Javier Palazón, director de EDUCACIÓN 3.0, reflexiona sobre la necesidad de fomentar la pasión por la lectura desde edades tempranas y demostrar a los jóvenes que hay vida más allá de las pantallas.
Al poco de nacer EDUCACIÓN 3.0, alguien me preguntó por qué escribíamos tanto sobre libros si éramos un medio especializado en innovación. Aunque la pregunta me sorprendió por inesperada, recuerdo bien mi respuesta: “¿Acaso no hay nada más innovador que leer?”. Hoy sigo manteniendo estas palabras, especialmente en un momento en el que la tecnología ocupa un lugar protagonista en nuestras vidas y, sobre todo, en la de los más jóvenes: la lectura, con independencia del soporte, se ha convertido más que nunca en un acto innovador, totalmente transformador y hasta revolucionario para el que la abraza.
Resulta vital fomentarla en unos tiempos en los que las plataformas de vídeo, los videojuegos y, especialmente, el protagonismo del teléfono móvil con sus múltiples aplicaciones de mensajería y redes sociales están desplazando a marchas forzadas el placer de leer conseguido generalmente durante la infancia. Me atrevería incluso a ser alarmista y afirmar que si no se consigue un equilibrio entre la lectura y el uso indiscriminado y sin límites de la tecnología en edades tempranas, este desapego puede convertirse en una verdadera catástrofe pedagógica y cultural con repercusiones que quizás no seamos capaces de discernir todavía.
Un mundo por descubrir
En esta sociedad de la velocidad y del ruido incesante, necesitamos ser capaces de demostrar a los más jóvenes que hay vida más allá de las pantallas y que en las páginas de un libro hay mucho más mundo por descubrir que en las historias de Instagram o en los vídeos de TikTok. Debemos educar en la soledad de la lectura, en el ensimismamiento que sólo es capaz de producir leer un libro de forma sosegada, tranquila y paciente.

https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/leer-es-innovador/
Después de muchos años de coincidir con estos bichos raros en toda clase de eventos educativos y de conocer de primera mano sus proyectos e iniciativas, entiendo perfectamente que se sientan y se definan de este modo. Motivos para autodenominarse así no les faltan. Son raros por creer en una educación muy diferente a la tradicional, en las antípodas de la clase magistral; raros porque siguen en su empeño a pesar de no contar en numerosas ocasiones con el apoyo de sus compañeros de claustro o, mucho peor, de lo equipos directivos de sus centros; raros porque suelen olvidarse de los libros de texto cada comienzo de curso para utilizar en sus clases cualquiera de las pedagogías activas de las que llevamos hablando años en este medio de comunicación (Trabajo por Proyectos, Flipped Classroom, Aprendizaje Cooperativo, gamificación…); raros porque creen en la importancia de la Inteligencia Emocional dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje; raros porque son conscientes de que cada estudiante tiene una capacidad distinta a la de su compañero, ni mejor ni peor, pero diferente (Inteligencias Múltiples); raros porque, en definitiva, han decidido abandonar la tan manida zona de confort para emprender un viaje hacia un territorio desconocido, hacia una educación cuyos cimientos y andamiajes se están construyendo ahora mismo con el objetivo de disfrutar de un edificio sólido y con muchísimo futuro por delante.






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