Page 59 of 3023
1 57 58 59 60 61 3.023

Venezuela: FVM Mérida apoya protesta de estudiantes del Claudio Corredor Müller por falta de profesores

El presidente de la Federación Venezolana de Maestros (FVM) en Mérida indicó que la organización apoya la protesta que organizaron los estudiantes del Liceo Estadal Arquitecto Claudio Corredor Müller, el 6 de noviembre, debido a la falta de profesores y las condiciones de la institución.

El centro educativo queda ubicado en el municipio merideño Alberto Adriani y, al igual que miles de escuelas en todo el territorio nacional, sufre las consecuencias de la deserción docente y la desidia del gobierno de Nicolás Maduro.

Los jóvenes denunciaron que alumnos de segundo año ven menos de cinco materias y los de cuarto y quinto año les faltan más de tres educadores. Exigieron educación de calidad y una respuesta rápida de la gobernación de Mérida y del Ministerio de Educación.

El lunes los estudiantes se negaron a entrar a clases y aseguraron que protestarán hasta que sus reclamos sean atendidos.

“Es una lucha pacífica de un grupo de muchachos que se atrevieron a hablar. Eso hay que aplaudirlo: tomaron el megáfono y les exigieron a las autoridades. Esas son situaciones muy interesantes. Los maestros tienen que apoyarlos, porque fuimos nosotros quienes les enseñamos a luchar por sus derechos”, indicó Ramón Contreras, presidente de la FVM de la entidad a Efecto Cocuyo.

En Mérida casi no quedan docentes

Contreras explicó que cientos de docentes en el estado Mérida han abandonado sus puestos de trabajo debido a las pésimas condiciones laborales, la falta de beneficios y los bajos salarios. Por ello, instituciones como el Claudio Corredor Müller se han quedado con pocos especialistas para las materias de Química, Matemática, Física o Biología.

“Yo no veo ni Matemática, ni Física, ni Química desde cuarto año”, se quejó una estudiante del liceo en un vídeo difundido en la red social X.

Reportó la decadencia en la calidad de los contenidos que le impartieron los últimos años y recordó que la Constitución de la república garantiza la educación a todos los venezolanos. Específicamente esta establece en su artículo 102:

“La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El Estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés en todos sus niveles y modalidades, y como instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad”.

La Federación Nacional de Estudiantes de Educación Media (Feneem) aseguró que la manifestación será indefinida. El presidente de la FVM en Mérida llamó a padres y representantes a apoyar a los jóvenes. Advirtió que, según estimaciones de la organización, un 40 % de los docentes se ha ido del país.

Es la misma cifra que ofreció el padre Manuel Aristorena, exdirector nacional Fe y Alegría, en enero de 2023 cuando reportó que por lo menos 166.338 docentes desertaron entre 2015 y 2021 en Venezuela.

Contreras aseguró que los estudiantes no son ajenos a la crisis, sino que son directamente afectados por ella, puesto que en los últimos años no han obtenido los conocimientos necesarios para pasar de nivel.

“Ellos se dieron cuenta que van a fracasar en la universidad a menos que se inscriban en una de las universidades piratas del gobierno, donde sin saber nada les dan un título que van a guindar en la pared. Hoy debemos entender que esta es una lucha de todos”, dijo el docente.

Profesores seguirán movilizándose

En Mérida la FVM continúa realizando actividades de protesta. Desde que iniciaron las clases, organizan asambleas jueves y viernes para oír las denuncias de los docentes.

Contreras afirmó que la situación en la entidad, al occidente del país, es grave y que el 60 % de las escuelas trabaja con el esquema del horario mosaico. Los docentes laboran en las aulas tres días y el resto de las jornadas se dedican a otros oficios.

“Las edificaciones se están cayendo, no hay programa de alimentación escolar, las autoridades abandonaron todo, empezando por el capital más importante: el docente y el niño”, dijo Contreras.

Puntualizó que el 9 de noviembre los delegados merideños se reunirán para planificar las próximas acciones. Hasta las 5:30 p.m. de este 7 de noviembre se desconoce las respuestas del gobierno a las exigencias de los estudiantes del liceo Claudio Corredor Müller.

FVM Mérida apoya protesta de estudiantes del Claudio Corredor Müller por falta de profesores

Comparte este contenido:

Chile: Experto propone enfrentar la violencia con una mejor educación emocional

En las emociones está lo peor y lo mejor de nuestras vidas. El miedo, la ansiedad, la angustia, el estrés, la depresión, la ira y la predisposición a la violencia. Los grandes problemas de la humanidad tienen claramente un fondo emocional, pero en ellas también están la alegría, el amor, la compasión, la solidaridad, el equilibrio, la armonía, la paz anterior, el sosiego y la felicidad.

El catedrático emérito de la Universidad de Barcelona y presidente de la Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar (RIEEB), Rafael Bisquerra, efectuó en la Casa Central la conferencia inaugural del Seminario Internacional de Investigación de la Escuela de Pedagogía PUCV titulado “Escuela de hoy que se proyecta hacia el mañana”, ocasión en la que el experto se refirió a la necesidad de avanzar en pleno siglo XXI de una educación cognitiva a una emocional.

En nuestro país, este año las denuncias por violencia escolar aumentaron en un 28%, concentrándose en la Región Metropolitana con 1.837 denuncias. Entre 2020 y 2022, se registraron más de 5.934 casos graves de acoso escolar en nuestro país, según la organización Bullying sin Fronteras.

“Nos comportamos en función de nuestras emociones. Si tenemos ira, rabia, enojo, nos dan ganas de atacar. Si tenemos miedo, huimos. Nuestras emociones son la activación de nuestro comportamiento. Uno de los problemas a nivel mundial es la violencia. La regulación de la ira para la prevención de la violencia debería ser uno de los objetivos más importante de todo sistema educativo. La potenciación del bienestar emocional es otra prevención importante. Cuando uno está bien no tiene necesidad de agredir, ni atacar, de consumir drogas o realizar comportamientos de riesgo”, expresó el académico.

Bisquerra explicó que el estudio de las emociones recién comenzó a considerarse con profundidad a partir de 2005 y en 2012 se reconocieron oficialmente siete emociones: sorpresa, curiosidad, confusión, ansiedad, frustración, aburrimiento y entusiasmo.

EL IMPACTO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

El catedrático se refirió al impacto que ha tenido el Chat GPT en la educación, donde a un grupo de alumnos de primer año de universidad se les ha consultado cual es la primera palabra que asocian con la lectura y la respuesta fue “aburrimiento”. Entre las emociones más recurrentes entre el estudiantado se encuentran la confusión, frustración y la ansiedad, que en un grado elevado puede llegar a un trastorno emocional. Es común que este sentimiento se incremente por exigencias académicas y en el caso de la poca tolerancia a la frustración, si esto permanece puede provocar un abandono en el aprendizaje.

Al respecto, el académico entregó una serie de recomendaciones o técnicas para enfrentar la ansiedad y el estrés, entre ellas: relajación, respiración consciente, meditación, mindfulness, música y técnicas diversas de visualización, imaginación emotiva, análisis del lenguaje interior y creencias paralizantes.

“Una opción es mejorar la autoestima, resiliencia, el control de la impulsividad y un conjunto de técnicas que constituyen una parte importante de la educación emocional. Esto es indispensable si queremos avanzar hacia un futuro mejor, pero la situación es muy crítica: o nos implicamos a fondo en la educación emocional para prevenir la ansiedad, el estrés, depresión, violencia, ideación suicida, acoso escolar o cada vez habrá más índices elevados de estas emociones”, añadió.

EXPERTOS DESTACARON SEMINARIO

La directora de la Escuela de Pedagogía PUCV, Marcela Jarpa, expresó que el seminario busca visibilizar las líneas de investigación: ecosistema de enseñanza-aprendizaje; ciudadanía, diversidad e inclusión; y liderazgo educativo, política pública y gestión institucional.

“Nuestras carreras de Educación Especial, Educación Básica y Parvularia tienen asignaturas sobre cómo abordar el manejo de las emociones con los apoderados, las familias y los estudiantes, como también en las comunidades educativas. Hemos efectuado diagnósticos preliminares de los climas en el aula en algunas escuelas rurales y urbanas, trabajamos con las comunidades para ver cómo están afrontando el impacto de la pandemia a nivel emocional sobre todo en los niños. Hemos generado mecanismos formativos para que los estudiantes en práctica puedan afrontar las diversidades que existen en el aula producto del estallido y la postpandemia, dos situaciones que han marcado la cultura socioemocional de los colegios”, expresó.

Arnaldo Canales, presidente y director ejecutivo de la Fundación Liderazgo Chile impulsó en 2016 la ley de educación emocional que se presentó en 2019 como proyecto de ley y hoy continúa en el Parlamento.

 “La educación emocional se anticipa a la enfermedad, a los problemas de salud mental, a la ansiedad, la depresión y el estrés. Cuando uno se prepara y conoce su mundo emocional tiene más herramientas para poder lidiar con la frustración, la rabia y la ansiedad. La depresión es contraria a la expresión y muchas veces no nos enseñan a expresarnos. Si un estudiante o un profesor puede lograr que cada estudiante orbite con su mundo interno y su vinculo con otros, logra ese bienestar y encontrar un equilibrio para no afectar los climas emocionales dentro del aula”, concluyó.

Por Juan Paulo Roldán

Dirección de Comunicación Estratégica

https://www.pucv.cl/pucv/noticias/destacadas/experto-propone-enfrentar-la-violencia-con-una-mejor-educacion-emocional

Comparte este contenido:

Colombia: La reforma a la educación y el acuerdo nacional

Por: Julián de Zubiría Samper

Algo muy grave viene pasando con las facultades de educación en el país. Desde 2012, las licenciaturas ocupan sistemáticamente el último lugar en Saber Pro, el examen que evalúa a los egresados de todas las carreras. ¿Estamos condenados a tener una educación de baja calidad?

Las pruebas Saber Pro evalúan el nivel de consolidación de las competencias transversales y disciplinares de los egresados de las diversas universidades en el país. Son pruebas consistentes elaboradas a partir del concepto de competencia y tienen la gran ventaja de incluir una sección genérica, lo que permite la comparación entre carreras. Además, como están diseñadas bajo el mismo marco teórico con el que se evalúa la educación básica y media, podríamos determinar el valor agregado en cada uno de los ciclos del desarrollo educativo. Sin dudarlo, Colombia tiene el mejor sistema de evaluación de la educación en América Latina, el problema es que no se utiliza para monitorear la política pública ni para jalonar el desarrollo integral de los estudiantes en las instituciones educativas, los municipios y las regiones. Tenemos el mejor sistema, pero sirve para muy poco.

Es importante destacar que en educación los resultados de 2021 son inferiores a los de 2016 en el promedio global y en todas las competencias, con una sola excepción: inglés. De resto, en lectura, escritura, competencias ciudadanas y razonamiento numérico, son peores los resultados de 2021. También lo son en las tres competencias disciplinarias: formar, evaluar y enseñar. Venimos marchando como el cangrejo y, contrario a lo que han dicho los últimos gobernantes, cada vez estamos alcanzando menores niveles de calidad educativa en el país.

Tan solo el 2,5 % de los egresados de las facultades de educación tiene un buen nivel de lectura crítica y el 80 % tiene bajos niveles de comprensión lectora. Esto quiere decir que la gran mayoría de los futuros docentes tiene serias debilidades para encontrar ideas principales, inferir proposiciones en textos y armar macroestructuras a partir de ellas. Es todavía mayor la dificultad para relacionar la obra con el contexto social y cultural en el que se escribió. Así mismo, casi ninguno de ellos puede leer un texto desde múltiples perspectivas, distanciarse de lo escrito y emitir un juicio de valor a partir de allí. Si solamente el 2,5 % de los futuros docentes puede hacer lecturas críticas, es bastante comprensible que en las pruebas PISA (2018) menos del 1 % de los estudiantes de grado noveno alcance este nivel de lectura. Dicho coloquialmente: “nadie da de lo que no tiene”.

El Informe McKinsey (2007) demostró que “si dos alumnos promedio de 8 años fueran asignados a distintos docentes –uno con alto desempeño y el otro con bajo desempeño–, sus resultados diferirían en más de 50 puntos porcentuales en un lapso de tres años”. De allí que quien quiera mejorar la calidad de la educación, debe poner el foco en la selección, evaluación y formación de docentes.

El problema en Colombia es que desde 2016 los futuros docentes pelean el último lugar en lectura crítica con los egresados de recreación y deportes. La pelea es pareja y se rotan el último lugar entre las dos profesiones. Para comprender el problema debemos también tener presente que quienes eligen la profesión docente tienen uno de los menores puntajes de ingreso según las pruebas Saber 11 y que el gobierno invierte menos en educación que en otras carreras.

Lo anterior quiere decir que la sociedad colombiana le ha encargado la enseñanza de la lectura a los profesionales que tienen el menor nivel de consolidación de las competencias comunicativas.

¿Qué tan bien piensan matemáticamente?

Los resultados son todavía más bajos en razonamiento cuantitativo. Es así como en 2021 la mitad de los futuros docentes del país se queda en el nivel 1 y al nivel 4 llega menos del 1 %.

Lo más grave de todo es que sin excepción, en todos los años entre 2016 y 2021, ocuparon el último lugar entre los profesionales del país. Incluso están bastante atrás de lo obtenido en carreras como enfermería, recreación y deportes. Si ellos son quienes enseñan matemáticas en los colegios, también es fácil comprender por qué, según la prueba PISA (2018), el 66 % de los estudiantes prácticamente no han entendido nada de la matemática que han estudiado hasta el grado noveno.

¿Cómo están en competencias ciudadanas?

El ICFES introdujo las competencias ciudadanas con el fin de aportar a la convivencia, la participación democrática, la pluralidad y la valoración de las diferencias humanas. Como puede verse, sería un área clave para formar a cualquier docente como mediador en la resolución de conflictos y para que favoreciera la participación ciudadana, la empatía y la resiliencia. Hay que aplaudir el esfuerzo, pero obviamente es un área muy compleja de evaluar. No hay duda de que actualmente hay un sesgo cognitivo, pues es claro que en la evaluación se privilegia el conocimiento, la comprensión y la aplicación de la Constitución Nacional en diversos contextos. Desde 2016, en la mayoría de los años los estudiantes de educación obtienen los peores puntajes entre todos los egresados del sistema universitario.

Como pude verse, el panorama de las facultades de educación no podría ser peor. ¿Y qué hicieron los gobiernos de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque? Absolutamente nada. ¿Y qué está haciendo el actual gobierno? Hasta el momento, está comenzando a discutir el tema.

El Centro Democrático insistentemente ha dicho que el problema de la bajísima calidad de la educación en Colombia es responsabilidad de FECODE. Lo repite semanalmente. Esa es una afirmación bastante cínica porque es obvio que FECODE no decide la formación de los docentes, los programas de maestrías, los lineamientos curriculares, el liderazgo pedagógico, la estructura de las instituciones, la educación inicial o la inversión de los recursos. Hoy solo analizamos una de estas variables: la formación de los docentes. Pero debe quedar muy claro que la principal responsabilidad es de los gobiernos anteriores y de los ministerios de Educación, que han sido totalmente incapaces de analizar el problema y de encontrar estrategias que nos ayuden a superarlo. En términos coloquiales: “los pájaros le están tirando a las escopetas”.

Hace diez años la Fundación Compartir hizo una muy completa propuesta para mejorar los criterios de selección, formación y evaluación de docentes. La analicé en diversas columnas para la Revista Semana de la época. No hemos avanzado en sus propuestas. Los gobiernos anteriores están en deuda con la calidad de la educación, la equidad, la movilidad social y el desarrollo nacional. ¡Mal hacen culpando a otros de los males que ellos causaron! Todos sabemos que vamos muy mal. Lo que tal vez pocos sabían es que el futuro de la educación es peor que lo que hemos vivido.

La propuesta es que la reforma a la educación sea la que sirva para unir al país. Ese papel no lo cumplirá la Ley Estatutaria porque el país no necesita nuevas leyes que digan lo que otras ya han dicho. La reforma a la salud tampoco lo cumplió. Por el contrario, explotó en mil pedazos la pertinente coalición con la que inició el gobierno Petro. La propuesta es discutir una reforma que invite al país a pensar las preguntas fundamentales de la educación: ¿qué tipo de individuo y qué tipo de sociedad queremos formar?

Creo que esta reforma debe empezar por transformar las caducas y anquilosadas facultades de educación. En 1994 logramos un gran acuerdo nacional en torno a la Ley General de Educación. Allí participaron FECODE, el Congreso, los partidos políticos, los académicos, la sociedad civil y el Ministerio de Educación, entre otros. La invitación es a que lo renovemos. Señor presidente Gustavo Petro, esta reforma puede ser la base del acuerdo nacional. Al fin y al cabo, es con educación que mejoraremos la productividad, las competencias para pensar y comunicarnos, el trabajo en equipo, el tejido social, la democracia y la formación de futuros ciudadanos. Pero no es posible con cualquier educación, sino con una que garantice, en profesores y estudiantes, el desarrollo de las competencias para comunicarnos, convivir y pensar. Señor presidente y señora ministra de Educación, ¿ustedes qué opinan?

* Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)

https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/julian-de-zubiria-samper/la-reforma-a-la-educacion-y-el-acuerdo-nacional/

Comparte este contenido:

Argentina: Privatizar el mar, socializar el mal

Privatizar el mar, socializar el mal

Por Juan Torres López

La irrupción en la escena política argentina del anarquista de derechas Javier Milei permite comprobar con toda claridad lo que de verdad hay detrás de esta oleada global de nuevos líderes que se presentan a sí mismos como paladines de la libertad.

Hace unas semanas ya comenté el origen y algunas de sus propuestas (aquí). Mencioné cómo su aparición en la escena mediática y política no había sido casual, sino alentada por el dinero. Mostré su mala educación, su violencia verbal y gestual, el desprecio hacia sus oponentes, a quienes insulta y ataca con toda clase de improperios y sobre los que miente sin descanso. Y también comenté algunas de sus medidas estrella, como establecer mercados para comprar y vender órganos humanos.

Ahora que ha pasado a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales es buena oportunidad para comentar brevemente las contradicciones y el cinismo de su ideología, pues la presenta a la opinión pública como lo que no es.

Milei se declara como libertario, un término que, según la Academia de la Lengua, define a quien “defiende la libertad absoluta y, por lo tanto, la supresión de todo gobierno y de toda ley”. Sin embargo, no reconoce y, por tanto, no condena lo que hicieron los militares argentinos: utilizar el Estado para imponer una dictadura que les permitiera acabara con toda disidencia, torturando o incluso quitando la vida a miles de compatriotas. De la misma manera que dice ser enemigo de la deuda, pero oculta que la argentina procede, justamente, de la época de esa dictadura, cuando los militares ladrones la multiplicaron; en ocasiones, mediante créditos corruptos que ni siquiera llegaron a Argentina y que, desde luego, no utilizaron en beneficio general de su pueblo.

Milei no es liberal, como dice, porque no defiende la libertad, sino que es su enemigo pues no la reconoce ni respeta para los que piensan de modo diferente. Y porque no es, en realidad, partidario de la mínima intervención del Estado, sino de su utilización como instrumento contundente para conceder más privilegios a quienes ya de por sí disponen de mayor cantidad de recursos. Tal como hicieron, antes que él, Margaret Thatcher o Ronald Reagan, o como hacen ahora cuando gobiernan los que igualmente se llaman libertarios. Basta ver los datos inequívocos de la distribución de la renta tras sus gobiernos.

Milei y sus seguidores no respetan, como dicen, el derecho de propiedad, porque no lo respeta quien se apropia de lo que no es suyo. Tal y como ocurriría si se llevaran a cabo algunas de las medidas que han propuesto tanto el candidato como sus seguidores. Por ejemplo, privatizar el mar o las ballenas y, en general, los recursos comunes.

Con este tipo de propuestas privatizadoras, es Milei quien se convierte en enemigo de la propiedad porque, de hacer algo así, estaría usurpando recursos muy valiosos a sus auténticos dueños. La propiedad que hay que respetar no es sólo la privada, sino también la común o colectiva. ¿Acaso quien roba el ascensor de un bloque de viviendas, propiedad de todos sus vecinos, no es un ladrón por el hecho de que sea propiedad común de todos ellos?

Plantear que se privaticen los recursos naturales comunes es un robo porque ninguno de ellos nos ha sido dado a ningún ser o grupo humano en singular; es la humanidad en su totalidad -las generaciones actuales y las futuras- quien está llamada a disfrutar de todos ellos, pero como en préstamo, ni siquiera como dueña. Y, por tanto, ningún ser humano tiene capacidad o legitimidad para asignar su propiedad a nadie en particular.

Milei quiere privatizar lo que es común y lo hace haciéndonos creer que sus preferencias inhumanas, como la de poder comerciar con bebés u órganos vitales, sus principios egoístas e insolidarios (acabar con las ayudas a quien nada tiene), su rechazo a la libertad de quien no piensa como él y su sentido privilegiado de la propiedad, son los valores comunes a toda la sociedad. Quiere que el mar que es de todos sea propiedad de unos pocos, y que el mal que defienden unos pocos sea socializado y asumido por todos.

Espero que el pueblo argentino recuerde cuando vote el próximo día 19 lo que decía el sabio Leonardo da Vinci: «Quien no castiga el mal, ordena que se haga».

Fuente: https://juantorreslopez.com/privatizar-el-mar-socializar-el-mal/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/privatizar-el-mar-socializar-el-mal/

Comparte este contenido:

América Latina y el Caribe: Abya Yala no debe permanecer indiferente al holocausto palestino

Abya Yala no debe permanecer indiferente al holocausto palestino

Por Ollantay Itzamná

En la historia moderna que corre de 1492 a 2023, la humanidad sufre tres holocaustos (exterminio de pueblos por razones políticas, religiosas o culturales).

El primer holocausto lo sufrimos los pueblos de Abya Yala, desde 1492 en adelante, cuando nuestros ingratos “huéspedes europeos metalizados”, para apoderarse de todos nuestros bienes, nos sometieron al exterminio biológico y cultural total. Cerca de 70 millones de nuestros padres fueron aniquilados en cuestión de décadas por los hibéricus. A este exterminio sobrevino el comercio europeo de la carne humana, compra venta de esclavos del África.

El segundo holocausto también lo ejecutó Europa en su expresión de la Alemania enferma, durante la II Guerra Mundial (1939-1944). La víctima fue parte del pueblo judío, errante en Europa del norte. Este holocausto fue condenado, y castigado a los culpables, como se debía. Situación que no ocurrió con los impunes responsables del primer holocausto.

Como “parte del resarcimiento moral y político”, promovido por la oligarquía internacional sionista, en las Naciones Unidas se decidió que el pueblo Pelestino acogiese, en una parte de su territorio, al “pueblo elegido” de Israel, en 1948. Y en cuestión de años, el “huésped sionista” ensangrentó a sus anfitriones, ocupó en más del 90% el territorio palestino para convertirlos en campos de cultivo agrícola y extracción del petróleo para el mercado internacional.

Así, ahora, la humanidad es humillada con el tercer holocausto más letal de la historia contra el pueblo palestino. El Estado de Israel (diferente al pueblo judío, porque millones de judíos viven también en Palestina), legitimado por Europa/OTAN y financiado por los EEUU, está “fertilizando” los suelos que cultivará para su agroexportación, con cuerpos y sangre de miles de palestinos.

Antes este tercer holocausto, algunos gobiernos de Abya Yala comenzaron a tomar medidas con sensibilidad histórica. Bolivia decidió romper relaciones con Israel, Colombia impulsa para que los culpables israelís sean juzgados por genocidio en tribunales internacionales, Chile llamó a su embajador en Israel a consulta. Pero, esto no es suficiente.

Los estados y jefes de gobierno del Continente de Abya Yala, como sobrevivientes al primer holocausto moderno, deben de asumir una actitud más consecuente con la historia y con la Vida. La indiferencia o la impunidad del Estado de Israel es y será un premio para que el Hitler israelí, nutrido con sangre palestino, ataque a cualquier otro país del mundo próximamente.

Ahora es el momento para que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y otros espacios, tomen medidas políticas, incluso comerciales contra el Estado de Israel.

Los pueblos originarios, movimientos sociales y sectores populares del Continente debemos continuar con la solidaridad comunicacional y las expresiones de protesta frente a las embajadas de Israel en los diferentes países. No podemos, ni debemos ser cómplices silentes con este tercer holocausto que aniquila a la humanidad.

Ollantay Itzamná. Defensor de Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos desde Abya Yala

Blog del autor: https://ollantayitzamna.com/

@JubenalQ

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/abya-yala-no-debe-permanecer-indiferente-al-holocausto-palestino/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comparte este contenido:

La paz para la frontera entre Venezuela y Colombia con perspectiva de género

Leidy C. Moreno R.

lecamora1986@gmail.com

Resumen

En el presente análisis se aborda el fenómeno de la violencia en el contexto de la frontera colombo-venezolana y la construcción de la paz desde el enfoque de género. Mediante la información disponible de documentos y análisis de distintos autores y autoras en torno a este fenómeno, así como de los resultados de informes de organizaciones sociales se identifica y caracteriza el contexto de la frontera y el impacto de esta realidad en la vida de mujeres y niñas, a partir del conflicto armado y el actual proceso migratorio de Venezuela, posteriormente se realiza un acercamiento a la noción de paz y las recientes políticas públicas de paz impulsadas desde los gobiernos de Venezuela y Colombia, y finalmente, se destaca el diálogo y los acuerdos como elementos clave en la instauración de un nuevo proceso para la consolidación de la paz en la frontera desde una mirada integradora de ambos países, con particular interés desde una perspectiva de género.

Palabras clave: paz, violencia, género, acuerdos de paz

Introducción

Existe una vieja deuda en la frontera entre Venezuela y Colombia por parte de los Estados de estos países, que es la paz. Este espacio de 2.219 kilómetros (Rodríguez, De la Puente y Trejos, 2018), que demarca parte importante de los límites del territorio y la jurisdicción política- administrativa de ambas repúblicas, también constituye un entorno caracterizado por el abandono estatal, que se encuentra diezmado e incluso usurpado por la presencia de organizaciones ilegales que ostentan el poder a través de las armas para el control de intereses esencialmente económicos.

Por su parte, la población civil que ocupa y hace vida social en el territorio fronterizo, debe lidiar continuamente con los múltiples problemas que genera la dinámica que determina la lógica de un sistema social basado en la prevalencia económica, bajo la égida de una cultura de economías ilegales, y que coloca en el último eslabón al ser humano, el cual es concebido como un instrumento para fortalecer el orden establecido mediante tal sistema.

Los sujetos sociales más vulnerables y agraviados por la dinámica de dicho sistema social son las mujeres, las y los adolescentes, así como las niñas y los niños, debido a que sus cuerpos y su fuerza de trabajo constituyen agentes clave en las ganancias a partir de los múltiples negocios lícitos e ilícitos que rigen la economía en la frontera. Ingentes cantidades de dinero circulan en la frontera, ya sea, mediante procesos de comercialización binacional, aunque también, la recepción de remesas enviadas por migrantes desde distintos países del mundo a sus familiares, que son recibidas por medio de entidades financieras que funcionan en Cúcuta, Colombia, de igual manera, los recursos que manejan las organizaciones no gubernamentales con el propósito de disminuir los efectos de los problemas que se generan en la frontera; pero también, de forma más grotesca y cruel, a través del narcotráfico, la comercialización de seres humanos, por medio de la trata de personas y la explotación sexual, entre otros delitos.

En tal sentido, es importante destacar que el análisis de la violencia en el contexto fronterizo permite una lectura de tan compleja realidad que se enmarca en torno a una dinámica de acumulación de capital, pero también, en una guerra desatada por el conflicto armado de Colombia, que en cuyo proceso de recomposición se ha desbordado e internacionalizado (lo que implica que el territorio venezolano también funciona como un espacio en disputa), (Forero, 2020). Esta realidad de complejidad deriva en el impulso para estudiar la paz desde múltiples enfoques, pero en este caso particular desde la perspectiva de género.

Violencia y migración

Si se entiende la violencia como “un producto de la cultura humana, un resultado del experimento de la cultura” (Kout, 2002, p. 197) es importante también considerar que esta noción de violencia forma parte de lo que denomina Radl (2011) como un atributo “aceptado” (p. 160). Esto se debe a que la violencia permea la estructura y el orden social de manera reiterada y sistemática, a tal punto, no sólo de ocupar distintos ámbitos, sino las conductas propias de los sujetos, así como un mecanismo que pone de manifiesto sus intereses, percepciones, necesidades, deseos, afectos y sentimientos.

Ante esta paradójica cualidad de la violencia que se halla en la estructura social y en la cotidianidad del ser humano, surgen variaciones y formas de violencia que se intensifican de acuerdo con los contextos y realidades, a tal punto de ser degradante de las condiciones de los seres humanos. En tal sentido, Ávila, León, Niño, Camargo, Cañizares y Guerra (2013) caracterizan la frontera entre Venezuela y Colombia como la “frontera caliente”, que consiste en una investigación cuyo análisis expone los múltiples factores que han desencadenado, sin tregua, la violencia en este espacio geográfico. La descripción que se realiza en ese trabajo de investigación va perfilando las tramas de la guerra que promueven el déficit institucional y la ausencia de garantías de derecho, la industria ligada a la cadena mundial de valor del narcotráfico, la corrupción, y la guerra irregular y difusa en la que convergen la fuerza pública de los dos países en relación con el paramilitarismo y las guerrillas.

Aunado a esto, es desolador el panorama mundial creado por las guerras, puesto que genera insatisfacción y temor en especial sobre la población civil, con particularidad en mujeres y niñas. Un país como Colombia que ha estado sumergido en una guerra por más de medio siglo ha traído consigo, más allá del dolor por las víctimas, pobreza, desigualdad e inequidad; una maquinaria guerrerista que también ha sido un “factor potenciador de la degradación humana” (Velásquez, 2016, p. 77). Esto implica el sometimiento y la vulnerabilidad como circunstancias que determinan formas de existencia y el miedo como principal instrumento.

Asimismo, la violencia como forma de dominar produce un impacto considerable en la vida de las mujeres y las niñas, y de acuerdo con Segato (2014) se “manifiesta tanto en formas de destrucción corporal sin precedentes como en las formas de trata y comercialización de lo que estos cuerpos puedan ofrecer, hasta el último límite” (p. 342). Según esta autora, las nuevas formas de guerra incorporan la agresión sexual como un arma que daña no sólo de forma material sino también moral, por lo cual cobra un papel más relevante en las acciones de guerra.

De acuerdo con diversos estudios, la principal forma de violencia que afecta a mujeres, adolescentes y niñas en la zona fronteriza entre Venezuela y Colombia es la violencia sexual, la cual se incrementa y se genera en contextos dominados por el conflicto armado y del actual proceso migratorio de Venezuela. El fenómeno migratorio de Venezuela que ha generado hasta el momento un número de 7.320.225 de personas que se encuentran en condición de migrantes y refugiados alrededor del mundo (Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes R4V, 2023), cuya cifra además de alarmar sobre la crisis de movilidad humana existente, también pone al descubierto la incapacidad del Estado venezolano en garantizar condiciones de vida y derechos para la población.

Las mujeres y las niñas venezolanas que forman parte de este proceso migratorio se exponen de manera latente a riesgos propios de la situación de migrar, especialmente relacionados con ser víctimas de violencia sexual. A pesar de la evidencia y la imperante necesidad de atención estatal en este sentido, “las acciones por parte de los Estados, en términos de protección y cuidado, no parece guardar la misma dimensión ni la proporcionalidad requerida. Inclusive, mucha de esta violencia y muchas de estas mujeres y niñas son invisibles a los Estados.” (Mesa y Espinel, 2020, p. 15).

Esto implica que además de requerir mayor voluntad de los Estados en atender esta situación, se precisa del fortalecimiento de la normativa jurídica y de la expansión de la presencia de las instituciones estatales, que deben estar en constante actualización conforme se vayan identificando los elementos que caracterizan la violencia en torno a la realidad del contexto fronterizo.

La frontera entre Venezuela y Colombia, en particular entre el estado Táchira y el departamento Norte de Santander, se ha constituido históricamente como un enclave territorial para el tránsito a gran escala de migrantes, en un cambio en las tendencias de esos flujos, durante el último lustro el movimiento se produce de Venezuela hacia Colombia y otros países de América del Sur, como en todo proceso migratorio de magnitud significativa dichos flujos se realizan en condiciones de alta vulnerabilidad. De acuerdo con Migración Colombia se reconoce hasta el momento la existencia de 2,5 millones de migrantes venezolanos en Colombia, considerado el país de mayor concurrencia de migrantes venezolanos. (Reyes, 2022).

Esto en gran medida ha desbordado las capacidades de los Estados para controlar la situación y también para precisar políticas públicas y estrategias idóneas sobre el tránsito de las personas en ambos lados de la frontera, sumado a la ruptura en las relaciones diplomáticas entre estos países durante el gobierno del expresidente Colombiano Iván Duque, a través de lo cual solo se logró crear mayor incertidumbre, así como vulneración de los derechos de las personas.

De igual manera, esta situación de debilidad estatal ha permitido que proliferen cantidades enormes de irregularidades y que se fortalezcan las organizaciones al margen de la ley, por lo cual se expone a las personas que transitan esta zona a grandes riesgos y peligros: ofertas de empleo y servicios engañosas, despojo de las pertenencias, violencia física, maltrato y abuso de poder por parte de funcionarios militares e institucionales, entre otros.

En el caso de las mujeres y las niñas, de acuerdo con el informe de Mesa y Mendoza (2021) integrantes de la colectiva MULIER, se plantea que “415 venezolanas fueron rescatadas de redes de trata, de las cuales 138 fueron niñas y adolescentes” (p. 9). La trata de personas con fines explotación sexual se identifica como uno de los delitos de violencia sexual más frecuentes en la frontera. De igual manera, desde la colectiva MULIER se manifiesta que, durante el año 2022, en 16 países fueron rescatadas de redes y organizaciones de trata y explotación sexual 1.390 venezolanas, de las cuales 284 son niñas y adolescentes, y durante el primer semestre del 2023, 267 venezolanas, de las cuales 34 son niñas y adolescentes (MULIER, Venezuela, 2023).

Este fenómeno se ha desplegado y emplea diferentes mecanismos, entre ellos el modelaje webcam, cuya actividad es legal en Colombia e implica la realización de actos de carácter sexual frente a una cámara para luego usar los contenidos en una plataforma virtual disponible para redes de seguidores. Sin embargo, según expone el informe de Mesa y Mendoza (2021), con algunos casos de rescate de mujeres y niñas víctimas de trata también se logró “la desarticulación de 1.000 casas de explotación sexual de niñas venezolanas en modalidad webcam” (p. 19).

La evasión del Estado en manejar con mayor importancia este problema de la violencia sexual remite a la idea de que se considera con inferioridad el cuerpo de mujeres, adolescentes y niñas. Es un tema que poco se menciona desde las fuentes oficiales de los Estados, y todavía menos, se profundiza. Desde luego, esta situación caracterizada por la cultura machista y patriarcal, significa mayor revictimización de las mujeres, adolescentes y niñas por lo que es preciso, además de visibilizar la frecuencia de víctimas de violencia sexual, también revertir la reproducción de estos actos, a través de garantizar procesos judiciales con los que se logre la capacidad de castigar a los responsables y hacer justicia.

En un contexto de conflicto permanente como el que existe en la frontera es una ardua tarea que corresponde en principio a los Estados, son los principales garantes de los Derechos Humanos de las mujeres, pero también las organizaciones sociales cumplen un papel clave en visibilizar la realidad.

¿Qué entendemos por paz?

Desde una visión tradicionalista la paz se concibe como la ausencia de una guerra, pero es importante aclarar que la concepción de paz es difícil de definir. No obstante, se intentará hacer una aproximación del concepto a partir del enfoque que promueven algunas autoras y autores, en particular de aquellos que proporcionan una mirada de género, de tal manera que se puedan identificar los elementos que lo componen, así como la intencionalidad de los actores que la promueven y el contexto al que se dirige la formulación de la paz.

Pese a la complejidad que implica fijar teóricamente el concepto de paz, existe una propuesta teórica de comprenderlo a través de dos aristas, la paz positiva y la paz negativa. Al respecto, explica Velásquez (2016) que la diferencia radica en que la paz negativa “es entendida como la ausencia de violencia personal, física y directa, y la paz positiva, definida como la ausencia de violencia indirecta o violencia estructural” (p. 82). Desde este enfoque, la paz negativa implica activar diferentes mecanismos de control (formación de ejércitos, garantía del orden, defensa del territorio) para actuar ante el surgimiento de cualquier conflicto armado, en cambio para la paz positiva se busca la integración y organización de los grupos humanos para favorecer los principios de la convivencia humana.

 De estas dos aristas de la paz podemos identificar como elementos: los mecanismos de control, así como la integración y la organización en la preservación de la paz, que puede ser empleada por un Estado-nación en su territorio. Sin embargo, la aplicabilidad de esta noción está determinada por la perspectiva y los intereses de los gobiernos, así como de sus capacidades y voluntad política.

Por su parte, los resultados de la guerra no derivan en la paz, incluso las guerras actuales, señala Segato (2014): “No se destinan a un término y su meta no es la paz, en cualquiera de sus versiones” (p. 341). La guerra es un proyecto de dominio que se promueve desde los intereses por el control de la economía global, de manera que urge buscar los caminos de la paz y poner todo empeño posible en esto, por el futuro y por el bien de la humanidad. En esto radica la importancia no sólo de la organización social, sino en la construcción e impulso de políticas públicas con sentido humano, con perspectiva de género.

Posterior a la Segunda Guerra mundial, el tema de la paz ha cobrado especial importancia en diferentes eventos de gran envergadura, a nivel mundial, tal es el caso de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, en donde se logra reinterpretar mediante el texto del Informe de la conferencia mundial para el examen y la evaluación de los logros del decenio de las naciones unidas para la mujer: igualdad, desarrollo y paz. (1985), el concepto de paz, que se aborda ampliamente y en este breve extracto se explica que: “La paz no se puede conseguir en condiciones de desigualdad económica y sexual, denegación de los derechos humanos básicos y libertades fundamentales, explotación deliberada de grandes sectores de la población, desarrollo desigual de los países y relaciones económicas de explotación” (p. 8).

En esencia, este enfoque de paz se construye fundamentalmente con elementos que deben ser aplicados en el orden estructural, esto implica que la búsqueda de paz no debe afrontarse únicamente desde el control y el orden militar, contrario a ello deben abrirse los caminos al diálogo, a las garantías ciudadanas y el respeto a los Derechos Humanos.

En el cuento infantil ¡Viva la paz! De la autora Isabel Muñoz Martinez se dice que la paz

 es tan importante como el aire que respiramos. No la vemos, pero nos rodea, está en cada gesto, en cada abrazo, en cada mirada y en cada palabra. Nos acompaña a lo largo de la vida. La paz nos da tranquilidad, felicidad y nos da seguridad.

La paz es un bien intangible, un derecho y un deber por el que los seres humanos, especialmente aquellos vulnerables ante la desigualdad social, económica y política han de luchar siempre.

¿Qué hacen le Estados de Colombia y Venezuela por la Paz?

La Nueva Frontera de Paz (Venezuela)

Esta política pública surgida en el año 2015 que inicialmente apuntaba a la construcción de una política integral de frontera y se propuso para construir una nueva frontera de paz, mediante la creación de la Misión Socialista Nueva Frontera de Paz adscrita al recién creado Ministerio del Poder Popular para Fronteras, dirigido desde hace (08) ocho años por Gerardo Izquierdo Torres, constituyó una esperanza que motivó a las organizaciones sociales a congregarse para aportar en esta construcción, así como al impulso de la Ley Orgánica de Fronteras (2015).

 La dinámica que se produjo en el marco de la Ley Orgánica de Fronteras (2015) que plantea la elaboración de un Plan de desarrollo integral para las áreas fronterizas, es un plan que jamás se presentó, lo cual derivó en una gran desilusión para la población de la frontera y la agudización de una crisis en la frontera que se fortaleció con el cierre del paso fronterizo, así como de medidas de control y militarización como la declaración de Estado de Excepción en varios municipios fronterizos de Táchira y Zulia, cuyo resultado tuvo un impacto negativo considerable en la población debido a la vulneración de derechos, así como en el auge de irregularidades en el flujo de personas, bienes y divisas. (Linares, 2018), y fundamentalmente abuso de poder por parte de funcionarios y funcionarias, los cuales se alternaban con grupos al margen de la ley para el cobro ilegal a las personas que transitaban por las denominadas “trochas” o vías alternas ilegales.

No obstante, con el restablecimiento de las relaciones binacionales entre Venezuela y Colombia, así como la reapertura del paso fronterizo en el año 2023, luego de (07) siete años, existe la expectativa por parte de la población de que se materialicen procesos de integración fronteriza enfocados en fortalecer la paz. Al respecto, el gobierno venezolano ha sido mediador en los diálogos entre el gobierno colombiano y el grupo armado ELN. También, cada vez más se fortalecen las relaciones y acuerdos diplomáticos, lo que significa avances que mejoran, aunque sea lentamente, la situación en la frontera.

La Paz Total (Colombia)

El actual presidente del gobierno colombiano, Gustavo Petro ha impulsado un proceso que define como la paz total, mediante el cual pretende implementar como principio el diálogo, y a pesar de que otros gobiernos precedentes establecieron diferentes mecanismos para trazar rutas de paz y conciliación, desde la perspectiva del gobierno de Petro adquiere un enfoque diferente, de acuerdo con entrevista de El Espectador (Rodríguez, 2022), en donde expresa Susana Muhamad, ministra del ambiente:

La paz total significa crear los espacios desde las regiones y desde los actores que están en esa confrontación para buscar conjuntamente salidas, pero eso necesita garantías, el congreso y la comisión de paz es una garantía, pero también normas en el congreso y el decreto de la presidencia y el gobierno rodeando ese proceso para poder llegar a la salida. (s/n)

A partir de la propuesta de reconfiguración de la Ley de orden público vigente desde 1997, que se modifica por medio del Proyecto de Ley sobre la Paz Total se plantea el impulso de una política de Estado para consolidación de la paz en Colombia, a través de instancias de diálogo y estructuras dedicadas a gestionar todo lo relacionado con el proceso de paz en este país, pero especialmente para que se consolide como un tema transversal en la gestión de gobierno.

En tal sentido, ya se ha iniciado con el proceso mediante los Diálogos Regionales Vinculantes, en sectores priorizados, entre los cuales se encuentra la frontera colombo- venezolana, debido al impacto que han tenido por causa del conflicto armado, de manera que la intencionalidad de este proceso apunta hacia dos aspectos; el primero, acercamiento a las comunidades y sus necesidades; y el segundo, valorar la disposición de los grupos armados que se encuentran en los territorios para buscar salidas al conflicto armado.

Desde la óptica del Presidente Gustavo Petro, un tema en el que se precisa hacer énfasis y prestar especial importancia es en la política antidrogas, cuyo aspecto problemático trae consigo una cadena multifactorial de violencia y afectaciones a la población, especialmente en los territorios donde predominan los negocios ilícitos relacionados con el narcotráfico. Esto implica tocar grandes intereses económicos, hacer frente a toda una maraña organizativa que se enlaza con diversas agencias dispuestas para el delito como la Trata de personas, prostitución forzada, explotación sexual, entre otras.

La paz con perspectiva de género

La población que hace vida en la frontera reconoce que consolidar un proceso de paz y hacerlo desde una visión de integración entre ambos países, es una empresa que trae consigo múltiples dificultades y riesgos, pero al darse los primeros pasos, en el marco del diálogo, implica trascender la visión economicista de resolver la crisis en la frontera; es decir, de superar la postura de que el Estado no cuenta con los recursos para atender la situación en la frontera, para tener una mirada más humana que impacte directamente en la perspectiva de los sujetos sobre su entorno, en las relaciones sociales y en las prácticas, esto implica un proceso con planes a corto, mediano y largo plazo que cuenten con el respaldo institucional, pero fundamentalmente de la organización y el movimiento social.

Constituye una labor urgente precisar y definir los elementos requeridos para configurar la paz en el contexto fronterizo, es menester, en primer lugar, el levantamiento de registro y estadísticas en torno a la situación de violencia, especialmente la violencia de género, además, así como de las condiciones de las mujeres y niñas venezolanas migrantes y sobre las garantías en el acceso a la justicia. En segundo lugar, también es clave revisar el enfoque e intencionalidad de los mecanismos de control y preservación del orden para tener claridad en las funciones correspondientes y garantizar el respeto de los derechos fundamentales. De esta manera, trabajar en la reconfiguración de la estructura social para encaminarse hacia la armonía social, el respeto por el ambiente y la justicia.

Por último, es importante tener presente que para construir la paz se requiere que en el orden social se restablezcan normas básicas de la sociedad mediante la garantía de derechos y de bienestar, es decir, reforzar normativas comunes, que antepongan las necesidades humanas y también crear las organizaciones y espacios necesarios para que se puedan hacer valer los derechos.

Las mujeres en el diálogo y los acuerdos para la paz

Los espacios de diálogo encaminados a la paz constituyen un importante escenario para escuchar la voz de las mujeres, no sólo porque implica un acto no discriminatorio, sino que se hace posible entender mejor lo que se quiere lograr en la construcción de la paz, esto supone crear las condiciones y oportunidades necesarias para decidir en igualdad.

El desconocimiento de las concepciones, incluso de las nociones sobre las realidades de las mujeres y las niñas, así como sobre la teoría de género ha sido elemento clave para crear confusiones y desavenencias innecesarias que determinan la paralización y obstrucción de procesos importantes en la construcción de la paz, tal como sucedió con la campaña en contra, para el plebiscito, que definiría la aprobación o no del acuerdo de paz en Colombia, en el año 2016, en cuyo proceso tuvo éxito la negativa de aprobación debido a la difusión de mitos relacionados con las concepciones de género y su aplicación en el marco del acuerdo de paz.

Asimismo, dentro de las críticas que se han producido a partir de la realización de las mesas de trabajo en el proceso que se desarrolló en La Habana para establecer el acuerdo de paz en 2016 se encuentra el hecho de que sólo participó una mujer. (Botero, 2016). Las mujeres históricamente han sido ubicadas al margen de las decisiones en los procesos de negociación y decisión, esto ha llamado la atención desde instancias internacionales y se ha logrado que se incorporen más mujeres en estos espacios.

Aunque quizá uno de los planteamientos más urgentes que han de tener las mujeres, a la luz de la realidad del contexto que ofrece la violencia en el marco del conflicto armado, tiene que ver con la exigencia de justicia ante los delitos asociados directamente con el ejercicio de la violencia por motivos de género, como es el caso de violencia sexual, pues no se debe incurrir en el error de propiciar la impunidad y obviar la responsabilidad de los culpables de estos delitos.

En todo caso, para que las políticas públicas centradas en una estrategia de paz total desde Colombia, entendida como un continuo conceptual de la paz integral (bandera de lucha de los movimientos de defensa de derechos humanos en Colombia); o de Frontera de Paz como se plantea desde el gobierno de Venezuela, se precisa de generar los espacios de diálogo con una mirada de integración por parte de ambos Estados y de la participación de las mujeres, a partir del reconocimiento de su condición de sujeto social subalterno y especialmente victimizado en el marco del conflicto armado colombiano, y de las dinámicas de erosión del estado de derecho y de las garantías ciudadanas acentuadas en los últimos años de crisis de las relaciones binacionales, de recesión económica en las regiones fronterizas y de recomposición de la guerra por el control del territorio fronterizo como un medio para la acumulación de capital.

Referencias bibliográficas:

Alvarado, S.; Rueda, E.; Gentili, P.; [et al.] (2016). Paz en Colombia: perspectivas, desafíos, opciones. 1ª ed. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO

Ávila, A.; León, S.; Niño, E.; Camargo, E.; Cañizares, W. y Guerra C. (2013). La frontera caliente entre Colombia y Venezuela. Narcotráfico, cartel de la gasolina, corrupción, paramilitarismo, retaguardia de la guerrilla. Edición Ariel Fernando Ávila

Botero, C. (2016). Sí a la paz. En Rueda, E.; Alvarado, S.; Gentili P. (Editores). Paz en Colombia: Perspectivas, desafíos, opciones. CLACSO, Buenos Aires: Argentina.

Forero, J. (2020). Crisis en la frontera colombo-venezolana: Derechos Humanos, migraciones y conflicto geopolítico. Espiral: revista de geografía y ciencias sociales (Vol. 2. N° 1: 2020). Pontificia Universidad Mayor de San Marcos.

Kout, K. (2002). Política, violencia y literatura. Anuario de estudios Americanos Tomo LIX, I. Katholische Universität Eichstätt. Consultado: 17 de septiembre de 2022 En: https://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/view/202/2

Linares, R. (2018). Seguridad y política fronteriza: una mirada a la situación de frontera entre Venezuela y Colombia. Universidad Externado de Colombia. Consultado: 20 de agosto de 2023 En: https://www.redalyc.org/journal/675/67559606008/

Mesa L., y Espinel, M. (2020). Movimientos migratorios Sur Sur: condiciones socio-sanitarias de las mujeres migrantes en situación de prostitución en el espacio fronterizo de Colombia-Venezuela. IDEP Salud, FLACSO República Dominicana Buenos Aires: Argentina

Mesa, V., y Mendoza, E. (2021). #Libres y seguras informe 2021. Programa de prevención de la trata de mujeres y niñas venezolanas en contextos migratorios. MULIER: Maracaibo, Venezuela.

MULIER, Venezuela (2023). 1.390 venezolanas fueron rescatadas de redes de trata en 2022 Consultado: 22 de agosto de 2023 En: https://muliervenezuela.medium.com/1-390-venezolanas-fueron-rescatadas-de-redes-de-trata-en-2022-4d95111c42a1

ONU (1985). Informe de la conferencia mundial para el examen y la evaluación de los logros del decenio de las naciones unidas para la mujer: igualdad, desarrollo y paz. Consultado: 17 de septiembre de 2022 En: https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N85/380/39/PDF/N8538039.pdf?OpenElement.

Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes (R4V) (2023). Refugiados y migrantes de Venezuela. Consultado: 25 de agosto de 2023 En: https://www.r4v.info/es/refugiadosymigrantes

Radl, R. (2011). Medios de comunicación y violencia contra las mujeres. Elementos de violencia simbólica en el medio televisivo. Revista Latina de Sociología, 1,156-181. Consultado: 11 de septiembre de 2022. En: http://revistas.udc.es/index.php/RELASO/article/view/1199/274

Reyes, A. (2022). Venezolanos en Colombia: cuántos hay, dónde están y otros datos. Consultado: 15 de agosto de 2023. En: https://www.wral.com/story/venezolanos-en-colombia-cu-ntos-hay-d-nde-est-n-y-otros-datos/20488869/#:~:text=Venezolanos%20en%20Colombia%3A%20cu%C3%A1ntos%20hay%2C%20d%C3%B3nde%20est%C3%A1n%20y,venezolanos%20est%C3%A1n%20viviendo%20ahora%20en%20el%20pa%C3%ADs%20vecino.

Rodríguez, De la Puente y Trejos (2018). Análisis de la frontera Colombia-Venezuela. 2219 kilómetros para la integración. Editorial: Universidad del Norte. Bogotá, Colombia.

Rodríguez, J. (2022). La “paz total” de Petro: los primeros pasos de la política de seguridad del Gobierno. Reportaje de El Espectador. Consultado: 30 de septiembre de 2022. En: https://www.youtube.com/watch?v=nmSWDWMMkMM

Segato, R. (2014). Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres. Sociedade e Estado, vol. 29, núm. 2, mayo-agosto, 2014, pp. 341-371. Universidade de Brasília. Brasília, Brasil.

Velásquez, M. (2016). Reflexiones feministas en torno a la guerra, la paz y las mujeres, desde una perspectiva de género. OpenEdition Books: Genève: Graduate Institute Publications.

Fuente: La autora escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

 

 

 

 

Comparte este contenido:

La paz con justicia social: un desafío para los pueblos de la frontera colombo- venezolana

Las fronteras se conciben como una construcción social e histórico- geográfica, en cuya estructuración se produce un sistema de relaciones en permanente movimiento, y una dialéctica de integración- desintegración condicionada por dinámicas socioculturales, económicas, políticas y militares. Desde el punto de vista de su metabolismo en relación con el sistema social, las fronteras son áreas nodales que sirven de soporte para la convergencia de flujos (procesos de intercambio de materia, fuerza de trabajo e información) de escales e intensidad variable.

La frontera en su realización concreta en la geografía como espacio fronterizo, es una entidad heterogénea y contradictoria que está determinada por un espectro de relaciones que configuran una territorialización y una espacialización de esas relaciones (está cualidad permite superar el umbral de los conceptos de linealidad fronteriza como hito o límite, o de zonalidad fronteriza como área de seguridad), en las que se producen tensiones divergentes entre las fuerzas centrípetas condicionadas por los poderes estatales y la legislación; y las fuerzas centrífugas de signo multidimensional, vectorizadas por los procesos de acumulación de capital de acuerdo con los diferenciales de desarrollo particulares, por sobre lo político-administrativo y lo jurídico (Forero, 2020).

Estas consideraciones genéricas ponen de manifiesto la naturaleza compleja de los sistemas de relaciones que estructuran y desestructuran las dinámicas de los espacios fronterizos. De igual manera, permiten vislumbrar tanto los modos de desarrollo desigual y combinado que se territorializan y reterritorializan de manera diferenciada en cada espacio fronterizo, incluso con variaciones sustantivas en el devenir histórico (tal y como ha sucedido en la frontera colombo- venezolana en los flujos y reflujos de auge- recesión de las relaciones comerciales, así como en el marco de tensiones políticas que han originado rupturas diplomáticas- comerciales e incluso -desde el año 2015- la instauración de políticas de excepción regionalizadas), como los conflictos explícitos e implícitos localizados en estas áreas nodales en su condición de expresión concreta de intereses económicos y geopolíticos.

Por tanto, pensar en las dinámicas de las fronteras en el contexto de las turbulencias sistémicas del tiempo histórico actual, nos remite a una espacialidad geográfica signada por la presencia de conflictos con formas y contenidos heterogéneos, entre las que sobresalen por su incidencia en las relaciones de poder: las guerras de posiciones implementadas por potencias imperialistas y emergentes en su interés de preservar, recuperar o ganar áreas de influencia (Ceceña, 2023); las renovadas guerras comerciales devenidas en los últimos años que han desencadenado un cambio del metabolismo en el sistema- mundo al revertir de manera parcial las corrientes de globalización de los mercados, las finanzas y las cadenas de valor (Roberts, 2022); y por supuesto, las confrontaciones bélicas de mediana y alta intensidad que emplean a los territorios fronterizos como objetos de guerra y teatros de operaciones que se corresponden con intereses geopolíticos (Forero, 2017).

Tal conflictividad de carácter sistémico, está determinada por dos funciones estratégicas de los espacios fronterizos para la configuración de la geografía del poder a escala mundial, las cuales están integradas de manera orgánica con los procesos metabólicos de acumulación de capital formalmente establecidos, y también con las relaciones de fuerza que determinan las posiciones y los flujos- reflujos de los agentes dominantes sobre los poderes estatales formales (tanto los nacionales como los supranacionales), los estados profundos (Deep state) y el haz de factores convergentes en las agencias no gubernamentales y las sociedades civiles transnacionalizadas.

La primera función relaciona a las fronteras como enclaves de intercambio y dispositivos para la expansión de circuitos económicos y con ello para la acumulación de capital a gran escala e intensidad (Harvey, 2007). Su instauración se ejecutó y se legalizó en el marco de las reformas a arquitectura institucional y las normativas del comercio exterior emergentes desde la postguerra y profundizadas en las últimas décadas del siglo XX (precisamente en el marco del auge de la referida globalización), a través de las cuales se desbordó la capacidad- potestad de los poderes estatales para ejercer el dominio y la fiscalización en su jurisdicción sobre los flujos de materia, fuerza de trabajo e información que se desplegaron en el contexto de un nuevo estadio de revolución científica- tecnológica e informacional (Santos, 2001).

La expansión incesante de los flujos y los circuitos de capital es el factor determinante de contradicciones sustantivas que se territorializan en las fronteras, y que determinan el crecimiento exponencial de una lógica de desregularización de las economías, cuyo funcionamiento se soporta en la superexplotación y precarización del factor fuerza de trabajo (a través de maquilas frecuentemente controladas por agentes del crimen organizado), la evasión y la elusión fiscal, la especulación financiera en ámbitos como el monetario y la relación crédito- deuda, la desposesión de bienes comunes mediante el extractivismo, los daños ambientales entendidos como externalidades, por mencionar los más notorios; así como de economías ilegales como la cadena de valor global del narcotráfico, la trata de seres humanos, entre otras actividades ilícitas que están proscritas ante la legislación de las naciones y del derecho internacional, pero en la práctica se insertan en el sistema financiero internacional y por ende con los factores económicos dominantes en el sistema- mundo (Emmerich, 2015).

La segunda función está interconectada y es definida por la primera, ya que está determinada por las contradicciones inmanentes de la lógica del capital, en particular por su necesidad de expansión incesante y sus tendencias hacia la concentración y la maximización de ganancias, lo que deriva en que las fronteras se conviertan en territorios en disputa, ya que se conciben como áreas estratégicas para el control y la influencia política- militar, como un medio o un prerrequisito para instaurar sesgos estratégicos que faciliten la expansión de los circuitos económicos.

La bifurcación de intereses económicos y políticos mediados por la regencia de factores de carácter militar, sean los formales del poder estatal, los irregulares o los híbridos en tiempos de privatización de la guerra y de aparatos offshore para hacer el trabajo sucio (como es el caso del paramilitarismo), permiten encontrar el sentido sistémico de la instauración de regímenes de facto que proscriben el Estado de derecho y erosionan el tejido social en los espacios fronterizos bajo narrativas como la defensa de la seguridad nacional; las guerras contra el terrorismo y el narcotráfico; la doctrina contrainsurgente ; la presunta amenaza que representan los migrantes; e incluso en latitudes como Europa del este, África o el medio oriente prejuicios étnico- religiosos- lingüísticos, a través de lo cual se induce el escalamiento de conflictos de alta, mediana y baja intensidad, mientras se normalizan las dinámicas de violencia multidimensional, de déficit institucional y de ausencia de garantías de derechos para la población.

La naturaleza conflictiva de los sistemas de relaciones de los espacios fronterizos resulta explícita en las realidades sociales del Sur Global (guerras de gran trascendencia geopolítica como las Libia y Siria, así como el escalamiento de guerras irregulares en África denotan está particularidad); pero las fronteras de las formaciones económico- sociales de naciones emergentes y metropolitanas no están exentas de estas tendencias: la guerra de Ucrania, las tensiones en torno a Taiwán, la criminalización de la movilidad humana en el mar mediterráneo y el tránsito de Centroamérica y Norteamérica, expresan la racionalidad de un orden social que por una parte ha fomentado la circulación de mercancías, y por otra parte proscribe los derechos humanos fundamentales de población migrante con necesidad de protección internacional .

Esta racionalidad ha producido la generalización de prácticas atroces para controlar los flujos de movilidad humana, tales como la tercerización de la gestión de las migraciones a través de campamentos inhumanos (una práctica empleada por la Unión Europea, en la que se subcontrata a países terceros para la mitigación de los flujos migratorios ), o la cacería de “ilegales” en la frontera sur de los Estados Unidos , las cuales se ejercen bajo una concepción de las fronteras como áreas y linealidades para la desregulación del Estado de derecho, como objetos de contención y de manera simultánea como dispositivos de marginación y de violencia estructural.

El panorama sistémico demuestra que la guerra en su acepción multidimensional, domina los sistemas de relaciones de los espacios fronterizos (sea por medio de la fuerza política- militar o de la agresión y las hostilidades financieras, comerciales, diplomáticas e incluso las culturales- simbólicas), como un mecanismo para la expansión de los mercados, las cadenas de valor y de suministro -los sistemas logísticos en general-, y los flujos financieros, con el propósito de imponer desde los centros metropolitanos una lógica de relaciones de acumulación por desposesión y de transferencia de rentas a través de la apropiación- explotación (intensiva) de los recursos del territorio y de la fuerza de trabajo.

Estas tendencias sistémicas se han acentuado en las últimas décadas, en gran medida por la corriente de políticas de excepción respecto al derecho internacional inauguradas en el marco de la invasión a Iraq a principios de siglo (bajo la doctrina de guerras preventivas y de una pretendida cruzada contra el terrorismo), así como del unilateralismo estadounidense para imponer tratados de libre comercio imperialistas y megaproyectos de posicionamiento político- militar de esencia neocolonial y contrainsurgente como el denominado Plan Colombia (bajo el pretexto de la presunta guerra contra las drogas).

Con base en esa racionalidad, la guerra se ha erigido como la narrativa fundamental de las acciones estratégicas de los centros de poder, guerra y capital son indisolubles en el mundo de hoy. Las diversas formas de guerra se conciben como el propósito y el instrumento para preservar el orden social regente y el metabolismo de los procesos de acumulación y reproducción ampliada de capital. Mientras tanto, a la luz de los hechos, los resultados de las guerras contra el terrorismo y las drogas más bien han exacerbado esos problemas en el mundo, y la subyacente guerra contrainsurgente como estandarte de civilización (orden y progreso) de las clases dominantes, ha ahogado en sangre y terrorismo de Estado a los pueblos.

En ese marco, es preciso insistir en que los espacios fronterizos se han convertido en eslabones fundamentales -por su carácter permeable- de los procesos de reconfiguración de las relaciones de poder económico- financiero, político y militar. Basta con visualizar los impactos de la guerra contra las drogas y de la doctrina contrainsurgente en las fronteras de Colombia con Venezuela y Ecuador, para poner en evidencia que esas estrategias han redundado en que estos territorios se hayan transformado en áreas nodales de la guerra y ¿paradójicamente? en enclaves de la cadena global de valor de la cocaína.

Precisamente esa doctrina contrainsurgente es la variable que explica la paradoja que conlleva a criminalizar a las regiones periféricas y las comunidades rurales, así como a la fuerza de trabajo vinculada con la producción de materias primas (mientras permite el flujo de las cadenas de suministro y los sistemas logísticos para que estas sustancias prohibidas lleguen al norte global), y que por la vía de la fuerza determina hechos de violencia cruenta, de desplazamientos forzosos y de saqueo de recursos y despojo de tierras; y de manera simultánea, genera torrentes de plusvalía para los agentes que controlan las cadenas de circulación y de consumo a gran escala de esta industria de esencia criminal pero integrada orgánicamente con el sistema financiero y los estamentos políticos del poder sobre el Estado -los formales y los informales- (Emmerich, 2015).

Las fronteras se configuran entonces como soporte material e instrumento de estrategias de guerra implementadas e instauradas por los centros de poder. El reconocimiento de esta realidad es el primer paso para pensar en la utopía necesaria de construcción de una nueva racionalidad (desde los pueblos) en los sistemas de relaciones que constituyen y estructuran a los espacios fronterizos, a partir de la premisa de que ninguna realidad es inmutable y que la humanidad en sociedad tiene la potencia para transformar esa tendencia histórica y esa lógica sistémica.

Pensar en fronteras para la paz y luchar por ese objetivo significa una acción subversiva respecto al orden social regente, en la medida en que se plantea como una contradicción antagónica de la racionalidad dominante. Aún en las circunstancias más complejas, como las experimentadas en las regiones de la frontera colombo- venezolana en los últimos años, los pueblos son capaces de tejer estrategias de resistencia para establecer canales de comunicación y dinámicas de integración en contravía a las imposiciones de los poderes estatales y de las adversidades de la crisis sanitaria devenida en el marco de la pandemia del coronavirus; para fortalecer vínculos de amistad y solidaridad que permitan amparar a personas con necesidad de protección internacional (con canales de información para alertas y redes de resguardo de víctimas); y en esencia, para defender la alegría como una trinchera y para defender el derecho de vivir en paz.

La verdad y la memoria también son estandartes de esa construcción de paz. Mientras se escriben estas líneas se ejecuta en localidades de la frontera colombo- venezolana la búsqueda de personas desaparecidas por parte de familiares de las víctimas de estos hechos aberrantes, defensores de derechos humanos y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), y se produjo el hallazgo de los hornos del horror paramilitar en plena linealidad fronteriza, en Juan Frío del departamento de Norte de Santander, en los cuales los paramilitares incineraron seres humanos con total impunidad, en el marco histórico de un discurso negacionista de tales hechos por parte de los gobiernos de Álvaro Uribe (apologista de la guerra que fungía como presidente de la República en el momento de la perpetración de tan abominables crímenes), Juan Manuel Santos e Iván Duque ; la pusilanimidad de la fuerza pública y del sistema de justicia, la complicidad implícita en un pacto de silencio y omisión por parte de los sectores dominantes de los medios de comunicación de Colombia, y una actuación tímida de la comunidad internacional.

Pese a todo, la paz sigue en el horizonte de la conciencia de los pueblos como una aspiración esencial. Por supuesto, no se trata de la pax imperialista, la evocación estadounidense de pax romana en la que no hay paz y mucho menos justicia social; tampoco la paz como una quimera de abolición de los conflictos, ya que estos son constitutivos e inherentes de la condición humana; sino la paz como una práctica social y una realización humana imperfecta, compleja y conflictiva . Ese es el desafío en el tiempo histórico actual, construir un devenir histórico de paz con justicia social.

En ese sentido, los pueblos de las regiones fronterizas -como víctimas de la guerra y como agentes de resistencia a los factores de poder que imponen esas guerras- deben ser interlocutores de los poderes estatales, porque la paz es una construcción colectiva que se origina en torno a consensos y corresponsabilidad. Por tal motivo, se coincide con Muñoz (2004) en afirmar que la paz se corresponde con “todas aquellas realidades en las que se regulan pacíficamente los conflictos, en las que se satisfacen al máximo las necesidades y los objetivos de los actores implicados”. (p. 30).

La paz no se decreta, y está comprobado que no es suficiente firmarla. La paz tampoco significa o se restringe únicamente la reducción de la violencia, sino más bien es como plantea el precitado Muñoz: una plataforma, un punto de encuentro de las sociedades para la transformación o gestión pacífica de los conflictos y la búsqueda de equilibrios dinámicos, para que estos conflictos puedan ser procesados mediante el diálogo y tramitados de manera creativa en atención de la satisfacción de necesidades y la garantía de derechos de la población.

Referencias

 Ceceña, Ana (2023). Las guerras del siglo XXI. En: Las guerras del siglo XXI / Ana Esther Ceceña, [et al.]; Coordinación general de Ana Esther Ceceña. – 1a ed. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO; Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Económicas; Ciudad de México: Observatorio Latinoamericano de Geopolítica; Ciudad de México : Universidad Nacional Autónoma de México, 2023.

 Emmerich, Norberto (2015). Geopolítica del narcotráfico en América Latina. Instituto de Administración Pública del Estado de México, A.C. Toluca.

 Forero, Jorge (2020). “Crisis en la frontera colombo-venezolana: Derechos Humanos, migraciones y conflicto geopolítico”. Publicación: Espiral: Revista de Geografías y Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Mayor de San Marcos. 2(3), 2018. 005–014. https://doi.org/10.15381/espiral.v2i3.18447

 Forero, Jorge (2017). ¿Las fronteras como espacios de crisis, o la crisis sin fronteras? Una lectura crítica de la coyuntura 2015-2016 en frontera colombo-venezolana. Revista Intelector. v. 14 n. 28 (2017): 47–60. ISSN 1807-1260 – [CENEGRI]. https://doi.org/10.26556/1807-1260.v14.n28.p.47-60.2017

 Harvey, David (2007). El nuevo imperialismo. Akal, 2da Edición. Madrid

 Muñoz, Francisco (2004). La paz. En B. Molina & F. Muñoz (Coords.), Manual de paz y conflictos (pp. 21−42). Instituto de la Paz y los conflictos. Disponible en: http://ipaz.ugr.es/wpcontent/files/publicaciones/ColeccionEirene/eirene_manual/La_Paz.pdf

 Muñoz, Francisco A.; Herrera, Joaquín; Molina, Beatriz & Sánchez, Sebastián (2005). Investigación de la Paz y los Derechos Humanos desde Andalucía. Granada: Universidad de Granada. Disponible en: http://www.ugr.es/~fmunoz/documentos/pazddhhand.pdf

 Roberts, Michael (2022). ¿Ha terminado la globalización?. Disponible en: https://www.sinpermiso.info/textos/ha-terminado-la-globalizacion

 Santos, Milton (2001). La naturaleza del espacio. Ariel, Madrid.

 

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

 

 

Comparte este contenido:
Page 59 of 3023
1 57 58 59 60 61 3.023