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La educación en el informe: ¿Y el aprendizaje?

Por: Pedro Flores

 

El 1 de septiembre, el titular del Poder Ejecutivo dirigió un mensaje con motivo del Segundo Informe de Gobierno. El rito tricolor nos ha enseñado que el mensaje presidencial es más de carácter político y que las minucias técnicas las hallaremos en el extenso documento que se publica luego del acto protocolario. Por ello, Andrés Manuel López Obrador no desperdició la oportunidad para mostrarse poderoso y recalcó, públicamente, que se había “cancelado la mal llamada reforma educativa”.

No obstante, al leer el mamotreto oficial, uno advierte que varios elementos de la reforma educativa pasada permanecieron como el Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED), el pago centralizado de la nómina magisterial a través del FONE (Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo) y el principio de “fortalecer” —ya no “recuperar”— la rectoría del Estado sobre la educación. Otros elementos, en efecto, desaparecieron como vincular los resultados de las evaluaciones a las condiciones laborales del maestro y el órgano con autonomía para verificar si la educación avanzaba o retrocedía: el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación). ¿Qué dijo AMLO en su mensaje a la nación sobre los aprendizajes de todos o de los “sectores de la población históricamente rezagados”? Nada.

¿Qué presenta el informe sobre el tema? Que no tenemos datos derivados de la prueba Planea (Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes) porque eso dependía del INEE. Además, también reconoce que en términos del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2030, referido a la educación de calidad y a la producción de aprendizajes, no hubo “cambios considerables”.

Para educación superior, tampoco se reporta cuánto aprende un universitario. ¿Cuál es el aprendizaje que han desarrollado los 15 mil jóvenes incorporados a las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, cuya modalidad dice ser de “alta calidad científica y profesional”? Tampoco sabemos. Ni siquiera se conocen estimaciones contables sobre qué aprendizajes y “desaprendizajes” se generaron por la pandemia y la aplicación del emblemático programa “Aprende en Casa”. ¿Pasamos de la “mal llamada” reforma educativa a una peormente diseñada? Los informes anuales hacen propicio el momento para interpelar al gobierno en turno. Démosle seguimiento al mejoramiento de los aprendizajes en este sexenio y estemos listos para razonar nuestro voto. Es la hora de la ciudadanía.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-educacion-en-el-informe-y-el-aprendizaje/

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Regreso a clases: Propuestas

Por: Pedro Flores

 

A mi papá por sus 90 años

¿Será que la burocracia universitaria, creada por nosotros mismos, es mucho más fuerte que un virus proveniente de la naturaleza? ¿Llegará primero la vacuna contra el Covid-19 antes que el cambio educativo verdadero?

No me atrevería a decir que la pandemia ha sido una “oportunidad” para cambiar, pues en México han muerto más de 45 mil personas y miles de doctoras, enfermeros y compatriotas están padeciendo. Es mas bien una tragedia que nos ha puesto a prueba. Las universidades públicas somos autónomas. Organizar el regreso a clases virtuales, mostrará si somos capaces de actuar libremente para renovar la manera en que hemos operado. ¿Estaremos dispuestos a reescribir nuestras reglas, códigos y conductas ante la emergencia? Éste será un ciclo escolar donde el compromiso por formar integralmente al universitario no debe menguar, al contrario. Pero, ¿qué hacer?

En primer lugar, estar conscientes de que las tres funciones principales de la universidad (docencia, investigación, vinculación) no podrán realizarse como si nada hubiera pasado. Será difícil –incluso prohibido– trasladarse a ciertos lugares para recabar datos, hacer etnografía o realizar alguna práctica como establecía el plan de estudios. La vinculación, por otra parte, es contraria al connamiento y se complica con la “sana distancia”.

Por tanto, quizás es un buen momento para que parte del tiempo en investigación y vinculación se concentre, solo por este semestre, en el ejercicio docente. Esto debe, por supuesto, ser reconocido por las instancias de evaluación dentro y fuera de las universidades. Segundo, dado que la exposición presencial no es recomendable, la estructura de la clase podría cambiar. Al ya no haber salones, sino espacio virtual, televisivo o radiofónico, sugeriría organizar “clases magistrales” con algún académico o académica destacada sobre un tema en específico y alcanzar a más jóvenes de los que normalmente ocupan un salón. Luego de grabar la sesión y asegurarse de que llegue a los jóvenes de áreas más alejadas y empobrecidas, se pueden organizar grupos de discusión reducidos sobre ese tema.

La participación del estudiante y del académico en esta “nueva normalidad” será central. Es momento de variar los objetivos de aprendizaje. Estamos ante el reto de que los jóvenes desarrollen la capacidad de auto aprendizaje y mantengan el interés por aprender. Para ello, habrá que ofrecer clases estimulantes en términos intelectuales, independientemente del tiempo que pasemos frente a la computadora, celular o tablet. Que regrese la confianza y la buena educación.

Fuente:  http://www.educacionfutura.org/regreso-a-clases-propuestas/

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Reaprendizajes

Por: Pedro Flores

Así como el mundo ansía la llegada de una vacuna contra el virus que causó el cierre de nuestras escuelas y universidades, algunos también deseamos la construcción de mejores capacidades directivas y gubernamentales para abrirlas.

Por eso es importante hacer un repaso de los lineamientos para el regreso a clases en la “nueva normalidad” anunciados ayer por el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán.

¿Cuándo regresaremos a clases presenciales? Todo depende del color de alerta sanitaria (“semáforo”) que como sociedad hayamos podido alcanzar, pero como referencia, el 10 de agosto daría inicio el ciclo escolar 2020-2021.

Para regresar relativamente seguros, se trabajará, según el titular de la SEP, en nueve “intervenciones” que en realidad son más: activación de los comités participativos de salud, sanitización de las escuelas, establecimiento de filtros en tres planos (hogar, escuela y aula), higiene permanente, señalizaciones de tránsito para todos los agentes escolares, dotación de condiciones básicas de operación (agua, jabón, gel) en “todas” las escuelas, protección del personal docente en “grupo de riesgo”, uso de cubrebocas, recreos escalonados, suspensión de ceremonias y reuniones, apoyo emocional para docentes y estudiantes, maximización de espacios abiertos, y detección de algún enfermo que implicaría volver a cerrar la escuela.

Con estos elementos ya podemos imaginar la nueva fisonomía del ambiente escolar que vamos a crear. Específicamente, a mi me preocuparían al menos dos aspectos. Primero, ¿cuántos profesores “en riesgo” no podrán regresar a sus escuelas y cómo se suplirá su labor? Este es un tema de naturaleza estrictamente laboral y sindical que impactará directamente sobre el aprendizaje de la niñez mexicana. Segundo, cómo vamos a prepararnos para trabajar de manera intermitente ante rebrotes reales o falsas alarmas de contagio. La capacidad de los directores y supervisores del nivel básico de educación aquí será clave, así como la comunicación entre ellos, los docentes y las jefas y jefes de familia. Un nuevo reto de gestión escolar para la continuidad del aprendizaje se avecina y una versión renovada de autonomía escolar podría nacer, ¿cómo reaccionará la SEP a ella? Habrá una oportunidad para reaprender.

Desde antes, pero más notoriamente desde que la realidad cambió notablemente a raíz del Covid 19, varios analistas han hecho notar cierta debilidad del titular de la SEP para responder a los complejos problemas públicos que envuelven a la educación. Coincido con esta observación y la reitero no para señalar personalmente a Esteban Moctezuma, sino porque esto origina vaguedad, errores y finalmente, una falta de capacidad de gobernación del sistema educativo nacional. No se trata de imponerse como en el pasado, sino de construir y ejercer la autoridad educativa que la Ley le confiere. Es una cuestión de legitimidad y eficiencia bajo un marco (aún) democrático.

Si bien el secretario acertó cuando anunció la eliminación de los “exámenes de asignación” para secundaria, pienso que debió haber sido más enfático y decir que todos los niños y jóvenes de educación básica van a acreditar sus cursos, que pasarán sin restricciones de grado independientemente de la calificación que obtengan. En cambio, dijo: “En cuanto a la valoración del ciclo escolar 19-20, dado que el calendario escolar había avanzado un mínimo de 73 por ciento en todo el país, la calificación base a los alumnos será responsabilidad de las maestras y los maestros que son quienes los conocen bien y algunos criterios serán el promedio de sus calificaciones en los dos primeros trimestres y las carpetas de experiencias de los alumnos, ya sea que las presenten de manera física u oral, pero estas sólo se utilizarán para ayudarlos en su calificación, nunca para perjudicarlos”. ¿Pensará alguien perjudicar la trayectoria académica de algún estudiante ante la pandemia?

Una “calificación” escolar no representa valor ante una situación tan sui generis y de emergencia que todas las niñas, niños, jóvenes, madres y padres de familia hemos tenido que forzosamente vivir. La realidad cambió, ¿las viejas reglas escolares no? Además, los maestros y maestras pueden conocer bien a sus estudiantes, pero varios de ellos también se vieron envueltos en una presión e incertidumbre que ocasionó diversos problemas y errores. Uno de estos fue sobrecargar a los estudiantes de contenidos y tareas como una reacción apresurada ante la virtualización escolar. Faltó entonces dirección de la autoridad educativa para tener claro qué era importante aprender o “desaprender”. ¿Cuándo llegue la vacuna contra el Covid 19 habremos sanado de burocratitis?

Desarrollar y mantener el interés del educando por su aprendizaje – no por su calificación – es un propósito que bien puede servir a futuro como referente dado el escenario de incertidumbre, intermitencia escolar y necesidad de un cambio educativo real.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/reaprendizajes/

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En busca del equilibrio

Por: Pedro Flores Crespo

La reflexión ha sido aguijoneada por la pérdida de la normalidad. Si algo positivo tienen estos aciagos días es forzarnos a pensar en cosas que dábamos por sentado o que simplemente, no mirábamos.

Dentro de esta incertidumbrealgunos nos hemos preguntado cómo funcionaban los sistemas educativos nacionales antes del “frenón escolar”, qué vamos a perder a consecuencia de éste y cómo se podrían transformar luego de esta terrible emergencia“Nunca antes habíamos sido testigo de un trastorno educativo de tal magnitud”, asegura la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura). Esta organización internacional calcula que “87 por ciento de la población estudiantil se vio afectada por el cierre de las escuelas debido al Covid-19”. Esto representa alrededor de 1,500 millones de personas de 165 países.

Si la economía se mantiene en equilibrio por factores como el consumo y sus relaciones subyacentes muchas de éstas se quebraron de manera general y estrepitosa a consecuencia del confinamiento, ¿qué cosas se están rompiendo dentro del sector educativo? En un primer plano y a simple vistaes claro que se interrumpieron trayectorias académicas y escolares que, sin una respuesta imaginativa y no burocrática, podría generar un mayor desequilibrio. Moverse a clases en línea o con apoyo de alguna herramienta de la Tecnología de la Información (TIC) fue un primer y valioso paso ante la emergencia pero no bastará. Aprender es también producto de una acción social. Además, este “capullo” escolar basado en las distintas interacciones sociales tiene mayor peso y sentido, según algunas investigaciones, para las niñas, niños y jóvenes más pobres.

La escuela, y más específicamente, lo que hacemos maestros, estudiantes, prefectos y directivos dentro de ella importa y esta súbita interrupción nos lo ha recordado reiteradamente. Los factores externos como la riqueza familiar y la cultura tienen un peso importante sobre nuestro desarrollo académico, pero también la vida escolar que cotidianamente construimos. Reconocerlo es un paso para reflexionar sobre nuestra práctica y una condición esencial para darle espacio de análisis a nuestra acción y libertad para formar seres humanos. Si la escuela no importaseentonces no sabríamos que al tener recesos prolongados, se pierden ciertas habilidades y conocimientos disciplinares en áreas como matemáticas y lectura. Así lo explica Jennifer McCombs, especialista del influyente think tank Randquien ha estudiado el impacto que tiene sobre el aprendizaje las interrupciones escolares durante el verano en Estados Unidos. La literatura en el tema, según McCombs, ha mostrado además que aunque hay variaciones de estos efectos, es evidente que los más afectados por estos breaks son los estudiantes de hogares más desfavorecidos económicamente hablando. Gracias a sus estudios, McCombs también señala que una vez que aprendemos algo, podemos reaprenderlo de manera relativamente fácil https://www.gse.harvard.edu/edcast

Si la cancelación se prolonga por más tiempo y alcanzamos el mes de junio sin clases, parece que reaprender y reeducarse van a tener que ser parte de un plan estratégico de los sistemas educativos nacionales. La pregunta para México es si la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación ya han pensado en medir los efectos que tendrá la cancelación de clasepara el sistema educativo nacionalEn este sentido, la ciudadanía esperaría saber: (1) si efectivamente se registraron pérdidas en el aprendizaje, (2) en qué poblaciones se acentuarán tales déficits, (3) en qué momento se inició un declive significativo de los aprendizajes, (4qué atrasos por áreas del conocimiento fueron más fáciles de compensar con el trabajo en casa y el respaldo de las madres y padres de familia, y sobre todo, (5) qué estrategias de aprendizaje van a diseñar y proponer para tratar de volver a la normalidad. Será necesario que todas estas medidas – al igual que las que se están poniendo en marcha en el sector salud –se basen en la evidencia científica y en el conocimiento acumulado. Si la ocurrencia y la improvisación pueden costar vidas humanas a raíz del brote del Covid-19, ¿qué más se podría romper en el sector educativo ante la pandemia?

No hay que olvidar, siguiendo a Jean Paul Sartre, que “no amamos al hombre por lo que es, sino por lo que puede ser”De este tamaño es el reto. Busquemos entonces con afán e inteligencia el equilibrio.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/en-busca-del-equilibrio/

Imagen: https://pixabay.com/photos/coins-calculator-budget-1015125/

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Verdad y política: la universidad en su laberinto

Por: Pedro Flores

Creo que la responsabilidad central de la universidad pública es cultivar y defender la verdad. Me pregunto si en el México democrático de hoy vamos por este camino o ya lo perdimos.

Yuval Noah Hararihistoriador de la Universidad Hebrea de Jerusalénescribió un texto en The New York Times intitulado, “Puedes votar, pero no elegir lo que es verdad”en donde clarifica el lugar que tienen el poder político y la verdad dentro de una elección democrática (03/02/20). Las elecciones populares son para encauzar los deseos de la gente por medio del candidato X, Y, o Z, no para hallar la verdad. Las cuestiones referidas a la verdad deberían dejárseles a los expertos, asiente Harari.

Al discutir la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein, explica el historiador, pesa más la opinión del profesor de física que las observaciones de cientos de historiadores o de miles de abogados. Esto no significa, reflexiona el también filósofo, que el especialista no se equivoque ni que sus instituciones estén ausentes de “corrupción, sesgos y errores”, pero subordinarlas al Ministerio Oficial de la Verdad (governmental Ministry of Truth) empeora las cosas.

Los gobiernos, prosigue Harariconstituyen la institución más poderosa dentro de la sociedad y con frecuenciason tentados por el deseo de distorsionar y encubrir las verdades inconvenientes. Esto no es extraño: el poder tiende “justificarse” siempreagregarían José Antonio Marina y Javier Rambaud en su Biografía de la Humanidad. Por eso, permitir al gobierno que supervise la búsqueda de la verdad es como nombrar al zorro el guardián del gallinero, dice Harari.

Para proteger la verdad, prosigue el profesor universitario,es mejor confiar en los mecanismos internos que las propias instituciones académicas han diseñado. La publicación científica sometida a revisión de pares es mucho mejor que la supervisión de los agentes gubernamentales (government officials). Harari también observa que el desarrollo y la promoción académica depende comúnmente de reconocer errores previos y de descubrir hechos no conocidos. La autocorrección por medio de la exposición y crítica pública es entonces un mecanismo valioso y un código académico que, como podemos suponer, al poder político clásico no sólo no le hace mucho sentido, sino que podría atacarlo.

Según el historiador, van en ascenso “regímenes populistas” que primero fomentan el odio hacia lo extranjero y hacia las minorías para después atacar sistemáticamente cualquier institución que limite su poder. Estas instituciones son principalmente los medios de comunicación, las cortes de justicia y la academia que, si son independientes, serán los garantes de proteger la verdad.

Un gobierno atacaría a estas instituciones precisamente porque la verdad no lo obedece, al contrario, por su naturaleza, lo cuestiona e incomodaEl típico líder populista, agrega Hararitrata de seducir a la gente diciéndole que la única cosa que importa son sus deseos, por eso cuando algún especialista señala una verdad incómoda la reacción desde el poder es rebautizarlo como el traidor que se opone a la voluntad del pueblo.

El breve texto de Harari ayuda a enfatizar y a reflexionar sobre al menos tres aspectos. Primero, la construcción y defensa de la verdad no es una cuestión de popularidad o de mayorías. “El congreso puede pasar una ley declarando que la teoría de la evolución está equivocada, pero dicha norma no cambia la realidad”, dice el filósofoSi bien es más fácil establecer criterios de verdad en los fenómenos naturales que en los sociales, esto no obsta para construir argumentos veraces sobre si, por ejemplo, un programa social está funcionando de manera efectiva o no. Una cosa son los resultados de estos ejercicios y otra la medición de la popularidad del líder.

Segundo, dado que la academia independiente es algo valioso que preservar, habría que repensar en cuáles son los mecanismos más idóneos para formar y elegir a los expertos que podrían cultivar y defender la verdad ante el poder político. La doblez intelectual ante el gobierno es latente¿No habremos ya perdimos la capacidad de ser autónomos e independientes en la universidad pública de MéxicoCreo que no, pero vamos por este camino dado el mantenimiento del control burocrático (interno y externo) que han originado las políticas restrictivas de financiamiento impuestas tanto por gobiernos “populistas” como “neoliberales.

Tercero – y último punto –, si la academia es una de las instituciones que construye las verdades incómodas por sus propios códigos además, posee la libertad de manifestarse pública e independientemente, hay posibilidades reales de delinear una postura crítica y de oposición ante cualquier gobierno democráticamente electo. Con ello, los académicos no sólo estaríamos haciendo nuestro trabajo, sino también mostrando una capacidad humana que en otros tiempos sería valorable. Oponernos con razón y efectividad al poder tendría que incorporarse a alguna noción alternativa de “excelencia” o de “calidad educativa”. ¿Por qué?

Porque construir y defender la verdad, así como hacerle oposición al poder político con ella, puede beneficiar a las mayorías, aún cuando éstas no intervengan en su construcción, como bien sostiene HarariMe explico: ¿se imagina usted cuántas vidas se habrían salvado alrededor del mundo si el gobierno Chino no hubiera proscrito la voz del doctor Li Wenliang, quien alertó por redes a sus amigos sobre el brote del Coronavirus? Por “difundir rumores” Wenliang fue apercibido por la policía, fue a dar a la comisaría, firmó una declaración donde se declaraba culpable y prometía no reincidir (El País, 07/02/20, nota de Macarena Vidal Liy). Días más tarde el oftalmólogo tristemente moriría a consecuencia del virus.

¿Qué discusión entonces tendríamos ahorita si el doctor Wenliang hubiera tenido la libertad de que alguna universidad o medio de comunicación independiente lo respaldara ante el gobierno para exponer la verdad de sus observaciones? La placentera mentira y el ocultamiento de la realidad, en cambio, probablemente agravó pandemia.

En México, aún estamos en posibilidad de elegir entre acomodarnos ante el veleidoso poder del gobierno en turno o mantenernos firmes para cultivar la verdad, exponerla de manera independiente, defenderla y en su caso, hacer oposición antes de que las consecuencias las paguen otros que no precisamente están sentados en la silla del poder.  La universidad pública mexicana aún no está moralmente derrotada.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/verdad-y-politica-la-universidad-en-su-laberinto-2/

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¿Iniciativa de educación por consenso? Prueba de fuego para AMLO

Por: Pedro Flores

El día de hoy se publicó en la Gaceta Parlamentaria una iniciativa de reforma educativa que estamos promoviendo un grupo plural de especialistas en educación, miembros de la sociedad civil organizada y ciudadanos interesados en la política educativa. Como se sabe, luego de la presentación el pasado 12 de diciembre de una iniciativa de cambio constitucional del Artículo Tercero presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, conjuntamente, las comisiones de Educación y Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados invitaron a los ciudadanos, “especialistas y organizaciones en general” a participar en las audiencias públicas programadas para analizar dicha iniciativa. De esta manera, se espera que el miércoles 6 vayan los docentes y sus representantes sindicales al congreso; el viernes 8, toca el turno a los especialistas y académicos; el sábado 9, a las escuelas normales y a las universidades; el lunes 11, presentarán los  legisladores del ámbito local; el martes 13, las organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales; el viernes 15, los padres de familia, y el sábado 16 las autoridades educativas federales, estatales y municipales, así como a los directivos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

En principio, se trata de un valioso ejercicio de deliberación pública. Habrá una asistencia nutrida (se registraron más de 800 participantes) y, aunque la liga para el registro falló recurrentemente, las comparecencias serán públicas y se transmitirán en línea. Muchos de nosotros esperamos debates alrededor de la propuesta presentada por el presidente, sugerencias para mejorarla, críticas y también esperamos que se consideren otras propuestas que hayan sido presentadas. Ése es el caso de la iniciativa RED (Red, Educación, Derechos) (@RMx2019), que un grupo plural — del que formo parte — presentó y que se explica a partir de tres ejes principales: los elementos de la iniciativa enviada por el Ejecutivo que son valiosos y deben mantenerse; los aspectos que pueden mejorarse del Artículo Tercero actual, y los temas en donde sugerimos innovar basándonos en nuestra experiencia escolar y de investigación. Por ello, hemos denominado la propuesta MMI: mantiene, mejora e innova. Al ser una iniciativa alterna, buscamos que se revise, contraste, discuta en las escuelas y con los maestros. Y, a partir de ello, se deliberen pública y abiertamente los elementos que podrían apuntalar un cambio educativo real para todos y entre todos. Vale la pena enfatizar que este grupo nace de la amistad y de un interés colectivo por discutir la educación de México, no tiene ninguna adherencia partidista y trabajamos con nuestros propios recursos.

¿Qué elementos de la iniciativa enviada por el presidente López Obrador determinamos razonadamente mantener en nuestra propuesta? En primer lugar, la preocupación central por combatir la desigualdad y la exclusión por medio del esfuerzo educativo. En México, desafortunadamente, los beneficios de la escolaridad y el conocimiento son aprovechados en mayor grado por los individuos mejor situados cultural, social y económicamente. Esto, coincidimos, fragmenta el tejido social y la sana convivencia.

Otro punto de convergencia con la iniciativa del Ejecutivo es poner en el centro de las políticas educativas a la niñez mexicana. Por eso, decimos que los “educandos son titulares del goce y efectivo ejercicio del derecho a la educación”. La tercera concordancia tiene relación con el papel que tienen los maestros como agentes primordiales para mejorar la calidad de la educación. Esto, reiteramos, se logra garantizando el derecho a la actualización permanente y a la formación continua. En este sentido, acordamos eliminar la evaluación obligatoria en términos de permanencia laboral y terminar con ello a lo que algunos críticos de la reforma de 2013 han calificado como “punitivo”. Es cierto que una visión más amplia de quiénes son los profesores y cómo actúan en pos de su desarrollo personal y profesional es necesaria.

¿Qué cambios y matices se introdujeron a la iniciativa del presidente? Basándonos en la investigación educativa y en las tendencias actuales, se establece que en “el caso de la educación indígena, ésta se impartirá respetando plenamente la diversidad lingüística y cultural de los pueblos indígenas y su derecho a recibir educación pertinente”. Además, colocamos de nuevo la perspectiva “intercultural” en la agenda educativa, la cual inexplicablemente había sido omitida de la iniciativa original.

Sobre las escuelas normales, quisimos también complementar la iniciativa presidencial y establecer que no sólo el Estado debe darle “atención prioritaria al fortalecimiento de las escuelas normales”, sino ir más allá y aclarar que ese apoyo debe estar concentrado en las instituciones públicas. Existen evidencias de que algunas escuelas normales privadas operan de modo ineficiente y, por lo tanto, iría en contra de la “austeridad republicana” financiar al sector privado en lugar de apoyar decididamente al público. Asimismo, la iniciativa alterna a la del presidente establece que las escuelas normales públicas deben contar con “libertad académica y autonomía de gestión”, tal como estudiosos del normalismo han señalado.  Considerar la evidencia científica en el campo educativo sirve, entre otras cosas, para persuadir a los distintos actores de que el interés público se debe cultivar en primer lugar y sobre cualquier presión de grupo. Que en la nueva generación de políticas educativas hable el conocimiento acumulado y no solamente los chantajes o los intereses empresariales y políticos.

Para terminar, es importante dejar en claro qué diferencias existen entre la iniciativa de RED con la propuesta enviada por el Ejecutivo. Primero, se propone que la “educación que imparta el Estado deberá basarse en un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva”. Esto garantizaría “el respeto a la dignidad de las personas”, las cuales se consideran como seres autónomos. Esto —a mi juicio— contribuye a rebasar la noción de “educación bancaria” (Freire); es decir, aquella en donde el educando solamente es visto como un receptor pasivo de conocimientos. Aunado a ello, también se señala que la educación “impartida por el Estado será integral, equitativa, incluyente, intercultural y de calidad” y “contribuirá al desarrollo sostenible y fomentará en las personas el autocuidado, el civismo, el amor a la Patria, la cultura de paz y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”. Esto en parte resuelve el vacío filosófico-conceptual de la iniciativa de AMLO que algunos hemos previamente comentado.

Segundo, hay al menos cuatro elementos que la iniciativa de RED enfatiza y que no están en la propuesta del presidente:

1) Autonomía política —no sólo técnica— del propuesto Centro Nacional para la Mejora Continua de la Educación (CENMCE). La autonomía política debería ser una demanda social por tener información objetiva y transparente de cómo avanza o retrocede el sistema educativo nacional (SEN). Esta información debe darse a conocer independientemente de lo que quiera la SEP. Esto no es para culpabilizar a un solo actor o a un gobierno en específico, sino para desplegar ejercicios de pedagogía ciudadana y hacernos todos corresponsables de lo que ocurre en las escuelas, sistemas educativos locales, estatales y el federal. Con autonomía se construye ciudadanía.

2) El i ngreso al servicio docente y la promoción del maestro se harán por medio de evaluaciones integrales y obligatorias. Este punto, curiosamente, se dejó de lado en la iniciativa presidencial, lo que abre la pregunta de que el gobierno de AMLO no es congruente. Por un lado, dice combatir la corrupción; por el otro, ¿se hará de la vista gorda para que las cúpulas sindicales, junto con las “autoridades” educativas estatales y federales, funden su propio negocio (ilegal) de venta y herencia de plazas? Además, en la iniciativa enviada por el Ejecutivo, se quiere dejar sin efecto la evaluación a partir de la presentación de ésta lo que viola la Ley, por un lado, y por el otro, manda una mala señal a los maestros y candidatos que no tienen “palancas” para entrar al servicio docente. Por congraciarse con algunos, se desincentiva al docente más débil políticamente hablando.

3) Educación inicial. Igual de incongruente resulta ser que, por un lado, el gobierno de AMLO diga querer atacar la desigualdad, y por el otro no le haya dado espacio a la educación inicial (0-3 años), tal como varios legisladores se lo recordaron al titular de la SEP en su comparecencia del pasado 28 de enero en el Palacio Legislativo. La educación inicial, desde hace años, ha mostrado ser un enfoque de política pública basado en la evidencia que ofrece una “oportunidad real” de hacer mejoras en la vida de los niños para prevenir problemas sociales persistentes y combatir la transmisión intergeneracional de la desigualdad. Por eso, la iniciativa de RED señala: “El Estado -Federación, Estados, Ciudad de México y Municipios-, impartirá educación inicial, preescolar, primaria, secundaria, media superior y superior”.

4) Autonomía universitaria. Pese a que varios miembros de la RED señalaron oportunamente que la iniciativa de AMLO eliminaba la fracción referente a la autonomía universitaria y a que el titular de la SEP reconoció que tal omisión había sido un “error”, aún falta incorporarla en la propuesta del Ejecutivo y sobre todo, hacerla efectiva a través de políticas universitarias radicalmente distintas a las que ahora prevalecen.

Por lo tanto cabe la pregunta: ¿queremos o no una verdadera transformación? Si es así, la deliberación pública, el debate parlamentario, la incorporación de la crítica y el reconocimiento de todas las voces discordantes serán necesarias. Ni el gobierno de AMLO ni muchos de nosotros deseamos que se repita la cerrazón con que actuó el gobierno pasado. Por lo tanto, habrá que escuchar la voz contraria, revisar las distintas iniciativas, persuadir al opositor de las bondades de la propuesta oficial, así como verlo como un igual para poder debatir con él públicamente. A partir de estas condiciones, probablemente se pueda construir un mejor marco legal para las políticas educativas, pero además, nos podríamos entender mejor para crear los esquemas de colaboración que todos en México necesitamos. El gobierno tiene la palabra: ¿simulación con mayor desconfianza o consenso por vía de la persuasión? Una clara prueba de fuego para ellos y también para nosotros.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/iniciativa-de-educacion-por-consenso-prueba-de-fuego-para-amlo/

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Sarukhán y la memoria universitaria

Pedro Flores Crespo

Ser estudiante universitario es una de las cosas más gratificantes por las que atravesamos algunos. Habitar el campus nos enseña que la educación está más allá de las aulas. En esta etapa es cuando se abren ante nuestros ojos un buen cúmulo de conocimientos y experiencias, a la par de abrazar cuanta causa política y social surja. El ambiente universitario también muestra que los ratos de amistad y alegría son más constantes que el ansia de competir por un puesto, dinero o prestigio.

En paralelo a esta graciosa vida, muchas historias de poder y política se entretejen. De esto – y de varias cosas más – habla el libro Desde el sexto piso de José Sarukhán, quien fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) de 1988 a 1996. Fue en este mismo periodo que tuve la oportunidad de ser estudiantes de bachillerato y de licenciatura y por ello, al leer el libro del destacado ecólogo, me pregunté qué tanto de lo realizado por Sarukhán se correspondía con lo vivido como estudiante. Veamos.

Orgullo, programitis y politización

Que la universidad de uno sea dirigida por un destacado científico – ahora miembro de la Royal Society de Londres – es un orgullo que sirve, entre otras cosas, para atajar la agrias críticas hacia la escuela pública. El poder político que ejerce el rector de la UNAM no tendría la misma resonancia y significado sin la capacidad académica e intelectual de algunos de sus directivos. Quizás por esta capacidad, Sarukhán delineó una clara visión y se propuso “academizar” la universidad y esto consistía en “poner al personal académico en el centro del escenario universitario”, ofrecerle opciones de desarrollo profesional a la par de exigirle “un ejercicio de mayor calidad y responsabilidad para con sus alumnos” y evitar que las “grillas” distraigan al profesor comprometido de su “función académica”.

El resultado global de todas estas acciones deberá construirse a través de las distintas voces y fuentes que habitan el campus y no sólo por medio del mencionado libro. A mi como analista de política universitaria, me llamó mucho la atención la vigorosa creación y puesta en marcha de diversos programas para tratar de revertir los problemas estructurales de la UNAM. No obstante, parece ser que a pesar de la introducción de estas estrategias – algunos exitosos en un inicio -, los problemas permanecen. Por ejemplo, sigue habiendo una clara separación entre investigación y docencia. En los institutos, la UNAM es ejemplar, pero en los procesos de enseñanza-aprendizaje hay grandes fallas. En mis tiempos, había profesores que dictaban y, hasta donde recuerdo, no había debates en clase o se utilizaba el “método científico como base para la enseñanza y el aprendizaje”.

Asimismo, en la actualidad, parece seguir habiendo una marcada disparidad en términos de calidad educativa entre campi que ya Sarukhán observaba en sus tiempos y que, por recientes testimonios, no ha desaparecido. Estos resultados no esperados del programa de academización es una lección que hay que discutir con mayor detenimiento.

En contrapunto con el intento de academización, hubo fuertes tensiones políticas en la gestión de Sarukhán y no pocas veces el “jefe nato” de la UNAM tuvo que actuar más como político que como académico. Un pasaje muy “sabroso” del libro es el referido al proyecto del aumento de cuotas. Como quizás usted recuerda, en 1992, el grupo directivo propuso introducir un esquema de pagos diferenciados. Es decir, si un estudiante provenía de una familia económicamente pudiente, debía pagar más de colegiatura que el joven de escasos recursos. A pesar de que esta propuesta sonaba razonable, el asunto se enredó – al igual que en 1999 – al grado de llegar a las altas esferas del poder.

Aunque hay distintas versiones de cómo “persuadieron” a Sarukhán para que retirara su propuesta, el ex rector narra en su libro que, por la noche, lo citaron en la residencia de Los Pinos para sugerirle que no prosiguiera con el proyecto de la cuotas pues podía ocasionar agitación social y protestas callejeras. Todo esto, frente a las elecciones en varios estados de la República. Curiosamente, no fue el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari el que le pidió al “jefe nato” de la UNAM que reculara, sino los argumentos de Manuel Camacho, entonces jefe del Departamento del Distrito Federal. Sarukhán sugiere que Camacho, con el interés de ser candidato a la presidencia, estaba pactando con el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) la abrogación del proyecto de cuotas, cuestión que no concuerda con los hechos pues es bien sabido que algunos líderes del CEU simpatizaban con el movimiento político que encabezaba el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

El hecho es que Sarukhán se retractó y enfrentó un dilema: ante la intromisión del gobierno en las decisiones de un institución autónoma, ¿debía o no renunciar? Con base en la “teoría del sujeto indispensable”, decidió lo segundo. Según él, se perdería más si se fuera de la UNAM que si se quedaba porque su responsabilidad era “velar por el bien de la institución”. No podía arriesgar, dice el biólogo, “la estabilidad y el fortalecimiento académico” de la universidad. Ultrajados, pero firmes en el puesto.

¿Especies a extinguir?

Al leer las memorias del ex rector, también llama la atención la subestimación con que el destacado científico trata a los actores que tendían a cuestionar el programa de “academización” o el supuesto orden y estabilidad unamita. Su mirada es severa. A algunos profesores que se oponían al programa de estímulos salariales los acusa de ser demasiado “protagonistas” porque protestaron actuando como “cerillos” en un supermercado sin reparar, ahora, en la excesiva carga financiera que tiene, según algunas fuentes bien informadas, este programa para la UNAM. Además, de la simulación, clientelismo y discrecionalidad que este tipo de esquemas genera, según la literatura especializada.

Por otro lado, y aún sin ser rector, en 1986, participa en unas mesas de diálogo con estudiantes y confiesa haber sentido “tristeza” por ellos ya que “actuaban como marionetas de adultos” y el juicio va más allá: ese sector de la izquierda universitaria actuaba con un “oportunismo político chato e irritante que no debería tener cabida en una universidad”. Es muy raro que el destacado biólogo se pronuncie por querer expulsar del “ecosistema” universitario a una “especie” en formación.

Una triste memoria de mis épocas de estudiante fue cuando a pesar de querer trabajar por la “academización” de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA), el maestro Salvador Ruiz de Chávez no fue reelegido, en 1993, por la Junta de Gobierno y aunque sus seguidores no tuvimos elementos para atribuirle a Sarukhán alguna responsabilidad en ello, sí sabíamos que la decisión no era vista, desde el sexto piso, con malos ojos pues Ruiz de Chávez había apoyado a otro aspirante en la carrera por la rectoría en 1992. En su lugar, eligieron a un personaje que, corroborando nuestra precariedad democrática, también tachábamos de “marioneta”.

Afortunadamente, las cosas han cambiado y algunos hemos evolucionado para poder reconocer que las universidades públicas mexicanas son plurales y diversas y que es un error considerarlas como simples maquinarias u órganos cuyas partes deben operar para mantener – a toda costa – una estabilidad mal entendida. La crítica y apertura al razonamiento del argumento opositor son también factores de equilibrio.

Fuente del articulo:http://www.educacionfutura.org/sarukhan-y-la-memoria-universitaria/

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