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Samir Amin: La afirmación de la soberanía nacional popular frente a la ofensiva del capital

Entrevista a Samir Amin

Mentiras de los medios, políticas económicas antipopulares, olas de privatización, guerras económicas y “humanitarias”, flujos migratorios. El cóctel es explosivo, la desinformación es total. Las clases dominantes se frotan las manos frente a una situación que les permite mantener y reafirmar su predominio. Intentemos entender algo. ¿Por qué la crisis? ¿Cuál es su naturaleza? ¿Cuáles son ahora y cuales deberían ser las respuestas de los pueblos, de las organizaciones y de los movimientos  preocupados por un mundo de paz y justicia social? Entrevista con Samir Amin, economista y pensador egipcio sobre las relaciones de dominación (neo)-coloniales, presidente del Foro Mundial de Alternativas.

Raffaele Morgantini (Investig’Action): Durante varias décadas, sus escritos y sus análisis nos dan elementos de análisis para descifrar el sistema capitalista, las relaciones de dominación Norte-Sur y las respuestas de los movimientos de resistencia de los países del Sur. Hoy hemos entrado en una nueva fase de la crisis sistémica capitalista. ¿Cuál es la naturaleza de esta nueva crisis?

Samir Amin: La crisis actual no es una crisis financiera del capitalismo, sino una crisis del sistema. Esto no es una crisis en “U”. En las crisis capitalistas ordinarias (las crisis en “U”) las mismas lógicas que llevan a la crisis, después de un período de reestructuraciones parciales, permiten la recuperación. Estas son las crisis normales del capitalismo. Por contra, la crisis actual desde los años 1970 es una crisis en “L”: la lógica que llevó a la crisis no permite la recuperación. Esto nos invita a hacer la siguiente pregunta (que es también el título de uno de mis libros) ¿Salir de la crisis del capitalismo o salir del capitalismo en crisis?

Una crisis en “L” indica el agotamiento histórico del sistema. Lo que no significa que el régimen vaya a morir lenta y silenciosamente de muerte natural. Al contrario, el capitalismo senil se vuelve malo, y trata de sobrevivir redoblando la violencia. Para los pueblos la crisis sistémica del capitalismo es insostenible, ya que implica la creciente desigualdad en la distribución de los beneficios y de las riquezas dentro de las sociedades, que se acompaña de un profundo estancamiento, por un lado, y la profundización de la polarización global por el otro. A pesar de que la defensa de crecimiento económico no es nuestro objetivo, hay que saber que la supervivencia del capitalismo es imposible sin crecimiento. Las desigualdades con estancamiento, se convierten en insoportables.

La desigualdad es soportable cuando hay crecimiento y todo el mundo se beneficia, incluso si ello es de forma desigual. Como en los gloriosos años 30. Entonces hay desigualdad pero sin pauperización. Por contra, la desigualdad en el estancamiento se acompaña necesariamente de empobrecimiento, y se convierte en socialmente inaceptable. ¿Por qué hemos llegado aquí? Mi tesis es que hemos entrado en una nueva etapa del capitalismo monopolista, que yo califico la de los “monopolios generalizados”, caracterizada por la reducción de todas las actividades económicas al status de facto de la subcontratación en beneficio exclusivo de las rentas de los monopolios.

¿Cómo evalúa vd. las respuestas actuales a la crisis por parte de los países y de los diferentes movimientos?

Ante todo, me gustaría recordar que todos los discursos de los economistas convencionales y las propuestas que avanzan para salir de la crisis, no tienen ningún valor científico. El sistema no saldrá de esta crisis. Vivirá, o tratará de sobrevivir, a costa de destrucciones crecientes en una crisis permanente. Las respuestas a esta crisis son hasta el momento, lo menos que se puede decir, limitadas, poco fiables e ineficaces en los países del Norte.

Pero hay respuestas más o menos positivas en el Sur que se expresan por lo que se llama “la emergencia”. La pregunta que surge entonces es: ¿emergencia de qué? Emergencia de nuevos mercados en este sistema en crisis controlado por los monopolios de la tríada (de los imperialismos tradicionales, de la tríada Estados Unidos, Europa Occidental y Japón) o de las sociedades emergentes? El único caso de emergencia positiva en esta dirección es el de China que intenta asociar su proyecto de emergencia nacional y social para su posterior integración en la globalización, sin renunciar a ejercer el control sobre las condiciones de esta última . Esta es la razón por la que China es probablemente el mayor oponente potencial a la tríada imperialista. Pero también están los semi-emergentes, es decir, aquellos a los que les gustaría serlo, pero que no lo son realmente, como la India o Brasil (incluso en el tiempo de Lula y Dilma). Países que no han cambiado nada en las estructuras de su integración en el sistema mundial, permanecen reducidos a la condición de exportadores de materias primas y productos de la agricultura capitalista. Son “emergentes” en el sentido de que registran en ocasiones tasas de crecimiento no demasiado malas acompañadas por un crecimiento más rápido de las clases medias. Aquí la emergencia es la de los mercados, no de las sociedades.

Luego están los otros países del Sur, los más vulnerables, notablemente los países africanos, árabes, musulmanes, y aquí y allá otros en América Latina y en Asia. Un Sur sometido a un doble saqueo: el de sus recursos naturales para el beneficio de los monopolios de la Tríada y los ataques financieros para robar los ahorros nacionales. El caso argentino es emblemático en este sentido. Las respuestas de estos países son a menudo por desgracia “pre-modernas” y no “post-modernas”, como se las presenta: retorno imaginario al pasado, propuesto por islamistas o cofradías cristianas evangélicas en África y en América Latina. O aún respuestas pseudo-étnicas que hacen hincapié en la autenticidad étnica de pseudo-comunidades. Respuestas que son manipulables y a menudo eficazmente manipuladas, aunque dispongan de bases sociales locales reales (no son los Estados Unidos quienes inventaron el Islam o las etnias). Sin embargo, el problema es grave, por que estos movimientos tienen grandes recursos (financieros, mediáticos, políticos, etc.) puestos a su disposición por las potencias capitalistas dominantes y sus amigos locales.

¿Qué respuestas se podrían imaginar, por parte de los movimientos de la izquierda radical a los retos planteados por este capitalismo peligrosamente moribundo?

Una de las tentaciones, que voy a descartar de inmediato, es que frente a una crisis del capitalismo global, la respuesta buscada también debe ser global. Tentación muy peligrosa porque inspira estrategias condenadas al fracaso seguro: “la revolución mundial”, o la transformación del sistema global desde arriba, por decisión colectiva de todos los Estados. Los cambios en la historia nunca se han hecho de esa manera. Han partido siempre de aquellas naciones que son eslabones débiles en el sistema global; de progresos desiguales de un país a otro, de un momento al otro. La deconstrucción se impone antes de la reconstrucción. Esto vale para Europa por ejemplo: deconstrucción del sistema europeo si se quiere reconstruir otro posteriormente, sobre otras bases. Debemos abandonar la ilusión de la posibilidad de “reformas” llevadas a cabo con éxito dentro de un modelo que ha sido construido en hormigón armado para no poder ser otra cosa que lo que es.
Lo mismo para la globalización neoliberal.

La deconstrucción, llamada desconexión aquí, ciertamente no es un remedio mágico y absoluto, que implicaría la autarquía y la migración fuera del planeta. La desconexión llama a la inversión de los términos de la ecuación; en lugar de aceptar ajustarse unilateralmente a las exigencias de la globalización, se intenta obligar a la globalización a adaptarse a las exigencias del desarrollo local. Pero atención, en este sentido, la desconexión no es jamás perfecta. El éxito será glorioso si se realizan sólo algunas de nuestras principales demandas. Y esto plantea una cuestión fundamental: la de la soberanía. Este es un concepto fundamental que debemos recuperar.

¿De qué soberanía está hablando? ¿Cree vd. en la posibilidad de construir una soberanía popular y progresista, en oposición a la soberanía tal como fue concebida por las elites capitalistas y nacionalistas?

¿La soberanía de quién? Esa es la pregunta. Hemos sido acostumbrados a través de la historia a conocer lo que se ha denominado como la soberanía nacional, la implementada por la burguesía de los países capitalistas, por las clases dominantes para legitimar su explotación, en primer lugar sobre sus propios trabajadores, pero también para fortalecer su posición en la competición con los otros nacionalismos imperialistas. Es el nacionalismo burgués. Los países de la tríada imperialista nunca han conocido hasta el momento más nacionalismo que ese. Por contra, en las periferias hemos conocido otros nacionalismos, procedentes del deseo de afirmar una soberanía antiimperialista, trabajando contra la lógica de la globalización imperialista del momento.

La confusión entre estos dos conceptos de “nacionalismo” es muy fuerte en Europa. ¿Por qué? Pues bien, por razones históricas obvias. Los nacionalismos imperialistas han estado en el origen de dos guerras mundiales, fuente de estragos sin precedentes. Se entiende que estos nacionalismos sean percibidos como nauseabundos. Después de la guerra, la construcción europea ha dejado creer que ayudaría a superar este tipo de rivalidades, para el establecimiento de un poder supranacional europeo, democrático y progresista. Los pueblos han creído en eso, lo que explica la popularidad del proyecto europeo, que sigue en pie a pesar de sus estragos. Como en Grecia, por ejemplo, donde los votantes se han pronunciado contra la austeridad pero al mismo tiempo han conservado su ilusión por otra Europa posible.

Hablamos de otra soberanía. Una soberanía popular, en oposición a la soberanía nacionalista burguesa de las clases dominantes. Una soberanía concebida como un vehículo de liberación, haciendo retroceder la globalización imperialista contemporánea. Un nacionalismo antiimperialista, por tanto, que nada tiene que ver con el discurso demagógico de un nacionalismo local que aceptaría inscribir las perspectivas del país implicado en la globalización local, que considera al vecino más débil como su enemigo.

¿Cómo se construye pues un proyecto de soberanía popular?

Este debate lo hemos llevado a cabo varias veces. Un debate difícil y complejo teniendo en cuenta la variedad de situaciones concretas. Con, creo, buenos resultados, especialmente en nuestras discusiones organizadas en China, Rusia, América Latina (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil). Otros debates han sido aún más difíciles, especialmente los organizados en los países más frágiles.

La soberanía popular no es fácil de imaginar, porque está atravesada por contradicciones. La soberanía popular se da el objetivo de transferir un máximo de poderes reales a las clases populares. Estos pueden ser tomados en los niveles locales, pudiendo entrar en conflicto con la necesidad de una estrategia a nivel del Estado. ¿Por qué hablar del estado? Por que nos guste o no, se continuará viviendo bastante tiempo con los Estados. Y el Estado sigue siendo el principal lugar de decisión que pesa. Aquí está el fondo del debate. En un extremo del abanico del debate,  tenemos a los libertarios que dicen que el Estado es el enemigo con el que se debe luchar a toda costa, y que se debe actuar fuera de su esfera influencia; en el otro extremo tenemos las experiencias nacionales populares, especialmente las de la primera ola del despertar de los países del Sur, con los nacionalismos antiimperialistas de Nasser, Lumumba, Modibo, etc. Estos líderes han ejercido una tutela verdadera sobre sus pueblos, y pensado que el cambio sólo podía venir desde arriba. Estas dos corrientes han de dialogar, comprenderse para construir las estrategias populares que permitan auténticos avances.

¿Qué se puede aprender de aquellos que han podido ir más lejos, como en China o América Latina? ¿Cuáles son los márgenes que estas experiencias han sabido aprovechar? ¿Cuáles son las fuerzas sociales que son o podrían ser favorables a estas estrategias? ¿Por qué medios políticos podemos esperar movilizar sus capacidades? Estas son las preguntas fundamentales que nosotros, los movimientos sociales, los movimientos de la izquierda radical, militantes antiimperialistas y anticapitalistas, debemos preguntarnos a nosotros mismos y a las que hay que responder, con el fin de construir nuestra propia soberanía, popular, progresista e internacionalista .

Traducido por Carles Acózar Gómez para Investig’Action

Texto completo en: http://www.lahaine.org/samir-amin-la-afirmacion-de

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Pulse Ghana in conversation with 2016 National Best Teacher

África/Ghana/Noviembre de 2016/Fuente: Pulse.com

RESUMEN: ElReconocimiento al Mejor Maestro Nacional de este año ha sido otorgado a Rita Oppong, profesora de artes visuales de una escuela secundaria en la región de Greater Accra.Oppong, que ha sido una maestra durante 18 años, fue la ganadora  en una ceremonia en octubre en Sunyani a la que asistió el presidente John Mahama. Oppong es maestra en la escuela secundaria Nii Sowah Din 2 en el municipio de Adentan.La madre de cuatro niños asistió a la Agogo Presbyterian Training College y tiene una maestría en Artes y Cultura de la Universidad de Educación de Winneba.

Pulse: Congratulations Rita! Let’s start off with how you felt when your name was mentioned.

RO: It was a big surprise! Although we knew we are award winners, they will never tell you what award you have won or if you are the first runner up or second runner up. So I was excited when my name was mentioned. I shouted Awurade meda w’ase (Thank you God). I even thought it was for the vocational and technical category not knowing it was for the overall best teacher. I hugged my husband, who was just sitting by my side. Then I was taken up the stage to the president. I shook hand with the president and talked with him. I was just so happy.

Pulse: So what did President John Mahama say to you?

RO: The president asked me, ‘where is your school located’? I told him where he was. And then he said, ‘such as a small school with very good teachers.’ Then he said it was great that not only the big schools were winning awards, but a small school like mine could win such an award so we should keep it up. I also told him, I have recently been transferred to the new Frafraha community senior high school and he entreated me not to stop with what I have been doing and that I should do more things at my new school.

Pulse: Why did you become a teacher?

RO: I became a teacher because I wanted to impart on the next generation. I want them to acquire skills so that in future they may become professional men and women in order to help the nation and not to become a burden on society.

Pulse: Tell us about your first teaching experience?

RO: I have been teaching for 18 years. But my first teaching experience was in Akutuase, a village in the Eastern Region. I was married and my husband was in Accra. I had just had my irst child, Lois, too. So it was not easy for me at all. I had to shuffle between Accra and the village every weekend. The village had no social amenities; no electricity, treated water or tarred roads. I was there for three years before I went to further my education.

Pulse: So what does it take to be a national best teacher?

RO: This award means a lot to me. That is because I feel like the work I do has been recognised. One thing as teachers we ought to know is that, teaching does not end in the classroom. We should always extend it outside the class to people in the community.

For example, I organise unemployed people within my community and train them to acquire basic skills in beadwork. I also help those who cannot further their studies after junior high school, I try to give them skills in printing, Batik tie-dye so that they can get something doing and gather some capital to attend a vocational school.

Every teacher is a potential best teacher winner. If you bring out your best, treat the children that we teach as your own children and handle them well, in future you can also become like me. We should try to leave a legacy so make an impact in the school before you leave.

Pulse: What style of teaching does Rita Oppong have; strict or easy going?

RO: No. I would describe my style as democratic. You should not be too strict, because it will scare the children away from opening up and discussing issues affecting them with you. And don’t be too laissez-faire. So I have a mixed approach with the children I teach.

Pulse: Let’s go back to the award. What did you win?

RO: I received a 100,000 cedis and that money will be used to build the three bedroom house, to be built at an area of choice. I also got an insurance cover of 500,000 cedis, a laptop and a certificate.

Pulse: So where do you want the house to be located?

RO: I want my house to be built in Adenta or its environs. I have been transferred to the new community day senior high school. My family is already here so it will be a lot more convenient for me.

Pulse: Back in the class, one of the pupils told us you always encourage the girls to become achievers. Can you tell us about your work in that area?

RO: Yes I do. I am the girl child facilitator in the school. We normally meet on Thursday and we have role model conferences where we invite successful women in the society to share their views. We also discuss issues about teenage pregnancy, how to avoid getting involved with men at a young age and how to become professional women in future.

Fuente: http://pulse.com.gh/campus/education-in-ghana-pulse-ghana-in-conversation-with-2016-national-best-teacher-id5715389.html

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Entrevista a Montserrat Galcerán: Parece que desde Europa sólo viéramos una parte de la historia

Entrevista a Montserrat Galcerán, filósofa, catedrática y concejal en el Ayuntamiento de Madrid
«Parece que desde Europa sólo viéramos una parte de la historia»

 

Pablo Elorduy
IPS

 

La tradición cultural xenófoba del continente europeo

 

Filósofa y catedrática de la Complutense, en la actualidad concejal del Ayuntamiento de Madrid, Montserrat Galcerán (Barcelona 1964) ha publicado recientemente La bárbara Europa, un libro que ayuda a pensar desde el sur –a través de las teorías postcoloniales y descoloniales– en el papel del continente europeo en la explotación y la violencia ejercida sobre las antiguas colonias.

¿Cómo conectas episodios como lo que ha ocurrido en torno al CIE a tu investigación?

Si no conoces esa historia, te puedes creer el discurso habitual eurocéntrico de Europa como país de los derechos humanos, país de la paz, que ha llevado su civilización al resto del mundo y ha protegido a la gente y les ha ayudado a desarrollarse. Pero claro, cuando empiezas a estudiar estas cuestiones, te das cuenta de que hay detrás una concepción no solamente eurocéntrica, sino despreciativa del otro. Porque el otro, en ese caso los migrantes o las personas que están ahí detenidas, no es tratado como un ser humano a tu mismo nivel y, por tanto, con los mismos derechos y dignidad que te corrresponden a ti, sino como personas, muchas veces entre comillas, casi entre el salvajismo y la humanidad, que no se merecen un trato igualitario y con todos los derechos porque no saben responder a las normas de civilización, porque no tienen una historia tan ilustre, porque no sé qué. Entonces ya no solamente los poderes públicos sino una parte de la población se permite esos juicios xenófobos sin ninguna mala conciencia, porque forma parte del discurso tradicional sobre Europa: que Europa tiene una historia mucho mejor, que la civilización nació en Grecia y que, por tanto tiene, todo el derecho a extenderse por el mundo como si el mundo estuviera deshabitado.

Me llamó la atención en el texto de Hobsbawm sobre el imperialismo un momento en el que cita que los ingleses consideran –incluso parte de la Segunda Internacional– el derecho de los europeos a emigrar hacia otras tierras como si estuvieran deshabitadas, como si nadie viviera allí. Todas estas tierras son habitadas por personas, por culturas, por civilizaciones que tienen su propia historia y que nosotros desconocemos en su mayoría. Hay un desprecio hacia el otro, una ignorancia culta. No tenemos por qué saber nada de estas personas. Nos da igual. Es como si no fueran seres humanos con toda su dignidad, derechos y exigencias. Como si no sintieran, como si no sufrieran, como si no tuvieran una experiencia detrás. Muchas de estas personas, por el contrario, tienen una experiencia de vida mucho más rica que las nuestras. Tienen estudios, tienen títulos que, por supuesto, no se les reconoce, que no se les deja ejercer.

¿Se han cambiado los métodos de control que se ejercían antes, son formas más asépticas que funcionan en la misma línea ideológica de cómo funcionaban anteriormente?

No creo que sea más suave. Si comparamos un CIE con Soto del Real –prisión en esta localidad madrileña–, estoy segura que en Soto del Real las condiciones de los presos son mucho mejores que las condiciones de los retenidos en el CIE.

El otro día una persona comentó, a raíz de la protesta de Aluche, que como concepto el CIE se parece más a un campo de concentración que a una cárcel.

Claro. Estoy segura de que los derechos que pueden tener presos económicos como Francisco Correa o como Bárcenas son mejores que los de las personas que están en el CIE. A nivel de trato, los propios guardias dudo que puedan tener las mismas consideraciones que puedan tener con esos otros presos. Hay un racismo interiorizado, de que son personas que no se merecen un trato con respeto porque no pertenecen a lo que podríamos llamar la humanidad con mayúsculas. Tengo problemas con la definición porque entiendo que todas las personas, que todos los seres humanos, tienen esa capacidad para verse como personas capaces de resistencia y acción, y por tanto no podemos usar ese término sin más, pero estoy segura de que muchos policías tienen esa actitud.

¿No hemos rebajado el grado de violencia hacia lo que consideramos los otros, los subalternos?

Piensa que, además, son personas que no han cometido ningún delito. Son faltas administrativas, no tendrían que estar ahí. Simplemente les faltan una serie de papeles administrativos. No tiene sentido que tengas una institución carcelaria en la cual retengas a un montón de personas por una falta administrativa. Una falta administrativa se merece una multa, como mucho. Imagínate a a cualquier ciudadano español que fuera llevado a una cárcel por una falta administrativa. Es desproporcionado. Y sin embargo una gran parte de la población no lo ve como una desproporción. Creo que detrás está esta concepción colonial de que las personas de las antiguas colonias, de los países del tercer mundo, que además son en algunos casos más pobres, con ciertas dificultades, son personas necesitadas en cierta medida de este tipo de trato, que merecen un trato que para nosotros lo consideraríamos desproporcionado e intolerable.

¿Hay una falta de conocimiento de lo que es África en este caso que se une a esa xenofobia?

Al principio del libro, cuando hablo de la ignorancia, voy en esa línea. En un curso hice una prueba que consistió en preguntar a diferentes estudiantes sobre intelectuales, artistas y personas de prestigio de tradiciones no europeas. Todo el mundo menciona los clásicos: Buda, Confucio, y poco más. Hay una ignorancia que en nuestra propia tradición no admitiríamos porque nos parecería inconcebible que alguien no sepa quién es Da Vinci, por poner un caso. Respecto a otras tradiciones parece de lo más normal que no sepamos nada de todo eso. Es muy difícil a la hora de conectar con personas que vienen de tradiciones muy distintas a la nuestra y de las que no sabemos nada, y, por definición pensamos, que son de menor enjundia, de menor importancia. Es fácil tratarlos como personas inferiores o subalternas que no tienen las mismas capacidades que las que pueda tener cualquier europeo. Ése era uno de los objetivos, poner en cuestión este tipo de concepto.

Otro era poner de manifiesto la falsedad de que esas ideas eurocéntricas pertenecen únicamente a la derecha. Otra cuestión que resaltas es la lección que los movimientos de liberación toman de los años 20, 30 y 40 en Europa.

Hay historias bonitas. La historia, por ejemplo, de Frantz Fanon cuando se suma como voluntario para ir a la guerra, para liberar el continente, defender la libertad, y por ser negro le meten en la cocina y no le dejan hablar con los otros. Esa contradicción entre el discurso oficial de los derechos humanos, de la paz, de la libertad, que forma parte del discurso europeo y, por otra parte, la realidad que siente una persona, una persona negra, japonesa o china. Ho Chi Minh cuenta la misma historia. Él venía de Vietnam, de la colonia francesa, llega a París y entonces todo ese discurso tropieza con una realidad en la cual a él no se le reconocen esos principios, sino que se da por hecho que ni tiene por qué ser libre, ni es igual, ni es fraterno ni es nada. Esa experiencia de la diferencia entre lo que es el discurso oficial europeo y lo que es la práctica de ese discurso, no sólo en las colonias sino cuando se les llama, además, a defender esa patria con esos valores y que, sin embargo, les niega como sujetos de esa práctica.

En el capítulo sobre el movimiento afroamericano cuento sobre la vuelta de un batallón de afroamericanos del ejército norteamericano y da comienzo lo que se llama el renacimiento de Harlem. Es todo un batallón que viene de luchar en la primera guerra mundial, que han tenido muchos problemas para incorporarse a la guerra porque los líderes negros de la época decían que no se debía ir. Se llegó a un acuerdo pero, claro, no hay oficiales –son blancos, no negros–. Hay una pelea fuerte durante toda la guerra y, cuando vuelven, vuelven con el orgullo de haber defendido la patria, haber participado en la guerra, pero llegan y no se les reconocen los derechos civiles. Ese contraste, esa discrepancia entre el discurso oficial y la realidad en la metrópoli forma parte de todos estos movimientos de derechos civiles, de los movimientos de liberación nacional. Es un discurso que, en cierta medida, podríamos decir que contrasta la propia tradición europea con lo que es la realidad de su práctica. No solamente en los países coloniales sino también en las propias metrópolis frente a las personas que provienen de esas zonas. Eso nos enfrenta a los europeos con esa tradición. Una primera reacción de los europeos cuando nos enfrentamos a ese tipo de cosas es pensar que eso no tiene nada que ver con nosotros, porque el colonialismo ya ha pasado, ya ha terminado. Pero luego te lo encuentras en el CIE, te lo encuentras en el Mediterráneo, con toda la gente que está muriendo. Te lo encuentras con el Frontex, te lo encuentras con la guerra en Siria y te lo vas encontrando continuamente. Es un discurso que sigue manteniendo vigencia.

Por parte de las personas que vienen de las antiguas colonias es muy fácil de detectar: siguen haciendo lo mismo que llevan haciendo desde hace 500 años. Han variado un poco las formas, pero sigue siendo lo mismo. Para nosotras sí que es un reto. No podemos pasar página tan rápidamente diciendo que es algo de hace 500 o 200 años, porque lo seguimos teniendo ahí delante. Y a veces cuesta visibilizarlo. Porque se enmascara con otras cosas.

¿Podría acabarse con el fin del capitalismo?

Para mí, una parte de la finalidad de los estudios descoloniales y postcoloniales es hacer visible esa perspectiva, porque desde Europa tendemos a pensar que el capitalismo empieza con la industrialización y con la explotación obrera, por tanto, en el siglo XIX, y la tradición obrera privilegia esa línea. Es el movimiento obrero el que resiste frente al capitalismo y el que de, alguna forma, parte de nuestra tradición de izquierda, pero creo que es importante ver cómo antes de ese capitalismo industrial hay una especie de precapitalismo mercantil en el cual se genera esa acumulación originaria que es la que permite luego el auge industrial, y que además es coetánea con él. No es que la anterior desaparezca. El mundo industrial de la metrópoli y el mundo colonial van en pack, forman las dos caras de un mismo sistema.

Desde Europa solemos ver la cara industrial obrera, pero desde la colonia se ve más todo lo que es la extracción de materias primas, el tema de las tierras, el tema de la violencia sobre las mujeres, el tema del trabajo infantil, la esclavitud. Para mí eso fue también muy importante. Entender la esclavitud como la entienden ellos, no como un fenómeno extraño en un sistema basado en el trabajo libre y en el salario. Porque sin la esclavitud, las plantaciones de las colonias no se habrían podido mantener. Pero pensemos que las plantaciones de las colonias eran justamente las que producían todo el algodón que se llevaba a las grandes fábricas textiles que dieron nacimiento al movimiento obrero del siglo XIX. Me parece como si desde Europa sólo viéramos una parte de la historia. Olvidar la otra parte también puede explicar determinados fracasos de esa misma tradición.

Es un poco análogo de lo que pasa con la crítica feminista. La crítica feminista dice que como sólo se focaliza la producción y no todos los procesos de reproducción que hacen posible que la producción funcione, te olvidas de toda esta parte que está en la base. Entonces, cualquier transformación a nivel productivo o a nivel de la producción siempre va a chocar con toda esta imposibilidad porque no la has visto. En este caso pasa lo mismo, como no ves todos los procesos que no son muchas veces ni siquiera capitalistas, aunque estén rentabilizados de manera capitalista, que lo permiten –extracción de materias primas, tráfico de personas, toma de tierras, etcétera– , parece que el objetivo de la revolución obrera puede resolver un problema que es solamente la mitad del problema. Evidentemente, la otra mitad es conflictiva, porque a nivel político las relaciones entre los movimientos de liberación y el movimiento obrero clásico son complejas. Todo eso tenemos que verlo, es como si planteásemos un objetivo que se queda a mitad de camino.

Hay una analogía entre los tiempos que nos están tocando vivir con los años 20 del siglo pasado. ¿Por qué da la sensación de que no hemos aprendido nada?

Creo que el mecanismo educativo juega un papel muy importante. Es decir, toda la tradición europea es tan consistente y tan fuerte en el sentido de privilegiar la superioridad europea que hace muy difícil desmontar ese discurso y, por otra parte, hace muy fácil a partir de ese prejuicio considerar a los otros como migrantes que vienen a quitarte el dinero, que vienen a quitarte la riqueza, que vienen a quitarte el bienestar. Porque está tan imbuido el imaginario europeo de ese derecho a conquistar la tierra que es incluso defendido por nuestros grandes teóricos y nuestros grandes filósofos. Por eso me parece importante entrar en la cuestión teórica. Un gran filósofo como Kant da por el hecho el derecho de ocupar la tierra de el primero que llega y que la tierra no está ocupada por alguien antes, algo que es un error garrafal. A lo mejor la tierra no es de nadie en el sentido de propiedad privada capitalista, pero sí es un territorio de uso para un montón de poblaciones que viven de ese él. Sin embargo, esa idea en el imaginario europeo es predominante. La de que los migrantes van a una tierra que no es de nadie, la toman y la ponen en uso, y además la civilizan, enseñan a las poblaciones que no sabían. Ese imaginario es una especie de coraza para poder entender que lo que has hecho es expropiar a unas personas de unos bienes de uso que usaban, mejor o peor, pero usaban y que, de alguna manera, es un boomerang que vuelve. Porque estas personas a las que has quitado las tierras, los sistemas de vida que tenían, vuelven a la metrópoli. Se les pide que se queden en su tierra, pero en su tierra ¿qué es lo que hay ahora? grandes compañías internacionales que les están quitando aquello de lo cual vivían. Independientemente de que haya habido un aumento demográfico, etc. Creo que eso, las poblaciones europeas, por lo general, no lo saben.

Ni siquiera en la época de bienestar se explicó cuál era el motivo de que hubiese personas dispuestas a migrar para ser mano de obra aquí.

El sistema educativo tiene una gran responsabilidad en ese tipo de cosas. Traduce o imbuye una concepción que es demasiado parcial y, en el fondo, xenófoba. En los colegios e institutos, como la población está más mezclada, a lo mejor tienen que tener más cuidado, pero aún así creo que sigue habiendo muchos sesgos de este tipo. No es comprensible que en una universidad, por ejemplo como la mía, en la Facultad de Filosofía, no demos nada de filosofías que no sean europeas. Nada de nada. La filosofía nació en Grecia y adelante. Esa hegemonía cultural es traducida muchas veces como que somos hegemónicos culturalmente porque somos mejores que las otras tradiciones, en vez de entender que la propia hegemonía cultural es resultado de una hegemonía geopolítica. Porque tienes esa hegemonía geopolítica y militar en último término tienes una hegemonía cultural, pero no porque tu cultura sea mejor que cualquier otra cultura en el mundo. Esa hegemonía no es discutida a nivel de todas las universidades del mundo, a nivel del sistema educativo, y eso genera una manera de ver el mundo que se basa en esa supuesta superioridad e inferioridad.

¿Cómo podemos desmontar ese modelo?

Son pequeños pasos, pero tener unaa actitud crítica frente a ese modelo dominante es básico. Como mínimo, empezar a ponerlo en cuestión, no darlo por asumido. Incidir en la educación me parece básico. También incidir en la cultura, romper esa ignorancia preventiva. Es un caldo de cultivo para posiciones de política del miedo, que en cierta medida traduce una especie de mala conciencia soterrada: nos odian en el resto del mundo porque somos tan guays que nos envidian. En vez de eso hay que entender que sí hay odio hacía los europeos en muchas partes del mundo, es verdad: animadversión, resentimiento, desconfianza… Qué duda cabe. Porque la tradición europea es brutal, ha sido brutal con todo el colonialismo.

Como mínimo hay que conocerlo, y en vez de tener una actitud de rechazo frente a ello, hay que tener una actitud de crítica y de apertura hacia tradiciones de gente que son nuestros vecinos. Porque actualmente en las metrópolis europeas convive gente de todo el mundo. Hay cierto debate entre las posiciones multiculturales de los anglosajones, de que cada quien en su gueto haga lo que quiera y posiciones que a mí me parecen más interesantes que son transversales, de intentar crear lazos de comunicación entre sectores sociales, grupos colectivos que comparten determinadas cosas, que no comparten otras pero que de alguna manera pueden ser capaces de entenderse. Eso es más rico, más interesante. Coincidimos en determinados espacios que pueden ser parques, que pueden ser escuelas, que pueden ser administraciones, pero creemos prácticas transversales de entendimiento mutuo.

Una sociedad capitalista como la nuestra recrea constantemente esa colonialidad interior, esa colonialidad de las concepciones, imaginaria. Ve en el vecino que tienes que proviene de Ecuador, Bolivia o República Dominica un heredero de los indígenas de las colonias.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218799

Imagen: http://www.e-bolivar.gob.ve/historia.php

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Humberto Maturana y la falta de ética social imperante: «Hoy no estamos viviendo en democracia»

06 de Noviembre 2016/Fuente y Autor: El Mostrador

«Lo muestran la corrupción, las mentiras hasta en el ámbito deportivo y los conflictos étnicos», sostuvo el Premio Nacional de Ciencias Biológicas.

El Premio Nacional de Ciencias 1994, Humberto Maturana, asegura que los casos de colusión que se han conocido en los últimos meses «revelan la psiquis de una forma cultural muy antigua de obtener ventajas a cualquier precio, sabiendo que se trata de conductas deshonestas».

De todas maneras, se muestra esperanzado por el hecho de que «ahora se están investigando», lo que «es un buen comienzo para limpiarnos de tanta basura».

En entrevista con revista Capital, el científico y filósofo comenta sobre la falta de confianza ciudadana provocada precisamente por los escándalos políticos.

«La confianza no es una cosa que se pone o se saca. Como dice mi colega, Ximena Dávila, las relaciones de confianza surgen producto de una historia de convivencia en la que no nos sentimos traicionados. Es un modo de convivir en que me importa la armonía de la comunidad a la cual pertenezco y cuando se viola esa confianza, se borra la historia. Por lo tanto, se requiere un nuevo comienzo. La gran responsabilidad de los empresarios y políticos hoy es comenzar conscientemente a convivir en la honestidad», señala.

«Hablamos mucho de que volvió la democracia, pero ¿volvió? ¿Democracia es sinónimo de apertura para la pillería? La democracia solo ocurre en un convivir en la honestidad, en la ética social, la colaboración, la equidad, la conversación que lleva a la reflexión en el deseo de vivir y coexistir juntos que permite corregir los errores. Pero esto puede ocurrir solo si se desea. ¿Lo deseamos de verdad? Lo que me preocupa es que hoy no estamos viviendo en democracia, lo muestran la corrupción, las mentiras hasta en el ámbito deportivo y los conflictos étnicos. ¿Desde dónde es que no nos podemos poner de acuerdo para una convivencia que sea, en efecto, democrática?», repara Maturana.

Según el cocreador del concepto de autopoiesis, «estamos en los albores de un cambio de modo de vivir y convivir, en la medida en que nos damos cuenta de que vivir en la deshonestidad nos avergüenza y no queremos conservarla. Por lo tanto, no basta con anunciar que hoy estamos en un cambio de paradigma. Más bien ocupémonos seriamente de hacia dónde queremos ir como país».

Consultado por la responsabilidad que se le atribuye al libre mercado en la desigualdad y escándalos de corrupción, afirma: «La corrupción no es responsabilidad de ningún modelo o teoría económica. Es siempre de las personas. Echarle la culpa a algún modelo económico es no asumir responsabilidad y revela ceguera social. La corrupción no surge de un modelo político o económico sino de la ambición, avaricia y el afán de poder, emociones todas que llevan a la deshonestidad».

«El crecimiento económico no es lo central. Más bien la transformación de la economía con una visión de los procesos cíclicos de conservación de la armonía de la biósfera y la antropósfera (creaciones humanas), con conciencia de que todo crecimiento indefinido de la población lleva al desastre biológico-ecológico. Esto implica un cambio en nuestra psiquis relacional que está distorsionada por la ambición, la competencia y la búsqueda de éxito», concluye.

Fuente de la entrevista: http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2016/01/21/humberto-maturana-y-la-falta-de-etica-social-imperante-hoy-no-estamos-viviendo-en-democracia/

Fuente de la imagen: http://www.elmostrador.cl/media/2016/01/Maturana-ok_816x544.jpg

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Entrevista a Donald Johanson: “Aún somos nómadas, pero presos entre paredes y rutinas”

06 de Noviembre 2016/Fuente: La Vanguardia/Autor: LLUÍS AMIGUET

Edad? Vivo en el aquí y ahora. Lucy también vivía así. Crecí en Connecticut, donde un antropólogo judío huido de Hitler me hizo soñar con descubrir al antepasado del hombre. Nuestro cerebro aún es cazador recolector, por eso hoy vivir encerrados nos causa angustia. Colaboro con CosmoCaixa

Aún escucha a los Beatles?

Me encantan. Y a menudo también me pongo Lucy in the sky with diamonds, la canción que sonaba día y noche en el campamento donde descubrimos a la australopiteco en aquel barranco de Afar, en Etiopía.

¿Cuántos años tenía Lucy al morir?

Suponemos que no más de 13.

Usted ha vivido ya como varias Lucys.

Lo importante es que voy aprendiendo a vivir conectado al entorno y al instante como Lucy.

¿Cómo vivía Lucy?

Sus circunstancias no eran en absoluto envidiables, pero me gustaría olvidarme del pasado –es irremediable– y del futuro –es impredecible– sin temer la muerte –es irremediable e impredecible– para apreciar el aquí y ahora, lo único que realmente tenemos.

Pues ya son muchas cosas.

Es el kit imprescindible para que los sapiens logremos que nuestras vidas valgan la pena. Y no crea que es fácil.

¿Por qué?

Porque nuestro cerebro, y nuestro cuerpo con él, aún evoluciona al ritmo glacial, lentísimo que describió Darwin…

Pero nuestra tecnología va muy deprisa.

En cambio, la evolución cultural humana ha avanzado más en los últimos cien años que en los tres millones que han pasado desde que vivió Lucy. Y sigue acelerándose.

¿El progreso causa un desajuste?

Provoca un desbarajuste entre la evolución genética de nuestro cerebro y nuestros cuerpos y la evolución cultural que hemos creado. Estamos desbordados por esa aceleración tecnológica que nos separa del entorno y el momento, y nos provoca angustia.

La tecnología no es obligatoria.

Una vez se consigue un avance tecnológico, es imposible abandonarlo, como sucedió con la agricultura, que empobreció las vidas de los humanos –sólo hay que mirar los fósiles–, pero no tenía retorno: no podíamos volver atrás.

De eso hace ya mucho.

Muy poco. La agricultura y las ciudades sólo hace 12.000 años que existen, por eso nuestro cerebro aún es el de un nómada cazador recolector y no ha tenido tiempo para adaptarse a trabajar encerrado obedeciendo rutinas.

Pues aquí estamos: cogiendo el metro.

Nuestros cuerpos son los evolucionados para la vida al aire libre en el momento, pero nos encerramos entre paredes lamentando lo que pasó y temiendo cada día lo que puede pasar.

El aire acondicionado también mola.

Pero cuando tenga problemas en su vida, dé un paseo por el bosque y su cerebro conectará con el entorno y el instante, como el primate que aún es usted, y verá qué lejos quedan los problemas de su trabajo.

Hemos de desaprender mucho aún.

Pero no todo, porque cuando nacemos nuestro cerebro no es una página en blanco, sino que ya tiene escritas algunas habilidades y predisposiciones heredadas.

Esa es una teoría controvertida.

Sí, pero quien tiene razón es el fundador de la sociobiología, mi amigo Ed Wilson. ¡Nacemos, como él ha demostrado, ya con tendencias y habilidades innatas e individuales!

Lo entrevisté aquí, pero reconoció que hay discrepancias al respecto.

El otro día escuché a un pianista excepcional, genial…¡De 12 años!…¡Tiene predisposición genética para la música! En cambio, Stephen Jay Gould decía que al nacer nuestro cerebro es como una página en blanco. No lo comparto. Cada uno ya nace con ciertas aptitudes.

¿Los genes son inteligencia y capacidad de adaptación heredada?

Complementados con la cultura.

¿Usted nació con genes de antropólogo?

Yo nací con genes predispuestos al conocimiento y a la aventura, sí, y además tuve la suerte de evolucionar culturalmente con una escuela pública primaria entonces magnífica.

¿Y unos padres cultos?

Mi madre era señora de la limpieza muy inteligente y mi padre murió cuando yo tenía tres años. Tuve la suerte de tener un vecino pionero de la antropología, Paul Leser, un judío huido de Alemania que hablaba sueco conmigo tras haberse exiliado en Estocolmo.

¿Y llegó a su vecindario?

Y me dejó libros maravillosos que me hacían soñar con descubrir al antepasado del hombre. Vi, como ya apuntaba Darwin, que los monos africanos se nos parecen mucho más que los asiáticos, así que había que ir a África.

Y fue usted para desenterrar a Lucy.

Y a su mensaje: no sabemos por qué se interrumpió la cadena evolutiva entre los australopitecos y nosotros. Parece que un gran cambio climático los exterminó. Fueron un punto de bifurcación en nuestra evolución.

Mal presagio.

Temo que nuestra especie, que ya ha perdido la conexión con la naturaleza, acabe como los dinosaurios tras destruir el planeta.

¿Progresamos hacia la destrucción?

Somos primates y por tanto gregarios. Hay muy pocos líderes y a menudo lo son sólo por las circunstancias. Y los científicos más lúcidos tenemos que serlo: debemos actuar ya.

¿Cómo?

Explicando la ciencia para que conozcamos nuestro planeta y podamos amarlo, porque no destruiremos lo que amamos.

Fuente de la entrevista: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20161104/411563500058/aun-somos-nomadas-pero-presos-entre-paredes-y-rutinas.html

Fuente de la imagen: http://www.lavanguardia.com/ra/lowres/GODO/LV/p3/WebSite/2016/11/04/Recortada/img_fgomez_20161027-193807_imagenes_lv_propias_fgomez__l2o6775-kh2C-ECQVAIBKUKOLO2S6-992×558@LaVanguardia-Web.jpg

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Entrevista a Pere Estupinyà: “La ciencia no es para ricos, es para los que quieran serlo”

España/06 de Noviembre 2016/Fuente: La Vanguardia/Autor: La Contra

Tengo 41 años. Nací en Tortosa y vivo entre Barcelona, Madrid y Estados Unidos. Soy científico y divulgador de hallazgos de la ciencia. Estoy casado, sin hijos por ahora. ¿ Política? Intento no tener ideología, soy antidogmático. No tengo creencias religiosas. La inteligencia se contagia.

La idea principal es…

Escucha a personas inteligentes y serás más inteligente.

¿Lo dice la ciencia?

La inteligencia es contagiosa. Escuchar un diálogo razonable, una crítica reflexiva y entusiasta… te arrastra. Y a eso me dedico.

¿A qué?

A localizar y escuchar a las mentes más brillantes de nuestro tiempo: científicos cuyos hallazgos divulgo. El conocimiento es fértil si lo transmites fuera de la academia.

En esta página procuramos hacerlo.

Acceder al conocimiento científico nos ayuda a tomar mejores decisiones y a vivir mejor. ¡Nos mejora!

¿Ponemos algún ejemplo?

La nutrigenómica: estudia cómo tu genética condiciona tu metabolismo de los alimentos. Me he sometido al test nutrigenómico de la doctora Corella, y pronto sabré qué dieta me conviene más por mi genética.

Aceite de oliva y no se equivocará.

¡Alto! A un 10% de la población española le perjudica un alto nivel de grasa, ¡aunque sea de oliva! Y podré saber exactamente cómo me conviene tomar un café.

¿Por qué?

Hay quien tiene un gen que metaboliza rápido la cafeína, y otros no, lo que prolonga su efecto. Si lo tienes, toma café antes de concentrarte en una tarea compleja. Si no, no lo tomes desde varias hora antes de acostarte.

Estos hallazgos son muy útiles.

Por eso cada sociedad debería orientar a sus científicos sobre qué investigar. Y así la ingeniería genética nos salvará de enfermedades autoinmunes como la de Crohn, del alzheimer, cánceres…

¿Crohn?

Graves inflamaciones intestinales: ya han sanado pacientes cambiándoles su flora intestinal. Y pierden la emoción del miedo… ¡Hay un cerebro ahí, en el intestino!

¿A qué científico admira?

Alan Guth, en el MIT: sostiene que el universo se expande y que matemáticamente puede ser infinito.

¿De qué me sirve eso?

El conocimiento es poder. La ciencia no es para los ricos, ¡es para los que quieren serlo!

¿Qué beneficio más palmario nos brinda la ciencia hoy?

La longevidad humana: el número de centenarios está creciendo exponencialmente.

¿Hasta qué edad podemos vivir?

Hasta los 125 años, genéticamente, por desgaste oxidativo. Mi abuelo ni se lo planteaba, ¡pero yo puedo llegar a los cien años tranquilamente!

¿Cómo lo sabe?

Me han hecho un test de telómeros, que son los extremos de los cromosomas, y resulta que, pese a mis 41 años cronológicos, mi edad biológica es de 32,7 años.

¿A qué atribuye su escaso desgaste?

Jamás he fumado, he bebido poco alcohol, hago ejercicio y mi genética me favorece… al menos en este aspecto. Lo sé porque me han secuenciado el genoma completo.

¿Hay algo en que su genética le falle?

Sí: tengo algunos genes que predisponen a ciertos cánceres, otros predispuestos al al­zheimer y otros a una irregular salud cardiovascular.

¿Y de qué le sirve saber todo esto?

Me aconseja adquirir hábitos protectores, conocidas mis fragilidades. Ante un dolor de cabeza, por ejemplo, la farmacogenómica me dicta que a mí me sienta mucho mejor el ibuprofeno que el paracetamol.

Tiene mucha información genómica…

Será útil también para deportistas: sabrán qué grupos musculares o tendones suyos son más proclives a lesionarse, o qué tipo de ejercicio le conviene más a cada uno: ¡llega una medicina de precisión, personalizada!

¿Y qué nos proporcionará la tecnología del futuro?

No sólo información continuada, sino que también tomará decisiones: ante un pico de consultas en internet de la palabra “tos”… declararemos epidemia de gripe: ¡hay muchos científicos trabajando en ello!

¿Llegarán innovaciones que ahora no somos capaces ni de imaginar?

¡Claro! Piensa que hoy tú sabes más física de la que sabía Einstein.

Gracias, hombre, pero…

Einstein dijo: “Newton, perdóname”. Porque la ciencia avanza a base de desmontar lo preconcebido. Es lo relevante de la ciencia: importa tener la mente siempre abierta al asombro, flexible, atenta. La inteligencia es menos una capacidad que una actitud, una predisposición crítica.

¿Qué le asombra a usted?

Lo mucho que tu estado emocional condiciona tus decisiones. Y ya sabemos que la última emoción que experimentas en un trance pesará más en la memoria que el resto y desfigurará así el recuerdo del conjunto.

¿Sí?

Así lo demuestra Daniel Kahneman en sus experimentos. Es decir, que para garantizarte un buen recuerdo de un viaje o de una cita o de una relación… ¡prepara un momento último que sea muy grato! Eso teñirá de bienestar el recuerdo del conjunto. ¿Ves cómo la ciencia te ayuda a vivir mejor?

Fuente de la entrevista: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20161103/411531048304/la-ciencia-no-es-para-ricos-es-para-los-que-quieran-serlo.html?utm_content=buffer930c9&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer

Fuente de la imagen: http://www.lavanguardia.com/ra/lowres/GODO/LV/p3/WebSite/2016/11/03/Recortada/img_fgomez_20160921-134539_imagenes_lv_propias_fez__l2o6908-kxe-W78KLH8OP3RLP3X8-992×558@LaVanguardia-Web.jpg

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Javier Martínez Aldanondo (Experto en educación y tecnología): «Cosenos e integrales no tienen utilidad para el ciudadano de hoy»

Europa/Pais Vasco/5 Noviembre 2016/Autora: Ana Vozmediano/Diario Vasco

 «El profesor no puede ser una cotorra que repite una asignatura, la pregunta en el examen y luego pone una nota; no puede ser prisionero de un modelo centenario»

Lleva catorce años viviendo en Chile, «demasiados» asegura sonriente, y ha recalado en su ciudad natal, en Donostia, para participar en las jornadas sobre referentes educativos internacionales que ha organizado Axular Lizeoa. Javier Martínez Aldanondo habló del rol del educador en la sede de Orona y del papel de la tecnología, pero sobre todo del cambio de modelo que exige una educación que está en crisis. «Seguimos prisioneros de un esquema diseñado hace 150 años. Esto ocurre en todos los países».

– Eso es una sorpresa. ¡Vamos! Que no empezamos la entrevista hablando de todo lo que tenemos que copiar de Finlandia.

– No. Ellos saben que siempre aparecen a la cabeza del ranking de los países en lo que se refiere a educación, pero también que deben modificar su modelo. Y lo están haciendo, porque saben que no sirve para educar al tipo de ciudadano que quieren para el futuro. Se les ha quedado antiguo. Lo que ocurre es que en otros lugares no sabemos todavía qué tipo de personas queremos para el futuro, si deberán ser ecologistas o no, en qué tendrán que especializarse, si deberán tener un importante componente solidario. Pero eso que decidirlo y luego modificar el sistema educativo para que sirva a la sociedad.

 Estamos en lo de siempre. Usted mismo reconoce que todo el mundo coincide en que la educación no funciona bien, pero dice también que no hay acuerdo sobre cómo resolver los problemas que tiene planteados.

– Es que es así. Hay un consenso sobre la falta de respuestas que da la enseñanza actual a los desafíos de la educación. Por eso, planteo mi discurso sobre cuatro ejes: qué estamos enseñando, cómo estamos enseñando, cuál debe ser el rol de los profesores y cómo vamos a utilizar esa herramienta tan nueva y tan importante que es la tecnología.

– ¿Empezamos por una figura tan fundamental como la de los profesores y los maestros? ¿Debe cambiar tanto su papel?

– La figura del maestro como parte esencial del aprendizaje siempre va a existir. Pero el profesor no puede ser un señor o una señora que sabe mucho de una materia y la repite como una cotorra en clase. Luego la pregunta en un examen y por último pone una nota. El docente debe proponer desafíos, ayudar cuando el alumno lo necesita, ¡ojo!, no antes para dejar que sea él quien haga el esfuerzo. Creo que el profesor debe ser un diseñador de experiencias, un guionista que después evaluará la respuesta del alumno. Un poco como ocurre en los exámenes de conducir, en los que no se puntúa, sino que se verifica que ese alumno está preparado para circular con un vehículo.

¿Y por qué no lo hacen?

– Los profesores son, ahora mismo, prisioneros de un modelo que no funciona y en el que, además, son el blanco fácil de todas las críticas. Incluso las de sus alumnos. Lo cierto es que ha habido una reticencia a cambiar y se ha seguido utilizando el modelo diseñado hace 150 o 100 años. Entonces podía funcionar, con una sociedad volcada en el trabajo en las fábricas y la existencia de unas élites ilustradas, pero ahora no.

– ¿Hay que darle una vuelta de arriba abajo a las asignaturas, a los currículums exigidos para avanzar en los distintos niveles educativos?

– Ya he comentado que repetir los contenidos de una materia y evaluarla con un número sin más no tiene sentido. Los cosenos y las integrales tampoco tienen ya ninguna utilidad para el ciudadano de hoy en día. Sí la tiene, en cambio, saber comunicarse de forma adecuada, fomentar la creatividad y utilizar bien las herramientas que están a nuestro alcance, incluida la tecnología.

– No quiero decepcionarle, pero cuando se habla de cambiar el modelo educativo y la enseñanza no parece que se hable de una nueva sociedad, sino más bien de evitar el fracaso escolar… Sobre todo por parte de los padres.

– Como se suele decir, el principal problema en la enseñanza no son los alumnos sino los padres, además de que se sobrevaloran los títulos que tienen por detrás todo un montaje de la industria de la educación. Los padres han vivido un sistema educativo que quieren reproducir, probablemente han sacado buenas notas y les ha ido bien. Pero los intangibles no se evalúan con un número, hay que eliminar muchas creencias como la que dice que una persona es más inteligente si se le dan bien la física o las matemáticas. No se puede evaluar a una persona con un número, sino tener en cuenta sus capacidades y cómo las desempeña. Sea un científico o una peluquera.

– O sea, por ejemplo, un informático. ¿No se está sobrevalorando la importancia que tiene que cada niño tenga un ordenador en su aula?

– Estamos en un proceso de aprendizaje en lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías, porque llevamos muy poco tiempo con ella y menos aún desde que están tan popularizadas y forman parte de la vida cotidiana. La tecnología no es más que una herramienta que depende del puño del que la maneje pueda ser más o menos útil.

– ¿Cuál es la receta con tantos ingredientes a tener en cuenta? Nuevas herramientas, viejos sistemas…

– Primero tenemos que hacernos la pregunta fundamental: ¿Qué queremos enseñar? ¿Qué queremos saber? Para empezar, los políticos no tienen ni idea de educación y no saben como abordarla, un problema que ya resulta importante. Y si no sabemos eso, mal podremos decir a los profesores qué deben hacer.

– ¿Es tan difícil llegar a un pacto por la educación?

– Hay que repensar el modelo y determinar qué sociedad queremos preparar. Pongo un ejemplo: la empresa Orona ya sabe cómo será en 2030 y los países no han planteado como será el futuro. La educación ahora no reside en el saber sino en saber hacer. Y para ello tenemos que repensar el modelo del futuro teniendo en cuenta que la tecnología va a ser una de nuestras primeras herramientas.

Disponible en la url: http://www.diariovasco.com/gipuzkoa/201611/04/javier-martinez-aldanondo-experto-20161104005057-v.html

 

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