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Descubren cómo el cerebro nos proyecta la realidad

Una región de la corteza visual comúnmente asociada con el procesamiento de escenas espaciales funciona como un proyector de la realidad: relaciona y enlaza con increíble velocidad los objetos y situaciones que permiten crear la realidad que percibimos y establecer expectativas sobre el mundo.

Un estudio desarrollado en la Universidad Johns Hopkins ha identificado la región del cerebro que cumple la función de «proyectar» la realidad: un área de la corteza visual crea relaciones a toda velocidad entre elementos percibidos y situaciones vividas, conformando la imagen del mundo que nos sirve de referencia.

Por ejemplo, si observamos un avión genera inmediatamente imágenes del cielo, nubes o nos sitúa en algún aeropuerto que hemos visitado previamente, construyendo así una escena general correspondiente a cada situación. La investigación ha sido publicada recientemente en la revista Nature Communications.

Según una nota de prensa, los científicos emplearon el aprendizaje automático y las imágenes cerebrales para identificar y describir el fenómeno de «co-ocurrencia», a través del cual se vinculan automáticamente los objetos en nuestras mentes. El mecanismo cerebral hace posible crear un contexto para el entorno.

Relaciones que crean la percepción de la realidad

Las redes de «co-ocurrencia» sirven para proporcionar una visualización gráfica de las relaciones potenciales entre objetos, situaciones y conceptos. En ellas, las limitaciones de tiempo y espacio se suprimen: de esta forma, podemos enlazar aspectos del pasado con el presente o proyectar a futuro a partir de información actual.

Aunque se trata de un concepto de las ciencias del lenguaje que explica cómo se articulan las relaciones entre términos dentro de una unidad de texto, se aplica directamente al campo cognitivo: es sabido que las estructuras lingüísticas y de pensamiento poseen mecanismos y lógicas muy similares.

En la investigación, los especialistas realizaron en principio una serie de pruebas con un grupo de voluntarios, a los cuales se les presentaron diversos objetos y conceptos. El objetivo era cuantificar las relaciones establecidas, para posteriormente analizarlas mediante un algoritmo de aprendizaje automático.

Gracias a esa información y su tratamiento, lograron establecer las características y la frecuencia de las redes de «co-ocurrencia», o sea las principales relaciones que establecían los participantes y que les permitían vincular, por ejemplo, un bolígrafo con un teclado de ordenador a partir del concepto de escritura o comunicación.

El rol de la corteza visual

Una vez identificadas estas relaciones, el segundo paso fue intentar rastrearlas en la actividad cerebral, concretamente mediante imágenes de resonancia magnética funcional, o fMRI. Fue entonces cuando descubrieron que un sector de la corteza visual se activaba especialmente al momento de establecer las relaciones que construyen la realidad que percibimos.

Según los investigadores, el estudio demuestra por qué las personas tienen más inconvenientes para relacionar objetos o elementos fuera de contexto. Es que el sector identificado en el cerebro funciona como una «reserva» de asociaciones contextuales: si pensamos en la rueda de un vehículo, de forma casi inmediata nos trae a la mente la imagen completa del coche.

Todas las posibles asociaciones y relaciones contextuales para un concepto o situación parecen estar «latentes» en esta parte de la corteza visual, que es la zona cerebral encargada de decodificar la percepción y convertirla en visión, entre otras funciones. El subsector concreto que pudo identificarse se denomina corteza parahipocampal.

Por otro lado, cuando el cerebro no encuentra una asociación inmediata entre dos conceptos porque los mismos están descontextualizados, se pone en marcha otro proceso diferente y más lento. No es lo mismo relacionar «arena» con «mar» que «arena» con «nevera». En el segundo caso, el cerebro debe buscar relaciones ilógicas o irracionales para encontrar algún tipo de significado.

Este descubrimiento deja en claro que existe un doble mecanismo que construye la realidad que percibimos: el cerebro capta la información del entorno, pero al mismo tiempo la procesa y decodifica a partir de mecanismos que reciben la influencia de situaciones previas, expectativas, subjetividades y vivencias personales. Esto determina que cada uno de nosotros siempre vea algo diferente, aunque estemos apreciando la misma escena.

Referencia

Object representations in the human brain reflect the co-occurrence statistics of vision and language. Heather Bonner, M.F., Epstein, R.A. Nature Communications (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41467-021-24368-2

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/descubren-como-el-cerebro-nos-proyecta-la-realidad.html

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Un programa informático predice los gustos artísticos de las personas

Un programa informático reconoce las propiedades visuales presentes en una obra de arte, así como el impacto que producen en el espectador. Con esa información, puede anticipar las preferencias estéticas de una persona e incluso desarrollar un gusto artístico propio.

Investigadores del Instituto de Tecnología de California (Caltech) han desarrollado un programa informático que predice las preferencias artísticas de las personas. Identifica las características visuales de una pintura y el impacto que genera en el espectador: a partir de esos datos, puede anticipar los gustos de cada persona. Incluso podría desarrollar un gusto estético propio.

Según se explica en una nota de prensa, el equipo de investigadores reclutó a más de 1.500 voluntarios para calificar pinturas en varios géneros y campos de color, y proporcionó esos datos al programa. El nuevo estudio fue publicado en la revista Nature Human Behavior.

Posteriormente, el software fue instruido para identificar las propiedades visuales de una pintura y su impacto en las personas que formaron parte del experimento, y a continuación fue capaz de calcular la influencia de cada propiedad visual en los participantes. De esa forma, pudo anticipar las preferencias artísticas de cada uno.

El proceso que determina el gusto artístico

Más allá de esta capacidad «adivinatoria» que detenta el programa informático, los científicos estadounidenses creen que un aspecto crucial es la posibilidad de conocer en profundidad los mecanismos que subyacen a una elección estética. En otras palabras, descubrir por qué una persona opta por un cuadro cubista y otra lo hace por una pintura impresionista.

Los especialistas creen, de acuerdo a los datos recopilados por el software, que las personas tienden a analizar características de imagen elementales, como el contraste o el tono, y a combinarlas para elaborar juicios estéticos.

De esta manera, se estaría comprobando que, aunque las preferencias artísticas tienen un alto nivel de subjetividad, también pueden ser clasificadas en función de ciertos patrones relativamente objetivos.

En el mismo sentido, hallaron que los participantes demostraban una cierta identificación con algunas características visuales, que luego influían en sus elecciones.

Por ejemplo, la mayoría de las personas indicó que se sentía especialmente atraída por las pinturas con representaciones de objetos reales. Al mismo tiempo, otro grupo se declaró motivado por los colores vivos del impresionismo, en tanto que un tercer colectivo optó por las abstracciones y las figuras complejas.

El gusto estético «artificial»

En otra parte de su estudio, los investigadores entrenaron a una red neuronal artificial de aprendizaje profundo, que logró los mismos resultados que el programa informático en cuanto a las predicciones de los gustos artísticos. Sin embargo, en este caso se sumó un nuevo ingrediente: la habilidad de estas redes neuronales profundas para «aprender» de forma independiente.

Como el sistema de Inteligencia Artificial puede diseñar nuevas soluciones a partir de los datos que va obteniendo de la realidad y de los «aprendizajes» que va acumulando, los investigadores concluyeron que podría ser factible que estos sistemas adquieran una especie de gusto artístico propio, similar al que desarrolla un ser humano.

La emocionante teoría es difícil de comprobar, pero podría indicar que la selección de categorías visuales surgiría de forma espontánea en una arquitectura artificial con características similares al cerebro humano. Es precisamente lo observado por los científicos al momento de apreciar el trabajo de las redes neuronales.

A pesar de esto, son justamente los aspectos subjetivos propios del ser humano los que ponen un límite a estos sistemas: los científicos indicaron que cuestiones como los significados personales ligadas a una pintura o su relación con posturas ideológicas resultan todavía imposibles de resolver por parte de los sistemas informáticos.

Referencia

Aesthetic preference for art can be predicted from a mixture of low- and high-level visual features. Iigaya, Kiyohito, Yi, Sanghyun, Wahle, Iman A., Tanwisuth, Koranis and O’Doherty, John P. Nature Human Behaviour (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41562-021-01124-6

Foto: cuadro abstracto de Joseph Schillinger. Crédito: Smithsonian American Art Museum / Donación de la Sra. Joseph Schillinger.

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/un-programa-informatico-predice-los-gustos-artisticos-de-las-personas.html

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Japón pondrá en 2022 un robot transformable en la Luna

La agencia espacial japonesa planea poner el año que viene un robot transformable en la Luna, con el propósito de preparar el despliegue de un futuro rover tripulado, que llegaría a nuestro satélite en 2029. Es parte de un ambicioso plan japonés de incursión espacial, que incluye misiones tripuladas permanentes en la Luna y luego en Marte.

Un pequeño robot transformable será colocado por la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) en la Luna durante 2022, preparando las condiciones necesarias para el desembarco de un rover tripulado en 2029. Las acciones marcan el progreso del plan japonés para dejar su huella en el espacio: piensa concretar misiones tripuladas permanentes tanto en nuestro satélite como en Marte.

Japón parece decidido a no quedar atrás en la incipiente «carrera espacial» del siglo XXI, protagonizada por Estados Unidos y China pero que también presenta esfuerzos y proyectos en desarrollo de Rusia, Europa, Canadá y Emiratos Árabes Unidos, entre otros países o grupos de naciones: para ello ha desarrollado un módulo de aterrizaje lunar y está trabajando en un rover.

Previamente, la agencia espacial japonesa ha encargado a una conocida marca de juguetes que desarrolle un pequeño robot transformable junto a otras empresas y universidades, para probar las condiciones del polvo en la Luna. Se trata de un diminuto dispositivo en forma de bola, que pesa solamente 250 gramos.

Según una nota de prensa, el artefacto lunar mide solamente 80 milímetros de diámetro previamente a su transformación. Será utilizado principalmente para estudiar las condiciones del regolito o «arena lunar»: se trata de una capa de materiales no consolidados que reposan sobre roca sólida y caracteriza a la superficie de la Luna.

Datos vitales

El análisis de estos aspectos es crucial para poner a punto la tecnología de conducción autónoma que empleará el rover presurizado con tripulación, que Japón llevará a la Luna en 2029. El robot transformable destinado a recabar estos datos será transportado por un módulo de aterrizaje lunar, que además contará con una cámara para tomar imágenes de la superficie de la Luna.

Los datos que se obtengan permitirán analizar el rendimiento del algoritmo de localización que utilizará el futuro rover tripulado, como así también el impacto de la «arena lunar» en su desenvolvimiento en la superficie del satélite terrestre. Sin embargo, esto sería solamente el comienzo de un plan mucho más ambicioso.

Japón piensa en los rovers tripulados presurizados como un elemento trascendental de apoyo a la exploración lunar humana, que según la agencia espacial del país oriental vivirá su apogeo en la década de 2030.

En los mismos buscará tener en cuenta condiciones como la gravedad lunar (que es una sexta parte de la existente en la Tierra), la accidentada y compleja geografía del satélite o aspectos como la radiación y la temperatura en la Luna. El objetivo es crear el escenario para que las misiones tripuladas permanentes sean más eficientes desde todo punto de vista.

Japón conquista el espacio

Pero la Luna no será el único destino de la «conquista» espacial japonesa: también planea concretar posteriormente misiones tripuladas permanentes hacia Marte, el planeta rojo hoy «dominado» por Estados Unidos y China. Su ambición no es nueva, ya que en 1998 había lanzado una primera sonda de observación a Marte, un artefacto de 535 kilos llamado Nozomi (Esperanza).

Para concretar estas misiones será crucial el desarrollo de rovers verdaderamente eficientes. Para ello, JAXA ha unido esfuerzos con la empresa Toyota para crear una nueva tecnología de movilidad lunar, que posteriormente se adaptaría a las características de Marte.

Bajo un nuevo concepto de «movilidad espacial», los vehículos se alimentarían mediante pilas de combustible, empleando métodos limpios de generación de energía. Además, tendrían una alta densidad energética para poder hacer frente a las duras condiciones ambientales y a la superficie de la Luna y Marte.

El robot transformable diseñado para estudiar la superficie lunar de la agencia espacial japonesa, que se enviaría a la Luna durante 2022. Crédito: JAXA/Tomy Company/Sony/Doshisha University.

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/japon-pondra-en-2022-un-robot-transformable-en-la-luna.html

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La cultura influye más que la genética en la evolución humana

Según investigadores estadounidenses, la cultura ayuda a los humanos a adaptarse a su entorno y a superar los desafíos mejor y más rápido que la genética: el conocimiento se transfiere de forma más flexible y dinámica que los genes. Vivimos un cambio evolutivo, en el cual gradualmente la herencia cultural va ganando espacio sobre la herencia genética.

Científicos de la Universidad de Maine, en Estados Unidos, afirman en un nuevo estudio que la cultura impulsa la evolución humana más que la genética. El conocimiento y las prácticas culturales posibilitan avances más eficientes y rápidos en la adaptación al entorno: la herencia cultural pasa de generación en generación con mayor flexibilidad que la herencia genética.

De acuerdo a una nota de prensa, la humanidad vive un proceso de transición evolutiva: poco a poco, factores como el conocimiento, las habilidades adquiridas o las prácticas culturales van teniendo una mayor influencia que los genes como motores de la evolución humana. El estudio fue publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B.

Los especialistas también concluyeron que la transferencia de conocimiento es más rápida y flexible que la herencia genética, porque no se circunscribe únicamente a la información de los genes transmitida de padres a hijos: también incluye a la información del entorno, las aportaciones de otras personas, los productos culturales y las experiencias vividas.

Más culturales y menos genéticos

Para los expertos, que realizaron una extensa y exhaustiva revisión de investigaciones y teorías referidas a la evolución humana, el ser humano es único gracias a ese desarrollo «mixto» que combina la evolución cultural y genética. Sin embargo, creen que existe un cambio paulatino: de manera gradual, somos cada vez más «culturales» y menos «genéticos».

Aunque existen diferentes razones para esta transición, los investigadores sostienen que un punto clave son las ventajas que posee la cultura  sobre los genes como medio de transferencia de información: no es necesario esperar a que pase una generación para aprovechar los cambios evolutivos, porque los mismos pueden capitalizarse de inmediato en forma de nuevos conocimientos, habilidades, experiencias o prácticas.

Tampoco existe una estructura rígida de transmisión como en la herencia genética. Mientras los genes transfieren información de forma «vertical» y solamente de padres a hijos, o en forma indirecta también de generaciones previas, la cultura y el conocimiento admiten la incorporación de novedades y avances por parte de personas sin lazos sanguíneos, especialistas y educadores o directamente experiencias que enriquecen al ser humano. Es una evolución «horizontal» y dinámica.

La evolución intangible

Aunque la cultura ha moldeado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, generalmente ha sido menospreciada como factor evolutivo frente a la herencia genética. Quizás se deba a que la evolución genética es más fácil de apreciar, identificar y medir: las similitudes físicas entre padres e hijos o el incremento en el tamaño del cerebro son evidentes. Por el contrario, el enriquecimiento simbólico que producen las prácticas culturales conforma un patrimonio «intangible» que no es tan sencillo cuantificar.

En el mismo sentido, el estudio remarca la trascendencia del aprendizaje social y compartido. Según los expertos, se observa a lo largo de la historia de la humanidad que los grupos organizados logran avances más significativos que los individuos aislados. La vida cooperativa y el aprendizaje entre pares permiten una evolución sostenida en el tiempo, logrando una adaptación más rica a los desafíos que ofrece un entorno siempre cambiante.

Los científicos estadounidenses creen que existen «marcas» de evolución cultural que no tienen correlato a nivel genético y que están modificando el desarrollo humano, como por ejemplo las identidades culturales o regionales, el sentido de pertenencia a grupos sociales cada vez más diversificados o, incluso, los impactos de las nuevas tecnologías en los hábitos y las costumbres.

En consecuencia, sostienen que avanzamos hacia patrones de evolución cultural con apoyo genético: nos convertimos poco a poco en seres más dominados por la transmisión cultural que por la genética.

Referencia

Long-term gene–culture coevolution and the human evolutionary transition. Waring Timothy M. and Wood Zachary T. Proceedings of the Royal Society B (2021).DOI:https://doi.org/10.1098/rspb.2021.0538

Foto: Chris Lawton en Unsplash.

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/la-cultura-influye-mas-que-la-genetica-en-la-evolucion-humana.html

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Los sueños sirven para no aburrirnos de la realidad y pensar mejor

Los sueños son irracionales y alucinatorios para ofrecernos una experiencia radicalmente diferente a la cotidiana: de esta forma, podemos tener una visión menos simplista y más compleja de la realidad, evitando caer en la eterna repetición de nuestras rutinas diarias.

El carácter extraño y alocado de muchos sueños serviría para ayudar a nuestro cerebro a comprender mejor las experiencias cotidianas y sobrellevar el tedio de la rutina. Según un nuevo estudio desarrollado por un investigador de la Universidad de Tufts, la extrañeza de los sueños tendría una razón concreta: alejarnos de lo cotidiano para no familiarizarnos demasiado con las actividades que realizamos día a día.

De esta forma, los sueños nos sacarían de esa «zona de confort» y nos estimularían a no quedarnos estancados en nuestro pequeño mundo diario y conocido. En consecuencia, los sueños «encontrarían su función biológica en su divergencia con la experiencia de la vigilia», según destaca el autor de la investigación, Erik Hoel.

El investigador estadounidense explica en una nota de prensa que esta mecánica es similar a la que siguen las redes de Inteligencia Artificial, a las cuales es necesario «complicar» con cierta dosis de caos para evitar que se familiaricen demasiado con el conjunto de datos que procesan, creyendo así que a partir de esos datos se puede analizar cualquier tipo de información.

Al igual que los sistemas de aprendizaje profundo, nuestro cerebro puede caer en sesgos y errores generados por la repetición permanente de estructuras y patrones, que en determinado momento toman el papel de una verdad absoluta, llevándonos a intentar comprender la realidad y resolver los problemas que enfrentamos únicamente bajo esos modelos.

El ruido de los sueños

Del mismo modo que los científicos de datos introducen las llamadas «inyecciones de ruido» o entradas de datos aleatorios que generan confusión en los sistemas de Inteligencia Artificial y los obligan a abandonar las estructuras repetitivas de las cuales se han «enamorado» en demasía, nuestro cerebro «inyecta» sueños que enriquecen nuestro mundo simbólico y nos obligan a escapar de las ceremonias repetitivas de lo cotidiano.

Teniendo en cuenta estos aspectos, Erik Hoel habla de un «cerebro sobreajustado», precisamente porque su teoría está inspirada en las redes neuronales artificiales sobreajustadas, que como se explicó anteriormente quedan «atrapadas» en un conjunto de datos con el cual se han familiarizado y del que no pueden escapar: pierden entonces la posibilidad de comprender otros problemas que requieren el trabajo con otro tipo de información.

Ese «sobreajuste» nace en el entrenamiento excesivo al que se somete a los sistemas de aprendizaje profundo en torno a un tema o problema en concreto. Se los induce tan insistentemente a seguir determinados patrones que, cuando deben abandonarlos para afrontar un nuevo reto, quedan encerrados en las estructuras conocidas. Si pensamos en las experiencias de la vida humana, rápidamente podemos advertir que en muchas ocasiones nos sucede algo parecido.

El «ruido» que se introduce en las redes neuronales artificiales cumple un papel similar al de los sueños en el cerebro humano, pero Hoel incluso va más allá en su estudio, publicado en la revista Patterns: sostiene que las obras de ficción, como novelas o series televisivas, podrían funcionar como sustituciones o complementos de los sueños, propiciando un efecto similar, pero en el marco de la vigilia.

Pensar mejor

De esta manera, cuando habitualmente se dice que leer nos permite escaparnos de la realidad, no estaríamos apelando a una figura retórica: hablaríamos de un mecanismo cerebral a través del cual el órgano que nos dirige nos permite superar la reiteración permanente de patrones rutinarios, como sucede con los sueños.

Podríamos decir, entonces, que la ficción y los sueños no solo hacen posible evitar el aburrimiento: también nos permiten pensar mejor.

Referencia

The overfitted brain: Dreams evolved to assist generalization. Erik Hoel. Patterns (2021).DOI:https://doi.org/10.1016/j.patter.2021.100244

Foto:

La ilustración representa la hipótesis que sustenta al nuevo estudio: el carácter alucinatorio de los sueños no es un error, sino una característica que nos ayuda a evitar que el cerebro se adapte demasiado a lo conocido y a sus fuentes diarias de aprendizaje, que en muchos casos pueden estar sesgadas. Crédito: Georgia Turner.

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/los-suenos-sirven-para-no-aburrirnos-de-la-realidad-y-pensar-mejor.html

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Gran parte de las habilidades relacionadas con el lenguaje son innatas

La codificación neuronal de un recién nacido en cuanto a la comprensión de los sonidos del habla es comparable a las habilidades de los adultos después de tres años de estar expuestos al lenguaje. Las diferencias surgen en sonidos específicos, como los que identifican a las vocales.

Un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Barcelona (UBNeuro) y del Instituto de Investigación Sant Joan de Déu (IRSJD) concluye que una parte importante de las habilidades cognitivas que posibilitan el lenguaje tienen un carácter innato. Ha descubierto que los recién nacidos poseen una codificación neuronal parecida a la de un adulto entrenado en el habla, con relación a la comprensión de los sonidos, aunque necesitan adquirir más capacidades para diferenciar ciertas expresiones, como por ejemplo cada una de las vocales.

Las diferencias aparecen en cuanto a los sonidos «finos»: la percepción de las estructuras que permitan distinguir, por ejemplo, el sonido de las distintas vocales requiere de una cierta exposición al lenguaje, así como estimulación y tiempo para desarrollarse. Según un comunicado, los resultados de la investigación permitirán a los especialistas contar con más herramientas para una detección temprana de las alteraciones del lenguaje.

Para alcanzar estas importantes conclusiones, que fueron publicadas en un artículo de la revista Scientific Reports, los especialistas analizaron electroencefalogramas de bebés buscando la denominada respuesta de seguimiento de frecuencia. Esta señal cerebral marca la codificación neuronal relativa a la comprensión de las frecuencias básicas de los sonidos del habla, como por ejemplo el tono de voz. Al mismo tiempo, muestra las reacciones frente a sonidos más específicos, como puede ser la diferencia entre las vocales.

Un enfoque diferente

En el caso de la lengua española, las inflexiones y el tono de voz marcan características importantes como el reconocimiento de los sonidos básicos del lenguaje o los aspectos emocionales de la comunicación. Sin embargo, no son tan trascendentes para diferenciar algunas expresiones específicas de otras, cuando por ejemplo ciertos detalles permiten distinguir la sonoridad de las letras y vocales. Esto se debe a que la lengua española es no tonal, a diferencia de aquello que sucede en otras lenguas tonales, como por ejemplo el mandarín.

De esta forma, para poder apreciar correctamente los registros neuronales de los bebés en el marco de la investigación, los científicos necesitaban un instrumento que pudiera tener en cuenta los mencionados detalles «finos» del sonido junto al tono y su inflexión. Las investigaciones previas se habían centrado únicamente en este último aspecto al momento de analizar la respuesta de seguimiento de frecuencia en los electroencefalogramas de los bebés.

En el nuevo estudio, los investigadores españoles cambiaron la ecuación: aplicaron un sonido guía con una variación ascendente en el tono de la voz y dos vocales diferentes. Con este nuevo instrumento, lograron evaluar con máxima precisión la codificación neuronal de las características del sonido en todo su espectro, tanto en el tono como en los detalles más específicos que evidencian las diferencias entre las expresiones. A partir de este avance, obtuvieron nueva información desde el seguimiento de frecuencia en los electroencefalogramas.

Cambios en el tiempo

Junto a las conclusiones ya indicadas sobre las habilidades cognitivas del lenguaje en los recién nacidos, la investigación continuará ahora con el análisis de la respuesta al lenguaje a lo largo del tiempo. Enfocándose en los 34 bebés que participaron del estudio, con sesiones de entre veinte y treinta minutos efectuadas en un ámbito hospitalario, los científicos intentarán determinar si las codificaciones neuronales observadas tienen posteriormente algún tipo de correlato en déficits del lenguaje en la etapa infantil. Los nuevos datos serán vitales para hallar herramientas de prevención de este tipo de trastornos.

Referencia

Neural encoding of voice pitch and formant structure at birth as revealed by frequency-following responses. Arenillas-Alcón, S., Costa-Faidella, J., Ribas-Prats, T. et al. Scientific Reports (2021).DOI:https://doi.org/10.1038/s41598-021-85799-x

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/gran-parte-de-las-habilidades-relacionadas-con-el-lenguaje-son-innatas.html

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Los factores ambientales marcan el comportamiento de los niños

La capacidad de controlar su propio comportamiento y de gestionar la denominada función ejecutiva no depende únicamente del desarrollo cerebral de los niños: una nueva investigación propone que se manifiesta a partir de diversas influencias externas y ambientales, combinadas con factores internos.

Un nuevo estudio realizado en la Universidad Estatal de Washington sugiere que la habilidad para controlar el comportamiento o función ejecutiva en los niños no se encuentra ligada solamente al desarrollo cerebral. Las influencias ambientales y externas también juegan un rol preponderante, a la par de los aspectos internos e individuales.

Basado en la teoría de sistemas dinámicos, originada en la matemática y la física y que ha influenciado a muchas ciencias, el nuevo enfoque determina que el comportamiento de los niños se encuentra fuertemente marcado por las influencias del entorno. El trabajo de los científicos estadounidenses ha sido publicado recientemente en la revista Perspectives on Psychological Science.

De acuerdo a un comunicado, este cúmulo de factores ambientales y sociales marcaría el desarrollo de la función ejecutiva, que desempeña un papel crucial desde la preparación de los niños para la escuela hasta sus relaciones sociales, estando vinculada además con resultados a largo plazo que impactan en la vida adulta. La nueva concepción se contrapone con la idea establecida de relacionar dicha función ejecutiva con el desarrollo cerebral y otros factores internos.

Según Sammy Perone, director del grupo de investigación, “proponemos que la función ejecutiva utiliza señales del entorno para guiar el comportamiento. Como seres humanos, usamos nuestra experiencia y nuestras normas para decidir cuál es el camino apropiado a seguir. Para fomentar el desarrollo de la función ejecutiva en los niños es imprescindible construir conexiones entre las señales externas y los comportamientos apropiados», indicó.

Cambio de paradigma

El punto de vista dominante indica que la función ejecutiva se sostiene sobre tres procesos neurocognitivos. El primero es la memoria de trabajo, que es la información almacenada para ser utilizada en el corto plazo. El segundo factor sería el control inhibitorio, que es la capacidad de dejar de hacer algo cuando así lo decidimos. Y el tercero es la flexibilidad cognitiva, que le permite a los niños pasar de una actividad a la siguiente con la solvencia necesaria.

Esta perspectiva ha sido cuestionada y puesta en duda, ya que si la función ejecutiva dependiera únicamente de estos factores internos podría «inculcarse» mediante programas de entrenamiento y funcionaría en todos los casos. Sin embargo, la realidad muestra lo contrario: los niños actúan en un entorno concreto que los modifica, y en consecuencia sus comportamientos también dependen de factores externos, ambientales y sociales.

Trabajar en contextos cotidianos

Precisamente, la concepción de la teoría de sistemas dinámicos establece una visión holística de los problemas a abordar, entendiendo además que los sistemas evolucionan y cambian a lo largo del tiempo. De esta forma, para estimular la función ejecutiva en los niños se deben tener en cuenta una multiplicidad de factores: desde el diseño de un aula escolar hasta si descansan y comen lo suficiente cada día.

Es así que los científicos proponen en su estudio la necesidad de articular la teoría de los sistemas dinámicos a esta problemática social, estableciendo nuevas implicaciones que logren fomentar la capacidad de los niños para comportarse de una manera dirigida a objetivos en contextos cotidianos.

Para concluir, los especialistas expresaron que es crucial entender a la función ejecutiva como un comportamiento dirigido a objetivos en el mundo real. En otras palabras, para lograr que los niños controlen su propio comportamiento es vital que estén posicionados desde su realidad cotidiana y puedan interactuar sanamente con padres, docentes y todas las personas que conforman su red de vínculos más cercanos.

Referencia

A Dynamical Reconceptualization of Executive-Function Development. Sammy Perone, Vanessa R. Simmering, Aaron T. Buss. Perspectives on Psychological Science (2021).DOI:https://doi.org/10.1177%2F1745691620966792

Fuente. https://tendencias21.levante-emv.com/los-factores-ambientales-marcan-el-comportamiento-de-los-ninos.html

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