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Creado el foro Venezolano por el Derecho a la Educación (FOVEDE)

América del sur/Venezuela/09 Enero 2020/Aporrea

Un grupo de docentes, académicos, maestros pueblo y dirigentes sociales crearon el Foro Venezolano por el Derecho a la Educación (FOVEDE). Así lo informaron este miércoles 8 de enero. Señalaron además que esperan vincular este espacio a la Campaña Latinoamericana por el derecho a la educación (CLADE), la más importante coalición en la materia en América Latina y el Caribe. Entre sus fundadores se encuentran destacados(as) pedagogos(as) venezolanos(as)-

Luis Bonilla-Molina uno de sus promotores y fundadores nos indicó que defender el derecho a la educación no es una consigna, sino un compromiso. Pero esta tarea adquiere características muy específicas en cada momento histórico y coyuntura nacional. Continuó señalando que en Venezuela durante la última década hemos vivido en materia de cobertura escolar la expansión más importante en su historia. Sin embargo, la difícil situación económica de los últimos años ha tenido un impacto diverso en el derecho a la educación. En FOVEDE –finalizó- nos proponemos abrir espacios de debate y reflexión sobre este impacto y las posibilidades de generar alternativas que garanticen la continuidad y expansión del derecho a la educación en las materias de: Formación Docente, Programas de estudio, Infraestructura escolar, Salarios y remuneraciones de los y las docentes, Educación científica y laica en las escuelas, Nuevas profesiones en un mundo cambiante, Sistemas de Postgrados, entre otros temas.

La Dra Iliana Lo Priore también integrante de FOVEDE informó que en esta etapa estarán realizando Foros virtuales y Conferencias en línea. Los Foros virtuales son entendidos como dinámicas propositivas que cumplirá su trabajo, convocando a un panel plural que responda tres interrogantes que permitan generar propuestas para fortalecer las cosas que estén bien hechas, corregir aquellas que han tenido una definición y aplicación equivocada, así como lanzar al vuelo nuevas ideas. En ese sentido, todos los ponentes y participantes en los foros responderán tres grandes interrogantes generadoras: ¿Qué políticas educativas se han hecho de manera correcta? ¿por qué? ¿Cuáles políticas educativas han resultado contrarias y que deben ser corregidas? ¿por qué? ¿Qué hace falta para mejorar la educación en el nivel o modalidad educativa que se analiza?

Los resultados del debate se publicarán en el boletín bi mensual del Foro Venezolano por el Derecho a la Educación. La programación contempla los siguientes encuentros Educación inicial. Iliana Lo Priore 01-02-2020. 14:00 pm (+ tres invitados de diferentes regiones del país); los procesos de postgrado. Rubén Reinoso, Franklin González, Irama La Rosa, Mariangela Petrizzo. 29-02-2020 14:00 pm; La formación docente: Luis Peñalver, Luis Bonilla-Molina, Arisela Medina, Rose Mary Hernández 18-04-2020.

Por otra parte se estarán desarrollando Conferencias en línea a través del Facebook o Periscope. En las Conferencias magistrales el ponente también responderá en su exposición las tres preguntas claves: ¿Qué políticas educativas se han hecho de manera correcta? ¿por qué?; ¿Cuáles políticas educativas han resultado contrarias y que deben ser corregidas? ¿por qué?; ¿Qué hace falta para mejorar la educación en el nivel o modalidad educativa que se analiza?. Los temas serán: La educación universitaria a cargo del Prof. Tortolero a través de Facebook Live el 15-02-2020 a las 14:00 pm; La educación media y los jóvenes hoy: por Marianicer Figueroa a través de Facebook Live el 14-03-2020 a las 14:00 pm; La Cuarta revolución industrial y la educación: a cargo de Luis Bonilla-Molina por Facebook Live el 25-04-2020 a las 14:00 pm

Finalmente, la Dra Rose Mary Hernández señaló que los interesados a sumarse a la iniciativa pueden hacerlo, escribiendo a fovede@gmail.com y siguiendo las actividades a través de sus redes sociales y página web

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/n350752.html

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Estudiantes de Educación Especial abandonan las aulas desmotivados por la falta de incentivos (II)

Estudiantes de Educación Especial abandonan las aulas desmotivados por la falta de incentivos (II)

En universidades e institutos de educación superior es cada vez más bajo el número de aspirantes que ingresan para cursar la especialidad y que culminan la oferta académica. De una matrícula de 40 estudiantes por aula, menos de 15 se gradúan, el resto abandona el país u opta por comenzar a trabajar para contribuir en el hogar y hacer frente a la precariedad económica.

Caracas.  La demanda de docentes especialistas y profesionales en el área de la educación especial es cada día más acentuada en escuelas e institutos públicos que con dificultad mantienen sus puertas abiertas. Psicopedagogos, terapistas ocupacionales y de lenguaje, trabajadores sociales, expertos en dificultades para el aprendizaje son los más solicitados en los salones de estudiantes con necesidades especiales.

Dafne Ordaz, directora del Instituto de Educación Especial Bolivariano Bicentenario del Libertador (IEEB), ubicado en la parroquia La Pastora, cumplirá un año frente al cargo, el mismo tiempo que lleva en busca de los 15 docentes que necesita para completar el personal para asistir a 85 alumnos con retardo mental severo, síndrome de Down, autismo y otras condiciones asociadas.

Desde mediados de 2018 casi la mitad del personal docente renunció para trabajar en el sector privado o abandonaron el país. Hoy en día, la institución se mantiene con 13 docentes, cinco auxiliares y un psicopedagogo. “En las universidades me dicen que la matrícula de egresados en Educación Especial es nula, porque apenas 10 o 15 estudiantes se gradúan por salón, no tengo opción. Hacemos lo que podemos trabajando con mucha mística”, aseguró.

Poca preparación merma la educación especial

El Colegio Universitario José Lorenzo Pérez, hoy conocido como Universidad Experimental Gran Caracas (Unexca), es una de las pocas instituciones públicas que, tuteladas por el Ministerio de Educación, forma profesionales integrales en el área de la educación especial, pese a que el número de participantes es cada día más bajo.

Ivette Cedeño, quien lleva 28 años impartiendo clases en la institución, indicó que más de 60 % de los nuevos estudiantes desertan en las primeras etapas para irse del país o desmotivados por los bajos sueldos que recibirán a futuro una vez que se gradúen.

Estadísticas de la oficina de control de estudios arrojan que de 599 alumnos que entraron para iniciar clases en el período 2019-II solo 40 optaron por matricularse en la carrera de Educación Especial, el resto aspira a la licenciatura en Administración, Turismo y Distribución Logística.

Cedeño puntualiza que en promedio menos de 20 estudiantes culminan la oferta académica y logran graduarse. “Mi grupo más numeroso de alumnos es de apenas 16 personas. La mayoría de nuestros alumnos provienen de Guatire, Petare y los Valles del Tuy, y si no tienen ni para pagar el transporte tampoco tendrán interés en esta área sin sueldos de calidad”, dijo.

La docente criticó la política académica universitaria que elabora el programa de formación integral y que aborda todas las condiciones relacionadas con el autismo, el retardo mental, las dificultades del aprendizaje y la parálisis cerebral en un lapso de cuatro años de pregrado. Todo esto como resultado de la reforma de la Educación Especial que suprimió las modalidades de técnico superior en retardo mental y dificultades para el aprendizaje: “Ahora con la nueva política educativa el alumno egresa como licenciado teniendo una preparación integral pero no especializada para cada condición”.

A su juicio, hacen falta los programas de ampliación universitaria para reforzar los contenidos y garantizar una capacitación especializada en cada una de las áreas que abarcan el amplio abanico de las necesidades educativas especiales. “El tiempo de la carrera no es suficiente, y muchos estudiantes al egresar están intimidados porque sienten que carecen de formación, pese a que hacemos todo el esfuerzo por ofrecer una adecuada preparación. Es un choque”, aseguró.

Nuevas alternativas para el aprendizaje

Jenny Jiménez, directora del Instituto Universitario Jesús Obrero (IUJO) ampliación Petare, adscrito al programa del movimiento Fe y Alegría, coincidió con Cedeño al asegurar que la educación especial enfrenta un momento difícil, y añadió que ante la falta de personal han sido poco efectivas las aulas integradas. “En la escuela, los docentes de aula regular integral no cuentan con las herramientas para atender a esta población, porque no es su formación central y muchas veces se desesperan por tener tres o cinco niños que no logran integrar o incluir”, explicó.

El IUJO es otro de los centros de formación que capacita técnicos superiores en la carrera de Educación Especial, con apenas siete docentes en cargo de dirección y dos por hora, lo que implica que cada profesor debe asumir hasta siete materias en aula. No obstante, pese a las dificultades, en el campus universitario de la institución funciona el Centro de Atención Especializado (Cenaes). El proyecto, que suma dos años de actividad, recibe a niños y jóvenes de 3 a 18 años de edad de la comunidad de Petare con alguna necesidad educativa especial referidos de las escuelas del municipio que no cuentan con las unidades operativas en el área para la atención.

Jiménez indicó que los índices más altos refieren: dificultades de aprendizaje, autismo y discapacidad intelectual leve. Pese a que solo cuentan con un trabajador social y una psicopedagoga, los resultados han sido favorables: “El centro se ha convertido en un espacio natural de práctica de los estudiantes de la carrera de Educación Especial y de referencia en la comunidad”.

Subrayó que es primordial actualizar un censo poblacional de personas con discapacidad que permita la construcción de proyectos que respondan a las necesidades, pero que antes se debe solucionar el problema económico laboral. “Es primordial permitir a los especialistas en el área de la educación especial mantenerse en el sistema, sin tener que buscar otras alternativas”, dijo.

Fuente de la Información: https://www.google.co.ve/amp/s/cronica.uno/estudiantes-de-educacion-especial-abandonan-las-aulas-desmotivados/%3famp_markup=1

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2019: el año que la juventud se levantó por todo el mundo

Por: Roberto Jara. 

En 2019 hemos asistido a una nueva ola de lucha de clases en todo el mundo, desde América Latina a Oriente Medio, pasando por Europa, donde la juventud ha estado a la cabeza de las protestas. Así te lo hemos contado desde primera línea en la Red Internacional Izquierda Diario.

No es extraño que la juventud salga a la calle a movilizarse. Y cuando una oleada de procesos de lucha sacude las calles de ciudades a lo largo y ancho del mundo, es posible encontrar jóvenes en primera línea en lugares como Chile, Bolivia o Francia, donde los grupos que forman parte de la FT-CI vienen participando en el corazón de las luchas.

En Irak, el país devastado por 15 años de guerra y la ocupación norteamericana, estallaron protestas masivas contra el desempleo y las condiciones de vida paupérrimas, que se prolongaron por días a pesar de que la represión dejó más de 100 muertos.

En Líbano la presión popular forzó la renuncia del primer ministro tras dos semanas de protestas en las que destacan miles de jóvenes y mujeres contra la precariedad de la vida, la corrupción o la falta de agua y servicio eléctrico.

En Argelia 10 meses de movilizaciones continúan tras el derribo del régimen de Bouteflika, dirigido por los jóvenes y con la amplia participación de los trabajadores del petróleo. Cientos de miles se levantaron en Sudán contra la dictadura que sirve a sus amos imperiales, dándole una segunda vida a la “Primavera árabe”.

Desde hace meses, miles protestan en Hong Kong, ese paraíso de los negocios capitalistas donde la desigualdad social ha alcanzado niveles intolerables para la gran mayoría de la población. En Puerto Rico un levantamiento popular tiró al gobierno y puso en cuestión el dominio colonial norteamericano. En Haití, el país más pobre de la región, desde hace meses hay una revuelta intermitente contra el gobierno de Jovenel Moïse.

Es también la juventud la que el 27 de septiembre llenó las calles de medio mundo para decir “Cambiemos el sistema, no el clima”, con movilizaciones que sumaron más de siete millones de personas, la protesta mundial más grande de la historia desde la Guerra de Irak del año 2003. Los mismos que lanzan a la policía contra la juventud son quienes nos precarizan con sobreexplotación y salarios de miseria; los mismos que nos privan de la educación; los mismos que destruyen el planeta.

La semana en que la juventud conmovió Catalunya

Cuando se hicieron públicas la penas de prisión de 9 a 13 años de cárcel a los dirigentes independentistas detenidos tras el 1 de Octubre de 2017, miles de jóvenes y trabajadores tomaron las calles en Catalunya dispuestos a combatir este nuevo ataque contra el derecho de autodeterminación y las libertades democráticas. La situación se ha saldado con más de 200 detenidos, de los cuales 40 se encuentran hoy en prisión y centenares de heridos, algunos de gravedad fruto del armamento policial.

La respuesta del Estado, con un gobierno del PSOE a la cabeza, no se hizo esperar. La brutalidad policial reprimía en las calles de Catalunya y los medios de comunicación no cesaban de manipular y criminalizar al movimiento y a la juventud que lo encabezaba. Para desviarlo sigue siendo necesaria la inacción de las direcciones burguesas del movimiento y las burocracias sindicales, la amenaza de la derecha española y la orden de acatamiento de la sentencia de la “izquierda progresista”,

[Francia] La determinación de los huelguistas merece un plan para ganar

Tras la huelga general del 5 de diciembre, la mayor en Francia en décadas, la huelga indefinida del transporte, que incluye el paro de aviones, trenes, buses y metros, mantiene Francia paralizada durante ya más de dos semanas. La huelga también ha tenido varias jornadas importantes en sectores como la educación y en industrias privadas, como las refinerías y tres jornadas nacionales de movilización nacional con manifestaciones multitudinarias. Esta es la respuesta de grandes sectores estratégicos de la clase obrera francesa contra el plan de reforma de las pensiones anunciado por Emmanuel Macron, con el apoyo de estudiantes y maestros.

¿Adónde va la “primavera latinoamericana”?

Toda Latinoamérica vive un auge de protestas populares. Los procesos más avanzados de esta tendencia son las jornadas revolucionarias que pusieron en jaque al gobierno de Lenin Moreno en Ecuador, la emergencia de la lucha de clases en Chile y la heroica resistencia contra el golpe en Bolivia.

En Colombia el ajuste sobre estos derechos sociales desató el pasado 21 de noviembre un proceso histórico de protesta que incluyó tres huelgas generales y siete jornadas de movilizaciones masivas y combativas que resistieron la represión tanto en la capital como en las principales ciudades del país. La juventud han sido la vanguardia indiscutida que junto a la masividad de las protestas y el rechazo general de la población a la ley, llevó al fracaso de la trampa del diálogo que intentó montar Duque y al que se prestaron los principales partidos de oposición dándole aire al gobierno.

Ecuador: las consecuencias del levantamiento popular de octubre

En Ecuador acabamos de presenciar un levantamiento popular –obrero, indígena, campesino y estudiantil- contra el paquetazo del FMI que obligó a Lenín Moreno a retirar el decreto del ajuste. Esta fue una victoria importante pero parcial, en gran medida por el rol de las direcciones del movimiento de masas, en particular la CONAIE, que sofocó la demanda de la caída del gobierno. Moreno sobrevivió pero queda un gobierno debilitado y un movimiento de masas que ha hecho la experiencia de que el camino para derrotar los planes de ajuste es la lucha.

En medio de la rebelión chilena: luchas y conquistas de la clase trabajadora

En Chile las protestas por los precios del transporte público de la juventud secundaria despertaron la simpatía de millones y derivaron en una rebelión brutalmente reprimida. La respuesta de Piñera implementando la “ley de seguridad interior del Estado” de la dictadura desató la ira popular con movilizaciones, piquetes, cacerolazos y enfrentamientos con la policía. Luego, el gobierno anunciaría la “suspensión” del aumento del transporte al tiempo que con los militares decretaba el “toque de queda” que no se aplicaba desde la dictadura. El mismo fue desafiado con barricadas, cacerolazos, y se desató una ola de ira, con autobuses quemados, saqueos a grandes establecimientos, quema de coches de policía y edificios públicos.

Piñera declaraba “estamos en guerra” dejando muertos y desaparecidos por la policía y la respuesta fueron manifestaciones masivas y la huelga general. Junto con la juventud estudiantil, entraron en escena sectores estratégicos de la clase obrera, paró el 90 % de los puertos y los mineros de Escondida paralizaron la mina privada más grande del mundo. El intento de desvío de la lucha hacia el pacto con el régimen por parte del Frente Amplio y sectores como el Partido Comunista es un elemento central para un posible fin de las protestas

Bolivia: entre el golpe de Estado y la resistencia popular

En Bolivia destacó la resistencia al golpe en El Alto y Cochabamba, que tuvo como emblema el bloqueo a la planta de combustible en Senkata, un punto estratégico que dejó desabastecida a La Paz y que de profundizarse tenía el potencial de tomar una dinámica similar a la “guerra del gas” de 2003. A su vez, el gobierno golpista de Áñez en Bolivia ya cuenta en su historial con decenas de muertos, cientos de heridos, cientos de detenidos, cientos de deportados, además de decenas de periodistas y agencias de información internacionales expulsadas del país.

Aunque la política del MAS se consolide y logre desactivar momentáneamente la movilización contra el golpe, la relación de fuerzas no está definida claramente en ningún sentido. Esta situación plantea que no se puede descartar que al calor de la resistencia se desarrolle una situación prerrevolucionaria o directamente revolucionaria si las masas logran vencer la política de diálogo y negociación, y radicalizan la resistencia a la violencia estatal.

En este marco es que se ha producido la querella persecutoria contra nuestro compañero del PTR chileno Dauno Tótoro, la detención arbitraria del corresponsal de la red en Bolivia, Carlos Cornejo. En Francia, el impulso de incipientes coordinadoras entre sectores de huelguistas, también es muestra de esta importante intervención de la FT.

Nuestro proyecto de una Red Internacional de diarios donde se puedan expresar los procesos más vivos de la lucha de clases, así como la lucha política por una perspectiva revolucionaria, debatiendo con las corrientes políticas y de la izquierda que también son parte de esos procesos, es parte de nuestra lucha internacionalista, junto a la pelea por construir partidos revolucionarios en cada país. La red cuenta actualmente con 12 ediciones nacionales y 8 idiomas (castellano, catalán, portugués, alemán, inglés, francés, italiano y una sección en turco).

Fuente del artículo: http://www.laizquierdadiario.com.ve/2019-el-ano-que-la-juventud-se-levanto-por-todo-el-mundo

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Bajo la desnacionalización, el ajuste y la dolarización: las dos Venezuela que emergen de la tragedia

Por: Milton D’León.

 

Mientras la arrolladora catástrofe continúa afectando dramáticamente la vida de millones, llevando su situación a extremos y una economía con caídas destructivas, factores de poder operan para llevar adelante brutales cambios en el país, incluso de carácter estructural, donde se avanza en poner a la nación venezolana en una mayor relación de dependencia y de vulnerabilidad con el mundo económico y financiero mundial. De manera “silenciosa”, para usar una expresión de Maduro, se han venido tomando decisiones económicas y políticas de grandes consecuencias para la nación, donde no solo se trata de la profundización de severos ajustes contra las amplias mayorías de la población trabajadora, que han sido acompañado por las fuerzas de poder económica empresarial y capitalistas de todo linaje, sino que implican grandes cambios que pueden llevar a una mayor semicolonialidad del país.

En el presente artículo buscamos dar cuenta de todo ese entramado partiendo de la política del imperialismo hacia Venezuela, las conversaciones secretas entre Estados Unidos y el chavismo, los posibles pactos silenciosos entre Gobierno y oposición, revisar a qué obedece la crisis que atraviesa la oposición de derecha, para avanzar en dar cuenta de esos cambios profundos que ya se encaminan, así como también los caminos para hacerle frente a tales políticas, a los ataques del Gobierno, los pactos y la demagogia de la oposición.

En otros trabajos hemos dado cuenta cómo Maduro consiguió atravesar el año, no por fortaleza propia, sino sobre todo por el sostén de las Fuerzas Armadas, en las que la oposición y el gobierno de Trump no lograron conseguir un sector importante que atendiese sus llamados o que se quebrase ante las amenazas de agresión militar y juicios por lesa humanidad, así como también por el cierre de filas de todos los sectores y grupos de poder de la burocracia chavista. Desde el primer cuatrimestre del 2019, donde la oposición de derecha se envalentonó con una ofensiva golpista de la mano de Estados Unidos y todo el derechismo continental y más allá, ésta no solo se ha venido a menos sino que también atraviesa una de las más severas crisis, incluso al borde de la implosión entre los partidos que la componen.

Pero no se puede discutir sobre los rumbos en los que se le busca dar destino al país por fuera de los nuevos vientos de rebeliones que sacuden a los países de la región, una cuestión que ya hemos abordado en el trabajo Venezuela y el retorno de la lucha de clases en América Latina, y que pueden trastocar, por no decir, hacer volar por los aires, cualquier proyecto de las fuerzas de poder dominante. Todo esto marcando un nuevo signo de la lucha de clases en nuestro continente, una tendencia que no se limita a la región, sino que se expresa en otras regiones, cuyo ejemplo más reciente en la huelga general en Francia.

Por el momento, estos vientos no han incidido a nivel de los trabajadores y los grandes sectores populares en Venezuela, que vienen acusando un nivel de debilidad objetiva y subjetiva bastante grande, lo que no significa que, ante mayores ataques de los ya recibidos, como los que podrían venir de estos planes de “reconstrucción”, no pueda haber una reacción de lucha que ponga límites a las políticas más draconianas que tengan en sus planes los sectores dominantes. Si Maduro con la mayor de las impudicias ha dicho que apoya esas movilizaciones, cuando en el país aplica planes de ajuste muy semejantes (o peores en algunos casos) a aquellos contra los que se rebelan esos pueblos, por su parte la oposición, con Juan Guaidó al frente, hace alardes de la creciente movida reaccionaria en Bolivia con el golpe de Estado, así como expresa su simpatía a los gobiernos represivos de Chile y Colombia.

La Casa Blanca aceptando al chavismo en una eventual transición en Venezuela

Estados Unidos hace tiempo que decidió hacer un giro en su política con respecto a Venezuela, con relación a la agresividad de principios de año, aunque las sanciones económicas continúan y sigue su política de no reconocimiento público del Gobierno de Maduro. Para finales del primer semestre su discurso más belicoso, donde “todas las opciones” estaban sobre la mesa, había pasado a un segundo plano. Eran momentos en que Elliot Abrams afirmaba que “los venezolanos deben poder unirse y tomar las decisiones que enfrenta su país a través de elecciones libres y justas que reflejen la voluntad de la mayoría, no solo de los pocos corruptos que tienen el poder”, e incluso sosteniendo que “tanto la oposición como las voces chavistas son esenciales para una transición pacífica y la reconciliación nacional. Como todos los ciudadanos del país, los chavistas deberán desempeñar un papel en la reconstrucción de Venezuela”.

En los primeros días de diciembre Washington volvía a remarcar este discurso, pero ahora con más énfasis y con el reconocimiento de las fuerzas de Maduro, el PSUV, como fuerza actuante, cuestión que era lejana hasta hace pocos meses. Michael Kozak, el encargado de Latinoamérica en el Departamento de Estado, afirmó que “Hemos visto al movimiento chavista y al PSUV como representante de una proporción significativa de la población y teniendo un papel en la política de Venezuela en el futuro, eso está fuera de cuestión”. E incluso que respaldaría una “transición” con el chavismo en un Gobierno interino y sin Juan Guaidó, en el eventual caso de que no resultara reelegido en enero como presidente de la Asamblea Nacional.

Si bien los movimientos de Estados Unidos encierran muchas incógnitas, el ritmo de la campaña electoral en la que el presidente Donald Trump se juega su reelección podrían estar incidiendo en la nueva orientación. Pero muy probablemente es movido por el fracaso de su política con respecto a Venezuela, a la par del fuerte declive que ha tenido la oposición de derecha criolla, que no solo está lejos de su capacidad de movilización que supo tener al menos hasta el primer cuatrimestre del año, sino que ha acentuado de sus divisiones internas. No por casualidad Mike Pompeo a mediados de junio sostenía que «Nuestro dilema, que es mantener a la oposición unida, ha resultado ser tremendamente difícil», y si tomamos en cuenta casi sus niveles de implosión en estos días por los escándalos de corrupción, la situación se les torna más compleja.

Dando lectura de esta situación es que probablemente Estados Unidos haya decidido establecer directamente las negociaciones con el chavismo, aunque obviamente bajo todos los secretismos existentes. Las recientes declaraciones de Michael Kozak no fueron producto de la casualidad o de formas de expresión, tratase de un reconocimiento de fuerzas abierto de alguien con quien se está negociando. A finales de agosto Trump llegó a afirmar que sostenían reuniones secretas con el Gobierno de Maduro y, manteniendo la discreción, remarcaba: «No quiero decir con quién, pero estamos hablando con ellos a muy alto nivel». Horas después lo ratificaba Maduro: «Confirmo que desde hace meses hay contactos de altos funcionarios del Gobierno de Estados Unidos de Donald Trump y del Gobierno bolivariano que yo presido».

Aunque no ha dejado de barajarse que tales encuentros entre la Casa Blanca y el chavismo hayan sido sin el conocimiento de Maduro, y éste haya salido a declarar para no aparecer por fuera de movidas políticas entre las distintas fuerzas de poder del chavismo. Pero Maduro ha reiterado que el acercamiento entre la Administración Trump y emisarios de su Gobierno se ha producido bajo su «autorización expresa, directa, varios contactos, varias vías, para buscar regular este conflicto». De cualquier manera, sea por negociaciones directas con Maduro o con algún sector significativo de las fuerzas de poder del chavismo, la cuestión de fondo está en el cambio de política de Washington.

Es probable también que este giro se pueda estar acentuando por los cambios del contexto latinoamericano. Desde el 2015 la oscilación pendular de la política continental fue girando hacia la derecha: Piñera en Chile, Macri en Argentina, Duque en Colombia, Kuczynski en Perú, Abdo en Paraguay y, por si faltara algo, Temer/Bolsonaro en Brasil, todos gobiernos alineados con Trump. Fue el momento del envalentonamiento de Washington con respecto a Venezuela para llegar a enero del 2019 con su política decidida de derrocar a Maduro. Pero la situación ha dado un giro brusco con la nueva tendencia a grandes acciones de masas en el continente, sobre todo en Sudamérica, con aliados claves como Piñera puesto entre las cuerdas o Macri, en un país en crisis, ya fuera del poder, y más recientemente, con uno de sus aliados más firmes, Colombia, acosado por fuertes movilizaciones donde Duque sufre un gran desgaste político. Esta nueva realidad ha hecho que el “Grupo de Lima”, el foro ad hoc que armó la derecha continental, bajo tutela estadounidense, para impulsar su política contra Venezuela, se encuentre bastante debilitado en su capacidad de acción. Lo de Colombiaa su vez, no es una cuestión menor si con respecto a Venezuela hablamos, constituye la principal cabecera de playa que ha tenido Estados Unidos, tal como vimos en la llamada operación “Ayuda humanitaria” del 23 de febrero.

Pero más cosas transcurren en los entretelones, como son los intereses económicos imperialistas que Estados Unidos no descuida en el país. El Departamento del Tesoro de EE.UU. ha venido prolongando las autorizaciones de manera automática a empresas petroleras de origen estadounidense que siguen operando en Venezuela pese a las sanciones que ha impuesto a PDVSA, que en teoría tendrían que ser afectadas. Hablamos de firmas como Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes, Weatherford International y Chevron. Decisiones que el Gobierno de Maduro agradece a Estados Unidos en el marco de los entendimientos por abajo.

Para que se tenga una idea gráfica solo del caso de Chevron en el país: baste mencionar que esta empresa tiene participación en las Empresas Mixtas Petroboscán (39,2%) y Petroindependencia (25,2%) en el occidente del país; en la Faja Petrolífera del Orinoco, ubicada en el oriente, Chevron participa en los proyectos de crudo extrapesado Petropiar (30%) y Petroindependencia (34%). En las operaciones de gas costa afuera, la compañía participa en los Bloques 2 y 3 de la Plataforma Deltana, además del 100% del proyecto Cardón 3 del Proyecto “Rafael Urdaneta”. Y como explicaremos más adelante, estos porcentajes de participación están avanzando en mayores controles de dichas empresas, acentuando su penetración en el país.

¿Pactos silenciosos entre el Gobierno y la oposición?

Los acuerdos sigilosos parecen también haber sido el camino escogido por parte de la oposición y Maduro. No nos referimos aquí a los encuentros con los sectores minoritarios de la oposición y que se han sentado públicamente con el Gobierno en la Casa Amarilla, que no serían realmente el plato central de las negociaciones, tomando en cuenta que no son sectores representativos de las fuerzas opositoras, sino a los acuerdos que transcurren por otras vías y, sobre todo, con las fuerzas mayoritarias, como el llamado G4 compuesto por Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática.

Si el marco público de los acuerdos de Oslo no tuvo un resultado práctico aparente, es claro que decidieron llevar los encuentros por la vía discrecional. Lo acordado recientemente para constituir un Comité de Postulaciones para ir a un nuevo CNE, pone a trasluz cómo han continuado las reuniones secretas. No en vano fue Stalin González, segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional y activo participante en las mesas de negociaciones de Noruega, quien enfatizaba que tal compromiso “forma parte de los acuerdos alcanzados en la mesa de negociación de Oslo”.

Está por verse entonces las gradaciones que irán tomando estas negociaciones. Una de las cuestiones a develarse prontamente será sobre la cuestión de las elecciones, pues mientras la oposición dice que la prioridad de un nuevo CNE es para elecciones presidenciales, el Gobierno afirma que eso no está planteado, sino solamente las elecciones legislativas que corresponden en 2020. Todo eso, caso que se llegue a puerto final con la definición de un nuevo Consejo Nacional Electoral pactado. Sobre las negociaciones en otras áreas poco ha salido a la luz pública, pero como veremos más adelante, trascendió que ambos sectores ya están explorando acuerdos para una apertura mayor al capital transnacional en el sector petrolero y otras políticas económicas.

Pero si hay algo que puede complicar estas negociaciones es la gran crisis que atraviesa la oposición. Hasta el momento las divisiones más fuertes venían desde los partidos más de la extrema derecha y con menos peso, como los liderados por María Corina Machado con su movimiento Vente Venezuela, o Antonio Ledezma con Alianza Bravo Pueblo, entre otros, que se negaban tajantemente incluso a los diálogos exploratorios con el Gobierno. Pero ahora la crisis explotó con más virulencia entre los partidos mayoritarios.

La crisis en la oposición, ¿complicación para los acuerdos?

Por lo visto, a las declaraciones de Mike Pompeo a comienzos de junio, donde señalaba lo “tremendamente difícil» que les ha resultado su “dilema” de “mantener a la oposición unida”, no le ha faltado razón. La oposición siempre ha tenido divisiones, incluso hasta finales del 2018 las divisiones eran abiertas, la política más agresiva del imperialismo a comienzos de enero alentando toda la línea golpista y tras la figura de Juan Guaidó, fue la que consiguió arrastrar a todos los sectores de la oposición y unificarlos de momento, incluyendo aquí a los sectores más extremos.

Fracasadas las tentativas de derrocar a Maduro por la vía de la fuerza y bajados los niveles en cuanto a capacidad de movilizaciones, las divisiones nuevamente vinieron a flote, y con más fuerza. Las divergencias políticas se fueron canalizando vía los grandes escándalos de corrupción en los que se han visto envueltos. En otras palabras, el destape de las ollas podridas no serían más que instrumentos de la guerra interna que se lleva a cabo desde hace varios meses, y no que los casos de corrupción sean los detonadores de la crisis misma.

Pero hay enfrentamientos que una vez desatados se tornan difíciles de conjurar, trayendo más tempestades de las previstas. Es que toda esta situación ha destapado una pelea de estocadas que ha escalado hasta lo más alto del entramado del supuesto “Gobierno interino”. El momento en que ocurren no es cualquier tiempo político y de allí que no ha sido casualidad: en los primeros días de enero tiene que votarse el nuevo presidente de la Asamblea Nacional. Hasta no hace poco se esperaba que Guaidó fuera ratificado y por tanto continuar como “Presidente encargado”, pero dada la nueva situación todo está en entredicho. Una pelea intestina que puede tener, si ya no las tiene, grandes consecuencias sobre la unidad misma de la derecha de cara a la renovación de la directiva de la Asamblea, pues la pelea se desarrolla con ahínco entre Voluntad Popular (de Guaidó y Leopoldo López) y Primero Justicia (de Borges y Capriles Radonski), siendo dos de los principales partidos del llamado G4.

La situación tomó nuevos alcances por las declaraciones por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, en las que Michael Kozak afirmó que “Nuestro apoyo ha sido a las elecciones democráticas de Venezuela, no a Juan Guaidó como persona, sino como presidente electo de la Asamblea Nacional y, por tanto, por la Constitución, como presidente interino”. Lo que podría leerse que Washington estaría dispuesto a sacrificar la figura de Guaidó, en aras de mantener la unidad en la oposición. Con Estados Unidos decidido a no escalar el conflicto con respecto a Venezuela como tanto alardeó en los inicios del 2019, seguramente actuará fuertemente para que la oposición no termine de desmoronarse, siendo los únicos con autoridad entre las partes y con capacidad de ejercer fuerza y presión, para que incluso las negociaciones secretas puedan tener un curso más ordenado. Se trata de una situación que, por defección, favorece al Gobierno de Maduro.

Las dos Venezuela en un país semidolarizado, liberación de controles y desnacionalizaciones

En múltiples artículos y trabajos hemos dado cuenta de los niveles de la catástrofe en la que se encuentra sumergida Venezuela (recientes datos de la Cepal dan cuenta que el país incrementa su contracción económica, pasando de un -19,6 % el año pasado a un -25,5 % para 2019), y cómo esta situación hundió a las amplias mayorías, no solo en los sectores que previamente se mantenían en la pobreza, sino también llevó a extremos la situación de la clase trabajadora, incluso aquella que contaba con contratos colectivos y un nivel de ingresos por encima de la línea de pobreza. De manera inédita y sin comparación con ningún país se llevó a niveles mínimos los ingresos laborales, la liquidación de prestaciones sociales acumuladas por años de trabajo, cajas de ahorro de los asalariados, al compás de la eliminación de conquistas históricas de la clase trabajadora. De un momento a otro los trabajadores fueron siendo despojados de los derechos más elementales y llevados al borde del pauperismo.

A la par de todo esto se dio un fenómeno propio de las catástrofes económicas, no solo los despidos, sino también el abandono de las fuentes de trabajo por la imposibilidad de vivir con ingresos salariales reducidos a la nada, yendo hacia áreas de la economía informal sea vía el cuentapropismo o la buhonería, así como también con el éxodo de trabajadores con la migración masiva buscando otros medios de supervivencia, lo que fue debilitando aún más su peso como sector social en sectores claves de la economía.

Pero fue una catástrofe que no cayó del cielo. Si el inicio lo tuvo la caída abrupta de los precios del petróleo en 2014, única fuente de ingreso de renta del país, el Gobierno de Maduro tomó una clara decisión antiobrera y antipopular, que fue priorizar los grandes pagos de deuda externa y demás compromisos económicos del país con acreedores internacionales y demás pulpos económicos, en lugar de tener como decisión fundamental la protección del pueblo. A partir de allí fue toda una catarata de calamidades contra el pueblo, pues el gobierno terminó agotando las arcas públicas reduciendo dramáticamente las importaciones, empeñando Citgo, el desmantelamiento de empresas, incluso llevando a la mayor de las crisis a la industria petrolera, con un país desmoronándose y entrando en espirales hiperinflacionarios y contracciones económicas brutales. Las sanciones de incidencia económica, por fuera de las políticas, apenas llegaron a mediados del 2017 con el impedimento del país a reestructuración de la deuda externa y el acceso al financiamiento extranjero, luego irán llegando otras más que irán agudizando la ya dramática situación del pueblo por las impuestas al sector petrolero que revestían carácter de embargo.

El Gobierno de Maduro aplicaba las más perversas medidas económicas en ese camino, incluyendo paquetazos como el de agosto del 2018 que hundían más a la población todo bajo el supuesto de una “recuperación económica”. Un plan que le fracasa pues la publicitada reconversión monetaria se le viene a pique y con ello las condiciones de mayor pauperización de las amplias mayorías trabajadoras y populares: el bolívar siguió perdiendo valor a velocidad destructiva para los salarios y demás ingresos en bolívares.

Siguieron las llamadas “medidas en silencio” como las definiera Maduro, que no se anuncian, pero se aplican. En el país se liberó el control de cambio, la libre cotización del dólar escalando altísimos niveles devaluatorios día a día, así como lo que el Gobierno llamaba “control de precios” (que al final no controla nada), se eximieron de impuestos a empresarios para las importaciones y exportaciones, a trasnacionales, se favorecieron con grandes facilidades las “inversiones” liberándolas de todo tipo de trabas, a los sectores petroleros foráneos se le eximieron del pago de regalías e impuestos, y hacia la minería la entrega es mayor tal como se da con el Arco Minero del Orinoco.

En este camino se ha avanzado en un creciente proceso de desnacionalización. Los cambios en la Ley de Hidrocarburos que sin anunciarlos los aplican, la nueva Ley de Inversiones Extranjeras, entre otras importantes, han venido permitiendo que sectores controlados por el Estado progresivamente vayan siendo traspasados a empresas extranjeras o grupos económicos locales, tal como se ve muy claramente en el área del petróleo, donde empresas estadounidenses, europeas, rusas, chinas y de otras latitudes avanzan en sus controles.

Incluso, en los primeros días de diciembre salió a la luz pública que el Gobierno y la oposición han discutido la posibilidad de permitir que compañías privadas que participan en empresas mixtas con PDVSA asuman el control de los campos pese a no ser socios mayoritarios. Tal cuestión se estaría discutiendo en empresas mixtas como Chevron, la rusa Rosneft y la estatal china CNPC, que pasarían a controlar los mayores campos de Venezuela. El gran capital internacional, sin distinción, tomaría parte en el botín. Un negocio donde hay también grandes empresarios locales, como Oswaldo Cisneros, para solo poner un ejemplo, que tiene un 40% de participación en la empresa mixta Petrodelta, quién afirmó públicamente que evalúa firmar con PDVSA “un contrato donde nos entregan la producción a nosotros (…) nos subcontratan la operación del campo”.

Para llegar por fin a la dolarización de la economía en los hechos, con la libre circulación del dólar actuando como una moneda más en los circuitos económicos, donde los empresarios colocan precios a niveles internacionales. Maduro llegó al descaro de afirmar que “Ese proceso que llaman de dolarización puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía. Es una válvula de escape, gracias a Dios existe”, y sostener que la dolarización surgió por la «autoregulación necesaria» de la economía venezolana. Un neoliberal clásico no lo diría mejor. A confesión de partes, Maduro demostró, por un lado, que fue incapaz de sostener el signo monetario nacional venezolano, sin importarle la destrucción del bolívar, con la trágica consecuencia para el pueblo trabajador, llevando por otra parte a una pérdida de soberanía, ya que con esta dolarización que elogia pasará a una dependencia mucho mayor de la ya existente, al tener menos control de la política monetaria, dado que el manejo del dólar, obviamente, está en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Se trata de una situación que ha ido creando dos Venezuela o dos circuitos económicos separados dentro del país, por un lado, un sector pudiente por lo general, que va desde clases medias acomodadas para arriba, grupos económicos, empresarios, comerciantes y especuladores de todo tipo, y por supuesto en la que entra la alta burocracia estatal y los militares que manejan grandes empresas del Estado, con acceso al dólar como moneda de uso corriente y donde existen capitalistas que obtienen sus ganancias en dicha moneda pero pagan salarios en bolívares.

Por otra parte, otra Venezuela, donde están las grandes mayorías trabajadoras y populares, las clases medias bajas, que han visto caer sus condiciones de manera estrepitosa, que no tienen acceso a la divisa estadounidense, lo tienen en una medida totalmente marginal: en su mundo cada vez más miserable y paupérrimo, con ingresos en bolívares, buscando subsistir, dependiendo de algunos de bienes de consumo popular a precios subsidiados y racionados, algunos recibiendo ayuda de familiares por remesas o accediendo a algunos dólares en los márgenes en los puestos de negocios de calle en la buhonería o el cuentapropismo (las migajas que caen de la Venezuela pudiente, de los ricos de siempre y los nuevos ricos surgidos al calor del chavismo).

En fin, un abismo dentro del mismo país, de mayores desigualdades que ha creado Maduro en medio de toda esta catástrofe. Esto no quiere decir que antes no existían desigualdades, obviamente, sino que las mismas se han profundizado a extremos mucho más profundos.

Es bajo esta Venezuela que algunos analistas económicos hablan de que pueden estar existiendo elementos que indicarían “salidas” de esta violenta crisis. No lo sabemos. Pero de ser así, se está haciendo sobre el hundimiento de todo un sector social, las amplias mayorías trabajadoras y populares. Donde los capitalistas y todo tipo de empresarios ven mejorar sus ganancias, sobre la base de una brutal super-explotación, donde ganan dólares y pagan en bolívares, donde a las leyes laborales se les dio la vuelta para beneficiar a toda la patronal, cuando no se anularon directamente. Sobre esa base cualquier “indicador económico” muestra “mejora”, pero la de los grandes empresarios nacionales y extranjeros, no la de las grandes masas asalariadas y pobres.

Y aún faltan medidas más duras a ser aplicadas y que están pendientes, que seguramente irán saliendo de todos esos pactos que se tejen por arriba. Hasta el momento el Gobierno ha decidido mantener los subsidios en la gasolina y en la mayoría de los servicios, como la electricidad, telefonía fija, el agua y el gas, pero no es que no lo tenga en la mira. Recordemos que en el paquetazo de agosto del 2018 estaba contemplado llevar el precio de la gasolina a niveles internacionales, una medida que no pudo ser aplicada. Pero no sería de extrañar que silenciosamente se vaya avanzando en este terreno. Hemos visto cómo Maduro deja correr los planteamientos del gobernador de Carabobo, el “excéntrico” Rafael Lacava, al que ya apodan “el Menem del chavismo”, que habla abiertamente de privatizar servicios y comienza a dar algunos pasos en ese sentido en ese estado, así como aumentos en el gas y otros servicios. Puede ser una forma de experimentación para avanzar luego a nivel nacional o “descentralizar” los servicios por estados para que cada gobernador se las arregle de esta manera.

Los caminos para hacerle frente a los ataques del Gobierno, los pactos y la demagogia de la oposición

A la clase trabajadora venezolana se le presentan grandes desafíos, pero lo tienen planteado en una situación donde sus condiciones objetivas se han visto altamente debilitadas y su subjetividad, tomada en su conjunto, bastante baja. No es para menos, como hemos explicado más arriba, ha sido fuertemente golpeada en esta crisis, viendo reducida sus fuerzas y llegado a niveles casi de mano de obra esclava. El papel del chavismo en la estatización y cooptación de las organizaciones obreras jugó un papel importante en esto. Los trabajadores y las trabajadoras hoy resisten donde pueden y como pueden. Sobre esto actúa la fuerte regimentación que ejerce el régimen de Maduro, el escalado autoritarismo y la represión imperante en el gobierno, el uso de fuerzas paraestatales (“colectivos”) para amedrentar al movimiento de masas.

Sus direcciones sindicales en muchos sectores, o llevan adelante las políticas gubernamentales, actuando como si fuesen funcionarios del Estado como la CBST, entre otras, o son correas de transmisión de partidos patronales de la derecha que hacen política “antigubernamental”, pero cuyos movimientos son completamente funcionales a las políticas de dichos partidos, un ejemplo típico de esto lo vemos en el brazo político-sindical de la derecha, Coalición Sindical. Estamos hablando de una burocracia ligada a una oposición que plantea todo un programa de la mano del FMI con privatizaciones masivas, desnacionalización de la economía, entreguismo, y que contempla despidos masivos en el sector público, tarifazos en servicios esenciales del pueblo, en fin, todo un plan de ataque capitalista como está desarrollado en el Plan País.

También, parte de este cuadro son los fuertes elementos de desmoralización a nivel de masas cuando se producen debacles de un proyecto político en el que las masas cifraron sus esperanzas. No se les puede culpar ni responsabilizar a los trabajadores de tal situación, sino a las direcciones políticas que con armas y bagajes se sumaron al “proyecto bolivariano”. Así como también a corrientes que hoy quieren hacer tabula rasa, haciendo omisión de su pasado e incluso hasta negándolo, como si nunca hubiesen sido partícipes del proceso, reduciéndose sus explicaciones a meras respuestas parciales, ciertas, pero que no dejan de ser fragmentarias.

Pero a pesar de esta situación, como observamos en el segundo semestre del 2018 y nuevamente en estos meses que van del segundo semestre del 2019, los trabajadores buscan dar la pelea por sus demandas más sentidas frente a la angustiante situación de miseria, muy a pesar de sus bajos niveles de organización. La lucha de las enfermeras a nivel nacional en el 2018, motorizó a otros amplios sectores a la pelea, tal como se vio en el magisterio, en los diversos sectores de la administración pública, en industrias del Estado y hasta en el sector privado. En otras palabras, no se han quedado de brazos cruzados y la lucha aún está por verse.

En otros artículos hemos planteado que en Venezuela la clase trabajadora, que a pesar de la situación imperante no ha dejado de luchar, aunque lo hace de manera dispersa, para lograr sus objetivos debe ponerse a tono con estos vientos de lucha de clases que cruzan importantes países de América Latina. Procesos que se transforman también en un fuerte incentivo para la lucha y la organización. Pero a niveles de catástrofe y violentos ataques se debe responder a la altura de los mismos, dando cuenta que estamos enfrentando no solamente a un Gobierno represivo, autoritario y hambreador, sino al conjunto de un plan que comparten, grosso modo, los empresarios y partidos patronales. Los capitalistas festejan toda esta liberación de Maduro, y que la oposición comparte, solo que quiere más y mucho más rápido.

Es claro que clase trabajadora tiene la necesidad y el derecho de enfrentarse como un solo puño ante los ataques del gobierno y los capitalistas más allá de sus divisiones sociales, organizativas y políticas, y porque es a través de estas acciones donde los trabajadores avanzaran en hacer sus experiencias y clarificando al calor de la lucha con las distintas direcciones sindicales. Pero se trata de una pelea que apunte hacia la independencia de clase, desarrollando al mismo tiempo nuevos formas de organización y lucha. Desgraciadamente en este camino, existen sectores que opinan lo contrario, para quienes lo central no es avanzar en la constitución de nuevos organismos para lucha e ir creando jalones hacia la independencia política de los trabajadores, sino simplemente acordar tres o cuatro cosas mínimas con burocracias sindicales opositoras de todo pelaje, reduciendo todo al peor reduccionismo de la lucha económica evitando que se eleven a posiciones políticas avanzadas de independencia de clase.

Además de sacar lecciones de sus anteriores experiencias, la clase trabajadora venezolana debe y puede sacar lecciones también las rebeliones en curso en los otros países de América Latina. Que para avanzar no se puede hacer de la mano de las burocracias sindicales que si no traicionan de entrada lo harán en el camino, que es necesario avanzar en la autoorganización como por ejemplo lo hacen hoy los trabajadores y las trabajadoras en la región de Antofagasta en Chile. Pero también comprender que es necesario construir una herramienta propia de los trabajadores avanzando en la construcción de un partido revolucionario que se plantee la lucha por el poder y avanzar hacia un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, única manera de sentar la bases para terminar con los males a que nos condena esta sociedad capitalista.

Fuente del artículo: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Bajo-la-desnacionalizacion-el-ajuste-y-la-dolarizacion-las-dos-Venezuela-que-emergen-de-la-tragedia

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Macron en problemas: cumple 29 días la huelga del transporte en Francia

Europa/ Francia/ 07.01.2020/ Fuente: www.laizquierdadiario.com.ve.

 

Este jueves se cumplieron 29 días de huelga general en el transporte, y parcial en otras ramas de la producción y los servicios. La lucha contra la reforma jubilatoria de Macron ya es la más larga desde 1968.

El presidente francés, Emmanuel Macron, habló por primera vez el 31 de diciembre, tras haber guardado semanas de silencio. En su alocución pidió «encontrar el camino a un compromiso rápido (…) con los sindicatos que lo quieran». Sin embargo esta expresión de deseo presidencial no parece tener correlato con la realidad social en general y del clima que se vive en la calle en particular.

Este jueves, los trabajadores ferroviarios (SNCF) y del sistema de transporte metropolitano de París (RATP), cumplieron 29 días de huelga general contra la reforma de pensiones anunciada por el Gobierno. A esta huelga indeterminada se sumaron en el último mes una serie de huelgas parciales que incluyeron a los docentes, abogados, bomberos, portuarios, de las empresas de electricidad, gas y refinerías, como así también la orquesta y el ballet de la Ópera de París, para nombrar solo a algunos.

La huelga y las protestas intersectoriales, que comenzaron el 5 de diciembre, ya superaron este jueves a la huelga ferroviaria que paralizó la compañía estatal SNCF en 1986-1987, durante 28 días, y se convirtió en la más importante desde 1968.

En este mes se realizaron al menos tres movilizaciones multitudinarias de las cuales dos llegaron a reunir a más de 1.500.000 personas en todo el país, y en donde los estudiantes y los chalecos amarillos se sumaron a los huelguistas en las calles.

El Gobierno, los empresarios y los sindicatos más conciliadores habían intentado establecer una «tregua de Navidad», que no solo no les resultó sino que generó una suerte de rebelión en las bases de los sindicatos como UNSA (con peso en ferroviarios y transporte metropolitano) por la que los trabajadores desoyeron a las direcciones y salieron a las calles, en una manifestación conjunta y mediante la organización de asambleas de coordinación entre los trabajadores de la SNCF y el RATP.

Esto obligó a los sindicatos menos conciliadores, como la CGT, que no había aceptado la tregua pero sigue apostando a llevar la lucha al callejón sin salida de las negociaciones con el Gobierno, a tener que dar cuenta de la situación en las bases llamando a una marcha para el 9 de enero (después de una ronda de negociaciones el 7).

Philippe Martínez, el dirigente de la CGT, se vio empujado por su base a llamar para manifestarse dos sábados seguidos: 28 de diciembre y 4 de enero. Asimismo, llamó a «todos los franceses a la huelga», y los sectores de las refinerías y depósitos de combustibles que responden a la CGT ya llamaron a la huelga entre el 7 y el 10 de enero.

El endurecimiento de la huelga en las refinerías, en su conjunto, como ya pasó en 2016, podría permitir romper con el aislamiento de los huelguistas del RATP y el SNCF, y darle al movimiento la posibilidad de un nuevo salto .

Este discurso más combativo de Martinez, no quita que se mantenga en la mesa negociaciones con el Gobierno. Sin embargo la experiencia de los 18 meses de negociaciones previas al movimiento de huelga, e incluso las reuniones que se mantuvieron desde que comenzaron las protestas el 5 de diciembre, muestran que la posibilidad de que el Gobierno retire (o incluso modifique sustancialmente) la reforma de jubilaciones mediante el diálogo, son nulas.

El intento del Gobierno de tratar de desactivar la huelga prometiendo a algunos de los sectores una «clausula del abuelo», por la que la reforma solo se aplicaría a los nuevos empleados pero no a los que están en actividad, fueron un fracaso. La solidaridad pudo más y desde los ferroviarios, trabajadores del transporte hasta las bailarinas del ballet, decidieron seguir en huelga no solo por la defensa de sus pensiones, sino también por las de las generaciones futuras.

Tampoco pudo el Gobierno quebrar la huelga por el hambre, teniendo en cuenta que los huelguistas están sin cobrar sus salarios. Por el contrario el fondo de huelga organizado por los huelguistas fue todo un éxito y en pocas semanas llegó a juntar un millón de euros, considerando solo lo recaudado por la CGT.

La próxima «batalla» será el inicio del año escolar, que ya se perfila como la segunda ronda de la lucha contra la reforma de las pensiones. Es la posibilidad de golpear finalmente a Macron, si a los huelguistas del RATP y el SNCF se suman los docentes de todo el país e impiden la vuelta a clases. A esto se suma la acción convocada para el martes 4, la nueva jornada de marcha nacional para el 9 de enero y la posibilidad de que otros sectores se plieguen a la convocatoria de huelga.

Fuente de la noticia: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Macron-en-problemas-cumple-29-dias-la-huelga-del-transporte-en-Francia

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Salud, educación, institución y alternativas al modelo médico de salud agotado

Por: Jorge Díaz Piña e Iliana Lo Priore.

Favorecer una política de salud que se defina como  defensa y cuidado de la autonomía, tanto física, orgánica y biológicamente como intelectual, cultural y espiritualmente, ante el rotundo fracaso del modelo médico o clínico de salud que impuso la modernidad, –fracaso reconocido hasta por las mismas Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de Salud (OPS) y lo evidencian sus tendencias estadísticas de los incrementos sufridos y proyecciones de morbilidad y mortalidad a niveles internacionales o globales–, para garantizar el derecho a la participación y realización social de todos en  los más diversos ámbitos de la convivencia social y de calidad de vida, es una tarea que nos concierne éticamente con prioridad  desde el punto de vista individual y colectivo.  Para comprender esta prioridad, hay que desechar la idea de que la salud consiste en no-estar-enfermo, y de estarlo no hay que asumir ser-paciente-clínicamente y depender únicamente de la atención médica o clínica para intentar restaurarla terapéuticamente.

Esta dependencia anula la autonomía, esto es, el autocontrol individual y colectivo de la vida.  Esa dependencia es lo que ha sido instituido y enseñado educativa y culturalmente, mejor dicho, contraculturalmente, porque todo lo que atente contra la autonomía es opuesto a la cultura y a la libertad deseada como auto-co-determinación de los modos de satisfacer equitativamente y con justicia las necesidades y los deseos vitales, por cuanto la libertad responsable depende paradójica y relativamente de la autonomía. Sin embargo, la autonomía puede intervenir reflexivamente sobre las condiciones de poder y subordinación que alienan y hacen depender la libertad, e incidir contrarrestando  su control heterónomo (por otros con poder que dominan y manipulan mediáticamente) a través de instituir contrapoderes emancipadores de la alienación para defender la calidad de vida e impedir su progresiva degradación por la depredación de la naturaleza y la corporeidad humana debidas al neoliberalismo que entre otras aspectos, induce  las enfermedades endémicas,  la contaminación y calentamiento global, el individualismo competitivo y su estresamiento correlativo, sobreexplotación de la fuerza de trabajo, la falta del cuidado de sí (y de los(as) demás), la producción y el consumo antiecológicos, condiciones antiergonómicas en el campo laboral, etc.

De allí la relevancia de saber articular la salud con la educación y lo instituido al respecto para indagar sobre las opciones alternativas.  Para empezar, habría que recuperar concepciones sobre la salud que han sido solapadas.  Entre estas, nos parece importante la definición dada por George Calguilhem en su famoso texto Lo normal y lo patológico (2005), al definir la enfermedad como la incapacidad de un cuerpo para instituir normas y transformarlas (lo patológico); lo contrario, su capacidad para normar o normarse (lo normal), sería lo saludable. Canguilhem  lo expresó así:

“estar sano no es sólo ser normal en una situación dada, sino también ser normativo en esa situación y en otras situaciones eventuales.  Lo característico de la salud es la posibilidad de superar la norma que define lo momentáneamente normal, la posibilidad de tolerar infracciones a la norma habitual e instituir normas nuevas en situaciones nuevas” (pp.149-150)

Por lo tanto, lo normal o saludable se correspondería con la condición autónoma de los cuerpos. Así mismo, lo opuesto seria lo alienante, la limitación de la autonomía y de su libertad relativa o plena. En consecuencia, la opción alternativa a la terapéutica médica que transforma al presunto enfermo en paciente (alienado por carecer de capacidad para normarse o normalizarse por cuenta propia), radicaría en aquella que restaure su capacidad de normar con autonomía y lo desaliene de su sujeción o dependencia.

Lo expuesto hasta ahora, advierte en torno a los obstáculos que se le interpondrían a la realización de una política pública de salud orientada a propiciar y favorecer la autonomía porque tanto la lógica del discurso educativo como la dinámica de lo institucional prevaleciente, así como el modelo médico, conspiran contra ello, ya que su naturaleza sociocultural es reproductora de la dependencia heterónoma, de la sujeción de los individuos al biopoder (el poder ejercido sobre la vida).  No obstante, al ser lo institucional un mecanismo social para estabilizar el sentido y las condiciones de realización del discurso hegemónico sobre la salud y la enfermedad, la estabilidad así conseguida, está condicionada por la entropía (tendencia a la degradación o disfuncionalidad de un cuerpo, organización o sistema, -es la segunda ley de la termodinámica-, y que, por ello, tiende a producir una reestructuración interna alternativa o superadora denominada neguentropía, también llamada, estructura disipativa), por la inercia que genera y que, al mismo tiempo, demanda su transformación a través de la dialéctica de lo instituido y lo instituyente o contrainstitucional, como el análisis institucional de René Loureau (1991), en su obra El análisis institucional, y otros, nos lo han hecho comprender.  Ellos han puesto en evidencia la acción de sujeción y entropía de lo instituido en las organizaciones y la potencial acción alternativa de lo instituyente o estructura disipativa que se le contrapone mediante analizadores o dispositivos de análisis que lo hacen manifestar.

Con base en ello, propondremos una estrategia interpretativa y de promoción transformadora de las relaciones complejas e incompletas por su incertidumbre, entre las acciones educativas y la dinámica institucional en el campo de las políticas de salud.  Una estrategia de naturaleza tensional y no causal, que permita construirle viabilidad teórica y metodológica a las políticas públicas en salud a través de la educación permanente de los trabajadores de la salud y de toda la población, que contribuyan al desarrollo de su autonomía social para defender y construir calidad de vida.

La estrategia consiste en representar y dinamizar las relaciones a manera de cruzamientos entre el eje de los dispositivos  lo-institucional y lo-educativo, y el eje continuo y diferenciador de los estados dependencia-heterónoma y autonomía.  A tal efecto lo ilustraremos con un diagrama en el que se interceptan los ejes para lograr representar y dinamizar los cruces.

En el plano inferior al eje horizontal, ubicamos los cuadrantes correspondientes a los cruzamientos entre lo-institucional y lo-educativo con la dependencia-heterónoma, bajo el dominio de la racionalidad instrumental (o lógica de pensamiento y acción que inviste o concibe a todos los aspectos como medio, recurso o instrumento para lograr un objetivo).

El cuadrante de lo educativo/dependencia-heterónoma ubica el proceso de normalización social que se da por medio de las acciones educativas de poder-saber a escala masiva o gestión-de-gubernamentalidad sobre la población y de la subjetivación individual o “gobierno-de-sí-mismo(a)”: como se debe ser.

El cuadrante de lo institucional/dependencia-heterónoma activa la construcción de lo instituido como norma por el poder que, de acuerdo a lo expuesto con anterioridad, corresponde a lo establecido como lo normal y lo patológico para el campo de la salud, y como lo normal y lo no-normal para otros campos (por ejemplo, el educativo).

Como ya señalamos, estos dos cuadrantes interactúan retroactivamente reforzándose entre sí, ya que lo educativo institucionaliza y lo institucional educa; conformando una barrera que a modo de eje-pared, salvaguarda a la dependencia-heterónoma y bloquea las acciones que tiendan a favorecer la autonomía; es su dinámica institucional inmanente, lo instituido y la normalización operan con ese horizonte de sentido. Entre las posibles acciones de autonomía bloqueadas, reprimidas o subordinadas ubicamos, por ejemplo, a las terapias alternativas a las alopáticas: saberes terapéuticos populares o ancestrales que son acervos culturales de las comunidades originarias, étnicos, etc.

El plano superior del eje lo-institucional/lo-educativo, localiza su articulación con respecto a la autonomía bajo el horizonte de sentido que produce la racionalidad comunicativa-afectual, o razón sensible-empática, es decir, el consenso crítico que induce la afectación identificadora de sentir y sentirse juntos entre los(as)   involucrados(as), (los(as) presuntos(as) enfermos(as) o pacientes, familiares, amistades, trabajadores(as) de la salud, etc. principalmente) que se comunican por afectualidad (resonancia empática entre los cuerpos que, a diferencia de la afectividad  que es intersubjetiva, es trascendente por ser trans-subjetiva).  Este plano es dinamizado por la búsqueda de autonomía como factor atractor y convertidor de las acciones de lo institucional/autonomía. Orienta la reinterpretación de lo instituido como lo normal y lo-patológico/no-normal, a través de su crítica y replanteo como patología-de-lo-normal, propiciando con ello la emergencia de una nueva y relativizada normatividad de lo instituyente, una nueva institucionalidad que late virtualmente como proyecto en el cuadrante de lo-institucional/dependencia-heterónoma.

El cuadrante de la autonomía/lo-educativo, como manifestación reproductora y reforzadora de lo instituyente, activa las acciones auto-co-educativas intersubjetivas afectuales o empáticas, y de reconocimiento de las alteridades u otredades entre sí de los(as) involucrados(as), y de la puesta en escena de la experiencia-de-sí (lo que cada quien ha acumulado reflexivamente individual y comunitariamente como acervo vivido de su tránsito en la condición de enfermo o paciente, familiar, etc.) en la construcción de su autonomía, que se encuentran contrarrestadas, resistiendo, en los cuadrantes de la dependencia-heterónoma/lo-educativo y dependencia-heterónoma/lo-instituido. El reconocimiento de la afectualidad entre pacientes, familiares, amistades, etc., puede llegar incluso a formar grupos o movimientos sociales en defensa de la calidad de vida y contra el neoliberalismo.

La representación gráfica no contrapone excluyentemente a los dos planos que configuran los ejes de manera horizontal.  Si bien los distingue, los relaciona también sistémicamente, de modo que la entropía provocada por la inercia de la dependencia-heterónoma, sea superada por su negación o energía neguentrópica reconfiguradora del atractor autonomía, que la toma de la conversión ecológica de los efectos “residuales” (resistencias contrainstitucionales: por malestares, decepciones, ineficacia, malas praxis, rebeldía, etc.) propiciadas por la misma entropía de la dependencia-heterónoma del modelo médico de salud.

Es una relación compleja, auto-eco-reorganizadora, en términos del pensamiento complejo de Edgar Morin expresado en sus diversos textos publicados.  Con esta perspectiva nos inscribimos en una nueva racionalidad política, una biopolítica como la definió Antonio Negri en su Del retorno. Abecedario biopolítico (2002), que responde a una analítica de la resistencia al biopoder, y en un proyecto ético que para Paul Ricoeur en el texto El sí mismo como otro (1996), orienta “a vivir-bien con y para los otros en instituciones justas y a estimarse a sí mismo en cuanto portador de este deseo” (p. 393), en fin, en la lucha por una “estética de la existencia”.

Correos: diazjorge47@gmail.com  /   ilianalopriore11@gmail.com

Autor Imagen: Luis Tinoco.

 

 

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Bajo la desnacionalización, el ajuste y la dolarización: las dos Venezuela que emergen de la tragedia

Bajo la desnacionalización, el ajuste y la dolarización: las dos Venezuela que emergen de la tragedia

Mientras la arrolladora catástrofe continúa afectando dramáticamente la vida de millones, llevando su situación a extremos y una economía con caídas destructivas, factores de poder operan para llevar adelante brutales cambios en el país, incluso de carácter estructural, donde se avanza en poner a la nación venezolana en una mayor relación de dependencia y de vulnerabilidad con el mundo económico y financiero mundial. De manera “silenciosa”, para usar una expresión de Maduro, se han venido tomando decisiones económicas y políticas de grandes consecuencias para la nación, donde no solo se trata de la profundización de severos ajustes contra las amplias mayorías de la población trabajadora, que han sido acompañado por las fuerzas de poder económica empresarial y capitalistas de todo linaje, sino que implican grandes cambios que pueden llevar a una mayor semicolonialidad del país.

En el presente artículo buscamos dar cuenta de todo ese entramado partiendo de la política del imperialismo hacia Venezuela, las conversaciones secretas entre Estados Unidos y el chavismo, los posibles pactos silenciosos entre Gobierno y oposición, revisar a qué obedece la crisis que atraviesa la oposición de derecha, para avanzar en dar cuenta de esos cambios profundos que ya se encaminan, así como también los caminos para hacerle frente a tales políticas, a los ataques del Gobierno, los pactos y la demagogia de la oposición.

En otros trabajos hemos dado cuenta cómo Maduro consiguió atravesar el año, no por fortaleza propia, sino sobre todo por el sostén de las Fuerzas Armadas, en las que la oposición y el gobierno de Trump no lograron conseguir un sector importante que atendiese sus llamados o que se quebrase ante las amenazas de agresión militar y juicios por lesa humanidad, así como también por el cierre de filas de todos los sectores y grupos de poder de la burocracia chavista. Desde el primer cuatrimestre del 2019, donde la oposición de derecha se envalentonó con una ofensiva golpista de la mano de Estados Unidos y todo el derechismo continental y más allá, ésta no solo se ha venido a menos sino que también atraviesa una de las más severas crisis, incluso al borde de la implosión entre los partidos que la componen.

Pero no se puede discutir sobre los rumbos en los que se le busca dar destino al país por fuera de los nuevos vientos de rebeliones que sacuden a los países de la región, una cuestión que ya hemos abordado en el trabajo Venezuela y el retorno de la lucha de clases en América Latina, y que pueden trastocar, por no decir, hacer volar por los aires, cualquier proyecto de las fuerzas de poder dominante. Todo esto marcando un nuevo signo de la lucha de clases en nuestro continente, una tendencia que no se limita a la región, sino que se expresa en otras regiones, cuyo ejemplo más reciente en la huelga general en Francia.

Por el momento, estos vientos no han incidido a nivel de los trabajadores y los grandes sectores populares en Venezuela, que vienen acusando un nivel de debilidad objetiva y subjetiva bastante grande, lo que no significa que, ante mayores ataques de los ya recibidos, como los que podrían venir de estos planes de “reconstrucción”, no pueda haber una reacción de lucha que ponga límites a las políticas más draconianas que tengan en sus planes los sectores dominantes. Si Maduro con la mayor de las impudicias ha dicho que apoya esas movilizaciones, cuando en el país aplica planes de ajuste muy semejantes (o peores en algunos casos) a aquellos contra los que se rebelan esos pueblos, por su parte la oposición, con Juan Guaidó al frente, hace alardes de la creciente movida reaccionaria en Bolivia con el golpe de Estado, así como expresa su simpatía a los gobiernos represivos de Chile y Colombia.

La Casa Blanca aceptando al chavismo en una eventual transición en Venezuela

Estados Unidos hace tiempo que decidió hacer un giro en su política con respecto a Venezuela, con relación a la agresividad de principios de año, aunque las sanciones económicas continúan y sigue su política de no reconocimiento público del Gobierno de Maduro. Para finales del primer semestre su discurso más belicoso, donde “todas las opciones” estaban sobre la mesa, había pasado a un segundo plano. Eran momentos en que Elliot Abrams afirmaba que “los venezolanos deben poder unirse y tomar las decisiones que enfrenta su país a través de elecciones libres y justas que reflejen la voluntad de la mayoría, no solo de los pocos corruptos que tienen el poder”, e incluso sosteniendo que “tanto la oposición como las voces chavistas son esenciales para una transición pacífica y la reconciliación nacional. Como todos los ciudadanos del país, los chavistas deberán desempeñar un papel en la reconstrucción de Venezuela”.

En los primeros días de diciembre Washington volvía a remarcar este discurso, pero ahora con más énfasis y con el reconocimiento de las fuerzas de Maduro, el PSUV, como fuerza actuante, cuestión que era lejana hasta hace pocos meses. Michael Kozak, el encargado de Latinoamérica en el Departamento de Estado, afirmó que “Hemos visto al movimiento chavista y al PSUV como representante de una proporción significativa de la población y teniendo un papel en la política de Venezuela en el futuro, eso está fuera de cuestión”. E incluso que respaldaría una “transición” con el chavismo en un Gobierno interino y sin Juan Guaidó, en el eventual caso de que no resultara reelegido en enero como presidente de la Asamblea Nacional.

Si bien los movimientos de Estados Unidos encierran muchas incógnitas, el ritmo de la campaña electoral en la que el presidente Donald Trump se juega su reelección podrían estar incidiendo en la nueva orientación. Pero muy probablemente es movido por el fracaso de su política con respecto a Venezuela, a la par del fuerte declive que ha tenido la oposición de derecha criolla, que no solo está lejos de su capacidad de movilización que supo tener al menos hasta el primer cuatrimestre del año, sino que ha acentuado de sus divisiones internas. No por casualidad Mike Pompeo a mediados de junio sostenía que «Nuestro dilema, que es mantener a la oposición unida, ha resultado ser tremendamente difícil», y si tomamos en cuenta casi sus niveles de implosión en estos días por los escándalos de corrupción, la situación se les torna más compleja.

Dando lectura de esta situación es que probablemente Estados Unidos haya decidido establecer directamente las negociaciones con el chavismo, aunque obviamente bajo todos los secretismos existentes. Las recientes declaraciones de Michael Kozak no fueron producto de la casualidad o de formas de expresión, tratase de un reconocimiento de fuerzas abierto de alguien con quien se está negociando. A finales de agosto Trump llegó a afirmar que sostenían reuniones secretas con el Gobierno de Maduro y, manteniendo la discreción, remarcaba: «No quiero decir con quién, pero estamos hablando con ellos a muy alto nivel». Horas después lo ratificaba Maduro: «Confirmo que desde hace meses hay contactos de altos funcionarios del Gobierno de Estados Unidos de Donald Trump y del Gobierno bolivariano que yo presido».

Aunque no ha dejado de barajarse que tales encuentros entre la Casa Blanca y el chavismo hayan sido sin el conocimiento de Maduro, y éste haya salido a declarar para no aparecer por fuera de movidas políticas entre las distintas fuerzas de poder del chavismo. Pero Maduro ha reiterado que el acercamiento entre la Administración Trump y emisarios de su Gobierno se ha producido bajo su «autorización expresa, directa, varios contactos, varias vías, para buscar regular este conflicto». De cualquier manera, sea por negociaciones directas con Maduro o con algún sector significativo de las fuerzas de poder del chavismo, la cuestión de fondo está en el cambio de política de Washington.

Es probable también que este giro se pueda estar acentuando por los cambios del contexto latinoamericano. Desde el 2015 la oscilación pendular de la política continental fue girando hacia la derecha: Piñera en Chile, Macri en Argentina, Duque en Colombia, Kuczynski en Perú, Abdo en Paraguay y, por si faltara algo, Temer/Bolsonaro en Brasil, todos gobiernos alineados con Trump. Fue el momento del envalentonamiento de Washington con respecto a Venezuela para llegar a enero del 2019 con su política decidida de derrocar a Maduro. Pero la situación ha dado un giro brusco con la nueva tendencia a grandes acciones de masas en el continente, sobre todo en Sudamérica, con aliados claves como Piñera puesto entre las cuerdas o Macri, en un país en crisis, ya fuera del poder, y más recientemente, con uno de sus aliados más firmes, Colombia, acosado por fuertes movilizaciones donde Duque sufre un gran desgaste político. Esta nueva realidad ha hecho que el “Grupo de Lima”, el foro ad hoc que armó la derecha continental, bajo tutela estadounidense, para impulsar su política contra Venezuela, se encuentre bastante debilitado en su capacidad de acción. Lo de Colombiaa su vez, no es una cuestión menor si con respecto a Venezuela hablamos, constituye la principal cabecera de playa que ha tenido Estados Unidos, tal como vimos en la llamada operación “Ayuda humanitaria” del 23 de febrero.

Pero más cosas transcurren en los entretelones, como son los intereses económicos imperialistas que Estados Unidos no descuida en el país. El Departamento del Tesoro de EE.UU. ha venido prolongando las autorizaciones de manera automática a empresas petroleras de origen estadounidense que siguen operando en Venezuela pese a las sanciones que ha impuesto a PDVSA, que en teoría tendrían que ser afectadas. Hablamos de firmas como Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes, Weatherford International y Chevron. Decisiones que el Gobierno de Maduro agradece a Estados Unidos en el marco de los entendimientos por abajo.

Para que se tenga una idea gráfica solo del caso de Chevron en el país: baste mencionar que esta empresa tiene participación en las Empresas Mixtas Petroboscán (39,2%) y Petroindependencia (25,2%) en el occidente del país; en la Faja Petrolífera del Orinoco, ubicada en el oriente, Chevron participa en los proyectos de crudo extrapesado Petropiar (30%) y Petroindependencia (34%). En las operaciones de gas costa afuera, la compañía participa en los Bloques 2 y 3 de la Plataforma Deltana, además del 100% del proyecto Cardón 3 del Proyecto “Rafael Urdaneta”. Y como explicaremos más adelante, estos porcentajes de participación están avanzando en mayores controles de dichas empresas, acentuando su penetración en el país.

¿Pactos silenciosos entre el Gobierno y la oposición?

Los acuerdos sigilosos parecen también haber sido el camino escogido por parte de la oposición y Maduro. No nos referimos aquí a los encuentros con los sectores minoritarios de la oposición y que se han sentado públicamente con el Gobierno en la Casa Amarilla, que no serían realmente el plato central de las negociaciones, tomando en cuenta que no son sectores representativos de las fuerzas opositoras, sino a los acuerdos que transcurren por otras vías y, sobre todo, con las fuerzas mayoritarias, como el llamado G4 compuesto por Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Acción Democrática.

Si el marco público de los acuerdos de Oslo no tuvo un resultado práctico aparente, es claro que decidieron llevar los encuentros por la vía discrecional. Lo acordado recientemente para constituir un Comité de Postulaciones para ir a un nuevo CNE, pone a trasluz cómo han continuado las reuniones secretas. No en vano fue Stalin González, segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional y activo participante en las mesas de negociaciones de Noruega, quien enfatizaba que tal compromiso “forma parte de los acuerdos alcanzados en la mesa de negociación de Oslo”.

Está por verse entonces las gradaciones que irán tomando estas negociaciones. Una de las cuestiones a develarse prontamente será sobre la cuestión de las elecciones, pues mientras la oposición dice que la prioridad de un nuevo CNE es para elecciones presidenciales, el Gobierno afirma que eso no está planteado, sino solamente las elecciones legislativas que corresponden en 2020. Todo eso, caso que se llegue a puerto final con la definición de un nuevo Consejo Nacional Electoral pactado. Sobre las negociaciones en otras áreas poco ha salido a la luz pública, pero como veremos más adelante, trascendió que ambos sectores ya están explorando acuerdos para una apertura mayor al capital transnacional en el sector petrolero y otras políticas económicas.

Pero si hay algo que puede complicar estas negociaciones es la gran crisis que atraviesa la oposición. Hasta el momento las divisiones más fuertes venían desde los partidos más de la extrema derecha y con menos peso, como los liderados por María Corina Machado con su movimiento Vente Venezuela, o Antonio Ledezma con Alianza Bravo Pueblo, entre otros, que se negaban tajantemente incluso a los diálogos exploratorios con el Gobierno. Pero ahora la crisis explotó con más virulencia entre los partidos mayoritarios.

La crisis en la oposición, ¿complicación para los acuerdos?

Por lo visto, a las declaraciones de Mike Pompeo a comienzos de junio, donde señalaba lo “tremendamente difícil» que les ha resultado su “dilema” de “mantener a la oposición unida”, no le ha faltado razón. La oposición siempre ha tenido divisiones, incluso hasta finales del 2018 las divisiones eran abiertas, la política más agresiva del imperialismo a comienzos de enero alentando toda la línea golpista y tras la figura de Juan Guaidó, fue la que consiguió arrastrar a todos los sectores de la oposición y unificarlos de momento, incluyendo aquí a los sectores más extremos.

Fracasadas las tentativas de derrocar a Maduro por la vía de la fuerza y bajados los niveles en cuanto a capacidad de movilizaciones, las divisiones nuevamente vinieron a flote, y con más fuerza. Las divergencias políticas se fueron canalizando vía los grandes escándalos de corrupción en los que se han visto envueltos. En otras palabras, el destape de las ollas podridas no serían más que instrumentos de la guerra interna que se lleva a cabo desde hace varios meses, y no que los casos de corrupción sean los detonadores de la crisis misma.

Pero hay enfrentamientos que una vez desatados se tornan difíciles de conjurar, trayendo más tempestades de las previstas. Es que toda esta situación ha destapado una pelea de estocadas que ha escalado hasta lo más alto del entramado del supuesto “Gobierno interino”. El momento en que ocurren no es cualquier tiempo político y de allí que no ha sido casualidad: en los primeros días de enero tiene que votarse el nuevo presidente de la Asamblea Nacional. Hasta no hace poco se esperaba que Guaidó fuera ratificado y por tanto continuar como “Presidente encargado”, pero dada la nueva situación todo está en entredicho. Una pelea intestina que puede tener, si ya no las tiene, grandes consecuencias sobre la unidad misma de la derecha de cara a la renovación de la directiva de la Asamblea, pues la pelea se desarrolla con ahínco entre Voluntad Popular (de Guaidó y Leopoldo López) y Primero Justicia (de Borges y Capriles Radonski), siendo dos de los principales partidos del llamado G4.

La situación tomó nuevos alcances por las declaraciones por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, en las que Michael Kozak afirmó que “Nuestro apoyo ha sido a las elecciones democráticas de Venezuela, no a Juan Guaidó como persona, sino como presidente electo de la Asamblea Nacional y, por tanto, por la Constitución, como presidente interino”. Lo que podría leerse que Washington estaría dispuesto a sacrificar la figura de Guaidó, en aras de mantener la unidad en la oposición. Con Estados Unidos decidido a no escalar el conflicto con respecto a Venezuela como tanto alardeó en los inicios del 2019, seguramente actuará fuertemente para que la oposición no termine de desmoronarse, siendo los únicos con autoridad entre las partes y con capacidad de ejercer fuerza y presión, para que incluso las negociaciones secretas puedan tener un curso más ordenado. Se trata de una situación que, por defección, favorece al Gobierno de Maduro.

Las dos Venezuela en un país semidolarizado, liberación de controles y desnacionalizaciones

En múltiples artículos y trabajos hemos dado cuenta de los niveles de la catástrofe en la que se encuentra sumergida Venezuela (recientes datos de la Cepal dan cuenta que el país incrementa su contracción económica, pasando de un -19,6 % el año pasado a un -25,5 % para 2019), y cómo esta situación hundió a las amplias mayorías, no solo en los sectores que previamente se mantenían en la pobreza, sino también llevó a extremos la situación de la clase trabajadora, incluso aquella que contaba con contratos colectivos y un nivel de ingresos por encima de la línea de pobreza. De manera inédita y sin comparación con ningún país se llevó a niveles mínimos los ingresos laborales, la liquidación de prestaciones sociales acumuladas por años de trabajo, cajas de ahorro de los asalariados, al compás de la eliminación de conquistas históricas de la clase trabajadora. De un momento a otro los trabajadores fueron siendo despojados de los derechos más elementales y llevados al borde del pauperismo.

A la par de todo esto se dio un fenómeno propio de las catástrofes económicas, no solo los despidos, sino también el abandono de las fuentes de trabajo por la imposibilidad de vivir con ingresos salariales reducidos a la nada, yendo hacia áreas de la economía informal sea vía el cuentapropismo o la buhonería, así como también con el éxodo de trabajadores con la migración masiva buscando otros medios de supervivencia, lo que fue debilitando aún más su peso como sector social en sectores claves de la economía.

Pero fue una catástrofe que no cayó del cielo. Si el inicio lo tuvo la caída abrupta de los precios del petróleo en 2014, única fuente de ingreso de renta del país, el Gobierno de Maduro tomó una clara decisión antiobrera y antipopular, que fue priorizar los grandes pagos de deuda externa y demás compromisos económicos del país con acreedores internacionales y demás pulpos económicos, en lugar de tener como decisión fundamental la protección del pueblo. A partir de allí fue toda una catarata de calamidades contra el pueblo, pues el gobierno terminó agotando las arcas públicas reduciendo dramáticamente las importaciones, empeñando Citgo, el desmantelamiento de empresas, incluso llevando a la mayor de las crisis a la industria petrolera, con un país desmoronándose y entrando en espirales hiperinflacionarios y contracciones económicas brutales. Las sanciones de incidencia económica, por fuera de las políticas, apenas llegaron a mediados del 2017 con el impedimento del país a reestructuración de la deuda externa y el acceso al financiamiento extranjero, luego irán llegando otras más que irán agudizando la ya dramática situación del pueblo por las impuestas al sector petrolero que revestían carácter de embargo.

El Gobierno de Maduro aplicaba las más perversas medidas económicas en ese camino, incluyendo paquetazos como el de agosto del 2018 que hundían más a la población todo bajo el supuesto de una “recuperación económica”. Un plan que le fracasa pues la publicitada reconversión monetaria se le viene a pique y con ello las condiciones de mayor pauperización de las amplias mayorías trabajadoras y populares: el bolívar siguió perdiendo valor a velocidad destructiva para los salarios y demás ingresos en bolívares.

Siguieron las llamadas “medidas en silencio” como las definiera Maduro, que no se anuncian, pero se aplican. En el país se liberó el control de cambio, la libre cotización del dólar escalando altísimos niveles devaluatorios día a día, así como lo que el Gobierno llamaba “control de precios” (que al final no controla nada), se eximieron de impuestos a empresarios para las importaciones y exportaciones, a trasnacionales, se favorecieron con grandes facilidades las “inversiones” liberándolas de todo tipo de trabas, a los sectores petroleros foráneos se le eximieron del pago de regalías e impuestos, y hacia la minería la entrega es mayor tal como se da con el Arco Minero del Orinoco.

En este camino se ha avanzado en un creciente proceso de desnacionalización. Los cambios en la Ley de Hidrocarburos que sin anunciarlos los aplican, la nueva Ley de Inversiones Extranjeras, entre otras importantes, han venido permitiendo que sectores controlados por el Estado progresivamente vayan siendo traspasados a empresas extranjeras o grupos económicos locales, tal como se ve muy claramente en el área del petróleo, donde empresas estadounidenses, europeas, rusas, chinas y de otras latitudes avanzan en sus controles.

Incluso, en los primeros días de diciembre salió a la luz pública que el Gobierno y la oposición han discutido la posibilidad de permitir que compañías privadas que participan en empresas mixtas con PDVSA asuman el control de los campos pese a no ser socios mayoritarios. Tal cuestión se estaría discutiendo en empresas mixtas como Chevron, la rusa Rosneft y la estatal china CNPC, que pasarían a controlar los mayores campos de Venezuela. El gran capital internacional, sin distinción, tomaría parte en el botín. Un negocio donde hay también grandes empresarios locales, como Oswaldo Cisneros, para solo poner un ejemplo, que tiene un 40% de participación en la empresa mixta Petrodelta, quién afirmó públicamente que evalúa firmar con PDVSA “un contrato donde nos entregan la producción a nosotros (…) nos subcontratan la operación del campo”.

Para llegar por fin a la dolarización de la economía en los hechos, con la libre circulación del dólar actuando como una moneda más en los circuitos económicos, donde los empresarios colocan precios a niveles internacionales. Maduro llegó al descaro de afirmar que “Ese proceso que llaman de dolarización puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía. Es una válvula de escape, gracias a Dios existe”, y sostener que la dolarización surgió por la «autoregulación necesaria» de la economía venezolana. Un neoliberal clásico no lo diría mejor. A confesión de partes, Maduro demostró, por un lado, que fue incapaz de sostener el signo monetario nacional venezolano, sin importarle la destrucción del bolívar, con la trágica consecuencia para el pueblo trabajador, llevando por otra parte a una pérdida de soberanía, ya que con esta dolarización que elogia pasará a una dependencia mucho mayor de la ya existente, al tener menos control de la política monetaria, dado que el manejo del dólar, obviamente, está en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Se trata de una situación que ha ido creando dos Venezuela o dos circuitos económicos separados dentro del país, por un lado, un sector pudiente por lo general, que va desde clases medias acomodadas para arriba, grupos económicos, empresarios, comerciantes y especuladores de todo tipo, y por supuesto en la que entra la alta burocracia estatal y los militares que manejan grandes empresas del Estado, con acceso al dólar como moneda de uso corriente y donde existen capitalistas que obtienen sus ganancias en dicha moneda pero pagan salarios en bolívares.

Por otra parte, otra Venezuela, donde están las grandes mayorías trabajadoras y populares, las clases medias bajas, que han visto caer sus condiciones de manera estrepitosa, que no tienen acceso a la divisa estadounidense, lo tienen en una medida totalmente marginal: en su mundo cada vez más miserable y paupérrimo, con ingresos en bolívares, buscando subsistir, dependiendo de algunos de bienes de consumo popular a precios subsidiados y racionados, algunos recibiendo ayuda de familiares por remesas o accediendo a algunos dólares en los márgenes en los puestos de negocios de calle en la buhonería o el cuentapropismo (las migajas que caen de la Venezuela pudiente, de los ricos de siempre y los nuevos ricos surgidos al calor del chavismo).

En fin, un abismo dentro del mismo país, de mayores desigualdades que ha creado Maduro en medio de toda esta catástrofe. Esto no quiere decir que antes no existían desigualdades, obviamente, sino que las mismas se han profundizado a extremos mucho más profundos.

Es bajo esta Venezuela que algunos analistas económicos hablan de que pueden estar existiendo elementos que indicarían “salidas” de esta violenta crisis. No lo sabemos. Pero de ser así, se está haciendo sobre el hundimiento de todo un sector social, las amplias mayorías trabajadoras y populares. Donde los capitalistas y todo tipo de empresarios ven mejorar sus ganancias, sobre la base de una brutal super-explotación, donde ganan dólares y pagan en bolívares, donde a las leyes laborales se les dio la vuelta para beneficiar a toda la patronal, cuando no se anularon directamente. Sobre esa base cualquier “indicador económico” muestra “mejora”, pero la de los grandes empresarios nacionales y extranjeros, no la de las grandes masas asalariadas y pobres.

Y aún faltan medidas más duras a ser aplicadas y que están pendientes, que seguramente irán saliendo de todos esos pactos que se tejen por arriba. Hasta el momento el Gobierno ha decidido mantener los subsidios en la gasolina y en la mayoría de los servicios, como la electricidad, telefonía fija, el agua y el gas, pero no es que no lo tenga en la mira. Recordemos que en el paquetazo de agosto del 2018 estaba contemplado llevar el precio de la gasolina a niveles internacionales, una medida que no pudo ser aplicada. Pero no sería de extrañar que silenciosamente se vaya avanzando en este terreno. Hemos visto cómo Maduro deja correr los planteamientos del gobernador de Carabobo, el “excéntrico” Rafael Lacava, al que ya apodan “el Menem del chavismo”, que habla abiertamente de privatizar servicios y comienza a dar algunos pasos en ese sentido en ese estado, así como aumentos en el gas y otros servicios. Puede ser una forma de experimentación para avanzar luego a nivel nacional o “descentralizar” los servicios por estados para que cada gobernador se las arregle de esta manera.

Los caminos para hacerle frente a los ataques del Gobierno, los pactos y la demagogia de la oposición

A la clase trabajadora venezolana se le presentan grandes desafíos, pero lo tienen planteado en una situación donde sus condiciones objetivas se han visto altamente debilitadas y su subjetividad, tomada en su conjunto, bastante baja. No es para menos, como hemos explicado más arriba, ha sido fuertemente golpeada en esta crisis, viendo reducida sus fuerzas y llegado a niveles casi de mano de obra esclava. El papel del chavismo en la estatización y cooptación de las organizaciones obreras jugó un papel importante en esto. Los trabajadores y las trabajadoras hoy resisten donde pueden y como pueden. Sobre esto actúa la fuerte regimentación que ejerce el régimen de Maduro, el escalado autoritarismo y la represión imperante en el gobierno, el uso de fuerzas paraestatales (“colectivos”) para amedrentar al movimiento de masas.

Sus direcciones sindicales en muchos sectores, o llevan adelante las políticas gubernamentales, actuando como si fuesen funcionarios del Estado como la CBST, entre otras, o son correas de transmisión de partidos patronales de la derecha que hacen política “antigubernamental”, pero cuyos movimientos son completamente funcionales a las políticas de dichos partidos, un ejemplo típico de esto lo vemos en el brazo político-sindical de la derecha, Coalición Sindical. Estamos hablando de una burocracia ligada a una oposición que plantea todo un programa de la mano del FMI con privatizaciones masivas, desnacionalización de la economía, entreguismo, y que contempla despidos masivos en el sector público, tarifazos en servicios esenciales del pueblo, en fin, todo un plan de ataque capitalista como está desarrollado en el Plan País.

También, parte de este cuadro son los fuertes elementos de desmoralización a nivel de masas cuando se producen debacles de un proyecto político en el que las masas cifraron sus esperanzas. No se les puede culpar ni responsabilizar a los trabajadores de tal situación, sino a las direcciones políticas que con armas y bagajes se sumaron al “proyecto bolivariano”. Así como también a corrientes que hoy quieren hacer tabula rasa, haciendo omisión de su pasado e incluso hasta negándolo, como si nunca hubiesen sido partícipes del proceso, reduciéndose sus explicaciones a meras respuestas parciales, ciertas, pero que no dejan de ser fragmentarias.

Pero a pesar de esta situación, como observamos en el segundo semestre del 2018 y nuevamente en estos meses que van del segundo semestre del 2019, los trabajadores buscan dar la pelea por sus demandas más sentidas frente a la angustiante situación de miseria, muy a pesar de sus bajos niveles de organización. La lucha de las enfermeras a nivel nacional en el 2018, motorizó a otros amplios sectores a la pelea, tal como se vio en el magisterio, en los diversos sectores de la administración pública, en industrias del Estado y hasta en el sector privado. En otras palabras, no se han quedado de brazos cruzados y la lucha aún está por verse.

En otros artículos hemos planteado que en Venezuela la clase trabajadora, que a pesar de la situación imperante no ha dejado de luchar, aunque lo hace de manera dispersa, para lograr sus objetivos debe ponerse a tono con estos vientos de lucha de clases que cruzan importantes países de América Latina. Procesos que se transforman también en un fuerte incentivo para la lucha y la organización. Pero a niveles de catástrofe y violentos ataques se debe responder a la altura de los mismos, dando cuenta que estamos enfrentando no solamente a un Gobierno represivo, autoritario y hambreador, sino al conjunto de un plan que comparten, grosso modo, los empresarios y partidos patronales. Los capitalistas festejan toda esta liberación de Maduro, y que la oposición comparte, solo que quiere más y mucho más rápido.

Es claro que clase trabajadora tiene la necesidad y el derecho de enfrentarse como un solo puño ante los ataques del gobierno y los capitalistas más allá de sus divisiones sociales, organizativas y políticas, y porque es a través de estas acciones donde los trabajadores avanzaran en hacer sus experiencias y clarificando al calor de la lucha con las distintas direcciones sindicales. Pero se trata de una pelea que apunte hacia la independencia de clase, desarrollando al mismo tiempo nuevos formas de organización y lucha. Desgraciadamente en este camino, existen sectores que opinan lo contrario, para quienes lo central no es avanzar en la constitución de nuevos organismos para lucha e ir creando jalones hacia la independencia política de los trabajadores, sino simplemente acordar tres o cuatro cosas mínimas con burocracias sindicales opositoras de todo pelaje, reduciendo todo al peor reduccionismo de la lucha económica evitando que se eleven a posiciones políticas avanzadas de independencia de clase.

Además de sacar lecciones de sus anteriores experiencias, la clase trabajadora venezolana debe y puede sacar lecciones también las rebeliones en curso en los otros países de América Latina. Que para avanzar no se puede hacer de la mano de las burocracias sindicales que si no traicionan de entrada lo harán en el camino, que es necesario avanzar en la autoorganización como por ejemplo lo hacen hoy los trabajadores y las trabajadoras en la región de Antofagasta en Chile. Pero también comprender que es necesario construir una herramienta propia de los trabajadores avanzando en la construcción de un partido revolucionario que se plantee la lucha por el poder y avanzar hacia un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre, única manera de sentar la bases para terminar con los males a que nos condena esta sociedad capitalista.

Fuente de la Información: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Bajo-la-desnacionalizacion-el-ajuste-y-la-dolarizacion-las-dos-Venezuela-que-emergen-de-la-tragedia

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