Por: Marcelino Guerra Mendoza, Lucía Rivera Ferreiro y Roberto González Villarreal*
El 27 de mayo del 2019, integrantes de la Comisión Nacional Única Negociadora de la CNTE gritaron en palacio nacional: ¡YA CAYÓ, YA CAYÓ! ¡LA REFORMA NEOLIBERAL YA CAYÓ! [1].
Casi seis años después, luego de un período de letargo y aparente desmovilización, la CNTE volvió a agruparse, reactivó consignas, realizó plantones e incluso un paro indefinido como medida de presión para demandar respeto a la vida interna de la organización gremial, una compensación nacional única, aumento salarial, basificación a docentes y la abrogación total de la reforma neoliberal[2] que se supone fue cancelada.
Así las cosas, nos encontramos frente a una situación contradictoria que conlleva el riesgo de repetir la historia de la falsa cancelación si no se logra plantear con claridad y contundencia, qué se entiende por abrogación de la reforma neoliberal, qué es lo que debe ser eliminado y con qué propuesta será sustituido.
Para empezar, la evaluación docente no es la reforma educativa, tampoco la USICAMM. Ambos forman parte de los medios de acción gubernamental -iniciativas, programas, acciones, proyectos, organismos, cambios institucionales decisiones, etc.- para intervenir en determinados problemas de gobierno. De manera que cuando se demanda abrogar, es decir, desaparecer, eliminar, borrar del mapa una reforma, es necesario mirar tanto las particularidades como el conjunto de elementos y procedimientos que la hacen de corte neoliberal.
De todos estos elementos, uno de ellos resulta particularmente importante no solo por el peso que tiene en los procesos de evaluación y asignación de plazas vacantes; su influencia se extiende a la organización y funcionamiento de las escuelas, contribuyendo a la super explotación del trabajo docente, que como hemos dicho en otros trabajos, es el fundamento del sistema educativo. Nos referimos a las estructuras ocupacionales vigentes mencionadas en el artículo 93 de la LGSCMM como el elemento regulador del sistema de carrera.
Los directivos escolares tienen que detectar y justificar las necesidades de personal y enviarlas a la SEP para su revisión y autorización; a su vez, la SEP constantemente les solicita reportar licencias, permisos, incidencias, manteniendo permanentemente actualizada la información sobre la plantilla de personal de cada escuela.
Prestar atención a lo que afecta al magisterio
El canon crítico repitió una y otra vez que la reforma de Peña Nieto no era educativa sino administrativa, que se reducía a la evaluación punitiva y carecía de modelo pedagógico; componentes tanto o más lesivos para los docentes, como la normalidad mínima, quedaron velados, al igual que sus efectos.
Con base en criterios normativos (Ley general de educación, la del sistema para la carrera de maestras y maestros, la de coordinación fiscal, el plan nacional de desarrollo 2019-2024 y el programa sectorial de educación 2020-2024), pedagógicos (fundamentos, principios y objetivos de la nueva escuela mexicana; el marco curricular común de educación media; los planes y programas para preescolar, primaria, secundaria y media superior, etc.) y operativos (necesidades del servicio, matricula, planta docente habilitada, recursos disponibles para cubrir las plantillas de personal de cada escuela, número de aulas y espacios disponibles), se detalla un intrincado y extenso mecanismo de autorización y revisión de estructuras ocupacionales, a cargo de un grupo de trabajo integrado por funcionarios del más alto nivel designados por la Subsecretaría de Educación Básica y Media Superior.
Este grupo de trabajo revisa, autoriza las estructuras ocupacionales vigentes y puede proponer a las autoridades educativas el proceso de cancelación-creación o conversión de plazas para avanzar en la regularización de las categorías del personal docente, de manera que éstas sean acordes al cargo, función y nivel educativo en que se desempeñan.
En síntesis, las estructuras ocupacionales vigentes determinan:
El tipo de puestos autorizados y la cantidad de maestros en cada escuela
El trabajo y funciones que las maestras y maestros deben desarrollar al interior de la escuela dentro y fuera de su jornada laboral.
El número de alumnos por grupo y por escuela; de no cubrirse un mínimo, el sistema reduce o elimina puestos.
Determinan plazas, perfiles y funciones del magisterio
Supuestamente se definen con base en criterios normativos, pedagógicos y operativos, pero en realidad dichos criterios formales encubren los verdaderos: las “necesidades del servicio”, es decir, hacer cada vez más con menos en función de la demanda.
Eliminar las estructuras ocupacionales es romper la cadena de la super explotación.
Examinar con lupa este tema de las estructuras ocupacionales vigentes, nos parece un punto de atención urgente, un tema ineludible de negociación, una demanda magisterial central si la abrogación de la reforma neoliberal va en serio.
Con fines de evaluación docente, queda en manos de las autoridades estatales revisar la plantilla de personal de cada escuela para identificar e informar al nivel federal el número de vacantes.
En el magisterio nacional estamos en una situación parecida a la de 2018. Solo parecida, al menos en una cuestión central: la demanda de la cancelación definitiva de la reforma educativa neoliberal.
Aunque sea obvio es necesario recordarlo y sobre todo, dimensionarlo. Si se pide la abrogación definitiva de la reforma de Peña Nieto es porque AHORA la CNTE reconoce que continúa, después de que en 2019, al aprobarse la reforma constitucional y las leyes secundarias, tanto el presidente, el secretario de educación pública, los diputados y senadores, los publicistas de MORENA y hasta la Comisión Nacional Única Negociadora (CNUN) de la CNTE dijeron que se había cancelado[2].
¿Entonces qué pasó? ¿El magisterio fue engañado? ¿Cómo sucedió? Básicamente, gracias a la repetición ad infinitum del discurso de la “reforma parcial”, “de la evaluación punitiva”, “de la reforma laboral” y de la evaluación de desempeño como estos elementos aislados fuesen LA reforma educativa. Por eso, una vez que se eliminó la evaluación de permanencia, se dijo que se había cancelado; los comentaristas, los asesores, los líderes políticos y los maestros lo creyeron, estaban convencidos de eso. Tan fue así que se aceptaron sin mayores objeciones las leyes secundarias que ahora se demanda abrogar, entre ellas la que regula la creación y funcionamiento de la USICAMM que hoy se pide desaparecer.
Entonces, ¿todo fue un engaño y una manipulación? En realidad, desde el principio fue un problema político y conceptual. Conceptual porque NUNCA se entendió o no se quiso ver la radicalidad y la novedad de la reforma neoliberal del 2013; no se entendieron sus conceptos clave ni su articulación con los modos de gestión pedagógica y administrativa hoy fuertemente instalados en las escuelas. Por eso no importó la evaluación de desempeño, la racionalidad neoliberal pudo continuar por otras vías y otros medios que hasta ahora se empiezan a reconocer y contra los que se comienza a luchar.
En cuanto al problema político, es igualmente complicado y se deriva del error conceptual. No citaremos a los clásicos del pensamiento revolucionario para recordar que un error teórico tiene considerables dificultades estratégicas, eso ya es obvio. ¿Cuál es el problema aquí? Otra vez, es sencillo de enunciar, aunque no es tan fácil de precisar: si deseamos abrogar definitivamente la reforma neoliberal que durante el primer gobierno de la cuarta transformación se profundizó, es necesario decir DETALLADAMENTE qué entendemos por neoliberal y en dónde se expresa; qué entendemos por cancelar y cómo se hace eso. Una vez aclarado esto, lo que sigue es resolver con qué lo sustituimos.[3]
En otras palabras: definir un programa de demandas es el inicio; luego sigue el programa de lucha -como se ha iniciado ya, pero es indispensable tener ya una alternativa de reforma CONSTITUCIONAL en todos sus términos: conceptuales, técnicos, jurídicos, políticos y administrativos. ¿Está preparada la CNTE para presentar, llegado el momento, una propuesta que sustituya la reforma constitucional vigente?
[3] Eso es lo que señalamos una y otra vez en nuestros artículos de Cortocircuitos y nuestro libro Cancelar la reforma educativa , publicado justamente cuando se estaba elaborando La continuidad neoliberal , otra de nuestras publicaciones en la que insistimos, a contracorriente, que la reforma de AMLO era un engaño y que solo mantenía, legitimaba y profundizaba la reforma neoliberal, al mismo tiempo que contenía y cooptaba las resistencias.
Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza
Un primer vistazo al campo de batalla
Nos encontramos otra vez en pleno período electoral. Como cada seis años. Sin falta, y eso es el primer punto para destacar: el calendario se cumple y la renovación de los poderes federales se hace a través del voto universal y directo, aunque no tan secreto.
Lo cierto es que no se ha faltado en muchísimo tiempo a la cita establecida por las leyes electorales del país. La democracia representativa, dirían los clásicos, sigue funcionando, parece no tener ya disputas en el escenario ideológico como antes, cuando se contrastaba con la democracia directa, la del pueblo trabajador, la de los soviets o de los consejos.
Más aún, esas mismas formas de la democracia directa fueron absorbidas poco a poco, incorporándose a la legislación con los mecanismos revocatorios: la del pueblo, en los comités de participación social; la de los soviets, pues esa no hay por acá; pero la democracia de los consejos se ha transmutado en los consejos escolares, en los comités barriales y en los presupuestos participativos. Así que la democracia representativa, formal, burguesa o como se le quiera llamar, va. Junto con ella, va también la guerra electoral; y como en todas las guerras, se vale de todo.
Antes, digamos en los años setenta y ochenta del siglo pasado, había campañas pero difícilmente combates, menos aún guerras durante los períodos electorales. Ni siquiera verbales. No había incertidumbre tampoco, antes de las elecciones ya se sabía el ganador. Las reyertas se daban al interior del PRI. El exterior estaba dominado por las leyes, los organismos electorales, las policías de seguridad y el ejército.
Quizá los excesos retóricos empezaron en 1982, cuando hubo varios partidos de izquierda y el PRI sacó una consigna inolvidable: “Para seguir siendo libres”. Quizá fue el inicio, porque seis años después ninguna frasecita pudo encubrir un descarado fraude electoral y una campaña violenta, un verdadero ajuste de cuentas, que le costó la vida a cientos de militantes del PRD. Hay que decirlo claro: un fraude y una campaña violenta instauraron el neoliberalismo violento. Claro, junto con él, una verdadera avalancha cognitiva contra el populismo, el Estado interventor y el régimen de la posrevolución.
De ahí en adelante, las citas electorales nunca volvieron a ser lo de antes. Se cumplieron fielmente, sin duda alguna, como en 1994, otra vez con amenazas de perder lo ganado en seis años neoliberales. Solo para encontrarse meses después con la peor crisis económica de la segunda mitad del siglo XX y sus secuelas institucionales, como el FOBAPROA, esa otra guerra, esta vez presupuestal, contra la población.
El 2006 fue un momento fundamental en la belicosidad electoral, sobre todo porque como veinte años antes, la disputa era “entre proyectos de nación”. La continuidad neoliberal o algo así como un nacionalismo de izquierda, con un lema poderoso: “por el bien de todos, primero los pobres”,
El campo electoral se volvió un territorio de guerra sin cuartel. Desde la presidencia de la república se orquestó una estrategia en la que participaron todos los poderes del Estado, para impedir primero la participación, después el triunfo del candidato Andrés Manuel López Obrador. El arsenal discursivo de la “guerra fría” fue actualizado: “Venezuela”, “Cuba”, “La dictadura”, “La escasez”, y frases similares salieron a relucir una y otra vez. Por supuesto, acompañados con las amenazas de siempre: “te van a quitar tu casa, tu dinero y tus hijos”, “viene la dictadura castrista-chavista” y demás artilugios retóricos que asustaron hasta a los que no tenían nada que perder.
La gran distancia que existía entre el candidato del PRD y el del PAN, Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, fue reduciéndose poco a poco, a golpe de mentiras y de programas de televisión, de periodistas y opinadores bien aceitados con dinero público.
El resultado fue otro fraude electoral…y otra guerra: la guerra con el narcotráfico, una conflagración que costó cientos de miles de muertos, desaparecidos y desplazados. Otra vez se confirmó: el neoliberalismo requiere de fraudes y violencia para imponerse o para continuar.
Seis años después, el 2012 fue más que nada una guerra propagandística en la que a fuerza de imágenes y dinero se impuso el candidato del PRI. Obviamente, como en 2006, con la aquiescencia de los poderes electorales.
En 2018 se intentó repetir la misma fórmula de doce años antes. No se logró, la brecha de la intención del voto nunca se cerró. No hubo oportunidad del fraude. Eso y los acuerdos con el presidente Peña Nieto, que terminó el sexenio con los peores niveles de aceptación registrados.
Lo interesante de la elección de 2018 es que la guerra cognitiva neoliberal fue derrotada por una iniciativa de cambio, con la promesa de acabar con el neoliberalismo y con un arsenal retórico y declarativo sin parangón, ya no por su radicalidad, como en 2006, sino por la configuración de una fuerza electoral interclasista, en la que participaban desde la izquierda proveniente del Partido Comunista Mexicano hasta empresarios, políticos de todos los partidos, trabajadores, campesinos y, de manera particular, maestros y maestras.
El magisterio fue uno de los contingentes más numerosos de la coalición “Juntos Haremos Historia”. Después de años de lucha contra la reforma educativa neoliberal del Pacto por México, de maestros despedidos, heridos, encarcelados, despreciados; de maestras acosadas, golpeadas y humilladas; de pobladores muertos y perseguidos, la promesa de cancelar la reforma fue suficiente para que alrededor del 75% de los y las maestras, votaran por Andrés Manuel López Obrador.
Los discursos de odio, las fake news, las mentiras y demás tácticas del amedrentamiento y el odio electoral se estrellaron frente al hartazgo, el enojo y la esperanza del cambio.
Después de cinco años del triunfo electoral de MORENA y sus aliados, la guerra electoral continúa. A decir de algunos de los comentaristas allegados al PRIANRD y a su candidata Xóchitl Gálvez, se trata de acudir a “una guerra sucia”, pero en serio.[1] Lo hemos visto ya en semanas recientes. Y así seguirá., hasta las elecciones … y después de ellas.
¿Qué papel juega el magisterio ahora? La situación es muy distinta a la de 2018.
En primer lugar, se “canceló la reforma educativa neoliberal”, dijo y sigue diciendo el gobierno; la crispación magisterial se disipó, también las resistencias y movilizaciones. De hecho, la paz educativa es uno de los logros de la IV T. Podría decirse incluso, que hay una suerte de entendimiento entre las fuerzas reales del magisterio, el SNTE y la CNTE, con AMLO, no sin diferencias y enojos. Lo cierto es que en cinco años, han convivido sin muchos aspavientos, excepto por las desavenencias protagonizadas por la sección VII de Chiapas y en los últimos seis meses, con sectores docentes de Michoacán, Guerrero y Ciudad de México.
Hoy, al final del gobierno de la 4T, encontramos tanto al presidente del SNTE en las listas al senado, como a viejos cuadros de las resistencias desempeñándose como funcionarios en puestos directivos de la SEP. Los críticos callaron a fuerza de cargos y cheques de nómina.
No obstante, poco a poco las técnicas y tácticas de control magisterial se han desgastado. En primer lugar, la reforma constitucional no se canceló, se mantuvo, legitimó y profundizó. Hoy ya se advierte en amplios sectores de trabajadores de la educación, que la promesa de la cancelación no fue cumplida, aunque se reconoce la eliminación de la evaluación por desempeño.
En segundo lugar, la prometida revaloración social del magisterio sigue pendiente. Las responsabilidades docentes continúan creciendo, el tiempo de trabajo aumenta, los salarios disminuyen, las expectativas de movilidad profesional y salarial están bloqueadas por el USICAMM.
Pero sobre todo, se advierte algo así como una decepción ante las falsedades de la retórica presidencial. Los salarios no han llegado a 16 mil pesos mínimo, las negociaciones se han suspendido durante meses, continúan despedidos docentes que se opusieron a la reforma neoliberal, no hay revaloración materializada en acciones concretas y los compromisos político-sindicales con los charros están a la orden del día. Es decir: un poco como lo de antes, pero ahora, sin esperanzas de cambio.
Lo peor es que durante estos cinco años de IV T educativa, ocurrieron al menos, dos acontecimientos que pusieron a prueba al magisterio, mostrando la absoluta centralidad de los y las maestras en el sistema educativo nacional.
El primero fue la pandemia del COVID 19. Durante casi dos años, la continuidad pedagógica fue garantizada por los y las maestras a costa de su dinero, de su tiempo, de su casa y su familia. ¿Qué obtuvieron al final? 720 pesos y un reconocimiento deslavado.
El segundo acontecimiento es el plan de estudios para educación básica 2022 y los nuevos libros de texto. Una reforma curricular novedosa, rupturista incluso, que desató los demonios más conservadores de la oposición, pero también de maestros y de maestras, padres de familia, comentaristas, jueces y gobiernos estatales.
Una reforma curricular progresista, incluso revolucionaria, a decir de los libros de texto, reclama con urgencia el apoyo del magisterio para llevarla a cabo. Pero la retórica nunca es suficiente para la puesta en acto de los proyectos del aula, de la escuela y la comunidad.
La presunta colaboración del magisterio en la formulación del Plan de Estudios es un exceso que raya en la falsedad. Ciertamente fueron convocados algunos maestros, otros colaboraron gustosamente, pero los problemas de legitimidad y de implementación del nuevo plan de estudios no existirían si la reforma hubiera surgido realmente desde abajo, con mayor razón cuando se trata de una reforma que pretende caminar en sentido totalmente contrario a la precedente, y por lo mismo, requiere de la comprensión, aprobación y el compromiso magisterial, no solo de la fuerza de trabajo docente.
Nos parece que éstas dos cuestiones tendrían que ser son de los aspectos más relevantes del campo educativo en las campañas electorales.
Por una parte, el compromiso incumplido de la revalorización magisterial posterior a la cancelación fake de la reforma constitucional. Por la otra, la continuidad de la Nueva Escuela Mexicana, el plan de estudios de educación básica 2022 y los nuevos libros de texto.
Sobre estos dos puntos se desarrollan los combates educativos del proceso electoral en educación básica. El análisis de las propuestas electorales, de los y las candidatas, de las iniciativas y los efectos, de los problemas y sus derivas, es el propósito de los Cortocircuitos de las siguientes semanas.
Hace siete años, la columna Cortocircuitos vio la luz pública. Luego de un paréntesis necesario que se prolongó por más tiempo del que pensábamos, ¡estamos de regreso!
Ni antes ni ahora hemos sido críticos light, de esos que nunca cuestionan el régimen que los sostiene y por lo mismo, a nadie incomodan; de ahí a ser asesores o líderes que se erigen en voceros de los que luchan poniendo el cuerpo, solo hay un paso.
En los años recientes, hemos atestiguado lo impensable, un gobierno progresista logró lo que ningún otro: desmovilizar, fragmentar y aislar las resistencias magisteriales. Para nosotros, la lección más importante que podemos extraer de este hecho es que la crítica debe cambiar. Y eso pasa por cuestionar nuestros propios principios, valores, formas de pensar y sentir. Se lee sencillo y se escribe rápido, pero en realidad es doloroso reconocer que de las críticas y estrategias de lucha de siempre no surge nada nuevo, mucho menos de la sordera o negativa a aceptar los errores políticos cometidos.
Por todo ello, en esta nueva etapa ratificamos nuestra apuesta por una crítica reveladora, ajena a la complacencia, ejercida desde otros valores y otra concepción sobre la política. Estamos de regreso, pero no olvidamos ni hacemos a un lado nuestro código ético-político:
“La crítica no es un dictado alterno, no les dice a los poderosos lo que debe hacerse o lo que debían haber hecho. La crítica es un “desafío a lo existente”. Es un instrumento de quienes luchan y no toleran lo existente.
El crítico no es el que habla por los demás, descubre verdades ocultas y pregona la verdad subyacente de las cosas. Llamamos críticos a quienes desafían el orden existente y cuestionan las formas de sujeción y los regímenes de poder.
La función intelectual no consiste en re-presentar a quienes luchan, mucho menos ser la conciencia crítica de la ´época, sino denunciar todas las formas de poder donde trabaja, donde es su instrumento y su personaje: en el saber, en la verdad, en el conocimiento.
Existen otras problemáticas prácticamente ignoradas en el análisis educativo, como la superexplotación de que son objeto los y las docentes de todas las instituciones y niveles educativos del país, a pesar de que cotidianamente aparecen aquí y allá señales de su existencia, en forma de memes, bromas o quejas sobre sus estragos en la salud física, mental y afectiva del magisterio. Las señales también están presentes en las acciones colectivas, como las recientes marchas y la suspensión de labores para exigir mejores salarios a fines del 2023.
En esta nueva etapa a la que hemos llamado Cortocircuitos 2.0, nos interesa continuar con el análisis político de coyuntura, pero también enfocarnos en determinados temas. Enunciamos los que para nostrxs resultan fundamentales.
Partidos políticos y proceso electoral
Procesos de reforma y políticas educativas
Continuidad neoliberal en la educación
Súper explotación del trabajo docente: intensificación, extensión, precariedad
El sistema de opresión en la educación y la escuela
Violencia política, institucional y escolar
Luchas y resistencias magisteriales, en defensa de la educación pública y lo común (micropolítica; resistencias cotidianas; pedagogía del cuidado, ecofeminismos)
Algunos de estos temas los hemos abordado de forma recurrente, otros de manera intermitente en los video programas y artículos producidos a lo largo de estos siete años de vida, al igual que el análisis de asuntos coyunturales.
Contrarios al trabajo solitario del intelectual, reafirmamos nuestra concepción del ejercicio de la crítica como una práctica de los distintos para producir algo en común sin renunciar, mucho menos ocultar las diferencias.
He aquí una breve semblanza de sus inquietudes e intereses analíticos
JessicaArciniega estáinteresada en mostrar las acciones, relaciones y efectos que se dan en un espacio político como lo es el escolar, cuando ciertas figuras docentes consideradas disruptivas, interpelan y abren posibilidades para estirar y desbordar los límites de la heteronormatividad que caracteriza a las instituciones educativas, en los discursos que tienen lugar ahí, las prácticas que se viven, la forma como circula el poder y las jerarquías que se establecen.
Por ejemplo, reconocer la presencia de docentes gays, lesbianas y trans en la educación es (en apariencia) coherente con los principios de inclusión, derechos humanos y no discriminación de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), sin embargo, la escuela está permeada por prácticas y tipos de relaciones donde prevalece la discriminación. De ahí la importancia de abonar a la crítica de la realidad escolar.
Marlene Escobar buscadesmontar la idea de que los docentes solo trabajan en la escuela y una vez fuera de ella son libres de ocuparse en lo que más y mejor les convenga. De igual manera, le interesa analizar la noción de vocación como una cadena de fuerza con la que se somete a los docentes para aceptar condiciones adversas de trabajo y junto con ello, asumir responsabilidades que rayan en el sacrificio. El discurso de la vocación ha sido utilizado políticamente en diferentes momentos históricos para señalar a los docentes como los responsables de todos los problemas, o bien, como los salvadores únicos de lo que ocurre en la educación. Por lo mismo, se les conmina a acatar regulaciones cambiantes, no quejarse y hacer lo que las autoridades educativas les exigen.
Abrir espacios donde el debate sea el instrumento para construir otros caminos posibles, pasa por conocer y analizar por qué los docentes hacen lo que hacen y no otras cosas, sus experiencias y modos de resistencia ante los cánones hegemónicos,
Norberto Soto analiza la forma en que el gobierno de la 4T busca presentarse como heredera de las gestas populares del pasado ─en el caso de la nueva revista educativa de la SEP, Asalto al Cielo- en su intento por expandir su hegemonía entre el magisterio de cara a las próximas elecciones, y en el contexto de la simulación que llevó a cabo respecto a la “derogación” de la reforma educativa peñanietista, conservando y profundizando los planes neoliberales para la educación a pesar de que se modificaron algunos aspectos punitivo-evaluativos.
Pensar en la manera en que la superexplotación del trabajo docente se manifiesta en la educación superior, en el marco de los cacicazgos universitarios que controlan a las universidades públicas estatales del país, es su principal línea de trabajo.
Vale la pena mencionar su colaboración en el reciente cuaderno de batalla número 5 “La super explotación del trabajo docente”, escrito junto con ellxs.
Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza
Los Libros de Texto Gratuitos (LTG) para el ciclo escolar 2023-2024 han empezado a llegar a las escuelas. Justo después de un año interminable, con les, los y las maestras exhaustas tras semanas de haber entregado calificaciones, soportando temperaturas altísimas, trabajando con estudiantes igualmente agotados y para rematar, asistiendo a un Taller Intensivo de actualización confuso y aburrido.[1]
¿Por qué decimos esto? Desde el año pasado lo estamos viendo. No reconocerlo es una insensatez. Suponer que el campo educativo, el curricular, los libros de texto, los programas de estudio, las escuelas, son arenas exentas de conflictos, de política, de diferencias, es una tontería.
¡Ninguna educación es ajena a la política! Por algo muy, pero muy simple: en la escuela hay relaciones, se forman sujetos que van a vivir en sociedad; que están integrados y se integrarán, de diferente modo, a la vida en común: a la polis.
Si, lo decimos claramente: los primeros que reclaman la autonomía pedagógica, la tecnología educativa, quienes insisten en que la didáctica es una ciencia alejada de la política, la ética, la moral, las opresiones y los conflictos, son los que reclaman poseer la verdad; es decir, los que se comportan como poseedores del conocimiento pedagógico, ¡hacen política, pura y dura, pero reclaman que lo suyo solo es expertease!
Claro: para reclamar el terreno, quedarse solos y solas, operando abiertamente sobre el sistema educativo, algo a lo que estaban muy acostumbrados. Como monopolistas, pero en nombre de la verdad, que es solo el subterfugio del poder.
Tuvieron éxito durante mucho tiempo. De repente, el BM, La UNESCO y la OCDE, académicos del CIDE, la FLACSO, incluso de la Ibero y del DIE, fueron dueños y señoras del saber y la tecnología pedagógica. En eso se formaron les, las y los maestros, así se diseñaron las escuelas y todas las reformas educativas de los últimos 30 años.
Pero no reclaman solamente, al modo de críticas y reflexiones. Para nada, están inmersos en los combates cotidianos. Disputan las percepciones en las redes sociales y en eventos mediáticos; emprenden campañas de rechazo digital; descalifican a las autoridades educativas; incitan negativas; se coluden con las oposiciones; circulan, apoyan y justifican las acciones judiciales: en pocas palabras, entraron al combate.
Esto es lo primero que hay que entender: lo que sucede alrededor de los LTG no es una discusión académica, es una arena de combate, no didáctico ni pedagógico exclusivamente, sino político. Porque no se trata de modificar algunos aspectos técnicos o editoriales; algunas expresiones inadecuadas; algunas secuencias incoherentes; tampoco de reponer procedimientos y consultar a algunas autoridades y sectores. No se trata de eso. Lo han dicho claramente, en los juzgados, en los medios y en las redes sociales: se trata de rechazar los LTG, la fase actual de la negativa al Marco Curricular y Planes de Estudio de Educación Básica 2022.
Lo dijeron desde un principio, cuando interpusieron el amparo contra la prueba piloto, en octubre del año pasado; lo dicen ahora con los nuevos amparos a la impresión, la distribución y el uso de los libros de texto; lo reiteran en el rechazo que circula en las redes socio-digitales.
De eso se trata: de educar para la vida en común, con los conocimientos, habilidades, destrezas, técnicas, formas de hacer, de relacionarse, de convivir, de concebirse a uno mismo, a los grupos, a la naturaleza, a los animales: ¡a la vida en común!
¿Cómo decir semejante cosa, cómo decir que es una guerra? ¡Es Pedagogía, es Educación!, dirán muchos, y muchas, poniendo la cara y haciendo los gestos de la señora que reclamaba en Los Simpson: ¡Pero es que nadie va a pensar en los niños![2] Fuera hipocresías: descalifican, lanzan anatemas, interponen mil y un amparos, emprenden rechazos, ¿con qué cara podrían decir que no es una batalla?
Ahora bien, ¿qué tipo de guerra es ésta? ¿Quiénes participan en ella? ¿Cómo, con qué y para qué?
Quien todavía se muestre escéptico a concebir así el dilema actual de los LTG, solo hay que recordarle la reforma educativa de Peña Nieto, violenta como no ha habido otra. Una reforma que no solo fueron cambios constitucionales, legislativos, administrativos y presupuestales, sino sobre todo, un conjunto de intervenciones violentas sobre la cognición social, sobre los cuerpos y mentes de les, las y los profesores, sobre las comunidades y los pueblos (¿Acaso se ha olvidado Nochixtlán o a la policía rodeando las sedes de evaluación?).
La imposición de la Reforma Educativa de Peña Nieto estuvo precedida por una guerra cognitiva. No recordaremos aquí las concepciones de Desportes sobre las guerras posmodernas, basadas en las percepciones y las cogniciones;[3] pero de que se recurrió a todo para descalificar al magisterio con premeditación, alevosía y ventaja, no hay duda. Solo hay que recordar el documental de Loret de Mola y Juan Carlos Rulfo: De panzazo.
Y luego no quedó ahí, las manifestaciones de rechazo fueron reprimidas, se encarcelaron a dirigentes, asesinaron maestros, arrasaron pueblos. Esa fue una guerra en toda la línea, usando triquiñuelas legislativas y judiciales, utilizando al ejército y la policía, al poder judicial, desde jueces locales hasta la Suprema Corte, a los medios de comunicación, todo esto y más.
Fue una guerra que los neo-liberales ganaron pronto y perdieron después, aunque no del todo, a juzgar por lo que ocurrió con la reforma constitucional de AMLO, calcada de la iniciativa Mantiene, Mejora e Innova, defendida por la bancada del PRIANRD más MC, del brazo de Romero Hicks.
Los y las contrincantes
Los participantes de hoy siguen siendo aquellos y aquellas expertas de antes y de ahora, Marx Arriaga y algunas funcionarias de la SEP, algunas juezas y magistradas, la Unión Nacional de Padres de Familia y otros grupos de ultraderecha, partidos políticos y representantes populares, además de maestros y maestras.
Los teatros de la guerra
Por lo pronto, la batalla de los LTG se desenvuelve en el campo de la cognición social y, sobre todo, judicial. Faltará ver si aparecen otras batallas para configurar un escenario de guerra más amplia, como lo fue la reforma de Peña Nieto.
Las razones del conflicto
Ahora bien, ¿cuáles son las críticas de quienes se oponen a los LTG de la IV T? Hay varias, y es necesario identificarlas para comprender la dinámica de la conflagración.
Se pueden identificar, por lo pronto, ocho propósitos, no necesariamente contradictorios. A veces aparecen juntos, otras veces son específicos.
Las que se detienen en las incoherencias, inconsecuencias y fallas didácticas y disciplinares. Es el caso de quienes han puesto la atención en los problemas en la enseñanza de las matemáticas y los idiomas.
Las que llaman la atención sobre los contenidos, como la diversidad familiar en los libros de primer año; las menciones a las guerrillas de los años setenta; entre otras.
Quienes cuestionan la pertinencia de los contenidos por la edad de los estudiante.
Las que critican los procesos de toma de decisiones, la legitimidad procesal y participación de padres de familia y autoridades educativas.
Los que llaman la atención sobre los contenidos ideológicos y “no científicos”.
Los que lamentan la poca importancia al lenguaje y las matemáticas.
Los que insisten en la ilegalidad de unos libros de texto sin que se presenten los programas de estudio.
Quienes impugnan la falta de “metodologías pedagógicas”.
Hay críticas que son concretas, como la de las secuencias disciplinarias; críticas que se pueden atender y seguramente tienen sentido y son importantes. Sin embargo, las más significativas, las que han recibido más atención no solo en la prensa o en las redes, sino sobre todo en los juzgados, son las críticas compuestas, las que se entremezclan unas con otras y tienen propósitos claros: rechazar los libros, impedir que se impriman y bloquear su utilización.
Los objetivos finales
La UNPF lo ha dicho sin cortapisas, como suele hacerlo: esta reforma ¡No!, porque el contenido es ideológico y no científico; porque no son pertinentes para la edad de los NNA; porque el Estado no se debe de meter en cuestiones de moralidad y de creencias; porque son los padres los que deciden qué se enseña, cómo, cuándo y por quién.
Todo está aquí. Los argumentos de los expertos y las expertas, que no por casualidad son los desplazados de las reformas neo-liberales, son el material adyacente al argumentario central de la UNPF: una educación que ponga en el centro las relaciones de dominación y las sustituya por formas de inclusión e igualdad, de diversidad y reconocimiento de las diferencias, NO es científica, es ideológica.
La SEP en su laberinto explotador
Todo eso es lo que no hay que perder de vista en la batalla de los LTG, tan solo un momento de la guerra por la educación nacional. Por eso sorprende, y choca, que la SEP en lugar de enfrentar esto como se debe, en el campo adecuado, que es el de los maestros y las comunidades, haya obligado al personal docente a seguir un calendario interminable, forzado a ir en un fin de semana insensato, mantenerlo en un Taller infame, en lugar de reconocer la situación actual de los maestros, sus ideas y sus valores, para que acompañen un plan que presuntamente se propone dar un giro radical a la enseñanza nacional.
Este es un tema insoslayable, porque de nada servirán los planes y los programas si no son sentidos, reconocidos como justos y necesarios por un magisterio que los desconoce o no los quiere usar, o peor: los rechaza. Ya empezamos a ver la profundidad que ha alcanzado la narrativa facha y neoliberal de “La escuela instruye, el hogar educa”.
Eso es totalmente falso; la escuela educa porque en ella se dan relaciones, y cuando estas son inequitativas, lo que promueven es la discriminación y la violencia; cuando se enseña, por ejemplo, con saberes y valores patriarcales, en cualquier momento, en cualquier ejercicio, en cualquier tarea, solo se está reproduciendo la opresión. Así que no vengan con tonterías como que eso no se enseña en la escuela, ¡es la escuela la que lo reproduce!
Por eso preocupa que no se enfrenten directamente todos esos discursos vanos, pero profundamente interesados, “de la ciencia sí y no la ideología en la escuela”; que sea una jueza, ¡sí una jueza!, la que va a determinar si hay contenidos ideológicos y no científicos en el PE 22. Es un absurdo, sería como decir que la educación democrática, la que lucha contra los fanatismos y las ignorancias, no es científica.
Pues sí: es ideológica, porque la democracia no resulta de una ciencia, sino de una voluntad y un ethos, es un trabajo y una utopía que los oligarcas y los tiranos nunca aceptarán.
Por eso también hay pedagogías autoritarias y hasta esclavistas, porque digámoslo claro, la educación está orientada, tiene finalidades, y son esas las que hoy están a prueba después de 30 años de educación neoliberal.
El asunto quedaría ahí, en un eterno combate entre dos bloques, conservas contra progres dirían por ahí, si no fuera porque la impericia política, la inconsecuencia pedagógica y la falta de profundidad teórica-política del Plan de Estudios 2022, no le estuvieran haciendo la cosa fácil a los fachos.
Tamaña incoherencia puede llevar al traste lo que apenas se perfilaba como interesante en los LTG y todo el PE 22.
Sobre esto volveremos.
[1] Sí, con todos los pronombres, aunque se enojen. Pero ¿por qué se enojan?, es solo reconocer lo diverso. Lo diverso, lo que existe, algo tan simple como la autonomía personal.
Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino guerra Mendoza
La revaloración social del magisterio no es algo nuevo, la hemos escuchado muchas veces, cuando menos desde los años noventa. Recordemos: ése era uno de los propósitos del Acuerdo Nacional de Modernización de la Educación Básica y Normal (ANMEBN) de 1992, luego de una década brutal de reducciones en los ingresos docentes. En ese entonces, la revaloración se entendía como aumentos salariales, mejores condiciones laborales, créditos para vivienda y, sobre todo, un programa de estímulos llamado Carrera Magisterial.
La revaloración magisterial de estos tiempos tiene otros componentes, además del discursivo.
Primero, se eliminaron del texto constitucional los aspectos considerados punitivos de la reforma del Pacto por México, en particular el más odiado: la evaluación para la permanencia.
Segundo, se incorporó al artículo 3º. el reconocimiento de que “Las maestras y los maestros son agentes fundamentales del proceso educativo y, por tanto, se reconoce su contribución a la trasformación social. Tendrán derecho de acceder a un sistema integral de formación, de capacitación y de actualización retroalimentado por evaluaciones diagnósticas, para cumplir los objetivos y propósitos del Sistema Educativo Nacional”.
Tercero, hubo promesas, reuniones, foros, mesas de análisis para discutir mil y un problemas de la realidad educativa, muestra de una nueva voluntad política.
Cuarto; otorgamiento de un reconocimiento de 720 pesos a la labor docente durante la pandemia -además de haber pagado de manera ininterrumpida los salarios durante ese mismo tiempo, como señaló Delfina Gómez en su oportunidad.[1]
¿Basta eso para cumplir con la revaloración magisterial, luego de la agresividad mostrada por Mexicanos Primero, el PAN, el PRI, el PRD, comentaristas, opinócratas, académicos y funcionarios denostando a los y las maestras movilizadas contra la reforma educativa del Pacto por México?
Obras son amores y no buenas razones, reza el epígrafe bíblico.[2] Pues sí, la revaloración empieza por las condiciones materiales del magisterio, primero por las condiciones que le permitan vivir con dignidad a sus integrantes y sus familias. Para decirlo brevemente: la revaloración empieza por el salario, por el total de las percepciones de los y las maestras. Luego por las condiciones laborales en que se desenvuelve, su estabilidad y certidumbre; lo demás es discurso.
Para empezar a contestar estas preguntas, hay que reconocer una serie de dificultades. De repente, hablamos del salario como sinónimo del ingreso de los trabajadores. En términos generales así es, sin embargo, en términos jurídico-administrativos la noción de salario frecuentemente se reduce a una de sus expresiones administrativas, en la terminología de la SEP, por ejemplo, al concepto 07, el salario tabular, en el Catálogo y Tabulador se le llama también sueldo base.
No es el único concepto en la parte de los ingresos de los recibos de nómina; hay otros derivados de las luchas sindicales que forman parte de las prestaciones económicas, como la Despensa, el Material Didáctico, la Previsión Social Múltiple, la Asignación Docente y otros tipos de ayuda que aumentan los ingresos en diferente proporción, dependiendo de la trayectoria profesional, la forma de contratación, el nivel y la modalidad educativa, etc. En conjunto pueden representar entre el 15 y el 20% de las percepciones totales.
Las diferencias salariales en el magisterio estarían dadas, en general, por la antigüedad, el escalafón, la zona geográfica y las relaciones políticas y sindicales. Cuando menos hasta principios de los años noventa. De hecho en 1992 se añadió un concepto que no es general, que deriva de evaluaciones con normatividades que han ido evolucionando con el tiempo: Carrera Magisterial.
Se trata de una programa de promoción horizontal, es decir, al que los y las profesoras pueden acceder a mayores niveles salariales sin cambiar de categoría laboral. Los niveles otorgados son 5: A, B, C, D y E, con incentivos económicos crecientes. El nivel A es el inicial, a partir del cual se dan las promociones de forma consecutiva si se cumplen los requisitos y los puntajes de las convocatorias. De acuerdo con los lineamientos del programa, hay que permanecer de 2 a 4 años en un mismo nivel antes de promoverse al siguiente. Cada nivel de CM significa un incremento acumulado de horas adicionales al nombramiento original.
En sentido estricto, CM no es solo para personal docente frente a grupo. Esta es la primera vertiente del Programa, las otras dos son para quienes cumplen funciones administrativas y de apoyo técnico-pedagógico.
No es un programa general, hemos dicho, pues solo un reducido porcentaje del magisterio en activo accede a este estímulo. Esta es una cuestión fundamental: está diseñado para que solo una parte sea beneficiada. Esta parte ha cambiado con el tiempo; para darnos una idea, a los 20 años de iniciada Carrera Magisterial, en la XXI etapa, sólo el 36.5% del total del personal docente frente a grupo de las escuelas públicas de educación básica estaba registrado; poco más de la mitad en el nivel inicial, el 4% en el nivel superior.[3]
La disminución histórica del salario real docente
Desgraciadamente no contamos con buenos estudios históricos de la evolución del salario real de los y las maestras de educación básica. Es un tema complejo y con muchas aristas, hay aproximaciones de corto plazo, estudios regionales, de ciertos niveles y durante algún tiempo, con propósitos políticos y sindicales muy marcados.[4]
En espera de un buena estudio histórico, para el cual sólo es necesario contar con los Catálogos y Tabuladores respectivos, haremos un aproximación focalizando nuestra atención en los salarios reales de los maestros y maestras de primaria en la ciudad de México, de 2005 a 2022.
La información fue recuperada de los catálogos y tabuladores del personal docente de educación básica, de la Autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México. Corresponden al código E0280, maestro de grupo de primaria, nivel salarial 07, con jornada de 25 horas y diferentes niveles de Carrera Magisterial. Para convertirlos a precios constantes, utilizamos el INPC del INEGI, que tiene como base los precios de la segunda quincena del mes de julio de 2018.[5]
Percepciones de maestros de primaria Cd. México 2005-2022
Precios de la segunda quincena de julio de 2018
Año
Sueldo base
Carrera Magisterial A
Carrera Magisterial B
Carrera Magisterial C
Carrera Magisterial D
Carrera Magisterial E
2005
7256.10
9868.64
13224.58
17455.08
22342.97
28529.32
2006
7521.38
10229.36
13707.15
18093.42
23176.23
29644.33
2007
7949.46
10811.51
14487.21
19123.10
24477.81
31331.33
2008
7881.48
10719.06
14363.20
18932.65
24268.50
31063.46
2009
7863.72
10694.90
14330.89
18916.80
24213.73
30993.32
2010
7990.95
10867.94
14562.74
19222.78
24605.46
31494.31
2011
8083.43
10993.71
14731.23
19339.23
24886.17
27886.17
2012
8070.51
10975.46
14706.79
19412.94
24848.83
31806.28
2013
8105.96
11057.67
14816.95
19552.21
25035.73
32045.10
2014
8136.00
11065.18
14827.00
19571.59
25051.88
32066.18
2015
8244.15
11212.29
15024.13
19831.84
25384.74
32492.55
2016
8312.62
11204.19
14917.70
19601.40
25011.28
29702.12
2017
8082.77
10799.31
14288.03
18688.21
23770.61
30275.70
2018
8050.83
10642.18
13971.06
18169.13
23018.10
29224.39
2019
8102.70
10600.03
13807.23
17852.33
22524.62
28504.15
2020
8085.24
10495.23
13590.29
17493.95
22002.86
27773.91
2021
7939.60
10217.36
13142.54
16832.04
21093.53
26547.91
2022
7972.52
10078.61
12783.37
16194.77
20134.94
25177.60
Fuente: elaboración propia a partir del Catálogo y tabulador AFSEDF y el Índice Nacional de Precios al Consumidor del INEGI.
Esta información, aunque sea inicial todavía, perfila algunas tendencias importantes.
En otras palabras: el nivel salarial actual es el mismo que se tenía en 2007; o sea, se perdieron los avance logrados -que tampoco eran muchos- en poco más de una década. Lo que es más significativo para un gobierno que se propuso la revalorización del magisterio. A menos, por supuesto, que alguien tenga otros datos.
Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza
Otra cosa son los debates; pero nadie se los plantea en estos tiempos, menos aún en las redes sociodigitales. No es su lugar, y en realidad casi siempre son formas edulcoradas de las diatribas o reuniones entre colegas que piensan igual.
Los textos están ahí: a quienes les sirvan para pensar cosas de otros modos, lo celebramos; a quienes no, siempre pueden desecharlos. Búsquense otros, o háganlos, sería mejor. O repitan una y otra vez que algunos argumentos no son científicos, ni pedagógicos, ni didácticos, ni de la edad adecuada, ni de los autores correctos, ni están con los políticos pertinentes, ni con …
Ni que los exfuncionarios del INEE adviertan que Lazzarato tenga algo interesante que decir; o que el Bifo pueda aportar cosas relevantes para la comprensión del mundo que se está formando y en el que se van a desarrollar los niños, niñas y adolescentes; mucho menos que Haraway sea una voz indispensable en la configuración ético-política de un porvenir alterativo.
Tampoco que los de Educación con rumbo consideren las co-creaciones de Gustavo Esteva, o piensen que los pluriversos de Escobar sean importantes para pensar mundos y educaciones en las que quepan muchos mundos y múltiples formas educativas. ¡No hay que pedirle peras al olmo!
La teoría es gris, decía el clásico, verde el árbol resplandeciente de la vida. Lo que se le olvidó es que la teoría también forma parte de los juegos del poder. Los expertos lo saben muy bien, pretenden ser los poseedores de la verdad, por eso se venden, o se juntan con los poderosos, como lo vimos con Calderón y la ACE, o con Peña Nieto y la reforma constitucional 2012-2013, o en aquella iniciativa entre académicos y el PRIANRD, más MC, en la reforma constitucional de 2019, llamada Mantiene, Mejora e Innova, que terminó apoyando MORENA.[2]
Son también los mismos que ahora se desgañitan con la presunta falta de respeto a los procedimientos normativos en los libros de texto, cuando se quedaron bien calladitos en diciembre de 2013, mientras el Senado aprobaba la reforma constitucional del Pacto por México en menos de 24 horas.[3]
Ética de la insolencia
Consideramos que la crítica es una tarea indispensable; hay que mostrar una y otra vez cómo funciona el poder, cómo se ejerce, cómo ensambla los discursos, las ciencias y los saberes, con la violencia ruda y cruda;[4] cómo se acoplan organismos empresariales, oficinas de gobierno, departamentos universitarios, revistas, comunicadores, periodistas, comentaristas, bots y demás, para imponer cursos de acción, conceptos, teorías, libros y demás.[5]
Y peor aún: cómo esos ensamblajes penetran hasta críticos y adversarios; cómo son recuperados por algunas resistencias magisteriales que no son capaces, o no quieren, o no saben cómo fugarse de esas cárceles cognitivas vueltas sentido y lugar común. [6]
El trabajo de la crítica no es acomodar los discursos o los hechos a los deseos del poder, ni del Estado, ni de las resistencias, ni mucho menos de los señores del capital y sus corifeos, sino el desafío de lo existente, el cuestionamiento de las verdades y las certezas. Las que sean.
Sin embargo, es necesario recordar que no basta comprender al mundo, hay que transformarlo. ¡Ahora más que nunca! Junto al desmontaje de los poderes, es necesario vislumbrar las líneas de fuga, las rendijas por las que se puede escapar para no reproducir los poderes, que siempre se meten en los discursos, las mentes y los corazones de todos. Ese es el desafío.
Cuando aparecen otros gobernantes, otros funcionarios que insisten en el fin del neoliberalismo, en la cancelación de la reforma, en una revolución educativa, la crítica no debe callar.
Los derechosos no lo harán, repetirán sus glorias pasadas en nombre de la ciencia y la pedagogía, pero nosotras tenemos más trabajo que nunca, no sólo para desmontar los nuevos poderes, sino para profundizar, llevar más lejos, posibilitar lo nuevo, lo que no alcanza a surgir, lo que está atrapado todavía por los poderes de antaño. También los engaños y las simulaciones, las falsedades y las mentiras, porque de todo eso hay en los procesos convulsos y las transformaciones.
En el caso específico de los libros de texto, y en general del Nuevo Marco Curricular y Plan de Estudios de Educación Básica 2022 (MC-PE 22), hemos señalado algunas cuestiones que nos parecen relevantes para una crítica inconformista:
La reforma constitucional de MORENA y aliados en 2019 NO canceló la reforma neoliberal del Pacto por México; en términos conceptuales y de gestión la mantuvo, legitimó y profundizó.
La pretendida reforma de los libros de texto de 2019 fue un fracaso, en términos conceptuales, de diseño, de gestión y de resultados.
Lo nuevo, lo verdaderamente nuevo propuesto por la IV T en educación fue la versión inicial del MC-PE 22, presentada a finales de enero de 2022.
Los procesos de discusión y legitimación del Plan no pudieron desembarazarse de las viejas prácticas de los foros de participación social. Ahí están los hechos para quienes los quieran ver. Aunque también hay que reconocer: esta vez se reunieron también con las resistencias de la CNTE y otros colectivos magisteriales, quienes presentaron sus propuestas de educación alternativa.
Lo más importante de la versión inicial del MC-PE 22 fue la problematización y los ejes articuladores. Pasar de la focalización en la trifecta pedagógica neoliberal -calidad, aprendizajes clave y evaluaciones- a la relevancia de la lucha contra desigualdades y exclusiones, representa un cambio paradigmático. Por fin alguien rompió, desde el gobierno, la hegemonía neoliberal en las concepciones pedagógicas de los últimos treinta años en México. No es para desdeñarse ni menospreciarse. Todas las diferencias, críticas y enojos de las oposiciones actuales se entienden desde ahí.
En las versiones subsecuentes del MC-PE 22, estos planteamientos se fueron deslavando. Se puede entender por la correlación de fuerzas al interior y exterior de la SEP. Conceptos potentes y prometedores como el común, se fueron cambiando por otros más convencionales, como el de comunidad, y en su peor versión: la comunidad escolar; la lucha antipatriarcal se redujo a la igualdad de géneros; y así, hasta terminar en el berenjenal infumable de los programas analíticos y sintéticos, el codiseño y la contextualización; o las fases de aprendizaje que nunca se desarrollaron, o los campos..o…. En otro momento regresaremos sobre este punto.[7]
Si el MC-PE 22 tuvo problemas, la familia de libros de texto está encontrando todavía más; otra vez en términos conceptuales, de diseño, de legitimación y de gestión política y administrativa. Hay algunos problemas en donde hasta la derecha tiene razón, y eso es preocupante.
Una de las mayores dificultades de la nueva política curricular y de materiales, es la gestión de la SEP. Los tiempos para operarla se reducen y el magisterio ni la entiende, ni la comparte como para garantizar que la transformación sea efectiva. Al menos en este momento. No es necesario citar a Rockwell o a Ball para saber lo que eso significa en la puesta en acto.
Los riesgos de que la revolución educativa termine como el parto de los montes, o como el engaño de la cancelación de la reforma educativa neoliberal, están ahí. No advertirlos es un desatino que a nadie de los que hemos luchado durante años contra la educación neoliberal nos interesa o nos conviene.
Por eso no hay que callar. Hay que criticar, en el tono que sea, porque el silencio conlleva el peligro de re-editar lo que ocurrió en 2019.
Seguiremos por ahí, en investigaciones y textos de crítica y divulgación.
P. D.
El 6 de junio encontramos el tuit del Dr. Arriaga sobre nuestro artículo Libros de texto: entre fachos y arrogantes. Celebramos el tono jocoso. No le conocíamos ese rostro de funcionario con sentido del humor, esperamos lo muestre más seguido. El humor y la ironía siempre son agradables.
En una cuestión esencial estamos de acuerdo: las políticas educativas son el resultado de múltiples aspectos, no solo didácticos o curriculares, también económicos, políticos, espaciales, ecológicos y demás. Es lo que ocultan los pedagogos de la derecha, porque se escudan en la política de la verdad de los poderosos.
[1] No citaremos a Deleuze sobre el tema, no se preocupen.
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