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La revolución ‘maker’ llega a la educación

Por: Nacho Meneses

El aprendizaje por proyectos y la tecnología acercan las disciplinas STEM a los estudiantes, a la vez que contribuyen a desarrollar las llamadas ‘habilidades blandas’

Aprender construyendo, en espacios informales, sociales y colaborativos, donde los roles tradicionales de profesores y alumnos se desdibujan y donde priman la creatividad, el intercambio de conocimientos y la motivación personal para crear e inventar de la mano de las nuevas tecnologías: es la cultura maker, heredera del movimiento Do It Yourself (“hazlo tú mismo”) y la cultura del garaje en Estados Unidos y vinculada a las disciplinas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés). Desde su desembarco en el entorno educativo, se asocia a un aprendizaje práctico basado en los proyectos y el desarrollo de habilidades blandas como la curiosidad, el pensamiento crítico, la reflexión y el trabajo en equipo.

Ya sean de ciencia, mecánica, robótica o programación, los programas maker tienen en común la creación de productos de forma artesanal y comunitaria a través de la tecnología. Un entorno donde el énfasis se pone más en el proceso que en la acumulación de contenidos; en la colaboración más que en la competición; en la socialización del conocimiento por encima de la institucionalización del mismo. De su creciente protagonismo es, por ejemplo, testigo la feria SIMO Educación, que desde 2017 le dedica su espacio Maker. Todo para cambiar una realidad indiscutible: la del número de alumnos matriculados en España en este tipo de estudios, que ha ido descendiendo a lo largo de los últimos cursos. Y cuando no se puede cubrir la demanda del mercado, hay que buscar ese talento fuera.

“Es una herramienta fundamental, porque crea un ecosistema de aprendizaje muy enriquecedor. Todo el mundo está participando en el proceso creativo, y además compartes lo que haces con otras ciudades o escuelas… Es un sistema igualitario de aprendizaje permanente”, explica Lola González, directora de SIMO Educación, que sobre todo quiere destacar su carácter democratizador del aprendizaje: todos son creadores en potencia, y tan solo es necesario que se les dé la oportunidad de poner en práctica su idea, de compartirla en un espacio colaborativo y de poder, así, inspirar a todos los demás: “Tiene mucho que ver con la llamada “educación lenta”, en la que se prima el trabajo artesanal, la reflexión, el tocar y el hacer en espacios de solidaridad y colectividad… Y afortunadamente, se está aprendiendo ya no solo en las escuelas, sino también en espacios hasta ahora mucho más institucionalizados, como bibliotecas y museos”, añade.

‘Makers’ superiores

El ámbito universitario acoge cada vez más casos de cultura maker, como el laboratorio Fablab de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Nebrija, acreditado por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) para educar, innovar e inventar a través de la tecnología y la fabricación digital. O la treintena de alumnos que, desde la Universidad Carlos III de Madrid, componen STAR (Student Team for Aerospace and Rocketry): provenientes de grados como Ingeniería Aeroespacial, Mecánica Industrial, Telecomunicaciones o Electrónica y Energía, impulsan desde el curso 2018-19 el diseño, desarrollo y fabricación de cohetes reutilizables, con el objetivo de promover las ciencias espaciales y aeronáuticas. Su próximo objetivo, para principios de verano, es abordar el récord universitario de altitud español, actualmente en propiedad de la Universidad Politécnica de Cataluña (1.930 metros), y elevarlo hasta los 4.000.

STAR es una iniciativa hecha por y para los estudiantes, donde el trabajo en equipo y el intercambio de conocimiento entre los distintos departamentos es fundamental. Al tratarse de un cohete íntegramente diseñado por un equipo de estudiantes, la dedicación constante es esencial: “Buscamos a gente con un cierto set de valores: autosuficiencia, compromiso por el equipo y una cierta motivación a poner de tu parte y ayudar a tus compañeros… A nivel técnico, vas a trabajar en algo para lo que la carrera no te prepara”, afirma Mario Hernández, el estudiante de 3º de Ingeniería Aeroespacial que dirige STAR.

Este esfuerzo coordinado se traduce también en innovación: “Gracias a Triditive [una empresa asturiana], vamos a ser los primeros en España en fabricar la tobera del motor con una impresora 3D, y también hemos desarrollado todo el sistema de aviónica del cohete”, revela Carlos A. Borasteros, un estudiante de 2º de Ingeniería de la Energía que se dedica al diseño y fabricación de un combustible sólido, dentro del departamento de Propulsión. “La gran mayoría del fuselaje se hace con fibra de carbono, y se está desarrollando una antena hecha con láminas de grafeno metidas dentro de las capas de fibra de carbono. Esta servirá para que, durante el lanzamiento, el cohete pueda transmitir los datos al centro de mando”.

Nada queda al azar en los departamentos de Aviónica, Fuselaje, Propulsión, Integración y Logística, Simulación, Software y Relaciones Públicas de STAR: no basta con que las piezas sean buenas por separado, “ya que también hay que trabajar para optimizar el conjunto”, esgrime Hernández. La elección de materiales para el fuselaje, por ejemplo, es sumamente importante, “porque cualquier giro que haga el cohete puede ocasionar que se rompa”. Y otro tanto puede decirse de la propulsión: “Los cohetes operan en condiciones extremas. Aparte del análisis teórico, hay áreas que requieren de un tratamiento experimental, como el combustible. No hay forma de predecir las propiedades de la combustión sin experimentar con él”. A largo plazo, el objetivo es proveer a los estudiantes con una plataforma de pruebas en microgravedad, para que puedan estudiar ideas relacionadas con la industria aeroespacial que de otra forma no podrían experimentar.

Tecnología accesible

El germen de la cultura maker, sin embargo, se planta en un nivel mucho más bajo del escalafón educativo, donde la tecnología hace también posible que esas nuevas ideas puedan concretarse más rápidamente. Pero esta ha de ser barata, accesible (como Arduino, por ejemplo) y abierta, para evitar que quede restringida a un espacio más elitista. “No se trata de programar grandes robots, sino de que el alumno, con sus manos, cree su propio robot o proyecto científico con material cotidiano que tiene a su alcance”, argumenta Ainhoa Marcos, responsable de Educación Pública de Microsoft en España. “Por ejemplo, podemos construir un telégrafo con un vaso de plástico, una pinza de la ropa, un imán, un hilo de cobre…”

De que la revolución maker no es un coto privado de los colegios privilegiados con más medios son prueba numerosos centros públicos de toda España. En el CEIP San Sebastián de Archidona (Málaga), llevan desde 2014 introduciendo proyectos de impresión 3D, robótica y programación para alumnos desde tercer ciclo de primaria, que en estos seis años les ha servido para construir jardines verticales, equipamientos de senderos, paneles interactivos, carcasas para el suero de niños hospitalizados o materiales para personas ciegas o con alguna discapacidad. El Centro del Profesorado de Lanzarote dispone de más de 50 itinerarios formativos para los docentes sobre robótica, diseño digital, producción audiovisual, impresión 3D o plotter de vinilos, y también imparte talleres para alumnos en los centros educativos, donde trabajan tecnologías relacionadas con el diseño de apps para Android, elaboración de videojuegos con Scratch, creación de realidad virtual, control de robot y drones, etcétera.

Por su parte, el IES Cardenal Cisneros, de Madrid, es un centro de innovación tecnológica con por lo menos un proyecto por cada nivel de ESO y Bachillerato, un espacio maker “directamente vinculado al servicio al prójimo. Los trabajos son vertebrados en torno al eje del servicio a la comunidad y gestionados por docentes que llevan años desarrollándolos”, cuenta Alberto González, profesor del centro y coordinador de un proyecto didáctico de ludificación con videojuegos abierto a quien quiera usarlo. “Llevo cuatro años desarrollando un videojuego basado en el desempeño y las competencias clave. Está ambientado en el año 2342, cuando el ser humano ya ha liquidado la naturaleza. Los estudiantes simulan una salida al campo y aprenden todo lo que pueden para evitar el desastroso futuro; hacen las aportaciones, las preguntas que lanza el juego y lo enriquecen con ideas, escenarios a visitar y experiencias a vivir dentro del juego”.

Ni edad, ni género

Pero ¿a partir de qué edad puede uno convertirse en maker? Tan pronto como se quiera. Hay propuestas diseñadas para edades tan tempranas como los tres años, como las que sugiere Microsoft con Lego o Minecraft, que ayudan al aprendizaje de programación por bloques; mientras que las de Hacking STEM han sido diseñadas para ser implementadas desde segundo y tercer ciclo de Primaria y en Secundaria (sobre todo en la ESO): por ejemplo, construir un telégrafo o un sismógrafo puede hacerse desde tercero de Primaria hasta cuarto de la ESO, pero otros, como el medidor de impacto cerebral o la mano robótica, están recomendados para Secundaria: “Sin embargo, los proyectos son muy flexibles y pueden adaptarse, dependiendo del docente en cada caso y del nivel de competencia en el ámbito de la programación de cada centro o grupo de alumnos”, esgrime Marcos.

En Zaragoza, la Academia de Inventores de Edelvives e Innovart ofrece a futuros ingenieros, arquitectos o científicos un espacio maker con laboratorio científico, mecánico y electrónico, además de un aula de programación, desde los tres (los Baby Inventores) a los 18 años. “Les sembramos la necesidad de conocer cómo funciona el mundo que nos rodea y les enseñamos a usar las nuevas tecnologías para resolver problemas (…). Aunque nuestro enfoque sea multidisciplinar, es una realidad que cada uno de nuestros alumnos tiene habilidades diferentes”, explica Jorge Mata, uno de sus fundadores. “Por esta razón, es necesario fomentar el trabajo en equipo, ayudándose unos a otros para superar los retos con mayor éxito”. A su vez, bMaker propone desafíos adaptados a cada nivel para que los estudiantes encuentren su propia solución.

Entre los retos que quedan de cara al futuro, la necesidad de superar la brecha de género en las disciplinas STEM, tradicionalmente dominadas por los hombres. El movimiento maker debería favorecer su entrada “porque si en la escuela, desde pequeñas, están participando con sus compañeros en estos espacios, verán de forma mucho más natural el poder acceder a carreras de este tipo (…). Pueden ayudar mucho al empoderamiento y la visibilidad de la mujer en este ámbito”, dice González. Por su parte, Mario Hernández, del equipo STAR, reclama una mayor implicación de las universidades: “Las universidades españolas no apoyan a los estudiantes en proyectos como el nuestro de la manera en que sí lo hacen las americanas, donde en cada universidad hay al menos un equipo de cohetería. Yo creo que están perdiendo mucho, porque esto lleva el nombre de la universidad afuera”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/economia/2020/03/03/actualidad/1583234973_960025.html

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El Internet de los profesores para cambiar la educación del futuro

Por: Nacho Meneses

Las habilidades globales y los avances tecnológicos protagonizan el mayor encuentro ‘online’ global sobre educación, que atrae a participantes de más de 160 países

¿Hasta qué punto influirá la inteligencia artificial en nuestra forma de aprender o de enseñar? ¿Qué papel jugarán la realidad virtual o la aumentada en las escuelas? Y, sobre todo, ¿qué destrezas globales será necesario dominar para sobrevivir en un futuro claramente digital? Sobre estos y otros interrogantes se discutirá del próximo 27 a 29 de febrero en el marco de ELTOC, la mayor conferencia online sobre educación y enseñanza del inglés que, organizada por Oxford University Press (OUP) en formato webinar, espera atraer en esta segunda edición a más de 10.000 docentes de todo el mundo.

“El aspecto más relevante de ELTOC es que permite a los profesores, independientemente de la parte del mundo en la que estén, sentirse parte de una comunidad donde pueden hacer preguntas y formarse a través de una formación continua de calidad”, sostiene Sarah Ultsch, directora de Marketing Global de OUP. “Significa que miles de docentes tienen acceso a lo último en investigación, y pueden sacar ideas de estos expertos para implementar en sus clases”. Un encuentro global y gratuito que girará en torno a cuatro ejes: las destrezas globales, la competencia digital, la adquisición de vocabulario y la evaluación para el aprendizaje, y cuyo plazo de inscripción permanecerá abierto hasta el 26 de febrero.

Así, en competencias digitales, los participantes podrán aprender acerca del uso en el aula no solo de la inteligencia artificial (IA), sino de la Realidad Virtual o Aumentada y cómo incorporar los dispositivos móviles o el vídeo a nuestras prácticas educativas; en destrezas globales, se discutirá sobre habilidades como el pensamiento crítico, la colaboración, la creatividad o la autorregulación emocional; en evaluación, sobre cómo dar un feedback efectivo y cómo mejorar nuestras técnicas de evaluación; y finalmente, en las sesiones dedicadas al vocabulario, sobre cómo conseguir que el vocabulario aprendido (incluidos los phrasal verbs) no se olvide fácilmente. Los webinars usarán Adobe Connect para facilitar la interacción entre el conferenciante, el equipo de moderadores y los asistentes, que pueden formular preguntas.

La inteligencia artificial, presente y futuro

“Uno de los aspectos con mayor potencial de la inteligencia artificial es su posibilidad de personalización: si los materiales pueden ser graduados de manera que cada estudiante afronte desafíos acordes a su nivel, esto provocará una mayor implicación de los alumnos y hacer que aprendan de una manera más eficiente”, explica Harry Cunningham, Partnership and Innovations Manager de OUP. “A través del análisis del rendimiento de un alumno, la IA puede ajustar automáticamente el nivel de las actividades que ha de completar e identificar las áreas en las que tiene dificultades, permitiendo que el profesor descubra en qué necesita trabajar con cada alumno”.

Pero la IA no es solo una posibilidad de futuro: hoy se usa ya en el ámbito educativo para facilitar tareas administrativas o evaluaciones, y también para desarrollar herramientas que ayuden a mejorar habilidades como la escritura, el uso de vocabulario o la comprensión oral. Es el caso de, por ejemplo, aplicaciones para aprender inglés por nuestra cuenta a través del móvil o incluso con asistentes de voz como Alexa, con la que un simple comando (“Alexa, abre Inglés con Oxford”) nos dará acceso a la app de OUP, que ofrece conversaciones nativas para mejorar nuestro vocabulario o gramática; o a la de ABA, en colaboración con el MIT. Eso sí, el uso de IA no garantiza la calidad de cualquier producto: “No se trata de una varita mágica… Es mucho más fácil crear una experiencia educativa terrible con AI que conseguir una excelente. Como con cualquier herramienta potente, se necesita tiempo y habilidad para aprender a usarla correctamente”, advierte Geoff Stead, Chief Product Officer (CPO) en la plataforma de idiomas Babbel.

El aprendizaje automático (o machine learning) está también detrás de redes sociales como Brainly, una comunidad de aprendizaje que aglutina ya a más de 150 millones de usuarios (alumnos y profesores) de 35 países. En ella, y “como nadie lo sabe todo, pero todos saben algo”, se intercambia conocimiento, los estudiantes colaboran unos con otros u obtienen ayuda para sus tareas escolares de los profesores que forman parte de la red. Los algoritmos de Brainly permiten filtrar el spam y que sus usuarios tengan acceso a respuestas relevantes y de alta calidad.

En cualquier caso, las posibilidades de la IA solo se están empezando a ver, y los avances en su desarrollo podrían conseguir que sea posible para una máquina identificar la expresión en la cara de una persona y saber si está teniendo problemas con el contenido que se le presenta en la pantalla. También será posible mejorar la calidad de nuestra expresión oral cuando practicamos por nuestra cuenta, lejos del aula: “Muchos estudiantes no pueden obtener una valoración de calidad acerca de su pronunciación si no están con su profesor o con un hablante nativo. Pero avances en la IA de reconocimiento de voz pueden llevar a herramientas que guíen de manera eficiente a los alumnos a una mejor pronunciación y valoraciones individualizadas”, argumenta Cunningham.

¿Y qué hay del famoso Internet de las Cosas? Este concepto, que explica cómo los objetos cotidianos se conectan unos con otros y con la Red (como ocurre ya con las Smart TVs o los altavoces inteligentes), tiene el potencial de permitir “que los estudiantes puedan acceder a sus materiales educativos (como audiobooks) desde un amplio abanico de dispositivos en casa, en el trabajo o en la escuela”, cuenta Cunningham. Esto, a su vez, provocaría un aumento de la frecuencia con que los alumnos se conectan para aprender, al poder hacerlo dónde y cuándo mejor les convenga.

Realidad aumentada, realidad virtual

Las aplicaciones educativas de los dispositivos de realidad virtual o aumentada es precisamente el contenido del webinar que inaugura la edición 2020 de ELTOC. De la mano de Harry Cunningham, los participantes podrán descubrir hasta qué punto y de qué manera pueden incorporar esta tecnología a sus clases; un impacto que dependerá de la manera en que los profesores la incorporen a sus lecciones o tareas. Al crear un entorno eminentemente inmersivo, posee un gran potencial para hacer el proceso de aprendizaje mucho más atractivo para los estudiantes.

“Lo verdaderamente asombroso sobre la realidad aumentada es que conecta algo real y físico con algo digital y virtual; una conexión que tiene un potencial ilimitado para la educación, para lo que tan solo necesitamos un teléfono móvil en la mano”, explicaba Geoff Stead en una colaboración publicada en Quora en 2019. “Puedo escanear una herramienta y aprender a usarla, o escanear un cartel en otro idioma y obtener una traducción inmediata”. La realidad virtual (RV) es más compleja, añade, debido a factores como el costo y el tiempo: a más realismo y complejidad, mayor coste, y debe tenerse en cuenta que tan solo se usarán durante parte de una lección. “Pero si se tiene acceso a equipamiento de RV y a entornos educativos de RV ya existentes, su uso es totalmente recomendable”.

Las habilidades globales más relevantes

La programación de ELTOC se completa con varias sesiones dedicadas a las destrezas globales que los expertos de OUP consideran más importantes en el entorno educativo, “y que son necesarias para participar plenamente en la vida del siglo XXI. No es posible priorizar una sobre otra, porque forman un conjunto esencial para funcionar eficientemente en entornos educativos, laborales y sociales”, afirma Philip Haines, consultor académico senior de OUP en México. “Por ejemplo: alguien con sus habilidades digitales bien desarrolladas necesitará hacer uso de la creatividad y el pensamiento crítico en la producción y consumo de contenido digital; pero también destrezas comunicativas y colaborativas para interactuar con gente más allá de su entorno geográfico inmediato, lo que a su vez requerirá competencias interculturales y de ciudadanía”.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/02/19/actualidad/1582108414_598361.html

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¿Conoces la dislexia matemática? Se llama discalculia, y es más común de lo que crees

Por: Nacho Meneses

Este trastorno del aprendizaje se caracteriza por la dificultad en la comprensión y el manejo de números y cantidades, y afecta a alrededor de tres millones de personas en España

Es tan frecuente como la dislexia, tiene consecuencias graves y, sin embargo, poca gente la conoce, ya que se confunde frecuentemente con un bajo cociente intelectual, desidia en el estudio, Trastorno por Déficit de Atención (TDA/TDAH) o la propia dislexia. La discalculia alcanza en España a entre el 5 y el 7 % de la población (unos tres millones de personas), y quienes la sufren lidian con mucho más que posibles suspensos en su etapa escolar (no solo en Matemáticas, sino también en asignaturas como Física, Química, Dibujo Técnico u otras que incorporen datos económicos); se trata de un trastorno que, en la vida real, implica dificultades en situaciones tan cotidianas como leer un reloj de agujas o la matrícula de un coche, memorizar teléfonos o secuencias numéricas, estimar distancias en el transporte público, controlar las dosis de las medicinas e incluso calcular la vuelta de la compra.

A pesar de todo, la discalculia ha sido muy poco diagnosticada, “debido a una falta de conocimiento sobre lo que implica esta dificultad de aprendizaje, y de herramientas adecuadas para su diagnóstico, que no debe basarse en la evaluación de contenidos curriculares, sino de las habilidades numéricas básicas”, argumenta Javier García Orza, doctor en Psicología y profesor titular de la Universidad de Málaga. “Un niño sin diagnosticar sufre, se siente torpe y no entiende el porqué de sus dificultades para tareas numéricas que otros niños hacen con facilidad. Una persona adulta con discalculia nos decía que su madre la llamaba “subnormal”, porque no era capaz de hacer operaciones sencillas”. Para estas personas, a las que de otra forma se etiqueta de “torpes” o “vagos”, el diagnóstico representa no solo una explicación, sino una liberación, y permite rebajar los niveles de ansiedad que sufren, que pueden afectar a su autoestima y llegar a provocar el abandono escolar.

¿Cómo detectarla?

Los problemas con los números y las cantidades son detectables ya en edad preescolar, dentro o fuera de la escuela, cuando el pequeño está jugando con los amigos o con su familia: “Los niños con discalculia emplean estrategias simples para contar, como los dedos; muestran lentitud a la hora de comparar cantidades (saber si, por ejemplo, 55 es más o menos que 99); normalmente no automatizan las reglas aritméticas (como que 3 + 6 equivale a 3 x 3) y tienen problemas con fracciones y divisiones simples”, explica la doctora Flavia Santos, neurocientífica, profesora del University College en Dublín y autora de Developmental Dyscalculia (Pearson, 2017). Los menores pueden manifestar un componente emocional a través de la ansiedad a las matemáticas, “que combina respuestas cognitivas (como la preocupación o el miedo), fisiológicas (sudor, taquicardia) y conductivas (como la procrastinación)”, añade.

Sin embargo, no se debe caer en el alarmismo: tener dificultades con las matemáticas, algo relativamente frecuente, no implica necesariamente la presencia de este trastorno. “Hay factores extrínsecos como el absentismo escolar, una enseñanza inadecuada, fatiga, enfermedades relacionadas e incluso ingresos bajos. Todos estos pueden intensificar los síntomas, pero nunca causar el problema”, afirma.

En aproximadamente la mitad de los casos, la discalculia viene acompañada de otros trastornos del aprendizaje como la dislexia, el trastorno específico del lenguaje, problemas del desarrollo motor o trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), apunta García Orza. “Estas comorbilidades dificultan el diagnóstico, pues no siempre es fácil saber si el mal rendimiento en una tarea matemática es culpa de la discalculia o de una deficiente atención”.

Lillie Rodríguez, hoy profesora de Primaria, tuvo desde pequeña una discalculia que vino acompañada de disgrafia, un trastorno del aprendizaje que dificulta la coordinación de los músculos del brazo y de la mano: “Por la disgrafia, me permitieron hacer los exámenes en voz alta en vez de por escrito. En Matemáticas, tenía problemas al apuntar los números. Sufría más con las multiplicaciones y divisiones largas; leía los números al revés y confundía el 6 con el 9, y el 5 con el 2”. Nunca la diagnosticaron oficialmente y tampoco recibió ayudas, excepto en su primer año de universidad, y hoy aún le afecta, sobre todo al apuntar números de teléfono.

Los tratamientos, a medida

Con el objetivo de conseguir una detección temprana y tomar medidas que favorezcan la inclusividad de quienes sufren este trastorno, expertos de las universidades de Málaga y Valladolid han colaborado recientemente con Smartick, una plataforma online de aprendizaje de matemáticas, para crear un test estandarizado y gratuito que permitirá identificar, de una manera sencilla, a los menores en riesgo de padecer discalculia. Dirigido a los niños y niñas de entre primero y cuarto de Primaria, y validado con la ayuda de más de 800 estudiantes de distintas zonas de España, consta de 11 tareas en torno a tres áreas fundamentales: la comparación y el reconocimiento de números; los números arábigos y los ejercicios de procesamiento numérico; y la aritmética (suma, resta, multiplicación y división).

¿Qué se necesita? Tan solo una tableta, conexión a Internet y 15 minutos de tiempo en los que las diferentes tareas medirán no solo el nivel de aciertos, sino también los tiempos de respuesta de los niños. Al finalizarlo, se genera y envía un informe con las fortalezas y debilidades del menor en cada una de las áreas evaluadas. Es necesario insistir, eso sí, en que el test se limita a detectar el riesgo (alto o bajo) de discalculia; para confirmarlo, los padres o tutores deberán acudir a un profesional para efectuar una evaluación completa que incluya pruebas psicológicas de inteligencia, atención y lectura, a añadir a las específicas de matemáticas. “Un psicólogo especialista debe descartar que no hay ninguna otra condición (por ejemplo, un bajo coeficiente intelectual, TDA, problemas específicos de psicomotricidad fina… Trastornos o condiciones que en nuestro test no se miden”, sostiene Daniel González de Vega, cofundador de Smartick. La posibilidad de realizarlo desde el móvil quedó descartada ya que su tamaño dificulta pulsar, con precisión y a una velocidad normal, sobre los iconos correspondientes.

¿Qué hacer una vez confirmado el diagnóstico? Puesto que la discalculia es bastante heterogénea, las intervenciones han de variar en función del patrón concreto, pero siempre en sesiones cortas y al menos tres días a la semana: “En general, se considera que los tratamientos deben ir dirigidos a trabajar el sentido numérico y las relaciones entre los números (por ejemplo, que 8 pueden ser 2 y 6 o 1 y 7)”, recuerda García Orza, también uno de los autores del proyecto. “La base es la comprensión por encima de la memorización, y el uso de diferentes materiales como regletas, cubos, etcétera, que permitan hacer visibles las relaciones numéricas que normalmente describimos de forma abstracta”. En estos casos, añade González de Vega, es importante que la enseñanza de las matemáticas sea muy pautada y con secuencias de aprendizaje muy estructuradas; “que los niños avancen al ritmo que les marca su propia capacidad de aprendizaje, sin dejar huecos o lagunas en conceptos anteriores”.

Por otro lado, conviene recordar que los tratamientos convencionales que han demostrado una alta efectividad con los niños con dificultades de aprendizaje no suelen ser efectivos con aquellos que padecen discalculia: “Aunque no hay todavía una regla dorada para el tratamiento de estos menores, la evidencia científica sugiere unas pocas intervenciones que sí son efectivas, como los juegos de ordenador (desarrollados específicamente por científicos), la tutorización de la cognición numérica y la formación musical”, puntualiza Santos.

No se refiere a aprender a tocar un instrumento, sino a una serie de sesiones (14 o 16, de una hora semanal) especialmente diseñadas por científicos en colaboración con músicos, y que «producen una estimulación multisensorial (táctil, auditiva, visual…) que se combina con movimientos motores. Las actividades musicales guiadas provocan cambios en la activación cerebral, que a su vez facilitan un funcionamiento más integrado de las habilidades cognitivas», explica Santos. «Tanto la música como las matemáticas usan proporciones y activan la memoria del trabajo, un tipo de memoria vital para la adquisición de información nueva. Estas actividades musicales activan circuitos cerebrales relevantes para las matemáticas».

Desafortunadamente, los centros públicos no suelen disponer de las herramientas necesarias para atender este tipo de necesidades, por muchos motivos: “La formación que se recibe sobre discalculia en las universidades es escasa; los profesores están obligados a seguir unos contenidos curriculares (mientras que la discalculia suele requerir ir a contenidos más básicos que deben abordarse de distinta forma); y los medios personales disponibles son, a pesar del esfuerzo por parte del profesorado, habitualmente escasos”, esgrime García Orza.

Discalculia en adultos

Al igual que con los niños, la discalculia puede diagnosticarse en los adultos. Sin embargo, el test diseñado en esta ocasión por Smartick no es apto para ello, “ya que ha sido baremado específicamente para la población infantil y no sería riguroso (…). Además, es típico que los adultos con discalculia hayan desarrollado, a lo largo de su vida, ciertas estrategias en su manejo de las matemáticas que enmascararían la fiabilidad de los resultados”, explica González de Vega.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/02/04/actualidad/1580852305_938251.html

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Estos son los MBA a distancia con más futuro en 2020

Por: Nacho Meneses

Las ventajas de la formación ‘online’ hacen que la oferta de estos estudios siga creciendo año a año. Nueve de cada 10 graduados tiene asegurado empleo tras el máster

Si te atrae la idea de emprender con tu propio negocio o la de aspirar a un puesto de gestión o dirección, el MBA (o Máster en Administración de Empresas, por sus siglas en inglés) es sin duda la opción de posgrado idónea incluso para los graduados en carreras no empresariales. Un MBA facilitará al estudiante una visión global y estratégica de las áreas más relevantes de una compañía (desde Finanzas y Contabilidad hasta Recursos Humanos, Marketing o Producción), formación en habilidades blandas (soft skills como las capacidades de liderazgo, el autocontrol y la orientación al cliente) y una especialización que le permitirá avanzar en su carrera profesional: nueve de cada 10 graduados tiene empleo asegurado tras completar estos estudios, y más del 72 % lo hace en un campo relacionado con el contenido del máster, según el Ranking de Instituciones de Formación Superior Online (FSO) de Habla Hispana 2019 elaborado por la consultora Hamilton Global Intelligence.

Optar por un MBA online permitirá no solo una mayor flexibilidad horaria y facilidad de conciliación, sino también una actualización constante, formación personalizada, internacionalidad y diversidad cultural. Por supuesto, sin renunciar a una formación de alta calidad a un precio sensiblemente más bajo que en los cursos presenciales: dentro de los programas incluidos en el ránking FSO, los precios fluctúan entre los 1.595 euros del MBA Europeo del Instituto Europeo de Estudios Empresariales (INESEM) a los 20.000 del Executive MBA de ESADE, mientras que la media por programa se sitúa en los 8.870 euros. Eso sí, al ser a distancia, demandarán también un alto grado de compromiso y de autogestión del tiempo. Como objetivo omnipresente, una promoción profesional que conllevará también una subida salarial del 31,6 % como media, según datos del mismo estudio.

Ahora bien, ¿cómo elegir un buen máster online? “Dos aspectos fundamentales para saber si la formación será de calidad son la tasa de empleabilidad y la metodología docente. Un buen seguimiento del alumnado, combinar las clases teóricas con las prácticas y usar elementos de apoyo metodológico nos indican que se trata de un MBA adecuado donde cursar los estudios superiores”, sostiene Sebastián Fernández de Lara, socio director de Hamilton. No conviene que nos olvidemos de analizar minuciosamente el programa de estudios, pero tampoco de “conocer la experiencia de los antiguos alumnos, informarnos sobre el claustro de profesores, saber si el centro dispone o no de bolsa de empleo y si podremos compartir experiencias con compañeros de diferentes sectores o países”, añade Joan Ramón Castelló, director de Marketing del buscador de estudios eMagister. Por ello, es importante que los másteres muestren de una manera clara y transparente la información más actualizada posible sobre dichos aspectos, la reputación de dicha formación superior y la digitalización de la institución.

LOS MBA MÁS ECONÓMICOS DE LA LISTA FSO EN 2020

Programa Precio Posición
1. MBA Europeo de INESEM 1.595 euros 19
2. Máster EOBS 2.400 euros 16
3. Máster Universidad del Istmo 3.030 euros 25
4. Máster UA Chihuahua 4.096 euros 18
5. Máster VIU 4.500 euros 12
6. Maestría Universidad Tecmilenio 4.742 euros 9
7. Maestría UNAD 6.344 euros 22
8. Maestría UPAEP 6.550 euros 13
9. Máster La Salle 7.900 euros 11
10. Máster Universidad Europea 8.000 euros 15

Otro aspecto a tener en cuenta es el grado de satisfacción de los alumnos que han cursado un MBA online: para el 92 % de ellos (un 43 % de mujeres y un 57 % de hombres), según los datos recopilados en la elaboración del ranking FSO, el máster superó sus expectativas gracias a un tipo de formación en el que predomina el estudio de casos prácticos en situaciones reales, y un entorno online con herramientas de todo tipo: foros activos de debate, clases telepresenciales (que quedan grabadas en la plataforma) e incluso simuladores para que los alumnos se organicen en grupos y compitan entre sí.

El ya mencionado ranking FSO toma en consideración más de 120 indicadores que valoran no solo la metodología empleada (que representa el 50 % de la puntuación que otorgan), sino también la reputación, la trasparencia online y la extensión social de la institución (35 %), así como a su claustro y alumnado (15 %). Como resultado, 25 programas MBA de España, Latinoamérica y Estados Unidos que en la edición de 2019 ha reunido a cinco entidades españolas en los cinco primeros puestos: la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), ESADE Business School, OBS Business School, la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y el Instituto Europeo de Posgrado. Mientras, el Financial Times eligió el MBA de la escuela de negocios IESE como el mejor de su clase en España y el cuarto en Europa.

Los MBA a distancia que destacarán en 2020

De los MBA generales a los especializados en áreas específicas; de los Executive a los globales o internacionales; de los títulos propios a los oficiales; de los programas públicos a los privados; de uno a dos años de duración… Ante tal variedad, es complicado vaticinar cuáles serán los más destacados, pero fijarse en el camino recorrido por cada MBA es siempre un seguro: “En un mundo cada vez más conectado y globalizado, donde las nuevas tecnologías permiten cada vez más cualificar a los productos e incluso a las personas, acaban triunfando aquellos que son capaces de ofrecer un mejor servicio y, por tanto, aquellos que mejores opiniones acumulan y que mejor han sabido insertar a su alumnado en el mercado profesional”, asegura Castelló. También se han abierto hueco titulaciones MBA low cost como la de The Power MBA, que permite obtenerla por solo 499 € y 15 minutos al día, de lunes a viernes, durante un solo curso.

Aparte de contar con un grado homologado, los requisitos para poder acceder a alguno de los muchos MBA disponibles varían de centro en centro, y dependen principalmente de su nivel de prestigio: solicitud de ingreso, cartas de recomendación, nivel de idiomas (suele ser inglés, y a menudo a través de certificados como TOEFL o IELTS), pruebas de capacidad, GMAT (Graduate Management Admission Test), experiencia profesional de uno a tres años (o incluso de más de cinco, en los Executive MBA) o una entrevista personal. Y si quieres más ideas, estos son alguno de los MBA que se pueden cruzar en tu camino a lo largo del 2020:

– MBA genéricos o especializados. Los MBA más generalistas se dirigen a recién graduados o trabajadores con poca experiencia, y reciben una formación relacionada con la administración y dirección de empresas. Entre ellos, los de la UNIR, ESNECA o la Escuela de Negocios y Dirección. Y al otro lado del espectro, los que se centran en un campo empresarial o área específica, como el MBA & Máster en Marketing y Dirección Comercial, del ISEB, el MBA con Especialidad en Enología de IMF Business School o el MBA en Hospitality y Turismo, de Ostelea.

– Executive MBA. Estos están planteados para profesionales en activo con varios años de experiencia, y su principal diferencia es el planteamiento, ya que los alumnos tienen nociones avanzadas en gestión empresarial y responsabilidades a nivel ejecutivo. Aparte de los ya mencionados en la lista FSO, hay muchos otros como los que ofrecen EAE Business School o el ISEB de Barcelona.

– Global / International MBA. Para Fernández de Lara, estos son los másteres más innovadores y completos: “Tienen un programa de formación parecido a un Executive MBA, pero se desarrollan en un entorno internacional, para fomentar así el aprendizaje multidisciplinar, la visión global en los negocios y el networking internacional”. Entre ellos, el International MBA de ISEB o el MBA & Máster en Comercio Internacional de Inenka Business School.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/01/31/escaparate/1580462476_068558.html

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¿Quieres dedicarte a los ‘eSports’? Estas son las carreras que puedes estudiar

Por: Nacho Meneses

Del marketing a la gestión empresarial, la fisioterapia, la comunicación o la psicología deportiva, el auge de los deportes electrónicos provoca el surgimiento de nuevas oportunidades profesionales

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Estas serán las habilidades profesionales más demandadas en 2020

Por: Nacho Meneses.

Saber trabajar en equipo, resolver conflictos o tener capacidad de liderazgo figuran entre las competencias más buscadas por los empleadores. La formación, clave en el futuro laboral

No todo lo que tiene que ver con la innovación y las nuevas tecnologías es necesariamente causa de optimismo, y así lo confirman estudios recientes. El pasado mes de abril, la OCDE advertía que un 22 % de los trabajadores españolescorre el riesgo de ser reemplazado por una máquina (un porcentaje hasta ocho puntos mayor que el de la media europea), y alertaba de una especial vulnerabilidad debida al elevado número de empleos temporales existentes en España. Una percepción aún más acentuada entre los propios trabajadores, el 40 % de los cuales teme que su trabajo pueda desaparecer en los próximos cinco años debido a la automatización o la inteligencia artificial, según el informeCarencias de capacidades, realizado por Udemy a finales de 2018. Y en medio de este panorama, la formación en soft skills (o habilidades blandas) se antoja fundamental para mantener la competitividad y la relevancia dentro de una empresa.

Parece seguro afirmar que las oportunidades abiertas por los continuos avances tecnológicos son casi tan innegables como los desafíos que representan, si bien para algunos no necesariamente constituyen una amenaza: “La Inteligencia Artificial y la automatización de procesos están pensadas para ayudar a los trabajadores a realizar sus labores de forma más eficaz, reduciendo tiempos y aumentando su productividad, pero en ningún caso para sustituirlos”, sostiene Llibert Argerich, vicepresidente de Marketing de Udemy. De hecho, el informe de la OCDE pone también en duda que la automatización cause una merma significativa en el nivel de empleo, porque surgirán nuevos trabajos, y en ese mismo sentido se expresa Alberto Gavilán, director de Recursos Humanos de Adecco España: “Aunque los puestos manuales irán desapareciendo, surgirán necesidades de puestos técnicos, generando empleos que aún no conocemos y que supondrán cambios importantes en el mercado de trabajo”.

La formación, elemento clave

En opinión de los expertos, la formación se ha convertido ya en el aspecto clave y diferenciador en los procesos de selección laborales, sobre todo cuando se trata de garantizar una transición serena entre los empleos que surgen y los que desaparecen: “En general, la mayor amenaza para los trabajadores es quedarse atrás en cuanto a conocimientos; dejar de ser competitivos en términos de aportación a las empresas”, afirma Gavilán. Aquí, las llamadas habilidades blandas (aquellas que tienen que ver con el aspecto más social del trabajo) son especialmente relevantes para los responsables de aprendizaje y desarrollo de las empresas: aspectos como la capacidad de innovación, la inteligencia emocional, la gestión del cambio y las competencias comunicativas (a todos los niveles: presencial, online y remota), según el informe Tendencias en el entorno laboral 2020: las habilidades del futuro, de Udemy for Business. Habilidades como el trabajo en equipo, la capacidad de liderazgo o de resolución conflictos son percibidas por los trabajadores como las más difíciles de aprender, por encima incluso de conocimientos técnicos como la programación o la analítica de datos.

Pero ¿qué es lo que hace que estas competencias sean tan relevantes? En primer lugar, porque se trata de habilidades que no caducan con el tiempo, y que se podrán utilizar a lo largo de toda la vida profesional, independientemente del sector en el que se trabaje. “Hasta hace poco, los procesos de reclutamiento se centraban exclusivamente en los conocimientos técnicos y la experiencia profesional, pero hoy en día, los profesionales más demandados por las empresas son los que poseen soft skills, habilidades que van más allá del conocimiento”, asegura Roel Koppens, director general en España de la empresa de e-learningGoodhabitz. “El candidato que posea estas habilidades tiene muchas más posibilidades de desarrollar una exitosa carrera profesional, y de ser promocionado a puestos de liderazgo”. Pero, además, facilitarán la adaptabilidad del trabajador, “que podrá escoger dónde, cuándo, cómo y con quién trabajar”, añade.

Otro motivo que las convierte en relevantes es la propia transformación del mundo empresarial en los últimos años, “la dispersión geográfica de las plantillas, que se conforman para cada proyecto; los cambios constantes de empresa; la desaparición de las jerarquías; las necesidades cada vez mayores de flexibilidad y las nuevas formas de compromiso”, añade Gavilán.

Unas habilidades blandas que pueden mejorarse, principalmente, a través de la formación. Cada día más empresas son conscientes de ello y cuentan con programas que les permiten formar a sus empleados en estas nuevas habilidades. “De hecho, según el estudio Carencia de Capacidades, casi un 82% de los trabajadores ha tenido que adquirir habilidades adicionales para realizar su trabajo de forma eficaz, y más de un 52% de ellos estaría dispuesto a dejar su trabajo si su empleador no les proporcionara la formación necesaria para ayudarles a avanzar en su carrera profesional”, revela Argerich.

Las habilidades blandas de 2020

La importancia de este tipo de competencias no solo es abstracta, sino que tiene efectos concretos claramente visibles, según los expertos. “Aquellas empresas que cuenten con profesionales que dominen estas habilidades tendrán más productividad y alcanzarán una mayor cuota de mercado; serán más eficientes y gozarán de un buen clima laboral y un alto nivel de compromiso por parte de sus empleados”, augura Koppens. De acuerdo con el informe de Udemy for Business, diez son las soft skills que marcarán la diferencia en 2020:

  • Mentalidad de desarrollo. La actitud de querer crecer y superarse constantemente es un valor muy importante dentro de una organización. Desarrollar el ámbito de la motivación y la autoestima mejora nuestro rendimiento y productividad en el trabajo, así como el ambiente en la empresa.
  • Creatividad. Aportar un toque creativo, original y diferencial en cada acción que realizamos en el día a día es fundamental para diferenciarnos del resto. La creatividad es lo que permite que cualquier proyecto no quede en el olvido.
  • Capacidad de concentración. Las redes sociales, las conversaciones entre compañeros o los mensajes de WhatsApp son tan solo algunas de las posibles distracciones que ponen a prueba la capacidad de concentración y de gestión del tiempo de los empleados.
  • Innovación. El poder contar con ideas nuevas, desarrolladas de una manera original y que supongan un avance con lo ya establecido, es una ventaja para cualquier equipo de trabajo.
  • Dotes de comunicación. No solo es importante contar con una buena idea, también es igual de importante la capacidad de comunicarlo de una forma correcta y saber destacar los puntos fuertes de cualquier campaña o actividad que realizamos.
  • Storytelling. Poder contar una historia de una forma atractiva, apoyándonos en diferentes recursos audiovisuales y que mantenga al público enganchado de principio a fin es una cualidad fundamental.
  • Concienciación de las diferentes culturas. Al vivir en un mundo cada vez más global, es frecuente que cada vez más organizaciones cuenten con empleados de diferentes nacionalidades, con orígenes y circunstancias distintas. Saber trabajar de una manera eficiente entre todos puede marcar la diferencia.
  • Pensamiento crítico. Tener la capacidad de analizar, entender y evaluar cada campaña, con sus diferentes fases y resultados, es lo que hace que cualquier persona tenga la posibilidad de seguir mejorando y avanzando en su carrera.
  • Liderazgo. En cualquier equipo debe existir la figura de un líder que sea el encargado de llevar a buen puerto cualquier proyecto o actividad que se lleva a cabo en una empresa.
  • Inteligencia emocional. Los empleados con don de gentes, empatía y dotes de comunicación tienen más probabilidades de tener éxito, especialmente en campos como las ventas, el servicio al cliente o la gestión.

¿Cuánto cuesta la formación?

El coste de la formación para las empresas españolas supone, según Eurostat, cerca del 1 % del total de costes laborales, en línea con la media de la Europa comunitaria. Sin embargo, “las empresas destinan el 80 % de su presupuesto en formación al 20 % de la plantilla (managers y directivos), por lo que el reto fundamental es reinvertir el 20 % restante en el 80 % de los trabajadores”, sostiene Koppens. Entre los más de dos millones de alumnos de Goodhabitz, cuyo foco principal descansa precisamente en las soft skills, los cursos más demandados son aquellos que tienen que ver con el bienestar personal (gestión del estrés y motivación), la productividad, el trabajo en equipo, las habilidades de negociación y una mejor comunicación. Según sus propios datos, desarrollar este tipo de competencias es importante para tres de cada cuatro trabajadores, y el 46 % de ellos ha realizado uno o más cursos de formación centrados en este campo a lo largo de los últimos 12 meses.

A la hora de afrontar este tipo de aprendizaje, señala el modelo 70/20/10 como el más efectivo: 10 % en el aula, 20 % por intercambio de conocimiento con colegas profesionales y 70 % a través de la experiencia. Se trata, en resumen, de nunca perder de vista las necesidades formativas, para así evitar el riesgo de quedarse obsoleto: “Hace 30 años, un ingeniero podía vivir toda su carrera profesional con los conocimientos adquiridos en la universidad. Pero actualmente, el reciclaje y el aprendizaje ha de ser continuo”, sostiene Gavilán. “De no ser así, en un periodo breve el profesional se encontrará fuera del mercado laboral, lo que pasará factura no solo al trabajador, sino también a las empresas”.

Fuente de articulo: https://elpais.com/economia/2019/12/26/actualidad/1577364486_808223.html?rel=mas

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Terapia con perros y otras maneras de evitar el estrés académico

Por: Nacho Meneses

La Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Affinity desarrollan un programa para mejorar los niveles de estrés, bienestar y habilidades sociales de los estudiantes

Estrés por aprobarlo todo, por sacar una media mejor o por haber empezado tarde a estudiar; por sentirse demasiado solos o por unas clases en ocasiones muy exigentes. Los problemas derivados de un mal manejo del estrés (como trastornos de ansiedad y del estado de ánimo) son el principal motivo por el que los estudiantes acuden a los servicios de atención psicológica de las universidades, y la razón por la que la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Affinity han desarrollado Compludog, una intervención de terapia asistida con perros que ha servido para mejorar los niveles de estrés (percibido y fisiológico), el bienestar y las habilidades sociales de los 53 estudiantes de primer año de entre 18 y 25 años que han participado en el programa piloto.

“Los estudiantes de primer curso sufren niveles de estrés más altos y tienen menos relaciones sociales que el resto, puesto que se acaban de incorporar a un nuevo entorno desconocido, donde además sienten mucha presión”, explica Diana Peña, experta en terapias asistidas con animales y coordinadora del programa. Aunque se trata de una iniciativa pionera en España, ya existen programas similares consolidados en universidades de prestigio como Harvard o Yale. Tan solo fue necesario adaptarlo al entorno académico español, “ya que en Estados Unidos suele ser muy común que los estudiantes tengan un sentimiento de añoranza de su hogar que no es tan normal aquí, porque la mayoría de las veces estudias en la misma comunidad autónoma en la que vive tu familia”. Los buenos resultados obtenidos han hecho que la institución madrileña haya confirmado la continuación del programa, que este curso se implantará en al menos dos centros más de las sedes de Moncloa y Somosaguas.

Al contrario de lo que pudiera pensarse, los expertos indican que el estrés académico no siempre es malo. Por debajo de un cierto nivel, resulta beneficioso, “ya que nos facilita una predisposición a activarnos y afrontar los desafíos que nos vienen por delante, en este caso los exámenes”, explica María Robles-Martínez, doctora en Psiquiatría por la Universidad de Cádiz. Pero cuando sobrepasa un cierto nivel, puede afectar tanto al rendimiento académico como al bienestar emocional y las relaciones interpersonales de los estudiantes: el 35 % de ellos sufre ansiedad ante las pruebas académicas, de acuerdo con la Universidad de Almería, y el 60 % sufre algún episodio [de estrés o ansiedad] a lo largo de sus estudios, según los centros Nascia.

Efectos beneficiosos a corto y medio plazo

Las estudiantes que participaron (en su mayoría mujeres, predominantes en la Facultad de Educación) lo hicieron a lo largo de tres sesiones de una hora en tres semanas consecutivas, de manera que la última de ellas fuera unos 15 días antes de comenzar los exámenes. “Así, ellos se pueden concentrar ya en el estudio, pero los beneficios que han obtenido del programa aún perduran”, cuenta Peña. Cada uno de los animales, añade, tiene su propia personalidad, lo que resulta muy útil para adaptarse a cada persona: “Skot siempre ha sido un perro manta, de relajación; tú te tumbas conmigo y me acaricias. Lupi era una perra que estaba abandonada, y ha tenido una vida más complicada, lo que nos ayuda a trabajar con los alumnos que son así, a los que normalmente te cuesta acceder. Y para Pepo, un mestizo de labrador de nueve años que parece un cachorro, todo es juego y diversión”.

Pero ¿cómo se desarrolla el programa? En la primera sesión, se crea un clima de confianza, que facilita el que estudiantes, perros y profesionales se conozcan y se sientan cómodos trabajando juntos, y se les explica cómo tratar y premiar a los canes. En la segunda, “les explicamos qué dicen los perros y cómo debemos comportarnos con ellos, cuántos tipos de movimiento de cola hay, qué significa que esté bostezando o se estén relamiendo… Y luego todo esto lo pasamos al ser humano: qué nos dicen las personas y cómo nos comunicamos con ellas, a través de un role-play», argumenta Peña. En la tercera y última, se practica una relajación en la que los participantes se tumban con los perros y leen un cuento o simplemente están en silencio, según lo que vaya surgiendo. “Ahí hacemos una apertura emocional, en la que se les pide a los estudiantes que cuenten la mejor o la peor experiencia que ellos consideran que han vivido en su vida, de manera libre. No todos lo tienen que contar; lo hacen voluntariamente: nos hemos dado cuenta de que, al final, se apoyan los unos a los otros, porque se produce un ambiente seguro y de tanta confianza que da lugar a muchas reacciones emocionales”.

La efectividad de la terapia asistida se mide científicamente: en los programas de visita animal como este, se busca modificar las respuestas endocrinas que se generan en situaciones de estrés y equilibrar los niveles de cortisol, epinefrina y neopinefrina gracias al contacto animal. Por eso, el equipo de investigación de la Facultad de Educación realizó tres mediciones de cortisol salivar: dos semanas antes de comenzar el programa, para establecer los niveles con que partían; dos semanas después de la última sesión, y a las seis semanas, en plena época de exámenes, para observar los efectos a medio plazo. A su vez, también se recogieron muestras a 40 estudiantes del mismo grado que no participaron en el programa activamente, a fin de compararlos. En la primera medición, los niveles de estrés de estos estudiantes y los que sí participaban eran similarmente altos; en la segunda, este nivel bajaba para aquellos que participaban en las intervenciones; y en la última, el estrés del grupo de control era más alto que al principio, mientras que los estudiantes del programa no alcanzaban los niveles iniciales.

¿Cómo evitar el estrés en época de exámenes?

Para Mencía Ruiz, directora del Servicio de Atención Psicológica, Educativa y Social de la Universidad Loyola, la tensión prolongada provocada por los exámenes académicos se manifiesta a través de una respuesta triple: fisiológica, cognitiva y conductual. “Los universitarios experimentan un deterioro del sueño vinculado al estrés y la ansiedad, que a su vez se asocia a un mal funcionamiento académico y al riesgo de desarrollo de problemas psicopatológicos. A nivel cognitivo, aparecen pensamientos automáticos negativos del tipo “voy a suspenderlo todo” o “soy un fracaso”, y baja autoestima”, explica. Y a nivel conductual, se puede producir un rendimiento bajo, un mal funcionamiento general o una tendencia a evitar o escapar de determinadas situaciones.

Como se ha mencionado ya, el estrés puede inicialmente tener unos efectos positivos que nos permiten estar más alerta, ver con mayor claridad y responder de forma eficaz. Sin embargo, si la presión es excesiva o prolongada “se entra en una fase de resistencia que va seguida de otra de agotamiento que sobrepasa a la persona. Es lo que se conoce como la curva del estrés”, ilustra Ruiz. Un estado de excitación que termina por afectar negativamente a la salud, “a través de sintomatología específica de fatiga como el insomnio, irritabilidad, falta de concentración, agotamiento y desajustes orgánicos que finalmente pueden desencadenar trastornos como la ansiedad y la depresión; hay estudios que incluso avalan los efectos nocivos que el estrés puede ejercer sobre el sistema inmunológico”, añade la experta. Por ello, aconseja aprender a manejar niveles moderados de estrés por periodos cortos de tiempo, de manera que se adquieran las técnicas necesarias para aquellas situaciones que están por encima de nuestros límites.

Un momento de la terapia impartida con los perros del programa Compludog.
Un momento de la terapia impartida con los perros del programa Compludog. NACHO MENESES

Para evitar que el estrés nos domine y se convierta en algo patológico, es recomendable seguir una serie de pautas que María Robles Martínez resume en este decálogo de buenas prácticas:

  1. Lo más importante es identificar el estrés académico; comprender que, aunque no es una etapa fácil, pronto pasará.
  2. Planificar el tiempo de estudio adecuadamente, a lo largo del periodo en que se esté dando la materia. Así será posible llegar al examen con todo leído al menos una vez. Es deseable que los apuntes estén ya preparados al gusto de cada uno.
  3. Dormir el tiempo necesario para asegurarnos un buen descanso; el sueño es imprescindible para memorizar la información aprendida durante el día.
  4. Estudiar en un lugar en el que nos sintamos a gusto es fundamental, para concentrarnos mejor.
  5. Reducir al máximo las distracciones (especialmente del móvil).
  6. Cuidar la alimentación nos ayudará a controlar el estrés.
  7. Hacer descansos cada hora u hora y media, ya que tras ese tiempo la atención, concentración y capacidad de memorización empiezan a disminuir, y el estrés aumenta proporcionalmente.
  8. También es esencial descansar después de estudiar, hacer ejercicio físico y dedicarse a actividades que se consideren placenteras. Ello ayuda a liberar endorfinas y sentirse mejor.
  9. No abusar de los estimulantes como el café, la Coca-Cola o las bebidas energéticas ya que, aunque nos mantengan despiertos, pueden posteriormente generar más estrés.
  10. A las personas más nerviosas o con tendencia a pasarlo muy mal durante los periodos de mayor estrés académico, puede serles muy beneficioso practicar técnicas de relajación o meditación.

Fuente e imagen: https://elpais.com/economia/2019/12/03/actualidad/1575413019_167499.html

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