Colombia/09 Julio 2016/Fuente: Prensa Rural
El estudiantado de Colombia debe apostarle a construir un movimiento estudiantil que luche por la paz en todo el territorio nacional, pero una paz con justicia social. No puede solo ser una paz en la que la insurgencia deje las armas y el Estado deje de combatir a la insurgencia. Esta paz sin soluciones de raíz es la que le gusta a la oligarquía colombiana. La paz con soluciones genera propuestas para construir una nueva sociedad que excluya todo tipo de privilegios, iniquidades e injusticias. Esta nueva sociedad debe surgir de una paz con justicia social.
Una paz con justicia social requiere corregir las iniquidades del sistema capitalista.
La justicia social incluye la reforma agraria para solucionar los problemas derivados de la tenencia de la tierra, la producción campesina, la soberanía y seguridad alimentaria. Todos los problemas del campesinado se deben en muchos casos a la ausencia de propiedad sobre la tierra, ya que el Estado prefirió vender la tierra a los terratenientes o a las empresas trasnacionales para el monocultivo, antes que adjudicarle la propiedad al campesinado.
Algunos campesinos han osado con fuerza y resistencia ocupar tierras. Sin embargo, los campesinos ocupantes no han podido contar con ayudas económicas del Estado que faciliten el cultivo y comercio de los productos de la tierra. El campesinado dedica su esfuerzo a sembrar cultivos de uso ilícito o a trabajar para una terrateniente o en la agro-industria porque no puede ni tiene facilidades para producir la tierra y vivir bajo los parámetros de la economía campesina.
La economía del monocultivo se está apoderando de la industria alimentaria del país. Ya no existe la diversidad de alimentos que solía existir. Las familias campesinas han sido desplazadas por la violencia o las trasnacionales. El Estado colombiano está creando leyes que deterioran la economía campesina, exigen al campesino pobre utilizar maquinaria, herramientas, pesticidas o normas fitosanitarias de alto costo. A los campesinos no les alcanza para comprarlas. Una de las últimas exigencias del Estado, tipificada en el decreto 790, exige a los campesinos comprar semillas certificadas, ya no pueden seguir utilizando las semillas obtenidas en cada cosecha. En últimas instancia a las familias campesinas les cuesta más producir alimentos.
En 1964 el gobierno creyó que con el bombardeo de Marquetalia, Río chiquito, Guayabero, etc, podía acabar con las necesidades del campesinado. Así continúo durante todo el siglo XX y el XXI. Creyendo que con la guerra solucionaba los problemas o exterminaba a la población campesina que exigía condiciones materiales para la vida digna.
Nada de lo exigido por el movimiento campesino lo ha cumplido el Estado, por el contrario la precariedad material y económica sigue siendo una constante en la situación de las comunidades campesinas. Por ello el campesinado organizado, con la colaboración del movimiento estudiantil y obrero, se levantó en el 2013, exigiendo soluciones concreta a los problemas del campo. El gobierno prometió mucho pero no cumplió, por eso en este 2016 vemos nuevamente al campesinado retomar la lucha popular.
Así mismo, la justicia social requiere de condiciones de vida digna para las familias trabajadoras. La mayoría de las familias en el país no tienen vivienda. Miles de trabajadores de todas las ramas de la economía: las finanzas, el comercio y la industria viven en cambuches sin electricidad, en tugurios que no poseen agua y ni gas natural. Viven alejados de las zonas urbanas, en los cordones de miseria, alejados de los mercados, los trabajos, las escuelas, los centros de salud. Es una existencia de carencias materiales.
La vivienda es una necesidad de millones de personas. Gran parte del pueblo trabaja 12 o más horas al día para poder pagar el arriendo del mes. Muchos tienen que abandonar las casas por falta de dinero para el arriendo y los que tienen vivienda, la pierden como consecuencia de los onerosos créditos, o la usura o la avaricia de los bancos.
El empleo digno y bien remunerado es otra exigencia para luchar por una con justicia social. Los trabajadores no tienen un empleo seguro, viven a diario luchando por sobrevivir en un trabajo donde no firman ningún tipo de contrato y en el que el empleador los puede apartar del trabajo sin explicación alguna. Muchas empresas no le dan seguros de vida, de salud o pensiones a los trabajadores. Estos viven diariamente soportando la explotación laboral y recibiendo los insultos de los gerentes, para poder llevar algo de comida a la mesa de las familias. La lucha por mejorar la situación económica del trabajador está incluida en la justicia social y la paz.
Una educación de calidad, gratuita y al servicio del pueblo es otra necesidad para la justicia social y la paz. La educación en Colombia camina cada día hacía la privatización. Al gobierno de Santos, y antes al de Uribe, no les importó la educación del pueblo colombiano, ni de sus jóvenes, ya que entre más ignorancia exista, más posibilidades tienen ellos de poder gobernar sin oposición. Un pueblo que estudia sabe cómo funciona el Estado, la economía y el capitalismo, así no se dejan engañar fácilmente de las artimaña de los que quieren que continúe el mísero modelo económico y social.
Sin embargo, educación debe garantizar trabajo para los profesionales graduados. Los profesionales graduados no tienen empleo y muchos ganan míseros sueldos realizando trabajos ocasionales. El sistema económico de carácter extractivista y neoliberal, unido a leyes como la del Primer Empleo, han conseguido que Colombia tenga muchos graduados desocupados o realizando otras labores. Egresados que muy bien podrían estar trabajando por el desarrollo industrial del país para convertir a Colombia en una sociedad prospera. Es justo que el profesional piense en su futuro, pero también en el de la colectividad, ya que el futuro de la colectividad es el destino de la persona.
Los diálogos de paz entre la insurgencia de las FARC-EP y el Estado colombiano, es el suceso más importante del panorama nacional. La necesidad y utilidad de la paz se expresa por un lado en lo simbólico: la posibilidad de ver una imagen diferente al conflicto cotidiano. La violencia se ha convertido en la forma adecuada de mantener a un pueblo sumiso y controlarlo.
Esta paz camina paralelamente a la necesidad de que el pueblo comience a participar en las decisiones políticas, que construya poder popular y gestione proyecto. Por ello el pueblo, y los estudiantes, deben construir un movimiento político que demuestre la relevancia de una alternativa al capitalismo.
La paz solo va a ser posible cuando las condiciones materiales y económicas que dan origen a los conflictos políticos y militares cambien. Si la paz no es posible en el capitalismo, habrá que idear un nuevo sistema donde la paz sea una realidad. A esta nueva realidad debe apostarle el movimiento estudiantil de secundaria.
Por una educación para la segunda y definitiva independencia
Por una educación para la paz
Viva la Federación de Estudiantes de Secundaria
Fuente: http://prensarural.org/spip/spip.php?article19744