Por: Paola Estrada Villafuerte
Las instituciones de educación superior se preguntan si abrirán sus puertas para el otoño y qué tanto afectarán las normas sanitarias en la vida universitaria como se conoce.
Sin la certeza de la modalidad educativa presencial en el campus, las autoridades universitarias deben averiguar qué rumbo tomará el siguiente semestre. En un panorama incierto consecuencia de la pandemia por COVID-19, las opciones se dividen entre redoblar reglas sanitarias, optimizar los esfuerzos hasta ahora realizados para entregar una educación en línea de calidad, retrasar el inicio del semestre en otoño o incluso cancelarlo. En cualquier escenario, lo único certero es que este ciclo escolar será muy diferente a los anteriores. Muy probablemente, sin importar la modalidad que las universidades decidan recurrir, el número de alumnos y alumnas disminuirá considerablemente. Entre crisis financieras, familiares enfermos, empleos perdidos y apoyos gubernamentales enfrentando otras prioridades, estudios prevén que las instituciones podrían ver una decrecimiento general del 20 % en el número de estudiantes inscritos.
«Casi todos mis estudiantes que han sido admitidos en universidades de primer nivel están reconsiderando sus planes para este próximo año académico, y algunos envían formularios de solicitud de año sabático para retrasar el comienzo de su primer año para que puedan tener la experiencia universitaria completa”, Christopher Rim, consultor de admisiones, CEO de Command Education para Business Insider. Este porcentaje se eleva si tomamos en cuenta el alumnado internacional que seguramente pondrá en pausa la búsqueda de una institución extranjera. BOSSA, Beijing Overseas Study Service Association, menciona que China, siendo el país principal de origen de estudiantes en el extranjero, se verá bastante afectado por la epidemia, puesto que “ha causado que entre el 40 % y 60 % de estudiantes sean bloqueados directamente en la solicitud de la universidad y visa”.
«Casi todos mis estudiantes que han sido admitidos en universidades de primer nivel están reconsiderando sus planes para este próximo año académico».
Sin embargo, algunas soluciones que se han sugerido para este sector en específico, como Elise Hodge plantea, es ofrecer a los alumnos internacionales un semestre híbrido. El alumnado comenzaría los cursos de manera remota inscritos en las universidades deseadas y cuando sea ideal, podrán dar seguimiento a sus clases dentro del campus de manera regular. La Universidad de Arizona, por ejemplo, ha lanzado un Campus Global pensado en el alumnado internacional donde la universidad ofrecerá una mezcla de cursos virtuales y experiencias vivenciales en universidades asociadas que estén cercanas a los alumnos en sus lugares de residencia.
¿Qué planean las universidades? Diferentes escenarios para el otoño
Ciertas universidades se encuentran ya detallando los planes específicos para el siguiente semestre. En el estado de California, en Estados Unidos, el jefe del sistema de la Universidad Estatal mencionó que sus 23 instituciones comenzarán el semestre de otoño virtualmente. Esto no es sorpresa, ya que en una encuesta realizada por The American Association of Collegiate Registrars and Admissions Officers, se encontró que más de la mitad de las universidades en EE.UU. están considerando permanecer en esta modalidad por el resto del año.
Otras instituciones, como la Universidad de Notre Dame, planean abrir sus puertas para el otoño y aplicar regímenes rigurosos de sanidad, tales como el rastreo de contactos, protocolos de cuarentena y aislamiento, distanciamiento social y el uso obligatorio de máscaras en público. Al igual que Harvard, que también plantea abrir el campus pero se prepara para tener la mayoría de sus clases de manera remota. Sin embargo, aunque algunas universidades están anunciando su regreso en otoño, la decisión sobre si reabrirán o no los campus universitarios el siguiente semestre no será decisión de las universidades, serán las autoridades políticas y sanitarias de cada país quienes determinarán cuándo y cómo podrán reabrir los centros de educación superior.
Clases presenciales
En caso de que se decidiera abrir las aulas, este rumbo podría llegar a ser incluso aún más arriesgado y complicado que trasladarse totalmente a cursos en línea. The New York Times, en conjunto con autoridades institucionales, caminaron por algunas situaciones hipotéticas que podrían presentarse en este escenario. Estas iban desde “puntos de control de fiebre en las entradas a los edificios académicos, pasillos unidireccionales y asientos bloqueados en los salones para mantener a los estudiantes a seis pies de distancia hasta dormitorios convertidos en centros de cuarentena para cualquier estudiante expuesto al coronavirus”. Incluso se discutió la idea de implementar aplicaciones móviles, donde los alumnos tendrían que reportar a diario sus síntomas y sólo así serían otorgados un pase para ingresar a sus aulas.
«Si el otoño 2020 no puede suceder en el campus, necesitamos encontrar una forma de que ocurra efectivamente en línea”.
Sin embargo, esto no puede hacer frente a las situaciones que podrían generarse después del horario de clases. Con alumnos ansiosos por regresar a la vida universitaria y estudiantes de primer ingreso que desean experimentar la libertad que ofrece esta etapa, es casi imposible asegurar que estas medidas serán adoptadas como una nueva cultura de convivencia dentro del campus, dado que los estadios vacíos y fiestas via Zoom no son una alternativa tan llamativa.
¿Cancelar el semestre si los campus continúan cerrados?
Por otro lado, muchos comparten que la decisión más sensata es cancelar por completo el siguiente ciclo escolar, considerando que la experiencia en persona es esencial para la continuidad del periodo, «Un semestre de otoño en línea no es una posibilidad [… ] No tuvimos la opción de estar en línea a mediados de semestre […] pero sería académicamente irresponsable llevar el siguiente en línea. Se necesitan entre 70 y 80 horas a la semana para mantener una semblanza de instrucción. No sería físicamente posible sostener el mismo esfuerzo docente. Si se aplicaran los estándares académicos normales, un gran número de estudiantes fracasaría. Si no es posible reanudar la instrucción en persona en otoño, el único curso de acción responsable sería cancelar el semestre y cerrar las universidades”.
El reporte de Eduventures, explica que no hay duda que muchas autoridades institucionales se encuentren escépticos en poder emular la experiencia universitaria vía remota. También, que muchos profesores se sienten vindicados en su creencia de que la esencia de la universidad y el medio del campus son inseparables. «Sí, el campus físico facilita los fundamentos de la educación superior: comunidades de aprendizaje, diversidad de ideas, formación humana”, menciona el reporte, pero también explica que en este caso, «la decisión correcta no es darse por vencido, posponer o asentarse, sino recrear estos fundamentos de nuevas maneras. Si el otoño 2020 no puede suceder en el campus, necesitamos encontrar una forma de que ocurra efectivamente en línea”.
Expectativas aumentadas para un nuevo semestre en línea
Si las clases continúan por medio de educación remota, las expectativas en materia de calidad por parte de alumnos y familias aumentarán considerablemente siendo que las universidades tendrán todo el periodo del verano para resolver las complicaciones que pudieron haber surgido en la transición de emergencia en marzo.
“Si alguna vez habrá un momento para repensar la naturaleza de la educación universitaria, este es el momento».
Chris Hakala, quien dirige el Centro para la Excelencia en Enseñanza, Aprendizaje y Becas en Springfield College, dijo para Inside Higher Ed, “el tipo de aprendizaje remoto que la mayoría de los campus impartieron sobre la marcha durante la crisis esta primavera puede haber sido suficiente por el momento. Pero no fue tan bueno como la instrucción que la mayoría de las universidades normalmente imparten en persona o que está disponible para los estudiantes en muchos programas en línea de alta calidad”.
Definitivamente, las universidades deberán averiguar qué pasos tomar para elevar el nivel de calidad de las clases en línea que se estuvieron ofreciendo durante este semestre. Ya que las sesiones sincrónicas, lecturas remotas prolongadas y los documentos compartidos, no serán suficientes para retener a un alumnado necesitado de mejores métodos educativos. “Si alguna vez habrá un momento para repensar la naturaleza de una educación universitaria, este es el momento. Ante la pandemia actual, las universidades deben idear estrategias para adaptarse a un entorno extraordinariamente incierto, no solo para abordar la crisis inmediata, sino también a largo plazo”, dice Steven Mintz.
¿Cómo lograr esto?
Eduventures, plantea que para crear una educación remota efectiva se debe comenzar con la perspectiva que se tiene hacia esa modalidad. «Si los presidentes, el profesorado, el personal y los estudiantes, se acercan a un semestre remoto con la actitud de que el aprendizaje en línea es inherentemente deficiente y que ninguna cantidad de imaginación o esfuerzo cambiará eso, entonces el resultado será una experiencia estudiantil deficiente o ni siquiera alguna educación superior hasta que la pandemia haya pasado». El mismo estudio sugiere que para que las aulas virtuales puedan ofrecer sesiones de educación atractivas, se deberán acoplar ciertas medidas:
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Aula invertida: En lugar de esperar que alumnos y profesores lean en conjunto el material de la clase durante las sesiones, se propone invertir el orden. Curar lecturas para que los estudiantes generen preguntas en casa y discutirlas en la sesión sincrónica.
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Replantear el ritmo de la clase: Efectuar discusiones envolventes y efectivas con pocas lecturas, en lugar de esperar que los estudiantes mantengan el mismo ritmo de concentración con jornadas extendidas.
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Sesiones asincrónicas: Para evitar el agotamiento del instructor, garantizar la variedad pedagógica y ayudar al impulso de la clase, el profesorado debería considerar además de sesiones en vivo, la contribución a las discusiones basadas en texto.
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Interacción: Para generar intimidad e interacción entre estudiantes, la facultad podría facilitar la interacción grupal en vivo de los compañeros de clase al menos dos veces por semana para discutir el material de la clase.
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Materiales: Utilizar recursos digitales ya disponibles en plataformas como Coursera.
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Permitir que algunas clases sean dirigidas por alumnos: Crear un acercamiento distinto al permitir que los mismos compañeros de clase dirijan ciertas sesiones enfocadas en aclarar dudas.
Inside Higher Ed, por su parte, establece ciertos puntos claves para que este modelo funcione:
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Educar alumnos de manera completa: La crisis debería recordarnos que nuestras instituciones no solo deben promover el desarrollo cognitivo de los estudiantes, sino también su bienestar, incluida su salud mental y bienestar físico.
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Escuchar experiencias: Las instituciones deberán escuchar con mayor atención la retroalimentación creada por los alumnos y estar preparados para generar cambios según sea necesario.
También se sugiere crear una educación sistematizada, compacta y centralizada por áreas, esperando que el desarrollo de la clase en línea no quede en manos únicamente del profesor y sus preferencias. De esta manera se generaría un balance objetivo a la hora de ofrecer los cursos.
El reto de las clases extracurriculares, equipos deportivos y vida social en una educación online
Intentar recrear la experiencia universitaria podría ser el reto más significativo para la educación remota. Es innegable que para muchos estudiantes de 17 y 18 años, este factor –socialización informal, eventos atléticos, clases extracurriculares, conciertos, fiestas– es uno de los decisivos para continuar con su educación superior. “Si las universidades ignoran ese recurso y solo se enfocan en académicos limitados, convierten la experiencia universitaria tradicional en la experiencia de aprendizaje para adultos”, dice Doug Lederman.
Eduventures explica que mientras los equipos estudiantiles deportivos son un área difícil de cubrir en un ambiente en línea, se podrían generar entrenamientos especializados para los alumnos y guiados por los entrenadores. Mientras que las clases en línea no podrán reproducir “conversaciones casuales, reuniones en el pasillo y la experiencia en fraternidades”, también menciona que actividades extracurriculares como las artes, política, vida religiosa y el voluntariado, son todas candidatas a funcionar de manera remota durante este periodo. De igual manera, se puede incentivar la socialización en el alumnado por medio de recursos dirigidos a alumnos vulnerables, como el Buddy System, ya acogido en varias instituciones de manera presencial.
Lo que representará este periodo para la educación superior en general
Richard Garrett, investigador principal de Eduventures menciona, “La esencia de la educación superior no está definida por objetos físicos. Puede persistir entre el profesorado comprometido, el personal y los estudiantes. Solo tenemos que reimaginar cómo».
Definitivamente, las repercusiones en materia de educación que esta pandemia generará no serán acoplados de manera permanente, pero la manera en la que las universidades se acoplen a panoramas de emergencia sí quedará como un precedente para situaciones futuras donde tengamos que responder a escenarios de crisis. Como Elise Hodge menciona, “al ser flexible y ágil como organización, las universidades podrá ayudar a garantizar que los estudiantes puedan continuar su educación en tiempos de crisis, sin importar lo que depare el futuro”.
Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/universidades-planes-postcovid19