirmar sin duda que nuestro conocimiento es definitivamente mejor que el sapiencial para la vida práctica de los humanos.” ¿Qué caracteriza ese saber sapiencial? ¿Podría llegar un día en que el avance de las ciencias sociales o humanas lo hiciera anticuado y obsoleto?

Las ciencias son importantísimas y las sabidurías son imprescindibles para una vida con sentido profundo. Estas configuran visiones sobre la vida buena, la esperanza, la muerte, la armonía con la naturaleza, el cultivo de la interioridad humana, la dinámica de la historia y del cosmos. Las culturas ancestrales, las religiones, las filosofías no fragmentarias, las literaturas, las artes son las que conforman las sabidurías. Apreciaba mucho las sabidurías ecológicas. Ninguna ciencia podrá sustituir a las sabidurías, pero no son antagónicas. Recordemos el subtítulo de su obra Para la tercera cultura. Ensayos sobre ciencias y humanidades. Desde esta perspectiva, le interesaba el tema de las relaciones entre ciencia y religión. Defendía la enseñanza laica de las religiones en la escuela pública por razones culturales.

Transitando por el mismo sendero que Sacristán, Fernández Buey señala que el diálogo cristiano-marxista debía ser más un diálogo práctico que un diálogo teórico. ¿Por qué afirmaba esto?

Destacaba las insuficiencias de un diálogo entre intelectuales en torno a marxismos y cristianismos cosmovisionales o metafísicos. El diálogo práctico sobre el qué hacer y el aprendizaje mutuo de las respectivas culturas morales era su prioridad. Él también reclamaba espacios de diálogo teórico y este libro es buena prueba de ello.

En el capítulo de la entrevista con Jaume Botey, sorprende esta afirmación: “La primera cosa que quería decir es que a mí lo de considerarme marxista o no, siempre me ha parecido una cosa secundaria. Aunque pueda parecer otra cosa desde fuera, no es mi asunto”. ¿No fue su asunto cuando dedicó años, décadas de trabajo, estudio y difusión de la obra de Marx? ¿Qué estaba queriendo decir con ese comentario?

Mucho antes que él, dijo lo mismo Manuel Sacristán en los primeros años de la década de los sesenta. Javier Pradera lo recuerda en Integral Sacristán. Consideran que el comunismo es lo esencial y la obra de Marx es algo secundario. Piensan que tiene un valor especial por ser la contribución más profunda para pensar el comunismo. Ahora bien, el fin es la construcción de éste y el pensamiento de Marx es un medio, no el único. Consideraban que en el siglo XXI había que caminar críticamente con Marx, pero ir más allá de él. Por eso, también buscaron en otras corrientes emancipadoras no marxistas aportaciones para construir una sociedad alternativa a la capitalista.

Fernández Buey se opuso al marxismo como ortodoxia. Recordaba que la obra de Marx quedó inconclusa y este no la dejó como un sistema cerrado. Posteriormente, fueron otros los que crearon “el marxismo” como doctrina y desde la URSS se difundió como dogmática. La historia demuestra que lo que realmente han existido son “los marxismos”. Este contexto explica que escribiera Marx (sin ismos). Para él, lo verdaderamente importante no es ser más o menos fiel a una u otra lectura de Marx, sino la construcción de una sociedad comunista radicalmente diferente a la implantada en la URSS y en otros países. Esto explica su propuesta de formular un nuevo ideario comunista y aportarlo como uno de los elementos importantes para una izquierda alternativa que tiene diversos fundamentos culturales emancipadores; entre ellos, el tipo de cristianismo sobre el que reflexiona en este libro publicado por Trotta.

En otra entrevista, realizada por Miguel Jiménez, afirma que se podía “ser materialista en el plano de la ontología y al mismo tiempo idealista moral”. ¿Se puede ser, al mismo tiempo y sin contradicción, materialista (ónticamente hablando) e idealista (poliéticamente)?

Más allá de la literalidad de la frase, él daba mucha relevancia a tener ideales morales fuertes que no estuvieran desconectados de la realidad material en la que vivían “los de abajo”. Esos ideales y un conjunto de “utopías concretas”, por utilizar el lenguaje de Bloch, eran las brújulas que debían guiar a la izquierda alternativa. En varios capítulos de este libro reflexiona sobre esta temática. Más difícil es entender lo que afirma sobre “materialista en el plano de la ontología”. En modo alguno se situaba en la concepción de la ontología materialista propugnada por el filósofo marxista Gustavo Bueno. Me parece que el sentido de su afirmación es que la dimensión material de la vida humana y social es esencial para una comprehensión integral del ser y que ésta es compatible con ideales morales emancipadores.

Tal vez no en la propugnada por Gustavo Bueno pero sí en el materialismo inspirado por los clásicos de la tradición marxista (incluyendo a Brecht entre ellos, por ejemplo). ¿No te parece?

Totalmente de acuerdo. Ahora bien, no todas las concepciones de materialismo son idénticas en los marxismos. Es muy esclarecedor el texto de Sacristán, Materialismo. Se encuentra en el vol. 2 de Panfletos y materiales.

Incluyes en el libro una carta que te escribió el 20 de mayo de 1990. Te cito un pasaje: “si no se deshace uno de los viejos mitos con cuidado y profundo cariño, se corre el riesgo de que los nuevos mitos sean peores”. ¿A qué se estaba refiriendo? ¿Qué eran esos nuevos-viejos mitos?

Este párrafo se incluye en el contexto de los debates en el Congreso del PCI en el que la mayoría aprobó acabar con este partido y fundar el Partido Democrático de la Izquierda. El viejo mito era la construcción de una sociedad comunista y el nuevo la creencia en una democracia avanzada como solución a los problemas sociales. En definitiva, una vuelta a la socialdemocracia, aunque entonces no se formulara así. Él siempre considero que había que ser mucho más que socialdemócratas, que entre capitalismo y democracia había antagonismos muy fuertes y que el horizonte tenía que ser el de una sociedad y una civilización postcapitalista. Su comunismo ecologista estaba directamente relacionado con la necesidad de superar el capitalismo y eso explica su defensa intempestiva  de ese comunismopara indicar que la socialdemocracia o el capitalismo verde no son el camino para la transición ecosocial que necesitamos.

En otro pasaje de esta carta, todo ella de enorme interés, dice: “Hay una contradicción muy chirriante entre el reconocimiento del mal momento por el que pasa la cultura socialista -en un sentido amplio- y la pretensión de encontrar ahora la alternativa”. Creía en alternativas, prosigue, cuando existen “valores alternativos ampliamente sentido y movimientos reales inmersos en la lucha por la hegemonía”. ¿Cómo pensaba que debían realizarse?

Nunca fue un iluso en política. Sabía que las cosas estaban muy mal y no había que crear espejismos. La construcción de una izquierda alternativa requería algo algo más radical que la creación de una nueva formación política. Como decía Gramsci, después de una derrota hay que empezar por el principio. Por eso, para Fernández Buey lo fundamental era un trabajo prepolítico, una socialización en culturas morales fuertes, un estudio profundo sobre alternativas que fuera mucho más allá de elaboración de programas electorales, un enraizamiento en la realidad de los empobrecidos dentro y fuera de nuestras fronteras, dar prioridad a la hegemonía en la sociedad civil. En definitiva, darle cuerpo a la reforma moral e intelectual propugnada por Gramsci. Por su talante, rechazaba la fabricación de ilusiones sin consistencia. Quienes se las creyeran, no podrían soportar las derrotas constantes que hay que asumir cuando se desea construir otro modelo de sociedad. Por eso, consideraba esencial la búsqueda de las fuentes de la esperanza sin optimismo.

¿Quién ha diseñado la portada? ¿Quién hizo la fotografía? Se emociona uno al verla.

Ignacio Sierra, del equipo editorial de Trotta. La fotografía es magnífica y la hizo Elisa Nuria Cabot.

¿Quieres añadir algo más?

El Viejo Topo fue el hogar intelectual y político en el que Fernández Buey se encontró más a gusto. Agradezco vuestra colaboración para dar a conocer este libro. En la Introducción cito todos sus escritos sobre la izquierda roja, verde y violeta y la reformulación del ideario comunista. Propongo que sean publicados. ¡Creo que conoces a los editores de sus libros póstumos!. Ojalá que esta obra sea llevada a cabo.

Fuente: El Viejo Topo, marzo de 2021.

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Entrevista a Joan-Ramon Laporte catedrático emérito de Farmacología de la UAB: “Las agencias del medicamento son una invención del capitalismo neoliberal de los años noventa”


Por:  Mar Calpena 


Joan-Ramon Laporte (Barcelona, 1948) lleva más de media vida dedicado a estudiar los medicamentos. Cómo se prescriben, vigilan y retiran y, sobre todo, qué efectos tienen. Lo ha hecho desde la docencia, enseñando farmacología en la UAB; desde la sanidad, dirigiendo la unidad sobre el tema del Hospital de la Vall de Hebrón, y desde la investigación, en la Fundació Institut Català de Farmacologia. Pero también lo ha hecho, cuando ha sido necesario, desde los juzgados, enfrentándose a los goliats de la industria del medicamento. Entre el alarmismo de los antivacunas, y los intentos de calmar a la opinión pública de los gobiernos, Laporte ofrece una tercera vía crítica y razonada que tranquiliza, pero que también conmina a vigilar y fiscalizar atentamente lo que está ocurriendo.

¿Qué ha ocurrido con AstraZeneca? ¿Qué errores nos han traído hasta aquí?

No sé si podemos hablar exactamente de “errores”, aunque naturalmente los hay, porque, cuando en una decisión compleja participa tanta gente, los hay necesariamente. Lo que ha ocurrido es que en el curso del uso masivo de la vacuna de AZ ha surgido lo que se llama una “señal de farmacovigilancia”, es decir, un indicio de que esta vacuna muy raramente puede estar produciendo unas trombosis de localizaciones atípicas. El 30 marzo, la EMA explica esto en una  conferencia de prensa, y dice que era raro, y que no tenía claro que pudiera estar causado por la vacuna. En la segunda conferencia de prensa, la del día 7 de este mes, dice que continúan pensando que es raro, pero que sí creen que puede estar causado por la vacuna. En marzo había veintitantos casos notificados como posibles efectos adversos. El día siete teníamos 86, 62 de venas del cerebro y 24 de venas abdominales, y había 40 muertos. El primer día, cuando dijeron que habían encontrado esta señal, lo que se hace habitualmente en farmacovigilancia es confeccionar una tabla muy sencilla en la que en cada línea hay un paciente, con sexo, edad, país, fecha de vacunación, cuándo aparecen los síntomas, patologías previas, antecedentes, medicación y un resumen del cuadro clínico, porque a veces lo que ocurre es que buscando la señal de una medicación en el cuadro puedes ver que tiene relación con otra, y puedes establecer similitudes y diferencias entre casos. A mí me pareció muy extraño que el 30 de marzo no se presentara esta tabla. Una semana después, siguen sin presentarla. En mitad de la rueda de prensa la EMA dice que ha analizado estos 86 casos, pero que en la base de datos de farmacovigilancia de la propia EMA, a cuatro de abril, es decir tres días antes, tenía no 62 sino 169 casos de trombosis en el cerebro, y no 24 sino 53 en el abdomen. Y uno se pregunta, ¿y por qué no os habéis mirado todos estos casos? ¿Acaso no tiene suficiente personal la EMA? Sabiendo como funcionan los sistemas de farmacovigilancia por dentro sé que si hay 220 casos en la base de datos de la EMA significa que habrá más en camino.

Lo cierto es que todo el sistema va con retraso, y hace que no sepamos en la práctica cuántos casos hay a día de hoy

¿Cómo se reportan estos casos?

Imagínate a un médico que está trabajando en un hospital, pongamos que catalán, en urgencias y le llega una persona a la que han vacunado con un cuadro de trombosis rara. Busca cómo notificarlo al Centre de Farmacovigilància de Catalunya, y encuentra un formulario en el que se le piden los detalles clínicos para poderlo evaluar. Allí preguntan todo esto que decía, de manera anónima, qué ha pasado con el paciente, si se le ha dado de alta, ha ingresado, ha muerto… para saber si la reacción ha sido grave o no. Al rellenarlo, probablemente no tiene aún toda la información, de manera que no siempre los casos se notifican de inmediato. Por definición, siempre se da infranotificación. Normalmente se notifican menos de un 5%, por distintas razones: en este caso se ha hablado mucho de estos efectos, pero antes de que se conociera esta señal, igual el médico no ataba cabos y no lo relacionaba con la vacuna, porque no se parece a los efectos atenuados de la covid. A veces, por egoísmo, hay quien se lo guarda para publicar el caso en una revista, que es algo que, en mis treinta o cuarenta años de experiencia en farmacovigilancia, me temo que he visto en varias ocasiones. Hay muchos motivos. Pero si bien es cierto que se notifica poco, también lo es que cuando estas señales se notifican, la tasa de notificación aumenta porque muchos profesionales atan cabos. Por otra parte, hay un retraso, porque me comentaron que, por ejemplo, en el Centre de Farmacovigilància de Catalunya en el primer trimestre del año recibieron tantas notificaciones como en todo 2020.

¿Por qué el retraso y por qué el baile de cifras?

El Centre de Farmacovigilància de Catalunya está seriamente infradotado de personal, sobre todo desde la época de los recortes en la crisis anterior. Y algo parecido ocurre en toda la Unión Europea: se han desmantelado y debilitado los centros regionales que suponen la columna vertebral del sistema, y que ayudan a tener proximidad con el prescriptor del medicamento, porque muchas veces las notificaciones se reciben en forma de pregunta a ellos por parte de los médicos. Cuando llegan los casos hay que mirarlos uno por uno y deben notificarse a la Agencia Española del Medicamento para una base de datos común. Lo cierto es que todo el sistema va con retraso, y hace que no sepamos en la práctica cuántos casos hay a día de hoy. ¿Cambia esto mucho las cosas? Supongo que no. Seguimos hablando de un riesgo muy raro. Por poner una comparación: si vas y vuelves de trabajar cada día del año en coche, 220 días al año, durante 40 años, son 17.600 viajes en coche. Es seguro que en cuarenta años algún accidente tendrás, incluso con heridos, pero no por esto la gente deja de ir en coche. Y estamos hablando de un, dos o tres accidentes en casi 18.000 desplazamientos. Con la vacuna hablamos de uno por cien mil o uno por cincuenta mil, es decir, mucho menos que muchos otros riesgos cotidianos.

¿Era de esperar que surgieran efectos adversos?

Sí, lo era. Yo pronostico que cuanto más pase el tiempo irán surgiendo menos, pero que aún surgirán, o que lo harán con las que ya se administran, o con la de Johnson, o la de Novavax, o la rusa. Eso era previsible, lo que por desgracia no sabemos es cuáles serán estos efectos en concreto. Para eso sirve la farmacovigilancia.

¿Qué cree que pasará con las segundas dosis de AZ?

Se están hablando de varias opciones, desde dar una segunda dosis de otra vacuna hasta dejar a los vacunados con solo una. Los efectos adversos se están viendo después de la primera, pero más importante aún es que una sola dosis sigue dando una protección de un 70, 75%, así que los que han recibido la primera dosis ya han hecho lo más importante.

En varias entrevistas le he oído decir que estamos haciendo un experimento observacional masivo. ¿Le preocupa que los antivacunas saquen esta frase de contexto?

No, no, eso no se les puede negar, es un experimento observacional masivo y de escala global, y quizás a escala regional, nacional y europea hubiéramos debido adoptar mayores precauciones, reforzando el sistema de farmacovigilancia, formando mejor a los profesionales sobre cuándo y cómo notificar, porque a sanitarios que ya están al límite de trabajo no les puedes pedir que notifiquen todo lo que pase. Desatenderían a los pacientes.

¿Entonces es la farmacovigilancia lo que nos tiene que preocupar, más que las vacunas en sí?

¡Desde luego! Hay un problema con la normativa europea de farmacovigilancia. Hay una directiva de 2010, que entró en vigor en 2011, y que va muy ligada al debilitamiento de los centros regionales que comentaba. Para todos los medicamentos, nuevos y viejos, esta farmacovigilancia depende de dos fuentes: la notificación espontánea de efectos adversos, que se hace desde los años sesenta, con la talidomida, y que consiste en que sanitarios y pacientes puedan comunicar reacciones sospechosas, como en el caso de las trombosis de AZ. Es una fuente que permite descubrir cosas, pero no puede cuantificar riesgos de manera precisa. La otra pata del sistema son los sistemas de gestión de riesgos, una serie de estudios que se hacen con los primeros consumidores de un nuevo medicamento para ver qué pasa y si funcionan igual que en el ensayo clínico. Estos planes se encargan a las propias farmacéuticas, ¡y esto es poner al lobo a guardar el rebaño! Porque de esto no se habla: con las señales de trombos, AZ no ha aportado ningún dato, todo lo que se sabe es por la notificación espontánea. Es más, si vas a la web de la EMA, y miras el documento oficial de autorización de todas las vacunas contra la covid, allí queda claro que el plan de seguimiento de seguridad de las vacunas está en manos de cada compañía, pero no hay ninguna lista de los estudios que hará cada una de ellas, ni de sus protocolos: es algo secreto y opaco. Se han hecho estudios sobre el impacto de esta directiva desde que entró en vigor, y lo que se demuestra es que las farmacéuticas no cumplen con los plazos en más de la mitad de los casos. Estos estudios suponen un enorme movimiento de dinero: un informe alemán contaba que en cinco años las farmacéuticas pagaron más de 200 millones de euros a médicos para que participaran en estos estudios, sin que produjeran ni un solo resultado que fuera al sistema alemán de farmacovigilancia. ¡Utilizan la farmacovigilancia para promover la prescripción del medicamento! ¡Pagan a cada médico participante por cada paciente al que se le prescriba! Eso la EMA lo sabe perfectamente y no hace nada al respecto. De 2000 a 2010 se retiraron del mercado unos treinta medicamentos por razones de seguridad, desde que entró en vigor la directiva en 2011 se han retirado solo uno o dos.

El fabricante, aunque tenga unas indicaciones limitadas, luego las supera a golpe de marketing para que se recete para otras muchas cosas

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué rol tiene la EMA?

La EMA, como todas las agencias del medicamento, es una invención del capitalismo neoliberal de los años noventa. Antes la autorización la hacía, en España, la Dirección general de farmacia del Ministerio de Sanidad, u organismos similares en otros países, cercanos al sistema de salud. En los ochenta y noventa, aparecieron estas agencias como un modo más eficiente –que es una palabra que gusta mucho al capitalismo– de evaluar los medicamentos. Ellos dicen, “no, lo que nosotros hacemos es regular el mercado; no regulamos el uso del medicamento en el sistema sanitario”. Y esto es una gran trampa. Porque la mayoría de los efectos indeseados de los medicamentos en general, no hablo del caso de las vacunas, los tienen medicamentos innecesarios, que el paciente realmente no necesita tomar. Y cuando se lo dices a la EMA, esta responde que no es su función mirar si un medicamento se usa bien o mal, dicen que ellos se limitan a decirle al fabricante si puede o no comercializarlo y en qué condiciones, con qué indicaciones. El fabricante, aunque tenga unas indicaciones limitadas, luego las supera a golpe de marketing para que se recete para otras muchas cosas. Esto pasa con la gabapentina y la pregabalina, por ejemplo. Esto es una corrupción del propio sistema.

¿Podemos vacunarnos confiados, pese a todo?

Sí. Al menos, tan confiados como salimos de casa pensando en que nos va a caer una maceta en la cabeza. Pero claro, no nos dan datos en detalle, pero sí que nos dicen que la mayoría de casos son de mujeres menores de sesenta años. ¡Si yo fuera una mujer menor de sesenta pediría explicaciones, claro! A mí lo que me extraña es que con la capacidad de la EMA no sean capaces de analizar y explicarnos con más detalles los casos. No han hecho los deberes.

¿Qué le parece el discurso de que hay unas vacunas mejores que otras?

No, no se puede afirmar que ahora haya unas vacunas mejores que otras. Sí que seguramente se determinará con el tiempo que algunas son más adecuadas para determinados grupos de población, pero ahora mismo no hay estudios comparativos entre vacunas que nos permitan decirlo. Pero probablemente las vacunas que tengamos el año que viene sí que sean mejores que las actuales.

¿Por qué la UE no ha levantado todavía las patentes?

(Ríe) No lo sé, pregúntaselo a ellos. A mí me parece escandaloso.

…pero ¿cuál es el mecanismo?

En 1995, al crearse la Organización Mundial del Comercio (OMC), que sustituía a la Ronda Uruguay y al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) se establecieron unas normas para el comercio internacional mucho más favorables a los países ricos que contaban con tecnología, que naturalmente son tecnologías patentadas. La OMC, que es mucho más poderosa que la ONU o que la OMS, es quien determina muchas cosas importantes para la salud del ser humano, porque desde su creación, con los tratados que regulan la propiedad intelectual, se prevé que las patentes sobre medicamentos tenga la misma validez que las patentes sobre cualquier otro bien de consumo. Cuando alguien patenta un medicamento tiene veinte años de margen para venderlo en exclusiva al precio que considere oportuno, lo que va contra la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU, organismo del que se supone depende la OMC. Si alguien tiene el poder de vender un medicamento en exclusiva durante veinte años hará cuanto esté en su mano para esconder todas las informaciones negativas al respecto y para exagerar sus ventajas. Si además los Estados no controlan la publicidad que puedan hacer, nos dejan en manos de gente que vende cosas a sabiendas de que pueden afectar la salud. En 2001 se habilitaron mecanismos de emergencia para expropiar temporalmente estas licencias, después del enfrentamiento entre Sudáfrica y los fabricantes de antiretrovirales, pero no los ha pedido activar ningún país. Podría entender que España no lo haya pedido ella solita, pero ¡no lo hace tampoco la Unión Europea! Los Estados Unidos y la UE siempre se oponen a ello, anteponen la salud de sus empresas a la de las personas.

¿Podemos fiarnos de la farmacovigilancia que se hace con las vacunas rusas y chinas?

Se dice mucho que los ensayos clínicos de estos países no siguen los estándares occidentales, pero esto tampoco es cierto del todo. ¡También en nuestros ensayos clínicos hay maneras de cometer fraudes! Me viene a la cabeza un antiinflamatorio, el Vioxx, que Merck finalmente retiró del mercado. Con los antidepresivos se han producido fraudes escandalosos, y abusos enormes. Tenemos que quedarnos con la idea de que hay que estar muy atentos, porque también aquí se hacen trampas. Pero los datos que aparecieron en The Lancet de la vacuna rusa son, como mínimo, tan positivos como los del resto de vacunas. No tengo datos sobre la de China.

Mar Calpena (Barcelona, 1973) es periodista, pero ha sido también traductora, escritora fantasma, editora de tebeos, quiromasajista y profesora de coctelería, lo cual se explica por la dispersión de sus intereses y por la precariedad del mercado laboral. CTXT.es y CTXT.cat son su campamento base, aunque es posible encontrarla en radios, teles y prensa hablando de gastronomía y/o política, aunque raramente al mismo tiempo.  @mcalpena

Fuente: ctxt.es

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