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“El poder usa las fronteras para limitar el acceso de los pobres a salarios más altos”

Entrevista a Recce Jones, geógrafo y autor de «Violent Borders»

Por: Álvaro Guzmán Bastidas

¿Por qué se han convertido en cementerios las fronteras del mundo? Tan incómoda pregunta rondaba la mente del geógrafo Reece Jones (Virginia, 1976) cuando escribía su penúltimo libro. Tras quince años estudiando el fenómeno migratorio, Jones terminaba un trabajo sobre tres fronteras concretas –las que separan EE.UU. de México, Israel de Palestina e India de Bangladesh– cuando se percató de que las muertes en esos y otros puntos fronterizos no paraban de aumentar. Decidió investigar por qué. El resultado, Violent Borderses una demoledora radiografía de la violencia en las fronteras de todo el mundo. A través de un minucioso análisis histórico, jurídico, sociológico y económico, trufado de historias personales de los migrantes que tratan de cruzar esas fronteras, Jones dibuja un siniestro panorama en el que las políticas diseñadas para limitar la migración fracasan en ese propósito, y en cambio desvían los flujos migratorios hacia rutas más violentas, llenando las fronteras marítimas y terrestres de cadáveres. Jones, profesor de geografía en la Universidad de Hawaii, atiende por Skype a CTXT para detallar las causas y consecuencias de la violencia fronteriza y exponer su propuesta para solucionarla: abrir las fronteras a las personas y ponerle coto al capital.

***

Dedica gran parte del libro a examinar las causas y efectos de la migración a nivel global. ¿Qué ha descubierto acerca de los motivos que llevan la gente a emigrar?

Varían mucho según el lugar de origen y las circunstancias. Por un lado, existe un gran grupo de sirios y eritreos que cruzan a Europa huyendo de la violencia o la represión estatal. Por otro, hay otra mucha gente que emigra por motivos económicos, al escasear el trabajo y las oportunidades en los lugares donde viven y existir estos en otros países. Por ejemplo, los sirios han sido mayoría entre quienes viajaban a Europa en los últimos años, pero hasta el momento en 2017 el país de donde más gente cruza el Mediterráneo es Bangladesh, donde no hay una guerra sino necesidad económica, y gente que toma la decisión de salir en busca de oportunidades.

Uno de los asuntos centrales de su trabajo es la erosión del derecho a la libre circulación de las personas. ¿Cómo se ha limitado ese derecho?

Existe una larga historia de Estados y gente en posiciones de poder que usan las restricciones a la libre circulación de las personas para limitar el acceso de los pobres a salarios más altos. En el libro, trazo una conexión entre el sistema actual y la esclavitud, la servidumbre, el feudalismo y las leyes de pobres, vagos y maleantes. Todos eran mecanismos para limitar la capacidad de los pobres de desplazarse para buscar salarios más altos y para obligarles a seguir viviendo en una zona concreta, y así acceder a su mano de obra y explotarla para lucrarse. Hoy en día vemos un proceso similar a mayor escala. Lo que antes sucedía dentro de cada país ahora sucede entre países, de modo que los pobres hoy están ‘contenidos’ por fronteras, pasaportes o el concepto de ciudadanía, produciendo una relación muy parecida a la de antaño. Desde hace cien años se está erosionando el derecho a la libre circulación. En EE.UU., por ejemplo, no hubo ninguna restricción sobre quién podía entrar en el país hasta la década de 1880, con la Ley de Exclusión China. Hasta 1924, el país no tuvo un sistema universal que regulase quién podía entrar en él o convertirse en ciudadano, y muchos de los pobres de Europa pudieron hacerlo a finales del XIX.

Dedica el primer capítulo del libro a la que llama “la frontera más mortífera del mundo”, en referencia a la que rodea a la UE. ¿Cómo pasó Europa de desmantelar las fronteras nacionales hace un par de décadas a convertirse en una fortaleza, y por qué es la frontera más letal del planeta?

En cierto modo, la narrativa de que la UE ha eliminado las fronteras es falsa. Más bien las movió de sitio. Aunque es cierto que la UE eliminó las divisiones entre sus países miembros, nunca deshizo las fronteras externas. Todo lo contrario. En los últimos veinte años, mientras aumentaba el número de migrantes, la UE ha dedicado gran empeño a restringir el movimiento, en especial en el Mediterráneo. España, por ejemplo, permitió el libre movimiento desde el Norte de África hasta que se unió al Tratado Schengen, en los noventa. Francia permitía sin restricciones reales la inmigración de África durante los ochenta. Tanto en la frontera Sur de EE.UU. como en las de la UE, se observa una tendencia clara: mientras se levantan muros, se endurecen los controles migratorios, se destinan más agentes a patrullar los espacios fronterizos, no se consigue el objetivo de frenar la inmigración, pero sí que se disparen las muertes. En 2017, mueren dos personas de cada cien que intenta cruzar el Mediterráneo. Esa cifra era de 0,3 en 2015. Hay muchísimos más barcos patrullando, y se han construido muros, por ejemplo en los Balcanes, cerrando una ruta de acceso relativamente fácil a la UE. Todo este endurecimiento empuja a la gente hacia rutas realmente peligrosas y hace que muera mucha más gente en los viajes.

Al describir la frontera entre México y EE.UU., relata una sorprendente historia: dicha frontera no se marcó con piedras hasta 1890, y no se empezó a patrullar hasta 1924.

La Patrulla Fronteriza de EE.UU. se creó en 1924, que fue el mismo año en el que se aprobó por primera vez una ley migratoria nacional. Ambos hechos están íntimamente relacionados. Había policía patrullando las zonas limítrofes antes de eso. No cabe duda de que hubo un proyecto coordinado de ‘anglicanización’ de esos espacios, de expulsar a los nativos americanos y a lo antiguos ciudadanos mexicanos que se habían quedado en Texas. Pero la línea fronteriza en sí misma no se patrullaba. La gente podía cruzarla libremente.

Describe cómo esa misma frontera se militarizó tras el 11-S. ¿Que llevó a su militarización y cuáles fueron las consecuencias de la misma?

Son tendencias que se remontan a finales de los noventa, pero que se aceleran tras el 11-S, cuando empiezan a llover los fondos gubernamentales. Entra una gran cantidad de dinero en la Patrulla Fronteriza y el Departamento de Seguridad Nacional, que lleva a la militarización de la frontera. Cuando hablo de militarización, me refiero a varias cosas. En primer lugar, al reciclado de tecnologías bélicas desarrolladas para Iraq o Afganistán, utilizadas ahora en la frontera. Luego está el creciente número de veteranos de esas guerras, que al dejar el ejército ingresan en la Patrulla Fronteriza. Hay una ley en el Congreso ahora mismo, impulsada por John McCain, que pretende agilizar ese proceso al facilitar la contratación de veteranos de guerra para hacer de guardas fronterizos. Luego está el cambio de mentalidad de los propios agentes. En los setenta y ochenta eran muy parecidos a la policía: buscaban a gente que infringía la ley migratoria o de tráfico de personas, a los que arrestaban y mandaban de vuelta a México. Desde el 11-S, se reimaginó la frontera como un lugar en el que detener el terrorismo, los agentes fronterizos hoy en día piensan, y actúan, en la frontera como la primera línea de batalla contra el terrorismo. Una vez que se produce ese cambio de mentalidad, cambia la manera en la que interactúan con la gente. Tienden a pensar en las personas como potenciales terroristas, y a recurrir a la violencia como primera opción, en lugar de respetar la presunción de inocencia.

Ha mencionado antes el papel de las fronteras para controlar el movimiento de los pobres. ¿Qué influencia tienen las diferencias de clase y el desarrollo desigual en la configuración de las políticas fronterizas?

Durante su campaña presidencial, Trump hablaba mucho sobre las fronteras, y su discurso se centraba en el impacto negativo de la globalización y la conexiones económicas transfronterizas en la clase trabajadora estadounidense. Pero esa narrativa obvia algo fundamental: que el mismo impacto negativo se ha producido al otro lado de la balanza. Lo que ha hecho la globalización ha sido abrir las fronteras para el capital. Se han levantado las barreras para las corporaciones mediante todos los acuerdos de libre comercio que permiten que las grandes empresas operen en múltiples jurisdicciones, buscando los salarios más bajos, pero no se han abierto esas barreras para los trabajadores, que se ven contenidos en bancos de mano de obra barata. También se ha levantado las barreras regulatorias. Las grandes multinacionales acceden a diferentes regímenes regulatorios en los que no hay salario mínimo, ni protecciones medioambientales ni laborales, lo que permite que las corporaciones se queden con todos los beneficios. La globalización ha producido esa competencia a la baja, que ha perjudicado a los trabajadores de EE.UU. y Europa, pero también a los del otro extremo del mundo. Los beneficios resultantes han ido a parar a las corporaciones, lo que exacerba las desigualdades.

En su relato, las fronteras realmente no sirven para proteger a las sociedades, sino que generan no solo desigualdad, sino violencia hacia las personas y el medioambiente. Escribe que “el endurecimiento de las fronteras es una fuente de violencia, no una respuesta a la misma”. ¿De qué manera generan violencia las fronteras?

Crear una frontera es un acto inherentemente violento, porque tras dibujar una línea en un mapa, uno tiene que imponer esa división sobre el terreno, estableciendo que un grupo de personas controla los recursos, la tierra y a la gente en ese espacio geográfico, lo que por definición excluye a otra gente del derecho a trasladarse a ese lugar. La única manera de imponer eso es, en último término, mediante el uso de la violencia. La violencia es producto de la frontera, no del movimiento de la gente.

Sobre su respuesta a la retórica de la campaña de Trump, y su argumento de que los controles fronterizos contribuyen a la desigualdad: ¿Cómo hacen las fronteras que aumenten las desigualdades?

Déjame que le dé la vuelta a la pregunta. Un gran número de economistas ha demostrado que la manera más fácil de aumentar la riqueza de la gente en zonas pobres es eliminar restricciones a su libre movimiento, porque esto les permite acceder a los salarios más altos trasladándose a donde están esos salarios. Es una forma de encuentro entre el capital y los trabajadores más eficiente. El actual sistema retiene a los trabajadores en ciertos lugares y permite que el capital se mueva libremente para aprovecharse de las concentraciones de mano de obra barata. Una de las formas más claras de ponerle freno a eso es abrir las fronteras al libre movimiento, permitiendo que los trabajadores se desplacen. Aunque parezca lo contrario, los estudios demuestran que el movimiento de las personas traspasando las fronteras resulta beneficioso a ambos lados de la balanza: no solo para los trabajadores que se trasladan, sino para las economías que los reciben. En EE.UU., por ejemplo, la inmigración ha tenido un impacto neto positivo en la economía del país.

Hemos hablado de Europa y EE.UU., pero la realidad de estas fronteras, y su militarización, se ha expandido por todo el planeta, desde Israel a Australia. Leyendo su libro aprendemos que la frontera entre India y Bangladesh es en la que más gente matan las fuerzas de seguridad, y que India es el país del mundo con más kilómetros de vallas y muros. Si los muros tienen que ver con la preservación de la riqueza y el privilegio, ¿cuál es su papel en el Sur del planeta?

Un colega francés y yo hemos cruzado el PIB per cápita de diversos países con los datos sobre dónde se construyen nuevos muros. La correlación es clarísima: se levantan muros allá donde hay un país más pobre que otro que hacen frontera. El PIB per cápita de la India es mucho más alto que el de Bangladesh, y hay veinte millones de bengalíes trabajando en India. El aspecto económico está clarísimo.

A menudo escuchamos a los gobiernos occidentales echar la culpa de las muertes de refugiados y migrantes a los traficantes. Y sin embargo, usted defiende que esas muertes son parte integral del régimen fronterizo, y que la responsabilidad última corresponde a los estados. ¿Qué hace que muera tanta gente en las fronteras?

Si la gente tuviera una forma segura de viajar de un país a otro, no recurriría a los traficantes. Les cuesta cinco, seis o siete mil dólares viajar de Bangladesh a Europa. Un billete de avión se consigue por mil. El que no existan vías seguras para el viaje arroja a los migrantes a los brazos de los traficantes. Su negocio se basa en esas restricciones fronterizas. La verdadera culpa recae en la UE y los gobiernos que implementan las políticas que obligan a la gente a tomar rutas cada vez más peligrosas.

Al analizar la actual crisis de los refugiados, dedica bastante espacio a examinar la Paz de Westfalia. ¿Qué papel juegan las fronteras del pasado en el desplazamiento de los refugiados del presente?

Un papel enorme. La historia del colonialismo pasa por el expolio de recursos de otras regiones para cimentar la riqueza de Europa y EE.UU. Y entonces, cuando termina el colonialismo tras la Segunda Guerra Mundial, las fronteras que quedaron habían sido dibujadas por las potencias europeas, a menudo los británicos. Esas fronteras no representan entidades políticas históricas, ni estados coloniales. Son fronteras coloniales superpuestas a los diferentes grupos culturales, lingüísticos, étnicos, que trajeron consigo grandes conflictos, porque los diferentes grupos pasan a competir por el control de esos espacios. Esa violencia luego hace que la gente cruce las fronteras camino de Europa. La gente que intenta entrar en Europa hoy huye en realidad de fronteras que dejó tras de sí el colonialismo europeo.

También escribe sobre la progresiva disolución de la barrera entre los Estados que controlan sus fronteras y el negocio privado que penetra un nuevo mercado. Por ejemplo, cita estudios que proyectan que la industria de las seguridad fronteriza alcanzará un astronómico volumen de ciento siete mil millones de dólares de facturación para 2020. ¿Cómo ha emergido esa industria y qué efecto tiene su desarrollo?

Toda esta industria ha surgido en los últimos treinta años. La gente a menudo piensa en el complejo industrial-militar, pero existe un nuevo complejo de seguridad-industrial, en el que toda una serie de empresas –a menudo de armas– produce equipamiento y tecnología orientada hacia el mercado de la seguridad fronteriza. Esto despegó de verdad tras el 11-S. Al tiempo que el terrorismo pasaba a ser la prioridad de los espacios fronterizos, toda una serie de empresas se lanzaron a aprovecharse de todo ese influjo de dinero público dirigido hacia las fronteras. Se creó un ciclo en el cual las empresas tienen grandes ingresos, que utilizan para hacer lobby y conseguir que los gobiernos gasten más dinero en seguridad fronteriza, aumentando sus ingresos. Cada vez que se produce un atentado terrorista, el miedo que se produce se canaliza en más gasto en medidas de seguridad, a menudo en las fronteras. Ha emergido todo un mercado para la seguridad en las fronteras, del mismo modo que emergió el complejo militar-industrial en los cincuenta, después de la Segunda Guerra Mundial. Y luego está la privatización directa, como ha sucedido con los centros de detención de inmigrantes en EEUU.

En el plano político, tanto el Brexit como la elección de Trump llegaron de la mano de un renovado énfasis en el control fronterizo. Lo mismo sucede con el avance de la extrema derecha en Occidente. ¿Qué le sugiere el que las llamadas a aumentar el control fronterizo movilicen a una parte tan importante del electorado? ¿Que espera la gente que logren las fronteras?

Tanto el Brexit como Trump se basaron en un miedo muy real entre el electorado. Lo hemos hablado antes: muchos trabajadores han perdido empleos estables, bien pagados y con planes de pensiones o acceso sanitario por culpa de la globalización. Se han deslocalizado a otros países, y no se han sustituido por puestos de trabajo con condiciones similares. Fue muy efectivo políticamente defender que una manera de mejorar su situación era cerrar las fronteras y crear la idea histórica de una América separada del resto del mundo. El segundo factor es que el racismo es una fuerza muy potente. Desgraciadamente, el miedo al otro, a la amenaza de una supuesta invasión de gente de otras culturas, de creencias diferentes o con otro color de piel, es una forma muy eficaz de lograr apoyos para estas políticas excluyentes.

Y, sin embargo, usted defiende que las fronteras no son eficaces para atajar los problemas reales que moviliza el racismo.

En absoluto. Pero son una narrativa muy potente. Trump fue capaz de crear una serie de símbolos –como la construcción del muro– que evocaban soluciones que la gente podía entender. Lo mismo sucede con el cierre de fronteras al comercio. Es un símbolo poderoso, que parece resolver problemas reales de la gente, pero en realidad no los solucionará.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, escribe, había sólo cinco muros fronterizos en el mundo. En 1990, tras la caída del Muro de Berlín, había quince, y hoy hay casi setenta. Si los muros son tan dañinos e ineficaces como ha descrito, ¿por qué no dejan de proliferar?

Hay un buen número de factores. Por un lado, el símbolo poderoso del que acabo de hablar: demuestran que el país está haciendo algo para resolver los problemas de la gente. Luego está la proliferación de esta industria, que presiona para que los Estados gasten más en seguridad. Una vez que se han construido unos cuantos muros, necesitan que se erijan más.

En su conclusión, reclama la apertura de fronteras para permitir la libre circulación de personas, y el establecimiento de una serie de condiciones laborales y protecciones medioambientales globales. ¿Cómo sería un mundo sin fronteras?

Es difícil de imaginar, porque aún no lo hemos probado. Pero lo fundamental es que esas medidas tienen que darse a la vez. No basta con abrir las fronteras. Aunque las abramos y permitamos la libre circulación de personas, si mantenemos las diferencias de derechos según la nacionalidad, los que tienen plenos derechos en un lugar concreto podrán abusar de quienes no los tienen. Se trata de abrir fronteras, pero también de generar igualdad de derechos en los territorios. También sugiero la idea de un salario mínimo global, que no sería el mismo en todo el mundo, sino más bien una serie de mínimos dependiendo de las circunstancias, que disminuyan los incentivos que tienen las grandes corporaciones para desplazar el empleo a los lugares con el menor salario posible. Si tuviéramos todo eso -igualdad de derechos en diferentes lugares, libertad de circulación entre esos lugares, un salario mínimo y regulaciones laborales similares a escala global- mejoraríamos drásticamente las condiciones de trabajo a ambos lados de la balanza. Sería bueno para los trabajadores de Europa y EE.UU., y también para los de los países pobres. La única parte que saldría perdiendo serían las corporaciones transnacionales, porque perderían la capacidad de aprovecharse de las divergencias en regulaciones y salarios.

Fuente: http://ctxt.es/es/20170823/Politica/14632/Ctxt-Reece-Jones-fronteras-violencia-entrevista.htm

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OCDE pide modificar sanciones a las telecomunicaciones

México / www.vanguardia.mx / 6 de Septiembre de 2017

Criticó que la LFTR sea imparcial respecto a las sanciones, y sobre todo ante el principio de proporcionalidad entre la falta y la sanción

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) recomendó modificar la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión (LFTR), para que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) aplique sanciones más flexibles a los radiodifusores que cometan faltas menores.

En en sentido contrario sugirió endurecer las multas que establece la Procuradría Federal del Consumidor (Profeco) por considerarlas muy “modestas” y promover que sea este organismo el que cobre esas multas en beneficio de los usuarios de servicios de telecomunicaciones, en lugar de que lo haga la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Como parte del estudio sobre telecomunicaciones y radiodifusión en México, presentado hace unos días por la OCDE, el organismo señaló que es bueno que el IFT tenga facultades para imponer sanciones a los operadores de servicios de telecomunicaciones y radiodifusión, pero criticó que la LFTR sea imparcial respecto a las sanciones, y sobre todo ante el principio de proporcionalidad entre la falta y la sanción.

Señaló que aunque los niveles actuales de las multas establecidas en la Ley pueden “tener importante efecto disuasorio, es importante señalar que la dureza no depende sólo de la gravedad de la sanción, sino también de la probabilidad de que una fracción sea detectada e investigada por las autoridades. Dichos niveles pueden ser excesivos en relación con la gravedad de la falta y la situación específica del infractor”.

Aseguró que la LFTR “ha agrupado una serie de transgresiones a veces disímiles, a las que se aplican límites específicos que pueden llevar al IFT a imponer penas desproporcionadas a la luz de la gravedad de la conducta y las circunstancias del infractor”.

Ante esta situación la OCDE sugirió la reforma a la LFTR, para que el regulador tenga más flexibilidad y pueda aplicar multas reducidas “por debajo del umbral mínimo, cuando la gravedad del incumplimiento y la situación del infractor lo justifique”, para lo que recomendó eliminar el porcentaje mínimo de sanciones y retener sólo el umbral máximo.

Fuente; http://www.vanguardia.com.mx/articulo/ocde-pide-modificar-sanciones-las-telecomunicaciones

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México lograría universalidad en 10 años: OCDE

México/ www.eleconomista.com.mx/ 6 de Septiembre de 2017

La OCDE estimó que en 10 años México podría alcanzar la universalidad de los servicios de telecomunicaciones, siempre y cuando se mantenga y acelere el ritmo de aplicación de políticas públicas orientadas a aumentar la penetración de los servicios.

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) estimó que en 10 años México podría alcanzar la universalidad de los servicios de telecomunicaciones, siempre y cuando se mantenga y acelere el ritmo de aplicación de políticas públicas orientadas a aumentar la penetración de los servicios.

Gabriela Ramos, directora de gabinete de la OCDE, dijo: “en cinco años se han logrado grandes avances: 50% de la población está conectada, el ritmo está marcado y si se continuara así yo creo que en una década podemos llegar a la universalidad, pero es mantener o acelerar el paso”.

La semana pasada, la OCDE presentó su estudio sobre telecomunicaciones y radiodifusión en México 2017, en el que destacó los avances que hay en el sector y cómo la población se ha beneficiado con mejores servicios a menores precios. Dio como referencia que el número de personas con una suscripción de banda ancha móvil pasó de 24 millones en el 2012 a más de 74 millones en el 2016 y que los precios de las canastas de servicios móviles han disminuido hasta 75% desde la reforma.

Sin embargo, Ramos reconoció que prevalecen rezagos por lo que “hay que acelerar el paso, hay que seguir creciendo dos o tres veces el promedio de la OCDE en términos de acceso y en términos de cobertura para que el mercado alcance la universalidad, que es el objetivo. La economía digital está moviéndose y cuando México llegue a objetivos el mundo habrá avanzado”.

La directora de la OCDE destacó que “ha habido disminución de preponderancia y es la tendencia correcta si queremos seguir avanzado hacia un mercado con una distribución más equitativa con respecto a la distribución de mercado”.

La OCDE concluyó que, con la reforma del 2013, México adoptó una serie de medidas encaminadas a fomentar la competencia en el mercado de telecomunicaciones, que van desde la introducción de una regulación asimétrica para los agentes económicos preponderantes hasta la eliminación de las restricciones a la inversión extranjera directa. Expresó que aunque la penetración de banda ancha sigue siendo relativamente baja en México, está mejorando. El aumento de las suscripciones de telefonía móvil ha hecho que los smartphones comiencen a ganar terreno.

Los servicios de over-the-top están comenzando a competir con la televisión tradicional por la atención de la audiencia, ya que la gente ve cada vez más contenidos en línea. “Con la creciente penetración y el aumento en la calidad de la banda ancha, cada vez se observarán más disrupciones en el panorama competitivo de dichos mercados”.

Fuente:http://eleconomista.com.mx/industrias/2017/09/03/mexico-lograria-universalidad-10-anos-ocde

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El circo de la crueldad de Joe Arpaio y el declive de la democracia en EEUU

Por: Paul Mason

El indulto de Trump al ultraderechista exsheriff de Arizona no solo legitima sus métodos sino que deja ver un sistema democrático en decadencia

La cárcel era un campamento: llena de lonas de color verde militar de la época de la Guerra de Corea. Los hombres reclusos (las mujeres estaban en un edificio aparte) vestían monos de trabajo de rayas blancas y negras y, como ya sabe todo el mundo, ropa interior rosa chillón. El mismísimo Arpaio nos firmó un póster en el que se veía a un recluso de aspecto tosco usando ropa interior rosa diseñada, como todo en aquel lugar, para humillar y acrecentar la tortura mental.

El malestar físico era evidente. El termómetro de nuestro coche indicaba 45 grados centígrados. Los reclusos yacían desplomados y apáticos bajo el sofocante calor. “Todo se hace lo más barato posible. Los reclusos tienen dos comidas al día: salsa boloñesa con pan blanco barato. Nosotros, los guardias, tomamos solamente Gatorade caducado para hidratarnos”, nos dijo el guardia que nos escoltaba. Para demostrarlo, mostró con orgullo la fecha de caducidad en la botella de la que bebía. Al menor movimiento no autorizado, como taparse la cabeza con una toalla rosa para protegerse del sol camino al baño, el guardia lanzaba un grito insultante al infractor que le dejaba petrificado en el lugar.

No vimos las celdas de aislamiento ni al grupo de trabajo de mujeres encadenadas, aunque Arpaio nos lo habría mostrado si hubiera tenido tiempo. El objetivo del pequeño infierno construido por Arpaio en claro desafío a las leyes y normas federales era desalentar la migración.

La cárcel, las implacables redadas y la detención de personas de aspecto hispano (además de las diatribas que salieron de la boca de Arpaio durante la entrevista, llenas de desprecio y estereotipos raciales) formaban parte de un plan diseñado para hacerle la vida tan difícil como fuera posible a las comunidades migrantes de Arizona.

Pero ese circo de la crueldad era sólo un pretexto para un mensaje aún mayor: las acciones de Arpaio, sheriff del condado de Maricopa (Arizona) durante más de 20 años, servían para probar que la extrema derecha de EEUU podía desafiar impunemente a la Constitución y al Gobierno federal. Eso es lo que realmente ha aprobado el presidente Trump concediendo el perdón a Arpaio: la posibilidad de desafiar abiertamente a la ley.

Trump indulta al polémico exsheriff Joe Arpaio

Roger Stone, un asesor de Trump que fue clave en la exoneración de Arpaio, está ahora trabajando en un indulto para el preso Cliven Bundy, cuya milicia de extrema derecha se enfrentó en 2014 a las fuerzas gubernamentales. Además de pensar en la importancia que tiene que un hombre de confianza del presidente se confabule con el líder de una milicia armada que cree justificada la violencia contra el Gobierno, debemos detenernos a reflexionar sobre la predicción de Stone, que habló de un “arrebato de violencia en este país, un levantamiento como jamás se ha visto” si llega a haber un intento de moción de censura contra Trump.

El reportaje que hice desde la cárcel de Arpaio no cambió nada. Ni siquiera cambió nada la investigación ganadora del premio Pulitzer sobre los altos costos en que se incurrieron debido al fracaso de Arpaio para combatir el crimen de verdad. Arpaio fue encasillado (del mismo modo que Trump) con la etiqueta “cosas extrañas en los márgenes del estilo de vida estadounidense”.

Hoy, igual que ocurrió con el ejército de zombis en Juego de tronos, todos los raros y trastornados personajes de la derecha estadounidense han cruzado el muro. Stone, Trump, Arpaio y Steve Bannon se pasean impunemente entre la sociedad civil estadounidense dando un guiño de complicidad a los fascistas, los miembros del Ku Klux Klan, los grupos de misóginos violentos y las milicias armadas; y señalando a los medios de comunicación como los enemigos del pueblo.

Sería aterrador que estos fueran nuestros enemigos, pero se supone que EEUU es nuestro aliado: la autoproclamada tierra de la libertad, los luchadores de la democracia y demás autobombos que ahora no significan nada.

La semana pasada fue posible percibir cómo el republicanismo tradicional perdía su tradicional confianza cuando el secretario de Defensa de Trump, James Mattis, dijo a sus soldados en Jordania que debían “resistir” hasta que EEUU recupere su capacidad de inspirar al mundo. Trump está ahora tan en desacuerdo con un gran sector de la élite empresarial que, en cualquier democracia progresista normal, la primera oportunidad de destituirlo sería bien recibida.

Pero (y debemos obligarnos a enfrentar esto) EEUU se está convirtiendo en una democracia anormal. Las viejas y férreas instituciones del país parecen iguales, pero el Estado de derecho y la imparcialidad de la justicia se están esfumando. Las fuerzas que defienden la democracia estadounidense (el periodismo serio, las fundaciones y ONG respaldadas por multimillonarios, los sindicatos, los grupos de protesta y, sobre todo, los demócratas) jamás se habían enfrentado a una amenaza como la actual. Hay un fuerte clima de negación y autocomplacencia.

La advertencia de Stone fue una señal para los senadores republicanos que podrían sentir la tentación de apoyar una destitución ( impeachment). “El político que vote a favor de la destitución estaría poniendo en riesgo su vida”, dijo Stone. También fue una advertencia indirecta para los líderes empresariales que dimitieron de los consejos creados por Trump tras Charlottesville. Muy pronto, ellos también pasarán a formar parte de la lista de enemigos a ser vilipendiados y amenazados.

No han pasado ni siquiera 20 años desde que la derecha estadounidense proclamara la unipolaridad del mundo: EEUU era amo y señor y podía moldear el sistema, imponiendo la democracia y el orden en los mercados emergentes. Qué gracioso suena eso ahora.

Estados Unidos ni siquiera puede autoimponerse la democracia. Toda persona que entienda de geopolítica debe temer las consecuencias. Las normas de comportamiento establecidas en Arizona (amenazas a opositores políticos, redadas contra agencias rivales encargadas del orden público, hostigamiento de la prensa) se están convirtiendo en moneda corriente en Washington. Que Trump recurra a decisiones arbitrarias también es un mensaje para todos los cleptócratas y estados policiales del mundo: todo está bien, sigan adelante.

Lo único que podemos hacer es reformular los principios del derecho y la libertad. Y confiar en que, si tenemos que pelear por esas cosas en Europa, lo hagamos mucho antes y de manera más eficiente que los maltrechos progresistas de EEUU.

Traducido por Francisco de Zárate

Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/Joe-Arpaio-crueldad-Trump_0_681382186.html

 

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Alerta UNESCO sobre desequilibrio educacional

Unesco / www.radioreloj.cu / 6 de Septiembre de 2017

Naciones Unidas.- Las desigualdades entre niños y niñas en la enseñanza de la ciencia y la tecnología persisten en todo el planeta, aún con los esfuerzos realizados en los últimos años para reducir la brecha, alertó hoy la Organización de las Naciones Unidas para la educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco.

Esa organización de las Naciones Unidas advirtió que en numerosas situaciones, la ciencia, la ingeniería, la matemática y las tecnologías siguen siendo territorio privilegiado de los varones, con desigualdades impactantes con respecto a las chicas.

De acuerdo con cifras divulgadas, en la enseñanza superior solo el 35 por ciento de los estudiantes inscritos en carreras de ese tipo son del sexo femenino.

El texto de la Unesco señaló que la desventaja de las niñas es el resultado de una superposición de factores anclados a la vez en procesos de socialización y aprendizaje

Fuente:http://www.radioreloj.cu/noticias-radio-reloj/sociedad/alerta-unesco-sobre-desequilibrio-educacional/

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Calidad educativa y desigualdad social.

Por: Revolución 3.0.

Un punto nodal en la propuesta de la Reforma Educativa, es el que se refiere a la educación con equidad, 50 millones de mexicanos en condiciones de pobreza y más del 90 por ciento de la riqueza nacional concentrada en 20 familias, seguramente nos acercan al principio de equidad, echando por tierra la tesis de que no se puede garantizar la calidad y la equidad educativa si no hay equidad social, en el México perfecto de nuestros gobernantes resulta un eufemismo decir que si no se garantiza el ejercicio pleno de los derechos sociales como la educación, la seguridad social, el trabajo digno, el bienestar familiar y un salario justo, capaz de satisfacer lo anterior -más la cultura, la recreación y el deporte- no podremos hacer cuentas alegres del deber ser de la educación .

¿Cómo puede haber educación de calidad con bajos ingresos, tanto de los padres como de los docentes? Las becas y otros programas compensatorios no son la solución a la desigualdad social, sino un obstáculo en sí, pues obliga a los estudiantes a creer que han nacido para vivir de la caridad gubernamental y de programas evasores de impuestos de la iniciativa privada.

En condiciones de desigualdad social, no puede pensarse realmente en igualdad educativa; así sea como referencia de un ideario político o con fines propagandísticos. Además, no podemos olvidar que a las carencias alimenticias se suman las carencias escolares, las deficiencias administrativas y la ausencia de recursos académicos para fortalecer la formación integral de los estudiantes.

De esto no son culpables los docentes, aunque sí en mayor medida los burócratas de la educación y las manifiestas anomalías en las políticas públicas del sistema gubernamental.

Así pues, si en la aparente reconversión actual del discurso reformador de la educación pública, los tiempos de realización se han alargado para un futuro muy muy lejano, quedando rebasado el tiempo electoral, sería bueno que se empezaran a dar pasos lentos en un proceso dialógico entre las partes implicadas.

Sabemos que la catástrofe educativa es multidireccional; pongamos, entonces, en práctica nuestra capacidad diagnóstica, crítica y propositiva para marchar todos en la misma dirección. Para esto, se hace necesario reconocer la existencia de la diversidad de opiniones, de criterios de interpretación de los hechos sociales y de intereses económicos y políticos. De igual manera, aun cuando sabemos que en la interacción entre educación y poder, la primera está subordinada al segundo, es nuestra obligación encontrar las mejores condiciones para el reconocimiento y la interacción entre iguales y diferentes.

La cultura de la otredad implica el reconocimiento de lo múltiple, de la intersubjetividad y de las dinámicas grupales en un contexto de multiculturalidad histórica.

De esto saben más los especialistas en investigación en ciencias sociales, los docentes de todos los niveles y los pedagogos, que los burócratas y los expertos en imagen pública; no podemos ignorar que en manos de estos últimos, en México, más que en ningún otro país, el dinero destinado a la educación tiende a convertirse en basura y en bonos para el fomento a la corrupción gubernamental.

De hecho, aunque muchos mexicanos tenemos la impresión de que los resultados gubernamentales con que envuelven los programas sociales se miden por la cantidad de dinero que invierten ¡En Publicidad!, nos queda claro también que no podemos solucionar los problemas académicos y educativos al reducirlos a problemas netamente administrativos.

El reto, para todas las partes, es ganar en credibilidad, respeto y confianza para emprender acciones conjuntas teniendo por delante el bien común. Sin utopía no hay futuro.

Fuente: http://michoacantrespuntocero.com/calidad-educativa-y-desigualdad-social/

Imagen: http://michoacantrespuntocero.com/wp-content/uploads/2017/08/regreso-a-clases-21-08-1719-imp.jpg

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Reseña de Película: Halie.

América del Norte/Estados Unidos.

 

«Halie» presenta la historia de una familia tras la muerte de la madre desde la perspectiva de una pequeña con un corazón inmenso. Escenas divertidas dan paso a hechos emotivos, en este drama familiar que muestra cómo superar la desgracia y redescubrir lo preciosa que es la vida.

Fuente: https://youtu.be/im4PO1pYVck

Imagen: https://i.ytimg.com/vi/xONGDHvwhJQ/hqdefault.jpg

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