Los libros de texto: la crítica y los poderes

Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza

No entramos en polémicas. Son una pérdida de tiempo.[1] No aportan nada, salvo el espectáculo de las descalificaciones. Por eso no nos detendremos en los obvios problemas de comprensión lectora, las disonancias y distorsiones cognitivas, las falsedades y demás. Quedan ahí, para solaz esparcimiento del respetable.

Otra cosa son los debates; pero nadie se los plantea en estos tiempos, menos aún en las redes sociodigitales. No es su lugar, y en realidad casi siempre son formas edulcoradas de las diatribas o reuniones entre colegas que piensan igual.

Los textos están ahí: a quienes les sirvan para pensar cosas de otros modos, lo celebramos; a quienes no, siempre pueden desecharlos. Búsquense otros, o háganlos, sería mejor. O repitan una y otra vez que algunos argumentos no son científicos, ni pedagógicos, ni didácticos, ni de la edad adecuada, ni de los autores correctos, ni están con los políticos pertinentes, ni con …

Sabemos muy bien cómo funcionan los poderes del discurso. No se preocupen, no citaremos a Foucault ni a otros tantos. Los teóricos son para usarlos, no para revestir las intervenciones con mantos sagrados, o presuntamente sagrados, siempre para unos, no hay que suponer que quienes conformaron la Coalición por la Calidad de la Educación reconozcan a Enrique Dussel. ¡Por Dios!

Ni que los exfuncionarios del INEE adviertan que Lazzarato tenga algo interesante que decir; o que el Bifo pueda aportar cosas relevantes para la comprensión del mundo que se está formando y en el que se van a desarrollar los niños, niñas y adolescentes; mucho menos que Haraway sea una voz indispensable en la configuración ético-política de un porvenir alterativo.

Tampoco que los de Educación con rumbo consideren las co-creaciones de Gustavo Esteva, o piensen que los pluriversos de Escobar sean importantes para pensar mundos y educaciones en las que quepan muchos mundos y múltiples formas educativas. ¡No hay que pedirle peras al olmo!

Sobre todo, desde hace mucho tiempo pensamos que a los autores que amamos hay que usarlos más y citarlos menos; machacarlos, sorberles el tuétano, para luego abandonarlos, pensar por cuenta propia y cuestionar, formular problemas y estrategias. En eso radica el pensamiento crítico. No en la reverencia a otros, sean quienes sean.

La teoría es gris, decía el clásico, verde el árbol resplandeciente de la vida. Lo que se le olvidó es que la teoría también forma parte de los juegos del poder. Los expertos lo saben muy bien, pretenden ser los poseedores de la verdad, por eso se venden, o se juntan con los poderosos, como lo vimos con Calderón y la ACE, o con Peña Nieto y la reforma constitucional 2012-2013, o en aquella iniciativa entre académicos y el PRIANRD, más  MC, en la reforma constitucional de 2019, llamada  Mantiene, Mejora e Innova, que terminó apoyando MORENA.[2]

Así que no vale la pena involucrarse en polémicas con quienes fueron desplazados, o desplazadas, de las oficinas y las mentes de la SEP, pero mantienen, ¿cómo no va a ser?, cercanías con los opositores del gobierno actual, que son los mismos que pidieron la represión al magisterio en lucha -¿necesitan ver el video de Claudio X. González?; los mismos que callaron frente a los asesinatos de maestros; quienes voltearon la vista cuando el ejército transportaba docentes a las evaluaciones; quienes colaboraron con la guerra mediática contra los maestros, mientras durante años y años ignoraron las corruptelas y las múltiples formas de violencia del SNTE.

Son también los mismos que ahora se desgañitan con la presunta falta de respeto a los procedimientos normativos en los libros de texto, cuando se quedaron bien calladitos en diciembre de 2013, mientras el Senado aprobaba la reforma constitucional del Pacto por México en menos de 24 horas.[3]

Ética de la insolencia

Consideramos que la crítica es una tarea indispensable; hay que mostrar una y otra vez cómo funciona el poder, cómo se ejerce, cómo ensambla los discursos, las ciencias y los saberes, con la violencia ruda y cruda;[4]  cómo se acoplan organismos empresariales, oficinas de gobierno, departamentos universitarios, revistas, comunicadores, periodistas, comentaristas, bots y demás, para imponer cursos de acción, conceptos, teorías, libros y demás.[5]

Y peor aún: cómo esos ensamblajes penetran hasta críticos y adversarios; cómo son recuperados por algunas resistencias magisteriales que no son capaces, o no quieren, o no saben cómo fugarse de esas cárceles cognitivas vueltas sentido y lugar común. [6]

Advertimos, y también se enojaron algunas dirigencias de la CNTE, que la reforma constitucional de 2019 no cancelaba la del Pacto por México, sino la mantenía, legitimaba y profundizaba; por eso lamentamos aquel fatídico grito de la Comisión Nacional Única de Negociación en Palacio Nacional “Ya cayó, ya cayó, la reforma ya cayó”. No era cierto, era un engaño; hoy lo reconocen.

El trabajo de la crítica no es acomodar los discursos o los hechos a los deseos del poder, ni del Estado, ni de las resistencias, ni mucho menos de los señores del capital y sus corifeos, sino el desafío de lo existente, el cuestionamiento de las verdades y las certezas. Las que sean.

Sin embargo, es necesario recordar que no basta comprender al mundo, hay que transformarlo.  ¡Ahora más que nunca! Junto al desmontaje de los poderes, es necesario vislumbrar las líneas de fuga, las rendijas por las que se puede escapar para no reproducir los poderes, que siempre se meten en los discursos, las mentes y los corazones de todos. Ese es el desafío.

Cuando aparecen otros gobernantes, otros funcionarios que insisten en el fin del neoliberalismo, en la cancelación de la reforma, en una revolución educativa, la crítica no debe callar.

Los derechosos no lo harán, repetirán sus glorias pasadas en nombre de la ciencia y la pedagogía, pero nosotras tenemos más trabajo que nunca, no sólo para desmontar los nuevos poderes, sino para profundizar, llevar más lejos, posibilitar lo nuevo, lo que no alcanza a surgir, lo que está atrapado todavía por los poderes de antaño. También los engaños y las simulaciones, las falsedades y las mentiras, porque de todo eso hay en los procesos convulsos y las transformaciones.

En el caso específico de los libros de texto, y en general del Nuevo Marco Curricular y Plan de Estudios de Educación Básica 2022 (MC-PE 22), hemos señalado algunas cuestiones que nos parecen relevantes para una crítica inconformista:

  1. La reforma constitucional de MORENA y aliados en 2019 NO canceló la reforma neoliberal del Pacto por México; en términos conceptuales y de gestión la mantuvo, legitimó y profundizó.
  2. La pretendida reforma de los libros de texto de 2019 fue un fracaso, en términos conceptuales, de diseño, de gestión y de resultados.
  3. Lo nuevo, lo verdaderamente nuevo propuesto por la IV T en educación fue la versión inicial del MC-PE 22, presentada a finales de enero de 2022.
  4. Los procesos de discusión y legitimación del Plan no pudieron desembarazarse de las viejas prácticas de los foros de participación social. Ahí están los hechos para quienes los quieran ver. Aunque también hay que reconocer: esta vez se reunieron también con las resistencias de la CNTE y otros colectivos magisteriales, quienes presentaron sus propuestas de educación alternativa.
  5. Lo más importante de la versión inicial del MC-PE 22 fue la problematización y los ejes articuladores. Pasar de la focalización en la trifecta pedagógica neoliberal -calidad, aprendizajes clave y evaluaciones- a la relevancia de la lucha contra desigualdades y exclusiones, representa un cambio paradigmático. Por fin alguien rompió, desde el gobierno, la hegemonía neoliberal en las concepciones pedagógicas de los últimos treinta años en México. No es para desdeñarse ni menospreciarse. Todas las diferencias, críticas y enojos de las oposiciones actuales se entienden desde ahí.
  6. En las versiones subsecuentes del MC-PE 22, estos planteamientos se fueron deslavando. Se puede entender por la correlación de fuerzas al interior y exterior de la SEP. Conceptos potentes y prometedores como el común, se fueron cambiando por otros más convencionales, como el de comunidad, y en su peor versión: la comunidad escolar; la lucha antipatriarcal se redujo a la igualdad de géneros; y así, hasta terminar en el berenjenal infumable de los programas analíticos y sintéticos, el codiseño y la contextualización; o las fases de aprendizaje que nunca se desarrollaron, o los campos..o…. En otro momento regresaremos sobre este punto.[7]
  7. Si el MC-PE 22 tuvo problemas, la familia de libros de texto está encontrando todavía más; otra vez en términos conceptuales, de diseño, de legitimación y de gestión política y administrativa. Hay algunos problemas en donde hasta la derecha tiene razón, y eso es preocupante.
  8. Una de las mayores dificultades de la nueva política curricular y de materiales, es la gestión de la SEP. Los tiempos para operarla se reducen y el magisterio ni la entiende, ni la comparte como para garantizar que la transformación sea efectiva. Al menos en este momento. No es necesario citar a Rockwell o a Ball para saber lo que eso significa en la puesta en acto.
  9. Los riesgos de que la revolución educativa termine como el parto de los montes, o como el engaño de la cancelación de la reforma educativa neoliberal, están ahí. No advertirlos es un desatino que a nadie de los que hemos luchado durante años contra la educación neoliberal nos interesa o nos conviene.
  10. Por eso no hay que callar. Hay que criticar, en el tono que sea, porque el silencio conlleva el peligro de re-editar lo que ocurrió en 2019.

Seguiremos por ahí, en investigaciones y textos de crítica y divulgación.

P. D.

El 6 de junio encontramos el tuit del Dr. Arriaga sobre nuestro artículo Libros de texto: entre fachos y arrogantes. Celebramos el tono jocoso. No le conocíamos ese rostro de funcionario con sentido del humor, esperamos lo muestre más seguido. El humor y la ironía siempre son agradables.

En una cuestión esencial estamos de acuerdo: las políticas educativas son el resultado de múltiples aspectos, no solo didácticos o curriculares, también económicos, políticos, espaciales, ecológicos y demás. Es lo que ocultan los pedagogos de la derecha, porque se escudan en la política de la verdad de los poderosos.

En otras ocasiones no le gustarán nuestros textos. Así es esto. Ojalá recordemos siempre el buen humor. Y esperemos que pronto podamos llamarlo palurdo peligroso. Será nuestro reconocimiento de que el Plan de Estudios 22, sus libros y sus prácticas, en verdad son una revolución educativa. Mientras tanto…


[1] No citaremos a Deleuze sobre el tema, no se preocupen.

[2] Como mostramos en La continuidad neoliberal .

[3] Los poderes percutidos

[4] Que Nochixtlán no se le olvide nunca, ni  al sargento Nuño y a los académicos que callaron.

[5] Anatomía política de la reforma educativa

[6] El canon crítico de la reforma educativa. Un devenir subordinado   

[7] De eso va nuestro próximo Cuaderno de batalla: Lo que usted quería saber sobre el Plan de Estudios 22 pero no se atrevía preguntar.

Fuente de la información: https://insurgenciamagisterial.com

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