Page 5 of 8
1 3 4 5 6 7 8

Modelo Educativo: ¿qué cambió?

Por: Pedro Flores

Preámbulo: A partir de este jueves y cada quince días, aparecerá mi columna “Universidad Crítica” en Educación Futura. Espero que pueda usted leer y comentar mis puntos de vista y opiniones, como quizás lo hizo en Campus-Milenio. Agradezco a este medio que durante más de diez años abrió un espacio para expresarme crítica y libremente. Ahora lo haré desde aquí.

El pasado lunes 13, se presentó la versión revisada del Nuevo Modelo Educativo. Palacio Nacional fue el escenario elegido por el actual gobierno para dar a conocer su propuesta filosófica y curricular. Como era de esperarse, fue un acto político, del cual voy a comentar algunos pormenores a reserva de revisar detalladamente los documentos y compararlos con la versión previa.

El interés por ver la presentación del Modelo Educativo tenía al menos dos propósitos. Por un lado, obviamente, informarme sobre la nueva propuesta y segundo, guardaba la ilusión de que los actuales servidores públicos, explicaran al ciudadano en qué había cambiado el modelo luego de la amplia consulta que se llevó a cabo el año pasado. De acuerdo con el informe del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), se registraron casi 300 mil comentarios por medio de seis estrategias: (1) foros organizados por la propia SEP, (2) Consejos Técnicos Escolares, (3) órganos académicos de los bachilleratos, (4) foros y documentos externos, (5) foros estatales y (6) una plataforma de consulta en línea que, sorprendentemente, acumuló tres quintas partes del total de registros.

Dado el cúmulo de información y la débil tradición de escuchar y respetar la voz de la gente, albergaba la esperanza de que el gobierno de Enrique Peña Nieto haría lucir sus propuestas explicando qué elementos del modelo educativo fueron incorporados a partir de la consulta, cuáles no y por qué. Esto no fue lo que vimos, en cambio, constatamos que el modelo mantuvo sus cinco ejes: (1) cambio pedagógico (dejar atrás la memorización), (2) escuela al centro, (3) formación de profesores, (4) equidad e inclusión y (5) una nueva gobernanza del sistema educativo.

También observamos al titular de la Secretaría de Educación Pública, Aurelio Nuño, utilizando anécdotas para justificar las acciones de cada eje. ¿Acaso su dependencia no genera la suficiente evidencia para sustentar y justificar las acciones públicas? ¿Por qué no le acercan sus asesores estudios e investigaciones sobre la efectividad de los programas de tutoría y de las comunidades de aprendizaje? Asumir que es más válido citar el nombre de la maestra Bernarda en esos actos que un estudio publicado en alguna revista científica es menospreciar la capacidad del ciudadano.

Luego del titular de la SEP, tomó la palabra Juan Díaz de la Torre, presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Se acomodó a todos los públicos con su discurso (“no a la batalla ideológica”). Dejó claro que para él no hay contradicción entre una educación de calidad y los derechos laborales de sus representados.

Posteriormente, le tocó el turno a Sylvia Schmelkes, consejera presidente del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Del discurso de Schmelkes, me llamaron la atención dos cosas. Primero, resaltó la contribución técnica del INEE para sustentar las propuestas del modelo. Esto fue posible, según ella, gracias a la construcción de indicadores, la evaluación curricular y la emisión de directrices que ha hecho el Instituto.

Segundo, la titular del INEE sí hizo notar algunos cambios entre esta versión del modelo y la pasada. Por ejemplo, habló de que hay una mejor articulación entre la educación básica y la media superior y de que la educación bilingüe se reconoce en todos los niveles educativos. Con valor, enlistó también algunos “puntos luminosos” del modelo como haber  llegado a él por medio de un esfuerzo democrático y reconocer, por otro lado, a los maestros y directores como sujetos capaces de actuar de manera autónoma. ¿Compartirá ya la SEP esta visión? ¿Sirvieron los foros de consulta para mostrarle al secretario y a sus grupos afines que los mentores no son seres desconfiables a los que hay que someter por medio de la evaluación? Una rectificación explícita de la SEP en este sentido sería en verdad brillante y deseable.

Sabiendo el terreno político y mediático que pisaba, tomó la palabra Graco Ramírez, gobernador de Morelos y presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). Después de hablar de “amarres corporativos” y “aristocracias sindicales” pasó a condenar a los “conservadores y populistas”. Graco tuvo para todos: alabó la reforma que “va, camina y empieza a dar frutos”, regañó niños, reconoció la actitud del sindicato porque, según él, ya no tolera comisionados y le dio coba al secretario Nuño diciendo que a pesar de tener una hermosa oficina, va a las escuelas y conoce a los maestros. Todos felices sonreían; pero, ¿cuántas plazas habrá disponibles en Morelos y en cada estado que no se han concursado? ¿Qué proporción de plazas y horas se han asignado de manera transparente? ¿Por qué se critica constantemente a los gobernadores de esconder los puestos públicos y de bloquear la reforma educativa? Para Graco fue más fácil disparar en todas direcciones que asumir su propia responsabilidad.

Después de un video testimonial y de las palabras de una estudiante de la Ciudad de México, vino la intervención del presidente Peña Nieto. Queriendo improvisar sin mucho éxito, nos regresó al pasado y a lo que ya sabíamos. Vasconcelos entró de nuevo en el discurso, PISA (Programa Internacional de Evaluación de los Estudiantes) fue utilizado para justificar el cambio curricular y repitió la consabida diferencia entre calidad y cobertura.

Sorprendió que, por un lado, Peña Nieto hablara de la importancia del “consenso social” y por otro, se mostrara muy orgulloso de la rápida aprobación de la reforma educativa. Recordó que en diciembre de 2012 se propuso y en febrero de 2013 ya había sido aprobada por casi todos los congresos de los estados. Utilizar la “aplanadora” priista y el fast track quizás sea rentable políticamente, pero suprime el debate público y parlamentario; así como el entendimiento a las posiciones contrarias del otro. Esto seguramente no es lo que consigna el “nuevo” modelo educativo, entonces, ¿qué cambió?.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/modelo-educativo-que-cambio/

Comparte este contenido:

¿Es la educación tecnológica motor de movilidad social?

Por: Pedro Flores Crespo

Debido a un imponderable (la lluvia), la Biblioteca de México tuvo que alojar el Primer Encuentro que el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, sostuvo con estudiantes de los institutos tecnológicos, universidades politécnicas y universidades tecnológicas. Se trataba, en palabras de Nuño, de sostener un “diálogo abierto” con ese “ejército de innovadores” y presentarles la visión que tiene el titular
de la SEP de ese subsistema de educación superior.

Es mejor que existan conversaciones y diálogos entre servidores públicos y estudiantes a que por temor no se convoquen. De hecho, al tomar la palabra, Salvador Jara, subsecretario de Educación Superior, dijo que era importante que los jóvenes “ejercitaran su pensamiento” en encuentros como estos que, entre otras cosas, sirven para despejar dudas sobre la política educativa del país. Porque luego, afirmó Jara, hay mucha “charlatanería”.

Lamentablemente, la dirección Comunicación Social de la SEP sólo tiene publicada la larga participación de Aurelio Nuño y lo más interesante de ésta es, a mi juicio, la intervención que hicieron los jóvenes y las respuestas que ofreció el secretario Nuño. El encuentro, en extenso, aparece afortunadamente en YouTube.

¿Qué se observó en este encuentro? Al menos dos cosas llamaron mi atención. Primero, que mientras los estudiantes se concentraron en problemas muy particulares y específicos de sus instituciones, Nuño aprovechó cada pregunta para hablar de la Reforma Educativa que, hasta donde se sabe, está enfocada al nivel de educación básica y media superior.

Cuando una chica de Nayarit quiso conocer que propondría el titular de la SEP para detener la fuga de cerebros, el secretario primero dijo que era necesario crear mejores condiciones de vida y luego se alargó ensalzando las 13 reformas que el presidente Enrique Peña Nieto ha promovido y todas, dijo, están “integradas”. Así también, cuando Marco Antonio lo cuestionó sobre un problema muy bien documentado de las universidades tecnológicas y que es la falta de expresiones culturales en sus planes de estudio, el “responsable de la política educativa” del país les habló de las políticas de Jaime Torres Bodet, citó fechas de manera exacta (cosa que apantalla) y luego dijo que al proponer el Nuevo Modelo Educativo, se va a incluir un componente de educación cultural y artística para la educación superior. ¿A poco? ¿Y los intentos previos (y fallidos) no los conoce el secretario Nuño? ¿Y ya les preguntaron a las universidades autónomas sus experiencias con respecto a la difusión y extensión cultural?

Segundo punto que me llamó la atención del encuentro con estudiantes fue, por un lado, la queja de los estudiantes de las universidades tecnológicas sobre la falta de equipamiento e infraestructura. Paola de la UT de Tecamachalco afirmó que cuando ella estudió no había laboratorios y que pese a ello, se han logrado avances notables. De hecho, ella participó en programas de intercambio estudiantil, imagínese “¿qué se lograría con apoyo?”, remató. Por otro lado, fue interesante que Nuño recurrentemente hablaba de que esos jóvenes formaban parte de la primera generación de su familia en ir a la universidad. Es decir, la educación superior tecnológica, en particular las UT, están contribuyendo, ciertamente, a la movilidad social intergeneracional y esto, como afirmó Julio Rubio (2006), es mayor en las UT que en las universidades públicas autónomas.

Sin duda alguna, la movilidad intergeneracional es un rasgo de avance social que no puede soslayarse y si una opción educativa de corta duración y vocacional contribuye a que los jóvenes alcancen mayores oportunidades educativas que su padres, es digno de reconocerse. Ahora, un punto complementario a la movilidad intergeneracional es la de tipo intrageneracional, es decir, el movimiento que logran los individuos dentro de su mismo grupo y no en relación a la generación pasada. ¿Se mueve ascendentemente el grupo de los técnicos en la estructura social de México?  ¿Por estudiar una opción tecnológica, tenemos la posibilidad real de cambiar de clase social? Hacen falta mayores estudios al respecto, pero el estudio de Cortés, Escobar y Solís (2007) encontró que una variedad amplia de empleos técnicos y profesionales ya no brindada el estatus, los ingresos y la seguridad que otorgaba hace treinta años.

Ojalá este tipo de temas y preocupaciones se aborden en el segundo encuentro con jóvenes universitarios. Sin equipamiento, cobrándoles cuotas muy altas, alejados de las grandes urbes y dejando de lado la formación integral y el pensamiento crítico será muy difícil que la educación tecnológica sea un motor de movilidad social intrageneracional. Por más importantes que sean, los programas de becas anunciados por el secretario Nuño en el encuentro, no van a la raíz del problema.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=3912:es-la-educacion-tecnologica-motor-de-movilidad-social&Itemid=152

Comparte este contenido:

Personificación de la política educativa

Por: Pedro Flores Crespo

Al coordinar un libro del Consejo de Especialistas para la Educación (2006), tuve la oportunidad de entrevistar a Fernando Solana, ex secretario de Educación Pública, a quien le pregunté cuáles consideraba que eran las tres políticas educativas más exitosas de México. Con seguridad, Solana respondió: “Vasconcelos, Torres Bodet y Fernando Solana”.

Sorprendido por la respuesta, reflexioné en silencio a qué grado en pleno siglo veintiuno, seguimos comprendiendo la política educativa por medio de un recurso personalista. ¿En qué medida el estilo del gobernante puede marcar la acción pública? ¿Es esto sano en una democracia? ¿Cuándo la voluntad del servidor público se convierte en voluntarismo? ¿Cómo modulan las instituciones democráticas el ímpetu del funcionario de Estado por impulsar el cambio o empujar su propia agenda, aún cuando tenga un interés genuino basado en el simpatía por un grupo social específico?

Con Fernando Solana (1977-1982) al frente de la SEP tuvimos suerte. Se crearon organismos clave para el desarrollo educativo del país como las delegaciones en los estados, las cuales representaron un fuerte impulso para la descentralización educativa —que ahora, por cierto, está en peligro. Con una clara idea de que el “crecimiento” es de las personas y no solamente de la economía, Solana fundó, en 1981, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA). Además, con tino e imaginación, puso en marcha equipos de trabajo llamados “comandos” que, como recuerda Latapí, operaban con “gran libertad” fuera del organigrama de la SEP y que consecuentemente, lograron “éxitos muy notables al trabajar sin las trabas de la burocracia” (Latapí, Andante con brío, 2008). Pese al “imperio de las restricciones”, se pueden hacer cosas con el “paquidermo reumático” que representa la SEP.

Pero por su alcance e importancia para las personas, la política educativa no puede estar basada en la suerte para esperar resignadamente que llegue un personaje como Solana a la SEP. Evitar esto implica construir —entre todos— formas de gobierno institucionales y no personalistas, es decir, se requieren nuevas reglas y prácticas ciudadanas para que el actuar de los funcionarios de Estado se module y logren recapacitar. Por muchas buenas intenciones que tenga una autoridad, no es recomendable subvertir el carácter público de la política educativa. Esto no es un mero principio de ciencia política, sino una advertencia para evitar prácticas regresivas que pueden dañar a los más pobres.

Michael A. Gottfried y Gilberto Q. Conchas, acaban de publicar su libro When School Policies Backfire. How well-intended measures can harm our most vulnerable students (Harvard University Press) que en español titularíamos: Cuando los políticas escolares son contraproducentes. Cómo buenas intenciones pueden dañar a los estudiantes más vulnerables. Basado en casos de estudio, Gottfried y Conchas muestran los efectos negativos que generaron políticas bien intencionadas en el campo educativo y enfatizan la responsabilidad que tienen los hacedores de política y los investigadores con el bienestar de los estudiantes más pobres.

Tengo cierto optimismo de que a medida que el cambio generacional ocurra, la personificación de la política pública irá disminuyendo. No hay que olvidar que las reglas — o institucionalidad— bajo la que operaba la política educativa en tiempos de Solana era muy distinta a la de ahora. La oposición carecía de fuerza real para llamar a cuentas a un secretario de Estado, los organismos de la sociedad civil eran escasos, la prensa no mostraba la pluralidad de ahora, las redes sociales eran inexistentes y la competencia político-partidista era irrelevante para mantenerse en el puesto. Aunque aún falta mucho para hacer que los funcionarios se hagan responsables de sus actos, parece evidente que la personificación no fructifica a medida que la democracia se expande.

Ahora, error que cometa un funcionario sale a la luz pública en tiempo record y puede dañarlo profundamente. Si no me cree, repasemos el caso de Fausto Alzati, ex secretario de Educación Pública en el sexenio de Ernesto Zedillo (1995-2000), quien fue entonces separado del cargo por mostrar grados académicos que no poseía. Luego, con el regreso del PRI en este sexenio, volvió a ser removido del puesto de Director General de Televisión Educativa por irrumpir violentamente en una lectura de poesía en la SEP e “invitar” a los asistentes a que gritaran porras al presidente Peña Nieto. El servilismo fue disfuncional.

Dada la complejidad de los problemas educativos del país, un solo actor, por más poderoso, “comprometido” o imaginativo que sea, ya no puede impulsar por sí mismo los cambios que quiere y desea. Su actuación está enmarcada en una base sumamente frágil. La condiciona un tablero político y democrático, en donde él —o ella— sólo son una parte. No entender esta nueva realidad sólo va a perjudicar trayectorias políticas, académicas e intelectuales y vamos a experimentar aún más, frustración social.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=4337:personificacion-de-la-politica-educativa&Itemid=152

Comparte este contenido:

Mérito: el mito necesario

Por: Pedro Flores Crespo

Al exponer en la Universidad Pedagógica Nacional del Ajusco que frente a la venta y herencia de las plazas docentes, el mérito del profesor debía tomarse con mayor seriedad en las discusiones sobre la reforma educativa, un estudiante reviró: “Ok con el mérito, pero ¿por qué empezamos por los maestros cuando hay otros sectores que también lo demandan urgentemente?”.

El reclamo es justificado. Al visitar alguna delegación de la Ciudad de México u oficina de cualquier gobierno municipal, ¿existe la certeza de que están dirigidas por los mejores cuadros? ¿Y qué diría la sociedad sobre los detestables actos de tortura cometidos por dos miembros del ejército mexicano y un policía federal en Ajuchitlán del Progreso, Guerrero? ¿Habrán sido estos soldados y policías seleccionados con base en el mérito o entraron por “palancas”? ¿Están siendo los miembros del ejército evaluados de manera constante? Si es así, ¿entonces por qué actúan de manera tan irracional que hasta el Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, tuvo que ofrecer, ante más de 23 mil soldados, una disculpa a “toda la sociedad agravada por este inadmisible evento” (Reforma, 17/04/16).

Tan necesario es el mérito en el ejército que el diario Reforma cabeceó así su nota: “Solicita la Sedena perfil intachable”. Parece evidente que así como al gremio magisterial le hace falta cambiar el esquema de selección para el ingreso al servicio público, también hay que trabajar en el mismo sentido en el sector militar, policíaco y ya no se diga, en el burocrático. En México, pese a los esfuerzos iniciados hace más de 12 años, aún no desarrollamos un Servicio Profesional de Carrera (SPC) confiable. De ahí que usted pueda ver que en cada sexenio, los políticos hacen borrón y cuenta nueva de programas y políticas sin reparar en los costos de sus ocurrencias.

El Servicio Profesional de Carrera (SPC) no pudo fructificar, según José Luis Méndez (Colmex), debido a distintos factores como: la intromisión política de la Secretaría de la Función Pública en los procesos de selección, la errónea medición del mérito, el mal uso de la tecnología, la opacidad y el abuso de la ley para otorgar nombramientos sin concurso. Todo esto dañó la confianza en el SPC; por lo que no estaría mal poner a remojar las barbas del Servicio Profesional Docente (SPD) de 2013 en la experiencia del Servicio Profesional de Carrera de 2003.

Pero regresemos a la discusión del mérito. Según John H. Goldthorpe (Oxford), la idea de que las posiciones al servicio del Estado como la civil y la militar fueran asignadas con base en la competenencia demostrada y no a través del nepotismo, “palancas”, sobornos o compra, surgió de la pujante clase media en el contexto de la reforma administrativa del estado en el siglo diecinueve. El supuesto era que los criterios de logro debían sustituir a los de adscripción (e.g. de qué fracción sindical provengo) para poder mover a las sociedades de su fase tradicional a la industrial. Bajo esta idea, importa más qué sabes hacer que de dónde vienes. Si las personas más capaces ocupan cargos importantes, entonces el desempeño de las organizaciones será mejor. Estos son los supuestos centrales del mérito. ¿Quién podría estar en contra de ellos?

Pero los problemas de la meritocracia son varios, de acuerdo con Goldthorpe. En primer lugar, dice, podemos invocar al mérito como criterio primordial de selección y recompensa, pero luego tenemos que definirlo de manera específica y situacional y por lo tanto, variable y subjetiva. Segundo, el mérito comúnmente es medido a través del nivel educativo alcanzado y esto es cuestionable porque, dice el sociólogo, los sistemas educativos de las sociedades modernas no operan para identificar el talento ni para ofrecer a los individuos talentosos oportunidades para cultivar el mérito por medio del uso de sus habilidades. Tercero, las relaciones entre origen social (de dónde vengo), educación y destinos de clase o estatus no siguen un patrón determinado. Esto quiere decir que la educación puede o no tener un efecto en el proceso de alcanzar una determinada posición social.

Las diversas relaciones entre origen, escolaridad y posición social abren la puerta para reflexionar sobre las limitaciones y potencialidades del actual Servicio Profesional Docente (SPD). ¿Qué instituciones formadoras de maestros poseen la capacidad de identificar al talento magisterial? ¿Tendrá el nuevo esquema de evaluación —ideado por la Secretaria de Educación Pública (SEP) y validado por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE)— la capacidad para asignar a los profesores en los puestos que sirvan para ampliar sus capacidades, cultivar el mérito y lograr un mejor estatus social?

¿Por qué, ante la manera clientelar con que se reparten las plazas docentes en México, los detractores de la reforma educativa —entre ellos, varios académicos— no hablan del mérito como criterio de selección? Si la queja es que el mérito genera más desigualdad en sociedades injustas como México; pueden tener razón y esto sería inadmisible, no obstante, aún falta un sustento empírico para mostrar que en verdad la selección basada en el mérito es más injusta, regresiva y discriminatoria que vender y heredar el puesto de trabajo.

En resumen, así como algunos grupos de la sociedad mexicana exigen que los maestros de educación básica deben ser seleccionados y promovidos con base en sus competencias, no estaría mal que seamos congruentes y parejos y tambien demandemos que los miembros del ejército y de la policía demuestren su capacidad para dejar de cometer las atrocidades que hemos visto. El mismo nivel de atención pública y mediática que recibe el magisterio también tendría que ser puesto en los perfiles de los funcionarios del Estado, legisladores, jueces y servidores públicos que reciben salarios relativamente altos sin una clara explicación de por qué o cómo llegaron a esos niveles. O todos coludos o todos rabones.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=4265:merito-el-mito-necesario&Itemid=140

Comparte este contenido:

Impulso al estudio de las políticas educativas

Por: Pedro Flores Crespo

La investigación educativa de México debe estar de plácemes. El pasado 27 de mayo, durante la entrega de los premios de ciencia, el presidente Enrique Peña Nieto anunció que se crearán cuatro nuevos centros públicos de investigación y uno de ellos será sobre políticas educativas. El resto abordará temas como aeronáutica, desarrollo metropolitano y zonas áridas.

Por otro lado, tres días después del anuncio de la creación de ese centro, el Fondo de Cultura Económica (FCE) instaló el Consejo Editorial de lo que será la Revista de Reformas y Políticas Educativas (REPE) cuyo objetivo será “difundir investigación científica relevante, con una orientación humanista, que promueva un diálogo informado entre la comunidad académica nacional e internacional, los tomadores de decisiones y los actores interesados de las comunidades escolares”.

Que el FCE impulse un proyecto editorial de esta naturaleza abre la oportunidad para discutir —de manera más rigurosa y constante—, la forma en que el gobierno y la sociedad se organizan y actúan para tratar de resolver los problemas educativos del país. Esto es precisamente la política educativa: cursos de acción explícitos o implícitos que surgen desde los gobiernos democráticamente electos, pero que los distintos actores sociales reconfiguran para cumplir con las finalidades que el Estado se va fijando. Una de estas finalidades puede ser la distribución equitativa de la calidad para todos los sectores, especialmente, para aquellos que enfrentan mayores desigualdades.

Contar con un espacio de “diálogo informado” como la REPE era una necesidad tanto académica como política. Política porque es imprescindible elevar el debate público sobre la educación mexicana con conocimiento y académica porque aún desconocemos muchos aspectos del desarrollo de las políticas públicas en educación. Por ejemplo, ¿por qué un determinado problema social (e.g. bullying) llega a conformar parte de la agenda pública? ¿Qué grupos sociales impulsan tal agenda? ¿Quién se oponen y bajo qué argumentos lo hace? ¿Es verdad que la pluralidad ideológica le imprime mayor efectividad a las políticas? ¿Por qué se entorpece tanto la implementación de las reformas educativas a pesar de que nacen de importantes cambios constitucionales? ¿Cómo “estructuran” las leyes a las políticas educativas en un país con altos grados de impunidad? ¿Se evalúan rigurosamente las políticas y los programas educativos actuales? ¿Qué programas funcionan efectivamente para elevar los aprendizajes de los niños y jóvenes y cuáles no? ¿Cómo las maestras y maestros producen conocimiento útil para mejorar el diseño de las reformas y las políticas educativas? ¿Por qué se reproducen las asimetrías de poder entre los actores centrales de las políticas?

A medida que la realidad cambia, requerimos mejores lentes para analizar las políticas públicas. Incluso, el lenguaje se renueva. Llama mucho la atención, por ejemplo, cómo los pioneros de la investigación educativa en México, en un principio, utilizaban el término “acción” en lugar de “política”; incluso ahora prosiguen los debates sobre si es apropiado hablar de “políticas públicas” o solamente de “decisiones gubernamentales”.

Con la revista del FCE sobre políticas educativas se reconoce a un campo de estudio que se ha ido consolidando en los últimos años, pero que no por esto, vive exento de varios retos. Uno de ellos es el desarrollo de mejores teorías para explicar cómo ocurren los procesos de la política pública. ¿Debemos seguir utilizando invariablemente el modelo neocorporativo para explicar el cambio en la educación? ¿Será posible aplicar el enfoque de redes de política (policy networks) dados los cambios políticos y sociales que hemos experimentado en los últimos tres lustros?

Otro reto académico es la integración de la dimensión de la política de “alto nivel” con lo que ocurre cotidianamente en las escuelas y en las aulas. Sin caer en el lugar común o clisé de que “lo de abajo” es más importante de lo que ocurre en las altas esferas del poder, sí es necesario reflexionar cómo ambas dimensiones de poder se integran e influyen mutuamente. Si hacemos un esfuerzo intelectual en este sentido, quizás pronto podríamos construir una visión más amplia y profunda de los actores del sistema educativo, sus niveles de cooperación, esquemas de conflicto y sobre todo, sus percepciones y razones.

Pero aparte de los retos intelectuales, la Revista de Reformas y Políticas Educativas (REPE) va a enfrentar desafíos de índole práctica. Por ejemplo, tendrá que definir más claramente su identidad y lidiar con los tortuosos esquemas de evaluación para las revistas científicas e ingresar a los índices de calidad. Pese a esto, la posibilidad de promover una cultura académica mucho más abierta y plural a través de este medio de divulgación científica es real. Enhorabuena.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=4469:impulso-al-estudio-de-las-politicas-educativas&Itemid=256

Comparte este contenido:

Formación docente: Inercia y oportunidades

Por: Pedro Flores Crespo

Si el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, en verdad quiere hacer una contribución valiosa al sector, tendrá que imaginar y proponer la reforma necesaria — no la posible— de los centros y de las estrategias de formación y actualización docente.
Para realizar esta tarea, no basta con tener el respaldo del presidente de la República; aquí se requieren capacidades internas para poder enfrentar a la tradición, a poderosos grupos sindicales, intereses económicos y a la sobreideologización tan presente en algunas escuelas normales, académicos y comentócratas.

El camino no es fácil; dependerá de cómo el secretario reconozca y aproveche los esquemas de cooperación que ofrece nuestro marco federalista, plural y democrático. ¿O pensará que puede hacerlo todo desde el centro y con su visión propia?

Con el propósito de colocar en la “opinión pública la tesis de la importancia estratégica de la formación docente en la reforma educativa”, La organización Mexicanos Primero (M1) dio a conocer su reporte: Prof. Recomendaciones sobre formación y continua de los maestros en México, cuya autoría corresponde a David Calderón, su director general.

El documento consta de tres partes principales. En la primera, se hacen algunas clarificaciones conceptuales. Los autores desean separarse de la noción de “capacitación docente” para hablar mejor de “aprendizaje profesional docente”, el cual se refiere a un “proceso interno en el que los maestros crean conocimientos y desarrollan habilidades y actitudes profesionales”.

La segunda parte presenta el diagnóstico de la política de formación y actualización docente en México y corrobora hallazgos de estudios previos. “Existe una gran heterogenidad en los criterios y procedimientos de admisión de los estudiantes” en las normales (Latapí, 2004). M1 constata que mientras la SEP fija un promedio mínimo de ocho en el bachillerato; Querétaro, por ejemplo, relaja esa puntación hasta seis en el nivel de secundaria y educación especial.
¿Qué explica esta situación? ¿Sentimientos genuinos de justicia a favor del prof.? Podría ser, pero también hay que darle cabida a otro tipo de explicaciones. Junto a otros analistas de política e incluso a ex secretarios de Educación Pública como Fernando Solana, quien aseguró que las deficiencias del magisterio se explicaban en parte por la “contaminación de intereses políticos que se sobreponen a los verdaderos intereses de la educación”, M1 constata que los “arreglos del sistema de educación normal en los estados responde más a la historia política que a un proceso de génesis educativa”.

¿Se antepondrán los intereses políticos al derecho a aprender en condiciones idóneas? ¿Querrán el PRI y la cúpula del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en verdad empujar la reforma de las escuelas normales cuando las han utilizado de manera histórica y clientelar? Vamos a esperar la respuesta del secretario Nuño para saber si la reforma educativa en este tema en verdad va o si solo fue una llamarada de petate. La reforma educativa ciertamente es política y tendrá que combatir a la nomenklatura.

Otro elemento clave de la profesionalización docente es la actualización, la cual ha demostrado ser poco efectiva, según la evidencia recabada. El documento de M1 reitera que aunque ha habido un creciente número de maestras y maestros tomando cursos y más recursos, la confianza y seguridad del mentor en su labor son bajas y además, el aprovechamiento escolar de los estudiantes muestra una tendencia negativa. Esto ciertamente apunta a una inercia, que en palabras de Mexicanos Primero, es costosa en términos sociales y económicos.

Con su carácter pragmático que los caracteriza —y que en ocasiones irrita a los investigadores—, Mexicanos Primero trata de hacer recomendaciones en dos planos. En el primero, habla de “transformaciones de carácter cultural, para arraigar una visión socialmente compartida sobre el ser y el quehacer de los maestros” mientras que en el segundo, se sugieren temas “puntuales de política pública”. Entre las primeras destacaría que Mexicanos Primero dice querer trabajar para que “los comunicadores en los medios de mayor difusión masiva asuman un discurso más justo y ponderado”. Ojalá que a la gente de Televisa como Carlos Loret de Mola, quien dirigió el documental De Panzazo, le llegue tal recomendación y actúe en consecuencia.

Entre las segundas recomendaciones considero que hay tres que destacan por su importancia y factibilidad. Primero, la necesidad de que se utilice inteligentemente la información que arrojan las evaluaciones docentes para reforzar las capacidades de los maestros y nos alejemos de lógica del premio y del castigo. Un dictamen puntual y personalizado de cada profesor podría ser de mucho valor para desarrollar una política de actualización docente de “segunda generación”.

Segundo, coincido con M1 en la necesidad de articular mejor las áreas de evaluación, formación y desarrollo docente y esto parece factible a la luz de los cambios organizacionales que quiere impulsar el secretario Nuño al interior de la SEP. Tercero y último, revisar críticamente el papel desempeñado por las universidades públicas en la formación docente y pensar en cómo “atraer lo mejor del talento universitario en apoyo de los maestros de educación básica”. ¿O será que a los centros universitarios y de investigación no nos interesa asumir esta responsabilidad social?
Al leer el reporte de M1, es evidente que compartimos una misma problemática con los profes de básica: la evaluación y el control burocrático se volvieron fines en si mismos y no es nada claro que esto contribuya al aprovechamiento académico y a la expansión de capacidades de los estudiantes.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=4046:formacion-docente-inercia-y-oportunidades&Itemid=152

Imagen de archivo

Comparte este contenido:

Futuro de la educación técnica y tecnológica

Por: Pedro Flores Crespo

Con el propósito de reflexionar sobre cómo se va a ubicar la educación y formación técnica y profesional (EFTP) en la nueva agenda del desarrollo, la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (Oreal) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), convocó a un grupo de expertos para discutir las experiencias de los distintos países de la región y, sobretodo, para elaborar un documento que presente una posición sobre esta modalidad educativa.

En México, los retos de la educación técnica y tecnológica —también llamada profesional—, son diversos. En primer lugar, mencionaría la ubicación histórica de la EFTP. Ante la necesidad de habilidades intelectuales y sociales que demandan los nuevos fenómenos globales, la educación técnica y tecnológica tiene que ser repensada de manera muy distinta al modelo planificador e industrial que corrió desde la posguerra hasta la década de los setenta. Hay que tener la “sabía virtud de conocer el tiempo”, diría el poeta mexicano Renato Leduc.

Muy relacionado con la relevancia histórica del modelo de la EFTP está, en segundo lugar, su función dentro de la sociedad. ¿Se quiere que la educación técnica o vocacional sirva solamente para que las personas más pobres encuentren empleo en un mundo en donde las tendencias marcan alteraciones notables del trabajo y las ocupaciones? Desde mi perspectiva, la educación técnica, vocacional o tecnológica tiene que repasar críticamente su enfoque adecuacionista, es decir, su añeja pretensión de responder, por medio de las carreras y planes de estudio, a las demandas específicas del sector empresarial y productivo. Asimismo, se tiene que mostrar por medio de estudios de tipo longitudinal, si la pretensión de ofrecer habilidades para el empleo a los más pobres no derivó en estratificación social. ¿O será verdad que al estudiar una opción técnica o profesional los jóvenes pueden cambiar de clase social y grupo de estatus?

Pienso que formar bajo rígidos planes de estudio a las niñas, niños y jóvenes más pobres puede ser regresivo debido a que esto puede complicar, primordialmente, su ampliación de posibilidades reales de vida (PNUD), el cual es un proceso mucho más amplio que entrar al mercado laboral. Reportes de organizaciones internacionales, diversos estudios de egresados e incluso, encuestas a empleadores coinciden en señalar que se requiere formar personas con “competencias blandas” —como se dijo en la reunión de Santiago— y no sólo con destrezas específicas para empleos que solo imagina y propone un ocurrente emprendedor “exitoso”.

Ahora, en pleno siglo veintiuno, saber desempeñar una tarea específica es algo menos importante que cultivar la habilidad de saber cómo “aprender a aprender”. De hecho, en la reunión de Santiago se habló recurrentemente de la manera en que la educación técnica y tecnológica se debía integrar a la perspectiva del aprendizaje a lo largo de la vida. A mi juicio, una manera de lograr esta transición va por al menos dos vertientes. La primera es de corte institucional, es decir, se requiere estudiar la manera en que operan los diversos subsistemas de la educación técnica o tecnológica para certificar con base en habilidades y no en créditos u otro esquema de control burocrático ineficaz. ¿En verdad queremos construir una sociedad basada en el conocimiento o solo es puro discurso de los funcionarios estatales?

Se requiere, a mi juicio, un marco institucional que reconozca lo que algunos han llamado “portabilidad de conocimientos” (Székely) para que el sujeto se mueva libremente en las distintos tramos, niveles o modalidades educativos. Varios estudios en México han mostrado lo tortuoso que es para un Técnico Superior Universitario (Isced 5B) revalidar sus estudios para continuar su aprendizaje a lo largo de la vida. Lo que enfrentan los TSU —y muchos otros jóvenes en el sistema universitario de México— es una “carrera de obstáculos”, como bien observó Salvador Ruiz de Chávez, ex vocal de los Comités Interinstitucionales de Evaluación para la Educación Superior (Ciees).

La segunda vía para tratar de integrar a la educación vocacional, técnica o tecnológica con el enfoque de educación a lo largo de la vida tiene que ver con la manera en que la educación en particular y el conocimiento en general, son valorados por la sociedad. En un estudio con una pequeña muestra de universidades tecnológicas (UT), institutos tecnológicos (IT) y universidades politécnicas (UP), Dulce Mendoza y el que escribe, encontramos una marcada tendencia a valorar modalidades de estudio extremadamente escolarizadas en donde los profesores, estudiantes y sus familias sentían cierto orgullo por tener largas jornadas académicas sin mostrar claramente su eficiencia. Según las evaluaciones encargadas a expertos internacionales y las de tipo independiente, el sistema de UT mexicanas falla en formar integralmente a los jóvenes pese a la extenuante carga académica que presenta. Entonces, ¿qué valoramos como sociedad? ¿Ir a la escuela a aprenderse el nombre de los héroes que “nos dieron patria” o aprender a ser mejor persona y ciudadano?

Para concluir, algunos de los retos de la educación técnica o profesional para estos años son: (1) tener una ubicación histórica, (2) aclarar su función social (¿reproductora de desigualdad o promotora de movilidad social?), (3) repensar su desempeño institucional para contribuir al desarrollo humano y sustentable, y (4) discutir su filosofía educativa. Esperemos que estos temas no sean menospreciados por la Unesco, la cual, ha tenido históricamente una visión educativa mucho más amplia que otras organizaciones internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial.

Fuente: http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=4363:futuro-de-la-educacion-tecnica-y-tecnologica&Itemid=256

Comparte este contenido:
Page 5 of 8
1 3 4 5 6 7 8