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África existe y el coronavirus se suma a otras tragedias: hambre, falta de agua, difícil acceso a educación y sanidad, conflictos…

Por: Mariano Tomás.

 

África existe, aunque es el continente más olvidado, y la pandemia del coronavirus también le afecta, pues se suma a otras muchas tragedias, pero ocupa poco espacio en los medios de comunicación, donde se trata mucho más el virus en el Primer Mundo. Allí, hay millones de personas que pasan hambre, no tienen agua potable, el acceso a la educación y a la sanidad sigue siendo un desafío en el siglo XXI, también hay millones de desplazados y refugiados, demasiados conflictos y hasta terrorismo yihadista.

Hace unas semanas, se ha celebrado el Día Mundial de África, 57 años después de que los líderes de 32 estados del continente se reunieran en Addis Abeba (Etiopía) para la formar la Organización de la Unidad Africana (OUA) -hoy llamada Unión Africana (UA)-. Un continente de 54 países que tiene más de 1.300 millones de habitantes, representando el 17% de la población mundial: el 60% depende de la agricultura, y ya se superan los 350.000 casos confirmados y los 9.100 muertos por Covid-19.

áfrica hambre

En 2019, más de la mitad de los 135 millones de personas que padecieron hambre severa en el mundo, es decir, unos 73 millones, eran de África (sobre todo de países como República Democrática del Congo, Etiopía, Sudán del Sur, Sudán y Nigeria). La crisis que ha provocado la pandemia del coronavirus está intensificando las crisis alimentarias que ya existían.

En 2019, más de la mitad de los 135 millones de personas que padecieron hambre severa, es decir, unos 73 millones, eran de África… y el coronavirus está intensificando las crisis alimentarias

Varias ONG estiman que otros 5,5 millones de personas tendrán problemas para garantizar su comida en la zona del Sahel central durante la estación de escasez, una cifra 2,5 veces superior a la medida de los últimos cinco años. Asimismo, en la región oriental hay unos 20 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, pero podrían aumentar hasta los 34 millones por una triple amenaza: el brote de langostas del desierto, el coronavirus y las inundaciones. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé que la segunda fase sea peor que la primera (la cual destruyó miles de hectáreas de cultivo y pasto en varios países) y la ONU ha advertido que las restricciones impuestas para contener la pandemia han dificultado el suministro de pesticidas, bioinsecticidas y equipos para el control de dicha plaga.

En África, 358 millones de personas viven sin acceso a agua potable, más de la mitad de los 748 millones que hay en todo el mundo sin este derecho humano. En dicho continente, la gente camina 40.000 millones de horas todos los años para abastecerse de agua, según Unicef. Además, alberga a dos de los tres países del mundo donde más de la mitad de la población sufre falta de agua potable: Mozambique y República Democrática del Congo. Todo esto supone una dificultad extra ante el coronavirus, donde las medidas de higiene tienen gran importancia a la hora de la prevención y de frenar el contagio.

En África, 358 millones de personas viven sin acceso a agua potable, pese a que es un derecho humano

áfrica

El acceso a la educación y a la sanidad sigue siendo una asignatura pendiente en el siglo XXI. Precisamente, Misiones Salesianas los incluyó entre los grandes desafíos de este continente “lleno de esperanza y de futuro”, que recordó con motivo del Día de África. Esta organización sin ánimo de lucro trabaja en 44 países dando educación a miles de niños y jóvenes para que los pueblos avancen y las personas salgan de la pobreza, pero ante la pandemia del coronavirus también se dedica a llevar ayuda de emergencia. Entre el resto de desafíos, está la paz y la seguridad (por los conflictos que hay en varios países y el terrorismo yihadista), potenciar el papel de la mujer y de los jóvenes, y el cambio climático.

En África también hay millones de desplazados y refugiados, debido en gran parte a los conflictos y al terrorismo yihadista. En concreto, en las regiones de África Occidental y Central hay cerca de 5,6 millones de desplazados internos, 1,3 millones de refugiados, 1,4 millones de retornados que siguen necesitando asistencia y 1,6 millones de personas apátridas, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Y en toda la región del Sahel, los conflictos armados y los ataques de grupos terroristas yihadistas (filiales de Al Qaeda y Estado Islámico) han desplazado a casi 3 millones de personas, de los que cerca de un millón se han producido desde 2019. El 20 de junio se celebra el Día Mundial de las Personas Refugiadas y recientemente, Acnur ha dado a conocer que el año pasado había 79,5 millones en todo el mundo en dicha situación, frente a los 70,8 millones de 2018, de los que 45,7 millones había huido a otras zonas de su país y el resto estaban refugiados en otros países.

En África Occidental y Central hay cerca de 5,6 millones de desplazados internos, 1,3 millones de refugiados, 1,4 millones de retornados que siguen necesitando asistencia y 1,6 millones de personas apátridas

áfrica mascarilla

Por si todo esto no fuera suficiente, el coronavirus también ha provocado que se hayan cancelado vacunaciones rutinarias de niños, como señala Anne Jung, consultora de la ONG Médico International, debido a los cierres por cuarentena. De hecho, estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hablan de que 117 millones de niños de 24 países (la mayoría africanos) no pudieron recibir sus vacunas contra el sarampión. Algo que podría contribuir al resurgimiento de enfermedades infecciosas como el sarampión y la polio, y también está habiendo problemas en la lucha contra la tuberculosis. Asimismo, la malaria sigue siendo la mayor causa de muerte en África y la OMS ha estimado 769.000 muertes por esta enfermedad en el peor de los escenarios en el África subsahariana este año, el doble que en 2018.

En una cumbre virtual organizada por Naciones Unidas para discutir la financiación de las políticas de desarrollo ante la pandemia, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha pedido dar atención especial a África. Considera que si no se ofrece la solidaridad que se debe a este continente, toda la estrategia de desarrollo a nivel mundial fracasará. Asimismo, ha subrayado que “nunca hemos necesitado tanto la acción colectiva y la cooperación”, y que en su gobierno hay tres grandes prioridades para combatir la desigualdad: garantizar la salud para todos, apoyar a los países más vulnerables, y la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente.

África siempre necesita la ayuda del resto del mundo y en este contexto de la crisis del coronavirus, no se puede olvidar a sus 1.300 millones de habitantes. Es más, la ayuda aún debe ser mayor.

Fuente del artículo: https://www.hispanidad.com/publirreportaje/africa-existe-coronavirus-se-suma-otras-tragedias-hambre-falta-agua-dificil-acceso-educacion-sanidad-conflictos_12019518_102.html

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Chad reabrirá el 25 de junio universidades y lugares de culto por la «clara mejora» de la situación ante el coronavirus

Redacción: Notimérica

El presidente de Chad, Idriss Déby, ha anunciado este miércoles que las universidades y los lugares de culto del país podrán reabrir sus puertas el 25 de junio, tras cerca de tres meses de cierre a causa de la pandemia de coronavirus, al tiempo que ha apuntado a la posibilidad de reiniciar los vuelos comerciales.

Déby ha recalcado que la reapertura de universidades y lugares de culto deberá tener lugar «con un respeto estricto a las medidas de prevención», entre ellas el distanciamiento social, según ha informado el portal chadiano de noticias Alwihda.

Asimismo, ha indicado que «la opción del reinicio de los vuelos comerciales será estudiada» ante «la clara mejora de la situación epidemiológica» en el país, si bien ha recalcado que es un asunto sobre el que hay que «reflexionar» antes de tomar una decisión.

Déby aprobó el 9 de junio prorrogar otras dos semanas el toque de queda impuesto en varias zonas del país, incluida la capital, Yamena, y extenderlo a otras dos provincias a causa del coronavirus.

El Gobierno hizo además obligatorio el uso de la mascarilla y ha lanzado una campaña en la que participan cerca de 80 trovadores para concienciar a la población en zonas remotas del país acerca de los riesgos de la pandemia y las medidas que deben adoptar para protegerse y evitar la propagación del virus.

Las autoridades chadianas han confirmado hasta el momento 853 casos de coronavirus, con 74 fallecidos, según datos facilitados por los Centros de África para el Control y la Prevención de Enfermedades (Africa CDC), dependientes de la Unión Africana (UA).

Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-chad-reabrira-25-junio-universidades-lugares-culto-clara-mejora-situacion-coronavirus-20200617205054.html

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Kenya: CS Magoha: Social distancing in schools will be a challenge

Africa/Kenya/28-06-2020/Author and Source: www.kbc.co.ke

Education Cabinet Secretary Prof George Magoha has acknowledged that social distancing in schools will be a major challenge ahead of the planned September re-opening.

Speaking in Kitui County Textile Centre (KICOTEC) on Wednesday, Magoha said the existing infrastructure in schools will not support such a recommendation given the learner population.

Magoha, however, said teachers will be required to report two weeks before reopening as part of the new measures to necessitate specialized training on management of COVID-19.

On students, the CS said the government will ensure schools get 24 million masks by September so that each child gets at least two.

“The government will procure 24 million face masks from government institutions of Rivatex, Kicotec and the National Youth Service (NYS) for school children ahead of September re-opening.”

“Once we agree on the prototype, then we will get the pricing so that when schools open in September, face masks will be in the institutions by mid-August as per the presidential directive,” Prof Magoha added.

“Every school will be required to also have thermal guns for temperature checks,” he said.

These are part of the measures that will have to be put in place in schools as the country grapples with the virus.

The minimum requirements upon reopening have been outlined as clean running water and soap for handwashing or hand sanitizers.

The institutions will also be required to sanitise often-touched surfaces such as doorknobs, light switches and stair railings with disinfectants.

In March, the government closed all schools in a bid to avert the unrestrained spread of COVID-19.

President Uhuru Kenyatta on June 1 asked the Education and Health ministries to chart the path towards reopening learning institutions.

Kenya has so far reported 5,206 cases of COVID-19, 130 fatalities and 1,823 recoveries since March 13, when the first local case was announced.

Source and Image: https://www.kbc.co.ke/cs-magoha-social-distancing-in-schools-will-be-a-challenge/

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Sudáfrica: más de 500 alumnos y docentes del Cabo Oriental dan positivo en COVID-19, 154 escuelas cerraron

Redacción: Allafrica

Más de 550 alumnos, maestros y personal de apoyo han dado positivo por Covid-19 en el Cabo Oriental, mientras que 154 escuelas provinciales han sido cerradas temporalmente, dijo el viernes el departamento de educación.

El portavoz del departamento de educación provincial, Loyiso Pulumani, dijo que 270 de los infectados eran alumnos, 271 maestros, mientras que 16 eran personal no docente.

Pulumani advirtió que se esperaba que el número de escuelas cerradas superara los 154 ya que solo seis oficinas distritales del departamento de educación presentaron sus informes sobre el impacto de Covid-19.

Hay un total de 12 oficinas de distrito en la provincia a cargo de 5 037 escuelas.

Los 557 casos positivos se registraron en escuelas de 10 distritos, dijo Pulumani.

Dijo que las estadísticas fueron enviadas al departamento el jueves por la noche.

«El aspecto positivo de toda esta situación es que el examen que se realiza en las escuelas garantiza que las personas que son positivas se identifiquen de manera temprana y aislada, lo que garantiza que la cantidad de infecciones se mantenga bajo control. Todos los días en las escuelas hay exámenes y mantienen registros a diferencia de en casa «.

La última escuela que cierra es CM Vellem en Joza Township de Makhanda, después de que un maestro dio positivo por el virus.

El director AA Ndyolashe dijo a los padres en una carta el jueves que la escuela volvería a abrir el 30 de junio.

«Nos gustaría instar a los alumnos a permanecer en casa, usar máscaras y lavarse las manos regularmente. Esto es para permitir que la escuela se someta a una limpieza profunda y descontaminación para prepararse para el martes».

Las escuelas de Eastern Cape han estado bajo el foco de atención esta semana después de que 204 alumnos y personal dieron positivo en la Escuela Secundaria Makaula en KwaBhaca.

Fuente: https://allafrica.com/stories/202006260570.html

 

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Los derechos de la mujer a la tierra siguen plagados de obstáculos en Kenia

Redacción: Rebelión

La Ley de propiedad matrimonial de Kenia discrimina a las mujeres y contraria la Constitución del país, en uno de los obstáculos de las mujeres en sus derechos a la tierra. Menos del cinco por ciento de todos los títulos de propiedad de la tierra en Kenia están en manos de mujeres. Foto: Miriam Gathigah / IPS

NAIROBI, 22 jun 2020 (IPS) – Ida Njeri era una funcionaria con acceso a una Sociedad Cooperativa de Ahorro y Crédito (Sacco) a través de su empleador, cuando comenzó a interesarse por los préstamos de la institución para adquirir tierras en Ruiru, en el centro de Kenia, junto con su esposo, un consultor privado en el sector de la comunicación.

Ella estaba dispuesta a hacerlo. Parte de su plan a largo plazo para tener una familia era comprar un terreno y construir allí la casa de sus sueños. Pero lo que no se dio cuenta Njeri es que 12 años y tres hijos más tarde, la ley le negaría tener derecho a su derecho a poseer la propiedad matrimonial.

«Como consultor privado, fue difícil para mi esposo unirse a un Sacco. La gente generalmente se une a los Sacco a través de su empleador. Esto hace que sea fácil ahorrar y tomar préstamos porque se necesitan tres personas dentro de su Sacco para garantizar el préstamo», explicó Njeri IPS

«Mi esposo tenía una cuenta bancaria de ahorros, por lo que decidimos combinar mis préstamos con sus ahorros. Para 2016, tenía 45 000 dólares en préstamos. Mi esposo me decía la cantidad necesaria para comprar un terreno y yo pedía un préstamo», agregó, explicando que fue él quien manejó todas las adquisiciones.

Para 2016, la pareja había comprado 14 terrenos diferentes, cada uno de uno de media hectárea. Pero el año pasado, cuando el matrimonio terminó, Njeri descubrió que todos los terrenos comunes estaban a nombre de su esposo.

«Todo el tiempo asumí que la tierra estaba a nuestro nombre. Realmente nunca pensé en ello porque estábamos construyendo conjuntamente nuestra familia. Y peor, todos los recibos de pago de la tierra y los acuerdos de venta también están solo a su nombre», dice ella.

Pero lo más negativo es que había poco que ella pudiera hacer al respecto, dadas las leyes del país.

El ítem tres del artículo 45 de la Constitución de 2010 establece la igualdad durante el matrimonio y el divorcio, y el matrimonio de Njeri fue legal y está registrado, lo que da sustento a que la propiedad de las tierras adquiridas sea conjunta, según la norma de 2014.

Pero existe una Ley de Propiedad Matrimonial, de 2013, que en su sección 7 establece que la propiedad de bienes matrimoniales depende de las contribuciones de cada cónyuge para su adquisición.

«La propiedad matrimonial recae en los cónyuges de acuerdo con la contribución de cualquiera de los cónyuges para su adquisición, y se dividirá entre los cónyuges si se divorcian o si su matrimonio se disuelve de otra manera», establece la sección 7.

Debido a que Njeri no tenía pruebas de haber adquirido conjuntamente la tierra, tras su divorcio quedó sin derecho sobre ella.

El suyo no es un caso aislado de mujeres casadas que luchan por garantizar sus derechos sobre la tierra.

En 2018, se lanzó la Alianza por la Tierra de Kenia (KLA, en inglés), una red dedicada a promover que se ejecuten las disposiciones constitucionales de los derechos de las mujeres a la tierra y la promoción de la igualdad de género, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La Alianza es la representante local de Deliver For Good, una campaña global que aplica una perspectiva transversal de género a los 17 ODS y que está impulsada por la organización internacional Women Deliver, que defiende los derechos de las mujeres en el mundo.

Odenda Lumumba, activista por los derechos a la tierra y fundadora de KLA, explica que los datos sobre la propiedad de la tierra apuntan a que persisten grandes disparidades de género, en especial por la intrincada relación entre los sistemas de tenencia de la tierra, los medios de vida y la pobreza.

«Hay muy poco avance hacia que las mujeres kenianas sean propietarias de tierras. Hay muchos obstáculos que superar para ello», dijo Lumumba a IPS.

La KLA realizó una auditoría de la propiedad de la tierra en que analizó aproximadamente un tercio de los 3,2 millones de títulos de propiedad registrados en el país entre 2013 y 2017, el mayor número de títulos de propiedad emitidos en cualquier periodo.

En ella se descubrió que solo 103 043 títulos, 10,3 por ciento del total de los emitidos, se concedieron a mujeres, mientras que 865 095, o 86,5 por ciento, se entregaron a varones.

Hay más disparidades en términos del tamaño de la tierra. De los 10 millones 129 704 hectáreas  que fueron registradas durante ese periodo de cinco años, nada menos que 97,76 fueron tituladas para varones y solo 1,67 para mujeres.

En 2018, la división el país de la Federación Internacional de Mujeres Abogadas (Fida) introdujo un reclamo ante el Tribunal Superior de Kenia, argumentando que la Sección 7 de la Ley de Propiedad Matrimonial era discriminatoria hacia las mujeres e inconsistente y contraria con el artículo 45 de la Constitución.

El máximo tribunal del país desestimó la querella, descartando una distribución equitativa de los bienes conyugales, ya que «abriría la puerta para que una parte se case y salga de ella en caso de divorcio con más de lo que se merece».

Dentro de este contexto, menos del cinco por ciento de todos los títulos de propiedad de tierras en Kenia están en manos de mujeres, que además están en desventaja en la forma en que usan, poseen, administran y disponen de esa tierra, asegura Fida-Kenia.

Pero los especialistas en temas de género alertan sobre el creciente número de hogares que tienen al frente a una mujer, 32 por ciento del total de 11 millones según datos oficiales,  y consideran que esa nueva realidad hace cada vez más urgente garantizar los derechos de las mujeres a la tierra.

«La Ley de Propiedad Matrimonial les da a las mujeres la capacidad de registrar sus propiedades, pero la mayoría de las mujeres no perciben lo importante que es esto, así que más tarde tienen que luchar por acceder a la propiedad, porque se cuidaron de estar registradas como propietarias, dijo a IPS la abogada Janer Anyango, asesora legal del Programa de Acceso a la Justicia de Fida-Kenia.

Fida-Kenia ofrece desde hace 34 años asistencia legal gratuita a al menos tres millones de mujeres y niños. También es otra organización socia de Women Deliver en Kenia.

Anyango dice que en la ley «el significado de ‘contribución’ se amplió para incluir contribuciones no monetarias, pero es difícil cuantificar la contribución en ausencia de pruebas tangibles. En la demanda de 2016, cuestionamos el hecho de que la ley atribuye pasivos por igual dentro del matrimonio, pero no hace lo mismo con los activos».

En 2016, FIDA-Kenia demandó también a la oficina del Fiscal General por no actuar en el tema de las medidas de discriminación contra la mujer, aunque tiene el mandato de hacerlo.

Además de la Ley de Propiedad Matrimonial, las leyes como la de Sucesión buscan respaldar a los conyugues  sobrevivientes, hombres y mujeres, pero siguen sesgadas a favor de los varones, ya que las viudas pierden su «interés vitalicio» en la propiedad si se vuelven a casar, por citar un ejemplo.

Otro es que donde no existe un conyugue o hijos sobrevivientes, el padre de la persona fallecida tiene prioridad en heredar sobre la madre.

Women Deliver reconoce que a nivel mundial las mujeres y las niñas tienen un acceso desigual a la tenencia de la tierra y a los derechos sobre la tierra, creando un negativo efecto dominó sobre el desarrollo y el progreso económico de toda la población.

«Cuando las mujeres tienen derechos garantizados sobre la tierra, sus ganancias pueden aumentar significativamente, mejorando sus habilidades para abrir cuentas bancarias, ahorrar dinero, obtener créditos y realizar inversiones para su beneficio, el de sus familias y sus comunidades”, aseguró a IPS la directora gerente de Política y Abogacía  de Women Deliver, Susan Papp.

Ella subraya que aplicar una mirada de género para acceder «a los recursos es crucial para impulsar el progreso para y con todos durante la pandemia de la covid-19, durante la cual el mundo sigue trabajando en alcanzar los ODS”.

Y a pesar de que los servicios vinculados a los temas matrimoniales han sido suspendidos por la pandemia en la Fiscalía General y en el registro de tierras, las mujeres como Njeri continúan su lucha por que se reconozcan sus derechos legítimos.

Fuente: https://rebelion.org/los-derechos-de-la-mujer-a-la-tierra-siguen-plagados-de-obstaculos-en-kenia/

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Confinarse en el bosque para evadir el coronavirus

Reseñas/África/25 Junio 2020/elpais.com

En las fronteras del sudoeste de la República Centroafricana, la covid-19 es una realidad distante. Allí, los indígenas bayaka se sienten protegidos por los genios de sus selvas ancestrales

    • Un curandero pigmeo tradicional, ganga en el idioma bayaka, realiza una ceremonia de curación en la selva tropical para mostrar a los jóvenes cómo funciona, en Bayanga, el 13 de marzo de 2020. Desde el comienzo de la pandemia de covid-19, las autoridades del parque Dzanga-Sangha han estado empujando a los pigmeos a los bosques. No obstante, aquí, en las fronteras del sudoeste de la República Centroafricana, el coronavirus sigue siendo una realidad distante.
      1Un curandero pigmeo tradicional, ganga en el idioma bayaka, realiza una ceremonia de curación en la selva tropical para mostrar a los jóvenes cómo funciona, en Bayanga, el 13 de marzo de 2020. Desde el comienzo de la pandemia de covid-19, las autoridades del parque Dzanga-Sangha han estado empujando a los pigmeos a los bosques. No obstante, aquí, en las fronteras del sudoeste de la República Centroafricana, el coronavirus sigue siendo una realidad distante. FLORENT VERGNES AFP
    • El ganga sopla en plena ceremonia de curación, en Bayanga. Esta comunidad cree que los genios del bosque les protegen. ¿Y en quién confiar, sino en los genios, en un país con infraestructuras sanitarias casi inexistentes y cuando la gran mayoría de los pigmeos son, en cualquier caso, demasiado pobres para consultar a un médico?
      2 El ganga sopla en plena ceremonia de curación, en Bayanga. Esta comunidad cree que los genios del bosque les protegen. ¿Y en quién confiar, sino en los genios, en un país con infraestructuras sanitarias casi inexistentes y cuando la gran mayoría de los pigmeos son, en cualquier caso, demasiado pobres para consultar a un médico? FLORENT VERGNES AFP
    • Por el momento, el virus aún no ha llegado a la reserva protegida de Dzanga Sangha, un santuario vinculado al resto del mundo por un camino estrecho, inaccesible después de la primera lluvia. Este aislamiento constituye hoy la mejor defensa para los pigmeos bayaka, considerados parias en un país ya clasificado entre los más pobres del mundo. Otro momento de la ceremonia pigmea de sanación.
      3 Por el momento, el virus aún no ha llegado a la reserva protegida de Dzanga Sangha, un santuario vinculado al resto del mundo por un camino estrecho, inaccesible después de la primera lluvia. Este aislamiento constituye hoy la mejor defensa para los pigmeos bayaka, considerados parias en un país ya clasificado entre los más pobres del mundo. Otro momento de la ceremonia pigmea de sanación. FLORENT VERGNES AFP
    • Mientras la epidemia se acelera en la República Centroafricana con, oficialmente, más de 3.000 casos detectados pero solo 37 muertes a finales de junio, los bayaka de Dzanga Sangha pasarán su confinamiento en el bosque para evitar el contagio. "Se les pidió que fueran a vivir a sus campamentos de caza durante tres meses", explica Luis Arranz, a cargo del parque nacional para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). "Cada semana, dejaremos de lado la yuca y los medicamentos. Deben permanecer aislados. Esta es nuestra única solución", agrega el jefe de la ONG internacional.
      4 Mientras la epidemia se acelera en la República Centroafricana con, oficialmente, más de 3.000 casos detectados pero solo 37 muertes a finales de junio, los bayaka de Dzanga Sangha pasarán su confinamiento en el bosque para evitar el contagio. «Se les pidió que fueran a vivir a sus campamentos de caza durante tres meses», explica Luis Arranz, a cargo del parque nacional para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). «Cada semana, dejaremos de lado la yuca y los medicamentos. Deben permanecer aislados. Esta es nuestra única solución», agrega el jefe de la ONG internacional. FLORENT VERGNES AFP
    • Dos jóvenes bayaka posan para una foto mientras arman su campamento en el bosque de bayanga. La forma de vida de estas poblaciones seminómadas, potencialmente vulnerables a las enfermedades desconocidas en estas regiones, hace que el miedo sea peor en caso de contagio. "La gente continúa compartiendo cigarrillos, café y una cabaña para cinco o diez personas", se preocupa Yvon Martial Amolet, representante de la ONG Maison de l'Enfant et de la Femme pygmées, con sede en Bayanga, el pueblo principal. Según este abogado, nativo de la región, la esperanza de vida de los pigmeos bayaka es de alrededor de 35 años para los hombres y 38 para las mujeres.
      5 Dos jóvenes bayaka posan para una foto mientras arman su campamento en el bosque de bayanga. La forma de vida de estas poblaciones seminómadas, potencialmente vulnerables a las enfermedades desconocidas en estas regiones, hace que el miedo sea peor en caso de contagio. «La gente continúa compartiendo cigarrillos, café y una cabaña para cinco o diez personas», se preocupa Yvon Martial Amolet, representante de la ONG Maison de l’Enfant et de la Femme pygmées, con sede en Bayanga, el pueblo principal. Según este abogado, nativo de la región, la esperanza de vida de los pigmeos bayaka es de alrededor de 35 años para los hombres y 38 para las mujeres. FLORENT VERGNES AFP
    • Un grupo de jóvenes se adentra en el bosque donde se ha refugiado su comunidad. "La tasa de mortalidad infantil es muy alta entre los bayaka. Es probable que quienes sobrevivan resistan mejor a un virus, pero no tenemos datos sobre una posible vulnerabilidad o inmunidad natural a enfermedades importadas", subraya la doctora Emilia Bylicka, que pasó cuatro años cuidando pigmeos en el suroeste del país. "El problema es que abandonan el tratamiento muy rápidamente. Es imposible hacer que tomen un medicamento por más de unos pocos días", se preocupa.
      6 Un grupo de jóvenes se adentra en el bosque donde se ha refugiado su comunidad. «La tasa de mortalidad infantil es muy alta entre los bayaka. Es probable que quienes sobrevivan resistan mejor a un virus, pero no tenemos datos sobre una posible vulnerabilidad o inmunidad natural a enfermedades importadas», subraya la doctora Emilia Bylicka, que pasó cuatro años cuidando pigmeos en el suroeste del país. «El problema es que abandonan el tratamiento muy rápidamente. Es imposible hacer que tomen un medicamento por más de unos pocos días», se preocupa. FLORENT VERGNES AFP
    • "Los pigmeos confían en los remedios tradicionales", recuerda Yvon Amolet. "Al principio, explica, dijeron que el coronavirus era una 'enfermedad blanca". Luego dijeron que la enfermedad había llegado a castigar al bilo". Los "bilo", en idioma bayaka, son poblaciones bantúes que viven junto a los pigmeos y los explotan de una manera que a menudo se asemeja a la esclavitud moderna. En los pueblos alrededor de Bayanga, las casas de barro que bordean el camino pertenecen a los bilos. Los pigmeos a menudo ocupan pequeñas chozas en los patios traseros de sus empleadores.
      7 «Los pigmeos confían en los remedios tradicionales», recuerda Yvon Amolet. «Al principio, explica, dijeron que el coronavirus era una ‘enfermedad blanca». Luego dijeron que la enfermedad había llegado a castigar al bilo». Los «bilo», en idioma bayaka, son poblaciones bantúes que viven junto a los pigmeos y los explotan de una manera que a menudo se asemeja a la esclavitud moderna. En los pueblos alrededor de Bayanga, las casas de barro que bordean el camino pertenecen a los bilos. Los pigmeos a menudo ocupan pequeñas chozas en los patios traseros de sus empleadores. FLORENT VERGNES AFP
    • Henriette Memba, recolectora de remedios tradicionales bayaka, se adentra en el bosque para buscar plantas medicinales. El bosque ya no es suficiente para garantizar la subsistencia de los bayaka. "Los bilos dan un poco de sal o un cigarrillo, por un día de trabajo en el campo o en el monte", critica Didier, un cocinero bayaka. La violencia y la agresión sexual son comunes. "¡Todo bayaka tiene estos problemas!", lamenta otro anciano.
      8 Henriette Memba, recolectora de remedios tradicionales bayaka, se adentra en el bosque para buscar plantas medicinales. El bosque ya no es suficiente para garantizar la subsistencia de los bayaka. «Los bilos dan un poco de sal o un cigarrillo, por un día de trabajo en el campo o en el monte», critica Didier, un cocinero bayaka. La violencia y la agresión sexual son comunes. «¡Todo bayaka tiene estos problemas!», lamenta otro anciano. FLORENT VERGNES AFP
    • Una recolectora bayaka muestra unas bayas recogidas en el bosque con propiedades medicinales. Algunos bilos no dudaron en difundir rumores salvajes para evitar la partida de sus empleados. "Le dijeron a los bayaka que si se iban al bosque, los mataríamos", asegura Yvon Amolet. Pero gendarmes, subprefectos, alcaldes, pastores... Toda la población se asoció para convencer a los pigmeos de que lo mejor era refugiarse lejos de las aglomeraciones. "Una vez en el bosque, los pigmeos seguirán vendiendo sus productos, pero con un intermediario comunitario para evitar el contacto directo. La idea es que no vengan al mercado", explica Yvon Amolet. Algunos bayaka sedentarios, que ya no saben cómo vivir en el bosque, fueron los más difíciles de convencer. Pero la ayuda proporcionada por las autoridades del parque, mayor que el valor de su salario cuando trabajan para los aldeanos, finalmente les hizo decidirse.
      9 Una recolectora bayaka muestra unas bayas recogidas en el bosque con propiedades medicinales. Algunos bilos no dudaron en difundir rumores salvajes para evitar la partida de sus empleados. «Le dijeron a los bayaka que si se iban al bosque, los mataríamos», asegura Yvon Amolet. Pero gendarmes, subprefectos, alcaldes, pastores… Toda la población se asoció para convencer a los pigmeos de que lo mejor era refugiarse lejos de las aglomeraciones. «Una vez en el bosque, los pigmeos seguirán vendiendo sus productos, pero con un intermediario comunitario para evitar el contacto directo. La idea es que no vengan al mercado», explica Yvon Amolet. Algunos bayaka sedentarios, que ya no saben cómo vivir en el bosque, fueron los más difíciles de convencer. Pero la ayuda proporcionada por las autoridades del parque, mayor que el valor de su salario cuando trabajan para los aldeanos, finalmente les hizo decidirse. FLORENT VERGNES AFP
  • Sin embargo, se esperan otras dificultades, según Yvon Amolet: "Cuando los bayaka van al bosque, es cuando la gente aprovecha para ofrecerles participar en caza furtiva. Algunos cazadores les agreden", se preocupa. Sobre todo porque la caza ilegal podría intensificarse en caso de agravamiento de la epidemia, según Luis Arranz, quien ya debe garantizar la preservación del parque con medios reducidos. "Por el momento, la situación no ha cambiado. Pero si llega el virus, aumentará la caza furtiva, se aprovecharán de ellos", dice. En la imagen, Henriette Memba se adentra en el bosque.
    10 Sin embargo, se esperan otras dificultades, según Yvon Amolet: «Cuando los bayaka van al bosque, es cuando la gente aprovecha para ofrecerles participar en caza furtiva. Algunos cazadores les agreden», se preocupa. Sobre todo porque la caza ilegal podría intensificarse en caso de agravamiento de la epidemia, según Luis Arranz, quien ya debe garantizar la preservación del parque con medios reducidos. «Por el momento, la situación no ha cambiado. Pero si llega el virus, aumentará la caza furtiva, se aprovecharán de ellos», dice. En la imagen, Henriette Memba se adentra en el bosque. FLORENT VERGNES AFP

    Fuente e image tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/04/album/1591290772_617882.html#foto_gal_10

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Sierra Leona: Lecciones a un mundo asustado del hombre que doblegó la malaria

África/Sierra Leona/25 Junio 2020/elpais.com

El impacto de la covid-19 puede duplicar las muertes por paludismo en África subsahariana. Pero hay un médico sierraleonés que sabe cómo evitarlo

Las conclusiones de quienes más saben de malaria o paludismo son unánimes y claras: la humanidad ha logrado un inmenso avance en la lucha contra la enfermedad en las últimas décadas, pero ahora es más importante que nunca no flaquear. El progreso se refleja en los números: en 2018 se contagiaron 228 millones de personas y murieron otras 360.000 de este mal, provocado por un parásito que se transmite por la picadura de un mosquito. Aunque parecen —son— muchas víctimas, se trata de la cifra más baja registrada en los últimos 20 años. Desde el principio del siglo XXI ha muerto un 60% menos de afectados, según el último Informe Mundial de la Malaria elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este progreso solo se había visto mancillado por ligeros repuntes en los últimos tres años que advertían del peligro de bajar la guardia.

En semejante escenario, el virus de la covid-19 se expande por el planeta y provoca una crisis mundial en múltiples aspectos, y uno de ellos es, precisamente, en los esfuerzos por prevenir y curar el paludismo. La OMS calcula que, de interrumpirse ahora el trabajo, las muertes pueden doblarse, es decir, podemos acabar 2020 con 768.000 fallecidos. De hecho, los últimos resultados de una encuesta realizada por el Fondo Mundial contra la malaria, la tuberculosis y el VIH apuntan a que se está siguiendo un mal camino: en 106 países, sobre todo africanos, se están produciendo interrupciones en la prestación de servicios de prevención y tratamiento de las tres enfermedades. En el caso del paludismo, las disrupciones afectan al 73% de los programas revisados. Al mismo tiempo, el Fondo también ha avisado de que la financiación de los donantes se reduce año tras año.

Hay que actuar y hay que hacerlo ya. Desde el inicio del confinamiento, el mundo de la epidemiología se puso a buscar soluciones para mantener todas las actividades y recursos destinados a combatir la malaria a pesar de los estragos del nuevo coronavirus. En esta tormenta de ideas, destaca un nombre: el doctor Samuel Juana Smith.

El doctor Smith comparece ante un grupo de invitados en una conferencia virtual organizada por la Red Africana de Medios e Investigación de Malaria (AMMREN) y RBM Partnership, una plataforma de 500 socios, desde empresarios hasta organismos públicos con el mismo objetivo de acabar con esta enfermedad en el mundo.

Smith es jefe de Centro de Control y Prevención de Enfermedades del Ministerio de Sanidad de Sierra Leona, un país de África occidental que se cuenta entre los más pobres del planeta y que se ha enfrentado a tremendos retos en las últimas décadas. Los más graves, la guerra civil entre 1991 y 2002 y el brote de ébola en la región en 2014 que solo aquí dejó 4.000 muertos. Además, es uno de los lugares favoritos del mosquito Anopheles, cuya hembra es la transmisora de la enfermedad: Sierra leona es uno de los siete Estados de África subsahariana donde más de un cuarto de la población está infectada y donde la malaria provoca cuatro de cada diez consultas hospitalarias.

Quizá porque ya saben manejarse en contextos de crisis, también es el país de África occidental que ha logrado el mayor retroceso del paludismo en los últimos tiempos: con 7,5 millones de habitantes, en 2010 registraron 8.188 decesos, y en 2018 habían bajado a 1.949. Buena parte de este logro es responsabilidad del doctor Smith, quien antes de ocupar su actual cargo fue responsable del Programa Nacional de Control de la Malaria. «Durante la epidemia de ébola, fue el primero en decir que también había que hacer algo con el paludismo, o todos morirían por una u otra causa. Y así, diseñó una estrategia muy cuidadosa para garantizar que los medicamentos y mosquiteras pudieran distribuirse de manera segura a la población», dice de él Melanie Renshaw, co-presidenta de RBM Partnership.

La idea de la cita es explicar, desde su punto de vista, cómo puede hacer el mundo ahora para no perder posiciones en la lucha contra el paludismo y para que los países más afectados continúen con sus campañas de distribución de mosquiteras, de fumigación de hogares y de profilaxis para mujeres embarazadas y niños, los más vulnerables. «Tiene que ser ya, cuando todavía existe una ventana de oportunidad crucial antes de la temporada de lluvias en África y partes de Asia», advierte el doctor.

Una de las claves del éxito ha sido el trabajo conjunto de Gobierno, organizaciones, científicos, médicos y de la sociedad, pero sobre todo, la buena compenetración entre organizaciones públicas y privadas. «Intentamos mejorar la atención hospitalaria y dotar de más médicos a los servicios sanitarios, y ahora estamos viendo un aumento en el uso de nuestras instalaciones sanitarias», afirma. Antes de la covid-19, se establecieron acuerdos con 36 centros de salud de todo el país para apoyar la implementación de servicios preventivos y curativos. Se les proporcionaron medicamentos, materiales de diagnóstico, herramientas de recopilación de datos, asesoramiento… Luego, los médicos de esos ambulatorios enviaban información de sus casos de paludismo a través de un sistema informático que los acababa recopilando e integrando en la base de datos nacional.

En las mejoras de los centros se tuvo en cuenta la formación de enfermeros y enfermeras a nivel comunitario. Sin acceso a los servicios de salud, los niños corren el riesgo de morir de enfermedades prevenibles tan comunes como la neumonía y la diarrea, y también de malaria. El papel de estos trabajadores sanitarios es tan esencial que el Gobierno de Sierra Leona los reconoció como parte del sistema de atención primaria del país y lanzó una política nacional en febrero de 2017 para ampliar el alcance de su trabajo y darles acceso a capacitación y a un sueldo mensual. Sierra Leona ha estado implementando esta política con ayuda de Unicef, que equipó a 15.000 trabajadores comunitarios y supervisores como recursos para desempeñar sus funciones, incluyendo materiales de formación, ayudantes de trabajo y herramientas, ropa de lluvia, antorchas, camisetas, mochilas y temporizadores de infecciones respiratorias agudas.

También se ha dotado a las farmacias de equipos para hacer pruebas rápidas de malaria con el fin de evitar que los ciudadanos se automediquen en cuanto sientan fiebre, aún sin tener un diagnóstico.

Asimismo se reparten mosquiteras de forma masiva en todos los hogares, ya que estas son la herramienta más eficaz para reducir el riesgo de transmisión hasta en un 50% y la mortalidad infantil en un 25%. Se hizo durante el ébola y se ha hecho ahora. La última campaña de reparto, de hecho, se ha realizado en plena pandemia: el pasado 22 de mayo se inició la distribución de 4,6 millones de mosquiteras tratadas con insecticidas en los 14 distritos del país. «Cuando la pandemia llegó a Sierra Leona ya habíamos diseñado la campaña y tuvimos que volver atrás y repensarla teniendo en cuenta la covid-19», explica Smith. «Revisamos la estrategia a seguir para proteger tanto a nuestros beneficiarios como a los sanitarios que las distribuían considerando nuevos aspectos como la distancia social y el uso de mascarillas». En 2018, un 60% de los hogares sierraleoneses contaba con al menos una mosquitera, según Unicef. Una década antes, esta medida de protección solo llegaba a un cuarto de la población.

Sierra Leona, además, incorporó a su estrategia nacional en 2010 la llamada Terapia Preventiva Intermitente en Infantes (IPTp, por sus siglas en inglés) siguiendo la recomendación de la OMS. La intervención exige la administración de una dosis completa de un medicamento combinado para tratar la malaria a base de sulfadoxina y pirimetamina en los lactantes dentro de su calendario de vacunación. De igual manera, esta terapia se administra a mujeres embarazadas durante las visitas de atención prenatal, pues es una forma efectiva de reducir la anemia materna y el bajo peso al nacer. Según Unicef, en 2019 casi un tercio de las embarazadas recibió al menos tres dosis de IPTp durante su última gestación, una cifra superior a la media de África.

Difundir información veraz es otra de las herramientas que no se pueden perder de vista, especialmente a la hora de que los ciudadanos sepan tanto identificar los síntomas de la malaria como lo importante que es acudir al hospital para hacerse pruebas lo antes posible. «La malaria y la covid-19 tienen síntomas muy parecidos, como fiebre, debilidad y dolores de cabeza y musculares», avisa Smith. Pero también tienen importantes diferencias, pues la malaria no se contagia entre personas y el nuevo coronavirus sí. «Después del diagnóstico, es fundamental advertir a familiares, vecinos o personas que vivan cerca de nosotros». Igualmente, la distribución de mosquiteras no sirve de nada si no se sensibiliza sobre su uso. «Dormir bajo una mosquitera es la mejor herramienta en cuanto a coste y efectividad».

Fuente e imagen tomadas: https://elpais.com/elpais/2020/06/17/planeta_futuro/1592389810_004903.html

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