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Colombia. Luchas estudiantiles en la Universidad Industrial de Santander

Colombia. Luchas estudiantiles en la Universidad Industrial de Santander

Cada 8 de junio se conmemora en el país el Día del Estudiante, fecha también llamada Día del Estudiante Combativo y Día del Estudiante Revolucionario. Este tributo anual se remonta a las movilizaciones de 1929. El 7 de junio de ese año, los estudiantes de todo el país salieron a las calles a protestar por la recién ocurrida Masacre de las Bananeras.

Como respuesta a estas movilizaciones, la policía asesinó al estudiante de la Universidad Nacional, Gonzalo Bravo Pérez. Hoy, a casi 100 años de esa fecha, la policía sigue arremetiendo violentamente contra los estudiantes cuando salen a las calles a defender sus derechos.

En 1958 se convocó a otra movilización en la víspera del aniversario de la Masacre. El Ejército Nacional asesinó a 12 estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, como resultado de su represión a estas protestas.

Más adelante, en 1973, en el aniversario de estas fechas también fue asesinado el estudiante Luis Fernando Barrientos, en Antioquia.

Desde entonces, los días 7, 8 y 9 de junio son reivindicativos de la identidad y la memoria de las y los estudiantes en Colombia. Y también son momentos donde se expresa la inconformidad con la injusticia en el país, la cual es característica de las luchas estudiantiles hasta el presente. La Universidad Industrial de Santander -UIS-, en Bucaramanga, es uno de los centros de estas luchas.

Luchas estudiantiles en la actualidad

Este año la conmemoración fue distinta a los años anteriores, según comentó María Aguilera, integrante de la organización Red Surgiendo de Bucaramanga. En las universidades no se tenían las condiciones y garantías necesarias para poder realizar la conmemoración, debido a la actual pandemia de Covid-19. Los homenajes se realizaron vía Internet.

La actual educación virtual impuesta a raíz del aislamiento social decretado por la pandemia, pretende que las y los estudiantes continúen con una rutina de estudios que se aleja de la realidad económica y social del país.

Se les exige que rindan y cumplan con los trabajos como si no pasara nada y como si todas las personas tuvieran acceso a un servicio constante y rápido de Internet en sus hogares, o a un computador desde donde poder trabajar. Eso sin hablar de que no se tienen en cuenta las múltiples labores de cuidado del hogar y la familia que interrumpen diariamente la concentración necesaria para poder estudiar.

Marlon Ardila, estudiante del Frente Amplio Estudiantil, declara que es urgente mejorar las condiciones en términos de bienestar académico y tecnológico. También denuncia que las ayudas del Bienestar Universitario, que antes aliviaban un poco la situación, ya no están.

Organizaciones estudiantiles de la UIS están exigiendo a la institución y a los entes gubernamentales que se tomen soluciones puntuales que enfoquen a la educación como un derecho y no como un negocio. Piden que:

  • El Cuerpo Colegiado de Facultad se enfoque a los semilleros de investigación y comunidad universitaria para que se desarrollen propuestas en términos de salud, economía y educación para para ofrecer respuestas y soluciones a las consecuencias de la pandemia actual.
  • En cuanto a lo Financiero, que se tomen en cuenta los estudios que afirman que en este momento no es necesario que los estudiantes tomen créditos para poder seguir estudiando, ya que el uso de los recursos vigentes permite que estudiantes de estratos 1 y 2 sean financiados al 100%.
  • En cuando a la Calidad Académica, que al hablar de “pedagogía virtual” se busque un real consenso y diálogo entre docentes y estudiantes, donde la educación se fomente de manera amigable.
  • En cuanto al Bienestar Universitario, que se garanticen las auxiliatorias y desarrollar una ampliación de coberturas que protejan a más estudiantes y cobijen a una mayor cantidad de beneficiarios.

En los actuales tiempos de complejidad económica, la UIS ha destinado más recursos a su imagen pública que a garantizar condiciones dignas para sus estudiantes. María Aguilera, de la Red Surgiendo, denuncia que la universidad le ha pagado visitas a influencers hacia su campus para subir la imagen de Hernán Porras Díaz, Rector y Representante Legal de la institución. Y que esto se ha hecho con fondos que se utilizaron para una finalidad distinta a la requerida, lo cual ocasionó que se recortaran las auxiliatorias y los servicios de la UIS.

Situación de riesgo

Sumado a esto, en Bucaramanga las y los estudiantes defensores de Derechos Humanos están en situación de vulnerabilidad. María Aguilera denuncia que a nivel nacional se realizan capturas y allanamientos a las casas, sobre todo en Pereira y Bogotá.

En Bucaramanga, los centros educativos no abren directamente procesos disciplinarios. Pero los profesores fomentan la persecución de aquellos estudiantes que realizan ejercicios de movilización. Puntualmente, se persigue el pensamiento crítico.

Alternativas creativas de apoyo entre estudiantes

Las y los estudiantes han buscado cómo apoyarse mutuamente. Han creado alternativas de apoyo como hablar directamente con los docentes para flexibilizar los tiempos de entregas para quienes no tienen acceso a Internet, compartir el servicio de Internet de las casas, o grabar las clases y luego pasárselas.

También se han solidarizado con quienes no pudieron pagar su matrícula y organizaron colectas de dinero para poder ayudar a pagar. Asimismo, han recolectado mercados para sectores populares de barrios como Girón y otros aledaños a la UIS.

Cada día demuestran que las condiciones de la pandemia dificultan el acceso, pero no impiden la ayuda. De cualquier forma, esperan que el Rector y los directivos participen en un Consejo Académico Ampliado donde se rindan explicaciones sobre los gastos de presupuesto en todo este período.

Fuente de la Información: https://kaosenlared.net/colombia-luchas-estudiantiles-en-la-universidad-industrial-de-santander/

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Colombia: Reto de la virtualidad vs. temor a regresar a aulas: dura prueba de educación en tiempos de COVID-19

Reto de la virtualidad vs. temor a regresar a aulas: dura prueba de educación en tiempos de COVID-19

28 de Junio, 2020

 

Jardines infantiles

En este momento el futuro para los jardines infantiles en Colombia no está del todo claro. Pero, hay divisiones entre los padres de familia.

Varios coinciden en señalar que no van a arriesgar a sus hijos, aun cuando estas instituciones les ofrezcan todos los protocolos de bioseguridad. Por otro lado, están los padres y madres cabezas de hogar, para quienes el colegio es el único sitio que tienen para dejar a sus hijos cuando trabajaban.

Por su parte, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar aún no se ha pronunciado sobre cómo hará para evitar la salida de los niños en sus jardines y cómo vislumbra el futuro de las instituciones que operan en todo el país.

Hasta este momento, la educación en los jardines infantiles sigue siendo virtual y no se tiene un tiempo definido para que eventualmente puedan volver los niños a la presencialidad. Al terminar el año se podrían conocer las cifras sobre la cantidad de menores que fueron retirados de los jardines.

Por ello, la psicóloga Cecilia Zuleta hace un llamado sobre la importancia de que los niños regresen a clases: “No es solo un tema de aprender, nos preocupa la interacción”.

Explica que el miedo a que los pequeños se puedan infectar es un tema de desinformación, porque “son los que menos se contagia y, si se llegan a contagiar, los síntomas son muy leves”.

Agrega lo preocupante que es que los menores no vayan al colegio, donde reciben en muchas ocasiones la única comida del día: “Algunos niños se bajan de peso el fin de semana, imagínese ahorita lo que está pasando”.

Y enfatiza en que, aunque lo académico es importante, “es lo menos importante. Es mucho más importante todo el estado de salud mental que en este momento ya está impactado”.

Cambios por el encierro

Este aislamiento social por la pandemia ha generado distintos efectos y cambios en las personas por la imposibilidad de continuar con el desarrollo de la vida cotidiana y más en los pequeños de la casa, muchos de ellos además son atletas de alto rendimiento en plena etapa de crecimiento, aprendizaje y desarrollo, una situación que está jugando en contra de sus condiciones físicas y mentales.

Los expertos señalan que después de más de tres meses de encierro cultivar la paciencia, acompañar cada paso de los estudiantes y deportistas para cumplir con esas expectativas tanto del colegio como de sus entrenadores sin desfallecer, está entre los grandes retos de la formación educativa y de entrenamiento a distancia.

Las dificultades en el campo

Se calcula que casi el 90 % de los hogares del sector rural no tienen acceso a internet y, por ende, el acceso a la llamada virtualidad es muy lejano para millones de niños y jóvenes.

Aunque esto en muchas zonas no ha sido impedimento para continuar con la educación. Valiéndose de cartillas, libros, radios de comunicación, celulares y hasta emisoras, cientos han logrado estudiar.

Fuente de la Información: https://noticias.caracoltv.com/informes-especiales/reto-de-la-virtualidad-vs-temor-a-regresar-a-aulas-dura-prueba-de-educacion-en-tiempos-de-covid-19

 

 

 

 

 

 

 

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Colombia – La educación rural: el problema no es apenas la conectividad

La educación rural: el problema no es apenas la conectividad

 

Urge pensar en programas de Educación Rural que se acojan a las experiencias colectivas de los campesinos, los afros y los indígenas.

Jairo Arias Gaviria*

Problemas de conexión

La crisis que vivimos ha obligado al sector educativo a replantear sus prácticas y adaptarse a la virtualidad en poco tiempo para mantener la continuidad de los programas académicos.

Pero el panorama de las ciudades principales dista de la realidad rural, donde el acceso a internet, a computadores y a capacitaciones sobre el uso de plataformas digitales es bastante limitado.

El primer factor importante es la mediación de la tecnología en el proceso educativo y las limitaciones de conectividad en sectores rurales. El DANE encontró que para 2019 el 74% de la población rural carecía de acceso al internet. Si hablamos de conectividad, el país tiene una gran deuda con el sector rural.

Pensar esta cifra en términos de población escolar rural implica dilemas profundos para el sector educativo. El panorama se complica al reconocer la importancia de la virtualidad para la educación en estos tiempos. Quizás exista la conexión en cabeceras municipales, pero no es allí donde se encuentra la gran mayoría de las escuelas rurales.

En los países de la OCDE , la velocidad de carga y descarga está en un promedio de 17 Mbps. En Colombia segun los reportes de MinTIC para el 2020, producto de la emergencia causada por la COVID-19, es de 3,6Mbps.

Sin una mejoría drástica en la velocidad del internet y en las condiciones físicas para el acceso, será imposible hablar, no ya de conectividad, sino de tecnología 5G, como quisiera el MinTIC que tuviéramos los colombianos.

Por otro lado, en marzo del 2020, el DANE reveló que cerca del 56% de los docentes no tienen plataformas digitales en su entorno educativos, y esto por supuesto dificulta su labor en tiempos de pandemia.

La brecha digital es entonces la diferencia entre aquellas personas y grupos que tienen acceso a recursos tecnológicos de telecomunicaciones e internet, y aquellos que no. La distancia se mantiene en recursos no materiales, como conocimiento, capacitación y manejo de programas, aplicaciones y plataformas. El reto es cerrar un poco la brecha.

Programa e educación rural

El agro y la educación rural

El segundo aspecto corresponde al protagonismo que la educación rural da al agro y que resulta, en varios casos, confuso y poco pertinente.

Hoy el agro se caracteriza por las pérdidas en productos que tienen baja rentabilidad, por sus altos costos de producción y el escaso mercado dentro del país, pues debe competir con las importaciones de alimentos que aumentan día a día. Siendo así, ¿para qué enseñar el funcionamiento del agro en las escuelas rurales?

Urge buscar maneras de vincular adecuadamente el agro con los proyectos educativos y dejar de lado aquellas propuestas que favorecen más a la industria y al mercado que a los estudiantes. Esto implicaría un cambio drástico en el currículo en las escuelas rurales, así como una inversión de recursos económicos que permita la reforma.

La pobreza y marginalidad de la población campesina, así como las precarias condiciones de las escuelas rurales, aceleran la migración de jóvenes a la ciudad, en búsqueda de oportunidades para mejorar sus condiciones de vida.

Este problema se ve reforzado por el horizonte urbano de la educación en general. Los contenidos, las metodologías y la formación de los maestros se dirigen a un proyecto de urbanización que, en contextos rurales, abre la brecha entre escuela y comunidad.

Si la política agraria mejorara sus condiciones sociales y de inversión, los jóvenes campesinos tendrían una motivación más sólida para dedicarse al agro. Además, verían en sus escuelas un proyecto de vida con sentido, contrariamente a lo que hoy se vive en las escuelas rurales.

Esto nos lleva al siguiente reto: Evaluar detenidamente la pertinencia de los programas de cobertura para educación rural que desde mitad del siglo pasado aparecieron como fórmula para garantizar la educación a lo largo y ancho del país. Más allá del aporte que lograron en su momento, no se recurre a ellos como un apoyo o solución a los problemas actuales.

Si bien estos programas siguen siendo la bandera dentro del Programa de Educación Rural (PER), parecen no ser el grueso de lo que se imparte en las escuelas rurales. Aunque tales programas han hecho su parte, no podemos esperar que sean la única apuesta del Ministerio de Educación para enfrentar las actuales dificultades. Así queda en evidencia la falta de una verdadera política educativa rural.

Escuela rural, ¿economía o pedagogía?

No menos importante es la asignación presupuestal para el sector rural. Como la agricultura no es considerada como prioritaria, el sector no recibe los recursos que le permitan actuar frente al desempleo, la informalidad laboral o, yendo más lejos, contemplar la creación de una universidad rural. Se sigue promoviendo la idea de la ciudad como el modelo de desarrollo ideal.

educación en el campo

Cuando se da a conocer el crecimiento del PIB en el Sector Rural, se mencionan la exportación de carne y de productos como el azúcar y el aceite de Palma que pertenecen a las mega industrias nacionales. ¿Esa es la economía que vincula a los pobladores rurales? ¿Cuál es el lugar que ocupan los campesinos, los afros, los indígenas y los pescadores?

Cuando la inversión para el sector y la educación rural se inspire en una concepción distinta del desarrollo nacional, quizás podríamos hablar de un programa serio de educación rural.

Se desprende de aquí el último reto, que consiste en construir una pedagogía rural como opción para las mallas curriculares de las escuelas rurales. Esta pedagogía debe enunciar con mayor claridad la vida cotidiana en los campos de Colombia, sus saberes y sus prácticas, así como sus experiencias colectivas.

Asimismo, debe tomar distancia del horizonte urbano de la educación, orientado a la producción, al mercado del conocimiento y a la competitividad. Este modelo urbano deja de lado la realidad colectiva de las comunidades y se enfoca en crear esclavos modernos.

Esto no quiere decir que lo rural no tenga una estrecha relación con lo urbano, todo lo contario. De hecho, la evolución de la escuela rural ha dependido del manejo urbano de la economía.

Ahora debemos asumir el reto de repensar la escuela rural dentro de su contexto y con sus propias necesidades. Reto que también les incumbe a la política educativa y a todos los actores del proceso de enseñanza – aprendizaje. En el caso de los docentes, esta reflexión es casi obligatoria para tener programas dirigidos a los distintos sectores de la población.

Se necesitan programas educación propia en los resguardos indígenas, donde el abandono es el pan de cada día. En las poblaciones campesinas, para que los miembros de la comunidad sean reconocidos como sujetos de derechos y puedan llevar a cabo sus propuestas de fortalecimiento y expansión de la economía campesina. Programas para que las poblaciones afro se libren de los agravios racistas que todavía existen en Colombia.

Fuente de la Información: https://razonpublica.com/la-educacion-rural-problema-no-apenas-la-conectividad/

 

 

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Colombia: Estudiantes de la Universidad Distrital hacen plantón para pedir matrículas gratuitas

América del Sur/Colombia/28-06-2020/Autor(a): Juan Manuel Reyes Fajardo/Fuente: www.publimetro.co

Los estudiantes de la Universidad Distrital bloquearon la Carrera Séptima exigiendo más ayudas de los gobiernos nacional y distrital.

Según los cerca de 80 estudiantes que adelantaron el plantón, la situación provocada por la COVID-19 impediría que continúen su educación. Los estudiantes de la Universidad Distrital pidieron a la ministra de Educación, María Victoria Angulo, y a la alcaldesa Claudia López, que se les permita matricularse sin cobro alguno de sus matrículas.

Tal propuesta haría eco de una realizada en el Colegio Mayor de Cundinamarca por la Gobernación departamental. En esta entidad se decidió no cobrar matrículas para sus 12.000 estudiantes en el segundo semestre de 2020.

La propuesta fue apoyada por el senador Horacio José Serpa y el concejal Samir Abisambra. Los políticos liberales presentaron a la Alcaldía una propuesta para permitir la gratuidad del semestre.

Debido a este plantón, las rutas duales de TransMilenio y del Sitp que circulan por la Carrera Séptima sufrieron desvíos. Se recomienda tomar vías alternas como la Avenida Circunvalar, la carrera 13 y la Avenida Caracas.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.co/co/noticias/2020/06/25/estudiantes-de-la-universidad-distrital-hacen-planton-para-pedir-matriculas-gratuitas.html

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Colombia. Niñas del Chocó son prostituidas a los soldados gringos

Redacción: Las Dos Orillas

La violación sexual a una niña indígena de 12 años del pueblo Emberá de Pueblo Rico, Risaralda a manos de 7 soldados del Ejército Nacional ha causado indignación y conmoción en el país exigiendo justicia por los deplorable hechos que nunca debieron presentarse.

A partir de la coyuntura, el destacado líder social y activista del Chocó, Luis Ernesto Olave, denunció en su cuenta de Twitter el terrible caso de Bajo Baudó ubicado en la localidad de Pizarro en donde a la entrada del batallón de la Armada de Colombia niñas afrodescendientes menores de edad, entre los 13 y 16 años hacen filas siendo prostituidas, según las fuertes declaraciones, por Infantes de Marina a los soldados gringos en sus días de descanso. Olave hace un llamado de atención al Procurador General, Fernando Carrillo, para que tome cartas en el asunto.

Ojo a esto… En el Chocó, Bajo Baudó Pizarro, en la entrada del batallón de @ArmadaColombia, los días de permiso de “soldados foráneos”, se hace una fila de niñas Afro de aprox 13 a 16 años de edad que las prostituyen los mismos infantes de Marina. @mindefensa@fcarrilloflorez

— Luis Ernesto Olave V (@LUISEROLAVE) June 25, 2020

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Los soldados tenían escondida a la niña en el potrero de una casa, maltratada, herida

La hermana de la menor, en entrevista con Semana, reveló los escabrosos detalles de la violación que conmueve al país.

Los soldados tenían escondida a la niña en el potrero de una casa, maltratada, herida

Todo arrancó el pasado domingo 21 de junio en la noche. La familia de la niña de 12 años departía en su casa. Iban a hacer una cena, hacía falta el jugo. La niña fue la encargada de subirse a un árbol y bajar con un palito las 8 guayabas que hacía falta para hacer el jugo

En la casa sus familiares esperaban pero pasaban las horas y no sucedía nada. Incluso estuvo la comida y la niña no llegaba. La comida quedó fría sobre el mantén de hule. Su hermana le pidió a su mamá que se relajara al verla tan angustiada. Es que ya era la madrugada del lunes y la niña no aparecía. Cuando se hizo de día todos salieron a buscarla.

Se encontraron con un grupo de soldados -muchachos de 17 a 19 años- cerca a la escuela del lugar, en una casa que tenía un potrero enorme. Eran siete. Le preguntaron por la niña pero ellos no dijeron nada, sólo que la habían visto en la mañana pero en la tarde no. Era mentira. La tenían escondida en una casa. Una cuñada de la niña fue la que se dio cuenta. Estaba en un potrero toda magullada, estropeada, rengueante.

Los doctores la vieron y aunque físicamente se recuperará, las heridas emocionales difícilmente se cerrarán. En un principio la menor dijo que aunque fueron 7 los soldados que la intimidaron, uno de ellos no la tocó. Luis Marino Ospina, Comandante de la Quinta división del ejército, afirmó que los soldados iban a completar su año de servicio y, en unas declaraciones que indignaron al país “ellos no estaban en sano juicio” algo que los familiares de la pequeña negaron ya que no vieron mayor alteración de conciencia por parte de los uniformados.

Las autoridades indígenas pidieron justicia inmediata en este video:

 

Los soldados tenían escondida a la niña en el potrero de una casa, maltratada, herida

Fuente: https://kaosenlared.net/colombia-ninas-del-choco-son-prostituidas-a-los-soldados-gringos/

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Las enseñanzas para la vida que el confinamiento les ha dejado a los jóvenes

Por Francisco Cajiao.

Es difícil asimilar que de un momento a otro todo quede literalmente suspendido. Como si un río que siempre fluye naturalmente, se viera  detenido de repente sin una explicación. Esa es la sensación que hemos tenido desde que se nos confinó a una cuarentena generalizada. De pronto, en el curso de dos días, se cerraron colegios y universidades, se detuvo el flujo de vehículos, dejaron de volar aviones, y conciertos y eventos deportivos fueron cancelados.

También quedaron en suspenso los proyectos de vida de miles y millones de personas. Muchos jóvenes vieron truncada su ilusión de una ceremonia de grado para celebrar años de esfuerzo con sus familias, otros quedaron atascados en países donde hacían una práctica profesional o acababan de iniciar un curso de idiomas. Hubo que cancelar matrimonios programados. La búsqueda de empleo quedó en el aire o la vinculación prometida fue pospuesta indefinidamente. Viajes, fiestas, paseos, cursos y planes alimentados por meses y por años desaparecieron como si hubieran sido hechos en mundos paralelos.

Aunque la crisis ha golpeado a todos sin distinción de edades, la situación para los jóvenes tiene una particularidad que tal vez radica en su percepción del tiempo. Quienes ya hemos cumplido más de seis décadas de vida solemos decir que el tiempo pasa volando, mientras para un niño o un joven dos meses son como la eternidad. Posponer el ingreso a la universidad un semestre, dadas las dificultades económicas de muchas familias, puede generar una tremenda frustración. Y se podrían enumerar una multitud de situaciones similares, pues la emergencia global ha traído con ella un frenazo económico con implicaciones inmediatas muy graves.

Seguro ha sido una situación extraña para los adolescentes, pues en esta etapa de la vida los amigos suelen ser mucho más importantes que la familia y no siempre las relaciones con los padres y hermanos son las mejores. Es el
momento en el que la vida social del colegio es prioritaria. Eso no significa que los adolescentes no tengan un enorme apetito intelectual. Lo que sucede, más bien, es que sus inquietudes y necesidades no suelen ir por el mismo camino que los currículos oficiales y cuando se logra es gracias a la cercanía e influencia positiva de sus maestros, ahora distantes.

Una de las cosas que deben aprender es que la vida no sale como uno se la imagina. Quizá esa es la diferencia en la manera como esta situación se vive de acuerdo al momento de la vida. Los mayores saben que muchas veces hay que cambiar todo lo que se tenía proyectado para adaptarse a nuevas situaciones. Muchos terminaron trabajando en lo que menos imaginaban, viviendo en lugares que jamás habían previsto o disfrutando de cosas que alguna vez odiaron.

Ahora toda la sociedad tendrá que aprender a dar un viraje. Se habla por estos días de reinventarse, de reconocer cuáles son las nuevas condiciones en las que podemos avanzar. En estas oportunidades se descubre que existen opciones que antes no se habían explorado.

A lo largo de la historia los pueblos han encontrado dificultades, pero sin ellas no hubiera sido posible alcanzar los enormes avances que hoy nos dan seguridad. Por ejemplo, epidemias anteriores que cobraron millones de vidas permitieron aprender a controlar este tipo de catástrofes. Gracias a eso, y a pesar de la gravedad que el coronavirus representa, los países cuentan sus pérdidas apenas en miles de personas. Seguramente estaremos aprendiendo nuevas lecciones, que todavía es pronto para evaluar.

Lo más importante es reconocer todos juntos el valor de la solidaridad e individualmente el descubrimiento de nuevas fuerzas internas que nos permitirán retomar el viaje ya iniciado días, meses o años atrás, y tal vez comenzar uno completamente nuevo y apasionante. Al cabo de unos años, lo que estamos viviendo ahora nos parecerá lejano, pero sabremos que para cada quien hubo unos meses que cambiaron el rumbo de su vida.

https://www.semana.com/contenidos-editoriales/educacion-hoy-aprendemos-todos/articulo/las-ensenanzas-para-la-vida-que-el-confinamiento-les-ha-dejado-a-los-jovenes/680649

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A las y los líderes sociales de Colombia nos siguen matando durante la cuarentena

A las y los líderes sociales de Colombia nos siguen matando durante la cuarentena

De Danelly Estupiñán

Para mucha gente, la cuarentena representa la primera vez en la vida que su movilidad ha sido restringida. Pero yo ya tengo cuatro años que soy incapaz de caminar a la tienda de mi barrio sola, porque siento que si lo hago me van a matar. Tampoco puedo ir al campo, ni salir a divertirme, pues esto es arriesgar la vida.
Esta es la realidad que las y los líderes sociales amenazados llevamos años viviendo en Colombia. Por defender la vida de todas las personas, no podemos disfrutar de la nuestra. Estamos encerrados, moviéndonos de una casa a otra para escondernos, y solo salimos por lo necesario. Sin embargo, en el actual contexto, estar en casa 24 horas todos los días es una sentencia de muerte, ya que los sicarios saben donde encontrarnos. Ahora somos un blanco aún más fácil para quienes quieren silenciarnos.
La violencia sistemática que enfrentamos no ha disminuido este año, a pesar de la pandemia. Más de 100 líderes y lideresas sociales y personas defensoras de derechos humanos han sido asesinados en Colombia en lo que va de 2020, incluyendo al menos 28 asesinatos desde que se decretó la cuarentena obligatoria el 25 de marzo para prevenir el contagio del COVID-19.
Durante los últimos años he sufrido amenazas de muerte, seguimiento constante y allanamientos. He sido fotografiada en la calle y el año pasado tuve que salir del país por un tiempo cuando se dio a conocer un complot para asesinarme. La violencia que sufro la relaciono con mi labor defendiendo el territorio y los derechos colectivos de las comunidades afrodescendientes de Buenaventura y las denuncias que he hecho a nivel local, nacional e internacional sobre los efectos negativos de la ampliación portuaria en la ciudad.
«Nos siguen matando con mucha facilidad durante la pandemia porque todos estamos en casa cumpliendo con la cuarentena obligatoria «

Unos meses antes de la pandemia tuve que abandonar el sitio donde estaba viviendo porque registramos seguimientos que vulneraban mi seguridad. Por eso, me ha tocado estar en una ciudad que no es la mía durante la cuarentena. Estar en un sitio donde no conozco a nadie me genera incertidumbre y una angustia muy grande. No estoy tranquila, sigo muy preocupada por mi situación y la de otros líderes y lideresas sociales que también están muy expuestos en sus territorios.

Nos siguen matando con mucha facilidad durante la pandemia porque todos estamos en casa cumpliendo con la cuarentena obligatoria y nadie se puede mover. Pero resulta que las personas que quieren acallarnos sí se están moviendo sin problema. Estamos observando un patrón donde los grupos armados al margen de la ley llegan a las casas de las y los líderes sociales y les asesinan frente a sus familias. Incluso, en algunos casos, matan a sus familiares también.

Además, las comunidades han empezado a ver grupos armados repartiendo panfletos con amenazas manifestando que están asesinando a las personas que no acojan la cuarentena y las que supuestamente tienen COVID-19. Están sentenciando a las y los líderes sociales de que no están acogiendo la cuarentena para distraer del real motivo político de los asesinatos. Es como si ahora tuvieran una razón de salud pública para matarnos. En marzo, por ejemplo, la lideresa Yina Paola Sánchez Rodríguez denunció que grupos armados le habían declarado objetivo militar por supuestamente estar contagiando a miembros de su comunidad en el municipio de Montelíbano, Córdoba. La lideresa, quien manifestó estar en perfecto estado de salud, tuvo que huirse del territorio debido a las amenazas.

Lamentablemente, ser líder o lideresa social se ha convertido en una de las labores de más alto riesgo hoy en Colombia. Esta situación no solo pone en peligro nuestras vidas, sino también al sistema democrático y participativo del país, porque jugamos un rol importante en el ejercicio de gobernanza y la promoción y defensa del derecho a la participación, y en promover los derechos constitucionales y defender los derechos humanos.

Pero en vez de reconocer la importancia de nuestra labor y ver una oportunidad de colaboración, el gobierno nos da la espalda, nos vigila como si fuéramos una amenaza al sistema, y nos trata como criminales. No estamos vinculados a grupos armados, pero tratan de relacionarnos con ellos, generando falsos positivos judiciales. La única arma que usamos es nuestra voz, y nuestra voluntad para aportar en la consolidación de los sueños colectivos de nuestras comunidades. Solo estamos defendiendo nuestros derechos y nos preocupa profundamente que en Colombia se tome nuestro trabajo como si fuera un delito.

«No podemos seguir ahogándonos en un océano de impunidad. Cada día trae nuevas amenazas y ataques, y se profundizan los riesgos que estamos viviendo»

El gobierno debe tomar medidas urgentes y definitivas para garantizar nuestra seguridad, y llevar a cabo una campaña de no estigmatización a la labor de las y los líderes sociales. La gente debe ser consciente que cada vez que compre comida en un supermercado está siendo beneficiaria directa de nuestra lucha. Las comunidades étnicas ponemos los muertos por proteger un derecho colectivo como es la tierra y el territorio, pero todo el pueblo colombiano goza de los frutos del territorio gracias a nuestra sangre.

No podemos seguir ahogándonos en un océano de impunidad. Cada día trae nuevas amenazas y ataques, y se profundizan los riesgos que estamos viviendo. Las medidas de protección implementadas por el Estado no desatiban los riesgos, las autoridades no resuelven los casos y no hacen el seguimiento debido a nuestras denuncias. Parece que son intocables las personas que cometen estos delitos que vulneran nuestras vidas y nuestros derechos a la libertad de expresión, participación y organización, tanto en Buenaventura como en otros territorios estratégicos del país.

Las autoridades colombianas también tienen la obligación de garantizar nuestro acceso a la justicia. Deben determinar quiénes son los autores de la violencia que afrontamos y la relación que tienen con el rol político que jugamos las y los líderes sociales. ¿A quién le molesta o a quien le puede perjudicar la labor que hacemos para defender nuestros territorios y los derechos humanos? ¿Quién se beneficia con nuestras muertes?

Danelly Estupiñán es lideresa social y miembro del Proceso de Comunidades Negros (PCN) en Buenaventura

Fuente de la Información: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/06/lideres-sociales-nos-siguen-matando-durante-cuarentena/

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