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México: Educadores evalúan Ley de Inclusión a 2 meses de su implementación

Chile/03 mayo 2016/ Patricia Schüller G/La Nación

El 1 de marzo pasado comenzó a regir la Ley de Inclusión que establece el término del copago, inclusión y lucro. La normativa fue analizada por los educadores que participaron en el seminario “¿Cómo la Ley de Inclusión transforma las prácticas pedagógicas?” en el marco de la inauguración del año académico de la Facultad de Pedagogía de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Según remarcaron, la legislación debiera avanzar en un cambio en las prácticas pedagógicas, considerando que los colegios no podrán discriminar arbitrariamente a sus estudiantes por razones socioeconómicas, situación familiar, proyecto educativo, religión, entre otros.

María Alejandra Benavides, directora de la Escuela Su Santidad Juan XXIII de La Legua, dijo que “uno de los tantos problemas a los cuales nos vemos afectados y tenemos que cambiar, es que todo aquello que está pensado como normativa es desde el mundo de los adultos, de los profesores y no desde los chiquillos. En ese plano la convivencia escolar y su normativa es tarea de toda la comunidad, y para ello los adultos tenemos que perder los miedos y entregar la participación, los deberes y derechos a los estudiantes”.

Añadió que “pensamos nuestras relaciones desde la sanción, y ¿qué es la sanción? Es todo aquello que no debemos hacer, pero eso no nos lleva a un estudiante reflexivo y que piense. El estudiante reflexiona, por tanto es imperioso hacerlos parte de esta participación, porque cuando se toman acuerdos entre todos mejora la convivencia y deja de ser punitivo, y avanzamos también en formación ciudadana”, remarcó.

PROFESORES QUE NO CREEN

El director de la Escuela de Pedagogía en Educación Básica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Alexis Chelme, no tiene claro que la escuela pueda estar preparada para este cambio.

“En ese punto, por ejemplo, el concepto de diversidad hay que tensionarlo mucho, porque son muchos los desafíos que tendríamos que sortear. No sé si todos los profesores tienen ganas de inclusión. Hay escuelas y colegios que no creen en la inclusión. Además los estudiantes no quieren ir a la escuela porque los retan o no les gustan las reglas que en ella se imparten. Pero se debe entender que la inclusión y este nuevo modelo somos todos. La escuela está llamada a experimentar, a explorar. La escuela es un espacio que hay que transformarlo de nuevo, y nuestra Universidad es un espacio por donde debe comenzar la transformación, un espacio de discusión,  para después comenzar a entender lo que significa la inclusión”, sentenció.

Cynthia Duk, académica de la Universidad Central, señala que esta ley permitirá “la mixtura, que se abran las escuelas y se exige cumplir además con el derecho que todos los niños y niñas tienen en la educación. Esta Ley alude a una serie de orientaciones a los establecimientos para abordar la diversidad. En definitiva, lo que nos pide es repensar la educación desde la escuela, y que pone en el centro del trabajo la formación ciudadana, entonces, desde ahí muchos elementos actuales de los establecimientos se transforman para que sean coherentes en lo que se está planteando”.

    Fuente:
    http://www.lanacion.cl/noticias/pais/educacion/educadores-evaluan-ley-de-inclusion-a-2-meses-de-su-implementacion/2016-05-03/140333.html
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    La UNESCO presenta una guía pedagógica sobre la prevención del extremismo violento

    Unesco/04 mayo 2016/El Heraldo De Saltillo

    La Guía se elaboró en el marco de la labor que la UNESCO lleva a cabo en materia de Educación para la Ciudadanía Mundial y en respuesta a las peticiones de los Estados Miembros que buscan ayuda para fortalecer las respuestas del sector educativo al extremismo violento. Su objetivo es auxiliar a los docentes en la creación de un contexto educativo integrador que facilite el diálogo respetuoso, el debate sincero y el pensamiento crítico. La publicación recomienda también fuentes documentales para elaborar una comprensión más honda del fenómeno del extremismo violento y responde a las preguntas que suelen formularse al respecto.

    Tanto si los debates sobre el extremismo violento se preparan con antelación como si no, una conversación bien orientada sobre el tema debería orientarse al refuerzo de las competencias que permitirían a los alumnos participar de modo más general en la vida pública, en tanto que ciudadanos del mundo bien informados. Para lograrlo es preciso velar por que la información que se intercambie en el debate, así como la manera en que éste se coordine, contribuya a la adquisición de competencias, actitudes y conductas que fomenten el respeto mutuo, el pensamiento crítico y el sentido de pertenencia a una humanidad común.

    La Guía se completará con un segundo documento orientativo, que verá la luz en septiembre de 2016, destinado específicamente a los encargados de la formulación de políticas de los ministerios de Educación. Este instrumento proporcionará un conjunto de recursos que pueden ayudar a reforzar las capacidades nacionales para abordar los vectores del extremismo violento mediante respuestas holísticas y pragmáticas de todo el sector de la educación.

    El libro fue objeto de una evaluación profesional realizada por un conjunto de expertos internacionales en el ámbito de la educación, así como por centros afiliados a la Red del Plan de Escuelas Asociadas de la UNESCO (RedPEA) y alumnos de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Columbia en Nueva York.

    La Guía será traducida primeramente al francés y luego a otros idiomas. También se empleará como texto de base para talleres de capacitación en materia de prevención del extremismo violento mediante la educación.

    Esta Guía es la primera contribución de la UNESCO a la puesta en marcha del Plan de Acción del Secretario General de las Naciones Unidas para Prevenir el Extremismo Violento, anunciado en enero de 2016.

    Fuente:

    http://elheraldodesaltillo.mx/2016/05/04/

     

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    Documental Sunú: una charla con Teresa Camou Guerrero

    Pablo Martínez Zárate / Letras libres/ Mayo 4, 2016

    Teresa Camou regresó a la Sierra Tarahumara en sus veinte, un par de zancos al hombro y pedazos de cartón reciclado bajo el brazo. Había dejado su natal Chihuahua un par de años antes para realizar sus estudios universitarios al norte de la frontera, enfocados en artes escénicas y la creación de títeres a gran escala. El cabello raso, un arete colgando de la nariz, Teresa visitaba a México con el deseo de practicar el teatro como un vehículo de transformación social.

    Cada invierno Teresa dejaba su universidad en Vermont para llevar a cabo temporadas de teatro indígena junto con jóvenes rarámuris. La inspiración, además de la escuela campesina de su madre (activista y educadora popular en la región), provino de varios años de participación con la compañía Bread and Puppet Theatre, de Peter Schumann. “Ahí se me abre la posibilidad,” recuerda la hoy documentalista, “de que tú puedes hacer arte de muy buena calidad con un tema social.”

    El trabajo de Teresa en la sierra duró doce años, durante los cuales montó innumerables funciones itinerantes por poblados de la zona. La iniciativa se apagó por la ola de violencia que asoló el estado y también por la falta de recursos. Además, Teresa llegó a un punto en su vida donde sintió que el teatro “le quedaba chico” para contar la historia de estos jóvenes tarahumaras, quienes veían frustrados sus sueños de cultivar el maíz.

    “Cuando les preguntaba sobre su futuro, todos me decían: ‘Teresa, nos vemos sembrando maíz, nos vemos trabajando la milpa, casados, con una casita, con animales. No queremos violencia, no queremos camionetas, no queremos celulares. Queremos vivir en paz como indígenas, sembrando nuestro maíz.’ Esto fue hace 7 años”, recuerda Camou. Mientras tanto hoy, dice, la gran mayoría de los jóvenes con quienes participó en el teatro “no tienen lo que querían: ni tierra, ni maíz, ni animales. Viven en mucha violencia.”

    ¿Qué mejor medio, se preguntó Teresa, en un mundo como el nuestro, que el cine? ¿Acaso no es el soporte ideal para llevar esta historia a un gran número de personas para quienes de lo contrario estas narraciones serían inaccesibles? El proceso fue largo: 5 años, 8 estados, 22 comunidades, 250 horas de material filmado. El resultado fue una película de hora veinte minutos que advierte sobre una potencial crisis alimentaria en México.

    La directora quiso integrar múltiples visiones en la historia: familias indígenas, campesinos de temporada y empresarios agrícolas, cuyas voces puso a dialogar con la versión del gobierno. “El amor y la pasión por la semilla se da en todos niveles”, afirma Camou, “se sienten solos todos, solos porque no ven una relación con la ciudad. Nosotros en la ciudad ya no nos preguntamos quién nos alimenta.” Esa pregunta sobre el origen de lo que comemos, según ella, es lo que puede conectar a los habitantes de la ciudad con la urgencia de proteger e impulsar al campo en México.

    Uno de los principales retos que identificó Teresa es la falta de información, tanto en el campo como en la ciudad, sobre temas relacionados con el maíz. Estos temas son, afirma, de relevancia para todos: el origen de las semillas transgénicas e híbridas, los intereses transnacionales detrás de su importación, los riesgos para la salud y la pérdida de la identidad en las comunidades. Los rasgos culturales asociados al maíz germinan, a lo largo de los 80 minutos deSunú, como un recordatorio de que en este país el cultivo del maíz va de la mano de la historia milenaria de los pueblos indígenas. Por lo tanto, proteger el maíz equivale a defender un rasgo distintivo de las culturas mexicanas.

    “Cuando a los que participaron en el documental les platicaba de las otras personas que había filmado, se morían de ganas de ver las tomas, ver cómo los otros trabajan la tierra”, comparte Teresa para concluir que lo propio de México, reflejado en el campo y sus productos como en tantas otras manifestaciones, es la diversidad. “En cada estado hay una semilla distinta de maíz, en cada estado hay una forma distinta de trabajar la tierra y un plato de maíz distinto.” Lo anterior debe orientar la discusión, según la realizadora, no nada más a la protección de la salud al generar información sobre los transgénicos, sino también por medio de la defensa de esta riqueza natural y cultural.

    Sunú confirma que el soporte documental es un transporte de historia local, un medio que le brinda al espectador la oportunidad de recorrer distintas regiones de México y conocer la actualidad de esta semilla, protagonista de nuestras tradiciones. “El campo en México está latente, está vivo; aunque esté jodido, está vivo.” La gente defiende el maíz, asevera, porque a los campesinos y los empresarios agrícolas los une una misma pasión. Ella quiso representar este interés compartido lo mejor posible a través de un medio audiovisual.

    Al platicar sobre cómo su película puede convertirse en un detonante del cambio social e incidir en las discusiones actuales sobre el futuro del maíz en México, Teresa compartió su fe sobre el diálogo que resulta de las proyecciones deSunú. Además, platicó que con Ambulante existe la posibilidad de llevar su película al Senado en julio próximo. Para esta función, tiene pensado acudir con un grupo de especialistas para fomentar una toma de decisiones informada por parte de los representantes.

    La directora de Sunú se estrena en el arte documental con una mirada potente y un voz que se alza sin temor. “El documental es algo fabuloso, estás grabando la historia de ese momento, sea con dinero o sin dinero, se haya caído la narrativa a la mitad de la película o no, estás documentando algo real.” Gracias a la tecnología que tenemos a nuestro alcance, afirma que hoy en día el documental es una herramienta activa que “tiene una potencia más grande que la ficción.”

    Antes de despedirse, Camou Guerrero confesó que desarrolla una idea para su siguiente película para la cual tiene la intención de retomar su formación como titiritera. Por lo pronto, Sunú estará en gira nacional con Ambulante hasta finales de junio, además de continuar en su recorrido internacional hasta finales de año. En ese momento, Teresa asegura que la película estará disponible en la red.

    Para más información sobre la película visita http://sunudoc.com/

    Fuente: http://www.letraslibres.com/blogs/en-pantalla/sunu-una-charla-con-teresa-camou-guerrero

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    México: En educación no hay tiempo que perder para mejorar la calidad del servicio: De Lucas Hopkins

    Hermosillo, Sonora / 04 de mayo de 2016 / Por: CanalSonora / Fuente: http://h.canalsonora.com

    La educación de los sonorenses es un tema sensible y de alta prioridad para el Gobierno del Estado, aseguró el Secretario de Educación y Cultura, Ernesto De Lucas Hopkins, al arrancar las reuniones de trabajo con la estructura educativa, con el objetivo de que el inicio del ciclo escolar 2016-2017 se lleve a cabo sin contratiempos, en los casi cuatro mil planteles educativos de nivel básico de Sonora.

    Atendiendo la instrucción de la Gobernadora Claudia Pavlovich, el titular de la SEC señaló que visitará cada una de las siete regiones estratégicas en que se dividió la entidad, para analizar en coordinación con Jefes de Sector y Supervisores Escolares de preescolar, primaria y secundaria, las principales acciones a implementar para que más de 627 mil alumnos reciban un servicio de calidad.

    “Estamos trabajando de manera anticipada para que el arranque del próximo ciclo sea en las mejores condiciones, como nos instruyó la Gobernadora Claudia Pavlovich. Vamos a definir una agenda específica de trabajo, que incluya los temas prioritarios desde el punto de vista de padres de familia, directivos, docentes y alumnos”, reiteró.

    De Lucas Hopkins subrayó la importancia de devolverle al magisterio el papel tan relevante que desempeñan en el desarrollo de la sociedad, a través de la dignificación de su labor y el mejoramiento de las condiciones en que se desenvuelven.

    “Los maestros volverán a ser escuchados por las autoridades educativas y de gobierno, pero lo que es más importante, volverán a ser el principal punto de referencia para la toma de decisiones que impacten directamente a los centros escolares”, afirmó.

    El Secretario de Educación y Cultura comentó que tienen la responsabilidad de responder a las expectativas de los sonorenses y garantizarle a la ciudadanía que todos los programas serán implementados con eficiencia, transparencia y equidad, para que todos los niños de Sonora tengan una educación digna.

    Agregó que a partir del próximo ciclo se trabajará con base en un modelo educativo denominado ACA Sonora, cuyas metas son garantizar la asistencia a las escuelas de todos los niños de entre 3 y 17 años; que cada uno de los estudiantes concluya su preparación hasta nivel medio superior y elevar el aprovechamiento académico en Español y Matemáticas, para que Sonora vuelva a ser líder en educación.

    Fuente de la noticia: http://h.canalsonora.com/en-educacion-no-hay-tiempo-que-perder-para-mejorar-la-calidad-del-servicio-de-lucas-hopkins/

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    En México: El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) emite criterios para evaluación docente 2016-2017

    Entrarán en vigor este jueves 5 de mayo y  tienen como objetivo mostrar los procedimientos con los que se realizará la valoración de los maestros

    CIUDAD DE MÉXICO (04/MAY/2016) / El Informador.com

    El INEE dio a conocer los Lineamientos para llevar a cabo la evaluación del desempeño del personal docente, técnico docente y de quienes ejerzan funciones de dirección y supervisión en educación básica y media superior en el ciclo escolar 2016-2017.

    Entrarán en vigor este jueves, el objetivo es establecer y describir los criterios, fases y procedimientos a los que se sujetarán las autoridades educativas y los organismos descentralizados para llevar a cabo la valoración del personal, para medir la calidad y resultados de sus funciones.

    La evaluación del desempeño de Docentes, Técnicos Docentes y de quienes ejerzan funciones de Dirección y Supervisión tiene como finalidad medir la calidad y los resultados de la función que se desempeñe, así como asegurar que se cumple con el perfil y el compromiso profesional que se requiere.

    El personal del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) que sea acreditado como supervisor deberá comprobar que los procesos de valoración se desarrollen en estricto apego de los lineamientos.

    Durante el desarrollo de la fase de aplicación de instrumentos de evaluación deberá verificar que la sede de aplicación cuente con las condiciones para este proceso; registrar y reportar las posibles incidencias que se susciten.

    El documento, publicado este miércoles en el Diario Oficial de la Federación (DOF), indica que los lineamientos deberán hacerse del conocimiento público a través del portal en internet www.inee.edu.mx.

    Señala que durante la aplicación de instrumentos podrá haber observadores, quienes deberán estar debidamente acreditados por las autoridades educativas federales y locales, así como por los organismos descentralizados.

    Menciona que cuando el personal evaluado obtenga resultados insuficientes en su primera, segunda o tercera oportunidad, la autoridad educativa u organismo descentralizado deberá determinar el programa de capacitación que deba tomar, conforme a lo establecido en el artículo 53 de la Ley General del Servicio Profesional Docente.

    En caso de que el personal no realice la evaluación del desempeño o no se incorpore a los programas de regularización, la autoridad educativa u organismo descentralizado dará por terminados los efectos de su nombramiento.

     Fuente: http://www.informador.com.mx/mexico/2016/659328/6/el-inee-emite-criterios-para-evaluacion-docente-2016-2017.htm
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    Víctor M. Toledo: “La ecología política llegó para quedarse”

    Una entrevista a Víctor M. Toledo

    Entrevistadora: Sofia Avila Calero

    Víctor Manuel Toledo es un reconocido investigador e intelectual mexicano que desde 1970 desarrolla su trabajo académico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Con una sólida formación en los campos de la biología y la ecología, Toledo ha tenido como principal preocupación el explorar la relación entre las culturas tradicionales y la naturaleza, convirtiéndose en pionero y líder de la etnoecología a nivel mundial.

    En el primer número de Ecología Política (septiembre de 1991), Víctor Toledo publicó un artículo titulado “La resistencia ecológica del campesinado mexicano (en memoria de Ángel Palerm)”. Más de dos décadas después, le hacemos esta entrevista para recorrer algunas de sus aportaciones teóricas más importantes y los vínculos de su pensamiento con la ecología política en México y América Latina.

    Víctor, cuéntanos acerca de tu proceso formativo en el campo de la biología, la ecología y la política, así como el surgimiento de tu interés por explorar los vínculos entre naturaleza, producción y cultura.

    Efectivamente, yo estudié biología y ecología. Mis tesis de licenciatura y maestría son investigaciones en esos campos. Sin embargo, mi salto hacia los temas sociales, culturales y políticos fue producto de un accidente que surgió cuando estaba haciendo una de mis investigaciones sobre los árboles tropicales en Veracruz, particularmente en la selva de Los Tuxtlas. Ahí tenía parcelas de árboles para hacer mediciones, hasta que un día las parcelas habían desaparecido, se habían convertido en un potrero para ganado. Fue entonces cuando me di cuenta de que el objeto de estudio biológico estaba siendo destruido y que era fundamental entender por qué sucedía esto. Un fenómeno que, además, se presentaría cada vez con mayor fuerza.

    El salto hacia los asuntos sociales fue también producto de mi interés por el tema campesino. Lo primero que hice cuando comencé a impartir un curso sobre biología de campo, fue ir a las comunidades campesinas que estaban alrededor de la Estación de Biología Tropical de Los Tuxtlas, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para poder entonces explorar lo extrabiológico. En ese entonces, yo hacía estudios sofisticados sobre polinización por colibrís y otras aves, pero el tema campesino me atrajo. Había muchos ejidos alrededor de esta estación, una de las primeras fundadas por la UNAM y de la cual fui jefe a los veinticuatro años. Curiosamente, he tenido sólo tres puestos de trabajo en toda mi vida y éste fue el primero.

    Así comenzó todo. Con estas experiencias me di cuenta de que había que entender no sólo el mundo natural, sino también la interacción del mismo con los núcleos rurales. Además, este es un tema particularmente importante en México, pues es uno de los poquísimos países en el mundo donde ha habido una reforma agraria efectiva y donde la mayor parte de los recursos naturales y la naturaleza están en manos de ejidos y comunidades, es decir, del sector campesino o social. El único país parecido podría ser India, pero en ese caso el Estado juega un papel muy importante… Quizás China también, pero realmente México es un país único en este sentido.

    Todo esto me llevó, pues, a preguntarme sobre la relación existente entre los procesos naturales y los sociales (sobre todo con relación a la cultura). Lo cual me obligó a tener una mirada integradora que, a su vez, me permitió ir descubriendo que tales relaciones se dan fundamentalmente a través de la producción. Con todo eso, uno de los primeros libros que escribí fue titulado Naturaleza, producción, cultura[1]. Esto devela la sutil importancia de los accidentes o hechos sorpresivos e inusitados.

    En 1992 fundas la revista Etnoecológica[2] y calificas la etnoecología de disciplina subversiva. ¿Podrías hablarnos un poco sobre esto?

    Para 1992, habían pasado más de quince años de lo que platiqué primero. Para ese entonces, ya había escrito un artículo titulado La ecología del ejido (Toledo, 1971), que fue publicado en un libro alrededor del año 1976. Desde entonces, continué interesado en estos temas. Pero el año de 1992 es muy importante por varias razones. En ese año, se realizó en México el Segundo Congreso Internacional de Etnobiología, al que asistió mucha gente de distintas partes del mundo. Este evento se convirtió en un espacio ideal para lanzar la revista con la idea de la etnoecología como una disciplina subversiva. Y es importante decir que esta afirmación la hice desde el punto de vista epistemológico, porque en ese entonces había prácticamente un total desdén por los conocimientos no científicos. El tema campesino, indígena, tradicional, estaba totalmente relegado del interés de la ciencia y, por lo tanto, me parecía que era necesario revalorar y posicionar estos conocimientos y saberes tradicionales frente a la ciencia moderna.

    El año de 1992 y los dos subsecuentes también representan un momento crucial para la historia de México. Por un lado, surge la propuesta de contrarreforma agraria del presidente Salinas de Gortari, ante la cual yo participé activamente en contra. Y es que, a pesar de que finalmente esta ley se aprobó, su éxito fue relativo. Hoy en día sabemos que lo que se pretendía finalmente no se logró, y eso nos dio muchísimo gusto porque la resistencia campesina aguantó el tremendo embate que representó el principio del neoliberalismo en México. Todo ese proceso está documentado: se publicaron artículos, yo publiqué algunos folletos, participé en debates televisivos, etc. Por otro lado, en 1994 aparece también el levantamiento zapatista. Y este evento histórico se volvió crucial para afirmar la importancia de estudiar las comunidades campesinas, el movimiento campesino y la historia cultural de los núcleos rurales en su relación con la naturaleza: es decir, su importancia civilizatoria y cultural. Sin saberlo, al explorar y defender estos temas, yo comenzaba a hacer ecología política…

    Esa es la historia y el contexto del origen de la revista, que además fue pionera en el campo. La revista duró diez años, luego desapareció bastante tiempo y ahora resurgió con muchos de los seguidores de estas ideas. Estamos muy contentos porque ahora hemos hecho una red sobre el tema y hay decenas de investigadores, con congresos de cientos de jóvenes involucrados en el área. Muy recientemente, apareció también el Journal de Etnoécologie en París, y otra publicación en Brasil, y vienen otras nuevas en Colombia.

    Volviendo atrás, tus estudios universitarios sobre el mundo rural han tenido un importante componente analítico que nos parece que se nutre de tres fuentes: la ecología y el marxismo a la vez que los estudios campesinos y la antropología económica (al estilo de Ángel Palerm, Eric Wolf, Marshall Sahlins…). En este sentido, ¿qué es lo que define el modo de producción campesino y cómo éste lleva a un entendimiento distinto de la sustentabilidad?

    En efecto, a inicios de la década de los años 1970 me interesó mucho el tema de lo que entonces llamábamos ecología humana, pero que en realidad era etnoecología, y era también ecología política. No hay que olvidar que yo soy de la generación del Sesenta y ocho, y esto es algo muy importante. El movimiento del Sesenta y ocho en México fue encabezado por estudiantes de ciencias (físicos, matemáticos, biólogos), no por políticos. Yo, como estudiante de biología, había participado en política. En ese entonces, estaba haciendo mi tesis, pero todos mis compañeros eran los principales dirigentes del movimiento. Entonces, una vez que había descubierto el mundo campesino como tesista de biología, pero que había generado un interés por lo social, rural, cultural, me interesó mucho conectar con el tema del marxismo.

    En 1973, en una estancia en la Universidad de Harvard descubrí un libro que marcó mi visión teórica: El concepto de naturaleza en Marx, de Alfred Schmidt. Este libro lo encontré en una edición inglesa en una librería de Cambridge, Massachusetts en Estados Unidos. Se trataba de una traducción al inglés de su tesis de doctorado, que originalmente estaba escrita en alemán. Tres años después, aparecería el libro en español. El texto de Schmidt me entusiasmó tanto que me hizo entrar en los temas del marxismo. Y justamente en 1976 me fui a hacer un sabático a París para estudiar con Maurice Godelier, Ignacy Sachs y otros estudiosos franceses de esta línea. Me puse a leer muchísimo sobre el tema. Aunque tomé cursos, podría decir que, a diferencia de la formación biológica, mi formación social fue más espontánea, es decir autodidacta. Estando también en París, yo soñaba con hacer una revista que conectara el marxismo con la ecología. Conocí a algunos colegas jóvenes allá, y fue un adelanto de lo que después vendría. Y, en efecto, leí a todos los antropólogos económicos, me involucré aún más con el tema del campesinado en los textos de Ángel Palerm, Eric Wolf, Marshall Sahlins, Clifford Geertz, Rodolfo Stavenhagen y otros.

    Posteriormente, hacia 1980 publiqué un artículo titulado “El modo de producción campesino”, en una revista efímera llamada Antropología y Marxismo, hecha por jóvenes antropólogos de México. Ahora, con el paso del tiempo me doy cuenta de que el título de este artículo es un oxímoron, pues, en el encuentro entre ecología y marxismo, lo que hemos descubierto es que, más que hablar de “modo de producción”, el concepto clave es “metabolismo” o “metabolismo social”. Aunque Marx se basa en el concepto de metabolismo y aborda las relaciones entre sociedad y naturaleza, esto se fue soslayando con las visiones economicistas de tal propuesta. Así, el concepto de “modo de producción” se convirtió en una idea mucho más fuerte y difundida, y en donde la lectura sobre las relaciones entre producción y naturaleza quedó muy limitada. Ahora volvemos a hablar, en nuestro libro con Manuel González de Molina The Social Metabolism, de una fase metabólica en la historia humana, que sería el metabolismo agrario, rural, campesino u orgánico. De cualquier forma, el concepto de “modo de producción” me ayudó en ese entones a delinear y decantar una forma de producir. Otro dato importante es que en 1981 publiqué un artículo llamado “Intercambio ecológico, intercambio económico”, en un libro editado por Enrique Leff (Biosociología y articulación de las ciencias), que es un ensayo que se adelanta a lo que después se entendería como economía ecológica. Entonces, en efecto, mi interés por conectar lo natural con lo social surge del análisis de lo campesino: ese es el objeto central y concreto del enfoque, y lleva como ejes a la teoría ecológica y al marxismo de Marx, no otro.

    A lo largo de tu trayectoria has publicado diversos textos que transitan desde la defensa de una modernidad alternativa hasta una crítica rotunda de la modernidad dominante y su contradicción entre naturaleza y sociedad (tanto en el capitalismo como en el socialismo real). ¿En qué se parece y se diferencia tu posición de la de los postdesarrollistas como Arturo Escobar y Gustavo Esteva?

    La idea de “modernidad alternativa” surge muy en relación con la lectura de Ulrich Beck, autor de La sociedad del riesgo. Al final, yo creo que no hay diferencias mayores con las tesis de Escobar y Esteva. En todo caso, son diferencias de matiz. Lo más importante es que la modernidad alternativa surge como una opción a la crisis de civilización. Esto lo empecé a definir hace muchos años con un artículo publicado en 1992 llamado “Modernidad y ecología”, que salió en México, en España en la revista Ecología Política[3], y posteriormente fue publicado en varios idiomas. A partir de este texto comencé a plantear la idea de que vivimos una crisis de civilización. En esa época casi no se hablaba de esto. Posteriormente comencé a leer los libros de Enrique Dussel, que habla de la “transmodernidad” como opción civilizatoria. Más adelante vendrían otros autores como Boaventura de Sousa Santos, y otros muchos que también reconocen la existencia de una crisis de la civilización moderna.

    Las ideas con relación a esta tesis, que me parece central para el pensamiento alternativo, se han ido afinando, y, conforme la realidad ha confirmado su existencia, se ha ido creando una convergencia entre los diversos pensadores críticos. Creo que estamos caminando cada vez más cercanos. Con Gustavo Esteva, con quien estuve en un evento hace dos años en la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México y muy recientemente en el Primer Congreso Internacional de la Comunalidad en Puebla, hemos sentido esta confluencia, aunque antes sí que diferíamos en muchas cosas. Lo mismo me sucedió con Arturo Escobar, a quien acabo de conocer y escuchar en un congreso latinoamericano en Colombia. Sin lugar a dudas, creo que estamos caminando hacia un punto convergente.

    ¿Cuál sería el rol de las culturas rurales en la construcción de una modernidad alternativa? ¿Consideras ahora que habría que ir más allá de una modernidad alternativa? ¿Te inscribes en la escuela de la descolonialidad de Aníbal Quijano, Walter Mignolo?

    En el proceso de ir descubriendo nuevas dimensiones de la visión crítica del mundo, claro que comparto la idea de la descolonialidad, pero voy más allá de eso. Cada vez estoy más convencido de que un principio fundamental de la modernidad alternativa no se va a construir con ideas, valores y visiones del Norte. Al contrario, creo que no solo las opciones vienen del Sur, sino que las raíces alternativas están en las mismas culturas rurales tradicionales. En otras palabras, la crisis civilizatoria de la modernidad tiene como sus principales focos de inspiración y enclaves de regeneración civilizatoria a esas culturas tradicionales.

    Este planteamiento está claramente expresado en nuestro libro La memoria biocultural, escrito con Narciso Barrera-Bassols, en el cual argumentamos que la crisis del mundo moderno no es un problema económico o tecnológico, sino de concepción del mundo. Y, en este sentido, las culturas tradicionales, que son en realidad culturas premodernas (digamos islas de premodernidad en el mundo de hoy que, aunque conectadas con lo moderno, lo resisten y lo remontan), contienen muchas de las claves para remontar la crisis del mundo moderno. En el contexto rural, que en América Latina se caracteriza por las comunidades indígenas, implica hablar de comunidades de un largo aliento que llevan no sólo cientos sino miles de años reproduciéndose a través de su cultura y sus particulares relaciones con el entorno natural.

    La construcción de una modernidad alternativa va mucho más allá de un debate sobre la descolonización, puesto que plantea la posibilidad de proponer un mundo alternativo frente al mundo posmoderno. Esto tiene que ver con principios y los valores que conforman cosmovisiones (lo que Arturo Escobar llama la “ontología”), que lentamente van develando claves para la reconstrucción; al menos desde el punto de vista teórico.

    Por ejemplo, todo el tema del Buen Vivir, que ha adquirido mucha notoriedad durante los últimos años, representa un reposicionamiento de la cosmovisión y la filosofía indígena andina. En el caso de países como Bolivia y Ecuador, esta idea incluso tomó la forma de leyes constitucionales. Para muchos, el Buen Vivir sustituye el concepto del “desarrollo”, y es una prueba de que la discusión teórica se está dirigiendo hacia el rescate de los valores tradicionales. En México, se acaba de realizar también un Congreso sobre Comunalidad. Este concepto, que ha sido postulado por varios intelectuales indígenas de Oaxaca desde hace al menos dos décadas, representa una suerte de complemento a la idea del Buen Vivir de la zona andina, o bien una aproximación diferente al mismo tema desde lo mesoamericano. Estamos avanzando hacia allá.

    Entonces, ¿cómo entenderíamos las alternativas de otros grupos sociales, tanto rurales como urbanos, tanto en contextos del Norte como del Sur? Particularmente ¿encuentras convergencias entre los principios campesino-indígenas y aquellos que se enmarcan en las ideas del decrecimiento?

    Todas las culturas y conceptos nuevos que he mencionado tienen su raíz histórica y emergente en el Sur. Estas ideas se diferencian del decrecimiento, que es básicamente una idea de origen europeo y de los países industriales. Va incluso también más allá del socialismo ecológico que se ha postulado en Francia por algunos autores. Pero, si bien es cierto que la salida a la crisis del mundo moderno tiene que ver con el rescate de los valores y las cosmovisiones de las culturas tradicionales (indígenas, rurales), esto no quiere decir que estemos postulando un retorno al pasado en un sentido romántico e idealista, sino más bien conjugar lo que se llama “el diálogo de saberes”. Hay que buscar puentes entre las partes constructivas del mundo moderno (que son muchísimas) con los valores, principios y prácticas que provienen del mundo premoderno. La clave está en mirar el futuro ya no como un proceso donde lo innovador se erige destruyendo lo existente, sino partiendo de ello. El pecado capital de la modernidad industrial, tecnocrática, capitalista, consumista, etc. es que se ha querido erigir a partir de las cenizas de la tradición. Es decir, se trata de una imposición en la que se acepta un solo modelo, y por lo contrario lo que se necesita es “un mundo donde quepan muchos mundos”.

    ¿Cómo consideras que ha ido evolucionando la relación entre el movimiento campesino y el movimiento ecologista en general en América Latina? ¿En qué sentido la ecología política se convierte en un campo de pensamiento que sustenta o podría sustentar tales vínculos?

    Este tema lo acabamos de discutir ampliamente en un Congreso que se desarrolló en el año 2014 en Buenos Aires, Argentina. Próximamente se publicará un libro con las principales presentaciones. Este Congreso fue un espacio en el que nos reunimos una docena de los principales autores que hemos estado involucrados en estos temas durante los últimos veinte o treinta años. Mi posición es que en América Latina la preocupación ambiental y el movimiento ambientalista se ha ido moviendo lentamente de expresiones únicamente urbanas y de clase media (que son totalmente válidas), hacia la emergencia, la expansión y una proliferación impresionante de los movimientos rurales. Esos movimientos que Joan Martínez Alier ha llamado “ecologismo de los pobres”.

    Actualmente, toda la región latinoamericana está inundada de procesos de resistencia socioambiental frente a proyectos depredadores. Estamos frente a un movimiento enorme que se expresa en distintas escalas y regiones geográficas. Se trata de un proceso masivo que tiene que ver con resistencias y también con la aparición de proyectos alternativos muy concretos y exitosos: a nivel regional, a escala municipal o a escala de las comunidades. En este contexto, los actores y los movimientos ambientalistas urbanos están combinándose e integrándose a estos nuevos movimientos. Asimismo, el papel de los practicantes de las nuevas disciplinas (agroecología, historia ambiental, economía ecológica y ecología política) y la aparición de sociedades científicas a nivel regional han sido muy importantes. En algunos casos, como el de Brasil, se observa que incluso los ministerios del sector público han coadyuvado a generar una revolución agroecológica (y en el fondo ecopolítica) en América Latina.

    Sin lugar a dudas, algunos gobiernos han contribuido en este sentido. Pero ¿qué podríamos decir sobre las muchas contradicciones que se expresan dentro de los gobiernos progresistas latinoamericanos?

    Desgraciadamente, los gobiernos progresistas están ideológicamente atrasados con respecto a las ideas de la ecología política. En el caso de Venezuela, por ejemplo, en donde el petróleo sigue siendo un elemento vital, los gobiernos no han alcanzado a visualizar la importancia de estos procesos. En otros casos podemos ver cómo los gobiernos manejan una doble política, como lo es el caso de Brasil. En ese país, el Ministerio de Agricultura está siendo dirigido por los empresarios agrícolas de los enormes latifundios que desde el Gobierno de Lula han favorecido el modelo agroindustrial de producción de alimentos y la entrada de transgénicos. Sin embargo, por otro lado, el Ministerio de Desarrollo Rural se ha convertido en un espacio en el que tienen cabida todas las propuestas agroecológicas. Casos como este demuestran un avance, pero también reflejan una suerte de esquizofrenia, porque no hay una claridad teórica respecto a lo que debe ser un gobierno enfocado hacia las tendencias de la ecología política, la agroecología y la economía ecológica. Quizá un poco la excepción sería Bolivia, pues, si bien tiene sus contradicciones, uno de sus postulados centrales del gobierno de Evo Morales ha sido la agricultura ecológica.

    A lo largo de tu trabajo has enfatizado el papel de la autogestión y la autosuficiencia como elementos clave de las luchas políticas indígenas y campesinas. ¿Podrías hablarnos del caso de los pueblos indígenas de Chiapas? ¿Cómo se relaciona el neozapatismo con las muchísimas experiencias autogestionarias que existen hoy en día en diversas latitudes?

    El caso de Chiapas es muy interesante porque alberga el principal proceso de rebelión indígena en toda la región latinoamericana, ocurrido hace ya varias décadas. Pero que paradójicamente con el neozapatismo conviven numerosas experiencias alternativas, especialmente de comunidades y cooperativas de inspiración ecológica. Actualmente, en Chiapas hay unas ciento veinte experiencias de organizaciones productivas rurales, sobre todo cooperativas de café orgánico, todas indígenas y muy exitosas.

    En este contexto, han ocurrido dos procesos independientes. Por un lado, los zapatistas no han querido abrir sus fronteras para compartir su experiencia con aquello que yo llamo “el otro zapatismo”. Este “otro zapatismo” está más impregnado de los fundamentos ecológicos y de los principios de la ecología política. Afortunadamente, durante los últimos años han surgido procesos similares (cooperativas de café, ecoturismo, etc.) dentro de los territorios zapatistas, que representan por lo menos la mitad del territorio del estado de Chiapas. Creo que al final de cuentas el zapatismo es todavía una expresión de una visión basada en el guevarismo y el foquismo, es decir, favoreciendo la alternativa armada. Esto me parece un acto de debilidad, porque las experiencias exitosas en México, incluyendo las de Chiapas, son las que han sido capaces de negociar y de recibir apoyo por parte de los gobiernos, en todas las escalas, o de empresas, fundaciones, iglesias y organismos internacionales, sin que esto implique una pérdida de su capacidad autogestionaria y autonómica.

    El “otro zapatismo” engloba iniciativas de autogestión y autonomía no armada, que rescatan las cosmovisiones indígenas sobre la naturaleza. Estas iniciativas toman cuerpo en el mundo actual, se insertan en los mercados al tiempo que no pierden su capacidad de autogestión, haciendo avances muy notables. Por ejemplo, en el estado de Puebla (México) destaca la cooperativa de café orgánico Tosepan Titataniske (que significa “Unidos Venceremos” en náhuatl). Esta cooperativa indígena ha involucrado a más de sesenta municipios que producen café orgánico, pimienta, miel, bambú, cosméticos, etc. La Tosepan ha permitido que las mujeres se organicen en otras cooperativas; se han desarrollado proyectos ecoturísticos, culturales y educativos. Las comunidades tienen ya alrededor de diez mil casas construidas bajo los cánones del hogar ecológico, y también poseen un banco del pueblo (“tosepantomi”), con más treinta mil socios. Es decir, prácticamente el Estado no existe ahí, pues ha sido sustituido por la sociedad organizada, y para ello no han tenido que tomar las armas, sino recuperar la idea de cooperación y de colectividad. Es simplemente la organización campesina a través de las cooperativas lo que ha creado una región única, un territorio liberado, que nos da muchísima esperanza para que se reproduzca en otras latitudes. Aún más, me parece que, ante el desgaste de la democracia representativa y partidaria, es esa la vía que va a seguirse para la transformación social e incluso civilizatoria.

    Tu más reciente libro Ecocidio en México. La batalla final es por la vida (2015), propone un recorrido sobre diversos proyectos que actualmente existen en México y que representan rutas alternativas para la reproducción socioecológica. ¿Cuáles serían los elementos que comparten estos proyectos y que ayudan a enriquecer la reflexión sobre las alternativas?

    En este último libro, dedico todo un capítulo al tema del “poder social”. Como en otros escritos muy recientes, lo hago sinónimo de “sustentabilidad”, pues desgraciadamente este último concepto ha sido pervertido y mal usado en los discursos oficiales de organismos internacionales, ONGs, gobiernos y sobre todo corporaciones que han integrado la idea de la ecología y la sustentabilidad en sus objetivos, de manera muy superficial y tramposa, es decir cosmética. Por lo tanto, yo he buscado rescatar el concepto de sustentabilidad desde la idea del poder social y ciudadano. Esto quiere decir recuperar las experiencias basadas en los cuatro “autos”: autogestión, autogobierno, autosuficiencia y autodefensa. En México tenemos cientos de ejemplos de experiencias que están siguiendo esta línea.

    En este libro, también hablo del “reloj de la sustentabilidad” como un eje de doce principios que tienen que ver con muchas cosas: economía solidaria, prácticas ecológicamente correctas, democracia participativa, el papel de las asambleas, una educación que rescate los valores y las culturas originarias, entrada a comercios alternativos (ecológicos, justos, orgánicos), etc. Incluye, también, aspectos financieros como la creación de bancos populares y cooperativas de ahorro, en donde normalmente las inversiones tienen un mayor interés y los préstamos están a un menor precio que en los gigantescos bancos comerciales, que son los grandes usureros de la modernidad. Finalmente, estos ejes también incluyen aspectos de comunicación: fundamentalmente a través de periódicos, sitios web y radios comunitarias, pero también a partir del uso de otras tecnologías que se vuelven cada vez más baratas y que permiten generar proyectos alternativos en pequeñas y remotas regiones. Por ejemplo, en el caso de Cherán (Michoacán, México) ya abrieron un canal de televisión y utilizan la robótica para sus invernaderos y la regeneración de los bosques. Hay también pequeñas tecnologías a nivel del hogar para captar agua de lluvia o humedad del ambiente, o energía solar y eólica que se convierten en energía eléctrica, o formas para producir alimentos sanos en la casa, el edificio, el baldío o los parques urbanos.

    El conjunto de estas experiencias nos enseña la emergencia de una revolución silenciosa, o como diría Edgar Morin, de una “metamorfosis” que nos pone frente a novedosos procesos ecopolíticos. Estos procesos avanzan inexorable y exitosamente en un contexto en el que las reformas neoliberales se imponen en el país de manera cada vez más forzada, casi dictatorial. Estamos, pues, ante un cambio de paradigma muy importante: ante la emergencia de procesos subterráneos, rizomáticos y silenciosos que siguen avanzando y que, como han dicho varios autores (entre ellos André Gorz o Boaventura de Sousa Santos), están generando espacios no capitalistas, enclaves “no modernos”, “posmodernos” o “transmodernos”, el término es lo de menos. En este contexto, en el que la ecología política constituye una nueva filosofía que respalda tales procesos, las concepciones clásicas de izquierda quedan limitadas o anacrónicas. Es entonces la suma de esos territorios alternativos o liberados, bajo control social, lo que va construyendo una vía real para enfrentar a los poderes fácticos y hegemónicos, tanto políticos (partidos y gobiernos) como económicos (empresas, corporaciones, mercados, monopolios). Estamos entonces ante el advenimiento de nuevos procesos políticos que nacen desde abajo (o desde las periferias) fundados en la organización del poder social o ciudadano, es decir en la cooperación y la comunalidad, y en los servicios de la naturaleza, una fórmula que es tan antigua como nuestra especie misma. Quizás solo estamos descubriendo lo que se nos ha olvidado. Quizás lo único que estamos haciendo es recordar, recuperar la memoria de la especie, en un mundo de olvidadizos o de amnésicos. Como vemos, la ecología política llegó para quedarse…

    Referencias

    TOLEDO, V. M. (1971). La ecología del ejido. Investigación colectiva.

    TOLEDO, V. M. (1981). “Naturaleza, producción, cultura”. Universidad Veracruzana. Revista Etnoecológica: http://www.etnoecologica.com.mx/.

    TOLEDO, V. M. (1992). “Modernidad y ecología”, Ecología Política, 3: 9-22.

    TOLEDO, V. M. (2015). Ecocidio en México. La batalla final es por la vida. Grijalbo.

    Otras obras destacadas

    BOADA, M.; TOLEDO, V. M. (2003). El Planeta es nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad. Fondo de Cultura Económica.

    TOLEDO, V. M.; CARABIAS, J.; MAPES, C.; TOLEDO, C. (1985). Ecología y autosuficiencia alimentaria. Siglo XXI Editores.

    TOLEDO, V. M.; CARABIAS, J.; TOLEDO, C.; GONZÁLEZ PACHECO, C. (1989). La producción rural en México: Alternativas ecológicas. Editorial Fundación Universo Veintiuno.

    TOLEDO, V. M. (1995). México: diversidad de culturas. CEMEX / Agrupación Sierra Madre.

    TOLEDO, V. M. (2000). La paz en Chiapas: Ecología, luchas indígenas y modernidad alternativa. Ediciones Quinto Sol.

    TOLEDO, V. M.; ALARCÓN-CHAIRES, P.; BARÓN, L. (2002). La modernización rural de México: Un análisis socioecológico. Instituto Nacional de Ecología, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Universidad Nacional Autónoma de México.

    TOLEDO, V. M. (2003). Ecología, espiritualidad y conocimiento: De la sociedad del riesgo a la sociedad sustentable. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y Universidad Iberoamericana.

    [1]. Víctor M. Toledo (1981). Naturaleza, producción, cultura. Universidad Veracruzana.

    [2]. http://www.etnoecologica.com.mx/.

    [3]. Víctor M. Toledo (1992). “Modernidad y ecología”, Ecología Política, 3: 9-22.

    Fuente de la entrevista: http://www.ecologiapolitica.info/?p=3626

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    México: Presentará SEP planes de estudio de educación básica

    México/jornada.unam/2 de Mayo de 2016.

    Ciudad de México. El secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, informó que en fecha próxima la dependencia presentará los nuevos planes y programas de estudio para educación básica, “con los contenidos y pedagogía para el Siglo XXI que forma parte de esta gran transformación”.

    Al visitar la escuela primaria Fray Antonio Margil de Jesús, en la delegación Coyoacán, el funcionario del gobierno federal señaló que estos nuevos planes y programas de estudio son otro elemento esencial de la reforma educativa, en la que el gobierno federal está comprometido.

    En su mensaje inicial a los maestros, alumnos y padres de familia del plantel, el secretario Nuño destacó el aumento a los recursos económicos destinados a la capacitación magisterial, a la infraestructura educativa y el aumento en el acervo bibliográfico en los planteles.

    Acompañado por el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, y del director del Fondo de Cultura Económica, José Carreño Carlon, el titular de la SEP reiteró el compromiso de seguir apoyando la lectura.

    “Les quiero decir que ahora vamos a invertir 100 millones más, es decir vamos a llegar a 300 millones de pesos que nos va a permitir subir de más o menos 6 millones de libros que se repartieron en este ciclo escolar a un poco más de 10 millones para las bibliotecas que están en todas las escuelas del país”, dijo.

    Fuente: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/05/02/presentara-sep-planes-de-estudio-de-educacion-basica

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