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Colegios privados en Venezuela aumentarán la mensualidad escolar

América del Sur/Venezuela/15-07-2022/Autor(a) y Fuente: www.elnacional.com

Fausto Romeo Monte, presidente de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados, indicó que 70% del ajuste se debe a la incidencia laboral y el restante a aspectos operativos.

A partir del próximo mes de septiembre, se espera que 4.500 colegios privados en Venezuela presenten aumentos de entre 60% y 80% en la mensualidad escolar. Así lo reveló Fausto Romeo Monte, presidente de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados (Andiep).

En entrevista con Adelita Sánchez para el programa Sin Mucho Protocolo, transmitido por Onda La Superestación, explicó que 70% del ajuste se debe a la incidencia laboral y el restante a aspectos operativos.

“Lo que más ha afectado estas cifras son los impuestos municipales y las tarifas de los servicios públicos que se han incrementado más de 500%, de acuerdo al municipio”.

Indicó que en años anteriores, los gastos operativos no representaban una gran inversión para los colegios privados como la que se presenta actualmente.

Agregó además que los colegios quieren mejorar el sueldo del personal docente, administrativo y obrero ante el alza de la canasta básica familiar.

“Ahora se le deberá pagar como mínimo $200 y en algunos casos hasta $800, incluyendo bonos y otros beneficios”, precisó.

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/venezuela/colegios-privados-en-venezuela-aumentaran-la-mensualidad-escolar/

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Colombia y México: más justicia (social) y convivencialidad, menos balazos e impunidad

Por: Pietro Ameglio

En el artículo anterior, acerca de las dos concepciones más dicotómicas de paces y las espirales de la lucha social, intentábamos ejemplificar cómo en la guerra de Ucrania y la lucha de los familiares de desaparecidos en México se expresaban estas espirales contrapuestas (https://desinformemonos.org/las-dos-paces-espirales-de-la-guerra-violencia-y-la-resistencia-noviolencia-en-la-lucha-social/). Desgraciadamente, hace pocos días asistimos a una Cumbre tremendamente peligrosa e incierta sobre el futuro -de la humanidad- de la OTAN en Madrid, donde con una enorme claridad y transparencia las grandes potencias europeas y EU relanzaron explícitamente la guerra fría (¿nuclear?) y la espiral de la guerra-paz armada contra Rusia (“enemigo a vencer”) -¿y China?- con un lenguaje, apoyo militar y amenazas bélicas no vistas antes en las últimas décadas. Gran negocio y salto tecnológico en la industria armamentista de ambos bandos. A su vez, pudimos observar en Colombia, en menos de un mes, a dos actos cívicos de gran envergadura para la construcción de paz positiva-espiral de la noviolencia.

Colombia: “Basta de matarnos los unos a los otros” (Petro)

El 19 de junio pasado fue un día profundamente histórico para Colombia y América Latina, pues, por primera vez, triunfó electoralmente un gobierno de izquierda en ese país asociado a los “nadies, a los de manos callosas, a los de a pie”, bajo el liderazgo de Gustavo Petro y Francia Márquez. Él un ex_guerrillero, economista, senador; ella una abogada, activista social afrocolombiana de base, comprometida en grandes luchas ambientales y por la paz. Dijo bien Petro en su discurso de esa noche: “La paz es que alguien como yo pueda ser presidente, y como Francia vicepresidente”. Fue para que nos salieran hasta lágrimas de emoción con este triunfo -por muy estrecho margen- de un pueblo que ha sufrido y luchado tanto, que salió a votar masivamente, con imágenes muy conmovedoras de su “firmeza moral” yendo a votar en las condiciones más heroicas y precarias, en todo tipo de transportes, haciéndonos evocar en algo las imágenes del pueblo sudafricano cuando ganó Mandela en mayo del 94. El levantamiento social de abril-julio del año pasado en Colombia -con toda su radicalidad principalmente de resistencia masiva noviolenta- sembró condiciones más favorables para este gran cambio que, en parte, es también una prolongación del levantamiento pero en un terreno político-electoral primero.

Este nuevo gobierno se inscribe en un importante cambio político hacia la izquierda en América Latina, más allá de las muchas contradicciones, gestado electoralmente en los últimos años, con López Obrador, Fernández, Arce, Castillo, Boric, Xiomara, y confiamos que se afianzará con Lula en Brasil en octubre. Ha dicho bien la vicepresidenta Francia, que representa la garantía de que se aborden y resuelvan las demandas y base popular más de abajo en el nuevo gobierno: “Es el momento de ir de la resistencia al poder”. Vaya desafío: el lograr realmente -y desde un buen “principio de realidad” de cierta unidad nacional- ejercer el poder real, para avanzar en la paz, en los cambios estructurales y de todo tipo por los que la sociedad colombiana votó masivamente.

En el discurso de ese 19 de junio, destacó mucho el llamado de Petro a la construcción de una “Paz con justicia social y ambiental”, para constituir a Colombia en una “potencia mundial de la vida”. Y profundizando en esa paz, agregó que “basta de matarnos unos a otros, debemos amarnos los unos a los otros”. A su vez, pocos días antes Francia Márquez señalaba cómo “la paz no es sólo el silencio de los fusiles, es inversión y justicia social” (Pedro Anza, La Jornada, 18-6-22).

Unos días después de la elección, el 28 de junio, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, encabezada por el jesuita Francisco De Roux, presentó su Informe Final, después de casi 4 años de trabajo, titulado: “Convocatoria a la Paz Grande”. No se trató sólo de algo puntual para un Informe, sino fue fruto del desencadenamiento de un largo proceso nacional de encuentro y búsqueda de la verdad, de la justicia, en que se construyen una cantidad de “herramientas pedagógicas para la paz”: historia, videos, exposiciones, textos, audios…

Desde noviembre del 2018 en que se estableció la Comisión con 13 comisionados (dos de los cuales fallecieron durante el proceso), en las 22 Casas de la Verdad dieron testimonios víctimas y victimarios, se realizaron 15 mil entrevistas con 28 mil víctimas, con actores armados legales e ilegales, se recibieron 1195 informes de organizaciones con hechos de violencia sufridos, se visitaron 23 países entrevistando a exiliados por el conflicto que alcanzó a 9 millones de víctimas en 50 años analizados. La tarea fue “esclarecer el conflicto, dignificar a las víctimas, alcanzar la convivencia en los territorios y establecer un camino de no repetición”, y si bien los resolutivos no tienen efecto judiciales o penales, se demandó dar una “reparación integral” a esos millones de víctimas, que, según palabras de De Roux: “Nos tomarían 17 años si damos un minuto para honrar a cada víctima”.

Tomaremos textualmente algunas frases centrales en el tema de construcción de paz, en la presentación del Informe, dichas por el padre Pacho De Roux y Petro, que nos pueden ayudar a reflexionar más profundamente al respecto.

Comisión de la Verdad en Colombia: Una Paz Grande con verdad y sin violencia

En el título del Informe apareció ya un nuevo concepto de paz como “Paz Grande”, que Petro complementó como “Integral”. Y en las playeras de todos los comisionados presentes estaba una primera idea clave para dotar de contenido a este concepto: “Hay futuro si hay verdad”. O sea, el primer paso indispensable en esta construcción de paz, es buscar la verdad.

La “verdad” es el nombre principal que adoptó la Comisión colombiana, y es el gran concepto eje que engloba todo el proceso de la construcción de paz desde la noviolencia. Gandhi decía que la “la verdad es dios” (no al revés), pues exploró profundamente en muchas tradiciones religiosas y humanistas acerca de cuál era el término más universal para referirse a dios en el que todas pudieran coincidir mayormente sin ninguna ambigüedad, y encontró que ese concepto era el de “verdad”, con “v minúscula, pues sólo dios puede acceder a la Verdad plena”. Con este concepto-eje de toda la gran investigación social y proceso de encuentros por la paz realizados durante esos años en Colombia, la Comisión evitó polemizar en conceptos, también centrales, pero muy discutibles y complejos, como perdón y reconciliación. Probablemente habían aprendido de la experiencia previa sudafricana (y ruandesa), encabezada por el arzobispo Desmond Tutu, donde la Comisión se llamó “de la Verdad y la Reconciliación” (1995-98).

El presidente Petro fue muy enfático, desde el inicio de su discurso, al afirmar que “la aproximación a la verdad no puede ser considerada un espacio de venganza… Cortar los ciclos de la venganza es lo mismo que cortar los ciclos de la violencia”. Y agregó que “La verdad tiene un sentido…el diálogo, el acuerdo, la convivencia, la reconciliación…Construir los espacios de la verdad en espacios de reconciliación…Lo que sigue a la verdad en el fondo, y depende de las víctimas y de nadie más en Colombia, es la posibilidad del perdón social (filosofía francesa), la posibilidad de una era de paz, la posibilidad de otra historia”.

El padre De Roux, a su vez, enfatizó la necesidad de “hacer de la verdad un derecho público“ y de “la paz un deber y un derecho de obligatorio cumplimiento”. Y agregó: “Que la verdad fuerte y audaz que ustedes entregan, nos lleve a la reconciliación, la reconciliación es que podamos quedarnos juntos en el paisaje rico en ecosistemas y de árboles en este bello país”.

Al profundizar en su concepción de paz noviolenta, De Roux declaró que “No queremos más guerra”. Profundizando en este aspecto clave para el nuevo gobierno, agregó que: “Pedimos a los colombianos no matar por ningún motivo a nadie…Pedimos parar la guerra ya desde todos los lados, ponerse en la ruta del diálogo”.

Particularmente“Al Estado y a la sociedad pedimos establecer una nueva visión de la seguridad para la construcción de paz, una seguridad centrada en las personas y la protección de los seres humanos (“el cuerpo: campo de guerra de miles de mujeres”) y la naturaleza, sobre la base de confiar en el pueblo. Y para un ejército que ponga el honor en la paz, y una policía ciudadana al lado de los ciudadanos”. Asimismo, respecto al narcotráfico se enfatizó la necesidad de “cambiar la política de guerra y resaltar la dimensión de los derechos humanos, la salud pública, con soluciones éticas, educativas y económicas. Poner en marcha una estrategia de regulación del consumo y del mercado”.

Y Petro fue claro al proponer, en esta nueva estrategia: “Desaparecer el uso de las armas como el instrumento que desdice de las posibilidades del Acuerdo de Paz (representa la “paz total”)…las sociedades siempre tendrán conflictos por sus diferencias, pero el conflicto no puede ser sinónimo de la muerte, debe ser sinónimo de la vida, es una forma con que la humanidad ha podido ascender, para convertirse en civilización y cultura. El conflicto dialogado ha permitido que la humanidad crezca, sea cada vez más humanidad…el diálogo es lo específicamente humano”.

México: ¿queremos más justicia (social) o más balazos?

En estos últimos días se ha retomado en México la discusión pública acerca de la estrategia nacional de seguridad y su efectividad, algo que nos parece fundamental de estar continuamente replanteando y revisando, pero, en muchas ocasiones, nos parece que se ha hecho desde un enfoque simplista, descontextualizado sin “principio de realidad” o incluso muy mal intencionado y manipulador desde sectores opositores.

La paradoja es una gran herramienta humana del “pensamiento original y autónomo” y de la espiritualidad cuando permite crear “rupturas intelectuales, epistémicas y morales” en cada persona. Pero también es una herramienta que, sin esas rupturas y toma de conciencia, ayuda a reproducir la ignorancia y el “infantilismo social” en alto grado, al repetir ciegamente lugares comunes genéricos sin historicidad y sin considerar el contexto social. Justamente en México nos atraviesa una paradoja en este segundo sentido, construida en parte por la legítima indignación e impotencia ciudadana hacia la gran violencia social que nos atraviesa, pero también desde los más perversos sectores opositores políticos, económicos y mediáticos de poder: se critica la política oficial de seguridad identificándola caricaturescamente con la frase presidencial “abrazos y no balazos”, calificándola de insuficiente en su determinación armada y justiciera contra el delito organizado, y a la vez se critica al mismo gobierno por la militarización del país, por la creación de la Guardia Nacional, por la relevancia de la Fuerzas Armadas en la vida nacional. ¡Vaya paradoja!

Ello es fruto de una gran confusión y ambigüedad conceptual acerca de qué significa la construcción de paz en un territorio atravesado por una guerra de exterminio masivo y selectivo desde hace más de una década. No cabe duda que el país está totalmente armado con fuerzas legales e ilegales, por lo menos desde la muy mal llamada “guerra contra el narco” que resultó ser una “guerra para el narco”. ¿Cómo actuar entonces cuando nos hallamos ante una lucha armada extendida y continua por casi todo el territorio nacional? A su vez, claro que todos queremos la paz, y si bien hay muchas conceptualizaciones de la paz (imperfecta, gaia, transracional, neutra, holística, buen vivir, grande, desobediente…), los enfoques de fondo pueden categorizarse -como decíamos al inicio- desde la dicotomía de positiva o negativa, con justicia y dignidad o armada. Cómo enfrentar este doble reto es algo inédito, y nadie sabemos bien cómo hacerlo en su integralidad más allá de principios abstractos, aunque muchas comunidades y pueblos sí nos han mostrado algunos pasos seguros.

Este gobierno ha privilegiado la construcción de paz positiva desde que empezó a ocuparse de las causas sociales de la delincuencia, a partir de implementar todo tipo de programas de reconstrucción económica, laboral, educativa, territorial del tejido social en favor de los sectores más desprotegidos y frágiles (jóvenes, niños, mujeres, ancianos; Jóvenes Constructores de Paz), como nunca se había hecho antes. A la vez, se ha privilegiado evitar los enfrentamientos armados y ejercer un trabajo de inteligencia; muy seguido hemos visto cómo se han capturado a jefes narcos, a autores materiales de crímenes, y resuelto algunos asesinatos, así como han bajado ciertas tasas delincuenciales y homicidas, aunque falta mucho por hacer en delitos como son las desapariciones, el asesinato de periodistas, la trata, los levantones de jóvenes, el derecho de piso…Por supuesto que también ha habido balazos en la actual estrategia gubernamental, pero intentando no aumentar la espiral de la guerra y la violencia, y causar el menor número de bajas en todos los bandos.

Nadie niega que la estrategia de seguridad debe revisarse, corregirse donde haga falta, que muchas acciones son insuficientes y lentas en comparación al avance delictual, así como que el nivel de violencia, impunidad y delito no cesan. Pero eso no significa que el enfoque de la actual estrategia de seguridad esté totalmente equivocado. Si no, por qué no preguntarnos sinceramente ¿qué tipo de paz queremos? ¿Por qué mejor no aceptar abiertamente el modelo verdaderamente militarista y de balazos, con reproducción permanente de enfrentamientos armados y masacres con bajas civiles de todo tipo, lleno de manipulaciones mediáticas, que tuvimos en los dos sexenios anteriores? Respecto al tipo de paz armada y a la espiral de guerra que ocasiona, resulta interesante detenernos en la propuesta que acaba de lanzar el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, de ampliar el permiso de portación de armas en el país para que “las familias se defiendan ante la creciente inseguridad e impunidad que se vive en México”. En sentido completamente inverso a las actuales iniciativas políticas en el país de las masacres: Estados Unidos.

Es buen momento, me parece, de ponerse a discutir amplia y colectivamente con más profundidad, principio de realidad y claridad conceptual-teórica acerca del modelo de construcción de paz que queremos para nuestro país, mismo que no puede ser uniforme en todos los territorios nacionales, pero que sí debe tener algunos ejes transversales de principios rectores, y evitar caer en frases simplistas o de medias (pos)verdades, en generalidades sin contexto, temporalidad y espacialidad, que sólo sirven para aterrorizar y des-procesar la reflexión y organización autónoma de la población. Esto nos ayudaría a aclararnos -o definirnos públicamente- hacia dónde y cómo avanzar, y evitar así politizar este tema, y usarlo simplista o ambiguamente a cada rato para atacar al actual gobierno y promover el terror de la “guerra sucia” electoral, quitando siempre de contexto las acciones, las cifras y la reflexión. Podría sin duda discutirse la pertinencia de la falsa dicotomía entre “abrazos y no balazos”, que no es textual ni puede ser tal en la realidad de un país atravesado por condiciones de guerra y que necesita intervenciones y políticas en todos los frentes, pero para quien cree en la construcción de paz desde la noviolencia no se puede discutir el sentido y la política de una paz positiva humanista y no belicista de sólo seguridad armada, como en los sexenios anteriores. Basta leer con atención los discursos que hemos compartido del actual cambio en Colombia, para entender hacia dónde caminar en este tipo de paz.

El concepto de “abrazos”, que puede ser confuso y ambiguo (personalmente no me deja conforme pero lo respeto), en la construcción de paz desde la noviolencia remite a la “humanización del otro y la otra”, a un re-encuentro y una nueva convivencia de todo el tejido social en su conjunto, desde la verdad, la justicia, la reparación y la no-repetición, donde la ley, el perdón y la reconciliación ocuparán el lugar que las víctimas escojan libremente, claramente sólo después de tener verdad y justicia. Esta idea no tiene nada que ver con la impunidad, con “poner la otra mejilla” sin verdad y justicia, y para quien cree verdaderamente en una paz con justicia y dignidad, o en una justicia con paz y dignidad, ¡nunca serán suficientes los abrazos! Al contrario, hay que multiplicar los procesos -como el actual de Colombia y el de México- que los construyan, pero, repito, con verdad y justicia antes.

El nuncio apostólico Franco Coppola, sostenía bien a finales del año pasado que: “la frase abrazos y no balazos es más profunda de lo que parece, y rechazaba rotundamente ‘la guerra contra el narco’ que fue desplegada en sexenios anteriores. No sirve. Recuerda que en Italia tenemos la experiencia de la mafia… abrazos y no balazos es un eslogan, y como tal, no dice toda la riqueza, profundidad y complejidad. Sólo fue una forma de decir no queremos más balazos, pero hay todo un trabajo atrás. El camino que ha iniciado el gobierno es correcto, pero no pienso que en un sexenio se pueda solucionar un problema de años…El gobierno solo no puede. Es necesaria la colaboración de la ciudadanía, de la sociedad civil, de la Iglesia” (Carolina Gómez, La Jornada, 26-12-21).

Fuente de la información: https://desinformemonos.org

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Pedagogía de la independencia

Reseña del libro de Martín Almada «Paraguay: Educación y dependencia»

Martín Almada escribe este libro y con el libro escribe su vida. Cuenta simultáneamente su historia personal y la historia de su pueblo guaraní, de su país, de su continente.

Martín, el compañero de tantas luchas, intentó llevar a la práctica en Paraguay la experiencia de Paulo Freire, promoviendo una escuela que hiciera “educación como práctica de la libertad”, el Instituto Juan Bautista Alberdi de San Lorenzo. La osadía le costó la represión, la muerte de su compañera de vida, Celestina Pérez de Almada, y la cárcel.

Martín Almada escribe con la tinta del sobreviviente. Con la sangre de su compañera y la de sus compañeros asesinados por la dictadura de Stroessner, Martín escribe sobre la educación en Paraguay. Escribe con dolor. Pero también, escribe con rebelde esperanza.

Fundamenta en estas páginas que la educación dominante es uno de los engranajes aceitados que posibilitan y naturalizan la dependencia. Bucea en la historia del continente, buscando claves de interpretación del drama paraguayo. El papel de la oligarquía, de la Iglesia, del Estado, de las fuerzas armadas, de los gobiernos y de las oligarquías de los países vecinos, de los distintos agentes del poder, son analizados en esta perspectiva latinoamericanista.

Dice Martín Almada en el artículo que completa este libro –escrito 30 años después-, que esta publicación … “en el fondo es la carta de un sobreviviente dirigida a sus torturadores. Es la carta de un educador sobreviviente que busca un remedio para curar dolores del alma. No olvidemos que debajo del dolor está el amor…. Es la historia de la reconstrucción de mi mismo luego de tutearme con la muerte”.

En esa identidad de sobrevivientes se escribieron muchas páginas en Nuestra América, y en especial en Paraguay, donde el pueblo hermano sufrió sucesivos genocidios, el del pueblo guaraní, y de otros pueblos originarios, durante las guerras de conquista, las guerras por territorio y por petróleo, la Guerra de la Triple Alianza, y la prolongada dictadura stronista.

Me interesa decir en estas líneas, que el pueblo argentino no puede permanecer indiferente frente a la opresión vivida por el pueblo paraguayo. Hay una responsabilidad de la oligarquía argentina en la Guerra de la Triple Alianza, y en el sostén a la dictadura de Stroessner. También en las modalidades de opresión que llegan hasta la actualidad, con los acuerdos leoninos de saqueo de recursos hidroeléctricos. Tal vez estos tiempos en los que se buscan nuevas posibilidades de integración latinoamericana, sean momentos para poner en marcha profundas reparaciones frente a todo lo destruido, lo saqueado, y lo aniquilado por la imposición de los intereses imperialistas, que contaron con diversos gobiernos argentinos como instrumentos de ejecución de sus políticas. Y esto sólo puede ser impulsado activamente desde abajo y desde la izquierda, donde se tejieron también los lazos de solidaridad profundo con las víctimas de la dictadura, que por miles recibieron abrigo en nuestras tierras.

Pero Martín Almada no es sólo un sobreviviente. Es también un creador de nuevas posibilidades para la aventura libertaria. Abogado de causas justas. Defensor de los derechos humanos. Inventor de modelos que buscan el estímulo a la producción agroecológica, promoviendo los usos populares de la energía solar, impulsando la creación de aldeas solarizadas, y hasta editando un libro de recetas solares elaboradas con alimentos locales. Siendo la educación popular -fundamentalmente- pedagogía de la autonomía, Martín Almada contribuye en esta dirección, estimulando maneras de pensar la vida que no se basen en los paradigmas del desarrollo que destruyen a la naturaleza y a la gente en ella.

Educador. Investigador –por su obsesiva búsqueda de la verdad fue posible el descubrimiento de los “Archivos del Terror” y por su terca voluntad de denuncia fue posible la creación del Museo de las Memorias-. El descubrimiento y estudio de los Archivos del Terror, en los que se encontraron los documentos del Plan Cóndor, son una pieza fundamental para el momento actual de lucha por la justicia que se está llevando adelante en los Tribunales argentinos, con el enjuiciamiento a los criminales de lesa humanidad. Es un material de enorme valor, para desnudar la complicidad de los gobiernos latinoamericanos, y del gobierno norteamericano en la ejecución de las políticas de terrorismo de estado. Por estas contribuciones realizadas a la lucha por la justicia, Martín Almada recibió en el año 2002 el Premio Nobel Alternativo de la Paz, que al mismo que otros muchos premios que le fueron otorgados, es un reconocimiento a su coraje, a su coherencia como defensor de los derechos humanos, como pedagogo de la justicia.

Quiero decir que siempre pensé que Martín Almada cumple cabalmente con la recomendación de Paulo Freire, que es la de vivir “sanamente locos, y locamente sanos”, como condición para seguir siendo creadores… y creadores revolucionarios. Como el loco Simón Rodríguez, ha puesto en la libertad y en la educación su pasión completa.

Escribe Martín Almada: “El miedo, en nuestro país, se volvió cultural. La segunda piel del paraguayo es el miedo, porque la ignorancia y la tortura fueron la base de la represión, fueron el corazón del sistema dictatorial”. Con ese miedo, y contra ese miedo es la vida y la lucha de este pedagogo de las luchas libertarias. Y sabe que la educación, es uno de los caminos para aportar a la organización del pueblo en la lucha emancipatoria. Y que es la acción colectiva, un largo proceso de desafío al miedo que tiende a aislarnos y a desorganizarnos.

En este libro, el repaso de las prácticas educativas en Paraguay, terminan constituyendo una radiografía de la dominación, y también una búsqueda activa de caminos para la descolonización y para la desmercantilización de la enseñanza en América Latina, porque tal como él investiga y denuncia, las políticas educativas son producto de una estrategia continental ordenada por instituciones del gobierno mundial, que administran la subordinación cultural, en diferentes terrenos -incluido el pedagógico-. Martín Almada se concentra en el estudio de Paraguay, pero lo pone en espejo con los modelos educativos de Chile, y de otros países latinoamericanos. Hoy, cuando muchos de los gobiernos que se llaman progresistas siguen utilizando chalecos de fuerza como los modelos educativos que impone el Banco Mundial, o como las Leyes Antiterroristas que impone el CIADI[1], es interesante utilizar este texto para pensar una nueva pedagogía, que nazca y crezca contra todas las formas de dominación, las históricas y las actuales. Una pedagogía descolonizadora que sea regada desde las raíces con nuestras propias miradas del mundo. Una pedagogía originaria, libertaria, y audazmente democratizadora. En esta dirección, el libro de Martín Almada es sobre todo una invitación para esa búsqueda, y para crear –con la audacia y el riesgo ineludibles en todo acto transformador- un camino en el que todas las tradiciones de lucha de Nuestra América, se rebelen junto con los nuevos gritos de Ya Basta, frente a la mediocridad y el conservadurismo. Le agradezco por ello a Martín y a su locura, la posibilidad de mirarnos sin anteojeras, de pensarnos sin muros, y de atrevernos a caminar sin chalecos de fuerza, con la pasión intacta y ese alegre dolor que nos sigue conmoviendo.

Notas:

[1] Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones. Organismo del Banco Mundial que tiene por objetivo propiciar la solución de disputas entre gobiernos (N. del E.).

MARTÍN ALMADA

(Paraguay, 1937) Profesor, abogado y reconocido activista y defensor de los Derechos Humanos en su país natal durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Líder del movimiento “Por un techo para cada educador” de la Federación de Educadores del Paraguay, fundador y director de la Escuela Juan Bautista Alberdi en San Lorenzo, que fue cerrada en 1974 por órdenes dictatoriales.
Ese año, Almada presenta su tesis doctoral “Paraguay, Educación y Dependencia” en la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, siendo calificada de “subversiva y terrorista” por la Policía Federal Argentina, lo que le significó ser detenido y torturado, y que su primera esposa, Celestina Pérez, falleciera de un infarto al escuchar telefónicamente las torturas a las que era sometido Almada.
En 1977 es liberado después de una huelga de hambre y el apoyo de distintos grupos de derechos humanos, asilándose en Panamá, retornando a su país después de la caída del dictador Strossner, en 1989.
Con la ayuda del juez José Agustín Fernández, el 22 de diciembre de 1992, en la ciudad de Lambaré (Paraguay) descubre los “Archivos del Terror”, la prueba documental de la existencia de la Operación Cóndor en América Latina, que contiene las comunicaciones y acuerdos entre las autoridades militares y policiales, para reprimir las sociedades y mantener las dictaduras de Paraguay, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, entre 1970 y 1980.
Martín Almada ha recibido varios galardones internacionales por su actividad a favor de la aclaración histórica de la Operación Cóndor y de las violaciones de Derechos Humanos en Sudamérica, donde destaca el Premio Right Livelihood, o Premio Nobel Alternativo de la Paz, en 2002.

Fuente de la información e imagen: https://rebelion.org

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Argentina| Lenguaje inclusivo: primera audiencia judicial contra la prohibición en las escuelas porteñas

Docentes y activistas realizaron una radio abierta en la puerta del juzgado

Poco antes del mediodía, comenzó la primera audiencia judicial por la causa iniciada tras los amparos presentados en contra de la prohibición del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas, una medida impuesta  por el ministerio de Educación de CABA en junio de este año, con la publicación de la resolución 2566/2022 en el Boletín Oficial.

Para la audiencia, convocada a las 11.30, la titular del Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario Nº 1, Romina Tesone, notificó a la ministra de Educación del Gobierno de la Ciudad, Soledad Acuña, y a representantes de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt), y Celeste Fierro y Vanessa Gagliardi, referentes del MST en el FIT Unidad. Del encuentro también participó la directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la ciudad de Buenos Aires, Diana Maffía.

A la misma hora en que comenzó la audiencia, docentes y activistas realizaron en las puertas del juzgado una radio abierta para «manifestar el repudio colectivo a la medida» del Gobierno porteño.

Una resolución que  «vulnera el derecho a la igualdad»

El 9 de junio, el ministerio de Educación dio a conocer a través del Boletín Oficial la resolución 2566/2022, por la cual prohibió el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas públicas y privadas de la Ciudad, en los tres niveles. La medida rige para el dictado de clases y también para las comunicaciones escolares con las familias.

En respuesta, la Falgbt presentó un amparo colectivo para pedir el cese de la prohibición del uso del lenguaje inclusivo en las escuelas y en los contenidos curriculares. La resolución del Gobierno porteño, indicó la presentación, «vulnera el derecho a la igualdad, a la no discriminación y a la libertad de expresión». Poco después, Fierro y Gagliardi realizaron otra presentación en el mismo sentido.

Tras los pedidos de amparo, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) se presentó como Amicus Curiae. La medida porteña, indicó el organismo, discrimina a quienes no se autoperciben dentro del binomio masculino-femenino y excluye a las identidades reconocidas por la Ley de Identidad de Género Nº 26.743 y el Decreto Nº 476/21, ordena el reconocimiento de las identidades no binarias en el Documento Nacional de Identidad.

Fuente de la información: https://www.pagina12.com.ar

Imagen: Carolina Camps/Pagina 12

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La igualada que se cree con derecho a gobernar

Por Mara Viveros Vigoya

Francia Márquez se convirtió en una de las candidatas más votadas, incluso por encima de políticos tradicionales. Fue nombrada como “el fenómeno político colombiano del momento”. La sorpresa que suscitó ese caudal de votación tuvo que ver con el hecho de que era una persona relativamente desconocida en la escena política tradicional, pero fundamentalmente fue causada por su trayectoria biográfica y propuesta política.

Francia Márquez es una mujer afrocolombiana, líder comunitaria del suroccidente de Colombia, madre soltera, hija y nieta de agricultores y mineros. Trabajó en la minería artesanal, la venta de hortalizas y el servicio doméstico antes de graduarse como abogada. Su labor como defensora medioambiental y representante de las víctimas del conflicto armado en el marco del Proceso de paz le ha valido varios premios nacionales e internacionales como el Premio Nacional a la defensa de los derechos humanos en Colombia en 2015 y el Premio Medioambiental Goldman en 2018, por su lucha en defensa del territorio y contra las actividades de minería ilegal en Cauca. Pese a estos reconocimientos, el establecimiento político, un ámbito tradicionalmente dominado por hombres blancos provenientes de las grandes capitales, ha desaprobado su osadía de pretender, en su calidad de mujer negra y de provincia, entrar en su juego político.

Francia Márquez irrumpió en ese escenario pisando fuerte, enraizada en su propia experiencia como víctima del conflicto armado, hablando claro y con el ánimo de disputarles a estos hombres la victoria en este juego, con cartas muy distintas a las que hasta ahora se habían empleado en él.

Su quehacer político se inscribe en la genealogía de las prácticas “amefricanas”.

Francia encarna el personaje de “la igualada”, una expresión colombiana (clasista, racista y sexista) utilizada para designar a una persona que se comporta como si perteneciera a una clase social más alta o que se toma derechos, privilegios o atribuciones que supuestamente no le corresponden. Caracterizarla con esta expresión es significativo. Da cuenta de la irritación que produce en la clase dirigente del país que una persona como ella se imagine y se asuma como alguien con el mismo derecho a gobernar que ha tenido esta clase, cuyo privilegio ha sido muy poco cuestionado.

Francia Márquez se ganó su lugar como fórmula vicepresidencial del Pacto Histórico, liderado por Gustavo Petro, sin hacer concesiones políticas; radicalizando el alcance del proyecto político de esta coalición electoral, haciendo propuestas en torno a valores y orientaciones políticas que no hacían parte del repertorio discusivo de los círculos de poder.

Nombremos tres de ellas: 1) la gobernanza colectiva recogida en la expresión “Soy porque somos”, un principio que enarbola la importancia de pensar y hacer “en juntanza”, como ella dice, a contrapelo de un ejercicio de gobierno centrado en el individuo, la meritocracia competitiva y la diferenciación. 2) La reasignación de la función del Estado y la economía como puntales del logro del ‘vivir sabroso’ ‒una noción proveniente de las comunidades afrodescendientes del Pacifico que promueve una relación más horizontal y orgánica con la naturaleza, el territorio, la comunidad, y las tradiciones propias. 3) La lucha por la dignidad, sintetizada en la frase “hasta que la dignidad se haga costumbre”, una dignidad que busca devolver a las y los “nadies”. “Aquellos que cuestan menos que las balas que los mata”, como dice Eduardo Galeano, y que encarnan esas vidas que no importan, dentro del modelo racial, patriarcal y social dominante.

Las propuestas de Márquez ‒si bien recogen las banderas de su lucha social y los problemas que enfrenta en su territorio la comunidad negra de la que ella proviene‒ han encontrado resonancia en grupos sociales muy diversos, como las mujeres, las personas lgbtiq+, les jóvenes, les artistes, los pueblos indígenas, campesinos, afrodescendientes, raizales y palenqueros. Grupos a cuyas distintas luchas siempre se refiere en sus discursos. Gran parte de su éxito político ha residido en su capacidad de utilizar toda la potencialidad de una apuesta interseccional. Porque ésta le permite moverse y generar conexiones, entre un pensamiento situado y anclado en realidades y demandas muy específicas, y un proyecto que responde a las inquietudes generales que plantea la profunda crisis socioeconómica, ecológica y del modo de existencia que enfrenta el Planeta.

El respaldo popular al proyecto político de Francia Márquez me permite hablar ahora del “giro antirracista” que se vive hoy en América latina.

Propuestas como la de Francia Márquez rompen con una lógica de competencia entre distintas luchas que no beneficia a ninguna y aportan lo que puede proporcionar un marco interseccional: una base política y un enfoque que posibilita superar la lógica de las “trincheras separadas” y enfrentar la desigualdad, sin fragmentarla.

El respaldo popular al proyecto político de Francia Márquez me permite hablar ahora del “giro antirracista” que se vive hoy en América latina, un momento en que el racismo empieza a ser percibido como una problemática relevante para la región. Esta reorientación, documentada por el proyecto LAPORA, surge a raíz de las deficiencias políticas del proyecto estatal del multiculturalismo, de su negligencia frente al racismo y de la exacerbación de las desigualdades sociales y la violencia ligadas al proyecto económico neoliberal.

Como ha sido reconocido por distintxs autores, el multiculturalismo no significó una transformación radical de la ideología del mestizaje. En él pervivió esa poderosa narrativa de la construcción nacional, que describió a las sociedades latinoamericanas como fundamentalmente mestizas y por lo tanto esencialmente antagónicas al racismo que podía caracterizar a otras sociedades o momentos históricos. La continuidad de esta narrativa propició cierta connivencia entre una ideología multiculturalista y un ordenamiento social racista que ha obstaculizado el reconocimiento social del racismo. Igualmente, ha sometido a quienes señalan su presencia en la sociedad a una deslegitimación académica, política y moral. Utilizar categorías o términos raciales en el discurso político ubica a quien lo hace como signatario de la existencia de las razas biológicas o como persona racista y resentida.

Al igual que muchxs investigadores, con quienes he trabajado desde hace más de diez años en distintos proyectos sobre raza, etnicidad y antirracismo,

considero que usar categorías y conceptos raciales es importante en términos analíticos y útil en términos políticos.

Al mismo tiempo soy consciente de la necesidad de hacer un uso situado de estos conceptos, dando cuenta de las variaciones locales que han tenido en cada país y momento histórico. No sobra recordarlo, en América Latina el racismo no se percibe de la misma manera que en los Estados Unidos, el referente más cercano y contrastante con nuestro modo de percibir la raza. En América Latina el racismo no se ejerce en función de fronteras fijas entre grupos raciales ni de marcas ancestrales detectadas por el sistema institucional de la “gota de sangre”. Se practica en relación con la apariencia, la fisonomía, los gestos, la manera de hablar y el acento del individuo. Además, está profundamente ligado al clasismo ya que como tendencia general las personas y familias con mayores capitales (social, cultural, escolar, económico, simbólico, etc.) son de tez más ‘clara’ e inversamente, las de menores capitales son de tez más oscura’.

Las jerarquías raciales operan de distintas formas en cada país latinoamericano. En el caso colombiano, las relaciones de raza y región se superponen muy fuertemente y además cada región produce una forma propia de crear alteridades. Por eso, al mencionar las especificidades de las culturas regionales —la costeña, la paisa, la santandereana— se está haciendo alusión a categorías, nociones y jerarquías raciales sin nombrarlas.

Su propuestas rompen una lógica de competencia entre distintas luchas que no beneficia a ninguna y aportan la potencia del marco interseccional.

Por otra parte, aunque desde el año 2011 se aprobó una ley contra el racismo y la discriminación, Colombia, como los demás países latinoamericanos, se ha focalizado en la lucha contra la discriminación racial y en el racismo interpersonal sin enfrentar las desigualdades raciales estructurales e históricamente acumuladas. Si conectamos esta reflexión sobre los modos en que opera la raza en Colombia con los elementos que están en juego en la actual disputa electoral colombiana, se hace evidente la imbricación entre blanquidad, masculinidad y modernidad que caracteriza el proyecto político de las élites colombianas. Estas tres categorías convierten a la clase media urbana, masculina y mestiza (en su acepción blanqueada) en el único grupo social que puede hacer, con legitimidad, una propuesta política genuinamente democrática, capaz de superar los lastres asociados a una composición étnica y social heterogénea y a la masculinidad disfuncional que le corresponde.

La participación de Francia Márquez en la escena política electoral colombiana ha sacado a la luz un racismo y un clasismo sistémicos en Colombia, manifiestos en burlas, frases despectivas y amenazas. Muchas de estas expresiones provienen de las clases políticas tradicionales, de figuras públicas e incluso de ciertos académicos que, como en otros países, niegan la existencia del racismo. Su aproximación al racismo, desde el privilegio, les impide percibir que estas jerarquías pigmentocráticas son continuamente reproducidas y naturalizadas a través de la familia, la escuela, las instituciones políticas, el sistema de salud, las políticas públicas, los medios de comunicación y las redes sociales, entre otros.

Francia Márquez ha marcado un nuevo derrotero para el debate político cambiando la idea de que las decisiones nacionales deben provenir de quienes las piensan desde la capital del país, y de que los asuntos regionales son problemas periféricos, y no centrales a la política nacional.

Hasta ahora, el discurso político sobre lo que se denomina como “las regiones” en Colombia (es decir, las zonas racializadas negativamente) provenía de hombres blancos que hablaban de lo que sucedía en ellas de modo paternalista, condescendiente y racista. Este sesgo se asentaba en la convicción de poder hablar mejor que las propias comunidades sobre sus propios problemas, con base en sus mayores competencias académicas y técnicas.

Por el contrario, Francia Márquez ha resignificado a las comunidades racializadas, haciéndolas protagonistas de sus conocimientos y saberes, forjados en la experiencia vivida. De este modo, les ha otorgado lo que la epistemología elaborada por el feminismo negro nombra como el “privilegio epistémico”. Es decir, el potencial que tienen los grupos dominados de tener un entendimiento del mundo menos distorsionado que el que tienen de él los grupos dominantes.

Francia Márquez no solo rompe con la manera convencional de interpretar lo político, es decir las relaciones de poder, autoridad y legitimidad, sino con el modo de hacer política. Su quehacer político se inscribe en la genealogía de las prácticas “amefricanas”, para nombrarlas con el vocabulario que nos legó el pensamiento de Lelia Gonzalez. Estas prácticas tienen la capacidad de volver audible la presencia efectiva, pero encubierta y silenciada, de esas y esos nadies, negados como sujetos con agencia política.

Francia Márquez ha transformado la política colombiana habitando y enarbolando, con orgullo y placer, las banderas de la amefricanidad, con sus epistemologías, historias, estéticas y formas de sociabilidad propias. Ha desarrollado un proceso pedagógico que ha puesto en evidencia la neurosis social que produce la constante negación de la ancestralidad amerindia y amefricana de la historia, cultura y subjetividad colombianas, y más ampliamente latinoamericanas.

Su propuesta ha buscado reparar y sanar esas distorsiones trayendo al presente memorias y prácticas sociales y culturales que se resisten a ser borradas. Y nos ha invitado a percibir esa “explosión creadora de este algo desconocido que representa vincularnos con nuestra amefricanidad, como un posible futuro emancipador. Ojalá atendamos su invitación.

*Discurso de Mara Viveros Vigoya en el marco del Diálogo Magistral “Negritudes, afrolatinidades, racismos y resistencias” (junto a Rita Segato y Rosa Campoalegre) el 9 de junio en la 9ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales “Tramas de las desigualdades en América Latina y el Caribe – Saberes, luchas y transformaciones”, organizado por CLACSO en las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Revista Anfibia

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La universidad y la educación: Un frente de batalla para las y los revolucionarios en el siglo XXI

Por: Yuri Peña/Izquierda Diario 

Breves apuntes para entender la estrategia y las perspectivas que planteamos desde la agrupación VENCER para llevar adelante una política revolucionaria al interior de universidades y liceos, que sea anticapitalista, antiburócratica y en unidad de trabajadores y estudiantes.

Para nadie en Chile puede ser extraño hablar de la importancia política que ha tenido el movimiento estudiantil en la historia reciente del país. La revolución pingüina el 2006, las movilizaciones por educación gratuita y de calidad, y el salto a los torniquetes de les secundaries que encendieron la llama de la rebelión el 2019. Estos tres procesos se produjeron como consecuencia de la herencia de la dictadura y la crisis económica y política mundial del capitalismo, que afecta de manera particular a les estudiantes en liceos y en la educación superior, como también al conjunto de la clase trabajadora y capas medias. La educación de mercado, o también podríamos llamarla “universidad-empresa”, es producto del neoliberalismo y su forma de entender la producción y reproducción del conocimiento, que desde hace décadas viene implantándose alrededor del mundo, y acá lo implantaron en la dictadura y luego la Concertación y Piñera modificaron y continuaron profundizando el lucro con la educación. Haciendo de este derecho conquistado con lucha, sea un negocio para empresas educativas y bancos. Solo fijémonos como el estado chileno financia a bancos con el CAE y a centros de educación superior através de la beca gratuidad, ya que los sectores populares entran más a entidades privadas que públicas por la discriminación clasista que la propia educación básica y media replica desde la dictadura en adelante.

El movimiento estudiantil es un movimiento internacional

Este cambio, que es una adecuación a las necesidades del capitalismo de las universidades, ha provocado fuertes movimientos de resistencia desde les estudiantes. El más importante del siglo XX fue el de Francia, el famoso “mayo del 68”, donde ante las reformas de De Gaulle, presidente de derecha, el movimiento estudiantil de París organizaró y protagonizó jornadas revolucionarias, junto codo a codo a la clase obrera francesa. Estas movilizaciones que comenzaron en mayo se extendieron a todo el país generando una situación revolucionaria, con huelgas generales, tomas de fábricas, enfrentamientos con la policía, y la posibilidad de derrocar al presidente, en uno de los principales países imperialistas. Allí, les estudiantes pasaron del cuestionamiento de la universidad de clases, con la brutalidad neoliberal, a la crítica de la sociedad de clases.

Y en los últimos años también hemos podido ser testigos de movilizaciones estudiantiles en distintos países del mundo. Al otro lado de la cordillera, en liceos y universidades se movilizó la marea verde por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, con asambleas y tomas feministas. Las estudiantes fueron parte de ese gran movimiento feminista y parte importante del triunfo el 2018. En Brasil se movilizó también el medio estudiantil contra la elección de Bolsonaro como presidente el 2018, realizando asambleas multitudinarias compuestas por jóvenes tan diversos como nuestra misma clase, que se reunían para ver cómo enfrentar las políticas contra las mujeres, la diversidad sexual y de género, a les trabajadores que Bolsonaro proponía (y que llevó a cabo durante su mandato). En Colombia durante su rebelión popular (simultánea y más larga que la chilena) las universidades también fueron lugares de encuentro y discusión para organizar a las masas que salían a enfrentar al gobierno derechista de Duque. Y podríamos nombrar ejemplos de México, el Estado Español y otras partes del mundo donde el movimiento estudiantil ha tomado un rol activo dentro de la política nacional, y de gran impacto cada vez que emprende la lucha.

Ante esta realidad las y los revolucionarios nos enfrentamos. Ante un movimiento de masas que cada vez aumenta más y que proporcionalmente a esto se precariza, además de que a nivel mundial y nacional tiene una gran tradición de lucha. El estudiantado como sector social es grande: más de dos millones de personas en la región metropolitana. Es un medio donde pasan sectores muy importantes para el sistema productivo y reproductivo capitalista, ya que las y los profesionales que necesita salen de universidades y centros de formación técnica. En ese sentido para las y los revolucionarios es importante hacer política dentro de las estructuras educativas porque cumplen un rol económico-social de reproducción del capital. Son enclaves estratégicos desde el punto de vista de la hegemonía burguesa que tenemos que disputar, ya que la clase obrera necesita construir y ganar una nueva hegemonía para construir una sociedad socialista. Esto significa ganar posiciones dentro de liceos, centros de formación técnica y universidades (además de sindicatos, organizaciones populares, coordinaciones, etc) donde se forman y/o trabajan les trabajadores y profesionales de la sociedad futura. Pero también porque dentro de estos espacios hay contradicciones objetivas y subjetivas expuestas por Bensäid en El Segundo Aliento.

En balance estratégico del movimiento estudiantil según Bënsaid

La contradicción principal de las universidades ilustra la contradicción fundamental de la sociedad capitalista, dice Bënsaid: desarrollar las fuerzas productivas perpetuando las relaciones de producción (explotación). Entre el nivel requerido por el desarrollo de las fuerzas productivas y el nivel de formación que exige: formar simultáneamente una mano de obra adaptada a las necesidades de la economía capitalista y formarla -o domesticarla- con fuerte ideología burguesa. A su vez la burguesía no puede desarrollar hasta el final tales fuerzas productivas por poner en peligro las bases de su propia dominación, o sea el control y la planificación de la producción. El Estado y las empresas educativas aumentan cada vez más matrículas, pero con carreras cada vez más precarias para aumentar sus ganancias con el negocio educativo, pero también para obtener mayor mano de obra barata y sobrecalificada.

Pero el acceso a la universidad en la mayoría de los países se ha diversificado sobre todo a mediados del siglo pasado. Ya no es solo una clase la que tiene acceso, sino que este se ha extendido a las capas medias y cada vez más a la clase obrera con becas como la gratuidad -Chile- o educación pública gratuita (Argentina por ejemplo). Por lo que allí conviven distintas clases sociales que como sabemos, tienen intereses contradictorios. Otro punto objetivo que hace a las universidades un sector revulsivo es que vienen siendo víctimas de reformas educativas en el marco de reajustes presupuestarios llevados por distintos gobiernos a nivel mundial, donde se ha terminado devaluando la formación, bajando el financiamiento, se ha acrecentado el autoritarismo y los métodos retrógrados de enseñanza.

Los aspectos subjetivos que podemos encontrar son la fuerte cohesión y politización del movimiento estudiantil. Tanto en universidades como en liceos. Esto sigue una lógica de desarrollo desigual y combinado porque hay algunos establecimientos que por su propia historia estos aspectos se han potenciado, como los liceos emblemáticos de Santiago o universidades como la UChile, Usach y Utem. Además, los liceos suelen ser el eslabón débil o más abandonado por la burocracia socialdemócrata, lo que potencia las movilizaciones sin control político de los partidos reformistas, o sea movilizaciones independientes como hemos visto en Chile con secundaries luchando contra la violencia machista en los liceos y contra la precariedad. En universidades se ha dado el fenómeno de sobrepasar las directrices oficiales de los dirigentes, como el 2011, aunque como los partidos reformistas tienen mayor peso lograron redirigir hacia la institucionalidad las demandas del 2011 y sacar la lucha de clases como método para conquistarla.

Por lo que para Bënsaid el movimiento estudiantil se puede caracterizar como una vanguardia táctica, dentro de una estrategia de revolución obrera y socialista, ya que con sus movilizaciones y métodos de organización (donde se mantiene una tradición de asambleas, lucha política, centros de estudiantes y federaciones) pueden adelantarse y mostrar un ejemplo de combatividad y radicalidad al movimiento obrero. Así como pasó en el mayo del 68 francés, y en otra envergadura en Chile luego de la revolución pingüina, el 2011 y el salto a los torniquetes e inicio de la rebelión el 2019, donde se registraron aumento en el número de huelgas. [1]

Para las y los revolucionarios que peleamos por el socialismo con una estrategia marxista donde el rol dirigente lo cumple la clase trabajadora, es muy importante considerar otros sectores a los cuales hegemonizar políticamente. En este caso a les estudiantes, que en la lucha de clases y en los momentos insurreccionales por la toma del poder por la clase obrera necesita tener de aliados a sectores amplios de estudiantes. Esta alianza creemos que se construye en la misma lucha, codo a codo por nuestras demandas.

El movimiento estudiantil para conquistar sus demandas tiene que aliarse con la clase que puede imponer a los empresarios y sus políticos las demandas que decidimos democráticamente. La respuestas que dan los políticos de siempre, los gobiernos y el Estado, es que para nuestras demandas “no hay plata”, “hay que tener responsabilidad fiscal”. Pero podemos ver claramente que solo hay plata para los que nos explotan y saquean los recursos naturales, los empresarios. Todas las conquistas para la clase trabajadora y para el pueblo pobre ha sido con los métodos de la lucha de clases. Tenemos que afectar el saqueo y la explotación que desde hace siglos mantienen los burgueses para conquistar aunque sean las demandas más mínimas (es cosa de revisar las últimas movilizaciones secundarias y universitarias en Chile).

Tomando el Segundo Aliento de Bënsaid podemos plantear esquemáticamente las siguientes tesis:

Enraizados en la contradicción de la universidad los estudiantes masivamente están disponibles y movilizables. Ante la dimisión de las direcciones obreras, eso les permite jugar un papel de vanguardia en determinadas coyunturas precisas. Sin embargo, los estudiantes no pueden responder por sí mismos a los problemas que afrontan, son incapaces de una línea independiente del movimiento obrero.

La contradicción que sufre el movimiento estudiantil no puede pues encontrar solución más que en su lucha al lado del movimiento obrero bajo la dirección de éste. Todavía hace falta que haya lucha y acuerdo sobre los objetivos de la lucha, esto que no es el caso en lo inmediato, sabiendo lo que son las direcciones obreras y los esfuerzos que hacen para escamotear la lucha de clases.

De hecho podemos distinguir la vanguardia táctica, la que en un momento dado ocupa de hecho los puestos avanzados de la lucha revolucionaria, de la vanguardia estratégica, la que abarca el conjunto de la lucha de clases y trabaja por la revolución en una lucha prolongada; la segunda sólo puede apoyarse en la fuerza motriz de la revolución: el proletariado.

Esa contradicción del movimiento estudiantil es real y objetiva. Ninguna solución mágica, ninguna huida adelante puede resolverla. La única solución reside en la construcción de una organización revolucionaria, en su implantación en el medio obrero, en su capacidad de asumir la dirección estratégica de la lucha.

Es por esto que como trotskistas apostamos a construir un partido socialista y revolucionario de la clase obrera internacionalista dentro de liceos y universidades, ya que tenemos que conquistar, preparar y ordenar las fuerzas para momentos álgidos de la lucha de clases, donde nos enfrentaremos a las burocracias estudiantiles y sindicales, a reformistas, a la policía, a la derecha y a todo el Estado burgués.. Es una tarea estratégica el construir una corriente militante diversa y joven dentro de estos espacios si es que lo pensamos en la necesidad de construir un nuevo estado (obrero) y nuevos modos de producción, además de que desde aquí se puede catalizar la necesaria revolución cultural que necesita la clase obrera en el socialismo.

Por la situación concreta de Chile, el movimiento estudiantil ha mostrado ser uno de los más convulsivos y combativos del planeta, llevando la vanguardia en relación al movimiento obrero. Por lo que no podemos dudar que en un ascenso próximo de lucha de clases les estudiantes cumplamos un rol fundamental, tanto para debilitar la batalla si es que los reformistas o la derecha dirigen al movimiento estudiantil, o para fortalecerla. Nosotres desde VENCER apostamos a fortalecerla con asambleas de base, uniéndonos con trabajadorxs y profesorxs de nuestros lugares de estudio, por lo que es un objetivo concreto ganar peso, influencia y dirección en estos tres sectores. Para, como decíamos, unir las luchas de estudiantes y la clase trabajadora contra la política de las distintas burocracias reformistas que es separarlas. Si nos organizamos en común podremos golpear como un solo puño al sistema y derribarlo.

 

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Paraguay: Pedagogía de la independencia

Pedagogía de la independencia

Claudia Korol

Reseña del libro de Martín Almada «Paraguay: Educación y dependencia»

Martín Almada escribe este libro y con el libro escribe su vida. Cuenta simultáneamente su historia personal y la historia de su pueblo guaraní, de su país, de su continente.

Martín, el compañero de tantas luchas, intentó llevar a la práctica en Paraguay la experiencia de Paulo Freire, promoviendo una escuela que hiciera “educación como práctica de la libertad”, el Instituto Juan Bautista Alberdi de San Lorenzo. La osadía le costó la represión, la muerte de su compañera de vida, Celestina Pérez de Almada, y la cárcel.

Martín Almada escribe con la tinta del sobreviviente. Con la sangre de su compañera y la de sus compañeros asesinados por la dictadura de Stroessner, Martín escribe sobre la educación en Paraguay. Escribe con dolor. Pero también, escribe con rebelde esperanza.

Fundamenta en estas páginas que la educación dominante es uno de los engranajes aceitados que posibilitan y naturalizan la dependencia. Bucea en la historia del continente, buscando claves de interpretación del drama paraguayo. El papel de la oligarquía, de la Iglesia, del Estado, de las fuerzas armadas, de los gobiernos y de las oligarquías de los países vecinos, de los distintos agentes del poder, son analizados en esta perspectiva latinoamericanista.

Dice Martín Almada en el artículo que completa este libro –escrito 30 años después-, que esta publicación … “en el fondo es la carta de un sobreviviente dirigida a sus torturadores. Es la carta de un educador sobreviviente que busca un remedio para curar dolores del alma. No olvidemos que debajo del dolor está el amor…. Es la historia de la reconstrucción de mi mismo luego de tutearme con la muerte”.

En esa identidad de sobrevivientes se escribieron muchas páginas en Nuestra América, y en especial en Paraguay, donde el pueblo hermano sufrió sucesivos genocidios, el del pueblo guaraní, y de otros pueblos originarios, durante las guerras de conquista, las guerras por territorio y por petróleo, la Guerra de la Triple Alianza, y la prolongada dictadura stronista.

Me interesa decir en estas líneas, que el pueblo argentino no puede permanecer indiferente frente a la opresión vivida por el pueblo paraguayo. Hay una responsabilidad de la oligarquía argentina en la Guerra de la Triple Alianza, y en el sostén a la dictadura de Stroessner. También en las modalidades de opresión que llegan hasta la actualidad, con los acuerdos leoninos de saqueo de recursos hidroeléctricos. Tal vez estos tiempos en los que se buscan nuevas posibilidades de integración latinoamericana, sean momentos para poner en marcha profundas reparaciones frente a todo lo destruido, lo saqueado, y lo aniquilado por la imposición de los intereses imperialistas, que contaron con diversos gobiernos argentinos como instrumentos de ejecución de sus políticas. Y esto sólo puede ser impulsado activamente desde abajo y desde la izquierda, donde se tejieron también los lazos de solidaridad profundo con las víctimas de la dictadura, que por miles recibieron abrigo en nuestras tierras.

Pero Martín Almada no es sólo un sobreviviente. Es también un creador de nuevas posibilidades para la aventura libertaria. Abogado de causas justas. Defensor de los derechos humanos. Inventor de modelos que buscan el estímulo a la producción agroecológica, promoviendo los usos populares de la energía solar, impulsando la creación de aldeas solarizadas, y hasta editando un libro de recetas solares elaboradas con alimentos locales. Siendo la educación popular -fundamentalmente- pedagogía de la autonomía, Martín Almada contribuye en esta dirección, estimulando maneras de pensar la vida que no se basen en los paradigmas del desarrollo que destruyen a la naturaleza y a la gente en ella.

Educador. Investigador –por su obsesiva búsqueda de la verdad fue posible el descubrimiento de los “Archivos del Terror” y por su terca voluntad de denuncia fue posible la creación del Museo de las Memorias-. El descubrimiento y estudio de los Archivos del Terror, en los que se encontraron los documentos del Plan Cóndor, son una pieza fundamental para el momento actual de lucha por la justicia que se está llevando adelante en los Tribunales argentinos, con el enjuiciamiento a los criminales de lesa humanidad. Es un material de enorme valor, para desnudar la complicidad de los gobiernos latinoamericanos, y del gobierno norteamericano en la ejecución de las políticas de terrorismo de estado. Por estas contribuciones realizadas a la lucha por la justicia, Martín Almada recibió en el año 2002 el Premio Nobel Alternativo de la Paz, que al mismo que otros muchos premios que le fueron otorgados, es un reconocimiento a su coraje, a su coherencia como defensor de los derechos humanos, como pedagogo de la justicia.

Quiero decir que siempre pensé que Martín Almada cumple cabalmente con la recomendación de Paulo Freire, que es la de vivir “sanamente locos, y locamente sanos”, como condición para seguir siendo creadores… y creadores revolucionarios. Como el loco Simón Rodríguez, ha puesto en la libertad y en la educación su pasión completa.

Escribe Martín Almada: “El miedo, en nuestro país, se volvió cultural. La segunda piel del paraguayo es el miedo, porque la ignorancia y la tortura fueron la base de la represión, fueron el corazón del sistema dictatorial”. Con ese miedo, y contra ese miedo es la vida y la lucha de este pedagogo de las luchas libertarias. Y sabe que la educación, es uno de los caminos para aportar a la organización del pueblo en la lucha emancipatoria. Y que es la acción colectiva, un largo proceso de desafío al miedo que tiende a aislarnos y a desorganizarnos.

En este libro, el repaso de las prácticas educativas en Paraguay, terminan constituyendo una radiografía de la dominación, y también una búsqueda activa de caminos para la descolonización y para la desmercantilización de la enseñanza en América Latina, porque tal como él investiga y denuncia, las políticas educativas son producto de una estrategia continental ordenada por instituciones del gobierno mundial, que administran la subordinación cultural, en diferentes terrenos -incluido el pedagógico-. Martín Almada se concentra en el estudio de Paraguay, pero lo pone en espejo con los modelos educativos de Chile, y de otros países latinoamericanos. Hoy, cuando muchos de los gobiernos que se llaman progresistas siguen utilizando chalecos de fuerza como los modelos educativos que impone el Banco Mundial, o como las Leyes Antiterroristas que impone el CIADI[1], es interesante utilizar este texto para pensar una nueva pedagogía, que nazca y crezca contra todas las formas de dominación, las históricas y las actuales. Una pedagogía descolonizadora que sea regada desde las raíces con nuestras propias miradas del mundo. Una pedagogía originaria, libertaria, y audazmente democratizadora. En esta dirección, el libro de Martín Almada es sobre todo una invitación para esa búsqueda, y para crear –con la audacia y el riesgo ineludibles en todo acto transformador- un camino en el que todas las tradiciones de lucha de Nuestra América, se rebelen junto con los nuevos gritos de Ya Basta, frente a la mediocridad y el conservadurismo. Le agradezco por ello a Martín y a su locura, la posibilidad de mirarnos sin anteojeras, de pensarnos sin muros, y de atrevernos a caminar sin chalecos de fuerza, con la pasión intacta y ese alegre dolor que nos sigue conmoviendo.

Notas:

[1] Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones. Organismo del Banco Mundial que tiene por objetivo propiciar la solución de disputas entre gobiernos (N. del E.).

MARTÍN ALMADA

(Paraguay, 1937) Profesor, abogado y reconocido activista y defensor de los Derechos Humanos en su país natal durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Líder del movimiento “Por un techo para cada educador” de la Federación de Educadores del Paraguay, fundador y director de la Escuela Juan Bautista Alberdi en San Lorenzo, que fue cerrada en 1974 por órdenes dictatoriales.
Ese año, Almada presenta su tesis doctoral “Paraguay, Educación y Dependencia” en la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, siendo calificada de “subversiva y terrorista” por la Policía Federal Argentina, lo que le significó ser detenido y torturado, y que su primera esposa, Celestina Pérez, falleciera de un infarto al escuchar telefónicamente las torturas a las que era sometido Almada.
En 1977 es liberado después de una huelga de hambre y el apoyo de distintos grupos de derechos humanos, asilándose en Panamá, retornando a su país después de la caída del dictador Strossner, en 1989.
Con la ayuda del juez José Agustín Fernández, el 22 de diciembre de 1992, en la ciudad de Lambaré (Paraguay) descubre los “Archivos del Terror”, la prueba documental de la existencia de la Operación Cóndor en América Latina, que contiene las comunicaciones y acuerdos entre las autoridades militares y policiales, para reprimir las sociedades y mantener las dictaduras de Paraguay, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, entre 1970 y 1980.
Martín Almada ha recibido varios galardones internacionales por su actividad a favor de la aclaración histórica de la Operación Cóndor y de las violaciones de Derechos Humanos en Sudamérica, donde destaca el Premio Right Livelihood, o Premio Nobel Alternativo de la Paz, en 2002.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/pedagogia-de-la-independencia/

 

 

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