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La institucionalidad educacional también está en crisis

Por: Marcelo Trivelli

Cuando se habla de educación, habitualmente nos referimos solo a la dimensión de enseñanza y aprendizaje. Pocas veces se aborda la educación socioemocional y casi nunca su institucionalidad. El desprestigio de las instituciones afecta también a la educación: escuelas, liceos y colegios. La institucionalidad educacional también está en crisis.

Aun cuando la competencia en el sistema educacional busca hacernos creer que la calidad se mide por los resultados en las pruebas estandarizadas como el SIMCE (Sistema Nacional de Evaluación de Resultados de Aprendizaje) o la PAES (Prueba de Acceso a la Educación Superior), los problemas de convivencia y situaciones de violencia están cambiando la manera en que debemos mirar y evaluar a los establecimientos educacionales.

“Busco una escuela o liceo en el que mis hijas e hijos estén seguros y vayan contentos a clases”. Es una expresión cada vez más frecuente de madres, padres y tutores al momento de evaluar y postular.

Si bien las primeras escuelas tenían por objetivo que niñas, niños y jóvenes aprendieran de sus mayores a desempeñarse en actividades propias de sus comunidades, fueron evolucionando a un formato más rígido, con adultos que enseñaban y estudiantes que adquirían conocimientos. Hoy estamos en un incipiente proceso de transición que también se hace cargo de formar en ciudadanía.

Entre las muchas definiciones disponibles, cito al Consejo Europeo de su Manual de Educación en los Derechos Humanos con Jóvenes: “Hoy en día ‘ciudadanía’ es mucho más que una construcción jurídica y se refiere, entre otras cosas, a la sensación personal de pertenencia, por ejemplo, al sentido de pertenencia a una comunidad que puedas moldear e influir directamente”.

Por tanto, la formación en ciudadanía no es lo mismo que educación cívica. La ciudadanía no se enseña en una sala clase sino en la práctica diaria; en la relación con los demás dentro de la o las instituciones, por ejemplo, escuela, club deportivo, familia o país.

La adhesión e identificación con la comunidad educativa de una escuela no se da de manera automática. La institución debe generar las condiciones para lograrlo. Es importante entender que la comunidad o institución educativa está compuesta por personas. Es mucho más que la infraestructura, las normas y el currículum educativo.

Para que el sistema funcione, todos los miembros de la comunidad deben desarrollar el sentido de pertenencia cuya principal componente es la participación. En Fundación Semilla, basamos nuestro trabajo considerando la participación como la nueva forma de convivencia, una mirada más sencilla de entender la ciudadanía.

Para abordar la crisis de la institucionalidad educacional es determinante asimilar que sin participación no hay sentido de pertenencia y sin sentido de pertenencia no hay adhesión ni respeto por esa comunidad.

Las viejas fórmulas de imponer un orden por medio de acciones punitivas como las suspensiones, expulsiones o humillaciones, podrán resolver un conflicto puntual, pero no abordan ni resuelven la crisis.

Fuente de la información e imagen: https://www.pressenza.com

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La infancia como desecho social

Por: Claudia Rafael

De apenas 8 años, un niño murió este domingo cuando iba a buscar por comida en un basural de Paraná. Historias de quienes malviven y mueren entre los desechos. Desde Diego Duarte, en 2004 hasta hoy.

Los ocho años de Chicha se esfumaron abruptamente bajo las ruedas del camión recolector de residuos. Como otros niños, esperaba su llegada para trepar en su flanco y ahorrarse esos 200 ó 300 metros hasta el Volcadero, en las afueras de Paraná, Entre Ríos. En el trayecto, un pozo lo hizo tambalear, caer y ser aplastado. En ese mismo instante sobrevino la muerte para Víctor Sebastián Barreto, conocido por todos como Chicha. De apenas ocho años y vecino del Volcadero. Así. Con V mayúscula, elevado a la categoría de sustantivo propio por los habitantes del lugar.  Era la cita obligada y cotidiana con la comida. En ese basural a cielo abierto los lugareños arrojan los desechos y el camión municipal, los restos de los restaurantes paranaenses. El lugar se transforma entonces cada tardecita en la meca de los hambrientos. Los niños se zambullen empujados por el deseo. Saben que allí encontrarán con qué pelearle al hambre.

Paraná, capital efímera de la Confederación Argentina hasta 1861, rozó el 35,3 por ciento de pobreza en el primer semestre de este año y la indigencia, el 7,3%. La fuerte denuncia concebida por Alberto Morlachetti que sintetiza que el hambre debe ser considerado un crimen porque –en definitiva- tiene responsables concretos en cada uno de los ocupantes transitorios del poder político, tiene una vigencia implacable.

A unos 270 kilómetros de Paraná, recostada sobre el río Uruguay se erige Concordia, una de las ciudades de mayor índice de empobrecimiento del país. En el primer semestre de este 2022 arrojó un 49,2 por ciento de pobres y un 10,1 de indigencia. Desde hace décadas, esa ciudad que se promociona como aquella que tiene “todos los verdes para disfrutar todo el año”, de la mano de sus termas, ostenta oprobiosas cifras. Llegó a tener arriba del 82 por ciento de niñas y niños por debajo de la línea de pobreza. Allí, en el Campo del Abasto, como se conoce al basural a cielo abierto, murió en este agosto, aplastado por un camión de residuos, Ramón Kiki Zaragoza. Tenía 24 años. Tres años antes, el 18 de julio de 2019, su sobrina de 11 años, Jesica Maidana, sufrió el mismo destino. La niña esperaba con su ramillete de hermanitos la llegada del camión para recolectar aquellos tesoros a rescatar para la supervivencia diaria. Jesica se paró sobre el tanque de combustible del camión y cuando la caja se levantó, golpeó en su cabeza, trastabilló y cayó al suelo. Una de las ruedas, igual que a Chicha Barreto este domingo pasó por encima de su vida frágil. Y, como él, murió al instante.

Al mismo sitio concurrían Maximiliano Aldana y su papá. El día de la primavera, exactamente una década atrás, buscaban juntos metales dentro del basural. El chico, de 16 años, quiso mover un tacho para profundizar su búsqueda y el recipiente –que contenía restos químicos- explotó y voló por el aire. Maximiliano murió en el hospital cinco días más tarde.

Las diferentes geografías de esta tierra están atravesadas por las historias de quienes sólo sobreviven merced a los desechos del resto. En 2013, en la Formosa profunda, Carlitos Galván, de escasos 6 años murió aplastado por un camión que llevaba residuos a un basural a cielo abierto que fue creciendo en las cercanías de la comunidad Qom. Un basural por el que venían reclamando que se erradicara sin ser jamás escuchados.

Y un par de años antes, en noviembre de 2011, Maicol Matías, de 17 años, que cartoneaba para vivir se quedó dormido en un basural de Cipolletti, en las antípodas del país. A las 6 de la mañana fue tapado por los residuos que arrojó un camión municipal y murió inmediatamente.

De algún modo, el emblema de esas vidas residuales que dejan de respirar definitivamente en el corazón de un basural es el de Diego Duarte, que 18 años atrás murió en el Ceamse de José León Suárez. Aquel adolescente que buceaba entre las montañas de basura para rescatar metales.

“Numerosas poblaciones se ven sometidas a condiciones de existencia que les confieren el estatus de muertos-vivientes”, escribió el pensador camerunés Achille Mbembe. Que es, al decir de Bauman, lo que queda como residuo. Esas vidas olvidadas y abandonadas a su suerte. Por las que nadie deberá pagar porque, después de todo, son a ojos del capital, las vidas que no importan (Agamben).

Hay niñeces que llevan tatuadas en su piel esas vivencias. Que las respiran desde el útero materno. Que saben, aunque rían y corran y jueguen inclusive, mientras se zambullen en esos Volcaderos sociales –con V mayúscula y todo- que existe un paraíso que está más allá de las fronteras de sus pasos.

Fuente de la información e imagen: Pelota de trapo

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Las orientaciones sexuales disidentes no son una enfermedad

Por: Fabiola Méndez

Ilustración: Andrés Otero

En el país, en pleno siglo XXI, hay lugares que realizan estrategias que tienen como único objetivo convertir a una persona a determinada orientación sexual por medio del uso de métodos de violencia física, psicológica o sexual.

Por lo general, se efectúan sobre individuos que tienen una orientación sexual diferente a la heterosexualidad y son llamadas terapias de conversión o ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género).

De acuerdo con Tania Esmeralda Rocha Sánchez, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología, ese tipo de terapias no tendrían que ser nombradas de esa manera, “porque no hay nada que curar”, aseguró la universitaria.

Desde hace más de cinco décadas, los principales organismos e instituciones que trabajan la salud mental argumentaron que la homosexualidad no es un trastorno o padecimiento y, por lo tanto, no es algo que se tenga que curar o cambiar en las personas. Tampoco es una enfermedad de salud mental.

En ese sentido, la especialista en temas de género y diversidad sexual explicó que este tipo de prácticas son realizadas por profesionales de la salud que desafortunadamente no tienen una actualización en torno al tema, o por quienes se encuentran dentro del ámbito religioso, y muchas veces recomendados por familiares o amigos quienes, de manera engañosa, incurren incluso en cuestiones de secuestro, aislamiento de las personas y, por supuesto, actos de tortura.

Lo más grave es que esas acciones violentas quedan impunes o pasan por el secretismo, el silenciamiento e incluso la amenaza a los individuos que lo viven.

Situación histórica

Hoy en día, estas prácticas ya tienen nombre, pero históricamente siempre han existido. Por ejemplo, durante las guerras mundiales y en los campos nazis, había procesos parecidos, en los que sobre todo a hombres homosexuales se les sometía a una serie de actos de violencia o de tortura, específicamente bajo la idea de regular una cuestión hormonal, considerando que era la causa de la homosexualidad.

“Es posible que tengan mucho tiempo de existir; sin embargo, hoy en día se han hecho visibles, porque cada vez se rompe más el silencio, y en la medida en la que diferentes grupos desde el activismo, la academia, y, por supuesto, la gente que lo ha vivido ha levantado la voz para detenerlo, se ha nombrado. Se ha podido reconocer, se ha podido visibilizar e inclusive señalar que constituyen actos de violencia”, detalló Rocha Sánchez.

Asimismo, explicó que a través del tiempo ha habido un proceso de homofobia histórica y se ha pasado de considerar la homosexualidad como un delito a un pecado y una enfermedad. Con los avances científicos se intenta dar a conocer de manera sistemática que ni la homosexualidad ni el tema de las identidades trans o las expresiones de género no binarias constituyen, como tal, un problema de salud mental. “En todo caso aquellos padecimientos o malestares de carácter mental o emocional que las personas LGBTIQ+ llegan a experimentar, pues son más bien resultado de un entorno hostil, violento, de rechazo, de discriminación y de prejuicio, pero no per se de la orientación ni de la identidad o de cómo se expresa al mundo dicha identidad”, aclaró.

El daño causado a las víctimas con este tipo de prácticas es muy variable, porque en algunos casos los individuos son expuestos desde su infancia a estos procesos de tortura, pero sin duda existe una repercusión. “Las violencias sexuales correctivas suelen emplearse mucho más en la adolescencia con las chicas lesbianas o bisexuales. Muchas veces por parte de alguien conocido o familiar, lo cual, además de ser una violación a la propia persona constituye también una cuestión de impacto psicológico brutal, porque en el fondo, todas estas acciones van abonando a que las personas LGBTIQ+ lleguen a vivirse como fuera de lo normativo, con una homofobia o transfobia interiorizada, que muchas veces puede derivar en procesos de depresión o ideación suicida”.

Han dejado de considerarse problemas de salud mental.

Prohibidas en 10 países

En el mundo, sólo 10 naciones han prohibido las terapias de conversión por el daño emocional, físico y la afectación a los derechos humanos de quienes son sometidos a estas prácticas.

En nuestro país, el pasado 11 de octubre de 2022 el Senado aprobó la prohibición de las terapias de conversión sexual con una pena de hasta 12 años de cárcel a quien las realice. El proyecto fue enviado a la Cámara de Diputados para su análisis y votación.

Lo que Tania Rocha celebró, aunque aclaró que es únicamente una iniciativa dentro de muchas más que tienen que existir para que sumen a reiterar y hacer saber, a quienes quizá no se han dado a la tarea de actualizarse o de conocer más acerca del tema, que no se está hablando de cuestiones curables, y que por el contrario, estas acciones pueden ocasionar problemas muy serios de salud mental y emocional en quienes lo viven, e incluso llegar, en muchos casos, hasta el suicidio ante el rechazo y la constante violencia a la que pueden ser expuestas las personas.

La investigadora recomendó la guía Nada que curar, elaborada por la Facultad de Psicología de la UNAM en colaboración con otras instituciones y asociaciones civiles y disponible de manera gratuita para que las familias tengan más información y elementos para no dejarse persuadir o engañar por quienes quieren hacer ECOSIG, y a la vez para tener herramientas que permitan apoyar a las personas LGBTIQ+, “que puedan vivir desde un lugar mucho más pacífico, prometedor, de aceptación de sus propias vivencias”.

Consulta la guía Nada que curar: (https://www.unodc.org/documents/mexicoandcentralamerica/2020/Mexic/Nada_que_curar_2020.pdf).

Fuente de la información:  Gaceta UNAM

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El Gran Reseteo y la Agenda 2030

Por: Jorge Salazar García

Pocos creen que el Capitalismo se encuentra en crisis irreversible. Algunos lo niegan convenientemente mientras aprovechan las ventajas que el mercado les ofrece. Sin embargo, el surgimiento de planes para rescatarlo con el Nuevo Orden Mundial, el Neoliberalismo, la Agenda 2030 y el Gran Reseteo evidencian su agotamiento. Algunos agoreros visualizaron el declive, pero negaron su esencia  autodestructiva culpando a sus víctimas. Por ejemplo, Friedrich Hayek en su obra “Camino de Servidumbre” (1944) señaló a los trabajadores y al Estado como obstructores del modelo. La inflación y recesión económica son resultado del intervencionismo Estatal debido a que el “poder nefasto de los sindicatos” le lleva a aumentar salarios y prestaciones (gasto social) socavando la base sacrosanta del capitalismo: la acumulación privada. Ergo, los gobiernos debían controlar los sindicatos y privilegiar la estabilidad monetaria a cualquier costo. Por esa razón el Estado debería estar al servicio del mercado y fomentar una sociedad híper-individualista. De lo contrario, ni la libertad económica, política ni los valores “democráticos” y morales advendrían, afirmaba.

Desde entonces, los E.U.A. se enfocaron a desmantelar los Estados Nación transformándolos en Estados gerenciales al gusto de las oligarquías. Terminada la gran guerra (1945), el imperio decidió “vender” su modelo, sobre todo a los países del bloque socialista y tercermundistas, originando la Guerra Fría sostenida contra la URSS. La caída del muro de Berlín (1989) proporcionó el pretexto perfecto para imponer su Nuevo Orden Mundial unipolar. Naturalmente siempre ofreciendo la zanahoria de buscar el bien común acompañada del garrote.

Su primer laboratorio fue Chile. Instituirlo implicó un sangriento golpe militar (1973); le siguió Inglaterra, donde apoyando a Margaret Thatcher (1979), que destruyó el sindicalismo; después, en casa, colocaron a un pelele en la presidencia, Ronald Reagan (era actor) y, en México impusieron al banquero Miguel De la Madrid (1982-88). En ninguno de los países mencionados se generó una sociedad próspera, libre, democrática ni segura con su modelo, pues, este resultó un total fiasco. En los Estados donde se aplicó radicalmente, el atraso social, los fraudes electorales, el crimen, la pérdida de valores y el rompimiento del tejido, sentaron sus bases. Fue, eso sí, sumamente lucrativo para los inversionistas, para quienes el sistema continúa siendo exitoso. Como lo afirmó el premio nobel de economía (2001), Joseph Stiglitz: los capitalistas “Perfeccionan habilidades para quitarle el dinero a la gente sin contribuir al progreso social. Crean riqueza arriba pero también crean miseria abajo. Cambiar eso implicaría el suicidio dado que la esencia del Sistema es esa: apropiarse de la riqueza social. Actualmente, no obstante que sus promotores son ya dueños de bosques, minas, recurso energéticos, playas, infraestructura, industrias, bancos, etcétera, la tasa de acumulación de capital sigue en declive. Demasiada depredación, pobreza e inequidad, finalmente, afectan las ganancias.

De eso se percató la élite de Davos (lugar de placer dónde se reúnen anualmente los beneficiarios del modelo; Salinas, Slim y Zedillo incluidos). Allí se expresan autocríticas y derraman una que otra lágrima de cocodrilo por el daño causado al Mundo. Nada de aceptar culpas o enmendar el camino. Actualmente continúan manteniendo la economía en recesión económica permanente y el planeta al borde del colapso por la sobre-explotación depredadora que le impusieron.

El Gran Reinicio

De todo echan mano para lavarse la cara. Esa es la función, por ejemplo, del economista Klaus Schwab, fundador (1971) del Foro Económico Mundial. En 1973, este señor, junto con la Organización Internacional para la Cooperación Público-Privada diseñó el plan de rescate del Capitalismo. En ese mismo año perfiló su seudoteoría “Stakeholder Capitalism” (de las partes interesadas), afinada en 1979. También escribió el libro “Covid-19, El Gran Reinicio” (2020) donde reporta que la pandemia exhibió la insostenibilidad del antiguo sistema y advirtió que el quebranto de la cohesión social, la falta de igualdad de oportunidades y la  exclusión, “podrían acarrear la desintegración social y el colapso político”. Al respecto, su fiel aliado Antonio Guterres (Secretario General de la ONU), el 3 de junio 2020, expresó: “El Gran Reinicio es un reconocimiento de que esta tragedia humana debe ser una llamada de atención. Debemos construir economías y sociedades más equitativas

Obviamente el Gran Reinicio significa “borrón y cuenta nueva”. Puesto en marcha en 2015 con la agenda 2030, su propósito es reconfigurar el sistema sin reconocer que el problema de fondo es el Capitalismo, como lo hizo alguna vez el astrofísico inglés Stephen Hawking. Sólo lo reacomodan a las nuevas condiciones que imponen al mundo la 4ª revolución industrial, el calentamiento global y la disminución de reservas de combustibles fósiles. Gracias a ese garlito pretenden seguir sustituyendo gobierno por gerentes de sus negocios y globalizar el recetario del Consenso de Washington (1989), contando con la complicidad de los organismos internacionales (BM, OMS, FMI, OCDE, ONU…), comandados por el Departamento del Tesoro Norteamericano. Este año (2022), designaron a sus nuevos chivos expiatorios: la pandemia, la guerra en Ucrania, la recesión económica y el cambio climático.

Agenda 2030.

La propuesta para “humanizar” el capitalismo se formalizó en la ONU el 2015.  Allí se presentó la “Agenda para el Desarrollo Sostenible” con el propósito de poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas de las personas en 15 años. Evidentemente, dicha propuesta, provino de ¡los mismos verdugos! y aunque fue aprobada por unanimidad no todas las naciones la firmaron. Quienes sí lo hicieron, se obligaron a cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) contemplados. Al ser Enrique Peña Nieto uno de los signatarios del documento, tales Objetivos (combatir la pobreza, cero hambre, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, reducción de las desigualdades, etc.) fueron incorporados al Proyecto Alternativo de Nación de AMLO. Tatiana Clouthier mencionó, como un motivo de su renuncia, bloqueos a la Secretaría de Economía para cumplir con la Agenda. (https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/development-agenda/).

Stakeholder Capitalism.

Ahora vuelven a pregonar que existen tres tipos de capitalismo (¿malo, malísimo y pésimo?): el de las partes interesadas (stakeholder capitalism), el de Estado y el de accionistas. La meta del tercero es aumentar los beneficios a los inversionistas. En el segundo, la rectoría de la economía recae en el Estado. El nombre del primero lo acuñó Schwab desde 1973 cuando logró convocar a 1000 compañías a las cuales, expropiando el término “Estado de Bienestar” después pidió procurar, además de su ganancias, beneficios ambientales, sociales, pagar impuestos, cero tolerancia a la corrupción, servir a sus clientes, respetar la competencia y los derechos humanos. Reunidas de nueva cuenta el 24 de septiembre de 2020, las trasnacionales dieron otro empujón a la Agenda 2030. Gustosos, el príncipe de Gales, socios de las grandes empresas telefónicas, cerveceras, farmacéuticas, alimentaria, financieras, petroleras (Ignacio Galán de Iberdrola), automovilísticas, embotelladoras (CocoCola)…, y la fundación Schwab ratificaron el acuerdo.

¿Cómo les va…?

El modelo continúa produciendo escombros. Es eficientísimo arrasando con todo lo que tenga valor; quiebra gobiernos incapacitándolos para recuperar su soberanía en la conducción y diseño de sus políticas. Kármicamente la avaricia de las corporaciones convoca el apocalipsis hasta en su lugar de origen. El mismo gobierno yanqui se hunde con el descomunal endeudamiento ocasionado por  privilegiar a los insaciables y voraces “machuchones”. De una deuda total de 31 billones de dólares, 24 billones pertenecen a los corporativos (Dpto. del Tesoro). Esa es una de las razones del porqué los yanquis no pueden estar sin guerras, las necesitan como el aire que respiran.

¿Cambio o extinción?

Es necesario aclarar que  lo bueno de los ODS es irrefutable; lo nefasto es que, al quedar bajo el control de los codiciosos, nunca se cumplirán y perpetúan la re-victimización y marginación de los afectados. La única salida es la caída del sistema neoliberal. Es eso o el apocalipsis. Lo que venga lo construirán los rebeldes a la cultura del híper-individualismo, superficialidad y el consumismo irracional. Esa es la esperanza que anima a los europeos a sublevarse contra sus gobiernos títeres. Dos cosas son ya imparables: la desglobalización política-económica y la multipolaridad.

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La influencia del capitalismo en la educación emocional

Por: Irvin Rodolfo Tapia Bernabé

 

«La educación debería promover un pensamiento más consciente y con la capacidad de analizar críticamente los fenómenos sistémicos que influyen en él; en lugar de someterse al cambio impuesto por una economía capitalista.»

En las últimas décadas la educación emocional ha representado la panacea de los sistemas educativos, en la formación de ciudadanos para una sociedad cada día más compleja. Sin embargo, a pesar de promoverse en la mayoría de las escuelas de los países desarrollados, la salud mental de la población mundial parece empeorar ante los efectos de una economía capitalista. Ante este fenómeno resulta importante replantear la epistemología de la educación emocional para mejorar la calidad de la salud mental.

El interés por desarrollar la inteligencia emocional en las personas surge con las investigaciones del psicólogo David Goleman, quien experimentó con niños de tres y cinco años, al ofrecer comer un malvavisco a cada uno, pero con la condición de recibir dos malvaviscos en caso de esperar cinco minutos. Después de buscar a cada individuo en su edad adolescente, Goleman identificó que aquellos niños que habían esperado cinco minutos para obtener dos golosinas tenían mayores expectativas de éxito en la vida. A partir de este descubrimiento se identificaron una serie de habilidades no cognitivas que, a partir de su reconocimiento y gestión en las personas, estás generan efectos positivos en la vida social y laboral.

El resultado de educar a personas con habilidades emocionales beneficia, sin lugar a duda, a las grandes empresas, ya que les permite contar con personas más resilientes a los cambios impredecibles de un mundo globalizado. Sin embargo, el efecto en lo individual podría no ser el esperado. De acuerdo con el Psicólogo James Davies, el capitalismo moderno ha generado una crisis de salud mental. En su libro «Sedados», Davies asegura que el consumo de medicamentos psiquiátricos en Reino Unido se ha incrementado desproporcionadamente (500%) desde la década de los 80’s; no por razones biológicas, si no por las dolorosas consecuencias de las dificultades vitales como rupturas familiares, baja autoestima, problemas en el trabajo e infelicidad de relaciones en pareja. Frente a este tipo de problemas, a las personas se le pide resistir el dolor a pesar de que esto los coloque al borde del colapso psicológico.

Ante esta epidemia de salud mental, Davies, asegura que el problema de salud mental en la sociedad se ha tratado de manera errónea, ya que se ha puesto como foco del problema al individuo y no a los efectos sistémicos promovidos por una economía capitalista; tal como lo define, la Organización Mundial de la Salud (OMS), «una persona mentalmente saludable es aquella que puede afrontar de forma resiliente las tensiones de la vida y trabajar de forma productiva y fructífera». No olvidemos al Psicólogo Viktor Frankl, precursor de la resiliencia, quién la definió como «la capacidad para transformar el dolor en fuerza motora para salir fortalecido». Pero, estas nuevas espiritualidades resilientes nos invitan a aceptar el dolor, pero no a cuestionar su origen.

En este contexto es importante analizar el papel que ha tenido la escuela en la promoción del desarrollo de las habilidades socioemocionales. Al respecto, es importante recordar el pensamiento de Carlos Marx, quien manifestó que, desde el surgimiento de la escuela formal, esta ha contribuido con la capitalización del ser humano, bajo la influencia del sistema económico capitalista. Es decir, la escuela ha sido la principal formadora de personas para atender las necesidades cambiantes de capital humano requeridas por los sectores productivos; en un principio, formando personas técnicamente hábiles; posteriormente, con capacidad cognitivas superiores; y en la actualidad, personas inteligentes social y emocionalmente.

La anterior afirmación, la podemos observar en las políticas educativas promovidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quien en su informe «Más allá del aprendizaje académico» realizado en el año 2021, establece que el desarrollo socioemocional en los individuos, trae consigo beneficios tan importantes como el desarrollo cognitivo y académico; permitiendo impulsar la adaptabilidad, ingenio, respeto, trabajo colaborativo, responsabilidad, etcétera, habilidades imprescindibles para el mundo laboral.

Así mismo, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), ha considerado que las brechas entre formación y las demandas del mercado laboral se debe, en parte, a la falta de formación en habilidades socioemocionales; concluyendo, que el conocimiento técnico y las habilidades cognitivas avanzadas ya no son suficientes para ser competitivo en el mercado laboral actual. De hecho, un estudio del Instituto de Investigación Capgemini realizado en el 2019, demuestra que la demanda de la inteligencia emocional, la autoconciencia, la autogestión, la conciencia social y la gestión de relaciones, aumentará seis veces en los próximos tres a cinco años, debido a la incorporación de la inteligencia artificial y la automatización de los procesos productivos. Ante este planteamiento que realiza una de las organizaciones más importantes que regulan la política educativa mundial e instituciones internacionales de inversión en capital humano, demuestran que la ganancia de la incorporación de las habilidades socioemocionales en las escuelas atiende mayormente a un interés político-económico, dada la creciente exigencia del mercado laboral.

Con la anterior premisa, podemos decir que, durante muchos años la escuela, ha promovido que los individuos sean tratados como pequeñas empresas, de las que hay que extraer todo el rédito posible en cualquier ámbito de la vida, desde las relaciones interpersonales hasta el ámbito laboral. De manera contraria, se le ha restado relevancia a la Filosofía, área del conocimiento que busca respuestas racionales de los principios que rigen al ser humano y la sociedad, aportándole a las personas herramientas cognitivas para reflexionar y analizar de manera objetiva el mundo que le rodea.

En síntesis, la educación social y emocional ha puesto al individuo como punto central del problema; generando consigo una cultura de resiliencia ante las exigencias del mundo laboral. La resiliencia carga al individuo con la culpa y es él quien debe cambiar su visión del mundo y reinterpretar sus sufrimientos para ser adaptativo y funcional. En este sentido, la educación debería promover un pensamiento más consciente y con la capacidad de analizar críticamente los fenómenos sistémicos que influyen en él; en lugar de someterse al cambio impuesto por una economía capitalista.

Bibliografía

https://ethic.es/2022/09/dejenme-vivir-en-mi-zona-de-confort/https://www.caf.com/es/conocimiento/visiones/2019/04/habilidades-socioemocionales-y-mercado-laboral-sinergia-necesaria/https://www.educaweb.com/noticia/2013/12/02/capitalismo-cognitivo-capitalismo-cognitivo-emocional-7934/https://www.oecd-ilibrary.org/education/beyond-academic-learning_92a11084-enhttps://www.who.int/es/news/item/03-06-2022-why-mental-health-is-a-priority-for-action-on-climate-change#:~:text=La%20OMS%20define%20la%20salud,aportar%20algo%20a%20su%20comunidad%C2%BB.https://ethic.es/2022/04/contra-la-resiliencia-a-favor-de-la-lucidez/https://www.google.com/amp/s/www.capgemini.com/mx-es/news/inteligencia-emocional/amp/

Fuente de la información: https://profelandia.com

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La USICAMM reproductora de injusticias: el caso de los docentes de secundaria

Por: Israel Moreno Salto

«Asombrosamente, los gremios sindicales que deberían estar al pendiente de los derechos laborales de sus nuevos agremiados simplemente brillan por su ausencia.»

Una de las piedras angulares de la reforma educativa de Peña Nieto fue sin duda la creación y operación del Servicio Profesional Docente (SPD). Posterior a su caída en el 2019 se irguió sobre sus ruinas la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM), cuya misión era fungir como una especie de acción afirmativa que repararía las injusticias causadas por su antecesor. Desafortunadamente, a la fecha persisten grandes injusticias y desigualdades en la entrega de plazas a docentes de nuevo ingreso. Esta nota pondrá énfasis en el caso de secundaria, sin embargo, se reconoce que cada nivel tiene sus propias sutilezas al respecto.

¿A qué desigualdades me refiero? mientras que a los aspirantes seleccionados a ingresar al servicio público docente en los niveles de preescolar y primaria se les otorga una plaza equivalente a 20 horas, a los docentes de secundaria comúnmente solo se les permite elegir un módulo. Es importante notar que estos varían de asignatura en asignatura y de un centro de trabajo a otro, sin embargo, pueden llegar a ser de hasta dos horas a la semana en el caso de los docentes de artes o educación física.

Hace algunas semanas fui testigo de la asignación de plazas de nuevo ingreso en secundaria. En este proceso, se les informó a los aspirantes que solo tenían derecho a elegir un módulo por persona. La asignación fue variada y para nada equitativa: mientras que algunos docentes lograron obtener 16 horas, otros se quedaron solo con seis horas a pesar de haber logrado los primeros lugares en la lista de prelación. Este suceso me hizo recordar mi participación en el concurso de ingreso a secundaria por medio del examen de Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) en el periodo de Calderón. En ese entonces, aunque logré obtener el segundo lugar en la lista de prelación únicamente se me ofrecieron dos módulos de cuatro horas, uno en una escuela a las orillas de mi ciudad y el otro en un ejido.

Los hechos descritos anteriormente sugieren que la ACE del PAN, el SPD del PRI y la USICAMM de MORENA, además de compartir la ideología de la meritocracia también reproducen y legitiman desigualdades de manera similar entre los docentes de nuevo ingreso. Al respecto, las autoridades del USICAMM argumentan que estas injusticias se generan por las propias necesidades del servicio educativo, no obstante, se puede apreciar que existe un desinterés de su parte por buscar alguna propuesta de mejora. Asombrosamente, los gremios sindicales que deberían estar al pendiente de los derechos laborales de sus nuevos agremiados simplemente brillan por su ausencia.

Fuente de la información: https://profelandia.com

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Neutralidad falsa, cómo el lenguaje de los medios occidentales tergiversa a los palestinos y protege a Israel

Por: RAMZY BAROUD

Si bien los principales medios de comunicación y corporativos estadounidenses y occidentales siguen estando sesgados a favor de Israel, a menudo se comportan como si fueran una tercera parte neutral. Este simplemente no es el caso.


Tomemos como ejemplo la cobertura del New York Times de la última guerra israelí en Gaza. Su artículo del 6 de agosto, “Israel-Gaza Fighting Flares for a Second Day” es el típico reportaje occidental convencional sobre Israel y Palestina, pero con un sabor distintivo del New York Times.

Para el lector desinformado, el artículo logra encontrar un lenguaje equilibrado entre dos lados iguales. Esta equivalencia moral engañosa es uno de los puntos ciegos intelectuales más grandes para los periodistas occidentales. Si no defienden exteriormente el discurso de Israel sobre «seguridad» y «derecho a defenderse», crean falsos paralelismos entre palestinos e israelíes, como si un ocupante militar y una nación ocupada tuvieran derechos y responsabilidades comparables.

Obviamente, esta lógica no se aplica a la guerra entre Rusia y Ucrania. Para el NYT y todos los principales medios de comunicación occidentales, no hay duda de quiénes son los buenos y los malos en esa sangrienta lucha.

Los ‘militantes palestinos’ y los ‘terroristas’ siempre han sido los malos de Occidente. Según la lógica de su cobertura mediática, Israel no lanza guerras no provocadas contra los palestinos, y no es un ocupante militar impenitente ni un régimen de apartheid racista. Este lenguaje sólo puede ser utilizado por medios marginales ‘radicales’ e ‘izquierdistas’, nunca por la corriente principal.

La breve introducción del artículo del NYT hablaba sobre el aumento del número de muertos, pero inicialmente no mencionaba que los 20 palestinos asesinados incluían niños, enfatizando, en cambio, que los ataques israelíes habían matado a un ‘líder militante’.

Cuando se revelan los seis niños asesinados por Israel en el segundo párrafo, el artículo inmediatamente, y sin comenzar una nueva oración, aclara que “Israel dijo que algunas muertes de civiles fueron el resultado de que los militantes escondieran armas en áreas residenciales”, y que otros fueron asesinados por cohetes palestinos «fallidos».

El 16 de agosto, el ejército israelí finalmente admitió que estaba detrás de los ataques que mataron a los 5 jóvenes palestinos de Jabaliya. Si el NYT informó sobre eso o no, importa poco. El daño ya está hecho, y ese fue el plan de Israel desde el principio.

El título de la historia de la BBC del 16 de agosto, ‘Los niños de Gaza están acostumbrados a la muerte y los bombardeos’, no nombra inmediatamente a los responsables de la ‘muerte y los bombardeos’. Incluso los portavoces militares israelíes, como descubriremos más adelante, estarían de acuerdo con tal declaración, aunque siempre culparán directamente a los ‘terroristas palestinos’.

Cuando la historia finalmente revela que una niña, Layan, fue asesinada en un ataque israelí, el lenguaje fue elaborado cuidadosamente para disminuir la culpa de sus asesinos israelíes. La niña, nos dicen, se dirigía a la playa con su familia, cuando su tuk-tuk “pasó por un campamento militar dirigido por el grupo militante Jihad Islámica Palestina”, que, “en el momento exacto, (…) fue blanco del fuego israelí”. La autora no dice nada de cómo llegó a la conclusión de que la familia no era el objetivo.

De la historia se puede deducir fácilmente que la intención de Israel no era matar a Layan y, lógicamente, a ninguno de los otros 17 niños asesinados durante la guerra de tres días en Gaza. Además, Israel, según la BBC, ha intentado salvar a la niña; lamentablemente, “una semana de tratamiento en un hospital israelí no pudo salvarle la vida”.

Aunque los políticos israelíes han hablado descaradamente de matar niños palestinos y, en el caso de la exministra de Justicia israelí Ayelet Shaked, “las madres palestinas que dan a luz a ‘pequeñas serpientes’”, el informe de la BBC y otros informes sobre la última guerra, han dejado de mencionar esto. En cambio, citó al primer ministro israelí, Yair Lapid, quien supuestamente dijo que “la muerte de civiles inocentes, especialmente niños, es desgarradora”. Por cierto, Lapid ordenó la última guerra en Gaza, que mató a un total de 49 palestinos.

Incluso una historia de interés humano sobre un niño palestino asesinado de alguna manera evitó el lenguaje que podría culpar a Israel por el espantoso asesinato de una niña. Además, la BBC también se esforzó por presentar a Israel bajo una luz positiva, recurriendo a citar la declaración del ejército de ocupación de que estaba “devastado por la muerte (de Layan) y la de cualquier civil”.

El NYT y la BBC han sido seleccionados aquí no porque sean los peores ejemplos del sesgo de los medios occidentales, sino porque a menudo se los cita como medios ‘liberales’, si no ‘progresistas’. Su información, sin embargo, representa una crisis en curso en el periodismo occidental, especialmente en relación con Palestina.

Se han escrito libros sobre este tema, se formaron organizaciones de la sociedad civil para responsabilizar a los medios occidentales y se organizaron numerosas reuniones del consejo editorial para presionar a los editores occidentales, sin éxito.

Desesperados por las narrativas inmutables a favor de Israel en los medios occidentales, algunos defensores de los derechos humanos a favor de Palestina a menudo argumentan que hay mayores márgenes dentro de los propios medios de comunicación principales de Israel que en los EE. UU., por ejemplo. Esto también es inexacto .

El nombre inapropiado de los medios israelíes supuestamente más equilibrados es un resultado directo de la incapacidad de influir en la cobertura de los medios occidentales sobre Palestina e Israel. La noción errónea a menudo se ve favorecida por el hecho de que un periódico israelí, como Haaretz, otorga espacios marginales a las voces críticas, como las de los periodistas israelíes Gideon Levy y Amira Hass.

Sin embargo, la propaganda israelí, una de las más poderosas y sofisticadas del mundo, difícilmente puede equilibrarse con columnas ocasionales escritas por algunos periodistas disidentes.

Además, a menudo se cita a Haaretz como un ejemplo de periodismo relativamente justo, simplemente porque las alternativas (el Times of Israel, el Jerusalem Post y otros medios israelíes de derecha) son ejemplares en su insensibilidad , lenguaje sesgado y tergiversación de los hechos.

Los prejuicios proisraelíes en los medios occidentales a menudo se extienden a los medios simpatizantes de Palestina en todo el Medio Oriente y el resto del mundo, especialmente aquellos que informan sobre las noticias en inglés y francés.

Dado que muchos periódicos y plataformas en línea utilizan agencias de noticias occidentales, a menudo, sin darse cuenta, adoptan el mismo lenguaje utilizado en las fuentes de noticias occidentales, describiendo así a los resistentes o combatientes palestinos como ‘militantes’, al ejército de ocupación israelí como «Fuerzas de Defensa de Israel» y a los guerra israelí en Gaza como ‘estallidos’ de violencia.

En su totalidad, este lenguaje malinterpreta la lucha palestina por la libertad como actos aleatorios de violencia dentro de un ‘conflicto’ prolongado donde civiles inocentes, como Layan, quedan ‘atrapados en el fuego cruzado’.

Las mortíferas guerras israelíes en Gaza son posibles, no solo por las armas occidentales y el apoyo político, sino por un flujo interminable de desinformación y tergiversación de los medios. Aunque Israel ha matado a miles de civiles palestinos en los últimos años, los medios occidentales siguen tan comprometidos con la defensa de Israel como si nada hubiera cambiado.

Ramzy Baroud es periodista y editor de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros. Su último libro, coeditado con Ilan Pappé, es “Nuestra visión para la liberación: los líderes e intelectuales palestinos comprometidos hablan”. El Dr. Baroud es investigador sénior no residente en el Centro para el Islam y Asuntos Globales (CIGA). Su sitio web es www.ramzybaroud.net

Foto de portada: Una vigilia cerca de las tumbas de los niños palestinos que murieron en la última guerra israelí en Gaza. (Foto: Mahmoud Ajjour, The Palestine Chronicle)

Tomado de Nueva Revolución

Fuente: The Palestine Chronicle

Fuente Original: https://www.investigaction.net

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