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La formación ciudadana de los niños

Por: Juan Carlos Yáñez

Funcionar como un laboratorio democrático es un reto de enorme complejidad, pero indispensable gesto de coherencia del sistema escolar.

A principios de noviembre de 2017, la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo presentó los resultados del Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadana, un proyecto cuyo objetivo es aproximarse a la preparación de los estudiantes de 8º grado, para asumir su papel como ciudadanos del siglo XXI, con base en una medición de niveles de aprendizaje en temas cívicos, compromisos y actitudes frente a varios temas sociales.
La reseña siguiente se basa en un documento del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, México).

Proyecto

El estudio se realizó en abril de 2016 en 24 países: 16 europeos, 5 latinoamericanos y 3 asiáticos. Tres no cubrieron los requerimientos del muestreo y no fueron considerados (Hong Kong, Corea y Alemania); mientras que España no participó. En total, se incluyeron 94 mil estudiantes, 37 mil docentes y 3,800 directores.

Tiene tres componentes: una prueba de conocimientos cívicos, que explora temas de organización, instituciones y derechos en las sociedades democráticas; equidad, libertad y justicia; procesos y prácticas asociados a la participación ciudadana y el papel de las personas en las sociedades y en la democracia.

El segundo es un cuestionario para alumnos sobre actividades y actitudes, relacionadas con el compromiso y la implicación en diferentes actividades cívicas (voluntariado, voto, afiliación a partidos), así como actitudes respecto a temas relevantes, como los problemas globales, confianza en partidos políticos y en medios de comunicación, entre otros. Por último, un cuestionario para docentes y directores que recoge acciones de las escuelas en la materia.
Los resultados se exponen de dos formas: en una escala con media de 500 puntos, y por cuatro niveles de desempeño: A, B, C y D.

Resultados de la prueba

El rendimiento promedio fue de 517. Dinamarca obtuvo el resultado más alto, con 586 puntos. Los países de América Latina se ubicaron entre los últimos: Chile y Colombia, 482 puntos; México, 467; Perú, 438 y República Dominicana, 381. El caso mexicano lo coloca a 50 puntos del promedio y a 119 de Dinamarca.

Por niveles de desempeño, Malta y Bulgaria se cuelan en el grupo de los latinoamericanos. En el fondo, República Dominicana.

En todos los casos, los resultados de las mujeres son mejores que los hombres, con Bélgica (1 punto de diferencia), y Malta (38), Bulgaria (37) y Suecia (36) en los puntajes extremos.

Respecto al “Compromiso cívico de los estudiantes”, elaborado a partir del reporte de los propios alumnos, los resultados son interesantes para el análisis del segmento latinoamericano. Por ejemplo, la intención de involucrarse en actos ilegales para expresar su opinión es más alta en todos los casos que el promedio internacional: República Dominicana, México, Chile, Perú y Colombia, de mayor a menor.

Los medios para informarse son, principalmente, la televisión, conversaciones con los padres, leer periódicos impresos e internet. Peores números en todos los casos para México que el promedio global internacional. No obstante, la intención de participar en elecciones es levemente mejor en México.

Las actitudes de los alumnos en temas relevantes también son un filón para profundizar en el caso mexicano. Los asuntos globales percibidos como amenazas para el mundo son la contaminación, la escasez de agua, la escasez de alimentos, enfermedades infecciosas, crimen y pobreza; en tanto que las menos preocupantes, la escasez de energía y la sobrepoblación.

La confianza en distintos actores entre los participantes de América Latina fue más alta para los medios (televisión, diarios y radio) y más baja para partidos políticos.

Las conclusiones del INEE señalan que México avanzó respecto a 2009, cuando se realizó la primera prueba; sin embargo, se encuentra por debajo de la media internacional. Además, afirman: “La escuela es un sitio más hostil en México que en la media de países”, una nota inquietante para el sistema que experimenta la reforma más honda de las décadas recientes.

Reflexión final

Los estudios de este tipo pueden ser cuestionados por razones válidas, desde su fundamentación, como las comparaciones que propician entre contextos disímiles, como Dinamarca y México o República Dominicana. O porque una parte se basa en las percepciones de los estudiantes, absolutamente personales y dependientes de marcos culturales e interpretaciones.

Admitiéndolo, y con precauciones metodológicas y contextuales, la información es rica para distintos exámenes, como el de las fuentes informativas con las cuales los estudiantes alimentan opiniones y actitudes.

Por otro lado, conviene recordar la edad de los participantes, todavía niños, según las convenciones internacionales y las definiciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia; así, los datos apuntan indicios que pueden o deben explorarse con estudios de otro corte, que construyan evidencias para sustentar políticas formativas en el imprescindible territorio de la ciudadanía.

Para Ken Robinson (Escuelas creativas. La revolución que está transformando la educación), las escuelas juegan un papel decisivo “a la hora de fomentar el civismo ciudadano, pero no lo conseguirán si se limitan a impartir cursos académicos sobre ello; deben convertirse en entornos que practiquen estos principios en su funcionamiento diario si quieren lograrlo”. Funcionar como un laboratorio democrático es un reto de enorme complejidad, pero indispensable gesto de coherencia del sistema escolar.

La sociedad democrática existe por un conjunto de condiciones: un marco normativo, de libertades para la conformación de partidos políticos, de libertades y derechos para la organización y expresión; medios que den cauce a la diversidad, organismos electorales autónomos e imparciales y ciudadanos informados, educados en asuntos cruciales para la responsabilidad política y ciudadana.

No hay, pues, posibilidades de una sociedad democrática donde no existan ciudadanos con plenos derechos y deberes justos. No es solo tarea de la escuela, pero también debe contribuir en ese horizonte deseable todavía (a veces con urgencia) en varios de nuestros países latinoamericanos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/01/12/la-formacion-ciudadana-los-ninos/

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Informe sobre la Educación en el Mundo 2017-18

Por: Juan Carlos Yáñez

La rendición de cuentas y la evaluación, además de para saber en qué situación se encuentran los sistemas educativos, puede ser beneficiosa para ofrecer elementos para que la sociedad empuje hacia el horizonte deseable.

Dos circunstancias alentaron la exigencia de rendir cuentas: como rasgo característico de sociedades democráticas, con ciudadanía informada, demandante y preocupada por el destino e impacto de políticas, recursos y actuaciones gubernamentales e institucionales; por otra parte, como hija de la desconfianza en instituciones, en este caso, educativas, responsabilizadas de los resultados que logran, a veces al margen de las decisiones de ministerios o autoridades superiores.

El segundo rasgo aparece sobre todo en sociedades menos desarrolladas, políticamente frágiles. Allí se concibe para vigilar instituciones usadas como trampolines políticos, negocios particulares o grupales, y corruptas en sus prácticas frente a la sociedad.

En el cruce de factores se acuñaron discursos y prácticas que privilegiaron la rendición de cuentas, a veces, como acción que tiene sentido por sí misma. El abanico de progresos en el mundo es amplio, pero desigual y precario.
El 24 de octubre se presentó en Nairobi el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2017/18” ante ministros de educación, profesores universitarios, organizaciones de la sociedad civil, donantes y jóvenes. El grupo encargado eligió precisamente el tema de la rendición de cuentas.

Según la página de la UNESCO, los objetivos de la presentación se resumen en tres:

  • Informar a los encargados de elaborar las políticas los diferentes enfoques de la rendición de cuentas que se utilizan en distintos contextos, los beneficios y desventajas.
  • Compartir recomendaciones pertinentes a los responsables de políticas nacionales, regionales y mundiales.
  • Ampliar el perfil del Informe entre los principales actores y organizaciones de la educación y reafirmarlo como herramienta de promoción basada en indicadores para monitorear el progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el número 4, relativo a la educación.

Como se recordará, los 17 ODS son, entre otros, el fin de la pobreza, reducir el hambre a cero, mejorar salud y bienestar, alcanzar la equidad de género, abastecer a todos de agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, acción por el clima y paz, justicia e instituciones sólidas.

La ausencia de rendición de cuentas, se afirma, pone en peligro el progreso, porque posibilita prácticas perjudiciales. Su destinatario principal son los gobiernos, porque son los responsables principales de garantizar el derecho a la educación, suscrito por la gran mayoría de los países, aunque solo en una porción de ellos sea justiciable.

El Informe se basa en el examen de 101 sistemas educativos. Coloca varias asignaturas en la agenda: procesos de planificación poco participativos, que impliquen y comprometan, acompañados de rendición de cuentas horizontal. La existencia de defensores del pueblo fue una de las razones para que países latinoamericanos mejoraran el acceso a servicios de educación, salud y vivienda entre 1982 y 2011.

La enseñanza privada es una de las aristas. Ante el aumento de países en donde creció el tamaño de la matrícula atendida en instituciones de ese tipo y la ausencia de reglamentaciones rigurosas, que da paso a ofertas pobres frente a insuficiencias de la escuela pública; escuelas privadas convertidas en negocios puramente lucrativos. Al respecto, alerta sobre la expansión del mercado educativo a través de cadenas transnacionales, un fenómeno del cual América Latina se convirtió en ejemplo para instaurar procesos privatizadores en contextos adversos.

El Informe abarca la educación superior. Relata avances en la instalación de organismos para garantizar la calidad educativa, aunque la mayor parte de los reportes producidos circulan apenas entre expertos. En este ámbito, se registran avances en el acceso, aunque distantes de la universalización; destacan los casos de Brasil y Laos, donde las leyes prohíben la discriminación en el ingreso a estudios universitarios y promueven la incorporación de minorías y grupos desfavorecidos.

Los organismos con ánimo de lucro deben rendir cuentas, juzga el Informe, pues su influencia es notorio y creciente en algunos contextos. Las empresas que sirven alimentos en las escuelas son una de las poderosas; deben transparentar el uso de recursos gubernamentales o de donantes, y para que los beneficios sean adecuados. Chile es buen ejemplo; Ghana, el contrario.

Conclusión

Los avances en las 10 metas del objetivo 4 para el Desarrollo Sustentable son insuficientes y diferenciales. Falta traducir las leyes y políticas en prácticas; los ejemplos son varios, como en Tayikistán, donde muchas escuelas no tienen calefacción en invierno, pese a la reglamentación. Otra urgencia reside en reportar progresos mediante informes nacionales creíbles, que alienten la confianza en que su contenido refleja realidades basadas en evidencias. Además, se precisa una mayor preparación de los implicados, especialmente en el entorno de la escuela y en la prensa, para evitar interpretaciones simplistas.

Los docentes tienen parte de la responsabilidad de rendir cuentas, pero enfrentan presiones crecientes y exigencias contradictorias, pues asumen tareas no reconocidas ni recompensadas, desmotivantes, como la carga de trabajo destinada a llenar informes, así en Suecia como en Japón. En muchos países, reducción de plazas permanentes y disminución de derechos.

El documento cierra con recomendaciones agrupadas en dos bloques: concebir un sistema de rendición de cuentas robusto y ponerlo en práctica. Cuidadosos como son esta clase de informes, los autores balancean sus juicios, aunque no esconden la preocupación de que las tendencias harían inalcanzables las metas trazadas para el mundo, con las reconfirmadas diferencias entre países de ingresos altos, medianos y bajos.

Aunque el eje del Informe es la rendición de cuentas, los avances en metas son motivo de inquietud o franca preocupación. No está aliviado ni cerca el estado crítico de los sistemas educativos en varias regiones y muchos países, pero la rendición de cuentas podría ofrecer elementos para que la sociedad empuje hacia el horizonte deseable y no permita que gobiernos e implicados evadan su responsabilidad histórica.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/11/16/informe-sobre-la-educacion-en-el-mundo-2017-18/

Fuente imagen: https://es.unesco.org/gem-report/sites/gem-report/files/styles/homepage_feature_image/public/2017-10/GEM%202017%20Cover.png?itok=yGDQ0cZC

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El absurdo de las tareas escolares irrelevantes

Por: Juan Carlos Yañez Velazco

Una querida colega, irritada, me confiesa: ¡es absurda la cantidad de tareas que deben llevar los hijos a casa! Entre paréntesis debo agregar: los suyos, como los míos, estudian en distintos colegios de paga; así que el incordio no es generalizable pero sí bastante común.

Por ese tipo de razones sostengo, tiempo atrás, que la escuela debe cambiar primero reformando la manera en que estamos pensándola y diseñándola. Entiéndase entonces el contenido de este artículo: no es la crítica a una, dos, tres escuelas, sino a una concepción que permea de forma casi generalizada y no admite alternativas.

Hecha la advertencia, explico una veta: a las 7 de la mañana estamos dejando a los hijos en la escuela para salir a las 14 horas (o más). Con tiempos justos, entre el traslado y la comida, a las 15:30 o 16 horas estarán terminando su comida. La cordura impondría un poco de reposo, pero a veces no se puede, porque hay actividades vespertinas, deportivas o de otros tipos, unas obligatorias por la escuela, otras que decidimos en casa.

Si solo tienen una actividad extracurricular, a las 6 regresamos, a bañarse o directo a las tareas. Una o dos horas, aunque, según contaba una profesora universitaria, su hijo, en secundaria tenía más actividades que los alumnos en la universidad y su jornada se prolongaba hasta la noche.

Con moderación, a las 19 o 20 horas los hijos estarán libres para cumplir el más sagrado de sus derechos: ser niños, esto es, para jugar, husmear, inventar, ver la televisión, sin mandatos externos, sin orientaciones ni prescripciones, eligiendo lo que ellos quieran. Sí, tienen menos tiempo libre que nosotros, ya lo recordarán los de mi edad y cercanos. Luego, cenar y dormir. Y así, cada día o casi todos los días, 200 al año.

Las comparaciones son odiosas, dicen, pero inevitables, y necesarias a veces. Un documental breve que circula en redes sociales de Michael Moore cuenta la visita a Finlandia para conocer por qué los habitantes de ese país sorprendieron al mundo con sus resultados escolares, y porque se le considera uno de los referentes mundiales.

No voy a resumir los diez minutos del video hecho por el irreverente cineasta. Solo traigo dos escenas. Una, de la entrevista que tiene con la ministra de Educación quien explica, palabras más palabras menos, el “top secret”: ¡en Finlandia no hay tareas para casa! Y luego lo confirma con jóvenes estudiantes que dedican 10 o 15 minutos al día. Un director de secundaria remata: el término “tareas” es obsoleto.a_fr_opt

La segunda imagen es también impactante para Moore; pregunta a una maestra: ¿cuántas horas van los niños a la escuela? La respuesta es un mazazo a las creencias del capitalismo escolarizado de su cultura: tres o cuatro horas, depende, pero veinte a la semana. Cada uno puede seguir la reflexión por el hilo que le convenga.

Mientras escribo estas líneas el fin de semana en casa, un tuit de mi colega y amiga @rosamariatorres me liga a una nota publicada en España por “El Diario”: los padres de familia convocan a una huelga de deberes (tareas) para noviembre. Alegan que falta una materia en el currículum: Mi tiempo libre. El lunes continúo el debate español: el Partido Popular, el Socialista Obrero Español y Ciudadanos están enfrascados en el tema. ¡No es frivolidad, ni pereza!

Concluyo con una afirmación de otro dilecto amigo, Juan Miguel Batalloso: “La calidad de un proceso educativo no puede medirse por la cantidad de actividades, ejercicios, contenidos, disciplinas o asignaturas, sino por la relevancia para la propia vida personal, social y comunitaria del aprendiz”.

Con 46 años metido en la escuela yo no me fío, créanme, de la certificación ISO; me bastan los certificados del sentido común.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-absurdo-de-las-tareas-escolares-irrelevantes/

Imagen: www.wapa.pe/sites/default/files/styles/img_600x406_1foto/public/imagen/2016/04/24//Nota-10974-estudiar.jpg?itok=ndmWjZbn

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La inequidad contra la escuela

Por: Juan Carlos Yáñez

México, el tercer sistema educativo más grande de América se enfrenta al doble reto de hacer que aumente la escolarización al tiempo que mejora la calidad de la educación.

México tiene un sistema educativo enorme: el tercero más numeroso del continente americano, después de Estados Unidos y Brasil. Más grande que casi todos los países de América Latina en su población: 2 veces Chile, o los habitantes de Chile y Ecuador juntos, 3 veces Cuba, 10 veces Uruguay. Sin embargo, lo oscurece un mundo paralelo: 30 millones de mexicanos mayores de 15 años no hicieron efectivo el derecho humano y constitucional a la educación básica, esto es, primaria y secundaria, 12 años en total si se incluye la preescolar (3-5 años de edad).

De acuerdo con el informe 2017 del presidente de la República, 36,6 millones de alumnos de preescolar a la universidad se inscribieron en el ciclo 2016-2017, pero al finalizar varios cientos de miles abandonaron el camino a la escuela. El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) estima el abandono entre 600 y 700 mil solo en la educación media superior (15-17 años); más de un millón si agregamos a los estudiantes que expulsa la escuela secundaria (12-14 años). La pregunta obligada: ¿Quién abandona a quién?

Conforme se avanza en la pirámide escolar el estrechamiento de las posibilidades de permanecer y culminar se recrudece, con un efecto adicional: los que terminan el último ciclo de la enseñanza obligatoria (bachillerato o educación media superior), lo están haciendo con precarios aprendizajes respecto al currículum oficial. Los datos que arrojó la primera prueba del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) del INEE, hace un mes, expusieron falencias y trazaron coordenadas de la geografía inequitativa.

Aunque el acceso al bachillerato aumenta sin cesar, la permanencia con buena calidad corre detrás y distante. Según el informe presidencial referido, la matrícula nacional en la educación media superior la componen 5,1 millones de estudiantes, lo que representa una cobertura del 76,6 % en el grupo de edad correspondiente; 10 puntos porcentuales más que al inicio de la década. En el mismo lapso, la eficiencia terminal únicamente se elevó 3 puntos, con desgajamientos distintos dependiendo de los niveles socioeconómicos en que se ubican los estudiantes y sus familias.

La prueba PLANEA, que mide dos áreas, Lenguaje y comunicación y Matemáticas en estudiantes del último grado, demuestra también lo que ya cabía esperar: resultados diferenciados en los diversos subsistemas que componen ese complejo tipo educativo (bachilleratos universitarios, tecnológicos, industriales, del mar, agropecuarios, educación profesional, privados, comunitarios…); entre instituciones en cada subsistema; al interior de las instituciones, por regiones geográficas, grados de marginación y turnos. Además, que los logros de aprendizaje se relacionan con el contexto de la escuela y familiar de los alumnos.

La gráfica siguiente es reveladora de los resultados promedio en función del decil de la población en el cual se colocan los estudiantes, en una escala de 200 a 800 puntos. Los más pobres tiene un resultado promedio de 469 puntos, lejos de los 537 del extremo contrario, una diferencia que podría significar dos grados escolares.

La segunda imagen lo expresa de manera también cruenta en otros aspectos: los promedios de los alumnos están vinculados con el grado de escolaridad de la madre y la condición de hablante de lenguas indígenas.

Con base en estas evidencias, México, el tercer sistema educativo más grande de América, tiene un reto doble: seguir elevando la escolarización y, sobre todo, mejorando la buena educación, que no se alcanza sin el atributo de la equidad. No es fácil: el peso de las condiciones sociales, del entorno cultural, del medio social donde se inserta la escuela y, en el extremo, la condición de hablantes indígenas es muy fuerte. La calidad educativa se condiciona por el entorno, pero no es destino fatal. Es posible cambiar la escuela, pero se necesita vigorizarla, renovarla, reinventar la pedagogía, con una dosis adecuada y sensible de políticas públicas y financiamiento.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/10/25/la-inequidad-contra-la-escuela/

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La escuela no es una isla

Por: Juan Carlos Yáñez

Pobreza cultural y material, hambre, inseguridad, desaliento, penetran en las mochilas de niños y maestros, menguan poder a la acción pedagógica de la escuela y desafían presente y futuro.

Raffaele Simone, lingüista y profesor italiano en la Universidad de Roma III, aseguró que no hay islas felices en archipiélagos de tristeza. En el mundo de la escuela están documentadas lasvinculaciones múltiples entre la institución educativa y el entorno social, cultural y económico; entre las islas y el archipiélago.

Las escuelas no son ajenas a la calle, al pueblo, a la ciudad; ella le da sentido a lo que los alumnos acumulan y llevan a las aulas. El valor de la familia es fundamental para potenciar posibilidades formativas del centro escolar.

Contextos culturales ricos, atmósferas familiares donde imperan hábitos ligados a la vida escolar, como viajes o lectura cotidiana, promueven condiciones favorables para el desempeño escolar, pero no bastan. De ámbitos ajenos también pueden provenir buenos estudiantes; quizá el ejemplo mundialmente más paradigmático sea Albert Camus y Germaine, su maestro de infancia.

En muchos países latinoamericanos el contexto de la escuela es adverso. Fuera de la escuela, a los alumnos (y maestros) los circundan factores contrarios a los proyectos pedagógicos: banalización cultural, un predominio mediático que no tiene reposo en su capacidad de penetración y en la construcción de sentidos comunes donde priman instantaneidad y fugacidad, entre otros fenómenos. Los problemas económicos persisten en la segunda década del siglo, con fantasmas como el hambre, miseria y desamparo, que carcomen la vitalidad cotidiana en millones de familias y dejaron a alumnos (y educadores) con déficits serios en satisfactores materiales y simbólicos; por otro lado, amenaza una pinza mortal nutrida de violencia, muerte e inseguridad en una sociedad atónita.

Eliminar ese coctel parece lejano y por momentos imposible; su impacto mutila esperanzas e inyecta bombas de desaliento. Su presencia no es ajena, no se queda a las puertas de escuelas y aulas. Pobreza cultural y material, hambre, inseguridad, desaliento, penetran en las mochilas de niños y maestros, menguan poder a la acción pedagógica de la escuela y desafían presente y futuro.

En el interior de la institución escolar los problemas florecen: niveles deficientes en los aprendizajes y resultados de los estudiantes, a juzgar por los indicadores que arrojan las pruebas estandarizadas. En matemáticas, lenguaje y ciencias, áreas privilegiadas en esos instrumentos, las estadísticas no alientan optimismo, aunque las precisiones obligan a matizar juicios, pues los resultados no son variables independientes y están condicionados. En la experiencia cotidiana muchos maestros sentimos que las carencias son inadmisibles, o no comprendemos por qué persisten; a lo cual sumamos la apatía que los estudiantes muestran por la escuela y sus rituales, como tareas, lectura, atención en clase o disciplina. Por supuesto, no caben las generalizaciones. El problema no es individual, ni de voluntarismos. La historia de la profesión se cinceló con ese martillo.

La precariedad material es signo de oprobio, de atraso económico e incongruencia ética. En gran parte de las escuelas públicas no hablamos de bibliotecas o espacios alternos para el aprendizaje de idiomas, herramientas tecnológicas o saberes prácticos, sino de edificios, mesas y sillas, pizarrones, sanitarios, drenaje o servicios de agua y electricidad.

A estos fenómenos perennes se agregan nuevos. En México, un portal digital y una organización de la sociedad civil recientemente pusieron al descubierto una enorme telaraña de corrupción gubernamental. La operación, llamada “La estafa maestra: graduados en desaparecer recursos públicos”, habría desaparecido solo en 2 años más de 400 millones de dólares entre ministerios del Estado, empresas nacionales (como la importante Petróleos Mexicanos), empresas fantasma y universidades públicas. En un país carcomido por la corrupción, la impunidad y el cinismo, el hecho indignó a muchos sectores sociales y alertó por la complicidad de rectores y autoridades de las 8 universidades implicadas.

La penetración de esos males en el mundo universitario tampoco es inédita; pero alarma por lo que podría estar ocultando, especialmente porque la educación superior sigue siendo privilegio de una minoría de los jóvenes en edad de cursar estudios universitarios, como así lo constata el reciente informe de la OCDE, Panorama Educativo 2017, que coloca a México como el vagón en la cola del indicador.

Si no fuera poco, crece incesante un desafío que rodea al tercer sistema educativo más grande de América Latina, el mexicano: la violencia, expresada en las cifras de ejecuciones del crimen organizado, o de los cuerpos del Estado en la batalla contra los carteles de la droga y decenas de miles de desaparecidos. Un balance letal que interpela a la escuela, vulnerada y vulnerable, urgida de provisiones mayores.

En un contexto inédito, atiborrado de retos, con problemas en el entorno y dentro de la escuela, el maestro sigue funcionando en solitario, como caballero andante abandonado, en un jamelgo desprolijo, sin brújula y sueños maltrechos; sin embargo, se mueve, y mientras se mantenga en movimiento, la esperanza persistirá, aunque el contexto asfixie.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/author/juancarlos/

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Trabajo adolescente y escuela en América Latina

El Sistema de Información y Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL) es una plataforma de estadísticas, documentos, informes, debates y publicaciones para el «seguimiento de la situación educativa de niños, adolescentes, jóvenes y adultos en la región latinoamericana», en la búsqueda de asegurar el derecho a la educación.

Inspirado en ese ideal, en agosto de 2016 publicó un cuaderno sobre la situación de adolescentes trabajadores y los obstáculos para ingresar y permanecer en la escuela: “El trabajo de mercado como obstáculo a la escolarización de los adolescentes” (http://www.siteal.iipe.unesco.org). Sus autoras, Vanessa D’Alessandre, Yamila Sánchez y Ximena Hernández, trazan una cartografía de las dificultades para cumplir convenciones internacionales y leyes locales. Además, revisan algunos planes nacionales para la erradicación del trabajo infantil, elaborados entre 2000 y 2015, lo cual permite contrastar datos e intenciones gubernamentales.

Es verdad que en las décadas recientes los progresos en el acceso a la escuela son inocultables; prácticamente todos los niños de entre 6 y 11 años están en ella, ocho de cada diez de entre 15 y 17 años están escolarizados, y las leyes nacionales se extendieron hacia abajo y adelante; México y Ecuador son los más avanzados, al ofrecer educación a partir de los 3 y hasta los 17 años.

La expansión es innegable, pero también los problemas, en un mapa de desigualdades sociales que se reproducen cruelmente en el territorio de la institución escolar: niños y adolescentes que cumplen un doble papel, como estudiantes y trabajadores en la familia o fuera de ella, asalariados o no; niños y adolescentes que abandonan la escuela o nunca pisaron las aulas.

La asistencia a la escuela está afectada por la condición social, localidad y género. Los varones no escolarizados, pertenecientes a estratos sociales bajos, tienen en promedio tres veces más probabilidades de laborar, boleto para la rifa fatal que conduce al abandono. En contextos rurales se agudiza la condena. En el caso de quienes persisten en la carrera escolar, el hándicap es difícilmente salvable; las autoras del informe citado afirman una verdad anunciada: «la incorporación temprana de los adolescentes a actividades económicas compromete algunas de las condiciones básicas para que la escolarización sea posible».

Las contradicciones formales tampoco cesaron. La mayoría de los países ubican en 14 años la edad mínima para ejercer una actividad económica, y solo Argentina la extendió hasta los 16 años, pero en 12 países latinoamericanos el límite legal para poder ingresar a una actividad económica es inferior a la edad en que deberían finalizar la escuela media.

¿Por qué trabajan los adolescentes? De la revisión de los planes nacionales para la erradicación del trabajo infantil aparecen cinco causas: carencias materiales persistentes; la creencia de que trabajar constituye una experiencia valiosa en la formación y socialización de los adolescentes, esto es, la tolerancia o naturalidad del fenómeno, especialmente entre familias de condición precaria; alta demanda de mano de obra adolescente, sobre todo en el sector agrícola; debilidad de los Estados para cumplir y hacer cumplir la ley e implementar políticas públicas, así como falta de legitimidad de la educación escolar.

¿Fueron los niños o adolescentes varones, de contextos rurales y pobres quienes abandonaron la escuela, o los proyectos nacionales han sido incapaces, en general, de retenerlos y proveerles a las familias y a ellos de condiciones sociales para que no se marchen?

En el oscuro presente los adolescentes y niños que trabajan podrían paliar un poco el hambre y la necesidad material en los hogares; en el futuro, sus vidas podrían tornarse más frágiles, pues las condiciones de salud, nutrición y escolarización serán magras, empeñando futuro personal y familiar cuando les llegue la hora de encabezarlas. Se perpetuará, así, la pobreza material, educativa y cultural, en un continente tan rico como desigual. Lamentablemente, la historia no auspicia demasiada esperanza.

Fuente del Artículo:

Trabajo adolescente y escuela en América Latina

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Otros muros: la educación indígena

por: Juan Carlos Yáñez Velazco

Las decisiones trompicadas del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, casi universalmente repudiadas, son un tremendo desafío a la diplomacia, e inéditas pruebas para la gobernanza. En otra dimensión, son un recurso didáctico de inestimable potencial para usar en las clases de cualquier materia, sobre todo en aquellas que explícitamente se proponen la formación cívica o ciudadana.

En México, el país más ligado a la potencia mundial por razones geográficas, históricas, culturales y económicas, la interpelación al sistema educativo es ineludible. Pongamos una dimensión que ya se vislumbra: si los inmigrantes mexicanos retornan al país, la escuela pública tendrá que recibirlos física y culturalmente; miles de hijos de inmigrantes probablemente no hablen el idioma de sus padres, el de los centros a donde deberán incorporarse para continuar o comenzar sus estudios. El reto es financiero, cultural, social y pedagógico.

Hay otra cara que resulta brutalmente reveladora, sutil pero fuertemente conectada. La condición invisible de sus propios indígenas, quienes habiendo nacido en localidades marginadas enfrentan una situación inaceptable en un siglo llamado “del conocimiento” y otras expresiones eufemísticas en países subdesarrollados.

El muro que la historia de la educación mexicana ha construido sistemática y eficazmente demuestra estar en pie, cumplir su encomienda excluyente y resistir avatares discursivos. Las cifras presentadas el penúltimo día de enero por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) son triste recordatorio de la deuda con los pueblos originarios, como así lo reconociera Sylvia Schmelkes, consejera presidenta del Instituto autónomo.

A modo de ejemplo, algunos datos sobre la condición educativa de los indígenas mexicanos, comenzando con las cifras demográficas que demuestran su tamaño entre la población nacional, superior a los 119 millones, según el más reciente conteo oficial. 21 % de los habitantes declara ser indígenas, de ellos, 7 millones tienen menos de 17 años. El 10 % de los mexicanos habla lengua indígena o es parte de hogares indígenas; en el país se usan 68 lenguas indígenas y 364 variantes lingüísticas. 8 de cada 10 indígenas viven en condiciones de pobreza: ser indígena es prácticamente sinónimo de pobre y rezagado escolar o excluido de la escolarización, como se aprecia en los datos siguientes.

El analfabetismo es tres veces mayor en población indígena; su escolaridad promedio es de primaria, mientras en el resto de la población, de secundaria. 1 de cada 5 niños no asiste a la escuela; y entre los asistentes, 1 de cada 10 no cursa el grado correspondiente. 4 de cada 5 no obtienen los aprendizajes esperados en Matemáticas y Lenguaje y comunicación, las áreas que mide el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes.

Las condiciones para la enseñanza también son un muro: 1 de cada 10 escuelas primarias indígenas carecen de servicios básicos; en 8 de cada 10 primarias el director también es maestro frente a grupo; más del 50 % de los docentes de primarias indígenas no hablan esas lenguas. Por otro lado, en una decisión de implicaciones muy fuertes, la educación intercultural se ofrece solo a los indígenas.

No es preciso abundar más en este montón de ladrillos con los cuales el sistema educativo elevó un muro gigantesco y excluyente. Por esas realidades, el INEE propuso seis directrices, concebidas como “recomendaciones para mejorar las políticas educativas orientadas a garantizar el derecho a una educación de calidad para todos”. Con ellas se busca, entre otros propósitos, la pertinencia lingüística y cultural y que los pueblos originarios sean consultados sobre la educación que reciben, como expresión indispensable de su derecho.

Estas recomendaciones no admiten dilación. Concretarlas significaría dinamitar la muralla que encarcela a los indígenas, los más excluidos, quienes han debido sumar, a su pobreza material, la pobreza de la enseñanza recibida. Derribar esos muros es una manera de darle congruencia a las urgentes reivindicaciones frente a las políticas delirantes del execrable Donald Trump.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/otros-muros-la-educacion-indigena/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/11/5839b8e074b64.jpg

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