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Colombia: “Tenemos dos opciones: agachar la cabeza o salir a las calles”

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Los maestros y maestras de Bogotá y Cundinamarca le exigieron garantías al gobierno nacional y al Ministerio de Educación al ejercicio de su proceso de enseñanza. Marcharon juntos en una masiva movilización.

Maestros y maestras de la capital del país y varios municipios de Cundinamarca se congregaron en Bogotá de manera contundente durante la gran de movilización convocada por el Comando Nacional Unitario, durante el paro nacional del pasado jueves 17 de marzo.

Las centrales obreras y gremios se movilizaron desde diferentes puntos de la capital del país. “Creemos que el gobierno no está brindando las condiciones, no está nombrando los maestros y está recargando de trabajo al magisterio, implementando una jornada laboral con mayor número de horas”, expuso el docente de la IE Manuela Beltrán, Víctor Gabriel Beltrán.

La crisis educativa no solo afecta la educación primaria y secundaria, las universidades públicas y privadas del país, también se han visto afectas por las medidas arbitrarias que el gobierno nacional viene adelantando. “Queremos decirle a Santos que los estudiantes no tenemos por qué pagar la crisis mediante créditos usureros del Icetex o la privatización de la educación misma”, precisó Carlos Acero, estudiante de la Universidad de Los Andes.

Angélica Riaño, estudiante de la Universidad Distrital, complementa: “los jóvenes en este momento tenemos dos opciones, agachar la cabeza y dejar que las cosas sigan así, ó, salir y llenar de dignidad las calles del país para defender una educación realmente científica, como derecho y al servicio de todos sin distinción”.

Al mismo tiempo, los educadores le hicieron un llamado a la Fiduprevisora y el Ministerio para que se dé cumplimiento a los pagos establecidos, puesto que se han venido presentando retrasos en los desembolsos de las cesantías tramitadas por los maestros, entre otros conceptos. “Tampoco se puede olvidar el pago de las deudas que durante años el Estado ha tenido con los maestros colombianos”, dijo Agustín Castañeda Bustos, docente de la IE Serrezuela, del municipio de Madrid.
“Para que haya una verdadera reforma educativa se necesita inversión, presupuesto e infraestructura, en lugar de una calidad mediocre donde se evidencia la escasez de recursos en materia educativa”, opinó Gilberto Martínez Colorado, docente de la IE Eben Ezer de Fusagasugá.

El magisterio acompañó la movilización en la capital del país, rechazando la política económica y social impuesta por el gobierno nacional, que atenta contra la educación pública y afecta la economía de los menos favorecidos, disminuyendo el poder adquisitivo.

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Escuela de Feminismo Popular en la Venezuela Bolivariana

La Escuela de Feminismo Popular es un espacio de articulación entre varios colectivos y organizaciones, que surge de encuentros nacionales de formación

Del 24 al 28 de febrero se realizó en Venezuela el Encuentro Continental de Comunicación organizado por ALBA Movimientos. En el evento, que se desarrolló en las instalaciones del Centro Nacional de Formación “Simón Rodríguez”, los compañeros del colectivo La Haine tuvieron la oportunidad de participar junto a más de 80 colectivos y movimientos populares de 24 países, entre ellos la Escuela de Feminismo Popular. A continuación, la entrevista que le  realizaron a algunas de sus integrantes para conocer los recorridos y proyectos de este espacio formativo y de articulación de saberes y prácticas emancipatorias.

-¿Cuándo surge y cuál es la propuesta de la Escuela de Feminismo Popular?

La Escuela de Feminismo Popular es un espacio de articulación entre varios colectivos y organizaciones, que surge de encuentros nacionales de formación que hacíamos sobre todo con compañeras de organizaciones mixtas y algunas feministas, para apoyarnos mutuamente en la construcción de líneas de géneros y feministas dentro de nuestras organizaciones. Empezamos a encontrarnos desde 2009, año en el que hicimos un campamento de género latinoamericano, y luego nos encontramos anualmente; sobre todo para intercambiar metodologías y contenidos de formación. Y en 2013 definimos aquí en la Universidad de los Trabajadores, ahora Centro Nacional de Formación “Simón Rodríguez” (UTAL), que se volviera un espacio permanente, que no fuesen acciones solo de encuentro sino un espacio de articulación.

-¿De qué organización viene cada una?

Como organizaciones, desde hace tiempo con compañeras feministas nos venimos juntando en muchos espacios, conociéndonos en distintos encuentros, que nos permitieron dar cuenta de las afinidades concretas, mas allá de ser feministas, que tiene que ver con hacia dónde dirigimos nuestro feminismo, la educación popular feminista, manteniendo esas cosas en común, que para nosotras es tan importante, lo que nos lleva a unificar un bloque y una misma propuesta que es la Escuela de Feminismo Popular, un espacio donde hemos crecido, donde nos hemos fortalecido, donde esperamos que eso se siga estableciendo de esa forma, en el espacio nacional que tenemos, donde podemos hacer posibles esas cosas que venimos trabajando localmente, creemos que pueden ser políticas, que puedan ser programas… Pudiéndolo llevar a un ámbito nacional, compartiendo las metodologías con las compañeras. Ese fue el punto de inicio de la Escuela; ese compartir de saberes, y de metodologías para aplicarlas en los territorios.

-¿Cuáles han sido las conquistas concretas en este proceso de lucha?

Con respecto a los triunfos, el feminismo en Venezuela, tiene características y una historia un poco distinta al resto de América Latina, ya que se construyó de otra forma. El solo hecho de posicionar algunos temas se ha constituido en un logro histórico impresionante. Por citar un ejemplo, en el cierre del Congreso de Mujeres el año pasado, el presidente Maduro llamó a debatir sobre el matrimonio igualitario y el aborto, y eso es el resultado del trabajo de nosotras y de muchas otras compañeras por posicionar un tema que todavía es socialmente muy rechazado, es un tabú generalizado.

Las particularidades del feminismo aquí se relacionan con el hecho de que en Venezuela hay muchos avances legales porque el proceso lo permitió. Tenemos una Ley del Derecho a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en donde se tipifican 21 delitos como formas de violencia, incluidos los feminicidios y la inducción al suicidio, como tipos de violencia con sus penalidades en la ley. La Ley Orgánica del proceso social del trabajo de los trabajadores y las trabajadoras, como todos los elementos que tienen que ver con el derecho para las mujeres, fue producto de un proceso de construcción de las feministas en un colectivo de debate en todo el territorio, que luego se le entregaron al presidente Chávez y se incluyeron en la Ley: la ampliación del pre y post parto; la inmovilidad laboral para parejas (hombres y mujeres) que tengan hijos hasta cuando tengan dos años de edad, que implica que no los pueden botar del trabajo. Tiene como una serie de reivindicaciones que son también victorias que hemos conseguido en esa construcción colectiva de diversos espacios.

Ahorita también estamos construyendo otro avance que es el posicionamiento del Feminismo Popular, que es el feminismo que nosotras queremos construir, que en Venezuela tiene que ver con la construcción de la Comuna Antripatriarcal, con transversalizar el proceso de construcción de Comunas, como una nueva forma de relacionarnos entre hombres y mujeres.

Como la Comuna trasforma todos los ámbitos de la vida: la economía, la cultura, la política, ahí estamos desmontando el patriarcado con nuevas formas de relacionarnos, en relación a la seguridad y la defensa del territorio. Ese es el paso que estamos dando en este momento, para sensibilizar, primero para los movimientos y luego para la sociedad, que este es otro tipo de feminismo, que está montado en eso.

Y a pesar que puedan parecer pasos pequeños hemos dado grandes avances en esa construcción, en la construcción dentro de las Comunas de espacios de mujeres, como los Comités de Mujeres e Igualdad de Género, que son el espacio ideal para la organización de las mujeres y tienen carácter vincular asambleario, carácter legal, porque están establecidos en la Ley de Consejos Comunales, en la Ley de Comunas, son parte del Parlamento Comunal, y eso le da una capacidad de fuerza y de organicidad a las mujeres en los territorios comunales; ese ha sido sin duda uno de los trabajos más fuertes que hemos tenido en estos últimos años como Escuela.

-¿Participan varones de esos espacios?

Sí, están en igualdad de género, hablamos de la sexo-genero-diversidad que también se puede incluir en el espacio. Hasta ahora solamente hemos vinculado mujeres al espacio, por lo menos en nuestra experiencia, primero porque creemos que es prioritario concientizar a nuestras compañeras para que ellas sientan la necesidad de organizarse y de juntar sus fuerzas para luchar contra el patriarcado, y partiendo de ellas va ese cambio dentro del territorio, de la Comuna, esa búsqueda del enfoque de género dentro de los planes y los proyectos que surgen dentro de la Comuna y esas situaciones.

-Teniendo en cuenta la coyuntura de la revolución bolivariana, ¿qué aportes encontraron en este Encuentro de Comunicación para su experiencia feminista?

Primero que nada, nos sirvió para articular y unificarnos con compañeras de otros países, que tienen la misma sensibilidad y están en la misma lucha. Surgió la posibilidad de un Noticiero Continental de Mujeres donde vamos a mostrar y visibilizar lo que venimos realizando. También se está gestando, en esa complicidad que tenemos las mujeres, el Encuentro de Mujeres del ALBA, que es un tema que está en agenda, más no tenía fecha ni nadie que lo impulsara y si no lo hacemos nosotras, nadie lo va a hacer por nosotras; estas son algunas de las cosas que podemos rescatar de este espacio y de las conclusiones: la solidaridad con Venezuela, algo que a nosotras como venezolanas nos ayuda y nos blinda un poco más este proceso que llevamos adelante, tener más fuerza para lo que viene con esta lucha, porque si hay algo que está atacando en este momento la derecha, es a la mujer.

La guerra económica y todas las cosas que ha implementado la derecha como ataques a la revolución, sistemáticamente le dan a la mujer y eso no es una cosa que no esté bien pensada por la derecha, porque las mujeres tienen, por lo menos, el 80% de participación en la construcción de la revolución en los Consejos Comunales.

-Podríamos decir, incluyendo a Argentina, que el motor de los movimientos sociales y de las luchas somos las mujeres: nosotras sosteniendo las ollas populares, los comedores, los merenderos, los productivos, las cooperativas y saliendo a la calle a luchar por lo que es nuestro y lo que es del pueblo…

Sí, por eso aquí la guerra económica ha atacado directamente a la mujer, la guerra económica, la psicológica, la guerra híbrida ésta, que tiene todas las aristas en contra del pueblo, porque por un lado, los primeros medicamentos que desaparecieron son los que tienen que ver con la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

Este es un momento en el que hay muy poco acceso a anticonceptivos, no se consigue casi ningún método y los que se consiguen están a costos altísimos, igual que todos los medicamentos de óvulos y pastillas para infecciones vaginales, todo eso fue lo primero que desapareció. Ya tenemos como dos o tres años sin eso, es muy escaso.

Y por el otro, la estrategia de las colas, que la derecha implementa, cuando esconde la comida y eleva los precios, tiene que ver con poner a las mujeres y recluirnos en los espacios privados, para resolver los problemas domésticos, se pierden horas y horas al día, a la semana, en esas tareas de conseguir comida para la sobrevivencia del hogar, que antes las mujeres utilizábamos en el trabajo comunitario o estudiando. Y ahora pretenden sacarnos del espacio político, cambiando luchas históricas que la revolución nos abrió.

-Estuvieron este 1 de marzo motorizando una actividad para recorrer las calles de Caracas y enfrentar el desabastecimiento, ¿podrían contarnos en qué consistió?

Como las mujeres usualmente tenemos una forma tan concreta de ver el mundo y de manejarlo, iniciamos una campaña de solidaridad continental con las mujeres de Venezuela -¡sin darnos cuenta!- que a partir de este encuentro vamos a formalizar un poco más y a visibilizar. Las compañeras de los movimientos argentinos, sobre todo, nos han estado enviando anticonceptivos, condones, pastillas para el día después, pastillas de emergencia y lo que conversamos en estos días aquí, es que vamos a fortalecer esa campaña de solidaridad activa, que va más allá del discurso, la declaración o la imagen, ya que en concreto las mujeres nos articulamos para ayudarnos en ese tema específico.

Y también por el hecho de que en el mismo encuentro logramos impulsar que el tema de género sea una línea transversal de la comunicación que salga del ALBA, que existan talleres de comunicación con perspectiva de genero, que en la formación a mujeres que se incluya dentro de esos espacios, se piense en cómo son los procesos con las mujeres, que son muy distintos de los hombres, que no piensan en qué le van a dar de comer al hijo, con quién van a dejar los niños; en cambio la mujer tiene que organizar toda su cotidianidad, para poder participar de un espacio así.

Como esa es una demanda en este momento para todas las mujeres en Venezuela, pensamos posicionar al mes de marzo como el mes de las mujeres trabajadoras. Vamos a posicionar esa dificultad de acceso a los anticonceptivos con el lema: “Porque el placer sin embarazo también es nuestro derecho”. Eso también es algo que nos están intentando arrebatar. Luchas que ya teníamos ganadas hace mucho tiempo, como los anticonceptivos, que son una ganancia histórica del feminismo para la libertad de las mujeres.

En ese marco vamos a desarrollar varias actividades: una comenzó este martes 1ro de marzo, donde nos juntamos por la tarde en la estación de metro de Plaza Venezuela, frente a las residencias estudiantiles para llevar adelante un “rally” por los anticonceptivos, y a través de un “concurso”, una “competencia” donde se ponen en juego herramientas lúdicas, divertidas, y reunirnos para juntarnos y hacer equipos e ir a las estaciones de metro a recorrer cinco cuadras a la redonda de cada estación, registrando la disponibilidad de anticonceptivos y los precios, una forma distinta de sacar una pequeña muestra para con esos datos trabajar durante todo el mes en las otras actividades que vayamos a desarrollar.

Luego va a haber una actividad con el presidente, como parte del Congreso de la Patria, en este caso del capítulo de mujeres, y pensamos allá posicionar el mismo tema y volantear, hacer pancartas sobre el tema, y después, si bien no hemos definido aún la fecha, realizaremos una concentración mas tipo toma cultural, probablemente identificando los importadores culpables de esta situación, que se niegan a importar o acaparan, y hasta han recibido divisas para eso. De momento estamos haciendo el proceso de investigación. Eso como la acción más contundente y autónoma por parte del movimiento de mujeres y feministas en el marco del 8 de marzo.

@BIcheguevara / Marcha

Fuente de la entrevista y de la foto inserta en la noticia: http://www.lahaine.org/mundo.php/feminismos-populares-y-comunicacion-en

Fuente de la foto del encabezado: https://eltoque.com/sites/cuba.eltoque.com/files/styles/full_content/public/escuela_8.jpg?itok=HTZ1Zqye

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Si hablamos de formación: a las cosas mismas se educa para la responsabilidad con la cultura

 

Profesor: Carlos Arturo Guevara A.

  1. Planteamiento central

Los resultados de los procesos de formación humana se consuman necesariamente como hechos históricos. La sociedad real, en un momento dado de su devenir histórico, es la revelación más clara del alma que se ha estado modelando y moldeando desde los principios y prácticas educativas o formativas que dicha sociedad haya asumido como horizonte orientador de su espiritualidad. En otras palabras, hay una relación directa entre las prácticas de formación humana y las realidades histórico-culturales y políticas en cualquier sociedad. No puede decirse en verdad que el carácter de una sociedad y las prácticas sociales que se escenifican en su cotidianidad van por un lado, mientras que los discursos y las prácticas educativas o formativas que se han  puesto en marcha, siguen un sendero en sentido contrario. Estos fenómenos son necesariamente interdependientes.

Al contrario de lo que pareciera, nada es tan humana y espiritualmente concreto como los frutos de la educación: sus “resultados” hacen visible todo un acumulado de orden subjetivo profundo, que se objetiva o se pone en escena en el comportamiento cotidiano de las personas, en sus hábitos, en las ideas y creencias que las orientan, en sus formas de tratamiento interpersonal, en las prácticas efectivas en que discurre la cotidianidad comunitaria –en síntesis, en su carácter. De hecho, eso de formar para la vida tiene una base de verdad más profunda de lo que se cree. En últimas siempre se forma para la vida.

Hay que aclarar primero que todo, que en los términos de este escrito, formarse o educarse para la vida, es una acción vital, de carácter ontológico, que supera el margen limitado de prepararse para el desempeño de unas tareas técnicas o profesionales, en últimas, de orden instrumental. Formarse para la vida, concretamente, es formarse para la cultura, para la convivencia gratificante; esto es verdaderamente constituirse como persona, como individuo. Y ésta es una tarea que se teje en el tranquilo transcurrir cotidiano: a través de las prácticas familiares y sociales, de las costumbres comunitarias, de las labores escolares, de las influencias religiosas, políticas, comunicativas, estéticas, en las que, como prácticas intersubjetivas, discurre la existencia cotidiana de los hombres en la actualidad; en fin, la formación se entiende como constante y cotidiana constitución de la subjetividad de cada uno, gracias a las interrelaciones muy complejas en las que el individuo es afectado por toda la fuerza del torrente cultural, pero en el que también tiene cierta posibilidad de reaccionar asumiendo o rechazando, al menos en parte, dicho capital cultural.

Como resultado de estas prácticas cotidianas e intersubjetivas, la formación imprime en el individuo una marca como ser humano, un tipo, decían los griegos, una especie de huella síquica o espiritual -aquí llamado carácter– que le da la cultura y que lo distingue en sus acciones y comportamientos concretos, en sus pensamientos, en sus sentimientos. El ser humano es, en últimas, -como dijo alguien- lo que la educación ha hecho de él, y esa educación es en sí, un acontecer en el mundo de la vida práctica; formase es, en síntesis, resultado del intercambio constante en que deviene la existencia humana en todos los horizontes del mundo compartido que habitamos.

Si, como se decía arriba, una persona se forma para la vida, ello equivale a formarse para actuar social, cultural e históricamente en el marco de unas creencias, de unas costumbres, de unos valores, de unas tradiciones, de unos oficios. Entonces, la formación, o la educación, términos correlativos en este texto, tiene como propósito último dotar al individuo de los elementos básicos para ejercer su responsabilidad social y e histórica. Educarse es hacerse cultural e históricamente responsable por las palabras, por las acciones, por toda la estela de actuaciones que se desplieguen por parte de cada uno en su mundo entorno. Formar (se) para la responsabilidad social e histórica equivale pues a preparar (se) esencialmente para convivir con otros, para respetar sus razones y sus creencias, para evitar cualquier forma de violencia, para respetar la vida, para aceptar las diferencias, para vincularse afectivamente con los demás, para ayudarse solidariamente; en fin, para contribuir al ennoblecimiento o engrandecimiento de la misma cultura en todos los órdenes que la dinamizan: el arte, al ciencia, la política, la construcción de la cotidianidad, etc. Si éste no es el propósito medular de la educación,  entonces se padece un desvarío histórico.

En síntesis de lo dicho hasta aquí, la formación forma sujetos. Entendemos por sujeto aquel que vive su vida en constante interdependencia con otros, el que comparte sus días, su historia, sus vivencias, sus prácticas, sus creencias y sus acciones con otras personas a lo largo de su existencia, recibiendo y entregando permanentemente afectaciones de diverso orden. Se es sujeto, siempre e inevitablemente, en relación con una cultura; esto quiere decir, que se tiene  o se adquiere la condición de sujeto en tanto el individuo se hace responsable frente a lo que recibe de la cultura; ser responsable como sujeto es reaccionar como tal frente a lo heredado de la comunidad: tomar una posición, decidir un destino, aceptar o rechazar unos modelos, unas formas, unas creencias y unas prácticas contenidas en el torrente de las vivencias culturales, que son asimiladas de una forma particular por cada individuo en su hacerse permanentemente sujeto. Formarse es entonces acción misma de y para la cultura, explicitada como torrente de vivencias cotidianas, en el transcurso permanente de las transacciones intersubjetivas.

Ahora bien, formarse para ejercer una responsabilidad social e histórica, exige, necesaria e inevitablemente, educar (se), en el sentido más legítimo y auténtico, para una actividad creadora y protectora de la cultura misma y de la vida. Cuando se afirma que se educa para una actividad creadora y protectora de la cultura, se está implicando que la educación es una fuerza transformadora pero a la vez protectora de las estructuras legítimas y originarias de la cultura; transformar no implica abolir  ni menos destruir lo esencial, lo propiamente profundo, heredado del alma colectiva, que está inscrito en los relatos, en los mitos, en las celebraciones, en los festivales, en los modales, en las formas de tratamiento interpersonal, en las aspiraciones latentes y no dichas, que invocan y evocan en forma inmanente y trascendente el espíritu de la cultura de una comunidad, de un pueblo o de una nación. Transformar exige, por esto mismo, una reflexión en tanto que, desde el capital propio, interiorizado de la herencia cultural, cada sociedad se expone a una relación dialéctica con otras culturas; en esta exposición intercultural se presentan afectaciones recíprocas que provocan transformaciones específicas. Así, transformarse no se entiende como desfiguramiento o dilución de lo propio, sino, al contrario, como fortalecimiento de lo propio en diálogo con lo diferente, conservando eso sí las estructuras esenciales sobre las que se tejen los sentidos que orientan la existencia individual y colectiva.

Con lo anterior, no se está afirmando que la formación o la educación cierren con cerrojos impenetrables la cultura a las influencias e intercambios con otros pueblos o comunidades. Lo que pertenece a otros pueblos o comunidades humanas como capital espiritual o cultural, puede tener una fuerza creadora tan importante que lleve a producir un impulso vital de lo propio. Esto no quiere decir que se olviden o abandonen, así no más, los sustratos orientadores de la cultura, pues estos son de orden espiritual y trascendental y no se puede, ingenuamente o por negligencia existencial, renunciar a ellos; de otro modo, se corre el riesgo trágico de desaparecer como forma de existencia en el ámbito de la humanidad. Son infinitas las culturas y los pueblos borrados de la memoria del mundo, como consecuencia de dicha negligencia existencial; es decir, del abandono de lo esencial de sí mismas, y de la imposición violenta o la adopción ingenua de elementos exógenos que, sin una adecuada articulación, han hecho desaparecer lo propio y han desfigurado a los sujetos y a las comunidades hasta el punto de no sentirse ligados a nada ni a nadie; hasta el punto de no sentirse responsables ante nada ni ante nadie.

Cuando no se tienen el sentimiento vivo de lo verdaderamente propio, el pathos y el ethos de responsabilidad cultural, no puede decirse que se esté formado para la cultura que es el télos último, como hemos dicho, de toda acción formativa. Cuando desaparece una cultura, absorbida o diluida por las prácticas, costumbres, lenguas, expresiones, creencias, gustos, ideas, modales, etc. impuestos o asumidos ingenuamente, puede decirse que la humanidad ha perdido parte de su fuerza espiritual; se ha empobrecido y se ha extenuado la condición misma de la vida. Es responsabilidad entonces, de cada uno de los sujetos de una comunidad o de un pueblo, y del conjunto de individuos, conservar las fuerzas originarias que alimentan la cultura aunque se esté en una especie de juego dialéctico permanente con otras culturas, sin que por ello se pierda el sentido de lo propio. En esto consiste, en últimas, que la formación o la educación hagan a los individuos sujetos responsables histórica y culturalmente. Leopoldo Zea escribía al respecto:

… no se trata de renunciar a lo que se es para poder ser otra cosa. Se puede acrecentar el propio ser, ser lo otro sin dejar de ser. Ser otra cosa sin sentir vergüenza de lo que se es o ha sido. Lo que se ha sido y se es, como posibilidad de lo que se puede llegar a ser. Esto es, asimilar, una y otra vez y no encubrir, yuxtaponer, ocultar algo que no puede ser encubierto, oculto: la propia y peculiar identidad, identidad que ninguna experiencia extraña puede borrar. (Zea, Leopoldo; 1986: p. 27)

Hay una subjetividad constituyente de mundo -escribe el profesor Germán Vargas-; diríamos una esencia cultural de orden espiritual, un alma que sin duda sostiene a los pueblos en esa lucha del mundo actual, frente al que cada uno debe asimilar parte de lo ajeno pero inevitablemente conservar aquello que la fortalece y le otorga un sentido de lo que es o puede ser.

  1. A las cosas mismas

Si volvemos al inicio de este texto, recordaremos la hipótesis allí propuesta: se decía que “hay una relación directa entre las prácticas de formación humana y las realidades histórico-culturales y políticas en cualquier sociedad. No puede decirse, en verdad, que el carácter de una sociedad y las prácticas sociales que se validan constantemente en su cotidianidad van por un lado, mientras que los discursos y las prácticas educativas que se han  puesto en marcha, siguen un sendero en sentido contrario. Estos fenómenos son necesariamente interdependientes.”

Si aceptamos como válida esta consideración, y nos remitimos a lo que ocurre en nuestro continente, pero especialmente en los contextos históricos y cotidianos de nuestro propio país, surgen  preocupantes preguntas que nos llevan necesariamente a presuponer básicamente dos cosas:

  • que la educación -en el caso de que ella haya sido una preocupación sustancial del Estado y la sociedad colombiana a través del tiempo- no sirve, en síntesis, para casi nada a no ser para impulsar hacia el desastre. Este hecho derrumbaría de plano la susodicha hipótesis del comienzo; es decir, tendría que aceptarse que entre la educación, de un lado, y las realidades y prácticas sociales y culturales, de otro, no existe ninguna interdependencia ni correlación.
  • La otra opción, menos extrema pero igualmente preocupante, permite afirmar que una educación de verdadera calidad y de alto valor ético que apunte a la construcción de una nación grande y justa, no ha sido nunca preocupación del establecimiento social ni político del país.

En el primer caso, si se acepta como válida la afirmación de que la educación no sirve de mucho para mejorar al ser humano en el ámbito espiritual, se está renunciando radicalmente al ideal fundamental de la formación en dirección humanística, claramente expuesto por filósofos y pensadores de todas las épocas y lugares (desde Platón, Aristóteles, Kant, hasta intelectuales latinoamericanos como Simón Rodríguez, Andrés Bello, José Enrique Rodó, Pedro Henríquez Ureña, Pablo Freire, entre otros); todos ellos han estado fundamentalmente de acuerdo con que es a través de la educación como se logra formar el alma humana en el horizonte de construir un mundo y una sociedad mejores. Asumir y avalar la consideración de que la educación, a la larga, de poco o de nada sirve, sería aceptar resignadamente la idea de la proclividad humana a la agresión, a la destrucción, a la mentira, a la mediocridad, al placer más pedestre como forma consagrada de vida, etc. Esta última posibilidad ha sido también objeto de reflexión por parte de filósofos y pensadores de primer orden como Nietzsche, Schopenhauer, Freud, entre otros, para quienes el proyecto humano o bien es un capricho cósmico, o bien, un hecho intrascendente y accidental, o bien, un conjunto misterioso de pulsiones instintivas que, de no ser dominadas por la razón -esfuerzo casi imposible-, llevarán fatalmente a la propia autodestrucción.

Ahora bien, en el segundo caso, según el cual una educación de alto compromiso ético y humanístico que aspirara a la construcción de una nación[1], no ha sido nunca preocupación del establecimiento social ni político del país, implicaría una culpa de responsabilidad histórica de quienes han tenido a su cargo la dirección política, económica, social y educativa del país; en últimas, responsabilidad de los dirigentes que durante siglos han estado al frente de un país al que hoy entregan en absoluta postración y descomposición ética, humanística, social, política y económica.

La languidez evidente en que ha caído la espiritualidad colectiva respecto de la responsabilidad de los individuos frente al destino común, permite incluso hablar de una crisis de humanidad, de una crisis espiritual en Colombia. Basta para ello repasar algunos datos sueltos sobre hechos cotidianos, que demuestran que el país ha devenido ya en un estado fallido, y que, por la magnitud de la crisis, las cosas parecieran no tener solución:

Uno se pregunta:

  • ¿Qué tipo de educación[2], como dice la gente, les dieron a Pijarvey y a Megateo, los delincuentes muertos en octubre pasado, para que tuviera las agallas que tuvieron: uno, descuartizar vivas a sus víctimas, cocinar sus partes y comerlas en un festín con sus compinches; el otro, construir hornos crematorios rurales en los que metía vivas a sus víctimas para cremarlas y borrar cualquier rastro que pudiera inculparlo?
  • ¿Qué tipo de educación, como dice la gente, se les ha dado a muchachos que en Buenaventura obedeciendo a jefes mafiosos, capturan a personas a las que pican por pedacitos, vivas, y las echan de alimento a los pescados de los ríos del Chocó? O a quienes en Medellín hacen lo mismo en las llamadas “casas de terror” que -de acuerdo con un informe de Medicina Legal, en octubre de este año- han desmembrado vivas a 25 personas?
  • ¿Y qué tipo de educación, como dice la gente, habían recibido los paramilitares que en la “masacre de El Aro” en 1997, y en la “masacre de Apartadó” en el 2005, jugaban fútbol con las cabezas de las personas, entre ellas niños, a las que habían acabado de degollar, según cuenta la exalcaldesa del municipio, Gloria Cuartas?
  • ¿Qué tipo de educación, como dice la gente, recibieron los que permitieron que -según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)- Colombia tenga la poco honrosa posición de ser el tercer país con mayor desigualdad del mundo, después de Haití y Angola?
  • ¿Qué tipo de educación han recibido miles de individuos pertenecientes a las mafias que dominan el espacio público en Bogotá, cuando un informe de agosto de 2015, de la policía de la ciudad, dice que son quince las mafias que se adueñaron del espacio público en la ciudad? Todo puesto callejero que se ubique frente a una universidad o a la salida de una estación de Transmilenio debe pagar una cuota mensual de dos millones de pesos. En el mes de diciembre, en el sector de San Victorino, un puesto de venta de comida, de medias, de ropa, de juguetes, etc. vale hasta cinco millones de pesos. Quienes piden limosna en el barrio Veinte de Julio los domingos tienen que pagar 50.000 pesos. Si van con un niño que les ayude a pedir deben pagar más y, si son discapacitados, la cuota les sube porque la gente les da más dinero. Todo vendedor ambulante, de tinto, de frutas, de cosas de cacharrería, debe pagarles a las mafias su cuota diaria. También, en las calles los mafiosos administran o cobran por el negocio de estupefacientes, servicios sexuales, hurto, reduccionismo de mercancías, etc. A los que se oponen al pago de la extorsión los expulsan y si insisten simplemente los eliminan.
  • ¿Qué tipo de educación, como dice la gente, recibieron los políticos del país y, en especial, los de la Guajira colombiana, donde al menos 5.000 niños wayúu han muerto de hambre y sed en los últimos cinco años, según el documental del periodista e investigador Gonzalo Guillén? De hambre porque no tienen realmente qué comer y el abandono estatal es absoluto; y de sed porque el río madre de la región fue represado y su agua privatizada para el servicio de la industria agrícola y la explotación de la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo. Según Armando Valbuena, jefe de dicha comunidad, el número de niños muertos por hambre y sed en esa comunidad alcanza los catorce mil, pues son cientos los casos de padres que no registran a sus hijos al nacer y que tampoco denuncian su muerte. Muchos mueren porque viven muy lejos de cualquier poblado y no existen vías de comunicación ni medios de transporte diferentes a los borricos. Carecen además de servicios como electricidad, acueducto, salud y educación. Todo lo anterior a pesar de que en los últimos veinte años ha recibido más de mil millones de dólares en regalías por la explotación del carbón y el gas de El Cerrejón.
  • ¿Qué tipo de educación se ha propuesto como camino histórico y espiritual de un país, a una sociedad como la colombiana, que presenta cifras como las siguientes?: Según el reciente documento titulado Una nación desplazada, de octubre de este año, del Centro Nacional de Memoria Histórica, Colombia cuenta con más de seis millones de desplazados internos, consecuencia de la violencia del Estado o de los diversos grupos armados que históricamente han delinquido en todo el territorio. Además, más de diez millones de colombianos han tenido que emigrar del país a otras naciones para huir del terror interno o para buscar condiciones mínimas de vida que aquí les han sido negadas. Según dicho documento, Colombia es el segundo país del mundo con mayor número de desplazados por la violencia, después de Siria.
  • Si, como lo hemos dicho ya, a manera de idea central de este texto, la educación debe inscribirse necesariamente en el propósito de hacer al individuo responsable frente a la sociedad de su tiempo, ¿cómo podemos excusar a toda la sociedad de siglos y décadas pasadas -incluidos nosotros, por supuesto- de haber sido inferiores al compromiso histórico esperado y haber dejado que el futuro mismo del país se consumiera en un abismo del que parece imposible salir? Qué se hizo o qué se dejó de hacer para que Colombia tenga uno de los peores sistemas de salud del mundo entero y que la mayoría de los recursos de este renglón se los roben grupos muy poderosos, ante la inoperancia o la indiferencia de las entidades de control? El mismo investigador Gonzalo Guillén afirmó que en Colombia las mafias son más poderosas que el Estado. ¿Qué se hizo o se dejó de hacer para que luego de 50 años de conflicto armado, nuestro país alcance, de acuerdo con el informe de la políticamente moderada revista Semana, la vergonzosa cifra de seis millones trescientas mil víctimas sólo entre los años 1985 y 2014, y casi el doble en los cincuenta años de guerra interna, resultado de prácticas delictivas como: desaparición forzada, secuestro, despojo de tierras, homicidios, violaciones y torturas?

En este mismo momento se están asaltando tiendas y personas en las calles o en las busetas; hay gente que ahora mismo, está trabajando febrilmente en la trata de blancas, en el contrabando, en el narcotráfico; hay cientos de personas y muchas empresas transnacionales o piratas que a esta hora están destruyendo bosques, páramos, ríos, lagunas como resultado de la explotación minera inmisericorde e irresponsable. Seguro que alguien está violando a una mujer o a un niño y otros intentando sobornar a jueces, magistrados, policías, etc. para lograr algún favor en sus causas. Para no alargar la serie, digamos que, es caso común en los paraderos de mayor congestión en Transmilenio, en las llamadas horas pico, ver atarvanes a quienes, sin importarles que haya señoras embarazadas, ancianos, niños, personas en sillas de ruedas, por tomar los puestos, se abalanzan, sin miramiento alguno, por encima de los demás; una vez acomodados, ríen y se jactan de su viveza.

¿Si, como afirmó el llamado maestro Echandía hace ya tantos años, desesperado al ver lo que ocurría en su época, que éste es un país de cafres, qué se ha hecho para que deje de serlo? Parece que absolutamente nada porque la educación en Colombia, ha sido entendida por los tecnócratas que la diseñan y por los polítiqueros que la manejan, meramente como instrucción instrumental; no se educa para la nación; se instruye para las multinacionales. Y así se sigue entendiendo hoy la educación: como mero proceso para “fabricar obreros y operarios”; no como proceso para que los individuos se piensen en el marco existencial de sus circunstancias históricas, culturales, individuales y contribuyan a la construcción de una sociedad mejor. Si se educara para asumir la responsabilidad de contribuir a la formación de una sociedad mejor, otro sería el país que se tendría. Como nota curiosa, a esos procesos meramente instructivos, que aquí lamentamos, es a lo que pomposamente las autoridades designan como Colombia el país más educado.

Después de esto uno se pregunta: ¿Qué es lo que llamamos educación? ¿Qué hemos entendido por ello? ¿Qué ha pasado con la educación en un país como éste en que ocurren cosas tan terribles y muchas, muchísimas más de las que se han citado? En fin, uno se pregunta ¿por qué la vida se ha vuelto tan dolorosa para la mayoría en este país? Por nuestra parte, para persistir, casi con terquedad, en la fe que profesamos, consideramos que es en la educación donde debe buscarse la respuesta. No podría haber otra explicación: el hombre y la sociedad son lo que la educación ha hecho de ellos.

Para tratar de responder a estos últimos interrogantes, otra de nuestras hipótesis es que el estado de postración histórico de nuestra sociedad, acrecentado en los últimos años en forma escandalosa, se debe básicamente a dos factores:

  1. a) Se carece hoy de una conciencia histórica

Ni la educación tradicional pública -y menos la privada- se han propuesto, en las últimas décadas, y como factor esencial de sus procesos formativos, familiarizar y sensibilizar a los jóvenes y niños con el devenir histórico de su país y sus culturas. El conocimiento del pasado, como fundamento obligatorio de cualquier construcción social, política, económica, estética, etc. de una sociedad que planifique y determine su propio destino, no es preocupación sino de unos pocos en este país. Es lamentable la ausencia de una memoria histórica que oriente, como camino, como método, la existencia de la comunidad colombiana y de los ciudadanos en general. Quien no lleva consigo la herencia espiritual de su pasado colectivo, carece de cualquier motivación para amar, para defender, para optar por ciertas prácticas vitales que llenen de sentido su existencia individual y la colectiva.

Lo más preocupante es constatar que, a pesar de las evidencias del desastre, no se hace ningún esfuerzo heroico que produzca en los jóvenes y en las personas en general, un impulso vital por comprender y sentir que la propia memoria  histórica es el fundamento regulador de toda acción presente y futura. Cuando se habla de la memoria histórica se está haciendo referencia a la espiritualidad de la cultura, una espiritualidad esencial que debe conservarse pues es herencia de un acumulado de siglos en que se han depurado los valores, las costumbres, las creencias, los vínculos de las comunidades. Debe entenderse que las culturas no pueden ser idénticas; que son fuerzas que se entrelazan, y chocan inclusive, en el escenario de unas relaciones dialécticas que acontecen en el devenir de la misma cotidianidad; así, debe entenderse también, que la imitación ingenua de lo ajeno, además de quedarse en una burda parodia que desfigura lo propio, no enriquece sino que entorpece dicha espiritualidad colectiva.

Comprender y sentir que la memoria histórica es el fundamento de todo existir auténtico, lleva necesariamente a un sentimiento especial de cuidado de la cultura que es, en últimas, cuidado de sí; un cuidado de lo propio, que se objetiviza en las prácticas colectivas, en las leyendas, en los mitos, en las tonadas, en los valores orientadores de la comunidad, en las creencias, en el registro de los acontecimientos primordiales y trascendentales, en la poesía y la literatura, en los oficios, etc. Este cuidado de sí, como cuidado de lo propio de la cultura, como lo devenido y constituido en siglos de intersubjetividades que han compartido el mundo de la vida, es, en efecto, el alma verdadera de una comunidad; es el lugar originario de sí, es lo que sostiene y puede sostener a un pueblo frente a las adversidades, a los retos y a los desafíos del destino. Es el capital espiritual que no puede feriarse alegremente en los estrados de la imitación servil de lo ajeno. Cada cultura, para serlo de verdad, debe llevar en sí esta memoria de su propia anterioridad, esta huella de sus propias praxis históricas, este carácter, que se expresa como un afecto respetuoso y noble hacia los más altos valores inspirados en el devenir cultural.

Ahora bien, hay que afirmar también que hacer trascendente la propia historia, que sentir lo propio como lo auténtico de sí, como la fuente originaria de la espiritualidad,  no garantiza necesariamente a los pueblos marchar por un camino seguro, hacia una supuesta perfección. La existencia siempre será una aventura incierta, pero el principio fundante determina que el desconocimiento, la indiferencia o el desprecio de este acumulado espiritual equivale a precipitarse en el abismo del no ser. En síntesis, tanto las personas como los pueblos que olvidan o dejan de lado el cuidado de sí, asumido o sentido como fundamento de su propio existir, están condenados a no ser nada ni representar nada en el concierto histórico de la humanidad.

Si bien el conocimiento mínimamente claro del pasado nos lleva a entender la relatividad de las cosas, la fragilidad misma de las creencias, la precariedad de las organizaciones, la provisionalidad de las ideas, lo mismo que las irregularidades e inesperados recovecos de los procesos sociales, también es cierto que la memoria del pasado por irregular o quebradiza que sea, lleva consigo una forma de espiritualidad en sus creaciones, realizaciones, creencias, costumbres y prácticas, y que son estos los elementos esenciales a la hora de definir el camino a seguir en las variantes circunstancias de la cotidianidad. En este sentido, es bueno atender el consejo de don Simón Rodríguez, de que “inventamos o erramos” para indicar que más vale mirar el propio pasado para desde su conocimiento determinar los pasos a dar en el presente y en el futuro, que copiar alegremente lo que en otras partes pudo dar resultado pero que proviniendo de una historia, de una cultura y de unas circunstancias diferentes no pueden  ser asumidos irreflexivamente por otra sociedad. Construir la historia del mundo entre todos los pueblos de la Tierra implicaría el resguardo de lo propio a la vez que una adecuada articulación y asimilación de lo otro, en la medida en que eso otro pudiera contribuir al logro menos complicado de metas necesarias o propuestas como vitales en la estela del camino histórico propio.

Pero: ¿qué se quiere indicar cuando se habla de resguardar y resguardarse en la memoria histórica como cuidado de sí? De hecho que no se está, en ningún momento, haciendo referencia a un saber mecánico, a una erudición sofisticada de los hechos que han sido más notorios en el transcurrir histórico de las comunidades. De poco o nada sirve saber la historia de las guerras de liberación, ni las leyendas o mitos que circundan con su aureola la cabeza de los héroes, ni los nombres de lugares, y fechas en que ocurrieron sucesos importantes, ni los millones de datos que componen el repertorio de hechos denotativa y detalladamente contados y descritos en los catálogos de los historiadores.

Para el profesor Germán Vargas Guillén, en el texto titulado Pensar sobre nosotros mismos, la realidad no son sólo hechos o sólo datos. Al contrario, son formas de significación complejas, y la memoria histórica, en lugar de reducirse al repertorio de hechos o de datos, se estructura más bien como sentido de tales datos o hechos; son sentidos dados a la conciencia de los sujetos en el marco de sus propias singularidades subjetivas: Escribe el profesor Vargas Guillén:

No solo atendemos a la realidad como algo que hay, sino como algo que significa. En este caso significa quiere decir: presuponer el efectivo darse del dato, pero un darse con sentido para quien lo experimenta, en relación con cualquiera de sus experiencias anteriores o futuras. Significa quiere decir experimentar los datos dentro de la temporalidad de la conciencia, de un antes y de un todavía no. Lo que nos significa no es el dato por ser un “darse objetivo” sino porque frente a ello podemos decir sobre el interés que puede tener para nosotros, por el placer o el disgusto que nos reporta… (pág. 166)

Quedarse pues en los hechos, es reducir la historia espiritual de los pueblos a un simple cascarón vacío. La historia se compone más de acontecimientos que de hechos, aunque, desde luego, el hecho, para dar su fruto esencial, se debe tornar acontecimiento. Cuando el profesor Germán Vargas escribe “darse con sentido” quiere expresar exactamente que el dato o el hecho dejan de ser meros tales y se constituyen en acontecimientos para la conciencia. Nosotros entendemos por acontecimiento la huella espiritual, la impronta síquica, si se quiere, que queda asentada, interiorizada como elemento esencial de la experiencia y que trasciende hacia el carácter y la conducta real de los sujetos; a esto equivale la temporalidad de la conciencia; y es en esta dimensión que se juega el sentido de la realidad.  Los acontecimientos, pues, constituyen la verdadera memoria del ser, en tanto sus efectos se aprecian en los individuos: en sus acciones, en sus ideas, en sus querencias, en sus juegos, en sus creaciones, en sus comportamientos, como formas visibles o expresiones objetivadas de una dimensión profunda y densa de ese orden o estructura inconsciente y subjetiva que constituye el ser. Este universo espiritual, esta alma, es la que de acuerdo con Heidegger, con Jung y otros más, se expresa, se desoculta y se pone en evidencia en el arte, en la poesía, en la cultura colectiva y en el discurrir cotidiano de los individuos.

Veamos un breve ejemplo que permite distinguir meros datos o hechos, de acontecimientos: Hablar de las guerras de nuestro pasado histórico y quedarse eruditamente en los sucesos -una historia como repertorio de datos o de hechos- equivale a adoptar una indiferencia cómplice con la violencia y con quienes la han ejercido a nombre de la objetividad de la historia. La historia nunca ha sido ni podrá ser objetiva.  La historia no puede reducirse grotescamente a los datos en su formalidad, pues ella debe trascender los hechos objetivos y contemplarlos en el marco de las circunstancias históricas, políticas, económicas, geopolíticas específicas del momento. La historia no hace referencia a los hechos para quedarse ahí; la historia trata con acontecimientos; es decir, hace trascendente el hecho. En nuestro ejemplo y caso, la historia debe preocuparse por resaltar la inhumanidad de las guerras; proyectar en la conciencia de las generaciones posteriores los sentimientos de dolor, de impotencia ante la injusticia, la indefensión y el abuso; tratar de que cada sujeto histórico tome  conciencia de la inconveniencia de la guerra para que no se repita; provocar en el otro la comprensión del sufrimiento ajeno para que se eviten repetir los hechos violentos y se construya una solidaridad efectiva hacia quienes han padecido los horrores, los desplazamientos, los despojos y las humillaciones que la violencia trae consigo. En esto consiste el sentido del acontecimiento: en transpolar el hecho a vivencia misma de los sujetos. Cuando en este ejercicio se hace referencia a una memoria histórica se está afirmando que ella está constituida por acontecimientos y no por hechos o datos al margen de la subjetividad de los individuos. Así, educar o formar para la memoria histórica, equivale a poner en operación los dispositivos sociales fundamentales: la familia, la escuela, las instituciones, los medios de comunicación, etc. en la constitución de una conciencia de vida más que en la atención meramente denotativa a los hechos.

Pues bien, dicha memoria histórica, dicho espíritu auténtico del pasado -que es el que posibilita el verdadero cuidado del alma de la cultura- es algo extraño para la mayoría de jóvenes de hoy, no por incapacidad propia sino por irresponsabilidad de una sociedad preocupada más bien en contagiar a los muchachos con las vertiginosas y cambiantes propuestas del consumismo enajenante y hedonista que suspende la conciencia de todos y congela cualquier noble reacción que pudiera ensayarse. Las formas análogas de reacción actual entre las distintas generaciones, enajenadas para el consumo desaforado y para la desmedida ambición del lujo, permiten conjeturar la dilución de las estructuras auténticas del alma histórica y su reemplazo por engañosas concepciones de mundo, resultado de actos reflejos bien calibrados a través de los diversos dispositivos con que cuenta el sistema dominante. Los muchachos, en general, no saben ni entienden lo que pasa ahora mismo en el país; son incapaces de articular los acontecimientos de orden político, económico, social, estético con lo que ha ocurrido en el pasado inmediato o distante, o con lo que ha ocurrido y ocurre en otras partes del mundo, para lograr entender las correlaciones y correferencialidades entre  ellos. El llamado proceso de paz, por ejemplo, no está conectado con su vida simplemente porque la mayoría no sabe nada de la violencia de doscientos años atrás: No les caben en la cabeza ni les preocupan asuntos como la Guerra de los Mil Días, la masacre de las bananeras, los crímenes de Sucre, de Jorge Eliécer Gaitán, de Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, entre otros. No les importa la miseria ajena y se centran en la búsqueda de su bienestar egoísta. Se jactan de trabajar para multinacionales  -y lo manifiestan orgullosamente- sin chistar nada por la destrucción que esas mismas empresas causan en los ríos, en los páramos y bosques del país; y mucho más callan cuando saben que esas mismas empresas (Drumond, Chiquita Brand, Colombian Gold Mines, y otras) pagan a grupos de asesinos para que maten campesinos renuentes a entregar sus tierras o a sindicalistas que intenten defender lo público.

Las llamadas telenovelas -eufemismo tramposo para disfrazar la apología de lo mafioso, en que se recrea, en los sórdidos laboratorios de los canales privados de la televisión, la vida de abyectos delincuentes, exaltándolos casi con delirio en ocasiones-, tienen una audiencia de proporciones jupiterinas frente a los cuatro desadaptados que siguen un programa de memoria histórica en alguno de los canales públicos.

Finalmente, la mayoría de personas no se siente identificada con nada de lo que artistas y creadores han hecho como obras importantes para tratar de recuperar esa alma nacional, ese espíritu refundido de lo que somos y que, paradójicamente, está en algún lugar y puede recuperarse si hay una voluntad política y una fuerza general que lo promueva. Nuestras músicas, nuestras tradiciones familiares o locales, nuestras danzas, nuestra poesía, nuestra literatura, nuestro folclor, nuestro arte, son totalmente desconocidos o son vistos como cosas anticuadas y sin valor. Hay teóricos que, desde sus elucubraciones retóricas, justifican este olvido de sí, esta pérdida de la memoria que es pérdida del ser, acudiendo a teorías que esconden el verdadero problema por la incapacidad misma de asumirlo con responsabilidad.

  1. b) Un deseo auténtico hacia la libertad.

No vamos a hacer una descripción exhaustiva del deseo. Ya sabemos, por tantos hombres de ciencia que han pensado tal asunto, que el deseo es una fuerza decisiva de la condición humana; una fuerza que, cuando es incontrolada, puede precipitar a los individuos en el desastre pero que, a la vez, si se regula a través de una conciencia clara de la realidad, puede constituirse en una fuerza descomunal y liberadora del hombre y de la cultura. Como el deseo es fuerza constituyente e inevitable del ser, los poderes en la sociedad actual, conscientes de ello, a través de sus dispositivos, ejercen una presión permanente, mediante estímulos bien calibrados, para inclinar esa fuerza hacia el logro de sus fines particulares. Las fuerzas políticas y económicas dominantes, por este medio de manipulación de la dimensión desiderativa, conducen necesaria e inevitablemente a la esclavitud, entendiendo por ésta el desvío histórico y la pérdida de la memoria como vocación espiritual, arraigada en lo profundo del pasado histórico colectivo. Se esclaviza al hombre haciéndole perder su memoria, sustrayéndolo a la conciencia de su devenir histórico existencial. Un esclavo es aquel que no se siente ligado a ningún referente vital inscrito en su conciencia; es un individuo sin memoria espiritual; no puede ni sabe defender nada; carece de fuerza vital para comprometerse y ser responsable socialmente..

Pues bien, pareciera que en nuestra sociedad colombiana, no hay un deseo, un impulso vital hacia la libertad. Pareciera que se ha perdido todo contacto con la Tierra como portadora del sentido orientador del hombre y de la sociedad en el mundo. Perder el contacto con la Tierra es caer en el olvido de sí, quedar sin memoria de ser: esto equivale a quedar preso de cualquier ilusionismo que se impulse sobre los escenarios sociales. No parece ser posible resistencia alguna, porque toda resistencia se ejerce sólo desde la posesión de una memoria histórica. Sin memoria no hay nada que defender. Los pueblos originarios al menos, a pesar de una inferioridad infinita ante la fuerza bruta, opusieron, no obstante, una resistencia heroica a las fuerzas que propendían por su destrucción: citemos unos pocos casos:

Anacaona, india de raza cautiva. Anacaona de la región primitiva, Anacaona oí tu voz. Cómo lloró y cuánto gimió. Anacaona, oí la voz de tu angustiado corazón. Letra y música de Cheo Feliciano, canto sentido a la india taína cuyo nombre significa Flor de Oro, que luchó hasta su muerte por impedir que los invasores hollaran el territorio de su patria, por impedir que se pisoteara la Tierra en la que su pueblo había construido su alma durante cientos de años en el territorio actual de República Dominicana.

Hatuey, cacique de la isla de Quisqueya, llamado el Primer rebelde de América; aquel que quiso que lo propio perdurara porque un pueblo sin alma no existe. Condenado a la hoguera por el conquistador Diego de Velásquez,  preguntó al cura que intentaba darle los consuelos que no estaba pidiendo, que si los españoles también iban al cielo. Cuando recibió la respuesta afirmativa, rechazó los rezos cristianos afirmando: No quiero yo ir allá, sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente.

Guaicaipuro, el  líder heroico de la resistencia indígena venezolana, quien luego de luchas desiguales, viéndose acorralado por la turba española que lo asediaba, para no entregarse, prendió fuego a la choza en que se encontraba porque prefería morir libre que preso de los invasores. Ahora, hace pocos días, acaba de ser rescatado como simiente de la nacionalidad; su estatua se erigió el 12 de octubre de este año en la principal avenida de Caracas, en reemplazo de la de Cristóbal Colón, que por siglos existió allí y que fue derrumbada y llevada a los sótanos fríos de la historia. Esto causó, por supuesto, el escándalo de la derecha, a la que ni un poquito le conviene que se respete la memoria histórica.

Guaitipán, o más conocida como la Gaitana, la cacica de Timaná, en lo que hoy es el Huila; luchó titánicamente contra los españoles, en venganza por el asesinato de su hijo por parte del español Pedro de Añazco. Los ecos heroicos de la resistencia de su pueblo, llegarían hasta hoy si la realidad no estuviera tan ensordecida por la propaganda.

En fin, sin extendernos tanto en estas singularidades históricas, lo que debe resaltarse es el contraste entre quienes descubrían el valor de su existencia en una conciencia afincada en las raíces del tiempo, en su ascender desde las oscuridades milenarias a las vivencias de su presente, y quienes hoy, avasallados por la demagogia de todos los tipos, se debaten en las inmediateces de un orden social vertiginoso en el que nada permanece o en el que nada deja espacios para ser pensado en una perspectiva existencial que pudiera confrontarse inteligiblemente. El mundo enajenado de hoy evita la confrontación de sus sentidos con los sentidos del pasado cultural porque simplemente no resiste el análisis; quien tenga la potencia para este tipo de confrontación existencial en la lucha por el sentido de sí y de su colectividad en el mundo, pronto descubrirá que este mundo inmediatista en que se debate la sociedad actual desfigura a los individuos, los distrae de su vocación y su responsabilidad históricas y de sus compromisos ontológicos; es un mundo sin ser, caído, en efecto, en el vacío de sí.

Paradójicamente a lo que puede pensarse siguiendo el sentido común, cuando el título de este apartado hace alusión a la libertad, está negando precisamente esa proclividad sin aliento de las sociedades decadentes a ir instintiva o ingenuamente por donde el simple impulso las arrebate. Proclamamos la libertad como el logro superior de un esfuerzo de la razón, una razón capaz de contrapesar la corriente que viene del lejano pasado espiritual de la comunidad, con el fluir del presente, en una síntesis enriquecedora  de la que resulten las articulaciones intersubjetivas e interculturales a través de las cuales cada cultura se fortalece con lo otro, evitando así su propio desaparecimiento. En esta medida, ser libre debe asumirse como la aceptación vital de un compromiso con las voces del pasado, con el presente y con el futuro del alma cultural; ser libre implica seguir el camino espiritual trazado desde siglos, como una estela arquetípica colectiva, por todas las generaciones anteriores que han sembrado en los campos de la cultura; es decir, que han hecho sus aportes a la constitución de un alma histórica que no puede desvanecerse ante los embates que encuentra en su camino.

Así pues, los dos apartados anteriores: el de la conciencia histórica como necesidad esencial de la cultura y el deseo auténtico de libertad, en lugar de contraponerse, se correlacionan y son inseparables e interdependientes. Podría decirse que sólo es libre el hombre para enriquecer la cultura y que ésta debe ser el telos de toda comunidad pues es en la cultura donde se encuentran tanto la fuente legítima de todo existir como las estructuras que orientan el camino histórico de una sociedad.

  1. Algunas posibilidades

Para enfrentar los problemas enunciados en el segundo apartado y propender a la vez por una educación que lleve y facilite el ejercicio de la responsabilidad,  una responsabilidad social e histórica, como enunciábamos en el primero de los apartados de este escrito, una responsabilidad ética en el sentido más legítimo y auténtico, orientada, como se decía, hacia una actividad creadora y protectora de la cultura misma y de la vida, no debemos, en concordancia con lo hasta ahora expuesto, aplicar o ensayar fórmulas “mágicas” por fuera de nuestra propia realidad y de nuestras propias expectativas históricas.

En primer lugar, no podemos trasladar ingenua o crédulamente a nuestra sociedad, estrategias o medidas, planes o diseños que supuestamente han dado resultado en Finlandia, en Estados Unidos, en Francia o, inclusive, en España. Paul Ricoeur, al analizar las relaciones entre discurso jurídico y acción social, considera que no se pueden aplicar leyes generales a casos particulares. Por el contrario, piensa Ricoeur, todo asunto jurídico como social debe elaborar cada vez decisiones con referencia única. (Ricoeur, P. 2010. Pág. 189) La única opción que tenemos es, en realidad, nuestra propia historia: sólo acudiendo a nuestra memoria histórica -como se decía arriba- podremos determinar el país que queremos o que necesitamos. Únicamente buscando en las profundidades de las estructuras espirituales que parecieran haberse extraviado, pero que residen en el fondo de la subjetividad de los individuos y que pueden rescatarse y aglutinarse en torno a un proyecto social, a un proyecto de nación, nuestra sociedad podrá avanzar en una dirección en la que se cumplan los sueños de una propuesta educativa humanística que lleve a la construcción de una nación grande y justa, en que sea real poder convivir con otros, respetando sus razones y sus creencias, evitando cualquier forma de violencia, honrando el valor más alto que es la vida, aceptando y defendiendo las diferencias y vinculándose afectivamente con los demás, para ayudarse solidariamente.

Buscar en lo propio, en nuestra esencia espiritual aquello que puede rescatarnos como nación, guarda, en efecto, una perfecta sintonía con las ideas de los padres fundadores, de los padres del pensamiento latinoamericano y de algunos autores contemporáneos; se justifica que, en tan importante cuestión, salgamos de nuestro propio nicho de reflexiones y tomemos algunas consideraciones generales de tales autores:

-Bolívar afirmaba que la misión de América Latina era de orden supranacional. La Carta de Jamaica, de la que el pasado septiembre se cumplieron 200 años de su escritura, es un llamado a una lucha heroica por la unidad no meramente formal sino esencial de todas las sociedades latinoamericanas. Para Bolívar, América Latina equivalía a una formación abstracta de orden histórico y espiritual. No era, según su pensar, una mera  determinación geográfica: era un alma construida desde los misteriosos y míticos orígenes perdidos en la noche de los tiempos; desde los pueblos precolombinos, sus infinitos mitos, sus lenguas, sus rituales, creencias y costumbres hasta los también infinitos componentes de tantos pueblos como han llegado a estas tierras (todo un acumulado infinito de la memoria). Así, América Latina es dueña de un alma que se ha venido constituyendo  en el marco de su propia cotidianidad histórica; es una especie de mundo extraño o encantado, henchido de leyendas, sentimientos, lenguajes, formas de significar y de asumir la vida, subjetividades que comparten la existencia, tiempos inconmensurablemente distantes  que se juntan y que confluyen en el milagro de su realidad y en las realidades milagrosas del arte y la cultura. Para Bolívar América Latina era una especie de totalidad espiritual -imposible como idea fáctica pero soñada como ideal- que incorporaba y articulaba en un solo haz todos los ángulos y horizontes infinitos con que se han tejido todos y cada uno de los pliegues de su existencia. En la Carta de Jamaica se ve una América Latina dueña de un sentido de sí misma y de unos anhelos teleológicos de unidad que subyacen a todo lo exterior que puede ser diferente, pero que no son más que variaciones de una misma melodía. La unidad bolivariana debe proyectarse desde lo auténticamente propio.

Esa especie de unidad espiritual sigue latente a pesar de las escisiones aparentes, a pesar de los conflictos, a pesar de las particularidades. Existe un sentir que aglutina, una hermandad de sangre en torno a unos valores y a unos ideales de orden histórico.  Para Bolívar, esta América Latina es dueña de una historia no escrita artificiosa o engañosamente con mera tinta en los manuales de enseñanza o en los periódicos. Es dueña de una historia escrita con la sangre de estos pueblos en sus luchas comunes, en sus sentimientos compartidos, en su historia, fundada en vivencias análogas; en fin, en una historia existencial que constituye, en sí, esa espiritualidad compartida.

En otro de los famosos textos de Bolívar, en su Discurso de Angostura, el libertador advierte:

Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia… Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud. (Bolívar. 2011. Pág. 4).

El engaño viene, de hecho, de haber sido ingenuos frente a lo externo; porque, en efecto, acatar, imitar, obedecer es caer en una forma de esclavitud, dado que los modelos impuestos o importados responden bien a los intereses de otros pero no a la verdadera vocación y necesidad históricas de estas sociedades; por ello, son perniciosos y destructores y hasta hoy prácticamente lo han sido.

Las sociedades latinoamericanas son como un haz de pliegues diversos que se juntan y conviven en sus diferencias, es a lo que se ha dado en llamar mestizaje. Para Bolívar, como para Martí, y para muchos más, la espiritualidad de América Latina se expresa exactísimamente como mestizaje, que equivale no a un concepto racial simplista, sino a una forma de ser que se fundamenta en unas matrices de orden subjetivo que surgen de las raíces mismas de la experiencia y la historia compartidas, del acontecer histórico común. Trayendo esa tesis a lo específico de nuestro país, debe afirmarse, sin duda, que Colombia es mestiza; es decir, dueña de un orden multicultural constituido en siglos de historias diversas que han compartido un territorio pero que, lamentablemente, no han podido urdir un tejido unitario en el que cada hilo, cada punto, siendo único, no obstante, sea parte vital para la existencia del conjunto. En otras palabras, la diversidad de ideas, de tradiciones, de costumbres, de intereses, etc. no han podido encontrarse en la esfera de un diálogo enriquecedor que permita superar la crisis histórica de la discriminación. En la realidad colombiana, la constante son las diversas formas de “existencialidad” que chocan y se tensionan hasta el punto de no conceder ningún reconocimiento a lo diferente. El centralismo oligárquico estatal, las aristocracias terratenientistas y las empresas nacionales o transnacionales con sus lógicas (sus cosmovisiones)  y sus intereses prácticos, de un lado; y de otro, los pueblos indígenas y los pueblos afrodescendientes con otras cosmovisiones mucho más complejas y hasta mágicas, las clases campesinas, obreras y el pueblo en general, nunca han podido construir una estructura social en que se haga factible el reconocimiento del otro como parte vital de la nacionalidad. Así, en esas tensiones, el destino legítimo del país se ha extraviado, se ha empobrecido humanamente la sociedad y se han desperdiciado los mejores talentos de hombres y mujeres que hubieran podido elevar el alma nacional a un alto grado civilizatorio.

Esta América Mestiza, entendida como forma de espiritualidad compartida, de Bolívar y Martí, se corresponde con el mismo sueño de José de San Martín y del Che Guevara; con la idea llevada a La expresión americana por Lezama Lima; con La Raza Cósmica, de José de Vasconcelos; con el Inventamos o erramos de Simón Rodríguez; con América como autodescubrimiento de Leopoldo Zea; con el Ariel de José Enrique Rodó; con la obra Latinoamérica: las ciudades y las ideas, de José Luis Romero, y un largo etcétera que lo sustenta.

Nuestros destinos están ligados ante los mismos enemigos internos y externos, ante iguales contingencias. Víctimas podemos ser de un mismo adversario. De ahí que la historia de nuestra América Latina haya de ser estudiada como una gran unidad, como la de un conjunto de células inseparables unas de otras, para acabar de entender realmente lo que somos, quiénes somos, y qué papel es el que habremos de desempeñar en la realidad que nos circunda y da sentido a nuestros destinos. (Carpentier, Alejo; 1981: p. 87).

-Horacio Cerutti, el filósofo argentino, en su obra De varia Utópica, hablando de la necesaria unidad de América Latina afirma:

La utopía bolivariana de la unidad continental sigue siendo una tarea y un sueño de vigilia vigilante para los latinoamericanos. Si “latinidad” algo significa para nosotros, es en este contexto muy especial de la lucha por nuestra propia afirmación política y cultural.(Cerutti. 1989. Pág.168).

Para Cerutti, lo utópico no es un equivalente a una quimera enfermiza o antojadiza que se instala en la cultura o en la conciencia de los individuos a manera de un embeleco insustancial; utopía es para este autor una fuerza imaginativa y creadora que permite visualizar un proyecto histórico deseable y posible frente a los problemas cruciales de un continente como son: la miseria, la opresión, el totalitarismo mesiánico, la injusticia, todo lo extraño que se ha impuesto en el continente para acallar esas fuerzas profundas e invencibles que claman por una idea de mundo  mejor para todos; eso es una utopía, un proyecto histórico que requerirá todo el supremo esfuerzo de hombres y mujeres por enfrentar su propio destino y cumplir sus ideales sin las tutelas externas; en fin, las luchas utópicas e incansables por una idea de la existencia mucho más elevada, en un continente que nació a la luz de infinitos procesos y que sigue surgiendo en sus sueños; un continente aun indefinible, aun incomprendido, aun por formar.

De otro lado, para José de Vasconcelos, por ejemplo, hay un destino trascendental para América Latina; así como los norteamericanos se inventaron aquello de que ellos son providenciales y que su destino manifiesto es guiar al mundo, América Latina, posee, ésta sí, la fuerza necesaria para mejorar el mundo; esta fuerza se hace manifiesta en sus recursos naturales, en su infinita diversidad cultural, en sus manifestaciones estéticas, en la belleza de sus territorios. Escribe Vasconcelos:

El camino que hemos iniciado nosotros casi no se explicaría si no se fundase en una suerte de clamor que llega de una lejanía remota, que no es la del pasado, sino la misteriosa lejanía de donde vienen los presagios del porvenir (pág. 22). Nosotros nos hemos educado -dice- bajo la influencia humillante de una filosofía ideada por nuestros enemigos, si se quiere, de una manera sincera; pero con el propósito de exaltar sus propios fines y anular los nuestros. De esta suerte, nosotros mismos hemos llegado a creer en la inferioridad del mestizo, en la irredención del indio, en la condenación del negro, en la decadencia irreparable del oriental. Comencemos entonces -continúa, y nos parece que Simón Rodríguez aplaude a través del tiempo- haciendo vida propia y ciencia propia. Si no se liberta primero el espíritu, jamás lograremos redimir la materia. (Vasconcelos. 1986. Pág. 33)

-Más cercano a nuestra época, Paulo Freire en Pedagogía de la Autonomía, considera que la educación implica el respeto a las diferencias y que cuando se habla de unidad no se está haciendo alusión a formas externas, a apariencias formales sino a estructuras profundas compartidas y constituidas históricamente; para Freire, son estas estructuras o principios, como él los llama, los que orientan la existencia de los pueblos. Educarse es reflexionar desde sí y desde los propios contextos: esto equivale a que el individuo se piense en las circunstancias históricas de su presente siendo dueño también del espíritu del pasado histórico; a esto es a lo que él llama curiosidad epistemológica; jóvenes y niños que piensan y crean posibilidades de conocimiento desde sus propias historias y circunstancias, en lugar de reducirse a ser repetidores de ciencia hecha o de datos elaborados desde perspectivas de otro orden o desde una racionalidad excluyente que él denomina educación bancaria.

Pensarse implica en Freire dialogar, más que polemizar por teorías que se excluyen; dialogar es ver puntos de encuentro o de afinidad. Y educar no es transferir, depositar información, sino generar espacios para la autorreflexión, para la creación de posibilidades de comprensión del papel de cada uno y de su sociedad en el mundo. La construcción del conocimiento, para el autor brasileño, marca la asunción del sujeto y no su adiestramiento pragmático o su concordancia con élites que se creen dueñas de la verdad y del saber articulado. Es el paso de la curiosidad natural a la reflexión, o sea a la curiosidad epistemológica como él la denomina (la curiosidad para Freire es ya una forma de conocimiento). La curiosidad epistemológica, o más sencillo, la reflexión, es la fuerza que facilita la construcción de formas adecuadas, contextualizadas, inscritas en las propias realidades para explicarse, para entenderse, para hacer verdadera sociedad.

-Otro de esos autores latinoamericanos, de esos que han entendido el espíritu sustancial que constituye el ser latinoamericano, el filósofo y profesor brasileño Darcy Ribeiro, fundador de la Universidad de Brasilia, fue un divulgador de la idea de la unidad latinoamericana entendida como una y a la vez diversa. Pensaba que eran más los puntos de convergencia los que unían, que los que separaban a las comunidades latinoamericanas; decía que América Latina, unida, lo sería todo, y que separada, no sería nunca nada. Las intrigas que los imperios han creado históricamente para mantener separados a estos pueblos, inventándose guerras, fingiendo amistades, instigando subrepticiamente las rivalidades, todo ello, según sus palabras, son estrategias utilizadas por quienes se han dado cuenta de que la unidad de estos países amenazaría su propia dominación imperial. Para Ribeiro, la unidad es el camino y encontrar dicho camino significa que América Latina debe comprender su historia desde una perspectiva común y propia para poder así construir, desde lo originario, su verdadero destino histórico.

En una de sus obras: La universidad nueva: un proyecto, escribe:

El atraso de América Latina no es natural ni necesario, sino que existe y persiste porque hemos sido conniventes con sus factores causales Nada quedó de las viejas explicaciones que atribuían nuestro atraso al clima tropical, a las “razas enfermas”, al origen ibérico o al carácter católico-salvacionista del conquistador. Tampoco se mantienen de pie las explicaciones causales que lo atribuían a la explotación colonial y clasista, porque en otras latitudes muchos pueblos enfrentaron esas mismas contingencias y, no obstante, lograron desempeños mejores. En consecuencia, no hay cómo descartar la conclusión de que las causas están en nosotros mismos, no en carencias naturales, innatas o históricas, de las que no seríamos responsables, sino en connivencias que son nuestras culpas. (Ribeiro. 2006. Pág. 7 – 8).

Nuestra culpa reside indudablemente en haber atendido por tanto tiempo y con tanta atención las recomendaciones, las opiniones, los análisis, las directrices y hasta las intrigas de sociedades externas, que buscan, por supuesto, que se satisfagan sus propios intereses, casi nunca confesados, pero que se revelan al analizarlos en la estela de la historia. Ribeiro invoca lo propio y la unidad como único camino de redención histórica; para ser, debemos buscarnos en lo propio.

Finalmente, creemos pertinente adjuntar algunas consideraciones del sociólogo Boaventura de Souza cuyas obras e ideas respecto de la historia y la realidad latinoamericanas, han ayudado a impulsar los esfuerzos por sumergirse en lo propio como instancia de resistencia a las políticas y las prácticas neocoloniales que están en boga en el continente.

Al referirse al pasado de luchas de América Latina, De Sousa encuentra dos perspectivas: las de quienes tradicionalmente han visto la lucha de clases, como un enfrentamiento constante entre poseedores y desposeídos, entre ricos y pobres, y la explican desde tesis marxistas o, actualmente, Habermasianas. En el otro lado, De Sousa considera la que para él es la lucha esencial: una lucha étnico-racial. Afirma que esta última expresión es dueña de un aparato crítico que no reduce el colonialismo aún existente a una mera política de Estado, reforzada constantemente por las clases dominantes a través de sus dispositivos mediáticos y sociales. Para De Sousa, el colonialismo es en realidad una “gramática social muy vasta que atraviesa la  sociabilidad, el espacio público y el espacio privado, la cultura, las mentalidades y las subjetividades. Es, en resumen, un modo de vivir y convivir muchas veces compartido por quienes se benefician de él y por quienes lo sufren. (pág. 17)

Desde esta consideración, la lucha necesaria se debe expresar esencialmente en la lucha por el reconocimiento de las diferentes maneras de ser y de vivir y no por la asimilación ingenua o mediante la fuerza o la manipulación de maneras de ser opuestas o diferentes totalmente de nuestras realidades culturales o históricas. Hay que tomar -según De Sousa- una distancia crítica frente a la tradición crítica europea para poder, desde nuestras raíces, tradiciones, creencias y formas de vida diferentes, pensarnos en el mundo de hoy. Hay que deconstruir los lenguajes hegemónicos y enfrentarlos desde nuestros propios lenguajes que, serán contrahegemónicos, en la medida en que nos separemos de las formas de significar la realidad y el pasado desde formatos ideados por otros y que funcionan posiblemente bien para ellos, pero que nunca sirven para explicar diferentes realidades como las múltiples realidades latinoamericanas. La opción para América Latina -piensa De Souza- está en reinventar conceptos totalmente nuevos o resemantizar los heredados de la tradición europea dado que las realidades políticas y sociales de este continente no están ni estaban previstas en las teorías de otras culturas

Ya para concluir; cuando hablamos de formación, o educación, que en este texto, por metodología expositiva, se han asimilado al mismo sustrato conceptual, para el caso de Colombia, damos por hecho que nuestro país comparte un sustrato histórico con los demás países latinoamericanos, desde México, el Caribe hasta Chile y Argentina. Un sustrato que, como un árbol inmenso, tiene unas raíces compartidas, un solo tronco y, no obstante, se despliega en infinitas ramas y tallos que serían equivalentes a la diversidad cultural que caracteriza este continente. Por tanto, las referencias a nuestro país, las crisis o problemas que hemos citado, siendo específicos nuestros, tienen sus expresiones en otras partes. Por esto mismo, buscar la superación de tales problemas es la razón de ser del destino histórico y cultural compartido por todas las sociedades y pueblos de esta parte del mundo.

Cuando se decía al comienzo que el propósito central, el telos de la educación, era la responsabilidad social, la responsabilidad ética e histórica y que se educaba para el reconocimiento del otro, para la superación de la violencia, del despojo, de la discriminación y de la injusticia; que se educaba para la hermandad espiritual como actividad creadora y protectora de la cultura misma y de la vida, se estaba afirmando también que asumimos la educación como una potencia transformadora irremplazable y única, porque a la vez que la educación busca proteger las estructuras espirituales legítimas y originarias de la cultura, busca a la vez transformar lo que haga falta para la constante superación de los problemas que históricamente aparezcan en el horizonte de cada pueblo o del continente entero.

Creemos que en efecto, el ser humano es perfectible; que su naturaleza, si bien puede tener un impulso instintivo proclive, en un primer momento, a la destrucción, a la mentira, a la violencia; solamente la educación -una educación que busque en las propias profundidades históricas y culturales su razón de ser y los elementos que provoquen un giro ontológico-, puede constituirse en el elemento salvador de la humanidad en general.; educar, en el sentido ontológico provoca una transformación de la conciencia de los sujetos a los que se educa para que dirijan sus energías hacia el bien común, al conocimiento, a la creación estética y a su propia felicidad.

 

BIBLIOGRAFÍA

-Bello, Andrés (1976) Antología de discursos y escritos. Editora Nacional Madrid. España.

-Cerutti G. Horacio (1989) De varia utópica. Instituto Colombiano de Estudios

Latinoamericanos y del Caribe ICELAC. Bogotá.

-Bolívar, Simón (2011) Discurso de Angostura. En: Correo del Orinoco. Edición especial.

-Bolívar Simón (2008) Carta de Jamaica. Ministerio del Poder Popular para la

Comunicación. República Bolivariana de Venezuela.

-Carpentier, Alejo (1981) La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo. Siglo XXI Editores. México

-De Sousa, Boaventura (2013) Descolonizar el saber, reinventar el poder. Ediciones Trilce.

Santiago de Chile.

-Freire, Pablo (2002) Pedagogía de la autonomía. Siglo XXI Editores. México.

-Fuentes, Carlos (2001) El espejo enterrado. Taurus, Aguilar, Altea, Alfaguara. México.

-Fuentes, Carlos (1994) Valiente mundo nuevo. Fondo de Cultura Económica. México

-Guevara, Carlos (2012) La formación como fundamento espiritual y camino histórico: América Latina. Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

– Nietzsche, Friedrich  81980) Sobre el porvenir de nuestras escuelas. TusQuets Editores. Barcelona.

-Quintana M., Oscar (1993) El humanismo crítica latinoamericano. M&T Editores. Bogotá.

-Ribeiro, Darcy (2006) La universidad nueva: un proyecto. Fundación Biblioteca Ayacucho. República Bolivariana de Venezuela.

-Rodó, José E. (   ) Ariel

-Rodríguez, Simón (2001) Obras Completas. Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela. Caracas.

-Sábato, Ernesto (1981) Apologías y rechazos. Editorial Seix Barral. Barcelona.

-Sábato, Ernesto (2006) Hombres y engranajes. La Nación. Buenos Aires.

-Serrano S., Jesús (compilador) (2007) Filosofía actual en perspectiva latinoamericana. Universidad Pedagógica Nacional Editorial San Pablo. Bogotá

-Vargas G., Germán. (2006) Pensar sobre nosotros mismos. Universidad Pedagógica Nacional- Editorial San Pablo. Bogotá.

-Vargas, Germán (2012) Fenomenología, formación y mundo de la vida. Editorial Académica Española. Saarbrücken, Alemania.

Vasconcelos, José ( ) La raza cósmica.

-Zea, Leopoldo (1986) América como autodescubrimiento. Instituto Colombiano de Estudios Latinoamericanos y del Caribe ICELAC. Bogotá.

-Zuleta, Estanislao (2005) Educación y democracia: un campo de combate. Fundación Estanislao Zuleta.

Notas

[1] Entendemos por nación un sentimiento compartido y profundo de unidad espiritual que se traduce en acción histórica concreta entre los seres que habitan un territorio. Conformar una nación es cristalizar en hechos y vivencias concretas -respeto-solidaridad, equidad, justicia social, amor- una unidad de afectos y sueños colectivamente idealizados por los que se lucha y se vive; y que, por encima de las diferencias propias y de la diversidad cultural de las comunidades, hermanan a los individuos y los impulsan a una acción trascendental que les da sentido de ser con otros y los anima a compartir y enfrentar un destino colectivamente.

[2] Ya afirmamos que la educación implica el proceso histórico, cultural y ético que una comunidad o una sociedad impulsan para que sus miembros sean capaces de ejercer una responsabilidad social e histórica, y que pasa por la construcción de unas reglas de convivencia soportadas en el respeto, la solidaridad, la amistad, la creatividad, etc. Se ha expresado también que la educación es cosa de toda la comunidad, desde la familia, los medios de comunicación,  las organizaciones estatales y religiosas, y no solo del aparato escolar como ente aislado de la sociedad. Educar exige, necesaria e inevitablemente, una actividad creadora y protectora de la cultura misma y de la vida y esto pone, en nuestra opinión, a la educación como la fuerza transformadora por excelencia de una sociedad.

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Uruguay:Rompiendo paradigmas-Educación Responsable proyecto interdisciplinario

 

América del Sur/Uruguay/Marzo 2016/Fuente: OEI/Autor: Paulina Alaluf

IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la Cultura Científica

Me es muy grato presentar a un ex alumno Ilan Bajarlía, actualmente Licenciado en EstudiosInternacionales que trabaja en Montevideo, ciudad Capital de Uruguay donde se desempeña como Director de Educación Responsable de un Proyecto interdisciplinario inspirado en la Fundación Botín a implementarse en Uruguay. Éste pretende generar oportunidades reales de aprender y empoderar niños y adolescentes en lo que suele ser más importante pero pocas veces se enseña: a conocerse, proyectarse y administrarse individualmente de forma tal que permita un desarrollo personal y profesional auténtico y propio.

Conocí a Ilan siendo estudiante de 1º año de Bachillerato diversificado y es un verdadero orgullo entrevistarlo en su rol profesional. En las siguientes líneas nos relata su experiencia, parte de la tarea que realiza día a día y que lo motivó a vincularse con la educación.

1- El por qué del proyecto

El mundo está cambiando de forma acelerada y sin embargo a nivel educativo y social pocos han sido los cambios. Si a tu alrededor se producen cambios y sigues haciendo lo mismo, no habrá sino estancamiento y pérdida de oportunidades.

En cuanto a la educación, no actualizar nuestros paradigmas, conceptos y dinámicas educativas sería como quedarse observando cómo el barco en el que estás navegando va directamente a la deriva. En nuestro país la educación parece ir en esa dirección: el 48% de los uruguayos no terminaron la educación secundaria, y los resultados de las pruebas internacionales expresan resultados muy poco halagüeños. Según éstos, los estudiantes uruguayos tienen poco nivel de “implicación, afán y confianza en sí mismos.

Creemos que si no hacemos diferentes acciones para modificar estos resultados, no sólo vamos a seguir descendiendo los niveles educativos, sino que vamos a hacer que los chicos que abordan ese barco pierdan oportunidades y capacidad de enfrentarse a un mundo de exigencias. Para mitigar la incertidumbre del mundo globalizado y complejo en el que vivimos, el desarrollo de diversas formas de inteligencias permitirá el desarrollo de diferentes competencias y habilidades, así como también mejorará los resultados académicos.

El programa de Educación Responsable que se desarrolla en más de 200 centros educativos en España es el punto de partida del proyecto interdisciplinario a implementarse en Uruguay. Desarrollado por el Centro de Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale, en conjunto con la Universidad de Cantabria y la Fundación Botín, ha demostrado una importante disminución en niveles de ansiedad, aumento de niveles de asertividad, confianza y afán en sí mismos, entre otros, lo que ha llevado a un mejor clima escolar y a mejores resultados académicos.

Los destinatarios más importantes del programa son las escuelas de contexto crítico porque, como demuestra Paul Tough en su libro How Children Succeed: grit, curisosity and the hidden of power, existe una correlación lineal entre poder adquisitivo y éxito en la vida personal y profesional y la mejor forma de mitigar dicha injusticia es a través de la creación de programas que refuercen las habilidades y competencias y que, por tanto, aumenten las expectativas y oportunidades en la vida de los menos afortunados.
Esto no significa que las escuelas privadas están afuera de nuestro público objetivo, ya que creemos que el paradigma educativo debe ser cambiado en general. Creemos, sin embargo, que debemos comenzar en las zonas de mayor vulnerabilidad y escalarlo desde allí hacia todos los estratos del país.

2- ¿Cuáles son los objetivos?

El objetivo del proyecto es permitir el desarrollo holístico de los niños que van a la escuela, donde podrán aprender las distintas disciplinas pero también donde podrán adquirir estrategias. A modo de ejemplo podemos decir que podrán superar los obstáculos del entorno (drogadicción, violencia en la casa o contexto social), manejar la ansiedad ante la incertidumbre y los malos momentos, conocer y administrar su ira, su impotencia y su risa para ser más felices y más sanos

En otras palabras, el programa pretende mejorar el desarrollo emocional, social y creativo de niños y adolescentes en el Uruguay.

Y sólo a través de un equipo multi e interdisciplinario se podrá lograr.

3- ¿En qué consiste el proyecto?

Educación Responsable es un programa educativo de Inteligencia Emocional, Social y de la Creatividad que funciona en más de 200 escuelas en España, capacitando a maestros y profesores, dándoles herramientas educativas, seguimiento y medición validada, y mejorando el rendimiento académico.

El mismo fue desarrollado por la Fundación Botín (Banco Santander), junto a la Universidad de Yale y la Universidad de Cantabria. Junto a Graciela Gancman, ex Directora de Fundación Logros, la ORT y la ONG El Abrojo, haremos el primer piloto fuera de España. Comenzando este año en tres escuelas públicas y dos Liceos público-privados (Impulso y Providencia) de Uruguay.

Los tres pilares del programa son:

  1. Formación de formadores (presencial –a través de especialistas provenientes de España- y online –a través de una plataforma especialmente creada para el programa).
  2. Recursos y actividades ad hoc, estilo educación no formal (los recursos más importantes están relacionados con las artes, la música y la literatura).
  3. Medición y seguimiento externo sistematizado y validado (Universidad de Cantabria y Universidad ORT).
HOJA DE VIDA
Nombre: Ilan BajarlíaAño de Nacimiento: Setiembre 1990

Estudios: BA, Estudios Internacionales Universidad ORT. Políticas públicas e innovación
en la Universidad de Harvard, Universidad de Brown, Universidad de Tel Aviv,
Universidad de Mánchester, Fundación Getulio Vargas.

Trabajo actual: Business Development Manager en AstroPay; Co-Fundador y Director
de Educación Responsable (Fundación Botín) en Uruguay.

Experiencia: Beca de la Fundación Botín para participar en el programa Fortalecimiento
de la Función Pública en América Latina.
Co-fundador del emprendimiento tecnológico Global Hub, que lo llevó a la aceleradora JFE en San Francisco, California.
Liderazgo en diversas organizaciones de educación no formal

4- ¿Cómo surge la inquietud por realizarlo?

La idea surge hace un poco más de un año atrás, a partir de una conferencia en Santander, impartida por la Directora del Programa de Educación Responsable (Fátima Sánchez), en el marco del programa Fortalecimiento de la Función Pública en América Latina, en el cual estaba participando.

Durante la conferencia recordé la lectura de un libro que mi padre me había regalado en mi adolescencia “Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman, y de ahí en más me dispuse a profundizar sobre el tema.

Dos factores más me dieron el impulso para zambullirme en el proyecto: haber formado parte parte de un movimiento juvenil de educación no formal, en el cual fui líder de varios grupos, y pude constatar cómo se pueden desarrollar habilidades, valores y competencias como la resolución de problemas, la toma de decisiones, la empatía o la resiliencia en un marco de autogestión y bajo un paradigma educativo mucho más desestructurado y abierto a la creatividad, la cultura de pertenencia y al trabajo en equipo.

Por último, siempre tuve un interés muy grande en el emprendedurismo y creación de proyectos desafiantes y de alto impacto.

La conjunción de estos tres factores la encontré en este programa, y la posibilidad de dedicar todo mi esfuerzo en pensar cómo adaptarlo a la realidad uruguaya, que veo en crisis. La creencia de que existen otras maneras para solucionar las problemáticas educativas del Uruguay, me decidieron por dedicarme de lleno a que el proyecto salga adelante.

5- ¿Es un trabajo individual o en equipo?

Empezó como un interés personal. Al comienzo la investigación y el desarrollo del proyecto fue individual, pero una vez formulada la idea entendí que un proyecto interdisciplinario requiere la acción de diversos actores que lleven adelante las diversas acciones a realizar. Comencé a trabajar remotamente (skype, mails, una reunión en Madrid) con Javier García Cañete, Director de la Fundación Botín en Madrid, y Adriana Yepez, Coordinadora de Educación Responsable.

Trabajamos durante todo el 2015 pensando diferentes alternativas: ¿Cómo ingresar al sistema educativo público de forma rápida y eficiente? ¿Cómo armar un piloto que “copie y adapte” en lugar de que “copie y pegue”? ¿Cómo adaptamos la evaluación y quién puede ayudarnos a recolectar los datos y llevarla a cabo? La respuesta a todas esas preguntas fue el desarrollo de alianzas estratégicas inteligentes. En otras palabras, formamos una red de distintas personas/instituciones que poseen los recursos, capital humano y capacidad de acción necesarios para ejecutar el programa en Uruguay.

En detalle, La Lic. Graciela Gancman se sumó al programa como Directora Académica, luego de dirigir 15 años la Fundación Logros que popularizó las huertas orgánicas en cientos de escuelas del país. En segundo lugar, la alianza con la ONG El Abrojo nos permitió ingresar en el sistema educativo público, particularmente en tres escuelas en donde ellos ya trabajan y conocen muy bien; además de ser el inicio de implementación local, proveyéndonos del capital humano que ya se está capacitando para formar directamente a los formadores en los centros. En tercer lugar, la Universidad ORT nos dará la logística para las capacitaciones y el cable a tierra de la adaptación de la evaluación del programa desde su Instituto de Educación. Natalia Olij, Directora de Operaciones de la ONG “Seeds of Empowerment” (de la Universidad de Stanford), relevará los datos para la medición del programa y colabora con El Abrojo y Fundación Botín para la adaptación de los recursos y dar seguimieno en los centros educativos. Por último yo, que dirijo el programa en Uruguay de forma más amplia, desde el desarrollo de alianzas, recolección de fondos, búsqueda de centros educativos, logística, organización y centralización de la red en su generalidad.

6- ¿Es importante la interdisciplinariedad en la planificación y abordaje de un proyecto?

Sin dudas. En primer lugar, el programa parte de que los niños y adolescentes son necesariamente diferentes entre sí y, para formarse correcta y sanamente, deben desarrollarse de forma holística: si bien el coeficiente intelectual es importante, la inteligencia emocional, social y de la creatividad son indispensables para una formación completa para la vida.

Segundo, y contestando directamente la pregunta, para la buena implementación del proyecto se necesita interceptar diferentes áreas que van desde políticas y teorías educativas, comprensión global de las nuevas tendencias en materia de educación y la aplicación de la inteligencia emocional a la misma, hasta habilidades de emprendedurismo, trabajo en equipo, aversión al riesgo y pensamiento distinto para dar soluciones innovadoras a diversos problemas.

Tercero, requiere de un equipo que logre un equilibrio de distintas áreas en diferentes funciones: capacidad de captación de fondos; comprensión mínima del derecho relativo a fundaciones y organizaciones sin fines de lucro; entendimiento de diferentes contextos socio-económicos; diagnóstico sociológico/psicológico de los estudiantes, los maestros y directores; dinámicas de los diferentes stakeholders en el sistema educativo; capacidad de priorizar y ejecutar en corto, mediano y largo plazo.

Todo esto bajo la especial atención de que se está adaptando un programa que nace y respira cultura, aspectos sociales, económicos y políticos de la realidad española al Uruguay, con todas sus semejanzas y diferencias. El desafío, en ese caso, se hace tan complejo como motivante.

8- ¿Qué beneficios aporta a la sociedad?

Muchos: los resultados académicos no se logran porque invitemos a los chicos a estudiar más de memoria cuando no quieren. Como en la vida misma, se logran si se les incentiva a conocer qué quieren hacer en su vida dándoles oportunidades para enfrentarse a la incertidumbre y aprendiendo a manejarla: confrontándose al bullying y aprendiendo a reafirmar su propia identidad y afianzar su autoconfianza; haciéndole frente a una sociedad que le dice que no es nada en la vida y reforzando los niveles de resiliencia, asertividad y toma de decisiones positivas.

El programa logra generar oportunidades reales de aprender y empoderar niños y adolescentes en lo que suele ser más importante pero pocas veces se enseña: a conocerse, proyectarse y administrarse individualmente de forma tal que permita un desarrollo personal y profesional auténtico y propio.

Al final de cuentas, a mirar diferente el significado y la forma en que enseñamos para dar alas a cuantos más niños podamos –y, lo que es más importante, permitir mejorar calidad de vida de cuantos más chicos podamos.

 

Fuente de la noticia:http://www.oei.es/divulgacioncientifica/?Rompiendo-paradigmas-Educacion-Responsable-proyecto-interdisciplinario-en

Fuente de la imagen:http://ibercienciaoei.org/registrocecc/index.php

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A más de 25 de aplicación de las reformas educativas neoliberales, la crisis de la educación peruana se ha profundizado

BM PERÚ

 

Mg. Hans Mejía Guerrero

 

La reforma educativa neoliberal tiene una temporalidad de más de 25 años, acorde con la imposición del programa neoliberal (Consenso de Washington) en el Perú, en el marco del chantaje de la deuda externa por los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial(BM). Estas reformas para su implementación en el Perú requirieron de tres condiciones básicas: la instauración de una dictadura cívico militar, que se inicia con el golpe de Estado del 05 de abril de 1992, para implementar las reformas sin resistencia alguna; un nuevo andamiaje legal que legalice el nuevo modelo económico  y las reformas educativas neoliberales, el cual se concretizó en la aprobación de la Constitución Política del Perú de 1993; y, el impulso de una batalla cultural en el seno del pueblo para garantizar el apoyo popular a estas reformas y asilar a sus opositores.

La implementación autoritaria y vertical de dichas reformas educativas, bajo el pretexto de modernización, equidad y calidad educativa, por la burguesía peruana desde el Estado y el gobierno, se explica: a) por su interés en utilizar el sistema educativo para formar el “capital humano” que necesitaba el aparato productivo peruano para adecuarse al proceso de mundialización económica, vinculadas exclusivamente a la exportación de materias primas. Asimismo, b) en usufructuar con la educación, convertida en mercancía, a partir de las ganancias (lucro) que le generaba las escuelas, los institutos y las universidades privadas, de su propiedad, (mercado educativo) y de los beneficios tributarios que esta nueva burguesía educativa tiene por promover la inversión privada en la educación (DL N°882) [1], la misma que abre una brecha de desigualdad cada vez más profunda. Además, c) de mantener su hegemonía cultural, como clase dominante.

Frente a la ofensiva neoliberal, desde las escuelas los maestros afiliados en el Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP), nto a los padres de familia y sus estudiantes, organizaron una resistencia activa desde el primer día de su implementación. De ahí, el odio y la obsesión de la derecha y el empresariado por aniquilar a este combativo gremio magisterial, para poder así implementar sin resistencia todo el rosario y la parafernalia neoliberal, en materia educativa.

En relación al impacto de las reformas educativas en el sistema educativo peruano desde la dictadura neoliberal (1990-2000) hasta los “gobiernos democráticos” continuistas: Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, se manifiestan dos interpretaciones, según los intereses de clase de quienes lo enarbolan.

Para la clase dominante y sus partidos neoliberales, la “reforma educativa (neoliberal) ya iniciada en el país debería tener continuidad, con el fin de cumplir con el reto pendiente de contar con una educación de calidad y equitativa en todo el país y en todos los niveles educativos”. Esta posición del Banco Mundial[2] y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos[3] (OCDE), que comparte el Estado peruano y el Ministerio de Educación, pone en evidencia que el éxito a que hacen referencia estos organismos se refiere a la implementación (acrítica) de las recomendaciones del Banco Mundial[4] en materia educativa, para los periodos 2006-2011[5] y 2012-2016[6], en la medida que reconocen que esta reforma no ha logrado cumplir con el reto de “contar con una educación de calidad y equitativa en todo el país y en todos los niveles educativos”, es decir ha fracasado. Esto se evidencia también, en los diagnósticos de la educación peruana publicados, en el presente año, por el Consorcio de Investigación Económica y Social – CIES[7]: Hacia una mejor gestión gubernamental[8] y la OCDE: Avanzando hacia una mejor educación para Perú[9], en donde se afirma “que si bien los indicadores educativos están mejorando sostenidamente estamos lejos de llegar a los resultados que se propone el PEN, y más lejos aún de los estándares educativos de la OCDE”(CIES; 2016:78). En ese sentido, se reconocer a tres grandes desafíos de gran magnitud que mantienen al Perú alejado de los resultados educativos de países de la OCDE, los cuales son: a) las desigualdades en el acceso al sistema educativo siguen siendo importantes, especialmente a medida que se avanza hacia niveles educativos más altos, y están relacionadas principalmente con el nivel socioeconómico, el género, la ubicación rural o urbana y la lengua de origen; b) la calidad de la educación, en particular en la educación secundaria, sigue siendo baja, tal y como ilustran los resultados del país en las pruebas PISA; c) adicionalmente, la pertinencia de la educación se mantiene relativamente baja, ante la existencia de una brecha entre las competencias de los trabajadores y las demandadas por el mercado laboral, que revela las dificultades del sistema educativo para favorecer una empleabilidad de calidad (OCDE; 2016:7-8)[10]. Estas conclusiones ponen de manifiesto el fracaso de estas reformas, a tal punto que ya ni ellos pueden ocultarlo.

Para las clases popular y trabajadoras, organizadas en las distintas fuerzas políticas, gremiales y culturales de carácter democráticas, populares, patrióticas y de izquierda, el impacto de las reformas educativas, de corte neoliberal no han resuelto la crisis histórica y estructural de la educación, sino al contrario esta  es más profunda, más grave. En ese sentido, la profundización de la crisis educativa se manifiesta en: a) la reducción y pérdida del derecho a la educación; b) el avance considerable de la privatización (en la región Lima 60%, 11.200 Instituciones Educativas son de gestión privadas[11]), que atenta contra la gratuidad de la enseñanza y abre un brecha de desigualdad cada vez más profunda[12]; c) la reducción y el estancamiento de la inversión educativa (3.8% en el 2016)[13], por debajo de la media latinoamericana que alcanzaba valores alrededor del 6% del PIB o superior[14], como consecuencia del ahorro de recursos para resolver los desequilibrios macroeconómicos, pagar la cuantiosa deuda externa y otorgar a los grandes empresarios mayor capacidad financiera para sus intereses privados; d) el abandono de la escuela pública que se manifiesta en la existencia de un brecha de infraestructura educativa[15], que según el Consejo Nacional de Educación (2015) asciende “aproximadamente 60 mil millones 52 de nuevos soles”, que obligaría a que el 64% de las edificaciones educativas deberían ser demolidos (CNE; 2015: 48); e) la existencia de un  Proyecto Educativo Nacional (al 2021) desligado a un proyecto nacional de desarrollo, que condena al Perú a seguir siendo un país primario exportado; f) la pérdida de los derechos laborales, profesionales y económicos del magisterio peruano, que condena a los maestros a una situación de precarización y flexibilización laboral; g)  un sistema de formación docente (inicial y continua) basado en un modelo de formación profesional docente reduccionista, anticientífico y antipedagógico; h) el bajo impacto de las evaluaciones estandarizadas, focalizada en los resultados, en las transformaciones reales de la escuela y de la sociedad, así como de su impacto en la pedagogía (Rutas de Aprendizaje) de la respuesta correcta sobre la subjetividad de docentes, estudiantes y familias que viven en una presión constante por el rendimiento (enseñar para el ranking) y en las condiciones laborales docentes, en tanto impone orientaciones (PELA/Soporte Pedagógico/Rutas de Aprendizaje ) e incentivos por rendimiento (Bono Escuela), incrementando la precarización, intensificación y empobrecimiento del trabajo de enseñar; i) una reforma curricular que promueve la preparación de los futuros egresados de Educación Básica Regular en las competencias básicas y necesarias para insertarse en el mundo laboral, en un contexto de “crecimiento económico”, atentando de esa manera con la formación integral de los estudiantes que el Estado debe brindarles como derecho humano; j) la profundización de la reforma universitaria neoliberal que se manifiesta en: la pérdida de la autonomía universitaria, la reducción del presupuesto que presiona a las autoridades universitarias a elevar las tasas educativas y a mercantilizar ciertos programas educativos conducentes a la titulación, profesionalización, complementación académica, centros preuniversitarios, que se constituyen en importantes fuentes de generación de ingresos propios y de vicios como de la corrupción y el clientelaje; k) en la deficiente y caótica gestión educativa de las instancias del Ministerio de Educación (nacional y descentralizada); así como, l) en la institucionalización de la corrupción en todas las instancias del Ministerio de Educación (MINEDU)[16].

 

Lima, 32 de marzo de 2016

 

 

 

NOTAS:

[1] http://www.unmsm.edu.pe/occaa/docum…

[2] http://rpp.pe/economia/economia/bm-…

[3] http://www.minedu.gob.pe/n/noticia….

[4] http://www.bancomundial.org/project…

[5] http://siteresources.worldbank.org/…

[6] http://www.bancomundial.org/es/coun…

[7] http://www.cies.org.pe/

[8] http://www.slideshare.net/hansmejia…

[9] http://www.slideshare.net/hansmejia…

[10] ïdem

[11] Al 2015, según el Ministerio de Educación MINEDU (2016), en el Perú, existen 104.160 Instituciones Educativas (IE) de Educación Básica Regular (EBR), equivalente al 95.5% del total de las Instituciones de educativas del sistema educativo peruano por etapa, modalidad y nivel educativo. De ellas, 77 % (79.839) son de gestión pública, mientras que 23% (24.321) son de gestión privada. Esta realidad, es diferente entre la región Lima y el resto de regiones del interior, donde 40 % (7.494) de IE son de gestión pública y 60% (11.200) son de gestión privada. Fuente: https://hansmejiaguerrero.wordpress.com/…

[12] En cuanto a la cuota de ingreso, más del 50% de IEP han realizado incrementos. Al respecto, los montos mayores se dieron en el Colegio Peruano Británico, de US$10,000 a US$15,000; el Markham pasó de US$15,000 a US$17,500; Newton de US$12,500 a US$15,000; Franco Peruano de S/.15,000 a S/.21,000. Por su parte, las variaciones por encima del 100% se dieron en los colegios María Nicol (S/.3,000 a S/. 8,000), André Malraux (S/.6,000 a S/.12,000) y San Francisco de Borja (US$600 a US$1500). En otros casos, cambiaron los montos de soles a dólares, tales como el Humboldt, que pasó de S/.19,000 a US$8,500; y Los Álamos, de S/.2,500 a US$1,500. Si se comparan las cuotas de ingreso entre los años 2005 y el 2016, estas se han incrementado en un 230% en promedio. Incluso varias IEP subieron más del 300%, en un contexto de libre mercado, reveló el estudio Fuente: https://es.scribd.com/doc/296016009…

[13] http://inversionenlainfancia.net/bl…

[14] http://www.unesco.org/new/fileadmin…

[15] La Encuesta Nacional de Instituciones Educativas del nivel Inicial y Primaria 2013, identificó que las aulas de clases de los locales escolares, presentan como material predominante en las paredes al ladrillo o bloque de cemento (70,8%) y al adobe (19,3%); mientras que el material predominante en los pisos es el cemento (65,1%) y la madera (17,7%); además, que el material predominante en los techos son las planchas de calamina (44,3%) y concreto armado (36,7%). En relación a los servicios básicos del local escolar, estos presentan como abastecimiento de agua al proveniente de la red pública (46,5%) y de agua proveniente de río, acequia o manantial (34,2%); mientras que como tipo de servicio higiénico, a los inodoros conectados a red pública (31,3%) y a inodoros no conectados a red pública (24,3%); además, que el 76,8% de aulas de clases presentan servicio eléctrico operativo. En relación a la disponibilidad de Mobiliario Escolar en las aulas de clases de las instituciones educativas de inicial y primaria se dispone de pizarras (94,9%), escritorio para los docentes (78,6%) y sillas para uso del personal docente (83,1%) (INEI 2013, pág. 37 y45)[6]. Asimismo, según el Consejo Nacional de Educación (2015) afirma que el Censo de Infraestructura de II.EE. identificó “una brecha de inversión de aproximadamente 60 mil millones52 de nuevos soles. Es resaltable que el 64% de las edificaciones debía ser demolido y que el 79% de los colegios rurales carecía de servicios básicos” (pág. 48). Fuente: https://hansmejiaguerrero.wordpress.com/…

[16] http://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/informes/defensoriales/informe_147.pdf

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Bullying en Uruguay, ¿una problemática estudiantil en aumento?

www.teledoce.com/31-03-2016/

Se gordo, no ser querido o ser poco sociable son algunas cosas que pueden llevar a un escolar a ser discriminado y sufrir bullying. Uruguay ocupa el cuarto lugar en América Latina en países con casos de bullying.

Se define como el acoso físico o psicológico al que someten de forma continúa a un alumno. Se da entre los escolares y para ser catalogado como acoso escolar debe ser hecho de forma reiterada y a largo plazo. La forma de sufrir bullying puede ser verbal, con insultos y menosprecios; físico, con empujones y patadas; psicológico, minimizando la autoestima de la víctima y generando temor o social, con exclusión o aislamiento de la persona del resto del grupo.

Según el relevamiento de Unicef y el Consejo de Educación Secundaria realizado en 2014, los niños son acosados principalmente en forma verbal, después se ubica la exclusión, sigue la agresión contra objetos de la persona y por último agresión física.

El bullying no presenta diferencias significativas entre hombres y mujeres en cuanto a víctimas, pero entre los agresores prevalece el sexo masculino.

Otra de las conclusiones de este estudio es que los estudiantes cuyas familias son más presentes e involucradas en sus vidas, son menos propensos a ser agresores que los que tienen padres ausentes.

También determinaron que las redes sociales como Facebook, Twitter, Snapchat o Whatsapp son las nuevas plataformas en donde se desarrolla el acoso escolar.

En nuestro país hay varios casos de bullying a nivel judicial, si bien no existe una normativa constitucional específica sí se pueden aplicar acciones civiles o penales para los menores agresores y sus familias.

En Desayunos Informales nos acompañaron la psicóloga Silvana Giachero y el abogado Néstor Gutiérrrez.

fuente de la imagen: http://educarparacrescer.abril.com.br/listas/bullying-754458.shtml

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Bolivia garantiza educación gratuita para personas con discapacidad

www.prensa-latina.cu/29-03-2016/

El viceministro boliviano de Educación Alternativa y Especial, Noel Aguirre, remarcó hoy que el Gobierno del presidente Evo Morales garantiza el acceso a la educación gratuita de casi 20 mil niños, niñas y jóvenes con discapacidad.

bolivia

 

Destacó asimismo la existencia de 124 Centros de Educación Especial a lo largo y ancho del país, gracias a la inversión de unos ocho millones de dólares.

Desde 2006, y como nunca antes, el gobierno garantiza el derecho y acceso a una enseñanza libre de costos y con equiparación de condiciones de 19 mil 592 niños, niñas y jóvenes con discapacidad, dijo el titular en conferencia de prensa.

Detalló que 10 mil 517 personas estudian en Centros de Educación Especial y otros nueve mil 75 estudiantes asisten a Unidades Educativas del Sistema de Educación Regular.

Aguirre recordó que antes de la llegada al poder del Movimiento al Socialismo, la educación de estas personas estaba en manos de instituciones privadas, la Iglesia y Organizaciones No Gubernamentales, pues ningún gobierno asumía esa responsabilidad.

Hasta 2005, solo seis mil 891 personas con discapacidad estudiaban, señaló.

Recordó que cuatro años después, se creó el Viceministerio de Educación Alternativa y Especial para garantizar el acceso a la educación de ciudadanos con limitaciones físico-motoras.

Puntualizó además que el Bono Juancito Pinto, con un presupuesto de unos 575 mil dólares, fue creado como una política para incentivar la escolaridad y evitar la deserción escolar, incluidos de los niños y niñas con discapacidad.

Por primera vez en la historia de la educación boliviana, desde 2014 las Escuelas Superiores de Maestros forman a maestros y maestras especializados en la enseñanza a personas con discapacidades, remarcó.

Fuentes de las imágenes:

http://www.espiralsantacruz.org/wp-content/uploads/2015/04/M.A.-6-Lineamientos-curriculares-y-metodolgicos-de-la-educacin-inclusiva-del-rea-de-la-educacin-espe-11.pd

http://www.sie7edechiapas.com/#!Operan-275-Centros-de-Atenci%C3%B3n-para-Estudiantes-con-Discapacidad/cjds/56f371060cf23c800ad0a1fb

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