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La genética no determina ninguna orientación sexual.

Los expertos recuerdan que los principales determinantes son ambientales, sociales y culturales
La genética no determina ninguna orientación sexual
Valentina Raffio
El Periódico

La orientación sexual, como cualquier otro aspecto de la conducta humana, tiene un componente genético. Una nueva investigación a gran escala sobre el genoma humano desvela que existen algunas variantes genéticas que se asocian con las identidades no heterosexuales. ¿Significa esto que se han hallado los ‘genes de la homosexualidad‘? En absoluto. Los expertos recuerdan que, aunque pueda existir cierta predisposición genética o biológica, el comportamiento sexual de una persona es impredecible y, como ocurre con todos los aspectos del comportamiento, puede variar en función de factores ambientales, sociales y culturales.

El recién publicado estudio, aparecido este jueves en la revista ‘Science‘, toma como referencia los datos genéticos de más de 470.000 personas que habían recurrido al Biobank del Reino Unido y a la empresa 23andMe, ambas iniciativas dedicadas al estudio del genoma humano. A partir de ahí, los investigadores interrogaron a los participantes de este estudio sobre su orientación a través de un cuestionario con preguntas como: «¿Alguna vez has tenido relaciones sexuales con alguien de tu mismo sexo? ¿Hacia quién te sientes sexualmente atraído?». A partir de esta información, los expertos empezaron a buscar correlaciones entre estas respuestas y los marcadores genéticos a través de un método conocido como GWAS, por sus siglas en inglés.

El análisis demuestra que existen unos cinco localidades del cromosoma que pueden asociarse con la no heterosexualidad. Esto implicaría que factores genéticos y, por lo tanto hereditarios, pueden predisponer entre el 8 y el 25% de la población a sentirse atraída hacia alguien de su mismo sexo. Esto, lejos de significar que existen uno o varios ‘ genes gays ‘, sugeriría que existen miles variantes genéticas que determinan pequeños rasgos de la personalidad y que la suma de todos esos pequeños cambios acabara dando forma a una orientación sexual.

La controvertida interpretaciónEsta no es la primera vez que se estudia si la homosexualidad puede tener un componente genético. Estudios en gemelos idénticos, por ejemplo, ya habían apuntado que, incluso en el caso de dos individuos criados en un idéntico entorno, los genes podían contribuir a su definir su orientación sexual en un 18% de los casos en las mujeres y en un 37% en los hombres. En este caso, las motivaciones de este estudio, según argumentan los investigadores en las conclusiones de su análisis, tendrían que ver con la protección de los individuos con sexualidades no normativas. «Evidenciar que la orientación sexual tiene un componente biológico podría contribuir a la aceptación y a la protección legal del colectivo», añade Melinda C. Mills, investigadora del departamento de Sociología de la Universidad de Oxford, en un artículo complementario.

«Estos hallazgos proporcionan información sobre los fundamentos biológicos del comportamiento sexual entre personas del mismo sexo», comenta Andre Ganna, investigador principal del estudio afiliado la Unidad de Medicina Genómica de Hospital General de Boston y el Broad Institute del MIT, Harvard y Cambridge. «Los resultados también subrayan la importancia de evitar conclusiones simplistas ya que los fenotipos de comportamiento son complejos, nuestros conocimientos sobre genética todavía son rudimentarios, sobre todo porque existe un largo historial de uso indebido de los resultados genéticos con fines sociales», comenta el experto. La interpretación del estudio, de hecho, podría resultar algo espinosa.

Limitaciones del estudioMás allá de sus llamativas conclusiones, este estudio se presenta ante la comunidad científica con unas limitaciones un tanto controvertidas. Para empezar, «la distinción entre heterosexual y no heterosexual basándose en la práctica o no de relaciones con individuos del mismo sexo parece algo simplista. La orientación sexual no viene definida solo por comportamientos sexuales, sino también por los sentimientos y la identidad que considere el propio individuo», comenta Claudio Díaz García, bioquímico experto en genética y miembro de PRISMA, asociación para la diversidad afectivosexual y de género en ciencia, tecnología e innovación. A esto habría que sumarle que la investigación parte de una muestra sesgada: los participantes del estudio, ya incluidos en las bases de datos genómicas, son todos de procedencia occidental, clase socioeconómica alta y, según muestran los datos, tienen entre 40 y 70 años.

Asimismo, el debate de base también tendría que ver con el determinismo genético. Es decir, la tendencia a reducir algo tan complejo como la sexualidad humana como el resultado de unos genes concretos. «No podemos olvidar de los factores no biológicos mucho más difíciles de estudiar e interpretar», comenta Díaz García. Es el caso, por ejemplo, de las condiciones socioeconómicas, el país de residencia, el entorno familiar y otras variables que influencien el desarrollo de los individuos y, por lo tanto, la expresión de su sexualidad.

El aspecto ético a debateEl estudio, a su vez, se ha presentado acompañado de debate. «En una sociedad que no discrimina contra las orientaciones no normativas estos resultados serían neutrales. Como si estuviéramos buscando la base genética del color de los ojos, idealmente se trataría de entender qué nos hace como somos: heterosexuales, homosexuales o bisexuales; trans o cis; mujeres, hombres o intersex; de género normativo o queer-no binario», comentan desde la junta de PRISMA. Los científicos y activistas de la entidad se muestran preocupados ante el planteamiento del estudio y, sobre todo, sus posibles interpretaciones. «Los problemas a los que se enfrentan las personas LGTBIQA+ no se deben al hecho intrínseco de su diversidad afectivosexual y de género, sino al tratamiento injusto, de rechazo, discriminación y maltrato, que algunos miembros e instituciones de esas sociedades ejercen sobre el colectivo, tanto a nivel de comunidad como a título individual», añaden.

Esta preocupación tiene mucho que ver con el hecho de que históricamente las investigaciones sobre la conducta sexual no normativa han sido utilizadas para patologizar la homosexualidad y plantear herramientas para ‘curar’ o ‘evitar’ todo aquello que se salía de la norma. En el caso del recién publicado estudio, el debate ético que se plantea es hasta qué punto es necesario encontrar una justificación para los comportamientos no heterosexuales. «¿Es necesario encontrar una base genética para que se reconozca el derecho fundamental de ser quienes somos y amar a quien queramos?», reflexionan desde la entidad.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/ciencia/20190829/estudio-science-genetica-homosexualidad-7611044

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259982&titular=la-gen%E9tica-no-determina-ninguna-orientaci%F3n-sexual-

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Algunos delirios de la izquierda sobre la escuela

Por: Dayron Roque

A propósito del artículo “Educación y autoritarismo”, de Miguel Alejandro Hayes.

No parece tener que preocuparse la derecha por hacer labor de convencimiento ideológico, cuando cierto sector de la izquierda se dedica casi con mayor ahínco a embelesar a la gente mientras dice que la combate. Ese parece ser el caso del artículo Educación y autoritarismo, publicado de manera reciente en algunos medios digitales. El asunto se enmarca en la inexistencia de un debate público acerca de la filosofía de la educación en nuestro país —en tanto es enmascarado en «debates» sobre algunas de sus manifestaciones más prácticas y puntuales—.

Lo que parece ser el tema central del texto en cuestión es cómo la educación tiene determinada influencia en la política —¿o la política en la educación?—. El carácter político de la educación es incuestionable: la escuela es una zona política compleja y contradictoria; esto es que, es un espacio donde viven mecanismos de reproducción de la dominación y, a la vez, un campo donde se construyen estrategias y alternativas de oposición, contestación y resistencia. Toda escuela tiene su «contraescuela», y ello es un asunto que interesa a la política.

Como cabe suponer, en el análisis de tal realidad, existe un abanico muy amplio de posiciones desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. Cada una, incluso, ha tenido la oportunidad de «ensayar» su tipo de escuela en determinados momentos y condiciones concretas. Mientras unos ven a la escuela bajo un manto de santidad y neutralidad, otros la observan «vigilantes» como «cómplice del adoctrinamiento» estatal y/o privado.

No creo que la razón esté en el «medio» de ambos posicionamientos: sería una solución salomónica muy fácil, pero errada; sobre todo si se toma en cuenta que en un extremo y otro del panorama político se repiten iniciativas, concepciones y prácticas educativas.

La derecha —que incluye, de paso, a la disfrazada de «centroizquierda»— ha logrado popularizar determinados discursos sobre la escuela que han sido «comprados» con mucho entusiasmo por la izquierda: entre ellos, la escuela como un «aparato ideológico del Estado», o que la autoridad deviene, «naturalmente» en autoritarismo en la escuela. Lo grave no es que haya personas que tengan el criterio —incluso demostrado con hechos de infelices ejemplos, que pretenden hacer pasar por la «regla»— de que la escuela solo sirve para «vigilar y castigar»; lo grave es que esas personas se hagan llamar de izquierda —y «marxista»— y que, además, que presenten su discurso como «progresista».

No es reciente la idea de ciertos sectores de la izquierda ejercer la crítica de la educación escolarizada, en el entendido de que reproduce estructuras de dominación, inherentes a toda sociedad organizada, incluyendo —dicho sea, con humildad— las que se han llamado «socialistas», a lo largo de la historia universal —la tradición anarquista, con tesis de indudable valor, ha estado en el «borde delantero» de tales esfuerzos—. El asunto en sí no es menor, pues se ubica en el centro de una de aquellas famosas tesis marxianas —sobre el tal Feuerbach— de que «el educador necesita ser educado», quizás dejada inconclusa al faltarle —por lo menos— una pregunta: ¿y cómo?

El artículo de referencia da pie para profundizar en varios aspectos de la vida en las escuelas y de la necesidad de profundizar en la misma, como parte de la necesidad de reflexionar sobre toda la vida en nuestro país. Con independencia de que trataré de profundizar en los nudos más conflictivos del mismo, en principio me permito señalar algunas cuestiones puntuales que son, cuando menos, inexactitudes de «forma»:

  • dice el autor que la «educación en Cuba no pudo zafarse de los tipos decimonónicos que llegaban de la metrópoli española». Sobre el particular cabe apuntar que la educación que persiste en Cuba tiene sin dudas, origen hispano; pero agotarlo ahí es, cuando menos, insuficiente. En realidad, le debe, y no poco, a la influencia estadounidense — a partir de finales del siglo xix y durante la primera mitad y poco más del xx; quienes fueron los primeros en convertir cuarteles en escuelas en 1899 y además de traernos tazas sanitarias para las escuelas, nos legaron una organización del sistema escolar más moderna y que, en esencia subsiste hasta el día de hoy — y; con posterioridad, a la influencia proveniente del extinto campo socialista — en especial la antigua URSS y la desaparecida RDA, quienes nos legaron una muy desarrollada psicología y didáctica de la matemática, por poner un ejemplo — . En la base de todo ello hay una versión muy criolla de lo que es la educación y la escuela que se vino fermentando desde inicios del siglo xix, se consolidó en la primera mitad del xx y tuvo su esplendor en la época revolucionaria — lo que permitió hacer una campaña de alfabetización en 1961, con un programa y manual hechos, en su totalidad, por educadores cubanos, que sin sonrojo ninguno ubicaba como las primeras letras a aprender «A», «E» y la «O», para formar una frase bien retumbante como «Con OEA, o sin OEA ganaremos la pelea», experiencia que estaría en el germen de lo que años después sería el movimiento de la educación popular latinoamericana, según Paulo Freire; de los logros de la educación revolucionaria un organismo tan poco sospechoso de simpatizar con la Revolución Cubana, como el Banco Mundial no tuvo más remedio que reconocerlo en los años ¡ochenta! — . El carácter repetitivo y memorístico de la escuela cubana no es responsabilidad exclusiva de ninguna de las raíces educativas de nuestro sistema: esos males se pueden apreciar en cualquiera de ellos, desde el siglo xviii hasta la actualidad, en Cuba se «acriollaron».
  • «la repetición es la madre de la enseñanza», y es cierto; lo que no es «madre absoluta» o «madre despótica». No hay — a riesgo de ser totalizador — ningún aprendizaje que no se produzca sobre la base de determinadas dosis de repetición que varían en dependencia del objeto de estudio y los sujetos cognoscentes. Ahora bien, ni toda enseñanza es, solo, repetición; ni toda repetición, determina, per se, aprendizaje. Lo perverso no es que haya repetición en la enseñanza, lo perverso es que la enseñanza se reduzca a la simple repetición.
  • lo que se entiende por «escuela tradicional» es un complejo cada muy amplio de experiencias y prácticas educativas, que no se reducen — ni con mucho — a las catequesis, ni al aprendizaje de los productos básicos en la educación primaria. Hay, al día de hoy, escuela «contemporánea» donde se memoriza, y escuela tradicional donde la memorización ocupa un papel menor. En cualquier caso, no son las prácticas memorísticas las que determinan el carácter tradicional de la escuela. La falsa dicotomía entre memorizar y aprender, o entre memorizar y aprehender; soslaya el hecho de que la memoria es un nivel del conocimiento, ni mejor ni peor que los otros niveles del conocimiento — la sensopercepción, la imaginación, y el pensamiento mismo — ; sino que solo eso: un nivel por el que se transita en el conocimiento. Sobre la «escuela tradicional» comentaré en detalles más adelante.
  • el autoritarismo no se reproduce porque el profesorado intente «trasmitir» un «paquete de información». Hay «paquetes de información» que son imprescindibles «trasmitir» a otras personas; a lo que hay que poner atención, es cómo se determina el contenido del «paquete» — porque lo que es innegable es que en no pocos casos la enseñanza se ha llenado de respuestas a preguntas que los estudiantes no se han hecho; lo cual no sería grave si fueran respuestas a preguntas que nunca se harán a no ser por una buena educación, por ejemplo, «¿gira el sol alrededor de la Tierra?» o «¿es natural que existan personas ricas y pobres?»; sino que lo es porque le enseñan cosas de la que jamás tendrán conexión o explicación con su vida, o que, en el peor de las casos los entretiene en cuestiones colaterales — y cómo se comparte. Autoridad y autoritarismo no es lo mismo; ni dirección del aprendizaje es autoritarismo.
  • un descubrimiento notable del marxismo — y más que del marxismo, de las prácticas revolucionarias en los últimos doscientos cincuenta años, de lo que lo mejor de la tradición marxista ha bebido — , en materia de liberación, es que nadie libera a nadie, las personas se liberan en comunión: el educador autoritario se libera por la acción mancomunada de los educandos, que al liberarse, lo liberan.
  • el sentido común — en la concepción gramsciana, que lo comprende como la «filosofía de los no filósofos», y que suele ser el peor de los sentidos, por oposición al «buen sentido» — es cierto que se forma en la escuela, pero no solo ahí — lo cual es señalado por el propio Gramsci y luego por Althusser — ; de hecho, en los tiempos que vivimos, ya mucho menos de lo que se formaba hace un siglo o hace incluso cincuenta años — y el asunto de cómo la escuela pública ha sido puesta bajo ataque, ha sido deslegitimada y su influencia disminuida frente a otros «productores de sentido común», excede los propósitos de estas líneas y es un tema a investigar con profundidad — . Y ello ha sucedido, en un entorno en el que, de manera paradójica, ha crecido la población escolarizada en el mundo — el «ejército de reserva» mundial no está formado, en su mayoría, por analfabetos sino por graduados universitarios de carreras que no logran encontrar trabajo — . Sin embargo, ya, cada vez menos, se cumple la idea aquella — de inspiración althusseriana — de que ninguna institución «dispone durante tantos años de la audiencia obligatoria, cinco a seis días a la semana, a razón de ocho horas», y no solo en términos cuantitativos de horas en un aula docente, sino por la influencia real que ejerce.

Como algunos de los puntos anteriores merecen una explicación más detallada que un párrafo, voy a exceder el límite del análisis y desarrollar algunas ideas enunciadas como titulares.

Sobre la «escuela tradicional»

En época de indudables avances tecnológicos que llegan a las escuelas, y, sobre todo, de proliferación de teorías de toda laya sobre la educación puede ser difícil discernir entre lo que es escuela «tradicional», y lo que no lo es.

Aunque existe educación desde que el ser humano se alzó sobre sus pies y tuvo necesidad de trasmitir a las nuevas generaciones determinados saberes ordenados, de forma sistemática — lo que explica la idea de la educación como «categoría eterna» — ; la escuela, en su concepción moderna y occidental — la que nos llega a nosotros en Cuba, pero que, dicho sea con pena, deja por fuera la experiencia educativa de las culturas organizadas orientales, en especial, la china que, sin embargo, legó a la educación occidental un instrumento «imprescindible»: los exámenes — ; es una construcción nacida entre el fin de la Edad Media y el inicio de la Modernidad capitalista — su origen aparece en las órdenes religiosas que se dedicaron al asunto de la educación: jesuitas, claretianos, salesianos — . Cuando muchos hacen referencia a la «educación tradicional» — o, con más exactitud a la «escuela tradicional» — , en realidad señalan a esa institución que nació como parte del movimiento de la Ilustración europea, en sus diversas variantes — hace rato quedó claro que no es lo mismo el modelo educativo inglés, la escuela prusiana, o la escuela francesa, por pensar en una comparación rápida — .

A la escuela tradicional se le endilgan, por igual, muchos aciertos y perversiones; en dependencia de quien lo apunte. También, cabe decir, hay diversas gradaciones en cuanto a la «tradición» de que se trate y el papel asignado al profesorado, el estudiantado, el contenido de la educación, y el papel del Estado y la sociedad, entre otros. No obstante, hay un número de características que, de manera común, la tipifican, entre otras:

  • la escuela es el lugar por excelencia en el que las «viejas» generaciones educan a las «nuevas» generaciones y le trasmiten su corpus de valores morales, habilidades sociales y conocimientos esenciales.
  • la educación es función del Estado, porque la sociedad «educa» a través del Estado; pero es, a la vez, ¡neutral! [Hay que reconocer, que, en rigor, desde la educación tradicional, o, con más exactitud, desde la pedagogía que la sustenta, es donde menos se reconoce el papel del Estado como un instrumento de represión y legitimación ideológica, con probabilidad, como veremos más adelante, porque no se propone «desmontar» — en términos analíticos, no de acción política — tal Estado, ni distingue entre un Estado tiránico, uno monárquico, y uno demorrepublicano.]
  • la confianza y el respeto son la base de la educación, aunque para ello haya que apelar al terror y el autoritarismo. Aquí lo curioso es que, en teoría, no se trata de una escuela autoritaria, el autoritarismo sería una «desviación», un «exceso», en determinadas condiciones. En cualquier caso, se trata de un «delicioso despotismo» que sería agradecido por el estudiantado, como parte de su educación para la vida: una versión del «no muerdas la mano que te da de comer».
  • las diferencias sociales existen de manera «natural», y son «asimiladas» por la escuela, ya sea vía diferenciación entre estudiantes «aventajados» y «desaventajados», vía expulsión escolar directa — llamada, con gentileza, «deserción escolar» — , o vía diferenciación en los tipos de escuelas, en atención a diversos criterios — escuelas técnicas o de oficios, escuelas religiosas, escuelas privadas de pago, escuelas para niños pobres, entre otras — .
  • la escuela es un mecanismo de ascenso social, de movilidad, que, al preparar «para la vida», realiza una «inversión» en ¡capital humano! [Para que no nos llamemos a engaño, en el año 2000, un documento de la ¡Unesco!, conocido como Informe Delors, se llama, en realidad, La educación encierra un tesoro. Y bien que sí, ya lo saben en la OMC y el Banco Mundial que vigilan los índices de escolaridad con la misma atención que el PIB.] En esta versión de la escuela como inversión, o como bien de consumo — que hay para todos los gustos y posibilidades… económicas — ; la educación es una mercancía, susceptible de ser privatizada, sino en todo, por partes. Lo curioso es que ciertos sectores de la izquierda han «comprado» este discurso de la educación como un «tesoro», una «inversión», que produce «capital humano». En rigor, se ha de apuntar, que ha sido vendida — y no ha tenido poca aceptación en el «mercado» — esta idea a países empobrecidos como un «boleto» para salir del subdesarrollo estructural, sobre la base de la presunta posibilidad del mismo para «capacitar la mano de obra» que necesita la economía trasnacional. [En este punto, como otra aparente digresión, he de anotar que esta concepción de escuela y de educación, no es, ni con mucho, «memorística», ni «mecanicista» ni, en apariencia pasa por «autoritaria», ni produce «dolor emocional»; antes bien, impulsa la «creatividad», las «competencias», las «destrezas», las «habilidades» técnicas y «emocionales», busca… ¡la «educación integral»!]

Un análisis detallado de las anteriores características y, sobre todo, de sus reales gradaciones en la práctica; permiten, en principio, apuntar que:

  • no hay «una» escuela tradicional, sino múltiples
  • cualidades de la escuela tradicional pueden ser la memorización y el autoritarismo; pero solo eso, pueden ser. De hecho, en las «versiones» más contemporáneas de la escuela, hay poco de memorística, y el autoritarismo ha sido sustituido por formas más sutiles de dominación — en el mejor de los casos se ha intentado crear una «burbuja» que deja el autoritarismo «fuera» de la escuela; y en el peor, se ha llegado a confundir autoridad con autoritarismo, llamando a «experimentos» de supresión de toda organización — . Cierto sector de la izquierda ha asumido que la autoridad es per se algo perverso, germen de la tiranía. Confundir autoridad con autoritarismo es como confundir el fondue de queso con el queso fundido.

La reacción frente al autoritarismo es lógica, pero no basta para llenar un proyecto educativo distinto, diferente, no solo opuesto al del capitalismo.

Aquí sucede algo parecido con la cuestión de la consideración de la escuela como «aparato ideológico del Estado»: el origen de la confusión está en la concepción que se tenga de la organización de la sociedad y el papel de los dirigentes. Se ha puesto muy de moda la concepción de «movimientos» que pretenden ser más «horizontales» que un ángulo de 180º, y tal idea se ha pretendido llevar a la educación — ¿o fue de ciertas corrientes educativas que salió esa concepción? — . Pero la práctica ya ha demostrado dónde terminan esas ideas.

La crítica a la «escuela tradicional» desde la izquierda: algunos equívocos

La escuela tradicional ha sido criticada desde su propio nacimiento, y a la misma se le han opuesto numerosos movimientos que han tenido mayor o menor éxito, en dependencia de determinadas condiciones. En algunos casos, las «contraescuelas» — por ejemplo, las «Montessori» — han sido «absorbidas» por el movimiento revolucionario del turbocapital y la han hecho parte del sistema dominante. En otros casos, «nuevas escuelas» y «nuevas pedagogías» — por ejemplo, la soviética y las de su inspiración — que ocuparon un espacio hegemónico importante desaparecieron bajo oprobiosas acusaciones — con razón en algunos asuntos, dígase con pena — . En no pocos ejemplos, se han mantenido, de manera «marginal», algunas experiencias «contraescolares» — «escuelas» de inspiración anarquistas, por poner un caso — .

Una de las cuestiones más comunes en la crítica, desde la izquierda, a la escuela — y que ya veremos, ha sido, en los últimos decenios, un discurso muy afín a las pretensiones de la derecha — es el de su conflictiva relación con el Estado. Ello pudiera explicar que, no pocas de las posiciones se han ubicado en un ámbito antinstitucional, como expresión de un posicionamiento antiestatalista.

Con probabilidad, uno de los asuntos más censurables de la crítica que se hace desde cierta zona de la izquierda es aquella que reduce la Ilustración como el movimiento que fundamenta, en términos ideológicos, la educación o los «mitos educativos», a partir de dos argumentos esenciales: la escuela como camino hacia una sociedad de «iguales» — por oposición a la sociedad estamental, típica de las formaciones precapitalistas — y la escuela como espacio de igualdad de oportunidades. Aquí solo cabe decir que ambos argumentos no son incorrectos, a lo sumo, son incompletos — y, de paso, que el proyecto educativo de la Ilustración no se reduce, ni con mucho a lo anterior, pero eso es asunto de otro momento — . Lo que no alcanzó la educación de la Ilustración no ha sido por exceso de aquella, sino, en rigor, por su falta; de la misma manera que lo que tuvo de burguesa la revolución francesa fue su ¡contrarrevolución! [Dicho sea de paso, las recordadas críticas que los «padres fundadores» de la nación cubana hicieron a la educación decimonónica se basaba, en rigor, en los términos y fundamentos de la Ilustración.]

En esta visión, la escuela misma es un límite a la capacidad de crecimiento y mejoramiento humanos, al convertirse en un sistema-monstruo, atado a intereses estatales o privados — otro ¡Leviatán! indomable — . Considerar, a la altura del siglo xxi, que, los indudables logros que la clase trabajadora ha arrancado a la burguesía durante los últimos doscientos cincuenta años en materia de educación masiva, pública y con ciertos mínimos de calidad, es parte de una perversa conspiración para darle más poder y afianzar al Estado, es, cuando menos, un desvarío.

Lo que sucede es que no pocos quieren pedirle «peras al olmo», y que la escuela resuelva lo que no ha podido resolver, por sí misma, la sociedad. [Por eso, entre otras razones, no bastaba con el «tengamos el magisterio y Cuba será nuestra», de don Pepe de la Luz y Caballero; hacía falta una revolución de sacrificio masivo para hacer «Cuba nuestra», y aun así no alcanzaron los primeros treinta años.]

En relación con la concepción presente en las críticas, desde la izquierda, al Estado como un instrumento de dominación, como un medio institucionalizado con el cual se impone, se inculca y se legitima los intereses de la clase dominante comentaremos en el epígrafe siguiente, dada su centralidad en el asunto.

Sobre la escuela como Aparato Ideológico del Estado

Como ya he apuntado al inicio, al parecer los enemigos del marxismo no tienen que dedicarse mucho a combatirlo cuando, en nombre del propio marxismo — y con más ahínco que aquellos — , una parte no despreciable de los marxistas se dedican a defender lo mismo que defienden sus enemigos. Hay múltiples ejemplos, pero, el relacionado con la escuela — como institución pública — es paradigmático.

Y esta confusión parte de una confusión mayor: la concepción del Estado. En relación con el Estado moderno — entendiendo como tal el de la época del capitalismo — , no poco de la tradición marxista ha fallado en delimitar varias cosas: desde qué es, de verdad, el Estado, hasta cuál es la diferencia entre Estado, como sociedad política y la sociedad civil, y cuáles son las diferencias entre el poder del Estado y el aparato del Estado, por hablar de algunos casos; Marx dejó esbozadas algunas ideas, Lenin, en lo que pudo las continuó, pero más allá de Gramsci no ha habido un desarrollo, esencialmente nuevo. Uno de esos fallos ha sido al delimitar dónde comienza la Ilustración y dónde el capitalismo — sí, porque aunque algunas personas les cueste trabajo creerlo, el derecho de las masas populares a participar, incluso donde ha sido apenas a nivel representativo, de la vida política de la nación, no fue un dócil regalo de la burguesía empoderada, ha sido, como otros tantos derechos, arrancado con no pocas luchas; y en algunos lugares, todavía hoy, ni eso — ; en el entendido perverso de que Ilustración y capitalismo son dos caras de la misma moneda. La cuestión no es menor porque las confusiones entre el proyecto de uno y otro y la presunción de que el Estado moderno era consustancial del capitalismo económico — su «superestructura» — regaló a los enemigos del marxismo un caudal teórico — sin contar realizaciones prácticas — del que aun adolecen todos los que se ubican en un «antiestatalismo», que presume de izquierdas — y en rigor histórico hay que reconocer que no mejor les fue a los que intentaron ir «más allá del Estado y del derecho», yendo justo a más Estado y más a la derecha — .

Dentro de los regalos que aceptó cierta zona de la izquierda está el concepto de «aparatos ideológicos del Estado» — en su versión althusseriana — , como una explicación que, aplicada a la escuela, permitiera desmontar una de las más grandes conquistas de las revoluciones de los siglos xviiiy xix: la educación pública. [Y quizás en 1968, en medio del mayo francés, parecía el asunto muy pertinente; pero en 2019 ya no «cuaja» la historia.]

En resumen, el concepto de «aparato ideológico del Estado» entiende que la escuela es, en los sistemas modernos capitalistas, lo que la Iglesia fue al feudalismo: es decir, un lugar donde se enseñan siempre ciertas «habilidades» — «competencias» pudieran decirse, para estar a tono con las circunstancias — , pero mediante formas que aseguran el sometimiento a la ideología dominante. No pocos podrán suscribir con entusiasmo esta afirmación superficial que, sin embargo, deja por fuera la cuestión del carácter público-estatal de la escuela moderna republicana, básico en su origen. En la modernidad — en la capitalista, pero también en la de la transición socialista — , los «aparatos» público-estatales están imaginados, como «aparatos» republicanos, quiere esto decir, antimonárquicos, anticlericales — no, en rigor, «antirreligiosos» — y antidespóticos. Ahora bien, entender que la sustitución, sin más, de los «aparatos ideológicos» feudales por los burgueses fue el resultado «natural» en el proceso de consolidación de la modernidad es pasar por alto que si ello sucedió así no fue a causa del éxito de la Ilustración, sino por su derrota.

En rigor, no es posible hablar, en abstracto, de «aparato ideológico del Estado», sin caracterizar, como mínimo, qué Estado es al que hace referencia. En un Estado republicano, la escuela pública es, justo, la vacuna necesaria, la «cura en salud» frente al «control ideológico» — y aquí se abriría otro debate sobre qué entender por «control ideológico» y por qué no refiere lo mismo que «hegemonía», pero, igual, es una deuda para saldar en otro momento — . Lo público-estatal es, hasta el día de hoy, el único antídoto que se ha encontrado contra el «control ideológico» privado, incluyendo el de los padres y las sectas religiosas, políticas y gremiales. Cualquier solución que no sea enseñanza estatal-pública, será enseñanza privada y privatizada para determinados estratos — sean estos determinados por su poder adquisitivo, su pertenencia ideopolítica, su origen territorial, étnico, racial, y otras de las agrupaciones posibles — ; cualquiera de ellos, incluso, muy disfrazados de métodos educativos «contemporáneos», «integrales», «democráticos», «horizontales» y «libertarios». Los experimentos, en uno y en otro sentido, a lo único que conducen son a formas de «privatizar» la educación — que no significa, en rigor, que sea «no-gratuita»; puede haber educación gratuita «privatizada» — . Si un grupo ultraizquierdista — o izquierdista a secas — decide desertar de la enseñanza estatal para tener su experimento de enseñanza «diferente», «libertaria», no es menos «control ideológico», ni menos nocivo que si los testigos de Jehová, los miembros de la Iglesia Católica Romana, el Talibán, los de la Alianza Evangélica, o los «nuevos ricos» decidieran hacer su propio experimento de enseñanza «distinta» — y no es que estos grupos no hayan hecho ya sus «experimentos» educativos; o que, ahora mismo no reclamen tal oportunidad — . [Como un paréntesis en este punto, se puede añadir que han existido ejemplos notables de experiencias educativas progresistas que procuraron y lograron en lo posible evitar tales defectos y alimentan nuestro caudal de la pedagogía crítica; y que, ante el panorama actual de la educación escolarizada, engrampada por acción u omisión en una crisis tremenda, no es que falten ganas de crear una «nueva escuela», pero eso es «harina de otro costal».]

Cada vez que se lanza un dardo contra la enseñanza estatal se hace en nombre de la «libertad de escoger» el «tipo de educación» y en el entendido — por algunos — de que la escuela estatal es un «germen de dictadura». Como ha apuntado alguien: «Lo malo no es que la escuela sea estatal, lo malo es que el Estado no sea un Estado de derecho». [Y en una pequeña digresión sobre la «libertad de escoger», no es ocioso apuntar que el abuso de la misma, en materias de interés público como la salud ha conducido, entre otros desvaríos, a los «movimientos» antivacunación y de ahí, en conjunto con otros factores, a la reemergencia de enfermedades que se pensaban erradicadas; y no fue en lugares de «atraso cultural».]

Ahora bien, ¿cómo impedir, en las condiciones de una sociedad en transición como la cubana, que las escuelas público-estatales devengan en «aparatos ideológicos»? Es un desafío tremendo, porque los caminos recorridos no han hecho, en no pocos casos, el mejor favor a ese propósito y porque más allá de determinadas certezas de principio, no todo está claro en términos de organización práctica.

Dos ideas básicas pudieran ser:

  • la existencia — real y no formal — de un Estado de derecho socialista: y esto quiere decir cosas que no se agotan en el «Estado de derecho burgués», incluso, quizás, ni siquiera en el «Estado de derecho» y punto. Quiere decir, imperio de ley, y que nadie — ni una persona, ni un grupo de personas — , puedan ocupar el lugar de las leyes. Para ello hace falta concebir una teoría de la dominación en el socialismo — porque está claro que existe dominación en el socialismo, pero sería, en términos teóricos y, sobre todo en términos de política real práctica muy necesario entender cuáles son sus manifestaciones y límites reales, posibles y necesarios — . La escuela es como un pequeño Estado, y como tal funciona: puede ir desde la más abierta dictadura a la más perfectible democracia republicana; en el espectro entre ambos puntos y en ellos mismos, muchas personas se encuentran cómodas por lo que habrá quienes no se inmuten con que la escuela funcione de manera despótica, pero una sociedad que busca una ciudadanía responsable que participa del poder del Estado — mientras exista el Estado, para cuando este no exista, habrá que ver — , la escuela debería ser el «reflejo adelantado» de la sociedad.
  • la consideración del magisterio y el profesorado como una clase de propietarios especiales: de propietarios de sus puestos de trabajo, en asociación libre y organizada en las instituciones público-estatales llamadas escuelas, sujetas a control popular. A esta clase de «propiedad» no se accede por privilegios de estrato, sino por oposición pública que garantice la presencia de los más capaces para ocupar ese cargo. El corolario de esta idea es la llevada y traída «libertad de cátedra», que tiene un «mapa» claro de los «límites» de la libertad y es el que establece la Constitución de la República. [Y habrá siempre una relación conflictiva entre los grados de libertad que impone la Constitución — o la práctica misma de la política en Cuba — y la libertad que se pueda experimentar en una escuela; lo que es poco probable que haya es una relación en forma de función lineal que empareje los límites de la libertad en uno y otro espacio.]

Estaba tentado a terminar con un decálogo — en realidad mucho menos de diez — ideas sobre cómo superar una educación autoritaria en las condiciones de Cuba, como país en transición socialista. Luego recordé que tales pretensiones — las de condensar un listado, unos requerimientos mínimos — pueden ser tan peligrosas y autoritarias como justo dicen no ser. Por eso, se me ocurrió que, con probabilidad, serían más útiles algunas interrogantes, para seguir el debate y, quizás, contribuir al propósito de educar en y para la libertad:

¿cuál debe ser la naturaleza de la relación entre el Estado socialista de derecho y la escuela cubana? ¿dónde se regulará tal relación? ¿quiénes controlarán su cumplimiento exitoso, cómo?

¿cuáles son los contenidos — en el sentido más amplio posible — de una educación en y para la libertad? ¿cuáles sus métodos?

¿cómo se forma el magisterio y profesorado para tales propósitos? ¿qué papel desempeña la «sociedad» — la civil y la política — en ese empeño?

¿qué papel se le reserva al estudiantado en su proceso de formación? ¿cómo lo ejerce?

¿cómo se mide el impacto de la educación en la sociedad?

¿cómo ensayar, desde la escuela, el alcance de una sociedad con la mayor suma de felicidad posible?

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=259961

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Marta Harnecker: No confundir los deseos con la realidad, evitar autoengañarse

Por: Rebelión

1. Por desgracia suele existir mucho subjetivismo en el análisis de la situación política. Suele ocurrir que los dirigentes movidos por su pasión revolucionaria tienden a confundir los deseos con la realidad. No se hace una valoración objetiva de la situación, se tiende a subestimar las posibilidades del enemigo, y, por otro lado, a sobrestimar las posibilidades propias.

2. Por otra parte, los dirigentes tienden a confundir el estado de ánimo de la militancia más radical con el estado de ánimo de los sectores populares de base. Existe una tendencia en no pocas direcciones políticas a hacer generalizaciones acerca del estado de ánimo del pueblo a partir de su propia experiencia, de la región o sector social donde éstas funcionan o, en un sentido más general, de lo que perciben quienes las rodean, que siempre son los sectores más radicalizados.

3. Es distinta la visión que tienen del país los que trabajan con los sectores más radicalizados, de la que tienen los que realizan su actividad política entre los sectores menos politizados. No tienen la misma visión del país los cuadros revolucionarios que trabajan en un barrio popular combativo, que los que lo hacen con los sectores medios.

4. Esto mismo ocurre en los países donde existen zonas de guerra y espacios políticos. Los guerrilleros que viven enfrentamientos reales con el enemigo, que han logrado obtener gracias a sus victorias militares el control de determinadas zonas, tienden a creer que el proceso revolucionario está más avanzado de lo que consideran aquellos militantes que participan en los espacios legales en los grandes centros urbanos, donde el poder ideológico y el control militar del régimen es todavía muy grande.

5. La única garantía de no cometer estos errores es asegurar que los dirigentes sean capaces de evaluar la situación, no en función de su estado de ánimo, sino a partir de tomarle el pulso al estado de ánimo del grueso de la gente, al estado de ánimo del enemigo, a la realidad internacional. Una vez hecha esa evaluación es preciso diseñar las líneas de acción que permitan capitalizar toda esa situación.

6. Parecería una perogrullada decir que es importante que los dirigentes máximos aprendan a escuchar. Estimamos que esto es fundamental. Sucede, sin embargo, que algunos líderes están tan impregnados de ideas preconcebidas acerca del estado actual de la situación, de como están las cosas, de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer, y en su contacto con los dirigentes intermedios y de base tienden más a trasmitirles su visión de las cosas que a informarse acerca de cuál es el verdadero estado de ánimo de la gente.

7. Puede ocurrir entonces que, a la hora de hacer los análisis, se cometan errores, no tanto por falta de información, sino porque ésta, a pesar de haber sido trasmitida correctamente y en tiempo oportuno por la militancia, no haya sido asimilada por la dirección.

8. Pero también es importante que los militantes y dirigentes intermedios sean objetivos al entregar la información. Algunas veces éstos desinforman en lugar de informar al proporcionar, por ejemplo, cifras abultadas de determinadas movilizaciones o acciones.

9. Es bastante común en política la tendencia a autoengañarse, a falsificar los datos de las movilizaciones, de los mítines, de los paros, de las fuerzas de que dispone cada organización. A decir, por ejemplo, que se ha logrado movilizar a miles cuando solo se ha logrado movilizar a centenas.

10. Este enfoque triunfalista es el producto de la errada concepción de que siempre tenemos la razón, que siempre somos los mejores, de que todo lo que hacemos nos da resultado.

11. Y no solo ha existido un autoengaño frente a las cifras, sino también en la evaluación de las acciones que nos propusimos llevar a cabo. Si el objetivo era lograr determinada representación parlamentaria y ésta no se lograba, no se reconocía que los votos alcanzados estaban muy por debajo de las expectativas que se habían creado; se buscaba siempre la forma de presentar ese hecho como un triunfo, se decía, por ejemplo, que aumentaron los votos con respecto a la anterior elección. Si se proponía un paro nacional y solo se lograban paros parciales no se reconocía el revés, sino que se hablaba de éxito del paro porque en relación con las acciones anteriores de este tipo se había logrado un aumento de los trabajadores que no acudieron a trabajar, etcétera.

12. Si los dirigentes no saben escuchar, para lo cual se requiere de una gran dosis de modestia revolucionaria, y, al mismo tiempo, reciben informaciones falseadas, lo que ocurre es que bajan líneas de acción que –al partir de bases falsas– no se ajustan a las posibilidades reales de los destacamentos con que se cuenta; se preparan batallas que por no estar basadas en la real correlación de fuerzas pueden conducir a significativas derrotas.

Fuente: Capítulo 12 del libro de Marta Harnecker Ideas para la lucha

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=257252

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Canadá: Qué fue el «genocidio canadiense» por el que murieron y desaparecieron cientos de mujeres

Han pasado casi 50 años desde que Helen Betty Osborne, una mujer indígena que soñaba con ser maestra, fue secuestrada y brutalmente asesinada cerca de Manitoba, una ciudad canadiense profundamente dividida por líneas raciales.En muchos sentidos, la muerte de la joven de 19 años fue indicativa de los casos que estaban por llegar: una adolescente indígena obligada a abandonar su comunidad remota, atacada por cuatro hombres simplemente por su raza, y la larga espera de la familia para que se hiciera justicia.

Hace 15 años, Amnistía Internacional calificó el asalto y el asesinato a la tímida joven como «una advertencia ignorada».

La violencia que enfrentan las mujeres y las niñas indígenas de Canadá está ahora en el centro de atención, cuando una investigación nacional sobre mujeres desaparecidas y asesinadas llega a su fin después de más de dos años de audiencias y testimonios.

Este lunes se publica la investigación. Las primeras conclusiones, filtradas a la cadena nacional de televisión CBC, hablan de un «genocidio canadiense».

El informe, de 1.200 páginas, acusa de la desproporcionada violencia contra las mujeres indígenas al colonialismo fuertemente arraigado y a la inacción del Estado.

Se desconoce el número exacto de víctimas, pero hay reportes de que podrían ser miles.

«Se tardó 40 años en llegar a este momento y solo porque las mujeres indígenas han estado en el terreno haciendo ruido», afirma Robyn Bourgeois , académica y activista que investiga el activismo indígena en Canadá, a Jessica Murphy , periodista de la BBC en Toronto. «Sin ellas no estaríamos aquí» , dice.

Entre las activistas hay familiares de víctimas que han hecho campaña incansablemente por los seres queridos que perdieron, y activistas de base como Beverley Jacobs y Terri Brown, quienes también perdieron a miembros de su familia.

Para Jacobs, el asesinato en 2008 de su prima Tashina General, de 21 años, fue un punto de inflexión en su trabajo. Para Brown, cuya hermana de 41 años, Ada Elaine, murió en 2001, la pérdida continúa atormentando a la familia, que dice que fue asesinada y que su caso fue mal manejado.

Jacobs, abogada mohawk, fue la investigadora principal del informe de Amnistía sobre discriminación y violencia contra las mujeres indígenas, y pasó meses viajando por todo el país reuniéndose con las familias de mujeres que habían desaparecido o habían sido asesinadas.

«En ese momento, eran las familias las que estaban haciendo todo el trabajo», dice. «Fueron las que hicieron los carteles y las búsquedas, pasándolo mal con la policía, y sin obtener respuestas».

Su esfuerzo comenzó justo cuando un caso horrible estaba a punto de aparecer en los titulares de todo el mundo.

La policía había arrestado a Robert Pickton, un asesino en serie que había asediado a mujeres del distrito de Downtown Eastside, en el centro de Vancouver , durante años, siendo muchas de sus víctimas indígenas y marginadas.

Las autoridades habían negado durante mucho tiempo que hubiera un patrón en las desapariciones, o que pudieran estar vinculadas.

Pero una investigación local posterior dejó al descubierto el fracaso sistémico y el sesgo que permitieron a Pickton asesinar a mujeres durante años sin ser atrapado.

Pickton fue finalmente condenado a cadena perpetua por el asesinato de seis mujeres. Inicialmente había sido acusado de matar a 26 mujeres de un total de 69 que habían desaparecido durante los años 80 y 90.

Su juicio de alto perfil hizo que activistas como Jacobs pensaran que lo que había ocurrido en el estado de Columbia Británica, cuya principal ciudad es Vancouver y donde las mujeres indígenas eran una parte desproporcionada de las mujeres reportadas como desaparecidas o asesinadas, se vería también a nivel nacional.

«Ese [caso] fue un punto de inflexión», dice Bourgeois.

También fue donde Jacobs, la abogada mohawk , comenzó su trabajo. «Lo primero que pensé que tenía que hacer era ir a Downtown Eastside porque Pickton acababa de ser arrestado», explica.

Las mujeres que habían estado trabajando durante años para llamar la atención sobre lo que estaba pasando la llevaron a la granja de cerdos del asesino, el sitio donde había cometido los asesinatos.

«Fue horrible. Fue antes de cualquier juicio, no estoy segura de que se hubieran presentado cargos todavía. Pero [los investigadores] ya estaban cavando en el suelo», cuenta Jacobs.

Posiblemente incredulidad o miedoBrown, activista indígena desde hace mucho tiempo y, como Jacobs, expresidenta de la Asociación de Mujeres Nativas de Canadá (NWAC, por sus siglas en inglés), fue fundamental para alertar sobre el «horripilante número de mujeres» que estaban desapareciendo en Vancouver.

Bajo su liderazgo, el NWAC colaboró con grupos como Amnistía Internacional; Kairos, un grupo religioso; y las iglesias anglicana para crear una campaña de sensibilización nacional.

Pero Brown dice que fue una repetición de lo de Vancouver: a menudo se encontraban con indiferencia. También había interrupciones significativas en los registros, lo que dificultaba obtener una imagen completa del problema de la violencia.

Se estaba llevando a cabo un conteo no oficial de los desaparecidos. En Toronto, Amber O’Hara, una mujer del grupo anishinaabey activista contra el SIDA, comenzó a compilar una base de datos en línea.

Y según Brown, las mujeres en Downtown Eastside «estaban haciendo un gran trabajo, contabilizando a las mujeres que se estaban perdiendo».

«Las familias venían y decían: ‘No la hemos visto en semanas’. Y la policía contestaba: ‘Tal vez esté de vacaciones en algún lugar’. ‘Bueno, discúlpeme, nunca dejaron esa cuadra del Eastside».

Brown, quien entonces dirigía la Asociación de Mujeres Nativas de Canadá, decidió que debía haber una compilación formal de los datos.

«Quería ponerle números a esto porque nadie nos creía», rememora. «Pero no teníamos los recursos, hice mi propia investigación y la presenté, pero ellos dijeron: ‘Bueno, ¿cómo sabes que es verdad?’ En ese momento dijimos que había unas 500 mujeres aborígenes desaparecidas y asesinadas».

La asociación consiguió fondos federales para fundar la campaña Sisters in Spirit («Hermanas en Espíritu»), que investigó y sensibilizó sobre las altas tasas de violencia contra las mujeres indígenas. Para el año 2009, habían recopilado 520 nombres.

Aún así, Brown recuerda haber llevado las estadísticas a reuniones con funcionarios del gobierno, incluso algunos líderes indígenas, y dice que «lo más extraño» fue el presentar los datos «a personas que se sentaban allí y te miraban, no te respondían, no te decían nada, no te alentaban, no te daban su apoyo de ninguna manera «.

«Inexpresivos. Posiblemente incredulidad o miedo. No lo sé».

Las estadísticasHasta el día de hoy, la falta de datos sólidos significa que nadie sabe exactamente cuántas mujeres y niñas indígenas han sido asesinadas o han desaparecido en las últimas décadas. Pero algunas estadísticas sí han sido compiladas.

• El 10% de todas las mujeres reportadas como desaparecidas son indígenas y representan el 21% de las víctimas de homicidio. Los indígenas canadienses representan alrededor del 4% de la población.

• La mitad de los homicidios fueron cometidos por un miembro de la familia, pero las mujeres indígenas también tienen 1,4 veces más probabilidades de ser asesinadas por alguien con quien no tienen una relación cercana.

• En 2014, la Real Policía Montada de Canadá identificó casi 1.200 casos sucedidos entre 1980 y 2012.

• Las mujeres indígenas tienen un mayor riesgo de sufrir agresiones físicas y sexuales, incluso cuando se toman en cuenta otros factores de riesgo, y experimentan más violencia por parte de sus parejas.

Bourgeois y Jacobs intentaron tomar una dirección diferente. Fueron al escenario internacional. Brown comenzó a plantear el tema en reuniones de la ONU y en otros lugares.

«Dondequiera que iba, lo mencionaba», explica. «No es que a alguien le importara. Pero pensé que en algún momento alguien escucharía».

Jacobs dice que sabían que Canadá no estaba haciendo nada. «Y sabíamos que los foros internacionales atraerían la atención contra Canadá», afirma. «[A nivel internacional] No hay mecanismos de imposición. La única forma es causar vergüenza al país».

Luego, en agosto de 2014, 43 años después del asesinato de Osborne, otro caso, esta vez la muerte de una estudiante de 15 años llamada Tina Fontaine, comenzó a aparecer en los titulares de todo Canadá.

Su asesinato provocó una indignación colectiva y feroz y consolidó los pedidos de que se abriera una investigación nacional.

Para 2015, la ONU estaba presionando para que hubiera una investigación pública, al igual que un informe canadiense histórico sobre la reconciliación con los pueblos indígenas.

El primer ministro, Justin Trudeau , lanzó oficialmente una investigación al año después de ganar las elecciones generales de 2015.

Para entonces, Brown y Jacobs se habían alejado del activismo por este tema. Ambas dicen que les afectó emocionalmente, especialmente dado que ambas habían perdido a sus seres queridos.

«Sentí que ya no podía hacerlo. Me enojé demasiado», dice Jacobs. «Desde el momento en que empecé [después de la muerte de mi prima] sentí que estaba golpeando mi cabeza contra la pared, sentí que no se estaba logrando nada».

También han sido críticas con la investigación.

Jacobs asegura que nunca logró realmente ganarse la confianza de muchas familias que perdieron hermanas o madres o hijas, y muchas no fueron incluidas en las audiencias públicas.

Según Brown, «hablaron con muchas familias, abrieron muchas heridas. Pero al final, ¿alguien fue arrestado?»

«Tiene que haber justicia. Esos hombres tienen que ir a la cárcel. Si no lo hacen, todo el dinero gastado y todo lo que hablamos no vale la pena, porque no hay justicia».

También advierten que, si bien la investigación pudo haber terminado, los índices de violencia se mantienen altos.

La verdadera curación vendría de parte de los canadienses indígenas que reclaman su cultura, idioma y tradiciones, dice Jacobs.

Afirma que Canadá debe tomar pasos concretos hacia la reconciliación y responsabilizarse de políticas que han sido perjudiciales para las mujeres indígenas.

En estos días, Brown va a las vigilias organizadas para las mujeres desaparecidas y se siente reconocida.

«Alguna joven, inevitablemente, en algún momento viene y empieza a informarme sobre el tema y yo solo pienso: ‘Sí, hay esperanza para nosotros ahora'».

«Porque conocen el problema, pueden nombrar el problema, tienen la fuerza para hablar sobre ello».

El informe finalEl camino hacia la publicación del informe final de la investigación nacional no siempre ha sido fácil.

La investigación, con un costo de US$68 millones, se inició en 2016 con un mandato para profundizar en las causas sociales, económicas, culturales, institucionales e históricas subyacentes de la violencia contra las mujeres y las niñas indígenas.

Se llevaron a cabo 24 audiencias en todo Canadá, con el testimonio de casi 1.500 personas, incluidos familiares de mujeres desaparecidas o asesinadas y sobrevivientes de violencia. También se escuchó a decenas de expertos y se revisaron los archivos policiales e institucionales.

Ha habido renuncias, retrasos, críticas relacionadas con la transparencia y las comunicaciones, y preocupaciones sobre su alcance. Los comisionados lucharon para obtener una extensión de dos años, pero recibieron solo seis meses adicionales del gobierno federal.

Fuente de la Información: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=256845&titular=qu%E9-fue-el-%22genocidio-canadiense%22-por-el-que-murieron-y-desaparecieron-cientos-de-mujeres-

 

 

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Guatemala, indígenas y campesinos no aceptan los resultados electorales

Guatemala, el pasado domingo 16 de junio, realizó elecciones generales para Presidente, diputados y gobiernos municipales. Participaron 19 candidatos presidenciales. De ellos, 3 eran indígenas mayas.Los resultados preliminares anunciados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), indican que Guatemala deberá ir a una segunda vuelta electoral porque ninguno de los 19 candidatos consiguió el 50% más uno del total de votos válidos.

Este país centroamericano que aún vive en la nostalgia del teatro de la “lucha contra la corrupción”, no pudo evitar en las urnas que dos de los candidatos “contrarios” a la lucha contra la corrupción llegasen a la segunda vuelta.

Y así fue. En dos meses más, Guatemala deberá elegir a Sandra Torres del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), o Alejandro Giammattei del partido VAMOS (del círculo militar), Ambos señalados por actos de corrupción y financiamiento ilícito. ¿Una maldición criolla?, se preguntan internautas en las redes.

Indígenas y campesinos crearon su propia organización política

Para dicho proceso electoral, muy al filo de los plazos establecidos, venciendo todas los obstáculos, comunidades indígenas y campesinos organizados en “resistencia”, a nivel nacional, lograron crear e inscribir su organización política, denominado Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP).

Entre los planteamientos del MLP están: lucha frontal contra la corrupción (anulación de la inmunidad y el secreto bancario para altos funcionarios públicos), convocatoria a un proceso de Asamblea Constituyente Plurinacional, y la revisión de los contratos de privatización.

Para encabezar dicha agenda política eligieron en asamblea a una indígena maya mam, Thelma Cabrera, como candidata a la presidencia. Y, en cuestión de semanas, Cabrera y MLP se convirtieron en un “fenómeno” político (nunca antes visto en un país racista y misógino), viral en las redes sociales.

El mensaje del MLP fue viral en las redes sociales, y multitudinarias sus acciones colectivas en los territorios. Pero, los escrutinios del TSE colocaron al MLP en un cuarto lugar, acreditándole cerca de medio millón de votos, pero sin alcaldes municipales, y quizás con una diputación.

Si bien el MLP ya había soportado “irregularidades” por parte del TSE en el proceso de la corta campaña electoral, lo que colmó la paciencia y obligó a denunciar el fraude electoral fue que, muy a pesar de las más de mil denuncias penales no resueltas por delitos electorales, el ente electoral continuó anunciando diputaciones y gobiernos municipales para el resto de los partidos, menos para el MLP.

Fueron desde las comunidades y municipios que construyeron asambleariamente esta organización política, y es casi inexplicable que el MLP no haya obtenido ningún voto mayoritario ni en tan sólo un Municipio. Muy a pesar de ser la cuarta organización política (de los más de 20 partidos )más votados en estas elecciones (según el TSE).

¿Por qué denuncian fraude electoral?

“A nuestra organización política MLP, durante la campaña electoral, el TSE no le permitió colocar ninguna valla, ni le permitió acceder a los medios de comunicación contratados por el TSE para la campaña, ni mucho menos nos permitió abrir una cuenta bancaria para utilizar el dinero para la campaña como manda la Ley”, indica Thelma Cabrera, ex candidata presidencial del MLP.

Más por el contrario, por no declarar MLP los supuestos gastos económicos realizados, ahora, existe una amenaza de multa, por parte del TSE, del equivalente de cerca 40 mil dólares.

Durante el día de las votaciones se denunciaron la entrega de papeletas previamente marcadas sobre el símbolo de la UNE (partido que ocupa primer lugar). Se hicieron virales en las redes sociales videos de traslado grupal de votantes por los partidos tradicionales. Compra venta de votos por “activistas de partidos tradicionales”. Entrega de papeletas de votos donde no aparecía el logo de MLP, o aparecía pero en un tamaño muy reducido en comparación a los logos del resto de los partidos.

Estas anomalías ocasionaron reacciones violentas de votantes en 8 de los 22 departamentos del país. En dos municipios se suspendieron las elecciones. Se denunciaron apagones eléctricos por lo menos en zonas de dos departamentos al momento del escrutinio de votos.

Al momento que se redacta la presente nota, en diferentes municipios y ciudades del país continúan los bloqueos de caminos, protestas en los parques municipales.

Ante esta situación, el núcleo central de MLP, en asamblea analizó el proceso electoral, y denunció fraude electoral. Negándose a reconocer los resultados emitidos por el TSE, y convocando a la ciudadanía a protestas sociales para exigir el reconteo o anulación de las elecciones generales realizadas.

Indígenas y campesinos hicieron historia al ocupar el cuarto lugar, sin recursos económicos, en un país donde el sistema electoral y la cultura electoral están hechas para que ganen las elecciones los varones, blancos y ricos. Pero, este sector de los excluidos también es consiente de la estrategia de “zanahoria y garrote”, según ellos, que utiliza el sistema hegemónico. “Quisieron endulzarnos con el 4º lugar, pero nos quitaron las diputaciones y alcaldías”, indican sus representantes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=257316

Fuente de la imagen: TeleSur

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Madrid: Marta Harnecker, luchadora incansable

Otros hablarán con mayor propiedad sobre su obra. Yo, que fui su amiga y colaboradora durante las dos ultimas décadas, voy a centrarme en aquella mujer que la producía y la compartía.Proveniamos de diferentes orígenes aunque ambas chilenas. Ella de la Acción Católica, yo de la educación y demás círculos laicos. En tanto que yo en Chile me dedicaba al activismo estudiantil y estudiaba arquitectura, ella fue becada a la Ècole Normal de Paris donde estudió con Louis Althuser. Esa enriquecedora experiencia la hizo abandonar su militancia en el catolicismo en favor del marxismo. Dejó de ser sólo periodista y psicóloga para desempeñarse también como educadora popular, lo que fue su pasión y que siguió desarrollando hasta el final.

Esta transformación personal se plasma en su primer libro, publicado por Siglo XXI en 1969. El mas conocido y leído de todos los suyos , el generador de consciencias, Los Conceptos Elementales del Materialismo Histórico. En el, estudiantes, militantes revolucionarios y estudiosos en el mundo entero han encontrado en lenguaje sencillo y motivador un instrumento teórico que les permita el estudio critico del marxismo. Su intención era entregar los conceptos teóricos necesarios para el conocimiento científico de la realidad concreta, sin el cual sería imposible intentar transformarla. La evidente efectividad de esta obra motivó a Marta, ya con un mayor bagaje intelectual y experiencia internacional, publicarlo en edición revisada en en 1971 y en una nueva revisión en 1984. Entre toda su obra: libros, artículos de opinión, cuadernos de educación popular, y audiovisuales, pongo el acento en esta obra porque refleja tanto su propia transformación como su afán por ayudar a los demás en similar empresa.

Ambas vivimos activamente los días políticamente mas extraordinarios en Chile colaborando con el Gobierno de Salvador Allende, aunque seguíamos moviéndonos por círculos diferentes. Vino el horror y para ella el exilio a Cuba donde se integró totalmente y donde formó su familia. Para mi la lucha clandestina y una posterior ilegalidad inicial en España. Nos conocimos en Caracas durante una clase que daba su segundo esposo, el eminente economista canadiense Michael Lebowitz, en el Auditorio de la Facultad de Economía. Ella había sido requerida por el gobierno de Hugo Chávez para actuar de asesora en temas puntuales que el Presidente fuera señalando, y para actuar como su consciencia crítica. Chávez escuchaba a todo el mundo. Eso es cierto. Pero tenía especial interés y respeto por las opiniones de Marta.

Fiel a su pensamiento, ella recorría las comunidades conversando con sus habitantes antes de proporcionar sugerencia alguna. Para ella, la pedagogía popular no sólo significa ba transmitir su conocimiento. Mas importante aún, significa ba también ser una “aprendedora”. Ella e nseña ba lo que iba aprendiendo. Se sumerg ía en la realidad popular, especialmente en las luchas de los pueblos por cambiar una realidad generalmente adversa. La documenta ba , la sistematiza ba y la dev olvía a sus orígenes para que pudiera ser útil. En ese afán estaba cuando me invitó a integrarme a su equipo para viajar al interior del Estado de Lara y estudiar los procesos de profundización de la democracia a través de los Consejos Comunales .

Marta iba grabadora en mano conversando con la gente. Para nuestra sorpresa, llegó corriendo una maestra de escuela con un ejemplar de L os C onceptos Elementales  solicitando un autograf o . Lo mismo se repitió con una funcionaria municipal. “Ahora, yo también soy gente” le dijo una campesina. Era su forma de expresar la diferencia. La mujer pertenecía a un Consejo Comunal, participaba en desarrollar un diagnóstico de su territorio, en elaborar un plan de proyectos prioritarios, en administrar el presupuesto público descentralizado correspondiente, y en gestionar su ejecución. Pero, además, a ella, como vocero de su comunidad, se le abrían las puertas del ayuntamiento donde era recibida, reconocida, donde negociaba la solución a los pequeños problemas y donde se le presta asistencia técnica para los proyectos más complejos. Ella era parte del nuevo Estado V enezolano. Ya no sólo era “gente” , también era “autoridad pública” (usando el viejo lenguaje autoritario).

Marta s iempre est a ba en el lugar donde ha bía que estar. Donde se están produciendo cambios. Donde surge la esperanza. Por eso no vio razón de volver a Chile. No solo ha estado en Venezuela. Estuvo en su día en Nicaragua, en El Salvador, en Uruguay, en Porto Alegre, Brasil, en Bolivia, en Ecuador, etc. y mas recientemente en Grecia, en el Estado de Kerala en India, y mas. En este permanente andar y conversar, Marta ha demostrado una gran sabiduría. No sólo por su capacidad de entender y explicar los procesos sociales y su articulación con el Estado. Ni tampoco sólo porque ha sido capaz de entregar oportunamente los señalamientos necesarios que contribuyan a orientar los caminos. También ha sido sabia al saber distinguir “lo negro del blanco” como diría Violeta Parra. S upo distinguir entre lo importante y lo superfluo. Entre lo que construye futuro colectivo y lo que lo estanca.

Por todo esto es que puedo decir que Marta era fundamentalmente generosa y no sólo porque el afán de lucro jamás ha motivado su trabajo. Lo ha sido precisamente porque compartía lo aprendido con aquellos que mas lo necesitaban. Con l os que luchan. También fue generosa porque estimuló y apoyó las iniciativas de otros, abriéndoles espacios para enriquecer sus caminos. Como colaboradora puedo decir que también fue

generosa e integradora al escuchar. Para ella la opinión de los demás era siempre importante. Son innumerables las personas que nos hemos beneficiado de sus esfuerzos, de su generosidad y de sus múltiples sabidurías.

Hace 10 años atrás, celebrábamos 40 años de su trayectoria y 100 obras publicadas. Pero hubo mas. En 2013 el Viejo Topo le publicaba Un Mundo a Construir y mas adelante, Planificando desde Abajo . Se nos ha ido est a titán ida incansable, plen a de energía física, intelectual y creativa. La realidad actual nos hace pensar que no la merecíamos. En cualquier caso, nos ha dejado con una tarea clara.

Madrid, Junio de 2019

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=257276

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Ginebra: Conferencia Internacional del Trabajo del Centenario: ¿qué esperar?, ¿quiénes esperan?

Redacción: Eduardo Carmin/Rebelión

La Conferencia Internacional del Trabajo (CIT), en este año del centenario de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tiene lugar en el Palacio de las Naciones en Ginebra, con la atención dirigida hacia las profundas transformaciones que experimenta el mundo del trabajo, incluida la evolución del papel de institución en la construcción del futuro del trabajo que queremos.

Unos 5.700 delegados de gobiernos, empleadores y trabajadores provenientes de los 187 Estados miembros de la OIT participan en el que con frecuencia es denominado el parlamento mundial del trabajo. Las recomendaciones de la Comisión Muindial sobre el Futuro del Trabajo (Trabajar para un futuro más prometedor) publicadas a principios de este año, orientan gran parte de las actividades de la CIT del centenario.

A lo largo de los últimos meses, los Estados miembros de la OIT han celebrado docenas de diálogos nacionales para discutir este informe y los delegados abordarán las cuestiones planteadas en las discusiones plenarias. La realidad es que la capacidad de hablar es una cualidad compartida por los seres humanos y utilizarla nos encanta: nos encanta hablar y nos encanta que nos hablen.

Vivimos inmersos en un mundo inundados de palabras, oraciones, significados y de gramática. Nuestras vidas navegan en un entorno lingüístico, que se prolonga aun en nuestros sueños. El lenguaje es un elemento esencial y omnipresente en la cultura humana e impregna cada acto social, cada pensamiento consciente y la mayor parte de nuestra actividad inconsciente.

No obstante, la formulación de todo problema requiere que enunciemos los valores implicados -la libertad, la razón, la justicia social- y la amenaza a esos valores es la sustancia moral necesaria de todos los problemas importantes de investigación social. De una forma u otra dicho debate entre métodos, valores, conciencia y ciencias sociales está presente en todas las sociedades y se puede rastrear en las diversas comunidades científicas de todos los países.

Desde hace mucho tiempo acudimos a una nueva dinámica del pensamiento. Muchos expertos de las ciencias políticas pretenden demostrarnos que la lógica actual del pensamiento pragmático es pensar para y desde el mercado, donde los nuevos referentes sociales son la competitividad, racionalidad, productividad y eficiencia.

En esta dinámica, el hombre, llevado por sus pasiones, sus instintos y sus deseos termina aceptando su naturaleza, que movido por la mano invisible del mercado se transforma en un títere cuyos hilos no controla. Por eso “ilusiona” el subjetivo título de El futuro del trabajo que queremos. Pero para un futuro de trabajo decente, se necesita un programa centrado en las personas y no en el mercado.

La garantía universal de empleo, la protección social desde el nacimiento hasta la vejez y el derecho al aprendizaje permanente forman parte de las diez recomendaciones formuladas por la Comisión sobre el Futuro del Trabajo en un informe clave. La Comisión instó a los gobiernos a comprometerse a adoptar diez recomendaciones para hacer frente a los desafíos generados por los profundos cambios sin precedentes que tienen lugar en el mundo del trabajo.

Entre las recomendaciones se encuentran:

-Una garantía universal de empleo que proteja los derechos fundamentales de los trabajadores garantice un salario que permita un nivel de vida digno, horas de trabajo limitadas y lugares de trabajo seguros y saludables.

-Una protección social garantizada desde el nacimiento hasta la vejez que atienda las necesidades de las personas a lo largo de su ciclo de vida.

-Un derecho universal al aprendizaje permanente que permita que las personas se formen, adquieran nuevas competencias y mejoren sus cualificaciones.

-Una gestión del cambio tecnológico que favorezca el trabajo decente, incluso a través de un sistema de gobernanza internacional de las plataformas digitales de trabajo.

-Mayores inversiones en las economías rurales, verdes y del cuidado.

-Una agenda transformadora y mensurable a favor de la igualdad de género.

-La reestructuración de los incentivos a las empresas a fin de estimular las inversiones a largo plazo.

El informe describe los desafíos planteados por las nuevas tecnologías, el cambio climático y el cambio demográfico, y hace un llamado a favor de una respuesta colectiva a escala mundial ante los trastornos que estos ocasionan en el mundo del trabajo.

La inteligencia artificial, la automatización y la robótica darán lugar a una pérdida de empleos, en la medida que las competencias se volverán obsoletas. Sin embargo, estos mismos avances tecnológicos, junto a la ecologización de las economías, también crearán millones de empleos, si se aprovechan las nuevas oportunidades, sostiene el informe.

Este informe es el resultado de un examen realizado a lo largo de 15 meses por los 27 miembros de la Comisión Mundial, constituida por destacadas personalidades del mundo empresarial, laboral y académico, grupos de reflexión y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.

Para numerosos expertos el mundo del trabajo experimenta grandes cambios que crean numerosas oportunidades para más y mejores empleos. Pero los gobiernos, los sindicatos y los empleadores necesitan trabajar juntos a fin de hacer que las economías y los mercados laborales sean más inclusivos. El informe de la Comisión Mundial es sin dudas el tema central de la CIT, que además pone de manifiesto el “papel único” que la OIT debe desempeñar en la elaboración y puesta en práctica del “programa centrado en las personas” en el sistema internacional y exhorta a la Organización a dar prioridad a la implementación de las recomendaciones del informe.

Pero las dudas nos asaltan cuando los expertos continúan a recorrer los caminos por los atajos, ya que siguen promocionando programas para reducir las injusticias al mismo tiempo que se promueven las políticas económicas que la generan. Esta dicotomía genera cierto desorden, entre la conciliación de clases y la reformulación del capitalismo.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=257127&titular=conferencia-internacional-del-trabajo-del-centenario:-%BFqu%E9-esperar?-%BFquienes-esperan?-

 

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