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¿Hacia donde se mueve la clase obrera?

Por: Luis Bonilla-Molina.

Ensayos sobre las izquierdas desde América Latina y el Caribe

  1. El portentoso trabajo de Marx

Cuando vemos con más de 150 años de distancia la obra de Carlos Marx (1818-1883) reconocemos el trabajo de un portento de las ciencias sociales, quien realizó uno de los más importantes esfuerzos por conocer y comunicar la dominación, la explotación del hombre por el hombre, la constitución del capitalismo y la conformación de las clases sociales en el nuevo periodo histórico en el que le correspondió vivir. Marx es un gigante de su tiempo cuya producción intelectual continúa contribuyendo al estudio de la lucha de clases.

Marx insistió siempre en la necesidad de vincular todo pensamiento a las relaciones de producción existentes en una sociedad, en un tiempo histórico. La mayor potencia de su trabajo está en la construcción de un método, un camino para comprender la dialéctica relación entre opresores y oprimidos. Acercarnos a la producción teórica de Marx como textos cerrados e inamovibles sería un insulto a su trabajo. Es urgente una aproximación al pensamiento de Marx como trabajo vivo, en permanente actualización.

Un aspecto central del trabajo de Marx es su definición de clase obrera y el rol protagónico de ésta en la transformación estructural de la sociedad capitalista de la primera y segunda revolución industrial. Marx trabajó y redimensionó el trabajo de Hegel (1770-1831) heredando de este su esperanza en el mañana. Marx valoró la voluntad para el cambio e insistió hasta la saciedad en la necesidad de vincular la voluntad con la conciencia y el pensamiento crítico.

Precisamente desde el pensamiento crítico es necesario y urgente, volver a estudiar no solo la estructura de clases existente en el capitalismo del siglo XXI, sino la fisonomía y características que ha adquirido la clase obrera en la actualidad, en el marco de la tercera revolución industrial y los prolegómenos del cuarto giro tecnológico en el modo de producción capitalista. Este no puede ser un esfuerzo ocioso, ni meramente académico, sino profundamente asociado al proyecto histórico de construcción de otro mundo posible.

  1. El concepto de clase. Clase en sí, Clase para sí

El primer dilema es ¿a cuál clase obrera se refería Marx?, si a la fabril e industrial o a todos los trabajadores que convierten su fuerza de trabajo en mercancía. Desde de mi punto de vista, Marx se refería a la clase obrera fabril, industrial, cuando hablaba del sujeto histórico de la revolución proletaria. La condición de asalariado o de trabajador (tipo individual, de servicios, empleados públicos, ocasionales) en el mejor de los casos logra hacer posible, desde el enfoque marxista, una toma de conciencia sobre su condición en sí, pero difícilmente lograrían tomar conciencia de “clase” para sí. El proceso de toma de conciencia para sí, no es un acto que se pueda simplificar con el estar juntos, sino todo un proceso de aprendizaje reflexivo que se genera alrededor de la organización en el mundo del trabajo en la fábrica, la industria. Los empleados de Microsoft, en las oficinas del Banco Mundial, la cadena de comida rápida o los supermercados, un Ministerio e incluso de la universidad, que realizan juntos su labor y se encuentran en el sitio de trabajo, no por ello adquieren una conciencia en sí de clase obrera que vende como mercancía su fuerza de trabajo. Marx elaboró su concepto de trabajo asalariado no solo en la producción, sino también en la distribución y venta de mercancías, pero considero que su noción de clase obrera como sujeto revolucionario central, era mucho más restringida al proceso productivo. El agruparse como masa, no es sinónimo de toma de conciencia. Respecto a la clase obrera Marx señalaba: “esta masa es ya una clase respecto al capital, pero aún no es una clase para sí”[i] debido a que “los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha común contra otra clase”[ii], “en la lucha […] esta masa se une, se constituye como clase para sí”[iii]. (p.34, )

Los procesos de conformación y constitución de las clases sociales son aplicables no solo a la clase obrera. Las incomprensiones al respecto llevaron por ejemplo en Venezuela, a generar reiterados y fallidos intentos por conformar a gran escala el campesinado como clase social, disminuida como había ocurrió en el último siglo producto del rentismo petrolero. Para ello se pensó que, con incentivos crediticios, dotación de tierras y conformación de asociaciones cooperativas sería suficiente para construir desde afuera a una renovada clase campesina. Ello se hizo obviando factores culturales de carácter histórico inherentes a un Estado que había anidado a la burguesía alrededor de la importancia de mercancías producidas ya y listas para el consumo. En esta realidad la mayoría de los ciudadanos a quienes se le pretendía inducir a convertirse en campesinos, valoraban mucho más las facilidades que giraban alrededor del consumo de lo importado que de lo sembrado. La relación de los hombres y mujeres que trabajan la tierra y se constituyen en campesinado demanda unas condiciones de trabajo material sustantivamente distintas a las citadinas. El campesinado que persiste y garantiza su aporte en volúmenes de comida al resto de la población, tiene un conjunto de comportamientos y prácticas asociadas a su relación productiva con la tierra, propios de una clase que no se adquirieron de la noche a la mañana. Estos campesinos cuando han ido tomando conciencia de clase, se han movilizado contra los agro tóxicos o contra la industrialización del agro que los haría desaparecer.

Algo parecido ocurrió con intentos por conformar una clase obrera para sí, de manera simplificada o fast track. Las empresas autogestionadas que fueron puestas en marcha y funcionaron fueron aquellas que venían de relación pre existente entre capital y trabajo que les había permitido a sus integrantes ser una clase en sí. Fue a partir de la toma de conciencia de su condición de clase para sí, en intentos por romper con la dominación contra la especulación y explotación del capital cuando se plantearon tomar el control de la producción. Es cuando inician enlazamientos con cadenas productivas y de circulación de mercancías que le permitieran apropiarse de todo el circuito de producción. Y entonces entendieron la necesidad de redistribuir socialmente el plusvalor de estas mercancías. No bastaba con dar la fábrica para que fuera conducida por hombres y mujeres trabajadoras que no se habían constituido aún como clase en sí. Esto viene a ser significativo para comprender dialécticamente los avances y retrocesos en la conformación de la cultura proletaria. La propia organización autogestionaria de los trabajadores en el marco de una sociedad capitalista les permitió entender a los trabajadores la relación entre Estado y supremacía de la ideología burguesa y saber que la contradicción también escala y hay que prepararse para ello.

Marx insistía que una clase social no está determinada mecánicamente por su lugar en la estructura social. Una clase social no es el resultado de una reingeniería social realizada desde un centro de poder por simple deseo, al mejor estilo de las ciencias sociales positivistas, sino la consecuencia de cómo se estructura el modo de producción dominante y las tensiones entre capital y trabajo. Las clases sociales desarrollan una cultura, un performance, unos rituales e imaginarios que demandan una temporalidad, es decir, no se hacen de la noche a la mañana. Esa incomprensión ontológica sobre el ser colectivo obrero, llevó incluso a organizaciones revolucionarias a considerar que si un profesional militante hacía unas “pasantías” en la fábrica se proletarizaba y se convertía en militante obrero mientras estuviera laborando junto a la clase. Esto generaría serias limitaciones epistemológicas para entender luego las transformaciones del sujeto revolucionario en el marco de la tercera revolución industrial.

En el tiempo de Marx era precario el desarrollo tecnológico, en comparación con la aceleración que ha adquirido la innovación en este campo en los últimos setenta años. La escala de innovaciones tecnológicas de la primera y segunda revolución industrial construyeron un imaginario de futuro en el cual era previsible la multiplicación de fábricas por doquier para poder cubrir las necesidades fundamentales y el consumo alienado que generaba el capitalismo. Este crecimiento exponencial de las fábricas e industrias situaría a la clase obrera en todos los lugares y territorios haciendo posible la revolución proletaria y la sociedad comunista. Pero ello no ocurrió así.

  1. La clase obrera

Al lograr constituirse el capitalismo avanzado a escala planetaria, el mundo se estructuró en a) lugares orientados a la extracción de materias primas; b) centros de transformación de las materias primas en insumos; c) sitios y cordones fabriles donde se producían las mercancías; d) un universo en expansión de servicios alrededor de la producción y el consumo. La clase obrera se convirtió en la fuerza de trabajo que producía las mercancías, generándose plusvalía y la espiral de expansión capitalista.

Como lo pensó Marx la clase obrera por un largo periodo, construiría una cultura propia que posibilitaba su toma de conciencia para auto convertirse en sujeto revolucionario. El partido revolucionario como lo haría la I y II Internacional y un periodo significativo de la III antes de su burocratización y liquidación cumpliría el papel de síntesis histórica para garantizar la transición revolucionaria entre períodos de repliegue de la lucha proletaria a situaciones revolucionarias. En muchos casos la “vanguardia” sería incapaz de acompañar el emerger de la propia revolución, pero ello no desmerita la importancia de su rol transicional. La cuarta internacional fundada por León Trotsky (1879-1940), solo dos años antes de su asesinato, aunque representa hoy el acumulado histórico de las luchas proletarias del siglo XX, no ha podido cumplir su rol de Internacional con influencia de masas.

La organización de las rutinas de la fábrica y la industria iban generó el agenciamiento del nuevo estrato, desterritorializando a los hombres y mujeres de la fábrica respecto a sus orígenes y creando un nuevo territorio donde se ejercía el trabajo. El trabajo material concreto requería la conformación de una máquina ideológica abstracta. Pero ese proceso construía como lo señaló Marx, una dinámica rizomática en el cual se constituía la clase obrera en sí. Cada cierto tiempo se quebraban los dispositivos de control cuando la clase adquiría conciencia para sí y, se daba inicio a formas diversas de acción revolucionaria.

¿Cuales eran estas rutinas que cohesionaban a la clase hasta hacerla tomar conciencia de sí? Cronos, el tiempo como organizador del espacio, del lugar. Para que el sistema funcionara había un tiempo para todo, para llegar a la fábrica, para saludarse y reconocerse desde la última presencia. Quien escapaba al rigor del tiempo ponía en peligro la eficacia, el cumplimiento de la tarea, la seguridad y hasta el salario del otro, de los otros. La precisión en la rutina, el adecuado manejo del fragmento que a cada uno le correspondía fusionaba al individuo con lo colectivo. El uso racional de los grados de libertad que cada uno conservaba como espejismo de libertad, los cuales se asumían sin que ello afectara a los demás. La anticipación del error posible, del fallo catastrófico que afectara el universo de cada uno. La normalización de los intervalos de trabajo, descanso, alimentación, higiene, diálogo, para disipar los privilegios entre iguales. La capacidad de actuar en dinámicas estandarizadas como un mecanismo sincronizado, que a su vez convertía a toda la clase en una maquinaria abstracta que trabajaba lo concreto. En ese sentido, el barrio obrero se convertía en una extensión de la fábrica con tiempos y rutinas cada vez más homologadas. Los problemas comunes abrían el espacio para compartir las soluciones. Los lazos de familia extendida se concretaban entre compañeros de trabajo. La vuelta a la fábrica cada día se convertía más en un nosotros que en un yo. Lo nuevo en la fábrica, en la industria demandaba la inteligencia colectiva, el aprender juntos para evitar que alguien quedara fuera del nuevo territorio. La hora de la comida, el encuentro en los baños, las conversas breves entre intervalos, se convertían en espacios para compartir angustias, para hablar de los problemas individuales que de alguna manera se asumían comunes. La opresión del trabajo alienante comienza a ser concienciado y expresado; la plusvalía se convierte en un detonador de aspiraciones para mejorar las precarias condiciones de vida. Resulta evidente que mientras los unos (ellos y ellas) trabajan, los otros viven del excedente de venta de las mercancías. Esto último posibilitó, la toma de conciencia sobre el poder de la acción colectiva. El sindicato surge como expresión organizativa, en el campo defensivo, pero también ofensivo. El estallido rizomático de la rebeldía, la huelga, el conflicto por mejores condiciones de vida a partir del trabajo que se realiza, permite lograr victorias que habrían resultado esquivas por otra vía; es el momento del inicio del movimiento de los engranajes de la conciencia en si en la conciencia para sí. El conflicto permite descubrir, producto de la solidaridad que generó, que hay quienes están inconformes con la situación en la que se trabaja y vive: otros trabajadores, estudiantes, profesoras, mujeres, sexo diversos, indígenas, afrodescendientes. El partido, los partidos revolucionarios se visibilizan y se tornan de carne y hueso cuando se encuentra que uno de los suyos es parte de esa organización. El acumulado, la experiencia históricaconfigura una cultura proletaria de importancia histórica singular. El proceso se repite una y otra vez, pero no termina de producirse la situación subjetiva revolucionaria que empalme con las condiciones objetivas para el cambio estructural; pero el pensamiento marxista seguía apostando y trabajando para ese momento de la revuelta proletaria. Para el marxismo la constitución de la clase como el sujeto revolucionario no deriva de un deseo, de ser un pueblo elegido, sino de las condiciones histórico materiales que crean las condiciones de posibilidad para que ello ocurra.

Una dosis de evolucionismo histórico se apoderó de una parte importante del pensamiento marxista. Esta dinámica se vigorizó con el triunfo de la revolución bolchevique y el ciclo de revoluciones en los países atrasados. Marx no previó, ni tenía por qué hacerlo, el surgimiento del estalinismo y con ello el inicio de procesos de restauración capitalista que durarían décadas en eclosionar, aunque aún sus variantes China, Coreana y Vietnamita mutan sin diluirse. El estalinismo quebró la noción lineal y la visión de la historia como un proceso de evolución irreversible; mostró que había “retrocesos” y evidenció a infalibilidad de lo cualitativo como superación de lo cuantitativo. Muchos marxistas consideran que la precaria comprensión de la relación entre medios de producción y tecnología aceleró la caída del socialismo real.

Katz, C (1997) a partir de los estudios de Aronowitz (1988) considera que las interpretaciones de Bernstein (1850-1932), Kaustky (1854-1938), Hilferding (1877-1941), Plejanov (1856-1918), Bauer (s/f) son mecanicistas respecto a papel dinamizador de lo tecnológico en el avance ininterrumpido del progreso. Considero que el marxismo de esa época era en gran medida determinista e histórico evolucionista por lo que era natural las derivaciones mecanicistas de algunas formulaciones. Sin embargo, ello no nos puede llevar a desestimar el trabajo de conjunto de estos revolucionarios. En el caso de Plejanov, es necesario retomar sus elaboraciones respecto a la concepción marxista de las fuerzas productivas como tecnología, porque las nuevas generaciones de marxistas lo han desestimado y ello resulta fundamental para entender la situación de la clase obrera en el siglo XXI.

La visión economicista que se hace respecto al trabajo de Marx desestima la importancia que este le otorgó en su pensamiento a la cultura, mucho más allá del campo de lo ideológico. Pero Marx fue un hombre de su tiempo histórico por lo tanto hay desarrollos tecno culturales que no conoció y por ende no incorporó en sus reflexiones. Marx fue un hombre del mundo de la prensa. El periódico y el libro impreso constituían el imaginario de última generación tecnológica en el campo de la reproducción cultural. Sus trabajos sobre la prensa obrera subrayaban la importancia de este medio para la difusión de las ideas y las experiencias proletarias. Marx no presenció el impacto en la cognición humana y de la clase obrera de la comunicación de masas centrada en lo visual-auditivo, la radio. Marx no conoció ni presenció el impacto ideológico de una innovación como la televisión que reproducía la ideología dominante las veinticuatro horas del día, mucho menos la revolución digital, la web y la virtualidad. Pero fundamentalmente como científico social no tenía posibilidades concretas de prever el impacto de estas innovaciones en el mundo del trabajo, en los medios de producción y la organización social. Lamentablemente buena parte de las nuevas generaciones de marxistas posteriores a su muerte, tuvieron una aproximación dogmática y cuasi teológica a su pensamiento, concentrada en la comprobación de sus hipótesisde trabajo más que en su actualización permanente.

  1. La noción de proletariado

Los orígenes italianos y reproducidos en el Derecho Romano del concepto de proletariado, para referirse a aquellos individuos que no poseen más propiedad que su fuerza de trabajo, es un término que ha generado discusiones e interpretaciones diversas en el campo del marxismo. Pareciera que en Marx la noción de proletariado es más totalizante y referida a todos los explotados por el capital en el mundo laboral quienes toman conciencia de su situación y deciden movilizarse en colectivo para cambiar la situación de injusticia y explotación.

La clase obrera industrial y fabril estaría en el corazón del proletariado y sería su motor para abrirle paso a la revolución socialista, al comunismo. De allí la frase del Manifiesto Comunista (1848) ¡¡Proletarios de todos los países uníos!! En este sentido, la condición proletaria se convierte en un referente estratégico en la labor del partido revolucionario, de la vanguardia, de los comunistas.

  1. El concepto abarcante de trabajador

El desarrollo científico y tecnológico comienza a vivir una aceleración históricamente inusual en el siglo XX, con redobladas expresiones en el periodo post guerras mundiales. Aunque es justo decirlo, la aceleración no disminuyó en los periodos de confrontación bélica, sino que su uso en la producción y el surgimiento de la cultura de masas fue limitado. La aceleración de la innovación científico tecnológica fue impactando de manera precisa al modo de producción y a la estructuración del trabajo fabril e industrial. La incorporación de las innovaciones científicos tecnológicas en la producción fabril e industrial aumentó la capacidad productiva de las mismas, eso sí, requiriendo menos mano de obra y quebrando la idea inicial de fábricas por doquier.

La nueva realidad del mundo productivo comienza la tendencia a acoplar al y la trabajadora mucho más a las tecnologías que al trabajo del otro y la otra. Este es un proceso gradual y casi imperceptible que genera nuevas resistencias fundamentadas en la memoria histórico-cultural acumulada por la clase obrera. Pero la rueda comienza a girar en la estructura del modo de producción y ello comienza a expresarse en el conjunto de la sociedad.

La organización del creciente número y formas de mercancías hace necesaria la creación del ciudadano consumidor para poder concretar el ciclo de apropiación del plusvalor. Mientras la clase obrera ve estancado y muchas veces disminuido su tamaño porcentual en la población, se multiplica la creación de nuevos empleos y puestos de trabajo en áreas de los servicios, la administración y el desarrollo de mercancías inmateriales.

El empleo y el trabajo que se expande contiene unas condiciones histórico materiales que promueven mucho más la competencia que la solidaridad, a pesar de ser parte estos trabajadores de quienes no tienen otra propiedad para vender que su fuerza de trabajo. La expansión de la cobertura educativa por parte de los sistemas escolares conforma un nuevo trabajador titulado que solo puede vender lo que sabe hacer para obtener capacidad de compra de alimentos, vivienda, transporte y ser el soporte económico de los más chicos.

El estancamiento y disminución numérica de la clase obrera respecto al universo del mundo del trabajo es nuevamente problematizado por el campo marxista. Pero además la clase obrera inicia un periodo de baja presencia política, en contraste con un creciente protagonismo de los estudiantes trabajadores, los maestros, enfermeras, médicos, pilotos, etc.

Esto se resuelve teóricamente de diversas maneras en el campo marxista. Mientras la mayoría de marxistas continúan desestimando el impacto de la innovación científico-tecnológica en la conformación de la clase obrera como clase en si y para sí, Daniel Bensaid (1946-2010), lo resuelve asumiendo el concepto de trabajador como abarcante a todas las formas de explotación y venta de la fuerza de trabajo como mercancía a los capitalistas y, Guy Standing (1948-   ) intenta explorar y actualizar el horizonte del marxismo hablando de precariado. Más recientemente ese debate se ha planteado en términos de posibilidad de disolución de la clase obrera o negación de este enunciado ante el avance de la robótica en el modo de producción capitalista, para lo cual marxistas como Harvey (1935-   ) han expresado su oposición a esta posibilidad.

En la década de los sesenta del siglo XX se inicia la tercera revolución industrial, con ciclos internos que se identifican a nivel de público con determinados productos, pero que tienen múltiples expresiones en el modo de producción. Hasta ahora las generaciones de la tercera revolución industrial se conocen a nivel del público como a) era de la super computadora; b) computadora en casa; c) computadora portátil; d) video juegos, internet, la web y el mundo digital en casa; e) redes sociales y capitalismo cognitivo y; e) realidad virtual, inteligencia artificial, nanotecnología y conexión 4G. Estas innovaciones están reconfigurando el mundo del trabajo como lo analizaremos en otro artículo con datos cruzados.

Lo cierto es que la mutación y multiplicación de las formas y expresiones de venta de la fuerza de trabajo como mercancía al capital, ha generado una expansión sin precedentes de la mentalidad, de la cultura de la clase media. El problema es que el marxismo ha construido una narrativa pequeño burguesa de la clase media que limita la comprensión de su desarrollo en el siglo XXI. Sobre ello volveremos de manera exclusiva en otro artículo.

Buena parte de la evidencia empírica muestra una intención de hegemonía de la lógica del consumo y bienestar de la clase media entre los trabajadores, no de condición proletaria. Los trabajadores comienzan a ver el estilo de vida de la clase media, el performance cultural de ésta como su ideal, muy alejado de las previsiones de un mundo altamente planificado y en asamblea permanente de reorganización social. El ocio creativo y la diversión ideológicamente pragmática se han instalado en los imaginarios de buena parte de la clase trabajadora (…. Continuará)

En los próximos artículos de esta serie trabajaremos: problemas y situaciones novedosas presentes en la fábrica de la tercera revolución industrial. La pérdida de protagonismo social de la clase obrera. Mutaciones en las narrativas de las izquierdas. La odiada clase media y el capitalismo cognitivo del siglo XXI. Los chalecos amarillos ¿un nuevo despertar de la clase para sí? ¿Qué es esa vaina de la Cuarta revolución industrial en el mundo del trabajo? Y que pasa si se cumplen los pronósticos sobre la curta revolución industrial. ¿Desaparece la idea socialista? Volver al método de Marx. ¿Es suficiente con rescatar el idealismo Hegeliano?

Lista de referencias

Barronco, Oriol (2006). ¿Todavía la clase obrera y la condición proletaria? En Revista Viento Sur, Nª 86, pag. 42-49

Claudio Katz: Discusiones Marxistas sobre tecnología, Teoría, en Razón y Revolución nro. 3, invierno de 1997, reedición electrónica. Disponible en http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/prodetrab/ryr3Katztecnolo.pdf

Deleuze, Gilles y Guattari, Felix (1997). Mil Mesetas: capitalismo y Esquizofrenia. Ediciones Pre-Textos. Valencia. España.

Marx, Karl Miseria de la Filosofía, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, p. 158.

Marx, Karl El Capital, Libro 1, Cap. IV.

Fuente del artículo: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2019/02/03/hacia-donde-se-mueve-la-clase-obrera/

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Venezuela: Fundayacucho inició convocatoria de becas China-Venezuela 2019

Redacción: Aporrea

La Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho) dio inicio a la convocatoria de Becas de los acuerdos China- Venezuela.

Fundayacucho está haciendo un llaado a los jóvenes profesionales, docentes e investigadores venezolanos, sobre el inicio de la convocatoria pública y abierta para cursar estudios en especialidades, maestrías y doctorados en áreas productivas que permitan sustituir el modelo económico rentista a un nuevo modelo económico- productivo para el desarrollo del país.

Se da cumplimiento con los lineamientos emitidos por el Presidente Constitucional, Nicolás Maduro; en aras de fortalecer la economía nacional a través de los 15 Motores Productivos que conforman la Agenda Económica Bolivariana.

Las áreas ofertadas en este proceso son: Ingeniería, Construcción, Ingeniería e Innovación Automotriz, Minerales, Metalmecánica y acero, Diseño Industrial, Tecnologías de la Información y la Comunicación, Nanociencia y Nanotecnología, Biotecnología, Ciencia y Tecnología Espacial; Ciencias Básicas, Biología, Física, Química; Ciencias del Agro y del Mar, Agricultura y Seguridad Alimentaria, Ciencias Sociales, Economía, Comercio Internacional y especialidades en el marco de los 15 Motores Productivos.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/n337750.html

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Caos geopolítico y lucha de clases

Por: Raúl Zibechi

La crisis venezolana puede   saldarse con una guerra civil e internacional si no se consigue frenar el militarismo rampante de quienes quieren voltear al gobierno de Nicolás Maduro, apelando a un golpe de Estado que complemente la desestabilización que se promueve desde Washington. Sería un desastre para los venezolanos y para toda la región.

Desde una posición de principios, la no intervención en los asuntos internos de otros países es un asunto básico. El respeto a la soberanía nacional es absolutamente independiente de la posición que cada quien tenga sobre lo que sucede en el país, el carácter del gobierno y la calidad de sus instituciones.

Quienes sufrimos las dictaduras en el Cono Sur, nunca pedimos la intervención extranjera para derribarlas. Ni ahora pedimos que se intervenga en Arabia Saudita por ser una régimen deplorable que, además, desató una guerra genocida en Yemen.

Lo que está sucediendo en Venezuela implica la interacción entre tres actores: el pueblo venezolano, el gobierno, las fuerzas sociales, políticas y militares que lo apoyan y las grandes potencias, en particular Estados Unidos. Los tres tienen intereses distintos que en algunos casos convergen y en otros son antagónicos.

Quien esto escribe apoya al pueblo venezolano, rechaza el intervencionismo pero no respalda al gobierno de Maduro, que muestra una deriva autoritaria y antipopular. El problema de quien mantiene esta posición, es que el concepto pueblo venezolano está siendo manipulado desde todas las tiendas, pero además no existen organizaciones o convergencias que encarnen una representación significativa de ese pueblo.

Creo que la situación actual amerita varias consideraciones.

La primera es que vivimos un periodo de hondo caos geopolítico que durará algunas décadas. Dos grandes grupos de países juegan sus intereses en Venezuela: Estados Unidos apoyado por la Unión Europea y China apoyada por Rusia. El que tiene la iniciativa (lo que no quiere decir que vaya a prevalecer) es Estados Unidos, que busca revertir sus derrotas en Medio Oriente y en el mar del Sur de China, hacerse fuerte en el Caribe y en el resto de América Latina para enlentecer su decadencia hegemónica.

El nuestro es el único continente donde Washington ha cosechado victorias en la pasada década. Ha sido su patio trasero durante más de un siglo y desde finales del siglo XIX invadió países, desestabilizó y derribó gobiernos que no le eran afines promovió el ascenso de dictaduras y gobiernos conservadores. En las pasadas décadas apoyó y armó la contrarrevolución en Nicaragua en la década de 1980, la invasión de Granada en 1983, la invasión de Panamá en 1989 y la invasión de Haití en 1994, derribando gobiernos legítimos e imponiendo a sus aliados. En 2002 Estados Unidos apoyó el fallido golpe de Estado en Venezuela.

En los próximos años asistiremos a la profundización de este caos. Se sucederán gobiernos de signos opuestos y llegarán al poder ultraderechas que parecían erradicadas del panorama político. El ministro de Educación de Jair Bolsonaro se despachó con una frase que representa a esta nueva derecha: La universidad no puede ser para todos, hay que reservarla a una élite intelectual (goo.gl/Fu2aAp).

La segunda cuestión es que los pueblos no tienen una organización que los represente, ni un caudillo, ni un partido o movimiento. Esto puede ser positivo, ya que venimos de un periodo de unificación de fuerzas que al homogeneizarse perdieron su capacidad de resistir y combatir. Tanto la resistencia como la creación de lo nuevo son múltiples, heterogéneOs en sus tiempos y modos de hacer y caminar.

Pero el hecho de que exista mucha dispersión y que las fuerzas y pueblos que resisten no construyan convergencias y establezcan códigos comunes que les permitan dialogar y aprender mutuamente, es una desventaja en estos momentos en los que necesitamos reconocernos y encontrarnos entre los abajos.

Entiendo que estas confluencias están siendo muy complejas, y encuentran dificultades por las diferentes trayectorias y culturas políticas de cada quien, por los egos de muchas organizaciones y de muchas personas entre las que resistimos. Pero sobre todo están jugando en contra las iniciativas de la banca mundial aplicadas por los gobiernos, conservadores y progresistas, que se resumen en políticas sociales que alivian la pobreza aunque no la resuelven, pero garantizan la gobernabilidad y la división del campo popular.

La tercera cuestión son los gobiernos. Tenemos un buen puñado que practican el discurso antisistema. El principal es el de Brasil, pero la mayoría han adoptado ese popular discurso. Las diferencias son mínimas: conservadores y progresistas gobiernan para los de arriba. Están ahí para ahogar las autonomías de abajo porque, a la larga, saben que son las únicas capaces de transformar el caos sistémico en mundos nuevos, donde los pueblos sean los protagonistas y no el capital. Ninguna transición en la historia se hizo desde arriba.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=252045

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Los relojes y el tiempo

Por: Franklin Gonzáles

Un proverbio afgano dice: “ustedes tienen los relojes, nosotros el tiempo”, lo cual ha sido puesto en práctica por los talibanes que han logrado derrotar a los invasores ingleses, soviéticos y ahora a la OTAN con Estados Unidos a la cabeza.

El escritor e historiador escocés, William Dalrymple, en su libro: El retorno del rey. La aventura británica en Afganistán 1839-1842, cuenta la historia de la primera guerra anglo-afgana y sostiene que es probablemente la mayor humillación sufrida por Occidente en Asia.

Esa guerra de 1839-1842, librada de acuerdo a una “fake news”, mediante la cual se afirmaba que un representante ruso había sido enviado a Kabul para crear el pánico sobre una supuesta invasión rusa, ante lo cual el embajador británico en Teherán, John MacNeill, rusófobo declarado, diría: “Deberíamos proclamar que quien no esté con nosotros está contra nosotros… Debemos apoderarnos de Afganistán”.

Asi se desata una guerra que terminaría en desastre para los británicos. El ejército de la potencia militar de entonces fue derrotado por unos guerrilleros mal equipados, pertenecientes a diversas tribus.

Entre 1979 y 1989 tuvo lugar la intervención soviética apoyando a las fuerzas armadas de la República Democrática de Afganistán (RDA) que tuvieron que enfrentar a grupos de guerrilleros afganos islámicos (insurgentes muyahidines), respaldados por países occidentales, entre ellos Estados Unidos, quienes les proporcionaron ingentes cantidades de armas y dinero. El resultado todo lo conocemos. Hasta la URSS se disolvió.

Tras casi dos décadas de la invasión estadounidense en Afganistán, los talibanes, que fueron expulsados del gobierno por sus vínculos con Al Qaeda, han anunciado en el comienzo de este año 2019, un acuerdo con Washington para una retirada de las tropas de la OTAN en los próximos 18 meses, lo que harán que los talibanes canten victoria política muy pronto.

Como en Vietnam y en Siria, Estados Unidos de Afganistán se irá con el “rabo entre las piernas”.

Por supuesto, la guerra deja sus secuelas que son malditas para los pueblos. En el caso de Afganistán, el país más pobre y analfabeto de Asia, uno de los países más corruptos del mundo, con las peores infraestructuras médicas y educativas y con un nivel de vida de las más bajas que se conoce.

El presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, para responder al conflicto actual con el gobierno de EEUU, ha repetido una expresión dicha por Eleazar López Contreras, “calma y cordura”, en el año de 1935, tres días después de la muerte de Juan Vicente Gómez.

Y esa expresión se lanza en momentos en los cuales, la actual administración de Donald Trump, ha dicho que todas la opciones con respecto a nuestro país siguen en la mesa, incluyendo una intervención armada directa desde el exterior y al parecer los halcones, que están a la ofensiva, no calibran, para nada, las consecuencias negativas que generaría una acción de ese tipo, no sólo para Venezuela sino para el resto del Continente Americano.

Pareciera que esos halcones lo que están esperando o buscando es lo que tradicionalmente le ha servido de excusa para intervenir a otros pueblos del mundo. Es lo que se conoce como un casus belli, esto es, un acto, acontecimiento conmocionante o la “oportunidad estratégica”, que se constituya en el motivo o la razón de guerra o de enfrentamiento.

La historia es sabia en ese sentido. Veamos

Así fue con el buque de guerra Maine, que fue destruido en extrañas circunstancias en 1898 y que le sirvió al gobierno de William McKinley, acompañado por toda la campaña mediática de William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, para culpar a España de tal acontecimiento y desatar la guerra hispano-norteamericana con la cual se puso fin al dominio español en Cuba, se firmó el Tratado de París el 10 de diciembre de 1898 y Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron oficialmente ocupadas por Estados Unidos.

También lo fue con el hundimiento del buque Lusitania en 1915, que generó  la pérdida de casi 1.200 vidas, de ellos unos cuantos estadounidenses, y que fue la excusa para que EEUU se incorporara a la Primera Guerra Mundial.

El ataque por sorpresa, el 7 de diciembre de 1941, de la aviación japonesa a la base naval de Pearl Harbor en Hawaii, donde se concentraba la flota de guerra norteamericana del Pacífico, fue el acontecimiento para que Franklin D. Roosevelt lograra el apoyo que necesitaba y ya para el día siguiente, el 8 de diciembre de 1941, el Congreso aprobaría la declaración de guerra contra Japón.

Según Robert Mc Namara, el 7 de agosto de 1964, un destructor de la US Navy, el Maddox, fue “objeto de una agresión injustificable” -«incidente del golfo de Tonkín-,  casus belli que le permitió al gobierno de Estados Unidos, presidido por Lyndon B. Johnson, implicar a la opinión pública estadounidense en la guerra de Vietnam, que ya venía desarrollándose soterradamente disque para contener la “teoría del dominó” que significaba que: “si Vietnam del Sur caía en manos de los comunistas, los otros países de la región sucumbirían uno después de otro”.

Ese incidente fue aprovechado por el presidente de EEUU para lograr del Congreso la “resolución del Golfo de Tonkín” que le daba carta blanca para realizar las acciones bélicas necesarias contra Vietnam del Norte.

Este hecho es uno de los ejemplos más palpables de “fake news” ideadas por los gobiernos de EEUU, con el propósito de manipular en su favor a la opinión pública, importando un bledo que ello significara la muerte para más de un millón y medio de vietnamitas.

Las contradicciones y peleas entre integrantes del partido sobre el correcto camino de la revolución y el asesinato de Maurice Bishop, el popular dirigente de la revolución, fueron aprovechadas por el gobierno de Ronald Reagan para el 25 de octubre de 1983,  invadir (Con “Furia Urgente”) con siete mil soldados estadounidenses a Granada, la isla mayor productora de nuez moscada del mundo, con 344 kilómetros cuadrados y apenas 90.000 habitantes.

El 11 de septiembre de 2001 será el acontecimiento conmocionante que hizo que Estados Unidos se embarcada en la lucha contra el terrorismo y por esa vía consolidar posiciones para su interés hegemónico en el mundo.

Se aprovechó ese pretexto un mes después —el 7 de octubre de 2001— para invadir, primero,  a Afganistán, con la operación “Justicia Infinita” y “Libertad Duradera” de George W. Bush.

Luego, en el año 2003, se emprende la invasión militar “preventiva” contra Irak y su pueblo, utilizando como supuesto o pretexto la alianza de Saddam Hussein con Al-Qaeda y la afirmación de que ese país poseía un arsenal de armas de destrucción masiva. Asi destruyeron a Irak, derrocaron a Hussein y luego lo asesinaron.

Muammar al-Gaddafi, el líder libio, se convirtió en objetivo militar y había que eliminarlo, para lo cual se fueron preparando progresivamente las condiciones.

Comenzaron las publicaciones de crónicas y de numerosos testimonios de quienes decían haber conocido a Gadafi y los dibujaron como un déspota excéntrico, despiadado e inclemente. Esa campaña de desprestigio tuvo acogida incluso en intelectuales de izquierda.

Se utilizó la excusa de que había que “liberar” a ese pueblo de “las garras” del déspota con 40 años en el poder. El medio o mampara jurídica para ello lo constituyó la resolución 1.973 de la Organización de las Naciones Unidas.

En consecuencia, se armó un ejército de mercenarios y se puso en ejecución el desarrollo de las “enseñanzas” de la guerra “humanitaria” de Barack Obama para defender los derechos humanos de la población civil de Libia de las “atrocidades”, los “desmanes” y el “barbarismo” del gobierno de ese país.

El casus belli lo constituyó las imágenes transmitidas en directo el domingo 21 de agosto de 2011 desde la Plaza Verde en Trípoli, que mostraba un ataque de las fuerzas bajo el mando de Gaddafi a los rebeldes que aparecían festejando la toma de la capital libia y el posterior festejo en la mencionada Plaza.

Gracias a esta operación de montaje, las fuerzas rebeldes fueron reconocidas por más de 11 países del mundo.

Gaddafi fue derrocado y el 20 de octubre de 2011 fue humillado, torturado y asesinado.

Desde mediados de marzo de 2011, Siria ha sido víctima de infinidades de intentos por provocar un casus belli que justifique una invasión y con ello derrocar al presidente de ese país, Bashar al-Asad.

Sin embargo, no han logrado sus propósitos y para ello ha sido fundamental la posición firme y estratégica del gobierno de Vladimir Putin.

Ahora es Venezuela, se ha convertido en el centro de atención de la geopolítica mundial y la “victima” que encontró Estados Unidos para emprender su arremetida guerrerista.

Ante ello partidos, movimientos y gobiernos están reaccionado abogando por una salida distinta a la guerra.

El mismo presidente Nicolás Maduro ha lanzado la propuesta de una diálogo, franco y abierto, con la oposición venezolana.

Los Gobiernos de Uruguay y México, decidieron el 30 de enero de 2019, organizar una conferencia internacional para el día 7 de febrero, en la ciudad de Montevideo, con el propósito de sentar las bases para establecer un nuevo mecanismo de diálogo que, con la inclusión de todas las fuerzas venezolanas, coadyuve a devolver la estabilidad y la paz en Venezuela, respondiendo al llamado del secretario general de la ONU, António Guterres, de apostar por el diálogo frente a quienes niegan que exista esa posibilidad.

Ambos países apostando por el instrumento de la diplomacia.

Frente a la guerra, la respuesta tiene que ser la paz, la diplomacia, ese es el camino y la salida para evitar una tragedia para nosotros que constituimos el pueblo venezolano.

Hay que verse en el espejo de Afganistán, que ha vivido una pesadilla que se ha prolongado por años.

Por eso, operemos con el tiempo, como el mejor antídoto contra los guerreristas, que operan con los relojes.

Es el momento de la “calma y cordura”.

Fuente: Portal OVE

 

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Venezuela: Los trabajadores universitarios denuncian grave situación salarial del sector y piden sean pagados directamente por el Ministerio

Redacción: Ensartaos

Los universitarios nos dirigimos a nuestro legítimo gobierno comandado por el Presidente Nicolás Maduro Moros  (II)

Desde Mérida, ciudad universitaria por excelencia de la República Bolivariana de Venezuela, las organizaciones abajo firmantes, entendiendo la dura y difícil coyuntura económica que estamos padeciendo, fundamentalmente debidas al bloque económico y financiero impuestos por el imperialismo norteamericano y sus países satélites; debe sin embargo levantar su voz de alerta ante el acelerado deterioro de las condiciones de vida y de trabajo del sector universitario, de ciencia y tecnología.

Como lo indicamos en nuestro primer comunicado del día 24-01-2019, ratificamos que estamos trabajando en condiciones precarias y complejas, que ameritan con suma urgencia una reestructuración y refundación de sus principios ductores, de manera de detener la grave pérdida no solo de personal altamente calificado (que ha costado mucho formar) sino de materiales, equipos e infraestructura, que han sido víctimas de deterioro, robos y vandalismo, lo cual ha generado una acelerada disminución de la calidad de la docencia y la investigación que se imparten en nuestras casas de estudio y demás institutos de investigación y desarrollo.

Alertamos a nuestro gobierno que, debido al nulo conocimiento que del sector universitario, de ciencia y tecnología, han presentado ministros y viceministros del ramo, hacer investigación de nivel, en asuntos claves para el desarrollo de nuestro país, se ha hecho poco menos que imposible, si los sueldos, salarios e incentivos continúan deprimidos; siguiendo una extraña política de bajas remuneraciones, que ha llevado a innumerables personas, con enorme experiencia, conocimientos y deseo de trabajar en nuestra patria, buscar otros derroteros, en procura de mínimas condiciones de vida.

Los funcionarios actuales del Ministerio del Poder Popular para Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología parecieran ignorar la grave realidad de nuestros trabajadores, y la importancia estratégica del sector. De continuar en este acelerado declive, podría observarse una muy grave situación de inexistencia de generación de relevo, nula capacidad de innovación y baja calidad universitaria en poco menos de cinco años.

Además, como denunciamos en la comunicación del 24-01-2019 antes mencionada, las autoridades de las universidades autónomas han tomado la vía del desconocimiento del Estado de Derecho, asumiendo decisiones claramente insurreccionales y golpistas. Es por ello que solicitamos formalmente que nuestros sueldos y salarios, pensiones y becas estudiantiles, nos sean PAGADAS DIRECTAMENTE por el Ministerio del Poder Popular para Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología; lo cual técnicamente es absolutamente factible, y le restaría capacidad de maniobra a agentes venezolanos al servicio de potencias extranjeras que amenazan con invadir militarmente nuestra patria.

Finalmente, el sector universitario, de ciencia y tecnología, manifiesta su irrestricto apoyo al Presidente Nicolás Maduro Moros, en estas horas cuando la canalla internacional intenta destruir nuestra nación, apoderarse de sus riquezas y propiciar una confrontación fratricida que incendie la América del Sur y el Caribe.

En Mérida, a los treinta días del mes de enero de dos mil diecinueve

Fuente: https://www.ensartaos.com.ve/los-trabajadores-universitarios-denuncian-grave-situacion-salarial-del-sector-y-piden-sean-pagados-directamente-por-el-ministerio/

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Centros de investigaciones en Ciencias Sociales de Venezuela se pronuncian: Pensamiento crítico y la actual coyuntura en Venezuela

Los abajo firmantes, centros de investigación en Ciencias Sociales de Venezuela, quienes suscribimos este comunicado, convocamos a todxs las y los intelectuales, académicos, defensoras(es) de la memoria histórica y trabajadores de la cultura a trabajar con y por la más amplia unidad nacional, la paz y la justicia social, y a rechazar toda intervención extranjera, en defensa al derecho humano a la autodeterminación del pueblo venezolano.

Recordamos que el derecho a la autodeterminación es garantía de paz internacional, y está claramente expresado en la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA), y en los Estatutos de la Organización de las Naciones Unidas, para las cuales son principios fundantes.

Con absoluta convicción democrática reconocemos la legitimidad y legalidad del gobierno del presidente Nicolás Maduro Moros, electo en mayo de 2018 y quien tomó posesión del cargo el 10 de enero de 2019, para el ejercicio del mandato 2019-2025. El desconocimiento de esta realidad y la autoproclamación de un presidente alterno, ha significado un ataque a la democracia, la soberanía y la paz de las venezolanas y venezolanos.

Denunciamos, la intromisión neocolonial y el imperialismo de Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela, con la complicidad de la ultra derecha local e internacional, que ha propiciado el inicio de una situación de tensión sui generis en la historia nacional donde la violencia sea la protagonista. Nuestra convicción es con la cultura de la paz, por ello rechazamos este intento de escalar conflictos donde no hay condiciones para ello. De igual manera consideramos la actitud de EEUU y el Grupo de Lima como un acto de injerencia sin precedentes que afecta de manera estratégica la soberanía de los países y pueblos de la región en materia energética y de biodiversidad.

Los logros en materia social de la revolución Bolivariana son extraordinarios e innegables, y la continuidad de la agenda de trabajo de inclusión en todos los órdenes se ha mantenido a pesar de las agresiones económicas emanadas de los grandes centros de poder contra Venezuela. Como todo proceso político existen áreas de la gestión pública y de construcción del poder popular que deben ser redimensionadas y corregidas, escuchando la voz de las y los actores sociales e incorporándolos, en lo que debería ser un nuevo salto organizacional en la construcción del poder popular comunal. La burocratización en algunas áreas de la gestión solo se puede superar con la activa participación de la ciudadanía y de las organizaciones sociales y populares, y en este sentido la aspiración ciudadana es cada día más evidente. En ese sentido consideramos fundamental que el liderazgo político debe estar atento a estas y otras demandas para seguir avanzando en la construcción de la auténtica independencia nacional.

Este es un momento para cerrar filas en la defensa de la patria, entendiendo que la mejor defensa es la corrección de nuestros propios errores y la continuidad del camino en la construcción de otro mundo posible, humano, justo, solidario sin excluidos(as) que garantice la consolidación de un estado social de derecho y de justicia tal como lo demanda nuestra carta magna y demás leyes vigentes. Es momento de convocar a la unidad del pueblo venezolano, respetando las diferencias, construyendo nuevos espacios y lógicas transformadoras que deben estar siempre al servicio de las mayorías ciudadanas y en ello ratificamos el compromiso desde nuestro hacer.

Centro Internacional Miranda (CIM)

Red de la Calle

Centro de Estudios Geo-Históricos y Socio Culturales de la Universidad Experimental Rafael María Baralt

Instituto de Estudios Avanzados (IDEA)

Red de Colectivos Araña Feminista

Centro De Estudios Sociales y Culturales (CESYC) de la Universidad Bolivariana de Venezuela

Red Colectivo Docente de Monagas

Instituto de Investigaciones para el Sur (INISUR)

Centro de Estudios de Economía Política (CEEP) de la UBV

Instituto de Altos Estudios Bolívar-Marx (IAEBM)

Centro Nacional de Estudios Históricos (CNEH)

Centro de Estudios e Investigaciones Culturales, Lingüísticas y Literarias de la UNERMB

Centro de Estudios Educación Emancipadora y Pedagogía Crítica (CEPEC) – UBV

Fundación Centro de Estudios sobre Crecimiento y Desarrollo de la Población Venezolana (Fundacredesa)

Centro Latinoamericano Rómulo Gallegos (CELARG)

Grupo de Investigación Sociopolítico de América Latina y el Caribe, adscrito a la ULA

Centro de Estudio de Transformaciones Sociales del IVIC

Núcleo de Investigación de Pedagogía del Movimiento (NIPEM)

Centro de Estudios de Salud Colectiva y Derecho a la Vida de la UBV

Unidad de Investigación y Desarrollo Humano local, participación y política social de la UCV

Dirección General de Producción y Recreación de Saberes – UNEARTE

Laboratorio de Estudios Latinoamericanos sobre Pensamiento Crítico y Transformaciones Políticas de la UNERMB

Portal Otras Voces en Educación (OVE)

Escuela Venezolana de Planificación (EVP)

Sociedad Venezolana de Educación Comparada (SVEC)

Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”

Para adhesiones escribir a: declaracion.venezuela2019@gmail.com

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El reconocimiento del gobierno: de lo dicho a lo hecho

Por: Ana Cristina Bracho.

Enero ha sido un mes de intenso debate jurídico-político en Venezuela. Podríamos incluso observar que hay una guerra de interpretaciones. Un sector del país que analiza que lo que ocurrió está enmarcado en el artículo 231 de la Constitución y por ende, el Presidente Nicolás Maduro Moros se juramentó debidamente ante el Tribunal Supremo de Justicia; mientras otro sector repite que lo que ocurre es que debe “activarse” el artículo 333 y 350 al tiempo que ellos aplican el artículo 233.

 

Este juego nos lleva al escenario de dos bandos acusándose mutuamente de usurpadores. A lo cual, nosotros hemos venido contestando que hemos de recordar que la usurpación, al ser un delito, necesita que se den las condiciones objetivas previstas en el Código Penal y que se activen los procedimientos previstos en el Código Orgánico Procesal Penal, para que podamos ver si eso realmente ocurre.

 

Mientras esto pasa y tenemos entonces una crisis institucional interna, ocurre otro duelo de interpretaciones y acciones en el espacio internacional. Se trata ahora del tema del reconocimiento del gobierno. Sobre este asunto, complejo y lleno de teorías, queremos hablar en esta ocasión.

 

Primeramente, dejaremos claro que no es lo mismo el reconocimiento que la existencia en sí de un gobierno, ni siquiera que su constitución pues esta sólo depende de las reglas del juego del país –cuando nace de una manera constitucionalmente prevista- o de un acto de fuerza externo al sistema como sería un Golpe de Estado o una revolución.

 

Por ello, partamos por recordar qué es un gobierno usando la definición dada por León Duguit según el cual “el gobierno, es el conjunto de órganos del Estado formado por las autoridades públicas que ejercen el poder del Estado”. De modo que de una forma simple podemos entender el gobierno como los sujetos ejecutores del Poder en un determinado país.

 

Existen en el mundo actual y ha habido en la historia muchas formas de gobiernos. Para Loewenstein, el mundo conocía de autocracias y democracias. Para Aristóteles, de monarquías, aristocracias y democracias, acompañadas de unas formas impuras de las mismas. Mientras que para Montesquieu, en el escenario podía haber repúblicas, monarquías y sistemas despóticos.

 

Lo cierto es que, dejadas apartes estas consideraciones los gobiernos pueden ser de iure o de facto y esto se determina en función de su origen, los primeros naciendo de las maneras que las leyes lo disponen y los segundos deviniendo de una insurrección popular o de un golpe, ya participen de estos sectores que al momento no son funcionarios del Estado o cuando entren en pugna poderes constituidos en contra de los otros.

 

En la medida que los Estados no existen como unidades aisladas, su reconocimiento es importante para el Derecho Internacional que sirve como el conjunto de reglas y de costumbres para la convivencia. Dos escenarios se dan allí, el primero es el reconocimiento internacional del Estado que significa el momento donde los otros sujetos internacionales validan que un territorio, un gobierno y una población son un sujeto valido, tras independizarse, unirse o darse la secesión de un territorio.

 

El segundo, que es el que nos interesa, es el reconocimiento de los gobiernos. Este elemento determina las relaciones diplomáticas y es un tema complicado porque existen muchas situaciones donde puede un país puede dudar si tomar como valido o no un gobierno en razón de su origen.

 

Sobre este tema, sería naif no observar cómo en el presente al planteamiento clásico hay que sumarle que ahora se crean gobiernos paralelos que se reconocen como manera de quebrantar las instituciones reales y favorecer la aplicación de teorías intervencionistas como las que derivan de la aplicación de la “responsabilidad de proteger”.

 

De igual forma, vamos a ver que existen maneras expresas y tácitas de reconocer un gobierno. Las primeras serían los actos que ha hecho Rusia, con declaraciones que reconocen al gobierno de Nicolás Maduro Moros y Estados Unidos, con declaraciones que reconocen “un gobierno de Juan Guaidó” en Venezuela. Las segundas, se dan por la vía de los hechos cuando, por ejemplo, se mantienen reuniones o misiones diplomáticas en el Estado.

 


La embajadora de la Unión Europea en Venezuela y varios Embajadores nacionales europeos se reúnen con Maduro el 20 de enero de 2019.

 

En el Continente Americano, el tema de los reconocimientos de los gobiernos ha ameritado muchas declaraciones. Recordemos que América es un continente conformado por Estados jóvenes, que vivió períodos de fuerte inestabilidad en el siglo XIX y un siglo XX plagado por los golpes de Estado.

 

Así, una primera postura nace en la historia. La denominada Doctrina Tobar, ideada por un Canciller mexicano de comienzos del siglo XX, que sostenía que las repúblicas americanas no reconocerían a ningún gobierno que hubiese surgido como producto de revoluciones contrarias a la Constitución vigente de cada Estado.  La cual fue matizada posteriormente para convertirse en la Doctrina Betancourt, que limitó el no reconocimiento a los gobiernos resultantes de golpes de estado militares.

 

Del otro lado de la acera y también de origen mexicano, está la doctrina Estrada que considera que es el reconocimiento de los gobiernos “una práctica denigrante que, sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos internos puedan ser calificados, en cualquier sentido, por otros gobiernos, quienes de hecho asumen una actitud de crítica al decidir, favorablemente o desfavorablemente, sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros.”  

 

Por lo cual, considera que esto no es una capacidad de los gobiernos extranjeros que lo usarían para presionar en algún sentido y quienes toman esta postura deciden que en definitiva todo lo que puede hacer un país sobre otro es mantener –o no- relaciones diplomáticas con el otro.

 

No hay por lo tanto, una postura histórica que podamos tratar de visión única u obligatoria para los Estados. Han existido sujetos políticos en momentos claves que han marcado una manera de hacer las cosas e incluso los países que en algún momento formularon estas teorías, en otros se han apartado de ellas.

 

Consideramos que en el presente, como señala la doctrina Estrada, la postura de reconocer o no el gobierno venezolano hiere la soberanía venezolana porque estamos ante un extraño caso en el que, no se ha dado un Golpe clásico porque los sectores que manejan las armas no se han sumado a la postura de Guaidó pero si estamos ante un intento de constitución de un gobierno que se aparta de los mecanismos constitucionales y que se construye en abierto desconocimiento de los resultados electorales del año pasado.

 

Pero también tenemos que tener mucho cuidado en las lecturas que hagamos porque salvo algunas muy contundentes, como la postura de Rusia y China, los sectores que dicen no reconocer al gobierno de Nicolás Maduro e incluso algunos de los que reconocieron a Juan Guaidó, no tienen una postura sólida y coherente, entre los hechos y el discurso.

 

Ayer, por ejemplo, en el escenario de la OEA, pese a lo que declaró por Twitter Luis Almagro, no lograron los votos suficientes para desalojar a la delegación chavista de la multilateral ni para una adoptar declaración reconociendo a Juan Guaidó, ni para dar entrada a su “embajador”.

 

La contundente postura de Estados Unidos, así se disimule señalando que son cuestiones de seguridad parece diluirse cuando comienzan a dar muestras que se acogerán a la ruptura de relaciones diplomáticas que anunció Nicolás Maduro y en cuanto al Grupo de Lima, salvo Paraguay, sigue manteniendo relaciones diplomáticas normales con Venezuela.

 

Con estos elementos sobre la mesa es importante que recordemos aquella frase que tanto dijo Chávez “el diablo vive en los detalles” y son precisamente los detalles en los que iremos viendo cómo avanza esta nueva hora loca contra Venezuela.

Fuente del artículo: https://www.alainet.org/es/articulo/197777

 

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