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Libro: Clásicos del pensamiento pedagógico mexicano de Gilberto Guevara Niebla

Por: dgespe.

Reunión de textos académicos para orientar la práctica educativa particularmente a nivel elemental. Un estudio del desarrollo que ha tenido la pedagogía en México desde las instituciones educativas prehispánicas como los Calmécac, pasando por el movimiento educativo más importante del país después de la Revolución Mexicana en manos de José Vasconcelos hasta las nuevas tendencias del siglo XXI.

 

Fuente del documento: https://www.cevie-dgespe.com/documentos/inb_30.pdf

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Ética y la inteligencia emocional

Por:  Manuel Alberto Navarro Benítez.

Vivimos en una sociedad que, a costa de los [1]personajes que hacen hincapié sobre un número en una boleta como símbolo absoluto de inteligencia, llevan consecuencias directas e indirectas al educando, sus emociones, y su contexto, cegándolo a veces de por vida, de la infinidad de espacios donde él o ella pueda destacar.

Comenzaré en definir la ética por dos de mis autores favoritos:

“La ética es la práctica de reflexionar sobre lo que vamos a hacer y los motivos por los que vamos a hacerlo” (Savater, 2012, pág. 14).

“Toda la Ética se basa en ser consciente de las consecuencias de las acciones” (Goleman & Senge, 2016, pág. 67).

Donde concuerdo ampliamente que la formación del educando y el papel del docente sobre la ética debe llevarse seriamente y a más profundidad en nuestro día a día, logrando “formar personas autónomas e independientes”. (Savater, 2012, pág. 36).

Además, del gran olvido sobre la ética y lo emocional en la educación,donde podemos apreciar que, más allá de una inteligencia cognitiva, en la inteligencia emocional, es muy importante tomar en cuenta la ética y la actitud para llevarla a cabo con éxito. “el buen trabajo requiere entusiasmo, ética y excelencia” (Goleman & Senge, 2016, pág. 18).

Es necesario, un gran desarrollo de la autoconciencia como partícipes de la educación con todos los que interactuamos y más, con los educandos cuando les inculcamos sobre el importantísimo papel que tiene cada uno en la vida “los nuevos descubrimientos parecen indicar el modo en que las regiones cerebrales relacionadas con la autoconciencia nos ayudan a aplicar la ética y a tomar decisiones en general” (Goleman, 2013, pág. 17).

Ahora bien, necesitamos empezar a interpolar en los temas ético-emocionales; la reflexión crítica sobre sus aplicaciones en qué momento puede llegar a ser una política pública de cambio social y educativo, concientizando porqué impacta en nosotros, promoviendo la autoconciencia de sus actos a nivel personal e interpersonal, sobre la aplicación y respeto en las diversas jerarquías de los personajes en la educación.

Impulsando y motivando a la investigación a nuestros personajes en fuentes verídicas para entender el impacto en la sociedad actual y futura “el interés es necesario para que los estudiantes mantengan la atención y logren una adecuada aprehensión de los conocimientos” (Frías, 2000, pág. 21), aterrizando y rompiendo lo absoluto de la inteligencia cognitiva de su posicionamiento social, como nos maneja el jurista y filósofo Hans Kelsen, realizar casos prácticos, lúdicos, reales que granjeen su atención y dejar atrás todos aquellos modos tradicionales. “del pensamiento crítico en el aula es que en el salón de clases se incluyan problemas relacionados con el mundo real, y que no sólo se recurra a ejercicios artificiales” (Frías, 2000, pág. 23).

Y, si bien puede haber cierta resistencia por parte de algunos personajes, los que entendemos esto y queremos un cambio, debemos mostrar iniciativa en este campo que no se ha desarrollado y se ha infravalorado sobre las demás materias por lo que debe contar con “un  manejo democrático de los puntos de vista; mostrar ‘coraje intelectual’ para soportar la resistencia de los estudiantes al cambio; tomar riesgos, experimentar, ser humilde, resistirse a la arrogancia y demostrar claridad” (Frías, 2000, pág. 29).

Continuando con la importancia, me es menester enfatizar que a veces no estamos dando ejemplo en la calle, en la casa, en un proceso administrativo, en la misma escuela y, recodemos muy bien que todos nos ven y a veces por una acción les recordarán siempre como dice Savater “todas mis decisiones dejan huella en mí mismo antes de dejarla en el mundo que me rodea” (1998, pág. 117).

Una calificación tendrá su debida relevancia, pero el verdadero tesoro es el aprendizaje que dejas en cada acción, y éste no lleva ningún número.

 

Bibliografía
Frías, B. (2000). Pensamiento crítico y creativo. Trillas.

Goleman, D. (2013). El cerebro y la inteligencia emocional: Nuevos descubrimientos. Barcelona, España: Ediciones B, S. A.

Goleman, D., & Senge, P. (2016). Triple focus: Un nuevo planteamiento de la educación. Barcelona, España: Ediciones B, S. A.

Savater, F. (1998). Ética para amador. Barcelona, España: Ariel. S. A.

Savater, F. (2012). Ética de urgencia. Barcelona, España: Grupo Planeta.

[1]Por personaje entenderemos a los participantes de la educación: institución, educando, docente, padres de familia, etcétera.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/etica-y-la-inteligencia-emocional/

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Jóvenes construyendo el futuro. ¿Realmente mejora las experiencias educativas?

Por: Educación Futura

Dentro del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, es notorio que el proyecto educativo se centra en ofrecer programas para la juventud. Lo anterior, no resulta extraño, porque el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha subrayado en reiteradas ocasiones la necesidad de contar con programas que faciliten a los jóvenes el acceso a la vida laboral y fortalecer las condiciones para la continuidad de su trayecto educativo porque en un futuro serán quienes tomen las decisiones del país. Así también, destacar que algunos jóvenes al ser padres y e incorporarse al programa se ambiciona que mejoren su compromiso para educar a sus hijos. Hay buenos propósitos en los programas de inserción al mercado laboral para la juventud, entendido como la incorporación de los jóvenes a la actividad económica y productiva del país e incluso para algunas sociedades occidentales representa la forma de medir el nivel de bienestar social de su población.

Sin duda, son escenarios optimistas con la expectativa de que se generen incrementos en los indicadores de ocupación, de empleo, de economía, de educación, de desarrollo sostenible, de calidad de vida, entre otros. Y naturalmente, tener presente que los programas buscan disminuir y prevenir problemáticas. Concretamente, “jóvenes construyendo el futuro” es un programa del PND 2019-2024, creado en el marco de la política social para el desarrollo sostenible y la educación y que se ofrece a mexicanos y mexicanas, con edades que van de entre los 18 a los 29 años de edad que se encuentran sin empleo o que se les ha dificultado encontrar trabajo.

Los jóvenes una vez que se inscriban a través de una plataforma, una vez aceptados por las empresas, las instituciones públicas y las organizaciones, recibirán por parte del gobierno federal la cantidad mensual de 3 mil 600 pesos, a la par de resultados de parte de sus empleadores en torno a su desempeño laboral. Pero, en particular, tratándose de jóvenes egresados de media superior o con avances de estudios en licenciatura, la pretensión es que se motiven a continuar con sus estudios de nivel superior y a cambio reciban un apoyo económico, desarrollar experiencia laboral e inserción al trabajo.

Es así, que el gobierno de México implementa estrategias en materia de política laboral y con vinculación al sector productivo de nuestro país ya que se ofrece a los jóvenes que al ingresar al programa “el 70% de los inscritos colaborarán en el sector privado, el 20% en el sector público y el 10% en organizaciones sin ánimo de lucro” (Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo, 2018, p. 1).

Sin embargo, es necesario analizar el impacto estratégico del programa jóvenes construyendo el futuro, porque en las propias voces de las personas que se han incorporado al programa manifiestan que lo menos que planean es permanecer en los programas laborales, porque no se apegan a sus aspiraciones o porque las funciones que realizan, en nada, se vinculan con lo que estudiaron, ni siquiera consideran que impactan para mejorar sus experiencias laborales.

Los protagonistas tienen las claves de lo que se puede mejorar, porque la realidad es que el programa fue creado con propósitos que no están ni cerca de cumplirse. Por su parte, el reto de un programa, no solo reside en la disyuntiva de ofrecer empleo o de considerar que se solucionan algunas variables porque entonces estaremos resolviendo otro tipo de problemas.

La buena noticia es que es en torno a los resultados de las detecciones es posible mejorar la aproximación y conexión entre empleadores, académicos, representantes de la iniciativa programa “jóvenes construyendo el futuro” y beneficiarios del programa para que sea más satisfactoria la experiencia laboral y formativa para todos y menos asociada a un ámbito de conveniencia, o vacío por falta de realización personal, social, laboral y entonces ¿a que le llamamos progreso o avances de bienestar?. Son tensiones de la sociedad que tienen que ver con la complejidad de los contextos donde se mueve. Sin duda, es necesario crear puentes y no muros, revisar los programas e implementar nuevos filtros o criterios para mejorar el impacto de los proyectos que se ofrecen a los jóvenes a mediano y largo plazo.

También, sin duda, hay que dar más tiempo porque son propuestas que están iniciando en el sexenio de Obrador como mandatario y hay buenos propósitos, pero también es necesario aportar mejoras en torno al impacto de los programas que se ofertan a la juventud, porque sus escenarios no solo radican en el valor social, sino económico, educativo, de bienestar y de ética. Además los programas una vez creados no se trata de presentarlos y luego, hecho lo anterior no se vuelve a tocar el tema, es necesario el análisis de una mejora continua. Sin duda, es necesario discutir a profundidad estas propuestas.  Insertarse al mercado laboral, no es sólo una forma de ganarse la vida económica,. Es, sobre todo, una forma realizarse y aportar mejoras en beneficio de la vida de los otros.

Referencias:

Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo (11 de diciembre de 2018). Programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, oportunidad educativa y laboral. [Mensaje en un blog]. Recuperado de: https://www.gob.mx/profedet/es/articulos/programa-jovenes-construyendo-el-futuro-oportunidad-educativa-y-laboral-184843?idiom=es

 

 

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Estados Unidos: la verdad detrás de las deudas estudiantiles

Redacción: News Week Español

Solicitar préstamos para continuar los estudios es absolutamente innecesario. Aquí te explicamos por qué.

La realidad es evidente: unos 45 millones de estadounidenses tienen una impresionante deuda estudiantil que asciende a 1.6 billones de dólares. Hablamos de uno de cada cuatro adultos, casi el doble de quienes recibieron préstamos universitarios hace 15 años. La cifra de millennials es de uno de cada tres, y muchos adultos jóvenes argumentan que la deuda les impide comprar casa, casarse, procrear una familia o mudarse del sótano de sus padres.

En esos 15 años, la cantidad promedio de un préstamo para pregrado [licenciatura] se ha disparado 60 por ciento, y lo mismo ha sucedido con el impago. Más de la cuarta parte de los estudiantes no puede seguir solventando la deuda 12 meses después de recibir el préstamo mientras que, hace unos pocos años, esa proporción era de apenas 18 por ciento. Es más, se espera que el porcentaje alcance 40 por ciento en 2023. El incumplimiento de deuda se acompaña de muchos problemas: arruina la calificación crediticia; aniquila toda posibilidad de obtener otros préstamos, y rentar o comprar apartamento; y algunos lugares incluso revocan las licencias profesionales.

 

Los préstamos nuevos, sobre todo para estudiantes de licenciatura, han registrado una caída anual en los últimos siete años. Foto: Eduardo Muñoz Álvarez/Getty

 

Por ello, no sorprende que mucha gente hable de “crisis” al describir la deuda estudiantil de estos tiempos. Y tampoco que los préstamos universitarios y el sufrimiento que causan se hayan convertido en temas candentes de la campaña presidencial estadounidense de 2020. Casi todos los candidatos recurren a hipérboles y hacen propuestas para aliviar la deuda, desde mesuradas (Kamala Harris, Beto O’Rourke) hasta drásticas (Bernie Sanders, Elizabeth Warren).

Muchos expertos señalan que, si bien es innegable que algunos deudores estudiantiles enfrentan graves dificultades, es un error afirmar que todo el sistema se ha averiado. Además, esa narrativa catastrófica ensombrece aspectos clave de los empréstitos. Por ejemplo, que son contadas las deudas que exceden 100,000 dólares, y que los estudiantes con las deudas más pequeñas tienden a ser los que más padecen.

“Hablar de crisis falsea la situación”, asegura Sandy Baum, del Centro para Datos y Políticas Educativas en Urban Institute. “No todos los deudores han arruinado sus vidas. La verdad es que el acceso a empréstitos escolares aumenta las oportunidades educativas de muchas personas. Para muchos, es una inversión bien redituada. Y también es cierto que algunos enfrentan problemas graves debido a los préstamos”.

“No es una situación monolítica”, agrega Baum.

Ceremonia de graduación de Stanford, en junio pasado. Foto: Liu Guanguan/China News Service/VCG/Getty

New America, grupo de expertos de Washington, D. C., está por publicar una encuesta que demuestra cuánto se ha generalizado este error de percepción. La abrumadora mayoría de los participantes opinó que los préstamos estudiantiles eran la principal fuente de deuda de los consumidores estadounidenses (de hecho, son las hipotecas, y por mucho) y exageró drásticamente las sumas que reciben los estudiantes, así como el porcentaje de individuos que han incumplido sus empréstitos.

“Temo que los estudiantes estén recibiendo el mensaje de que los préstamos son malos y de que jamás deben pedir un centavo de ayuda para la educación superior”, señala Rachel Fishman, subdirectora de investigaciones en el programa de políticas educativas de New America. “Y dados los costos de la universidad, semejante postura es absurda para buena parte de las familias”.

Hay seis aspectos clave de la deuda estudiantil estadounidense que suelen pasar inadvertidos y que, no obstante, son críticos para informar el debate nacional sobre la reforma del sistema.

AUNQUE NO LO CREA: LOS EMPRÉSTITOS SE HAN REDUCIDO DURANTE SIETE AÑOS CONSECUTIVOS.

La cifra que se cita más comúnmente es 1.6 billones de dólares, y contempla el total de la deuda pendiente para educación superior, la cual ha crecido de manera exponencial desde 2006, cuando sumaba escasos 480,000 millones de dólares. Esto indica que los empréstitos estudiantiles exceden con mucho la deuda crediticia de Estados Unidos y los préstamos para autos, mientras que ocupan el segundo sitio respecto de las hipotecas y las segundas hipotecas sobre la vivienda, que, en conjunto, representan 9.7 billones de dólares: la mayor fuente de deuda del consumidor estadounidense.

Cierto, 1.6 billones de dólares es una cantidad preocupante. Pero esconde una tendencia opuesta igual de importante y que muchas personas desconocen: en los últimos años, los universitarios han pedido menos y no más préstamos. De hecho, los empréstitos nuevos (y lo importante aquí es el adjetivo “nuevos”) han caído anualmente a lo largo de los últimos siete años.

Las cifras cuentan una historia: según la organización College Board, el año pasado los préstamos federales para pregrado cayeron a 4,510 dólares por estudiante, respecto de los 5,830 dólares del ciclo escolar 2010-2011. Y los empréstitos anuales para familias y alumnos de todas las instituciones de educación superior también se desplomaron: de un máximo de 127.7 mil millones de dólares en 2010-2011 a 105.5 mil millones el año pasado.

¿A qué se debe esta caída? Para empezar, menos personas están ingresando en universidades y escuelas de posgrado, por lo que no solicitan préstamos. La educación superior suele aumentar en épocas de recesión —cuando la gente no encuentra empleo— y disminuye cuando la economía se recupera. Baum afirma que este patrón se observó después de la crisis financiera de 2008. Asimismo, cuando mejora el clima económico, los progenitores tienen más capacidad para costear una universidad, y esto contribuye a que los estudiantes dependientes se abstengan de solicitar préstamos. En opinión de Baum, otro factor ha sido que, en los últimos años, se ha registrado una caída en la cantidad de escuelas privadas, las cuales requieren de más empréstitos.

Insignia que porta un estudiante durante una protesta en la Universidad del Sur de Maine. Foto: Shawn Patrick Ouellette/Portland Press Herald/Getty

Por su parte, la recuperación económica ha propiciado que estados y escuelas hagan más esfuerzos para refrenar costos y préstamos. A decir de The Institute for College Access & Success (TICAS), después de la última gran recesión, los gastos estatales en educación superior reflejaron un incremento promedio de 23 por ciento durante el periodo de cuatro años concluido en 2016. Además, TICAS halló que los estudiantes de pregrado de universidades públicas y privadas que cursan carreras de cuatro años tienen mayor probabilidad de obtener becas directamente en las escuelas, cuyos préstamos suelen ofrecer alrededor de 1,000 dólares adicionales.

Lo que no explican estos datos es si la caída de los empréstitos es parte de la respuesta a la creciente negatividad de la narrativa. Fishman ha observado un cambio de actitud en sus grupos de enfoque. “Hace unos años la gente decía: ‘El préstamo es un medio para alcanzar un fin, y lo necesito para ir a la universidad’”, explica. “Ahora la actitud es: ‘Haré todo lo posible para evitar un préstamo’”.

La caída de los préstamos estudiantiles parece contradecir todo lo que pueden haberle contado últimamente, pero no es así, porque se trata de dos medidas diferentes: deuda total vs. empréstitos nuevos. Lo que ha impulsado el crecimiento de la deuda estudiantil total es la acumulación de intereses en los préstamos más añejos, sobre todo porque más deudores están inscribiéndose en programas de repago basados en el ingreso. Esos esquemas, que se han expandido varias veces durante la última década, permiten que el deudor reduzca los montos mensuales prolongando el pago de su deuda a 20 o 25 años, en vez de los 10 años convencionales. No obstante, los intereses se acumulan e incrementan la cantidad adeudada. Casi la mitad de los empréstitos pagados en la actualidad están inscritos en algún programa basado en el ingreso, respecto del 27 por ciento registrado hace apenas cuatro años.

Otro elemento que ha contribuido al aumento de la deuda total es que familias y estudiantes de posgrado están pidiendo montos muy altos. Y aun cuando son muy pocas las personas que hacen esto, el impacto en el saldo de la deuda total es enorme.

MUY POCOS DEBEN 100,000 DÓLARES O MÁS

Si hablamos de cantidades absolutas, son raras las personas que tienen deudas de seis dígitos, a quienes Fishman describe como “unicornios en la tierra de los préstamos”. Si bien solo 6 por ciento de la deuda estudiantil consiste en saldos de 100,000 dólares o más, College Board enfatiza que, en términos de dólares, esas cuentas son enormes y equivalen a un tercio de la deuda total.

El club de los 100,000 dólares está integrado, sobre todo, por estudiantes de posgrado; y la membresía aumenta rápidamente. De los deudores que terminaron sus estudios universitarios y empezaron a pagar sus préstamos en 2014, 20 por ciento tenía deudas de más de 100,000 dólares, más del doble del 8 por ciento registrado en el año 2000, señala Adam Looney, economista del Instituto Brookings. Y según informa College Board, la mitad de los prestatarios con licenciatura (digamos, médicos, abogados, dentistas) deben 100,000 dólares o más, y 20 por ciento adeuda 200,000 dólares o más. Además, esas cantidades no incluyen los préstamos de pregrado.

La orgía de empréstitos inició hace una década, con el programa PLUS para préstamos de posgrado, el cual proporcionaba el costo total de los estudios —sin otra ayuda adicional— mediante una investigación crediticia muy superficial. Por su parte, el gobierno aumentó su préstamo de 18,500 dólares anuales a 20,500 dólares al año para los alumnos de pregrado de Stanford, y facilitó el proceso de préstamo para estudiantes de programas privados y en línea.

Muchos estudiantes que ya habían ingresado en el mercado laboral (el cual recompensa los títulos con salarios más altos) aprovecharon los nuevos programas de financiación para hacer un posgrado. Y esa inversión redituó en muchos casos. En 2014, los deudores con préstamos estudiantiles de 50,000 dólares o más (el empréstito de posgrado promedio) empezaron a ganar casi el doble que quienes habían recibido préstamos más bajos, y sus tasas de impago fueron más bajas.

Pero pronto comenzaron a aparecer las grietas. Cada vez más deudores de posgrado asistían a escuelas privadas, pese a que rara vez conducen a buenos empleos (en 2014, 17 por ciento estudió en instituciones privadas contra apenas 1 por ciento en 1990). Y con miras a reducir los pagos iniciales, una población estudiantil cada vez más numerosa empezó a optar por programas de repago basados en el ingreso (y los intereses siguieron acumulándose). El resultado: por primera vez en años, quienes recibieron grandes montos debían más que cuando se graduaron, a pesar de haber pagado sus préstamos durante varios años.

“Muchos de estos prestatarios están teniendo dificultades”, dice Looney. “No me inquietan tanto los médicos, los abogados ni los administradores de empresas, quienes podrán salir adelante. Lo que me preocupa son las personas que pidieron grandes préstamos para asistir a programas que no tenían valor para el mercado laboral”.

Otra tendencia preocupante: el reciente auge del empréstito familiar. Aun cuando hay menos de un millón de progenitores entre los 45 millones de deudores estudiantiles, las cantidades que solicitan tienden a ser muy elevadas. El año pasado, el empréstito familiar típico era de 16,452 dólares (incremento de 42 por ciento a lo largo de una década) y, encima, muchos padres piden préstamos durante cada año que un hijo o una hija pasa en la universidad; y a veces, para varios hijos. Así, según datos de Urban Institute, los préstamos familiares representan hoy 23 por ciento de los 1.6 billones de dólares en deuda estudiantil, incremento de 14 por ciento respecto de hace cinco años.

Pese a que las familias pudientes y de clase media son las más propensas a solicitar préstamos, una cantidad importante de hogares de bajos ingresos obtienen préstamos PLUS, incluidas 16 por ciento de las familias con ingresos inferiores a 20,000 dólares anuales. Las tasas de impago suelen ser bajas, pero este riesgo es mucho mayor para algunos grupos; en particular, las familias con hijos en escuelas privadas, como la Universidad Strayer, la Escuela Intercontinental Estadounidense o la Universidad Walden.

Y aunque no incumplan, estos préstamos son problemáticos para los progenitores que están por jubilarse, época en que el ingreso mengua y no pueden tener deudas. Urban Institute precisa que la cuarta parte de los padres con préstamos PLUS tienen 60 años o más, y casi la mitad percibe menos de 50,000 dólares anuales.

“Temo por los padres que quieren dar una oportunidad a sus hijos y no encuentran otra manera de hacerlo”, lamenta Baum, coautora del informe.

LA MAYORÍA DE LOS UNIVERSITARIOS DEBE MENOS DE LO QUE SE DICE

Hay una estadística que tiende a citarse casi tanto como la cifra de deuda total: después de cuatro años de universidad, los graduados salen de la escuela con una deuda de 30,000 dólares (exactamente 29,650 dólares, según TICAS). Y aun cuando esa cantidad ha permanecido casi sin cambios durante cinco años, equivale a más del doble del préstamo para licenciatura otorgado en 1996.

Pero hay un detalle: ese “promedio” está muy sesgado debido a los fuertes préstamos de una minoría estudiantil (casi siempre, individuos independientes y de más edad, quienes pueden solicitar préstamos más jugosos), y no refleja las circunstancias del universitario típico. De hecho, tres cuartas partes de los estudiantes de licenciaturas de cuatro años en universidades públicas, y dos tercios de sus homólogos en escuelas privadas, terminan con deudas de menos de 30,000 dólares. Por otra parte, la mitad de los prestatarios han pedido menos de 20,000 dólares y cuatro de cada diez recibieron menos de 10,000 dólares. Por último, tres de cada diez licenciados no tienen deuda alguna.

Es evidente que una deuda universitaria de cualquier tamaño es un lastre para un joven que apenas comienza. Sin embargo, hay otros factores que influyen tanto o más en la decisión de los millennials de abstenerse de cosas como comprar casa o iniciar una familia. Por ejemplo, la vivienda se ha vuelto muy costosa: el salario anual promedio no alcanza para que los residentes de 70 por ciento de los condados estadounidenses compren una vivienda de nivel medio. También consideremos el costo de la atención infantil: una encuesta reciente de Care.com halló que 70 por ciento de las familias paga más de 10 por ciento del ingreso en este rubro, y casi la mitad paga 15 por ciento o más de su ingreso.

Ahora bien, dado que un título universitario mejora las oportunidades de empleo y los salarios más altos, los préstamos para licenciatura son una inversión redituable para muchos, y les permite costear tanto la vivienda como la atención infantil. La licenciatura típica de cuatro años redunda en salarios 70 por ciento más elevados que un simple diploma de bachiller, mientras que los títulos avanzados se traducen en sueldos hasta 120 por ciento o más altos.

LOS DEUDORES PEQUEÑOS TIENEN MÁS PROBLEMAS

¿Qué sucede con los estudiantes que no terminan la universidad, los que piden préstamos y abandonan sus estudios antes de titularse? Esas personas terminan con empréstitos relativamente pequeños, pero sin los beneficios de una licenciatura. Y resulta que, más que el préstamo, esos beneficios son un factor crítico para los resultados.

Veamos esto: casi la mitad de los deudores que incumplen no obtuvieron un título universitario y, de ellos, dos terceras partes adeudan menos de 10,000 dólares, revela un análisis reciente de Ben Miller, vicepresidente de educación postsecundaria en el Centro para el Progreso Estadounidense, y agrega que casi 35 por ciento debe menos de 5,000 dólares. Asimismo, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York afirma que quienes han incurrido en una deuda estudiantil superior a 100,000 dólares tienen 50 por ciento más probabilidades de incumplir que quienes obtuvieron un empréstito menor a 5,000 dólares.

“Desconocemos la causa precisa de las dificultades que enfrentan estos prestatarios [de pequeños montos] —escribió Miller—, pero una explicación podría ser que sus ingresos no son suficientes para permitir el pago de la deuda, lo que significa que cargamos con todos los gastos y ninguna de las recompensas de la educación universitaria”.

Evento de contratación para ciberseguridad en Long Beach, California. Foto: Brittany Murray/Medianews Group/Long Beach Press-Telegram/Getty

Hace tiempo que este problema ha pasado inadvertido, previene Judith Scott-Clayton, profesora asociada de economía y educación en Teachers College, Universidad de Columbia. “Se habla mucho de los estudiantes con deudas de más de 100,000 dólares y de la presión que [esos empréstitos] ejercen en su calidad de vida, y en su capacidad para adquirir una casa, tener hijos o hacer todo lo supone la adultez”, agrega. “No pretendo minimizar la dimensión del problema, pero si analizas la situación fríamente, verás que los prestatarios con menos deuda son los que sufren más, los que encaran las consecuencias y las implicaciones financieras más graves, y los que más ayuda necesitan”.

Reconocer esto supone repercusiones políticas muy serias, prosigue Scott-Clayton, quien ha comparecido ante el Senado en tres ocasiones como experta en investigaciones y políticas de ayuda financiera. La profesora añade: “Nuestra respuesta sería distinta si, en vez de pensar que el problema más urgente es la cantidad de estudiantes endeudados, abordamos este asunto desde la perspectiva de que más deudores puedan sobrellevar los pagos”.

Por otro lado, la tasa de impago de los estudiantes que asisten a escuelas privadas es mucho mayor que el promedio: TICA informa que 30 por ciento de los licenciados en instituciones con fines de lucro incumplieron sus préstamos 12 años después de iniciar sus estudios, contra 5 por ciento de los egresados de escuelas públicas o privadas no lucrativas. Otros grupos con un riesgo de incumplimiento superior al promedio incluyen a los estudiantes de hogares de bajos ingresos, los alumnos que son los primeros de su familia en asistir a la universidad, y los afroestadounidenses.

ESTUDIANTES Y FAMILIAS AFROESTADOUNIDENSES TIENEN MÁS DIFICULTADES

Si hay un grupo para el que la palabra “crisis” describe la experiencia de la deuda estudiantil, ese es el segmento de alumnos y familias afroestadounidenses. Los estudiantes negros tienen muchas más probabilidades de pedir préstamos (17 puntos más), obtienen préstamos más grandes (hasta el doble, en promedio), y su tasa de incumplimiento es más alta (38 por ciento incumple a los 12 años de haber iniciado los estudios, vs. 12 por ciento de los universitarios blancos).

Scott-Clayton —cuyas investigaciones recientes se han centrado en los alarmantes patrones de incumplimiento de deuda estudiantil—, comenta: “Lo más perturbador no es que existan estas disparidades, sino su magnitud”.

A diferencia de otros grupos, una licenciatura no evita que los deudores afroestadounidenses tengan dificultades. De hecho, un egresado negro tiene más probabilidades de incumplir su deuda que un blanco que abandonó los estudios.

Y el título tampoco les ayuda a saldar sus préstamos universitarios: a 12 años de iniciar sus estudios, el promedio de los graduados negros debe 114 por ciento de lo que había recibido originalmente —es decir, más que el préstamo original—, comparado con 47 por ciento en el caso de los estudiantes blancos y 79 por ciento para los latinos.

Al buscar una explicación para estas disparidades enormes —no solo entre blancos y negros, sino entre deudores negros y estudiantes de otro color—, Scott-Clayton identificó algunos factores bastante previsibles. No obstante, aun considerando aspectos como ingreso familiar, educación parental, cantidades recibidas, calificaciones, títulos, empleo y salario posuniversitario, encontró que persistía una disparidad de 11 puntos entre las tasas de impago de los deudores negros y blancos.

En una carta dirigida a las senadoras Elizabeth Warren y Kamala Harris (entre otros que pidieron información sobre la mejor manera de atacar las disparidades raciales en la deuda estudiantil), Scott-Clayton compartió sus hallazgos, resaltando la diferencia inexplicable de 11 puntos y señalando que los resultados tal vez no “captaban plenamente las diferencias en las circunstancias económicas posuniversitarias de los estudiantes, el respaldo familiar, ni la información o desigualdad de los servicios que reciben de sus instituciones y otros prestadores para hacer frente al repago”.

Agregó que otro factor es “un legado de sesgo y discriminación persistente y pernicioso, el cual podría explicar por qué los patrones observados en los negros no hispanos son distintivos de las personas de color o los estudiantes de bajos ingresos”.

Fishman concuerda: “Los estadounidenses creemos que la educación resuelve todos los problemas, y la triste verdad es que no es así”, asegura. “Las investigaciones demuestran que la educación superior tiene un impacto muy pequeño en la brecha racial de la riqueza porque intervienen otros factores, como la discriminación del mercado laboral y el racismo institucionalizado en nuestra economía”.

Aun cuando es difícil corregir siglos de racismo sistémico en unos pocos años, Scott-Clayton sugiere medidas prácticas que resultarían útiles mientras tanto. Entre ellas: simplificar y automatizar el programa de repago basado en el ingreso, a fin de que los deudores con más limitaciones financieras puedan aprovecharlo junto con el programa de condonación de deuda, actualmente en estudio y dirigido a quienes deben hasta 6,125 dólares en préstamos para licenciatura. Casi 40 por ciento de los deudores de este grupo, y hasta 70 por ciento de los prestatarios negros, incurren en incumplimientos a los 12 meses. Y Scott-Clayton agrega que esta alternativa es muy buena para esos deudores, ya que los costos serían relativamente reducidos.

LÁSTIMA, PORQUE NO ES FÁCIL CONDONAR PRÉSTAMOS

Casi todos los candidatos presidenciales demócratas han hecho alguna propuesta para reducir la deuda estudiantil, y hasta Donald Trump está a favor de modificar los esquemas de repago para que resulten menos complicados.

No obstante, nada ha despertado más interés público que las drásticas propuestas de los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders, quienes pretenden borrar todos los montos de todos los deudores universitarios (Sanders) o bien, una porción muy grande de la deuda de todos, excepto los contribuyentes más acaudalados (Warren). Fishman comenta que la condonación de deuda es “una idea nueva y extremadamente atractiva”.

Pero si necesita pruebas de que eliminar la deuda estudiantil estadounidense es mucho más difícil de lo que reconocen los candidatos, basta recordar lo que ocurrió cuando Estados Unidos hizo un esfuerzo más limitado en ese sentido: el programa federal llamado Condonación de Préstamos por Servicio Público. Suscrito por el presidente George W. Bush en 2007, el programa prometía perdonar la deuda estudiantil de quienes prestaran una década de servicio en el gobierno o alguna organización no lucrativa.

El problema es que los primeros deudores fueron elegibles hace apenas 18 meses, y el programa ha rechazado a casi 99 por ciento de los 74,000 aspirantes registrados: una tasa de fracaso espectacular que desató burlas, manifestaciones de ira y una avalancha de demandas legales, incluida la de Federación Estadounidense de Maestros contra la secretaria de Educación, Betsy DeVos, acusándola de una mala gestión pasmosa.

Muchos expertos en educación superior celebran que los candidatos traten de ayudar a los deudores en dificultades, pero también plantean interrogantes sobre los costos, la eficacia y la equidad de sus propuestas.

“Para alguien como yo, que ha trabajado en este campo desde hace mucho, es emocionante y alentador saber que el problema está recibiendo atención”, dice Scott-Clayton. “Pero ahora que hemos sorteado el primer obstáculo importante, me pregunto si estarán dirigiendo toda esa atención de la manera más productiva”.

En vez de acciones amplias y costosas para aliviar a los deudores que pueden costar sus pagos cómodamente, y hacer poco o nada para evitar problemas futuros de deuda estudiantil, muchos observadores abogan por iniciativas más dirigidas. Hacen falta soluciones para los desafíos más graves, como las altas tasas de incumplimiento en las escuelas privadas y los programas de titulación; el hipercomplicado sistema para repago de préstamos; las insignificantes revisiones crediticias; y los altísimos empréstitos otorgados a los estudiantes de posgrado, sus progenitores y cuantos ofrecen cantidades muy superiores a sus medios.

Fuente: https://newsweekespanol.com/2019/08/estados-unidos-la-verdad-detras-deudas-estudiantiles/

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¿Qué es la Agenda 2030 y dónde estamos?

Por: Lucila Giammatteo

El año 2030 es considerado como la fecha límite para que el efecto de la intervención humana en el planeta sea irreversible (Naciones Unidas, 2016). La agenda 2030 es una iniciativa global de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que establece objetivos específicos para alcanzar un desarrollo sustentable. Los objetivos que se plantearon fueron delimitados para el año 2030 y abarcan diversos sectores como acción por el clima, agua limpia, energía asequible y no contaminante, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, producción y consumo responsable, educación de calidad, fin de la pobreza, salud y bienestar, trabajo decente y crecimiento económico, así como también paz, justicia e instituciones sólidas, entre otras categorías.

En la actualidad se percibe un aumento en las campañas de concientización ecológica para proteger el medio ambiente, así como también más gente ocupada tratando de hacer un cambio positivo en su entorno. ¿Qué has hecho para contribuir en este esfuerzo? Si ya formas parte de alguna iniciativa en comunidad o personal, ¡te felicito!, porque todo esfuerzo suma. Si es la primera vez que escuchas sobre la Agenda 2030 no te preocupes, el primer paso es informarse para saber dónde estamos.

Anualmente la ONU publica un reporte que muestra estadísticas de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDGs por sus siglas en inglés) por país. Estos reportes pueden encontrarse en línea, en la página oficial.

La mala noticia es que en 2018 el desempeño de México no fue bueno. Se encuentra en el ranking con 65.2 puntos, lo que sugiere que hemos alcanzado el 65 % del mejor resultado posible. Ocupa el lugar 84 de 156 países del ranking. En los primeros lugares están Suecia, Dinamarca y Finlandia con un puntaje de 85, 84.6 y 83, respectivamente. De América Latina, los países mejor posicionados son Costa Rica (lugar 33), Chile (lugar 38) y Cuba (lugar 42).

Evaluación de México en la Agenda 2030

La siguiente figura muestra la evaluación de México en 2018 para cada uno de los objetivos establecidos en la agenda. Se utiliza un sistema de cinco colores que indican qué tan cerca se encuentra el país de cumplir con los objetivos, a partir de una extrapolación matemática. El color verde indica que el valor incrementa o se mantiene de tal manera que el objetivo se cumplirá para 2030. El color amarillo indica que el valor se incrementa a una velocidad superior al 50 % requerido. El color naranja implica que el valor se ha mantenido, o que la velocidad de incremento es inferior al 50 % requerido. El color rojo, que establece que el país se está moviendo en la dirección incorrecta, se asocia a un valor disminuido con respecto a años anteriores.

El avance del logro de los objetivos se monitorea cada año y se actualizan con más detalle. Por ejemplo, aunque en México no hemos alcanzado el primer objetivo, la flecha verde indica que sí hemos avanzado respecto a años anteriores. Utilizando un sistema similar al de colores mencionado anteriormente, y visto de una manera más gráfica, se utilizan flechas para mostrar las tendencias.

Es evidente que tenemos mucho por hacer. Existen diversas ONG en México que en apoyo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) impulsan la agenda 2030 con programas de concientización y de acción social. Además, las escuelas se están involucrando a partir de la generación de proyectos invitando a los alumnos a que se sumen a esta iniciativa.

En el Tec de Monterrey hemos desarrollado diferentes propuestas interdisciplinarias para contribuir a la Agenda 2030 a partir del cuidado de recursos y campañas de conocimiento. En los cursos que imparto sobre Materia, Entorno y Sostenibilidad a los alumnos de PrepaTec Campus Estado de México, se plantearon las siguientes formas de involucrarse:

  1. Una reforestación de más de 200 árboles en un área protegida del Estado de México.

  2. Una campaña de concientización involucrando a familiares y vecinos sobre el consumo responsable.

  3. Una investigación sobre el consumo de agua y electricidad en el campus en conjunto con planta física. Como resultado de la investigación los alumnos propusieron diversas formas de reducir su consumo.

Este proyecto llevó a los alumnos a ser más conscientes sobre su impacto en el medio ambiente y a involucrarse con acciones cotidianas que puedan aportar directamente a las métricas de los objetivos de desarrollo. Además, pudieron relacionar sus vivencias en clase con su experiencia Tec en el extranjero, ya que en muchos países se llevan a cabo programas en conjunto con las comunidades para que los habitantes se involucren en la Agenda 2030. Por ejemplo, los alumnos involucrados en la campaña de consumo responsable que participaron en el semestre itinerante, notaron que en ciertas ciudades de Italia se llevan a cabo actividades por semana para promover los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Si te interesa conocer más acerca del proyecto, puedes revisar el artículo The 2030 Agenda for Sustainable Development: How to Get Students Involved? publicado en World Journal of Educational Research DOI: https://doi.org/10.22158/wjer.v5n4p358 Este proyecto lo presenté en el congreso (IUPAC) International Union of Pure and Applied Chemistry 2019, donde recibí el premio al mejor póster en educación química.

A partir de los resultados obtenidos para México, podemos ver que el camino por recorrer es largo si queremos alcanzar los objetivos propuestos para el año 2030. La mejor forma de lograrlo es involucrarnos activamente desde nuestro entorno ya que hasta la contribución más pequeña puede lograr un cambio significativo si todos colaboramos. Empecemos por cambiar hábitos en nuestra vida cotidiana que puede tener un impacto positivo en el medio ambiente.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/que-es-la-agenda-2030-y-donde-estamos

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México: Se va Carrera Magisterial, ya cumplió su cometido, bienvenido el Programa de Incentivos para maestros

Redacción: Maestros por México

Durante el Ciclo Escolar 1992-1993 se inicia el sistema de Carrera Magisterial, en el que los factores a considerar eran: La preparación académica, la atención a los cursos de actualización, los conocimientos del maestro, el desempeño en la docencia y la antigüedad en el servicio y en los niveles de la propia Carrera. Muchos líderes locales, hicieron su agosto con este programa, y lo usaban para premiar a sus familiares e incondicionales.

Ahora se pretende motivar a los maestros a que sigan preparándose, para eso se tiene contemplado que no se cambiará la función del que esté beneficiado en el programa, se requerirán dos años de antigüedad, con el nombramiento en función, los incentivos mayores serán para docentes en zona de alta pobreza.

También, todo incentivo deberá refrendarse, sin embargo, no podrán participar aquellos cuyos incentivos por Carrera Magisterial y K1 sean mayores a los nuevos estímulos.

Se tiene contemplado que quienes participen en el nuevo programa, teniendo incentivos de Carrera Magisterial y K1, dejarían de percibirlos. Dese luego, que quienes no participen, conservarán sus incentivos de Carrera Magisterial y K1.

Aún falta por determinar con cuántas horas puede el docente participar en este nuevo programa de incentivos, ya que con carrera magisterial, existía el limitante para los que tenían pocas horas.

Fuente: https://maestrospormexico.com/blog/2019/08/19/se-va-carrera-magisterial-ya-cumplio-su-cometido-bienvenido-el-programa-de-incentivos-para-maestros/

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Cada vez más universidades le dicen no a las pruebas estandarizadas de admisión

América del Norte/México/Paulette DelgadoEdu News RSS
El año pasado, la Universidad de Chicago decidió hacer opcionales los exámenes de admisión con el fin de alentar en las inscripciones a una mayor diversidad en el alumnado. Su meta fue atraer estudiantes de primera generación hasta estudiantes de bajos ingresos. Ha pasado un año desde que modificaron este proceso de admisión y la escuela declaró que el experimento fue un éxito.

Pero no es la primera o la única institución en hacerlo; el año pasado más de 30 escuelas decidieron seguir su ejemplo. En total, cerca de 1,000 universidades en Estados Unidos eligieron no basarse en un examen de admisión a la hora de seleccionar alumnos.

Otra institución que sigue esta tendencia es Hampshire College. Kristina Moss, decana de admisiones y ayuda financiera, dijo que «no hay forma de aprobar una clase simplemente haciendo un examen, solo queríamos admitir a más estudiantes que puedan prosperar académicamente».

Ella continuó diciendo que las pruebas simplemente no tienen el peso suficiente para decidir si un estudiante es admitido o no. Además, no toma mucho tiempo considerar a un estudiante sin un puntaje de examen y hay más procesos de evaluación.

Evaluación del examen estandarizado

Las pruebas estandarizadas como el SAT o ACT se crearon para ayudar a las instituciones a predecir si un estudiante tendrá éxito y buenas calificaciones en su primer año, pero este método tiene sus críticas.

Las personas en contra de las pruebas SAT y ACT argumentaron que podrían estar sesgadas culturalmente. Dicen que pueden discriminar a los estudiantes minoritarios que no tuvieron un tutor privado o la oportunidad de tomar el examen más de una vez.

SAT reconoce que el examen no funciona para todos y está tratando de resolverlo agregando un «puntaje de adversidad» para cada examinado. Este paso medirá el estado socioeconómico de los estudiantes para darles una mejor oportunidad de ser aceptados.

Annie Reznik, directora ejecutiva de Coalition for College, aconseja a las instituciones que quieran alejarse de las pruebas estandarizadas a tener sus objetivos claros y saber que no aplicarlas les ayudará a lograr una mayor diversidad en el alumnado.

Volviendo al caso de la Universidad de Chicago, se incluyeron varios cambios en su proceso de inscripción para que pudieran atraer a más estudiantes de primera generación o de bajos ingresos. Ahora se permite que los estudiantes envíen un video de dos minutos en lugar de la entrevista en el campus. También aceptan materiales no tradicionales como suplementos de las solicitudes de los estudiantes.

Al evitar las pruebas estandarizadas y optar por nuevas opciones de admisión, las instituciones pueden atraer a alumnos más diversos y permitir al estudiante tomar más control sobre su proceso de inscripción.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/cada-vez-ms-universidades-dicen-no-a-las-pruebas-estandarizadas-de-admisin

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