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Dejen que los niños caminen y corran

América del Sur/Chile/02 de Septiembre de 2016/Autora: María Victoria Peralta/Fuente: Cooperativa 93.3Fm

Continuando con la línea expuesta en la anterior columna (¡Dejen que los niños jueguen!) y basándonos en la observación de la vida cotidiana de los niños en nuestras ciudades, parece nuevamente un tanto inverosímil tener que hacer un llamado para que se les permita caminar y correr.

Ello, porque se constata en las calles, que cada vez más niños, incluso de cinco o seis años, son llevados permanentemente por sus padres en cochecitos plegables con gran incomodidad, ya que éstos son elaborados para lactantes.

Puede entenderse que a veces sean usados para realizar alguna gestión rápida o cuando las veredas no son las más adecuadas para niños pequeños, pero privarlos de caminar y correr habitualmente es un riesgo importante para su salud y bienestar. Sobre todo cuando la mayoría vive en departamentos o espacios reducidos.

Si nos remitimos a lo que sucede en algunos países desarrollados como EEUU, veríamos que esta práctica es muy frecuente con niños incluso mayores, quienes andan absolutamente doblados en estos coches. A la par, se observan muchos párvulos y padres obesos que apenas pueden caminar, correr y menos subirse a aparatos, por falta de ejercicio y excesivo consumo de comida chatarra.

En Chile esta tendencia ha ido en aumento tal como lo señalan diferentes estudios; demás está decir todos los problemas que genera este sedentarismo a tan corta edad. La sugerencia entonces sería, no sólo a propiciar que los niños caminen y corran cuando salen a pasear con su familia, sino a realizar juegos que los motiven y diversos tipos de movimientos reiteradamente.

Cabe destacar el aporte que tenían los juegos tradicionales del folclore popular como “la guaraca”, “los pajaritos”, el “mandandirun-dirun-dan”, “vamos jugando a la pájara pinta”o las rondas, entre tantos otros. Éstos junto con estimular la motricidad gruesa en forma entretenida, beneficiaban las relaciones entre niños, el lenguaje, lo musical, el respetar turnos, etc.

Hoy hay proyectos educativos en nuestro país que están favoreciendo este tipo de actividades.Por ejemplo en San Bernardo es conocida la valorización que se hace de los juegos infantiles tradicionales y del baile como parte del folclore que propician.

En la comuna de Castro, Chiloé, otro proyecto de valorización de su cultura y entorno natural, colabora con que los párvulos salgan frecuentemente a explorar su medio: vayan a museos, talleres artesanales, mercados, playa, humedales, a los parques naturales, entre otros. Allí pueden caminar, correr, trepar, tocar, saltar, asombrarse y aprender con la riqueza de su entorno.

Por el contrario en nuestras grandes ciudades cada vez salen menos niños de los jardines infantiles y escuelas; las aparentemente necesarias, pero muy limitantes normas existentes de las instituciones casi lo prohíben. Además, el apoyo de las familias para salir es difícil, lo cual concluye en que los niños casi no pasean. ¡Qué diferente es esto en algunas de las naciones con las que nos gusta inspirarnos!

Por ejemplo en los países europeos, en especial los nórdicos con su duro clima de nieve y frío, los niños y niñas salen a explorar activamente su medio desde la sala cuna. Van a los bosques, caminan mucho, se equilibran en pasarelas naturales, trepan a los árboles caídos, recogen hojas y semillas e incluso los mayores (5 a 6 años) parten leña. Es decir ejercitan ampliamente su motricidad gruesa en actividades con sentido.

Quizás por nuestra idiosincrasia más sobre protectora no podamos llegar a tanto, pero por favor, padres y educadores, dejemos que los niños jueguen en los pasajes, cites, canchas, plazas, parques y organicemos juegos colectivos que propician esta motricidad.

Para un Chile más sano, ¡que los niños y niñas caminen, corran y jueguen!

Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/educacion/20160115073813/dejen-que-los-ninos-caminen-y-corran/

Fuente de la imagen: http://todoparamamas.com/cole-1-2/

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Artículo: Las “tareas” en educación parvularia

Autora: María Victoria Peralta

América del Sur/Colombia/Julio de 2016/Cooperativa 93.3

Uno de los temas que ha generado debate entre los complejos asuntos en discusión que enfrenta la educación del país, ha sido el de las tareas escolares. A raíz de la presentación de un proyecto legislativo que pretende normarlas y/o suprimirlas, han surgido diversas reacciones en distintas publicaciones, insólito reglar algo tan propio del quehacer escolar como son las tareas. En realidad, en un país tan legalista como el nuestro, no es extraño que ello suceda.
El problema de fondo está en qué se entiende por tarea. Si ello involucra lo que señalan ciertos sectores, extensas actividades escolares muy similares a las que se hacen en los establecimientos que agotan a niños y familias, impidiendo el descanso y la realización de otro tipo de actividades, las tareas deberían acabarse.
Si por tarea, implica actividades para investigar, compartir, buscar experiencias en otros escenarios, ¡vivan las tareas! Lo complicado es que esta denominación ha adquirido ya un carácter aburrido y repetitivo, inadecuado para cualquier aprendizaje complementario que se espere de ellas.
En educación parvularia, este tipo de tareas debería suprimirse casi por ley divina para plantear lo inadecuado que es esta medida en esta etapa y de esas formas; esta práctica que antes no existía, atiborra a los niños y niñas de hoy que deberían estar de vuelta a su hogar, jugando, cantando, compartiendo con su familia o saliendo a diversos lugares interesantes.
Sin embargo, es cada día más común encontrar en sus mochilas, cuadernos llenos de números y letras a copiar u otras actividades de ese tipo, propias de la sobre escolarización de este nivel que ya hemos comentado en esta columna. En estos cuadernos, estrellitas o dedos aprobatorios en cada “trabajo” atestiguan su cumplimiento, en un condicionamiento clásico.
En este nivel, las actividades en el hogar como deberían llamarse, convendrían que tuvieran el carácter de sugerencias, siendo su propósito fortalecer el rol formador de las familias, y ampliar las experiencias más allá del jardín infantil en función a propósitos concordados.
Entre ellas, estarían indagar antecedentes de su familia para llevar al centro infantil (fotos, historias de los abuelos, de su nombre, etc.), inventar cuentos, seleccionar objetos interesantes para comunicar mejor sus intereses a su grupo de pares, buscar recortes de temas que les interesan, tener pequeños experimentos para observar cambios, o seleccionar música para compartir con sus compañeros.
Salidas a museos, centros artesanales, plazas de juegos, exposiciones, huertas, mercados, etc., son lugares interesantes donde realizar estas actividades complementarias, que deberían aportar a su formación integral, basándose siempre en las características e intereses de los niños y niñas.
Por tanto, aprovechemos esta discusión para poner sobre la mesa este obscuro tema que son las tareas escolares las que, en vez de favorecer el goce por aprender, lo acaba, planteamiento que es válido para todo nivel educativo.
Ello no termina con leyes, sino con criterio, formación pedagógica adecuada y en especial con un sistema normativo que impulse la creatividad, el descubrimiento, la búsqueda de lo interesante.
Esperamos que el ministerio de Educación haga lo suyo, y las instituciones educacionales también.
Fuente: http://opinion.cooperativa.cl/opinion/educacion/las-tareas-en-educacion-parvularia/2016-07-04/163924.html

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