Por: Gonzalo Chavez A.
Primera escena: Llega el nuevo celular a la casa, con manos temblorosas, el propietario desempaca el equipo y comienza a leer un grueso manual de letra súper menuda y redactado o traducido al español por algún un chino que detesta la sintaxis y la ortografía. Después de descifrar el mamotreto, con dedo ET, el usuario se dispondrá a encenderlo y nunca dejando de abrazar el manual, comenzará un largo y tedioso proceso de aprendizaje. Segunda escena: Arriba el móvil, el joven de la casa abre la caja de la máquina, lo enciende y comienza a manejar el equipo, y por prueba-error, en minutos se convierte en un experto. Si Usted pertenece al segundo grupo puede considerarse en un nativo digital. Si se encuentra en la primera situación es probable que sea un Neandertal digital. Ahora bien, puede que Usted esté en un punto intermedio en cuyo caso puede considerase un inmigrante digital. Me considero parte de este grupo de transición.
A los nativos del internet también se los conoce como Milenios. El gran desafío del siglo XXI es crear sistemas educativos para estas nuevas generaciones, en especial en países como Bolivia. Claramente, el modelo educativo actual, salvo raras excepciones, es completamente disfuncional y obsoleto. No atendemos ni a sus expectativas personales ni los preparamos para la sociedad digital y del conocimiento. Entre tanto, algo que no ha cambiado en los tiempos actuales es que la educación aún es un poderoso instrumento de transformación. Invertir en educación produce un efecto carambola, especialmente en países en vías de desarrollo como el nuestro. Por una parte es el camino para mejorar la situación económica y de ingreso de una persona, y por otra es el mecanismo a través del cual se puede promover la igualdad y la justicia social.
Como es ampliamente conocido, la revolución de la tecnología y de la información está provocando transformaciones radicales en la sociedad, las instituciones y la economía. Estamos frente a la cuarta revolución industrial. De manera desigual y fragmentada se construye la sociedad digital. Cada vez más personas, empresas, movimientos sociales, instituciones, gobiernos interactúan de forma abierta, cambiante, conectada y global, aunque, por supuesto, también, con estos cambios digitales, a las brechas de pobreza, se suman las grandes desigualdades en conocimientos tecnológicos.
Los nativos digitales vienen con otro chip educativo en la cabeza, demandan metodologías de aprendizaje donde predomine el «aprender haciendo», son una generación práctica que aprecia la experimentación antes que la teorización. Exigen ser los actores de su propia educación y valoran más a los entrenadores, primus inter pares, de sus equipos antes que a los profesores acartonados, que sólo dan clases magistrales.
En este contexto, los desafíos de la educación digital para las nuevas generaciones están atravesados por las siguientes dimensiones. La militancia obsesiva en la creatividad, el impulso constante del pensamiento crítico, el desarrollo de una conciencia social basada en valores, la firme creencia en el trabajo en equipo y la amplia capacidad y actitud emprendedora.
Quiere decir, que los niños y jóvenes de la sociedad digital requieren de otro tipo de competencias y actitudes para hacer un uso creativo y seguro de las tecnologías de información, entender la lógica de trabajo de la era del Internet y desarrollar habilidades sociales en base a la solidaridad.
Comencemos por las competencias. La más importante la competencia de aprender a aprender, la cual está conectada a la formación de por vida. Bachilleres, licenciados o doctores nunca dejan de estudiar porque la realidad de la innovación tecnológica es mucho más rápida que los saberes.
En la era actual quien no se comunica se «trumbica» (se perjudica), como decía un genio de la televisión brasileña Chacrinha, por lo tanto, desarrollar competencias de comunicación en la lengua materna y en lenguas extranjeras es fundamental. Así mismo, competencias tradicionales como la matemática, la ciencia o la tecnología son también importantes. Las nuevas generaciones también requieren competencias en iniciativa y espíritu emprendedor. Los Milenios prefieren crear empleos y que buscarlos. Por supuesto, no se quiere formar una banda de nerds y anacoretas por lo que se necesita desarrollar competencias sociales, éticas y cívicas. Finalmente, y no por eso menos importante, están las competencias digitales que son el diferenciador de estos tiempos.
Ahora veamos algunas de las actitudes y habilidades que se sintonizan las competencias mencionadas anteriormente. Entre las habilidades están la de orden operativo como ser: conocer y utilizar equipamientos digitales, entender el rol de las redes sociales en el aprendizaje y comunicación, saber almacenar contenidos digitales, conocer cuestiones jurídicas y éticas de los medios digitales. Entre las actitudes importantes están la gestión de la intercultural crítica y la creativa autónoma y responsable.
El desafío central actual es colocar al modelo educativo como el centro de la construcción social, política y digital. Como dice Sergio Fajardo «Debemos salirnos del marco restringido de la educación, entendida como el proceso de asistir a un aula para aprender algo, y convertirla en verdadero motor de la actividad social. (…) Al proponer la educación como elemento central en la transformación de nuestra sociedad, sabremos en qué dirección vamos y, por lo tanto, la política misma se convertirá en actividad educadora, y a los políticos les corresponderá buena parte del liderazgo pedagógico de la sociedad». Pero complementado el desafío político de la educación está la reinvención del modelo de enseñanza-aprendizaje en la era digital.
Fuente: http://correodelsur.com/opinion/20170319_la-educacion-en-la-era-digital.html
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