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Ecuador: Mitad demonios, mitad niños, estructuras de raza en Ecuador

Mitad demonios, mitad niños, estructuras de raza en Ecuador

Gabriela Bernal Carrera

Fuentes: Revista Ñawpa – Foto Crédito: Andrés Camacho. Paro Nacional 2022.

En la gramática social colonial lo indio surgió como un elemento destinado a ser adjetivo: sucio, apestoso, traicionero, ladino, manipulable, salvaje entre otros. En los sintagmas sociales, todo lo nombrado como indio, fue destinado a ser un calificativo. Durante 500 años, esos adjetivos siempre fueron negativos. En el Ecuador de finales del s. XX, tras la irrupción, tan violenta como definitiva, del movimiento indígena, lo indio empezó un camino sin vuelta atrás: un cuestionamiento sustancial a esa gramática social colonial.

A lo largo del último paro nacional (junio 2022), hemos sido testigos de la explosión de una multiplicidad de violencias. Sin embargo, muchos de los discursos expresados por analistas políticos, periodistas, actores políticos y gente común y corriente, pretenden comprender la profundidad de estos fenómenos políticos a través de una única perspectiva: la brutalidad de los indios; en el mejor de los casos la explicación se ubica entre los intersticios de lo políticamente correcto y el desprecio históricamente recurrente. Los epítetos usados para describir los hechos se esconden en la dinámica ubicua de las redes sociales y plataformas como Whatsapp; ahí donde lo público y lo privado desdibujan fronteras, aflora de forma inconfundible y casi imposible de rastrear, el racismo. Este escrito pretende ofrecer algunas pistas para reflexionar.

Me gustaría empezar señalando que, en este texto, usaré intencionalmente la palabra indio para recoger el desprecio atávico hacia aquellas personas que colonialmente fueron catalogadas como tales. Los pactos silenciosos que estructuran nuestra acción individual y social implican significados claramente establecidos[1]. En la práctica conocemos los usos y funciones que las palabras ocupan no solo en la gramática de nuestro español kichwizado, sino en la gramática social que nos permite comprendernos y ubicarnos en la sociedad; cada persona sabe lo que significa ser llamada: indio, india, longo, longa; todos ellos sustantivos que al ser adjetivados (indio sucio, longo atrevido, india puta, longa vaga), ponen en evidencia la gramática social colonial. Es necesario desarmar la vida cotidiana de los “ecuatorianos” para comprender qué les permite actuar de forma exitosa, “coherente”, dentro del sistema. Es decir, develar un poco la gramática social colonial que nos estructura como sistema.

Nos guste o no, hay que reconocer una “larga duración”. Una larga duración que en países como el Ecuador está profundamente vinculada al hecho colonial, que difícilmente se ha desgastado y menos aún, transformado. Braudel (1979, pág. 70) al hacer referencia al tiempo en la construcción histórica, vincula la larga duración a una noción de estructura que reconoce como: “una organización, una coherencia, unas relaciones suficientemente fijas entre realidades y masas sociales. Para nosotros los historiadores, una estructura es un ensamblaje, una arquitectura; pero más aún, una realidad que el tiempo tarda enormemente en desgastar. Y transformar”. La sociedad ecuatoriana actualiza de forma reiterada, más aún cuando el conflicto se desata en las calles, los elementos que organizaron el régimen colonial y que sustentaron la expoliación de los llamados indios, sus posesiones y territorios.

Jaime Litvack (1933-2006), arqueólogo mexicano sintetizaba bien en sus clases las paradojas que se derivaron del “descubrimiento” y conquista de América. Las discusiones acerca de la humanidad de los indios, señalaba, encerraban dos dilemas a los que se enfrentaron los conquistadores: si los indios eran humanos, la guerra en su contra era injusta y había que proceder a devolver lo robado; pero si los indios no eran humanos, toda la violencia sexual, legitimada como mecanismo de conquista (y reivindicada luego como crisol originario del mestizaje), en realidad era pecado de bestialismo. La forma en que estas paradojas se superaron fue reconocer la humanidad de los indios, pero considerándolos “inocentes” como niños, de tal manera que era necesario administrar sus bienes y posesiones. Esta forma de disponer de los bienes ya se aplicaba a las mujeres españolas a través del tutelaje. Esta figura jurídica se asentaba en la idea de la fragilidad femenina misma que provenía de la fragilidad física y que se asimilaba con debilidad mental (Sánchez Vicente, 1985)[2]. La deshumanización de indios y mujeres hace parte del entramado primigenio sobre el que se construyó este país, que en el s. XXI actualiza una vez más las estructuras de larga duración.

Para comprender pues el racismo, hay que reconocer la existencia unas estructuras de larga duración que se actualizan de forma periódica. Esta actualización de las estructuras de larga duración se da especialmente en momentos de conflicto, cuando la tensión generalizada permite que afloren los núcleos duros que estructuran la sociedad y al calor de las discusiones se adaptan a las formas, nociones y mecanismos que el contexto provee. Las formas que hemos presenciado durante los paros de 2019 y 2022, son en general, una actualización en el s. XXI de aquello que nos configura como sociedad.

Sin embargo, la novedad de estos dos últimos momentos es que la raza ha salido del armario. Por distintas razones sobre las que no me extenderé ahora, durante gran parte de la historia republicana del Ecuador, la administración de la población indígena se desplazó hacia el ámbito doméstico (Guerrero, 2000, pág. 45). Y es justamente, ese espacio doméstico, casi inaprensible, el que ha sustentado los procesos de dominación y racialización que operan más allá de los grandes procesos sociales e instala en las subjetividades los lineamientos que delimitan las formas y las acciones[3].  Las redes sociales, sin embargo, han abierto una ventana a los entramados domésticos y la raza y el racismo han saltado a la esfera pública. Si bien los debates políticos tienen lugar preferentemente en la esfera de lo público, las redes sociales han permitido que se entrecrucen con aquellos temas que permanecían en el espacio privado. Los resultados, como hemos visto son explosivos.

Si bien siempre política y racismo han sido debates ubicuos puesto que se dan paralelamente en los espacios considerados públicos y en los espacios menos formales, considerados más bien “privados” – domésticos, las reglas (no dichas) con las que se gestionan estos espacios impedían que se entrecrucen y exploten. Sin embargo, las redes sociales abren vías de tránsito entre lo público y lo privado-doméstico y generan conflictos entre ambos espacios. Expresiones coloquiales, cuerpos que se exhiben y desean abiertamente[4], son consideradas en el ámbito de lo público como poco “educado” o “indecente” y guste o no, hoy intersecan con el debate acerca de las políticas públicas. Las expresiones que censuran estas formas, parten del reconocimiento de un código doméstico que abre al infinito expresiones de todo tipo y que fundamentalmente permite la discriminación y la violencia sustentadas en el género y la raza (“trapos sucios se lavan en casa”). Del lado contrario, se exige que lo público sea manejado con “decencia” y “respeto” [5] que se asimilan a formas blancas. Las aparentes contradicciones que operan en lo público y lo privado-doméstico, en realidad permiten la existencia de decisiones y acciones políticas que sustentan la estructura colonial de la sociedad ecuatoriana y que inherentemente poseen estructuras violentas.

Sin embargo, la negación de la existencia del racismo y sus formas de racializar toda experiencia vital no es casual, tiene una doble función: por una parte, permite que las reglas racializantes implícitas tanto en lo público como en lo privado puedan ejercerse sin ponerse en cuestión; y por otra, su ocultamiento permite que en el ámbito doméstico se ejerzan un sinnúmero de violencias estructurales que se diluyen en los códigos del ámbito de lo privado. Las “violencias encubiertas” (Rivera Cusicanqui, 2010) del racismo como un sistema organizado de reglas y disposiciones que gestiona el funcionamiento de lo privado, se instalan en los cuerpos sexuados. Género y raza van configurando las estructuras en las que operará el sistema de significados de la racialización[6]. La codificación de un orden que racializa signos y símbolos que rigen el espacio doméstico/privado, permite y obliga al silencio y la complicidad propios de esta esfera, pero sobre todo impide que se llegue a las discusiones públicas. Esta imposibilidad de ubicar cualquier debate acerca de la raza en el orden público tiene profundas consecuencias en las nociones de igualdad, autonomía y democracia que deberían sustentar la política nacional. La irrupción de las redes sociales desestabiliza los pactos de silencio de lo doméstico y pone en la discusión aquello que se debe ocultar siempre.

Como ya he mencionado en las primeras líneas, las reacciones sociales, privadas y ahora públicas a través de las redes sociales, ponen en evidencia ciertos núcleos discursivos que permean el tiempo, desde las primeras crónicas españolas que se refieren a los indios de Quito como “behetrías”, pasando por los escritos indigenistas, hasta las reacciones en redes sociales de gente del común y analistas políticos o periodistas[7]. Dos elementos centrales parecen nuclear estas continuidades: por una parte, la irracionalidad, propia de lo indígena, y que inevitablemente deriva en violencia (salvajismo). En segundo lugar, la falta de educación de los indígenas como uno de los ejes centrales para su situación y reacción frente al Estado y la sociedad. Estas dos afirmaciones constituyen un núcleo argumentativo al que se articula un repertorio de posiciones que oscilan entre lo positivo (el buen salvaje idealizado, inocente como un niño), y lo negativo (el salvaje brutal como un demonio), con la educación como una herramienta para ir del extremo negativo al extremo positivo. Sin embargo, la lógica que plantea la irracionalidad como característica fundamental de lo indígena impide salir del denominativo salvaje.

No obstante, mientras el Estado y la sociedad mantienen sin cambios profundos sus argumentos con relación a los mundos indígenas -subrayo el plural-, las dinámicas de los pueblos y nacionalidades indígenas han cambiado dramáticamente en estos últimos 30 años. Mientras la mirada racializante del Estado y la sociedad continúan comprendiendo el mundo indígena desde la lógica del irracional buen o mal salvaje, los integrantes del mundo indígena se han embarcado en procesos de modernización complejos, dolorosos y diversos. Así, mientras el Estado y grandes sectores intelectuales insisten en comprender el mundo indígena desde lo estático, las nuevas generaciones de jóvenes indígenas están en un movimiento constante y rico en experiencias. Las nuevas generaciones indígenas están lejos, muy lejos, no solo de la experiencia de sus padres y abuelos (sometidos a la brutalidad de las violencias explícitas del régimen de la hacienda o las dolorosas vivencias de las experiencias migratorias nacionales o internacionales), sino de los cánones construidos desde la raza como factor de análisis de la sociedad ecuatoriana. Los jóvenes indígenas viajan dentro y fuera del país, conforman circuitos comerciales y culturales de una complejidad muy rica[8] que es desconocida o invisibilizada ya que se encuentra fuera de aquello que racialmente les está permitido o desde lo que la academia cree que se debe estudiar.

A lo largo de los últimos años, siendo profesora universitaria he podido presenciar de primera mano, uno de los elementos más dramáticos que afecta a estos jóvenes: el “techo de cristal”[9] del racismo. Esta barrera invisible opera de forma constante sobre los y las jóvenes de manera diversa, pero en todos los casos, limita su acción, sus ambiciones y la concreción de sus deseos. Todo el desarrollo del marco jurídico ecuatoriano, reconocido a nivel mundial, no ha incidido directamente en el cambio de los patrones que se establecen a partir de la racialización de la sociedad y que definen lugares permitidos, comportamientos aceptados, relaciones o enlaces apropiados, participaciones legítimas, discursos aceptables, ropa aceptable, etc. De los jóvenes indígenas se espera una actitud silenciosa y sumisa por el solo hecho de ser indígenas, pero ésta va totalmente a contracorriente de sus experiencias vitales. Los abismos entre la construcción de sujetos indígenas, runas o kichwas, shuar, saraguros u otavalos, como prefieran denominarse, y la experiencia social reconstruye la violencia, crea muros infranqueables.

Y es que en la gramática social colonial lo indio surgió como un elemento destinado a ser adjetivo: sucio, apestoso, traicionero, ladino, manipulable, salvaje entre otros. En los sintagmas sociales, todo lo nombrado como indio, fue destinado a ser eternamente calificativo. Durante 500 años, esos adjetivos siempre fueron construidos en negativo. En el Ecuador de finales del s. XX, tras la irrupción, tan violenta como definitiva, del movimiento indígena, lo indio empezó un camino sin vuelta atrás: un cuestionamiento sustancial a esa gramática social colonial. Ese camino, como tantos otros, ha venido siendo hecho con mingas. Fuera de las mingas, la Revolución Ciudadana de Correa (2007-2017) pretendió cambiar el eje paradigmático: en el escenario de la política nacional lo indio dejó de ser presentado como sucio, feo o pobre. De la mano de camisas bordadas, collares, aretes y/o blusas, lo indio se transformó en una cenefa, discreta pero agradable que acompañó la política represiva de las organizaciones indígenas contemporáneas.

Con los compases y discursos rimbombantes de “Patria Tierra Sagrada” además del uso de la estética indígena, la ambición de la Revolución Ciudadana fue crear un proyecto de nación que invistiera de legitimidad a quienes lo llevaban adelante. Una expropiación simbólica de luchas sociales, que en la memoria de individuos y organizaciones se remontan más allá de las crónicas coloniales de la resistencia andina, y la anclan en el discurso mítico del Pachacuti y el retorno del Inca. Pero, las pretensiones correístas no pudieron con las poderosas dinámicas que el proceso organizativo, entre otros, había abierto para los mundos indígenas (me interesa que se resalte el uso del plural). De hecho, ni siquiera las organizaciones que en los 90 pusieron contra las cuerdas al Estado republicano gestado por los criollos, podían imaginar los derroteros que su trabajo político iba a gestar.

Considero que dos hechos deberían interpelar a la sociedad ecuatoriana tras los sucesos de julio de 2022. La primera, la ceguera social frente a las características de los procesos de subjetivación indígena que se vienen gestando desde finales del s. XX y lo que va del XXI. Nadie parece darse cuenta que no existe la masa indígena que se moviliza al tenor del humor de sus “despóticos” dirigentes. Existen sujetos indígenas modernos como el que más. Mucho más sujetos que muchos mestizos que no han vivido los procesos de prueba que para llegar a ser sujeto debe experimentarse (Araujo, 2009) (Araujo & Martuccelli, 2010). Desde el 2019 insisto en que la violencia, la rabia, no puede ser explicada desde la racista mirada del salvaje (bueno o brutal, pero salvaje, al fin y al cabo). Hay que comprender los cambios sociales, culturales, políticos y económicos que han experimentado las sociedades denominadas “indígenas”.

El segundo hecho relevante, es cómo, los procesos modernizadores que hemos vivido a lo largo del s. XXI, han actualizado la economía moral de la hacienda, expresión más fuerte del racismo en Ecuador. Thompson (Aguirre Rojas, 2010), el historiador inglés, muestra como entre el “código legal” generado en el marco de los procesos modernizadores, y el “código popular” pueden existir abismos. El autor retrata como en el s. XVIII inglés, las clases dominantes agudizaron represión y castigos mientras que los oprimidos intensificaron transgresiones abiertas y motines populares. La economía moral apela a “modelos de comportamientos establecidos por la costumbre, que norma en general las acciones de la multitud, y que establece los límites de lo que es todavía soportable, o en otro caso de lo que es intolerable, de lo legítimo o por el contrario de lo inaceptable, en cada situación específica o determinada” (Aguirre Rojas, 2010: 5). Sostengo desde hace algunos años, que, en este país, colonial y racista desde su origen, vivimos desde los códigos y normas establecidos por la hacienda y sus dinámicas, valga la redundancia, racistas, coloniales y violentas. Dominados y dominadores nos comprendemos, permitimos y sancionamos desde esos códigos. Comprenderlos, traerlos a la conciencia es una de las tareas básicas para poder combatir el racismo.

Las aguas han bajado y hoy vivimos una tensa calma que se construye sobre heridas profundas y brechas cada vez mayores. Las redes sociales nos enrostran aquello de lo que pretendemos huir constantemente y la ausencia de debates realmente políticos sobre este y otros temas, alimenta las violencias encubiertas; esas que se esconden detrás de los llamados a “nuestros hermanos (menores) indígenas” a la paz y que refuerzan la idea de que los indígenas son como niños a los que debemos llamar al orden.

Referencias

Aguirre Rojas, C. (2010). Economía Moral de la Multitud. Obtenido de Instituto de Investigaciones Sociales. Universidad Autónoma de Méxicp: http://conceptos.sociales.unam.mx/conceptos_final/424trabajo.pdf

Araujo, K. (2009). Configuraciones de sujeto y orientaciones normativas. Psicperspectivas, VIII (2), 248-265. Recuperado el 04 de 05 de 2022, de https://www.psicoperspectivas.cl/index.php/psicoperspectivas/article/view/60

Araujo, K., & Martuccelli, D. (2010). La individuación y el trabajo de los individuos. Educacao e Pesquisa. Sao Paulo, V. 36. n. especial, 77-91. Recuperado el 04 de 05 de 2022, de https://www.scielo.br/j/ep/a/QC9nJ5szz7hh8c3zGHwkyrn/?format=pdf

Braudel, F. (1979). La historia y las ciencias sociales. Madrid: Alianza.

Colloredo-Mansfeld, R. (1998). Dirty Indians., radical indígenas, and the political economy of social difference. Bulletin of Latin American Research. V. 17. No. 2, 379-403.

De La Cadena, M. (2004). Indígenas mestizos: raza y cultura en el Cusco. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.

De La Cadena, M. (s/f). Formaciones de indianidad. Articulaciones raciales, mestizaje y nación en América Latina. Envión.

De La Torre Espinoza, C. (1996). El racismo en el Ecuador: experiencias de los indios de clase media. . Quito: Centro Andino de Acción Popular.

Guerrero, A. (2000). El proceso de identificación: sentido común ciudadano, ventriloquía y transescritura. En A. Guerrero, Etnicidades (págs. 9-77). Quito: FLACSO.

Rivera Cusicanqui, S. (2010). Violencias (re)encubiertas en Bolivia. La Paz: La mirada salvaje.

Sánchez Vicente, M. P. (1985). La condición jurídica de la mujer a través de las partidas. Memoria de licenciatura. Oviedo: Universidad de Oviedo. Recuperado el 11 de 07 de 2022, de https://ria.asturias.es/RIA/bitstream/123456789/78/1/Archivo.pdf

Wade, P. (2000). Raza y etnicidad en Latinoamérica. Quito: Abya Yala.

Weismantel, M. (2016). Cholas y pishtacos. Relatos de raza y sexo en los Andes. LIma: Instituto de Estudios Peruanos. Universidad del Cauca.

Weismantel, M., & Eisenman , S. (Vol. 17, No. 2 (May, 1998)). Race in the Andes: Global Movements and Popular Ontologies. Bulletin of Latin American Research.


[1] Para una descripción gráfica de cuán racializada es nuestra experiencia individual y social, sugiero a quienes leen este texto revisen el contenido de “Es que soy Brandon”, youtuber quiteño que ha logrado plasmar en 3 videos como funciona la racialización en nuestro país. https://www.youtube.com/watch?v=-yNy8JiO95U

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/mitad-demonios-mitad-ninos-estructuras-de-raza-en-ecuador/

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Docentes de Ecuador se movilizan para exigir igualdad salarial

Han transcurrido 45 días y la equiparación salarial no ha sido publicada en el Registro Oficial», reclaman los educadores.

La Unión Nacional de Educadores (UNE) de Ecuador realiza este miércoles una nueva jornada de movilizaciones en todo el país suramericano, mientras en Quito los profesores se reunirán en la Superintendencia de Bancos a las 14H00.

El gremio demanda que el Ejecutivo dé cumplimiento a la equiparación salarial que incluye las reformas a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI).

El movimiento exige que el Gobierno publique en el Registro Oficial las reformas referentes a la equiparación salarial de los docentes; así como para rechazar «la criminalización de la lucha social y la política antipopular» del presidente Guillermo Lasso.

Los docentes denuncian que han transcurrido 45 días y la equiparación salarial no ha sido publicada por la presentación de recursos de parte del Ejecutivo.

La UNE asegura que las causas para las movilizaciones son «el no dar cumplimiento al dictamen realizado por la Corte Constitucional sobre la equiparación salarial; la continuidad en la elevación de los precios de los combustibles y el avance en la criminalización de la lucha social por parte del Gobierno”.

Denuncian que cinco de sus dirigentes han sido convocados por la fiscalía, junto con dirigentes del movimiento indígena, luego de los 18 días del paro nacional que vivió el país, lo que pone en evidencia “la verdadera actitud del régimen, que no es otra cosa que profundizar la conflictividad social”.

“La Corte Constitucional debe poner un alto al uso abusivo del derecho por parte de la Presidencia de la República. Esto significa ratificar el dictamen donde se declaró constitucional la equiparación salarial y se desecharon los pedidos del Ejecutivo”, apuntan.

Fuente de la información e imagen: https://telesurtv.net

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«Guerra justa» contra los indios

Por Juan J. Paz-y-Miño Cepeda 

Ante la movilización indígena que vivió el Ecuador desde el 13 hasta el 30 de junio de 2022, las expresiones de la vieja colonialidad, expresiones de la vieja colonialidad, que se creían superadas, han vuelto a hacerse presentes.Se trata de un fenómeno también presente en otros países latinoamericanos.

La conquista española en América encontró sociedades aborígenes en distintos grados de desarrollo. Los aztecas en Centroamérica y los incas en Sudamérica fueron las mayores civilizaciones. Abundan los estudios etnohistóricos sobre las comunidades nativas en ambas regiones, fundamentadas en vida y recursos comunes, bajo relaciones de reciprocidad. Los conquistadores, en cambio, buscaron constituir señoríos de tipo feudal, apropiándose de tierras y subordinando a las comunidades. Chocaron dos visiones culturales, pero finalmente triunfaron los “blancos”, tras librar una guerra brutal, destructiva y sin contemplaciones.

Durante la época colonial, la sociedad fue dividida en castas y los últimos estratos de la pirámide pertenecieron a los indios y a los negros esclavos. La vida comunitaria indígena logró mantenerse incluso porque sirvió para la sobrevivencia de todos sus miembros ante la continuidad y extensión de la toma de tierras, la apropiación de minas y el redoblamiento de distintos mecanismos de explotación del trabajo. Así quedaron marcados los cimientos de la diferenciación entre blancos dominantes, con una cúspide de familias terratenientes ricas, frente a la enorme masa de pobladores pobres, entre quienes los indígenas vivían en condiciones miserables.

Muy tempranamente se discutió sobre la naturaleza de los aborígenes y se concluyó que sí eran humanos. El problema, entonces, fue si la guerra y el sometimiento eran “justos”. La respuesta fue el Requerimiento (1512), documento que “legalizaba” la conquista si los aborígenes se resistían al cristianismo. Sin embargo, el fraile dominico Bartolomé de las Casas (1484*-1566), quien había pasado largo tiempo en tierras americanas, logró denunciar ante el rey las atrocidades de la conquista y la terrible condición de las poblaciones sometidas. Gracias a ello, en España se expidieron las Leyes Nuevas (1542), que regularon el trabajo indígena a fin de evitar abusos y, sobre todo, suprimieron la encomienda de servicios (asentada sobre las ancestrales relaciones de reciprocidad comunitaria de los indígenas), que permitía el aprovechamiento del trabajo en beneficio del encomendero, a cambio de su protección y evangelización. Esas Leyes ocasionaron el “general incendio” en América. El conquistador Gonzalo Pizarro levantó a los encomenderos (1544), desconoció al virrey Blasco Núñez Vela y con su ejército lo derrotó en Quito, en la famosa batalla de Iñaquito (1546). Por primera vez, los partidarios del “Gran Gonzalo”, su “caudillo libertador”, plantearon independizarse para formar un reino aparte. Sin embargo, llegó “el pacificador” Pedro de la Gasca, quien finalmente liquidó la “rebelión de los encomenderos”, derrotando a Pizarro en Jaquijahuana (1548).

La polémica sobre la conquista adquirió magnitud filosófica y teológica. Otro sacerdote, Juan Ginés de Sepúlveda (1490-1573) había opinado sobre la “guerra justa” para defender la conquista y sus ideas se difundieron. Escribió una obra titulada Democrates alter, sirve De justis beli causis contra indios, cuya publicación no fue autorizada en su época, de modo que se la conoció tan tarde como en 1892. De modo que en 1550 se convocó a la Junta o Controversia de Valladolid (se extendió hasta 1551) que, con la presencia de miembros del Consejo de Indias, del de Castilla, varios teólogos y un delegado papal, se realizó en el Colegio de San Gregorio. Su propósito fue el debate de las tesis de Las Casas y de Sepúlveda. Las Casas destacó la vida indígena, denunció ampliamente las barbaridades cometidas durante la conquista, la ruina en que habían quedado las poblaciones, los abusos, excesos y formas de explotación sobre el trabajo, la humillación y la miseria que agobiaba a estos seres humanos y la necesidad de protegerlos (su Brevísima relación de la destrucción de las Indias fue publicada después, en 1552). Sepúlveda, quien jamás estuvo en América, defendió la “guerra justa” sobre poblaciones idólatras, a las que era necesario imponer el evangelio; consideró que los sacrificios rituales y el canibalismo tenían que ser erradicados; que el sometimiento era benéfico para transformar las almas y desechar costumbres bárbaras, que no provenían de la perversidad sino de la falta de conocimiento sobre la verdadera religión; y que los indios debían ser tratados como menores de edad, a los cuales había que conducir y vigilar. Desde luego, es imposible resumir aquí la riqueza y magnitud de ese debate. Por primera vez un imperio colonial encaraba su propia expansión. Las Casas se constituyó en el primer defensor público de los indígenas, Sepúlveda en el gran defensor de la conquista y el coloniaje. Pero nunca se expidió un fallo o dictamen final, de carácter oficial.

Casi cinco siglos más tarde de aquellos acontecimientos, ante la movilización indígena que vivió el Ecuador desde el 13 de junio hasta el día 30 del mismo mes (2022), las expresiones de la vieja colonialidad (término empleado por un amplio sector de investigadores sociales), que se creían superadas por la vida republicana y el progreso contemporáneo de la democracia, han vuelto a hacerse presentes. Se trata de un fenómeno igualmente vivido en otros países latinoamericanos donde existen comunidades indígenas y particularmente en México, Guatemala, Bolivia y Perú. El clasismo y el racismo fueron manifiestos pocos años atrás, durante la crisis política (2019) que vivió Bolivia. Se produjeron escenas traumáticas, porque los “indios de mierda” (con esas palabras se les trató) fueron humillados, perseguidos y reprimidos con barbaridad conquistadora. Durante el paro nacional reciente en Ecuador (pero también mucho antes, en el de octubre de 2019 y aún más atrás, desde la primera marcha indígena de 1990) indígenas y pobladores movilizados recibieron furibundos ataques. Lo más grave es que también provienen de las esferas oficiales del Estado. Enfilaron contra los “vagos”, “violentos”, “terroristas”, “salvajes”, “manipulados”, “golpistas”, “mariateguistas”; se llegó a decir que el “narcotráfico” los financiaba, que los “correístas” les patrocinaban y que habían llegado a Quito para destruir, saquear e incendiar. En la ciudad hubo manifestaciones “por la paz” en las que se gritó contra “los indios hdp” y sus dirigentes. La “guerra justa” de la represión, quedó en manos del “uso progresivo de la fuerza”, que se lanzó en varios barrios populares y en forma desalmada contra indígenas y pobladores que demandan justicia económica y mejor vida (circularon numerosos videos en redes sociales), mientras sectores “blancos” clamaban porque les “metan bala”. Todos demostraron carecer de comprensión y conocimientos sobre el mundo indígena y su historia.

La conflictividad y la polarización social que ha ocasionado la cultura del privilegio en favor del bloque de poder hegemónico en Ecuador, y que ha sido cultivada por el fanático interés de quienes desde hace cinco años revivieron un modelo de economía empresarial-neoliberal y ahora plutocrática, que solo ha demostrado consecuencias nefastas en América Latina, no tiene perspectivas de solución en el largo plazo. Si bien se logró un acuerdo entre el gobierno y las organizaciones indígenas encabezadas por la CONAIE, el tema profundo del clasismo y del racismo entre elites ecuatorianas quedó intacto y se ha transformado en obstáculo para la edificación de una sociedad basada en los principios constitucionales de igualdad, democracia y Buen Vivir.

Historia y Presente – blog – www.historiaypresente.com

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Ecuador: Si su alumno sufre acoso escolar, créale y neutralice al agresor

Si su alumno sufre acoso escolar, créale y neutralice al agresor

Marcelo le quitaba la colación a Luis, también le rayaba los cuadernos y lo golpeaba. Un día incluso lo pateó tanto que llegó a casa con mucho dolor y su mamá lo llevó al hospital. Tenía los testículos inflamados. En el colegio internacional de Quito, en donde el chico permaneció desde los 4 hasta los 11 años, pasaron por alto las agresiones. Lo recuerda Sybel Martínez, directora de Rescate Escolar y vicepresidenta del Consejo de Protección de Derechos de la capital.

Para que una agresión no sea considerada una simple pelea de niños -anota- debe haber desequilibrio de fuerzas, deseo manifiesto de hacer daño y reiteración en la falta. «Los niños saben lo que hacen, un agresor maltrata a un compañero y sabe que lo hace sentir incómodo, aunque quizá no entiende lo que produce a largo plazo».
En Ecuador, seis de cada 10 estudiantes de entre 11 y 18 años han sido víctimas de al menos un hecho violento. Lo señala el informe ‘Una mirada en profundidad al acoso escolar en Ecuador, violencia entre pares en el sistema educativo’. La investigación se hizo en el 2015, con el aval de Unicef, entre otras ONG y el Ministerio de Educación.
Los adultos, profesores e incluso padres de familia tienden a minimizar los hechos de violencia. Pero la abogada Sybel Martínez, especializada en protección a niños y adolescentes, repite que siempre hay que escuchar a los chicos. Si un niño te cuenta que se siente mal en la escuela, hay que indagar. Pero a veces le responden «¿será que estuviste muy sensible? También les piden arreglar sus asuntos solos.

«Entre niños hay una relación horizontal, en el aula son pares. Si se pasa al dominio y a la sumisión, si uno de los dos se siente más poderoso y actúa como tal se trata de acoso. Y hay que frenarlo. Lo contrario hará que la víctima crea que merezca ser maltratado, humillado. Si los días pasan, se sentirá y será visto como débil ante el grupo. El profesor debe neutralizar esas situaciones».

Lo dice Martínez a menos de un mes del inicio de clases en Sierra y Amazonía, en el ciclo lectivo 2019-2020, este martes 24 de septiembre del 2019. En estas primeras semanas, las maestras y maestros, así como el personal del Departamento de Consejería Estudiantil ya han identificado cómo se comporta cada niño. Les pide creer en ellos. No dudar.

Rescate Escolar,el año lectivo anterior, conoció la historia de una estudiante de 17 años, que se cambió a un colegio religioso de Quito, en el último año, el de la graduación. Era muy bonita y también solía participar en clase y sacar buenas calificaciones. De repente empezó a sentir que les caía mal a sus compañeras, le hacían comentarios groseros. Un día a través de redes sociales empezó a recibir mensajes del tipo ¿por qué no te matas? Una mañana la encerraron en el aula y le dieron un frasco con pastillas. Le pidieron que se las tomara todas. Ella se negó y logró llamar a su madre. Acudió con la Dinapen (Policía especializada en niños y adolescentes). A otra estudiante de un plantel capitalino, también particular, le colocaron la cabeza de una muñeca manchada con pintura. Y una nota: «la próxima serás tú».

Los planteles deben neutralizar situaciones de acoso escolar. Martínez dice que no se puede atacar al problema si no se lo conoce a profundidad. Es la forma de proteger a la víctima, mejorar el clima de la escuela y dar opciones al agresor de cambiar su forma de actuar.

«Mi recomendación para los docentes es que busquen construir escuelas compasivas, que enseñen empatía, alfabetismo emocional y aprecio a la diversidad, a resolver conflictos sin violencia y que pongan freno a la competencia desleal. Los niños son perceptivos, hay que enseñarles a identificar lo que es un maltrato a un compañero, a no ver sin hacer nada».

A las madres padres de familia de niños que hayan sufrido algún tipo de acoso escolar les pide ir al plantel y no salir de ahí hasta que la maestra o la psicóloga les haya dado una respuesta sobre las acciones que tomarán. Firmar un acta, para registrar su presencia y su queja. Es un primer paso, luego les sugiere llevar escritos con el detalle de lo ocurrido. Si el tema escala, los distritos educativos deben actuar. También las juntas distritales de protección de Derechos.

En Facebook, los padres de familia y maestros pueden buscar El Acoso Escolar Duele – «Grupo Rescate Escolar». También es posible acudir al Consejo de Protección de Derechos, en Twitter (@DerechosQuito), están ubicados en el Pasaje Alejandro Andrade E4-297 y 12 de Octubre, centro norte de Quito. Sus teléfonos 255 4062 y 255 1995. Las direcciones de los distritos educativos las puede ubicar en su sitio web y además puede escribir a sociedad@elcomercio.com

Fuente de la información: https://www.educaccion.ec/el-profe/alumno-acoso-escolar-violencia-bullying.html

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Documentan represión del gobierno de Lasso al Paro Nacional en Ecuador

Por: Amnistía Internacional

La represión del gobierno del presidente Guillermo Lasso hacia las manifestaciones convocadas, en el marco de un paro nacional, por organizaciones indígenas, gremiales y sociales desde el 13 de junio de 2022 está causando una crisis de derechos humanos con múltiples denuncias de hostigamiento, uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias, malos tratos, y criminalización de manifestantes, periodistas y personas defensoras de derechos humanos, dijo Amnistía Internacional.

“La lamentable decisión del presidente Lasso de reprimir las protestas está provocando una crisis de derechos humanos que recuerda a la de octubre de 2019. Para evitar que esta historia se repita, el presidente debe cesar la represión y atender las causas estructurales de las protestas, incluido el abordaje de la crisis económica y el impacto de sus políticas en los derechos de los grupos más afectados por la pandemia, como los Pueblos Indígenas y personas en situación de pobreza”, dijo Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.

Desde el 14 de junio, la Alianza por los Derechos Humanos Ecuador ha registrado la detención de 79 personas, 55 personas heridas y 39 episodios de violaciones de derechos humanos – como uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias de manifestantes, agresiones a periodistas e intimidación a organizaciones de la sociedad civil – en el contexto de la represión de las manifestaciones por las autoridades. Otras organizaciones de derechos humanos han alertado también sobre la existencia de casos de malos tratos y criminalización. A su vez, la Policía Nacional ha reportado incidentes de violencia por parte de manifestantes.

“La lamentable decisión del presidente Lasso de reprimir las protestas está provocando una crisis de derechos humanos que recuerda a la de octubre de 2019

Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional

Durante la represión de las protestas de octubre de 2019, organizaciones de derechos humanos en Ecuador y Amnistía Internacional documentaron violaciones de derechos humanos similares, que aún permanecen en la impunidad.

De acuerdo con información pública, entre la noche del 17 y la madrugada del 18 de junio, al menos 16 personas resultaron heridas, incluyendo impactos en cráneo y ojos, durante la represión de una manifestación por agentes de la Policía Nacional en Riobamba. Se reporta que dos de las víctimas sufrieron heridas de perdigones.

El 19 de junio a las 2:17 p.m., el Comandante General de la Policía Nacional afirmó que iniciaría una investigación de asuntos internos y negó tanto que sus agentes utilizaran perdigones, como que hubieran disparado contra las víctimas.

Personas defensoras de derechos humanos y líderes Indígenas también han denunciado haber sufrido hostigamiento y ataques al realizar su labor en el contexto de las protestas.

El 18 de junio, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) denunció que individuos no identificados habían disparado contra la ventana del vehículo de su presidente, Leónidas Iza, mientras se encontraba vacío. Dos horas más tarde, el Ministerio de Gobierno informó que solicitaría la investigación correspondiente y que no toleraba actos de violencia “con mayor razón si los actos ocurren contra quienes nos critican, justificadamente o no”. La CONAIE ya había denunciado vigilancia y hostigamiento por personas no identificadas.

El 19 de junio a las 6:34 p.m., la CONAIE difundió un video donde aparecen dos camiones militares con agentes de seguridad presuntamente estacionándose en las inmediaciones de la sede de la organización en la ciudad de Quito.

La CONAIE, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE) y la Alianza por los Derechos Humanos Ecuador denunciaron haber sufrido ataques a sus sitios web a través de bots que buscaban sobrecargar sus servidores el 13, 14 y 18 de junio, respectivamente.

“Para evitar la escalada de esta crisis, desde Amnistía Internacional pedimos al presidente Lasso cesar la estigmatización y represión de quienes ejercen su derecho a la protesta pacífica, publicar información desglosada sobre el número de personas heridas y detenidas, así como los cargos en su contra, y atender las causas estructurales que han llevado a varios sectores de la población a manifestarse para defender sus derechos humanos,” dijo Erika Guevara Rosas.

Ante la preocupante cantidad de denuncias de violaciones de derechos humanos cometidas por fuerzas de seguridad, la Fiscal General del Estado debe realizar investigaciones prontas, exhaustivas, independientes e imparciales para llevar a los sospechosos de responsabilidad penal ante la justicia, incluyendo a la cadena de mando.

Más información:

El 14 de junio, hacia las 12:29 a.m., fuerzas de seguridad detuvieron a Leónidas Iza, presidente de la CONAIE, en la provincia de Cotopaxi. Estuvo detenido en régimen de incomunicación y fue acusado del delito de “paralización de un servicio público”, antes de ser puesto en libertad esa noche. Su detención podría haber sido arbitraria y los procedimientos penales que se siguen contra él podrían constituir criminalización de la protesta.

El 17 de junio, el presidente Lasso emitió el Decreto Ejecutivo Nº 455, que declaró “el estado de excepción por grave conmoción interna en las provincias de Cotopaxi, Pichincha e Imbabura”, suspendiendo la libertad de asociación, reunión y tránsito durante treinta días. El decreto estableció al Distrito Metropolitano de Quito como “Zona de Seguridad” a cargo de las Fuerzas Armadas, a quienes también ordenó “mantener el orden” en el contexto de las protestas de manera “complementaria” a las acciones de la Policía Nacional.

Pedimos al presidente Lasso cesar la estigmatización y represión de quienes ejercen su derecho a la protesta pacífica, publicar información desglosada sobre el número de personas heridas y detenidas, así como los cargos en su contra, y atender las causas estructurales que han llevado a varios sectores de la población a manifestarse

Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional

Una versión previa del decreto, que contenía la firma del presidente, incluía disposiciones preocupantes que autorizaban el uso de “fuerza letal” (Artículo 11) por las fuerzas de seguridad y la limitación del derecho a la información (Artículo 9), suspendiendo “servicios de telecomunicaciones fijas, móviles y de internet” y restringiendo la difusión de “información clasificada, reservada o de circulación restringida a través de los medios de comunicación social, redes sociales y contenido comunicacional”. Posteriormente, la Presidencia argumentó que se trataba sólo de un “borrador” y emitió una nueva versión sin esas disposiciones.

El 18 de junio, a pesar de que el estado de excepción suspendió la libertad de asociación y reunión, la Presidencia emitió el Boletín Oficial 561, titulado “La capital de los ecuatorianos marcha por la Paz”, para promover una marcha de “cientos de quiteños y quiteñas (…) preocupados por la situación del país y los actos de violencia y vandalismo”. El boletín incluía el mensaje “El Gobierno Nacional respalda esta iniciativa y se suma a esta causa”. Tanto la página oficial que albergaba el boletín, como el tweet que lo promovía, fueron eliminados posteriormente. Un video difundido en redes sociales, presuntamente grabado durante esa marcha, muestra a un grupo de personas cantando mensajes racistas contra la población indígena.

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org

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Ecuador: Estos son los cantones que mantendrán las clases a distancia este lunes 20 de junio

Estos son los cantones que mantendrán las clases a distancia este lunes 20 de junio

El Ministerio de Educación difundió este domingo un listado de cantones en los que se mantendrá las clases a distancia este lunes 20 de junio en el marco de las movilizaciones que se desarrollan a nivel nacional.

La decisión se tomó «para precautelar la seguridad de los estudiantes, docentes y otros miembros de la comunidad educativa».

En total son 4 258 intituciones de Carchi, Imbabura, Sucumbíos, Orellana, Pichincha, Chimborazo, Cotopaxi, Pastaza, Tungurahua, Santo Domingo de los Tsáchilas, Bolívar, Azuay, Cañar, Morona Santiago y Loja, las que mantendrán las clases bajo esta modalidad.

Además, hay cantones que en su totalidad «se mantendrán en educación a distancia, preferentemente virtual en todas sus modalidades y con todos los sostenimientos».

  • Chimborazo: Todos los cantones.
  • Cotopaxi: Todos los cantones.
  • Pichincha: Distrito Metropolitano de Quito, Cayambe, Mejía, Pedro Moncayo y Rumiñahui
  • Bolívar: Guaranda, Echeandía, Caluma, Las Naves, Chimbo y San Miguel.
  • Pastaza: Pastaza, Mera y Santa Clara.
  • Imbabura: Cotacachi, Otavalo, Antonio Ante e Ibarra.
  • Tungurahua: Ambato, Píllaro y Pelileo.

No obstante, el Ministerio de Eduación proporcionó un listado para conocer las instituciones que tendrán clases a distancia: http://bit.ly/3MQERDU

Imagen

Fuente de la Información: https://www.teleamazonas.com/en-estos-cantones-se-mantendran-las-clases-a-distancia-este-lunes-20-de-junio/

 

 

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